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CIEN AÑOS DE MILAGROS· EN LOURDES: SU SIGNIHCADO ESPIRITUAL Dos NUEVO;:; MANUSCRITOS. Dos descubrimientos recientes nos invitan a considerar el mensaje de Lourdes para tratar de escrutar en este Centenario el verdadero sig- nificado que tiene para nuestro mundo actual (1). El primer descubrimiento es el hecho en Orleans, durante el verano dp. 1956, de las Actas oficiales de la Comisión instituída el 28 de julio de 1858 por Monseñor Laurence, Obispo de Tarbes, {(con el fin de es- tudiar los hechos acaecidos al principio del año en la gruta de LourdesD. El segunda descubrimiento es el del expediente de M. J acomet, Co- misario de Policía encargado de investigar «lla actividad desarrollada en 1858 alrededor de la Gruta». Este fichero, encontrado en 1957 en la Alta Saboya, contiene la relación de los interrogatorios de Bernardita, el carnet del guardia campestre que anotaba sobre el lugar sus obser- vaciones particulares y muchas cartas dirigidas al Comisario por altas personalidades civiles y religiosas. LENTITUD y RESERVA DE LA IGLESIA. Esta documentación no cambia p'ara nada lo genérico de la historia de Lourdes; pero permite precisar ciertos detalles. Para nuestro pro- pósito, el primer descubrimiento resulta sumamente útil: porque nos demuestra con qué ca.lma y serenidad examina. la Iglesia las cosas. Que . (1) Ambos documentos se encuentran en los Archivos de la «Oeuvre de la ·de Lourdes. Los edita en su colección Lou.rdes. Doss[er de docu.1nents u,1lthentiques (Pa- :rís, Lethielleux, 1957-1958) R. LAURENTIN.

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CIEN AÑOS DE MILAGROS· EN LOURDES: SU SIGNIHCADO

ESPIRITUAL

Dos NUEVO;:; MANUSCRITOS.

Dos descubrimientos recientes nos invitan a considerar el mensaje de Lourdes para tratar de escrutar en este Centenario el verdadero sig­nificado que tiene para nuestro mundo actual (1).

El primer descubrimiento es el hecho en Orleans, durante el verano dp. 1956, de las Actas oficiales de la Comisión instituída el 28 de julio de 1858 por Monseñor Laurence, Obispo de Tarbes, {(con el fin de es­tudiar los hechos acaecidos al principio del año en la gruta de LourdesD.

El segunda descubrimiento es el del expediente de M. J acomet, Co­misario de Policía encargado de investigar «lla actividad desarrollada en 1858 alrededor de la Gruta». Este fichero, encontrado en 1957 en la Alta Saboya, contiene la relación de los interrogatorios de Bernardita, el carnet del guardia campestre que anotaba sobre el lugar sus obser­vaciones particulares y muchas cartas dirigidas al Comisario por altas personalidades civiles y religiosas.

LENTITUD y RESERVA DE LA IGLESIA.

Esta documentación no cambia p'ara nada lo genérico de la historia de Lourdes; pero permite precisar ciertos detalles. Para nuestro pro­pósito, el primer descubrimiento resulta sumamente útil: porque nos demuestra con qué ca.lma y serenidad examina. la Iglesia las cosas. Que

. (1) Ambos documentos se encuentran en los Archivos de la «Oeuvre de la Grotte~ ·de Lourdes. Los edita en su colección Lou.rdes. Doss[er de docu.1nents u,1lthentiques (Pa­:rís, Lethielleux, 1957-1958) R. LAURENTIN.

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oodi'2 se la imagine a caza a todas horas de nuevas intervenciones di­vinas. Es demasiado grande y ha sido demasiado favorecida por las bondades de Dios para llevar cuenta de las pruebas que Dios le da de su eXIstencia y de su amor; en los pliegues de su histori'a, los hechos maravillosos, sobre todo aquellos que consagraron la misión de Jesús; brillan por doquier. Ellos le bastan. Cada nueva joya; sin embargo, la hace mostrarse reconocida, sin que su número añada nada a la certeza de su amor, aunque pueda jntensificarlo y hacerlo más profundo.

Cuando el Obispo de Tarbes ordena en 1858 llevar a cabo un exa­men serio de los hechos, no aprueba sino siete milagros de toda una legión de prodigios. Y en 1904, cU'ando el Dr. Boissaire, Presidente de la Oficina de Comprob'aciones, va a Roma con la peregrinación de mé­dicos católicos, San Pío X, dominando sus simpatías personales, pre­fiere. para no tener prejuicios de milagro alguno, que no se le presente en la solemne audiencia a ningún curado milagrosamente, ni ningún t:>xpediente de curación (2). Esta lentitud y esta reserva de la Iglesia son prueba de sinceridad·y de .libertad.

Con esto no queremos decir que la Iglesia no aprecie a Lourdes en lo que vale y sigr..ifica: Ella misma proclamará que los milagros de Lourdes son signos de su origen divino. Después de haberla escuchado, expondremos el número y calidatd de los mismos de cien años a esta pgrte, para detenernos con un interés particular en un grupo de ellos que llamamos, con predilección, «los mHagros eucarísticos».

l.-LOS MILAGROS DE LOURD'lES y LA IGLESIA CATóLICA

Los milogms de L01lrdes li.gados n la Iglesia Católica.

Durante el Año Mariano de 1954, Pío XII, en su Encíclica F1llgens Corona, proclamaba el lazo de unión que existe entre Lourdes y la Igle­sia Católica. Después de haber recordado la definición solemne del dog­ma de la Inmaculada Concepción, añade:

«Como si la Bienaventurada Virgen Maria hubiese querido cqnfirmar Ella misma. al parecer, mediante un prodigio, la sentencia que el Vicario de su Di­vino Hilo en la tierra acababa de proclamar con aplauso de la Iglesia entera. (Tras describir el hecho de las Apariciones, el Santo Padre continúa ... ) Bien entendieron esto, como era natural, los fieles, que en muchedumbres casi in­numerables, acudiendo de todas las partes en piadosas peregrinaciones a la Gruta de Lourdes, reavivaron su fe, estimularon su piedad y se esforzaron por ajustar su vida a los preceptos de Cristo, y alli también no raras veces obtuviec ron milagros que suscitaron la admiración de todos y confirmaron la religión católica como la única verdadera dada· por Dios» (3).

(2) G .. BOlSSARIE, L'Oeuvre de LiJurdes. Parfs,· Téqui, 1908, p. 239. (3) AAS 45 (1953) 577-578.

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¿No es esto afirmar explícitamente que el hecho de Lourdes está unido a la definición solemne de Pío IX y que los milagros de Lourdes están ligados a la ,Iglesia Católica y son unla prueba de su origen divino? ¿No es esto afirmar, además, que. los milagros de Lourdes son, a los cien años de las Apariciones,. un poderoso medio de apostolado' reavi~ vador de la fe del hombre contemporáneo?

Los milagros de Lourdes, medio poderoso de apostolado.

Como medio de apostolado y como estimulante de una fe más viva, estos milagro:;; son más importantes de lo que pueda creerse; ¿lcaso tengamos en este Centenario que reconocer y deplorar nuestra negli" gencia por no haberlos utilizado más frecuentemente con este fin:

oC Los milagros ¿no fueron un medio usado por Cristo?, ¿no er'im' una expresión concreta y actuada de su mensaje de redención y resurrec­ción? Cristo hacía lo que decía. y anunciaba: predicando la resurrec­cióli, resucitaba a los muertos, su cuerpo y su alma_ Los mil'agros' de erIstr, «son su Reino en acto» (4). Nuestra Señora de Lourdes, porque lb sabe, pidió para este mundo incrédulo y escéptico esa cadena ceri­tenaria e ininterrumpida de milagros, anuncio y proclamación en actos concretos del Reino de Dios.

Es bien triste que en un libro sobre la fe, por otra parte' con páginas 0xcelentes, se haya estampado esta afirmación: «Hemos de confesar que los milagros que fueron tenidos en otro tiempo como el motivo principal -ie credibilid'ad del Cristianismo, se han convertido hoy en el principal obstáculo a la fe» (5). Es seguro que el autor no habría escrito estas líneas en Lourdes, donde habría podido ver, por experiencia, la vuelta de numerosos médicos y hombres de ciencia a lo sobrenatural, imper­ceptible para e1l9s en los libros, pero patente en los milagros y mara­villas de Lourdes. De Lourdes se ha verificado a la letra la definición de] Concilio Vaticano: «Los milagros son signos ciertísimos y acomo­dlLdosa la inteligerl!Cia de todos» (D. 1790), de todos los hombres y de todos los tiempos. . ...

Nuestros mismos adverSarios actuales reconocen la fuerza convin­cente del milagro. Me permito aducir únicamente como prueba un ar­t~culo sobre La educación atea en la escuela, firmado por E. L Petrov&­ky y publicado en la revista oficial de la Academia de Ciencias Pedagó­gicas de la U. R. S. S. :

«Importa hacer notar que es absolutamente necesario insistir sobre el deter­minismo objetivo (6), que preside todo cuanto sucede en la naturaleza, en la so­ciedad y en la conciencia humana. Es importante porque es s610 por' ahi por donde puede minarse completamente e.l fundamento sobre que está basada la

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(4) L. DE GRANDMAISON, S. J., Jésus-Christ. Sa personne, son message, ses preuves. n. París, Beauchesne, 1929, 2.· ed., p. 366.

(5) E. JOLY, Qu'est-ce que croire? París, Fayard, 1956, p. 34. (6) El determinismo objE'tivo es precisamente necesario para el milagro, que es

un acto libre por descubrir en y a través de hechos materiales objetivos, tan necesarios como la realidad y el determinismo de una pluma o de una tiza para escribir y expre­sal' mi voluntad libre. Subrayamos la importancia en orden al milagro de este dtscer­ni miento del acto libre.

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posinilidad del milagro, que supone una sucesión arbitraria de sucesos y fenó­menos. La fe en el milagro es una, de ,las fuentes principales de toda la reli­gión» (7).

A la táctica utilizada en las escuelas comunistas opongamos, pues, con la Reina de todas l~s victorias de Dios, la verdadera táctvca cris­tiana que se sirve del milagro. No hace mucho, un Padre jesuíta, Pro­fesor de Ciencias y Director de la Sección de Mecánica de la Univer­sidad de Tien-Tsin, nos escribía:

«Cada vez que enseño el Evangelio a estudiantes o a gente culta de Extre' mo Oriente no encuentro dificultad alguna en hablarles de los milagros de Nues­tro Señor, pero a condición que les aclare que también actualmente existen mi­lagros debidamente controlados en la Iglesia Católica. Los milagros actuales son, en cierto modo, la garantía de los milagros de hace mil novecientos años. Les 'cito sobre todo los milagros de Lourdes y les explico dos o tres casos con­cretos. Insisto en su comprobación ver,daderamente científica, efectuada en Lourdes, en la Oficina de Comprobaciones, por centenares de médicos de repu­tación y por todo aquel médico, creyente o incrédulo, que desee examinar seria­mente tales hechos. Puesto que nuestro siglo «cree en la ciencia», la nueva frontera de acercamiento me parece que debe ser una presentación de la cues­tión de ,los milagros, que' sea científica, y profundamente espiritual a la vez» (8).

Excelente método. «y luego añado siempre a los milagrosmaterfu­les -continúa el P. Petit, autor de esta carta- el milagro espiritual de la Iglesia Católica.» El milagro espiritual existe también en Lourdes: la s'antidad de Bernardita, la maravillosa lucidez de las cuatro relaciones escritas por ella,' dignas en su sobriedad de ir firmadas por la mano de un Sé'.ll Juan de la Cruz. .

Los milagros de Lourdes, llamamiento al amor.

El milagro de Lourdes no es un simple llamamiento 'él la idea cris­tiana y a m certeza. Es, además, un fermento de vida cristiana y, sobre todo, una llamada al amor más total y exigente. Los milagros de Lour­des han infl'amado la piedad de muchedumbres «innumerables llegadas ala Gruta de todas las partes del mundo». Ante ella, esas muchedum­bres «se han esforzado por conformar su vida a los preceptos del cris­tümismo»; han sido verdaderas conversiones al amor, porque lla ' In­maculada es manifestación de lo que la religión católica tiene de más íntimo, manifestación de la infinita ternura del Padre que está en los cie10f1.

Los mil'agros de Lourdes no son solamente signos de la fe, sino más aún: palabras del Amor, del Amor de Dios hecho acto y realidad visi­ble. Escuchemos esas palabras de amor que, desde hace cien años, se repiten sin cesar, incluso para quienes no tienen fe.

(7) Este artrculo de la .Sovletskala Pedagoglca. (1955, núm. 5, p. 8-18) ha sido traducido y publicado, en la revista internacional de experiencias apostólicas «Le Chrfi¡t au Monde. 1 (1955-1956) 139-154: 2 (1957) 101-112.

(8) R. PETIT, S. J., L'argument par les miracles, en «Le Chrlst !lU Monde. 1 (19515-1956) 181.

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n-LOS MILAGROS DE LOURDES: SU NúMERO y CALIDAD

1 ¿Cóm.o conoce1' los m.Uagros de Lou7'des?

N o pretendemos hablar en este tmbajo sino de milagros corporales y materiales. Indudablemente, también ha habido en Lourdes milagros psicológicos y espirituales: la santidad de Bernardíta Soubirous, su testimonio tan luminoso como objetivo, la magnífica caden'a de conver­siones, ese influjo espiritual de Lourdes sobre intelectuales, científicos y médicos en gran número ... , todo ello constituye un haz impresionante de prodigios espirituales. Contentémonos, s\n embargo, con hablar de los milagros físicos. -

Para conocerlos, nada es tan útil como una visita, sea a los archivos de la «Oeuvre de la Grotte», sea, sobre todo, a los de la Oficina Médica de Lourdes, que se remontan a 1888 y que nos permiten palpar y cons­tatar serie tal de mar'avillas. Vale la pena, después de haber pasado por la Gruta, hacer una visita a la Oficina de Comprobaciones para ver y palpar las fotografías y los expedientes de estos prodigios físicos.

Es de aum,} importancia la masa enorme de documentos reunidos en Lourdes. En otro tiempo fueron necesarios monjes que recogiesen y transmitiesen a la posteridad las obras maestras del pasado. Acaso en pI futuro, cuando una ciencia más honrada quiera fijar una doctrina razonada de lo sobrenatural, se acuerden los hombres que hubo un tiempo en que las maravillas fueron normales en un rincón del mundo, que hacFa pensar en la Palestina de tiempos del Señor; y habrá que ronfesar que sin la Iglesia, en pleno siglo de la ciencia, se habrían perdido en el olvido tantos hechos prodigiosos.

Ar.aso tengamos, además, la suerte de encontrar alguna vez a algu­nn de las personas de cura.GÍón milag1'osa aprobada., que podrán expli­carnOH algo de su experiencia personal de lo sobrenatural. Su historia vivida nos hará palpar, a través del prodigio físico y sensible, el mundo de lo invisible. El asentimiento de nuestra fe, acaso demasiado frío y ab~tracto, se convertirá entonces en una afirmación ligada a una expe­riencia concreta y viva. ¿No es uno de los frutos del milagro, incluso para el creyente, el de experimentar, sensible y personalmente, la in­vD.sión de lo sobrenatural en el mundo de lo visible?

