Cómo se define la actitud ante el Riesgo

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Cómo se define la actitud ante el Riesgo? Es el riesgo un elemento que destaca dentro de cualquier decisión en la vida de un ser humano. Podemos considerar la compra de una casa– habitación, que es atendida como un proceso cotidiano; pero decisiones desde su ubicación, el precio, formas de financiamiento, el ingreso actual y el ingreso probable en un futuro, por la persona quien va adquirir, así como su precio de reventa por diversas circunstancias. Todo lo anterior conlleva a encontrarse en varias vertientes, con la única intención de tomar la mejor decisión, considerando una certeza de que se obtenga una ganancia tanto económica como personal a través del tiempo. Pero a ciencia cierta no se conoce el futuro, por lo cual tomamos dicha decisión bajo incertidumbre de los sucesos a ocurrir. De igual manera las organizaciones, independientemente de su actividad, su lugar de procedencia o su estatus con respecto a la competencia, toma decisiones con incertidumbre acerca de su comportamiento en el futuro, ya que existen factores que no se pueden predecir con exactitud, pudiendo enumerarse algunas tales como el comportamiento de las ventas pronosticadas, aceptación de un nuevo producto por los consumidores, cambios en las condiciones económicas y políticas de un país, entre otras. Aún cuando dichas organizaciones, desarrollan modelos estadísticos, con el objeto de pronosticar variables tanto económicas, como políticas y sociales, se tiene la incapacidad de conocer de manera certera los resultados en potencia. Es notorio que una persona promedio tiene un grado mínimo de aceptación del riesgo, en cualquier situación por más trivial que parezca, dentro de su vida. Por lo cual tratan de obtener un beneficio más alto, en medida que aumenta su inseguridad sobre la decisión que haya tomado. O bien prefieren sentirse seguros, a través de decisiones más conservadoras aún cuando el beneficio esperado sea limitado. Lo anterior se ejemplifica en el qué hacer con los ahorros de toda una vida, de un matrimonio, puesto que en ocasiones prefieren cuentas bancarias de inversión que dan un tasa de interés segura; sin el temor de invertir en un negocio donde no se conoce con certeza, a pesar de los proyectos presentados, la utilidad o perdida de dicha inversión. Este tipo de conducta que es generalizado, tanto en los individuos como en las organizaciones, se le denomina “Aversión al Riesgo” (Gráfica 2.1.); término que se conceptualiza como “La actitud hacia el riesgo en la que se exige un rendimiento más alto por aceptar un riesgo mayor” . Lo que nos permite entender que al aceptar inversiones riesgosas, se espera un rendimiento que justifique el riesgo adicional que lleva implícito; es en este punto donde nos encontramos la aversión al riesgo dentro del campo de las Finanzas; puesto que es de observancia general la actitud de los administradores financieros, así

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Cómo se define la actitud ante el Riesgo?

Es el riesgo un elemento que destaca dentro de cualquier decisión en la vida de un ser humano. Podemos considerar la compra de una casa–habitación, que es atendida como un proceso cotidiano; pero decisiones desde su ubicación, el precio, formas de financiamiento, el ingreso actual y el ingreso probable en un futuro, por la persona quien va adquirir, así como su precio de reventa por diversas circunstancias. Todo lo anterior conlleva a encontrarse en varias vertientes, con la única intención de tomar la mejor decisión, considerando una certeza de que se obtenga una ganancia tanto económica como personal a través del tiempo. Pero a ciencia cierta no se conoce el futuro, por lo cual tomamos dicha decisión bajo incertidumbre de los sucesos a ocurrir.

De igual manera las organizaciones, independientemente de su actividad, su lugar de procedencia o su estatus con respecto a la competencia, toma decisiones con incertidumbre acerca de su comportamiento en el futuro, ya que existen factores que no se pueden predecir con exactitud, pudiendo enumerarse algunas tales como el comportamiento de las ventas pronosticadas, aceptación de un nuevo producto por los consumidores, cambios en las condiciones económicas y políticas de un país, entre otras.

Aún cuando dichas organizaciones, desarrollan modelos estadísticos, con el objeto de pronosticar variables tanto económicas, como políticas y sociales, se tiene la incapacidad de conocer de manera certera los resultados en potencia.

Es notorio que una persona promedio tiene un grado mínimo de aceptación del riesgo, en cualquier situación por más trivial que parezca, dentro de su vida. Por lo cual tratan de obtener un beneficio más alto, en medida que aumenta su inseguridad sobre la decisión que haya tomado. O bien prefieren sentirse seguros, a través de decisiones más conservadoras aún cuando el beneficio esperado sea limitado.

