Columna de opinión

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Columna de opinión: reflexiones sobre el aborto Por Alejandro Caravera Está de más decir que en el tema del aborto no hay consenso. Y es natural que así sea. Un tema tan complejo debe hacernos reflexionar y discutir de forma permanente. Esto, porque está involucrada la cuestión de la vida y la muerte, o más directamente, de dar vida o de matar, y todas las repercusiones emocionales que aquello implica. En temas como estos, los seres humanos nos enfrentamos al dilema de nuestra existencia, miramos de cerca nuestra propia sombra, y nos aterrorizamos. De ninguna forma es posible resolver las dificultades a través de un argumento puramente lógico. Por ejemplo, postular: “como rechazo la idea de matar, mi argumento es que lo que hago no involucra una vida humana aún”. Así, la esperanza está en encontrar la palabra salvadora de la comunidad científica, que anuncie que se comprobó que no hay ser humano hasta los ‘tantos’ días. Para los contrarios al aborto, también existen argumentos que se constituyen en barreras infranqueables: “el ser humano está en potencia desde el inicio”. La limitación está aquí ya dada desde la premisa, lo que está sobre nosotros, que nos prohíbe matar. Pienso que es necesario ver más allá de los argumentos “de ley”, razonables o decidores en este tema, pues nada involucrado en un aborto es simple: un aborto es una experiencia que marca, de una u otra forma, a una persona. No es posible analogarlo sólo a un procedimiento médico. Tampoco es un tema que pueda ser resuelto solamente por el Derecho. Cuando una mujer espera a un hijo que morirá al nacer, pues su vida es médicamente inviable, no es justo perder de vista la experiencia emocional de aquella mujer, y refugiarse en un argumento legal, sea cual sea este. Esa mujer o familia vivirán, seguramente, un proceso doloroso y lamentable. Pero podría ser legítimo que esa mujer desee dar a luz a ese hijo, con todas las complicaciones que eso involucra. Todas esas importantes vicisitudes, que involucran el querer abortan o querer dar a luz, quedan fuera cuando el argumento es sólo lógico o “de ley”. En un caso de violación, por ejemplo: ¡qué pesadilla está viviendo esa mujer, o peor aún, esa niña; y qué penurias tendría que vivir obligada a tener un hijo que, legítimamente no desea!”. ¿Que ese niño tendrá una familia adoptiva que le de amor? Al menos no es lo que ocurre generalmente en Chile. O por ejemplo, qué dolorosa puede ser la vida de una persona que no fue deseada. Eso, si es que esa persona resulta ser un tanto sana psíquicamente; en la mayor parte de los casos ese dolor lo sienten otros, que se transforman en víctimas de ese sujeto no deseado, cuando es más adulto. Por otro lado, qué oportunidad le regaló el destino a alguien que en un principio rechazaba el embarazo, y que podría haber abortado, pero que lo mantuvo y que luego, en la experiencia con ese bebé, el amor primó sobre el odio. Cuando el derecho y la ley se imponen como resolutores de los dilemas humanos, podemos perder mucho de la complejidad de estas experiencias. Necesitamos ir un paso más allá de lo permitido-prohibido para conectarnos, dialogar y dar testimonios, en una muy compleja dimensión de nuestra vida. Una mujer puede decidirse a abortar o tener a un hijo, y en ambos casos no será la misma después de su decisión. Pero qué importante es que sea acompañada por sus referentes en este proceso y que se sostenga el dilema de dar vida o decidir por el aborto. Columna de opinión: reflexiones sobre el aborto Por Alejandro Caravera Está de más decir que en el tema del aborto no hay consenso. Y es natural que así sea. Un tema tan complejo debe hacernos reflexionar y discutir de forma permanente. Esto, porque está involucrada la cuestión de la vida y la muerte, o más directamente, de dar vida o de matar, y todas las repercusiones emocionales que aquello implica. En temas como estos, los seres humanos nos enfrentamos al dilema de nuestra existencia, miramos de cerca nuestra propia sombra, y nos aterrorizamos. De ninguna forma es posible resolver las dificultades a través de un argumento puramente lógico. Por ejemplo, postular: “como rechazo la idea de matar, mi argumento es que lo que hago no involucra una vida humana aún”. Así, la esperanza está en encontrar la palabra salvadora de la comunidad científica, que anuncie que se comprobó que no hay ser humano hasta los ‘tantos’ días. Para los contrarios al aborto, también existen argumentos que se constituyen en barreras infranqueables: “el ser humano está en potencia desde el inicio”. La limitación está aquí ya dada desde la premisa, lo que está sobre nosotros, que nos prohíbe matar. Pienso que es necesario ver más allá de los argumentos “de ley”, razonables o decidores en este tema, pues nada involucrado en un aborto es simple: un aborto es una experiencia que

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Columna de opinión: reflexiones sobre el abortoPor Alejandro CaraveraEstá de más decir que en el tema del aborto no hay consenso. Y es natural que así sea.Un tema tan complejo debe hacernos reflexionar y discutir de forma permanente. Esto, porque está involucrada la cuestión de la vida y la muerte, o más directamente, de dar vida o de matar, y todas las repercusiones emocionales que aquello implica. En temas como estos, los seres humanos nos enfrentamos al dilema de nuestra existencia, miramos de cerca nuestra propia sombra, y nos aterrorizamos.De ninguna forma es posible resolver las dificultades a través de un argumento puramente lógico. Por ejemplo, postular: “como rechazo la idea de matar, mi argumento es que lo que hago no involucra una vida humana aún”. Así, la esperanza está en encontrar la palabra salvadora de la comunidad científica, que anuncie que se comprobó que no hay ser humano hasta los ‘tantos’ días.Para los contrarios al aborto, también existen argumentos que se constituyen en barreras infranqueables: “el ser humano está en potencia desde el inicio”. La limitación está aquí ya dada desde la premisa, lo que está sobre nosotros, que nos prohíbe matar.Pienso que es necesario ver más allá de los argumentos “de ley”, razonables o decidores en este tema, pues nada involucrado en un aborto es simple: un aborto es una experiencia que marca, de una u otra forma, a una persona. No es posible analogarlo sólo a un procedimiento médico. Tampoco es un tema que pueda ser resuelto solamente por el Derecho.Cuando una mujer espera a un hijo que morirá al nacer, pues su vida es médicamente inviable, no es justo perder de vista la experiencia emocional de aquella mujer, y refugiarse en un argumento legal, sea cual sea este. Esa mujer o familia vivirán, seguramente, un proceso doloroso y lamentable.Pero podría ser legítimo que esa mujer desee dar a luz a ese hijo, con todas las complicaciones que eso involucra. Todas esas importantes vicisitudes, que involucran el querer abortan o querer dar a luz, quedan fuera cuando el argumento es sólo lógico o “de ley”.En un caso de violación, por ejemplo: ¡qué pesadilla está viviendo esa mujer, o peor aún, esa niña; y qué penurias tendría que vivir obligada a tener un hijo que, legítimamente no desea!”. ¿Que ese niño tendrá una familia adoptiva que le de amor? Al menos no es lo que ocurre generalmente en Chile. O por ejemplo, qué dolorosa puede ser la vida de una persona que no fue deseada. Eso, si es que esa persona resulta ser un tanto sana psíquicamente; en la mayor parte de los casos ese dolor lo sienten otros, que se transforman en víctimas de ese sujeto no deseado, cuando es más adulto.Por otro lado, qué oportunidad le regaló el destino a alguien que en un principio rechazaba el embarazo, y que podría haber abortado, pero que  lo mantuvo y que luego, en la experiencia con ese bebé, el amor primó sobre el odio.Cuando el derecho y la ley se imponen como resolutores de los dilemas humanos, podemos perder mucho de la complejidad de estas experiencias. Necesitamos ir un paso más allá de lo permitido-prohibido para conectarnos, dialogar y dar testimonios, en una muy compleja dimensión de nuestra vida.Una mujer puede decidirse a abortar o tener a un hijo, y en ambos casos no será la misma después de su decisión. Pero qué importante es que sea acompañada por sus referentes en este proceso y que se sostenga el dilema de dar vida o decidir por el aborto. 

