Cinco Minutos de Filosofía Del Derecho
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CINCO
MINUTOS DE FILOSOFÍA DEL DERECHO
Gustav Radbruch era un filósofo del Derecho muy particular, y
muy importante. Su importancia en el pensamiento iusfilosófico
moderno es indiscutible.
Alineado inicialmente con las tendencias positivistas, para las
cuales es «fundamental» la separación del Derecho y la Moral (vgr.
Hans Kelsen, «¿Qué es el positivismo?» en Revista de la Facultad de
Derecho de México. Tomo XVI, N° 61. UNAM, México, D.F., 1966),
tuvo, ya hacia el final de su vida (murió en 1950), una «epifanía»;
gracias al nazismo vivió su particular «Camino de Damasco», en el
cual cobró consciencia de la importancia de un derecho lleno de
valores, expresados en los Derechos Humanos.
En un pequeño texto –cuyo título remeda el que llevan estas
líneas- que fue publicado al término de la Segunda Guerra Mundial,
Radbruch da cuenta de algunas reflexiones importantes sobre el
Derecho, su concepto y su axiología (G. Radbruch, «Cinco minutos de
Filosofía del Derecho» en Relativismo y Derecho. Temis, Bogotá,
1999) Repasemos algunas de ellas, en cinco minutos.
Primer minuto: Dice Radbruch: “Orden es orden, se prescribe al
soldado. Ley es ley, dice el jurista”. Pero, comparando, mientras para
el soldado el deber cesa “cuando se percata de que la orden se
propone un delito o una contravención” (¿?), en el Derecho la ley
“vale porque es ley y es ley cuando tiene el poder de imponerse en la
regularidad de los casos”, lo que deja “a los juristas y al pueblo
inermes frente a las leyes más arbitrarias, crueles y criminales”.
Dicho en otros términos, siempre los de Radbruch, bajo una
concepción tal “solo donde hay poder, hay derecho.”
Segundo minuto: No es difícil discutir la validez de una afirmación
como la precedente, si bien ha sido sostenida desde hace ya algún
tiempo en el campo del Derecho (vgr. John Austin, Lectures on
Jurisprudence or the Philosophy of Positive Law. John Murray Ed.,
Londres, 1869). Puede sustituírsele por otra: el Derecho es,
entonces, “lo que es útil al «pueblo»”. Es decir, en las palabras de
nuestro personaje, “arbitrariedad, rompimiento de los contratos,
violación de la ley son, en cuanto sean útiles al pueblo, derecho”. De
esa manera, “en la práctica […] cualquier capricho del déspota,
cualquier pena sin ley ni sentencia […] son Derecho. O lo que es lo
mismo, el provecho personal del gobernante se considera como
interés común.”
Tercer minuto: Las palabras de Radbruch en este minuto son
memorables. Transcribimos, sin interrumpir al paciente lector:
“Derecho es voluntad de justicia. Justicia significa: juzgar sin
consideración de personas, medir a todos en la misma medida.
Cuando se premia el asesinato del enemigo político y se ordena el
asesinato de quienes pertenecen a otras razas, pero se castigan con
las más crueles y deshonrosas penas los mismos hechos cometidos
contra los correligionarios, no hay justicia ni derecho. Cuando las
leyes niegan conscientemente la voluntad de justicia, por ejemplo,
cuando los derechos humanos son arbitrariamente conculcados,
carecen tales leyes de validez, el pueblo no está obligado a
obedecerlas y los juristas deben tener el coraje de negarles el
carácter de derecho.”
Cuarto minuto: El bien común, junto a la seguridad y la justicia, son
fines del derecho. Si bien su cumplimiento se rige por la ley de
ponderación, de acuerdo con la cual cada uno de estos fines se logra
«en la mayor medida posible», cree Radbruch que “en la conciencia
del pueblo y de los juristas debe estar profundamente grabado que
puede haber leyes en tal grado injustas y nocivas para la comunidad,
que ellos deben negarles el carácter jurídico”. O sea, no todo lo que
sale de la boca –o del puño– del poder es Derecho. Incluso, a veces
nada.
Quinto minuto: Así las cosas, hay principios básicos que forman parte
del Derecho, y que lo llenan de contenido y validez. Esos principios
básicos están recogidos “en las llamadas declaraciones de derechos
del hombre y del ciudadano con tan universal consenso, que la duda
en relación con muchos de ellos sólo puede mantenerse todavía por
un escepticismo deseado”, o dicho claramente, su desconocimiento
obra –pura y simplemente- por descarado –y cruel, despótico,
tiránico- interés.
Claro, nada tienen estas reflexiones que ver con nosotros.
Resulta que Radbruch hablaba del «derecho» inspirado en el
nazismo alemán.