Cartilla Semana 2 Lectura
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Supuestos Filosóficos de la Epistemología de las Ciencias Sociales
[ INTRODUACCIÓN A LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES ]
SEMANA 2
2 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
OBJETIVOS:
Reconocer los fundamentos filosóficos que han sostenido la investigación epistemológica
Comprender el rechazo que en la antigüedad se hizo del conocimiento empírico así como de todo lo que ello conlleva
Diferenciar las tradiciones del Realismo del Idealismo, así como diferenciar entre lo que sería una pregunta por el conocimiento humano en la antigüedad de lo que es la modernidad.
REALISMO Y GNOSEOLOGÍA: LA PREOCUPACIÓN FILOSÓFICA POR EL SABER
La reflexión que se ha desarrollado históricamente en torno al conocimiento puede ser comprendida a partir de dos grandes conceptos que clasifican la teorización Epistemológica como tal: Realismo e Idealismo. Se trata de dos grandes conceptos que si bien surgen en contextos eminentemente filosóficos, se actualizan constantemente en las teorías epistemológicas contemporáneas. En ese sentido hoy se habla de epistemologías realistas e idealistas, queriendo señalar de esa manera el enfoque que posee cada teoría como tal. Luego, lejos de pretender simplemente una historia sobre la génesis de estos conceptos, pretendemos exhibir las principales características de estos conceptos, así como las implicaciones que de ellos se deriva para la investigación Epistemológica.
Desde los inicios mismos de la reflexión filosófica los primeros pensadores se preocuparon por problemas relativos al conocimiento. PARMÉNIDES (515 a.C.) distinguió en su Poema, única obra conocida de este pensador, dos vías o caminos que aparecen para el investigador ante cualquier objeto de conocimiento: que el objeto es, existe y por eso puede ser pensado, o que el objeto no es, no existe y es imposible pensarlo. Lo que se señala a través de esta distinción es la separación de dos ámbitos, uno en el que es posible la episteme, conocimiento, y el otro el que constituye como tal la doxa, u opinión.
Pues bien, ahora yo te diré (y recuerda tú mi palabra cuando la hayas escuchado) cuáles son las únicas vías de investigación en las que puede pensarse. La primera, que es y que es imposible que no sea, es el camino de la Persuasión (ya que sigue a la Verdad). La otra, que no es y que necesariamente tiene que no ser, ésta, te lo aseguro, es una vía completamente impracticable, ya que nadie puede conocer lo que no es -‐ello es imposible-‐ ni expresarlo. Pues lo mismo es lo que puede pensarse y lo que puede ser. Aquello sobre lo que se puede hablar y pensar tiene que ser, ya que le es posible ser, pero es imposible que la nada sea. Te ordeno que consideres esto, ya que ésta es la primera vía falsa de investigación de la que te aparto. Pero también te aparto de aquella por la que los mortales que nada saben deambulan bicéfalos, ya que la incapacidad que anida en sus propios pechos guía sus mentes vacilantes. Son arrastrados, como sordos y ciegos, estupefactos, gentes sin juicio, que creen que ser y no ser son lo mismo y no lo mismo y que el camino de todas las cosas vuelve hacia atrás sobre sí mismo.
3 [ INTRODUCCIÓN A LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIA SOCIALES ]
Nunca, pues, prevalecerá que las cosas que no son sean, pero tú aparta tu pensamiento de esta vía de investigación y no permitas que el hábito que se origina de la mucha práctica te fuerce a marchas por esta vía, excitando un ojo desatento y un oído y una lengua ruidosos, sino juzga mediante la razón la muy debatida argumentación propuesta por mí.1
Se sostiene entonces una identidad entre el sujeto de ser y el objeto de pensar, pues solo puede ser pensado lo que es algo. Por otra parte, por la vía del no ser resulta imposible emprender cualquier investigación, pues lo que no es no es susceptible de pensarse. Lo que nada es no puede ser pensable ni decible, no ofrece ningún tipo de contenido al pensamiento. A pesar de que los fragmentos del Poema exhiben una criptica exposición de las ideas de PARMÉNIDES, bajo estos supuestos se inició una tradición que tuvo gran resonancia en todo Occidente. La distinción entre un ámbito propio del saber y el conocimiento, caracterizado porque se ocupa de los que es, del ser y otra errónea, denominada doxa, caracterizada a partir de las opiniones de los mortales que deambulan supuestamente en el ámbito del no ser. Es decir, la verdad es caracterizada aquí como una adecuación del pensamiento con lo que es y no puede dejar de ser, lejos de la opinión que ronda entre la multiplicidad y la relatividad. Lo verdadero es y no puede dejar de ser, mientras que la opinión o la falsedad ronda entre la apariencia del ser y el no ser. Luego, alcanzaremos el conocimiento en la medida que la realidad, el Ser, lo que existe y es, es alcanzada por el pensamiento.
