Cobardía
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No quiero justificarme, de hecho, ni siquiera me atrevera a intentar hacerlo. Y esto es, simple
y llanamente, porque soy plenamente consciente de que mi comportamiento en los ltimos
aos queda al margen de toda posible justificacin que pueda ser mnimamente creble. Mi
objetivo al relatar mi historia ms bien radica en querer superar al fin la causa de mi
personalidad, esa que en no pocas ocasiones ha sido calificada como la de la clsica zorra
tal y como todos lo entendemos-, y as poder estar en paz conmigo misma. Y por ende con
todo aquel ser vivo que me rodea, algo que por primera vez en mucho tiempo me importa.
Mucho. Y este hecho nuevo para mi persona tiene una nica causa: la presencia de Esther en
mi vida.
La primera vez que la vi fue en mi primera clase como estudiante universitaria. Recuerdo aquel
da como si fuera ayer o, incluso, como si estuviera ocurriendo ahora mismo. Yo me
encontraba sentada en la cuarta fila de aquella enorme sala, cuya forma me sugera la de un
anfiteatro romano. Mi mente, preocupantemente cnica en la mayora de ocasiones y en todo
tipo de situaciones, lo atribuy esta semejanza a que las largas horas de monlogos
interminables por parte de los profesores que se desarrollaran uno tras otro en aquel estrado
de madera seran demasiado parecidas a las tragedias propias de la poca clsica. En ese
momento no repar en que ese tipo de espectculos eran originarios de Grecia y no de Roma.
Un gran fallo teniendo en cuenta que haba sacado un 9,5 de media en Historia durante todo el
bachillerato. Sin apartar mi mirada de aquel escenario desgastado por el tiempo que gritaba
con fuerzas la necesidad de una urgente capa de barniz, me sent en aquella incmoda silla
evitando as ganarme la fama de la empollona de primera fila y la de la pasota de la ltima. En
el preciso instante en que echaba una ltima miraday undcima- al telfono mvil para
cerciorarme de que lo haba puesto en silencio, un ruido semejante al que puede hacer la
madera hueca provoc que levantara la vista. Y all estaba ella: con las mejillas
escandalosamente enrojecidas por la vergenza de haberse estado a punto de caer, la mirada
gacha en un intento fallido para pasar desapercibida y el pelo alborotado que delataba que
haba estado a punto de llegar tarde y que, probablemente, no haba tenido tiempo a
arreglarse como hubiese deseado.
La observ con todo lujo de detalles mientras ella buscaba el sitio ms adecuado para
sentarse, encontrndolo al lado de dos chicas que la saludaron con una sonrisa que deca que
se conocan aunque slo por un par de encuentros. Al sentarse, exhal un profundo suspiro,
quizs de alivio al no haber vuelto a tropezar con nada o por no haber causado ningn estrago
importante, aunque segua aparentando estar tensa y querer convertirse en una de las
baldosas ralladas que cubran el suelo.
Mi primera impresin sobre ella fue la de la tpica rata de biblioteca empollona y estudiosa,
algo repelente, pero buena chica en el fondo. Pero por suerte o por desgracia, cuando al hacer
los grupos de prcticas me toc con ella, comprob que mi primer examen sobre ella haba
dado unos resultados un tanto equivocados: efectivamente era una empollona, pero no haba
atisbo alguno de la repelencia. Ms bien al contrario, puesto que no dudaba en prestar sus
apuntes a cualquiera de sus amigos que se lo pidiese y, apenas intervena en clase a pesar de
que se notaba que conoca la respuesta a la pregunta formulada por el profesor de turno.
A pesar de lo que pueda parecer dada mi ms que evidente curiosidad para con su persona,
apenas me limit a saludarla un par de veces a la entrada de clase. Exclusivamente por la
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exquisita educacin que haba recibido de mis sucesivas nieras y de los caros colegios y
centros educativos que mi padre haba pagado religiosamente. De hecho, tal y como haba
ocurrido siempre a lo largo de mi vida, mi inters por ella pas rpidamente a un segundo
plano, por lo que Esther se convirti en otra ms de mis ms de cien compaeras. Aun a pesar
de que este nmero era considerable, mi timidez me impidi entablar amistades de forma
rpida. Quizs este hecho tambin estuviese influenciado por esa imagen altiva que no dademasiado pie a que la gente se me acerque. As que empec a juntarme con aquel grupo de
personas de mi curso al que el resto de compaeros denominaban la lite, es decir, el clsico
conjunto de estpidos que se creen superiores al restoincluidos a sus propios amigos-,
guapos y que sacan las mejores notas. O, en su defecto, los guapos cuyos resultados son
bastante malos o mediocres debido a que se sientan en la ltima fila sin hacer nada, o sin ni
siquiera molestarse a hacer acto de presencia en las clases. No se puede decir que me sienta
orgullosa de ello, pero soy consciente de la fama de arrogante, borde y pija en el peor sentido
de la palabra que tengo. Algo que seguramente es completamente merecido. En mi defensa
slo puedo decir que no soy as. Que por qu me resigno a que el resto de los mortales crean
eso de m? La respuesta es realmente fcil y sencilla: porque de este modo, la gente me teme,
por lo que no se acerca a m ms de lo estrictamente necesario. Me siento cmoda as, ergome hace sentir protegida, ergo volvemos al concepto de autoproteccin. Ergo en el fondo soy
una persona dbil y, probablemente acomplejada por sus miedos.
Pattico, lo s. Adems de lo duro que se le hace a una ser consciente de la cruda realidad con
esta claridad. Pero aunque este aspecto de mi personalidad tiene un papel importante en esta
historia, el nombre de la protagonista es otro: Esther.
Aquella chica que el primer da de curso se me antoj como un pollito atemorizado,
tembloroso y asustadizo, result ser quizs la persona ms valiente que jams haya conocido.
S que ella pens durante mucho tiempo que ni siquiera saba de su existencia, pero en mi
defensa slo puedo decir que yo me fij en ella mucho antes de que sustituyera esasgafas culo de botella por las lentillas, se cambiara el peinado por uno de mucho ms
favorecedor y modernizara todo su vestuario. No es que de la noche a la maana se
transformase en un bellezn espectacular, sino que me refiero ms bien a que aprendi a
sacar partido a lo que ya tena previamente. Algo que pareci ser suficiente para los
relativamente pocos miembros masculinos de mi clase, quienes no tardaron en revolotear a su
alrededor. Porque esto es precisamente lo que pas cuando empez nuestro tercer curso de
carrera: Esther dej de ser ese pollito para convertirse en una especie de cisne. Suena cursi, y
el hecho de que su cuerpo est ausente de plumas es todo un alivio, pero esa transformacin
es bastante parecida a la del famoso cuento de Andersen. Lo que me llev a otro curioso
pensamiento: por qu ese nombre tena que ir asociado a todas las historias que me haba
contado mi abuela antes de irme a dormir? Fue entonces cuando me di cuenta de la pocaoriginalidad de la mujer.
Fue precisamente uno de los chicos que empezaron a rondarla, como dira mi imaginativa
abuela, el que provoc que cierta informacin sobre Esther se convirtiera en la noticia del ao
y, por lo tanto, en el tema de conversacin preferido de mi grupo de amigas durante meses.
Y fue entonces tambin, cuando mi inters por ella volvi a renacer. Todo ocurri en una fiesta
organizada por nuestro curso que result ser nada ms y nada menos que una sucesin de
acontecimientos bastante desafortunados. La comisin de organizacin de eventos -nombre
que reciba el grupo integrado por una serie de personas que conocan todos y cada uno de los
antros, bares, pubs y discotecas de la capital- alquil una casa especializada en esa clase de
acontecimientosy con esto no me refiero a la bacanal que acab siendo-, por lo que los 25
euros que tuve que pagar, me garantizaron una surtida barra libre. Si mi memoria no me falla,
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cuando la mayora de mis compaeros haban aprovechado ya lo suficiente ese preciado
servicio y prcticamente el 90% de ellos haban consumido cantidades vertiginosas de alcohol,
drogas o ambas cosas al mismo tiempo, Esther segua bastante sobria, observando el
panorama con esa mirada crtica que tanto la caracterizaba. Fue entonces cuando uno de
nuestros compaeros sali de los servicios frotndose la nariz de forma escandalosamente
sospechosa y se dirigi directamente a su acogedor rincn. Sin mediar palabra alguna y antemi estupefacta mirada y la suya, la agarr de la nuca y, como dira mi culto hermano, le comi
la boca sin ningn tipo de decoro.
Al parecer, al maromo no le qued claro el sutil mensaje que llevaba incorporado el empujn
que recibi a cambio, puesto que reanud el ataque y derribo que haba empezado. Sin
embargo, la bofetada que reson por toda la estancia y que impact contra su mejilla
izquierda s le hizo entender que su presencia all no era deseada y que sus esfuerzos no
obtendran el resultado deseado.
-Qu coo haces?vocifer l en un tono que evidenci todava ms su escaso estado de
consciencia.
-Creo que eso debera preguntarlo yorepuso ella con enfado, mientras unos pocos testigos
observbamos la escena sin intervenir por el momento.
-Acaso no estaba claro?contest l en una carcajada, acompaado por algunos de sus
amigos.
-Bueno, eso tambin podra preguntrtelo yo. Desde mi punto de vista, mi empujn inicial
dejaba bastante claro que quera que parases.
-Qu pasa? Esther Garca es demasiado inteligente como para perder el tiempo lindose conalguien? O acaso son tu pureza y castidad lo que no te lo permiten?
-Soy lesbiana, gilipollas. Y aunque no lo fuera, tu boca sera el ltimo lugar donde metera mi
lenguasolt empezando a ponerse nerviosa justo antes de empezar a andar hacia la puerta
de salida de la sala-. Muchas gracias por la ayudanos dedic a los pocos espectadores que
habamos presenciado la escena.
-Lo lo siento me limit a murmurar como toda respuesta aun sabiendo que era imposible
que me oyera.
La historia de propag como la plvora, por lo que al da siguiente todos saban la buenanueva. A partir de ese momento, el recin descubierto lesbianismo de Esther pas a ser el
tema central de todas las conversaciones y ella se convirti en una de las personas ms
conocidas de la facultad, al menos, por un perodo de algunos meses. Despus, la volvi a
sustituir el chico guapo de quinto y sus mltiples conquistas. Pero ninguna de mis amigas
olvid ese acontecimiento y volvan a sacarlo de vez en cuando para que el polvo no lo
cubriese del todo. Y ah estaba yo completamente callada, sin atreverme a intervenir o lanzar
una lanza a favor de aquella chica que segua en mi mente. Por lo que pareca, la misma chica
que se paseaba de forma altiva por los pasillos, esa que finga no dar importancia a cada nueva
matrcula de honor y a la que todos y todas cedan el paso como si me temiesen, estaba
avergonzada de ella misma y no era ms que una cobarde.
