Conceptos fundamentales y métodos en Psiquiatría

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 CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y MÉTODOS 1. DEFINICIÓN Entendemos por psicopatología el conjunto ordenado de conocimientos relativos a las anormalidades (anomalías y desórdenes) de la vida mental, en todos sus aspectos, inclusive sus causas y consecuencias, así como los métodos empleados con el correspondiente propósito. Como ciencia,  psi copa tol ogí a gene ral , su objetivo, en principio, es el saber desinteresado acerca de todas las manifestaciones y modos de ser de la actividad anímica que desbordan los límites de la psicología normal; su fin último no es el cuidado del individuo anormal o enfermo, sino el conocimiento de su e xperiencia y su conducta, como hechos y relaciones susceptibles de ser formulados en conceptos y principios generales. Así entendida, constituye una rama de la psicología, cuyos datos resultan apreciables, mayormente por contraste para la inteligencia de la mente normal. En cambio, como disciplina aplicada, la  psiquiatría, es la rama de la medicina -por eso se conoce también con el nombre de medicina mental- que trata de las enfermedades mentales y en general de la actividad anímica normal y anormal de los pacientes en lo que tiene de significativa para la actuación del facultativo. Separados los campos de su aplicación, tenemos tres disciplinas distintas: 1º, la psi qui atr ía gene ral, o sea el co- nocimiento sistemático y estadístico de los fenómenos psíquicos morbosos y sus relaciones, considerados principalmente desde el punto de vista sociológico; 2º, la ps iq uia tr ía clínica, esto es, el estudio de los tipos o formas de desviación psíquica, su origen, su evolución, su tratamiento, etc., en los individuos concretos; 3º, la  psicolo gía médica, conjunto -no bien deslindado- de datos y puntos de vista de la psicología y de la psico- patología, importantes para la actividad del facultativo frente a sus pacientes, especialmente de los que sólo padecen de enfermedad corporal. La palabra  psicopatología sirve también para designar en forma abreviada la disciplina, en parte científica, en parte práctica, que trata de las anormalidades psíquicas, dando especial importancia a las que constituyen síntomas de enfermedad mental, sin entrar en los temas mayores de la psiquiatría. Es lo que podría llamarse semiología psiquiátrica o psicopatología propedéutica. En la presente exposición, que constituye la primera parte de un Curso de Psiquiatría escrito como libro de texto para estudiantes de medicina, la psicopatología por fuerza debe tener una orientación mixta, a la vez fundamental y propedéutica, científica y práctica. 2. DIFICULTADES Y LIMITACIONES En psicopatología, tal vez más que en psicología, hay que empeñarse en realizar el estudio de las manifestaciones anímicas con mucha precaución y, siempre que sea posible, siguiendo un orden definido. La experiencia de la naturaleza humana que adquirimos espontánea o reflexivamente en la vida activa con el trato de los hombres, la facultad de observación que se fomenta con el ejercicio profesional, con el cultivo de la literatura y de la historia, favorecen sin duda la posibilidad de penetrar el alma ajena. Pero estas disposiciones, aunque eficaces cuando son desarrolladas, no bastan para lograr una inteligencia satisfactoria de la actividad psíquica anormal. Para ello se requieren además actitud y procedimientos especiales.

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CONCEPTOS FUNDAMENTALES Y MÉTODOS

1. DEFINICIÓN

Entendemos por psicopatología el conjunto ordenado de conocimientos relativos a   las anormalidades(anomalías y desórdenes) de la vida mental, en todos sus aspectos, inclusive sus causas y consecuencias, así como los métodos empleados con el correspondiente propósito. Como ciencia,   psicopatología general, suobjetivo, en principio, es el saber desinteresado acerca de todas las manifestaciones y modos de ser de laactividad anímica que desbordan los límites de la psicología normal; su fin último no es el cuidado delindividuo anormal o enfermo, sino el conocimiento de su experiencia y su conducta, como hechos y relacionessusceptibles de ser formulados en conceptos y principios generales. Así entendida, constituye una rama de lapsicología, cuyos datos resultan apreciables, mayormente por contraste para la inteligencia de la mentenormal.

En cambio, como disciplina aplicada, la  psiquiatría, es la rama de la medicina -por eso se conocetambién con el nombre de medicina mental- que trata de las enfermedades mentales y en general de la actividadanímica normal y anormal de los pacientes en lo que tiene de significativa para la actuación del facultativo.Separados los campos de su aplicación, tenemos tres disciplinas distintas: 1º, la psiquiatría general, o sea el co-nocimiento sistemático y estadístico de los fenómenos psíquicos morbosos y sus relaciones, consideradosprincipalmente desde el punto de vista sociológico; 2º, la psiquiatría clínica, esto es, el estudio de los tipos o formasde desviación psíquica, su origen, su evolución, su tratamiento, etc., en los individuos concretos; 3º, la psicología médica, conjunto -no bien deslindado- de datos y puntos de vista de la psicología y de la psico-patología, importantes para la actividad del facultativo frente a sus pacientes, especialmente de los que

sólo padecen de enfermedad corporal.

La palabra  psicopatología sirve también para designar en forma abreviada la disciplina, en partecientífica, en parte práctica, que trata de las anormalidades psíquicas, dando especial importancia a las queconstituyen síntomas de enfermedad mental, sin entrar en los temas mayores de la psiquiatría. Es lo quepodría llamarse semiología psiquiátrica o psicopatología propedéutica.

En la presente exposición, que constituye la primera parte de un Curso de Psiquiatría escrito comolibro de texto para estudiantes de medicina, la psicopatología por fuerza debe tener una orientación mixta, a lavez fundamental y propedéutica, científica y práctica.

2. DIFICULTADES Y LIMITACIONES

En psicopatología, tal vez más que en psicología, hay que empeñarse en realizar el estudio delas manifestaciones anímicas con mucha precaución y, siempre que sea posible, siguiendo un ordendefinido. La experiencia de la naturaleza humana que adquirimos espontánea o reflexivamente en lavida activa con el trato de los hombres, la facultad de observación que se fomenta con el ejercicioprofesional, con el cultivo de la literatura y de la historia, favorecen sin duda la posibilidad de penetrar elalma ajena. Pero estas disposiciones, aunque eficaces cuando son desarrolladas, no bastan para lograr unainteligencia satisfactoria de la actividad psíquica anormal. Para ello se requieren además actitud yprocedimientos especiales.

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La mentalidad ajena se nos presenta siempre como una totalidad más o menos enteriza y cerrada,cuyo desorden a menudo se hurta a nuestra aprehensión, incluso por efecto del mismo afán que ponemos eninvestigarlo. Oliver Wendell Holmes decía humorísticamente que cuando conversan dos personas, enrealidad son seis, pues cada una representa a tres: 1º, quien es efectivamente y apenas se conoce; 2º, quien

cree ser a sus propios ojos y, 3º, quien parece ser a los ojos del interlocutor. En el caso del individuo anormalo enfermo de la mente interviene en la situación un factor más y muy serio: aquello que lo separa de lanormalidad y que precisamente interesa de manera relevante al psicopatólogo. Si el sujeto se percata de suanormalidad y -según ocurre frecuentemente- la valora de manera negativa, tiende a disimularla ocompensarla. Y si el sujeto no es consciente de su anormalidad, sucede que ésta se halla tan íntimamenteentretejida con la mentalidad normal, que resulta difícil deslindar lo que pertenece a uno y a otro campo. Ade-más, lo anormal puede alejarse tanto de la regularidad de nuestro modo de ser que apenas nos resultainteligible.

En todo caso, es regla fundamental enfrentar al sujeto de estudio con una naturalidad que no enturbie

ni inhiba sus manifestaciones, por heteróclitas que sean. En consecuencia, el psicopatólogo deberá actuar nocomo pesquisidor curioso de la vida ajena, sino, según los casos y la situación, como persona digna deconfianza -a quien se puede abrir el corazón y comunicar lo que para los demás permanece inalcanzable ofragmentario-, o como persona más o menos indiferente y hasta distraída, que escucha lo que el sujeto hablacon los demás, y lo observa indirectamente.