Bajo este aspecto, un film documental, titulado Lourdes et ses mi­racles, podrá lograr grandes frutos. Realizado por M. Rouquier, con la ayuda del P. Pichard, este film lleva al espectador 'a la Oficina de Com­probaciones y a los archivos. Sobre todo, le pone en contacto con per­sonas curadas por un milagro aprobado por la autoridad eclesiástica que ~un viven, entre otros, el Teniente Coronel PELLEGRIN, curado en 1950, y por tal reconocido por su Ordinario en 1953. (<< j Un Teniente Coronel -me respondía un Obispo inglés, a quien acababa de contar en el Año Mariano este caso reciente---, un Teniente Coronel! ¡Este

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caso vale por el de cien mil monjas! ») El documental de que venimos hablando tiene, además, un valor de testimonio: dUl"ante su rodaje tuvo lugar precisamente un milagro, el de Mlle. BIGOT, aprobado el 15 de agosto de 1956. Este milagro es particularmente asombroso por haberse realizado en él tres curaciones: de una hemiplejía de lla parte derecha del cuerpo, en octubre de 1953, y de una sordera y ceguera totales, en octubre de 1954.

Otro medio de conocer los milagros de Lourdes es el libro, sobre todo cuando en él, por encima de las simples nomenclaturas, acertamos a adivinar el est1ado de impotencia, de abandono, de desesperanza en que se encontraban todos esos enfermos ante quienes la ciencia médica se había confesado de hecho impotente.

El libro del P. Georges Bertrin, Histoire critique des événements de Lourdes (9), no ha sido puesto al día, desgraciadamente. Era el libro más completo sobre esta cuestión. Serí1a necesario que actualmente un grupo de médicos y sacerdotes publicase una relación completa de los milagros de Lourdes desde el triple punto de vista médico, histórico y teológico. Los libros más recientes sobre el tema son, ante todo, el de los Doctores Franc;ois Leuret y Henri Bon, Les guérisons m1rraculeuses mo­dernes (10); el del Dr. Alexis Carrel, Voyage de Lourdes (11), de valor como testimonio médico: en 1903, a la edad de treinta años, profesor de Anatomía en la Facultad de Medicina de Lyon, el Dr. Can'el con­siente en acompañar a Lourdes a un tren de enfermos para ayudar a un coleg[~ suyo; Carrel se ve maravillosamente favorecido: puede controlar hera tras hora un claso de curación, el de Marie BAILLIE, a quien con sus propios ojos pudo ver, durante la procesión con el Santísimo Sacra­mento, pasar del estado de moribunda a la plenitud de la vida. Sería útil, desde un punto de vista apologético, hacer un varalelo psicológico entre Carrel y Zola. Zola también se vió maravillosamente favorecido ('n Lourdes; pudo ser testigo de tres milagros que serían aprobados más tarde: los de MUe. Clémentine TROUVÉ, Marie LEMARCHAND y Ma­ríe LEBRANCHU. Pero Zola, novelista 'al fin y al cabo, esquivó la realidad y la evadió en una falsificación romancesca: lo más triste de su caso es que mintiese en diversas ocasiones. Carrel, al contrario, como mé­dico que es, controla, examina, diagnostica, 'anota, forma un expediente voluminoso, reflexiona, y termina por confesar que no puede encontrar p8ra aquellos hechos una explicación científica, sin miramiento alguno a su futuro profesional. Por su franquezla, tiene que retirarse de su puesto privilegiado. Pero en 1912, el Premio Nobel de Medicina y Fisio­logía será la corona a su trabajo, y Carrel, sobre todo, se acercará a DioE.

Otros libros recientes sobre los milagros de Lourdes son: el del Canónigo J. Belleney, Guérísons de Lourdes (12); el del P. J.-M. Tau-

(9) Paris. Lecoffre, 1905, 22 cm., 550 p. (10) París, Presses Universltalres de France, 1950, 262 p. (11) París, Plan, 1949, 20 cm., 172 p. (12) Paris, Le Centurion, 1955, 19 cm., 132 p. Del mismo autor puede leerse el trabajo Guérisons miraculeuses de Lourdes en el

vol. XVI de la obra «Virgo Inmaculata •. Acta Congressus Mar!ologici Romae 1954, ti­tulado De apparitionibus Virginis InmacuZ,atae. Roma, Academia Mariana Internationa­lis, 1956, VIII + 202 p. Cfr. p. 106·127.

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riac, Miracles el Lourdes? (13), en que el autor reseña los sIete primerOs milagros aprobados; luego, otros doce de los más célebres, termin,ando con citas de escritores famosos; el del P. A. Deroo, Lourdes, Cité des 1nzrac;[es ou Marché d'illlusions? (14), que es una respuesta a la tesis de la Dra. Thérese Va10t: Lourdes et l'illusion en thérape¡utique (15), tesis sin valOr literario, ni filosófico, ni científico; los coment'arios aña­didos por su marido, Dr. Guy Valot, denuncian su espíritu. Basta leer la carta en la que se proponía para Presidente de la Oficina Médica de Lourdes para comprender su ligereza y i'alta de seriedad (16). Los li­bros de última hora sobre milagros de Lourdes son los de Christiane Fournier, Miraculés de Lourdes (17); el de M. Agnelet, Cent ans de miracles el Lourdes (18), y el del Dr. G. Debroise, Un miracle a Lourdes en 1954. La guérison de Marie Bigot (19), breve, pero interesantísimo por haber sido su autor testigo competente y científico de ese milagro. De la banda opuestla, además de la tesis ya dicha de los Dres. Va10t, pxiste la obra del Dr. inglés J. West, Eleven Lourdes Miracles (Once mi­lagros en Lourdes) (20), parcial y acantonada en prejuicios racionalistas.

2. ¿Cuántos miZa,gros ha habido durante e$te siglo en Lourdes?

De por sí, lla calidad de los milagros es mucho más importante que su número. Non num erant U?', sed ponderantur! Sin embargo, para fu mentalidad humana, el número tiene siempre una gran importancia.

Además, es evidente. que una cadena de milagros unidos entre sí ee más impresionante y más significativa: una acumulación de signos ::lcentúa su significación misma y la repetición de una llamaqa subraya Su intensidad,

(13) Paris, Les Colporteurs de la Bonne Nouvelle, 1956, 18'5 cm" 192 p, (14) París, Fayard, 1956, 20 cm" 223 p. (15)' Parls, Malolne, 1956, 2." ed., 126 p. (16) A la mañana silruiente de la muerte del Dr. Leuret, Presidente de la Oficina

Médica de Lourdes, en 1954. Su Excelencia Monseñor Théas, Obispo de Tarbes y Lour­des, recibió esta carta del. Dr. Valot, a la que yo mismo tuve que responder: ,Puesto que es la misma Santísima Virgen quien desea se efectúe un control médico de las cu­raqlones para hacer brl1lar mejor su poder, I.no cree que se Impone una decisión he­roica? En lugar de nombrar ahora a un católico fervoroso como lo era el Dr. Leuret, ¿no habrá sitio para un sucesor, materialista convencido?

«En caso afirmativo, propongo mi candidatura .... «Si es verdad que hay milagros en Lourdes, no dudo un solo Instante que la Virgen

Inmaculada, Reina de los cielos, me concederá la gracia de presenciar uno de esos mi. lagros contra naturam, de que tantos había en otro tiempo, en la época dichosa en que no hacía estragos aun el demonio de la crítica .•

«Si se me concediese una gracia semejante, me comprometería bajo palabra de honor a vocearlo por todas partes. Como quiera que gozo, con razón o sin ella, de cierto cré­dito en los medios racionalistas, no dudo ni un momento que tal acontecimiento reuni­ría en torno al Sagrado Corazón a todas las ovejas descarriadas ... Se realizaría, flnal­m.ente, por vez primera, el voto de Luis XIII consagrando a Francia a la Virgen .•

« i Figúrese usted la impresión que esto causaría en el comercio locaL .. ! Significaría una nueva lluvia de oro sobre la villa de Lourdes.'

«No dudando un momento de mi próximo nombramiento, sin más, me dispongo a preparar mis maletas. Reciba, Monsefior, etc .... Firmado: G. Valot. .

El 4 de abril de 1956, justamente publicada apenas la tesis de su esposa, Thérese Valot la prensa traía la noticia de la muerte en accidente de ésta, cuando conducia BU autodtóvll, a la edad de treinta y cinco afios. Moría un miércoles de Pascua como Ber­nardita Soubirous.

(17) Paris, Plan, 1957, 19 cm., 249 p. (18) llld. de Trévlse, 1957, 177 p. (19) Rennes, Imprimerie Bretonne, 1957, 20 cm., 72 p. (20) London, Duckworth and Ca., 1957.

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El CIEN AÑOS DE MILAGR'OSENLOURDES :SU SIGNIFICADO ESPIRITUAL 331

De hecho, esta cuestión del número es la primera que siempre se me ha planteado en el tema de los milagros de Lourdes. Vamos a .in­tentar darle una solución. Para proceder con orden, comencemos por distinguir tres categorías de milagros en Lourdes: los milagros apro­bados por la Iglesia, las curaciones reconocidas por la Oficina Médica, las curaciones no controladas.

La primera categoría, es lla más importante, comprende los milagros declarados auténticos por una comisión canónica. ¿ Cuántos han sido hasta hoy?

De 1858 a 1862, siete casos de curación fueron aprobados por la co~ misión episcopal encargada de investigar los hechos de Lourdes. En su Decreto de 18 de enero de 1858, sin citarlos, Monseñor Laurence, el Obispo de las Apariciones, presenta t'ales casos como «derogaciones de las leyes :laturales»· y como «obra de Dios, puesto que tales curaciones llevar, un sello divino». Las Act1as de la Comisión de investigación e información, constituída el 28 de julio de 1858, nos permiten juzgar de la prudencia y de la lentitud con que se realizaron las oportunas ave­riguaciones. EJ mismo señor Obispo está obligado a urgir y exigir a los que componen la Comisión. Éstos estudian más de treinta curaciones y acumulan testimonios de diversos testigos, médicos y sacerdotes de las parroquia:~ en que han sucedido los milagros. Se descartan seis cura­ciones como susceptibles de una explicación natural; otras nueve, en las que l'a Comisión se inclinaba a admitir lo sobrenatural, fueron tam­bién descartadas con esta nota: «Parecerá acaso que excluyéndolas obra­mos con demasiada 'reserva ... Lejos de quejarnos de ese reproche, nos alegramos, porque estamos convencidos que en semejante materia la prudencia exige severidad). Dieciséis casos fueron tenidos por sobrena­turales; pero sólo siete de ellos se aducen como testimonio, para con­cluir: «i El dedo de Dios está aquí! »(21). Hagamos notar que, además, se les había hecho pas'ar por la p11ueba del tiempo. .

He aquí la lista de esos siete milagros (22):

1. Louis BOURRIETTE, de Lourdes, obrero cantero, había perdido el ojo dere­cho por la explosión de una mina; curadó el 27 de febrero de 1858.

2. Blaisette SOUPENNE-CAZENAVE, de Lourdes, blefaritis aguda complicada con ectropión; curada el 27 de febrero de 1858. .

3. Catherine LATAPIE-CHOUAT, de Loubajac, Hautes-Pyrénées, parálisis del brazo derecho desde octubre de 1856; curada el 1 de marzo de 1858.

4. Henri Bus QUET, de Nay, Basses-Pyrénées, quh).ce años, úlcera purulenta, escrofulosa; lava la· llaga y sana el 28 de abril de 1858.

5. Justin DUCONTE-BoUHOHORTS, de Lourdes, de dos años de edad, agonizante por consunción; introducido por su madre en la piscina, sana el 2 de mayo de 1858. .

6. Mme. RIZAN, de Nay, Basses-Pyrénées, cincuenta y ocho años, moribunda con cólera, recibe los últimos sacramentos el 12 de septiembre de 1858, y s·ana a continuación de las lociones, el 17 de octubre de 1858.

(21) Así Mons. Laurence, Obispo de Lourdes, en su Mandement... portant juye­ment sur I'Ápparition qui a eu lieu éL la Grotte de Lourdes. Lo edita DERoo, o. c., pá­ginas 203-211. También se puede ver en L.-J.-M. CROS, S. J., Histoire de Notre-Dame de Lourdes. Jl!. Paris, Beauchesne, 1926, 2.' ed., p. 42-53. El expediente de la Comisión que examinó esos primeros milagros se conserva manuscrito en los Archivos de Lourdes.

(22) A. FOURCADE, L'Apparition d la Grotte de Lou.rdes en 1858. Lourdes, Imprime­de de la Grotte, 1902, p. 30 s.; DEROO, O. c., p. 171-173.

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7. MUe. MOREAu, de Tartas, Landes, dieciséis años, ha perdido un ojo y está en peligro de perder el otro; curada el 9 de noviembre de 1858, después de apli­cársele una venda empapada de agua de Lourdes. Era el segundo día de una no­vena a Nuestra Señora de Lourdes.

El P. Cros (23) cita, además, la curación de Jean-MarieTAMBOuRNÉ, paralítico a la edad de cuatro años, curado como Justin DUCONTE-Bou­HOHORTS.

De 1862 a 1908, durante cuarenta y cinco años por tanto, no se rea­liza ninguna encuesta canónica. Acaso hoy lo sint'amos; pero siempre será una prueba de que la Iglesia no está al acecho de lo extraordi­nd.rio. No se dió en este tiempo otro caso que fuese llevado a una co­misión de investigación que el de Mlle. Célestine DUBOIs, de Troyes, curada durante la peregrinación nacional de agosto de 1886 (24); las investigaciones realizadas no permitieron concluir en una sentencia que confirmase el milagro.

Esto no quiere decir que durante cuarenta y cinco años no hubiese milagros en Lourdes. Ni mucho menos. Los hubo y resonantes: tal el del célebre Padre HERMANN (25), judío convertido y luego Carmelita Des­calzo, cur<ado instantáneamente de un glaucoma que exigía la escisión del iris ocular; este caso ha sido considerado por el Dr. Boissarie como una de las cuatro curaciones más notables de 1868 a 1871 (26).

El 7 de abril de 1875 tuvo lugar también el célebre caso de Pi erre DE RUDDER, curado en la gruta de Nuestra Señora en Oostakker (Bél­gica).

El 12 de septiembre de 1878, Joachime DEHAUT, de diecisiete años, sana de una úlcera que tenía hacía doce y de una luxación de cadera. Había ido la Lourdes con su peregrinación de Lieja (Bélgica).

Estos dos casos ponen de relieve el aspecto internacional de Lourdes. La Señora cura en todo lugar y extiende su mano milagrosa sobre todas las nqciones.

~3. La Oficina lIf édica de Lourdes.