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en cruzar la puerta de entrada acompaada por un grupo de chicas. Como siempre haca, se
acerc para saludarme y proceder al tpico intercambio de frases carentes de originalidad. Sin
embargo, aquella noche fue diferente debido a mi predisposicin para acompaarla otra vez a
su piso, algo que ella haba intentado desde el verano anterior. De ese modo, iniciamos una
conducta totalmente falta de decoroaunque nadie pareci darle importancia- que acab
conmigo tirando de su mano hacia el exterior del local. Pero cual fue mi sorpresa alpercatarme de que llevaba algunos minutos ms pendiente de no encontrarme con Esther que
de los besos trridos que comparta con mi acompaante. Llegu tan nerviosa al pequeo
apartamento de aquella chica, que me limit a hacer lo que se supona era mi funcin y a
largarme como alma que lleva el diablo. Ni siquiera un polvo con una chica guapa haba
conseguido que me olvidase del temor que me provocaba que Esther pudiese verme en una
situacin como aquella y que lo hiciese correr rpidamente por toda la facultad.
-Esto es gravesentenci Claudia tras escuchar mi relato desesperado. De hecho, de no
haberme encontrado as, jams le hubiera contado a nadie algo as.
-Es horrible, una catstrofe.
-Y luego la gente se queja de las guerras, si es que -murmur mi amiga con sarcasmo.
-Vale, quizs he exagerado un poco, pero para m es un problema. Joder, me paso los nueve
meses que dura el curso fingiendo ser una persona que no soy y ahora que puedo, va y
aparece la ta esa.
-Pues francamente, lo que no entiendo es porque no puedes actuar como siempre. Si me
dijeses que la chica es la tpica homfoba que te hara la vida imposible en la facultad lo
entendera, pero resulta que tambin es lesbianarazon Claudia mirndome seriamente.
-Precisamente ah est el problemaapunt yo-. Porque soy yo la que me he pasado estos
aos sin tirarle un cable cuando ella lo necesitaba, sin inmutarme cuando ocurri aquello y si
se enterase de lo mo podra utilizarlo para vengarse.
-Lo tuyo? Joder, ni que tuvieses una enfermedad contagiosase burl mi amiga sin ninguna
piedad-. S que te parecer cruel, pero creo que te estara bien si ella actuase as. Pero sabes
qu? Que no creo que lo haga. No es que la conozca mucho; apenas nos hemos cruzado un par
de veces por la escalera o el jardn, pero parece buena chica.
-Eso nunca se sabe.
-Pues no, pero no parece ser una de esas cabronas. Al menos no tanto como t.
-Graciassolt yo con una sonrisa de agradecimiento evidentemente fingida.
-Sabes que tengo razn. Y sabes qu?
-Ilstrame.
-Tambin creo que en el fondo sientes algo por esa chica.
-Claro, estoy enamoradsima de ellacontest con irona.
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-No me refiero a eso, pero ya que lo dices
-Que te jodanfue mi nica y pobre defensa.
Por pattico que pueda parecer, durante los siguientes das, la situacin no sufri demasiados
cambios. De hecho, empeor ligeramente. Pareca que no poda salir de casa sin toparme conEsther, encuentros de los que yo me defenda como haba hecho durante toda mi vida:
adoptando mi pose altiva y de extrema indiferencia. Supongo que se cans, porque pronto
empez a sentarse lo ms lejos posible de nosotras, aunque su toalla estuviese encima de la
nica zona del jardn en que el csped no era perfecto. Creo que las miradas curiosas y
escrutiadoras de mis queridas y disimuladas amigas tambin contribuyeron a su ms que
evidente incomodidad.
Durante esos escasos cuatro das, mi humor fue empeorando a un ritmo alarmante, algo que
provoc ms de una pelea en mi apacible y tranquilo hogar. Tras una de ellas, en la que mi
padre no se olvid de mencionar lo disgustado que estaba por la hija desagradecida que le
haba tocado en suerte, baj a la piscina refunfuando mientras las burlas de mi hermanoseguan retumbando en mi cabeza aumentando todava ms mi enfado. Al llegar, observ con
resignacin que mis amigas an se encontraban en sus respectivas viviendas, as que extend la
toalla y me tumb disfrutando del sol que ya empezaba a calentar. El csped no tard
demasiado en quedarse cubierto por otros cuerpos que, semidesnudos, sufran el mismo calor
que el mo pero aguantaban estoicos en un intento de que su piel adquiriera un tono ms
oscuro.
Supongo que deb quedarme traspuesta, puesto que lo siguiente que recuerdo de aquellos
momentos es la sensacin de humedad nada agradable que me invadi al abrir los ojos. Tal y
como pude comprobar yo misma, prcticamente la totalidad de mi piel se encontraba cubierta
por pequeas gotitas de sudor que se deslizaban por mi cuerpo al ritmo de mi respiracin. Conalgo de esfuerzo me levant, alejndome de aquel csped que empezaba a antojrseme duro,
y me dirig hacia las duchas en busca del agua helada que normalmente sala por ellas. Cual fue
mi disgusto cuando en vez de la temperatura deseada mi cuerpo entr en contacto con un
lquido tirando a tibio que me hizo dibujar una mueca de disgusto. An as menos da una
piedra, por lo que permanec debajo del chorro durante unos largos segundos hasta que mi
piel y mi pelo estuvieron totalmente empapados.
Jams, ni siquiera en mis sueos, habra esperado encontrarme con lo que me top al darme la
vuelta: unos ojos abiertos de par en par que no dejaban lugar a dudas de la parte de mi
anatoma en los que estaban posados y, cuya duea se gir rpidamente completamente
sonrojada al saberse descubierta. Realmente me cost mucho disimular la sonrisa desatisfaccin que apareci en mi cara al descubrir que a mi compaera de clase no le era nada
indiferente.
-Pareces contentaobserv Claudia nada ms llegar a mi altura, al cabo de un rato.
-Por?
-Normalmente por las maanas en vez de un saludo sueltas un gruido, y hoy tu buenos das
ha sido de lo ms alegre.
-Ser que me he levantado con el pie bueno.
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-Pues tu hermano me ha dicho que las cosas en tu casa no estn precisamente biendej ir
con una sonrisa que evidenciaba que era conocedora de que me haba pillado.
-Y qu ms te ha contado mi querido hermano?quise saber burlndome de la cara de pava
que se le pona cada vez que lo mencionaba-. En serio, empezara a ser un buen momento
como para que te olvides de l.
-Lo har cuando t empieces a comportarte como una persona normal. Y puedes empezar con
aquella pobre chica a la que tienes asqueadacontest sealando con la cabeza a Esther.
-S, creo que lo harmurmur para m con una sonrisa ladeada.
Los siguientes tres das transcurrieron sin pena ni gloria, aunque algo haba mejorado mi
estado de nimo. Saber que no le era del todo indiferente a Esther me haca sentir bien, quizs
incluso demasiado. Ahora me parece curioso que ni se me pasase por la cabeza que aquella
chica poda gustarme o, al menos, despertar algn tipo de sentimiento relacionado con aquello
a lo que suelen llamar amor. Pero si retrotraigo mi mente a aquella poca, supongo que estabatan satisfecha con mi logro que lo dems no importaba demasiado.
La verdad es que s fue algo estpido no saber identificar el origen de mi recin estrenada
sensacin de seguridad, una que jams haba sentido, como tampoco el de esa paz que haba
invadido mi cuerpo que, de vez en cuando, se converta en nerviosismo sin avisar. Obviamente,
tampoco lo atribu a la cercana de Esther.
Sin embargo, sin comerlo ni beberlo, pas algo que yo jams habra imaginado. Y todo ocurri
por la fantstica idea que tuvieron mis padres de ir a cenar a Sant Feliu de Guxols
aprovechando las fiestas del pueblo. Lgicamente, a mi hermano y a m la idea nos hizo de
todo menos gracia; no obstante, mis progenitores se haban empecinado en querer volver anuestros inicios como familia feliz, por lo que parecieron no comprender que nuestro
entusiasmo para con la idea no era la misma que cuando tenamos ocho y cinco aos
respectivamente. As que all me vi, sentada en una mesa de la terraza de un restaurante al
que bamos al menos un par de veces cada verano mientras mis padres comentaban con
pasin lo mucho que haban disfrutado con los fuegos artificiales.
Ahora lo pienso y soy consciente de lo desagradable que deba ser para mis padres salir
conmigo, puesto que mi cara de asco no me abandon durante toda la tarde e, incluso, me
empe en ir en mi moto para poder marcharme antes. Y slo ahora me doy cuenta que lo
nico que ellos queran era pasar un buen rato en familia. Pero a m personalmente, aquel da
slo me interesaba llegar cuanto antes a casa de mi amiga Ana, quien celebraba una fiesta a laque asistira una rubia a la que ya le haba echado el ojo.
Mi postura pasota dur hasta el momento de los postres cuando me gir para llamar al
camarero y, cul fue mi sorpresa, al encontrarme a mi querida vecina cenando en compaa de
sus padres. Por la mueca de su cara no pareca estar pasndolo mejor que yo. De forma
inconsciente sonre, gesto que borr inmediatamente al saberme pillada Jero, mi hermano;
pero me sent satisfecha al percatarme de un intenso rubor que empezaba a cubrirle las
mejillas, seal inequvoca de que me haba visto y era consciente de que yo tambin a ella. Fue
entonces cuando mi menteo quizs mi lvido- empez a trazar un plan que hoy hace que me
aborrezca a m misma o, al menos, lo que un da fui.
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Seguramente debido a los aos de prctica, haba alcanzado una gran facilidad para controlar
mis impulsos y reprimir mis emociones. De hecho, esta habilidad me haba reportado un gran
nmero de satisfacciones a lo largo de mi vida, puesto que me haba permitido llevar a cabo
aquello que dicen de que la venganza es un plato que se sirve fro.
Pero aquel da result ser diferente y el comienzo de un cambio que trastornara mi vida.Todava recuerdo como si fuera hoy la satisfaccin que me embarg al ver como sus padres se
levantaban de la mesa y se acercaban a la nuestra, con la intencin de saludar a los mos. No
tard mucho en darme cuenta de lo tensa y nerviosa que estaba, a juzgar por lo contrada que
tena la mandbula; como tampoco tard demasiado en saberme ganadora de aquel juego.
-Vas a tirrtela esta noche o esperars un poco ms?se interes mi hermano en un susurro.
-No te importa lo ms mnimocontest yo con enfado, aunque esboc una sonrisa y me re
de forma algo escandalosa con el fin de incrementar el malestar de Esther.
-T dirs lo que quieras, pero esta chica te atraeme sigui pinchando Jero.
-Cario, Esther hace medicina como to decir a mi madre, poniendo punto y final a nuestra
conversacin-. Es extrao que no os conozcis de antes.
-Bueno, en clase somos ms de cien personas. Y desde el ao pasado estamos en los hospitales
as que -intervino Esther, supongo que tratando de excusar el que no hubisemos hablado
antes.
