CINEMATÓGRAFO: Comentarios y crónicas sobre cine en Santander

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Angie Rico Agudelo, licenciada en Historia de la UIS e investigadora del cine santandereano, dice que la historia del cine en Bucaramanga está centrada en la exhibición y que la producción de cine ha sido muy escasa; sobre todo en la primera mitad del siglo XX, cuando no había directores destacados y apenas se encuentran dos obras que son reseñadas en un libro que va a editar Dirección Cultural”.Las fuentes que ha consultado Angie Rico son principalmente periódicos, revistas y boletines, pero también documentos públicos, contratos con distribuidoras de cine, planos de teatros, entrevistas a los dueños de los teatros y a personas que participaron en cine-clubes; por ejemplo, a los fundadores del cine-club El Hormiguero; a Lucila González, como integrante del cine-club Amigos del Cine en Bucaramanga; a Hernando Díaz, heredero de Saúl Díaz, fundador del Circuito Unión, entre otros.Cómo fue el proceso“Mi interés por el cine comenzó en el Cine-Club Errantes, en Bucaramanga, donde había un fuerte interés por la formación de públicos, para hablar críticamente de lo que era el cine”, dice Angie Rico.Siguiendo su relato: El proyecto empezó siendo estudiante de historia. Pero como San-tander no tiene archivos, la investigación se debió hacer en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá. Y para eso se requería financiación.Una vez investigando sobre exhibición aparecieron muchos artículos de prensa sobre cine escritos por santandereanos, que si no se publicaban se iban a perder. Entonces, a través de Dirección Cultural UIS surgió la idea de recopilar estos artículos en un libro, que se publicó en marzo de 2012: “Cinematógrafo. Comentarios y crónicas sobre Cine en Santander”, que abarca el periodo entre 1908 y 2010.Lo que seguía era relatar la historia desde las primeras proyecciones, “pero traté de mostrar el entorno: cómo se comportaban sus públicos, las salas de cine, como el tea-tro Peralta, donde se hizo la primera proyección a finales del siglo XIX. El Salón Uni-versal y el Teatro Pathé, de 1913, desaparecieron hacia 1915. Vinieron luego el Teatro Garnica, el Santander, el Rosedal, El Libertador, el Colombia, el Sotomayor, el Real y en los años 60 el Circuito Unión. Este segundo libro se llama “Bucaramanga en la pe-numbra, la exhibición cinematográfica entre 1897 y 1950”, editado por Dirección Cul-tural UIS y será lanzado en el último trimestre de este año.Y el tercer libro -que se está gestando- sería como la otra mitad de la historia de la exhibición, que va desde el comienzo del Circuito Unión, en 1951, pasando por el pe-riodo de decadencia, cuando se cierran y se van demoliendo los teatros, hasta el sur-gimiento de los centros comerciales que aglutinan nuevos públicos, explica Angie Rico.Producción de cineEn términos de producción el panorama no es alentador, porque además no hay una tradición de formación cinematográfica. Tal vez la Escuela de Cine de la Unab es el único referente, pero hay una contradicción, porque los chicos que están haciendo pro-ducción regional de cine no son egresados de la Escuela de la Unab.La primera película que encontré fue de 1908, “La ciudad que resucita” y en el periódico La Tarde, citado en el libro “Cinematógrafo” (2012: 27-30), hay una descripción escena por escena.Hasta 1950, tal vez lo más importante en producción fue la película “Alma provinciana” (1926), de Félix Joaquín Rodríguez, nacido en Chima, Santander, en la que algunas escenas fueron rodadas en este departamento. Tiene unos 90 minutos y fue restaurada por la fundación Patrimonio Fílmico hace unos años.

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Colección Temas y Autores Regionales

Bucaramanga, 2012

Dirección Cultural

CINEMATÓGRAFO

Comentarios y crónicas sobre cine en Santander

Angie Rico AgudeloCompiladora

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© Universidad Industrial de Santander CINEMATÓGRAFO Comentarios y crónicas sobre cine en Santander Dirección Cultural

Rector UIS: Jaime Alberto Camacho Pico Vicerrector Académico: Álvaro Gómez Torrado Vicerrector Administrativo: Sergio Isnardo Muñoz Vicerrector de Investigaciones: Óscar Gualdrón Director de Publicaciones: Óscar Roberto Gómez Molina Dirección Cultural: Luis Álvaro Mejía Argüello

Impresión: División Editorial y de Publicaciones UIS Comité editorial: Luis Alvaro Mejía A. Armado Martinez G. Primera edición: febrero de 2012

ISBN: 978-958-8504-92-6

Dirección Cultural UIS Ciudad Universitaria Cra. 27 calle 9. Tel. 6846730 - 6321349 Fax. 6321364 Página Web: http://cultural.uis.edu.co [email protected] Bucaramanga, Colombia

Impreso en Colombia

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ÍNdICE

• Presentación 9

• Introducción 19

• Cinematógrafo 21

• Camaratógrafo Gutiérrez, Película Sensancional 25

• El Cine en Bucaramanga 31

• Películas 37

• Cinematógrafos 41

• A las Puertas del Cine 45

• El Cinematógrafo 49

• Cines 53

• Crónicas Ligeras 57

• Alrededor del Cine 63

• La Censura 69

• Censura 75

• Censurando la Censura 81

• Por el Cine 85

• Apología al Cine 91

• Una Película Nacional 97

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• La Mejor Película Colombiana 101

• El Cine y el Idioma 104

• Teatros 111

• UnaNuevaFazdelArteCinematográfico115

• Doña Rosalinda es una Devota del Cine 121

• El Cine y las Provocaciones 125

• En Vespertina 129

• El Cine 133

• Mosqueteros del Oeste un Entretenido Film 137

• Cinematógrafo Soviético 143

• El Cine y la Política 147

• El Cine y su Decadencia 151

• El Humorismo en los Films de Cowboys 155

• Campaña Moralizadora 159

• La Guerra y el Cine 165

• Cincuentenario del Cine 169

• Una Película Fusilable 175

• Espectadoras Parlantes 179

• Sendero de Luz, una Película del Sello Ducrane 183

• Una Película Grata con Misterio y Romance 189

• El Cine, Instrumento de Propaganda 193

• Nuestra Primera Función de Cine 197

• Otelo 203

• El Cine, sus Recuerdos y sus Inconvenientes 207

• Columna del Cine Club Universitario 213

• Cine 217

• Marnie “La Ladrona” de Hitchcock 221

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• A Propósito de Z 225

• Las Novias de Drácula 229

• Cría Cuervos 233

• El Sentido del Cine 239

• Cárlos Álvarez: Una Visión Crítica del Cine

Colombiano 245

• El Imperio de los Sentidos 253

• Una Ventana Frente al Mar 259

• Matemos a los Proyeccionistas 265

• Eso Llamado Cine 271

• Las Luminarias del Cine en los 80 277

• La Dulce Vida 283

• Efectos Especiales 289

• Un Adiós Extraño y Perturbador 293

• Cantinflas 297

• La Toma de la Embajada o la Toma

de Nuestra Historia 301

• Aquel Inferno del Cine 307

• Cinco Años Cruciales en la Proyección de

Películas en Bucaramanga 315

• La Cita Era en Sur 323

• La Vida Sin Música de Fondo, Esplendor

Americano 327

• El Último de los Cines Románticos 331

• El Placer de Complacer, Deslumbrar y Sorprender 339

• La Musique de la Peliculié 345

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PRESENTACIÓN

El cine en Santander: Nostalgias, ausencias y censuras

No es mucho lo que se ha escrito sobre el cine en Santander. Contamos con unas cuantas crónicas, algunas anécdotas parroquiales, cientos de

comentarios y reseñas de cine de cartelera, y unos pocos ensayosconestaturadecrítica cinematográficade laplumade periodistas y escritores oriundos de Santander. Son textos extraídos con escalpelo de viejos periódicos, revistas, folletos y uno que otro libro, que en suma no son más que unas cuantas historias en la palma de la mano, para decirlo con las palabras de Yasunari Kawabata.

Y es precisamente esta escasez de referentes textuales, junto al poco interés por los estudios regionales en el campo de las artes, y agravado por esa vocación perversa por el olvido que caracteriza a nuestros pueblos, lo que hace invaluable este esfuerzo editorial de la Dirección Cultural de la Universidad Industrial de Santander, y de la historiadora Angie Rico, egresada de la UIS y compiladora de estas páginas, que han hecho posible tener en las manos estos escritos sobre el cine en Santander.

De artículo en artículo vamos descifrando un entramado cronológico que se debate entre la anécdota pueblerina y

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la crítica de las estructuras cinematográficas, al tiempo quevamoshallando el significado y el impacto social y culturalque tuvo el cine en la región. Para el lector este recorrido seránomenosquegratificante.Aunquetambién,yesbuenosaberlodeunavezporquealfinaldeestapresentaciónseharámás que evidente, el trayecto tiene pasajes escabrosos y lleno de interrogantes.

El comienzo es nostálgico, un mundo donde la felicidad se construye de lo rústico y agreste. Luego se asiste a una especie de implosión del paisaje que termina por atiborrarnos de cientos de planos de imágenes de paisajes que se anteponen a la realidad del paisaje conocido, distinto al que “estaba” allí sobre el filo de lamontaña, o en la otra ribera del río.Meimagino a los primeros ciudadanos de la región que vivieron la experiencia del cine. Pienso, por ejemplo, en aquellos días cuandolaciudaderainfinita,taciturna,sinbordesconocidos.Me imagino sus rostros con la aparición de los primeros aviones, la radio y el cinematógrafo. Seguramente su gesto de sorpresa no era por el artefacto o el extraño giro de la tecnología. Lo que les espantaba era el reconocimiento de ser finitosenloinfinito,servecinosdelugaresinsospechados,delímites aún más desconocidos. Me imagino la estupefacción al ver aquellos dientes terrosos que se sabían estoraques mostrando los límites de la ciudad, la tierra rojiza erosionada que eran a su vez los límites de una pequeña meseta, que antes parecía inmensa. Supongo que luego comprendieron la existencia de Santander, una extensión de provincias invisibles, de montes, ríos y ciénagas inaccesibles, algo tan extenso que para entonces no parecía real, ni siquiera cuando veían la forma de sus mapas en los libros de primaria. Me imagino los viajes del cinematógrafo en esos primeros años del siglo XX, entre las brechas y montañas, abriendo trocha como quien sigue el camino del oro, como ladrón de inocencias con su haz de luz rompiendo las tinieblas en salas, parques y plazas. Fue entonces cuando el mundo se hizo ancho y ajeno, y todo estaba relativamente al alcance.

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Santander -dicen sus cronistas-, sintió las maravillas del cine y fue sensible a todos sus momentos y transformaciones, como casi todos los pueblos del mundo. Porque también aquí se replicaron los fenómenosde la experiencia cinematográficaque constituyeron el devenir de los inicios del cine en Europa, Rusia o los Estados Unidos. El periodista José Velasco, de El Heraldo de Bucaramanga (1907), lo muestra de manera por demás poética:

“…Han quedado grabados en esas tiras fotográficas,perfileslejanos,sitioslejanos,gestoslejanos. Allí están fijos para siempre jamás,los hermosos rostros de las bellas mujeres, que quisieron legar a nuestras generaciones, el prestigio de sus ojos y el divino encanto de su cuerpo; de las mujeres que quisieron eternizar su sonrisa, ya que el organismo ha de ser engullido, inevitable y vorazmente, por la tierra. Por eso amo el cinematógrafo”.

El problema entonces era encontrar las palabras precisas para nombrar aquella experiencia vívida e inédita de las imágenes en movimiento:

“A medida que se desenvuelve la cinta en el aparato y la trama se desarrolla en el trapo blanco, sigue la tensión espectatoril (sic) hasta que se esfuman los personajesyel«Gallo»finallosvuelvealmundode los vivos” (Fray de Agréve en el periódico Adelante, 1913).

Otratardedefinir lafuncióndeaqueldispositivoque igualpodría ser un espectáculo de pueblo, un medio de expresión artística, un recurso para la educación, un invento pasajero o una industria del entretenimiento:

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“ En resumen: el Cine en Bucaramanga ha venido a ser un paliativo valioso en estos tiempos de lucha penosa y un paréntesis en el tradicional sopor de la vida parroquial” (Fray Agréve, Periódico Adelante, 1913).

Otro hecho interesante es descubrir que los críticos de la región santandereana vivían las mismas preocupaciones de los primeros críticos de cine de Europa y la Unión Soviética. Algunos, por ejemplo, buscaban determinar los efectos cognitivos y emocionales del cine en el público, o llevaban a cabo los primeros intentos de análisis de recepción del espectador, como lo hicieron Canudo, Delluc, Richter o Moussinac en Europa. Desde luego todo era novedad, y algunos echaban manos de cualquier argumento criollo, a falta de una teoría estructurada para entonces:

“Si la película es de aquellas que en el primer cuadro destripan un prójimo y se envenena otro, veréis en algunos caras sufrimiento y angustia, al par que profunda satisfacción en otras, como si el muerto y atosigado fuera un enemigo mortal”.

También es recurrente en esta antología la preocupación por el cine como fenómeno industrial y comercial. La existencia de los primeros cines, la competencia por el número de espectadores, la formación de públicos, los impuestos aduaneros y los costos de funcionamiento y de transporte (se dice en una de las crónicas que cien metros de película equivalen a 1 kilo), lo que va a determinar la evolución de los cines en Bucaramanga hasta su casi desaparición en los años ochenta y noventa. En varios artículos se visualiza el recorrido del cine como industria de la exhibición, desde los primeros cines: El Universal, El Pathé, o el nacimiento y muerte del Teatro Garnica, quizá la pieza arquitectónica más interesante que tuvo la ciudad; el esplendor del Teatro Santander, el advenimiento de los Teatros Real, Colombia, Sotomayor,

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Libertador, Rosedal, Unión, y su trasegar histórico desde teatros de primera clase con la exhibición de los grandes estrenos del cine norteamericano y europeo, pasando luego por el imperio de Cine Mexicano, y de allí su paso al cine porno, como último eslabón de la cadena exhibidora. Vendrá más tarde la conversión de las salas de cine en centros de oración, o melancólicas salas de billar, cuando no derruidos para erigir centro comerciales, parqueaderos o avenidas.

En otros artículos el lector podrá reconocer la evolución urbana de Bucaramanga siguiendo la historia de los cines de la ciudad. Por ejemplo, la instalación de los teatros Analucía y el Riviera, que vienen de la mano con la consolidación de las clases medias en la ciudad, o reconocer el sentido de los nuevos cines multiplex, como alternativa para recuperar la costumbre de “ir al cine” después de que el video recluyera al cine en las casas, como un electrodoméstico más.

Pero además de recuperar una buena parte la historia del cine regional, este libro permite hacerle seguimiento a los primeros intentos de estructuración de una crítica cinematográfica,propiamente dicha. Considero un primer hallazgo el artículo de Elías Vivas, tomado del periódico El Duende, de Puerto Wilches (1933), donde se observa ya un intento de acercamiento a los primeros teóricos del cine europeo, ruso y norteamericano, con elementos de critica e interpretación.

En la misma tendencia encontramos a otros articulistas como Saúl Luna Gómez, quien desarrolla un interesante nivel de crítica con mirada sociológica, que contribuye enormemente a visualizar los efectos culturales del cine en la región. Citemos por ejemplo un párrafo de su crítica a la forma como el cine transforma las relaciones amorosas en la ciudad:

“En la suave oscuridad del cine, los novios van intoxicando su conciencia con el alcaloide que emana de la pantalla y con la música adecuada,

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divina alcahuete de la emoción (…) Y mientras la damita gentil compara los trajes opulentos de las estrellas con sus trajes baratos, comprende que su novio ha de preferir en lo recóndito de su corazón a la actriz enigmática y seductora sobre ella misma, que es ingenua o al menos está desnuda del encanto abrumador de Gail Sheridan o Katherin Hepburn…”,

Otros, sin ser propiamente críticos de cine, como José Vicente Arenas, describen la experiencia del cine con humor y un fuerte tinte parroquial, que no deja de ser interesante para la reflexiónsobreunamiradasocioculturaldelcineenla región; u otros con mayor formación teórica, como Juan Cristóbal Martínez, que sirven con más profundidad a los intereses de la interpretación cinematográfica. Se incluyetambién a otros autores como Hernando Valencia Goelkel, uno de los mayores críticos literarios del país, que entre sus juegos intelectuales recoge momentos claves del cine con bastante lucidez; escritores contemporáneos como Juan Carlos Rubiano, de un agudo ingenio crítico; comentaristas de cine de larga trayectoria en diarios nacionales como Mauricio Laurens; comentaristas de cine a nivel regional preocupados por la recuperación histórica del cine en Santander, como Juan C. Martínez (Vanguardia Liberal, 2001) Iván Gallo (Revista Vistaalsur, 2002) o autores más especializados que logran profundizar en la estética cinematográfica, como RicardoAbdahllah (2003), Luis José Galvis (2008) o Claudia Marcela Arenas (2009).

Pero no todo recorrido histórico es necesariamente feliz. También el trayecto contiene pasajes escabrosos y lleno de interrogantes,comodecíamosatrás.Merefieroalascrónicasrecogidas en este libro que dejan constancia, de manera por demás impresionante, sobre la presencia de la censura cinematográficaenSantander.Esbiensabidoque la Iglesiay los partidos liberal-conservadores hicieron de Colombia

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el territorio de la censura, antecediendo la presencia de los censores más feroces del siglo XX en Europa y los Estados Unidos. Ya a comienzos de la década de los ochenta, el crítico de cine Octavio Getino presentaba un estudio global sobrelaincidenciadelacensuracinematográficaenAméricaLatina,calificandocomoparticularmenteaberranteelcasodeColombia. 1

Pero lo que no es tan conocido es la dimensión que tuvo este fenómeno particularmente en Santander. Es escalofriante ver las argumentaciones de algunos periodistas y cronistas a favor de la libre expresión de las ideas y de sus estéticas como reacción a la censura, así como los artículos de otros periodistas y escritores que acuden a toda suerte de extravagancias puritanas con tal de defender la moral católica y, según ellos, las buenas costumbres que se suponen vulneradas en el cine. Y no son pocos los artículos que hacen referencia a este fenómeno de la censura en distintos momentos históricos. Se trata de un largo trayecto de censuras y acosos inquisitoriales, que parece florecerdemanerasilvestreenestastierras,desdelasprimerasproyecciones cinematográficas. Impresiona la aparición detoda suerte de comentarios moralizantes y pacatos, por igual de liberales y conservadores, o las amenazas de la Iglesia presionando la censura oficial, o los alaridos de sus fielesllamando en masa hacia una nueva cruzada religiosa, o aún más escalofriante, las expresiones angustiadas de orfandad de quienes piden la presencia urgente de la Junta de Censura de Bogotá para que asuma el papel coercitivo del Estado para poner orden a la desvalida moral bumanguesa. Es tal la incidencia de la censura, que incluso se vuelve crónica para mostrarnos con ironía las circunstancias de la censura de la época. Veamos un fragmento de un artículo de Luis de Alba publicado en el periódico El Liberal (1914):

▪ 1 Octavio Getino desarrolla esta temática en los libros A diez años de “Hacia un tercer cine” (México, Filmoteca UNAM, 1982) y en Notas sobre cine argentino y latinoamericano (México, Edimedios, 1984)

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“En cuanto el lienzo empieza a iluminarse, los miembros de la Junta se ponen serios, toman una actitud solemne, inquieta, resuelta, sumamente resuelta. Pasa, al azar, una mujer, una de esas lindas mujercitas de Cine, pasa sonriendo, con su corpiño ondulante, con su falda apretadita, con todas esas cosas de las mujeres bonitas, y al verla pasar así, coqueta y desenfadada, los miembros de la Junta se paran, se paran de un solo golpe. Se paran al tiempo. Oh! no...eso no! se ponen pálidos, se vuelven locos”.

Este trayectode censura cinematográfica,que se convertiráen tradición, tendrá momentos dramáticos como el finalde la década del treinta (un ejemplo entre muchos es la crónica de Rafael Ojeda Becerra, en el periódico El Deber, 1939) o los inicios de la Postguerra, con la avalancha de simpatizantes del fascismo y el franquismo que dimensionan las expresiones del arte y la cultura, y en particular el cine, como los mayores enemigos de la moral si están en manos de los espíritus liberales. Luego vendrán la censura anticomunista y la cacería de brujas del Plan Marshall que harán su trabajo a nivel internacional, mientras que en Colombia la base de la censura será armada desde el ideario ambivalente del liberal-conservatismo, en concupiscencia con la Iglesia y su Concordato. Y así se padecerá el Colombia los estrategos de las censuras, hasta la constitución de 1991, cuando creímos que habían desaparecido en nombre de las libertades y los derechos para todos. Sin embargo, bien pronto nos dimos cuenta que las censuras sólo habían cambiado de piel para convertirse en soterradas y sutiles, y no por ello carentes de desapariciones, desplazamientos y muerte. Oficialmente elcine tiene una junta de censura exactamente igual a las de comienzos del siglo XX, ejercida por prestantes hombres adscritos a las nuevas inquisiciones, con la única diferencia que ya no están tan prevenidos ante un corpiño ondulante, una falda apretadita, y todas esas cosas de las mujeres bonitas.

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A manera de cierre, y como síntesis de estos recorridos de nostalgias, ausencias y censuras, queda por decir que así como el cine permitió a los santandereanos comprender la existencia de otros mundos, también dejó el interrogante del por qué esta tierra de paisajes y experiencias humanas y sociales extraordinarias, no ha sido propiamente un mundo para el cine. Queda la hipótesis de si esta tradición de censuras no fue el móvil en forma de hidra de las autocensuras. No es descabellado entonces pensar que buscando compilar las crónicas del cine, se termine por explicar -en cierta medida- las agonías del quehacer cultural en Santander.

Carlos Eduardo Barriga AcevedoEscuela de Cine y Televisión

Universidad Nacional de Colombia

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INTROdUCCIÓN

La bailarina agitó sus faldas de un lado a otro, se movió con gracia, miró de frente y de pronto se distorsionó, se oscureció y desapareció. El carrete que rodaba por el

proyector se incineró y los espectadores, sentados en el patio del Teatro Peralta, se quedaron frente al telón en blanco. En ese momento nadie sabía que las imágenes proyectadas eran una nueva posibilidad de conocer el mundo.

Algunos abrazaron el nuevo entretenimiento, se deslizaron desde la sala oscura para enamorarse de las divas de piernas alargadas, se contagiaron del ambiente de otras ciudades y se engalanaron ante un arte que creían un medio civilizador. Otros, que no fueron pocos, vieron en el cine un instrumento peligroso, un desafío a los templos, un entretenimiento diabólico que amenazaba con destruir la inocencia de la juventud. Pero el cine tenía ya un destino marcado, se convertiría en una de las poderosas industrias del siglo y no reconocería ni siquiera los límites de la censura.

La ciudad no se detuvo ante la conmoción del cine, sólo siguió su curso y vio cómo los grandes teatros se tomaron las calles del centro, transformando las noches en días con sus letreros luminosos. El cine se convirtió en un rito social obligado, fue el lugar para ver y para ser visto, para reunir a hombres y mujeres en la oscuridad; fue el escenario de un mundo por el quedesfilaronlosbesosfranceses,lasestrellasdeHollywoody las mejores rancheras del cine mexicano.

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Estos años caóticos no alcanzaron a ser un pasado glorioso, fueron solo el pasar cotidiano del tiempo alterado por los inventos grandiosos del siglo y el cinematógrafo fue solo uno de ellos. Llegando a los agitados años sesenta el cine dejó de ser el encantador de serpientes y el primer televisor se encendió en una de las casas de la carrera quince. Lentamente las pequeñas pantallas deslumbraron a toda la ciudad.

Bucaramanga se contagió de imágenes; primero fue el cine, luego la televisión y unas décadas más tarde aparecieron las nuevas tecnologías que llevaron las películas a casa y evitaron las largasfilas del teatro. Inevitablemente el cine empezó asentirse acorralado y con sus últimos alientos levantó la ola del cine porno. Por esos días los espectadores se hicieron selectos, las mujeres se alejaron de los teatros, los adolecentes se pararonerguidosenlasfilasdelcineylaspelículasrodaronenjornada continua. En poco tiempo las enfermeras y colegialas se convirtieron en símbolos eróticos que complacían fantasías en pantalla grande.

Pasadoelperiododelcinepornollegóelfindelosgrandesteatros. Sus escenarios se vieron envejecidos y desprestigiados, sus puertas no pudieron más que cerrarse, dando un finprematuro al primer siglo del cinematógrafo. El fracaso de casi una docena de salas de cine dejó a Bucaramanga con la deuda de contar lo que ocurrió entre la pantalla y el espectador, de recuperar la escasa memoria que guarda sobre las correrías del cine itinerante, sobre las noches brillantes de los grandes teatros y los conmocionados años del cine porno.

Para empezar a saldar la deuda con la memoria se rescriben aquí las voces que quedaron atrapadas en los viejos periódicos de la ciudad, en las bibliotecas cerradas y en los teatros demolidos.

Angie Rico AgudeloHistoriadora UIS

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CINEMATÓGRAFO

Por: José Velasco

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A riesgo de parecer excesivamente niño, voy a confesar una cosa: yo amo el cinematógrafo, y le coloco, para mí, entre los primeros y más deliciosos espectáculos.

Más de alguno sonríe; bien está. Todos tenemos derecho a reír ya que estamos obligados a llorar, y ya que las lágrimas son unanecesidadfisiológica.Larisaes,enciertasgentes,comoelcomer y el mirar. Por tanto, yo me desentiendo del efecto que puedan causar mis palabras y repito: yo amo el cinematógrafo. Y le amo, gusto de él, me deleita, por el fondo de ensueño que deja en el espíritu, con sus asuntos poemales (sic), con sus temas pomposos, con sus tópicos breves, furtivos, a las veces imposibles, pero siempre llenos de una gracia delicada que es para ser dicha con frases fugaces, con tal de que al pasar dejen el rastro luminoso que se entrevé al correr de la película atra-vesada por un haz de rayos. El espectáculo es hermoso por su cualidad sugerente.

Hanquedadograbadosenesastirasfotográficas,perfilesleja-nos,sitioslejanos,gestoslejanos.Allíestánfijosparasiemprejamás, los hermosos rostros de las bellas mujeres, que quisie-ron legar a nuestras generaciones, el prestigio de sus ojos y el divino encanto de su cuerpo; de las mujeres que quisieron eternizar su sonrisa, ya que el organismo ha de ser engullido, inevitable y vorazmente, por la tierra. Por eso amo el cinema-tógrafo. Mi instinto de artista, sensual o imaginativo, tiene en ese campo donde bordar un ensueño con el hilo sutil de la ilu-sión. La belleza, en cualquier parte que esté, atrae las miradas y el espíritu de los que sabemos comprenderla. Y porque el novísimo invento, contribuye a las sensaciones de ese orden

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y despierta sueños de un pagano lirismo, por eso le amo. Yo he suspirado, siempre he suspirado cuando se desvanece la quimeraymellevoacasaelrecuerdodeloslejanosperfiles.¿Quiénes son?, ¿quiénes fueron esas mujeres rítmicas y armo-niosas por sus líneas y por la música del piano que persigue sus movimientos? ¿Dónde vivieron y qué hicieron? Entonces se siente un ansia desesperada de abarcar con los brazos, el tiempo que huye, de asir en una vasta mirada y en una vasta caricia, todos esos rostros femeniles que han desaparecido, tal vez, del planeta, que sehanmarchitado como lasfloresen una terrible madrugada invernal, que han envejecido por lo menos, y perdido los brillos primaverales de sus ojos y el matiz rosado de las mejillas. Ese abrazo amoroso y compasivo alavez,alcanzaloshombrosdemarfildelasCleos,loscue-llos cigneos de las Caballieri, la suave turgencia de las Annas Held,ylatenueblancuradelasfrentesfiliales,queseofrecenal beso paternal con inocencia de lirio. Alcanza más: todas las evocacionesamablesdelosantiguostiempos,personificadasenlaopulenciadelvestir,sobrelafinaepidermisdereinasycortesanas.

“La Caperucita Roja,” dicen, y asistimos a una de nuestras me-joresymáslucidasfiestasdelaniñez,lafiestainfantildeloscinco lustros, cuando se cree en las hadas y en el diablo y se espera quién sabe qué cosas nunca vistas de un enigmático y rico personaje de nuestros cuentos. Paréceme que todas estas razones deben hacernos amar el cinematógrafo. Por eso yo le amo,yloconfieso,ariesgodeparecerexcesivamenteniño;yasesabe:loscincoabrilesfloridos,Perrault,granamigo,BarbaAzul, ogro detestable, y Blanca de Nieve, nuestra buena com-pañera,nuestranoviafiel,quealapostresemarchaconunenano lapidario, y nos deja solos en mitad de la vida...

Periódico El Heraldo, Bucaramanga, agosto de 1907.

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CAMARATÓGRAFO GUTIÉRREZ,PELÍCULA SENSACIONAL

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La Ciudad que resucita

1ª Vista:

Bucaramanga el lunes

Aparece la iglesia de San Laureano con su campana rota. Al-gunas mujeres entran y salen envueltas en sus mantillas. Al frente, en la Cárcel, se pasea lentamente el centinela y a un lado dos abogados con las manos en los bolsillos, conversan con D. Isaías. El jardín da García Rovira está cerrado y el hé-roe con su mano extendida está diciendo: ¡abran la puerta!

2ª Vista:

Bucaramanga el martes

La calle Real desierta. Algunos comerciantes fuman su cigarro a la puerta del almacén y varios muchachos recogen rifas, de tienda en tienda.

(Telón rápido, son las 6 de la tarde). El Llano de D. Andrés. Todo un derroche de colores engalanando hermosas lejanías sobre un valle encantador. Un proyecto de avenida deliciosa. Dos o tres sirvientas y una pareja de viejos fracasados se go-zan solitos, todo aquello.

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(Telón rápido, la misma hora). El Parque Romero. El centine-la del hospital mirando perplejo aquel cabrillear de la luz del crepúsculo por entre las correctas hermosas avenidas. Sobre el “árbol de la concordia” que plantó el Sr. Delegado intentan subirle algunos chulos pero no pueden porque está todavía muy pequeño. Otros más experimentados están descansando indiferentes sobre una robusta ceiba.

3ª Vista:

Bucaramanga el miércoles

Oficinadecorreos.Muchagenteparadaalpiedelabanderadecoletablancaesperandoqueseabralaoficina.Enunbal-cón dos niñas hermosísimas miran el tumulto.

(Telón rápido, son las 6 de la tarde). El Pinar del Río: un ver-dadero meeting.

4ª Vista:

Bucaramanga el jueves

Una calle que parece un potrero. Multitud de chinos rodean un hermoso perro envenenado. Un policía se pasea majestuo-samente por la acera jugando con el pito.

5ª Vista:

Bucaramanga el viernes

Calles muy animadas con señores que van y vienen afanosos tropezándose a cada paso con chinos de cara desconsolada que llevan cajoncitos de madera.

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6ª Vista:

Bucaramanga el martes

La Plaza de Mercado. Otro meeting. El Motor y El Rhin. (Esta película es para hombres solos).

7ª Vista:

El Lago encantado

La carretera hermosa que lleva a la Florida, repleta de gentes de todas clases. Los dos coches que pidió Gandour van y vie-nen sin cesar. A un recodo de la vía un hermoso lago surcado por elegantes barcas americanas atestadas de paseantes. En las orillas pintorescos kioskos de lona bajo los cuales se bebe y se ríe y se canta. Un hermoso restaurante repleto de gente. Tiene esta película la particularidad de que los rostros de las personas que en ella se mueven, son rostros alegres y anima-dos y sin embargo son los mismos que se ven en las películas anteriores.

(Telón rápido, son las 6 de la tarde). Regreso animado a la ciudad. El Parque Romero divinamente alumbrado. Los pa-seantes del lago llegan y toman descanso, satisfechos, en los cómodos bancos de las avenidas.

Ultima Vista:

Los Gutiérrez

Una sala del restaurante del lago. Alrededor de una mesa es-tán los hermanos Gutiérrez, los empresarios progresistas, los constructores del lago. Sobre la mesa se ve un montón in-menso, descomunal, de billetes de banco que cuentan ellos y

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van arreglando cuidadosamente en paquetes de mil pesos.

(Cae el telón)

Periódico La Tarde, Bucaramanga, noviembre de 1908.

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EL CINE EN BUCARAMANGA

Por: Zarathustra

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Vive entre nosotros la creencia que los revisteros de es-pectáculos públicos y en general los periodistas, cuan-do aplauden lo hacen así porque al recibir boleta de

cumplimiento para la asistencia a esos actos, han contraído compromiso tácito con los empresarios de aquéllos.

No es para tanto, queridos lectores de El Liberal. Es ley con-sagrada ya por la costumbre, el enviar a las hojas periodísticas unaboletadehonor.Elperiodista,llámesePánfilooPenta-polín, aunque contrae el deber de la asistencia a esos actos, no renuncia a su derecho de emitir opinión honrada e indepen-diente en lo que hace relación a los mismos.

Por lo que a nosotros toca, declaramos que nuestro tempera-mentoynuestraeducaciónnonospermitenasumireloficiode aduladores. En seguida se verá si somos o no imparciales.

Hace meses suspirábamos por una Empresa de Cinematógra-fo y hoy tenemos dos.

Primero se inauguró el Salón Universal, cuyos empresarios son nuestros simpáticos amigos. Otero y Brokate, y ahora aca-ba de instalarse otro con el nombre de Teatro Pathé, de pro-piedad de los buenos amigos Abrahan Serrano e hijos.

El público que estuvo asistiendo al Universal era numeroso, pero hoy tiene que dividirse con el Pathé y, a su vez, cada una de las Empresas, por espíritu de conservación, se esforzará naturalmente en conquistar la supremacía. Al público le gusta un cine que impresione honda y durablemente, que despierte

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interés, que conmueva, y que genere al par que emociones, pensamientos. Que sepa hacerse simpático.

El funcionamiento de los cines en Bucaramanga al tiempo es un duelo entre ellos mismos, en el cual alguno ha de quedar fuera de combate. ¿A cuál de los dos favorecerá la suerte? Bien quisiéramos que a ninguno. Apenas rotos los fuegos en-tre los dos combatientes, muy difícil es predecir cuál quedará en el campo con el hule roto.

Ambas Empresas están situadas en la carrera 12, perfecta-mente en frente una de la otra. En sus paredes exteriores se leen vistosos letreros, El Universal tiene ya clientela vieja y escogida. Sus empresarios conocen muy bien el negocio. En materia de cintas, exhiben muy buenas dramáticas, novelescas y cómicas; poco o nada de actualidad. Casi todas son ame-ricanas. Música famosísima. Le falta a éste salón un requisi-to indispensable: techo para los palcos. El Pathé cuenta con buenos elementos para su sostenimiento. El foco superior, en tamaño al del Universal. Cuanto a películas, son todas de las casas Pathé y Ambrosio, consideradas como las mejores. Los actores de la primera son los de la Comedia francesa, de reputación mundial. Casi todas las cintas de este salón son de actualidad. Música inferior a la del Universal.