Lo anterior se ejemplifica en el qué hacer con los ahorros de toda una vida, de un matrimonio, puesto que en ocasiones prefieren cuentas bancarias de inversión que dan un tasa de interés segura; sin el temor de invertir en un negocio donde no se conoce con certeza, a pesar de los proyectos presentados, la utilidad o perdida de dicha inversión.

Este tipo de conducta que es generalizado, tanto en los individuos como en las organizaciones, se le denomina “Aversión al Riesgo” (Gráfica 2.1.); término que se conceptualiza como “La actitud hacia el riesgo en la que se exige un rendimiento más alto por aceptar un riesgo mayor” . Lo que nos permite entender que al aceptar inversiones riesgosas, se espera un rendimiento que justifique el riesgo adicional que lleva implícito; es en este punto donde nos encontramos la aversión al riesgo dentro del campo de las Finanzas; puesto que es de observancia general la actitud de los administradores financieros, así como de los mismos propietarios e inversionistas, el ser conservadores en cuanto a la administración de las empresas.

Existen inversionistas enemigos del riesgo que no podrían sacrificar calidad de la inversión, aún cuando los rendimientos esperados, son aceptablemente altos; por otra parte encontraremos inversionistas que son capaces de aceptar grandes riesgos sin considerar cuan bajas o altas sean las tasas de rendimiento. Lo cual nos indica que el nivel de rendimiento aceptable puede ser muy disperso, dependiendo de factores como nivel de ingreso, riqueza, salud, edad, estado civil y educación, permitiendo desarrollar la idea de lo que puede ser riesgo para una persona, puede ser conservador para otra.

Aunado a la dificultad para predecir las tasas de rendimiento, debido a las condiciones del mercado o a la naturaleza misma del bien; las actitudes ante el riesgo se inclinan más a la aversión que a su aceptación.

Se ha destacado la actitud de aversión al riesgo pero conforme el desarrollo de este capítulo, se han encontrado dos comportamientos más ante el mismo, a saber la indiferencia al riesgo y

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la aceptación del riesgo. Ambos siguen el mismo patrón de decisión dependiente del rendimiento esperado.

La “Indiferencia al Riesgo” de un administrador (Gráfica 1.1.), propietario o inversionista se basa en que al aumentar el riesgo, no es requerido ningún aumento en el rendimiento. Y en el caso de la “Aceptación del Riesgo” (Gráfica 1.1.), en cuanto aumenta el nivel de riesgo se disminuye el nivel de rendimiento esperado. Pero es notable que las empresas aceptarán los riesgos hasta donde sus administradores se sientan tranquilos, en relación con el rendimiento que se espera.

Una actitud prudente ante el riesgo no es considerada en el no asumirlo, sino de hacerlo en una forma controlada, tratándolo de medir y mitigar.

Por lo cual se plantea el cuestionamiento de ¿Por qué existe una Aversión de manera generalizada al Riesgo?, con el propósito de contestar esta pregunta se identifica la Teoría de la utilidad.

El centro de dicha teoría se encuentra en la definición de la Utilidad Marginal Decreciente del Dinero; si una persona que no cuenta con ningún ingreso económico, recibe $500 pesos podrá satisfacer sus necesidades más apremiantes. Si recibe de manera inmediata otros $500 pesos, los utilizará pero su nivel de utilidad será menor que los $500 pesos anteriores. Por lo tanto se concluye que la Utilidad Marginal del dinero es decreciente.

La mayoría de los inversionistas tienen una utilidad marginal decreciente del dinero, lo cual afecta directamente a su actitud ante el Riesgo. Aquel inversionista que tenga una utilidad marginal constante del dinero, valuará cada peso de rendimiento extra igual que cada peso de rendimiento perdido. En contrario, el inversionista que tiene una utilidad marginal decreciente del dinero obtendrá mas pesar de un peso perdido que placer por peso ganado.

La utilidad marginal decreciente conduce a la actitud de aversión al riesgo, lo cual se refleja en la tasa de capitalización que determinan los inversionistas al determinar el valor de una empresa.

La asimilación de la actitud que se asumirá frente al riesgo, ante las inversiones que se realicen, es determinante para efectuar el análisis del mismo, debido a que permite tener un parámetro con el cual se confrontaran los resultados obtenidos de la aplicación de las herramientas de medición, determinando de esta forma la viabilidad del proyecto o inversión para la entidad económica.