-Y en qu hospital ests t?pregunt sabiendo que aquello supondra un duro golpe a su
autoestima.
-En el Clnico.
-Ese no es en el que ests t?quiso cerciorarse mi padre que, al parecer, no estaba tan
desconectado de la conversacin como pareca.
-Sme limit a contestar con una sonrisa.
Aunque jams, en ningn otro momento, reconocer haber dicho esto, lo cierto es que parte
de mis complejos vienen causados por tener como hermano a Jero. A primera vista, puede ser
que l parezca mi versin en masculino, y viceversa; pero lo cierto es que Jero siempre ha sido
algo que yo jams podr ser: simptico y extrovertido. Estas cualidades que ya me faltaban depor s, se vieron bajo tierra cuando, al empezar la secundaria, me convert en la diana del odio
de mis amigas. Y as fue hasta que llegu a la universidad salvo un par de excepciones. Siempre
he querido mucho a mi hermano, pero hubo una poca en la que cuando lo miraba, slo poda
acordarme de que donde yo despertaba envidia y desconfianza, l despertaba simpata. Y en
aquel preciso momento fui consciente de que volva a ocurrir lo mismo.
Una sensacin de celos que haca mucho no senta y que crea olvidada me invadi de repente.
El verla all relajada, conversando amigablemente con mi hermano provoc que, una vez ms,
deseara ser l. Pero no lo era y, en el fondo, saba que era de m de quien se senta atrada.
Aquel pensamiento supuso un chute de autoestima para m, por lo que en un intento de
recuperar mi seguridad perdida, facilit el que nuestras miradas se cruzaran en ms de unaocasin.
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Cansada de tanta chorrada, me levant y me disculp anunciando mi visita a los servicios. Por
mi tono, no creo que le diera muchas opciones a Esther, quien se levant como un perro
obediente y me sigui sin ninguna queja al respecto. Mientras nos alejbamos de la mesa, era
consciente de que mi hermano saba con toda certeza lo que me propona y tambin que lo
desaprobaba. Pero a m me dio absolutamente igual.
Al contrario de lo que haba credo en un primer momento, la valenta que me haba impulsado
en ese arrebato me abandon nada ms cruzar la puerta de los servicios. No tena ni idea de
qu deba hacer a continuacin, as que me limit a apoyarme en el lavamanos y a observarla
con una sonrisa. Saba por experiencia que aquella actitud provocaba el nerviosismo de las
mujeres a las que iba dedicada y, al ver que mi tctica surta el efecto deseado, mi sonrisa se
ampli por la satisfaccin.
-Pensaba que me morasolt sabiendo que estaba llevando al mximo aquel estado de
tensin y, que si lo alargaba ms poda salirme el tiro por la culata.
-Ya
-Eres de pocas palabras, eh?coment tratando que se soltara.
-Ser que me intimidassolt en un vano intento de hacerme creer que se encontraba
cmoda.
-No sabes lo que me dolera eso. Bonito bao, umh?aad de forma burlona, al ver su
mirada perdida dirigida a los azulejos.
-S, muy marinose apresur a contestar-. Creo que acabo de encontrar los servicios ms
bonito que se han diseado jams.
-El mo es parecido. Cuando quieras te lo enseo y as puedes seguir disfrutando de tu original
pasin.
Era consciente de que la estaba provocando, pero en aquel momento me lo estaba pasando en
grande. Sobre todo porque saba que la tena a punto de caramelo y que, por poco que hiciera
o dijera, caera rendida a mis brazos.
-Nada me hara ms feliz. Aunque hay otras cosas tuyas que preferira ver, si te digo la verdad.
Debo reconocer que ah me sorprendi, algo que no suele ser fcil. De hecho, me dej sinpalabras, cosa todava ms difcil. Creo que aquella fue una de las pocas veces hasta el
momento que me haba dejado llevar realmente por mis impulsos, y el resto de la noche no
dej de ser una sucesin de ellos.
Tard lo que el tiempo que toma dar una zancada en tirarme a su cuello, literalmente
hablando. Si algo ha conseguido siempre que pierda los papeles, eso es que alguien me deje
sin palabras, ganndome en una de esas batallas verbales. Supongo que la dej tan
sorprendida como ella misma me haba dejado a m haca pocos segundos, aunque debo
admitir que demostr tener una gran capacidad para recomponerse. Todo su cuerpo me
llamaba a gritos y el mo me imploraba, no menos fuerte, que le dejara disfrutar de aquella piel
que se estremeca al paso de mi lengua.
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Apenas dud unos instantes y ya nos encontrbamos camino del cubculo ms prximo que,
an as, me pareci estaba a kilmetros. Al cerrarse la puerta, perd definitivamente el control
sobre mis manos, las cuales empezaron a desplazarse por sus caderas en un vano intento de
abarcar todo su cuerpo. El ruido de alguien entrando, me paraliz como si acabara de caerme
un jarro de agua fra; colapso del que apenas pude recuperarme al darme cuenta de que
Esther se encontraba, si eso era posible, todava peor que yo. As me lo demostraba larespiracin entrecortada que se escapaba de sus labios hinchados, y que impactaba
directamente contra mi cuello. Deseando que esa tortura acabara cuanto antes, me apart y,
en cuanto la puerta se cerr de nuevo, sal apresuradamente de aquel pequeo lugar en el que
me ahogaba.
Otra de las muchas cosas que me diferencian de mi hermano es su incapacidad por disimular y,
muestra de ello fue la cara de desaprobacin con la que nos recibi al llegar a la mesa.
Nuestros padres, por el contrario, ni se inmutaron, estando como estaban, enfrascados en su
amena conversacin. Jero tarda muy poco en volver a monopolizar la charla con Esther, quien
parece encantada de tener una excusa razonable para no tener que mirarme. Nunca he
considerado que necesite ser el centro de atencin, pero en aquel momento, los celosvolvieron a apoderarse de m.
De pronto, una vibracin proveniente de uno de los bolsillos delanteros de mi pantaln me
avisaron de que acababa de recibir un mensaje de texto. Con pereza saqu el mvil y no pude
ms que sonrer ante lo burra que poda llegar a ser Claudia a veces.
Aqu hay una rubia que parece aburrirse. Como tardes un poco ms te la levantan fijo.
Ni siquiera me molest en contestar. Era consciente de que su nico propsito al mandarme
ese mensaje era picarme y que me plantase all en un santiamn; pero lo cierto es que
consigui llegar a mi punto dbil: mi orgullo. Sin acordarme de lo que me llevaba entre manoshasta el momento, me levant dispuesta a marcharme. No obstante, unos ojos curiosos se
cruzaron con los mos en el ltimo momento.
-Lo siento, pero una amiga hace una fiesta y tengo que ir a recoger a Claudiament sin ningn
tipo de remordimiento-. Te apetece venir?
-Eh S, claro contest ella de forma atropellada, seguramente presionada por el hecho de
que nuestros padres estuvieran presentes.
Cuando ya haba recogido mis cosas y me haba despedido de todos los presentes con un par
de besos, le hice un gesto con la cabeza a Esther para mostrarle donde haba dejado aparcadala moto.
-Ten cuidadoo como le deca mi hermano en un susurro a la vez que se despedan.
-Mtete en tus asuntos, quieres?le espet, cerciorndome previamente de que Esther no
poda orme.
-Como quieras, pero cuando aparezcan los remordimientos, yo no quiero saber nada.
-No creo que se d el caso, pero bueno es saberlocontest ofendida, girndome ya para
marcharme junto a mi vecina, quien nos miraba con ojos interrogantes.
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De repente, un sudor fro empez a invadir los poros de la piel de mis manos y espalda,
provocando que mi incomodidad creciera. La nica forma coherente que se me ocurri para
disimular mi estado no fue otra que lanzarme a su cuello. El cigarrillo tard apenas unos
segundos en estar volando direccin al suelo, exactamente el mismo tiempo que tardaron mis
manos en apoderarse de su espalda. Saba que aquella pregunta haba sido hecha de buena fe,
probablemente con el nico objetivo de seguir con ese jueguecillo que habamos empezado enlos servicios del restaurante. Pero a m se me antoj como un reproche o, mejor dicho, como si
me estuviera diciendo que era consciente de que llevaba aos sabiendo quien era. En ese
momento mil ideas se me pasaron por la mente, la peor de todas que todos en la universidad
saban que yo era lesbiana.
-Me has estado investigando?me pregunt ya una vez dentro del ascensor.
-Bueno, tengo que reconocer que al principio no saba quin eras. Pero cuando tu madre ha
dicho que estudibamos juntas he deducido que eras t. No es que tengas un nombre
demasiado comn, por lo que he supuesto que esos apuntes que me ayudan a sacar matrcula
eran tuyosfue la nica respuesta que se me ocurri.
-Qu apuntes?
-Eh Bueno -contest sin muchas ganas, sabiendo que tras aquello haba muchas
posibilidades de que me quedase sin mi fiesta particular-. No sabas que Ral los venda?
Todos creamos que estabais compinchados.
-Perdn?
-Pues eso, que tu amigo se dedica a vender tus apuntes Y claro, como sueles poner tu
nombre en el encabezado de pgina Siempre haba pensado que eran de alguien de algncurso superior, pero cuando tu madre ha dicho que bamos a la misma clase he atado cabos.
-Ral hace eso?
-S, es tu amigo, no?
-Ex-amigocontest enfadada. Ms de lo que yo haba pensado en un primer momento.
-De todos modos no pasa nada. La prxima vez que lo veas le pides tu parte de la comisin y
santas pascuasdije intentando ponerle punto y final al tema para seguir con lo que nos
traamos entre manos.
-Mejor me voy a casame solt apartndose de m y quedndose a una distancia prudencial.
-Cmo?
-Que me voy. Buenas nochesaadi saliendo rpidamente de all, direccin a la puerta de su
piso.
-No irs a dejarme as, no?
-Buenas noches, Macarepite levantando la voz, aunque sin girarse.
-
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-Mierdamascullo entre dientes, con rabia-. Imbcil, joder, soy imbcil.
Permanec durante un par de minutos parada, completamente inmvil en aquel pasillo. Pronto
me qued a oscuras porque el temporizador de la luz apenas duraba unos segundos. Me
debata entre lo que poda hacer: llamar a su puerta y rogarle que me disculpara en un ltimo
intento de que se metiera en mi cama, o irme a la famosa fiesta de Ana y ligarme a la rubia o acualquiera que me pasara por delante. Quedarme en casa no era una opcin. Tras unos
momentos de reflexin, exhal un profundo suspiro, gir sobre mis tacones y puls el botn
del ascensor, cuyas puertas se abrieron inmediatamente.
Al da siguiente, apenas recordaba nada de lo que haba hecho la noche anterior. Las lagunas
en mi memoria eran muchas y demasiado largas. Slo recordaba mi llegada a la fiesta y la
sucesin de bebidas alcohlicas que entraron en mi cuerpo. El resto de la informacin me la
dieron una habitacin que no reconoca y una espalda desnuda tumbada a mi lado. Sonre al
reconocer el pelo rubio.
