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1 IDENTIDAD NACIONAL E INTERCULTURALIDAD UNA REVISIÓN CRÍTICA Ma. Eugenia Sánchez Díaz de Rivera 1 Introducción Los Desgarramientos Civilizatorios - El Desgarramiento sistémico - El Desgarramiento cultural La deconstrucción de la “identidad nacional” - La ideología del mestizaje y la aspiración de la blanquitud o El mestizaje como proceso de desindianización forzada o Los rasgos autodenigratorios y racistas; , y el "racismo cordial" - La simbiosis de las identidades de dominador/dominado o El rechazo al reconocimiento horizontal Una interculturalidad horizontal como desafío intelectual, emocional y práctico Interrogantes finales 1 Profesorainvestigadora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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intecultralidad y critica al modelo actual de colonizacion del saber

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IDENTIDAD NACIONAL E INTERCULTURALIDAD UNA REVISIÓN CRÍTICA

Ma. Eugenia Sánchez Díaz de Rivera1 Introducción Los Desgarramientos Civilizatorios

- El Desgarramiento sistémico - El Desgarramiento cultural

La deconstrucción de la “identidad nacional”

- La ideología del mestizaje y la aspiración de la blanquitud

o El mestizaje como proceso de desindianización forzada o Los rasgos autodenigratorios y racistas; , y el "racismo

cordial"

- La simbiosis de las identidades de dominador/dominado

o El rechazo al reconocimiento horizontal

Una interculturalidad horizontal como desafío intelectual, emocional y práctico Interrogantes finales

                                                                                                                         1  Profesora-­‐investigadora  de  la  Universidad  Iberoamericana  Puebla.  

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Introducción

Contextualizar socialmente el Currículum en cualquier nivel del proceso de

enseñanza-aprendizaje es un desafío más grande de lo que se suele pensar y

más aún en la realidad actual que tiene los rasgos de un parteaguas civilizatorio.

Una realidad en la que las estructuras sociales y los referentes culturales que

daban un cierto sentido e identidad colectiva se están resquebrajando a nivel

planetario, para bien y para mal. Y esto exige de nosotros mayor profundidad

intelectual, emocional y espiritual.

En este texto intentaré esbozar los desgarramientos civilizatorios en los que

estamos inmersos todos y todas, aunque con consecuencias diferenciadas, y

abordaré de manera más concreta los efectos de la llamada identidad nacional

mexicana, deconstruyendo los ejes que la han conformado y haciendo una

revisión analítica y crítica de la misma 2.

Los desgarramientos civilizatorios

Tal vez en vez de hablar de parteaguas civilizatorio habría que considerar que lo

que está ocurriendo en el mundo es el inicio de un colapso civilizatorio, expresión

sumamente fuerte pero que expresa mejor los desgarramientos que la Humanidad

del siglo XXI está viviendo y de los que enfatizaré dos: el sistémico y el cultural.

- El desgarramiento sistémico

Se trata de un desgarramiento que es el resultado de la tensión entre las

aspiraciones al llamado “desarrollo” - y la defensa de los que viven o vivimos de

sus beneficios - y su inviabilidad ecológica y política para la mayoría de la

población que lo subsidia, si tenemos claro que modernidad/colonialidad,

                                                                                                                         2  La reflexión sobre la identidad nacional forma parte del trabajo que he realizado con el Dr. Jorge Gómez Izquierdo del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP y que ya ha sido publicado: Gómez Izquierdo,Jorge y Sánchez Díaz de Rivera, María Eugenia (2012). La ideología mestizante, el guadalupanismo y susrepercusiones sociales. Una revisión crítica de la “identidad nacional”. 2° ed. Puebla, Pue. México: UIA Puebla y ICSyH/ BUAP.    

 

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desarrollo/subdesarrollo, neoliberalismo/despojo son las dos caras de la misma

moneda.