En psicopatología, con mayor razón que en psicología normal, no es posible la información directa abase de una documentación objetiva que hable por sí sola. Lo que conseguimos explorando la vida mental delsujeto o simplemente verificando determinadas manifestaciones del mismo, no es sino un material crudo querequiere consideración y crítica para llegar a constituir conocimiento verdadero. Y aquí surge otra fuente de

incertidumbre y error, debida a nuestro modo de apreciar y ordenar los datos: los prejuicios, que nos conducena interpretaciones fáciles y falaces, sustentadas en conceptos generales desmedidos o en espurias aplicacionesde puntos de vista legítimos en otros campos del saber. Los prejuicios más frecuentes en psicopatología sonlos que apuntamos a continuación.

1º. Es particularmente característico del pensamiento médico el   prejuicio anatomofisiológico,que en elsiglo pasado tuvo su expresión extrema en declaraciones como las de Broussais y Virchow. El primero afirmaba queno creería en el alma sino descubriéndola con la punta de su escalpelo, y el segundo, ante un cadáverdisecado, preguntaba a sus oyentes: «Entonces, señores, ¿dónde está aquí el alma?».

Habituado a ver en el hombre casi siempre poco más que un cuerpo material y a referir las

enfermedades a funciones determinadas y a lesiones localizables, el médico tiende a explicar lasmanifestaciones mentales en términos de patología cerebral, asignándoles una imaginaria localización, que amenudo se apellida «científica». En realidad, sólo son localizables las funciones psicosensoriales ypsicomotrices, no las genuinamente psicológicas, si bien se encamina la investigación a localizar laconciencia y la afectividad. En contra de la primacía de lo anatómico está ya la frecuente verificación post 

mortem de amplias destrucciones del tejido cerebral sin que el sujeto hubiese mostrado ningún desordenpsíquico y, viceversa, notables alteraciones anímicas sin anatomía patológica correspondiente, o igualdad decuadros clínicos con lesiones en campos muy diferentes o con lesión en unos casos e integridad en otros.

Aun en el caso ideal de que todo el cerebro de un cadáver sea examinado rigurosamente al

microscopio, encontrándose una lesión central precisa, y suponiendo que en vida del sujeto se hubiese deter-

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minado de modo perfecto la pérdida o alteración de una función especial, y sólo de ella (lo que prácticamentenunca acontece), el foco anatómico y la actividad perturbada no se corresponden de suerte que sea pertinenteafirmar que en el sitio de la lesión se localiza la función, como si «al negativo patológico correspondiese elpositivo normal». Lo que tal vez podría demostrarse con tal observación sería que en ese individuo la

integridad de la parte lesionada es una condición para que se muestre normalmente la actividad anímicacomprometida. Además, las formas de la actividad mental que se pretende localizar varían a su vez con losconceptos o prejuicios psicológicos de cada neurólogo, de ordinario desechados ya por la crítica de losinvestigadores del campo de la psicología -prejuicios casi siempre de la caduca psicología fisiológica-. Así,Kleist, uno de los representantes más caracterizados de la corriente anatomopsicológica actual, no puedeprescindir del esquema anticuado del arco reflejo para vincular las más altas funciones anímicas con losreceptores y efectores periféricos.

Un neurólogo tan competente como L. R. Müller expresa -con modestia que contrasta con el orgullode los constructores de mitologías cerebrales del siglo pasado- el verdadero estado de cosas a este respecto:

«Es menester recalcar con toda decisión que no se puede limitar el mundo del pensamiento a sitios especialesy determinados de la corteza cerebral. Debemos confesar abiertamente que carecemos hasta de la menornoción acerca de los procesos del sistema nervioso que sirven de base al pensamiento, a la memoria y a lavoluntad; no sabemos siquiera hasta qué punto participan en ellos los estratos de la corteza cerebral y suscélulas. Ignoramus, y temo también que ignorabimus.» 

Esto no excluye reconocer como hechos comprobados, por ejemplo, que lesiones de la partesupraorbitaria de ambos lóbulos frontales en un porcentaje apreciable de casos producen alteraciónconsiderable del carácter, del estado de ánimo (indiferencia o euforia), de las disposiciones y del ritmo parala acción; que, en cambio, lesiones de la convexidad del mismo lóbulo producen en muchos casos

perturbación de la actividad psíquica en general y de los impulsos motores en especial. Asimismo, quelesiones del tálamo y del tercer ventrículo son causa de otras alteraciones de la vida anímica, emocional enel primer caso y de ciertas tendencias afectivas en el segundo caso; o lesiones de la circunvolución delhipocampo determinan desórdenes de la memoria.

Pero tiene mayor significado que la investigación experimental y anatomoclínica de los últimos añoshaya permitido determinar la existencia de dos estructuras del cerebro cuya función está evidentementerelacionada con la vida anímica: la sustancia reticular y el sistema límbico. La sustancia reticular meso-diencefálica, que se extiende del hipotálamo al bulbo, por sus haces descendentes, tiene efecto inhibitorio sobreel tono muscular, mientras que por los ascendentes, o sistema reticulado activador, en conjunción con los centros

hipotalámicos de la vigilia y el sueño, parece ser el factor principal de la regulación del nivel de vigilia y de laeficacia de la percepción, actuando sobre ciertos campos de la corteza cerebral.

Al sistema límbico corresponden estructuras del diencéfalo, de la circunvolución del cuerpo calloso y delas partes filogenéticamente antiguas de los lóbulos temporal y frontal de ambos lados. Se relaciona con lafunción rectora del comportamiento afectivo, sexual y de impulsividad o excitación, así como con la atención.La significación biológica de este sistema consiste en que sirve a la regulación de aquellas funciones básicaspara la actividad cognoscitiva. Como observa Poeck, el sistema límbico, como el reticular, es bilateral y difuso;se caracteriza por «la falta de una localización distinta de las funciones particulares, que más bien seencuentran representadas de manera muy extensa y con fuerte lobulación, si bien no faltan aislados focos». Así,

pueden producirse efectos semejantes con diversa localización del estímulo. Estos sistemas filogenéticamente

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antiguos se diferencian, pues, de la corteza cerebral, mayormente asimétrica en sus funciones, como loacreditan la motilidad voluntaria, el lenguaje y la orientación en el espacio.

2º. El   prejuicio elementalista inclina el espíritu a concebir los desórdenes de la vida anímica como

combinaciones irregulares de unidades fundamentales. Es un rezago del asociacionismo, completamentedesacreditado en la psicología actual, que satisface a quienes todavía consideran el atomismo y el energetismocomo modelos científicos ejemplares y aplicables a todas las esferas del conocimiento. En realidad, lopsíquico carece de elementos reales y autónomos y de combinaciones de los mismos a la manera de los delmundo material. Los elementos a que se apela hoy no son ya las sensaciones, las representaciones, las ideas,sino los reflejos, y el dogma correspondiente se formula en estos términos: «La vida psíquica procede de laacción refleja.» Lo efectivo es que el reflejo no representa sino la mecanización de la actividad vital motriz, en unprincipio plástica y no mecánica. Por otra parte, los reflejos tienen características perfectamente determinadasque son de naturaleza fisiológica pura, no psicológica. Por último, no constituyen la unidad fundamental de laactividad del sistema nervioso. Y los reflejos condicionados, sobre los que Pavlov y Bechterev pretenden

fundar toda la psicología y la psicopatología, en el hombre no son realmente reflejos, sino reacciones completas,muy semejantes, si no idénticas a los hábitos cuyo estudio profundizó admirablemente Maine de Biran.

3º. El   prejuicio simplificador es acaso el más compartido y multiforme. Consiste en atribuir adeterminadas clases de fenómenos considerados principales o esenciales, toda la variedad de manifestacionespsicopatológicas. A diferencia del prejuicio elementalista, aquí no siempre intervienen unidades imaginarias,sino hechos efectivos de la actividad psíquica. Pierre Janet caracteriza bien una de las modalidades delprejuicio simplificador cuando observa que los psiquiatras aplican a fenómenos muy particulares y muyconcretos, nociones psicológicas demasiado generales y demasiado abstractas. Otra modalidad frecuente es,en cierto modo, la inversa: la propensión a confundir el contenido concreto y eventual con la alteración

determinante y nuclearia. De este modo se toma como perturbación lo que no es más que un hechoconcomitante o sintomático de la perturbación. Este prejuicio conduce a los mayores extravíos, uno de loscuales es la interpretación superficial adicta a los accidentes del ambiente, con desmedro de la realidadpsicopatológica significativa y profunda. Se verifica de preferencia entre los profesionales y teóricos quepretenden cultivar una psicopatología de las profundidades. Así, unos sobrevaloran la cenestesia, otros lostraumatismos psíquicos, los complejos, la sexualidad, el sentimiento de inferioridad o la angustia. Con lo cualse desadvierte la jugosa realidad funcional de la vida anímica y su estructura monárquica, rebajando elestudio del drama desconcertado y a veces desconcertante de las almas desequilibradas al nivel delcharlatanismo hermenéutico, revelador de una credulidad que hace recordar el fanatismo de los adeptos delas llamadas ciencias ocultas.