La famosa rubia a la que yo le haba dedicado tanto esfuerzo, result ser terriblementedecepcionante, as que me vi obligada a poner distancia entre ambas al cabo de un par de das.
Respecto a Esther, no supimos nada de ella en unos cuantos das y, digo supimos, porque casi
tenan ms inters en su persona mis amigas que yo misma. En aquel momento supusimos que
tena miedo de salir y encontrarse conmigo o que nos risemos de ella, pero lo que s sabamos
con certeza era que no se dej ver durante un par de das.
El medioda del tercero, mientras yo me encontraba cmodamente tumbada en el csped
tomando el sol, un agudo dolor en las costillas hizo que abriera los ojos de repente,
encontrndome con la significativa mirada de Claudia que me ordenaba que desviase mi
atencin hacia un punto en concreto. Ese punto result ser mi querida compaera de clase,
ante lo cual yo volv a tumbarme con fingida indiferencia, no sin antes vengarme del codazoque me haba propinado mi amiga.
Pocos minutos ms tarde, o un chapoteo proveniente de la piscina que hizo que me girara
para ver quin o quines eran los responsables de la interrupcin de mi estado letrgico. No
me sorprendi el ver como Esther jugaba con Jorge, un nio del edificio, a pasarse una pelota.
Cuando apenas llevaban unos diez minutos enfrascados en aquel repetitivo juego, mi hermano
hizo su estelar aparicin, centrando toda la atencin de nuestro pequeo vecino en l. Aqul,
era todo un acontecimiento, puesto que Jero apenas bajaba a la piscina, puesto que los das
posteriores a sus salidas nocturnas sola preferir quedarse hasta las tantas en la cama o,
desaparecer en la playa de la que l y sus amiguitos se haban apoderado.
-No me digas que ahora es bisexualmurmur una voz enfadada a mi lado.
-Joder, Claudia, tienes que dejar ese odio enfermizo destinado a todas las mujeres que hablan
con Jero.
-No estn hablando, est coqueteando descaradamente con lse defendi mi amiga
ofendida por las palabras de Ana.
-Pues yo no veo nada extraointervine yo tratando de sonar lo ms indiferente posible.
Lo cierto era que, si Claudia estaba a punto de cometer un asesinato, en aquellos momentosyo andaba ms o menos por el mismo camino. La nica diferencia era que nuestros objetivos
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eran opuestos. Finalmente, Esther haba perdido su mayor apoyo en mi crculo: Claudia, quien
hasta el momento, la haba defendido a capa y espada.
Pareca que aquel verano mis celos para con mi hermano volvan a renacer y, aquella ltima
semana mi envidia amenazaba con hacer volar por los aires nuestra paz familiar.
-Me voyanunci mi amiga totalmente fuera de s, cuando ambos estallaron en carcajadas.
-Y a ti no te importa?me pregunt Patricia.
-Debera?
-Mujer, el otro da estuvisteis a punto de Bueno, ya sabes, y hoy parece de lo ms feliz
coqueteando con tu hermano.
-Yo slo veo que hablan y, por mi parte, como si se la tira aqu mismosentenci mientras
recoga mis cosas-. Me voy a comer, nos vemos esta tarde, no?
Aquella noche, nos cost bastante llegar a un consenso para decidir qu hacamos. Al fin, las
voces cantantes se inclinaron hacia una fiesta que un conocido daba en su casa y que prometa
bastante. Sin embargo, al llegar nos dimos cuenta que la decisin no haba sido la ms
acertada, puesto que dicha fiesta estaba bastante aburrida y careca de motivo alguno lo
suficientemente interesante como para quedarse. Con la bromita nos dieron las dos de la
noche, por lo que algunas se negaron en redondo a pagar los doce euros que vala la entrada
de la discoteca que nos quedaba ms cerca y, para ir a la otra necesitbamos un coche.
Teniendo en cuenta que cada una llevaba encima ms de un cubata, esa opcin qued
descartada.
-Y si nos vamos a la playa?propuso Claudia.
-Y luego dices que no eres masoquista. Todas sabemos cmo te pondrs si Jero se est liando
con alguiencontest Patricia.
-Eso no volver a pasar.
En un acto de fe ciega en nuestra amiga, emprendimos camino hacia la consabida playa donde,
con toda seguridad, mi hermano y sus amiguitos estaban haciendo una fiesta de las suyas. Yo,
por mi parte, saba por lo que l haba contado en casa que aquella noche Esther tambin
estara con ellos. Era difcil de admitir, pero aquella chica empezaba a provocar algo ms queun mero inters en m. Tena ganas de verla y, quizs, de acabar lo que habamos empezado un
par de das atrs. Aunque por otra parte, me daba cierto miedo encontrrmela.
Al llegar, todas mis amigas tomaron posiciones alrededor del crculo que ya se haba formado
alrededor de las latas de cerveza. Todos nos conocamos desde haca muchos aos, aunque al
llegar una edad, los dos grupos nos distanciamos bastante por aquello de que ellos iban a
discotecas donde nosotras no podamos entrar. De hecho, mis primeros recuerdos de los
veranos que pasamos aqu estn ligados a amigas de mi hermano pelendose para jugar
conmigo, a quien haban proclamado su mueca preferida.
-Maca! Aqu hay un espacio vacome hizo saber Fernando, un pesado que no se daba porenterado, a viva voz.
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-Sintate aqu mejor, que t y yo tenemos que ponernos al daintervino Carla dando un par
de palmaditas a la toalla que estaba extendida a su lado.
-Muchas graciasle murmur en una sonrisa agradecida por el gesto, aunque lo cierto era que
tampoco me apeteca demasiado sentarme con ella. No poda negarse que era buena chica,
pero en ocasiones poda llegar a ser muy cansina.
-De nada. Total, me han dejado solacontest encogindose de hombros mientras sealaba la
construccin rocosa detrs de la cual la gente sola ir a darse el lote-. Patricia y Esther han
congeniado muy rpido por lo que se ve. Por cierto, muy maja esa chica Estudia medicina
contigo, no?
-Srespond sin ningunas ganas de seguir con aquella conversacin.
-Pues no entiendo porque no la haba visto antes -sigui sin entender mi mensaje-. Y la cosa
es que yo no saba que a Patricia tambin le iba este rollo, pero que a m me parece genial,
eh? Pero no s, me ha sorprendido T qu crees?
-Yo tampoco tena ni ideacontest ya completamente hastiada.
-En serio? Y yo que estaba convencida de que vosotras tenis como una especie de radar para
estas cosas -prosigui pensativa.
-Perdona?dije yo empezando a mosquearme.
-Mujer, no irs ahora a sorprenderte de que sepa que eres lesbiana. Mi prima me ha dado muy
buenas referencias de ti
-Quin?
-Marta, es mi prima. Me cont que os conocisteis en una fiesta har un par de das. La cosa es
que estaba bastante preocupada porque no contestabas a sus llamadas
-Anda! Marta es tu prima? Qu pequeo es el mundo, eh?exclam tratando de sonar
entusiasmada con la idea-. Precisamente hoy he ido a que me arreglen el mvil porque desde
ayer que no se me enciende
-Qu mala suerte! Oye, pues si quieres te doy su nmero y as puedes llamarla y quedis. La
verdad es que cuando me cont lo vuestro, como que me choc, pero ahora que lo pienso enfro, hacis una pareja estupenda
-Bueno, ya si eso ms tarde, eh?la cort temiendo que empezara a hablar de vestidos de
novia y cenas familiares-. Me voy a hablar un poco con Claudia que la veo un tanto aburridilla
-aad escapando rpidamente de sus garras.
Al final, result que aquella haba acabado siendo la peor de las excusas que poda haberme
inventado, puesto que mi amiga se encontraba totalmente enfrascada en una interesante
conversacin con un conocido de mi hermano. Supongo que tratando de poner celoso al
susodicho. As que cuando trat de acercarme a ella, recib a cambio una mirada fulminante
que me disuadi de todo acercamiento e hizo que diera media vuelta. Pero la idea de volver
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sobre mis pasos no me atraa lo ms mnimo, as que me cog una cerveza del montn y
empec a andar sin ningn rumbo fijo.
No tena ninguna estrategia en mente y, creedme cuando digo que lo que menos me apeteca
en aquellos momentos era encontrarme a Esther en segn qu situaciones; pero lo nico que
quera era que el tiempo pasara ms rpido y lo nico que se me ocurri fue ir hacia las rocas.Mi idea inicial era andar un rato para desentumecerme las piernas que, al haberlas tenido
tanto rato dobladas debajo de mi cuerpo, se me haban quedado dormidas. Sin embargo, al
llegar ah no se me ocurri nada ms que empezar a escalar las cuatro rocas que constituyen
toda la separacin con el resto de la playa. Es curioso, porque no haba dejado de pensar en
Esther en todo el trayecto hacia all, pero en aquel momento ni se me pas por la cabeza lo
que me encontrara a continuacin.
Al llegar arriba, una oleada de viento impact contra mi cara haciendo que me despertase de
mi ensimismamiento de forma brusca. Fue entonces cuando me di realmente cuenta de donde
estaba. Mis ojos, en un acto masoquista, enfocaron hacia la arena que se encontraba al otro
lado, topndose con algo que jams hubiese querido ver: el cuerpo de Esther parcialmentedesnudo, aunque cubierto por un cuerpo que no era el mo. Mis pupilas se centraron en su
boca semiabierta, cuyos labios, que presum resecos, dejaban escapar el aire que no poda
retener en su interior. De repente y sin avisar, un nudo se instal en mi cuello, impidiendo que
la oleada de rabia que haba empezado en la boca de mi estmago pudiese escaparse de mi
cuerpo. En aquellos momentos, slo pude sentir odio, una sensacin homicida que hizo que
me asustara de m misma y de aquellos instintos animales que amenazaban por desbordarme.
Odio hacia ella, hacia Patricia pero, sobre todo, hacia mi propia persona. Odio por no haberme
permitido acabar lo que empec, por no haberme dejado disfrutar de lo que haba tenido y,
principalmente, por lo que haba dejado escapar y que, a diferencia de otras veces, en aquel
instante no me consideraba digna de tener.
De pronto, los ojos de Esther se abrieron de par en par, como si hubiese sentido mi presencia.
Supongo que se qued pasmada como mnimo. Al menos yo lo hubiese hecho de haber estado
en su misma situacin. En aquel momento, mi odio era tal que slo pude dejarlo escapar con
una sonrisa parcial llena de cinismo.
Al fin, mis piernas volvieron a ser otra parte ms del conjunto de mi cuerpo, no una zona
autnoma y dependiente que segua sus propias normas. De repente, decidieron cumplir las
rdenes que mi cerebro les haba mandado repetidamente: alejarse de all lo ms rpidamente
posible. En mi recuerdo, aquel momento se alarg durante un largo perodo de tiempo, horas
quizs; pero en realidad soy y fui consciente de que todo se desarroll en apenas unos
segundos.
