Censura y Autocensura en La Pampa[1] - me.gov.ar · terror” o “guerra fría”, basado en la...
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Autores: Nadia Graciela Jara, Rebeca Aldana Pascual, Lorena Elisabet Schenfelt, Evangelina Verónica Rodríguez Institución: Centro Regional de Educación Artística Provincia: Santa Rosa, La Pampa
GOLPE MILITAR: CENSURA Y AUTOCENSURA EN LA PAMPA
Introducción
Antes de comenzar la realización de esta monografía y la recavación de información
pertinente nos planteamos varias preguntas a partir de las cuales encaramos este trabajo:
¿Qué llevó a que se produjera el Golpe Militar en Argentina?, ¿Fue en realidad solo una
cuestión política?, ¿La Pampa fue una isla como muchos creen? ¿Porqué, a quiénes y cómo
afectó el Golpe de Estado en nuestra provincia?.
A lo largo del desarrollo del trabajo iremos develando estas cuestiones, para esto partiremos
situándonos brevemente en el contexto internacional de la época, citando los antecedentes
que dieron lugar al mismo, pasando por el contexto nacional para luego llegar a la provincia
de La Pampa y desde allí el desarrollo de un hecho puntual.
ANTECEDENTES Y CONTEXTO INTERNACIONAL
Entre 1914 y 1974 se sucedieron dos guerras mundiales que dejaron un saldo de cien
millones de muertos, se arrojaron bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y
Nagasaki; se inauguró una etapa histórica a la que se llamó cálidamente “guerra fría”,
produciéndose el rearme en tiempo de paz inestable más importante de la historia: Estados
Unidos se embarca en un conflicto absurdo con una pequeña y atrasada nación del sudeste
asiático, Vietnam del sur, de apenas ocho millones de habitantes, siendo humillantemente
derrotados por un ejército de campesinos, sin preparación ni capacidad de fuego, dirigidos
por un hábil estratega que tan sólo aplicó una vieja aunque efectiva táctica militar, la
“guerra de guerrillas”; se universaliza e incluso se legisla en algunos países, la utilización de
la tortura como método para la rápida obtención de información; el continente africano se ve
sacudido por las luchas de la independencia.
La posibilidad de una Tercera Guerra Mundial fue la consecuencia fundamental del
antagonismo entre los dos bloques políticos formados a partir de 1945. Las dos superpotencias,
Estados Unidos y la Unión Soviética, procuraron desde ese momento extender y consolidar sus
esferas de influencia por medio de la fuerza militar, que fue incrementándose
progresivamente en ambos bandos con el fin de mantener el poder destructivo suficiente
como para disuadir al enemigo de cualquier intento de ataque directo. Este “equilibrio del
terror” o “guerra fría”, basado en la carrera de armamentos entre los dos bloques (armas
tecnonucleares y misiles balísticos), se caracterizó por la aparición de una serie de guerras
localizadas cuyas consecuencias no transferían los límites de una determinada región del
planeta, en la que lo que se hallaba en disputa era, en última instancia, los intereses de las
dos superpotencias.
Las tensiones comenzaron con la guerra civil griega (1944-1949), en la que Estados
Unidos y el Reino Unido intervinieron contra la guerrilla comunista opuesta a la restauración
monárquica, y con la crisis de Berlín de 1948, provocada por el bloqueo ruso a las
comunicaciones terrestres de la ciudad, que fue superado gracias a un gigantesco puente
aéreo establecido por la aviación estadounidense con objeto de mantener el abastecimiento
de la población. Poco antes se había producido un golpe de Estado Comunista en
Checoslovaquia, cuyo gobierno se había mostrado en principio favorable a aceptar el Plan
Marshall. En 1949 fueron creadas oficialmente las dos Alemanias, cuya separación simbolizaba
el “telón de acero” que dividía a Europa, y un año después estalló la guerra de Corea, como
consecuencia de la invasión de los comunistas del norte contra la República del sur. La
intervención en este conflicto de Estados Unidos, bajo los auspicios de la ONU, y en el lado
opuesto de la China comunista, amenazó durante algunos meses el mantenimiento de la paz
mundial, pero finalmente el miedo de la guerra nuclear hizo que la guerra perdiera virulencia
y, en 1953, el armisticio de Pan- Mun- Jon supuso el restablecimiento aproximado de las
antiguas fronteras entre las dos Coreas.
En 1952 dio comienzo un período de estabilización en el desarrollo de la guerra fría.
Eisenhower, elegido ese año como presidente de Estados Unidos, y Kruschev, sucesor de
Stanlin en el poder soviético desde 1953, comprendieron la necesidad de aceptar el equilibrio
entre ambas potencias e iniciar conversaciones sobre el desarme y la cooperación
internacional. La “coexistencia pacífica”, término acuñado por Kruschev, suponía el
reconocimiento tácito de las esferas de influencia de cada bloque, la aceptación de las
diferencias políticas e ideológicas en las distintas partes del mundo y la voluntad de evitar el
enfrentamiento directo entre las superpotencias. La necesidad de la distensión fue avalada
por la actitud de algunos países “satélites”, como Francia y Polonia, y por la voluntad
neutralista de numerosos países del Tercer Mundo, que deseaban sustraerse a las esferas de
influencia del mundo occidental y del socialista. Sin embargo, entre 1956 y 1960 se produjo
un recrudecimiento de la guerra fría, conocido como el “período álgido”, durante el cual
surgieron nuevos focos de tensión en distintas partes del globo.