4º. Por último, el  prejuicio diagnóstico y tipológico sistematiza de modo unilateral y deformante elestudio de la realidad psicopatológica La preocupación profesional y el afán de síntesis caracterológica,respectivamente, son responsables de esta viciosa manera de concebir, cuyas consecuencias son elempobrecimiento y la futilidad de los resultados. La preocupación profesional exclusiva atiende sólo alaspecto nosográfico de las manifestaciones, el afán tipológico desmedido trata de incluirlo todo en fórmulassimples de representación semi-individual, semi-general. Ambos sacrifican el espíritu de análisis y sus frutos:la aprehensión de la riqueza, la diferenciación y la variedad individual de la vida anímica. El fenómenopsicopatológico pierde así su entidad propia, eclipsado por un esquema taxonómico.

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3. RELACIONES ANIMICO-CORPORALES

El problema de la relación entre el alma y el cuerpo tiene especial importancia en psicopatología acausa, tanto del origen predominantemente somático de los desórdenes más serios de la mente, cuanto de la

repercusión de lo psíquico sobre lo corporal, mucho más notable en las personalidades anormales que en lasnormales. Es asunto filosófico espinoso e inevitable, que en una u otra forma plantea problemas teóricos a laobservación y decisiones en la práctica, sobre todo en la del médico.

Admitimos, con Aristóteles, que en nuestro mundo no existen cuerpo y alma separados sino cuerposanimados o, con W. Stern y los holistas, que no hay físico y psíquico en sí sino personas reales como hechofundamental del mundo objetivo, y que sólo surge la cuestión de los psíquico y lo físico como hecho desegundo orden. Pero no podemos negar que al manifestarse las personas a sí mismas y a otras personas, laexperiencia nos pone de continuo frente a estos hechos «de segundo orden», cuya entidad fenomenal esindiscutible y cuya verificación es exigencia del espíritu científico. En efecto, si la ciencia tiene por objeto el

conocimiento de los fenómenos y de sus relaciones, nada más propio que discernir con la mayor precisiónposible las características de cada orden de fenómenos y las conexiones probables entre los del mismo orden yentre los de órdenes diferentes -en el caso de la psicopatología, entre los fenómenos anímicos y loscorporales-. Así evitaremos incurrir en el error que Palágyi considera origen de la posibilidad de los mayoresextravíos humanos: tomar por espiritual lo que es sólo vital y por vital lo puramente espiritual.

Aquí surge una cuestión capital: ¿En qué sentido emplean los psicopatólogos los términos «anímico»y «corporal» y sus análogos: «mental» y «físico», «psíquico» y «somático»? En verdad, aplican estas palabras -así como «espiritual»-, en diversos sentidos, según la concepción de cada cual, generalmente de maneraambigua. Si se quiere precisar los conceptos y examinar las cosas en su verdadera luz, es menester distinguir

categóricamente los planos o aspectos del ser y los modos de conexión de sus correspondientes fenómenos.La realidad del hombre es compleja, pues en ella se dan formas distintas del ser, cada una irreduciblecualitativamente.

Cada una de estas realidades se funda en la precedente mas no es engendrada por ella, pues las cuatroson originales y absolutamente heterogéneas. La vida supera y estructura a la materia inorgánica, a la cualdesborda por sus posibilidades de relación e influencia. Lo mismo ocurre con la actividad psíquica. Lasuperior depende de la inferior y está limitada por ella, pero la asume y transfigura como nueva dimensión ydirección del ser, como sustancia formal. A la mayor necesidad y fuerza de la una se opone la mayorautonomía y plasticidad de la otra.

Con las distinciones precedentes, enderezadas a esclarecer la complejidad de la índole humana,tenemos una base para afrontar la cuestión de qué se entiende por físico o somático, como esfera de datosque se contrapone a lo psíquico o mental. La inadvertencia de la anfibología de los términos que expresan lacondición corporal del hombre es causa de incontables imprecisiones, errores y contradicciones en queincurren los doctrinarios de la relación psicosomática.

Esquematizando los tipos de la actitud teórica determinante de tal vicio semántico, puede distinguirsela siguiente variedad. Tenemos, primer lugar, a quienes cuando hablan de lo físico (lo mismo que de losomático u orgánico) se refieren, sin mayor discernimiento, ora a la realidad material del hombre que es

inteligible desde puntos de vista propios de las ciencias físicas, como si se tratase de un automóvil o delcontenido de una retorta, ora a hechos cuyos mecanismos y procesos químicos reconocen que son

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creados y dirigidos por la vida, en sí insondable, pese a la regularidad de sus manifestaciones. Ensegundo lugar colocamos a aquellos espíritus que sobreentienden única y directamente el aspecto físico-químico del cuerpo, atribuyendo a lo psíquico toda virtualidad y actualidad de orden teleológico o finalista. Aun tercer tipo corresponderán quienes adjudican radicalmente lo físico al dominio de la física, reputando el

cuerpo vivo como una forma de agregación y equilibrio de los cuerpos elementales. Según esta concepcióndel ser carnal del hombre, lo psíquico (lo mismo que lo espiritual) se explica, invocando iguales principiosque para el cuerpo vivo, como mera complicación, aunque extrema, de los procesos físico-químicos desistemas materiales formados en el curso de millones de años por el juego del azar y la selección natural, demodo que la organización nerviosa regula los cambios internos, las sensaciones y los movimientos como situviesen finalidad. Para semejante concepción materialista, lo que estudia la psicología es, o energía sutilde la misma naturaleza que la de los elementos químicos, o epifenómeno, puro espejismo. Si aquí se opone lofísico a lo mental (vida anímica y espiritualidad), es sólo como si se tratase de dos grados diferentes de laactividad funcional del cuerpo, pues materia inorgánica, protoplasma y cerebro humano vienen a ser únicamentefases de complicación creciente del proceso dinámico de uno y el mismo complejo físico-químico de la corteza

terrestre.

A primera vista, en el tercer tipo de la actitud teórica no podría haber ambigüedad en los términos, portratarse de una teoría monista; pero aun en este caso la hay, a veces extrema, y no tanto en lo atañedero alaspecto somático cuanto al psíquico, pues la experiencia vivida, que en principio es referida sólo a la actividadcerebral, la expresan los materialistas (o energetistas, que es lo mismo) en términos genuinamentepsicológicos, con su denotación inmaterial inequívoca -y aquí está la contradicción-: es lo que ocurre cuandohablan de la conversión de una «idea» en un fenómeno corporal. En este caso el acto anímico, esencialmenteanímico, de prestar atención a un objeto ideal, por ejemplo, una forma geométrica, como sucede en ciertosexperimentos de sugestión hipnótica, es suficiente para que tal forma ideal aparezca materializada como con-

torno de una zona eritematosa o como un rosario de ampollas en determinado lugar de la piel, conforme a laorden del hipnotizador1.

No intento discutir los paralogismos del mecanicismo, a menudo muy sutiles, sino recordar el origenhistórico y la sustancia del concepto de físico, que se ha tomado de los médicos, a quienes antes se llamaba«físicos» y cuyo modo de pensar en materia de las relaciones anímico-corporales es seguido por muchospsicólogos y psicopatólogos. En realidad, ese concepto médico nada tiene que ver con la física, aunqueen el siglo XVII haya florecido una doctrina iatrofísica. Tiene su origen en la filosofía natural de los griegos

y significación descollante en la medicina hipocrática: φνσιζ es la naturaleza, la virtud genuina del ser

orgánico, común a todos los hombres e individual en cada uno, la que rige los procesos fisiológicos,

dándoles unidad y concierto, como norma de conservación de la vida y la salud, la cual mantiene, defiende yrestaura frente a las influencias morbígenas. Tal es, en forma sinóptica, el pensamiento de Hipócrates acercade la physis. 