Ya veremos, pues, a los dos cines, batirse bizarramente des-de sus admirables, posiciones. Han entrado en combate con fuerzas veteranas. Sus armamentos son modernos: la lucha será tenaz, fuego nutrido. De todo esto el que ganará será el público, que irá donde encuentre más comodidad y mejores películas.

Permítasenos sí, tributarles un aplauso entusiasta por el paso que han dado en favor del progreso de Bucaramanga y les excitamos a que, ya que han invertido tanto dinero, para sacar mayor suma, cosa lógica, procuren a todo trance sostener la variedad, belleza, y modernismo que quizá así logren conquis-tarambaspúblicosuficiente,puessabidoesquetodavíahay

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mucha gente que no va a cine porque no comprende los bene-ficiosqueconestaclasedediversionesrecibe.Porlopronto,este cronista se queda con el lápiz en la mano... esperando...

Periódico El Liberal, Bucaramanga, julio de 1913.

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Por: Zarathustra

PELÍCULAS

Por : Fray de Agréve

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Bucaramanga ha tomado por lo serio el asunto Cines. Y en verdad que ello no es poco, aquí donde por todo sentimos un gran entusiasmo que al correr de una se-

mana se disuelve en un gran...desaliento.

Pero esto de las cintas impresionadas e impresionantes se acli-matadefinitivamente,yporduplicado.Contechoysinél;conpiano y con bombo; con bancos y con sillas; universal y local; en francés y en castellano, y todo vis a vis, cada cual con su clientela que sale diciendo sin cesar: «ay, que película, pe-lí-cu-la sensacional...»

Lo sensacional del espectáculo no está en el lienzo solamen-te; en el físico de los espectadores hay algo que ver también. Basta ser un poquito observador y dejar que el argumento tome fuerza, para trastear la vista furtivamente y al amparo de la semioscuridad conocer el efecto de la cinta en el RESPE-TABLE.

Si la película es de aquellas que en el primer cuadro destripan un prójimo y se envenena otro, veréis en algunos caras de sufrimiento y angustia, al par que profunda satisfacción en otras, como si el muerto y atosigado fuera un enemigo mortal. Cuando se trata del género cómico y a los gestos exagerados y ridículos siguen las persecuciones y carreras con caídas ge-nerales,sevenfisonomíasdeindiferenciaofastidioalladodeotras que en su entusiasmo llegan hasta el grado bullanguero. (Risas y aplausos). A medida que se desenvuelve la cinta en el aparato y la trama se desarrolla en el trapo blanco, sigue la

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tensión espectatoril (sic) hasta que se esfuman los personajes yel«Gallo»finallosvuelvealmundodelosvivos.

Esto en luneta y galería. En palcos es más fuerte la impre-sión, sobre todo si se trata de una película pasional, cuando un amor desgraciado juega el papel importante. Más de una vez he visto a una dama llevarse los dedos a la boca para taparle la salida a un -ay!- o el pañuelo a los ojos para recoger lágrimas escapadas sin permiso. Lo magistral está en las escenas de ci-tas y despedidas en que menudean los abrazos y besuqueos, porque entonces no faltan espectadoras compasivas, que de corazón acompañan a las protagonistas y en los momentos supremos también plegan la cabeza y recogen los labios en un pucheritotentador.¡Estanricalaficción!

Fecundoargumentoparaunpsicólogoaficionadoaescudri-ñar las interioridades del alma femenina. Bonito asunto para una crónica del amigo Mr. Taciturno. Yo, por razón de mis hábitos, he de limitarme a anotar el tema ya que me está ve-dado el terreno.

En resumen: el Cine en Bucaramanga ha venido a ser un pa-liativo valioso en estos tiempos de lucha penosa y un parénte-sis en el tradicional sopor de la vida parroquial.

Periódico Adelante, Bucaramanga, agosto de 1913.

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CINEMATÓGRAFOS

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En el número anterior hubimos de hacer alguna indica-ción acerca de los efectos que, no sólo a juicio nuestro sino de todos quienes aquí, como en todas partes se

preocupen por buena formación del corazón, buena educa-ción de la inteligencia y moralidad de las costumbres, pueden causar las representacionescinematográficasqueson,ensumayor parte, la exaltación de las pasiones presentadas con ca-racteres exageradas.

Esas representaciones mudas, con las cuales se busca el efecto llegando a la inteligencia por la vista y al corazón por las emo-cionespasionales,son,conjusticia,calificadasdepeligrosas,en unos casos y de perniciosas en los más.

¿Qué parte de responsabilidad corresponde a los empresarios de un salón de cinematógrafo en la mejor o peor calidad de las escenas que exhibe?

Mucha, y al mismo tiempo muy poca. Y vamos a explicarnos.

La apertura de uno de estos salones, para que pueda ser pro-ductiva, dado el alto preció de las cintas, se funda en un con-trato por el cual uno en cada población de importancia re-cibe determinado número de películas mensualmente, paga un alquiler por exhibirlas y las trasmite a los demás aparatos relacionados con la Empresa.

Se contrae, pues, la obligación de servirse de cierto número de ellas mensualmente, y no puede cada salón desechar fácilmen-te las que le llegan, con riesgo de quedarse sin provisión para los espectáculos. Existe, por lo tanto, cierta fuerza mayor so-

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breelEmpresario,quenoledejasuficientelibertaddeaccióny esto disminuye su responsabilidad, considerándola desde el punto de vista del negocio.

Puede, empero, este Empresario, al hacer sus pedidos, exigir que no se le envíen representaciones de escenas libres, inmo-rales ni picarescas; puede reclamar del buen sentido de sus principales que consideren el público para el cual se dan las exhibiciones, formado de dignas señoras, candorosas señori-tas, caballeros bien educados, jóvenes y niños no pervertidos etc., para que se seleccionen los asuntos de manera harto más reproductiva que con esa promiscuidad de seducciones, suici-dios, asesinatos, robos y escenas de escándalos y sensualida-des insoportables.

Eso y más pueden los Empresarios que estimen en lo que vale el público que los favorece; y esa facultad, si no es ejercida, agrava la responsabilidad cuando a ese público se le presenta un espectáculo que repugna a su educación y a sus sentimien-tos.

Queda, pues, a cargo de nuestros Empresarios de Cines el considerar, si, desentendiéndose de la parte moral y educativa de los espectáculos, se hacen ellos mismos responsables del mayor o menor éxito de su negocio.

Estamos seguros que los caballeros que administran las dos empresas que actualmente trabajan en esta ciudad atenderán nuestras indicaciones como emanadas de quienes, estimándo-los personalmente, desean para ellos un resultado pecuniario satisfactorio pero sin menoscabo de las buenas costumbres salus populi, suprema lex esto.

Periódico El Pueblo, Bucaramanga, octubre de 1913.

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A LAS PUERTAS DEL CINE

Por: Los Corletta

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Sí señores; son las siete y media de la noche y una multi-tud abigarrada se agolpa a las puertas del cine: Aristó-cratas, demócratas, poetas, pobres, ricos, emboladores...

solo faltan los curas y las comunidades religiosas, huelgan para ello tales espectáculos; el cinematógrafo los marea.

Para nosotros los cronistas empieza la función desde antes de entrar al local. Lo primero que nos sale al encuentro es el ambulante vendedor de milanos. Mesio, caramelitos milanos, ¿gusta? Volvemos la cara y un mesón lleno de vasos repletos de agua panela con hielo calma la angustia de los héroes de las Piñitas, Pueblo Nuevo, La Guacamaya, etc. Divertidísimo.

Empezamos a pasar revista: ya es pareja parisiense y elegante, yaelfilipichíndelinevitablecúcharoylavaritaflexible,yalajacarandosa cigarrera que nos hace destrivillar de risa con el espléndido debat de sus zapatos, ya el campesino boquiabier-to bajo la anemia de su jipijapa. Toda una película de tipos de costumbres llama nuestra atención el inquietante cascabeleo de la risa. Un granuja agarrado a los faldones de nuestro saco interrumpenuestrasobservaciones.-¿Mesito,semanifiesta?-dice presentándonos la mano mientras nos descubre en una sonrisa su brillante dentadura de lobo joven. Los amores fá-ciles son a las puertas del cine cosa inevitable y los novios decasualidadtrasfierensuscompromisosparadespuésdelafunción...

La banda ataca los compases de un delicioso pasodoble popu-lar. El entusiasmo se reanima. La multitud se agita y entre una

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marejada de estrujones, de gritos y de risas frescas se precipita hacia las galerías.

Nosotros hemos sacado en conclusión que son cómicas y be-llas estas entradas a cinematógrafo. Sobre todo en estas no-ches de Diciembre es cuando alcanzan su mayor encanto.

Con su permiso lector. Es tiempo de entrar. Que se conserve usted bien. Hasta otra noche.

Periódico La Juventud, Bucaramanga,

diciembre de 1913.

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EL CINEMATÓGRAFO

Por: Oscar Rubio

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Qué bello y maravilloso invento el del cinematógrafo! Desgraciadamente de él se ha abusado, como del tea-tro y de todo lo humano y civilizador.

El cine es hoy en el mundo una grande especulación; y así se explica que se tomen de la historia, de la novela y de los sucesos contemporáneos, temas emocionantes, sin detenerse en la conveniencia o inconveniencia moral de los asuntos; y por eso vemos exhibir desde la vida de Jesucristo, en películas edificantes,hastalacomisióndecrímenesvergonzososyho-rripilantes por demás, que nada de provechoso dejan y sí mu-cho de nocivo. La inmoralidad tiene muchos grados y matices; pero de los más atenuados, se va pasando quizá sin advertirlo, a los groseros y desastrosos.

Concurrimos a una de las funciones de esta temporada del cine, creyendo ver alguna de las buenas exhibiciones que ha presentado; pero nos engañamos, porque en cambio presen-ciamos la exhibición de robos, traiciones, pendencias, puña-ladas, asesinatos y amoríos, reprensibles por sus tendencias y por las libertades que se toman los protagonista; libertades que nunca se tomarían en público los esposos menos escru-pulosos, ni los pretendientes más descocados. Sin embargo, todo eso lo verán no sólo jóvenes de uno y otro sexo, sino muchos niños y niñas de pocos años a quienes sus padres, sin duda engañados, habían conducido a los palcos, y que se emo-cionaban hondamente con lo exagerado y vivo de las escenas, al propio tiempo que recibían los perniciosos ejemplos de las pasiones desbordadas.

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Esa clase de teatro mudo, que con los ademanes e incentivos que lo revisten habla más que con las palabras, para ir ino-culando el veneno moral, nunca será escuela apropiada para nadie, y mucho menos para los jóvenes y los niños.

En hora buena que se nos exhiban escenas atractivas y hasta emocionantes, en que se aprenda la honradez, la honorabili-dad, la grandeza de alma y la virtud en todas sus encantadoras manifestaciones; pero no las debilidades y las bajezas de la humanidad decaída.

La escena, como el libro y el periódico, deben ser eminen-temente instructivos y moralizadores, si se quiere que sean factores genuinos del progreso bien entendido, destinado a levantar a los individuos y a los pueblos.

En suma, deseamos que los padres de familia sean más cautos, examinando previamente las representaciones a que condu-cen a sus esposas y a sus hijos, para evitarse un chasco, una vergüenza; y que en adelante vengan a exhibirse a nuestro lin-do teatro piezas dignas todas de una sociedad culta y delicada, que nos den altas enseñanzas, al par que horas de esparci-miento y de solaz.

Periódico El Pueblo, Bucaramanga, enero de 1914.

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CINES

Por: Prince

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Ahora si me va a tocar no perder función de Cine de-bido a que mis amigos los competentes directores de esta revista han tenido la amabilidad en encargarme la

crónica semanal de espectáculos, comisión que tendré mucho gusto en desempeñar. Al dar el juicio crítico de cada función garantizohacerlocontodaimparcialidadfijándomeenelar-gumento de cada cinta, en el decorado y en los actores que la representan. En las películas en que se destaque mi simpática figuraserémuyrígidopuesnoquieroqueporserbenignoconmi humilde persona se me trate algún día de parcial; si es una cinta sacada de alguna obra diré si está de acuerdo con ella o no, si es tomada del natural también estableceré comparación pues he andado...la seca y la meca y basta decir que en Cine hasta ahora no ha salido paisaje que yo no haya conocido. Sirva esto como de prólogo y entro en materia.

KINE - Ei viernes proyectó este Salón La Lampa de la Abuela, película cuyo mérito no está en escenas que impresionan o exaltanelespíritusinoenesearterefinadoconqueestáre-presentada y en la belleza de sus cuadros militares. La entrada estuvomagníficaylamayoríadelpúblicosaliósatisfecho.

Sábado 7—Ante una numerosa y selecta concurrencia, exhi-bió este Salón la tan anunciada cinta: Los Misterios de París de la obra del inmortal escrita por Eugenio Sué. Es una lástima que esta película no se encuentre bien de acuerdo con la obra. ¿Por esto diré que es mala? de ninguna manera; la cinta es muy buena pues el público manifestó con sus aplausos haber quedado satisfecho.

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PATHE - El domingo tocó el turno a este Cine. Don Abra-ham iba pasando un susto pues eran las ocho y la Banda ni señas, las ocho y media y...nada, don Abraham se desespera, se tira los pelos de la corona y no se está quieto un momento, iba ya a los palcos, ya a la luneta, ya a la galería; no porque el público urgiera porque, la verdad sea dicha, se manejó muy bien,perodonAbrahamesmuynervioso.Alfinaesodelasnueve se presentó la Banda y empezó la función; se exhibió la primera del programa: El Esclavo de Cartago película de género antiguoquepusodelantedenuestrosojoselfielamordeloshumildes y la envidia y despotismo del amo; no tiene otro defecto que el ser demasiado corto y hallarse en extremo dete-riorada, y por último El Mártirpelículamagníficaconcuadrosde un arranque sublime y argumento religioso. En nuestro concepto creemos que es bien digna del bis. El público y en especial nuestras honorables damas salieron gratamente im-presionadas.

Basta por ahora y hasta la otra semana señores Empresarios.

Periódico Eco Regional, Bucaramanga, febrero de 1914.

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CRÓNICAS LIGERAS

Por: Luis de Alba

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A Bucaramanga no le faltan nunca pereques. No le fal-tan a ninguna hora, en ningún momento, por ningún motivo. Primero le falta el agua, o el sol, o el aire. No

lo faltan pereques horribles, verdaderos pereques, pereques de toda clase, grandes y chicos. Hay una completa variedad de pereques...

Tenemos por lo pronto el pereque de los moscos, el pereque de los zancudos, el pereque de la loca Reyes, el pereque del ge-neral Farías, y el más grande y el más terrible de los pereques, el pereque de la Junta de Censura.

¡Oh! qué barbaridad...Una Junta de Censura para los Cines, nada menos que para los pobres Cines de Bucaramanga ¿Qué opinan ustedes?

Tenemos una Junta de Censura nombrada por un Alcalde mi-núsculo, un Alcalde de lo más chirriado. Tenemos una Junta verdaderamente encantadora, compuesta de lo mejorcito del pueblo, con la mayoría y minoría: mayoría roja, minoría azul, tenemos, en fin, una Junta, lo que se llama una Junta, unaJunta en regla.

Los miembros de la Junta son cinco. Cada uno de estos miem-bros es un miembro distinto, claro está. Hay entre ellos miem-brosrígidos, inflexibles,miembrosespeluznantes,miembrosindomables, miembros aterradores, miembros con barbas, miembros gordos, miembros chatos, miembros feos. Hay miembrosconsombreroduro,consombreroflojo,congorra

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de paja, miembros con cachucha y miembros con gorro de dormir.

Así están las cosas. Ustedes lo saben. La Junta de Censura está haciendo de las suyas, está metiendo la pata hasta donde dice Zalamea Hermanos. Y eso... eso precisamente, “eso era lo que yo quería decir.”

Los miembros estos de la Junta de Censura le han embestido al Cine de una manera brutal. Se le han ido encima. Lo han cogido en gavilla. Le han pegado arañazos. Lo han dejado exánime, deformado, inconocible.

Hay que ver esa Junta, allá en el Universal junto al aparato de Brokate o más allá, en el Pathé, en el seno de don Abraham.

En cuanto el lienzo empieza a iluminarse, los miembros de la Junta se ponen serios, toman una actitud solemne, inquieta, resuelta, sumamente resuelta. Pasa, al azar, una mujer, una de esas lindas mujercitas de Cine, pasa sonriendo, con su corpiño ondulante, con su falda apretadita, con todas esas cosas de las mujeres bonitas, y al verla pasar así, coqueta y desenfadada, los miembros de la Junta se paran, se paran de un solo gol-pe. Se paran al tiempo. ¡Oh! no...eso no! se ponen pálidos, se vuelven locos. Les da una especie de delirium tremens. Pierden el seso. Les tiembla todo el maderamen. Se les agrandan los ojos, se les humedecen los labios, se les ponen fríos los pies. Oh! No…eso no, eso es inmoral. ¡Es inmoral!

Y luego derraman todas sus iras y todos sus furores sobre el aparato de Brokate o sobre el seno de don Abraham. Los po-bresempresariosson,alfinyalcabo,losquepaganelpato.

Bonitas están las cosas, pero bonitas de veras. Los buenos se-ñoresdelaJuntadeCensura,compadecidosalfindenuestraignorancia y de nuestra corrupción vienen a libertarnos de las garras del terrible dragón, vienen a darnos lecciones de moral a llevarnos de la mano por el sendero del bien, a apartarnos

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del peligro del mal. Es para enternecerse uno y llorar a moco tendido y arrepentirse uno de todas sus culpas.

Dejando la broma a un lado para hablar muy en serio, quere-mos decir, antes de marcharnos, que nosotros tenemos por los miembros de la Junta muchas consideraciones. Nos parecen todos buenos piscos. Pero quisiéramos por eso, precisamente por eso, que ellos fueranmenos rígidos,menos inflexibles,más elásticos, amables con el Cine y con nosotros mismos.

La censura, como lo dijo ya mi amigo Mirué, es una labor cursi, es una labor triste y, por sobre todo, es una labor odio-sa…Perdonen ustedes.

Periódico El Liberal, Bucaramanga, marzo de 1914.

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ALREDEDOR DEL CINE

Por: Roberto Mirue

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El cine, este buen amigo cine, fecundo en enseñanzas móviles, llenas de sentimentalismo, de gestos trágicos ydeeleganciasrefinadas,noesotracosaentrenoso-

tros que un oasis espiritual. Aquí, donde se vive vida burgue-sa, absolutamente burguesa, sin que nada ni nadie interrumpa gratamente lahonda, leprofunda, la infinitamonotoníadelambiente, una proyección cinematográfica vale tanto comovaldría en Madrid el paso de una artista gloriosa. Ante un pro-grama del Pathé o del Universal, los espíritus se transforman: ciertos rostros agrios que vemos por ahí, cual si exteriorizaran dramas íntimos, como dijo Rigadín una noche memorable, tórnense amables y dulces. Las muchachas de la elite, cansadas de tocar el mismo piano, de ver el mismo novio, de regar las mismasflores,deasomartealamismareja,viejoconfidente,que les guarda muchas historias dolorosas, muchas esperanzas desvanecidas y muchas ternuras inefables, sienten en sus ojos tristes el incendio del entusiasmo. Y hablan de las partituras importadasporRaúl,elpianistafinoyfrágilcomounNoctur-no de Chopin; del maestro Santos, que pone el corazón en el arcovirtuoso;delaflautasollozante,delcornetínalegreydelrumor marino que juega en la caja sonora del contrabajo…Hablandelaspelículas,delosrefinamientosdeParís,delosjarrones de Sévres, de las orfebrerías alemanas y del confort envidiable de los buenos hermanos de Europa. ¡Cuántas nos-talgias se agitan con violencia en esos espíritus, hechos para la resignación silenciosa y para el deseo irrealizable!

Las hijas del suburbio, de rostro melancólico y melancolizan-te, sienten también alma adentro, las exquisitas funciones del

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cine. Ellas no saben de Jules Claretie, ni de Zola ni de Dumas. Qué van a saber las pobrecillas. Pero, de cara al espejo dimi-nuto, encajado de rosas, de lirios o de claveles de calcomanía, canturriando alguna copla ponen en sus cabelleras la gracia de un lazo rojo o azul; echan sus polvos baratos en la polvera humildeparaafinarelcutis,vistentrajesdomingueros,sedanel último toque en los labios húmedos con cascarilla o papel carmín, y salen cual brazos de mar, contentuchas y parlanchí-nas, en busca de Brokate o del Pathé.

Loa viejos verdes –que son idénticos en todas las latitudes- y que estuvieron a punto de quedarse olvidados en esta charla, experimentan, como las de los dos grupos anteriores, cam-bios sustanciales en su mundo interior…El cinematógrafo los enloquece. Desde temprano peinan sus canas, sacan sus chisteras,cepillansusfluxes,yalosúltimosalentaresdelsolse dirigen al teatro, hablando de cosas feas y haciendo remi-niscencias del siglo de oro de la literatura... Ante una actriz elegante, se derraman sus entusiasmos: aplauden, admiran, meten bulla, y reconstruyen allá, entre las brumas grises y me-dio esfumadas del tiempo muerto, los pasajes idílicos de sus triunfos amorosos.

Los ricos de metálico, y aquellos que gastan el capital intan-gible de las ideas y de las cláusulas armoniosas y coloridas, todos los que, de cualquier modo, vegetan y sienten en esta querida villa colonial, gustan del cine como de cosa exótica e insustituible. Es que él -aparte de ser fuerza civilizadora- ofre-ce derivaciones que consuelan. Sale uno a la calle, por ejem-plo, después de ver unos cuantos metros de cinta, adormilado y tal -que dijera Luis del Alba- con ánimo de pagar tributo al colchón blando. (El sueño también tiene su prosa, y una prosa ruda, inmisericorde, martirizante). Algún amigo invita a pasar el rato en Germania, en el Club del Comercio o en el de San-tander. Dos o tres camaradas se agregan luego, empiezan los comentarios sabrosos sobre la cinta proyectada, sobre las no-ticias palpitantes, o, en último caso, sobre la actitud de Uribe Uribe, de Herrera y de Concha. Una vez instalados alrededor

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de las mesitas, el mozo viene con la bandeja bruñida, llena toda ella de sutiles melodías de cristal. Cada quien toma su copa, la apura lentamente entre frase y frase, suena el piano, y el salón se inunda de cromáticos febriles, de notas de bam-buco, de valses y de Caprichos. Después, la desbandada por las calles lúgubres, desiertas, muy a propósito para el merodeo de los apeches de la ville lumière. (Perdón, honorables Diputados). Y decimos que estas cosas consuelan, porque aquí ya se vive de noche, como en los centros de ultramar, y porque las gen-tes se desvinculan de la existencia metódica, rigurosamente metódica, de los conquistadores iberos...

El cinematógrafo, ahí donde lo ve usted, lector amigo será nada menos que el drama, la novela, el cuento y el periódico del porvenir; y quizá sea también una como cátedra do pro-pagandacientífica.«JolyyCommandon-dicelarevistaUni-versal- han hecho ante una Sociedad de Biología, y en presen-cia de considerable concurso, demostraciones sorprendentes. Sobrounapelículahanlogradofijarelcompletomecanismode la formación do las células vivas. Este extraordinario re-sultado, cuya importancia se concibe, lo obtuvieron experi-mentando con sangre de tritón. Por tres meses los animales fueron sometidos a rigurosísimo ayuno, y luego alimentados hasta la saciedad durante diez días. Una gota de sangre fue micro-cinematografiada.Todalaactividadvitaldelostrito-nes se había concentrado en la regeneración de la sangre, y In película registró esta gestación con una claridad admirable. Loes espectadores, maravillados, pudieron ver por propios ojos formarse los glóbulos sanguíneos, luego escindirse, en una palabra, la serie de fenómenos, aun misteriosos, que cons-tituyen el proceso de la fabricación de la materia viva. Para la Biología francesa es una importante victoria, fértil en felices consecuencias.»

Ojalá que la virtud disolvente de nuestro medio, admitida por cuantos se agitan en él o se han agitado en alguna época, no actúe sobre esos lienzos compasivos que se iluminan en el Universal y en el Pathé. Ellos suavizan, con suavidad de seda,

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la murria de nuestras noches estrelladas, siempre iguales, can-sadas siempre, en que el bostezo largo y constante es la única recompensa de la fatiga diaria. Conviene no olvidar que entre nosotros todo parece: las Compañías de Zarzuela se desorga-niza, las rosas del lirismo se funden bajo besos incendiarios, las cosas del alma pasan, pasan como alondras viajeras, dejan-do tan sólo en el aire azul los ritmos gloriosos de su música triunfadora.

Periódico El Liberal, Bucaramanga, marzo de 1914.

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LA CENSURA

Por: Roberto Mirue

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La censura previa –cualquiera que sea la forma en que se ejecute- es un ataque al pensamiento humano, una violación del derecho de exteriorizar las ideas y las sen-

saciones como alma las concibe y las siente. La inmoralidad de una obra no está en ella misma, sino en los espíritus que recibensuinfluenciaporquelaeducaciónsólida,laeducaciónqueorientalaconductahaciafinesaltos,laeducaciónquenopermite el extravío, destruye toda posibilidad de que una pe-lícula que muestra un vicio o un caso de Teratología interior, puede perturbar a los hombres desviándolos y deprimiéndo-los.

Hay obras como las de Zolá, Bocaccio, Daudet, Flaubert y algunos otros, cuya verdadera intención no es otra que pre-sentarladesnudezdelaspasionesinnoblesconelfindequeel público se aleje de ellas. Ninguna pluma culta gira alrededor delvicioparadejarenélreflejosdeglorianipararecomen-darlo como inspirador de grandes acciones o de sentimientos levantados. En todo cuadro de tonos violentos se agita siem-pre una enseñanza fecunda, y los que no ven esta enseñanza, los que consideran nociva la exhibición patética de los bajos fondos humanos, tiene mucho de perversor (sic) y muy poca alteza moral. Son almas frágiles, educadas a medias, que sin-tiéndose atraídas por las pequeñeces pasionales que les impre-sionan, juegan que sucede otro tanto en los demás espíritus.

Esto por lo que se relaciona con aquellas producciones fuer-tes del arte contemporáneo, llenos de un realismo desnudo. Enloqueserefierealasqueaquísecalificandeinmorales,solo porque una muchacha, trajeada a la moderna, deja ver

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una forma, o sentada en un banco del jardín, entre un claro de luna, espera con inquietud la hora de la cita, la hora de los besos locos y de las promesas gratas, el criterio que las conde-na al rechazo aparece ridículo, por una parte, y por otra, echa sobre nuestro pueblo la nota penosa de la incultura.

Y ¿qué opina usted de la mutilación las obras? ¿No es ella un atentado inaudito contra la propiedad literaria y artística? ¿Quién le ha dado a nadie la facultad de suprimir partes, de trocar en caricaturas los frutos del talento ajeno, de hacer de un todo armónico, que representa un aliento cerebral, una in-corporación de esfuerzos nobles, algo incoherente y detesta-ble?

Si los autores de cualquier país europeo, que se mueven en medios amplísimos, sintieran por un instante la acción atrevi-da de estos malos peluqueros del ingenio, no sólo los entre-garían a la conmiseración de sus compatriotas, sino que los levantarían ante los Jueces invocando las disposiciones legis-lativas que allá garantizan la propiedad intelectual.

Ningún abuso es tan odioso como este de romper la unidad y la hermosura de una obra, y, sin embargo, él se cumple aquí sin oposiciones de ningún género. Constituye un hecho co-rriente como la caída de una lluvia, como la invasión de la sombra, como el despuntar de un astro… es preferible, cuan-do se empeñan los censores en mantener una película en el lecho de Procusto de sus opiniones, que prohíban la proyec-ción de ella, de modo categórico y rotundo, porque sus tijeras son una ofensa, un desprestigio y un crimen.

Nuestro público, que no es un niño ni mucho menos, y que, por consiguiente, no gusta de las direcciones paternales ni de las presiones insoportables de los monopolizadores del buen sentido, del gusto y de la moral, se siente incómodo entre el aparto supresor estos manejan. ¡Cómo se notan las lagunas en las películas! ¡Cómo se advierte en ellas proscripción de lo moderno! ¡Cómo bostezan los pobrecillos espectadores!

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Hay veces en que uno se retira del cine haciéndose mil pre-guntas: ¿Por qué se saldría la novicia del convento? si disfruta-ba de las delicias ascéticas ¿cómo explicarse su fuga? ¿Quién sería al innominado? Además, la malicia del público sustitu-ye con escenas de color subido las que los censores recor-tan, resultando al objeto que ellos persiguen de todo punto contraproducente.Enfin,quelacensurahacecadavezmásrepugnante, más impropia de nuestro tiempo, esencialmente progresivoyfranco.Paraconocersuhistoria,bastafijarseenque en ella tuvieron origen el Indice y el Sylabus, y que los Monarcas de la antigüedad adoptaron como instrumento la tiranía. La Revolución francesa la suprimió y lo mismo hizo la inglesa en el reinado de Guillermo III. Se refugió entre noso-trosyhoyfloreció,plenadevida,endoscráneosconservado-res y tres liberales…

Periódico El Liberal, Bucaramanga, mayo de 1914.

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CENSURA

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UnindividuoquefirmaconelseudónimoRobertoMi-rue, en el último número de El Liberal de esta ciudad correspondiente al 16 del mes en curso, bajo el mote

publica un artículo violento -sin dar una sola razón- contra el recto proceder de la Junta de Censura de Espectáculos públi-cos, en buena hora constituida en esta ciudad para imponer unavallaalainmoralidadcinematográficaqueamenazabade-vorarnos.

Mirue viene a demostrarnos con nuevo e inesperado argu-mento la imperiosa necesidad de la Junta Censura. Acostum-brado su paladar ya a cierta clase de películas de que se ve privadoahora,sientenostalgia,asfixiantenostalgiadeellas,ycomo el alcoholómano -quien privado del licor imagina que se le ha quitado la vida misma-se exaspera con la abstinencia a que se le condena y tal parece como si precipitándose sobre los distinguidos padres de familia que forman aquella digna Corporación, lanzara sobre ellos –en el ápice de la cólera- una nutridalluviadeflechasenvenenadas.

El señor Alcalde y la H. Junta de Censura tienen disposiciones perentorias al respecto y a las cuales han ajustado sus actos como empleados cumplidores del alto e importante pueblo queseleshaconfiado,disposicionesquedaremosaconocerpróximamente.

Es, pues, claro que los señores, Alcalde y demás miembros de la Junta de Cesura han cumplido un deber de buenos ciudada-nos la vez que ejercido una atribución constitucional y legal al no dar el pase a películas inmorales o indecentes, lo mismo

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que cuando han hecho suprimir alguna parte inconveniente por representar escenas contrarias al pudor o las buenas cos-tumbres.

Para Mirue, sin embargo, «el criterio que condena al rechazo» laspelículasque«aquísecalificandeinmorales»«apareceridí-culo, por una parte, y por otra, echa sobre nuestro pueblo la nota penosa de la incultura» los miembros de la Junta de Cen-sura son «malos peluqueros del ingenio a quienes los autores de cualquier país europeo», si sintieran su «acción atrevida», «no sólo los entregarían a la conmiseración de sus compa-triotas, sino que los llevaría ante los Jueces...»; ningún abuso es tan odioso como este que los «se cumple aquí»; «sus tijeras (las de la Junta) son una ofensa, un desprestigio y un crimen»; «nuestro público que no es un niño, ni mucho menos, y que, por consiguiente, no gusta de las direcciones paternales ni de presiones insoportables de los monopolizadores del buen sentido, del gusto y de la moral, se siente incómodo entre el aparatosupresorqueéstosmanejan»;«Enfinquelacensurase hace cada vez más repugnante…»

Las invectivas que acabamos de copiar, entre otras menos di-rectas, pero más incisivas que contiene el escrito a que alu-dimos, como la de decir que los que “consideren nociva la exhibición patética de los bajos fondos humanos, tienen mu-cho de perversor y muy poca alteza moral”, constituyen, en nuestroconcepto,eldelitoquedefineelinciso2°delart.20de la Ley 51 de 1898 sobre prensa, que prescribe: “Toda ex-presión ultrajante, término de desprecio o invectiva para con un individuo o corporación, si no lleva consigo la imputación de un hecho, es injuria”.

Este delito lo castiga el “Art. 25. La injuria inferida por los medios que se expresan en el art. 14 a las personas o Corpora-ciones designadas en el art. 21, se castigará con diez días a dos meses de prisión y multa do 5 a cien pesos”. Hoy con la mitad de la prisión y la cuarta parte de la multa.

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El art. 45 ordena que, “ en tratándose de injuria o calumnia a corporaciones públicas es menester, para que pueda iniciarse el procedimiento criminal respectivo, la prestación de queja formal de quien presida, para lo cual debe proceder de acuer-do con los miembros de la corporación si es deliberante”.

En consecuencia puesto que se trata de un hecho punible conforme a la Ley, lo que sería procedente hacer contra el señor Director de El Liberal y contra Mirue (si tiene el valor de sacar la cara de entre esa máscara) es iniciar la correspon-diente instrucción para que los responsables purguen en la Cárcel la falta cometida.

Así nos atrevemos a solicitarlo de la Honorable Junta de Cen-sura, a la vez que le enviamos nuevamente nuestro entusiasta aplauso por el acierto y entereza con que ha ejercido sus deli-cadas funciones.

Periódico El Pueblo, Bucaramanga, mayo de 1914.

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CENSURANDO LA CENSURA

Por: Co-bello

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Muchos son los tropiezos que la Empresa del Kine Universal ha encontrado para la selección de los espectáculos por lo que respecta a la actitud de la

Junta de Censura y a la presión cada día más fuerte que ha querido ejercer con la Empresa por la calidad de películas que ésta debe exhibir.

Crecido es ya el número de películas que la Junta no ha per-mitido poner en la tela, sin causa justificada, y sin que ellaconstituyan un escándalo o una inmoralidad, únicos casos en que deben rechazarse.

Hace apenas ocho días recibió la Empresa entre la remesa semanal que le llega de cintas, tres que por su argumento, por su construcción, por su personal y su presentación, satisfacen plenamente, pero a uno de loa miembros de la Honorable Junta de Censura dizque no le gustaron y sin más ni más fue rechazándolas.

Creyendo la Empresa que se trataba de una injusticia, pidió en atenta nota una reunión plena de la Junta para que se vol-vieran a ver las películas y se les diera el pase, petición que fue negada.

En esta situación, el señor Noguera, representante de la Em-presa del Kine, convocó antenoche a ala reunión de todos los miembros de la Prensa en el Municipal, y pasó las películas quetaninjustificadamentelehanrechazado.

Los representantes de la Prensa, unánimemente declararon que las películas son muy bellas, muy artísticas y, más que todo

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sumamente morales. Tan morales y de tan saludable enseñan-za, que una de ellas, Luz apagada, antes que prohibirse debería mostrarse a todos cuantos anden descarriados por estos mun-dos, para qua les sirva de ejemplo correctivo.