El llamado "desarrollo" se ha construido externalizando sus costos a la

naturaleza y a amplios sectores sociales subordinados (Wallerstein, 2005), así

como la modernidad se construyó a partir de una dinámica colonial (Quijano,2000;

Mignolo,2007; Santos,2009). El subdesarrollo es fundamentalmente un

subproducto de la forma de cómo se dio el "desarrollo", así como la modernidad

fue posible gracias a los colonialismos. Esta dinámica polarizadora de varios

siglos es cada vez más difícil de sostener y supone cada vez más violencia

hacerlo, lo que se está manifestando en dos fenómenos que van en aumento: La

exclusión (Paugam, 1996) y la consolidación de redes trasnacionales de crimen

organizado. La exclusión creciente de gran cantidad de población, o expulsión

como la llaman algunos autores (Kaen, 2008) es una realidad distinta, aunque

coexista con ella , a la de la explotación. A las inequidades que separan a los de

arriba y a los de abajo, se añaden la mayores desigualdades entre los de

“adentro”, protegidos, y a los de “fuera” (Wieviorka, 2007). Se trata, por decirlo de

una manera brutal con Zygmunt Bauman (2005), de la producción de “residuos

humanos” y de poblaciones “superfluas”.

La red de corporaciones trasnacionales que atraviesan todos los territorios

controlan la vida: agua, alimentos, energía, salud, protección, y destruyen

territorios y entramados comunitarios ( Gutiérrez Aguilar, 2011) como está siendo

visible en México con los llamados megaproyectos mineros y energéticos, todo

ello para poder continuar con el llamado progreso. Entonces se implementan

políticas sociales compensatorias como La Cruzada nacional contra el hambre,

que son humillantes, desmovilizadoras y clientelares (Sánchez, 2014).

Por otra parte la transnacionalización de las redes del crimen organizado,

vinculadas a la economía "legal" y a las élites políticas han hecho del poder una

lógica de guerra.

El llamado “desarrollo” se ha convertido en una posibilidad ecológica y

política inviable, o viable solamente para una minoría a expensas de las mayorías

y del medio ambiente.

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Pero un asunto muy importante a considerar es que este "desarrollo" o

"maldesarrollo" está anclado en estructuras, identidades e imaginarios de felicidad

de ya larga duración que se han cristalizado y que no son fáciles de revertir o

subvertir.

Las respuestas a este desgarramiento sistémico por parte de las cúpulas de

poder a nivel mundial están siendo: El despojo, el desprecio y la lógica de guerra.

Las reacciones de la población es la lucha, la resistencia y también el miedo y el

sometimiento.

- El desgarramiento cultural

La llamada "globalización" que transformó el aparato productivo mundial y los

modos de comunicación, supuso además de lo arriba señalado, un

trastocamiento del tiempo y del espacio. El espacio se va convirtiendo en flujo y

entra en tensión con el espacio como lugar (Castells, 1999); el tiempo se vuelve

instantáneo y entra en tensión con el tiempo “vital”. Esta dinámica desemboca en

una crisis de identidad humana, puesto que una de las características de la

construcción identitaria es la ubicación espacio-temporal (Sánchez, 2012). Este

trastocamiento puso en tela de juicio a las instituciones que eran referentes

sociales y culturales: El Estado-nación, la familia, las iglesias, los metarrelatos.

Actualmente Estado y nación se han desvinculado, como lo muestran las

demandas de autonomía e independencia de diferentes colectividades en todas

las latitudes. El Estado se está reconfigurando, y en el caso de los países

subordinados como México ha perdido margen de maniobra al quedar sometido al

poder del capital financiero especulativo y de las grandes corporaciones. Entonces

se va convirtiendo en un Estado punitivo y autoritario y en consecuencia

criminalizador del descontento social. La familia patriarcal, heterosexual y

permanente es contestada ante la emergencia de otras formas de círculos de

intimidad. Las iglesias pierden credibilidad por múltiples razones y los grandes

relatos de un mundo feliz y perfecto que resultaría gracias a los resultados del libre

mercado, de la revolución socialista o de la civilización del amor se desmoronan.

Estos resquebrajamientos nos ha sumergido en una gran incertidumbre y

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desconcierto con consecuencias diversas: miedo con la consiguiente manipulación

del mismo; violencia extrema en la lucha por los recursos y los territorios, y hasta

como sentido de vida (Appadurai, 2007); fundamentalismos enajenantes de tipo

religioso y político, o depresión que tiende a convertirse en uno de los principales

problemas de salud pública (Poy, 2008). Pero, también, hay muestras de diversas

formas de lucha contra la deshumanización y de procesos de resistencia y

creatividad (Sánchez y Almeida, 2005; Almeida y Sánchez, 2013)

Interculturalidad y deconstrucción de la identidad nacional

Al tratar el tema de la educación intercultural es de suma importancia tener

claridad acerca de la forma como las culturas que se proponen dialogar se ubican

en la jerarquía de la sociedad en cuestión. Porque una relación intercultural que no

se da en condiciones de horizontalidad; lo único que hace es reproducir las

asimetrías sociales, particularmente, el racismo, haciendo del multiculturalismo

una sutil manipulación de la diferencia. Es un hecho que el discurso

multiculturalista lo que ha hecho, en México, y no solamente, es refuncionalizar la

"otredad cultural" en beneficio de la cultura hegemónica y del mercado.