En 1956, los tanques rusos aplastaron en Hungría un levantamiento popular de carácter
socialista y nacionalista, al tiempo que las tropas israelíes, inglesas y francesas intervenían en
Egipto como respuesta a la nacionalización del canal de Suez. Dos años después los marines
estadounidenses desembarcaron en Oriente Próximo, zona que se había convertido en un foco
permanente de conflictos desde la instauración del Estado de Israel en 1948.
La flota estadounidense intervino también en Formosa para evitar los ataques de la
República Popular China contra el gobierno nacionalista de Chiang- Kai- Chek. Por último, fue
derribado por las defensas soviéticas sobre su territorio.
No obstante, la llegada de John Fitzgerald Kennedy, a la presidencia de Estados Unidos,
en 1961, hizo albergar nuevas esperanzas acerca de la consecución de la distensión entre
ambas superpotencias. La teoría norteamericana de la “nueva frontera”, formulada por
Kennedy y sus colaboradores como un reto planteado por Estados Unidos en la conquista de la
colaboración y el progreso internacional, supuso el reconocimiento implícito de los principios
de la coexistencia pacífica, que comenzaron a dar sus primeros frutos con el inicio de las
conversaciones de Ginebra sobre el desarme. La crisis de octubre de 1963, provocada por el
descubrimiento de una instalación de cohetes soviéticos de alcance medio en la isla de Cuba,
y el asesinato de Kennedy, ocurrido en noviembre de ese mismo año y cuya autoría no ha
llegado a ser aclarada plenamente, determinaron la interrupción momentánea de las
conversaciones.
Sin embargo, la “igualdad atómica” entre las dos superpotencias había quedado
consolidada, lo cual significaba tanto el mantenimiento de la imposibilidad de una guerra
mundial como la continuación indefinida de la guerra fría. Mientras tanto, había surgido un
nuevo peligro: la proliferación de armas nucleares en países que disfrutaban de cierta
independencia respecto a los bloques, como China, la India, Israel, etc., y que por
consiguiente resultaban menos controlables en caso de un conflicto regional. Con objeto de
evitar la aparición de guerras nucleares a nivel local en 1968 se firmó un tratado de no
proliferación nuclear suscrito por 62 países, entre los que, sin embargo, no se encontraban
dos potencias secundarias de cierta importancia, como lo eran China y Francia.
Sin embargo la caída de los regímenes comunistas en la Europa del este y la URSS a
principio de la década de los noventa, dieron por finalizada la tensión Este-Oeste, aunque los
nacionalismos en la URSS y Yugoslavia siguieron siendo un peligro para la paz.
CONTEXTO NACIONAL
La última dictadura militar ha marcado una fractura profunda en el devenir histórico
argentino: hay una Argentina anterior a 1976 y otra posterior a 1983. La celebración del
retorno a la democracia en ese año apenas puede ocultar la magnitud de la transformación,
la definitiva destrucción de una Argentina profundamente conflictiva pero vital y su
reemplazo por otra, democrática, pero exangüe y empobrecida, que treinta años después aun
no alcanza a cobrar forma.
Aquellos conflictos de la vieja Argentina, amasados durante los 20 años previos, habían hecho
eclosión en 1975, en vísperas del golpe militar: caos económico, crisis de autoridad, luchas
facciosas, violencia descontrolada. Todo ello configuró un cuadro que facilitó y hasta legitimó
la intervención militar, recibida por muchos con alborozo, con alivio por otros, y con
resignación por los más.
Como era habitual en estos golpes, las Fuerzas Armadas anunciaron su propósito de
reconstruir una auténtica democracia republicana. Mientras tanto, asumieron la totalidad del
poder, que repartieron entre las tres fuerzas, y suspendieron la vigencia del orden jurídico.
Sólo quedó en pie una débil institucionalidad, que tampoco fue respetada por la dictadura.
Los militares se propusieron no solo restablecer el orden sino eliminar de raíz las causas
profundas de los conflictos. Las metáforas quirúrgicas –como “extirpar el tumor”- dan una
idea del método imaginado: la práctica estatal de un terrorismo clandestino. La operación y
sus fases son hoy bien conocidas: el secuestro, la tortura, la detención en campos
clandestinos y la desaparición final.
Como ha establecido la justicia, se trató de un plan global, con una necesaria organización
administrativa, cuyas decisiones finales- la ejecución y desaparición- eran tomadas por jefes
del más alto nivel. La represión se dirigió contra las organizaciones armadas, que en 1976 ya
estaban prácticamente derrotadas, y contra sus simpatizantes y apoyos civiles. Pero se
extendió a todo tipo de militancia social y política: obreros, estudiantes, sacerdotes,
abogados y periodistas fueron los grupos más castigados. La arbitrariedad formaba parte del
método, destinado también a aterrorizar a los vivos, cuyo silencio y acatamiento se impuso
mediante el despliegue del terror clandestino. Simultáneamente, el discurso público de las
Fuerzas Armadas –el único que podía circular- descalificaba a toda disidencia, toda crítica,
como obra de la “subversión apátrida”.