La segunda, Un drama en la costa bravía, nada tiene de particu-lar, nada que afecte el pudor o las buenas costumbres, y bien pudiera ser vista por las alumnas de un noviciado. Tiene sí un argumento interesantísimo y perspectivas muy hermosas a las orillas del mar Cantábrico.

La Mártir es una cinta representativa de un episodio doloroso, demostrativa de las consecuencias de las malas amistades, de laperfidiadealgunosamigosydelosfunestosresultadosquenos trae el obrar con precipitación.

Sentado este precedente, tenemos que decir que será imposi-ble que las Empresas puedan ofrecer espectáculos dignos de admiración, mientras exista una Junta de Censura que tenga por base un criterio tan estrecho.

Tal vez no quiera dejarnos salir de Las mil y una noches y las Vistas de la linterna mágica.

¿No habrá en Bogotá individuos de mejor criterio para for-mar la Junta? ¿Habremos de sujetarnos al gusto de los malos gustos?

Periódico El Liberal, Bucaramanga, junio de 1914.

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POR EL CINE

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Son tan escasas nuestras diversiones sociales que actual-mente podemos asegurar que el cinematógrafo es el úni-co espectáculo con que contamos para poner una nota

alegre en nuestra tediosa vida municipal.

¿Qué haríamos en nuestras interminables noches de hastío si nofuéramosaverdesfilarporeltelónlasúltimasysorpren-dentes creaciones de Pathé o de Ambrosio, de Gaumont o de Leonard?

¿Con qué mataríamos ese monstruo gris que se llama tedio si no concurriéramos al Teatro para tener un rato de expan-sión sentimental ante la rubia y encantadora fuga de Gabriela Robinne, ante la suave tranquilidad de Berta Bovy, o a poner nuestros nervios en tensión ante el gesto trágico de Ethievant o de Sallard?

¿Y el maestro Santos? ¿Y Raúl Martínez? ¿Y los artistas todos del Sexteto Santander no desgranan sobre la concurrencia, como lluviadeperlas, lasnotasdelpiano,de laflautaydelviolín...?

¡Y sobre todo esto, y más que todo esto, la presencia del bello sexo que parece que entonara el himno de la vida que canta y queflorece!

Indudablemente a causa de este agradable cúmulo de circuns-tancias, es por lo que el cine se ha convertido en un deleitoso e ineludible paréntesis que todos, absolutamente todos, abri-mos a la monotonía del vivir.

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Antes eran dos cines. Hoy no hay más que uno. El otro se fue...para no volver!

Deploramos su partida y hacemos votos, fervientes votos, porque el único que queda no vaya a marchar tras de las hue-llas de su predecesor.

Pero el cine tiene enemigos. Y estos enemigos son tres: La Tarifa de Aduanas, las Juntas de Censura y los periodistas in-tonsosquenohanvaciladoencalificarlodeInvento fatal.

De sus enemigos líbralo, Señor!!

La exorbitante e inconsulta tarifa de aduanas grava en cin-co pesos oro la introducción de cada kilogramo de película y como un kilogramo son cien metros, resulta clara y matemá-ticamente que las empresas pagan por función, generalmente de mil doscientos metros, pagan, repetimos, seis mil pesos papel, fuera de los gastos de transportes, derecho municipal, alquileres, programas etc., todo lo cual hace que una función de estreno cueste una suma no menor de doce mil pesos de nuestra moneda.

A estos gastos deben agregarse las pérdidas ocasionadas por las Juntas de Censura cuando rechazan una película por con-siderarla inconveniente. Esto hablando en términos generales porque, pasando de lo universal a lo concreto, y dejando a la censura en abstracto para pasar a la de Bucaramanga, a la pérdida anterior hay que agregar la irreparable desgracia del peluqueo que con tan áticas frases anatematizó nuestro querido amigo y colaborador Roberto Mirué.

Y conste que también somos partidarios de los conceptos del colega Luis del Alba. Partidarios decididos. Aunque nos inicien un sumario por calumnia o por injuria. Aunque nos muestren los lomos del Código Penal. Aunque nos lleven a la Cárcel y como corolario indispensable nos quiten el lápiz o nos des-plumen y nos descuartillicen (sic) para impedirnos que siga-mos escribiendo.

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ElPadreAstete,despuésdehaberdefinidolosdosprimerosenemigos del alma, se detiene perplejo ante el tercero y se limita a decir que es el mayor de todos porque no podemos prescindir de su compañía. Nosotros, siguiendo el mismo sa-biométodo,declaramostambiénquenopodemosdardefini-ción precisa de lo que es un periodista intonso. La expresión parece paradójica, antinómica.

Intonso y periodista son términos que se excluyen mutuamen-te, menos cuando se trata de ciertos periodistas que, a manera de películas, se alquilan, y como estos bichos no pagan dere-chos de aduana, el género abunda. Son los mayores enemigos del cine. Porque no lo entienden. Porque no quieren que el pueblo se instruya. Porque son miopes...de pensamiento. Por-que puede suceder que nuestros legisladores rebajen la tarifa de aduanas; porque es seguro que, más tarde o más temprano, se acabarán en Colombia las Juntas de Censura.

Pero esa clase de periodistas es inagotable pues ya lo dijo la es-critura: Stultorum infinitus est numerus. Y Jesucristo dijo también que siempre tendríamos pobres con nosotros, y los periodis-tas de alquiler son pobres, paupérrimos, de espíritu.

Sabemos, y nos complacemos en anunciarlo, que el Teatro Pa-thé cuenta con un repertorio de películas extraordinarias que han despertado la atención mundial: Últimos días de Pompeya, Satanás o el Drama de la Humanidad, El faro de la muerte, Perdido en la oscuridad, Sueño de Amor y muchas más, serán sus próximos estrenos.

Tal vez, la causa de los enemigos anteriormente enumerados, la Empresa, para poder sostenerse, tenga que elevar, como lo hacen en otras partes, el precio de las localidades cuando se trate de cintas de alto mérito por las cuales ha pagado un fuerte alquiler. Nos consta por ejemplo, que por los Últimos días de Pompeya ha desembolsado la cantidad de ochocientos dólares.

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Ojalá que nuestro público corresponda a los esfuerzos hechos para tenerlo satisfecho y los señores Empresarios tengan al placer de ver colmado el Salón en las noches de tan monu-mentales estrenos.

Y no decimos más por aquello de la Cárcel...

Periódico El Liberal, Bucaramanga, julio de 1914.

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APOLOGÍA AL CINE

Por: Emilio Jaramillo

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Lafinalidaddelarteescrearbellezayproducirlimpiasemociones estéticas, es decir, copiar la naturaleza em-belleciéndola para remover intensa o dulcemente las

almas.ElCinereproducelanaturalezanosóloconunafide-lidad absoluta, sino que la embellece en mil ocasiones cuan-doenlafilmacióndeunapelículaintervinounmettre en scene realmente artista, o cuando toman parte en aquéllas artistas de verdad.Poresoexisteninfinidaddepelículasqueconmuevenhondamente las almas y despiertan o avivan en ellas dulces y profundasemociones.ElCinehadecididoofijadovocacio-nes artísticas que sin él se hubieran ignorado a sí mismas para siempre. El Cine, cuando las películas son bien escogidas, es para los niños un factor educacionista no sólo para sus inte-lectos en capullo, sino para la educación de sus corazones y de sus almas. Y si formar el corazón de un niño no es obra de arte...

Todapelículabienfilmadaypara lacualsehaseleccionadosabiamente escenario y caracteres; una buena película italiana, danesa, alemana, francesa para la cual se buscaron los museos y sus grandes obras, los más notables monumentos, los más bellospaisajes;unapelículaenlafilmacióndelacualintervi-nieron artistas de la Comedia francesa o del teatro italiano, o del español; una película cuya trama, cuyo argumento esté en consonancia con todo aquello, con semejante marco; una pe-lícula así no puede menos de ser, sin la menor sombra de una duda, obra de arte auténtica, una bella obra de arte.

Decir que el Cine es un arte esclavo, porque se vale de la pin-tura para el decorado, es decir una tontería. La pintura se vale del pincel y los colores y el pintor se vale de la naturaleza ínte-

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gramente. Y como Insúa dice que no sólo es esclavo el Cine, sino subalterno, servil y mercenario, no hay que dejar pasar tamañas expresiones injustas. Eso lo dice Insúa porque le falta el valor de sostener su amor por el Cine, contra la vocingle-ría de la bohemia artista de cervecerías y cafetines del tres al cuartoenlosMadriles,ysacrificóalanecesidadperiodística.¿Cuál de las bellas artes es totalmente independiente, no ya de las otras artes sus hermanas, pero ni siquiera de la industria y de la ciencia?

Elgestoteatralsíescinematográfico,pormásqueencontradigan los detractores empedernidos y los tímidos admiradores de la última hora. El gesto teatral es pictórico, es escultural y, aun si me apuran un poco, diré que musical. Y el realismo no-velesco no se pierde totalmente en la pantalla. Fuera de esto, es muy cierto también que el Cine hace posible la expresión completa y detallada de todo aquello que en el teatro y en la novela es inexpresable, porque el campo de acción de este arte es vasto como la luz y como el espacio mismo, y porque tiene medios adecuados para permitirse fantasías, quimeras, descomposiciones y estilizaciones de la realidad.

Hace algún tiempo, años, cuando se agitaba con más violencia la cuestión de saber si el Cine era «un bastardo» de las artes hermosas, y cuando yo mismo me preocupaba con la impor-tancia que él estaba tomando entre las costumbres de nuestro vivir, me tocó presenciar una «función» de cinematógrafo que un pobre empresario famélico daba en una humilde aldea de éste nuestro valle sonriente.

Proyectaban una buena película Pathé y el aparato era bastan-te aceptable. No habiendo en todo el villorrio una sala capaz de contener el público allí amontonado, el empresario había templado entre dos altísimas guaduas su blanca sábana. Una gruesa manilla sostenida en estacones rodeaba el lienzo, y, en torno sentado cada cuál como Dios le dio a entender: en el suelo los más, en taburetes y bancos los privilegiados, bajo la opalina claridad de una noche de verano profundamente

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estrellada, entre los aires de una alegre y semi-primitiva cha-ranga, empezaron a desarrollarse las escenas de las cinta.

Desde el cura, anciano de bella cabellera blanca, desde el al-calde o inspector hasta los niños de los campesinos venidos de sus predios y «trabajaderos» distantes, allí estaban todos los sencillos moradores de la bella comarca de dos leguas en redondo.

Fue esa noche cuando pude adquirir la más completa segu-ridad de que el Cine es un espectáculo de arte, del más bello arte imaginable. Todas aquellas gentes, rudos trabajadores de la tierra, garridas mozas de la montaña, ancianos de duras ma-nos encallecidas por el largo y tenaz contacto del azadón y del arado, apuestos mozos y labradores que sudaron sobre el sur-co y bajo el sol, niños que esperan todavía a que avance más la aurora de sus vidas para atisbar en los sembrados el alba de los días de trabajo sano y fecundo… todas aquéllas gentes allí reunidas veían ahora, gracias al Cine y en una forma ani-mada y viva como nunca habría de poder dárselas ni el libro, ni el cuadro ni la estatua, escenas y paisajes que conmovían amablemente sus almas, y hacían estremecer de encanto sus sencillos corazones y sus rudos espíritus.

Y me dije: si llevar una tal suma como ésta de alegría a cen-tenares de chiquillos, si producir un dulce asombro entre la gente moza, si conmover tan hondamente a tanto espíritu y a tanto corazón, no es arte y arte muy hermoso: ¿qué puede ser el arte?

La manera como están ya entendiendo los franceses el Cine-matógrafo; la difusión de la cultura por medio de la pantalla; la vulgarización de su literatura, de su pintura, de su arquitec-tura...de todas las manifestaciones culturales y civilizadoras, valiéndose del arte mudo, es una demostración irrefutable de que el Cine es además de un arte bello, un arte generoso.

Revista Tierra Nativa, Bucaramanga, marzo de 1927.

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UNA PELÍCULA NACIONAL

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Hoy y mañana pasará por el telón del Teatro de Gar-nica, Rafael Uribe Uribe o el fin de las guerras civiles en Colombia.

Desde el nombre preclaro que la encarna, hasta los actores y elementos, y aun el ambiente, todo es colombiano. Si acciden-talmente existe alguna pequeña parte extranjera, es racial, de nuestra misma carne, de nuestro mismo espíritu, de nuestra psicología.

Argumentador fue el estilista, filósofo, novelador y crítico,todo un espíritu de exquisitez: Efe Gómez. Claro que aquí lo desconocemos. Cualquier pelafustán de Yanquilandia es más popular ante el alma indígena que nos cargamos sin contra-peso cultural.

Director, don Pedro J. Vásquez, viejo artista español que sen-tó su planta en la capital antioqueña, después de llevar en sus alforjas de soñador toda la enjundia de la vieja Hispania, con los odorantes perfumes de la modernidad. Conocedor de la escena llevó a la impresión de la cinta su añejo prestigio, su amenidad y su interés por las cosas de la raza.

Bellas damas. Escenas de movimiento y expectación. Home-naje no a un hombre sino al hombre de estas breñas, donde se enardeció el corazón con el humo de los fusiles y el ful-gor de las bayonetas. Homenaje a la vivacidad espiritual. Un delicioso enredo campesino arrebolado con atardeceres del trópico, y llevado a la majestad de su elación por medio de un

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arte severo, que nos embelesa y hace arrodillar el alma ante la capacidad poética de nuestras maravillosas comarcas.

Revista Tierra Nativa, Bucaramanga, febrero de 1929.

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LA MEJOR PELÍCULA COLOMBIANA

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La Empresa Moure y Albarracín Tavera nos ofreció la noche del 16, en el Teatro Garnica, la suntuosa cinta de carácter netamente nacional: La transmisión del mando

y las grandes solemnidades del 7 de agosto en Bogotá.

Desde su principio, cuando aparece la figura simpática delPresidente de Colombia, el alma del público se contagia de emoción y lanza sus alegrías en vítores repetidos y sonoros aplausos. Turbay, popular hijo de Bucaramanga, y Alfonso López,avivanelespírituylotonifican.Ysigueeldesarrollonutrido de los actos. Multitudes que se apeñuscan. Banderas que se agitan. Carrozas que ambulan por las calles enloque-cidas de entusiasmo. El nobilísimo y apreciado Ejército Na-cional, cuya valentía y coraje al par de su constitucionalismo, lo han elevado a una categoría ejemplar. Bellos rostros de mujeres continuadoras de las tradiciones turbulentas de las heroínas. Carlos E. y Fabio Lozano, con sus añejos prestigios de hombres de republicanismo revaluado y cuyas actuaciones han calado en el alma de Colombia, dándole severa armazón de legalismo y cívica democracia. Las elegantes Embajadas. Ovaciones. Delirio...

Películas como esta confortan el espíritu. Y deben ser apo-yadas por todo colombiano que ansíe para su Patria el resur-gimiento espiritual y las comodidades inherentes a una vida decorosa.

Una hora y cuarto duró ese rato de expansión y de interés, lle-vandoalojoespectáculosdignificadoresyalcorazónimpul-

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sos para seguir cada quién dando su aporte a la obra cultural que se inicia en este año memorable.

Los empresarios siguen su viaje de propaganda por diversos lugares del Departamento, y luego de la República. Y esta-mosciertosdequehastaelcampesinomászafioentenderáelespíritu netamente autóctono y vibrador de esta cinta. Ojalá elNoticieroNacionaldéimpulsosalafilmacióndeaconteci-mientos propiamente colombianos, estimulantes del dinamis-mo y nacionalismo que debemos inculcar.

NuestrosparabienestantoaAcevedoeHijos,filmadores,como a los empresarios.

Revista Tierra Nativa, Bucaramanga,

septiembre de 1930.

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EL CINE Y EL IDIOMA

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Somos todos a hablar del incontrastable poderío econó-micoyfinancierodeNorteAmérica:desusmillonesdedólares, y de autos, y de petróleo, trigo, algodón, acero

etc.SinembargolainfluenciamáspoderosadeNorteAméri-ca sobre el mundo es la de sus películas.

El que compra un coche americano se queda un poco más pobre, mientras que Norte América se hace un poco más rica;perodeahínopasa:esunainfluencialimitada,pasajeraysiempre adjetiva; a lo mejor cambian las formas y el compra-dor de hoy se vuelve vendedor, y recupera mañana el dinero que entregó.

Perolainfluenciadelcineesunainfluenciaespiritual.Sonlascostumbres, las maneras, la moral, es decir, la vida norteame-ricana que se vuelca encima de nuestros sentidos y gravitarán en lo sucesivo sobre nuestro cerebro formando, o deforman-do, nuestras ideas y nuestra idiosincrasia. Es la vida con sus múltiples matices psíquicos, que forman el ambiente de un país, y que no son otra cosa que su propia civilización y su propia alma. Cuando «eso» penetra en los demás pueblos, ya queda su espíritu mediatizado y tributario a una civilización dominante. Es la conquista espiritual que hace a unos pueblos metrópoli y a otros colonias.

El cine es el medio más formidable de conquista espiritual. Más que la literatura, más que la prensa, más que la oratoria, más que el teatro, más que todos los otros medios juntos. Una buena película la ven en un solo año más millones de personas que cuantas han leído el Quijote desde su aparición. En una

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hora de cine se acumulan más impresiones que en una semana de lectura. En la misma función docente y hasta para la inves-tigación científica, colegios y universidades emplean el cinecomo superior a todos los demás medios de exposición.

No vamos a seguir narrando las ventajas del cine. Solo quere-mos llamar la atención sobre los peligros que para el idioma castellanosignificaelcinehablado.

Las nueve décimas partes de las películas se fabrican en Norte América. En la transformación de los estudios para el cine hablado han gastado cientos de millones de dólares; prueba la más concluyente del éxito del mismo. El cine hablado tie-ne el inconveniente de la variedad de las lenguas. Pero Norte América lo soluciona, en parte produciendo películas sólo en inglés. Las gentes que no hablen el inglés no entenderán esas películas, pero tan atrayente resulta el invento que, a pesar de todo, agrada el canto aunque no se entienda la letra. En Ma-drid ya se ponen diariamente películas habladas en inglés y el público llena los cines.

¿Sedaellectorcuentadeloqueesoalalargasignifica?Sig-nificalaprivanzaabsolutadeeseidioma,quetodaslasperso-nas cultas querrán estudiarlo, que todos los artistas, literatos e intelectuales en general, tendrán necesidad de estudiarlo, empezando por el periodista; que esa victoria del inglés sobre todoslosidiomascultosserálallavemáseficazparaabriralosproductos norteamericanos todos los mercados y todos los gastos; será poner de moda su literatura, sus ideas, su estética, es decir, será americanizar el mundo.

ParanosotrosseráperderlainfluenciaespiritualenSurAmé-rica y Centro América, donde nuestro idioma irá perdiendo categoría en la misma proporción que la adquiere el inglés. Y como esta categoría es lo que nos da más relieve en el mundo, está claro que nuestra importancia internacional sufre por ese lado una no pequeña amenaza.

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Hay que poner, en lo que de nosotros dependa, inmediato re-medio.Yelmáseficazconsisteenprohibirterminantementepelículas habladas en un idioma que no sea el idioma caste-llano. Ya tenemos el ejemplo y el precedente en Cuba, que, dándonos una lección de sudamericanismo, acordó prohibir las películas habladas en inglés. Eso hizo Cuba, a pesar de que su vida económica y política depende de Norte América. Es un gesto de dignidad que acredita su estirpe y que nuestros gobernantes deberían imitar y refrendar.

Revista Tierra Nativa, Bucaramanga,

noviembre de 1930.

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TEATROS

Por: Dimar

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Hemos leído un cierto escrito editorial seguramente en Cine Colombia, escrito desolado si los hay, en don-de se pregunta por qué la clientela de los palcos del

Teatro Garnica, ha determinado declararse en huelga, es decir no concurre a las funciones, cuando luneta y galería si llenan satisfactoriamente su cometido, es decir cumplen su deber.

Y hablamos del deber de concurrir, pues de lo contrario, si el público no concurriese por deber también, entonces se acaba-ría instantáneamente el dicho espectáculo llamado teatro y el pueblo carecería de visiones artísticas, de ventanas por donde contemplar el ideal, y algo más, el ideal humano, que se desa-rrolla en otras partes, cumpliéndose el refrán de que todo pue-blo merece su suerte, por cuanto nuestro público sería ciego y por ende inadapto para recibir el progreso.

Sobre las consideraciones pesimistas de pueblos artísticos y su ruina material, por ende, podríamos escribir, no una simple crónica sino volúmenes enteros, algo más grandes y también en más número de aquellos que informan la Enciclopedia Es-pasa.

Pero nuestro intento no es el de lamentarnos, quédense los Trenos tristísimos para otros y para otra hora.

¿Y cuál preguntamos, sería la causa de esta huelga, o falta de cumplimiento del deber por parte de los concurrentes a los palcos del Teatro Garnica? A nuestro humildísimo modo de ver,estarazón,eficiente,todaellaespornohaberinterésenel espectáculo, es por cuanto las películas viejísimas y tontas, astracán diría un cómico retirado, no se lucen, no despiertan el interés del subconsciente de los habitantes del palco.

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Esta huelga, de los dichos habitúes fue más bien protesta, tan cierto que cuantas veces se asomó por estas salvajes monta-ñas, alguna compañía de mediano valor artístico, fueron los concurrentes a palco, quienes sufragaron generosos todos los gastos de la empresa fueron los llenos de palco, quienes hala-garon alegremente a los empresarios.

Es pues lógico suponer que la empresa Cine Colombia ha sido castigada, por los habitúes a palco, y aun cuando no so-mos exégetas, la hermenéutica o doctrina secreta del dicho editorial nos da plenamente razón, cuando dice que “En el antiguo sistema de exhibir una cinta en todos los puntos de cada zona los estrenos de esta, tenían que esperar un año y hasta más.”

Cuanto tiempo…en un año se desarrolla, vive y muere toda unacrisis,llámeselafiebredelosmillonesofiebredelhambre,curioso en un año se estrena en Bogotá la bien amada, una cinticaenplenafiebredelosmilloncejos(SIC)ycuandoveníaaquí, despuésdeun añoyhastamás, venía enplenafiebredel hambre, tan propicia a todo salvaje canibalismo y a toda acción desconsiderada e injusta.

La Crónica va para largo y debemos darle remate; éramos pe-simistas y ahora cantamos y en tono optimista, despertamos pensamientos azules.

Creíamos que la Empresa Cine Colombia, a pesar de toda su pujanza había fracasado en Bucaramanga, en donde más sonó, y Cine Colombia vive Gracias a Dios para consuelo de tantosafligidosconestacrisisquenotienefin.

Consuelodeafligidosesestaempresaymáspor tenerasufrente un hombre de buena voluntad, para quien siempre ha-brá paz y prosperidad que es una de las formas de paz.

Periódico El deber, Bucaramanga, mayo de 1931.

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UNA NUEVA FAZ DEL ARTE CINEMATOGRÁFICO

Por: Elías Vivas

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La Federación Nacional de Cafeteros, en sus loables pro-pósitos de mostrar a propios y extraños lo que es entre nosotroslaindustriadelpreciosograno,hahecho«fil-

mar» algunas películas que representan en una serie de cua-dros precisos y realistas todo lo que se relaciona con el actual desarrollo de esta importante industria.

El sistema no es nuevo. En la Rusia soviética la cabeza genial de Eisenstein había ya concebido y llevado a la realidad pro-ducciones de ese género, para sustituir las películas importa-das de Francia y Norteamérica, que producen mucho mal y poco bien en las clases populares. Sobre una de sus más con-movedoras y majestuosas producciones, se expresa así Henry Barbusse: «Su asunto es el drama inmenso de los campos»: las nuevas orientaciones de las masas campesinas hacia el trabajo colectivo de la tierra. Es la epopeya pintoresca y animadora de la comunidad en el esfuerzo lo que se dibuja y brilla ante la mirada y nos atrae y nos empuja. Nada de simbolismos: trozos macizos de la realidad empalmados uno a otro. Ni sín-tesis ni generalizaciones de orden literario. Es, simplemente, la poderosa unidad orgánica que liga los distintos aspectos del panorama concreto lo que nos arrastra.

«El trabajo colectivo, tan hermoso en su velocidad y en sus amplios planes perfeccionados, provoca la recolección, la arranca materialmente a la tierra y la almacena luego; todo con un ritmo y una potencia que las dispersas hormigas indi-vidualistas no pueden soñar».

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«Eisenstein nos muestra todo eso en una carrera a través de campos, carrera en el espacio y en el tiempo, que transpor-ta nuestras miradas y nuestro pensamiento desde el esfuerzo rudo y animal de los lamentables bípedos que arrastran por sí mismoselaradocomoenvisióndeinfiernohastalosarmo-niosos arabescos de los tractores y máquinas que se mueven en el teatro inmenso de las cosas».

«Esta película digna del hombre que creó EL ACORAZADO DE POTEMKIM y OCTUBRE, ha sido realizada sin actores profesionales, valiéndose únicamente de los campesinos, que el aparato registrador ha sorprendido en sus propios medios y captado sus imágenes en las escenas de la vida normal. Han desempeñado sus papeles inconscientemente y aún sin pen-sar».

Una empresa que en nuestro país se dedicara a explotar esta nuevafazdelartecinematográfico,llevandoalapantallabe-llosyedificantesmotivosdenuestravidaindustrial,episodiosreales donde el bien quede exaltado y el mal apostrofado, a la vez que despertaría en las clases populares un creciente interés por las cosas de nuestra tierra, acercando los Departamentos en comunión de ideales generosos, estimularía el amor al tra-bajo productivo y fecundo y nos haría conocer mejor en el exterior que diez mil agencias de información y propaganda. Por otra parte, se minoraría la introducción de esas películas que, si poseen un gran valor artístico, traen ocultas en el fon-do perjudiciales semillas que han de caer en el subconsciente popular y producir seguramente fatales frutos. Porque si para las clases inteligentes e ilustradas esas escenas en donde casi siempre triunfa la pasión violenta y se estimula el vicio en to-das su faces sirven para hacer más visible el bien y la virtud y considerar éstos como guías infalibles del humano ser, en las clases ignaras produce resultados contrarios, pues éstas sólo admiran el lado material del motivo y hacen un ídolo del que da la puñalada con destreza, del seductor afortunado o del sagaz estafador.

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Mirando el asunto bajo este solo aspecto, la NUEVA PELÍ-CULA le abriría a nuestro pueblo una nueva puerta de luz para su cultura y perfeccionamiento moral y enriquecería el acerbo de sus conocimientos prácticos.

Periódico El duende, Puerto Wilches, julio de 1933.

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DOÑA ROSALINDA ES UNA DEVOTA AL CINE

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Don Luis Ramos, el administrador del Cine Colombia es un antioqueño muy simpático y un gran organi-zador. En sus manos ha prosperado la empresa de

Cineco y dado al Teatro Santander un verdadero realce, hasta el punto que se puede asegurar que ya nadie quiere vivir del hemiciclo.

Don Luis ha obrado un milagro: Ha convertido los días en noches. Desde que amanece se suceden las matinés, las ves-pertinas y las nocturnas a donde concurre en masa nuestra sociedad, con una devoción propia de Cuarenta Horas.

El señor Ramos le está haciendo la competencia a los tem-plos, a las capillas y a los oratorios.

¡No niega este muchacho ser antioqueño! No conozco el pri-mer antioqueño que no le saque aceite a una piedra de chispa. Cuando ellos agarran la moneda, le hacen salir lágrimas a la estampa de Bolívar a fuerza de caricias.

Para ponderar el auge que está tomando el Teatro Santander y su empresa bajo la administración Ramos, basta decir que hasta yo vivo ya en el Teatro, probando mi resistencia diuréti-ca, admirando lujosas y bellas películas y codeándome con las principales estrellas y astros de la Pantalla.

El Cine, además de lo instructivo que resulta y de proporcio-narnos el conocimiento de cosas que ni conocemos ni hemos soñado, fomenta el trato social. De allí resultan amistades y amoríos que culminan en el Santo Sacramento, amén de que es un verdadero noticiero nacional. Todo el mundo conversa,

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todo elmundo comenta, todo elmundo refiere historias ysucesos.

Fue nada menos en una de las vespertinas del Santander de la presente semana, en donde supe que mis amigos don Joan Cristóbal Martínez, primer cronista y primer crítico de Bu-caramanga –pésele a quien le pese- y don Gustavo Mora-les, gran editorialista e irónico de la ciudad –pésele también a quien le pese- estuvieron para irse a las manos y romperse la crisma…

Allí se comentó el desafío que Juance le hizo a Morales al campo del honor, y de allí fue de donde recogí los mas varia-dos comentarios alrededor del simpático duelo. A pesar de que yo le reconozco valor y energías a todo hombre, no pude menos que reírme del lance por los comentarios que al res-pecto surgieron.

-Que se matan por un editorial –decía uno.

-Que se van a matar –repetían otros.

-Que se van a matar –arguyó el tercero: en primer lugar el dueloamuerteenBucaramangaesplantaquenoflorece;yen segundo lugar, en ese caso, el duelo es perfectamente im-posible.

Picada mi curiosidad de mujer no pude menos de interrogar a quien negaba de manera tan rotunda el desafío, y sobre las causas de la imposibilidad.

…Sencillamente, mí señora… me contestó el aludido, porque Gustavito Morales es completamente ciego y no ve para sacar la pistola, y porque Juancé.... ya no da fuego.

Conque vean ustedes cuántas cosas se saben y se ven en Cine. No falte usted.

Periódico El duende, Bucaramanga, agosto de 1933.

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EL CINE Y LAS PROVOCACIONES

Por: Anibal Rodríguez Melgarejo

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Al tratar el cine desde este punto de vista, es menester no olvidarse de una cuestión fundamental, es decir, las malas inclinaciones de la naturaleza humana, sus ins-

tintos depravados, las tendencias sensuales del amor, temible pasión de la concupiscencia…

No es preciso sumirse en profundos razonamientos ni medi-taciones, para comprender lo que dejamos dicho; basta echar una mirada retrospectiva a la conciencia humana y habrá mo-tivos hasta para horrorizarse.

El hombre lleva a cuestas una carga pesada, una bestia feroz y salvaje, siempre en acecho, contra la que constantemente debe luchar, pero, ¡ay de quienes la provocan!; ellos son los únicos responsables del llanto del dolor de muchas madres, ellos son los únicos responsables de la infelicidad de muchos hogares, ellos son los únicos responsables de muchas enfermedades y crímenes.

Pues bien: el cine malo o escabroso es una continua provo-cación, y es en esto precisamente donde estriba el éxito co-mercial de algunas cintas: en explotar las más bajas pasiones humanas.

Su fondo es una urdimbre de amoríos insulsos y provoca-dores; sus escenas, una continuada sucesión de lances esca-brosos; sus lenguajes, procaces; sus protagonistas, personas rebosantes de sensualidad; y, por encima de todo esto, la des-fachatez de aviso, la malicia de los títulos, lo lúbrico, del ar-gumento, la impudicia de las modas, la provocación de las

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desnudeces; y todavía más, por sobre todo esto, la exhibición del lujo, hermano de la lujuria; la pompa del placer, el triunfo siquiera momentáneo del vicio, y la malicia, — almohada de la sensualidad — recostada por todos los rincones en la escena luminosa.

¿Acaso no es esta una continua provocación a la bestia que, como dijimos, está siempre en acecho? ¿Y hay que extrañarse que esa bestia, tan horriblemente exacerbada, lance alaridos y reclame todo el cebo de la carne, cada día más hambrienta e insaciable, y llegue a gobernar a todo hombre con su salvaje despotismo?

¿Qué pueden la pobre razón envilecida ya por derrotas mora-les y los débiles motivos humanos del honor, de la decencia, de la insulsa moral laica, ante la impetuosidad de una pasión ciega y alocada? ¿Acaso el alud avasallador se detiene en la mitad de la pendiente, cuando ha comenzado a rodar, sem-brando destrozos y ruinas?

No hay que extrañarse, pues, de que esa bestia, en su natural exaltación, abofetee vergonzosamente al incauto que la pro-vocó y le lleve impotente a la sentina de los vicios.

Periódico El Firmamento, Bucaramanga,

octubre de 1933.

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EN VESPERTINA

Por: Saúl Luna Gómez

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La aldea que no escucha en el silencio de la noche los altoparlantes del cine moderno, cae de hinojos en la tristeza melancólica del cementerio que canta Gray en

su poema funerario. El cine es un signo que distingue de la tácita aldea la ciudad amable.

ANTES dEL CINE

La muchacha bumanguesa era una dama luciente de belleza y candor, más ajena a las preocupaciones nuevas del maquilla-je, del traje seductor, del polisoir y del sport.

El novio, dulce sueño de los juveniles corazones, fue un ideal cubierto, como el ponqué ceremonioso, como una blanca nie-ve, frágil como la espuma. Entonces, al caer de las tardes, en la ventana recogida y segura, los enamorados devanaban y tejían el hilo de su ensueño, como la clásica tela de la acongojada. El rosicler de una estrella pudibunda besaba las mejillas inmacu-ladas de la Novia.

Antaño, las damas salían de su casa al amanecer, camino del templo, para atender a la misa. Las campanas rotundas y los esquilones repelentes emulaban con las aves en el canto. Una teoría de juventud, un rosario de rosas vivas, invadía las igle-sias y al salir, las muchachas amigas departían en el trayecto a sus hogares, mientras los novios esperaban a verlas pasar en las esquinas y las acompañaban, más o menos de cerca, más o menos de lejos, a sus casas.

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EN EL CINE

En la suave oscuridad del cine, los novios van intoxicando su conciencia con el alcaloide que emana de la pantalla y con la músicaadecuada,divinaalcahuetedelaemoción.Yelsofismade la rapidez con que pasan las sombras induce a los novios aunatanrápidasucesiónenlavida,comoenlaficticiavidadel telón.

Y mientras la damita gentil compara los trajes opulentos de las estrellas con sus trajes baratos, comprende que su novio ha de preferir en lo recóndito de su corazón a la actriz enigmática y seductora sobre ella misma, que es ingenua o al menos está desnuda del encanto abrumador de Gail Sheridan o Katherin Hepburn. Y la novia anhelaría dar a su prometido un beso para recoger en sus labios el suspiro que se escapa del pecho y aprisionar la atención del novio cineasta que se va tras de los ojos crespos de Ginger Rogers o hacia los ojos de Dolores del Río, profundos y abiertos como el mar.

La audacia vanguardista de los trajes, que le dan encanto sin par a la mujer, duerme sobre el carey de la tortuga en las al-deas escondidas. Y en las ciudades de cinema es a veces la moda llamada reverenda, porque no faltaría quién buscase en la mujer real la destacada perfección de los modistos de Los Ángeles.

La lectura de la novela que fue el polisoir espiritual de la mu-jer, ha caído en desueto. La mujer de hoy absorbe el diálogo delcineparaafilarsucharla,yeldiálogodesulocuciónseperfilacomoeltalledeunadanzarina.

Revista Intensiones, Bucaramanga, julio de 1936.