La experiencia de todo médico capaz de observar e investigar los fenómenos con la certeradespreocupación y clarividencia del naturalista, da testimonio de la entidad supramecánica de los llamados«mecanismos» reguladores de la actividad de nuestro cuerpo. La cicatrización de las heridas, laregeneración de los tejidos, la encapsulación o la expulsión de los cuerpos extraños, la aclimatación, la

1 Es clásico el experimento de Kohnstamm. Fija sobre la piel con tiras de esparadrapo una luna de reloj sobre el brazo de un

sujeto neurópata, y le sugiere imperativamente: «Aquí va usted a tener una cruz de ampollas.» Y se produce la cruz de ampollas en lapiel, debajo de la luna de reloj. (Otto Bunnemann: Über die Organfitktion, Leipzig, 1925, pág. 30).

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adaptación a condiciones allende el límite fisiológico, la compensación funcional y hasta anatómica de losórganos inhabilitados, la hiperemia, la inflamación, la fiebre y, sobre todo, la inmunidad, son hechos deobservación clínica cotidiana cuya finalidad protectora se impone. En todos ellos y en muchos más,concordantes con los que la biología experimental contemporánea multiplica en condiciones de precisión

irreprochable, se evidencia que la vida dirige, aplica, configura, improvisa y crea sus medios de accióninterior de manera semejante, no al funcionamiento de una máquina, sino a la producción de un artista,guiado por un designio, un modelo y un plan -ciertamente que a veces con imperfecciones y hasta congraves fallas. Tal es la estructura teológica de lo orgánico.

Aunque todo médico está enterado de esa realidad, en la mayoría de los partidarios de las doctrinaspsicopatológicas populares predomina la propensión de atribuir a la actividad psíquica manifestaciones quepertenecen al plano vital. Así, unos creen que acción del ser como un sistema coordinado es exclusiva ocasi exclusiva de la personalidad; otros atribuyen el sentido teleológico de diversas manifestacionesfuncionales a móviles o efugios, y los más sobrevaloran lo subconsciente, de índole psíquica, a expensas

de lo inconsciente, de naturaleza vital o corporal.

En contra del primero de estos prejuicios del psicologismo médico están las nociones más elementales de lafisiología normal y patológica: la función de todo órgano, de todo tejido y hasta de cada célula tiene un aspectoinmediato y limitado a la vez que un aspecto mediato, la influencia orientada al entrelazamiento del organismo en suconjunto. Así, una glándula produce una secreción con efecto local determinado, que al propio tiempo sirve a la economíadel ser vivo. Los órganos no están juntos como los trozos de un mosaico ni como las piezas de una máquina, sino deacuerdo con la trabazón funcional interna de la  physis, que en cada momento compone y realiza lo conveniente para laconservación y la adaptación, de suerte que un estímulo circunscrito a un punto del cuerpo suscita la reacción de todo él.

En cuanto a atribuir finalidad (segundo prejuicio del psicologismo medico) a supuestos procesos psíquicos con

detrimento de la inteligencia de la estructura teleológica vital, si sólo se tratase de una refutación bastaría recordar elclásico e impresionante experimento de Pflüger con las ranas completamente privadas de cerebro, familiar a todoestudiante de fisiología. Pero lo que más importa es recalcar el porqué de tal prejuicio. La convicción de que el finalismo esun concepto antropomórfico -como si los conceptos de casualidad y de fuerza no lo fueran en igual medida- hace pensarque donde se produce o esboza un resultado con los caracteres del logro de una meta, ahí sólo puede obrar unarepresentación preconcebida, esto es, una tendencia psíquica. De esta manera se construye una pseudopsicología de lasactividades propias del dominio de la vida orgánica, lo cual ocurre porque existe efectivamente cierta semejanza formalentre los procesos psicológicos y los fisiológicos y morfogenéticos, y aun una especie de convergencia, como si laestructura teleológica vital preparase el camino a la intencionalidad de la conciencia y a las tendencias anímicas.

El tercer prejuicio del psicologismo médico a que nos hemos referido, negador o disimulador del manantial

biológico de las tendencias afectivas, ordinariamente está vinculado a la creencia de que en la conexión temporal de laestructura dinámica psicofísica siempre es decisiva la influencia del ambiente y de la experiencia pasada del sujeto. Locierto es que en el hombre, como en los animales, el cumplimiento del destino individual tiene fundamentales condicionesgenéticas en las disposiciones biológicas, cuyo despliegue y concatenación siguen un orden endógeno. De modo que tantola evolución espontánea de la constitución corporal cuanto las reacciones biológicas frente a los estímulos del ambienteoriginan estados afectivos y formas de expresión y comportamiento cuya interpretación será unilateral si sólo se atiende ala experiencia vivida del sujeto en el pasado y en la situación presente. El hecho es que diversas manifestaciones reputadascomo psicógenas por atribuírseles una elaboración subconsciente -«complejos reprimidos»- son a menudoexteriorizaciones de crisis o metamorfosis endógenas; y si en los fenómenos concretos correspondientes se muestra laactividad psíquica incluso con aparentes simbolismos, es como consecuencia del despertar de originales e inconscientesdisposiciones hereditarias. En otros casos las circunstancias exteriores repercuten de manera directa sobre el organismo porel engranaje vital -y no psicológico- de éste con los objetos y se producen cambios vegetativos o psicomotores que sólo porprejuicio de escuela pueden atribuirse a la reactivación de propensiones psíquicas que desde la infancia han pugnado por

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expresarse o liquidarse. Por último, sucede que acontecimientos de la historia personal relacionados de una maneracomprensible con la génesis o la formación de determinados procesos somáticos desempeñan únicamente el papel defactores ocasionales que los desencadenan o de material fortuito de su contenido, radicando la condición primaria, sea en ladinámica del organismo, sea en la inestabilidad o menor resistencia del órgano afectado. Según esto, las tendencias

afectivas -inseparables de los instintos- y sus manifestaciones concretas tienen entidad biológica a veces principal, de suer-te que entonces el análisis de los hechos justifica una interpretación fisiopsicológica más que una manera de verpsicofisiológica.

Pasando de las particularidades a lo general del conocimiento de nuestro asunto, es fuerzareconocer modestamente que tan grande es la complicación del ser humano y tan profunda la necesidad desu espíritu de simplificar el dato, que los fenómenos más corrientes sólo rara vez pueden ser comprendidosde veras. En la realidad del hombre -sano o enfermo- lo físico-químico, lo orgánico, lo anímico y loespiritual no están lado a lado o plano sobre plano, sino entretejidos e integrados en un complejoinextricable. Gracias a una observación ahincada y rigurosa, la inteligencia es capaz de descomponerla yanalizarla con acierto variable, en la medida que el investigador posea el don de penetrar con imparcialidad

la constelación peculiar y siempre más o menos confusa de los diversos factores operantes en el caso, lasituación y el momento. Pero en la práctica la complejidad y la propensión mencionadas obligan arenunciar a un análisis antropológico consumado y a contentarse con prestar atención a dos aspectos de laíndole humana: el físico y el mental, cada uno efectivamente dual -el primero integrado por la materia y lavida, el segundo constituido por la actividad anímica y la espiritual-. El mínimum de disciplina exige alpsicopatólogo tener presente la doble esencia de cada uno de estos complejos ontológicos y sobre todoreconocer al cuerpo vivo lo que es del cuerpo vivo, a la mente lo propio de la mente.

4. CONCEPTO DE ANORMALIDAD

Definida la psicopatología como la disciplina que tiene por objeto de conocimiento las anormalidades de lavida mental, conviene precisar qué se entiende por anormalidad mental y cómo se establece su diferenciarespecto de la normalidad. En principio, el criterio de anormalidad en psicopatología debe ser puramentedescriptivo, en el sentido de que no entrañe una valoración de inferioridad personal, ni de enfermedad,falta de libertad, sufrimiento, etc., conceptos propios de la sociología, la medicina, el derecho y la vidaprivada, aunque lo psicopatológico pueda implicar en el caso dado inferioridad, enfermedad, mengua de lalibertad, irresponsabilidad, sufrimiento, etc.