Columna de opinión: reflexiones sobre el abortoPor Alejandro CaraveraEstá de más decir que en el tema del aborto no hay consenso. Y es natural que así sea.Un tema tan complejo debe hacernos reflexionar y discutir de forma permanente. Esto, porque está involucrada la cuestión de la vida y la muerte, o más directamente, de dar vida o de matar, y todas las repercusiones emocionales que aquello implica. En temas como estos, los seres humanos nos enfrentamos al dilema de nuestra existencia, miramos de cerca nuestra propia sombra, y nos aterrorizamos.De ninguna forma es posible resolver las dificultades a través de un argumento puramente lógico. Por ejemplo, postular: “como rechazo la idea de matar, mi argumento es que lo que hago no involucra una vida humana aún”. Así, la esperanza está en encontrar la palabra salvadora de la comunidad científica, que anuncie que se comprobó que no hay ser humano hasta los ‘tantos’ días.Para los contrarios al aborto, también existen argumentos que se constituyen en barreras infranqueables: “el ser humano está en potencia desde el inicio”. La limitación está aquí ya dada desde la premisa, lo que está sobre nosotros, que nos prohíbe matar.Pienso que es necesario ver más allá de los argumentos “de ley”, razonables o decidores en este tema, pues nada involucrado en un aborto es simple: un aborto es una experiencia que marca, de una u otra forma, a una persona. No es posible analogarlo sólo a un procedimiento médico. Tampoco es un tema que pueda ser resuelto solamente por el Derecho.Cuando una mujer espera a un hijo que morirá al nacer, pues su vida es médicamente inviable, no es justo perder de vista la experiencia emocional de aquella mujer, y refugiarse en un argumento legal, sea cual sea este. Esa mujer o familia vivirán, seguramente, un proceso doloroso y lamentable.Pero podría ser legítimo que esa mujer desee dar a luz a ese hijo, con todas las complicaciones que eso involucra. Todas esas importantes vicisitudes, que involucran el querer abortan o querer dar a luz, quedan fuera cuando el argumento es sólo lógico o “de ley”.En un caso de violación, por ejemplo: ¡qué pesadilla está viviendo esa mujer, o peor aún, esa niña; y qué penurias tendría que vivir obligada a tener un hijo que, legítimamente no desea!”. ¿Que ese niño tendrá una familia adoptiva que le de amor? Al menos no es lo que ocurre generalmente en Chile. O por ejemplo, qué dolorosa puede ser la vida de una persona que no fue deseada. Eso, si es que esa persona resulta ser un tanto sana psíquicamente; en la mayor parte de los casos ese dolor lo sienten otros, que se transforman en víctimas de ese sujeto no deseado, cuando es más adulto.Por otro lado, qué oportunidad le regaló el destino a alguien que en un principio rechazaba el embarazo, y que podría haber abortado, pero que  lo mantuvo y que luego, en la experiencia con ese bebé, el amor primó sobre el odio.Cuando el derecho y la ley se imponen como resolutores de los dilemas humanos, podemos perder mucho de la complejidad de estas experiencias. Necesitamos ir un paso más allá de lo permitido-prohibido para conectarnos, dialogar y dar testimonios, en una muy compleja dimensión de nuestra vida.Una mujer puede decidirse a abortar o tener a un hijo, y en ambos casos no será la misma después de su decisión. Pero qué importante es que sea acompañada por sus referentes en este proceso y que se sostenga el dilema de dar vida o decidir por el aborto.