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EL CINE

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Las costumbres carentes de espíritu cristiano, de que con frecuencia dan muestras evidentes las modernas socie-dades y que día a día vemos ganar terreno dentro de la

constitución de ellas, se deben principalmente a las represen-taciones de cine, a veces poco escogidas a que asiste nuestro pueblo.

Laaficiónquecreceextraordinariamente,hahechoqueseau-mente el número de funciones en las cuales se dan cita indi-viduosdetodaslasedades,sexosycondiciones,sinfijarse,enla mayoría de los casos, en lo que constituye el argumento y llevados solo por la sujestividad (sic) de los títulos.

Con singular candidez, imaginan los más, que sólo encierran peligro aquellas películas en que la moral y los principios religiosos, se ofenden abiertamente y sin ambages y asisten tranquilamente y sin hacer caso de la autoridad competen-te que las ha señalado como peligrosas, a otras en las cuales con nombres de cosas buenas y con apariencia de verdad y de bien, se alteran notablemente las enseñanzas de la iglesia, se ridiculizan sus Ministros y se minan, en forma solapada, los fundamentos de las buenas costumbres, argumentando en forma que hace aparecer la virtud humillada y desautorizada ante el vicio triunfante. Estas reclaman cuidado especial pues en ellas el mal se recata llamativamente, en forma de hipócrita bondadquelefacilitainfiltrarseenlasmentesyloscorazones,sin ser advertido hasta después de algún tiempo, por sus resul-tados nocivos, cuando sea casi imposible desarraigarlo, al paso que aquellos permiten ver, con toda claridad, lo perverso de sus enseñanzas y por consiguiente prevenirse debidamente.

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Por construir el cine uno de los sistemas más prácticos de en-señanza el cual está al alcance de todas las inteligencias, llenará unamuyaltafinalidaddocentecuandosusescenasnoesténreñidas con la moral y las sanas doctrinas, pero será de funes-tísimas consecuencias, cuando en ellas se hallen estimulados el vicio y las acciones menos buenas. Con sobrada frecuencia vemos como los asesinatos, hurtos, suicidios, matrimonios perdidospor infidelidadde los esposos etc., queocupan laprensayloscomentarioscallejeros,sehanverificadoconlosdetalles y pormenores, con que se presenciaron en la pantalla meses o aún días antes.

No faltarán quienes digan que el cine con las condiciones de que atrás hemos hecho mención, perdería de seguro su atrac-tivo y se convertiría en un espectáculo soso y de mal gusto, propio para personas de mediano talento y poca cultura, pero esta argumentación no queremos contestarla, en primer lugar porque sus autores solo persiguen hacer una ostentación fan-farrona de poca preocupación por lo que respecta a la moral y que se les señale como de ideas avanzadas y luego porque al ocuparnosdesusafirmaciones,queanadieconvencen,sololes daríamos el gusto de mostrarles que se han hecho noto-rios.

Corresponde pues a todos los católicos, que sin distingos de ningún orden están llamados a trabajar por el reinado de Cris-to en la sociedad, el aportar su contingente para que en los teatros y salones de cine se exhiban películas sanas e instructi-vas, al par que amenas, y no fomentar los espectáculos incon-venientes, asistiendo a ellos o permitiendo que las personas a su cuidado lo hagan. Así se conseguirá que el cine propor-cione una interesante y provechosa expansión que conforte el espíritu de las faenas y penalidades.

Periódico Avances, Bucaramanga, julio de 1936.

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MOSQUETEROS DEL OESTEUN ENTRETENIMIENTO FILM

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BillCody,el«cowboy»astrodelosfilmsvaquerosame-ricanos, de nuevo vuelve a deleitarnos con su siempre dinámicas y acertadas caracterizaciones del intrépido

vaquero, que en la realización de difíciles proezas nos tiene constantemente con el corazón en la boca, y al verle exponer su propia existencia en escenas intensamente dramatizadas que, aun cuando son cosas del cinematógrafo, dócilmente uno se deja llevar por los hechos que van desarrollándose en la pantalla ante nuestra vista, olvidándonos de nuestra situación de simples espectadores, para vivir y compartir las emociones o felicidades del héroe y la heroína de esas tribulaciones que por momentos nos hace pasar minutos de verdadera angustia. Bill Cody, en esta película en la caracterización de un joven vaquero, experto tirador que da en el blanco de una moneda arrojada al aire, y como el hábil jinete de las regiones monta-ñosas del bello Oeste Californiano.

«Mosqueteros del Oeste» es una producción que se caracteri-za por lo interesante que es su trama, compacta en situacio-nes dramáticas cómicas, animada por agradables composicio-nes musicales, bonitas canciones camperas, excitantes peleas a mano armada, espeluznantes persecuciones a caballo y, en medio de todos esos elementos que forman la cohesión del asunto, sale a la luz un sencillo, pero bonito y delicado ro-mance, originado por la hechicera y simpática Heno Quartaro, quien de más está decirlo, es la personita que provee el encan-to femenino a la película con la nota sentimental amorosa, y con el buen mozo de Bill Cody siendo el afortunado recipien-te de los lánguidos suspiros y de los afectos de esa irresistible

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joven actriz hispana, cuyo arte histriónico y hermosura física sonbiencelebradosporlaindustriacinematográficadeHo-llywood.

«MosqueterosdelOeste»esunadelasflamantesproduccio-nes recientemente rodadas en el estado de oro, que ha adqui-rido para su distribución mundial la organización Ferdinad V. Luporini, que llevará títulos sobreimpresos explicativos en castellano. La acción se desarrolla con la antigua y poética Ari-zona, ábrese la primer escena en las dulces notas de una vieja y popular melodía que entonan los vaqueros, canción ésta que imprevistamente es interrumpida por las estruendosas deto-naciones de varias armas de fuego, seguidas por una emocio-nante lucha entre cuatreros y la policía, y la persecución, des-bando y captura de los primeros por los segundos. En breve, estos son puntos culminantes de su argumento, cuya acción es llevada hasta tierra mejicana, en donde la cámara, tanto aquí como en Arizona y California, ha recogido para luego reproducir en el lienzo blanco, con admirable veracidad, ricos panoramas naturales, de una belleza, fuerza y colorido real-mentemagníficos, indescriptibleenpalabras,quesolamentele ha sido posible recoger a la cámara manejada por expertas y artísticas manos, igualmente notables son las pintorescas es-cenas mejicanas. Y, en ese suelo de romance, de bondadoso y amigable ambiente, saturado por el perfume de las dures silvestres, y la gracia y la hermosura de sus mujeres de labios ardientes y de ojos negros, soñadores a los que el héroe se sin-tiese atraído por el magnetismo de esos luceros y por un par de labios entreabiertos que dejaban ver una perfecta hilera de perlas blancas, aparecieron como ocultándose detrás de una reja de hierro de un balcón, discretamente cubierto por una floridahiedraqueparecíamantenerprisioneraasuhermosadueña. Eventualmente, con ese fondo tan propicio y bajo un claro de luna, la bonita mejicana no tardaría en sentirse pro-fundamente enamorada del apuesto héroe, con la pareja más tarde, alcanzando la ambicionada felicidad.

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No diremos, que la nueva adquisición al ser incorporada al programaLuporini Films, es una producción de las clasifi-cadas de «épica» o espectacular en su realización. Indudable-mente que «Mosqueteros del Oeste» responde al tipo de las conocidasporwesternas(sic),perodentrodesuclasificaciónse destaca muy favorablemente por la variedad de elemen-tos que intervinieron en su trama, como por la rara riqueza de fondos naturales que presenta, haciéndola una de méritos propios, y, sobre todo, con su fuerte sabor romántico hispano, la espléndida dirección que recibiera, más la inteligente actua-ción de sus intérpretes, hace que «Mosqueteros del Oeste» posea genuinos valores de su entretenimiento aceptables para todos los auditorios.

Periódico Tribuna Liberal, Bucaramanga,

septiembre de 1936.

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CINEMATÓGRAFO SOVIÉTICO

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El Cine Comunista empieza a invadir el mundo entero, y las naciones anticomunistas empiezan a cerrarles sus puertas a las propagandistas del comunismo soviético,

como la mejor medida para salvar el orden interno de su res-pectivo país.

Estesistemasoviéticotienedosfines:elprimerollevaracabola propaganda, y sembrar la odiosidad contra los patronos de lamaneramáseficaz:laobjetiva,laproyeccióncinematográ-ficadeescenasimaginadasperoqueparalagentedelproleta-riado tiene el sabor agradable de la realidad creadora de odios y venganzas; lo segundo consiste en destinar el producido de esas exhibiciones, que se hacen previo contrato con los tea-tros, a favor de las agrupaciones comunistas del lugar en don-de son proyectadas.

Ya en Bucaramanga se dio la primera, pasable por el momen-to, por cierto una malísima cinta, pero era de Rusia y ello se considerabasuficienteparallamarlaatenciónyllevarcamara-das. Pero vendrán más y lo que las funciones dejen será para entregaraloscamaradasafindequeelfondodelpartido,ode la secta, aumente y sirva para atender a la subvención de los propagandistas.

No sabemos si nuestro público deba ponerse en guardia con-tra la manera inteligente de hacer dinero, pero es una obliga-ción nuestra hacerlo saber a tiempo para que tanto el gobier-no como la sociedad estén prevenidos, ya se acerca el día en que uno de nuestros teatros empiece a anunciar la película

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rusa, que ha entrado a Colombia con todo el consentimiento y el regocijo del gobierno.

Periódico Oriente, Bucaramanga, noviembre de 1936.

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EL CINE Y LA POLÍTICA

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Difícil sería establecer precisamente si las rápidas y de-cisivas conquistas logradas por el séptimo arte como eficaz vehículo de propaganda ha determinado su

marcadaorientaciónactualhacialaescenificacióndelospro-blemas políticos, o si son éstos, por el contrario, los que con sus inquietudes y contradicciones, sus sorpresas y su vasta popularidad se ofrecieron al ingenio especulativo y práctico de losproductos cinematográficos como tema explotable yrico, pero lo cierto es que las más sonadas cintas de hoy -las que con mayor ahínco recomiendan los empresarios y mayo-res aplausos reciben de los espectadores- son las que reviven olvidados y discutidos momentos históricos o plantean en pantalla las más graves cuestiones internaciones de la hora. Si esta modalidad dramática no era completamente descono-cida, lo es en cambio la intención beligerante, partidista, casi enconada que las caracteriza a todas, de modo distinto, según su procedencia. A tal extremo de vehemencia ha llegado la lucha, que quienes estudien dentro de algunos años lo que está viviendo la humanidad, tendrán que asignar a esta guerra de celuloide sitio destacado entre las causas que habrán de originarelconflictocruento...oacasolapaz.

Artísticamente el cine no pierde nada con esa desviación hacia asuntos de escaso o nulo valor estético. A poco que se piense queenelloresultabeneficiado,porquesialgoestabacausan-do estragos en el prestigio artístico del cine era la monotonía de los argumentos, sacados del manido tema erótico o de un costumbrismo de baja ley, buenos apenas para una mayoría irresponsable, o de campos de más elevada categoría, donde,

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con graves perjuicio de taquilla, no llegaba la corta penetra-cióndeungrannúmerodecinéfilosvocacionales.Elprimerproductor cinematográfico -de seguro un norteamericano-que hizo una cinta antitotalitaria, abrió un nuevo camino a la industria y al arte y niveló con justicia el contenido dramático delcine,fijándoloenasuntosquelomismoatraenalsabioqueal ignorante.

La serie de películas que Hollywood y Joinville y Londres y Berlín y Roma lanzarán al mundo durante el desarrollo de esta pugna acabarán, sin duda, por fastidiar a los públicos cuyo sentido de la novedad no desfallece y más cuando comprende que son otros factores y no el cine, a pesar de su fuerza edu-cativa, los que tienen que resolver esta dura y crítica situación del mundo.

Periódico Oriente, Bucaramanga, septiembre de 1939.

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EL CINE Y SU DECADENCIA

Por: Rafael Ojeda Becerra

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El cineesunode losmedioseducativosmáseficacescon que se cuenta en la actualidad; su influencia estanto mayor cuanto que se le ha convertido en una

inveterada costumbre. El público asistente, por inevitable aso-ciación de ideas, deduce generalmente conclusiones prácticas. Cuando se representa un personaje, ya sea aureolado por su heroica intrepidez, ya por cualidades morales, hace respetar en el espectador una viva simpatía, que se traduce en el deseo de una recompensa o en el de un desenlace feliz.

Esteinteréslopodemosverdemanifiestoenlosespectadorescuando ellos sienten, como si se tratara de algo familiar, los males y desgracias que le sobrevienen al actor. Y este sen-timiento llega al extremo de convertirse en lágrimas como acontece a las mujeres demasiado sensibles y poco inteligen-tes. He aquí un aspecto moralmente educativo; a este se van uniendo algunos prácticos y otros no menos culturales.

Una prueba que nos pondrá de relieve la trascendencia edu-cacional del cine, es el hecho de que en las mismas escuelas públicasseleutilicecontalfin,peroindudablementeelloseverificaconproyeccionesespecialesqueyahansidoseleccio-nadas. Y esto es natural, porque de hacerlo en otra forma, los efectos serían negativos y contrarios a lo que se busca.

Fácil es comprender que una selección rigurosa y metódica no se le puede exigir a los empresarios de nuestros teatros: porque ello sería bastante difícil, y si se quiere, lesivo para sus mismos intereses; pero sí pueden ellos dejar de traernos cine malo e inútil. Es de lamentar que las películas artísticas

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que nos llegan sean muy escasas, y abunden en cambio las de pésimo gusto que su mayoría son Mejicanas. En ninguna otra producción se encuentra mejor compendiada la falta de originalidad, inteligencia y naturalidad; son fabricadas espe-cialmente para el público ignorante, por eso es él quien más las devora.

Es difícil creer que existan seres humanos que vayan a cons-pirar contra la estética hasta cinco veces, viendo una misma película de esta clase. La forma como los hechos se desarro-llanenestascintascinematográficasylamaneratrivialdepre-sentarlos, pugna abiertamente con las más elementales nor-mas de la realidad. Si consideramos la manera como el cine puede interesar al público, podemos encontrar dos aspectos: el fondo y la forma. En el primero puede tenerse en cuenta el argumento; en cuanto al segundo el arte.

En el caso especial de que tratamos, no se llena ninguno de estos cometidos; veámoslo. El argumento es la cantinela de siempre: un viejo y terco hacendado, que sufre de reuma y tiene la dicha de estar viudo, quiere que el único fruto de sus amores, llamada Rudecinda o Dorotea, acepte por la fuerza a un mentecato lleno de dinero que desea hacerla su esposa. La casta e ingenua doncella, sólo está prendada de un campesino fuerte y buen mozo, que promete darle tantos descendientes como ella desee, y por quien su corazón se deslíe en fueros suspirosysusojossederritendetantomirarle.Porfinundíacualquiera terminan convirtiendo en realidad amorosa, lo que llegó a parecer un imposible. Es condición indispensable la intriga y pelea entre los rivales que se disputan la pasión de la muchacha, y el que resulte vencedor necesariamente tiene que saber de memoria unas cuantas canciones romanticonas, que las cantará detrás de una reja, en una noche de luna.

Periódico El deber, Bucaramanga, noviembre de 1939.

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EL HUMORISMO EN LOS FILMS DE COWBOYS

Por: Julio Abril

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De acuerdo con los films de cowboys, en elmundohay solamente personas de dos nacionalidades: nor-teamericanos y mejicanos.

Solamente en el “Far West’’ los caballos se dividen en dos cla-ses: para mujer y para hombre, como las bicicletas. Unos -los qué usan los hombres- se limitan a correr. Los otros -los que usan las mujeres- se limitan a desbocarse.

En el Far West nadie trataba. No hay tiempo para ello. Todo el mundo está siempre ocupado en vengar algún asesinato paterno, descubrir la posición misteriosa de alguna mina o pagar una hipoteca para evitar que el villano quede dueño de un terreno en donde, indefectiblemente, existe un manantial inextinguible de petróleo.

Los héroes tienen una costumbre exótica: no pueden iniciar ninguna cabalgata sin hacer que su caballo se levante cuatro veces sobre sus patas traseras, como un corcel de baraja es-pañola.

Si la acción de los cowboys se desarrollara en apacibles carre-teras, la joven heroína tendría que salir en automóvil, y los au-tomóviles, como es sabido, no se desbocan. Lo cual es quitarle alosfilmsdelFarWestelochentaporcientodesuoriginalargumento y el setenta y cinco por ciento de su imprevista emoción.

Entodos losfilmsdecowboysse llega,alfindecuentas,aesta exactísima conclusión: el personaje más inteligente de losfilmsdecowboyseselcaballo.Elhéroe,aunquetemerario

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y valiente, es de una ingenuidad increíble: se deja engañar con desesperante facilidad, y sólo triunfa gracias al mal estado de los relojes, que se detienen precisamente cuando su desgra-cia parecía inevitable. El noble equino, por el contrario, es un prodigio de inteligencia: responde al más lejano silbido y acu-de a todo galope; comprende una secreta orden murmurada a su oreja, y corre hasta el pueblo en pos de refuerzos; desata nudos complicadísimos, abre con asombrosa rapidez puertas y tranqueras, y pelea muchas veces con los malvados, a los cuales, es obvio decirlo, individualiza a más de 300 metros de distancia.

En los dominios de Tom Mix no hay vampiresas que tengan a su cargo la parte inmoral o sicalíptica de la historia, como en las demás cintas. Este hecho extraordinario es, sin embargo, muylógico: lasmujeresnotienenbigotes,yen losfilmsdecowboys el concepto de maldad va unido indefectiblemente, a un bigote renegrido.

Periódico Oriente, Bucaramanga, diciembre de 1939.

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CAMPAÑA MORALIZADORA

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El cine en el noventa y nueve por ciento de sus pro-yecciones, es una verdadera y espantosa escuela de corrupción. Tal es el convencimiento que se arraiga

en todas las mentes honradas cada día con mayor fuerza. Es en la pantalla efectivamente donde las almas conocen los re-cónditos y abominables secretos del crimen y la manera fácil y aparentemente agradable de cometerlo. Por eso la vida mo-derna en las sociedades de más desteñido criterio moral, no es otra cosa que la repetición cruda de las escenas que aparecen iluminadas de boato y tiznadas de desvergüenza en la repre-sentacióncinematográfica.

Esteinflujodecisivoyfunestodelcineenlaformaciónmoralde los hombres, ha llevado a la Iglesia a establecer censuras para determinada clase de películas prohibiendo determina-damenteasusfielesasistirasuexhibición.Perolasprohibi-ciones de la Iglesia en materia que se relacionan con el ansia de placeres sensuales encuentra muy escasa aceptación en la mayoría de los católicos cuya mayor gloria parece estar funda-da en discutir y desobedecer los mandatos de la Jerarquía. La Iglesia sin embargo no deja de fulminar sus condenaciones y cumple así con el deber de salvaguardar los intereses eternos de las almas. Si su voz se pierde en el vacío y sus mandatos se desprecian, el mal no es para ella que seguirá victoriosa a tra-véz de los tiempos, sino para quienes torpemente se empeñan en desconocer el derecho que le asiste de imponer la moral a todas las naciones.

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Pero se equivocaría quien pensara que solamente a la Iglesia le corresponde intervenir directamente en asuntos que se rela-cionan con la moral. Esta intervención es también uno de los primordiales deberes que Dios ha impuesto a los gobernantes. Los poderes públicos están en la obligación imprescindible de procurar el bien de sus subordinados y ningún bien puede compararse con el que traen para la sociedad la conservación de las costumbres cristianas. El gobierno ni puede ni debe tolerar que el pueblo se corrompa porque así lo quieran los que se dedican a la explotación de las más bajas pasiones hu-manas.

Infortunadamente, los gobiernos de la actualidad andan in-ficionadosdelaicismoycuandonoamparanabiertamentelacorrupción del pueblo, se muestran indiferentes ante los es-tragos que padece en su organismo moral. Entonces la por-ción honrada del país debe sustituir al gobierno en el deber moralizador y emprender la campaña contra aquellos focos de podredumbre que se amparan a la sombra de los poderes o complacientes o cómplices.

Nosotros creemos que la hora de la desmoralización ha llega-do para Colombia. El gobierno no se preocupa por el sanea-miento moral de los espectáculos y en los teatros se exhibe con sobra de garantías, lo mismo la bailarina impúdica sin dignidad y sin grandeza que la película infame y corrupto-ra.Paratodocuantosignifiqueataquedirectooveladoalasinstitucionescatólicas,sedaelpaseoficial,alegandorazonesde libertad o de cultura. Fatigados estamos de presenciar esta indolenciaoficialantelacorrupcióndelpuebloyporningunaparte aparece el mandatario que, recordando sus compromi-sos con Dios y con la sociedad, dicte las medidas necesarias para que no se menoscaben los fueros de la moral cristiana.

Es pues, urgente que el pueblo católico, consiente de su mi-sión y de las grandes responsabilidades contraídas, asuma la defensadesusintereses,queimpidademaneraeficazyjustaque continúe desbordando inmoralidad este río pestilente de

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losespectáculoscinematográficosbasadosenelviciooenelcrimen.

Periódico El Alcázar, Bucaramanga, agosto de 1941.

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LA GUERRA Y EL CINE

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En estas épocas de conflagración de países, la guerrava siendo el tema preferido en las películas que nos envían los productores saxoamericanos (sic).

Puede garantizarse que no menos de un ochenta por ciento de los motivos llevados al celuloide, están basados en cuestiones de guerra. Especialmente en tratándose de los antes famosos noticiaros, que hoy han descartado por completo lo que se refieraadeportes,motivosartísticosodeotraíndole,sehacemás sensible esta anomalía.

Y no es que nosotros queramos estar ausentes de escenas que lacámarafotográficacaptóenelcampobeligeranteorecons-truyóconfidelidadpasmosaelestudiocinematográfico.No.Bien nos damos cuenta que vivimos en un mundo en que el arma es el único motivo dominante, bien sea para vencer al rivaloyaparaafirmarlapaz,porquelapazdelmundodehoyse hace por medio de las armas.

Pero, no quiere esto decir que como espectadores y como tes-tigos distantes de la contienda, tengamos que tener todos los días y a todas horas ese espectáculo horripilante y macabro que cada escena de guerra traduce.

El cine lo hemos considerado siempre como escuela a la vez que como motivo de recreación para la mente y el espíritu y malsepodránlograrestasfinalidadesnoblesypuras,siconchocante frecuencia se dan al espectador temas de armas, combates navales, acechos, sitios, matanza y destrucción, con su secuela de cuadros de miseria en que la madre agoniza y el

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niño tirita de hambre y de frío, mientras el soldado pasa por encima de cadáveres y de ruinas.

En estos países de América bien se podría formar una cru-zada por parte de los grandes empresarios de películas, para variar un tanto el tema de las cintas a proyectar. Mayores mo-tivos, temas de atracción y de más noble enseñanza y sobre todo de más alta humanidad, deberían ser los que se ofrezcan al público cineasta.

Porque, sin ser nosotros pesimistas, podemos garantizar que los permanentes temas de guerra serán a la postre la peor de las escuelas para nuestro pueblo y un motivo de disgusto para gentes mayores y sensatas, que en las escenas horripilantes de la lucha armada no encuentran la distracción que ambicionan, ni la enseñanza que les sea útil.

Bien sabemos, y por eso este comentario no puede interpre-tarse como una censura a los exhibidores de Bucaramanga, que ellos proyectan el material que se les envía. El mal, debe-mosanotarlo,estáenlosestudioscinematográficosyenlosempresarios del celuloide que, abusando quizás de la pacien-ciadeestospueblosnuestroshanabolidoinfinidaddetemasy motivos, para dedicarse a hacer propaganda a sus soldados o a las armas de su país.

Periódico El deber, Bucaramanga, marzo de 1944.

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CINCUENTENARIO DEL CINE

Por: Juan Cristobal Martínez

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Cosa bien rara: el diez y siete de abril de este año se cumplieron cincuenta años de haber sido dada al pú-blico la primera función de cinematógrafo y el quince

de junio entrante se cumplirán treinta años de haberse estre-nado la primera película de bobina múltiple que revolucionó el cine y le señaló el victorioso derrotero que va recorriendo triunfalmente.

Enefecto,fueDavidWarkGrif-fithquienrealizóestahazañacon su película “El nacimiento de una nación”, que fue la pri-mera cinta de largometraje y la que señaló el destino del cine como espectáculo de primera línea.

Desde ese día para acá, los artistas de cine comenzaron a ga-narsumasconsiderablesyloqueanteseraunalocaaficiónsinporvenir llegó a convertirse en la más fastuosa profesión.

Comenzaron a surgir y a triunfar entonces las primeras es-trellasdelfirmamentodeceluloideyMaryPickfordllegóalacumbre de su gloria siendo recibida y homenajeada por reyes y príncipes donde quiera que iba de vacaciones. Charles Chaplin apareció súbitamente como dictador del humorismo con su bigotico negro y sus zapatos grotescos y Douglas Fairbanks se atrajo la atracción mundial con sus papeles de acrobacia.

Siguió entonces la serie de películas de orden teatral y esce-nográficoenlasquelaaccióndespampananteeralaatraccióndel público hasta que pasada la gran guerra el cine recibió la orientación que la novela había recibido en Francia después

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de sugrandesastrenapoleónico yvino la eradefinitivadelrealismo con la famosa película “Pasión”.

De entonces para acá, el cine ha sufrido múltiples evoluciones pero siempre hacia adelante y casi pudiera decirse que al lado de las evoluciones de la vida misma.

Hoy, ha desaparecido casi por completo el teatro y el cine se ha impuesto como la mejor diversión y el más ameno y útil espectáculo.

Aquellas grandes compañías de ópera que llegaban anualmen-te a dar su temporada en los lujosos teatros de Buenos Aires, de Bogotá o de Lima y que en sus carteles anunciaban a sus sopranos líricas y a sus tenores ligeros como de la Scala de Mi-lán, no han vuelto a arrancarnos el aplauso emocionado con que premiábamos el aria de Lucía o la romanza de Bohemia, el cuarteto de Rigoletto o el solemne coro de las trompetas triunfales de Aída.

Lo mismo ha sucedido con aquellas alegres y jacarandosas compañías de zarzuela y opereta que llegaban de tarde en tar-de a las ciudades afortunadas y cuya presencia en ellas marca-ba para la monótona vida comarcana una era de novedades y de optimismos.

Ya no es fácil volverla aplaudir a la tiple cómica cantando sus coplas del Ven y Ven o sacando con fortuna el dúo de los pa-raguas o el dúo de los besos, ni será fácil tampoco tararear al volver a casa después de la función, la música fácil y alegre del coro de las segadoras o del brindis de la traviata.

El cine se llevó a todos esos elementos que hoy en él viven su vida aparatosa y rica en su imperio de Hollywood.

Pero nada es completo ni perfecto sobre la tierra y yo recuer-do que una vez me escribía Matilde Palou a quien yo creía ver alegre y satisfecha en sus trabajos de cine, diciéndome que nada había comparable con aquellas andanzas de los cómicos

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de pueblo en pueblo con la emoción de las cosas nuevas y los afectosnuevosquevanrenovandoypurificandoelalma.

¿Cómo surgió el cine hace cincuenta años? Con la exhibición por primera vez del juguete inventado por Tomas Alba Edi-son que consistía en una especie de cajón con lente o linterna mágica en la que se veían moverse los objetos.

Fueron tres amigos, Alfredo Tate, Bertrand Tate y Tomás Lombard los que abrieron al público el primer salón en la no-che del 14 de abril 1894 en un local que de día estaba ocupado por una zapatería, situado en Broadway cerca a la calle 27 y en donde se había instalado las diez primeras máquinas de cinematógrafo pues cada espectador que pagaba veinticinco centavos tenía que ir poniendo el ojo, máquina por máquina, en la correspondiente mira.

Esa fue la primera función de cine que hubo en el mundo y esos fueron los primeros aparatos.

Origen pobre en verdad del arte que debía revolucionar al mundo e imponerse en la vida porque lo mismo sirve para corromper que para educar, para llevar al alma una grata emo-ción que para sumir el espíritu en la profunda melancolía de tantos dramas del corazón como se ven en las películas que a pesar da todo son menos dolorosos aún que los que se sienten en la vida.

Periódico El deber, Bucaramanga, mayo de 1944.

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UNA PELÍCULA FUSILANIME

Por: Xavier

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La sección de extensión cultural del ministerio de Edu-cación, dirigida por Darío Achury Valenzuela, acaba de «castigar» con impuestos a la película nacional «An-

toniaSantos»,por considerarque estefilmesun completodescrédito para el arte colombiano. Por benevolencia con lasempresasque, irresponsablemente,seaventuranafilmarobras dizque con el laudable propósito de crear, de impulsar el cinema criollo, la prensa ha quemado su incienso laudatorio ante películas que, por su técnica y por sus pésimas cualidades estéticas, constituyen un completo descrédito para el país.

Por fortuna, el ministerio de Educación, constatando el fra-casodenuestrascompañíasfilmadoras,haempezadoatomarcartas en el asunto, para advertirle al público que no debe se-guir tolerando estos abusos que se están cometiendo en nom-bre del arte nacional.

Antonia Santos ha sido fusilada en la pantalla por una artista chilenade radio,cursi,declamatoria, ridículamenteartificial.La heroína santandereana ha sentido los balazos del inicuo director y de una empresa sin talento y sin escrúpulos para escenificar la belleza de nuestra historia patria. El film quecomentamos, por el lado de la técnica, es una calamidad. Y por el estético, es un atraco al buen gasto y a todas las normas cinematográficas. Ya hemos escrito varias veces la tragediade loastas, sin cabezas dirigentes responsables se atreven a acometer producciones que no vienen a conseguir más que el desánimo, la repulsadel públicopor todo loque signifi-que arte propio. Y este último atentado de «Patria Films» ha conseguido llevar a los espectadores la impresión de que la

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industriacinematográficacolombiananosólohaempezadomal sino que ha nacido muerta. Por lo tanto, es necesario que las obras futuras de cine quiten esta sensación pesimista y de-soladora.

Por la seriedad del arte y de la historia, por el respeto que me-recen el país y los cineastas, se impone una implacable tarea critica, que no permita que a obras como «Antonia Santos» se les colme de aplausos, tan absurdos como perjudiciales para el progresocinematográficodelpaís.

Periódico El deber, Bucaramanga, agosto de 1944.

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ESPECTADORAS PARLANTES

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Muy justas y fundadas razones existen para que de las cultas ciudades de la República, sea Bucaramanga una de las que vaya a la vanguardia en el movimiento

cultural que en estos últimos años ha tomado tanto auge.

Sin embargo (este SIN EMBARGO que suple hoy al fasti-dioso PERO), hace que en toda nota se trueque el elogio o reconocimiento de los méritos de las ciudades por los lunares inoportunos que a cada instante marcan una nota desagra-dable en el curso normal de los acontecimientos. Decimos lunares, porque estamos impuestos de que no es solamente la gente de poca ilustración la que se dedica a las prácticas, que a continuación anotaremos, sino también gran número de per-sonas de mediana ilustración y cultura, de quienes nos parece aún más extraña tal conducta.

El hecho tiene marcada frecuencia en los teatros, donde la mayoría del público espectador de la cinta que se proyecta, tiene que soportar con gran paciencia y mansedumbre, pese a sus irritables nervios, el relato fastidioso de la película.

Así, pongamos por caso, en la tan sublime y patética produc-ción LA LUZ QUE AGONIZA, en la cual son principales protagonistas Ingrid Bergman y Charles Boyer, cuando Pola desciende del tranvía que la transportara a su nuevo destino, una vez que se ha despedido de su fastidiosa compañera de viaje, -en ese instante y como heridos por un rayo nos atra-viesalamembranadeltímpano,unavozaguda,mortificante,que nos hace saltar de la butaca, diciéndonos: “Ahí el tipo la

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agarra por el brazo”-, y, así, con muy escasos intervalos nos va relatando los acontecimientos principales de la película.

Y, francamente, sería de esperar que si esto continúa, debía dárseles a tales personas que esto hacen, un empleo en todos los hogares, como acontecía antaño con las ancianas que nos relataban cuentos de hadas y príncipes de colores, para que en su lugar nos relataran las cintas y demás acontecimientos del cine, evitándonos así el tan insoportable parloteo en los teatros.

Periódico El demócrata, Bucaramanga,

agosto de 1945.

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SENDERO DE LUZ,UNA PELÍCULA NACIONAL DEL SELLO DUCRANE FILMS

Por: Benitin

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Yo, que soy un gran cineasta y un gran curioso y un gran patriota, he visto «Allá en el Trapiche», «Antonia Santos», «Golpe de Gracia» y toda esa tanda de docu-

mentalesonoticierosdefacturacriollaquehandesfiladopornuestros teatros.

No sé por qué todo lo que me huela a colombiano, a terríge-no, a criollo, a paisanidad, me entusiasma, me enloquece, me apasiona y no puedo privarme de verlo, oírlo y palparlo.

Ahora me tocó habérmelas con la superproducción de la Du-crane, estrenada el jueves en el Libertador, en simultánea con el Rosedal, y con el Faenza de Bogotá.

La cinta no es mala ni regular, sino que francamente empieza a ser buena, dentro de lo que ya habiamos tenido oportunidad de ver en el llamado cine nacional.

Para mi modo de ver y justipreciar, el mejor papel lo hace el personajeErnesto,elrivaldeArmando,queeselquealfinalsale vencido por su rival y le toca meterse por el sendero de luz, sin mujer, sin casa, sin tierra y sin medio centavo.

La actuación del resto del elenco es bastante aceptable. Por ejemplo el tipo que hace de asesino se desempeña con bas-tante acierto, lo mismo que la pispireta esa, hermana de Mar-tha, laprincipalestrella.Laescenade lasfiestasenunpue-blecito de tierra caliente, son algo patético y muy realista que le da cierto sabor colombianista. Hay algunos pasajes emo-

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cionantes que le detienen a uno el respiro, como cuando se hace estallar la bomba de dinamita y los peñascos pasan por encima de los dos protagonistas. O cuando la niña Bertha se va a un arroyo y se sienta encima de una piedra y uno que por naturalezaescuriosoymaléfico,sediceinmenti:apuestoqueesta condenilla se le va antojar meterse un baño y como no trajo chingue es seguro que nos va a hacer pasar un sonrojo… Y uno se pone en expectativa a mirar a qué horas empieza la desvestida… Y resulta que Bertha, que tal vez se ha dado cuenta de que la estamos viendo, apenas se limita a quitar-se lascotizasdefiquey se lava laspaticas…Despuéscogelas alpargaticas en una mano y sale corre que corre por entre unos matorrales, perseguida de cerca por el galán, y cuando ya casicito le va a echar mano... se pasa súbitamente a otra esce-na, con el natural defraudamiento de uno, que es perverso y maléficopornaturaleza.