El1tretanto, se crea en Lourdes la Oficina Médica, cuyo funciona­miento es regular. Multitud de documentos se van acumulando en ella desde 1888. Después del DR. DE ST-MACLOU, es nombrado Presidente, en 1892, el DR. BOISSARIE, que muere en 1917, durante la guerra europea. En 1920 es nombrado el DR. LE BEC, a quien sucede en 1922 el DR. MAR­CHAND; en 1925, el cargo recae sobre el DR. V ALLET, que se asocia en 1928 la colaboración de l'a Asociación Médica Internacional de Lourdes, que

(23) CROS, o. e., vol. nI. Paris, Beauchesne, 1926, p. 466-468. También la recoge H. LASSERRE, Notre-Dame de Lou1-des. Paris, 1899, 18." edic., p. 362-364. CROS excluye, sin embargo, la de Blaisette Soupenne-Cazenave y Catherine Latapie. Cfr. DEROO, o. e., P. 173, nota 1.

(24) Cfr. «Annales de N.-D. de Lourdes», diciembre de 1877, p. 223-240; L. GUÉRIN, Lourdes. Les apparitfons de 1858. Paris, Bonne· Presse, 1930, p. 99; DEROO, o. e., p. 173.

(25) Cfr. nuestra charla sobre Notre-Dame de Lourdes et Israel, en «Journal de la GrotteD, diciembre de 1955.

(26) «Annales de N.-Dame de LourdesD, noviembre de 1868, p. 123 s.; G. BorssARIE, Lourdes depuis 1858 jusql¿'a nos jours. PariS, Sanara et Derangeon, 1894, p. 136-138.

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10 CIEN AÑOS DE MILAGROS EN LOURDES: SU SIGNIFICADO ESPIRITUAL 333

publica su Boletín Oficial. En 1946, el DR. LEURET se hace cargo de la Presidencia. Desde 1954 es Presidente el DR. PELLISSIER.

La Oficina Médica, igual que los Archivos, está abierta a toaos los médkos, sin exceptuar nacionalidad o creenci'a alguna. Hasta 1949, el libro de visitantes registra veinticuatro mil novecientas trece firmas de médicos llegados de todas las regiones del mundo. En 1950 lo hicieron mil veinte médicos más; en 1951, mil cuatrocientos diez; en 1952, mil cuatrocientos cincuenta y tres; en 1953, mil doscientos cuarenta y dos; en 1954, mil quinientos cuarenta y dos; en 1955, mil dieciocho.

Tiene razón el Profesor J ean Lhermitte, de la Academia Francesa de Medicina, al afirmar en el prólogo a la tesis doctoral de Mlle. Fran,. C;Olse Boisarie de l'Epine, presentad!a en 1952 con el título Lourdes, mé­decine et guérisons: «Es necesario un control médico predso para re­ducir el número de casos discutibles y hacer así vanas muchas de las objeciones de los incrédulos» (27).

Concretar los hechos médicos inexplicables por la sola ciencia: . he aquí el prImer paso necesario en l!a comprobación de un milagro. Este:. examen hay que hacerlo «en frío», con la minuciosidad más exigente y

(27) F. BorSSARIE DE L'ÉPINE, Lourdes, médecine et guérisons. Par!s, Les 1!:ditions Internationales, 1952, p. 9. .

Ofrezco una hermosa página del Profesor M. BARlÉTY, Miembro de la Academia de Medicina de París, en el capítulo titulado La Médecine .(p. 174-186) de la obra en ca· laboración Cinquante ans de pensée franr;!1ise (Paris, Fayard,1955): «En verdad, el mé­dico católico no experimenta ninguna dificultad ante el problema del milagro» .

• Como creyente, lo admite, aunque lo considere excepcional.» .Como médico, conduce con un rigor absoluto el examen de las posibles curaciones.» «Admite el milagro. Sabe que la Omnipotencia divina no conoce límites: Su amor

gratuito, Sus designios insondables, pueden manifestarse cuándo y como le place.» «Sin embargo, considera el milagro como algo excepcional. Dios, en efecto, lo ha

creado todo: los seres, las cosas, las leyes y relaciones que unen a unos con otros. N 01'· malmente, Dios deja obrar a estas leyes naturales y causas segundas, que han recibido de El su existencia y sus modalidades, lo mismo que todos los seres y cosas creadas. Por ellas, el gobierno divino del mundo se ejerce de modo soberano y conduce a la Creación hacia su fin. El milagro no puede ser sino una excepción, querida por Dit's por alguna razón particular. Esencialmente, es la suspensión momentánea de una ley natural, en fuerza de la interferencia de una ley más general: la de la dependencia de las mismas leyes naturales respecto de su Creador. Es una manifestación de la Omni­potencia divina. Que no le añade nada ni la engrandece más que lo hacen la vida de los seres o el orden del mundo.»

«Esto quiere decir que el médico católico no se siente apurado ante el milagro. Sigo nifica, además, que no tiene tendencia a verlo donde no existe. Sus conocimientos tea· lógicos, su respeto a las leyes de la naturaleza -que son leyes queridas por Dios- le prohiben, por otra parte, toda propensión a vocear un milagro sin fundamento. De hacerlo, sabe que su causa más bien perderá que ganará en los ambientes agnósticos y ateos, donde la noción misma de milagro es un escándalo para la razón. No hay qtje temer en él exceso de celo apostólico sobre este punto. La Iglesia, en su Jerarquía, participa de los mismos escrúpulos. Basta, para convencerse de ello, leer la lista de los miembros del Comité Médico de Lourdes. Los médicos, cirujanos y especialistas Clu.e lo componen son todos ellos conocidos por su valor científico, su objetividad, su rigor crítico. No se pueden esperar de ellos ni informaciones tendenciosas ni diagnósticos com­placientes. Además, que no les incumbe la responsabilidad de tener que decidir sobre el carácter milagroso de una curación. Después de una investigación larga y minuciosa, en el curso de la cual se les proporcionan todos .los documentos y posibilidades de in· formación, su único deber en conciencia es responder a las cuestiones siguientes: ¿Exis· tía esa enfermedad?; ¿se ha interrumpido bruscamente?; ¿hay curación?; ¿es posible diferir la conclusión?; ¿ puede darse una explicación médica a esta curación?; ¿ escapa a las leyes naturales?»

.Propuestas con una gran preocupación por la objetividad, estas cuestiones no pue­den contrariar a un espíritu formado en las disciplinas científicas más rigurosas. El médico no tiene que interpretar. Sólo tiene que dar la respuesta que le dicten su cien-cia y sus métodos clínicos.» .

(De esta o.bra exis.te una t,raducción española: Cincuenta a·ños de pensamiento cató· lico en Francta. Madrid, Escehc,;,r, s,. f., 18 cm., 42~ ,p.) _.

Por si fuese pequeño el testlmomo del Dr. BarIety, puedo anadIr el de mi experien· cia' habiendo tratado frecuentemente a los médicos, que van a la Oficina Médica de Lotirdes he notado que los médicos católicos eran Mempre más exigentes en la inves· tigación' sobre el enfermo c';1rado y mqs .lentos en recon~cer l.a curación milagrosa, do· ble prueba de su competenCia como medIcos y de sus eXIgenCias de creyentes.

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con una sinceridad insobornable. Acaso la ciencia no haya estudiado todavía como debiera estos hechos. Mientras los esfuerzos admirables de tantos hombres de ciencia se coordinan, con vistas a avanzar paso a paso en el conocimiento de la sustancia de la materia y de su organi­zación; mientras por todas partes, alrededor de nosotros, figuras emi­nentes, hábiles expertos e intérpretes agudos de la naturaleza gastan su vid'a en recoger y constatar datos y documentos reveladores de la tierra y de las energías cósmicas, muy cerca de nosotros, a la vista de cual­quierá, se da una serie de hechos relevantes, que sin cesar se multi­plican, capaces de aclarar las más tagobiadoras de nuestras angustias y de dar un sólido fundamento a todos nuestros pensamientos y deseOs. Pero apenas si se repara en ellos. En Lourdes, desde hace cien años, las curaciones milagrosas se suceden; pero pasan apenas ante los hom­bres como un hecho más, menos echado de ver quizá por los lectores de los periódicos que un nuevo tipo de avión, por ejemplo; menos pro­fundizado por los sabios que una experiencia sobre los electrones. Esas curaciones maravillosas ¿no son también hechos consumados y claros? Pues al serlo y en cuanto tales, ¿por qué no concederles l'a palabra, sean cuales sean las consecuencias, en la elaboración de las teorías cientí­ficas?

Ciertamente, numerosos médicos, y de los más célebres, van a Lour­des. Y constatari los hechos. Pero la ciencia oficial ni los nombra, infiel por 10 mismo al carácter de imparcialidad que debe animarla, que debe hacerle admitir la existencia de los hechos, sean como sean, aun si son inexplicables.

Por ventura, la Iglesia, con medios de control eficacísimos gracias a la técnica más adelantada, puede afirmar públicamente la existencia dr hechos médicos anormales, que encuentran su única explicación po­sible en la energía creadora: en la acción misma de úios. Algunos dirán quizá que las investigaciones canónicas no añaden nada al valor de los certificados médicos (28). Olvidan que en ciencias naturales un ejem­plar cualquiera dobla su valor si está clasificado y marcado, y que en física no se da por conquistado un nuevo dato hasta tanto que se haya descubierto la ley que lo explica y se le haya encuadrado en una hipó­tesis. Del mismo modo, los prodigios de Lourdes adquieren un relieve más importante cuando, gracias a esas investigaciones, son clasificados por una voz autorizada en la serie de intervenciones libres del poder de Dios. La Iglesia va lejos y busca en los datos y hechos materiales los morales y religiosos que acompañan a esos prodigios y les dan su pleno significado.

Es unla de las glorias de S: Pío X el haber pedido que se hiciesen de nuevo las informaciones canónicas para evidenciar más el hecho mila­groso.

El Dr. Laponi, médico de Su Santidad, escribía el 22 de octubre de 1905 al Presidente de la Oficina Médica de Lourdes, Dr. Boissarie:

(28) Cfr. el libro del Dr. H. BON, Le miracle devant la scie'nce. Paris, Le Centu· rion, 1957. 232 p.

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cHe pasado comunicación de su carta y de los hechos extrao¡;dinarios de Lou~des al Santo Padre, que se ha consolado mucho con ello. Sin embargo, a su juiC'¡o, estaría bien que, para tos casos más relevantes, se instituyese un proceso regular.»

Las informaciones, pues, volvieron a efectuarse. Pero no todos los casos notables las tuvieron; por ejemplo, el famoso caso GARGAM, que daría lugar a pleitos y juicios de gran resonancia; el de MUe. Marie BAILLY, del Hospicio Ste. Foy-lez-Lyon, curada el 28 de mayo de 1902, que entrarfla luego en la Congregación de Hijas de la Caridad el 6 de diciembre de 1903. También es interesante el caso visto por Huysmans: el de Mme. Thérese ROUCHEL, de cincuenta y dos años, curada de un lupus el 5 de septiembre de 1903; Y el de un estudiante de medicina, M. DECRETON, curado de una fístula en el abdomen después de una ope­ración de peritonitis, elIde septiembre de 1904, durante la procesión del Santí~imo Sacramento (29).

De 1908 a 1913, treinta y tres casos fueron reconocidos como «he­chos milagrosos» por las comisiones canónicas respectivas. Los nume­ramos a continuación de los siete casos aprobados en los orígenes de Lourdes, ya mencionados. .

8. Mlle. Jeanne TuLASNE, mal de Pott; curada al paso del Ssmo. Sacramento, el 8 de septiembre de 1897. Mons. Renou, Arzobispo de Tours, que llevaba la custodia y fué testigo del hecho, lo declara milagroso el 27 de octubre de 1907 (30) .

. 9. Mlle. Elise LESAGE, tumor en la rodilla; curada el 21 de agosto de 1892. La aprobación canónica del Obispo de Arras fué dada el 4 de febrero de 1908.

10. El Abate ClRETTE, Cura párroco de Beaumontel (Eure), parálisis gene­ral; curado el 31 de agosto de 1893. Aprobación canóniea del Obispo de Evreux, el 11. de febrero de 1908.

11. Sor MAXIMILIEN, de la Sagrada Familia de Marsella, tumor quístico de hi­gado y flebitis en la pierna izquierda; curada el 20 de mayo de 1901. Aprobación canónica del Cardenal Andrieu, Obispo de Marsella, el 5 de febrero de 1908.

12. Mlle. Marie-Thérese NOBLET, mal de Pott dorso-lumbar; curada el 31 de agosto de 1907. Aprobación canónica del Cardenal Lw;on, Arzobispo de Reims, el 11 de febrero de 1908. Fundadora de una Congregación de religiosas indígenas en Papuasia, donde murió en olor de santidad el 15 de enero de 1930 (31).

13. Mlle. Roselie VILDIER, Sor SAINTE BÉATRIX, de la Congregación de la Pro­videncia de Evreux, laringo-bronquitis crónica (verosímilmente, de origen tu­berculoso); curada el 31 de agosto de 1904. Aprobación canónica, como «verda­dero milagro», del Obispo de Evreux, el 25 de marzo de 1908.

14. MUe. Aurélie HUPRELLE, tisis pUlmonar incurable; curada el 21 de agos­to de 1895. Aprobación canónica de Beauvais, elIde mayo de 1908.

15 MUe. Joachime DEHAUT, úlcera en la pierna derecha; curada el 13 de septiembre de 1878. Aprobación canónica del milagro en Namur (Bélgica), el 27 de abril de 1908 (32).

16. Sor SAINT-HILAIREl, incurable y moribunda; durada el 20 de agosto de 1904. Aprobación canónica del Obispo de Rodez, ellO de mayo de 1908.

17. MUe. Clémentine TRouvÉ (la Sophie Couteau de la novela de Zola sobre Lourdes), llaga en el pie derecho (ósteoperiostitis en el calcañar); curada el

(29) A. WERQUIN, Le progres sc!entifique et le m¡racl~. Lille, Tirl?y, 1955, p. 24 s. (30) F. DÍ'] GRANDMAISON DE BRUNO. Vinqt gllér!sons a L?llrdes 1"S~1ttée.~ médjca~e

ment Paris Beauchesne, 1912, p. 197-200; G. BERTRIN, Un mlracle d a1i}ollrd hu'!' ParlS, Beau'~hesne:1912, p. 197-200; G. BERTRIN, Un miraele d'alljord'hui. Paris, Lecoffre-Ga­balda 1908,. J 58 p.; cfr. DF.Roo, o. e., p. 173 .

. (31) M. WINOWSKA, Ma!gré To!, Satan. Paris, Fayard, 1954, p. 2~-32. La relación de su curación se encuentra en los Archivos de Issoudun (Indre-Wrancla). .

(32) G. BERTRIN, Histoíre critique des événements de Lourd;es. Parls, Lecoffre, 1910, p. 518-533; R. LE BEC, Ra!sons médíca!es de croire au vnracle. Parls, Bonne Presse, 1949, p. 167-173.

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21 de agosto de 1891. Aprobación canónica del Cardenal Amette, el 6 de junib de 1908.

18. MUe. Marie LEBRANCHU (la Grivotte de Zola), tuberculosis pulmonar; cu­rada el 20 de agosto de 1892. Aprobación canónica del Cardenal Amette, el 6 de junio de 1908. Casada bajo el nombre de Mme. WUILPIER.

19. MUe. Marie LEMARCHAND (la Elise Rouquet de Zola), úlcera en rostro y piernas; curada el 21 de agosto de 1892. Aprobación canónica del Cardenal Amette el 6 de junio de 1908.