Durante el camino de vuelta, anduve como una autmata, sin ser realmente consciente de lo
que haca. Al llegar junto al resto del grupo, me sent algo alejada de ellos, apenas unos
metros, pero lo suficiente como para pasar desapercibida y que nadie se acercase a m. Poco
ms de cinco minutos ms tarde y sin ningunas ganas de tener que ver a Esther despus de lo
que haba presenciado, me march de all sin ni siquiera despedirme de nadie.
A la maana siguiente un fuerte dolor de cabeza me recibi como la primera sensacin del
nuevo da. Gru con hasto mientras intentaba calmarlo con algo fro, solucin que
normalmente funcionaba. Sin embargo, el calor de aquel verano provocaba que mi habitacin
fuese un espacio muy parecido a un horno, por lo que no me qued ms remedio quelevantarme e ir a por una pastilla. Al salir de mi dormitorio, una desagradable luminosidad
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provocada por el hecho de que el sol estuviera en su punto lgido, contrast con la cmoda
oscuridad que reinaba en mi habitacin.
Al llegar al bao y abrir el armario donde mi madre guardaba el arsenal de medicamentos que
haba en casa, la desazn me invadi al no encontrar nada que pudiera serme til para el
problema que me ocupaba: tena al menos cinco tipos de Compeed entre los que elegir, losdiferentes medicamentos que mi padre se tomaba para sus problemas de presin, cido rico
y no s cuantas cosas ms, varios jarabes para la tos -la mayora probablemente caducados- y
algn bote de antibitico. Sal a toda prisa del bao en busca de mi madre y, por tanto, de los
analgsicos pero, por ms que busqu en su habitacin, el comedor y la terraza, no haba seal
alguna de ellos.
-Han salido a dar una vueltame inform mi hermano sentado delante de un vaso enorme de
zumo de naranja, cuando entr en la cocina.
-Se sabe si tardarn mucho?
-Por? Necesitas algo?
-Me duele la cabezale contest de forma escueta.
-Tomarepuso l tendindome una caja de analgsicos que, supongo, l haba cogido para
aliviar su resaca.
-Tanto te cuesta coger una pastilla y dejar la puta caja donde se supone que tiene que estar?
Joder, siempre haces lo mismo y luego me tengo que pasar media hora buscando las cosas que
t has dejado desperdigadas por ahle espet malhumorada.
-Y el mal humor se debe a? se limit a preguntar l sin inmutarse.
-A que he dormido mal y poco.
-Eso te pasa por ir haciendo el tonto.
-Ahora mismo lo ltimo que me apetece es un sermn sobre valores ticos y morales, vale?
-Como t quieras, pero eres tan consciente como yo de que hacerlo peor de cmo lo ests
haciendo es muy difcil.
-Creo que ya te he dicho que te metieras en tus asuntos
-Y te hara caso si viera que, a pesar de estar actuando mal, eres feliz. Pero lo peor es que no lo
eres. Quizs el fin justifique los medios, pero si sigues con estos medios slo conseguirs
hacerte dao a ti misma y al resto.
-Realmente me parece surrealista estar recibiendo lecciones en esta materia de alguien como
t.
-Quizs, pero todava me parece ms surrealista tu comportamiento. Qu te ha pasado,
Maca? T no eras as.
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-Bueno, todos cambiamoscontest con indiferencia mientras me daba la vuelta para salir de
all.
No tard ni dos minutos en salir del piso y encaminarme hacia la piscina donde esperaba
encontrar a mis amigas. Las conoca desde haca muchos aos y saba que a pesar de la resaca,
podra ms su deseo de estar morenas a lo mal que pudieran encontrarse. Sin embargo,supona que no llegaran hasta la una del medioda ms o menos, para lo que quedaban
todava unos veinte minutos. Cul fue mi sorpresa al encontrarme a Claudia y a Ana tumbadas
en una parte del jardn donde podan estar parcialmente a la sombra gracias a los frondosos
rboles y, por lo que pareca, estaban manteniendo una conversacin de lo ms interesante.
-Buenos dassalud todava con voz soolienta.
-Hija, traes una cara de demacrada que das ascome espet Ana con su franqueza habitual-.
Saliste por tu cuenta?
-Yo tambin te quiero. No, que va, me vine para casa pero esta noche he dormido fatal.
-Espero que eso no tenga que ver con cierta estudiante de medicina que ahora mismo est
saliendo de aqu acompaada por tu atractivo hermano, no?solt mi amiga sabiendo que
nos estaba provocando tanto a m como a Claudia.
-La ta podra quedarse en su acera tranquilamente sin molestar a los dems, no?murmur
sta con enfado, claramente pensando en alto-. Qu? Es que la chica primero que si soy
lesbiana, despus que si tonteo con Jero Joder, que se aclare de una vez y deja de tocar las
narices!prosigui al saberse descubierta.
-Y t, Maca, qu opinas?
-A m me da absolutamente igual lo que hagan o dejen de hacer.
-Pues hay una cosa que no entiendointervino una voz cansada justo detrs de m que yo
reconoc como la de mi amiga Clara quien es, si cabe, todava ms sincera y directa que Ana-.
Ayer, cuando hablabas con Carla te marchaste como enfadada hacia las rocas y, al volver, tu
cara pareca la de un fantasma. Y despus te fuiste sin ni siquiera despedirte de nosotras
-Y cul es el problema?la interrump con impaciencia, temiendo por donde iran los tiros.
-Ninguno, pero estuvimos hablando con Ana y llegamos a la conclusin de que lo que te dijoCarla te sent mal y que, lo que viste en las rocas te sent peor.
-Muy bien, Sherlock. Algo ms?
-Pues s, mi querido Watson. Cuando te fuiste nos preguntamos qu sera ese tema que tanto
te haba afectado, porque obviamente ambas cosas estaban relacionadas. Pero luego
aparecieron Esther y Patricia con un aspecto que digamos no dejaba mucho lugar a dudas
sobre lo que haban estado haciendo As que nos qued bastante claro cul era el tema que
te afectaba. Por eso mismo no entiendo porque te da absolutamente igual lo que hagan o
dejen de hacer.
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En aquel momento me supe descubierta, como si me hubiesen pillado con las manos en la
masa. Sin saber por qu estaba avergonzada de m misma, odiaba ser tan transparente y me
senta tremendamente vulnerable. No supe qu contestar, me dio miedo a decir lo que
realmente senta y pasaba por mi cabeza. Pens que sonara todava ms ridculo de lo que ya
sonaba en mis propios pensamientos.
-De qu tienes miedo, Maca?intervino Claudia quien, hasta el momento, haba
permanecido ajena a la conversacin.
-A no saber qu pasara en la facultad si llegan a saber que
-Mira, jams podrs estar al cien por cien segura de algo. Es imposible tener siempre las cosas
bajo control y, si lo consigues, no podrs llegar a vivir.
-Lo que no entiendo es dnde est el problema con que los de tu universidad sepan que eres
lesbiana. Todos los de aqu lo sabemos y no pasa nadaopin Clara.
-No quiero volver a ser la comidilla otra vez. Ya lo fui durante el colegio y no es nada
agradable. Ahora la gente me respeta y
-Pero es que no todo es el respeto y el miedo. Es mucho mejor que la gente te trate bien
porque te aprecian que porque te teman o por tener la fama de mala pcora que tienes.
Adems, estamos hablando de gente diferente y con un grado de madurez que se presume
mnimo.
-Me ests diciendo que le diga a Esther lo que hay? Realmente crees que con esto voy a
solucionar algo? Probablemente me odia.
-Quizs. Tampoco puedes estar segura de eso. Demustrale como eres realmente; como eres
con nosotras y luego, puede que consigas algo.
-Soy incapaz de hacer eso y no pienso hacerlo.
-Entonces sers infeliz toda tu vida.
Me qued muda ante aquellas palabras. Era la segunda vez que las haba odo en una sola
maana y, en ambas ocasiones haban ido destinadas hacia mi persona. Todava no entiendo
por qu pero escuchar aquello por segunda vez me doli ms que la primera. Ser por aquello
de que si todos tienen un problema contigo debe ser porque el problema es, en el fondo, tuyo.Aquel da algo cambi en m; una parte de mi cerebro hizo click y se activ.
A pesar de que ya era plenamente consciente de lo que senta y de una pequea parte de m
haba cambiado, mi comportamiento vari muy poco a ojos de la mayora de las personas que
me rodeaban: apenas Ana y Clara. La obsesin de Claudia para con mi hermano pareca que
haba vuelto a nacer aquel ao, tras un par en los que pareca estar en stand-by. De hecho, a
todas nos pareca que cada da estaba ms enloquecida y paranoica con el tema.
Respecto al tema de Esther, se puede decir que ambas acordamos de forma tcita que
fingiramos no conocernos. Tal fue dicha ficcin que, incluso cuando nos cruzbamos por el
pasillo del edificio, pasando a pocos centmetros la una de la otra, ni siquiera nos saludbamos.Bueno, yo s lo haca, pero en aquellos momentos no poda evitar que una imagen
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torturante de ella detrs de aquellas rocas apareciese en mi mente. De hecho, en aquel par de
semanas no pas un da o, incluso una hora, en la que ese momento horrible no acuda a mis
recuerdos. Ni siquiera cuando dorma poda librarme de l, ya que eran constantes las
pesadillas sobre el tema.
En ms de una ocasin estuve a punto de acercarme a ella o de detenerla cuando noscruzbamos, pero al abrir al boca o, simplemente al pensar una buena forma de empezar una
conversacin, mi mente se quedaba en blanco. En ms de una ocasin se me ocurri la
estpida idea de apuntar en algn papel un discurso lo suficientemente bueno como para
convencerla de que perdonarme era una buena idea, pero al momento lo descartaba.
Y as transcurrieron las tres semanas que quedaban para que ella volviese a casa, o eso me
haba contado mi hermano una maana de haca unos cuantos das como quien no quiere la
cosa. Era consciente de que el tiempo se escurra como agua entre mis dedos y que, si all
lugar que consideraba mi terreno- era incapaz de intentar un mero acercamiento, en la
universidad no me atrevera ni a estar a menos de cinco metros de ella.
Por otra parte, pareca que Esther se lo pasaba en grande con Patricia quien, por otra parte,
haba pasado a caerme realmente gorda. Algo ciertamente preocupante, puesto que siempre
haba sido una de las amigas de mi hermano que mejor me haba cado siempre. Las salidas de
mis amigas con el grupo de Jero se haban hecho ms escasas debido a la alergia que yo tena a
la simple idea de encontrarme con otra imagen como la que ya haba visto. Sin embargo,
cuando la tozudez de Claudia llegaba a su punto ms lgido, hasta ese estado insoportable que
ninguna nos veamos capaces de aguantar, acababa cediendo e bamos a la cala donde estaban
ellos siempre.