El término anomalía se usa principalmente para designar las anormalidades congénitas.  Anormal

en psicopatología es todo fenómeno o proceso mental que se desvía o diferencia de lo normal rebasando

claramente los límites del objeto propio de la psicología, en sentido estricto. Por tanto, es necesario determinarcuándo una manifestación deja de ser normal. Hay dos criterios de normalidad: el estadístico o cuantitativoy el teleológico o de adecuación.

1º. El criterio estadístico, propio de las ciencias naturales, es el de lo común: es normal lo que semanifiesta con frecuencia en la población total, según la edad, el sexo, la raza, etc. El patrón de medidaes lo mediocre en la gradación de las manifestaciones psíquicas dadas. La dificultad estriba en decidir elpunto dónde cesa de ser normal la manifestación o el conjunto de manifestaciones que se consideran: ¿Serámás allá del 90 por 100? ¿Será lo que pasa del 99 por 100 o del 999 por 1000? O, según una opinión corriente,¿no existirá lo normal, pues es una abstracción, un ideal o un término medio puramente matemático? Por

otra parte, las manifestaciones de la actividad anímica no son reducibles a medida sino de modo

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excepcional, y la presencia o la ausencia de algunas de ellas en un individuo entre muchos no es siempredecisiva para reputar de anormal el caso. Así, no porque la mayoría de los individuos recuerde aldespertar lo que ha soñado, se dirá que es anormal no recordar los sueños. De modo que la frecuencia noconstituye un criterio absoluto.

De lo anterior se desprende que la determinación teórica general de lo normal y de lo anormalbasándose en la frecuencia, es imposible cuando no se trata de desviaciones considerables o dediferencias cualitativas de alguna entidad. Se desprende también que ni la estadística ni la medida(psicometría) por sí solas nos ofrecen fundamento para deslindar los campos psicológico ypsicopatológico. Pese a la necesidad de reglas o patrones para señalar objetivamente la amplitud de lasfluctuaciones de los fenómenos dentro de lo normal, lo que en último análisis la determina es el buensentido personal. Este nos permite considerar cada caso desde múltiples puntos de vista, en forma tal quela escala de grados es referida a nuestra íntima imagen del ser normal. Se trata de un acto intuitivo en elcual interviene algo más que nuestro saber y nuestra experiencia de las cosas humanas.

2º. El criterio teleológico, característico de las ciencias morales, corresponde a fines y requisitosanexos a arquetipos. Aquí, normal es lo que se conforma a la idea de hombre, de mujer, de niño porexcelencia; lo que se aproxima a lo óptico. Esta es una imagen que se presiente más por instinto que pordiscurso. La materia de experiencia que se intuye en el caso concreto es esencialmente de orden cualitativo.En las ciencias morales o del espíritu, en las cuales lo cuantitativo es accesorio, el entendimientoaprecia la realidad empírica según los cánones de lo que debe ser. Los tipos ideales desempeñan en esasciencias el mismo papel que las teorías de base matemática en las ciencias físicas. El tipo ideal denormalidad, aunque a menudo se imagina conforme a una determinada concepción filosófica o político-social, en principio debe depurarse de toda influencia de este género. En conclusión, aquí lo normal es normal,no por su frecuencia sino por su conformidad a la ley de constitución íntima, al sentido de la esencia. Seránormal en materia de instinto genital el individuo heterosexual, pues la finalidad de este instinto es lareproducción, aunque en una población dada la mayoría de los sujetos pueda ser propensa a lahomosexualidad; será normal en lo que respecta a sentimientos superiores quien admire la grandeza, sientapiedad frente a la desgracia y amor a la belleza, aunque el 99 por 100 de sus iguales no manifieste taldelicadeza. Asimismo, el genio es normal según el criterio teleológico, y anormal según el estadístico.

Los dos criterios de normalidad y anormalidad mental, el estadístico y el teleológico, soncomplementarios. La habilidad del psicopatólogo se pone a prueba en la manera como sabe explicar uno yotro, considerando en cada individuo el poder de adaptación a las condiciones del medio y el ajuste interno delas funciones psíquicas. Asimismo, revela el equilibrio de su formación filosófica en el modo como lograponer de acuerdo los principios de las ciencias naturales con los de las ciencias del espíritu, pues ni lapsicología ni la psicopatología son disciplinas exclusivamente cientificonaturales. Ese equilibrio delpsicopatólogo se refleja principalmente en su actitud no constructiva frente a las esferas de la cultura talescomo la historia, la política, el arte, etc. -lo que no le impide el estudio patográfico de hombres anormales delpasado, de políticos anormales, de artistas anormales, etc.

Patografía es una forma de biografía caracterizada por la consideración de lo patológico, y mássignificativamente de lo psicopatológico, en el examen y la interpretación de la vida y el carácter de lospersonajes históricos, y por extensión, de los imaginarios. Lo esencial en la patografía es el discernimientobien fundado de íntimas conexiones entre lo patológico y el destino, la conducta y las obras del personaje.

A fines del siglo pasado y a principios del presente abundaron las patografías reveladoras de la desmesurada

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hermenéutica de tendencia positivista, con gran aceptación en círculos de lectores vulgares y franco desdén departe de la gente sensata y de buen gusto. Por fortuna, disminuye la estampa de patografías que interpretanen términos de psicopatología o de valores biológicos negativos la santidad, el heroísmo, la genialidad y engeneral lo grande y excepcional. Quizá contribuye a ello el conocimiento, cada vez más difundido, de la

psicología del resentimiento, que hace sospechar el afán de rebajamiento de lo noble y venerable bajo eldisfraz de conceptos «científicos», la oblicua malquerencia de lo eminente y singular a través del refinamientorelativista, o la incapacidad de amor genuino en la efusión del humanitarismo demagógico. Pero contribuyeprincipalmente a que el psicopatólogo no trasponga los límites de su disciplina, el sólido fundamento que hoytienen las ciencias normativas y en general el conocimiento del mundo de los valores. Así, tras muchosextravíos, resulta evidente que las obras del espíritu conservan su genuina entidad original a pesar de todaslas interpretaciones patográficas. 

5. PSICOLOGÍA Y PSICOPATOLOGÍA

Desde el punto de vista sistemático la psicopatología es sólo una rama de la psicología, pues entra en elámbito de ésta toda la variedad de manifestaciones de la vida mental del hombre y los animales. Pero desdeel punto de vista práctico la psicopatología constituye por sí una disciplina con camino propio, aunquerelacionada con la psicología. Esto se debe tanto a su materia de estudio cuanto a las condiciones realesde su constitución. La materia de estudio de la psicopatología es de una gran variedad y complejidad defenómenos, con problemas tan peculiares que obligan a la especialización. En efecto, no se trata sólo dedesviaciones cuantitativas de lo normal, sino de diferencias originales -cualitativas- de las funciones, que amenudo afectan el conjunto de la vida anímica del sujeto. De ahí que gracias a los progresos de lapsicopatología se haya enriquecido el conocimiento general del ser anímico del hombre, en el sentido dereconocerse la importancia de las tendencias instintivas, la significación histórico-personal de la experiencia

vivida, la amplitud de la actividad psíquica allende el campo de la conciencia, la multiplicidad deposibilidades de determinación estructural de las funciones y la influencia de la constitución biológica y lapersonalidad en la economía de la vida interior y en las manifestaciones de la conducta.

Es un hecho que la condición de los individuos en los cuales se presentan los fenómenos psíquicosanormales de mayor monta los coloca fuera del campo ordinario de observación del psicólogo general. Encambio, esos individuos constituyen la clientela del psiquiatra, quien trata de conocerlos para asistirlos ytratarlos lo mejor posible. Esta circunstancia histórica y sociológica ha puesto la investigaciónpsicopatológica en manos de los médicos. Es justo reconocer que ellos no la han proseguido sólo con suspropios medios y procedimientos de trabajo científico y empírico, sino aplicando el saber y las

especulaciones de los psicólogos y de los inspiradores de éstos: los filósofos, los moralistas, los poetas y losmísticos. De suerte que, con su contribución al ahonde del ser anímico del hombre, la psicopatologíacontemporánea ha pagado su deuda original a la psicología.