20. MUe. Esther BRACHMANN, peritonitis tuberculosa y tuberculosis pulmo­nar, estado desesperado; curada el 21 de agosto de 1896. Aprobación canónica del Cardenal Amette, en París, el 6 de junio de 1908.

21 Mme. FRAN!;OIS, de soltera Rose LABREUVOIES, edema inflamatorio en el brazo derecho, herida con supuración abundante, vista muy debilitada; curada de todos sus males el 20 de agosto de 1899. Aprobación canónica del Cardenal Amette, el 6 de junio de 1908.

22. R. P. SALVATOR, capuchino de Dinard, treinta y ocho años, peritonitis tu­berculosa y tuberculosis pulmonar; curado el 25 de junio de 1900. Reconocido como tal por Mons. Dubourg, Arzobispo de Rennes, elIde julio de 1908.

23. Mme. Johanna DUBOS-BEZENAC, pneumonía grave, anemia caquéctica de último grado, lesiones tuberculosas en el pulmón; curación absoluta el 7 de agosto de 1904. Aprobación canónica de Mons. Bouguin, Obispo de Périgueux, el 2 de julio de 1908.

24. Pierre DE RUDDER, curado en Bélgica en la gruta de Nuestra Señora de Lourdes, en Oostakker, en 1875, de una pierna triturada y gangrenada. Aproba­ción canónica de Mons. Waffelaert, Obispo de Brujas, el 25 de julio de 1908 (33).

25. Sor MARIE DE.LA PRÉSENTATION, gastroenteritis crónica, rebelde a todo trá­tamiento; curada el 25 de agosto de 1892. Aprobación canónica de Mons. Dela­maire, Obispo de Cambrai, el 15 de agoso de 1908.

26. Marie SAVOYE, afección cardíaca, con lesión mitral, a raíz de un reuma­tismo infeccioso; curada el 20 de septiembre de 1901 durante la procesión de! Santísimo Sacramento, cuando, en vista de su estado, se había renunciado a lle­varla a la piscina. Idéntica aprobación que en el anterior.

27. Sor EUGENIA, religiosa del Bon-Secours de Troyes, peritonitis y flebitis purulenta ; curada el 21 de agosto de 1883. Aprobación canónica de Mons. Meu­nier, Obispo de Evreux, el 30 de agosto de 1908.

28. MUe. Anne JOURDAIN, en religión, Sor JOSÉPHINE-l}fARIE, treinta y seis años, desviación de la columna vertebral y tuberculosis, estado desesperago; curada el 21 de agosto de 1890. Aprobación canónica del Obispo de Beauvais, el día 10 de octubre de 1908.

29. Clémentine MALOT, tuberculosis general; curada el 21 de agosto de 1898. Aprobación canónica en Beauvais, elIde noviembre de 1908.

30. MUe. Cécile DOUVILE DE FRANSSU, Sor MARIE DE STE. JEANNE DE LA CROIX, Auxiliadora del Purgatorio, veinte años, tuberculosis ósea y peritonitis tubercu­losa, moribunda; curada el 21 de septiembre de 1905. Aprobación canónica de Mons. Gibier, Obispo de Versailles, el 9 de diciembre de 1909.

31. Mme. Marie BIRÉ, de soltera LUCAS, madre de seis hijos, cuarenta y cuatro años, ceguera incurable, debida a una atrofia papilar doble; curada en la Gruta, después de haber comulgado, el 5 de agosto de 1908. Aprobación canó­nica del Obispo de LUl:on, el 30 de julio de 1910 (34).

32. Mlle. Aimée ALLOPE; a los veintiséis años, extirpación de un riñón; tu­mores y abscesos fríos de na.turaleza tuberculosa; varias intervenciones quirúr­gicas; llega a Lourdes con varios abscesos supurándole y en pésimo estado ge­neral; curada, después de haber comulgado, en la Gruta el 28 de mayo de 1909.

(33) Cfr. Dr. LAFFITTE, Affectíons ostéo-articula!res, en «Cahiers LaennecD, 1948, r, p. 38-40 (son dos volúmenes de los «Cahiers» de ese año los dedicados al tema; Les guér!sons de Lourdes); F. BOISSARIE DE L'ÉPINE, o. e., p. 46·50; L. MANENT, Nouvelle J¡.is­toire de Lourdes. Paris, La Colombe, 1955, p. 97-100; BELLENEY, o. e. (cfr. nota 9). p. 22-25; A. GUARNER, De l'instantanéité des guérisons de Lourdes. Tesis doctoral. Ar­gel Carbonnel, 1939, p. 50-77; DEROO, o. e., p. 176-181. (El P. Deroo ilustra más el caso De' Rudder en su competente artículo de este volumen. N. de la R.).

(34) «Cahiers Laennec», 1948, 1, p. 14-15; «Bulletin de l'Associatlon Médicale In­ternatlonale de Notre-Dame de LourdesD, 1 de abril de 1949.

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14 CIEN AÑOS DE MILAGROS EN LOURDES: SU SIGNIFICADO ESPIRITUAL 337

Aprobación canóni?a de Mons. Rumeau, Obispo de Angers, el 5 de agosto de 1910. 33. MUe. Améhe CHAGNON, caries de los huesos del pie izquierdo, con supu­

ra~ión ósea; curada ~l 21 de agosto de 1891. Caso declarado milagroso por Mon­senor Walva~ens, ObISPO de Tournai (Bélgica), el 8 de septiembre de 1910.

34. Antome MOULIN, treinta años, gran llaga maloliente en la pierna dere­cha; curada ellO de agosto de 1907. Curación declarada milagrosa por el Obispo de Grenoble el 6 de noviembre de 1910.

35. Marie BOREL, veintinueve años; después de una operación de apéndice abscesos y fístulas estercoráceas; estado desesperado; curada el 22 de agpst~ de 1907. Aprobado por el Obispo de Mende el 4 de junio de 1911.

36. Mlle. Aline BRUYERE, Sor JULIENNE, ursulina de Brive, tuberculosis pul­monar; curada elIde septiembre de 1899. Caso aprobado por el Obispo de Tulle el 7 de marzo de 1912.

37. MUe. Elise SEISSON, endocarditis" hipertrofia del corazón, bronquitis cró­nica, edemas eh los miembros inferiores; curada el 29 de agosto de 1882. Apro­bado por el Arzobispo de Aix el 2 de julio de 1912.

38. Mme. Marie FABRE, madre de varios hijos, enteritis mucomembranosa, a las puertas de la muerte; curada, durante la procesión del Ssmo. Sacramento, el 26 de septiembre de 1911. Aprobación canónica del Obispo de Cahors, el 8 de septiembre de 1912.

39 Virginie HAUDEBOURG, cistitis y nefritis tuberculosas; curada instantá­neamente, al terminar la procesión del Santísimo, el 17 de mayo de 1908. Apro­bación canónica del Obispo de St.-Claude, el 25 de noviembre de 1912.

40. MUe. Juliette ORION, tuberculosis; curada repentinamente en su casa, St.-Hilaire de Voust (Vendée), por intercesión de Nuestra Señora de Lourdes. Caso aprobado por el Obispo de Lugon el 18 de octub.re de 1913.

A partir de 1913, a causa de la guerra, las informaciones canónicas se suspenden de nuevo; no se volverán a efectuar hasta 1946. Ello no quiere decir que sea por falta de milagros.

Al contrario, la cadena continúa. En este período hay casos muy interesantes: por ejemplo, el de Mlle. CAILLEUX, de veintiséis años, doncella, con mal de Pott, curada el 19 de agosto de 1921; curación que ocasionó la observación del Dr. P. Goret casi en forma experimental. El Dr. Henri Mounier en su tesis presentada en la facultad de Medicina de París, Étude médicale de quelques guérisons a Lourdes, estudia este caso y el de Mlle. A. AUGAULT, de Crayon (Mayenne), curada el 21 de agosto de 1926, después de haber pasado el Santísimo ante ella; un verdadero milagro eucarístico, del que hablaremos más tarde.

El 26 de julio de 1923 tiene lugar el célebre caso de John TRAYNOR, marino de la escuadra inglesa. Herido por una bala en la cabeza y por otra en el br'azo derecho en los Dardanelos, queda paralítico y decla­rado inútil para el servicio. Diversas intervenciones quirúrgicas no logran nada. Queda curado el 26 de julio de 1923 en el momento de re­cibir la bendición con el Santísimo Sacramento. Un mes más tarde, un niño de nueve años, Marcel HUBERT, afecto de encefalitis letárgica.y pa­ralítico desde marzo de 1922, recibe la gracia de la curación. El Doc­tor Brocard, que lo venía tratando, permite que lo lleven a Lourdes con E",'3te certificado:

.Yo, el suscrito Miguel Brochard, Doctor en Medicina, ex interno de los Hos­pitales de París, certifico que el joven Marcel Hubert está enfermo de mielitis y que es necesario transportarlo acostado.»

El sábado 25 de agosto de 1923, en la procesión del Santísimo, se levanta y camina. Años más tarde, el 29 de junio de 1937, será ordenado

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sacerdote en la diócesis de Langres. Había comprendido de verdad y hasta el fondo, haciéndola vida propi'a, la palabra vivificadora de la Hostia SaIlta (35).

Mademoiselle LOUISE ARNAUD, de Montpellier, afecta de esclerosis en pIRcas, había sido tratada en vano durante dos años por el ilustre Profesor Boudet. Fué curada en la peregrinación nacional, el 23 de ;Jgosto de 1925, al recibir la Sagrad'a Comunión en la Gruta. .

El 11 de mayo de 1925, Mlle. MarieRose ROBERT, de cincuenta y tres años, de la diócesis de Rennes, atacada de pielonefritis con hematuria p1.úrka, retención intermitente de pus, en estado desesperado, moribun­da, qued'a curada instantáneamente durante la procesión con el San­tísimo. El 4 de septiembre del mismo año, a Mlle. Eugénie COURANT, con peritonitis, le ocurre lo propio, después de haber comulgado en la Gruta. En idéntica circunstancia queda sana de una tuberculosis avanzada, el día 8 del mismo mes y año, fiesta de la Natividad de la Virgen, Ma­demoiselle Lucienne BRUGNEAUX, de la diócesis de Cambrai. El 23.de septiembre de 1925, Mlle. Fran<;oise LE GUERN, de la diócesis de Quim­per, con mal de Pott desde 1920, introducida por la mañana en la pis­cina, se siente volver a la vida, después de un dolor violento (experien­cia muy frecuente en los favorecidos por estas curaciones milagrosas); pero no se siente totalmente restablecida hasta la procesión y bendición ('on el Santísimo.

Señalemos de paso la curación de una enferma española, la señorita Angela TORNER TRAMUNT, de treinta y cinco añós, ocurrida en 25 de junio de 1926, al asistir a Lourdes con una peregrinación barcelonesa. No permitiéndole su estado -fístula y secuestro por osteitis en el hueso ilíaco con supuración abundante- bañarla en las piscinas, fué curada por simple aplicación local del agua de Lourdes (36). No podemosomi­tir tampoco las del :Abate DESSAILLY (37), tuberculoso grave, en 16 de septiembre de 1928; la de MUe. Henriette CARPENTIER, de veintiséis 'años. mal de Pott, el 31 de julio de 1931; la de MUe. Raymonde LE­DUCQ, e12S de junio de 1933, y la de Mlle.Elisabeh FRATEuR, de vein­ticinco años, mal de Pott, el 6 de agosto del mismo año (38).

Las investigaciones canónicas se reanudan en 1946. Se aprobarán otros quince milagros:

41. Fra~ºoise CAPITAINE, SOR MARIE-MARGUERITE, Clarisa de Rennes, ataques cardíacos. y renales, nefritis con supuraciones, hiposistolia; curada el 22 de ene­ro de 1937, al tercer día de una novena en honor de Nuestra Señora de Lourdes. Aprobación canónica del Cardenal Roques, el 20 de mayo de 1946 (39).

42. MIle. Gabrielle CLAUZEL, espondilosis reumática con compresiones raquí­deas; curada, durante la Misa y la Comunión, el día 15 de agosto de 1943, en la

(35) Ver en los Santuarios de Lourdes el «Museo de Nuestra Señora de Lourdes •. (36) Para estos cinco casos, cfr. el libro del Dr. A. VALLET, Guérisons de Lourdes

en 1926. Paris, Téqui, 1927, 19 cm., XVI + 158 p. (37) «Cahiers Laennec», 1948, n, p. 11-15. (38) DEROO, o. C., p. 116-117; «Bulletin de la Association .... , enero de 1935 Y. mayo

de 1936. (39) DEROO, o. c., p. 185; «Bulletin de l'Association ... », julio de 1946; F. LEURET-

H. BON, Les guérlsons miraculeuses modernes. Paris, Presses Universitaires de France, 1950, p. 239-240.

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Iglesia Parroquial de Palissy (Orán). Aprobación canónica de Mons Lacaste, Obispo de Orán, el 18 de marzo de 1948 (40). .

43. Mme. Rose MARTIN, de cuarenta y cinco años, cáncer; curada el 3 de julio de 1947. Aprobación canónica de Mons. Rémond, Obispo de Niza, el 5 de mayo de 1949 (41).

44. Francis PASCAL, de cuatro años de edad, nacido el 2 de octubre de 1934 parálisis de los miembros y ceguera completa; curado el 31 de agosto de 1938: Aprobación canónica de Mons. de Provencheres, Arzobispo de Aix, el 31 de mayo de 1949.

45. J eanne FRÉTEL; tuberculosiS peritoneal; curada, durante la Comunión de una Misa en el altar de Sta. Bernardita, el 8 de octubre de 1948. Expediente notable que conviene estudiar directamente. Aprobación canónica de S. Em. el Car­denal Roques, de Rennes, el 20 de noviembre de 1950.

46. Marie-Thérese CANIN, después de un mal de Pott dorsal, infección tuber­culosa en el 'peritoneo, caquexia profunda, sin ninguna esperanza; curada el 9 de octubre de 1947. Aprobación canónica de Mons. Delay, Arzobispo de Mar­sella, el 21 de febrero de 1950.

47. Louise JAMAIN, tuberculosis pulmonar y peritoneal; a su llegada a Lour­des, . recibe los últimos sacramehtos; curada a la mañana siguiente, 1 de abril de 1937. Aprobación canónica del Cardenal Feltin, el 8 de diciembre de 1951.

48. Jeanne GESTAS, enfermedad de estómago e irregularidades funcionales en el abdomen; curada el 21 de agosto de 1947. Caso estudiado por el Profesor Mauriac. Aprobación canónica de Mons. Richaud, Arzobispo de Burdeos, el 13 de julio de 1952.

49. Teniente Coronel Paul PELLEGRIN, después de una operación de un abs­"eso en el hígado, fístula con supuración; curado el 3 de. octubre de 1950. Apro­bación canónica de Mons. Gaudel, Obispo de Tolón, en 1953.

50. Henriette BRESSOLLES, enfermera militar, herida en 1914, declarada defi­nitivamente inútil por incurable, mal de Pott dorso-lumbar; curada el 3 de ju­liode 1924 durante la procesión con el Santísimo, sintiendo después, al ser trans­portada a la Gruta, una especie de resquebrajamiento general en todo su cuerpo. Aprobación canónica, el 26 de octubre de 1954.