Y aquella noche fue una de esas en las que Claudia se puso muy pesadita con el tema Jero.
Aquella misma tarde, habamos decidido que, aprovechando que los padres de Ana estaranfuera todo el fin de semana, ocuparamos su piso y montaramos lo que Clara bautiz como
la fiesta de pijamas anual, lo que se supona tendra que ser una tradicin a partir de
entonces.
-Pero esto no nos ha cogido un poquito mayorcitas?me atrev a comentar.
-Bueno, pues la fiesta de pijamas ser una noche con alcohol, Sing Star y unas cuantas partidas
de Pictionary.
-Ni de coa! A eso no juego que siempre pierdose quej Ana.
-Si slo fuese a eso
Y as planeamos la noche, aunque finalmente no acab saliendo exactamente as.
Probablemente sea una de las personas que peor cante sobre la faz de la tierra; jams, ni
siquiera con todas las clases de solfeo a las que mis padres me haban obligado a ir, haba
conseguido afinar las notas de ninguna cancin. Entre eso y la vergenza que me daba el
simple hecho de pensar en cantar en pblico, me pimpl prcticamente una botella de vino yo
solita. Antes de cenar. As que casi 750 mililitros de un vino blanco que le robamos al padre de
Ana, fue a parar a mi estmago vaco. Obviamente, a esa cantidad le sigui otro tanto pero de
un grado bastante superior. Por ello, cuando Claudia empez a insistir a m ya me daba igual
qu hacer o a dnde ir. Una hora ms tarde, llegamos a la cala en un estado ms quelamentable.
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-Anda! Mirad quin est allexclam con una voz demasiado pastosa refirindome a Esther
que, en aquellos momentos, se encontraba charlando animadamente con Patricia.
-Comprtate, vale?me advirti Ana con miedo.
-Cundo no he hecho yo eso?pregunt ofendida siguiendo mi camino, directa a las botellasde alcohol donde estaban Fer y Marcos.
-Promteme que no hars ninguna tonterame pidi cogindome del brazo y obligndome a
mirarla-. Maca, va en serio.
-Y yo tambinrespond zafndome de su mano-. Hola, chicos!
Quizs lo de la fiesta de pijamas no haba sido jamsni lleg a ser- una tradicin de cada
verano, pero lo que s lo haba sido siempre era el que Fernando revoloteara como un
moscardn alrededor de m, cada vez que me vea. Como tantas otras veces, no lo busqu,
sino que fue l el que se acerc tendindome, solcito, un vaso de plstico lleno con algn tipode alcohol mezclado con un refresco. Instintivamente, mis ojos buscaron a Esther quien, en
aquel momento, estall en una sonora carcajada producto de un comentario de Patricia. Hasta
mucho despus no sabra que ella, al igual que yo, estaba en plena interpretacin de su papel,
actuacin que bien hubiese merecido un Oscar. Pero en aquel instante slo pude verla
contenta con otra persona y con unos ojos risueos que evidenciaban que lo estaba pasando
en grande, mientras que cuando me miraban a m, se tean de una seriedad pasmosa. En
aquel momento, probablemente a causa del alcohol que empez a ejercer un efecto depresor
en m, mi cerebro se dijo que yo jams podra hacerla feliz teniendo en cuenta que ni poda
lograrlo con mi propia persona. Podr sonar inmaduro, estpido y mil adjetivos peyorativos
que a m misma se me han ido ocurriendo a lo largo del tiempo, pero as sucedieron las cosas
y, tal y como me ha enseado la vida, as reaccionamos los seres humanos: de forma irracionalcuando la situacin requerira lo contrario. As, al contrario que tantas otras veces, me vi
aceptando tcitamente con mi silencio la compaa de Fernando y, ni siquiera me inmut
cuando empez a acercarse ms de la cuenta y de lo estrictamente prudente. Creo que ni
siquiera se dio cuenta de que haba empezado a besar el cuello de un ser inerte, cuya mente
estaba en otro lugar muy lejos de all.
-No sabes el tiempo que llevo esperando estome susurr al odo, haciendo que un escalofro
nada agradable recorriera mi cuerpo.
Ante aquellas palabras, mi cuerpo reaccion de forma autnoma, de un modo bastante
inteligente aunque extrao: se apart unos centmetros de l. Era curioso como mis instintosms bsicos por encima de mi cerebro, aun estando afectados por la ingesta de alcohol,
seguan sabiendo que aquello no estaba bien. Quisieron advertirme de que me estaba
equivocando y, ante mi apata, dejaron de intentarlo.
-He dicho algo malo?se preocup Fernando.
En aquel momento, me pareci como si despertase de un largo letargo y mis pupilas volvieron
a centrarse en las figuras en movimiento que estaban a mi alrededor. Como siempre, no
tardaron mucho en dar con Esther, quien segua hablando con Patricia incluso de forma ms
efusiva de lo que lo haba hecho unos instantes antes. Era curioso que, a pesar de todo el
gritero y el barullo provocados por el resto de los presentes, yo slo poda or sus carcajadas.Quizs fuese, como ella misma me cont ms tarde, porque esa misma era su intencin.
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Pero yo no lo saba, as que me limit a abrir la boca y a dejar que un mero monoslabo se
escapase por entre mis labios. No. Eso le dio a Fer las razones suficientes para seguir, algo
que obviamente hizo. En mi estado ausento de todo, no me di cuenta como Esther se alejaba
de su amiguita y se diriga hacia un punto no muy lejos de donde nos encontrbamos nosotros.
SU pongo que si lo hubiese intentado, habra podido escuchar fcilmente la conversacin que
mantuvo con mi hermano en el mismo lugar. Eso habra sido esclarecedor y me habraahorrado una buena dosis de las tonteras y estupideces que despus salieron de mi boca;
pero siempre me quedar el consuelo de que de los errores se aprende. Tampoco me percat
de cmo Esther se sentaba junto a Claudia y ambas mantenan una conversacin que acab
por ser bastante amistosa y centrada en mi persona.
No. Yo estaba en un mundo paralelo a aquel, en un lugar donde no era Fernando el que segua
besando mi cuello, ni tampoco el que, finalmente, me besaba con frenes. De pronto, not
como una mano tiraba de m y me apartaba de Fer con brusquedad.
-Se puede saber qu coo ests haciendo?me inquiri Claudia en un susurro enfadado para
que el chico no pudiera ornos.
-Me parece que est bastante clarocontest con una voz cada vez ms pastosa, notando
como me costaba vocalizar.
-No me vaciles, vale? Quieres hacer el favor de dejar de hacer el tonto? Joder, Maca, y
encima con Esther delante de ti
-Mira, a esa no creo que le importe lo ms mnimola cort a la vez que me soltaba de ella y
volva con Fernando que no saba exactamente qu hacer.- Vmonos de aqu, que hay ciertas
personas a las que les gusta demasiado meterse en las vidas ajenas.
Sin ser consciente de lo que le daba a entender tanto a Fer como al resto, me dirig decidida
hacia las rocas. A pesar de lo dicho con palabras, mi intencin era irme yo y alejarme de todos,
incluido l. Pero lejos de entender mis intenciones, las malinterpret totalmente; algo que, por
otra parte, fue normal. No obstante, al empezar a intentar escalar las rocas que me separar de
mi ansiada tranquilidad, mi mano se encontr con otra que, solcita, me ayud en mi
propsito. Me gir sorprendida y confundida para encontrarme con el rostro preocupado y
amable de Fernando. Fue entonces cuando realmente me di cuenta de que poda llegar a
hacerle mucho dao a ese pobre chico, cuyo nico problema era estar enamorado de m.
-Oye, yo no -empec tratando de buscar una buena manera para que mis palabras sonaran lo
mejor posible.
-Lo s, lo s. De todas formas, jams sera tan capullo como para aprovecharme de ti en tu
estado. Si t quieres me gustara estar contigo, slo sentados el uno al lado del otro.
Me vi tentada de decirle que no se hiciera ilusiones, que lo que l quera no ocurrira jams.
Pero, primero, no me vi capaz y, segundo, vi en sus ojos que l ya lo saba. As que
simplemente sonre y segu mi camino. Al llegar arriba, estaba tan cansada que me vi obligada
a sentarme en la primera roca mnimamente plana que encontr; aquella vez me haba
costado horrores hacer lo que en otras ocasiones haca fcilmente. Me sent aliviada al sentir
una suave brisa acariciar mi cara, librndome de el estado letrgico en el que haba estado
sumida la ltima hora.
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-Bajamos?propuso l unos cinco minutos ms tarde.
Asent y proseguimos con el descenso de aquellas malditas rocas. Al llegar abajo, el terror me
invadi al encontrarme con algo que hasta el momento haba permanecido oculto por las
sombras y la oscuridad: el cuerpo de Esther tumbado en la arena. Mi primera reaccin fue
mirar alrededor en busca de Patricia, pero sta no se encontraba all o, al menos, no estabadentro de mi campo de visin. Y mi yo malvolo volvi a salir antes de que ni siquiera pudiera
sentirme vulnerable.
-Vaya, te hemos interrumpido en un solitario?solt sorprendindome a m misma de la poca
capacidad de vocalizar que pareca tener. Haba olvidado por completo que estaba ms que
borracha.
-Pues mira, s. Sabes qu pasa? Que yo me los hago en la cabeza.
-Lo que yo te deca, ms rara que un perro verdeno se me ocurri otra cosa que soltarle a
Fernando que, a esas alturas, haba decidido no acabar de bajar las ltimas rocas que lequedaban para llegar a la arena.
-Yo mejor me voyse excus l rpidamente, dndose la vuelta y subiendo aquella pared con
una facilidad pasmosa.
-Parece que a la gente le va lo de dejarte a medias, eh?o a mis espaldas, provocando que
me girase y me encontrase con esos ojos que empezaban a ser mi pesadilla.
-No te creas, por suerte no todas las tas de este mundo son como t.
-Ya te gustara a ti
-Bueno, tengo que reconocer que eso de que babeen a mi paso tambin me gusta.
-No soy yo la que tiene que liarse con un to que no le gusta para darse importanciame
espet con una sonrisita que, junto con su tranquilidad, hicieron que perdiera los nervios.
Aquella simple frase haba hecho que me sintiera del todo descubierta.
-Yo no
-Oh, s! Claro que lo haces. E incluso te dir porque: no soportas que yo pueda tirarme a otras
y pasrmelo bien, mientras t tienes que seguir con esa pose tuya de superioridad ypasotismo
-Yo puedo tirarme a quien me d la ganala cort ya enfadada por su clara superioridad de
argumentos.
-Y por qu no lo haces? En serio, Maca, me encantara saber por qu noche tras noche te
quedas sentada, emborrachndote mientras finges que te lo pasas bien con tus amigas y me
sigues con la mirada cuando yo me voy con Patricia
-Y te la follas pensando en mfue lo nico que se me ocurri decir, ofuscada como estaba por
cmo se estaba desarrollando todo-. Acaso crees que no me di cuenta de cmo me mirabasese da? Me lo estabas haciendo a m, no a ella.
