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Agustín Celis Sánchez - Dejémos hablar a Onetti Dejémos hablar a Onetti Una radiografía de Onetti Agustín Celis Sánchez En los manuales de literatura hispanoamericana, e incluso en algunos de literatura universal, a Juan Carlos Onetti se le nombra como un autor muy importante, imprescindible, irrenunciable. Su obra es ya la de esos escritores que tienen el favor de la crítica y los profesores universitarios, que han generado una ingente variedad de estudios y reseñas. Es un autor muy estudiado, tanto, que sufre casi un secuestro por parte de la crítica crítica. Sin embargo, el lector curioso que se acerque a una biblioteca con intención de adentrarse en sus territorios podrá comprobar, echando un ojo al registro en la tapa de cualquiera de sus novelas, que hace tiempo que no se le visita demasiado. Tampoco las librerías andan muy sobradas, no abundan los ejemplares de sus libros, quizás la edición de sus cuentos completos hecha por Alfaguara y prologada por Muñoz Molina, quizás algún ejemplar de El Astillero. Poco más. Por eso es necesaria una reivindicación de su lectura. Ahora parece que una importante editorial se ha decidido a sacar la Biblioteca Juan Carlos Onetti. ¡Enhorabuena! ¡Por fin! Al menos resultará fácil encontrar sus libros. Sólo quedará, entonces, coger uno de ellos, adoptar cualquiera de las actitudes ociosas a nuestro alcance y disponerse a descubrir, por sí mismo, el inquietante mundo que le espera. Lo primero que debe hacer el lector de Onetti es olvidarse de Onetti, de la leyenda del hombre solitario y cansado que se pasó los últimos años de su vida metido en la cama, de tantas historias como se cuentan sobre este uruguayo tan temido y, sobre todo, de lo que otros lectores han podido decir sobre su obra. Conviene acercarse con humildad, virgen, sin miedo, sin los torpes prejuicios que dictan que su obra es compleja o difícil, porque además no es cierto. Lo diré sólo una vez, pero gritando: ¡NO ES DIFÍCIL LEER A ONETTI! Su lectura requiere sólo paciencia y atención, complicidad con lo que se está leyendo y una buena dosis de lealtad para entender lo que sus personajes nos quieren decir. Sus historias exigen sólo una lectura apasionada, un acercamiento desprejuiciado y la colaboración de un lector intrépido que indague en su propia experiencia, que se mantenga despierto y se pregunte a cada instante por lo que están viviendo los personajes de la historia, tal y como lo haría ante una anécdota contada por un conocido sobre lo que le ha pasado a un tercero, tan real. Si eres un lector perezoso que sólo busca ir pasando las páginas hasta encontrar el fin de la intriga; si eres de los que nunca se detienen para releer un párrafo y pensar; si te urge coger otro libro para conocer otra historia bien distinta, de acuerdo, simplemente no leas a Onetti, pero tampoco pongas tus sucias manos sobre él, no lo manches con tu pereza. Pero el lector que arriesgue un poco y se atreva a seguir leyendo y releyendo la obra de este autor ensimismado en una ficción inacabable, se encontrará con una de las experiencias literarias más intensas y sobrecogedoras del siglo pasado, donde palpita, profusamente estudiado, todo el repertorio de los grandes sentimientos humanos, desde el amor imposible y la piedad vengativa hasta el inevitable fracaso, la desesperación suicida o la ambición de triunfo o soledad. Todos los estados de ánimo posibles están recogidos en la obra de Onetti, interpretados uno a uno por ese Página 1

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Dejémos hablar a Onetti Una radiografía de Onetti

Agustín Celis Sánchez

En los manuales de literatura hispanoamericana, e incluso en algunos de literatura universal, a Juan Carlos Onetti se le nombra como un autor muy importante, imprescindible, irrenunciable. Su obra es ya la de esos escritores que tienen el favor de la crítica y los profesores universitarios, que han generado una ingente variedad de estudios y reseñas. Es un autor muy estudiado, tanto, que sufre casi un secuestro por parte de la crítica crítica. Sin embargo, el lector curioso que se acerque a una biblioteca con intención de adentrarse en sus territorios podrá comprobar, echando un ojo al registro en la tapa de cualquiera de sus novelas, que hace tiempo que no se le visita demasiado. Tampoco las librerías andan muy sobradas, no abundan los ejemplares de sus libros, quizás la edición de sus cuentos completos hecha por Alfaguara y prologada por Muñoz Molina, quizás algún ejemplar de El Astillero. Poco más.

Por eso es necesaria una reivindicación de su lectura. Ahora parece que una importante editorial se ha decidido a sacar la Biblioteca Juan Carlos Onetti. ¡Enhorabuena! ¡Por fin! Al menos resultará fácil encontrar sus libros. Sólo quedará, entonces, coger uno de ellos, adoptar cualquiera de las actitudes ociosas a nuestro alcance y disponerse a descubrir, por sí mismo, el inquietante mundo que le espera.

Lo primero que debe hacer el lector de Onetti es olvidarse de Onetti, de la leyenda del hombre solitario y cansado que se pasó los últimos años de su vida metido en la cama, de tantas historias como se cuentan sobre este uruguayo tan temido y, sobre todo, de lo que otros lectores han podido decir sobre su obra. Conviene acercarse con humildad, virgen, sin miedo, sin los torpes prejuicios que dictan que su obra es compleja o difícil, porque además no es cierto.