51. Evasio GANORA, caso preséntado en «Carrefourn (23 de febrero de 1955) por el Profesor Jean Lhermitte como <<una lesión orgánica comprobada y confir­mada por cuatro histólogos», desaparecida «de la manera más imprevista, ins­tantáneamente y sin reproducirse»; padre de cinco hijos. atacado de linfogranu­lomatosis, estado desesperado; curado el 1 de junio de 1950. Aprobación canóni-ca del Obispo de Casale (Italia), el 31 de mayo de 1955 (42). .

52. Mlle. Gertrud FULDA, de Viena (Austria), insuficiencia suprarrenal cró­nica de tipo addisoniano; curada el 12 de agosto de 1950. Aprobación canónica del Cardenal Innitzer, el 18 de mayo de 1955.

53. Mlle. Alice COUTEAULT, esclerosis en placas desde 1949; curada el 16 de mayo de 1952. Aprobación canónica de Mons. Vion, Obispo de Poitiers, el 16 de julio de 1956. Curada durante ~a procesión del Santísimo.

54. Mlle. Marie-Louise BIGOT, nacida el 7 de diciembre de 1922, en La Bous­sac, diócesis de Rennes, empleada en casa de Mme. Costard, en La Richardais (Ille-et-Vilaine); curada, ellO de octubre de 1953, durante la peregrinación del Rosario, de hemiplejía del lado derecho, y el 8 de octubre de 1954, de sordera.

(40) LEURET-BoN, o. e., p. 180-184. (41) DERoo, o. e., p. 186; «Bulletln de l'Association ... D, julio de 1949, p. 16-20;

LEURET-BoN, p. 185-187 .. (42) Habiéndose dirigido la Redacción de REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, en la

preparación de estas páginas, al señor Evasio Ganara, para perfilar detalles de su cura­ción por medio de su Obispo, Excmo. y Revmo. Sr. D. Giuseppe Angrisani, recibió de éste' la .carta siguiente:

«Rdo. Padre: La carta que Vd. dirigiera a mi querido. diocesano Evasio Ganora, he tenido que abrirla Y leerla yo mismo, puesto que él, desgraciadamente, moría en noviembre último, a consecuencia de un accidente que le ocurrió trabajando en el campo: fué arrollado por su tractor agrícola, que lo aplastó.»

«Era un cristiano ejemplar y un óptimo padre de familia, inmensamente devoto de la Virgen de Lourdes y ferviente apóstol.»

«Disgustado por nO haber podido ver cumplidos sus deseos, le envío devotos saludos y le bendigo de corazón.»

t GIUSEPPE ANGRISANI, Vese.

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Durante la procesión con el Santfsimo oye cantar a la multitud el «Salve Reina del Rosario»; a su vuelta a Saint-Malo, recupera la vista. Aprobación canónica del Cardenal Roques, el 15 de agosto de 1956 (43).

A estos cincuenta y cuatro milagros, aprobados c/anónicamente, pa­demos añadir otros cuatro, pertenecientes a los Procesos de Santa Ber­nardita.

Los dos primeros (los de su Beatificación), aprobados por Decreto de 1 de mayo de 1925, son los acaecidos a Henri BOISSELET, nacido en 1896, y curado de peritonitis tuberculosa el 8 de diciembre de 1913; Y a Sor Marie-Mélanie MEYER, de las Hermanas de la Providencia de Ribeauvillé, nacida en 1880; enfermera en Moulins, enferma de úlcera de estómago en 1910, y curada en la tumba de Bernardita, en Nevers, el 5 de julio de 1912. Los dos milagros de la Canoniza­ción, aprobados por Decreto de 31 de mayo de 1933, son los sucedidos a Monse­ñor Lemaitre, Arzobispo de Cartago, con una grave afección amebiana, curada. cuando la traslación del cuerpo de la Santa, en 1925; Y a Sor Marie de ST.-FIDELE, del Buen Pastor de Lourdes (que todavía hoy vive), enferma de diátesis tuber­culosa, mal que se le extendió luego a la rodilla derecha y a la espina dorsal; curada el 6 de febrero de 1928, quinto día de una novena a la Santa (44).

Estos cincuenta y ocho milagros son, sin embargo, un mínimum. Las estadísticas de la Oficina Médica de Lourdes, reveladas en 1956, dan es­tas cifras: desde 1888 a 1914, se toman en consideración dos mil nove­ciE:ntos veintiocho casos; desde 1921 a 1956, han sido aceptados doscien­tos cincuenta y seis casos, y otros ochocientos treinta y un expedientes han sido rechazados como faltos de document'ación completa.

Desde 1946, la Oficina Médica de Lourdes se ha visto reforzada por el Comité Médico N acionwl, que luego Monseñor Théas ha transformado en Comité Médico Internacional. Este Comité se reúne para ex'aminar los expedientes que le tramite el Comité de Lourdes. Los miembros del Cqmité (45) han de responder con su voto a estas dos cuestiones: «l. ¿Encuentra usted alg1f-.na explicación médica a esta curación? 2. Este caso ¿hal de ser transmitido a una comisión canónica?»

Este examen médico, con sus dos partes, es de lo más serio en el campe: médico. El Profesor P. Mauriac, en febrero de 1955, podía dar este testimonio:

«Después de haber asistido a numerosos congresos, reuniones, symposiu7Jl.8 científicos, rindo tes.timonio del rigor de que el Comité Médico Internacional de Lourdes da pruebas en el examen de los casos que le son confiados. Precisamen-

(43) DEROO, o. e., p. 158-159; «Journal de le Grotte», 1 de julio de 1956; G. DE­BROISE, Un mi.raele de Lourdes en 1954. La guérison de Marie Bigot. Réflexions et réeit d'un témoin. Rennes, Imprimerie Bretonne, 1957, 20 cm., 72 p.

(44) MONS F. TROCHU, Sainte Bernadette, la vOY'ante de Lourdes. Lyon, Vitte, 1954, p. 565-569.

(45) Damos relación de los miembros que componen actualmente el Comité Médico Internacional de Lourdes: Alemania: Dr. Ernst (Colonia), Dr. Meixner (Schonmunzach, Schwarzwald); Bélgica: Dr. De Gheldere (Boussu), Prof. Van der Schueren (Lovaina); España: Prof. Dr. Gilbert Queraltó (Barcelona), Dr. García-Díe (Barcelona); Francia.: Prof. Dr. Bariéty (París), Dr. Biot (Lión), Dr. Ennuyer (París), Prof. Dr. Giraud (Mar­sella), Dr. Grenet (París), Dr. Huc (París), Canónigo Lancrenon (París), Prof. Dr. Lan­geron (Lila), Dr. Lanos (París), Prof. Dr. Lhermitte (París), Prof. Dr. Mauriac (Bur­deos), Dr. Mérigot de Treigny (París), Dr. Merle (Montpellier), Dr. Michon (París), Dr. Oberlln (París), Dr. Pellissier, Presidente (Marsella), Prof. Dr. Salmon (Marsella), Prof. Dr. Sendrail (Tolosa de Franela), Prof. Dr. Thiébaut (Estrasburgo), Prof. Dr. Val­diguié (Tolosa de Francia); Holanda: Prof. Dr. Prick (Nimega), Prof. Dr. Van Buchen (Groningen); Inglaterra: Dr. O'Connel (Londres), Dr. Makepeace (Londres); Irlanda: Dr. Stafford (Dublín), Dr. Morrin (Dublin); Italia: Prof. Dr. Trabucci (Verona), Profe­sor Dr. Cattabeni (Milán); Luxemburgo: Dr. Weltner (Luxemburgo); Suiza: Dr. Terrier (Lausanne).

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te por la posibilidad que hay de que esas curaciones sean declaradas milagrosas, se impone una severidad exigente; el Comité, en esto, no ha decepcionado. Después de dos años, todavía no ha propuesto un solo caso a la aprobación ca­nónica.»

Pero acaba de proponer tres, justamente los tres últimos aproba­dos. Y el Profesor continúa', ofreciendo este testimonio de un médico no cristiallo:

«El Dr. Kline, que cuidó nuestra segunda enferma (la Srta. FUlda, núm. 52 de los milagros reconocidos) en Yugoslavia, escribía: «Ha constituído una gran alegría, incluso para mí, que no· participo en ningún modo de las convicciones de mi antigua enferma, el saber que un caso tan grave y tan desesperado de enfermedad de Addison ha sido curado en Lourdes, hasta el extremo que ha po­dido suspenderse toda medicación y que la enferma ha podido darse a una acti­vidad prof~sional semejante.» «Así hablan los hombres de buena fe», concluye el Profesor Mauriac (46).

El 24 de marzo de 1957, el Comité Médico Intern'acional, reunido en París bajo la presidencia del Cardenal Léger, decidió tomar en cuenta y estudiar dos casos de dos italianas: uno, de curación instantánea de la enfermedad Chevalier-Moutier, y otro, con cur1ación de perivisceritis abdominal. Sin embargo, el Comité ha pedido todavía un suplemento informativo antes de dar paso a estos dos casos a las comisiones ca­nónicas.

Algunos milagros 'auténticos no han sido sancionados por un exa­men médico y canónico por causas distintas : sea porque la persona cu­rada milagrosamente, por diversas razones personales, no ha querido pasar por la Oficina Médic'a (47); sea porque en su expediente faltan certifICados anteriores a la curación, o perdidos, o rechazados por los doctores; sea porque los documentos están mal redactados y faltos de la precisión necesaria; sea porque, 'al no haber precisado bien la lesión orgánica, la curación puede aparecer entonces como simplemente fun­cional; sea porque la curaci6n no ha perdurado, lo que significa que se trataba sólo de un simple mejoramiento.

El Journal de la Grotte del 12 de agosto de 1956 nos da el ejemplo de la señorita Alfonsina COTTINI, de Craveggia, en la diócesis de Nova­ra (Italia), curada de un cáncer purulento en el ojo y atacada de un mal en el vientre que ninguna operación había logrado mejorar: «Ante la Gruta, ha recobrado el uso del ojo, y al paso del Santísimo Sacramento, su segundo mal interno ha desaparecido», escribía el Arcipreste, aña­diendo: «Para mí y p'ara mis parroquianos (llevaba catorce años en el lecho) no ofrece ninguna duda su curación».

(46) Prof. P. MAURIAc, Les guérisons de Lourdes au jugement de la sclence, en el «Sud-OueRt» de 24 de febrero de 1955.

(47) Tal es el caso, v. gr., de MUe. Madeleine Langlais, curada de una peritonitis él 19 de agosto de 1946, al momento de comulgar en la Gruta. En 1948 no se ha vuelto a presentar en la Oficina Médica y el Dr. Leuret no ha podido trasladarse a examinarla en su domicilio.

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3. La calidad de los milagros.

Numerant1lr et p'onderanttlr. Esta cadena de milagros ininterrumpi­dos a lo largo de un siglo tiene, además, sus eslabones sumamente va­riados. El milagro no está sujeto a una sola clase de enfermedades; sobre los casos más diversos y dispares puede ca.er la gracia del milagro. Así ha ocurrido en Lourdes.

Aparato digestivo, más de 600 casos; 182 casos de aparato respiratorio; 70, de enfermedades renales; 160, de enfermedades de huesos; 220 casos, tumo­res y cáncer; 60, de ceguera; 25 mudos; 35 sordos, etc.

Ad.emás, en l'a legión de curados están representados todos los me­d1'os sociales: ricos y pobres, hombres y mujeres, adultos y niños (ver­bigracia, la nieta del Dr. Aumáitre, Yvonne, que fué curada a la edad de veintltrés meses, el 27 de junio de 1896, de la parálisis de sus dos piernas) (48).

Proceden de países muy distintos e incluso distantes: Inglaterra, A~emania, Austri'a, España (49), Francia, Italia, etc. Nuestra Señora de Lourdes se manifiesta eminentemente católica, Madre de todos, Reina internacional (50). Su intercesión ha logrado milagros hasta en lugares muy alejados de la Gruta de M'assabielle.

Éstos son los hechos, numerosos y en las circunstancias más diver­sas, Un librepensador, M. Marcel Mangin, confesaba ya a principios de siglo que era preciso estar «convencido de la realidad de los mi!lagros de. Lourdes ... Creo que es ttan absurdo dudar de estos hechos como de la existencia de Napoleón» (51). Reflexión justa. Los hechos existen, pero l. cómo interpretarlos?

4. ¿Cómo descifrar los milagros de Lourdes?

1. La primera etapa en el discernimiento de un milagro es la de un examen en frío, meticuloso, de todas las circunstancias del hecho,

(48) Dr. R. LE BEC, Les preuves médlcales du miracle. Parls, Beauchesne. 1921, P. 202. '

(49) Entre' otros lazos que unen a Lourdes con España, e'stá el de la primera cam­pana de la Basílica de la Inmaculada Concepción. bautizada en 1873, con el nombre de Alfonsina. Tuvo por padrino a S. A. R. Don Alfonso de Borbón. luego S. M. Alfon­so XII. Cfr. J.-B. COURTIN: Lourdes. Le domaine de Notre-Dame de 1858 d 1947. Rennes, Éditions Franciscaines, 1947, p. 184. ,

(50) Curaciones en el .Jap6n: Pedro Isotaml, Sra. Karashigi, Pedro, Kurida Kikuma. Lázaro Sakamato, J. Sato Hisakichi, Ogiwara Iwao, Padre Araya (sacerdote de la d!6-resis de Ha'-wdaté); Corea 1/ China: Sra. Kang, Sra. Han, Sra. Léou; Ti,het: M. Manzl; Vietnam: Mons. Gendreau, Dionisio Le-Phat-An, un niño ciego llamado Nguené; Siam; Un catequista y la SuperIora del convento de Ban-Xang; Malasia: Un niño de Johore, Mons. Gasnier. M. Rlvet, un niño -pagano de siete años; India: Tamboo-Samy-Moodalyar, Sor Yvonne, P. Pautret, M. Antonis, el viejo paria Antonl. Cfr. P. COMPAGNON, M. E. P., Le culte de N.-D. de Lourdes dans la Societé des Missions EtrangiWes. Parls, Téqul, 1920. Esta encuesta de los Padres de las Misiones Extranjeras de París es, indudablemente, menos apologética, por razón de las dificultades de control médico, pero conserva, sin embargo, un Interés notable y subraya el carácter internacional del título y favores de Nuestra Señora de Lourdes. Otro hecho que tener en cuenta es el número extraordi­nario de enfermos hospitalizados que visitan Lourdes cada año: en 1952 fueron 28.284; en 1953, 26.325; en 1954, 33.780; en 1955. 32.852; en 1956, 33.065; en 1957, 34.405. ¿Cuántos serán en 1958, año del Centenario? '

(51) Cfr. {(Annales de sciences psychiques», 1908, p. 371.

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médico, humano y religioso a un tiempo. En el concret'ar los datos mé­dicos, radiografías, diagnósticos, testimonios, se ha de proceder con una exactitud severa. Todos los informes recogidos serán pocos. Es necesario fijar bien, y ello es de suma importancia en orden 'al milagro, las cir­cunstancias humanás, mor'ales y religiosas que permitan descubrir, de una parte, la superchería, si la hay, y de la otra, los elementos espiri­tuales característicos del milagro.