Esta reciprocidad demuestra las ventajas de la colaboración de ambas disciplinas del conocimientodel alma humana, así como la conveniencia de que el cultivador de una de ellas se inicie en la experiencia ylas nociones principales de la otra. En todo caso, no podrá comenzarse el estudio de las anormalidadespsíquicas sin conocer en qué consiste lo normal, como no se puede emprender el conocimiento de lapatología orgánica sin saber fisiología. La inversa no es forzosa, pues se puede iniciar y proseguir el estudiode la mente normal sin el auxilio de la psicopatología. Sin embargo, una buena formación psicológicarequiere cierta versación en materia de desórdenes de la mente. Esto no quiere decir que preconicemos elextremo sostenido por un ilustre psiquiatra de que la psicología de las neurosis es la psicología del corazón

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humano en general. Lo que gana positivamente el psicólogo con la experiencia y la informaciónpsicopatológica es una disposición más abierta para considerar el poder conexivo y configurador del carácter,de la actitud íntima, de las convicciones, de la fantasía, de los sentimientos y de las tendencias, y sobre todo,de la compleja textura del conjunto en el drama de la vida interior. Pues así como el psiquiatra es propenso a

la visión esquemática, a causa de preocuparle principalmente el destino del enfermo, el psicólogo a menudose pierde en el análisis del detalle, desadvirtiendo al hombre mismo.

6. LOS MÉTODOS ESPECIALES

Además de los métodos generales comunes a todas las ciencias que estudian al hombre, en la investigaciónde las anormalidades mentales se aplica una serie de procedimientos especiales; gracias a ellos la tarea delpsicopatólogo adquiere orden y precisión. Aunque de los mismos se sirve la psicología, los describimos aquí tanto con el objeto de indicar la forma distintiva de su empleo en psicopatología, cuanto porque algunos deellos se introdujeron primero en esta disciplina.

Los métodos especiales son: 1º, la extrospección; 2º, la introspección; 3º, la descripciónfenomenológica; 4º, la descripción dinámica; 5º, la explicación psicológica; 6º, la explicaciónfísiopsicológica; 7º, el método de las pruebas experimentales; 8º, el método comparativo.

1º. El conocimiento de la realidad que interesa en psicopatología se obtiene con dos clases de datos,diferentes y complementarios: los datos objetivos y los datos subjetivos. Se obtienen los primeros por laextrospección, que consiste en el examen directo de las manifestaciones por la observación exterior. Segúnesto, son datos objetivos: a) los que se verifican en el individuo por la percepción: los movimientos y cam-bios corporales, las acciones y reacciones, el comportamiento y la expresión (palabra, mímica, actitud, etc.),

así como todo lo susceptible de ser medido y registrado materialmente; b) las obras, las producciones y losobjetos de uso personal: escritos, creaciones artísticas, trabajo manual, colecciones, vestidos, adornos, etc.

2º. Se obtienen los datos subjetivos gracias a la introspección, que consiste en la observación interior, enel examen de la anormalidad por el mismo sujeto que la manifiesta. Deja de ser mera auto-observaciónespontánea sólo gracias a la claridad, al orden y a la crítica que el investigador introduce con tacto en el cursodel examen. Son datos subjetivos los que se obtienen únicamente con el testimonio del sujeto respecto a susexperiencias, tendencias y manifestaciones psicopatológicas.

3º. La extrospección y la introspección nos ofrecen los datos, la materia bruta, que sólo constituyesaber orgánico gracias a la interpretación. Todos los demás métodos son, pues, modos diversos de inter-

pretación. La comprensión estática o descripción fenomenológica entraña un mínimum de interpretación.Consiste en describir con exactitud la experiencia vivida en el momento, sin cuidarse de las condiciones desu origen ni de sus consecuencias, prendiendo sólo su realidad palpitante, su cualidad original, su estructuradistintiva. Así la fenomenología circunscribe rigurosamente los hechos, cuidando de la precisión de losconceptos y la correspondencia de los mismos términos a los mismos hechos. Lo que hay de interpretación eneste método es únicamente relativo al margen de incertidumbre anexo a la intimidad de la vida anímica decada persona -en realidad inalcanzable- y a la ecuación personal (en sentido amplio) de cada observador.

Conviene no confundir la fenomenología en este sentido psicológico, debida a Jaspers (influido porDilthey), con la fenomenología filosófica iniciada por Husserl, cuya materia de estudio es lo que por sí mismo se

nos da en todas las esferas posibles del ser, o sea las condiciones de la experiencia propias del conocimiento

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apriorístico, no en tanto que hecho psicológico sino como reflexión trascendental. Husserl estudia la ciencia pura,irreal, absoluta y necesaria; Jaspers, la conciencia psicológica, empírica, relativa y contingente.

4º. Mientras que con la comprensión estática se entiende a los fenómenos en su constitución inmediata,

la descripción dinámica o «comprensión genética», como la denomina Jaspers, trata de aprehender su íntimarelación en el tiempo, la estructura de su continuidad, cómo nacen unos de otros. En lugar de cuadros estáticos, elproceso de la sucesión de estados y actos anímicos. Si se compara una a la fotografía, la otra se asimilará a lacinematografía. Según la imagen de Jaspers, con una se obtienen cortes transversales de la vida psíquica; con laotra, secciones longitudinales. Ambas buscan el sentido intrínseco de los datos en su misma aparición; pero si enuna la introspección se dirige sólo a lo actual, en la otra es retrospectiva, en busca del hilo conductor, del cualpuede no percatarse espontáneamente el sujeto. La parte que este método tiene de interpretación consiste,además de la inherente a la calidad personal del sujeto estudiado y del observador, en los cambios posibles delcontenido en el proceso de rememoración (aun suponiéndola fiel), variables según el punto de vista de cada unade las dos personas, proceso nunca del todo objetivo y completivo.

Conrad propone como un método distinto de la comprensión, el análisis de la configuración. Nos parece que no se justifica tal propósito, pues para profundizar en el conocimiento psicopatológico es menester aplicar todos los recursos quenos ofrece el progreso de la psicología. Entre éstos, son ciertamente valiosos los de la Gestalpsychologie y, sobre todo, losde la psicología estructural, fecundos principalmente en cuanto a modos de comprender los fenómenos anímicos y susconexiones, como lo evidencia Petrilowitsch. Las mismas consideraciones, mutatis mutandis, son válidas para lafenomenología funcional de Minkowski y para el análisis existencial de Binswanger y otros autores. Todas estasmodalidades del empeño en calar la intimidad de la mente desordenada a través de sus fenómenos y de la existenciapersonal en que se sustentan, están comprendidas en el principio heideggeriano de que tras lo inmediato de la vivencia y labiografía del sujeto se oculta su sentido y su fundamento. Para un conocimiento del detalle de semejantes modalidades detanteo remitimos al lector iniciado en el conocimiento psicopatológico a los trabajos concernientes que figuran en la

bibliografía de este capítulo, así como al capítulo sobre el tema de la excelente obra de Cabaleiro Goas.

5º. Cuando las manifestaciones anormales no ofrecen al esfuerzo cognoscitivo materia que por sí solapermita una descripción satisfactoria, en una palabra, cuando no son comprensibles, entonces se requiere otraforma de interpretación, con sentido menos inmediato a la experiencia vivida: la explicación, basada en elsupuesto de que los datos carentes de nexo manifiesto en la conciencia tienen condiciones determinantes en laesfera extraconsciente. La explicación se subordina a maneras de concebir las relaciones de los fenómenosanímicos o de éstos con los cambios fisiológicos, maneras de concebir que el investigador aplica en forma dehipótesis de trabajo. La explicación psicológica supone la naturaleza anímica de lo extraconsciente, que en este casodenominamos esfera subconsciente. A este método podría llamarse «genético» con más razón que al anterior,

pues de los datos manifiestos se infiere un origen oculto, una actividad generadora, que permite reconstruirla causa o condición donde sólo se muestra el efecto o meros indicios dispersos. Será tanto más plausiblecuanto más importantes, numerosos o concordantes sean tales indicios, de interpretación unívoca en el casoideal. Así, si un individuo entre sus síntomas de anormalidad mental revela un exaltado fanatismo a favordel divorcio, a pesar de ser contrario a su modo de pensar previo y de tener un cónyuge excelente del cual nopretende separarse, sospecharemos que aquí interviene un móvil subconsciente si diversos hechos nosmuestran una actitud ambigua o ambivalente frente al cónyuge. Nuestra interpretación se confirmará si con elhipnotismo, el análisis psicológico o el narcoanálisis descubrimos que existe, aunque ignorado por el propiopaciente, un deseo de tener descendientes, que no es satisfecho por causa del cónyuge, contra quien comienzaa sentir un secreto desapego.