Enfin,queparanoahondarendetalles,SenderodeLuzesla mejor película colombiana producida hasta la fecha y en ella es dable apreciar muy notorios progresos de la técnica cinematográficadenuestrosproductores.Tambiénlosartistashan adelantado lo más que han podido. Especialmente hay al-guito en que han aprendido bastante y que no se puede pasar desapercibido, y es que nuestros paisanos del cine ya van re-sultando atrevidos y en las películas empiezan a dar besos con una técnica muy perfeccionada, que tiene mucho de holliwoo-dense. En Sendero de Luz, nos regalan un par de besitos, tan naturales, tan apasionados, tan perfectos, que, francamente, se le vuelve a uno la boca agua...

Para mí, a esta nueva cinta nacional solo tengo que señalarle una falla lamentable, enorme y fenomenal. El amigo Arman-do, que nunca deja el machete del cinto, y que realiza grandes esfuerzos por parecer un legítimo campesino, fracasa rotun-damente en su intento, porque por más alardes que hace con su pomposa «peinilla», ha cometido un terrible error: el de

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llevarla colgada al lado derecho de la cintura... y esto si no se lo perdono yo, ni nadie en el mundo. Porque por más que se busque entre los millones de campesinos colombianos, no se puede encontrar uno solo que no lleve su machete en el lado izquierdo…

Periódico El demócrata, Bucaramanga,

noviembre de 1945.

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UNA PELÍCULA GRATA CON MISTERIO Y ROMANCE

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Un buen productor siempre busca ambiente para re-producir mejor lo que ilustran sus películas. Por eso el productor Rudolph C. Flothow, quien se especializa

enfilmarobrasdemisterio,fotografíael86porcientodesusescenas de noche, que es cuando es más propicio para dar este coloridoacualquierescenacinematográfica.Sianalizamoses-tas producciones hallamos que esta es una idea acertadísima, ya que la leyenda y mente del individuo asocia todo lo miste-rioso con la sombra que oculta la realidad.

En su última producción, la película Columbia “El Secreto del Vizconde”, protagonizada por Richard Ney, Vanessa Brown y Henry Daniell, que se exhibirá muy pronto en uno de los tea-tros de la capital, sigue esta invariable técnica. La producción cuenta con varios caracteres siniestros que se amparan en las sombras de la noche para realizar sus fechorías.

“El Secreto del Vizconde”, película Columbia de gran acción, se estrenará muy pronto, con desarrollo en la época napoleó-nica, es una de esas producciones que tienden a probarnos que lo real es casi siempre lo más increíble, pues tanto el ar-gumentocomosuadaptacióncinematográficaestánbasadosen hechos verídicos.

En una visita que hizo el famoso escritor Robert Louis Ste-venson al castillo de Edimburgo, encontró archivos históricos que mencionaban a un aguerrido noble capturado por los in-gleses durante las Guerras Napoleónicas. Tanto fascinaron a Stevenson las aventuras amorosas en que se halló este perso-naje francés, preso en Inglaterra, que las usó romo base en su

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famosa novela de la cual se ha hecho la película “El Secrete del Vizconde”.

Periódico diario del Oriente, Bucaramanga,

mayo de 1950

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EL CINE UN INSTRUMENTO DE PROPAGANDA

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Los norteamericanos verdaderos árbitros y señores en la industria del cine, no se han dado cabal cuenta de lo que este medio de difusión por la imagen y la palabra,

significacomoinstrumentoinsuperabledepropaganda.Por-que de haberse dado cuenta de esto, habrían podido contribuir como los que más hubieran podido hacerlo no sólo a un más amplio conocimiento de sus adelantos en todos los órdenes delaactividadmaterial,científicayculturalengeneral,sinoauna mayor comprensión universal de lo que valen y represen-tan en el panorama de la civilización contemporánea.

En Europa lo mismo que en nuestras Américas, el cine no ha dejado de ser en términos generales sino un simple registro deconflictospasionalesysentimentales,expuestosconloquepudiéramosllamaruncriteriodetaquilla;estoes:unafinali-dad comercial, mantenida en nuestros tiempos que piden otra cosa, a base de argumentos muy similares a los que hicieron el éxito de los escritores, dramaturgos y novelistas de otras épocas. Cierto es que vivimos como lo expresó Wells, en un mundo de mediocridad, donde el sentido moral ha perdido su vieja y tradicional prestancia que debiera ser invulnerable en eldevenirdetodaculturasocial,dondeelartesehadesfigu-rado con producciones de locura y de extravagancia que ex-teriorizan el estado morboso de una época decadente; donde el escándalo y el crimen se han convertido en plato favorito de la publicidad mercantilista, donde al estilo de los viejos de-magogos oportunistas, seguir el curso ululante de las pasiones populares, parece la meta soñada de ciertos argumentistas a

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quienes nada interesa el progreso social sino simplemente el dinero y la explotación.

Pero es precisamente contra estas cosas, contra las que el cine debe reaccionar, adelantándose a emprender una profunda y nobleempresaderehabilitaciónmoraldelmundo,confinesesenciales de mejoramiento y de transformación espiritual y material. No faltan en el mundo moderno muchas actividades ymuchasfigurasparaengrandeceryexaltar.Lasbiografíastande moda en la novela contemporánea debían tomar su sitio de honor en el cine. El engrandecimiento de todo cuanto ha hecho el sentido divino y humano de la civilización occidental debiera ser el motivó central de todos los grandes argumentis-tas y actores del cine y cuantos con ellos contribuyen a hacer de esta industria de proporciones inusitadas una de las que más efectivamente pudiera contribuir al restablecimiento de las relaciones humanas entre los hombres y a la comprensión nítida de la grandeza del destino de nuestra época.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga, julio de 1951.

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NUESTRA PRIMERA FUNCIÓN DE CINE

Por: Ramiro Miro

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Si nuestra memoria no está sufriendo la erosión del tiem-po, y puede ser que corrobore nuestro apunte el ami-go K. Margo, fue por allá en el año de 1917 cuando la

muchachada bumanguesa se iba volviendo loca, y no sólo la muchachada sino los rodillones del pasado siglo también, con la primera función de cine, o de “Biógrafo Lumiere” como apareció en los carteles de propaganda.

Y quién había de creer que en la misma carrera de la ciudad, entre las calles 35 y 37 de hoy tuviera lugar la proyección cine-matográfica,queporprimeravezsevieraenBucaramanga.

Yasífue.Enelmismositioendondehoyselevantaeledificiodel Teatro Real, y precisamente en donde hoy está situado el salón de proyecciones, se levantó la sábana que iba a recoger la estampa del simpático viejo de la película titulada “Un viaje a la estrella de Venus”. Un viejo muy carecido en su indumen-taria al que se utiliza para la propaganda del wisky Juanito El Caminador, que nació en 1820 y sigue tan campante, como don Raúl Martínez Llach. Viejo astronómico, le dio un día que debía hacerse un viaje a Venus y poniendo en juego su juliovérnica imaginación se inventó un globo pero de jabón, para emprender el viaje estratosférico.

En una enorme palancana depositó una buena cantidad de jabón y agua. Hecha la mezcla jabonosa, acaballado en un paraguas se metió dentro de la palangana y un mozo de su servicio empezó a soplar con un fuelle. El globo se fue for-mando de tamaño gigante y momentos después se desprendía

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del artefacto para encumbrarse en el espacio, con el ingenioso aventurero dentro.

La travesía aérea fue interesante: bellísimas muchachas cabal-gando en estrellas lo invitaban a “planetizar” pero la cita del viejo astrónomo era con Venus, que ya lo esperaba. Frente a este planeta, el viejo con la punta de su paraguas rompió la frágil capa jabonosa del globo y entró a gozar del más bello de los recibimientos. Bellísimas hadas formaban la corte de Venus,yfueespeciallafiestaderecepciónparaelviejoqueno supo guardar la circunspección debida, como que deslum-brado por tantas bellezas echó reversa hacia los primeros años de su juventud con algunas travesuras que sólo tuvieron por funesta consecuencia el que Venus, enfurecida, lo colocase a la puerta del planeta y lo lanzase de vuelta hacia el globo terrá-queo de donde había salido.

En las angustias del descenso el vejete abrió su paraguas como un paracaídas, pero sus varillas fueron débiles y rotas por su base dejaron de prestar ese servicio atenuante para el porrazo y en trayectoria vertiginosa lo recibió la punta de un pararra-yos, en donde terminó su aventura el inquieto astrónomo.

Pero esta que dejamos anotada no fue la primera película. Lo fue la de “Los Perros Contrabandistas”, con el natural asom-broparaelpúblicoquedesconociendolostrucosfotográficosdel cine le daba a los perros protagonistas más atributos de inteligencia que para los mismos contrabandistas que los uti-lizaban, por la manera genial como los perros conductores de contrabandos y perseguidos por los guardas sabían ocultarse entre las malezas y despistar a sus perseguidores.

La tercera película de proyección fue otra de mujeres extraor-dinariamente bellas. Fue una película de hadas de los bosques que capturaron a un buen mozo cazador de mariposas. Esta cinta que se llamaba “La Ley del Talión”, desarrolla un proce-so del cazador capturado perseguidor de mariposas, sometido a juicio y sentenciado a morir como el cazador daba muerte a

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las mariposas débiles e indefensas. Murió atravesado por un enormealfilerfabricadoporlasmismashadas,clavadosobreun tronco del mismo bosque, como una mariposa.

La muerte, dada por manos de hadas no debe ser indeseable.

Revista Cordillera, Bucaramanga,

diciembre de 1952.

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OTELO

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Uno de los más graves tropiezos que encuentra “El Arte Cinematográfico”anteel“CinematográficocomoIn-dustria” es precisamente la conciliación de estas dos

premisas de tan difícil adhesión. Porque el cine como arte debe prescindir a menudo de consideraciones comerciales o económicas, y estas son precisamente las más importantes para el productor cuando de cine industrial se trata.

Mucho se ha escrito y a menudo, sobre este tema que parece inagotable. Y mientras sigue la polémica desarrollándose so-bre la cuartillas de papel, en las salas de cine de todo el mundo el espectador se encuentra ante el problema hecho objetivo sobre la pantalla de plata, el espectador medio acepta las pro-duccionesmediasde la industriacinematográficacomounacotidiana distracción, pero es bien cierto que cada vez más está mejor preparado para gustar, apreciar y aún exigir un cine de mejor calidad artística.

Este público educado y sensible que cada día aumenta recibe con agrado la proyección de películas de categoría que, como OTELO, que hoy queremos comentar, son el resultado de un esfuerzo de superación.

En OTELO se han compendiado tres colosos para darnos una de las mejores producciones de les últimos tiempos: el genioinmortaldeShakespeare,latécnicacinematográficaso-viética y la dirección de Sergio Yutkevich. La hazaña realizada por Yutkevich para darnos una versión fílmica del drama sin afectar las calidades intrínsecas de éste y logrando una obra maestracinematográficanofueunaimprovisación.Diezaños

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duró la preparación y el montaje, la adaptación de la tragedia y el poema de los medios fílmicos para que nada pudiera de subellezay fueraoriginales,paraquesindejardeserfielaShakespeare adquiriera con los milagros de la técnica foto-gráficaylasinfinitasposibilidadesdelcolor,mayorvitalidad,fuerza e interés.

Si la dirección de Yutkevich es magistral, no lo es menos la arriesgadaescenografíaylosplásticosefectosfotográficos.Lamúsicadelfilm,escritaporAramKatchaluriamseasociatancompletamente a las secuencias del drama que hace parte in-tegrante de él. Todo aquello que el espectador mas exigente deseaencontrarenelartecinematográficosehalla,colmandolas mayores exigencias, en OTELO. La portentosa tradición de la cinematografía soviética iniciada por Einsenstein, en-cuentra en esta nueva obra su natural continuación.

Bajo la dirección de Yutkevich el movimiento de las masas enlaescena,losrecursosfotográficos,laedicióndesímbolosgráficos imaginativos, seasocianparadaral espectadorunanueva dimensión del drama Shakespereano.

A toda esta perfección técnica que anotamos anteriormente se añade la impecable actuación de los actores. Sergio Bondar-chuk hace de su papel de OTELO la mejor caracterización de su carrera, con gran densidad humana y dominio emocional. A Popov e Irina Scobteseva en sus papeles de Yago y Des-démona se identifican tan plenamente con los personajes,que encarnan no solo su realidad humana sino la fuerza de su drama psicológico.

Presentada OTELO en el festival de Cannes ganó los prime-ros galardones del ya tradicional certamen- La crítica mun-dial ha sido unánime en elogiar esta película por sus múltiples méritos que la colocan entre las mejores obras maestras del séptimo arte.

Revista La Ínsula, Bucaramanga, enero de 1958.

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EL CINE, SUS RECUERDOS Y SUS INCONVENIENTES

Por: José Vicente Arenas

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Cuando el primer aparato de cine llegó a Piedecuesta, por allá en el año de 1908, las gentes que no tenían noticia de aquel invento, sintieron una tan grata emoción, que

hubo personas que pensaron en vender por cualquier cosa sus pejugales para obtener en compra ese aparato que les daba a sus propietarios aun aire de tanta importancia, como aquella de que hoy hacen gala ciertos peatones argentinos.

Su repertorio de cintas, que no pasaba de cinco, y entre las cualesfiguraban“LaDespedidaDelMarino”,“LaZapatillaDe Goma”, “Los Huevos De Pascua” y “La Pasión De Nues-tro Señor Jesucristo”, se constituyeron en aquel entonces en el tema permanente de charla de las matronas y caballeros de una villa, quienes en su delirio admirativo llegaron a llamar santa a la Bertini, en tanto que las solteronas que por haber pasado de los veinticinco disfrutaban de cierta libertad para hablar de amores en las visitas, no hacían otra cosa que suspi-rar por Max Linder, que hacia aquellas calendas pasaba por ser elmejoractordelartecinematográfico.

La lectura del programa que lo distribuían al medio día, cuan-do la banda municipal efectuaba su paseo de música por la plaza, tenía una importancia más jubilosa que la que hoy re-presenta uno de esos cancioneros que ciertos libreros de la ciudadsehandedicadoaeditarparasatisfacer laaficiónnosolo de las domésticas que viven soñando con Tito Guizar y con Agustín Lara, sino también para aquella plétora de can-tantes que tratando de imitar a Jorge Negrete o a María Félix,

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oímos todos los domingos por la noche en la Radio Bucara-manga, haciéndole propaganda a Copetran, al Jabón Sar y a la Droguería Ortiz Gómez. Dueños ya de uno de esos pape-luchos en los cuales se indicaba el nombre de la película, y se daban algunos ligeros datos sobre el argumento, cuya lectura se efectuaba dentro de un gran silencio y en presencia de la cocinera, del blanqueador, del bobo de las vacas y de una que otra vecina deseosa de ser invitada, se procedía acto seguido al amarre de los taburetes con una larga cabuya para que no se extraviaran, labor esta que se realizaba dentro de un alboroto de mil demonios, como para que se dieran cuenta en las vecin-dades que la familia iba a estar esta noche de mucho cine, para festejarle el cumpleaños a Lucrecita que ya andaba de amores con el hijo tuerto de don Holarión.

Hoy, en cambio, el cine no reviste esa importancia antañona, ni asistir a él es motivo de orgullo, ni de olímpica vanidad; en cambio, más bien, cuando por desaburrirnos del tedio domin-guero nos da por visitar algún teatro, tropezamos a diario con el inconveniente bien de quedar de vecinos de una pareja de solteronas que ya han visto la película y que van relatando por adelantado los acontecimientos, o bien al pie de una de esas yuntas de enamorados que sin respeto por nadie se entregan a manifestaciones, de las cuales yo quisiera que se dieran cuenta las Juntas de Censura.

Esto no sucedía el otro día, no… no… no…, porque en las funciones no se atrevía uno ni a toser, ni a rascarse porque eso era seña de mala crianza; y hasta recuerdo que entre las parejas de enamorados colocaban siempre a un hermanito de la muchacha para evitar esos andariegos e interminables apre-tones, que según dicen los médicos son tan malucos para el corazón.

Ni en los bailes se apagaban las luces como ahora lo hacen con tanta frecuencia en los clubes de más renombre, dizque para darle mayor brillo a la festividad, porque de seguro no

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hubiera faltado un familiar honorable y de pantalones que hubiera hecho sentir su energía, o por lo menos una suegra valerosa que en medio de las tinieblas gritara oportunamente: Manos arriba y todos a silbar.

Libro Crónicas y Romances,

Piedecuesta, 1960.

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COLUMNA DEL CINECLUB UNIVERSITARIO

Por: Jaime Arenas Reyes

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El Decreto 0043 de 1900. Con el ánimo de terminar con la nefasta Junta Nacional de Censura el gobierno nacional, el gobierno nacional por medio del decreto

0043 lapretendióremplazarporunaJuntadeClasificación,que era precisamente aquello que el Cine Club solicitaba con urgencia.

Sin embargo tenemos que desaprobar enfáticamente algunos artículos del mencionado decreto porque nos parecen real-mente absurdos. Prohíbe por ejemplo el decreto la exhibición de películas para mayores de 21 años en las ciudades de me-nos de 100.000 habitantes y en teatros que no sean de primera categoría. Y no nos explicamos por qué son más ciudadanos los mayores de 21 años de las grandes ciudades que los de las más pequeñas o que los de los pueblos. Y tampoco podemos respondernos por qué una película puede ser proyectada en sa-lones de primera categoría y no en los de segunda. Si tenemos en cuenta que los teatros de primera categoría son aquellos en donde los espectáculos son costosos, tenemos que la gente po-bre que no puede costearse una entrada a un teatro de primera categoría no es apta para ver cintas en el grupo D.

LanuevaJuntanopodrárecortasningúnfilme,peroencam-biopodríaabstenersedeclasificarlo.Estoes,volvemosa lomismo. Cada vez que los miembros quieran CENSURAR una producción no tendrán que hacer para lograrlo sino abstener-sedeclasificarla.Ysepretendíaconeldecretoterminarconla censura.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga, enero de 1960

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CINE

Por: Jay Winston

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“La Diosa Impura” es una de las experiencias cinema-tográficasmásextrañasycasiirrepetiblesdeconseguir.Uno casi no cree que todavía se construyan historias

como la de esta película. Retorcida, vacía y bobalicona; donde uniendo a dos estrellas de dos países diferentes, México y Ar-gentina, se quiere copar un mercado en forma baja y triste.

Las señoras y los censores se ponen serios y vetan películas como La Noche, o Los Amantes, que además de atrevidas, se dan la libertad de ponerlos contra la pared, mediante un juego de ideas. Los hacen confrontar sus equivocados caminos y losponenenladificultosaincomodidaddedefinirseanteelproblema que se les plantea. Pero La Diosa Impura solo trae pornografía y fantasía, lo que no molesta a nadie, antes por el contrario hace trabajar a toda maquina, las mejores represio-nes sexuales y sentimentales de estas señoras que se escanda-lizan ante un libro puritano coma Lolita, o gritan ante un des-nudo regordete de Renoir. En el fondo hay motivos distintos.

La censura colombiana y las ligas de prevención de la moral, entienden de cine y aledaños como literatura y sociología, lo que aquel Abenjacanel Bojarí, de Borges, comprendía del La-berinto.

Su labor se reduce a poner trabas y a hacerse plañir de las otras señoras que hacen el juego a esta labor. Sin embargo solo ocurre con las películas de las condiciones de La Noche de Michelangelo Antonioni, o de La Dulce Vida deFellini, no con basuras organizadas y en colores como La Diosa Impura.

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La historia de la diosa, la arman en Buenos Aires y en Méxi-coconlospeoreselementoscinematográficos;comoesunacoproducción se buscan los dos más brillantes ídolos de cada país, para asegurar esos mercados, se construye una historia rebuscada o ambigua y está lista para echarla a rodar por los subdesarrollados e incultos mercados de Latinoamérica.

De México se ha utilizado a Julio Alemán un galán que se deja abiertos los tres últimos botones de la camisa, se levanta la parte de atrás del cuello y haciendo carantoñas canta con voz afeminada boleros. Según los despachos de prensa, las pepi-llas mejicanas se desmayan cuando lo ven.

PorArgentina,conuna industriacinematográficafluctuantey casi en quiebra, con 30 películas en 1963, va la desnudista Isabel Sarli, a la cual su marido se ha encargado de desnudar desde tiempos inmemoriales, desde Argentina hasta México, pasando por Venezuela. Ahora en México lo hace ante un pin-tor que vive en una opulenta mansión perdida en un pueblito de Yucatán, cuando va a Ciudad de México se hospeda en el mejor hotel y pinta como un desenfrenado bajo los efectos del Peyolt.

La causa de la popularidad de la Sarli (familiarmente llamada la Coca) salta a la vista, y si no, con calma, ya se desnudará.

La película tendrá amplísima difusión en todo el país, de eso las juntas de censura y las juntas de prevención de la moral, no se enterarán. Eso ya no interesa, se lavarán las manos. Deja mucho dinero ir a oír a Julio Alemán y a ver desnudar a Isabel Sarli, que entre paréntesis está fenómeno.

La historia completa de la película valdría recordarla con de-talles. En otra ocasión. Para remachar la incredulidad de que todavía se hagan cosas como esto. Esperpentos de es te tipo. Pero es que a veces les dólares piensan por nosotros.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga, enero de 1965.

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MARNIE “LA LADRONA” DE HITCHCOCK

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UnfilmdeHitchcock es unfilmdeHitchcock, algoinconfundible, que tiene incluso un sello o marca de origen, y esa momentánea y panzunda presencia

como simple extra en algún momento de la película. Cierto que Hitchcock tiene muchos imitadores, pero el caso es que solo hay un Hitchcock.

Una de las características formales del cine de Hitchcock es la medida, el gusto por el detalle y la precisión del montaje. Esto obliga a trabajar con un guion meticulosos en el que no se deja nada a la improvisación. E implica una puesta en escena muy cuidada en todos los pormenores. También tiene sumo cuidado el maestro en la plástica, siempre expresiva, contras-tada hasta los más violentos claros oscuro, los momentos más terroríficosodesuspenso,tambiénluminosossobretodoenlos momentos de remanso. Últimamente sus películas son to-das en color, y resulta este el más luminoso y natural que pue-de verse. De vez en cuando utiliza color dándole un aspecto extraño o fantasmal, y en momentos precisos juega con las sombras y las oscuridades, con la misma calidad que en cine en blanco y negro.

Temáticamente sus películas no son tan superficiales comoaparenta o se pretende. Siempre hay en ellas una carga dramá-tica y humana que nos conmueve o hace pensar. Está en unas películas más que en otras. Pero sobre todo en ésta última late un drama humano tremendo.

“MARIE” entra da lleno en el cine psicológico, concretamen-te en el cine con solución psicoanalista, a la Freud, en cine es-

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tuvo de moda hace tiempo; pero Hitchcock, sin seguir moda alguna, la ha utilizado siempre que le ha parecido.

Antes de considerar el interés temático de la película, impor-ta resaltar las primeras escenas por su maestría formal, muy dentro de la línea de su autor. En estos primeros metros solo conocemos a la protagonista por detalles policiales: un bolso, un cambiar de espaldas, unos pasos, unas manos manipulan-do, una maleta abierta... Un prodigio que se repetirá, de vez en cuando a lo larga de la película.

El suspenso en esta película se logra por puro procedimien-to dramático, sin convencionalismos a estrategias mecánicas. Hay una muchacha que roba, que adora a su caballo, que no soporta el contacto del hombre con el que se ha casado (in-tenta suicidarse antes de consumar el matrimonio), que tiene unamadredelaquesesientedespegada.Enfin,unoscom-plejos, unas extrañas reacciones ante el color rojo o las tor-mentas, unas pesadillas... Y todo esto dentro de su anormali-dad es normal, real y, por extensión, lo tocante al no soportar la muchacha el contacto sexual del hombre, se puede aplicar a muchos casos. Todo ello es una incógnita con su correspon-diente respuesta o solución y da pie a una acción en continuo crescendo, o lo que es lo mismo, interés dramático, humano, con la ventaja de que sigue esa acción prendidos en la ca-ligrafía maestras de Hitchcock. Son los protagonistas: Tippi Hedren, la actriz descubierta por Hitchcock en los “Pájaros”, y Sean Connery.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga,

marzo de 1965.

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A PROPÓSITO DE Z

Por: Jean Michel Bamelli

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Es difícil quedarse callado a la vista de la película Z. El público bumangués, quien asistió numeroso al pre-estreno de la Alianza Colombo Francesa el sába-

do pasado, reaccionó en este sentido y los aplausos fueron multitudinarios.Loprodigiosodeestefilmesqueestanbienrealizado que uno olvida la perfección de la interpretación y la maestría de la técnica para pensar únicamente en el caso ex-puesto. Eso es indudablemente la marca de una obra maestra queseimponesinartificiosporsupropianaturaleza.Enestemundo a la Kafka se nos queda presente en el espíritu las pa-labras del gran socialista francés asesinado en 1914: “El coraje es de buscar la verdad y de decirla”. Asistimos a la matanza de la verdad, encarnada por el diputado asesinado, luego a su renacimiento en la persona de un juez escrupuloso. La verdad renace pero se muere de nuevo por el triunfo de la hipocresía, la corrupción, los compromisos, la mala conciencia. El Z de la libertad surge como un relámpago en la tormenta, nos da una vista clara del mundo oscuro que nos rodea, luego se desmaya para dejarnos ciegos. La única esperanza que nos queda es la vuelta de otro relámpago que nos permitirá adelantar nuestra busqueda y eso es el mensaje más importante de Z; no dejar que cesen los relámpagos.

No se puede negar que estamos frente a una situación precisa. Costa Gavras no lo negó y los hechos nos presentan el ase-sinatodeldiputadodeizquierdaLambrakisen1966.Elfinalde Z también está claro: llegaron los coroneles, que siempre están en puesto y todo el mundo sabe lo que siguió. Es cierto que la historia no se renueva, pero uno tendría que ser muy

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ciego para no acercar estos hechos de otros más inmediatos. No falta sino seguir la política de Sur América... Es que todos los actores planteados tienen valor de símbolo por la fuerza de sus caracteres. A través de ellos encontramos el eterno pro-blema de la lucha por los verdaderos valores, a saber los que no se imponen por la fuerza, de cualquier forma que sea, sino por la de su evidencia.

Z, es un relámpago de lucidez en nuestras conciencias acon-dicionadas y empolvadas.

No debemos olvidar que los acusados o sus semejantes están siempre vivos en Grecia, que sean con uniforme o no. Lo malo sería tranquilizarnos la mente pensando que eso pasó o pasa, allá, muy lejos, y de olvidar que debemos mirar primero más cerca… El que busca encuentra, pero el que encuentra no se puede callar sin ser cómplice.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga,

octubre de 1970.

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LAS NOVIAS DE DRÁCULA

Por: Hernando Valencia Goelkel

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Pormediocresquesean,estosfilmssonútiles.Nosayu-dan a comprender ciertas cosas: los estadios repletos en tardes de fútbol monótono, las doscientas cincuenta

sectas religiosas de California, la popularidad del Striptease, la bruma rencorosa, violenta y triste de un café bogotano en una nochedesábado...Unfilmcomo“LasnoviasdeDrácula”oalguno de los de su estilo decepciona cuando no cumple su fácil cometido de provocar el terror. Fácil, porque acudimos dispuestos a aterrorizarnos de todo: de un gato, de un mur-ciélago, de un piso que cruje, de las candorosas anormalida-des odontológicas de los vampiros. Retornamos —queremos, creemos retornar— a un mundo cuyos miedos sean al mismo tiempo intensos y exorcisables, a un universo en el que convi-van la condenación y el milagro. Nos situamos, además, fuera de la ética: cuando el héroe encuentra la cruz o el agua bendita sentimos el entusiasmo que nos provocaba el vaquero bueno al sacar de la bota un revólver disimulado, con la ventaja adi-cional de que estas armas simbólicas son tan letales físicamen-te como la metralla pero sus víctimas no son hombres. “Drá-cula” y sus congéneres son —comprobación melancólica y siniestra— como una tragedia primitiva o un auto sacramental de nuestro tiempo. Solo que su ritual nada tiene que ver con el pavor o con la esperanza: se trata únicamente de engañar por un momento al tedio.

Que contra todo decoro queramos sentir los escalofríos ig-norantes de la niñez —relatos amonestadores y benévolos de abuelas y de criadas— es una aberración hasta cierto punto inofensivacuandoparalograrlosonsuficienteelrostromuta-

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ble del doctor Jekyll o los pasos de autómata de Frankestein. Lomaloesque,comosucedeenelcasodeestefilm,“Lasnovias de Drácula”, ya los cuerpos que salen locuaces de sus ataúdes, los borbotones de sangre tecnicolora, los agresivos murciélagos,losdientesdeajo,elmartilloylaestacay,enfin,todalaparafernaliausualenlosantiguosfilmsdeBelaLugosiy que Hammer Films (una productora inglesa) trata de actua-lizar a partir del éxito que tuvo en 1958 su Return of Dracula, soncompletamenteinsuficientesparaprovocarelmásimper-ceptible escalofrío ni siquiera en devotos impenitentes de esta clase de obras —como el redactor de esta página. Entonces, cuando el hecho de que el joven barón haya “vampirizado” a su propia madre nos parece trivial, cuando permanecemos indiferentes por la suerte de la heroína y cuando sentimos una vaga sensación de juego sucio si el doctor aplica un re-medio contra la hasta entonces incurable mordedura de los licántropos, entonces uno empieza a comprender la indigen-cia, el vacío de una civilización aceptada pasiva o negligen-temente.Cuandoelvampirodelfilmconcluyesucarreraenunfinalqueencontramosdeficienteenmateriadetruculenciaes cuando también, en cierta forma, es posible comprender como gentes “normales” y aparentemente sensatas se pueden entregar en cuerpo y alma al antisemitismo, al anticomunismo o al sectarismo deportivo. Al salir del cine —y tal vez por esto sepuedajustificarlainversiónde$2.50monedanacionalen“Las novias de Drácula”— comprendemos que todavía están a nuestro lado —si no lo están dentro de nosotros mismos— la imbecilidad, el fanatismo, la idolatría.

Libro Crónicas de Cine, Cinemateca distrital,

Bogotá, 1974.

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CRÍA CUERVOS

Por: Antonio Montaña

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El cine español para la mayor parle de los colombianos, aún para quienes pasan su vida entre los matinés, los cineclubes y las reuniones para contarse pie a pie los

últimos esperpentos de las exhibiciones privadas, es el gran desconocido. Tiene un Papá: Buñuel, lujo natural del surrea-lismo francés y la brutalidad (¿osería mejor decir carnalidad?) catalana. Y algunos apóstoles: Berlanga, Saura, Borau. Del úl-timo, apenas algunos afortunados conocieron Furtivos. Pero salvo en el caso del primero, exiliado en México, director en Francia, muy poco de su obra se conoce, porque, en cierto modo o demanera definitiva, el suyo era, por necesidadespolíticas, el cine del silencio. Bajo una censura estricta y ob-viamente estúpida el cine español a partir de la guerra civil, si dijo algo, lo dijo entre renglones, haciendo esfuerzos para convertir el discurso en símbolos. Las condiciones sociales y políticas del cine español de 1936 a nuestros días hicieron de él un producto extraño: narró en otro lenguaje. Mejor dicho: asumió que, como fenómeno de comunicación, el cine no po-día ser como las telenovelas: el discurso para hacerle brotar lágrimas en el ojo de la costurera alienada por “Simplemente María”. Pero no podía hacer cine de compromiso como lo ha-cen los italianos con su pluralidad democrática de partidos o cine crítico o llanamente comercial como pueden hacerlo los norteamericanos.Elsuyoreflejaba,teníaquereflejarlascon-diciones nacionales. Y tal vez eso explique porqué existe un cine español diferente. Luego de una guerra y con la violencia que caracterizó la falsa paz española, larvada pero no por eso inexistente, estaba la violencia. Mientras se insistía en la nece-

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sidad de presentar un país feliz (Sarita Montiel) en el pasado, elpresentepodíaserapenaseltenuetemblardelafirma.Enel cine español tradicional -cuarenta años- no hubo lugar para la irritación. Apenas para la bravura condensada.

En las primeras libertades surge todo lo acallado durante tan-to tiempo. Ya no puede haber cine folclórico. Con la violencia de la castañuela tanto tiempo guardada en la faldriquera, el cine se empeña en mostrar lo que pasando no se vio. Si en Pascual Duarte la historia es la narración de una sicosis, y en Furtivos la constancia de una enfermedad, en Cría Cuervos, la última película es una forma de obrar nacional. Ahora sí desvergonzadamente expuesta. Porque son los niños, los es-tupendos salvajes, aquellos que organizan, y no sobre el fasto y la alegría, sino sobre la desolación y el desánimo la perma-nencia en la tierra.

Saura, pasada la noche franquista, pero hecho en la escuela del silencio que hablaba, experto en la trampa para violar la cen-sura del régimen, cuando éste pasa, habla, sin tantos tapujos, la España que la violencia triunfalista jamás quiso aceptar. La que hizo de la muerte un rito, una esperanza y una pasión.

Cría Cuervos no es una constancia, un documento, una loma de partido. Cuando la cámara se detiene en los gestos o en los pasos de los niños, cuando los mira cantaro los acompaña odiando, no cumple la función de testigo pasajero. Un plano de la película habla mucho más claramente: el personaje y el testigo, el presente y pasado se unen dentro de un aparente absurdo narrativo: no ha pasado nada. El mundo sigue siendo el mismo. Y recomienza. Porque no es la historia lo impor-tante. Lo que vale y lo que cuenta es la vida. Las emociones secundarías no tienen vigencia. Es el sentimiento. Y la pasión —para dar con un término muy caro a los españoles— lleva el limón del drama. Un drama que pasa, que no alcanza a vol-verse dramaturgia, gesto, grito, aria. La vida se hace de actos inéditos. Diariamente se van quemando las naves. Y cuando la

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grúa se levanta y deja a los niños en el universo de todos los días, en el de la ciudad, la narración ha terminado. El hombre entra a los terrenos habituales.

Periódico Vanguardia Liberal,

Bucaramanga, 1978.

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EL SENTIDO DEL CINE

Por: Cine Club el Hormiguero

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Unaculturaeselreflejo,enelplanoideológico,de lapolítica y la economía de una sociedad dada. La cul-tura imperialista y la semifeudal, cual hermanas entra-

ñables, forman una alianza reaccionaria en contra de la nueva cultura. Estas culturas reaccionarias sirven al imperialismo y a la clase feudal, y deben ser barridas. De otro modo, no será posible construir ninguna nueva cultura. Sin destrucción, no hayconstrucción;sincontenciónnohayflujo;sinreposo,nohay movimiento. La lucha entre la nueva cultura y las culturas reaccionarías es una lucha a muerte.

No nos detenemos, como podría pensarse, en aquella parte del arte que para muchos artistas mediocres lo es todo, pero sin la cual el arte existiría. Parecerá así que invadimos el do-minio de los críticos de cuestiones estéticas, gente que piensa, sin duda, que no necesita de la práctica para sus consideracio-nes especulativas sobre arte.

Muchossemieruditossehanocupadodelafilosofíadelarte.Y parece que su profunda ignorancia de la técnica ha sido considerada por ellos como un título de respeto persuadidos como están de que preocuparse de tal aspecto, vital para todo arte, aleja a los artistas profesionales, de la especulación esté-tica.