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-Al menos yo tengo a alguien con quien desahogarme y no me mortifico en mi soledad
autoimpuesta.
-Que te jodan.
-Eso es lo que te gustara, verdad? Que me jodieran mientras t te quedas mirando. Lo mismoque haces con tu propia vida: mirar desde lo lejos. No s cmo pudiste llegar a gustarme ni
siquiera un solo momento, eres pattica y lo nico que me inspiras ahora mismo es pena.
No lo vi venir y, obviamente ella tampoco. De pronto, toda mi ofuscacin, todo mi enfado con
el mundo, con ella y conmigo misma, todo mi ser se desplazaron a mi brazo. Esta parte de mi
cuerpo, tom vida propia sin yo ordenrselo y, dibujando una lnea casi perfecta de forma
ascendente, descendi a gran velocidad formando un arco hasta impactar contra su mejilla
izquierda. Vi a cmara lenta como su cabeza se giraba hacia su derecha mientras mi mano la
acompaaba en el trayecto. La palma de mi mano empez a doler a horrores, me quemaba
como si la hubiese puesto en una plancha caliente. Justo en ese momento, mi brazo perdi esa
fuerza independiente y se volvi a su estado inerte, colgando de mi hombro.
-Lo siento, lo sientome disculp en cuanto fui consciente de lo que realmente haba pasado-.
Yo No s qu me ha pasado No soy as, jams haba
No me lo poda creer. No es que me considere una persona totalmente contraria a la violencia,
porque siempre he opinado que, en ciertas ocasiones, puede ser justificable. Pero aquella no
era, definitivamente, una de esas. Supe que haba llegado a un punto de inflexin: o cambiaba
o yo misma me conducira hacia la autodestruccin. Sin saber cmo ni por qu, mis mejillas
empezaron a humedecerse y, fue entonces, cuando me di cuenta de que estaba llorando.
Inmediatamente me sequ las lgrimas, ms como acto reflejo que por el que Esther pudiese
estar enfrente de m.
Pocos segundos ms tarde, mi cuerpo se tens completamente al notar como unos brazos lo
rodeaba y otro se pegaba a l. Sorprendida y perpleja por la reaccin de Esther fui incapaz de
moverme y responder a ese gesto. Aunque al cabo de un breve instante, me di cuenta de lo
cmoda que me senta en aquel momento.
-No tengo ni idea de lo que se supone que tengo que hacer ahoraslo pude decir en un
susurro.
-En primer lugar, estara bien que no volvieras a hacer esto, aunque enGildaquedara muy
bien, en el fondo duele bastante. Y bueno, a m me apetece darme un bao. Hace el calorsuficiente como para hacerlocontest dejndome completamente fuera de juego.
En aquel momento me dio la sensacin de que aquella chica jams dejara de sorprenderme,
algo que con el tiempo se ha visto confirmado. No pude ms que sonrer por lo extraas que
me parecan sus reacciones y por lo bien que me hacan sentir a m. Me pareca curioso como
una persona tan transparente y cuyos pensamientos se perciban tan fcilmente, poda llegar a
ser tan fuerte y mantenerse tan entera en las situaciones ms lmites. Porque estoy contenta
conmigo misma y s que tengo razn me dijo un da cuando se lo pregunt. Observando
cmo se desnudaba a toda prisa, me di cuenta de lo que podra ser Esther en un futuro para m
y, sorprendentemente, no me entr el pnico al imaginrmelo. Mi sonrisa se ampli al ver
cmo, corriendo, se zambulla en el agua que, supuse deba estar helada. Negu con la cabezadivertida cuando empez a nadar en pequeos crculos para entrar en calor y, empec a
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desvestirme para unirme a ella. Una cosa era haberme librado de la coraza, pero otra muy
diferente era quedarme sin orgullo. Sin demasiado convencimiento me acerqu al agua y,
cuando mis pies entraron en contacto con ella no pude evitar un respingo que provoc una
carcajada de Esther. Envalentonada, no lo dud ms y la imit, nadando hasta llegar a su lado.
-Qu? Acaso no me creas capaz?
-Pues no.
-Menudo concepto tienes de msolt sin pensar, aunque al instante me vinieron a la cabeza
las palabras que habamos intercambiado minutos antes.
-Te hace una carrera?me propuso, supongo que para cortar el silencio que se haba
impuesto.
Acept con un asentimiento de la cabeza. No tard mucho en adelantarla, algo no muy difcil
teniendo en cuenta que, a pesar de que ella no nadaba mal, yo haba estado en el equipo decompeticin del colegio. Mientras nadaba no poda quitarme de la cabeza la idea de que
Esther con muy poco haba conseguido hacerme sentir mejor de lo que nadie antes haba
logrado. Se notaba que lo intentaba, pero tambin pareca tener un don natural para ello.
Cuando apenas me quedaban unos metros para alcanzar la improvisada meta, reduje el ritmo
de mis brazadas. Fue un impulso no pensado ni planeado, pero creo que fue mi manera de
decirle que ella me superaba prcticamente en todo. Al detenerme, me di cuenta que ambas
estbamos peligrosamente cerca y, a decir verdad, no opuse demasiada resistencia; es ms,
me acerqu a ella un par de centmetros aprovechando que todava estaba de espaldas a m.
Sonre al ver como se giraba sofocada y cansada por el esfuerzo hecho. Pero mi mueca se
torn en seriedad al identificar el gesto interrogante de su cara. Si tuviera que elegir los tresmejores momentos de mi vida, probablemente aqul sera uno de los a contemplar. Hubo algo
mgico que no puedo explicar, quizs fue aquel agua, que ya no me pareca tan fra, meciendo
nuestros cuerpos al son de las olas; quizs la brisa clida; quizs la luna, pero probablemente
fue su rostro el que me impuls a acercarme a ella y a abrazarla. Cuando ella cerr los ojos,
supe con certeza lo que se esperaba de m, y lo hice. Inclin ligeramente mi cabeza y un
nuestros labios en un beso que dur ms de lo previsto.
-Eres mucho mejor que yo en la mayora de las cosasle susurr al odo.
Deba ser lo que ella esperaba or, porque su respuesta fue estrechar nuestro abrazo. Sent
como mi lvido despertaba ante el contacto de su cuerpo desnudo contra el mo pero, a decirverdad, me apeteca todava ms quedarme abrazada a ella. Por lo visto, aquello no fue muy
buena idea, puesto que a los pocos minutos, ambas empezamos a tiritar. Sin embargo, a pesar
del fro, mi lvido segua all, insistiendo a causa de las semanas de abstencin con las que la
haba castigado. As que desde que sali del agua no pude evitar fijar mi mirada en su cuerpo,
incluso cuando empez a vestirse. Ensimismada en el espectculo, no me di cuenta de que se
ergua, por lo que me pill in fraganti con los ojos puestos en sus pechos.
-Ni una palabra al respectome advirti medio avergonzada medio enfadada apuntndome
con el dedo; al percatarse de sus pezones estaban descaradamente erectos.
-Ni se me ocurriracontest con una sonrisa divertida, mientras empezaba a vestirme.
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Consciente de que ahora era ya lo observada, procur tardar el mximo posible en ponerme
cada prenda, revisando varias veces si estaban del derecho o del revs. Estuve a punto de
delatarme con una carcajada cuando me lleg un suspiro impaciente de ella. Finalmente,
empezamos a dirigirnos hacia las rocas. Antes de llegar, entrelac mis dedos con los suyos.
Algo bastante poco prctico para subir, ahora que lo pienso, y ms teniendo en cuenta que, a
pesar de que el bao le haba sentado bien a mi borrachera, todava iba un tanto tocada.
-Sabes? Me alegra no haber sido la nica que se ha puesto como una moto antesno pude
evitar susurrarle.
Aunque lo tena ms que asumido, no pude evitar que me molestase ser el centro de atencin.
Siempre me haba molestado que la gente se metiese en las vidas ajenas y, jams haba
entendido como alguien poda pasarse horas hablando de cotilleos sin parar. A pesar de ello,
cuando mis ojos se encontraron con los de Fernando, todo mi malestar se convirti en algo
parecido a la vergenza. No haba actuado bien con alguien que mereca todo lo contrario y,
eso mismo me demostr cuando, en vez de girarme la cara, me sonri indulgente. Sin
embargo, ignor completamente la cara de cachondeo de mi hermano y la ceja arqueada quelo demostraba.
-Qu, te la has tirado ya o qu?me susurra Ana con una mezcla de desaprobacin y de
cuntamelo-ya-y-con-todo-tipo-de-detalles.
-No seas bruta, andale espet yo mientras llenaba dos vasos con lo que queda de refresco. Lo
ltimo que me apetece y conviene ahora mismo es ms cantidad de alcohol.- Y haced el favor
de apartar a Claudia de Marcos antes de que haga una tontera.
Ante la ofendida mirada de mi amiga, me di la vuelta y me dirig hacia las toallas que estaban
extendidas en la arena y me sent en la que estaba ms cerca de Esther. Queriendo avisarla demi presencia, tir de su mano para que me imitara. Se puede decir que aquella noche fue
importante en el devenir de mi vida, puesto que, adems de todo lo acontecido hasta el
momento, tambin hice uno de los descubrimientos ms importantes que he hecho a lo largo
de mi vida: la atraccin que tena sobre m su cuello y lo mucho que me gustaba estar perdida
en l.
-Me he olvidado un vaso detrs de las rocasme anunci de repente.
-Y?fue mi respuesta, sin salir de mi escondite.
-Pues que no me gusta dejar las cosas tiradas por ahse justific apartndose unoscentmetros.
-Pues quin lo dirasolt medio enfadada por haberme dejado sin mi pasatiempo favorito.-
Te hace gracia? Porque a m no, eh?
-No mientas. S que te encant
-Lo que t digas Bueno, la verdad es que se me ocurren un par de cosas que podemos hacer
para que el viaje no sea en vano
-Un poquito calenturienta me has salido t, eh?
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-La culpa es tuya, que me provocas.
Sin decir mucho ms, nos levantamos y volvimos a hacer por tercera vez el tramo de playa que
haba entre las rocas.
-Qu esperas de m, Maca?me pregunt a medio camino, haciendo que yo me detuviera derepente.
-Slo quiero no separarme de ti esta ltima semana que te queda aqu y bueno, todava nos
quedan dos largos aos por delante para discutir sobre nuestros planes de futuro Eso s, yo
quiero un perro, pero de esos grandes, eh?contest tratando de no sonar muy
trascendental y de no asustarla.
-Ya
-Tampoco estara nada mal que me dejaras tus apuntes a partir de ahoraaad entre risas,
abrazndola para evitar que me diera la colleja que me mereca.