Conclusión

Como hemos comentado el nivel de riesgo aceptable por una persona o empresa depende de su grado de tolerancia o aversión al riesgo. En un escenario común existe una correlación positiva entre la cantidad de riesgo y la cantidad de rendimiento generada por una inversión. La teoría económica de la utilidad decreciente entra en consideración debido a que explica perfectamente como la tolerancia al riesgo puede verse afectada dependiendo del nivel de satisfacción que genere la inversión en cuestión. La relación lógica basada en esta teoría resulta en una mayor aversión al riego conforme las utilidades crecen, esto derivado de la satisfacción de necesidades primarias y la importancia que tendrían utilidades futuras si el individuo o empresa se encuentra en un estado de satisfacción, las cuales al no ser tan importantes como las primeras implicaran una menor tolerancia de riesgo resultando en un rendimiento menor pero aceptable.

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Entendiendo y Gestionando

la Actitud ante el Riesgo

© Abril de 2005, Dr David Hillson PMP FAPM

[email protected]

Gestionar riesgos es imprescindible para el éxito del comercio y de proyectos, porque se enfoca en

abordar las incertidumbres de una manera proactiva para minimizar amenazas, maximizar

oportunidades y optimizar la realización de objetivos. Sin embargo, en la práctica la gestión de riesgos

deja de estar a la altura de expectativas con frecuencia, como lo demuestran repetidos fracasos del

comercio y de proyectos. Amenazas previsibles se realizan en problemas y crisis, y oportunidades

alcanzables se pierden, lo que se lleva a beneficios perdidos. Está claro que falta algún ingrediente

importante.

Muchos están de acuerdo de que la gente es el Factor Crítico del Éxito más significativo para la gestión

de riesgos eficaz. La gente se encarga de la gestión de riesgos, actuando como individuos y en varios

grupos, con una amplia gama de influencias, tanto explícitas como encubiertas. La gente adopta

actitudes ante el riesgo que afectan cada aspecto del proceso de riesgo, aun si no se da cuenta.

Entender y gestionar estas actitudes aumentarían la eficacia de gestionar riesgos de una manera

significativa – así que, ¿Qué son ellas?

‘Riesgo’ se puede definir como ‘incertidumbre que podría tener un efecto positivo o negativo en uno de

los objetivos o más’, y ‘actitud’ es ‘un estado de ánimo, punto de vista o predisposición que uno elige en

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cuanto a un hecho o un estado’. Combinar estos dos nos da una definición provisional de ‘actitud ante

el riesgo’ como ‘estado de ánimo elegido en cuanto a esas incertidumbres que pudieran tener un efecto

positivo o negativo en objetivos’ o, de manera más sencilla, ‘respuesta elegida a la percepción de

incertidumbre significativa’.

Las actitudes ante el riesgo existen en un espectro, de aversión hacia el riesgo (incómodo con la

incertidumbre), pasando por tolerante con el riesgo (ninguna respuesta fuerte), a buscador del riesgo

(que se alegra de la incertidumbre). Son activas a nivel del individuo y del grupo, a nivel corporativo y

nacional, y donde se reconocen se puede diagnosticar y entender su influencia sobre el proceso de

riesgo.

Sin embargo, la diagnosis es diferente del tratamiento. De vez en cuando puede que la actitud ante el

riesgo que se adopta inicialmente por un individuo o grupo no facilite la gestión de riesgos eficaz – por

ejemplo, si un equipo de innovación de productos tiene una aversión hacia el riesgo, o si un inspector

de seguridad nuclear es buscador de riesgos. En estos casos puede que se requiera tomar medidas

para modificar la actitud ante el riesgo. Progreso reciente en el área de ‘inteligencia emocional’ y

‘alfabetización emocional’ provee un método por el cual se puede promocionar y gestionar el cambio de

actitudes, tanto para individuos como para organizaciones. El clave es reconocer que todas las

actitudes son elegidas y así pueden modificarse.

El tema es tan grande que llenaría un libro’

*

, pero el primer paso en aplicar la alfabetización emocional

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a la gestión de actitudes ante el riesgo es el conocimiento de sí mismo. Esto se aplica a individuos tanto

como a grupos. Para comenzar el proceso de entender y gestionar la actitud ante el riesgo, se pueden

hacer cuatro preguntas sencillas (reemplace ‘yo/mi’ con ‘nosotros/nuestro’ para un grupo):

1. ¿Cómo me siento en esta situación incierta?

2. ¿Por qué me siento así?

3. ¿Mi respuesta es adecuada para ayudarme en realizar mis objetivos?