Parece que han imaginado que ignorar la técnica y su sentido en el cine es una razón más para elevarse a consideraciones puramente filosóficas, en una palabra, que unamanualidadimpide a las masas conocer la razón práctica del arte como medio de comunicación, con objetivos de cambio de estruc-

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turas, donde aparecen alturas prohibidas, para los profanos en materia artística y todo se convierte en pura especulación.

En el cine, la libertad es un verdadero problema que se plan-tea a través del celuloide, es un traspaso de un concepto abs-tracto a la realidad de las imágenes, donde intervienen gran cantidad de factores adversos.

Recordamos que el cine es un arte, que constituye por virtud de sus características un instrumento de opinión y formación de la conciencia individual y colectiva, y puede contribuir a ser más profundo y diáfano el espíritu y sostener su aliento creador.

Conocedores del interés anterior nuevamente hemos surgido a pesar de un esfuerzo interrumpido de cuatro años respon-diendo una necesidad de masas originada en una agrupación de personas interesadas en cumplir con ese vacío.

Difícil pero realizable porque supone la más estrecha colabo-racióncontécnicosyeducadores,conprofesionalesyaficio-nados, con campesinos y obreros, con artistas y creadores de todas las ramas.

El cine como arte debe conservar su posición de arte y, libera-do de ataduras mezquinas e inútiles servidumbres, contribuir naturalmente y con todos sus recursos técnicos y prácticos al desarrollo y enriquecimiento del nuevo humanismo que a todos nos inspira.

Como arte noblemente concebido, debe constituir un llama-do a la conciencia y contribuir a liquidar la ignorancia, a dilu-cidar problemas, a formular soluciones y plantear, dramática ycontemporáneamente,losgrandesconflictosdelhombreyla humanidad.

Nuestra historia, verdadera epopeya para la libertad, reúne desde la formación del espíritu nacional y los albores de la lucha por la independencia hasta los días más recientes una

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verdadera cantera de temas capaces de encarar y hacer del cine una fuente de inspiración revolucionaría, de cultura y forma-ción.

Nuestro país y cultura poseen características vocacionales per-fectamentedefinidas,tipos,fórmulasexpresivas,música,dan-za, costumbres, ambientes, y paisajes de gran atracción cuyo impacto y popularidad constituyen un hecho probado a través delinterésyaficióndelospúblicosdetodaslaslatitudes.

Es el cine el más poderoso y sugestivo medio de expresión ar-tística y de divulgación, y el más directo y extendido vehículo de educación y popularización de las ideas. Esto ha logrado un enorme desarrollo en el campo de las ciencias sociales y en eldelasletrasyartesosea,enfilosofía,cienciaseconómicas,políticas, ciencia militar, historia, literatura y arte (CINE, tea-tro, música, escultura, pintura).

Durante los últimos veinte años, donde esta nueva fuerza cul-tural ha dirigido sus ataques, se ha producido una gran revo-lución tanto en el contenido ideológico como en la forma. Es tan imponente y poderosa que resulta invencible allí donde llega. La movilización que ha realizado tiene una amplitud sin paralelo en la historia.

Nuestrarazónseconstituyeenlamáspoderosajustificaciónde un nuevo comienzo, ahora que la libertad se ve tan coac-cionada con cantidad enorme de métodos sutiles o brutales; por lo tanto su planteamiento en el cine básicamente debe interesarnos. Debemos recordar que el cine en su sentido estricto debe responder a las necesidades de la sociedad con-temporánea. Al no contestar este objetivo no tiene razones de existir.

Periódico Vanguardia dominical, Bucaramanga,

julio de 1979.

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CARLOS ÁLVAREZ: UNA VISIÓN CRÍTICA DEL CINE COLOMBIANO

Por: Grupo Jorge Zalamea Borba

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Para los cineastas colombianos, para la historia del cine, sin duda, Carlos Álvarez no es un desconocido. Su cine documental, incisivo e irreverente ha recorrido muchas

salas del país y el mundo.

De 1975 para acá la discusión sobre la obra de Carlos Álvarez ha disminuido; ¿podría argumentarse que se debe a su escasa presencia como director de cine en los últimos años?

Carlos Álvarez.- Lo que ocurre es que yo estuve en México. Allá trabajé en el Centro Universitario de Estudios Cinema-tográficosde laUNAM;endondeestuvecoordinandounapelícula que debía ser hecha por los estudiantes, pero que por razones de tiempo resulté haciéndola yo. Después realicé dos películas para la televisión de Holanda, que no han salido. Fue un trabajo interesante; un canal de televisión de Holanda tenía interés en presentar una serie de películas sobre la Iglesia y el Estado en América Latina, a propósito de la reunión del CE-LAM, de Puebla. La primera película se llama “Introducción a Camilo”. Yo tengo un viejo proyecto con Camilo Torres, frustrado como muchos proyectos, y aproveché esta coyun-tura no para hacer la película que quería hacer, pero si algo decoroso; por eso es una introducción. Esta película se hizo especialmente utilizando una entrevista que yo le habla hecho a la madre de Camilo en 1970. La entrevista aparentemente es la única que hay con ella. Ahora, los documentos que hay sobre Camilo son poquísimos. La búsqueda sobre el material iconográficodeCamilofueuntrabajomuydifícil;finalmente,

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las cosas interesantes que encontré a nivel de fotos las tenía la familia: Camilo, en su infancia, en el año 35, en Barcelona.

La otra película se llama “Desencuentros”. Aparentemente es un recuento de la iglesia latinoamericana o colombiana, en la medida en que fuera representativa del Celam de Medellín, en 1968 a la de Puebla en 1979. Son dos películas interesantes, limitadas como planteamiento comparadas con otras ante-riores,perosinembargosonunaactividadcinematográficaycumplen con determinados objetivos.

Después hice un largometraje documental, didáctico, sobre los Juegos Centroamericanos de Medellín que se llama “Nue-ve películas para jugar”. Son nueve películas en diferentes tiempos, sobre nueve deportes distintos. El cine didáctico es un tipo de cine que yo he venido trabajando y escribiendo durante varios años. Este trabajo se hizo con Coldeportes de Antioquia.

¿Usted no considera que el cine didáctico a este nivel, choca con su anterior producción de principios del 70?

Yo pienso que Qué es la Democracia y Los Hijos del Sub-desarrollo son cine muy didáctico. Incluso, en otras ocasio-nes hemos hablado sobre cierta voluntad didáctica del cine latinoamericano, que al escoger el documental y un público determinado para dirigirse, se aparta mucho de las tenden-cias más idealistas y más artísticas, entre comillas, que en un momentodeterminadoinfluyeronentreloscineastas;unodeellos Bergman; es decir, mientras más enigmático se fuera y másdifícildecomprender,significabadesdeunpuntodevistaequivocado, pienso, más rico, más interesante.

El documental latinoamericano, cierto tipo de documental colombiano, al plantearse una alta comunicabilidad con los espectadores, ha tratado de dejar de lado ese tipo de juego formal, que durante mucho tiempo fue una característica y una aspiración de muchos jóvenes cineastas, especialmente en los principios de la década del sesenta.

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¿QuésignificaparaCarlosÁlvarezlaactituddelpúblicores-pecto a su película Qué es la Democracia?

Sí, el hecho de que la película haya tenido una discusión como la que ha tenido, que contenga un análisis de la realidad co-lombiana que es válido hoy, y aparentemente seguirá siendo válido, que tenga esa capacidad de comunicación, aun vién-dola hoy, como todas las películas pasadas, cree uno que las podría hacer mejor, pero ya están hechas, y está bien que estén hechas, y hay que hacer mejor las próximas. Qué es la De-mocracia, es una película que representa una etapa dentro de todo un amplío discurso que abarca muchas películas hechas y muchas proyectadas y no realizadas. Es una película ínti-mamente ligada con el momento, aunque hay un análisis más de fondo que creo que es válido, y es válido porque es muy discutible.

Habitualmente a los críticos les gusta más Colombia 70 que las otras películas, aunque eso se dé, a mi me gusta mucho más Los hijos del Subdesarrollo.

¿Qué perspectivas ve Carlos Álvarez al cine documental co-lombiano del setenta para acá; la brecha que prácticamente abrieron ustedes en Colombia?

La etapa del 68 al 72 yo la he visto como una etapa de gran auge; de un cine documental muy preocupado por los pro-blemas sociales.Después viene un reflujo muy fuerte, porrazones conocidas, y este puesto lo viene a ocupar el cine de sobreprecio. Esto merece, claro, un análisis más allá de las pocas palabras que uno puede decir. Se presentó la tendencia tal vez más desmovilizante de todo el cine colombiano. Se siguen haciendo, evidentemente trabajos de cine documen-tal con preocupaciones sociales, pero la mayoría del cine y los cultores del cine se dedican a hacer el documental para el sobreprecio, que además crea un mercado con todas las características del mercado capitalista: en el cual prima, casi que como un signo trágico pero también perfectamente cohe-

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rente como medio de expresarse. Son los documentales más pobres,másmediocrescinematográficamenteymenosintere-sados en el cine desde cualquier punto de vista. Eso es lo que lagenteveenloscines;losteatrosprefierendarloalfinaldela película para que la gente no sufra con esos con esos corto-metrajes. Ahora, son etapas inevitables en búsqueda de una industria del cine, en la cual muchos, en la cual muchos están empeñados. Esa búsqueda es muy discutible, porque como tendrá que pasar, según los defensores de esa tesis, por una etapa que será muy larga, consistente en copiar modelos al es-tilo de los mexicanos, con actores de televisión y argumentos perfectamente banales.

Respecto a su actividad docente en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia, nos gustaría saber ¿en qué sentido se desarrolla y cuáles son las posibilidades que presenta?

Yo he estado en la Facultad de Artes experimentando en el sentido de conformar un área de comunicación visual. He tratadodecrearotra líneadeanálisis,dereflexiónmás.LasFacultades de Artes tienen tiene muy poco trabajo teórico, tratan más bien de desarrollar las habilidades manuales. Se ha llegado con este nuevo campo de las artes visuales a expe-riencias muy interesantes con los estudiantes. Primero que todo, los medios visuales de comunicación tradicionales y no tradicionales. En los tradicionales se han hecho pequeños es-fuerzos: televisión, cine, imagen en cine, etc. Los que estamos trabajando en esa experiencia, pensamos que mucha gente trabaja con la imagen, muchas veces sin conocer realmente el valor de la misma; ese es un poco el trabajo en esa área de comunicación visual.

Ahora, las perspectivas son muy interesantes, porque está todo por analizar. Por ahí hay un proyecto mío sobre la formación de la imagen visual en el colombiano. Hoy un niño recibe una información impresionante, cosa que hace 20 años no se

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daba; cómo se ha ido formando y deformando la imagen de la publicidad, el cine, etc.

Hay un proyecto, informal que se propuso aquí, sobre la in-fluenciadelcinemexicano,delosarquetiposmexicanos,quesigue creando sus pequeños monstruos: nacen unos y mue-ren otros. Ahora parece que Vicente Fernández es una cosa impresionante: en Medellín “La ley del monte” fue una pelí-cula que estuvo 6,8 meses en cartelera.

La ideaesunanálisisde la influenciadelcinemexicanoenMéxicomismoy en elpaís enqueha influidomucho:Co-lombia,sumejormercado.PelículasdeCantinflascomo“ElBomberoAtómico”,filmadahace25añoslavehoyunniñodesieteaños,quenohabíavistoantesaCantinflasyquedaperfectamente subyugado. Ese fenómeno es muy importante analizarlo; el problema no descartarlo, decir que es alienante, porque en verdad lo es, sobre todo en sus últimos tiempos.

¿Tenemos entendido que entre sus proyectos está escribir una historia del cine colombiano; cómo rueda esa idea?

Sí, no es una historia del cine colombiano; ya hay una historia del cine colombiano que es muy mala. Indudablemente sí es una búsqueda de una serie de razones que han existido en el cine colombiano y que nunca se han trabajado en la forma que ha debido hacerse. Yo creo que en unos seis meses estará ese trabajo listo, en conjunto; en él se tratan cosas que no han sido o si han sido tocadas tienen un sello idealista. Es un proyecto de hace diez años, en recolección de materiales y elaboración. La parte más importante de este trabajo es la contemporánea nuestra; porque es una problemática eminentemente viva que tiene que proyectarse hacia un cine colombiano del futuro que yo no será.

Todas las tentativas para una industria del cine tienen que, en un momento determinado darse. Pienso que esas tentati-vas se van a dar sobre los modelos más comerciales del cine

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mexicano, y creo que eso no es de deseárselo a ningún cine amigo o enemigo. Bueno, son leyes del mercado, ajenas a las buenas o malas intenciones de los críticos. A este nivel crítico, he sido nombrado director de un equipo que escribirá la parte correspondiente a Colombia, de una historia del cine mundial, proyectada por la Unesco. Es una tentativa ambiciosa.

¿Considera usted que a pesar de esa avalancha del cine comer-cial,enAméricaLatina,sedéuncinequereflejelosaspectosde las luchas sociales, políticas y culturales de nuestros pue-blos?

Sí,contodaslasdificultadesdeextrañamientodeloscineas-tas. Hace poco tiempo tuve oportunidad de ver una muestra brasileña. Allí se producen 90 a 100 películas al año. Una pelí-cula de hace dos años, que se llama “El Coronel Dalmiro Go-beia”, es realmente emparentada con las mejores tradiciones del cine argumental. Es un cine tremendamente serio, lo cual no quiere decir que sea sin humor. Yo pienso que es posible en América latina, aun para un cine propuesto para los circui-tos, tan serio, tan bien realizado, aun como éxito del público sin caer en esas concesiones de que primero hay que ver qué le gusta al público; porque puede haber un gusto real y un gusto supuesto.

Pienso que en Colombia con todos esos elementos es posible hacer un cine a 35 mm, en color, de un valor equiparable a cualquier otra película.

Periódico Vanguardia dominical, Bucaramanga,

enero de 1980

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EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS

Por: Epifanio Arévalo Gómez

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Cuando se hace la presentación de una obra de arte de una manera descontextualizada se corre el riesgo de caer en apreciaciones puramente emocionales y los

juicios que se producen no pasan de ser, por falta de infor-mación, puras impresiones a partir de nuestros propios es-quemas morales, artísticos o como anotaba anteriormente emocionales.

“Es una película que más que hastío produce aburrimiento, porque es un mismo acto de amor, donde no te ofrecen más alternativas.”

“…puesto que la cinta no tiene nada que ver con la opinión que sobre éste (el amor) tiene la mayor parte de la gente, sino que es una crónica de la vida de una mujer ninfómana. Obse-sionada con el sexo.”

“Noesunapelículapornográficasinounacintaquehaceunanálisis intelectual sobre los sentidos sexuales humanos”

“El amor que nos muestran va mucho más allá. Eros, tal como lo concebimos hoy, disecado y restringido, no es suficientepara expresar la relación de los amantes que NagisaOshimain-tenta hacer comprender.”

Las anteriores son declaraciones de cuatro importantes hom-bres de cine en Colombia en un artículo de una revista es-pecializada del espectáculo que publica un diario capitalino. Se presenta el artículo diciendo además que “es la película número diecisiete de este realizador, de 44 años de edad, con-

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siderado por la crítica como el número uno de la “nueva ola japonesa”. Se hace también un inventario de premios y reac-ciones que ha causado la película.

Esinteresanteanotarademás,quesirevisamoslafilmografíadeOshimaencontraremosqueeselúnicofilmconestasca-racterísticas.

Ahora bien, ¿no cabria preguntarse por qué un hombre del ni-veldeOshimarealizaunfilmqueaparentementeconmueveanivel mundial por su crudeza? ¿Cuál es el interés del realizador de “escandalizar” al tratar un tema como el del amor de una manera tan descarnada y directa?

Si analizamos un poco, posiblemente empezaremos a reco-nocerquelarealizacióndelfilmtuvounafinalidadmásalláque la de producir escándalo, relatar la vida de una prostituta ninfómana, hacer la disección del concepto del amor carnal o simplemente elaborar una obra tan bellamente hecha que sin temor a exagerar permitirá la ampliación de cualquiera de sus fotogramas para enmarcarlo y colgarlo a la manera de un dibujo de Utamaro. Para ilustrar esto último: parece que nadie olvida, por la belleza del encuadre, la lámpara de cristal que aparece en primer plano en el momento del ahorcamiento. De hecho toda la relación que tenemos con la “cultura japo-nesa” es la de los electrodomésticos, las motos y la deformada imagen de geishas, bárbaros guerreros y karatecas que ha pro-mocionado el cine americano. Poca información tenemos de la verdadera cultura japonesa tan lejana tanto espacial como conceptualmente. Quizás alguna de las caracterizaciones más cercanas que guardamos es la de la familia japonesa, desde los ancianos hasta los niños, compartiendo el baño desnudos. Pero además de esto y muy poco más no tenemos referencias en cuanto a tradiciones, patrones culturales o simplemente el “modus vivendi” japonés.

En realidad algunas imágenes de la película nos pasan desapercibidas. Nadie habla de el “actor-bailarín” que

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interpreta, una danza tradicional en una de las reuniones Kichi y Sada con las geishas (que no está por demás aclarar que no significa prostituta y que representa uno de los estamentosmás importantes dentro de la tradición cultural japonesa) ni nadie habla de la escena donde Kichi vestido con el tradicional kimono marcha en sentido contrario a un batallón de soldados vestidos a la usanza occidental que se prepara para entrar en combate; como no se habla tampoco de la escena del cementerio enmarcada dentro de un juego tradicional infantil en donde uno de los participantes ya no contesta no por su desaparición física, pues es una escena surrealista, sino porque quizás en el Japón de hoy poco se contesta a estas antiguas tradiciones culturales.

Veamos; mucho se ha hablado del “milagro japonés” pero como conocemos de la evolución cultural de este pueblo den-tro de este milagro. Japón ha sufrido desde este punto de vista una de las agresiones más fuertes. El comenzar a “vivir a la manera occidental” ha producido la transmutación de su pro-pia cultura y ha empezado a producir efectos bastante “inte-resantes”. Citaré algunos ejemplos que solo tocan el tema del amor y que hacen parte de un estudio sociológico más amplio. En la actualidad son frecuentes las intervenciones quirúrgicas de tipo estético y que tienden a occidentalizar las facciones, el caso de la operación de los párpados para volver los ojos más redondeados, hecho que de no ser posible realizar se intenta suplir con la aplicación de maquillaje o las intervencionesqui-rúrgicas para reconstruir el himen y que según estadísticas es en el Japón donde se realiza el mayor número de estas opera-ciones, o la aparición de lucrativos negocios llamados “CAÍAS DE AMOR’’ montados a la manera americana obviamente de diferentes categorías y en donde se ofrecen desde cubículos hasta lujosos apartamentos con sauna, tina para dos personas, espejos estratégicamente colocados, cine porno, además de toda clase de “delicadezas” del confort americano y donde los usuarios son generalmente matrimonios.

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La explicación resulta sencilla: el nuevo “modelo” de mujer debe ser lo más parecido posible al occidental; la relación hombre-mujer empieza a regirse por conceptos, como el de la virginidad, que hasta hace muy poco tiempo y aún en la actua-lidad determinan esta relación en occidente o por otra parte el hecho de obligar a buscar los sitios “especializados” para hacer el amor que por razón de densidad de población y por la arquitectura misma, que nunca se ha caracterizado precisa-mente por el interés de aislar ni acústica ni quizás visualmente las actividades cotidianas, (entre ellas hacer el amor) acercan a la nueva moral (¿o concepto? ) y de paso dejan excelentes ganancias.

Volviendo al caso de la película quizás valga la pena profun-dizar un poco más y buscar una mayor información para ana-lizar este hecho artístico y por qué no,con base a este análisis, empezar a cuestionar nuestras propias realizaciones. Alguien propuso convertir a Colombia en el Japón de Sud-América y en algún sentido (el más negativo: el de la agresión cultural) ya lo somos: porque más allá del simple escándalo o el fuerte apretón de piernas que nos pueda producir esta película hay otras cosas que podemos aprender de ella y de su realizador, obviamente no por la vía fácil de la situación sino por el es-tudio y reconocimiento de nuestra propia situación, (que por demás no se parece en nada a la japonesa).

He intentado con estas líneas por una parte dar una óptica di-ferente de la película y por otra reconocer que hay un hombre enel“ImperiodelSolNaciente”queanivelcinematográficolanza un grito de alerta a su pueblo y que de una u otra forma nos estremece con el relato de un hecho cruento y verídico como pretexto para mostrarnos una radiografía de el hoy des-aparecido Imperio de los Sentidos.

Periódico Vanguardia dominical, Bucaramanga,

octubre de 1980

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UNA VENTANA FRENTE AL MAR

Por: León Zuleta

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Janusz Zaorski es uno de los más jóvenes directores de cine polaco, nacido en Varsovia en 1947, estudia cinematogra-fía bajo la dirección de Janusz Morgesrnstern (“Hay que

Matar este amor” y “Después viene la calma”) y StanislawRó-zewicz (“La Esfera de Cristal” y “La soledad entre dos”) entre 1965-69. Nos encontramos pues ante el más reciente fruto de la nueva escuela de cine polaco, depuración de la depuración misma. Empezó su debut en el cine con “Runcounter Run” en 1970 y nos ofrece ya en 1978 (a los 31 años) una película de la inefable calidad y humanismo de UN CUARTO CON VISTA AL MAR, que en nuestro medio conocimos como “Una Ventana frente al mar”.

Zaoski está preocupado, como todos los artistas polacos de su generación, en la adecuada utilización del lenguaje fílmico como medio de mostramiento de los acuciantes problemas de la juventud que si bien no terribles padecimientos de los primeros lustros de la construcción de la economía socialista (comosilomuestranotros)sírecibenlosreflejosdelasideo-logías de sus padres, por un lado el efecto de un cristianismo desviscerado en su misma contradicción y mezclado a ello el stalinismo de la fría década de los cincuentas.

Los problemas de la construcción del socialismo y su conso-lidación pasan a un segundo plano. Hoy, 1981, los temas de interés son los pertinentes a un real y auténtico disfrute de las posibilidades que ese mismo Socialismo ofrece, para lo cual se requiere esa mirada crítica sobre todos los factores que lo fa-cilitanoimpiden,redefiniendolasimágenesqueelsocialismo

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debe adoptar para nuestros tiempos, es decir, para la juventud, vórticeyfinalidadmismadelaluchaporunasociedadmejor,nueva.

La calidad de Zaorski se muestra en el tratamiento magistral de un tema sencillo: la aspiración suicida de un joven anónimo. A pesar de los controles del Estado, el anonimato se mantiene comocondicióndeexistenciadelajuventud,cuyosconflictossiguen siendo los mismos de toda la juventud del mundo: una existencia de confort, el radio, un estéreo, la TV., el trabajo, los espacios propios, el amor y la profesionalización.

Todos estos problemas se van dando a anunciar de modo simple en medio de la trama de la denuncia sobre las con-diciones político-económicas de la vida misma. A pesar del humanismo que invoca el aparato de Estado y que se revela apenas en la clara intención del siquiatra jubilado, el profesor Leszczynski y maestro del candidato a suicida, el aparato mis-mo se deshumaniza en la preocupación de los burócratas de mantener el ritmo de trabajo y a la vez salvar a Michal. Para ello acuden a dos sistemas igualmente burocráticos: el empleo de la fuerza (que indudablemente precipitaría la muerte del muchacho) y el uso de la violencia siquiátrica que abandera el Dr. Kucharski, decano de la Facultad de Sicología y alumno del siquiatra jubilado.

Nos muestra esta película varios frentes de contraste. Entre una sicología humanista que trata de convencer a Michal que asumir la muerte es y tiene la misma intensidad que asumir la vida: el ejercicio pleno de la libertad y la autorrealización en la consideración de la posibilidad misma: el paisaje, ese mar hondo,lavivencia,elgozoqueseperfiladesdeelbordedelabismo. El abismo que es esa masa anónima y ansiosa que espera en la calle su lanzamiento al vacío. El silenciamiento. Y el borde, la cornisa imagen de la vida misma suspendida enelfiloentrelamuerteyelazar.Ydecidirse,peroconunaclara invocación de las proyecciones. Y el siquiatra respetando

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esa tenue línea de libertad en la decisión de un individuo que al aspirar al suicidio pone en jaque la estructura misma de la maquinaria de Estado, pues es una pieza del engranaje que se anonada en su misma vida-muerte.

Al Estado, a la fábrica, al siquiatra deshumanizado, al equipo deempleadosdeledificioescogidocomotrampolíndemuer-te, al karateca loco y supermánico no le interesa el hondo pro-blema humano y su marca individual irreductible de Michal, sinoélcomopiezadelengranaje.Alfinyalcabo,todociuda-dano es una inversión de la comunidad-estado.

Para salvarlo (y esto equivale a evitar la muerte de una línea, de una función del conjunto) se acude a todo: a la fábrica y sus colegas, las promesas de un mejoramiento. A la madre y al padre. Al comité ideológico del partido que funciona por horarios. A la novia. A los sentimientos... a la violencia de un sicofármaco y por medio de todos estos recursos, Zaorski nos da un gran diagrama transversal del drama de la sociedad (y la juventud) polaca, y en el fondo oscuro de la perplejidad ylaconfusiónesafigurasana,vital,concretayhumanizadelprofesor Leszczynski que a costo de su salud, de su vida, es-tablece el diálogo como condición real y única de salvación; señalando así la ausencia de una comunicación y verdadera causa del deseo de muerte del joven estudiante-empleado.

Es precisamente la hondura trágica de la película: el intercam-biodevidaymuerte.Elsacrificiodelprofesorconpasiónyalegría (solo su esposa entenderá este morir de amor por los otros) a cambio de la vida del joven quien luego de 12 horas a bordo de la muerte retrocede gracias a la comunicación vital que le restituye el siquiatra, porque en él existe es una con-cepción diferente de la vida, de la libertad, del valor humano, que le permita a cada ser, responsable de su propia suerte y lo cual, de paso, no contradice los términos mismos de la convi-vencia aún en los términos del socialismo burocrático. Cada cual debe decidir y hacer su propia ventana al mar, pero es

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responsabilidad de todos restituir la poesía y las condiciones posibles de su disfrute y estructura.

Periódico Vanguardia dominical, Bucaramanga,

agosto de 1981

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MATEMOS A LOS PROYECCIONISTAS

Por: Juan Carlos Rubiano Vargas

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Desde los principios de la cinematografía, acentuán-dose cada vez más con el paso del tiempo, todos los cinéfilos delmundo, jóvenes y viejos, negros y

blancos, despiertos y dormidos, han sufrido siempre la Plaga del Proyeccionista, ese bicho oscuro y perverso que labora anónimamente dentro de una cabina al fondo del teatro, fra-guando diariamente una nueva y maligna manera de proyectar una película.

Matemáticamentelaeficienciadeestebichoqueenadelantellamaremos “Peliculicida” es directamente proporcional a la calidaddelapelícula.Amayorcalidadmenoreficienciayvi-ceversa. Por eso soy un convencido de que no hay un solo ci-néfiloenelmundoquedesdelomáshondodesusernohayasentido alguna vez el saludable deseo de asesinar a un Pelicu-licida.Crimen,pordemás, justificado.Cualquier juradoquetenga un mínimo aprecio por el cine y haya asistido alguna vez a la proyección de cualquier película respetable en cualquier teatro colombiano, encontraría completamente razonable el asesinato frío y calculado de cualquier sucio Peliculicida na-cional. Naturalmente esto de “frío y calculado” es imposible, es mucho más factible el franco linchamiento del bicho por parte de un público desesperado. Sin embargo el hecho de que no se haya llevado a cabo el delito me ha inducido a un estudio profundo sobre la paciencia del público colombiano, lacualcadadíaaumentaysefortifica,transformándoselenta-mente en una mezcla de resignación y amargura bien sazonada con humor, ya que de lo contrario las úlceras se multiplicarían como la halitosis en un congreso de comedores de cebollas y

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el cáncer sería un juego de niños comparado con ellas en el cuadro anual de mortandad nacional.

Si desenfocar, desencuadrar, dejar sin luz la pantalla, no gra-duar el sonido y no sincronizar el cambio de rollo fuera peca-do, estoy más que seguro de que ningún peliculicida se salvaría del infierno,dondeseguramenteeldiabloserácinéfiloy leshará pagar muy, pero muy caras cada una de sus crueldades.

Yo creo que en estos casos particulares las tesis fascistas en-tran en saludable vigencia. La depuración de la raza es nece-saria. La muerte de los enfermos y de los torpes, la supresión de los lectores de revistas y el franco linchamiento de los que suelen salir a tomarse un tinto, redundará efectivamente en la calidad de las proyecciones. De otra parte, teniendo en cuenta que algunos hacen gala de ciertas virtudes, se podría pensar en ejercer la vivisección. Algunos tienen buena vista y no se desenfocan la imagen en la pantalla, pero sufren de crónica sorderayponenlosbaflesatodasupotenciaomanipulantantorpemente los controles que el idioma francés original de la película automáticamente se transforma en sueco, por lo que si tomamos los ojos de uno y se los encajamos en los oídos de otro y así gradualmente, armamos a un hombre de buenos re-flejos,buenosoídos,buenosojos,quenolegustetomartintoni leer revistas y que su pasión sea el cine, entonces habremos concebidoelmilagrodeunProyeccionistaEficiente,alcual,por razones prácticas, lo encerraremos en una cómoda habi-tación como Semental de Proyeccionistas, dando comienzo aunageneracióndecinéfilosfelices,dondehastalasbasurashabituales serán aplaudidas con entusiasmo y se crearán, pro-bablemente, Oscares para el Mejor Proyeccionista.

Sin embargo por naturaleza soy un pesimista, el Semental del Proyeccionistaessolounfelizsueñodecinéfilo.Lospelicu-licidas nos han rodeado, saben que son necesarios y se han apoderado brutalmente de nuestros frágiles corazones. Dia-riamente nos insultan, nos escupen, se ríen de nosotros. Son los tiranos de las salas de cine, y a los tiranos, ya se sabe, la úni-

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ca manera de hacerlos entrar en razón es con un cuchillo entre las tripas o encajándoles una bala entre los ojos. Vámonos a matar proyeccionistas, demostrémosles nuestras fuerzas. Re-cordemos siempreel gritodebatallade aquel cinéfilocuyonombre por el momento se me escapa: ¡El único peliculicida bueno que conozco es el peliculicida muerto!

Adelante compañeros, la justicia está con nosotros.

Periódico Vanguardia dominical,

Bucaramanga, abril de 1982.

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ESO LLAMADO CINE

Por: Pedro Eduardo Cabeza

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Cada día al anochecer, por decenas de millones, hom-bres, mujeres y niños van al cine.

A la misma hora del día, seis mil parisienses llenan en Gaumont-Palace la sala más grande de Francia. En Sicilia los pescadores escuchan, al aire libre el gangosear de un extraño diálogo de una película norteamericana “doblada” al italiano. Entre las chozas de paja de un lugar del Congo Belga, un misionero barbudo, con hábito blanco proyecta a ciento cin-cuenta negros una película sobre propaganda religiosa. Cien-tos de personas forman cola en las puertas del Oudarnik para aplaudir el último éxito soviético. En Hollywood un presiden-te de una gran empresa dicta un informe triunfal: una película ha sido proyectada simultáneamente en veinte cines del Brasil, catorce de Argentina, ciento veinte de Italia, doce de Filipinas, dieciocho del Japón, cuarenta de Australia, veintidós de Surá-frica, Suecia, Islandia, Luxemburgo, Grecia, Colombia.

EnMadras,India,elúltimofilmsonorodelenguatelegúhatenido tal éxito, que se ha creado un mercado negro de boletas. Instalados desde hace un año sobre un banco de hielo unos exploradores polares olvidan su larga soledad presenciando un dibujo animado, que les ha sido lanzado en paracaídas con el último aprovisionamiento.

El hecho de “ir al cine”, sirve a los desesperados, a los solita-rios, a los sanos, a los neuróticos, a los cansados a los curiosos, a los apáticos. En el fondo nos gusta ser allí “pasivos”, o que nos cuenten una historia, o explotar, o vivir lo que nos es di-fícil ser fuera del cine.

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Enfin,lapantallaesunaalfombramágicaquetransportaalespectador por entre mundos y realidades más variadas que pudiésemos sospechar.

Desde la famosa sesión del 28 de diciembre de 1895, en el Boulevard de los Capuchinos de París, en la que los herma-nos Lumiere proyectaron por primera vez películas sobre una pantalla, vino la magia de Melies y todas las películas en prin-cipiofueronclasificadas:cinedocumental,cinedeficción.

Los temas del cine documental son el mundo de la naturaleza y el mundo que el hombre crea para completarla. A pesar de su brillantez, el documental ha sido relegado a un rincón del edificiodondelaficciónesladueñayseñora;laquellenalassalas y congrega los grandes públicos.

Vinieron el cine farsa, el cine cómico, el cine persecución, los cuentosdehadas,lasactualidadesreconstruidas,losfilmshis-téricos, policiacos y sociales.

Aparecen los melodramas populares, las comedias mundanas, lanovelapolicial, lasseries, lasgrandesescenificacioneshis-tóricas. Digamos entonces que se pueden distinguir: las cine-novelas, los cinerrelatos (relatos que desarrollan una intriga según procedimientos novelescos), los cinedramas, cineopera, cineteatro. Es bueno decir que todas las especializaciones del cine han llevado a la formación de la subcultura de público.

Hay públicos que no se “pierden” esta o aquella película. Los diferentes públicos necesitan ver esta o aquella película; es gentequeestáperfiladaparaverésteoaquelfilm;esloasom-broso de Walt Disney y Alfred Hitchcock, el primero que producedefinitivamentepelículasparalafamilia,elsegundopelículas de suspenso y terror.

El cine suspenso que es una sobrevaloración del cine policia-co en sus comienzos, termina más allá de lo increíble: con la duda, la soledad del pensamiento humano. Es el cine de susto, cine de miedo, cine de lento sudar, cine de irse enervando...

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de preguntarle al compañero ¿lo mataron?, de exclamación: No, no quiero mirar! y acompaña a esa expresión a un acto de taparse los ojos. Es cine pesadilla, cine masoquista.

Dicen que este cine es un fenómeno comercial, pero tam-bién un buen procedimiento de evasión, y cuidado sino, una búsqueda de nuevos estímulos, porque ya se agotaron los del erotismo y la violencia.

En muchos casos el cine es más un vehículo de las emociones que de las ideas.

Se entiende que el género policíaco siempre sea en el cine sangre, agresión y suspenso, y “decir cine policíaco es decir cine de suspenso y decir cine de suspenso es decir HITCH-COCK”.

Hitchcock es uno de los grandes realizaciones de cine, pero, que va! decía un crítico: “es un simple embaucador”, “ES UN HÁBIL SOLAMENTE PARA CREAR ANGUSTIA ALRE-DEDOR DE NADA”. No lo puede ser si recordamos sus películas tales como el hombre equivocado; en los “39 Es-calones”seperfilacomomagodelsuspensomelodramáticocomo en “Rebeca”, analista como en “Cuéntame tu vida” y la “Ventana indiscreta”, hasta desembocar en el genuino cine de terror como “Psicosis”, pero especialmente en “Los Pájaros”.