Suprimir de raíz los conflictos consistía también en cambiar la relación entre un Estado con
mucha capacidad para conceder subsidios y prebendas y un conjunto de intereses
corporativos cuya puja por el maná estatal generaba el permanente desorden. Era la herencia
de la Argentina populista. “Achicar el Estado, en el sector industrial. A la vez, a través de las
obras y servicios públicos, se apoyó a la llamada patria contratista, semillero de los nuevos
poderosos, los indiscutidos vencedores en la contienda social. Junto a ellos se alineó el sector
financiero, engrosado por los capitales internacionales que, en tiempo de gran abundancia,
entraron libremente. En los primeros años hubo un florecimiento económico –la llamada plata
dulce- que ocultó la destrucción del aparato productivo. Cuando pasó el veranito de
prosperidad, se percibió la magnitud del daño, el volumen del endeudamiento y el modo
como éste condicionaba las decisiones futuras del Estado.
La represión brutal y un discurso masivo, monolítico e incontestado aseguraron el triunfo de
la dictadura por sobre cualquier disidencia. Tuvo muchos apoyos, sobre todo en el ámbito de
las grandes corporaciones: muchos empresarios, eclesiásticos y políticos los respaldaron
públicamente. Pero hay más que eso. En un memorable ensayo del historiador Guillermo
O’Donell ha presentado la figura de lo que llamó los kappos –padres, maestros, pequeños
funcionarios, taxistas- mostrando con ellos la penetración y reproducción del mensaje
autoritario en los espacios más íntimos de la sociedad, como la familia o las instituciones
educativas. Quienes mantuvieron una actitud crítica debieron ser muy prudentes, y elegir con
cuidado las formas y los ámbitos donde expresarse, midiendo el riesgo en cada caso. El mundo
del exilio –los argentinos que debieron irse u optaron por hacerlo. Fue una fuente de sostén
anímico, y también de informaciones que penetraban la censura oficial. Entre quienes
aceptaron y quienes resistieron, la mayoría de la sociedad argentina siguió viviendo su vida,
interesada en los deportes, la televisión o las vacaciones, y reacia a vincular lo poco que
conocía del terrorismo estatal con, por ejemplo, la gran gesta nacional del Mundial de Fútbol,
que se disfrutó plenamente. Así medido, el éxito del Proceso fue grande.
Si no fue mayor, se debió a la enorme incapacidad de los militares, que ni siquiera acertaron
a conducir el gobierno de acuerdo con sus principios. En lugar de poder y unidad de mando,
las responsabilidades fueron divididas entre las tres Fuerzas Armadas. Cada cuestión, desde la
política económica hasta la eventual salida política, fue motivo de una sorda lucha facciosa y
de un bloqueo de todas las alternativas. Quizá por eso, lo militares creyeron que podían
alcanzar la unidad interna y la comunión con la nación mediante una guerra exterior
victoriosa, que en 1978 fue evitada por la mediación papal, pero que finalmente estalló en
1982.
En el ínterin, el ánimo de la sociedad había ido cambiando. A la plata dulce siguió la debacle
bancaria de 1981. La represión se atemperó y, una a una, las voces disidentes empezaron a
dejarse oír: la Iglesia, los partidos políticos, los sindicatos, y otras muchas provenientes de la
sociedad misma, como la que se escuchaba en los juveniles recitales de rock. Sobre todo, fue
la voz de las organizaciones defensoras de los derechos humanos, y en especial las Madres de
Plaza de Mayo, en las cuales ha de admirarse tanto la valentía inclaudicable cuanto su
capacidad para percibir en el reclamo materno la única fisura del monolítico discurso oficial.
La protesta fue ganando la calle. La sociedad recobraba su voz y comenzaba a acosar al
régimen militar, que buscó una salida desesperada.
LA PAMPA
Es en la parte inicial del Golpe y antes de su comienzo que se da el impacto más fuerte en la
provincia de La Pampa en todos los ámbitos, la preparación político-militar comenzó a partir
de enero de 1975 secuestrando a profesores y médicos hombres en un principio.
La selectividad al igual que en el resto del país se daba por la militancia de diferentes ideas
políticas muy fuertes sobre qué país se quería, lo cual no representaba peligro para la Patria
pero sí el grupo militar se sintió de algún modo amenazado.
Era una época de muchas huelgas, de gran movimiento artístico, se luchaba por la flexibilidad
laboral, un buen salario, el horario en las facultades, la no enseñanza de la única línea liberal
y la no privatización de las empresas nacionales, es decir, nada muy diferente de lo que se
reclama hoy día.
Previo al Golpe, durante el gobierno peronista de Regazzoli se apuntó básicamente a dos
espacios: la educación universitaria y el programa de salud; el hospital Lucio Molas contaba
con muy buena prevención y atención razón por la cual venían médicos de afuera por el buen
equipamiento que se poseía, es así que los médicos privados comienzan a tirar la bronca,
Otálora es uno de los médicos del hospital que estando preso en Resistencia, Chaco, recibe un
premio por una silla especial para utilizar con una nueva técnica de parto; en cuanto a la
educación, se intervino la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de General Pico y la
Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam) de Santa Rosa.
