Concepto de Piscología Social
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CONCEPTO DE PSICOLOGÍA SOCIAL
Federico Javaloy Mazón
1. Las definiciones de psicología social: tres enfoques
2. La psicología social, ciencia de la influencia social
3. La psicología social, ciencia de la interacción social
4. La psicología social, ciencia de la situación social
1. LAS DEFINICIONES DE PSICOLOGIA SOCIAL: TRES ENFOQUES
No le falta razón a Aronson (1972) cuando afirma que "hay casi tantas definiciones de la psicología social
como psicólogos sociales". Salvo raras excepciones, cada manual nos ofrece una definición diferente e
incluso nos presenta desarrollos muy variados según la tendencia del autor. Ello ha dado lugar a
reacciones un tanto extremistas, como es el caso de Insko y Jones (1972), que recurren a una irónica y
tautológica definición (psicología social es "la disciplina que los que se llaman a sí mismos psicólogos
sociales están interesados en estudiar"), o a reacciones escépticas y evasivas, como ocurre con Roger
Brown (1965).
Brown (1965), por su parte, confiesa: "... no puedo encontrar ningún atributo en particular, ni ninguna
combinación de atributos que distingan claramente los temas de psicología social de los temas que
permanecen dentro de la psicología experimental general, o de la sociología, o de la antropología o de la
lingüística". Sorprendentemente, añade más abajo que "no tiene por qué molestarnos que el campo de
la psicología social no pueda ser definido con toda precisión" (id.). Aparte de lo que pueda haber de
autojustificación en tal postura (el manual de Brown es un heterogéneo conjunto de tradiciones
psicosociales, línea continuada en la segunda edición de 1986), está claro que la tesis de que la
psicología social sea una entelequia o un "híbrido interdisciplinar" (como más explícitamente afirman
autores como Williamson, Swingle y Sargent, 1982) no corresponde con la posición de la mayoría de
autores de manuales de la disciplina.
En efecto, a través de la multiplicidad de definiciones que ofrecen dichos manuales, pueden observarse
ciertos rasgos persistentes en el concepto de psicología social que se propone. El valor de estos rasgos
no debe, sin embargo, extralimitarse por estas dos razones: frecuentemente las definiciones expresan
más la declaración de intenciones del autor que el concepto de psicología social que realmente
desarrolla, y algunos términos utilizados (como, por ejemplo, "sociedad") son utilizados en sentido
diverso, por lo que deben ser entendidos en su contexto y tenidos en cuenta con flexibilidad.
Hechas las anteriores salvedades, podemos hablar de cierto grado de consenso acerca de los siguientes
aspectos de las definiciones de psicología social:
1) Incluyen referencias a variables individuales y variables sociales, así como a la interacción
entre ambas;
2) según los casos, enfatizan lo individual, la interacción o el contexto social, lo cual suele estar
relacionado con la orientación más psicológica (individualista) o social del manual en cuestión, y
3) la mayoría de los autores aceptan, o parecen aceptar, la definición de Allport (1968).
De acuerdo con el segundo aspecto señalado, analizaremos a continuación tres perspectivas
conceptuales de la disciplina que ponen el énfasis, respectivamente, en la psicología social como ciencia
de la influencia social, como ciencia de la interacción social o como ciencia del contexto social del
individuo.
2. LA PSICOLOGIA SOCIAL, CIENCIA DE LA INFLUENCIA SOCIAL
Influir en un objeto es producir algún efecto o cambio en él. En psicología general, la influencia será el
estímulo o variable independiente que provoca una alteración en los procesos psíquicos o conducta de
un sujeto. Si el estímulo es social, éste será también el carácter de la influencia. De ahí la definición de
influencia social como "cualquier cambio que las relaciones de una persona con otros (individuos,
grupos, instituciones o sociedad) produce sobre sus actividades intelectuales, emociones o acciones"
(Harré y Lamb, 1986).
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Dado el carácter elemental del concepto de influencia social, no es extraño que lo encontremos a lo
largo de toda la historia de la psicología social. Lo que irá variando será la explicación del fenómeno y la
importancia que se le concede. Durante la segunda mitad del siglo XIX, se considerará la influencia social
como resultado de la sugestión hipnótica: hace actuar al individuo como un robot, poniendo en
suspenso su autonomía y facultades críticas. Tarde (1890) atribuyó este carácter de sugestión hipnótica
a la imitación, mientras que Le Bon (1895) vio en ella una pérdida del sentido de responsabilidad y una
regresión a estados más primitivos.