Hoy no se puede dudar de la efectividad de los procesos y nexos subconscientes y, por consiguiente,

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de la legitimidad de la explicación psicológica. Pero es preciso reconocer que nuestro conocimiento de laactividad subconsciente es como una pequeña isla en el océano de los hechos incomprensibles de la vidapsíquica, normal y anormal. Y nada es más aventurado que adherirse a un sistema interpretativo, pues secorre el peligro de naufragar en las interpretaciones deductivas, que a la postre resultan tan insubstanciales

como las abstracciones de la psicología racional. Para convencerse de esto basta considerar la multiplicidadde las explicaciones posibles en cada caso según el punto de vista de las diversas escuelas psicoanalíticas,cuyas construcciones de hipótesis se oponen unas a otras. Freud, Adler, Jung, Stekel, Silberer, Maeder,Bjerre, Kempf, Baudouin, Rank, Horney, Schultz-Hencke, etc., explican los mismos hechos de maneradiferente. Cada cual tiene sus crédulos, indefensos frente a la fascinación ejercida por el ídolo y su teoría, yciegos frente al fenómeno real si carecen de discernimiento para hacerse dueños de lo psiconomo (conformea ley psicológica). Tal discernimiento presupone capacidad nativa de penetración, rica experiencia, vastosaber, amplitud de miras y crítica rigurosa. En este sentido debe tomarse la sentencia de Ella Freeman Sharp:«El psicoanálisis no es ya una ciencia viva si su técnica deja de ser un arte.»

6º. La explicación fisiopsicológica recurre a hipótesis en las cuales entran elementos del plano vitaldel ser del hombre: cambios orgánicos, fisiológicos o bioquímicos (y no psicológicos) establecerían elencadenamiento o suscitarían la manifestación de los procesos mentales. Aquí la interpretación se basa enfactores que llamamos inconscientes, apsiconomos. Es evidente el efecto de un tóxico, por ejemplo, en ladeterminación de ciertos estados psicopatológicos, lo mismo que el influjo de factores biológicos en laproducción de psicosis, sin que intervenga ningún cambio en el ambiente ni en la experiencia vividasusceptible de provocar el desorden de manera comprensible. Si en el caso del fanático del divorcio, al queantes hicimos referencia, el hipnotismo, el narcoanálisis o el análisis psicológico no hubieran descubiertonada, y si el examen corporal hubiese revelado una insuficiencia sexual corregible (lo mismo que el síntomamental) con la opoterapia, entonces la explicación legítima sería de orden fisiopsicológico.

En algunos casos no es posible establecer relación entre dos contenidos o dos momentos de laactividad consciente sino por medio de lo subconsciente, pues la naturaleza misma de los fenómenos y elconjunto de las circunstancias justifican la explicación psicológica. En otros casos, por el contrario, seimpone aceptar el eslabón o el origen fisiológico: lesión anatómica del cerebro, perturbaciones de lacirculación o de la nutrición del mismo órgano, alteración de las glándulas de secreción interna,predisposición constitucional, herencia, etc. Pero en la mayoría de los casos es arbitrario apelar sea a laexplicación psicológica, sea a la fisiológica. Y en la compleja conjunción de causas y efectos de impresionesy reacciones, un hecho psicopatológico puede deberse en parte a lo psiconomo, en parte a lo apsiconomo: laembriaguez, por ejemplo, a pesar de su origen fisiológico, muchas veces pone de manifiesto nexos y

contenidos subconscientes -tal es el fundamento del narcoanálisis. Esta pluralidad de posibilidades no debeinducir al psicopatólogo a la cómoda y estéril conclusión de que lo importante es que el ser psicofísico comoun todo es lo alterado, según la sentencia holista relativa al efecto del alcohol: no se trata de que bebe elcuerpo y se embriaga el alma, sino que el hombre bebe y experimenta la embriaguez.

La conclusión fecunda para el conocimiento es que cada caso debe estudiarse agotando lasposibilidades de ambas clases de explicación. No contentarse con la hipótesis más fácil, sino tratar deverificar sucesivamente las que sugiere la complejidad de los hechos, examinando cautamente laplausibilidad y los inconvenientes de cada una. Así, los hechos son iluminados desde diversos puntos devista, hasta llegar a una interpretación realmente admisible. Todo cultivador reflexivo de la psicopatologíapuede recordar casos frente a los cuales ha cambiado fundamentalmente su modo de considerarlos. A veces lapersistente insatisfacción y el examen crítico de los problemas conducen a nuevos interrogatorios y a nuevas

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búsquedas de información, con lo cual incluso se descubren hechos que primero no fueron advertidos orevelados y que acaban por hacer dar con el quid.

7º. El método de las pruebas experimentales sirve para conseguir datos objetivos en condiciones

determinadas, de modo que se obtienen rápidamente resultados o rendimientos susceptibles de medida o dereducción a tipos. Por consiguiente, con el procedimiento experimental psicológico sólo es posible estudiarmanifestaciones mentales reactivas o incompletamente espontáneas. El patrón de medida o de comparaciónasí como los límites y grados están sujetos a igual arbitrariedad que el módulo estadístico de la anormalidad.Por la naturaleza misma de este método, cuanto mayor es el rigor métrico o formal de la pruebas, tanto menores su penetración en la estructura profunda y personal de la vida anímica. Para que la elección y composiciónde las pruebas o reactivos tengan la máxima consistencia posible se requiere basarlas en el estudio minuciosode un amplio material bien conocido empíricamente y también en el empleo de otros métodos, tanto de lapsicología y la psicopatología, cuanto de la pedagogía, la clínica, etc.

Las pruebas experimentales requieren con frecuencia el uso de aparatos registradores, deestimulación, de medida, etc., así como de cuestionarios y otros medios auxiliares, entre los cuales no es demenor importancia la manera como se dispone el ambiente y la situación del experimento. El ideal es usar elmínimum de aparato, a fin de no introducir factores de perturbación o complicación en el alma del sujetoexaminado. La adecuada o inadecuada aplicación de las pruebas, la legítima o ilegítima apreciación de lasreacciones y la elaboración e interpretación de los resultados dependen en buena parte de la capacidad ycultura de quien las practica. Por otra parte, el criterio que informa los procedimientos psicotécnicos, sobretodo para la medida de la inteligencia, cada día se define mejor en la dirección de dar valor a la manera cómose desempeña el sujeto y al sentido de sus operaciones, como a los resultados a que llega, o rendimientoobjetivo. Estas consideraciones muestran la necesidad de que quien aplica las pruebas posea cualidades deespíritu fino más que mera habilidad técnica, ingenio más que ingeniería.

El campo de aplicación de las pruebas experimentales es muy amplio: desde la medida de funcionessimples, como la memoria o la atención, hasta la apreciación de la personalidad. En psicopatología tienenimportancia más como medios auxiliares para el reconocimiento del grado o de la calidad del desordenmental, que como procedimientos reveladores de éstos. Sin embargo, empleados en casos dudosos suelenproporcionar datos muy apreciables, sea en lo que respecta al rendimiento de las funciones psíquicas, sea enlo que atañe al modo de ser personal y a las tensiones y virtualidades profundas. Son particularmente útilespara apreciar los defectos y desórdenes de la mente infantil.

Especialmente promisorios resultan los experimentos con diversas drogas que provocan alteraciones

variadas, incluso verdaderas psicosis agudas. En los últimos años un conjunto de sustancias, algunas de ellasconocidas desde la antigüedad, han contribuido como fuente de conocimiento sustantivo a la psicología ypsicopatología experimentales. Estas drogas, llamadas por sus efectos alucinógenas, deliriógenas opsicotomiméticas, aunque tienen más interés experimental que práctico, se emplean también con finesexploratorios, de diagnóstico diferencial y aun como recurso terapéutico (en la reactividad de las psicosiscrónicas, en la catarsis de los desórdenes emocionales). Entre los fármacos psicoactivos, para sólo mencionarlos más importantes, tenemos a la mescalina, a la dietilamida del ácido d-lisérgico (LSD-25) y a lapsilocibina. Por otra parte, en los animales con los reflejos condicionados, se llega a producir estadossemejantes a las neurosis, arrojando luz acerca de la producción de los síntomas en el hombre.