Derrocado el gobierno peronista se encarceló masivamente a funcionarios que fueron
entregados por sus diferentes formas de pensar; la Iglesia también tuvo su papel nefasto, se
corrió a los curas progresistas que planteaban una opción por los pobres y una teología de la
liberación así como también se persiguió a los integrantes de la Juventud Universitaria
Católica (JUC) y de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) que se dedicaban a la atención
de las familias que los quisieran recibir en el barrio Las Rosas, Los Olmos y Cruz del Sur
creados en el gobierno de Amid para trasladar a la gente que estaba viviendo en “El Salitral”,
ubicado en el predio que iba desde lo que es actualmente “La Laguna Don Tomás” hasta el
“Molino Werner”, eran casas lindas pero eso solo no alcanzaba, necesitaban educación y otro
tipo de asistencia, se trataba de gente humilde con problemas de violencia. Camps -jefe del
Ejército de Toay- junto a Echecolazt -su mano derecha- colaboraron para que los militantes
fueran presos, el porqué es muy simple, solo buscaban un cambio en la redistribución de las
riquezas y un pueblo feliz, es decir se corrió y persiguió a toda la gente que tenía una idea de
progreso.
En el año 1975 existía un instituto que se encargaba de hacer estudios sobre de la igualdad y
la complementariedad, el IER o más conocido como “El Chalet de Tapia”-debido al apellido
de uno de sus propietarios- que funcionaba en lo que actualmente se conoce como “El
Palomar”, edificio ubicado en la calle Mansilla, el director del mismo era Julio Colombato.
Con la intervención del Estado, el IER desapareció así como también el avance de casi todos
los trabajos realizados hasta ese momento, excepto muy pocos que pudieron ser rescatados
con anterioridad por la señora Elsa Durcola.
Es así que en todos los ámbitos no se da específicamente la orden de censura sino que más
bien se siembra el miedo generando la autocensura de la sociedad, esto se puede ver
claramente con lo sucedido en las peñas que hasta ese momento eran verdaderos laboratorios
culturales y que incluso algunas hasta tenían estructura institucional, estas empiezan a
apagarse debido a la falta de público y a la visita de personajes “raros” en el medio, fue un
claro síntoma del silencio.
Algunos de estos “laboratorios culturales” fueron:
“El Temple del Diablo” perteneciente a Tucho Rodríguez y a Delfor Sombra, ubicado en
la esquina de Avenida Uruguay y Pico donde actualmente se encuentra BarOBar. En el lugar
funcionaba la peña cultural que llevaba en mismo nombre y estaba organizada por Murú y
Edgard Morisoli.
“El Camaruco” funcionaba al mismo tiempo en la ciudad en la calle Ameghino y
pertenecía a la familia Salazar.
La última que sobrevivió fue “El Encuentro” perteneciente a Fernando Dagué y ubicada
sobre la Avenida Roca a dos cuadras de la Escuela Normal.
Se dio a su vez una gran pérdida de libros con el traslado de bibliotecas a diferentes sitios, es
el caso de la Biblioteca de la Legislatura que luego de pasar por varios puestos fue instalada
en el segundo subsuelo del Centro Cívico donde actualmente funciona la imprenta, los libros
eran tirados por los soldados desde los balcones hacia los camiones utilizados para la
mudanza, obviamente muchos de ellos quedaron inutilizables o debieron ser reencuadernados.
Pero como dice Morisoli: “La cultura es un bicho duro de matar”, es así que la gente comenzó
a buscar nuevos lenguajes de símbolos que no todos podían entender, solo algunos que
estaban sufriendo la misma situación, los plásticos fueron los que más se las ingeniaron para
hacer cuadros en clave, nacen aquí nuevos narradores, poetas y “la cultura empieza a
caminar rengueando” a través de caminos subrepticios que se encontraron o en realidad se
inventaron, como diría Simón Rodríguez: “En América inventamos o fracasamos”, otros se
asustaron y cayeron en un gran silencio creador no así publicador. El poeta Edgard Morisoli lo
advertía y reflexionaba autocríticamente así:
“1.
¿Y, poetas?, ¿En dónde confundimos el
rumbo?
¿En qué recodo oscuro renunciamos al
canto
mayor, ese que juega la vida entera a un
verso
entero, piedra o luna, pero en sangre
forjado?
Nadie lo sabe. Acaso fue en una
encrucijada
de niebla, que otras nieblas nos trocaron
2.
Caímos. Qué manera de caer. Mejor
dicho,
de medir pecho adentro la hondura del
engaño
hecho a nosotros mismos, y a todos.
Desde un cielo
ilusorio, leído, con ocasos pintados,
regresamos al cielo y al suelo de los días
comunes y corrientes, con su dios y su
diablo,
pero al fin suelo y cielo de esta dura
el rastro.
Cerrazón sin luceros en que erramos la
huella,
la huella, a cuyo término se yergue como
un árbol
de fuego la Poesía: ¡ramazón de su
música
que clava las raíces en los muertos
amados
y echa a volar sus flores en la albricia del
trino,
pero que en cada pétalo guarda el beso
del rayo!