En las primeras definiciones de psicología social que encontramos en los manuales puede descubrirse,
implícita o explícitamente, el concepto de influencia social. Así, McDougall (1908) se refiere a la
influencia de la sociedad sobre el individuo, mientras que F. Allport (1924) insiste en que la psicología
social estudia la conducta de un individuo en cuanto es un estímulo para otros o bien es una reacción a
la conducta de otros. La idea de que la psicología social se ocupa de la respuesta a la influencia social,
considerada como un conjunto de estímulos sociales se hallará modernamente en un buen número de
definiciones (por ejemplo, Jones y Gerard, 1967; Sherif y Sherif, 1974; Whittaker, 1979; Shaw y
Constanzo, 1982).
La designación explícita de la influencia social como objeto de estudio de la disciplina corrió a cargo de
Gordon Allport (1954). Su definición de la psicología social en el "Handbook" de Lindzey y Aronson
(1954) se convirtió en la referencia más frecuente de los manuales y la persistencia de su impacto quedó
consagrada por su inclusión en las ediciones posteriores del "Handbook" (1968 y 1985).
La influencia social constituyó el primer tema de investigación empírica gracias a los experimentos de
Tripplet (1897) sobre facilitación social, que limitaba los estudios sobre influencia a la ejecución de
tareas en compañía de otros, y dio paso a los trabajos ulteriores de F. Allport (1924). Gran parte de los
avances de la psicología social pueden traducirse en descubrimientos de nuevas formas de influencia
social. Así pueden entenderse las aportaciones de Sherif (1936) sobre la emergencia de normas,
Festinger (1950) sobre la creación de la realidad social, Asch (1952) sobre la presión hacia la
conformidad, Darley y Latané (1970) sobre difusión de responsabilidad, Milgram (1973) sobre
obediencia a la autoridad, Moscovici (1972) sobre influencia minoritaria, etc. Igualmente podrían citarse
aquí los estudios sobre el poder (French y Raven, 1959), considerado como "capacidad para influir", la
manipulación de la influencia social (como la técnica de "pie en puerta" o la manipulación ecológica), o
el congraciamiento (Jones, 1965).
Pero la influencia social implica interacción. Aunque el modelo de influencia social centra su atención en
las reacciones del sujeto influido, éste no puede ser considerado como un receptor pasivo de la
influencia, mientras que el agente inductor de la influencia modifica su estrategia según las reacciones
del otro (por ejemplo, en la técnica "pie en puerta", es probable que el agente acelere o retarde el ritmo
de las gradaciones según las reacciones que vaya observando en el sujeto).
3. LA PSICOLOGIA SOCIAL, CIENCIA DE LA INTERACCION SOCIAL
Las definiciones de algunos manuales ponen el acento en la interacción o interinfluencia entre los
individuos, como las que encontramos en Newcomb (1950), Rosenberg y Turner (1981), Williamson,
Swingle y Sargent (1982) y Munné (1986).
Interacción equivale a acción recíproca, interdependiente, entre dos o más objetos. Se trata pues de una
influencia mutua. La interacción ocurre en el mundo físico de forma mecánica en virtud de las
características materiales de los objetos interactuantes. Así sucede tanto en la interacción gravitatoria
como en la electromagnética o nuclear. En el mundo biológico, la interacción es más compleja,
implicando un proceso de retroalimentación o feed-back, que hace posible la adaptación al medio
ambiente y la autorregulación, como vemos en la interacción de una planta con la tierra en que crece.
En el nivel animal, aparecen formas primitivas de interacción social, como ocurre en las conductas de
cooperación, en las relaciones de dominancia-sumisión o en la comunicación a través de señales y
ruidos.
Sin embargo, la interacción social es tan diferente en seres humanos y animales que el uso del término
resulta equívoco, por lo que suele reservarse para la interacción humana. En esta línea, Argyle (1986)
define la interacción social como "la conducta social entre dos o más personas a nivel de expresiones
verbales y signos no verbales". Fue mérito de la perspectiva del interaccionismo simbólico desarrollada
por G. H. Mead (1934) el descubrir en profundidad las características únicas de la interacción social
humana a través de símbolos. Mead los llama "símbolos significantes", que, tienen un significado
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aprendido en la comunicación con otras personas, a diferencia de los "signos naturales" del animal, que
son instintivos (y por tanto rígidos, fijos), como un ladrido o un gruñido, y evocan respuestas también
instintivas.