4. Si no, ¿qué voy a hacer?

Investigadores académicos han estudiado la psicología del riesgo durante muchos años, pero no han

dado muchos consejos prácticos sobre cómo se aplica en el lugar de trabajo. Ya que la actitud ante el

riesgo tiene un efecto tan significativo sobre todos los elementos del proceso de riesgo, es hora de

prestar más atención a este tema importante. Los individuos y grupos que son emocionalmente

alfabetos entienden por qué responden al riesgo de tal manera y pueden adoptar actitudes que son

adecuadas para la situación, ayudándoles a maximizar la eficacia de su gestión de riesgos.

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Las variaciones en los precios de los valores pueden reflejar un cambio en la actitud de los inversores hacia el riesgo. Si los inversores cambian desde una actitud de tolerancia hacia una actitud de rechazo, los mercados sufren la pertinente corrección. Existe numerosa literatura académica sobre la aversión al riesgo, basándose en los postulados de Pratt y Arrow. Muchos estudios se han centrado en la obtención de medidas de la aversión; precisamente, el último boletín trimestral del Banco Internacional de Pagos de Basilea (junio 2003) recoge dos artículos en los que se realizan sendas mediciones; uno realizado por Nikola Tarashev, Kostas Tsatsaronis y Dimitros Karampatos, y el otro, por Martín Scheicher.Como determinantes de la aversión al riesgo se pueden señalar las perspectivas económicas, el riesgo de mercado y de crédito, las fluctuaciones del tipo de cambio o la afluencia de malas noticias. Esos factores determinan la riqueza de los individuos y, por tanto, su deseo de tomar o aceptar riesgo.Entre las conclusiones que dichos autores obtienen destacan algunas respecto a la relación entre el riesgo, la volatilidad y la correlación entre activos. En los periodos en los cuales los inversores toman una actitud contraria al riesgo aumenta la volatilidad de los mercados, tanto de renta fija como de renta variable, aunque más en estos últimos.Una mayor volatilidad se asocia con un mayor riesgo y puede coincidir con periodos en los que la base de capital de los participantes está afectada negativamente: estas circunstancias provocan que se valore menos la posibilidad de recibir una mayor ganancia que la de evitar una pérdida, lo cual indica una situación crítica de aversión al riesgo. Se puede interpretar que si los participantes, por cualquier motivo, rechazan tomar riesgo, su reacción a las diversas noticias va a ser más radical, causando así un aumento en la volatilidad. También se observa que la aversión al riesgo provoca una descoordinación entre los movimientos de los precios de los bonos y de las acciones, dado que los primeros proporcionan un cierto refugio.Ambos trabajos destacan que la actitud hacia el riesgo supera los límites nacionales. Son los movimientos en los precios de las Bolsas norteamericanas (la variabilidad, que no el nivel) los que contagian la actitud hacia el riesgo a las demás, especialmente a los inversores europeos. El contagio internacional de la aversión al riesgo por la volatilidad de los mercados norteamericanos puede, además, verse incrementada si se añaden movimientos en los tipos de cambio.En relación con el patrón temporal observado de dichos indicadores de riesgo, en los últimos tiempos hay tres aumentos importantes en la aversión: en 1997, coincidiendo con el estallido de la crisis asiática; en 1998, tras la crisis rusa y del fondo LTCM; y después de los ataques terroristas del 11 de septiembre. La crisis principal fue, para ambos trabajos, la de 1998. Obviamente, ha desaparecido la extremada aversión al riesgo de entonces, pero parece que no se ha recuperado la situación de mediados de los noventa. Las perspectivas económicas, la volatilidad de la Bolsa americana y el tipo de cambio del dólar son actualmente importantes factores de riesgo.Es lógico esperar que los indicadores de aversión al riesgo cambien con el tiempo, reflejando diferentes actitudes de los inversores, pero también reflejando la prevalencia de distintos tipos de inversores institucionales activos o preponderantes. Hay que señalar que el cambio de la aversión al riesgo puede producirse de forma colectiva puesto que ya se sabe que una de las características de los seres humanos como inversores es tener comportamientos de manada (por no decir de borregos, el conocido herd behaviour).Pero también puede deberse a un cambio del comportamiento de los inversores activos, los que son profesionales. Es decir, puede que los mismos inversores activos hayan modificado su actitud hacia el riesgo, pero puede ser también que haya cambiado la naturaleza de los que en un momento dado lideran el mercado.

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Así, puede que haya una sustitución del tipo de inversores institucionales que prevalecen, desde unos más proclives al riesgo a otros menos proclives -o adversos- como pueden ser los fondos de pensiones. Sin embargo, se ha comentado en ocasiones que estos agentes están siendo tomadores de riesgo, en contra de la lógica de su finalidad. Lo que ocurre en los mercados se comprendería mejor si se identificaran cuáles son los inversores principales y cuál es su comportamiento.