Después vienen los monstruos, lo sobre natural, el desdobla-miento de lo humano. El director se mete dentro del especta-dor para revolver su mundo lógico inédito y causarle malestar, haciéndolo o creándole la conciencia de su fragilidad humana de una manera aviesa. Los hombres-lobos, hombres-perros: momias, vampiros, etc., han renacido con William Castle, Ro-ger Corman, Mario Bava, género éste al que se le agrega por razonesconocidasyparadestrozarelgustocinematográficodosis letales de lesbianismo, homosexualidad, incestos, necro-filia,fetichismo,exhibicionismo,bestialidad,torturasymuchasangre salpicando por doquier.

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Luego aparecen los directores del cine de la profundidad hu-mana, son los cineastas de la crueldad: Buñuel, Clouzot, Lo-sey, Polansky, Stroheinm, que se dan el lujo de inspirar con las imágenes de pantalla los sentimientos encontrados de amor-repulsión, cercanía-soledad, piedad-cinismo, pero basta que ESO LLAMADO CINE nos espera.

Revista Carreta de Cine, Bucaramanga,

mayo de 1983.

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LAS LUMINARIAS DEL CINE EN LOS 80

Por: Luis Eduardo J.B.

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En cada década se hace una agenda apretada de las pe-lículas con cierta premiosidad y que han pasado por la pantalla gigante; es así que críticos serios y dedicados

al quehacer diario de escribir sobre este arte y sus estrellas, juntoconexcelentescineastasquehanrealizadoconmagnífi-cos actores, nombrados fotógrafos, pudientes productores y sofisticadosequipostécnicospresentanalasluminariasenelArteyCienciasCinematográficas.

Al hacer un recuerdo para los bumangueses de acuerdo a los comentarios de la prensa. El Cine Club El Hormiguero que tuvo un auge a comienzos de los ‘80s’ presentó consagrados directores de nacionalidad italiana como Martín Scorsese, Francis F. Coppola, Michael Cimino, Paul Schrader, Brian De Palma, Bernardo Bertolucci, LinaWertmüller, con sus estrellas preferidas: Robert De Niro, Marlon Brando, Al Pacino, Liza Minnelli, Marcelo Mastroiani y Nastassia Kinski.

Para mi entender lo sobresaliente de la década fue el “Toro Salvaje”, con Jack la Motta.. “El último emperador”, “La Mi-sión”, “Camorra”, “Vestida de blanco para matar”, y el gran maestro Fellini con su “Ciudad de las Mujeres”. Y pasando como en el cine a otro encuadre, encontramos a los consagra-dos: Jack Nicholson, con los grandes maestros... unos falle-cidos: John Huston, Alfred Hitchcock y otros vivos: Román Polanski, Stanley Kubrick y Milos Forman.

En estos últimos años han podido alternar con féminas de la talla de la Kathleen Turner, Jessica Lange, Shirley Mac Laine, Cher y Susan Sarandon. Si “El honor de los Prizzi” recuerda

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lamaestríade“Chinatown”,“Elresplandor”figuradentrodelas películas con técnicas de arte entre las altas expresiones delgéneroterrorífico,diferentesenlastécnicasutilizadasporSpielberg, un mago de la fantasía.

En otro lugar se reúne el director Sydney Pollack con el actor Paul Newman, la actriz Jane Fonda, Robert Redfor, Dustin-Hotfman y Maryl Streep; al lado de estos mitos se encuentra Geraldine Chaplin. Michael Duglas y William Hurt.

Saltando varios años en la agonía de los 80s aparece Barry Levinson quien se consagró hace poco en “Rain Man”. Clint Eastwood lanzó su obra consagratoria (“Bird” o la agonía de Charlie Parker), y Woody Allen con su acostumbrado humor psicológico,político,filosófico,burlándosedelosjudíoscon“Hannah y sus hermanas”.

A veces como los proyeccionistas, reventando las cintas, cabe resaltar como el gran actor de los años 80s a Robert De Niro. hijo de inmigrantes italianos de origen eslavo que juega en Vietnam a la ruleta rusa, el “pequeño judío americano” que recuerda su pasado como gánster, y el mártir jesuita que des-ciendecrucificadolascataratasdelIguazú,estegranactorqueha encarnado Al Capone de “Los Intocables” y a un diablo en “Harten”, según el director británico Alan Parker de “El Muro”.

En otro lado compartiendo honores se encuentra Paul New-man en le “Color del Dinero”.

Quedando alguien fuera de serie seria Jack Nicholson, este personaje ya familiar cada vez que vemos una pelea de cam-peonatomundialenlaT.V.ocupalaprimerafilaconsusgafasnegras y su sonrisa de dientes apretados, es otro de los grandes de los años 80s con películas como “La Fuerza del Carito”, “El Cartero Llama dos Veces” y “Las Brujas de Eastwick” y cerrando con Batman en su papel del loco Jack.

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En un comentario de Mauricio Laurens, resaltaba el Clan Po-llack quien ha dirigido a casi todas las grandes estrellas nor-teamericanas del momento. Sus cintas fueron dulces y cos-tosos relatos de amor, comedías descomplicadas y escenas limpias de una sociedad típica, hoy cambiadas por las cintas de guerra y sexo que dejaron a un lado el buen cine. Para terminar de escarbar en mi memoria recuerdo las películas “Tootsie”, “África mía” y “La amante del teniente francés” con un rostro largo y triste de Meryl Streep y Dustin Hoffman al lado de Glenn Close en “Atracción Fatal”, “Nueve semanas y media” con Kin Basinger y una obra brasilera Sonia Braga lanzada por Robert Redford.

Para el espacio creo que se cumplió una medio escogencia del cine, que poco a poco se va acabando, o perdiendo de la pantalla gigante.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga,

enero de 1990.

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LA DULCE VIDA

Por: Hernado Valencia Goelkel

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“La dulce vida” es unfilme bello (a veces), interesante(siempre), difícil y frustrado. Su realización es una es-pecie de afrenta a todas las convenciones de la produc-

cióncinematográfica.Setrata,efectivamente,deunaobracasiimprovisada; Fellini trabajaba con un guion laxo, pero gran parte,sinotodas,lasprincipalesescenasfueronmodificadas,creadas a veces in situ, a medida que un personaje nuevo, un elemento de la decoración, un apunte espontáneo en los diálo-gosmodificabanelprimitivoesquemadelfilme.Ciertamente,no se trata de un caso sin precedentes; el método de trabajo de Jean-LucGodard (“Sin aliento”) es similar, aunque Godard trabaja siempre con un argumento general, cosa que no puede quizás decirse de “La dulce vida”. Pero la diferencia, la origi-nalidadanecdóticadelfilmedeFellini,resideenquesetratade una superproducción, al menos para los presupuestos con que suelen realizarse losfilmes italianos. Imaginemos,pues,a“Espartaco”filmado,noconunguionrígidoyomniprevi-sor, sino al azar o al capricho de Stanley Kubrick; imaginemos una inversión de millones de dólares en algo que el productor desconoce, por cuanto depende de la inspiración o del humor de un director que quiere trabajar libremente: pues bien, eso es justamente lo que en “La dulce vida” lograron la reputa-ción, el poder de convicción y el talento de Federico Fellini. El disfrutaba casi plenamente de esa soberanía ideal con que sueñan, desde el comienzo de la industria, los directores cine-matográficosansiososdeemplearelcinecomoun lenguajepersonal: una difícil soberanía en ese idioma en que cualquier balbuceo cuesta miles de dólares o millones de liras.

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Pero, ¿qué es “La dulce vida”? Sospechosamente, la analogía queacudeprimeroparatratardedefinirelfilmeessiempredeprocedenciaperiodística:unreportaje,unacrónica.Elfilme,como decíamos, carece de una línea argumental: su unidad narrativaselaconfiereelpersonajecentral,unperiodistaro-mano interpretado por Marcelo Mastroianni. Ni siquiera pue-de decirse que sea la sociedad romana el tema único de “La dulce vida”: el episodio del milagro, por ejemplo, nos devuel-ve a un ámbito completamente distinto, no solo por quienes lo protagonizan (el pueblo, la contraparte real de “La dulce vida”)sinoporque, justamente,enelfilmetodopareceunademostración de la imposibilidad de unos seres humanos de participar en una esfera donde quepa lo milagroso, no sólo en su sentido teológico sino, principalmente, en el vulgar y coloquial. El espectador acompaña a Marcello (Mastroianni sellamatambiénasíenelfilme),avisitarloscabaretsenbus-ca de chismes para su publicación; lo sigue en la noche en que la estrella de cine (Anita Ekberg) pasea con él por Roma y se baña en la fuente de Tréveris; penetra con él en la inti-midad de su amante establecida (Ivonne Furneaux) o de sus amantesocasionales(AnoukAymée).Vemosunafiestaenuncastillo de nobles, donde el espiritismo se mezcla con la histe-ria,conelerotismo;otrafiesta—unaorgíatriste—enlaquela dueña de casa hace un número de striptease; vemos aris-tócratas romanos (fingidosyverdaderos, yaquealgunosdeéstossesintieronfelicesdeparticiparenelfilmedeFellini)acompañados de homosexuales vestidos de mujer; vemos una inmensa imagen de Cristo llevada a través de los aires por un helicóptero, y vemos al tiempo la semidesnudez tediosa de las mujeres que se aburren en una piscina. Marcello tiene un amigo, Steiner (Alain Cuny), un ser tranquilo y sabio que toca el órgano en una capilla, que vive feliz con su mujer y sus hijos y que un día los mata y se suicida, sin que sepamos por qué, sin que Fellini intente siquiera explicarlo, ya que lo que pretende es no tanto dilucidar lo inexplicable sino mostrar el meollo absurdo que late tras las armonías más convincentes y más seductoras. Marcello es un periodista, un trabajador, pero

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con sus compinches más prósperos comparte la debilidad, la blandura ante el desastre cotidiano en que se ha convertido su vida. En el episodio final se complace en la bajeza y lavulgaridad como si lo poseyeran la cólera y la clarividencia; pero cuando amanece y los contertulios van a la orilla del mar a ver el pez monstruoso que apareció en la playa, a Marcello no le queda sino la fatiga y, si acaso, una chispa de perplejidad ante esa vorágine que ni siquiera es capaz de asumir, y mucho menos de organizar.

Así, “La dulce vida” resulta ser una suerte de “tratado de la desesperación”, de la imposibilidad o la inaccesibilidad de la esperanza. Fellini le da todas las oportunidades a su personaje, desde el amor hasta la náusea, pero el protagonista, igual que-lasotrascriaturaselfilme,parececarcomidoporunatanatofi-lia perezosa, por un lánguido fervor hacia el fracaso y hacia la muerte. Tal es acaso, el sentido principal de “La dulce vida”: Fellini, cuidadosamente, se abstiene de hacerlo explícito: en esta obra no trata de predicar ni de castigar sino tan sólo de mostrar algo que a lo mejor él no controla, una especie de os-cura,blandaycorrosivatentación...Enelsucesivodesfiledeseresdevidasmutiladas,elfilmealcanzasusmomentosmáshermosos y más altos: la noche de Marcello con su padre, con todo el horror de la vejez, de la decadencia carnal; la riña, llena de fatiga y de vulgaridad, con la amante; el episodio maravi-lloso del cuarto de los ecos, cuando dos personas se gritan un amor ya mentiroso, ya del todo imposible y traicionado.

Pero este corrosivo Fellini, este moralista fundamental y fu-rioso convive en “La dulce vida” con un reportero astuto y sensacionalistayhayenelfilmeunavisiblevoluntaddeescán-dalo,dechismepérfidoyprocazquelequitaengranpartesuelocuencia.FellinihizounfilmeenRomasobreRoma,perola ciudad que quiso describir, está demasiado llena de anécdo-tas, de alusiones a seres conocidos y a episodios reales como para que la malicia y el desprecio de su relato lleguen a tener siempre un poder de convicción en ámbitos distintos. En mu-chosmomentosdelfilme,Fellinipareceelcronistamodesto

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y pudibundo de una depravación que lo fascina; su dulce vida está vista en última instancia con un candor un poco rústico, con una admiración adolescente por el pecado y la maldad. El filmtodo,tantoporsuspersonajescomoporsumétodoex-positivo,nosrefiere,comodecíamos,alperiodismo:ylagranvirtud de “La dulce vida” es su rápido carácter de reportaje, su pintoresquismo,suexactitudsuperficial.Virtudestodasestasadmirables, pero de segundo plano: “La dolce vita” es gran periodismo cinematográfico, pero, salvo ciertas secuenciasque hemos mencionado, no es tampoco más que periodismo cinematográfico.

Libro Oficio Crítico, Presidencia de la República,

Bogotá, 1997.

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EFECTOS ESPECIALES

Por: Fabio Andrés Ribero

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La imaginación y la fantasía son cada día más impor-tantes, en la fabricación de efectos especiales para la centenaria industria del cine.

Julio Verne, quien para muchos es el fundador del género li-terariodelaficción,fueparaotrosunsoñadorounlocoquetomó el papel como un escape de la realidad, para trasladarse a mundos desconocidos y, hasta ese momento, imaginarios.

Ahora, después de un siglo, desde la pantalla grande se pue-de observar a un hombre cruzando el cielo; una lucha por la libertad en un sistema solar a millones de kilómetros del nues-tro o la invasión a la Tierra de unos extraterrestres.

La industria del cine norteamericano, se interesó desde los comienzos por incluir en sus producciones efectos especiales. Desde la primera versión De la Tierra a la Luna, hasta los úl-timos estrenos de Godzilla y Armegeddon.

Metrópolis,unfilmequemostrabalavidaenlaTierraenelsiglo XX, fue una de las primeras producciones con algu-nos efectos. Más adelante, en las primeras versiones de King Kong, empezó surgir esta industria.

Peroelfortalecimientodenuevasproduccionesdecienciafic-ción, se le atribuye a la unión de Steven Spielberg y George Lucas, director y productor de la trilogía de la Guerra de las Galaxias en los años setenta.

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En los ochentas se realizaron las versiones de Superman, Aliens, Volver al Futuro,Tiburón, Gremlins, Vengador del Futuro y el legendarioTerminator.

Pero en los noventa han tomado mayor fuerza los efectos es-peciales, gracias a las nuevas tecnologías que permitieron la creación de robots semejantes a una ballena -Liberen a Willy-, o la fuerza de un huracán -Twieater- o el renacimiento de los dinosaurios en Jurasic Park, entre muchas otros.

Aunque para la Academia de Artes y Ciencias de la Cinema-tografía, encargada de otorgar los premios Oscar, este tipo de películas no se encuentra dentro de sus favoritas, para el pú-blico sí. Por los efectos especiales la industria de Hollywood recibe millones de dólares en sólo taquilla, recaudo que nunca se ha igualado en otro tipo de producciones.

Este factor, junto a los otros que se mueven a su alrededor –juguetes, ropa, accesorios y discos- constituyen uno de los mayores incentivos para las productoras de cine, para seguir invirtiendo en la realización de nuevas películas con especta-culares efectos especiales.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga,

agosto de 1998.

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UN ADIÓS EXTRAÑO Y PERTURBADOR

Por: Mauricio Laurens

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Ojos bien cerrados, la cinta póstuma de Stanley Ku-brick,noserefiereal intercambiodeparejascomotendenciosamente han informado algunos medios

de comunicación. Sus protagonistas tampoco son psiquiatras y las tan anunciadas escenas de sexo en grupo obedecen a nú-meroscoreográficosenunritualdemáscarasperosinllegaralclímax del deseo pasional. Es una película extraña que resulta emocionanteverpuestoquelasatmósferasnocturnas,sofisti-cadas y grotescas, llegan a ser más contundentes que su misma ilacióndramática.Conperfilespsicológicosdetoquesdemen-ciales, el tema central alude a la búsqueda de algo oscuro en donde fantasías eróticas y sueños o secretos no compartidos pueden afectar la estabilidad emocional de muchos matrimo-nios. Un descenso casi infernal, en búsqueda de experiencias interrumpidasynomuygratificantesquecomprometensusrespectivas integridades.

El maestro Kubrick, quien parecía presentir su desenlace, su-frióunfulminanteinfartodíasantesdeculminarlafilmaciónde este proyecto. La muerte se presenta aquí en situaciones inesperadas y de violencia súbita que cubre con un manto la presencia descompuesta del sexo. Basta recordar a la hija del reciénfallecidoquemanifiestatodassusansiedadesreprimi-das al lado del cadáver de su padre, y antes de que llegue su prometido; la modelo desnuda que entra en estado comatoso por efectos de una sobredosis neoyorquina; aquella mujer ase-sinada que advierte sobre los peligros de una sociedad secreta; esa otra niña ninfómana de una tienda de disfraces que es conducida a la perversión por su progenitor o el caso de Do-

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minó la prostituta callejera a quien el Dr. Harford ni siquiera alcanza a desvestir y al día siguiente resulta seropositiva.

Apartir de la situación de un oficial quemiró fijamente auna mujer casada, en Rapsodia de una novela soñada del dra-maturgo vienés Arthur Schnitzler, el connotado adaptador ci-nematográficodeotrostextosliterarioslograescenificarconabundantes detalles las trampas inequívocas que se ciernen sobre los individuos hasta hacerlos naufragar entre las pesadi-llas y la realidad pensemos en Lolita, La Naranja Mecánica, El resplandor o Nacido para Matar. Con una brillante fotografía, dirigida según los créditos por un camarógrafo iluminador, asistimos a una visión dantesca de una noche neoyorquina como sólo Martin Scorsese había podido plasmar en Taxi Dri-ver o Después de la Hora.

Entre personajes repulsivos y vulnerables, Kubrick captó con lucidez la confusión reinante en muchos sectores decadentes de nuestra sociedad. Es por tal motivo que sus más impla-cables detractores fueron y siguen siendo sus compatriotas norteamericanos que nunca le perdonarán haber poseído el sentido de la autocrítica. Si Fellini es mencionado con insis-tencia como una fuente de inspiración para escenificar suincomprendida secuencia del ritual eclesiástico y nudista al estiloveneciano,elmorbodePolanskisefiltraenmediodeguiños paranoicos, y los abismos atribuidos a Bertolucci tras-cienden más allá del manejo de un erotismo no complaciente sino perturbador.

Periódico El Tiempo, Bogotá, septiembre de 1999.

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CANTINFLAS

Por: Juan Cristobal Martínez

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Indudablemente hemos ido perdiendo mucho en materia de sensibilidad artística, y hemos dejado relajar los más nobles y fundamentales conceptos de la vida.

Lo estoy diciendo, porque no me explico ni puedo explicarme jamáselqueunpayasode lacategoríadeCantinflas,puedaatraer la atención del público tan estruendosamente como lo atrajo en Bogotá y en Medellín.

Los que vimos a Charles Chaplin, que no necesitamos estar muy viejos para ello puesto que todavía se repiten sus prodi-giosas cintas, no podemos explicarnos cómo en pocos lustros descendiéramos tanto, según el grito adolorido de Gaspar Núñez de Arce.

Los críticos más autorizados del cine, al estudiar la obra y la figuradeCharlesChaplinhanllegadoaafirmarqueelautorcinematográficopasaráalahistoriaconlacategoríaqueocu-pa César en la guerra.

Pero es que en este, todo es distinción, originalidad, nove-dad, sutileza, propiedad, y al revés de lo que pasa en Cant-inflas,CharlesChaplinsuscitalaadmiraciónylarisa,noporel bastoncito enclenque o las botas extravagantes o el bigote de dos puntas o el sombrero redondo, sino por un conjunto armonioso de acciones, de gestos, de ademanes, de miradas, que dan como resultado al principio la risa suave, bondadosa y serena, y luego la risotada monumental.

Charles Chaplin puede quedar de pie, estático, inmóvil en el escenario y a pesar de eso provoca hilaridad.

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EnCantinflasloquehacereír,esloquehacereírenlosbo-rrachos, en los bobos y en los locos; la camisa afuera y los calzones caídos.

Arreglen a Mario Moreno las faldas de la camisa, póngale una correa a los calzones, y verán desaparecer inmediatamente los títulos que invocan sus admiradores para risas.

Todos los que quisieron imitar a Charles Chaplin cayeron en el ridículo, y ninguno tuvo a costa suya el menor éxito.

En Medellín durante una corrida bufa en la que actuaba Cant-inflasunborrachodeltendidodelsolsearrojóalruedo,vesti-doaloCantinflas,yporunaironíadeldestinoqueeselmayorcastigo que ha recibido el cómico mejicano a lo largo de su vida de payaso, el toro dejó de envestirle y se volvió hacia el espontáneo, mientras el policía que se había lanzado detrás del irreverenteespectador,agarrabaaCantinflasdeunbrazoparasacarlo a la policía por intruso.

Esto no hubiere pasado con un gran cómico que llevara en sí mismo el sentido de la humorada que es la desproporción entre la realidad y el concepto.

Aquí bastó con que un antioqueño que tenía sus tragos en la cabeza, se sacara las faldas de la camisa, se soltara los pantalo-nesyselanzaraalruedoparaqueCantinflaspasaraasegun-do término, no solamente ante los espectadores sino ante el mismo toro.

Libro Antología de Crónicas, Bucaramanga,

SIC Editorial, 2000.

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LA TOMA DE LA EMBAJADA O LA TOMA DE NUESTRA HISTORIA

Por: Antonio Estupiñan

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Semanas atrás estuvo en Bucaramanga el director de cine colombiano CIRO DURAN, haciendo la presentación de su última película -algunos quisieran que realmente

esto fuera así-, la Toma de la Embajada. Las críticas no se hicieron esperar. Y es que la película comienza con la siguien-te leyenda: “Esta película es basada en hechos reales pero es libre interpretación de su autor”.

Mal comienzo, por el interés que tiene nuestra sociedad en hechos como estos, que deberían basarse más en una exhaus-tiva investigación y no en una libre interpretación, puesto que se presta para la confusión; sobre lo supuesto y lo acontecido durante esos dos meses de 1980 en la embajada de República Dominicana.

La libre interpretación hubiese sido de mayor provecho para la película,aldedicarsealainfinidaddeconflictosysituacionesque un caso como estos crea, y no el toque de “humor” que le quitó la seriedad requerida al tratamiento de dicho tema.

Las fallas técnicas no estuvieron ausentes. Las dos más evi-dentes fueron:

• El sonido, que como es lógico afecta directamente la narración.

• Imperdonable resulta la continúa aparición del micró-fono en la parte superior de las escenas. Por ejemplo: cuando se realiza un electrocardiograma al embajador

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de Venezuela, fue tan reiterativo este error, que el mi-crófono termina siendo parte del elenco.

De estas fallas no podemos culpar la falta de presupuesto, dado que la película es producida por el G3 grupo integrado por Colombia, Venezuela y México, y según el comentario del mismo director de la película; su costo fue de 600.000 dóla-res... mucha plata para lo que vimos, cierto?

Escenas de alcoba sin ninguna estética o creatividad, obede-ciendo más a una receta “hollywoodense”; o escenas de sus-penso, como cuando dos rehenes cortaron una cebolla y mi-raron el cuello de una guerrillera. Pero como es un ingrediente más de tal receta, no debía trascender, entonces terminó con-virtiéndose en una escena más de “humor”. Lógico, todo esto hace parte de “la libre interpretación del director”.

Enfin,comotodonopuedesermalo,hablemosdeLOQUEPODEMOS RESCATAR porque hay cosas por salvar. No merefieroaloscomentariosescuchadosalasalidadelcine-ma, como: “lo único bueno, fueron los primeros 10 minutos de bala”

Me parece importante que un director colombiano intente rescatar y vuelva la mirada a hechos tan importantes de nues-tra historia socio política, aunque su tratamiento como es este caso, no haya sido el más adecuado.

Considero apropiada la inclusión de material audiovisual de la época integrado acertadamente, como la voz de Jaime Be-terman Cañón, las escenas de los noticieros de aquellos días y definitivamenteeldocumentalsobrelallegadadelM-19juntocon los rehenes a Cuba.

¿Qué hubiese sido de esta película sin la inclusión de este ma-terial? Recrear escenas como cuando la “Chiqui” salió foto-grafiadaenlosperiódicosolafugadelembajadordeUruguay,fueron una pequeña muestra de otra opción con respecto al enfoque, que hubiese resultado de más provecho.

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En conclusión, ojalá que en el futuro nuestra historia sea res-tauradapor lasproduccionescinematográficasynosaquea-da.

Revista Cinematoma, Bucaramanga,

marzo de 2001.

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AQUEL INFIERNO DEL CINE

Por: Juan C. Gutiérrez

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Seanustedesnotificadosde la llegadadel infiernoa losterrenos del teatro. Ya hace más de un puñado de lustros que la oscuridad absoluta se tomó las sillas vacías y las

ruinas de los grandes cines de la ciudad.

Algunos condenados yacen colgados de sus lenguas, bajo el vivísimo incendio de la indiferencia de un pueblo mediocre que aceptó el cierre de salas imponentes, majestuosas, como El Garnica, ubicado en la carrera 17 entre calles 33 y 34, que se transformó en un estéril parqueadero.

Y hubo quien asqueado por la exquisita virtud de los artistas que actuaban en los dominios del teatro Libertador, lo trans-figuróenlostalleresdeornamentaciónquecuelgandelaca-rrera 15 entre calles 24 y 28.

Existieron especímenes ordinarios, poblados de verrugas que le pusieron una pared de ladrillos a los portones de la sala del Sotomayor, convertido hoy en dormitorio para los indigentes de la carrera 27 con calle 37.

Las almas criminales se sumaron al festejo endemoniadamen-te caliente que corroe las pantallas criollas, y, a fuerza de cu-chillos, espantaron desde hace más de un año a los bumangue-ses que gustaban de ver películas en el teatro Santander (Cine Colombia del centro).

Dicen que estamos condenados a repetir la historia, que tal vez otras salas seguirán muriendo en esta mansión infernal de cemento, carne y pupilas no aptas para el buen cine.

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Hayquienessindudarloapuntansusrezosparaqueelinfier-no llegue a los bordes de cemento de la carrera 45 con calle 16, que sostienen a fuerza de proyecciones de sexo oral y múl-tiples ángulos de falos, al desgastado Teatro Unión.

Los otros viejos escenarios, incluyendo el septuagenario Ro-sedal (calle 34 con carrera 18), son habitados por legiones de escombros: ratas, gusanos y cucarachas, ajenos a la infinitamemoriadelahistoriacinematográficadeBucaramanga.Allíni hubo santo o rosario que valiera.

Elmismísimoinfiernoenfrióladignidaddeltablado,laspá-lidas esquinas donde brilló con intensidad la zarzuela, los monólogos de teatro, los saltos de la danza, la hirviente voz de los charros mexicanos, los fulgurantes ídolos del celuloide gringo y las piernas de Sofía Loren.

Matiné o vespertina hacen hoy parte de un diccionario extra-ño. En estos tiempos, sólo unos cuantos gomosos recuerdan elsignificativodeunrotativoounbesoenlapenumbrabajola imagen de un charro como Negrete.

Otra es la historia del Unión. Allí ni los amantes van. Allí el negro tiene la temperatura de las nubes de humo de cigarrillo escapando de bocas bigotudas. Esa niebla de nicotina gira en espiral alrededor de la gran mujer desnuda de la pantalla.

Mientras los ojos tratan de ajustarse a la oscuridad, el calor está al borde de lo insoportable. El aire es espeso, sofocante, sin alivio.

- ¿Qué acabó con esos teatros? Hernando Díaz Silva, de 67 años, a quien la película Por quién doblan las campanas, le cambió la vida a los 10 años, es quien pregunta.

ElhombreenumeraqueesefilmeeraprotagonizadoporGaryCooper e Ingrid Bergman, contratados por Paramount Pictu-res. Dice que el enamoramiento fue de primerazo. Intuitivo y fielhastaestosdíascuandoesdueñodelasaladelUnión.

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- La decadencia empezó con la falta de ídolos en la pantalla, sobre todo mexicanos. Uno recuerda películas en el Liber-tador, de Pedro Infante, Luis Aguilar, Jorge Negrete, Javier Solis, Carmen González. A la gente le gustaba más ese cine que el americano, porque no estaba subtitulado. Las clases po-pulares no sabían leer, la televisión no se conocía y el cine era el programa de todos los domingos.

- Llegaron la televisión, el vídeo y la parabólica. La televisión por cable. Alrededor de las salas tradicionales ya no había ca-sas sino almacenes. Los teatros quedaron atrapados en sitios no muy buenos para transitar.

Aparecieron salas en Cabecera y Cañaveral. Así empezaron a morir. - A nosotros nos tocó convertirnos en una sala X, para sobrevivir en 1987. Pero la gente tampoco viene. La idea es mantenerlo hasta donde se pueda. Habrá que ver qué pasa en dos años o sino nos tocará convertirlo en parqueadero.

Veinte breves minutos de diálogo con Hernando, sirven para rememorar el cine mudo que llegó al Teatro Peralta, cuna de la cinematografía colombiana, pues el primer aparato de cine que llegó a Colombia fue el vitascopio de la Edison (proyector rudimentario), en 1897, a poco más de dos años de las prime-ras proyecciones de cine en París y Berlín.

La estupefacción de las imágenes llegó a la ciudad Magdale-na arriba, hasta llegar a Bucaramanga y Bogotá. Como tantas otras veces en la historia de nuestro país, las guerras civiles re-tardaron los progresos más obvios. La Guerra de los Mil Días, estreno del siglo XX en Colombia, borró el interés que podía habersurgidoenelpaísporlaproduccióncinematográficaylo pospuso de modo considerable.

La primera década del siglo XX, cuando en todo el mundo seconformaronenformadefinitivaellenguajeylaindustriadel cine, vio nacer una exhibición colombiana propia y unos escasosperosignificativosintentosdeproducción.

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El tiempo en el cine, al igual que el agua, hierve, como lo piensa Miguel Ángel Núñez, director del pasado II Festival de Cine en Bucaramanga.

- Se han tenido que cerrar muchas salas por la difícil situación económica y la competencia contra el vídeo y los cineclubes. Esto hizo que el cine se mermara muchísimo. La gente del vídeo programa las películas antes de llegar al teatro.

- Antes la gente iba a cine a ver una buena película en verdade-ros cine clubes. En el Analucía, uno hacía cola para ver gran-desfilmescomoelTambordeHojalata,DoctorZhivago,LosHermanos Karamazov. Era el cine club el Hormiguero. Allí se hacía cola desde las 5:30 p.m. y eran las 10 p.m. y todavía se seguía hablando de la cinta. Era una maravilla...

Pasaron ideas, menesteres, nubes y más recuerdos de lo que eran los grandes cinemas comparados con las pequeñas salas como las del Riviera.

Allí,unosprefiereneseantiguopanoramade600sillas,otrosaprueban la división de salas y la convicción de Olga Lucía Torres, gerente del Riviera, quien sentencia que “quien no se transforma muere”.

- A Bucaramanga le hace falta cultura de cine. A la gente le en-canta las películas de acción, de guerra. Cuando son películas finas,cinearte,aquíduranunasemana.

- Los cines pequeños son ahora la alternativa. Es el rol que se maneja. A la ciudad le falta traer más cine. La idea es que se puedan traer más películas. En Bogotá hay más de 50 teatros con cintas diferentes. Aquí somos poquitos, con las mismas películas.

Parapócimas contra el infierno, sóloquedan los veteranos,como lo recuerda Francisco Navarro Cárdenas, 73 años, ex-perto en proyectar cine. ‘Pacho’ ha vivido detrás de un pro-yector por más de cuarenta años y sus ojos brillan al recodar

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cintas como Ben Hur, El Padrino, Lo que el Viento se llevó, Historia de Amor o 2001, Una Odisea en el Espacio y la tres mil y una películas que habrán pasado por la ciudad.

- Las grandes salas siempre estaban llenas con esos títulos. Ahora es más difícil, pero se llenan. Tal vez los anuncios en los periódicos no sean tan grandes como antes, pero hombres como el arquitecto Jaime Osma, le apuestan a los teatros lo-cales.

-EstamostrabajandoenunassalasenAcrópolis.(Nodefiniófecha de inauguración)

Con mejor sonido e imagen. Sillas modernas. La gente sí está llegando al cine, porque es una gran experiencia. Por eso, us-ted lector, decida si estamos curados del fuego del espanto, o lallegadadelinfiernoalosterrenosdelteatrodelaciudadesunabarataespeculación,máximecuandoseven largasfilas,empujones e histeria colectiva por los colados que quieren ver cintas como Monsters, Harry Potter o el Señor de los Ani-llos.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga,

diciembre de 2001.

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CINCO AÑOS CRUCIALES EN LA PROYECCIÓN DE PELÍCULAS EN BUCARAMANGA

Por: Iván Gallo

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En el año 1955 se presentaron en Bucaramanga mil qui-nientas cuarenta películas en las ocho salas de cine que tenía la ciudad. Mil quinientas cuarenta películas que

al menos se presentaron una vez. La cifra parece estruendo-sa, pero en toda la década del cincuenta se presentaron cifras parecidas o incluso superiores. La televisión apenas se vino a ver en la ciudad en julio de 1957, cuando se prendió el primer televisor en una de las calles de la quince. El cine era más que nunca una forma de vida; si se quería estar informado, se iba a alguna de las cuatro funciones diarias. Las películas no para-ban de llegar, todavía Hollywood no ejercía control absoluto con la distribución; de Italia llegaba todo el cine con Cinecitá y de México se mandaban las latas desde Churrubusco Azteca. La ciudad respiraba cine.

Después de haber leído lo anterior uno se pregunta si el fe-nómeno de las películas era exclusivo de Bucaramanga o si al contrario el resto del país sentía apatía hacia el séptimo arte. La respuesta es ambigua, pues si bien el cine era una forma de vida para todo el país, Bucaramanga presentó un tinte espe-cial, ya que fue una de las primeras ciudades en donde entró el cine en Colombia en el ocaso del siglo diecinueve. Colón (cuando Panamá era Colombia) fue la primera ciudad colom-biana a donde llegó el Vitascopio y de ahí siguió a Barranquilla y, Magdalena arriba, hasta Bucaramanga y Bogotá. Se sabe que en plena carrera quince con treinta y cuatro se hicieron las pri-meras proyecciones en la ciudad, inclusive, antes de la celebre inauguración del Proyectoscopio de Edison, el 29 de octubre 1898 en Medellín, ofrecido por Wilson Gaylord Company.