Se perdió. Lo perdimos. Unos por
complacencia
y otros por displicencia, pero tarde o
temprano
fuimos cediendo un poco. Y el antiguo
velamen
ya sin viento en sus pliegues -sin temblor-
fue arrollado.
Vino entonces la fábula de la bella
metáfora
o la metabelleza fabulosa, y el fárrago
de palabras y ritmos… Jugar, que no es
jugarse,
literarios y puros. Asépticos. Ingrávidos.
(Además, esos juegos son hermosos. Se
siente
restallar el idioma verso a verso, en un
provincia
de América: alta lumbre del fogón que
olvidamos.
Regresamos desnudos. Bajo los oropeles
sin brillo –o sólo brillo- volvíamos calados
hasta los huesos de una lluvia que no
perdona:
¡el temporal de pena de la patria en
pedazos!
Lluvia que limpia. Lluvia que muerde y
busca y besa
la semilla en la noche, para ceñirle un
cálido
cobijo de ternura… Al claror de sus
lágrimas
tanteando como ciegos, vislumbrando el
rastro.
Y aquí, sobre la arena cotidiana o la
piedra
de siempre, mientras pasa con la sombra
de un pájaro
el viento –de-la-muerte-del-sol en la
llanura
o el bordón de conciencia del pueblo
desdeñado,
reiniciemos el limpio Mester de Varonía
con humildad y orgullo,
fieles al desamparo
y a la sabiduría de esa guitarra sola
que corteja al silencio bajo los grandes
largo
chisporroteo, a golpes de intelecto y
sonido…
No hace brasa ese fuego. Después se
apaga, claro.)
álamos,
y así tal vez, poetas, al amor de esa
lumbre
de amor, vuelva a ser nuestra la mazorca
del Canto.”
En plena dictadura nace “La joven poesía II” coordinada por Teresa Pussiff e integrada por
Marta Arangoa, Raquel Pumilla, Bignati, Vaquer y Schewbert entre otros. Este grupo publica
“Antología” en imprenta para luego reeditarla con las características de libros de artistas por
la particularidad de poseer las tapas hechas cada una por diferentes plásticos pertenecientes
al grupo, es decir, cada uno es una creación particular.
El grupo antes mencionado contaba con el antecedente dejado por “La joven poesía I” que
nació el 21 de septiembre de 1957, día universal de la poesía, del estudiante y la primavera
cuando se presentó en los altos de la municipalidad, sus integrantes eran Ana María Lasalle,
José María Lucero, Miguel Ángel Lucero, Abel Osvaldo Lema, Juan Carlos B. Ortiz, González
Herrero, Abel Ruíz Díaz, Arturo Cestino, Edgar Morisoli, Margarita Monjes y Norberto Rigi.
Otro de estos grupos creados por la cultura de la resistencia entre los años 1973 y 1977-78 fue
el “Alpataco” -eligieron su nombre por la simbología de tenacidad y resistencia que
representa este particular árbol que posee su tronco enterrado bajo tierra- que nació antes
del comienzo de la represión pero tuvo su auge en la primavera camporista, era un grupo de
estudiantes que compartían una casa en la calle Ameghino, entre sus miembros estaban Oscar
Santamarina (“Sangre”), Gustavo Pérez Isa, Sapo Urturi, Civelli, Walter Casenave, Juan Carlos
B. Ortiz y Guillermo Gazia (al frente en este momento de Ed. Pampeana). Se dedicaban a
publicar libros y desarrollar campañas de difusión de los mismos aquí y en otras provincias,
trajeron a Rubén González Tunión y a Guillermo Cantore que poseía un sello editor llamado
“Buenos Aires Leyendo” y uno discográfico denominado “Buenos Aires Oyendo” los cuales
sacaban a la venta los libros acompañados de la grabación del autor del mismo leyendo o
recitándolos.
Ya en el año 1982 empieza a sentirse que algunos seguimientos están comenzando a fallar, es
el caso del relato que hace Edgar Morisoli: “Cuando Miguel de la Cruz está por publicar
“Desde la trampa”, me pide que le escriba el prólogo, yo tratando de salvaguardarlo le digo
que averigüe si esto no lo perjudicaría por mi forma de pensar y escribir, de la Cruz consulta
y le contestan que no habría problema”.
En la calle Sarmiento se encontraba instalado el Club Universitario Pampeano (CUP) que
funcionaba como una “trinchera de resistencia cultural” donde Nocetti, Malosero y Jara
tenían un boletín. En 1987, Pérez Esquivel visita el lugar donde cada rama ofreció un informe
de lo que fue de cada una en la época del golpe, entre los informes estaban los de los
escritores, los plásticos, los docentes, los artesanos entre otros, esto fue un buen disparador
para la creación de una serie de entidades que los asociaban: la de Plásticos, la de los
Artesanos y la de los Escritores, algunas de estas con el tiempo se disolvieron, otras continúan
hasta la actualidad.
Otro de los puntos de encuentro estaba ubicado en la calle Don Bosco, casa alquilada
conjuntamente por un grupo de docentes y escritores donde se vivía mucha actividad cultural
a tal punto que ya fuera de la Dictadura en 1985 contaron con la presencia de Eduardo
Galeano.