Por esa razón hacer una revisión crítica de la llamada identidad nacional

nos parece urgente ( Gómez Izquierdo y Sánchez, 2012).

- La ideología mestizante y la aspiración a la blanquitud

La adopción de la categoría racial de mestizo por las élites intelectuales y políticas

del siglo XIX para identificar al "mexicano" se convirtió en una ideología que ha

traído consecuencias muy negativas en el ámbito del reconocimiento social y de la

distribución de la riqueza.

La ideología mestizante construida en los siglos XIX y consolidada en el

XX con el nacionalismo revolucionario, se arraiga en la sociedad de castas de la

Colonia y en su componente de limpieza de sangre. El mestizo era sinónimo de

bastardo, inferior, plebe, desheredado. El mestizo era sinónimo de violencia

sexual, macho conquistador, hembra violada. Y el mestizo tenía, al contrario del

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mulato, la aspiración a la blanquitud, dado que en dos generaciones "podía

adquirirla" algo que era imposible para el mulato3.

La categoría racial de mestizaje, con su sustrato de aspiración a la

blanquitud racial y cultural, correspondía a la idea de progreso con el que las élites

soñaban para insertar a la nación en la modernidad. Unas élites a quienes el

racismo “ilustrado” que llegó de Europa en el siglo XIX influyó de manera

contundente (Gómez Izquierdo, 2005). Es importante señalar que el mestizo como

sinónimo de mexicano fue una construcción de las élites intelectuales y políticas

del siglo XIX y principios del XX. Baste recordar cómo los liberales del siglo XIX

plantearon una política eugenésica favoreciendo, para ello, la inmigración de

europeos. En 1856 se propuso una iniciativa de ley sobre tolerancia religiosa en

México, orientada precisamente a atraer población anglosajona protestante que

"mejorara la raza" (Castellanos, 2005). Y cuando se inauguró el Instituto Nacional

Indigenista, Lázaro Cárdenas precisó que no se trataba de indianizar a México

sino de mexicanizar al indio, es decir, de hacerlo desaparecer culturalmente. La

depuración racial fue una preocupación y un objetivo de las élites del México

posrevolucionario (Urías Horcasitas,2007). Enfatizo el papel de las élites en este

proceso, porque autores como Samuel Ramos, Octavio Paz, Agustín Basave, y

otros, atribuyen la problemática identitaria a no sé qué especie de esencialismo

confuso que nace del pueblo. Creo que en el trabajo de estos autores subyace un

racismo bastante importante.

- El mestizaje como proceso de desindianización forzada

Por otra parte, el mestizaje como ideología y como realidad se construyó,

principalmente, a partir de un proceso violento de desindianización forzada,

(Bonfil,1990) con consecuencias paradójicas: agudizando el racismo y

                                                                                                                         3  Para los descendientes de los mestizos, resultado de la relación del español con india, existía la promesa del blanqueamiento purificador al final de sólo dos generaciones: la mestiza si se unía a un español engendraría una castiza, ésta a su vez si se casaba con un hombre hispánico procrearía una criatura que podía ser considerada como española. Pero para el mulato no existía esa posibilidad. Aunque en la tercera generación emerge el albino (que dadas las apariencias puede pasar por español), al concebir la albina con otro español, no solo no podía ser considerado blanco sino que se le llamará saltapatrás.

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escondiéndolo a la vez. La ideología mestizante permitió ocultar las

consecuencias de la herida abierta por el choque de la matriz civilizatoria

mesoamericana con la matriz católico colonial, construyendo el mito de que la

mexicanidad es el resultado de la fusión horizontal de las culturas de ambas

matrices, cuando esto no ocurrió así haciendo que la herida siga vigente.