Un fructuoso procedimiento exploratorio, basado también en la aplicación de drogas, es el

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euforioanálisis. Su finalidad es producir un estado de ánimo de alegría desbordante, el cual favorece laespontaneidad, avivando recuerdos y asociaciones que resultan reveladores del contenido y la estructurapsicopatológicos. Al efecto, con Carrillo-Broatch empleamos como agente el clorhidrato de d-desoxiefedrina(Drinalfa) en inyección gradual subcutánea o endovenosa, y Víctor Saavedra aplica el éster metílico del ácido

fenil-(a-piperidil)-acético (Ritalina).

8º. El método comparativo se aplica como recurso auxiliar en psicopatología. El parangón de ciertasmanifestaciones de la mentalidad anormal del hombre civilizado y adulto con la del animal (en su vidaespontánea o alterada por la técnica de la patología experimental), del hombre primitivo y del niño, sirve parasugerir analogías, posibilidades y puntos de vista a veces fecundos. Sin embargo, hasta el presente no hacontribuido a esclarecer decisivamente los problemas de nuestra disciplina. Cualquiera que sea lainterpretación que se dé a la llamada disolución de las funciones en el desorden mental, hay alguna semejan-za -generalmente bastante lejana- entre ciertas anormalidades psíquicas del hombre adulto y civilizado conlas manifestaciones normales del niño, del salvaje y aun del animal. Estas correspondencias dan un débil

fundamento a la concepción estratigráfica de la mentalidad y a la llamada ley biogenética fundamental. Perotales semejanzas y paralelismos no constituyen prueba de una efectiva regresión. En todo caso, las teorías quepretenden reducir los fenómenos psicopatológicos a desintegración o evolución al revés de las funcionespsíquicas, son meras ficciones, con las cuales se avanza apenas en el conocimiento real de los mismos.

7. TAREA DEL PSICOPATÓLOGO

Salvo el caso de manifestarse la anormalidad psíquica en el propio cultivador de la psicopatología, los datossubjetivos se obtienen por medio de la información de segunda persona. Es evidente que el conocimiento serátanto más penetrante cuanto mayores sean la aptitud y la diligencia personales para el escrutinio mental y

para la comunicación de los resultados del mismo. Con frecuencia es difícil y hasta imposible la cooperacióna causa de la incapacidad del sujeto para la autopercepción para exponer precisa y fielmente los datos queésta le ofrece, sea por efecto de la misma anormalidad de su mente, sea por el hecho de hallarse en lasituación de objeto de pesquisa.

En tal caso no queda sino resignarse a ignorar o aventurarse en el camino de la aprehensión instintiva.Esto último implica la intuición directa interindividual, acto por el cual una persona prende de inmediato lavida anímica en la expresión de la otra persona o experimenta en sí misma una especie de reflejo de lo queaquélla experimenta de modo primario. No se puede negar el margen de incertidumbre inherente a este modode aprehensión de los fenómenos psíquicos ajenos; pero es innegable su acierto en algunos casos. Su ejercicio

constituye un arte que no está al alcance de todos. Quizá la misma variedad existente entre los individuos aeste respecto explica la discordia de las opiniones acerca del valor y de la índole de tal clase de intuición. Esposible que haya personas en quienes sea una facultad simple y primaria, que les permite consumar laparticipación inmediata en el yo ajeno; que haya también personas, imaginativas, que partiendo de los datosasequibles se figuran ilusoriamente lo que pasa en el alma del interlocutor; otras, reflexivas pero sin pálpito,que conjeturan de manera racional, por analogía, el estado anímico y las posibilidades de los demás; y, porúltimo, sujetos totalmente incapaces de lograr ninguna suerte de penetración. Lo que está fuera de duda esque un largo ejercicio del arte de calar el mundo interior de los hombres perturbados permite casi siempredesenvolver el don de acertar en la materia.

Esa capacidad intuitiva es comparable al «ojo clínico», muy perspicaz en ciertos médicosexperimentados, que con sólo un vistazo llegan al diagnóstico y al pronóstico de la enfermedad. Tratándose

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de los hechos psicopatológicos, la apariencia de adivinación es menor, pues aquí la naturaleza de lo intuidoes igual -anímica- en el sujeto observado y en el observador, mientras que en patología orgánica el pacientesufre la enfermedad pero no la conoce, no tiene conciencia sino de algunas de sus consecuencias. Apenas esnecesario agregar que así como el módico no se guía de su ojo clínico sino como de un indicio, el psicopa-

tólogo no se contenta con la mera intuición cuando dispone de otros medios para cumplir su tarea.

De ordinario lo único que comunica espontáneamente el sujeto es el contenido y la interpretacióningenua de su anormalidad. Después de conseguir todos los datos importantes en este respecto, elinvestigador orientará su pesquisa en el sentido formal y completivo: cómo experimenta o vive susanormalidades el sujeto; de qué índole son, a qué categoría precisa de fenómenos pertenecen, qué funcionesafectan; qué relaciones tiene el contenido y la estructura anormal con el contenido y la estructura del resto dela mentalidad, del carácter y de la historia del sujeto. Esto tiene sus dificultades, pues con frecuencia elpaciente está muy lejos de poder colaborar con discernimiento: vive su anormalidad como los otros viven sunormalidad -de modo reactivo o espontáneo-, sin percatarse de su verdadera modalidad fenomenal. En

cambio, el psicopatólogo, aunque no pueda vivir o convivir lo que pasa en el alma ajena, es capaz depensarlo, de considerarlo metódicamente, quedándose a menudo un fondo de incertidumbre, que para elinvestigador de raza no será el menor incentivo de la dedicación de su espíritu al ahonde de los problemas dela existencia humana, acaso más abismal que sus desórdenes que en la regularidad de sus manifestaciones.

De acuerdo con estas consideraciones, el sujeto ideal para el estudio que nos interesa es el individuoen quien el desorden o la anomalía de la mente son compatibles con un espíritu rico y una personalidaddiferenciada, el hombre inteligente, sensible y culto, capaz de comunicar la variedad de estados, modos ymatices de la vida anímica propia. Por eso son tan valiosas las descripciones de los grandes literatos quesufren y estudian sus flaquezas y anormalidades: Dostoiewsky, Amiel, Rousseau, Grillparzer, Hebbel,Cellini, Leopardí, De Quincey, Baudelaire, Maupassant, Proust y tantos otros.

¿Qué orden debe seguirse en el estudio psicopatológico de cada caso concreto? A esta pregunta nocabe responder formulando principios válidos para todos, salvo el de seguir el camino personal másapropiado a la peculiaridad del sujeto que se estudia. En la vida cotidiana cada cual, por instinto y poreducación, tiene su manera de escrutar al prójimo y de llegar a conclusiones acerca de los móviles de suconducta, los alcances de su inteligencia, las particularidades de su carácter y, en general, de lo que leinteresa respecto a su mentalidad. Lo mismo ocurre con el psicopatólogo, si bien en un plano deconocimiento más determinado e impersonal. Aquí es forzosa la aplicación deliberada de los métodosespeciales. Pero de ninguna manera se trata de emplearlos sistemáticamente y menos aún uno tras otro, sinocuándo y cómo conviene al fin perseguido y de acuerdo con las circunstancias. La consecución de los datos ysu ordenamiento constituyen una tarea intelectual en la que se asocian el pensar analítico y el sintético. Así,se parte de la aprehensión de la anormalidad más asequible y se trata de conseguir por etapas una visión delconjunto de la mentalidad, cuya perspectiva, a su vez, facilita, amplía y perfecciona el análisis de las diversasfunciones comprometidas. El orden contrario es menos factible, aunque lo recomienda un fino analista delalma, Amiel, quien preconiza que en vez de desmembrar y desarticular el objeto de conocimiento, esmenester ante todo adueñarse de su conjunto -en una especie de visión fisonómica-, después de su formación,y solamente al último de sus partes. Combinando el análisis y la síntesis, en una suerte de proceso dialécticoque avanza en profundidad y en amplitud, se esclarece más y más la significación de los hechos que motivanla exploración. En psicopatología -como en todos los campos de la ciencia- la verdad es un ideal al que elsaber se aproxima con trabajo, en un panorama de posibilidades, abierto e ilimitado, nunca en un sistemaesquemático de validez absoluta.

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HONORIO DELGADO

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