Antecedentes de Censura en La Pampa
Como decíamos, la parte más fuerte de censura en nuestra provincia se dio antes del Golpe
de Estado de 1976, aquí tomamos un caso en particular que nos llamó mucho la atención:
“La noche de clausura del Sexto Festival de Doma y Folklore de Intendente Alvear en nuestra
provincia, el Dúo Sombrarena fue censurado previo a su actuación ante el público. El diario
“La Arena” reflejó así aquel episodio en su edición del 11 de febrero de 1974:
<<Poco antes de la iniciación del espectáculo folklórico del festival alvarense,
trascendió entre los periodistas que se hallaban en el campo de F.C.O, que el Dúo
Sombrarena integrado por Cacho Arenas y Delfor Sombra, había sido impuesto por los
organizadores de la prohibición de cantar en el escenario una de las canciones de su
repertorio. La noticia, que a poco de conocida se difundió rápidamente entre muchos de los
asistentes al festival, fue confirmada poco después por los propios integrantes del dúo
santarroseño, que no salían de su asombro ante tan inesperada actitud.
Cuando el Dúo Sombrarena hizo su presentación ante el público, existía entre quienes
conocían el hecho una crecida expectativa por conocer la determinación de los folkloristas
ante la imposición de una censura previa a su repertorio. Finalizada su segunda y última
interpretación, el dúo se disponía a retirarse del escenario, para lo cual ya se habían
despedido de los espectadores, y fue en ese momento cuando ingresó al tablado el conocido
cantautor César Isella, quién tras brevísimas palabras de presentación pidió públicamente que
los artistas pampeanos interpretaran ‘una vidalita que yo sé que muchos de ustedes –dijo
Isella- están queriendo escuchar’.
Fue entonces cuando uno de los integrantes del conjunto pampeano dijo a la concurrencia
que accederían a cantarla siempre y cuando el público así lo quisiera, recibiendo por
respuesta la aprobación desde la platea. Se oyó entonces esa composición, la vidalita “El sur
es negro y rojo”-que era precisamente la cuestionada- en las voces y guitarras de Sombrarena,
mientras que César Isella había tomado ubicación en el escenario presenciando la
interpretación>>
La vidalita, transcripta a continuación es una obra del conocido poeta pampeano Edgar
Morisoli y trata sobre la matanza de Trelew, perteneciendo su música a la inspiración de
Delfor Sombra, la misma se encuentra publicada en el libro “Última rosa, última trinchera”:
El sur es negro y rojo
I
Año veintiuno, vidalitá,
coronel Varela,
la peonada muerta, vidalitá,
su miseria en vela.
Mil esquiladores, vidalitá,
fueron masacrados,
porque los “señores”, vidalitá
se habían asustado.
Vidalita negra de Santa Cruz,
soledad y muerte.
Pueblo fusilado, cielo sin luz,
¡guay, cuando despierte!.
II
Como las espinas del quilimbay en el viento frío,
Voluntad arisca, vidalitay,
La del pueblo mío.
Patagonia negra, vidalitá,
patagonia roja,
se alzará esta tierra, vidalitá,
que la sangre moja.
Vidalita amarga la de Trelew,
vidalita fuerte.
Pueblo fusilado, tierra de pie,
¡guay, cuando despierte!.
¿Qué pasaba antes y que pasó con estos artistas durante el Golpe?
Edgard Morisoli: Ya en el año 1962, con el Golpe de estado que volteó a Frondizzi y donde el
General Poggi queda cómo títere, Morisoli comienza con la que dice ser su “segunda
profesión”, actúa como cesante durante dos años, hasta el momento en su condición de
agrimensor y técnico en cuestiones hídricas ocupaba un puesto público en el Ente Provincial
del Río Colorado, luego de ese período vuelve a Recursos Hídricos hasta el que antes de los 30
días posteriores al Golpe del 24 de Marzo fue dejado cesante nuevamente junto a una media
docena de otros agentes contratados por el Estado Provincial. No había causa que justificara
la medida, excepto una decisión puramente político-ideológica.
Para mediados de 1976, los militares en el Poder ya habían hecho una “depuración” sustancial
en los distintos ámbitos administrativos de la provincia, dejando cesantes a escritores,
músicos, poetas, actores, titiriteros, docentes, bailarines, investigadores y, en general a
todos los libre pensadores, progresistas, militantes de izquierda y sindicalistas que se
desempeñaban como agentes del Estado. La intervención militar se valió, para ello, de dos
normas jurídicas de facto, las Leyes Nº 712 (1° de Abril de 1976) y 717 (14 de Abril de 1976),
que la autorizaba a dar de baja “por razones de seguridad”, la
primera y “por razones de servicio”, la segunda, al personal de la Administración Pública
Provincial, Municipal, ex Legislativo y Judicial de La Pampa.
Las acciones del poder de facto provincial estaban en línea con el control que se hacía desde
los centros de decisión nacionales, que confeccionaban listas de personas, artistas y de otras
disciplinas, cuya presencia o mención en los medios de difusión se prohibían en todo el
territorio nacional. El justicialista Antonio Cafiero fue quien por primera vez sacó a la luz en
su publicación “Movimiento” esas listas, en las que figuraban la docente, escritora y poeta
pampeana Ana María Lasalle, el periodista santarroseño Raúl Celso D’atri, y figuras artistas
conocidas del orden nacional como Cesar Isella, Hamlet Lima Quintana, Federico Luppi, Cipe
Linconvsky, Virginia Lago, Inda Ledesma, Víctor Laplace, entre otros.