2. Tampoco hay que olvidar nunca que el mil'agro es un signo, y que todo signo, como toda palabra, no se comprende bien sino en un contexto, en una síntesis: «Tienen una lengua para quien sabe enten­derlos», escribía finamente San Agustín (52).

Un milagro puede convertirse en indescifrable si se le desvincula de todo contexto y de tod'a síntesis. Este fenómeno, que ya es verda­dero en el plano material de las leyes físicas, lo es todavía más en el plano psicológico y en el moral y religioso: «El discernimiento intuiti­vo de la unidad en la diversidad ... es universalmente medio de conoc¿'" miento» (53).

3. Es necesario, además, tener presente el;contexto vital y el estado desesperado del enfermo ante el que los médicos se confieslan impoten­tes. Los certificados y las declaraciones de los testigos lO aseguran. No es cuestión de recurrir entonces a remedios posibles. Una pértiga puede ser un instrumento con que salvar a un hombre caído al agua; pero si de hecho no la tenemos, nunca podráexplic'ar su salvación. Las pala­bras concretas de enfermos y testigos, poniéndonos en contacto con un estado de desamparo total y real del enfermo, práctica y necesariamente abandonado a su suerte, nos ponen a salvo de explicaciones 'abstracta­mente posibles y de hecho irreales. El espíritu humano se pierde faci­lísimamente en el mundo de las posibilidades, olvidando las circunstan­cias concretas reales, que son siempre elementos de máxima import'an­cía en el enjuiciamiento de un hecho.

4. Para discernir el milagro, es necesario descubrir la intervención dt una voluntad libre. Esta libertad se descubre lo mismo que en el resto de actos libres, y su discernimiento no es más ni menos Coro'" plicado .

. Pero es capital. Gracias a él, descubrimos la presencia de Alguien que obra según su voluntad. Otros signos pueden revelarnos su poder, su bondad. Pero es importante subrayar, sobre todo ante mentalidades que rechaz.an la libertad, que el milagro es «un acto libre del Ser Sob~ rano», como concluí'a el Dr. Assailly en una conferencia sobre Aspectos médicos del milagro. El Profesor Jean Lhermitte, en una conferencia dada en el Palacio de la Mutualidad en París, en febrero de 1955, sobre el tema Milagro y religión ante la ciencia y la Mstoria, blacía notar: «Si el fenómeno científico puede repetirse y ser sometido a experimenta­ción, lo propio del milagro es su carácter imprevisible, único, no sujeto a repeticiones ni experimentaciones». Yeso porque es un acto libre. To-

(52) Tract. in J oan. XXIV, 2; PL 35, 1593. (53) P.HUSSER, L'unité dans la diversité. eritere de verité. Chilteauroux, 1953,

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das las objeciones presentadas: valor curativo del agua de Lourdes (54), sugestión, hipnotismo, fuerzas desconocidas (55), se encuentran siempre en un contexto determinista. El milagro en un contexto de libertad.

5 El contexto religioso y espiritual es también muy importante. Nos coloca en el plano verdadero del milagro-respuesta libre de Dios fa un llamamiento religioso, individual o colectivo. N o es, además, raro que el milagro físico coincida con el milagro de una conversión y de una vuelta a Dios. ¿ Quién podrá en este sentido medir las repercusiones de los milagros de Lourdes en el plano religioso? (56). El fruto indica la naturaleza del tronco y de la flor. En los asuntos morales, el capital es precisamente el discernimiento moral (57). , 6. Los milagros de Lourdes son,además, hechos materiales encua­dradosen todo un contexto católico, y por ello, mensajes vivientes y act,u,a/.es del Reino de Dios.

Hubo milagros mesiánicos. Cuando Juan Bautista envía a dos de sus rliscípulos a proponer la cuestión precisa al Señor: «¿Eres Tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?», recibe la respuesta concreta: «Id e informad a Juan de lo que habéis visto y oído: los ciegos ven (señal de que Yo soy la Luz); los cojos andan (señal de que Yo soy el Camino, hacia el Reino de Dios); los leprosos son limpiados (señal de la restauración perfecta del hombre); los sordos oyen (señal de que Yo soy la Palabra de Dios); los muertos resucitan (señal de que Yo soy la Resurrección y la Vida)). (Lc 7, 22.) Es el anuncio y la proclama­ci6n de un Reino de Dios ya comenzado y en camino hacia su consu~ m'ación.

7. Los milagros de Lourdes tienen esta signifi!Cación católica y en­cajan perfectamente en 14 línea de los milagros mesiánicos. También

(54) Entre el 16 de septiembre y ellO de octubre de 1948, a petici6n del Dr. Leu­ret, entonces Presidente de la Oficina Médica de Lourdes, el Instituto Pasteur de París realiz6 una serie de análisis bacteriol6gicos de las aguas del Gave, de las de la fúente mila: grosa de Massabielle y de las piscinas de enfermos. Las conclusiones de dicho examen las establece el Prof. PRÉVOT, Jefe de Servicios de dicho Instituto: «Nada distingue la hidro­logía de Lourdes de la hidrología de las demás ciudades del mundo que se hallan en pa­ridad de circunstancias ... El milagro escapa al análisis: maravillosa lecci6n de humil­dad para el bi610go. El agua de la Fuente no es antiséptica, ni antibi6tica; permite desarrollarse a los microbios pat6genos como si no fuese milagrosa. Cuando cura. no lo hace ni con el mecanismo ni con el porcentaje de las sustancias terapéuticas. Exacta­mente como si el milagro no se realizase a través de ella, sino directamente sobre el que se cura, paralela o proporcionalmente a la calidad de su fe. Aunque sea necesario acudir a aquélla. El milagro está en el curado milagrosamente, el agua de la Fuente no es sino el Signo que lo materializa .• Cfr. Prof. PRÉVOT, Analyse Bactériologique des eaux de la Source Massabielle, du Gave et des Piscines, en «Marie., número especial con ocasi6n del Centenario del Dogma de la Inmaculada Concepci6n, 1953, p. 98-99.

DEROO, o. c., p.68-72, en una «Note Anne:veD, publica un buen resumen documentado de los problem¡¡s suscitados a prop6sito del agua de Lourdes y de los análisis efec­tuados de la misma.

(55) .Hay una diferencia radical, esencial, irreductible, o mejor, una oposici6n absoluta entre tales obras (los milagros) y las causas metapsíquicas: es la oposici6h lo que separa la acci6n libre de los efectos sometidos al determinismo.. Cfr. J. DE TON­QUÉDEC, S. J., Merveilleu.-r: métapsychique et miracle chétien. Paris, Lethielleux, 1955, p. 68. «La distinci6n fundamental que se impone en este caso es que la metapsíquica, en su conjunto, cae siempre en los dominios del determinismo, mientras que el milagro cris­tiano está íntegramente fuera de ese dominio y s610 obedece a la libertad de su autor .• ¡bid., p. 63. '

(56) Cfr. «Virgo Inmaculata». Acta Congressus Mariologici Romae 1954. Vol. XVI. o. C., p. 143-147. También nuestro estudio ya citado (cfr. nota 17), Notre-Dame de Lour­des et Israel.

(57) La experiencia cuotidiana nos ensefia que fácilmente, en el discernimiento moral, la voluntad mal inclinada frena o 'arrastra el juicio sobre actos y cosas. LEID­NITZ decía con finura: «Si la Geometría se opusiese a nuestras pasiones e intereses ac­tuales tanto como la Moral, seríamos capaces de violentarla otro tanto .• Nouveawx Es­sals, 1, 11, 12.

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ellos hablan del Reino de Dios. Son predicación en actos rea1les y con­cretos; «sEñales visibles de las maravillas invisibles» (58), del Reino divino, presente y futuro. Decíamos al principio que los milagros de I.Ñurdes son un medio apologético excelente de los milagros del Evan­gelio. Aquí subrayamos y llamamos la atención sobre su carácter me­Siánico.

Ha habido, sin embargo, quien algun'a vez me ha planteado esta cuestlón: «Padre, pero ¿por qué en Lourdes no hay resurrecciones?» Es un hecho; efectivamente, no las hay. Y un hecho análogo a la serie de milagros aprobados para las beatificaciones y canonizaciones de los santos. Ninguna resurrección como la de Lázaro.

Mi respuesta es que el testimonio de la Resurrección por medio de milagros en que alguien resucite, estuvo reservado a A,quél que es la Resun'ecci6n y la Vida. Este testimonio lo dió sólo el Crucificado-Resu­citado. Después de él, a nosotros nos basta la fe, en paciencia y espe­ranza, en el encuentro definitivo con aquel divino Resucitado. Todos los milagros, después de todo, no son más que un eco de aquella última esperanza.

Una resonancia especial de esta esperanza la tienen los milagros de Lourdes, que me complazco en llamar «Milagros euca1'Ísticos de Lour­des». Me refiero a los milagros acaecidos al paso de la Eucaristía; de la Eucaristía que contiene al Resucitado y es Sacramento de resurrecci6n. Lourdes, tierra del Evangelio, tierra del «Creo en Dios», es a un tiempo la tierra de la Hostia Santa.

III.-LOS MILAGROS EUCARtSTICOS

Significado espiritual, general y particular.

Aun teniendo como tienen los milagros de Lourdes un significado espiritual general en relación con la Iglesia, pueden tener también, y de hecho tienen, un significado espiritual particular.

Todos los milagros de Lourdes, por ejemplo, convergen hacia aque­llas palabras centrales del mensaje de la Señora aparecida: «Yo soy la Inmaculada Concepción». Esta afirmación de María está firmada por la mano de Dios. Y ese su privilegio único está, a su vez, ligado a la sustancia de la religión de Cristo. Lo subrayaba finamente Péguy, que, sin haber sido un cristiano modelo, era, sin embargo, un creyente: «Todos los problemas espirituales, eternos y carn'ales, gravitarn en torno a un punto central que no ceso de meditar, y que es la clave de la. b6-veda de toda mi religi6n: este punto es la Inmaculada Concepci6n». Nada más exacto.

Pero la Inmaculada está relacionada íntimamente con la Hostia;

(58) R. THIBAUT, Le Sens de l'Homme-Dieu. Louvain, Museum Lessianum, 1942, p. 27, 67. 73

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María es 1 nmaculada para ser Madre de la Hostia. En la tarde de su primera Comunión, Bernardita da una respuesta profunda:

«Durante la. visita que nos hizo la niña -escribe J.-B. Estrade (59)-- (era la tarde del Corpus Christi; jueves 3 de junio de 1858), mi hermana le preguntó:

-Dime, Bernardita, ¿qué te ha hecho más feliz: recibir al BUen Dios o con-versar con la Santfsima Virgen?

Bernardita dudó un instante; después, respondió: -No sé. Las dos cosas están unidas y no pueden compararse. A continuación, reponiéndose de su primera sorpresa, añadió tranquilamente: -Lo que sí sé es que he sido muy dichosa en ambas ocasiones. Las dos cosas

son inseparables. Bernardita no separaba a María de la Eucaristía.1l

En Lourdes hay una relación directa entre los milagros y el Sa­cramento del Altar. Vamos a entresacar y estudiar un hermoso haz de mil1agros realizados al paso de la Hostia Santa: Ellos nos harán mirar hacia Ella, adorarla y amarla. Es interesante a este propósito el si­guiente testimonio qe un profesor de Historia (60).

«Lo instantáneo de estas curaciones ante la. Hostia es uno de .los hechos m49 sorprendentes. Es la respuesta maestra a quienes consideran a Lourdes como auna devocioncilla». Lourdes es una admirable manifestación eucarística. La vida es muy distinta cuando la realidad del «don de Dios», la presencia del Se­ñor entre nosotros, se ha apoderado de ella; se trata entonces de ser lógicos y servir al Rey que se digna amarnos hasta esperarnos en el tabernáculo de nues­tras iglesias. Lo notaba en su libro: Lourdes, capitale de la priere (61), René Schwob, jUdío convertido: «La realidad de esta Presencia, la familiaridad de su trato con nosotros, eso es, creo yo, lo que se :trata de aclarar en Lourdes a tra· vés de las procesiones eucarísticas.»

El. significado espiritual particular de algunos de los milagros de Lourdes es, efectivamente, el de ser una llamada, una señal para que reparemos en la Hostia que ha reparado en un enfermo y lo ha sanado. Si es cierto que «el milagro es una señal dada por Dios para poner remedio al letargo de la conciencia religiosa», los milagros eucarísticos de Lourdes serán una fuerte sacudida del letargo de nuestra conciencia frente a la Eucaristía. Y así sucede. Son un medio de primer orden para a:vudarnos a «tener experiencia» del misterio de la Hostia; mist'erio del doble cambio profundísimo de la materia, en la doble consagración; misterio de la presencia del Crwcificado-Resucitado, presente con su Cuerpo y con su Sangre, Dominador del espacio y de la distancia; mis­terio de su ofrenda en el Calvado y en el Cielo, aplicado en fecundidad y vida a nuestro tiempo. .

Estos milagros eucarísticos de Lourdes nos hacen· patentes y sensi­bles de algún modo los prodigios del misterio eucarístico y la invasión de Ita acción divina en nuestro mundo matedal.

El. recuerdo de uno o varios sanados en Lourdes durante la misa,

(59) J. B. ESTRADE, Les Apparitions de Lourdes .. Souvenirs intimes d'un tém.otft". Tours, Mame, 1899, p. 284-285.

(60) M. T. n'AVIGNEAU, Valeur des faits de Lourdes. Témoignage d'un Professeur d'Historie. Lourdes, Imprimerie de la Grotte, 1955, p. 4.

(61) R. SCHWOB, Capitale de la priere. Paris, Desclée de Brouwer, 1934, p. 21.

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la comunión, la bendición o la procesión con el Santísimo nos hacen palpar la presencia de Cristo en la Hostia.

Son como una rasgadurla, por donde se mantfiesta la presencia del Djos €'scondido y operante en el fondo de nuestro ser, sin que podamos verle. Tiene razón el Rector de la Universidad Católica de Toulouse cuando dice (62) que el milagro es «un signo experimental de que Dios está presente detrás de la naturaleza y de la llamada; que nos hace para que realicemos, más allá de ella, un destino sobrenatural». Los mila­gros eucarísticos de Lourdes son una señal visible y un llamamiento de amor de la Hosti'a; Un estimulante extraordinario, que será experiencia personal nuestra, en la medida en que hayamos tenido relación con alguno de ellos, sea a través de las declaraciones de los testigos, sea por un conocimiento directo de los favorecidos con la curación. i Di­choso quien sepia· utilizar esas experiencias y hacerlas fructificar en un acto vivo de fe personal y, mejor aún, en. una respuesta amorosa!

AL PASO DE LA HOSTIA.

Los milagros de Lourdes se han producido en todo lugar: en la Gruta y en las piscinas, sobre la Explanada y en los Hospitales, fuera de Lourdes incluso: en el tren de vueltla, como Mlle. BROSSE, de Saint­Raphael, curada cerca de Toulouse, o como Mlle. CLAUZEL, curada en O!'án (África del Norte). En estos casos de milagros a distancia, la Ora­ción, una imagen, una gruta artifici'al o una novena establecen la 1'ela­"ión de la curación con Lourdes.