Ciertamente, el descubrimiento de la conducta social como una interacción necesitó de un tiempo en la
historia de la psicología social. Como ha notado Curtis (1960), el camino más sencillo era mirar la
conducta como mera reacción a la presión interna de los instintos o a la presión externa de las fuerzas
sociales. Estas fueron las soluciones que propusieron los primeros psicólogos sociales. Pero este
simplismo cedió el paso al concepto más fructífero de "interacción social". Más allá del instintivismo y el
ambientalismo, por encima de la antigua oposición entre el individuo y la sociedad, se ofrece una
solución dialéctica: la unidad de los contrarios iba a permitir articular lo individual con lo social en el
proceso de interacción (Heine, 1971).
La teoría de la interacción de Mead (1934) consideró la relación entre el individuo y los demás como un
proceso continuo en el que el individuo influye sobre los demás a la vez que es influido por ellos,
estimula a la vez que responde a los otros, generando así significados compartidos. La interacción
implica reciprocidad y ésta intercambio de roles, ya que el individuo es sucesivamente, e incluso
simultáneamente, actor y "reactor", actúa y reacciona. La metáfora de Goffman de la relación dialéctica
entre dos luchadores refleja bien esta situación de interacción. Al ser articulados otros términos
esencialmente psicosociales (como reciprocidad y rol) derivados del de interacción, se produjo un
notable avance y, después que estos conceptos comenzaron a ser adoptados como propios por los
sociológos, se han ido generalizando hasta el punto de ser incorporados por la psicología social
psicológica.
La concepción de psicólogos sociales cognitivos tan significados como Sherif, Asch y Lewin fue
eminentemente interaccionista, como ha notado Turner (1987). Así, Asch rechazó el paradigma
estímulo-respuesta en la medida en que éste prescinde de la interacción psicológica, produciendo un
"campo psicológico mutuamente compartido", un terreno común sobre el que tiene lugar la interacción.
Según Asch (1952), lo esencial de las interacciones humanas es que "son sucesos que están
psicológicamente representados en cada uno de los participantes". Y prosigue este autor: "En nuestra
relación con un objeto, la percepción, el pensamiento y la sensación se producen en un solo extremo,
mientras en las relaciones entre personas, estos procesos tienen lugar en ambos extremos y dependen
unos de otros... Interactuamos... a través de emociones y pensamientos capaces de tener en cuenta las
emociones y pensamientos de los otros" (Asch, 1952) De forma semejante, Lewin sostuvo que "la
interdependencia de los miembros, y no su semejanza, constituye el grupo" (1939) y que la conducta de
la persona es función de la interacción entre ella y el ambiente, representado psicológicamente en el
espacio vital.
La psicología social como ciencia de la interacción ha sido reivindicada por diversas corrientes actuales,
como la psicología social europea, que reaccionaban contra el "individualismo" de la psicología social
dominante. En línea con los interaccionistas clásicos se sitúan autores como Tajfel (1981) y Turner
(1987) que han abogado por la "resocialización" de la disciplina (cf. cap. 1.1.), rechazando las
concepciones reduccionistas de no pocos psicólogos y sociólogos. Turner (1987) ha destacado que en el
concepto de interacción entre procesos psicológicos y sociales existe una metateoría que se opone por
igual el individualismo allportiano y el sociologismo de la mente grupal (Turner, 1987).
A nuestro juicio, una de los aspectos más interesantes de la concepción de la psicología social como
ciencia de la interacción es que permite un espacio común de colaboración, y tal vez integración, entre
las orientaciones psicológica y sociológica de la psicología social. No se trata de estudiar simplemente las
relaciones entre el individuo y la sociedad, sino más bien cómo la sociedad "penetra" en la mente del
individuo y cómo éste interioriza y personifica la sociedad. En este marco, conceptos como el de rol
pueden ser expresados objetivamente, ha notado Heine (1971), desde el punto de vista de la sociedad
(roles a desempeñar), pero también es posible enunciarlos subjetivamente, desde el punto de vista del
individuo (aprendizajes, desempeños). Esta doble vertiente la observamos en otros conceptos derivados
del de interacción, por ejemplo, el de identidad social.