Morisoli cuenta que en esos años en que se encontraba cesanteado se la rebuscaba haciendo
trabajos de campo en todo el país bajo firma de amigos, es por eso que visitaba La Pampa
sólo para ver a su mujer y sus hijos pequeños o cuando se terminaba su labor afuera, en
cuanto a su actividad cultural durante el Golpe, él fue uno de aquellos artistas que se dedicó
solo a escribir, no publicó nada entre 1974 y 1994, excepto “Al sur crece tu nombre” en 1983
gracias a un crédito sin interés que salió para los creadores. Recién en el año 1992 cuando se
jubila por sus años de cesanteo empieza a pensar en sus libros escritos no publicados, en 1994
Cacho Arenas le facilita la edición de “Obra callada”, libro de 400 páginas donde se encuentra
la impronta de los años oscuros.
Cacho Arenas (Rubén Evangelista): El músico y cantante trabajaba en la
Dirección de Cultura de la provincia, donde entre otras tareas hacía coordinaciones de
ediciones gráficas, trabajos de campo para investigación histórica y de música popular, y
producía y coordinaba programas radiales que el organismo ponía semanalmente en el aire en
LU33 y LU37, radios AM de Santa Rosa y General Pico respectivamente. Una falsa acusación en
su contra, ante la Dirección de Personal de Casa de Gobierno, había preparado el terreno
para justificar el inicio de una causa administrativa que se vio frustrada, momentáneamente,
por el golpe militar. Las nuevas autoridades de facto se valieron precisamente de esa
situación –que denominaron falsa y maliciosamente “violación de las causas contractuales”-
para rescindirle el contrato respectivo, y lo notificaron, a través de la Directora, Stella Maris
Gamba de Sosa –confirmada en su cargo por el interventor militar-, de que habían dispuesto
su cesantía mediante el Decreto 63/76, del día 2 de Abril de 1976, Cacho Arenas, a su vez, se
defendió de la medida con un pedido formal de Sumario Administrativo para deslindar las
verdaderas responsabilidades, pero el requerimiento fue denegado. El Tribunal de Cuentas,
finalmente, sumándose a la parodia montada por el Estado, inició un Juicio Administrativo de
Responsabilidad, en el que quedó demostrada, en última instancia, la falsedad de la
acusación de que fue víctima el artista, y que lo declaró “Exento de responsabilidad
pecuniaria”, según consta en la sentencia del T. de Cuentas Nº 442 del 22 de Julio de 1976.
Delfor Ariel Sombra: En noviembre de 1976, parte al exilio hacia México, llegando el día 30
de aquel mes, bajo la amenaza de ser aprehendido por el gobierno militar. El comandante del
Primer Cuerpo de Ejército, general Ramón Camps, bajo cuya jurisdicción militar operaba la
llamada Subzona 14, que comprendió a La Pampa, había puesto su mirada sobre el cantor
popular santarroseño, que iba a ser detenido. Fue entonces cuando el director-fundador del
diario “La Arena”, Raúl Isidoro D’Atri, habiendo tomado conocimiento de lo que se cernía
sobre el músico, lo llamó y lo impuso de la advertencia terminante que le hacía la autoridad
militar local, que le daba 48 horas para abandonar la Argentina. El aviso puso a salvo la vida
del cantor, que viajó de inmediato al país azteca. Al año siguiente, su esposa Elsa Mendiola
oriunda de Miguel Cané y sus dos hijos pequeños se reunieron con Sombra en la capital
mexicana donde residen actualmente y tienen dos niñas más.
Conclusión
Partiendo de los interrogantes planteados en la introducción y basándonos en la
investigación y las entrevistas realizadas llegamos a la conclusión de que el Golpe Militar en
Argentina podría tomarse con un hecho casi inevitable si tenemos en cuenta el caos
imperante en todo el mundo.
Se trata de una época de grandes movimientos y grandes cambios provocados por las
diferencias políticas y económicas que repercutieron obviamente también en lo social y éstas
a su vez se vieron reflejadas en nuestro país que presentaba un clima similar.
Podríamos atrevernos a decir que se debió a una cuestión política netamente; se
trataba de la búsqueda, la lucha y el alcance del maná político ya que nuestra Argentina en
ese momento era un país productivo con muchas posibilidades de crecimiento del cual se
podía sacar muy buen provecho. Esto conjugado con el caos social incontrolable de
trabajadores, estudiantes y manifestantes propició la entrada de las Fuerzas Armadas al
poder.
Si todo ese caos nacional y mundial es visto a través de los propios ojos de la gran
mayoría de los habitantes de nuestra provincia y algunos otros de provincias limítrofes
podrían llegar a convencernos y más que nada a auto convencerse, como lo han hecho
durante tanto tiempo, de que ésta fue una isla o un oasis de paz donde no pasó nada, donde
no hubo perseguidos, reprimidos, silenciados, torturados e incluso muertos.