- Los rasgos autodenigratorios y racistas, y el "racismo cordial"

El resultado es que se fue construyendo una identidad con características

autodenigratorias, racistas y machistas que tiene una vertiente liberal y una

vertiente religiosa, y que, además, genera malestar a todos: Los blancos

mexicanos se han sentido siempre "blancos de segunda", porque no son wasp's,

white anglosaxon protestants, y como no se identifican con el mestizo como

prototipo de la mexicanidad, hacen su mundo aparte y utilizan los recursos de la

nación de manera patrimonial (Mandoki, 2007) lo que favorece la inequidad

económica. Por su parte los "mestizos", población de piel morena que ha sufrido

un proceso largo y autodenigratorio de "desindianización" humillante, viven una

importante insatisfacción puesto que aspiran a la blanquitud dado que la jerarquía

del reconocimiento y las oportunidades sociales es: blanco, moreno , indio , negro

en orden descendente. Los "mestizos" cuando logran ser así considerados a base

de negar historia, ancestros, lengua, cultura, se vuelven racistas evitando a toda

costa ser considerados indios. Los pueblos indios, por razones obvias, han

acumulado un explicable resentimiento.

Y todo este entramado ideológico y emocional se esconde en un actitud y

forma de relación que podría llamarse "racismo cordial" (Folha de Sao Paulo,

1995) que es muy denigrante y que impregna al conjunto de la sociedad

mexicana. El lenguaje y las actitudes cotidianas lo revelan: "Es morenita pero

buena gente", "a falta de pan tortilla", " qué lindos los inditos". A los indígenas

todos se sienten con derecho de hablarles de tú y se les folkloriza cooptando su

otredad.

La aceptación de esta jerarquía de la supremacía de la blanquitud física y

cultural tiene una vertiente liberal y una vertiente religiosa. Es interesante cómo la

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Guadalupana fue transitando de ser propiedad de los indios, a convertirse en

"Nuestra Soberana Criolla y Madre sacratísima”, (Brading, 2002:119) como

símbolo de la autonomía espiritual de los criollos respecto a España; a ser vista

como Mestiza (Traslosheros, 2002). La Virgen de Guadalupe se la empezó a ver

como "la aprobación divina del mestizaje". Y poco a poco las imágenes de la

Guadalupana , en esculturas, estampas, impresiones en cuadernos, se han ido

blanqueando, como se puede constatar fácilmente. Por otra parte, la canonización

de Juan Diego, cuya existencia ha sido cuestionada, aparece como un refuerzo de

la imagen del indígena sumiso, que además se representa con barba, es decir

blanqueado. es un racismo sutil, inconsciente, que penetra en el ámbito de lo

sagrado.

Sin embargo, y esto hay que enfatizarlo, es muy importante señalar que la

población desvalorizada y estigmatizada ha construido dinámicas inimaginables de

resistencia y de supervivencia material y emocional. Se podría señalar, entre ellas,

la fiesta. La fiesta en las comunidades rurales e indígenas y en los barrios

urbanos, más allá de sus contradicciones y de las diferentes formas de

manipulación política y religiosa a que está sujeta, es una especie de resistencia

a la mercantilización de la vida y a la cosificación de la vida cotidiana que hacen

el capitalismo y la civilización del progreso. 4

- La simbiosis de las identidades de dominador y dominado

La simbiosis de la relación entre el dominador y el dominado que naturaliza las

asimetrías de poder es una realidad tan antigua como el ser humano. Ya en el

siglo XVI, Étienne de la Boétie en el Discurso sobre la servidumbre voluntaria

(1576/2008 ) plantea de una manera brillante el problema: ¿ Qué ocurre en el

ámbito de las identidades sociales y en el contexto de las relaciones interculturales

con esta simbiosis?

- El rechazo al reconocimiento horizontal

                                                                                                                         4Algo semejante al sentido del ethos barroco de Bolívar Echeverría (1998), como un ethos de resistencia.

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Albert Memmi (1979) sostiene que el carácter simbiótico de las identidades del

dominador y el dominado hacen que cuando el dominado "se pone de pie" e

intenta establecer una relación horizontal con el dominador, el dominador siente su

identidad amenazada, no solo sus intereses económicos o políticos, sino la

percepción de la "esencia" de su ser que incluye un ingrediente de superioridad.

Es decir, que se trastocan dimensiones emocionales y de autopercepción que son

medulares.