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El caso bumangués es excepcional desde todo punto de vista. La ciudad fue de las que ofreció más resistencia al fenómeno de la televisión. En cambio todo lo que tuviera que ver con el cine era tomado con sumo interés por los bumangueses y re-sultaba siempre una empresa productiva. En octubre de 1958 la revista Cinerama llegaba a su edición número 41 y en su edi-torialnosepodíaocultarlafelicidadalllegaratansignificati-vo número. Se decía textualmente “En Bucaramanga han vis-to la luz numerosas revistas y algunas han logrado sobrevivir dosotresañosparaluegodesaparecer;estedefinitivamenteno es el caso de Cinerama ¿por qué? La respuesta es sencilla, la revista encuentra multitud de lectores en los jóvenes y en las mujeres, que acá, por cierto, abundan; además el cine es la única distracción de nuestro ambiente”. Con justa razón decía Chateubriand “el pueblo son sus vicios”, y acá los vicios eran pocos: por ejemplo estaba el Pielroja que chamuscaba los de-dos, el anís rompedor de hígados, la infatigable y nunca bien ponderada Cannabis sativa y sobre todo el cine. Los bigotes se dejaban frondosos y recios para recordar al charro o a Clark Gable, el cigarrillo se consumía lentamente, casi con desgano sobre los labios mordidos después del amor, en una versión criolla de Yves Montand, tan en boga esos días en la ciudad, por su actuación al lado de la ya mítica María Félix en “Los dioses están cansados” de Jean Renoir.

Elcinecomohoyysiempreeralasustanciaquemásinfluíaen el imaginario popular. En abril del sesenta y dos un aboga-do penalista de nombre Obdulio Pinzón, decía en Vanguardia que el cine tenía pocas cosas buenas, “que indudablemente era un instrumento del diablo o si no, vean la cantidad de robos espectaculares que había inspirado en la ciudad.” Hago esta cita porque me parece curioso que un abogado penalista to-davía crea, en una época tan tardía, que el cine tiene algo que ver con el dueño del infierno, ¡teníamos el provincianismodel París de los Lumiére! Lo que sí es cierto es que la ciudad a comienzos de los sesenta prevalecieron los robos dignos

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de “El gran golpe” o qué decir de las ya míticas peleas de El Libertador de los setenta, después de una tarde continua de Bruce Lee o las amantes de Efraín González vestidas de Pan-cho Villa pero no porque el guerrillero fuera un amante de la revolución mexicana o de los relatos de Juan Rulfo, no, Efraín pensaba en el Indio Fernández o en las esporádicas aparicio-nes del rey de la ranchera, José Alfredo Jiménez.

Lafiebredelcinetodolotocaba,comolapestedelaFloren-cia del Decamerón. Durante los días 23 y 29 de Enero de 1959 se realizó el primer festival de cine internacional en Bucara-manga, traído por cine Colombia S.A., gracias a las gestiones del gerente seccional, Pedro Ferrada, y realizado en el teatro Santander. La noticia fue anunciada el 1° de noviembre de1958 y decía que “serán presentadas más de media docenas de películas escogidas entre lo mejor que ha salido últimamen-tedelosestudioscinematográficoseuropeos.Lainiciativahasido lanzada por Ferrada, un entusiasta permanente del buen cine y ha tenido la buena acogida de los directivos de Cine Co-lombia, como también la tendrán de todos los bumangueses amantes del séptimo arte, ya que se trata del primer festival de esta naturaleza que se organiza en Bucaramanga”. Hoy en día por asuntos que tienen más que ver con la globalización (que no es otra cosa que un intento desesperado de los gobiernos por darle al pueblo la noción de una democracia) se realiza en la ciudad un festival de cine, con la ayuda de entidades como la Alianza Colombofrancesa o la UIS, pero se sabe que la asistencia por parte del público es paupérrima. En el pasado Eurocine en una semana fueron mil personas al Luis A. Calvo, confirmandoloqueesunaverdadrevelada:acá,comoentodaesta aldea global que es el mundo, importan más los efectos especiales o los grandes nombres que el sentido estético y eso se ve en la sociedad. Alguna vez dijo Marc Ferro que nosotros somos los hijos de la imagen, que la sociedad del siglo veinte era post-literaria, y vaya si tenía razón. Es más fácil para una persona del común ver la batalla de Waterloo si, por obra y

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gracia del cine, Napoleón se parece a Al Pacino, que leer la se-gunda parte de Los Miserables, para entender cómo el espíritu encarnado, tal y como lo llamo Hegel, se volvía hombre.

El cine debe convertirse en una forma para reconstruir hechos históricos. La labor del historiador debe salir de las apolilladas aulas de clase para expandirse por toda la sociedad, porque hoy en día el historiador, como una inmensa y estéril logia masónica, escribe para sí mismo, para que otros historiadores los lean. En países como este no se necesita ser un intelec-tual para ser historiador; sólo se necesita hacer bien las cosas. Temas como el cine han estado alejados de las tesis de grado porque se cree erróneamente que la historia es sólo una región y los productos que ella cultiva o produce o compra, entonces, aparecen los inmensos mamotretos en un lenguaje tajante y cortante, con listas que sólo los economistas entienden y ala-ban por la veracidad de sus fuentes. ¿Y la narración? Eso no importa; la historia ya dejó de ser una constante reconstruc-ción de los hechos, una novela brillantemente contada. Ahora el historiador debe cortar y pegar, no a la manera de Walter Benjamín, sino a la forma metódica, aburrida e hispánica de un Armando Martínez Garnica.

Después de este largo paréntesis sigo con el festival de cine del Teatro Santander. Don Pedro Ferrada quien fue un em-presario al que le interesaba ganar plata con producciones que traía, pero, siempre se interesó por mostrar una verdadera culturacinematográfica,escogiópersonalmentelaspelículasque se pasaron en ese festival: Otelo, Andrea Chemíer, His-toria de la Radio, Mi Tío Jacinto, El 41 y El Ferroviario. El festival como negocio fue un rotundo éxito ya que, según cuenta la crónica local, las colas por función superaban las cinco cuadras.

La gente no se cansaba de ver cine. Lo tomaban de tal forma que muchos tenían que escoger entre un plato de comida o una función de cine. En febrero de 1961, el señor Aristó-bulo Castro es sorprendido robando a mano armada a una

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señora indefensa, pero gracias a la loable labor de los vecinos del lugar el asaltante es apresado. En el interrogatorio se le preguntó ¿Por qué motivo había ejecutado tan abominable acto? El único motivo que supo dar el señor Aristóbulo Cas-tro, natural de Málaga, es que ese día en el teatro Sotomayor se pasaba por última vez, en función de reestreno “Tízoc”, última película protagonizada por Pedro Infante antes de su muerte, ocurrida en 1956 mientras manejaba su avión priva-do. A la policía la razón del atraco le pareció exagerada, pero alfinalleterminaroncreyendo,yaqueelseñorCastromostrósu cartera y el contenido de la misma, los policías no dejaron de asombrarse al ver en ella fotos y más fotos del cantante mexicano.

Llegar a robar por ir a ver una película parece cosa de otro mundo, pero ese mundo estaba acá, entre nosotros y aun po-demos ver sus escombros. Ir a cine era caro, pero a la gente no le importaba pagar por la felicidad.

Revista Vistaalsur, Bucaramanga,

Noviembre de 2002.

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LA CITA ERA EN SUR

Por: Ricardo Abdahllah

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Noeranecesariorecordarlacita,alfinaldeundíalar-go, a una hora en que lo lógico sería correr a casa, uno se encontraba con la gente en cine. No en “el

cine” sino en cine, porque las funciones no se hacían en una cómoda sala oscura con pantalla gigante sino en el patio cu-bierto de una casa vieja sobre el Paseo España. A las seis y media, el dueño de casa, un señor calvo que hablaba poco y al punto, abría la puerta, se ponía pendiente para que no se saliera el perro, y la gente comenzaba a reunirse en la en-trada; un tipo bajito, de afro trasnochado, se quedaba en la puerta y entregaba los comentarios de la película “qué pasó, chamín” saludaba y uno entraba mirando fotos y adentro o en la puerta se encontraba a la novia, a los mechudos de la UIS, a los técnicos de la UNAB, a un neurótico comentarista que sabía todo de cine, a dos o tres parejitas que iban siempre y se cogían de la mano, a don Alberto, que se sentaba en la primerafila,yauntipoalque,detantoqueseparecíaallíderde los Stones, habían terminado por llamar Jagger. A las siete menos cuarto, la gente se sentaba en sillas estilo director de cine (tal vez las sillas tenían una función subliminal) y después de una breve presentación, se encendía el televisor. “Jagger” cuadraba el sonido y se apagaban las luces. No siempre todos aguantabanhastaelfinal;avecesporquelapelícula,aunquebuena, era larga y se corría el riesgo de perder el último bus (como sucedió, en “Reeds” de Warren Beaty), a veces porque era difícil acomodarse en la silla y el número de posiciones po-siblesenunasilladelonaesfinito,yavecesporque,hayquedecirlo, hay películas que sólo pueden soportarse por puro interés histórico y abnegado amor al cine (de cuarenta espec-

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tadores, tres llegaron alfinal de “Elnacimientodeunana-ción”). Una y otra vez el cuerpo pedía descanso, una y otra vez la “Mona” caminaba meneando la cola entre los espectadores (la historia no recuerda perro más culto, ni siquiera Lassie, que tiene estrella en el Paseo de la Fama, vio tanto cine), una y otra vez la silla se resbalaba sobre las piedras del piso y hacia ruido. Nadie protestaba.

Alfinalseencendíala luzy lagentedecía“Hablemosdelapelícula”. Y se hablaba y se discutía; había gente que sabía mucho de cine y otros que sentían mucho el cine y en varias ocasiones la charla se alargaba y se continuaba a la salida y, si había mucho que decir, se llegaba hasta el parque de Las Palmas hablando de la película y una vez ahí se comenzaban a soñar cinematecas y festivales.

Fue así como en una cierta época en Bucaramanga, en el patio de una casa, se vio a Buñuel y a Hitchcock, Renoir, Woody Allen,Griffith,BusterKeaton,Eisenstein,Herzog,Chaplin,Welles, Ford, Bergman, Subiela, Fassbinder, Truffaut, Murn-au, Fritz Lang, Godard, Stone, Spielberg y un largo etcétera que incluye a los directores que hace falta nombrar para com-pletar la lista de ilustres “invitados” a las cuatro proyecciones semanales del cineclub, que sumadas a lo largo de estos años, sobrepasaron las trescientas con una sola repetición : “Amar-cord” de Fellini, proyectada en Mayo del 2002 y Mayo del 2003.

Ahora se cierra Sur y se presiente que el día en que veamos otro letrero sobre la fachada nos dará un ataque de nostalgia con par lágrimas inevitables.

Periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga,

enero de 2004.

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LA VIDA SIN MÚSICA DE FONDO,ESPLEDOR AMERICANO

Por: Nelson Cárdenas

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La imagen proyectada, bien en la tele, en el cine o en la fotografía, ha tenido desde siempre un carácter divi-no y mágico. Es en cierta forma una especie de ma-

terialización de los cuentos de hadas, con sus monstruos y princesas. La imposibilidad de tocar las historias con nuestras manos, de poderlas tener solamente en lo visual nos ha dado la posibilidad de soñar con esos mundos, pero siempre con la conciencia profunda de que no podremos acceder a ellos. Horizontes visibles, pero lejanos. No podremos tener esos romances ideales: nuestras vidas, monótonas y grises no se parecen en nada a las de los personajes de la pantalla, que si bien están hechos a imagen y semejanza nuestra, al igual que lo que sucede con los dioses de los textos sagrados, viven en unmundodonde lasdificultades sevenceny los sueños sehacen realidad. Y nosotros bien sabemos que cuando damos un beso no hay música de violines de fondo y que la renta se paga cada mes y si no, nos cortan.

Felizmente (¿?) los cielos comienzan de a poco a descender. La pantalla se va volviendo cada vez más espejo y menos es-pejismo. Harvey Pekar es un tipo de lo más normal, o sea, es un frustrado, rutinario y perdedor, perenne perdedor. Archiva documentos de pacientes y difuntos en un hospital de Cleve-land, aguanta en la cola a una anciana judía llena de cupones de descuento dispuesta a regatear por cada centavo y se pre-gunta que carajos pasa con su vida. Su cabeza maquina esas dulces venganzas que, igual que a todos nosotros, nos darían una sonrisita satisfecha en contra del que no deja dormir con su música o de quien nos salpica en la calle con su coche. Y

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bueno, avanzar más aquí es ya contar la película, lo cual no sería ningún pecado sino una simple redundancia. El punto es que Pekar se cansa de ser eso que es, así sin más y explota, pero no a la manera de los héroes tradicionales, que se quitan las gafas, se transforman en preciosas y radiantes criaturas, y triunfan. No. Pekar revienta reiterándose, sabiéndose el que es, el tipo aburrido, urticante y lleno de complejos que es. Se parodia, se caricaturiza, se burla de él sin negarse. Contradi-ciendo a los perversos libros de auto ayuda que pululan en librerías y esquinas de nuestros días, pregonando la motiva-ción y el cambio para ser mejores y más saludables, Pekar dice en una primera cita con una mujer “debo advertirte que ten-go vasectomía”. No hay pose ni fachada. Y sus amigos no menos. Un poco a la manera de Woody Allen, pero con una puesta en escena atrevida y creativa, casi de conversación con el personaje, en el que representado y actor se van alternando para contar su historia de gente del suelo. Una historia que no se construye ni de grandes hechos ni de personalidades vence-doras sino de los cotidianos, de esos mismos que vivimos con nuestras miserias y neurosis.

Una sociedad norteamericana puesta de nuevo en cuestión, sin la tragedia espantosa de Elefante ni la elaboración de Be-lleza Americana, pero con el peso de las soledades y la farsa de una sociedad de cartón y celofán.

Vernos en la pantalla, más reales, más tangibles, probablemen-te nos aleje un poco del Olimpo y nos acerque otro tanto a nosotros mismos. O quizás no. Quizás sea cosa de desalojar a los dioses y pasar nosotros mismos a habitar el predio. No sé. Ya nos enteraremos qué podremos en ver estos nuevos espejos menos mentirosos.

Revista Vistaalsur, Bucaramanga,

noviembre de 2004.

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EL ÚLTIMO DE LOS CINES ROMÁNTICOS

Por: Luis José Galvis

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En la primera película proyectada, Charlton Heston era el piloto de un avión comercial que trataba de salvar a los pasajeros y a su tripulación de un secuestrador, ve-

terano de la guerra de Vietnam. En la última, Diane Lane era una policía especializada en internet que trataba de detener a un asesino que difundía sus crímenes vengativos por su pá-gina en la red. Desde “Alarma, Vuelo 502 secuestrado” hasta “Sin rastros”, pasaron 35 años y un día en los que el Cine Ri-viera presentó las más importantes películas en Bucaramanga. El 24 de marzo fue presentada la última función y aunque sus dueños –la familia Torres Peralta-, querían hacer la despedida en silencio, es más que justo hacerle un homenaje a esta sala que durante tanto tiempo le dio alegrías, drama, sonrisas, lá-grimas y toda clase de emociones a Bucaramanga.

El Riviera fue el último cinema independiente de la ciudad que se mantuvo frente a las grandes cadenas de cine que son parte de los centros comerciales. El público cada vez es más cómodo y menos romántico, por eso dejó de ir a estas salas. Con la ida del “Riviera”, muere gran parte del romanticismo delcine,cuandohoylosespectadoresprefierenlassalasmúl-tiples y los lujos que las acompañan. Antes se habían despe-dido teatros como el Garnica, Real, Sotomayor, Libertador, Analucía, Rosedal y Unión. Ahora, infortunadamente le llegó el turno al Riviera. Los que lo amaron, no querían que llegara esefinal,perocomoenlaspelículas,tambiénocurrió;sobrelapantalla en negro apareció el texto: “El Fin”. No hubo ningún héroe que lo salvara como en todas las funciones que presen-tó; esta vez, el cinema se quedó solo.

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Su historia empezó como los romances que tanto fueron pro-yectados en su pantalla gigante: el empresario bogotano Ca-milo Torres Herrera se enamoró de la bumanguesa Emma Peralta Ordóñez y al estar visitándola constantemente en la ciudad,finalmentedecidieroncasarseeirseaviviraBogotá.Pero como su amor por la ciudad era tan grande y venían tanto a visitar a la familia de ella, él quiso hacer un regalo: un cine de lujo. El 23 de marzo de 1973 con invitados políticos y sociales, fue hecha la inauguración de una sala con capacidad para 660 personas, en una zona del barrio Mejoras Públicas en la calle 33 con carrera 31 que por esos días era únicamente residencial.

El Riviera fue la principal sala de la ciudad por muchos años. En los setenta y ochenta era costumbre de los asistentes ha-cerfilashastaelfinaldelacuadraparaentraracualquieradelas tres funciones: matutina, vespertina y nocturna (3:30, 6:30 y 9:30 p.m. respectivamente). Había revendedores de boletas porque era difícil conseguir espacio para ver superproduccio-nes inolvidables para el público de la época como “La Guerra de las Galaxias”, “Aeropuerto”, “E.T.”, “La Profecía” y “Ti-burón”. Héroes inmortales como Rocky, James Bond, Indiana Jones y Batman, pasaron por el Riviera. Los musicales que ya no son tan famosos en la actualidad, tuvieron su furor con “Jesucristo Superstar”, “Brillantina”, “Fiebre de sábado en la noche”, “Flashdance”, “Footloose” y “Chicago”.

Fue la casa de clásicos como “Ben Hur”, “El Violinista en el Tejado” y “El Dr. Zhivago”. En esos tiempos la gente aplau-díaalfinaldecadafunciónycontaldeverunapelículasesen-taban hasta en las escaleras de la sala. Las películas duraban en cartelera por meses y era costumbre también para varios, repetirla.

Con la partida del Riviera se van los recuerdos de mucha gen-te de la ciudad. Allí varios tuvieron su primera salida a cine solos, su primer beso, su encuentro familiar con los primos que visitaban la ciudad, su iniciación en los dibujos animados

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acompañados por sus padres y fue el refugio especial para los cinéfilossolitarioscomoJuliánGarcía,elclientemásasiduoquien iba solo al cine dos y tres veces a ver la misma película.

Él luego se convirtió en un amigo de la casa y muchas veces lo dejaban entrar sin pagar o por lo menos, no tenía que hacer la fila.Porallípasógentecomounvecinoquienconfesóqueen1986 fue 14 veces a ver “Top Gun”. Era el cine familiar donde muchos padres que vivían ocupados trabajando, dejaban a sus hijos en la sala al cuidado de los empleados y pasaban a re-cogerlos;asíeraelgradodeconfianzaquehabíaconsusdieztrabajadores. Era la única sala donde en la entrada se saludaba al taquillero, al portero, al hombre del parqueadero, a las mu-jeres de la cafetería y hasta saludar de beso a su gerente y su administradora. En los cines de cadena el servicio es de alta calidad, pero se siente que se es un cliente más, pero en el Cine Riviera el cliente era un amigo más. Fue el verdadero teatro en casa, porque para muchos era una casa para ir a soñar.

Los miércoles fueron los días celebrados por los medios de comunicación porque el Riviera se caracterizó por hacer los estrenos en su función de las nueve y media de la noche. Tam-bién los miércoles organizaron funciones especiales con pelí-culas dedicadas exclusivamente al cine arte. Allí no todo podía ser dinero y superproducciones.

Su pantalla fue por varios años insuperable y su sonido Dolby Digital podía hacer sentir a la gente totalmente dentro de la película. En los años setenta precisamente hubo gente que se asustó tanto con la inauguración del sonido sensurround de la película “Terremoto”’, que salieron corriendo de la sala, cre-yendo que estaba temblando de verdad. Eran otros tiempos, menos tecnología y más sentimiento.

Sus crispetas importadas fueron tan famosas que algunos solo entraban incluso para comprarlas y volver a salir. El propio gerente de Cine Colombia, Álvaro Hernández, les decía eso cuando iba a visitarlos y de paso comerse unas palomitas de

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maíz. Había seguidores de la sala que también preferían sus perros calientes a los de lugares especializados en comidas rápidas.

Sus directivos siempre fueron conscientes de los cambios y por eso en marzo de 1998 decidieron hacer una gran refor-ma: construir dos salas, para poder tener una mayor oferta de películas. Además, cambiaron su nombre a Cinemas Riviera. Cuatro meses se demoraron para tener lista la sala 1 y dos meses más para la sala 2, cada una de ellas con 230 butacas. El escenario fue recortado, pero su pantalla y su sonido se man-tuvieron. Y así estuvieron presentes por diez años más. Pero quien no pudo estar en la totalidad de esta nueva etapa fue su proyeccionista Francisco Navarro Cárdenas, quien murió el 10 abril de 2002, al poco tiempo de cumplir 28 años en esta labor.

Durante todos estos años, el Riviera tuvo muchas facetas para sus espectadores: fue el barco en búsqueda del tesoro, la nave espacial que encontró nuevos mundos, el avión a punto de estrellarse, el auto imparable de los gángsters, la motocicleta inalcanzable para la policía, el colegio de las rebeliones, la uni-versidad de los sueños, las grandes ciudades donde la gente se perdía y el pequeño pueblo donde todos se conocían. Dentro de él, muchos pudieron recorrer el mundo, desde la inhóspita Alaska, hasta los mares del sur. Desde los enormes desiertos, hasta las profundidades del mar. En el Riviera conocimos los secretos del universo, del amor y de la vida. Vimos pérdidas irreparables para la humanidad y obras de amor para salvarla.

Cabeparaestadespedidacitar lafrasefinaldeRoyBatty,elpersonaje agonizante que interpretó Rutger Hauer en “Blade Runner”: “Yo he visto cosas que no creerías, naves de ataque en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la os-curidad cerca de la puerta Tanhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.

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Con el cierre del Riviera, los bumangueses pierden el regalo que les dio la familia Torres Peralta. Se le dice entonces adiós a un amigo que siempre compartió sus sueños y con él se vapartedelamemoriacinematográficadelaciudad.Haránmucha falta Martha, Esperanza, Til-cia, Tina, José y María, quienes estuvieron presentes hasta la última función.

Periódico 15, Bucaramanga,

abril de 2008.

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EL PLACER DE COMPLACER, DESLUMBRAR Y SORPRENDER

Por: Claudia Marcela Arenas

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“…Se me ocurre que sería mejor que yo les describiera el embriagante encanto que siento desde que puedo vestir-me de seda a todas horas…” mencionaba a un periodis-

ta en 1939 la actriz y sex simbol norteamericana Ann Sheri-dan,ysuspalabrasencierrantodoelsignificadoqueteníalamoda en la época dorada de Hollywood. Si nos devolvemos a esos años, hablamos de una moda de lujo que representaba el placer y la voluptuosidad de mostrarse a otros. Las actrices se erigíancomofigurascasidivinasylaindustriacinematográficahabía logrado introducir en la sociedad su propio estereotipo femenino, nunca el estilo y el glamour habían tenido tal in-fluencia.LaprovocadorasensualidaddeactricescomoMar-lene Dietrich y Greta Garbo alcanzó una notoriedad interna-cional; sumirada lánguida, sus labiosclaramenteperfilados,susfinas cejas arqueadas y su cabello sedosodeterminaronel estilo de los años treinta. Las divas del cine enaltecían el glamour y la sofisticación con toda lamajestuosidad de subelleza, la imitación de estos ídolos iba mucho más allá de la estética: se buscaba imitar su personalidad, su manera de vivir, su ideología. Vestir y vivir como ellas era una forma de ser moderna.

Elvestuariosexyysofisticadoquesecreóparalasactricesdecine estadounidense determinó el modelo de feminidad para la sociedad de muchos países en ese tiempo y el nuestro no escapóaesainfluencia;surgióunestereotipofemeninoes-timulado por la publicidad, que nuestras mujeres aceptaron e imitaron, aun en contra de los sectores más conservadores de su círculo social. En Bucaramanga, la difusión de la moda

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corría a cargo del periódico y del correo; los nuevos modelos eranimpresosenfigurinesyenviadosanuestracapital,cuyoshabitantes esperaban ansiosos la revista que traía a su casa la metrópoli. La Librería Internacional, algunos almacenes y variassastrerías,ofrecíanestosfigurines,juntoalosmaterialespara la confección, de esta manera las mujeres de ciudad par-ticipaban en una dinámica de saciar con la imitación, el deseo despertado por el cine y la publicidad.

Enestainfluenciarecíprocatanfuerteentrecineymoda,elpapel del primero era el de imponer gustos estéticos sobre la segunda.ElfinaldeladécadadeltreintaenBucaramanga,nosofrecía la imagen de una mujer, que debía caracterizarse por ser buena esposa, buena madre y por el deber de llevar una vidahonorable,sinimportarelsacrificioqueellosignificara.Además, debía cuidar el mantenimiento de su belleza y apren-der el arte de atraer con la personalidad si quería deslumbrar y ser bien atendida. Lograr atraer un hombre era lo que le daba sentido a la vida de una mujer, conseguir un buen partido que la mantuviera en el más alto nivel socioeconómico posible. El consumo de la moda se apoyaba en esta y un montón de razones y sentidos adicionales, creados para que las mujeres citadinas compraran lo que se les ofrecía, y el vestido imitado al estilo Hollywood daba fuerza a estas razones, pues en él co-existían el lujo, el glamour y la identidad personal prefabricada de las divas del cine.

La imagen y el cuerpo femenino eran moldeados a imagen y semejanza de Hollywood, tendiendo a valorar la elegancia, la belleza y la forma física. Alrededor de la imagen de las divas, se desarrolló una especie de culto a la higiene y la delgadez y una obsesión por mantenerse joven, como modos de perpe-tuarlabellezapormediodesacrificiosvinculadosaellaydelafantasía de placer que la rodeaban. No obstante, junto con la promoción de esta nueva imagen femenina, desde el periódi-co local fue asumida una posición tradicional, instando a las mujeres al cambio físico sin ir en detrimento de su deber ser: buenas madres de familia, esposas modelos y mujeres de su

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casa. Esta reconciliación entre el cuerpo y el alma femenina, si bien fue un cambio lento, permitió la adquisición de una nueva concepción de belleza, una especie de simbiosis entre María y Eva, ya que esta última había estado condenada por la sociedad durante los siglos anteriores.

En medio de este cuadro, el comportamiento de las jóvenes de la urbe bumanguesa estuvo en la mira de las críticas familiares; ellas adoptaron fácilmente como nuevo gusto estético el es-tilo de Hollywood: querían llevar maquillaje como las divas e imitar su forma de vestir, por eso enviaban cartas al periódico, para que los expertos en moda estimularan la autorización de los padres hacia el uso del maquillaje y el aligeramiento de las ropas.Deestamanera,aunquenuestrasmujeresdefinalesdeltreinta se distinguieron por su apego a la tradición, no pudie-ron mantenerse al margen de los cambios y sucumbieron al encanto de la nueva moda implantada por el cine, entrando de lleno en la llamada Era del Consumo.

Coloquio de Estudios Históricos del Nororiente

Colombiano, Bucaramanga, marzo de 2009

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LA MUSIQUE DE LA PELICULIÉ

Por: Edson Velandia

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Me la pasé media vida creyendo que me dedicaría a hacer cine. Hice algunos videos. Leí sobre cine y vi las películas que pude. Luego, después de ador-

mecerme durante 4 años en un frenesí productivo entre vi-deo, teatro y música, que más que productivo era narcótico, vinounareflexiónimportante:“ohagocine,ohagomúsica,o hago algo, o no hago un culo”. Y entonces decidí volver a vivir con mis viejos.

Así podría controlar mejor los excesos. Necesitaba algo que me diera tranquilidad, algo hermoso. Y entonces empecé a hacer música Rasqa. En esos días apareció Rubén Mendoza en mi vida, en Bogotá, en casa de Coco, el actor de la Cande-laria. Y algo surgió, ahí en la humareda dulce. Poco a poco, con los meses, Rubén me devolvió al cine. Sería extenso na-rrar con detalle, pero algún día llegó este man a mi casa en Piedecuesta, en un carro, con el Mono y con Nicolás, quie-nes serían sus colaboradores en el video clip “El sietemanes”, canción del disco ONCE RASQAS de mi banda Velandia y La tigra. Delicia de video.

Y a los dos días hicimos otro clip, el de “Dejo”. Un video que terminó siendo el homenaje en vida a una mujer hermosa que nos dejó de esta vida y que había sido una de las personas más importantes para mí en aquellos cuatro años de delicias sin pausa. Y de paso, en ese clip ella se convirtió en un ángel para quienes estuvimos en ese rodaje. Valga la oportunidad para dedicar la música de La Sociedad Del Semáforo a esa jovencí-sima realizadora, señorita preciosa, que se fue sin avisar.

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Un día Rubén me dijo que hiciera la música de su cortome-traje “El corazón de la mancha”. Era la oportunidad de hacer algo sabroso pal oído y el ojo. La hice. Y una llamada a media noche me dejó claro que entre el tal Mendoza y yo había mís-tica. “Hijueputa, qué felicidad”, decía el loco por el teléfono. Estaba feliz por la música que yo le había enviado por inter-net. Y yo de ahí pa’ abajo no pude dormir más de saber que había logrado complacer a un director que no es, ni mucho menos, sordo.

Rubén hace muchas películas al mismo tiempo y tiene mu-chos amigos músicos. A todos y a cada uno nos ha encarga-do la música de alguna de esas películas cortas. Pero venía el largometraje, su ópera prima (así llaman esa mierda, que ni es ópera, ni es prima), su Sociedad Del Semáforo. Y yo que sabía de Rubén desde que leía revistas de cine que hablaban de él y de su exitoso corto “La cerca”. Y pensaba: “con este man me gustaría trabajar algún día”. Aunque teníamos varios videoclips y la música de uno de sus cortos en nuestro cata-logo, aún me parecía que hacía falta algo. Pues, como un con-vocado a la selección de fútbol me sentí cuando el boyacense Mendoza me dijo que le hiciera la música pa’ su largometraje. “Ay, ahora sí me toca a yo”, pensé con arrogancia. Y cómo no, le iba a hacer la música a la película de mi antes desco-nocido admirado y ahora cómplice y ñero, Rubén Mendoza, nominado en Caniles y conocido hasta en la misma China, un personaje.

Para esos días ya empezábamos a volvernos hermanos, a trascender la amistad y a convertirnos en almas gemelas, en sangre de la misma sangre. Y compré unos cuadernos pen-tagramados y empecé a escribir pepas pa’ la película. En eso me la pase un buen tiempo, desde antes de empezar el rodaje. Leí el guion y me atrapó.

Yo que había leído mucho sobre música para cine y había es-tudiado con un maestro que también hizo música para cine,

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y que pa’ que lo mento si no he de ponerme rulos con los honores de otro. Sin embargo de poco o nada servía todo lo leído y estudiado. Cada obra de arte es volver a empezar, a in-ventar. No lo digo como quien recita leyes, lo digo porque es la obra misma la que le estrella a uno esa realidad en la jeta.

Así que todo lo que había escrito en esos cuadernos pentagra-mados no servía pa’ ni mierda. Una cosa es la música, otra cosa es la música para cine. No se puede andar suponiendo no más lo que puede o no funcionar. Hay que meterse en el rollo. Conocer la naturaleza de la película. Esta película estaba siendo realizada con mucho riesgo, mucho vértigo. Mucha improvisación, permitiendo la espontaneidad de los actores y jugando con la cámara más allá de los planes del guion.

Compartí con los protagonistas “Raúl” y ‘”Cienfuegos” en un viaje que armó Rubén a Umpalá, Santander, donde ha-bíamos grabado el clip de “Dejo”. Son de esas cosas que hace Rubén y que hacen de su cine algo más allá del arte. Es más bien una comunión con sus amigos con lo que rueda. Esto fue después de rodada la peli y gracias a ese encuentro maravilloso en el campo, en el río, en la historia de esas dos personas hermosas que ahora están inmortalizadas en el lente de Rubén, me adentré en el planeta de la película. Se me es-tallaron las pepas.

Programamos una fecha para grabar la música y llegó la fecha y yo no tenía nada. Justo una tarde antes de la llegada de Rubén a Piedecuesta compuse una canción que necesitábamos para una escena particular, tenía que ser canción y tenía que ser en la honda de DEJO, y la hice como pariendo un perro por la boca. Llegó Rubén y lo recibí con esa sorpresa. Algo me decía que sería un acierto. Y lo fue. La hice para él más que para que la película. La hice porque en esos días Rubén necesitaba (sin saber) volver canción su más reciente asesinato. Y yo le dije “brindemos por el fracaso, mi hermano”. Era perfecto el pretexto porque en la película iba a funcionar esa emoción, y

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yonopodíainspirarmeenalgoficticio,necesitabaalgoreal.Así que esa canción “Calavero” hay que escucharla sabiendo que es el propio Rubén el que habla.

Después de una noche donde planeamos el guion de la mú-sica juntos, nos fuimos a grabar a la banda de Piedecuesta, tal como quería Rubén, música hecha en Piedecuesta, y unas horas antes escribí unas pepas, muy pocas, unos esquemas simples. Pensaba que necesitábamos una textura apropiada, más que una melodía o una intensión. Además que la inten-ción ya estaba implícita porque la música sería Rasqa, y las Rasqa se toca con huevas y ovarios, como los que tienen los de la sociedad de semáforo.

Lo demás ya lo cuenta Mendoza muy bien. Hay otra pieza que es una canción que a Rubén le parecía buena pa´una es-cena, yo la volví a grabar para darle un color acorde a lo que veníamos haciendo, otra forma de producirla más grasienta como es la peli.

Y una cosa que otra cosa por aquí y por allí, que suena a veces suavecito pa´ que se sienta pero no se escuche. Entre esas, la participación del demonio, Negro Navas, con su ya célebre canción LA PEPA DE LA MARIHUANA, y mi viejo, el que me heredó las mañas, que se declaró por ahí unas vainitas que ya verán.

Esta es pues mi primera película, es el premio a mi amor por el cine. Porque es un amor de muerte el que tengo por el cine y aquí en La Sociedad del Semáforo no hice más que chupar-me ese amor.

Dedicada a la gran Kelly Toloza.

Revista Vistaalsur, Bucaramanga,

agosto de 2010

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Colección Temas y Autores Regionales

• Santander: La Aventura de pensarnos• El mundo Guane: Pioneros de la arqueología en Santander• Historia oral del sindicalismo en Santander• Luis A. Calvo. Vida y Obra• Juan Eloy Valenzuela y Mantilla (Escritos 1786 – 1834)• De literatura e Historia: MANUELA SÁENZ Entre el Discurso del Amor y el Discurso del otro• Agenda Liberal Temprana• Historia de la radiodifusión en Bucaramanga (1929 – 2005)• La Alianza Nacional Popular (Anapo) en Santander ( 1962- 1976)• Cultura, Región y Desarrollo• Ensayos críticos sobre la obra de Elisa Mújica• José Antonio Galán, Episodios de la guerra de los comuneros• La óptica del camaleón y otros relatos• Demasiados jóvenes para morir Cuentos de la generación del abandono• Emociones de la guerra Relato de la guerra de los mil días en el Gran Santander• Geo Von Lengerke, Constructor de caminos• Extravíos, El mundo de los criollos ilustrados• Desde la otra orilla• Josefa Acevedo de Gómez• Líneas de Sombra• La Balada de la Cárcel de Reading• Tú y Yo• Crónicas para apagar la oscuridad• Mario Galán Gómez: un hombre hecho por si mismo• Honor y ley