Lo diré sólo una vez, pero gritando: ¡NO ES DIFÍCIL LEER A ONETTI! Su lectura requiere sólo paciencia y atención, complicidad con lo que se está leyendo y una buena dosis de lealtad para entender lo que sus personajes nos quieren decir. Sus historias exigen sólo una lectura apasionada, un acercamiento desprejuiciado y la colaboración de un lector intrépido que indague en su propia experiencia, que se mantenga despierto y se pregunte a cada instante por lo que están viviendo los personajes de la historia, tal y como lo haría ante una anécdota contada por un conocido sobre lo que le ha pasado a un tercero, tan real. Si eres un lector perezoso que sólo busca ir pasando las páginas hasta encontrar el fin de la intriga; si eres de los que nunca se detienen para releer un párrafo y pensar; si te urge coger otro libro para conocer otra historia bien distinta, de acuerdo, simplemente no leas a Onetti, pero tampoco pongas tus sucias manos sobre él, no lo manches con tu pereza.

Pero el lector que arriesgue un poco y se atreva a seguir leyendo y releyendo la obra de este autor ensimismado en una ficción inacabable, se encontrará con una de las experiencias literarias más intensas y sobrecogedoras del siglo pasado, donde palpita, profusamente estudiado, todo el repertorio de los grandes sentimientos humanos, desde el amor imposible y la piedad vengativa hasta el inevitable fracaso, la desesperación suicida o la ambición de triunfo o soledad. Todos los estados de ánimo posibles están recogidos en la obra de Onetti, interpretados uno a uno por ese

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elenco de personajes pacíficos y perezosos, fracasados o vencidos, inútiles o miserables que recorren sus páginas y aparecen y desaparecen en diferentes títulos para dar cuenta de toda una vida.

El lector que se atreva a meterse de verdad con Onetti, podrá aprender, leyendo las desventuras de Larsen, por ejemplo, que la realidad actualísima no nos aporta ningún arma para luchar contra el tiempo o la irremediable pérdida de ilusiones a que nos somete la vida. Descubrirá, de la mano de Jorge Malabia, que los sueños dictados por la nostalgia, el deseo o el capricho, pueden ser una buena fuente de esperanza para el hombre de hoy. Los eternos aspirantes a suicidas y los amantes de la desesperación pacífica, comprobarán con el viejo y derrengado Lanza que no hay más felicidad en la vida que la discutible de seguir viviendo. Los inconformistas y los negadores del todo, tal vez podrán estar de acuerdo con Medina y saborear en silencio su total desavenencia con varones y hembras. Los escépticos tentados por la nada encontrarán en Díaz Grey un cofrade y aprenderán de él, por ejemplo, que el miedo es el único motor que mueve a los hombres a la acción.

Ahora que están tan de moda los libros de autoayuda y las guías que enseñan a ser feliz en quince días sin tener que hacerle una visita a los de la bata blanca, no está de más recordar que en los libros de Juan Carlos Onetti se puede encontrar, a modo de historias de vencidos y soñadores, oculto tras la maraña de lucidez y astucia de un autor que lo controla todo, todo un manual para el arte de vivir.

Sólo como botón de muestra. Ahora que se venden tan bien las ideas antiglobalizadoras y que tantos intelectuales reivindican la autenticidad del individuo, sorprende que Onetti no sea un bestseller. Improviso y sostengo. Se me ocurre que tan inútil y entrañable como la lucha contra las grandes multinacionales, es el esfuerzo, esperanza o locura del viejo Petrus por salvar de la ruina el viejo astillero construido a la orilla del río en la novela El Astillero. Tan quimérica e imposible como la vida que pretenden construirse los jóvenes defensores del movimiento de okupación es la entrañable obstinación del Larsen que quiere inaugurar a toda costa un prostíbulo perfecto en Juntacadáveres. Los anhelos de juventud de tantos cuarentones que se resignan a formar parte del pútrido mundo de los adultos, están fielmente estudiados en Bienvenido Bob. La nostalgia y la locura de tantas celebridades que aprovechan la coartada de un libro de memorias para llenar sus recuerdos de mentiras, es perfectamente comprensible y razonable tras una lectura atenta de un relato como La novia robada. Las visiones sesgadas y dañinas de la prensa rosa actual, con sus falsos rumores y sus inútiles propósitos, no difieren demasiado de la actitud miserable del narrador de Los adioses. Y por último, pero se podría continuar sin descanso, esa sensación de buscavidas que nunca llegará a nada, y que ahora tenemos tantos jóvenes que fuimos a la universidad hace unos años, es la misma sensación de angustia, pérdida y declive que atenaza a Medina a pesar de los trabajos que para él se inventa Frieda en Dejemos hablar al viento.

Y recapitulo y termino. Quien se aventure por los territorios frecuentados por Onetti encontrará en el camino todo eso que he mencionado y mucho más. Si arriesga y continúa y relee, descubrirá que también él conoce toda esa abundancia de estados de ánimo, que también ha vivido la zozobra de un amor y se ha echado un pulso alguna vez con su propio declive. Tal vez sienta la necesidad de seguir leyendo para entender mejor lo que ha vivido o incluso, y esto es fundamental, vuelva una y otra vez a esas mismas historias para conocer mejor el mundo que está fuera de ellas http://www.satiria.com/libros/anus_2002/concurso/lector/lector_onetti.htm

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