Podría especularse que esta dinámica explica un aspecto importante del

rechazo de los Acuerdos de San Andrés por todos los partidos políticos 5. Un

rechazo de parte de "blancos" y "mestizos" que se niegan a dejar de considerar a

los indígenas como inferiores, menores de edad, y sujetos de asistencialismos

humillantes y desmovilizadores, porque modificar esa mirada perturba la visión de

la cultura dominante, y no solamente intereses económico-políticos. La relación

asistencialista y paternalista permite la continuidad del "racismo cordial". Y es que

el desafío que supone el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos

indios consiste en que dicho reconocimiento pone en tela de juicio al sistema

político, a la identidad nacional, y a la orientación civilizatoria. Aceptar el

reconocimiento de dichos derechos colectivos significa alterar la cosmovisión

occidental u occidentalizada, y aceptar que el progreso a ella vinculado se ha ido

convirtiendo en una especie de trampa civilizatoria.

Por esa razón se genera un rechazo a establecer una relación de

reconocimiento recíproco horizontal. No se trata de hablar solo de respeto, porque

el concepto de respeto en nuestra cultura, y no solamente en la nuestra, ha

servido con frecuencia para legitimar formas de dominación, se trata de un

reconocimiento que supone un diálogo intercultural horizontal y recíprocamente

crítico para así construir una igualdad que no uniforme y una diferencia que no

                                                                                                                         

5 Los Acuerdos de San Andrés firmados por el EZLN y el gobierno federal el 16 de febrero de 1996 sobre Derecho y Cultura Indígena proponían, tal vez por primera vez en la historia de México, la construcción paulatina de un diálogo horizontal entre los pueblos indios y la población no indígena a partir de estructuras de autonomía que lo permitieran. La traición y rechazo a dichos acuerdos significa una derrota histórica para toda la población “mexicana”, no solamente para los pueblos indios.

 

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discrimine. Esa ha sido la interpelación permanente del movimiento zapatista, y a

la que se ha respondido con violencia.

Si la identidad es una dialéctica de reconocimiento y diferenciación, cómo

hablar de identidad nacional cuando justamente lo que no existe es un

reconocimiento recíproco y horizontal al interior del territorio llamado México. Si el

nacionalismo ha sido en algunos contextos una dinámica de resistencia, en el

caso de México ha sido “una ideología que se disfraza de cultura para ocultar los

resortes íntimos de la dominación” (Bartra,1994:63). La deconstrucción de la

llamada identidad nacional ayudaría a comprender mejor algunas de las causas de

las grandes desigualdades económicas y permitiría detectar nuevos ejes más

humanos de cohesión social. Racismo y clasismo se cruzan y tienen que ver con

esta pseudoidentidad nacional.

Una interculturalidad horizontal como desafío intelectual, emocional y práctico Una interculturalidad humanizante, por lo tanto, desafía el pensamiento, los

sentimientos y las prácticas de todos los actores involucrados. Ciertamente eso no

es nada fácil. Es interesante analizar la trayectoria, por ejemplo, de las

Universidades Interculturales que se han creado en América Latina para constatar

las dificultades (Mato, 2014). Pero no hay otro camino que el de trastocar o

erosionar el binomio modernidad/colonialidad, y eso supone la descolonización del

pensamiento, de los sentimientos, de las prácticas, en dominadores y dominados,

en criollos, "mestizos" e indígenas; en hombres y mujeres.

Pedro Trigo (2011) tiene tal vez razón al decir que si no se toman en

cuenta con seriedad a las culturas indígenas, afrodescendientes y urbano

populares, América Latina no tiene futuro. Y tomarlas en serio es poner en tela

de juicio el carácter dominante y excluyente del paradigma occidental con sus

consiguientes identidades sociales. Eso supone replantear configuraciones

institucionales, construir pluriculturalismos jurídicos y crear articulaciones

simbólicas diferentes. En suma reconocernos horizontalmente.

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Interrogantes finales.

¿Cómo construir el Curriculum, los programas de estudio, las instituciones

educativas que tomen en serio este desafío de una interculturalidad horizontal y

recíprocamente crítica? ¿Es posible y viable?

Como decía al inicio necesitamos mayor profundidad intelectual, una mirada

aguda de las “ausencias” y de las “emergencias” (Santos, 2009). Necesitamos una

mayor entereza emocional y capacidad compasiva. Necesitamos mayor hondura

espiritual. Todo ello a nivel personal e institucional.

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