Si bien la magnitud de los hechos no puede compararse con la de otras provincias
como Córdoba o Buenos Aires donde se encontraba la mayor concentración de jóvenes y
estudiantes, no es menos cierto que la población pampeana también era mucho más reducida
y que se apuntó específicamente a determinados grupos de personas que como en la mayoría
de los sitios fueron estudiantes, médicos, artistas, políticos o todo aquél con una forma
diferente de pensar que luchara por sus derechos y una sociedad justa.
Debemos recordar que todos estos, con los artistas a la cabeza fueron silenciados y
censurados directa e indirectamente, sembrándoles el miedo a través de la vigilancia años
antes de que se presentara en forma oficial la toma del poder por parte de los militares por lo
cual para cuando la decisión se dio a conocer, en nuestra provincia ya hacía tiempo que se
venían sufriendo las consecuencias, consecuencias que aún hoy padecemos porque se callaron
muchos artistas, se apagaron muchas inspiraciones, muchas expresiones no pudieron ser
concretadas y por lo tanto muchas obras quedaron ocultas en el pasado o en el interior de sus
autores por diversas razones, o en realidad por una sola, el miedo, que hizo que nuestros
artistas quedaran en silencio sin poder continuar con su actividad como lo sentían, dejando
un vacío y una incertidumbre difícil de superar.
Agradecimientos
Todo el equipo de investigación y trabajo de esta monografía agradece la desinteresada
colaboración y los importantísimos aportes realizados por Juan Carlos “Pinky” Pumilla, Edgard
Morisoli, Cristina Ércoli, Cacho Arenas, Cristina Prado, Teresa Pussiff y Rita Bustillo así como
el apoyo brindado por nuestra docente tutora Adriana Muñoz.
Bibliografía
- “La Fotografía en la Historia Argentina” (Tomo IV, Capítulo 9), Arte Gráfico Editorial
Argentino, Buenos Aires, 2005.
- Historia del Cancionero Folklórico Contemporáneo de La Pampa (Libro Inédito),
Autor: Rubén Evangelista
- “Aula: Curso de orientación escolar” (Geografía e Historia), Cultural S.A., Madrid,
España, 1994.
- “Wikipedia, la enciclopedia libre” (http://es.wikipedia.org)
- “Crónicas de Fuego”, Norberto Asquini, Ed. Amerindia, Santa Rosa (La Pampa), 2005
- Entrevista a Edgard Morisoli
- Entrevista a Cristina Ércoli
Título del Trabajo: Golpe Militar: Censura y Autocensura en La Pampa
Datos de los autores: Nombre Completo: Nadia Graciela Jara
Fecha de Nacimiento: 10 de Diciembre de 1984
IFD: CREAr
Carrera: Profesorado de Arte en Artes Visuales
Nombre Completo: Rebeca Aldana Pascual
Fecha de Nacimiento: 18 de Julio de 1984
E-Mail: [email protected]
IFD: CREAr
Carrera: Profesorado de Arte en Artes Visuales
Nombre Completo: Lorena Elisabet Schenfelt
Fecha de Nacimiento: 14 de Junio de 1980
E-Mail: [email protected]
IFD: CREAr
Carrera: Profesorado de Arte en Artes Visuales
Nombre Completo: Evangelina Verónica Rodríguez
Fecha de Nacimiento: 12 de Diciembre de 1973
E-Mail: [email protected]
IFD: CREAr
Carrera: Profesorado de Arte en Artes Visuales
Datos del Docente Tutor: Nombre Completo: Adriana Griselda Muñoz
Fecha de Nacimiento: 19 de Agosto de 1963
Datos de la Institución: Nombre: CREAr (Centro Regional de Educación Artística)
Provincia: La Pampa
Localidad: Santa Rosa
Dirección: Almirante Brown y 1º de Mayo
Teléfono: (02954) 435803 / 439027
Anexos
Chalet de Tapia, edificio
ubicado en la calle
Mansilla donde funcionaba
el IER, actualmente
conocido como “El
Palomar”.
De izquierda a derecha:
Edgard Morisoli (APE),
Horacio Romano (FUP),
Ricardo Di Nápoli
(UNLPam) y Juan Carlos
Pumilla (MPPDH), reunidos
en 1987 tras la visita de
Pérez Esquivel.
Textos oficiales de
circulación en el ámbito
educativo durante la
época de la represión.
De izquierda a derecha:
Carlos Di Fulvio, Delfor
Sombra, Cacho Arenas y
Cesar Isella en los
camarines la noche en que
el Dúo Sombrarena fue
censurado en el festival de
Intendente Alvear.
Cacho Arenas, durante el
simposio realizado en el
CREAr, 2006.
Edgard Morisoli, poeta
pampeano cesanteado y
censurado, 1980.
Delfor Sombra, antes de
partir hacia México, 1976.
Portada e interior de
Revista Movimiento
publicada en Abril de
1983 donde aparece la
lista de los artistas
prohibidos por el ejército
durante la dictadura.
Lista de desaparecidos
pampeanos en el país.
Muertos antes del golpe
víctimas de la violencia
política. Hijos por
recuperar de padres
pampeanos.