Al final, las rocas s sirvieron para algo til y, aunque me avergence admitirlo, al fin pude
estrenarme en su uso. No pienso entrar en detalles morbosos al respecto, si me negu a
hacerlo con mis amigas, me parece menos apropiado an hacerlo aqu. Lo que s puedo decir,
es que a la maana siguiente, cuando nos levantamos en mi casa, a ninguna de las dos nos
caba la sonrisa en la cara. Quizs por primera vez en mi vida, pude decir que no slo estaba
contenta, sino que me senta feliz. Una sensacin quizs demasiado efmera, pero desde
entonces puedo decir que prefiero haberme arriesgado a vivir aquello a seguir viviendo lo que
hasta el momento haba sido mi vida. Quizs no habra sufrido tanto como lo he hecho a lo
largo de mi vida, pero tampoco habra sido lo feliz que he sido. No habra vivido slo por
cobarda.
EPLOGO
Aunque parezca que todo ocurriese hace apenas unos das y de la claridad de mis recuerdos,
aquel verano transcurri hace catorce aos. Como es lgico, en este tiempo han pasado
muchas cosas, tantas que, enumerarlas, me sera prcticamente imposible, ya que, en mi
recuerdo, algunas han sido sustituidas por otras. Obviamente, ni el da de nuestra boda ni el
del nacimiento de nuestro hijo entran en ese grupo.
Precisamente ahora estoy con l, a quien le pusimos Pedro y al que creo que llamaremos
Pedrito hasta que se me case con cualquier lagarta. Giro mi cabeza hacia la silla de al lado y melo encuentro distrayndose con el avin de papel que le he hecho antes. Cuando lo estampa
contra el plstico del asiento, la seora que est a su lado le dirige una mirada reprobatoria,
algo normal teniendo en cuenta que estamos en el aeropuerto y que ella debe estar
esperando a alguien de algn vuelo. En un intento de que mi hijo de seis aos no se meta en
ms los, lo levanto por las axilas y lo siento sobre mis rodillas para distraerlo un poco y, ya de
paso, dejo sentarse a un pobre seor cuyo bastn no parece darle mucha estabilidad.
-Holadice una voz sofocada sacndome de mi ensimismamiento-. Pensaba que llegaba tarde.
No, hija, no te levantes, por favor
-Tranquila, que yo llevo sentada aqu har casi una horacontesto yo mientras le doy dosbesos a Encarna justo antes de que ella se abalance sobre mi hijo-. En las pantallas dice que el
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avin llega con media hora de retraso, por lo que calculo que todava estaremos esperando un
buen rato.
-S, porque entre que sacan las maletas y todo eso Qu os parece si vamos al bar de aqu al
lado? Es que me estoy muriendo de sed.
-Yo quiero una Coca-Cola!salta Pedrito que no tiene ni un pelo de tonto-. Jo, mam, que hoy
es un da especial.
-Lo que t digas, pero por muy da especial la que se quedar hasta las tantas despierta porque
t no puedes dormir ser yorefunfuo sabiendo que su abuela no tardar ni dos segundos en
salir en su defensa como as ocurre a continuacin.
Y aqu estoy yo, sentada alrededor de una mesa de plstico cuya higiene es bastante dudosa, a
juzgar por su pegajosa superficie, con mi hijo sentado en mis piernas y mi ex-suegra
mirndome de forma rara. Y el que uno est jugando con su puetera Coca-Cola -que
finalmente ha conseguido gracias a la intervencin de su abuela- y las miraditas de sta, meestoy poniendo de lo ms nerviosa. S, porque aunque sea mi ex-suegra sigue teniendo esta
gran habilidad de mirarme como diciendo t has corrompido a mi hija o t eres la que se
cepilla a mi hija, aunque haya pasado bastante tiempo desde que lo hiciera por ltima vez.
Y ahora supongo que me toca explayarme en otra de las cosas importantes que han ocurrido
en mi vida en los ltimos aos: me cas, tuve un hijo y, cuatro aos ms tarde, me divorci. Lo
cierto es que tomar esta decisin ha sido lo ms duro que he tenido que hacer nunca, pero lo
cierto es que las cosas cambiaron cuando Pedrito cumpli cuatro aos.
Todo empez cuando, pocas semanas ms tarde de yo quedarme embarazadaalgo que, por
suerte no nos cost demasiado- Esther recibi una carta certificada en la que le ofrecan untrabajo como neurocirujana en Berln. El sueldo era bueno, las perspectivas de ascenso
mejores y, la oferta inmejorable. Pero yo no s ni una sola palabra de alemn y, a m haca
poco me haban ascendido a jefa del departamento de pediatra de una de las mejores clnicas
privadas del pas. As que Esther rechaz el trabajo de forma unilateral y sin consultarlo con su
entonces mujer, o sea, yo.
De todo esto me enter unos cuatro aos ms tarde cuando, por lo visto, recibi otra carta
parecida que le ofreca un puesto todava mejor. Por lo que me dijo, en todo aquel tiempo
haba vuelto a pensar en dicho trabajo; pero las circunstancias haba cambiado: se senta como
si hubiera tocado techo en el hospital donde trabajaba y era posible que jams volviera a tener
una oportunidad como la que le brindaban en aquel momento. As que lo acept. Y se fue aBerln.
Hasta aqu todo bien, diris. La cuestin es que haca meses que nuestro hogar no era la
alegra de la huerta; seguramente por cuestiones del hospital, que Esther nunca me quiso
contarsupongo que para no preocuparme-, ella llevaba un tiempo con un humor de perros y,
el mo no era mejor debido a mi recin estrenado ascenso como directora de urgencias que,
por falta de presupuesto, tena que combinar con el de pediatra. La monotona y la prdida de
la pasin del principio hicieron el resto.
Visto framente y con perspectiva, lo cierto es que ambas nos comportamos como unas
histricas y unas inmaduras de rdago. Pero as es como surgieron las cosas en su momento yahora es imposible cambiarlo. Por un lado estaban Esther y su trabajo prometedor y, por el
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otro, estaban nuestras familias, amigos y todo lo que siempre hemos tenido; adems de que
Pedro acababa de ser admitido en un colegio de aquellos que te hacen sudar tinta slo para
que se dignen a mirar la solicitud. Por lo tanto, en vez de coger un avin e irnos con ella al
Berln de las narices, nos quedamos aqu, donde cuatro aos ms tarde seguimos.
Aunque al principio lo hiciese, dej de culparla muy pronto, ya que en parte la entenda. Lavocacin de Esther para con la medicina es algo que yo nunca he tenido ni jams tendr por
mucho que lo intente, pero s como ella lo siente y entiendo lo que significaba para ella aquel
trabajo. Por eso nunca ha habido rencor entre nosotras e, incluso, podra decirse que tenemos
una relacin de lo ms cordial. No somos las mejores amigas del mundo pero tampoco nos dan
ataques de ansiedad cada vez que tenemos que vernos. Pero toda esta cordialidad y
amabilidad con las que llevbamos nuestros encuentros sufrieron una pequea modificacin
en su ltima visita:
No s por qu razn, empezamos a discutir cuando Pedro se empe en que se quedara a
dormir en casa aquella noche. De hecho, tena todo el derecho del mundo al hacerlo, puesto
que la mitad del piso sigue siendo suya; pero cada vez que ha venido se ha quedado en casa desus padres. La cuestin es que la propuesta de Pedro la incomod de alguna manera y se puso
a la defensiva cuando yo le ofrec la habitacin de invitados.
-Genial, ahora me dejas a m como la mala de la pelculame espet enfadada aprovechando
que el nio estaba en su habitacin jugando a no s qu.
-Perdona? Slo te he ofrecido una cama por si te apetece quedarte con tu hijo y, ya de paso
te ahorras el tener que conducir durante una hora para irte a casa de tus padres, para volver a
hacerlo maana. Y adems no me toques las narices, que hoy tenais que estar durmiendo los
dos all.
-Yo no tengo la culpa de que mis padres hayan invitado a unos amigos a que se queden a
dormir y de que en aquella casa no hayan ms camas.
-Si es que no digo nada; slo te he ofrecido una mierda de habitacin. Que la quieres? Bien.
Qu no? Pues tambin. Es que de verdad, yo no le veo el problema por ningn lado.
-Pues yo no encuentro apropiado que durmamos en la misma casa.
-Y a m me parece perfecto y, adems, tiene una solucin muy fcil: no duermas aqu.
-Pero es que el nio se ha hecho ilusiones
-A ver, tiene seis aos, ya es un poco mayorcito como para empezar saber que no todo se har
como l quiera. Y deja de darme el peazo de una vez.
-Ahora te doy el peazo? Qu pasa, te hemos chafado el plan o qu?salt con algo que a
m me pareci muy semejante a los celos?
-No, no tena ningn plan. Y s, me ests dando el peazo porque ests haciendo una montaa
de un grano de arena. De todas formas, tampoco hubiese pasado nada si hubiese tenido algo,
no? Creo que, como mujer divorciada, tengo todo el derecho del mundo. Qu pasa, ests
celosa?
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-Yo? Celosa? Cmo voy a estar celosa? No digas tonteras, por favor.
-No, Esther. La que no est diciendo nada ms que tonteras eres t. Joder, que en un
momento has hecho una bola de nieve que no para de crecer. Y mira, ya que me lo pones as,
s, parece que ests celosa y, tambin parece que te d cosa dormir bajo el mismo techo que
yo.
-Claro, porque sentir el deseo irrefrenable de lanzarme a tu cuello como una posesa, no?
repuso con sarcasmo.
-Yo no he dicho eso; te lo has montado t solita. Aunque por algo ser -sentenci con un
tono triunfante.
En todos aquellos aos, haba aprendido a verla venir. Conoca a la perfeccin todos sus
puntos dbiles y aquellos que la hacan saltar sin remedio. En muchas cosas nos parecemos y,
una de ellas es que perder en cualquier cosa nos saca de quicio. Y ella acababa de perder.
Sonre satisfecha al ver como abra la boca para, a continuacin, volver a cerrarla al no tenernada que decir. Estaba enfadada, lo saba; de hecho, se palpaba fcilmente en el ambiente. De
pronto ocurri lo inevitable: la tensin busc un agujero por donde escaparse y, en su salida,
puls el botn equivocado.
No fui consciente ni del cmo ni del cundo, pero en un abrir y cerrar de ojos la tena pegada
contra mi cuerpo y su boca se haba apoderado de la ma. Como por arte de magia, mis ojos se
cerraron solos, queriendo disfrutar de aquel momento que, inconscientemente, saba sera
efmero. Mis brazos no pudieron ms que estrechar el abrazo.
No s qu hubiese podido ocurrir a continuacin, quizs hubisemos acabado en la cama. Pero
el que apenas fuesen las ocho de la tarde combinado con el tener un hijo de seis aoshambriento y con algo parecido a la hiperactividad, pusieron muy difcil un desenlace diferente
al que tuvimos.
-Vamos a pedir pizza?pregunt mi querido churumbel entrando como una exhalacin en