Finalmente, una prueba más de la riqueza de la idea de interacción es la posibilidad de contemplarla
como un intercambio de costos y recompensas. Esta posibilidad, explorada por la teoría del intercambio
social, ha generado en psicología social importantes aportaciones, como las de Thibaut y Kelley (1959) y
Homans (1961, 1974).
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4. LA PSICOLOGIA SOCIAL, CIENCIA DE LA SITUACION SOCIAL
La psicología de la Gestalt nos ha familiarizado con el hecho de que la percepción de cualquier objeto se
halla influida por la situación o contexto de estímulos que lo rodean (efecto de contexto). La variedad y
finura de estos estímulos es tal que se ha demostrado que incluso cuando se intentan controlar al
máximo las variables ambientales, como ocurre en los experimentos de laboratorio, es frecuente que
influyan ciertos factores o estímulos con los que no se contaba (cf. La "psicología social del experimento
psicológico", Orne, 1962, etc.) y que produzcan efectos no previstos.
Es pues necesario distinguir los diferentes tipos de factores que componen una situación social
determinada. Ello no resulta nada fácil ya que si aun en el laboratorio se hallan problemas para
identificar tales factores, ¿qué diremos de las situaciones sociales de la vida real, dotadas de mucha
mayor complejidad?
Sherif y Sherif (1974) han distinguido cuatro ingredientes o factores en las situaciones sociales. Dichos
factores están relacionados con: a)las características de los individuos (edad, sexo, nivel sociocultural,
etc.); b)características de la actividad, tarea, problema u ocasión que se presenta; c)ambiente físico y
social, y disponibilidades que ofrece; d)relación peculiar del individuo participante con los otros tres
conjuntos de factores.
De los cuatro bloques de factores, el último es el más importante y el que, en cierta manera, los engloba
a todos ya que se refiere al modo particular en que el individuo se relaciona con la situación y ésta
influye sobre él, ocurriendo por tanto una interacción. Es también el aspecto que permite predecir
mejor el comportamiento porque éste no es tanto una respuesta a una situación objetivamente dada
(ello es lo que diría un conductista radical) como una respuesta a una situación subjetivamente vivida, y
por tanto "construida", por el individuo. Nos referimos a la "definición de la situación" (Thomas, 1928).
Esta definición es, en gran parte "social", es decir, compartida con otros miembros de su grupo y cultura.
La definición de la situación se convierte así en "construcción social de la realidad" (Berger y Luckman,
1967).
La psicología social cognitiva de las dos últimas décadas ha aportado múltiples pruebas de cómo las
creencias (que originan expectativas, profecías autocumplidas, etc.) influyen en nuestra forma de
percibir y "construir" la realidad de las situaciones. Los estudios culturales han demostrado de forma
espectacular el papel de las creencias y normas culturales. Con todo ello, se ha descartado la pretensión
positivista de establecer leyes generales de la conducta estableciendo los rasgos objetivos de los
estímulos (o refuerzos positivos y negativos).
Entre las definiciones de manuales de psicología social que resaltan el contexto social de la conducta, se
encuentran las que hacen referencia explícita a dicho contexto o situación social (Secord y Backman,
1974; Sherif y Sherif, 1974; Baron y Byrne, 1987) y las que se refieren más concretamente al "individuo
en sociedad" (Curtis, 1960; Hollander, 1981; Krech, Crutchfield y Ballachey, 1962; Moscovici, 1984), a los
grupos, instituciones, colectividades o "fuerzas sociales" ("Social Psychology Quaterly", 1979; Rosenberg
y Turner, 1981; Albrecht y otros, 1987), o bien a la ideología (Salazar, 1981; Martín Baró, 1983;
Moscovici, 1984).
En los manuales aludidos predomina una visión más "sociológica" de la psicología social, en contraste
con los que conciben la disciplina como estudio de la influencia social, que son de línea más
"psicológica" y enfatizan los aspectos individuales. Quedan en una zona intermedia, más próxima a la
visión sociológica, los manuales que conciben la psicología social como ciencia de la interacción social.
Sin embargo, lo dicho no se cumple en algunos casos de los arriba citados, como el de Baron y Byrne
(1987), cuyo manual de hecho destaca más la influencia social sobre el individuo que la situación.
Rosenberg y Turner han sido incluidos tanto en este apartado como en el anterior por poner de relieve a
la vez la interacción y el contexto social. Moscovici, mencionado dos veces por ofrecer otras tantas
definiciones, es el único autor que se refiere al "conflicto" entre el individuo y la sociedad.