Hay un buen número de milagros de Lourdes realizados al paso del Santfsimo Sacramento. De 1888 a 1907, son trescientos cincuenta y siete los CaSOS de curación, obtenida durante la procesión con el Santísimo.

Entre los milagros aprobados por una comisión canónica, ya hemos hablado del de Mlle. Jeanne TULASNE, nacida. en Montrésor (Indre-et­Loire) el 8 de septiembre de 1877. A los diecisiete años le ataca el mal dr- Pott; su estado empeoro y se abandona toda esperanza. En 1897, ella misma decide ir a Lourdes. El médico juzga muy peligroso el viaje. La enferma está gravísima. El 7 de septiembre llega a Lourdes en una cesta de mimbre. Los síncopes se suceden unos a otros. El día siguiente, 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen y día de su cum­pleaños, se siente súbitamente curada al recibir la bendición con el Santísimo. Su curación, aprobada por una comisión canónica, se ha confirm'ado sólida y auténtica al no morir sino a principios de 1957, a los setenta y nueve años de edad.

El 20 de agosto de 1901 tocó el turno al famoso caso de Gabriel G4RGAM:. Cartero rural, a causa de una obstrucción en la pendiente de Livemant, . cerca de Angulema, el 18 de diciembre de 1899, se ve lan­zado en el 'accidente ferroviario a dieciocho metros de distancia. Queda gravemente herido en la columna vertebral y declarado incurable. Un

(62) «Journal de la Grotte», 17 de noviembre de 1935. Esta publicaci6n es la oficial de los Santuarios de Lourdes en lo que concierne a los milagros. Por eso la utilizamos con preferencia a cualquier otra publicaci6n.

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tribunal condena a la compañía de Orleans, responsable del accidente, a pagarle la sum'a de sesenta mil francos en concepto de indemnización y una renta vitalicia de seis mil francos por año (bonita suma para aquellos tiempos). Gargam, únicamente por deseo de su madre, se deja conducir ia Lourdes. Llega moribundo. El 20 de agosto de 1901, durante la procesión con el Santísimo, su camillero le ve desfallecer y quiere llevárselo: «No -dice su madre~, dejadlo; lo pondré mi pañuelo sobre la cara y así nadie verá que está muerto». El Santísimo Sacrament,o pasa y le bendice. De repente, el enfermo se despierta, se levanta y, a pie desnudo, tamina y se arrodilla ante la Hostia. Un cuarto de hora más tarde, sesenta y tres médicos contemplan a aquel espectro caminar ante ellos, Un testigo israelita cuenta la escena, digna de los tiempos del Evangelio, en el Daily MaU. Aun cuando este célebre caso no haya sido sancionado por sentencia eclesiástica, sin embargo existe en la Admi­nistración de Correos un expediente en el que, bajo juramento, diver­sos médicos confirman el estado desesperado de Garg1am, en vista de los fallos a pronunciar por la Audiencia de Angulema el 10 de febrero de 1901 y por el Tribunal Supremo de Burdeos el 2 de julio del mismo año. Numerosos médicos que han examinado estos documentos en la Oficina de Comprobaciones confirman su curación. Cualquier peregrino de Lourdes ha podido conocer a Gabriel Gargam, pues durante cin­cuenta años, hasta su muerte, acaecida el 23 de febrero de 1953, ha vuelto una y otra vez a Lourdes como camillero. Este milagro euca­rísticc es uno de los famosos de Lourdes.

Ya hemos señalado el caso de MUe. Marie SAVOYE, curada el 20 de septiembre de 1901 durante la procesión con el Santísimo, y cuya curación fué aprobada en 1908 (núm. 26) (63). M. DECRETON fué sanado también, al paso del Santísimo el 2 de agosto de 1904. Añadamos a MUe. Léonie LÉVEQUE, nacida, en 1880, en Lamballe, Cótes du N ord, enferma' de. sinusitis frontal; incurable, no obst"mte siete intervenciones quirúrgicas; sólo pesa 39 kilos. Queda curada, durante una misa nocturna celebrada en la Gruta, el 16 de julio de 1908. El 17 de mayo de 1908 toca la vez a MUe. Virginie HAUDEBOURG (núm. 39). Su curación lleva aprobación canónica.

El 5 de agosto de 1908 sucede la célebre curación de Mme. BIRE (nú­l11ero 31), nacida en .st-Gemme-la-Plaine (Vendée); una peregrinación rle Luc;;on la lleva a Lourdes. Completamente ciega, se halla en un estado general inquietante: VÓmitos de sangre y parálisis de piernas y brazos acompañan su ceguera. El viaje le es muy penoso. Diversos síncopes. Cuerpo esquelético. El 4 de agosto vuelve a la Gruta en estado deses­perado; el 5, Monseñor Fuzet le da lla Comunión en la Gruta; prolonga su acción de gracias. Todavía está allí a las 10-15 horas. «Ha acabado la última Misa. El sacerdote que lleva el copón pasa a su lado. Ella se agita y dice: «Veo a la Santísima Virgen». Poco después percibirá todo cuanto le rodea. Ve» (64). En la Oficina de Comprobaciones la examina el Dr. Lainey, especialista de Rouen. A los médicos que le preguntan: «Pero ¿cómo puede usted ver, si no tiene papilas?»,

(63) Cfr. p. 336. (64) DEROO, o. c., p. 183; .Cahiers Laennec., 1948, J, p. 14-15.

.J.

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responde con palabras que recuerdan las del ciego del Evangelio de San Juan: «Desconozco vuestro lenguaj e de sabios. i Lo que sé es que hacía seis meses que no veía, que no vero ayer por la mañana y que ahora veo!»

El 20 de agosto de 1908, M. Alphonse ALLIAUME, de Falaise, vaquero al servicio de M. Baloud, con lesiones incurables debidas a un acci­dente -un toro le había empitonado y lanzado 'a diez metros de dis­tancia, perforándole los lntestinos-, queda sano cuando la Custodia paBa ante él. El 29 del mismo mes y año, Mlle. Ernestine GUILLOTEAU, cuando transportan el Santísimo de lla Gruta a la Basílica del Rosario y pasa ante ella, se siente repentinamente curada de una peritonitis tubercu­losa (65).

Es notable la curación de la compatriota de Santa Teresita del Niño Jesús, Mlle. Henriette HAUTON, nacidla en Lisieux en 1888. Desde la edad de diez años padece hemorragias de estómago e intestino. Se halla reducida a un estado cadavérico. A sus veinte años pesa sólo diecisiete kUogram08. Llega a Lourdes el 8 de septiembre de 1908. Al día siguien­te, cu'ando el Obispo de Evreux .la bendice con eZ Santísimo, Henriette se agita y se dice curada. Instantes despu,és, los doctores que la exa­minan se asombran de verla caminar con su cuerpo atrofiado y sin músculos. Doce días después, ha doblado su peso, y tres meses más tarde pasa de los cincuenta kilogramos. Lo que más nos interesa es la conclusión eucarística que su padre saca espontáneamente del aconteci­miento. El buen hombre exclama: «i Es, pues, tu religión la que hace tales maravillas! Hija mía: yo quiero pertenecer a ellia, quiero hacer mi primera ComuniónJ» y durante un año se prepara con lecciones fre­cuentes de catecismo con un coadjutor de la Parroquia de San Pedro.

L8. apoteosis euclarística continúa: el 28 de mayo de 1909 es la fecha de curación de Mlle. Aimée ALLOPE (núm. 32), y el 9 de julio de 1909, la de Mlle. Marguerite VERZIER: enferma primero de los ner­vios, entra en el Asilo de la Teppe (Dróme) el 26 de marzo de 1909. Se le declara una meningitis. Se la va a sacar del !Asilo, cuando, en una claída, se rompe el pie izquierdo y la cadera derecha. Comienza a sufrir convulsiones horribles. El 7 de julio de 1909, el médico asegura que jamás volverá a andar, porque sus huesos rotos son incapaces de vol­verse a unir. El 9 de julio, en el hospital, se une en oración con algunas amigas que han partido para Lourdes. Comulga en su cama y se siente curada al punto. Se llama al médico, que declara: « i Los huesos se han so1dado!» Inmediatamente se cantla un Magnificat en la capilla. El Doc­tor Van del' Elst precisa: «En Mlle. Verzier, las convulsiones impedían la inmovilidad; la coaptación de los fragmentos no pueden ser una ex­plicación, sino al contrario, una complicación piara la curación». El 4 de agosto de 1911, Mlle. C'aroline RAvEREAu, empleada de Correos en Ar­veyre (Gironde), que sufre una dislocación de vértebras, queda instan­táneamente curada durante la procesión con d Santísimo (66). El 26 de

(61S) R. GAELL, Les gra:ndes guél'isons d.e Lourdes. Celle qui ressuscita. Parls, Téqul, 1932, 19 cm., 242 p.

(66) Cfr. «Journal de la GroUe», 27 de agosto y 17 de septiembre de 1911 y 21 de julio de 1912.

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septiembre del mismo raño tiene lugar la curación de Mme. Marie FABRE (número ::l8); Y el 22 de agosto de 1913, la de Mlle. Claire PAQUIGNON, de París. Tuberculosa esta última, ha sufrido ya dos intervenciones del Doctor Lerey en el Hospital de San José; la peritonitis se declara. Do­lores intolerables, vómitos, frecuentes supuraciones. El Dr. de Ville­chauvais teme que un viaje a Lourdes de lla enferma sea mortal. El 22 de agosto, la moribunda se siente repentinamente sana durante la procesión con el Santísimo. Un médico incrédulo confesará semanas más tarde en La Re1JUe de l'Ouest: «El hecho está ahí, crudo, inexplicable. No busquemo':'l esc'apatorias, ni hablemos de fenómeno nervioso. Mlle. Pa­quigEon ha llegado a Lourdes el 21 de agosto atacada de peritonitis tu­berculosa de último grado. Y ha partido el 25 con todos los síntomas de una curación completa y radical. Yo lo he visto y lo confieso».

Otras curaciones euclarísticas son las del marino jnglés John TRAY­NOR, del 25 de julio de 1923, durante la bendición con el Santísimo (67); la de Marcel HUBERT, el 25 de agosto de 1923, que tiene una magnífica conclusión eucarística. Niño aún, entiende y comprende el llamamiento de la Hostia y le consagra su vidla, llegando al sacerdocio el 29 de junio de 1937. La vida del sacerdote es una larga y continua relación con la Hostia Santa. No se explica sin ella. Aquel niño de diez años queda hecho sacerdote para siempre (68).

El 3 de julio de 1924, Mlle. BRESSOLES, cuya curación ha sido apro­bada canónicamente en 1954, sólo treinta años después de sucedida (nú­mero 50), experimentó un gran malestar durante la procesi6n con el Sarz~ tísimo; después, transportada la la Gruta, siente una especie de crujido general en su cuerpo; a la mañana siguiente, los médicos presentes en la Oficina de Comprobaciones constatan la desaparición completa de to­dos los fenómenos de compresión medular y de todos los síntomas del mlal de Pott (69).

Al año siguiente, el día 25 de agosto,. MUe. Louise ARNAuD se siente curad~ de una esclerosis en placas en el momento de comulgar en la Gruta. En su libro Gitérisons de Lourdes,. el Dr. Vallet expone larga­mente este caso y da dos facsímiles interesantes de la escritura de la enferma antes y después de su curación (70). El mismo doctor señala el caso de Mlle. Marie-Rose RIBERT, de Rennes, de cincuenta y tres años de edad, que llega moribunda a Lourdes con el diagnóstico: pielo-ne­fr,tis con hematuria, piuria, retención intermitente de orina y presencia frecUlonte de pus en sus deposiciones; estado general, de lo más alar­mante; su dehilidad está en el límite extremo. El 13 de mayo, durante la procesi6n con el Santísimo, se siente revivir, yen cinco días, después de treinta y ocho años de enfermedad, trece de ellos de martirio, pasa de las puertas de la muerte a la plena salud (71).

En el mes de septiembre de 1925 se nos presentan tres casos: El 4 de

(67) Cfr. VALLET, o. e., p. 101·115. (68) COURTIN, o. e., p. 346. (69) «Journal de la Grotte», 16 de enero de 1955; A. VALLET. Ir1- veríté sur Laur·

des et ses guérisans miraculenses. Paris, Flammarion, 1944, p. 208·222. (70) P. 84·100. El primer facsímil está en la p. 90; el segundo, en la p. 93. (71) Ibid., p. 60·61.

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septiembre, Mlle. Eugénie COURAULT, de cuarenta y cinco años, de la diócesis de Poitiers, atacada de peritonitis, queda curada después de haber comulgado en la Gruta (72). El día 8, Mlle. Lucienne BRUGNEAUX, de Cambraí, sana de tuberculosis pulmonar en idénticas circunstancias. Su médico habitual constata el 21 del mismo mes que «la cicatrización de las lesiones es complet1a» (73). El 23, la Hostia consuma la curación de Mlle. Franc;oise LE GUERN, enferma de tuberculosis y mal de Pott (74).

Un caso en el que queremos detenernos un poco es el de Mme. Au­gustine AUGAULT, de Craon (Mayenne), donde nació en 1877. Desde 1912 sutre de un tumor abdominal. El Dr. Fraigant, que la trata, comprueba en 1921 la existencia de un fibroma con hemorragias. El Profesor Mar­tin, de Angers, se opone a operar a la enferma, demasiado débil. Al año siguiente, el Dr. LOiseleur, a su vez, juzga también imposible el ope­rarla. El mal continúa su progreso. «No la dejen nunca sola. Se les puede quedar de un momento a otro», aconseja el Doctor. Algunos síncopes duran cuatro horas. iAJ fines de mayo, ella misma decide que se la lleve a Lourdes. El Doctor lo cree una locura. El viaje es un largo m1artirio; se cree que va a morir en la noche del 20 al 21 de agosto. Se la desacon­seja asistir a la procesión con el Santísimo. Viéndola llorar, sus cami­lleros. el Príncipe de Bélarn y el teniente Cellerier, consienten en llevarla. El Santísimo' pasa. «De repente -cuenta ella misma~ mis sufrimien­tos terminan; abro los ojos, un bienestar inaudito me invade. Estoy curada» (75).

A la mañana siguiente, 22 de agosto de 1926, treinta y cinco médi­cos la ex1aminan. Otro más, el Dr. Juge, renombrado especialista de Mar­sella, incrédulo hasta entonces, llega también. El Dr. Vallet le invita a controlar el caso. Toma los certificados médicos, examina aquel cuerpo macilento de treinta y cinco kilogramos a los cuarenta y nueve años. La masa fibrosa ha desaparecido. Ve a la enferma ir a la procesión. La examina dos veces por la tarde. y vuelve a verla en su casa ellO de septiembre. Lealmente reconoce que no hay otra explicación que Lour­d(:s mismo. «Señor tAbate -le confesaba al Canónigo Benelley en 1927-, si se os pregunta si es verdad que yo comulgo todos los días, responded que es verdad, porque he visto y palpado con mis propios dedos, en Mademoiselle Augault, un millagro eucarístico.» Un librepensador del pueblo de la favorecida se confesó y comulgó el 8 de diciembre: «El milagro mayor -decía- soy yo, convertido para la eternidad». Y una joven empleada de Correos que se burlaba, volvió a la fe, comulgando diariamente y llegando a ser religiosa en un Convento de Tréguier. La Eucaristila había prolongado su poderoso influjo (76).

AÍ1adamos. finalmente, a este ya tupido haz la curación de Mlle. Ga-

(72) Ibid., p. 66. Anotemos que la fiebre le había durado a MUe. Courault desde el 16 de mayo, o sea, más de ciento diez días consecutivos, desapareciéndole repentina­mente.

(73) Ibid., p. 60. (74) Ibid., p. 63-64. (75) Ibid., p. 115-132. (76) J. BELLENEY, Guér!sons de Lóurdes, en «Virgo Inmaculata». Acta Congressus

Mar!ologíci Romae 1954, vol. XVI, o. c., p. 102-106. Cfr. también la tesis doctoral del Dr. H. MONNIER, Étude médicale de quelques guér!sons survenues a Lourdes. Paris, Ma­loine, 1930, p. 11-20.

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brielJe CLAUZEL, curada en tierras africanas, en Orán, durante la Misa y la Comunión, el 15 de agosto de 1943 (núm. 42). Un agricultor árabe tuvo esta encantadora reflexión: «Señorita, sabemos quién te ha cura­do: i no ha sido el toubib, sino Myriam, la Madre de Jesús el Pro­feta!» Cada año, Mlle. Clauzel, Secretaria en Orán de lla Organización de peregrinaciones a Lourdes, va a la Gruta pirenaica a proclamar el poder de aquella Misa de su curlación, que ella pensaba sería la última de su vida. En ella, entre la elevación y la comunión, sintió algo anor­mal; se conmovió de repente; era la curación que se acercaba. Reci­bida la Comunión, esperó la salida de la muchedumbre, se levantó de su c3milla, y aquella piltrafa de treinta y cinco kilogramos empezó a caminar. La Hostia es sacramento de resurrección.

El 20 de octubre de 1948 tuvo lugar el caso prodigioso de Mlle. FRÉ-­'l'EL (núm. 45). Desde enero de 1938 la agosto de 1946 había sufrido trece operaciones, ocho de ellas abdominales. Desde 1940, el Profesor Alphon­se Pellé, de la Facultad de Medicina de Rennes, le había diagnosticado una peritonitifl tuberculosa. Primero reside en el Sanatorio de Haut­Leveque (Gironde); luego, en los de Labenne Océan y Pontchaillou, 'así como en el Hospital de Rennes. En las múltiples operaciones abdo­minales del maxilar superior y de cada pie por osteítis, los Doctores Marinelle y Pellé han añadido, sin resultados, sesiones de rayos ultra­violetas. Su temperatura oscila entre treinta y nueve y cuarenta gra­dos y medio. Cuatro meses antes de su curación, la estreptomicina que se le aplica se demuestra ineficaz. Se le vuelve a enviar, sin espe­ranza, a Pontchaillou. En junio de 1948 obtiene un puesto en la pere­grinaC'Íón del Rosario de octubre. El 29 de septiembre recibe la Extre­maunción por tercera vez. El 4 de octubre parte para Lourdes. Estado comlatoso. A la mañana siguiente recibe Za Comunión en el altar de Santa Bernardita; apenas ha recibido la Hostia, se da cuenta que se halla en Lourdes. Ya no sufre. Toma café con leche con apetito y sin devolverlo: cosa que hacía con todla clase de alimentos hacía ya tres meses.

Se la lleva a la Gruta. De repente siente que dos manos la cogen por las axilas y la levantan para sentarla. Se vuelve y no ve la nadie. Las mismas manos toman ahora las suyas. Su hinchado vientre se ha vuelto normla1. Se siente completamente curada.

De vuelta al Hospital de los Siete Dolores, el Dr. Guégan la exa­mina: no encuentra traza ninguna de peritonitis. A la mañana si­guiente, los médicos de la Oficina de Comprobaciones reconocen su perfecta curación. Pesa cuarenta y cuatro kilogramos. Quince días más tarde, pesa sesenta y cuatro kilogramos. El Profesor Pellé escribe una relación muy detallada de su curación; y al año siguiente una comi­sión de cinco médicos la examinan de nuevo. Veinte médicos firman un lacta donde se atestigua su vuelta a una salud perfecta. Su expe­diente es uno de los mejores de los archivos de Lourdes. Vale la pena de presentarlo a cualquier investigador minucioso, porque constituye un magnífico testimonio de la seriedad de los exámenes médicos de Lourdes.

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Ya hemos hablado de Mlle. COUTEAULT (núm. 53), curada en las pis­<:inas a continuación de la procesión del Santísilmo Sacramento, donde va había recobrado el uso de la palabra, respondiendo a las invocaciones tradicionales. Mademoiselle BIGOT (núm. 54) se sintió curada de su sordera, tambi.én durante la procesión con el Santísimo, en la peregrina­ción del Rosario de 1954, donde percibió inesperadamente la invocación df: la multitud: «Salve, Reina del Rosario».

Todos estos hechos convergen lo suficiente para hacernos compren­der que en Lourdes y en todo cuanto gira en torno a Lourdes, la Hos­tia ocupa el puesto central, hacia el que es preciso mirar y en que eS preciso reparar, porque su presencia es voz de llamada y de apremio.

El.. LLAMAMIENTO DE LA HOSTIA SANTA.

El pueblo ha comprendido este sentido eucarístico de los milagros de Lourdes, que han sido el comienzo de vueltas perseverantes a la Sagradla Comunión y a la fe en la Eucaristía: «¿ Quién habría podido creer hace un año --declaraba el padre de Mlle. Marguerite DES­CHAMPS, sanada milagrosamente (77), a Monseñor Legasse, Obispo de Perigueux- que se me podría ver comulgar de vuestras. manos en la Gmta y llevar junto a S. E. esta tarde el palio del Santísimo?»

En Lourdes, las muchedumbres han oído y entendido este llama­miento de la Eucaristía. San Pío X, el Papa Eucarístico, lo hacía notar ·en términos conmovedores en una carta enviada al Obispo de Lour­des, Mons. Schoepfer, por el Cardenal Merry del Val:

«La gloria única del Santuario de Lourdes residQ en el hecho de que los pue­blos son allí atraídos de todas partes por María a la adoración de Jesucristo en el Augusto Sacramento, de manera que este Santuario, a la vez centro de culto mariano y trono del misterio eucarístico, sobrepasa, al parecer, en gloria a to­dos los demás en el mundo católico» (78).

El Cardenal Van Roey, de Malinas, lo hacfu notar también en su Carta Pastoral de 1954 con motivo del Año Mariano:

«Lo que impresiona en Lourdes es, indudablemente, el rezo, fervoroso, con­tinuo, del rosario y el canto conmovedor del A ve; pero aún más, la necesidad de las muchedumbres por asistir a la Santa Misa, acercarse a la Sagrada Mesa, participar en la procesión y adoración del Santísimo. El culto de la ViTgen, .en el sentido q1le la Iglesia y MaTía .QUieTen darle, es esencialmente e1lcarístico. Lejos de usurpar el lugar de Jesús en la vida religiosa del cristiano, María es el instrumento más seguro para poner las almas en contacto íntimo con Cristo, su único Salvador» (79).

Es lo que experimenta quien vea desarrollarse el culto eucarístico en Lourdes. Junto a esas magnífic1as procesiones con el Santísimo que, desde Pascua de Resurrección hasta últimos de octubre, se celebran cada db, Y que hacen de Lourdes, según la exclamación de un peregrino,

(77) Curada de una peritonitis purulenta y del mal de Pott dorso-lumbar; estado desesperado el 7 de agosto de 1922, al ser inmersa en las piscinas. Cfr. la tesis ya citada -del Dr. GUARNER.

(78) Breve del 25 de abril de 1911: Arch. Brev. Ap. Pius X, ano 1911, Div. Lib., IX, pars I, f. 337. Citado por Pío XII en Le pi!lerinage de Lourdes, AAS 49 (1957) 610.

(79) Citado en «Vi.rgo Inmaculata», Acta Congressus lYlariologici Romae 1954. Vo­lumen XVI, O. c., p. 141.

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«una fiesta perpetua del Corpus», la SanVa Misa, que renueva sobre nuestros altares ~l sacrificio del Crucificado-Resucitado, tiene en Lour­des un puesto central: en 1952 se celebraron cincuenta y ocho mil misas; en 1953, cincuenta y un mil doscientas; en 1954, noventa mil; en 1955, sesenta mil; en 1956, cincuenta y nueve mil, y esto sin tener en cuenta las celebradas en las otras treinta iglesias y capillas de la villa. En la Gruta y en los doscientos altares con que cuenta el San­tuaric se distribuyeron en 1952 dos millones de comuniones; en 1953, un ;mUlón seiscientas quince mil; en 1954, dos millones doscientas mil; en 1955, un millón quinientas cincuenta y ocho mil; en 1956, un millón setecientas diez mil.

Es inútil subrayar cómo los enfermos de Lourdes comprenden que en la Eucaristía está su fuerza. Cerca de treinta mil enfermos van cada año a Lourdes' a encontrar junto a María la fe y la confianza en el poder invisible de Aquél, que es pan bajado del cielo. También una protestante quedó impresionada de esa relación existente entre la Eu­caristía y tantos milagros en Lourdes: Ruth Cranston lo confiesa leal­mente en su libro documental sobre Loilrdes (80).

Un testimonio del Dr. Vallet nos confirma que también el ambiente médico ha percibido el lazo que existe entre ciertos milagros y la Sa­grada Eucaristra. A un sacerdote que, con motivo de una visita a la Oficina Médica de Lourdes, le preguntaba: «Doctor, ¿y qué dicen sus colegas incrédulos a todo esto»; el Dr. Vallet respondió: «Los hay, «apriorísticos», que no quieren venir a ver. Hay otros que reparan en Lourdes. Este año (septiembre de 1928) han pasado por !aquí más de setecientos médicos. Aquí nos guardamos de pedirles que crean: basta que estén de buena fe. Muchos se impresionan». Luego, mirando hacia la sala donde los médicos se reúnen para discutir los casos de curo­ción, añadió: «Muchos empiezan por la mesa verde y terminan en la mesa del Altar» (81).

Durante el siglo XIX, tan incrédulo, y durante la primera mitad del xx, Lourdes y sus milagros eucarísticos han sido, por María, el predicador más irresistible de los prodigios de la Eucaristía.

CONCLUSIÓN: EL LLAMAMIENTO DE LA HOSTIA CONTINÚA ...

Nuestra enumeración de los milagros que en cien años se han veri­ficado en Lourdes puede p'arecer demasiado minuciosa y árida. Era necesario hacerlo así.

Este examen preciso y particularizado de los prodigios ininterrum­pidos que tienen lugar en Lourdes nos ha puesto en contacto con un llamamiento espiritual sensible, con una señal experimental que, hace cien años, se viene dando a nuestro mundo actual y que se injerta visi-

(80) R. CRANSTON, The miracle oi Lourdes. New York, McGraw-Hill Book Company, 1955. Es un reportaje muy objetivo y simpático de una protestante. «La experiencia de Lourdes -dice- revela a los hombres y mujeres de todo el mundo una llama(!a sa, turada de contenido religioso.»

(81) He aquí, por naciones y especialistas, el número de médicos que pasaron por Lourdes en 1952: 41 profesores, 121 médicos de hospitales, 97 cirujanos, 64 pedia­tras, 63 tisiólogos, 54 ginecólogos, 47 médicos militares, 39 psiquiatras, 34 médicos de

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bftemente en la trama de nuestro destino personal. Admitamos que esta cadena de milagros es, por lo menos, extraordinaria. ¿Por qué nuestro mundo moderno, :tan amigo de lo extraordinario, no les presta más atención y no escucha ese eco. del poder y de la verdad de la Euca­ristía?

Los milagros de Lourdes, igual que los de Fátima o los de las vidas de algunos santos, continúan transmitiéndonos la llamada cIara y cierta del Pan de Vida, vivo en la Hostia como sobre los senderos de Palestina. Como decía un convertido (82), la revelación de Lourdes, lo que esenclalmente nos da, es «esa intimidad con Za Eucaristía, en quien la Virgencita judía, hecha Madre del género humano, hla querido que todos los hombres se encontrasen reunidos». .

En Lourdes, como en toda la Iglesia, María llama a las almas a la Eucaristía; su Inmaculada Concepción explica la transparencia de su Mediación: «María no es un mediador que Cristo haya puesto entre É] mismo y los hombres para guardar distancias; al contrario, es el medio que ha escogido para suprimirlas y para que la estirpe humana, en Él, entre en contacto directo con Dios» (83).

Todo ello se ha cumplido por María, y continúa realizándose pOr Ella. Lourdes nos facilita una visión clara de la reZación teológi!ca que extste entre la Inmaculada Concepción y la Mediación; la Inmaculada, sin mancilla ni sombra, todo lo hace converger hacia la Eucaristía y su Hijo. Lourdes se ha convertido así en una institución eucarística. Ci­tando unas palabras de Paul Claudel, «la Virgen no ha venido a Lour­des para tocar simplemente el suelo con la punta de sus pies». Sir­viéndonos de la expresión de San Agustín, <(hon venit et abiib>. Vino para establecer y preparar un contacto de los hombres con Dios» (84).

Estableciéndolo, después de un siglo, los milagros de Lourdes son transmisores del llamamiento sensible de la Hostia, que espera nuestra respuesta y que, en lo invisible, re1aliza, a su vez, los prodigios inte­riores del Amor Todopoderoso de Dios, produciendo en el interior de las almas una irradiación divina, realizada antes plenamente en la Vir­gen Inmaculada, hecha Madre de la Gracia por la Sangre de Cristo, su Hijo

Roma.

GEORGES-J. DEDEBAN MEP

seguros sociales, 32 otorrinolaringólogos, 30 oculistas, 29 radiólogos, 21 estomatólogos, 20 cardiólogos, 18 dermatólogos, 15 ortopédicos, 10 urólogos, 10 biólogos, 9 homeópat:;¡s. 9 médicos coloniales, 6 de curas termales, 3 anestesiólogos, 3 bacteriólogos, 2 osteópatas. 2 cancerólogos, 604 de Medicina general, 62 farmacéuticos, 167 estudiantes.

734 franceses, 229 italianos, 157 belgas, 55 irlandeses, 47 ingleses, 38 holandeses, 26 suizos, 25 alemanes, 24 escoceses, 21 austriacos, 16 del Sarre, 15 africanos, 21 ameri­canos. 10 españoles, 8 indios, 4 portugueses, 3 daneses, 2 luxemburgueses, 1 sueco, 1 no­ruego, 1 sirio.

Hasta 1955, el Libro de Oro de visitantes de la Oficina de Comprobaciones había recogido las firmas de 32.663 médicos.

(82) SCHWOB, o. c., passim. (83) E. MERSCH, Théo/.ogie du Corps Mysti.que. I..., p. 274. (84) P. CLAUDEL, L'I71stitution de Lourdes, en «Marie., n. cit., p. 54.