Por ahora no sabemos si ese Ser, la realidad, lo que existe, es lo material. El pensamiento de Parménides no llega tan lejos. Lo único que señala es que la vía del conocimiento está marcada por una identidad entre el pensamiento y lo que es o existe. Evidentemente el error, o la falsedad, serán o se dará cuando el pensamiento trata de decir algo o pensar algo sobre lo que no es, sobre el no ser, pues de este evidentemente no se puede decir ni pensar nada. Es luego precisamente en este punto en donde se funda el realismo, es decir, el enfoque epistemológico que sostiene que efectivamente existe con independencia del pensamiento una realidad objetiva que es, el Ser y que por supuesto el objetivo del conocimiento científico será decir y pensar esa realidad que existe objetivamente. En síntesis, el conocimiento es en la medida que se logra pensar o decir algo sobre esa realidad existente con independencia de mi propio pensamiento y de mi mismo. Nada lejos de la postura que sostenemos la mayoría de seres humanos. La mayoría creemos que la realidad es objetiva, y que lejos de una posición crítica respecto al mundo externo este es objetivo y existe ahí para ser conocido, es.
Sin embargo el problema de ¿qué es la realidad?, ese ser, se agudiza una vez PLATÓN problematiza la realidad material. Sin abandonar la senda marcada por PARMÉNIDES, PLATÓN guiado bajo el interés de fundar una ética normativa lejos del relativismo, postula una teoría que requiere unos objetos sustantivos eternos, verdaderos y absolutos, la Teoría de la Ideas o Teoría de las formas. No obstante el problema se generará una vez la teoría platónica sostiene
1 Disponible en: http://sapiens.ya.com/enkaipan/Parmenides__Poema.pdf?rnd=1163805790383 Consultada 26 de octubre de 2012.
4 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
la necesidad de plantear una realidad objetiva lejos de la realidad material. Sin el ánimo de tratar de elaborar una definición completa del pensamiento platónico, lo que queremos mostrar es como en términos epistemológicos comienza a elaborarse una teorización acerca de lo que es el conocimiento verdadero lejos del error y de la falsedad.
Lo primero es señalar que en PLATÓN como tal prevalece un interés ético y práctico antes que las teorizaciones abstractas que veíamos en PARMÉNIDES. Es decir, si vamos a llegar a un conjunto de formulaciones acerca de lo que es el conocimiento y lo que no lo es, es en función de la vida y del papel que este conocimiento juega en la vida cotidiana. Me explico. El pensamiento de PLATÓN parte de un interés puntual por superar el relativismo ético presente en su tiempo a través de los distintos discursos de los Sofistas, pensadores y educadores griegos para quienes la verdad no es algo absoluto sino relativo a cada discurso y ocasión. Por ejemplo, si no sabemos bien qué es la justicia y la definición de esta virtud es relativa al tiempo, modo y lugar y en ese caso la ética como tal peligra pues lo que denominamos justo en un momento dado puede no serlo en otro y así una vida ética no sería posible. Viviríamos en medio de un relativismo que dependería únicamente de nuestra capacidad para elaborar discursos que justificaran nuestra acción, la verdad sería simplemente una ficción retórica.
En ese sentido, si es característico de la filosofía griega a partir de PLATÓN el desarrollar una pregunta específica que aclare la esencia de un ente u objeto en particular, bajo la forma qué es x, una vez indagamos por la esencia de virtudes éticas como la justicia, la bondad, la piedad, estas virtudes éticas para PLATÓN deben poseer una esencia única y absoluta bajo la cual se definan lejos del relativismo. De alguna manera permitir el relativismo en el conocimiento ético sería abrir la puerta no solo a la corrupción de los seres humanos, sino también a la indiferenciación de cuando una persona obra éticamente de cuando no lo hace.
Así, en PLATÓN esta preocupación ética va de la mano con una preocupación ontológica, es decir, acerca de una decisión que defina el ser de la verdad, o cual es la realidad verdadera. La verdad o lo verdadero no puede residir en el mundo material donde vivimos el día a día, esta debe encontrarse lejos del mundo material o del devenir. Me explico, si una característica del mundo material en el que vivimos es que este se encuentra en constante movimiento y cambio, sujeto al devenir, la primera problemática a la que se enfrenta PLATÓN es que la verdad no puede encontrarse como tal en dicho mundo o si no estaría sujeta a la contingencias de este, sujeta al cambio. Esa es una de las razones por la cual postula su famosa Teoría de las ideas, a través de la cual el filósofo griego postula la existencia de unos objetos verdaderamente reales, sustraídos del movimiento del mundo material en una trascendencia que fundará el ámbito del verdadero saber. Por esa razón, las Ideas en PLATÓN, u objetos verdaderos de conocimiento, no se encuentran propiamente en el mundo material, sino en un mundo distinto sustraído del incesante movimiento al que está sujeto todo lo material. Por ejemplo, si preguntáramos ¿qué es la belleza?, el filósofo como tal, a partir de las sugerencias de PLATÓN, distinguirá la belleza en sí misma de las cosas bellas y las propiedades sensibles que participan de la belleza. En ese sentido el filósofo postula que la belleza en sí misma existe con independencia de las cosas bellas que existen en el mundo material. Mientras que el hombre común que no es capaz de
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trascender el mundo material, confundirá a la belleza en sí misma con una multiplicidad de cosas que denomina bellas, pero que en últimas lo son en tanto participan de alguna manera de la idea de belleza que es una como tal. Luego quizás es mejor, para evitar confusiones, referirnos a la Teoría de las Ideas como Teoría de las formas, pues la alusión a la palabra idea puede llevar a confusiones que nos lleven a pensar que se trata de ideas como contenidos mentales, y nada distorsionaría más a PLATÓN. La idea como contenido mental solo aparecerá hasta las teorías del conocimiento propias de la modernidad. Las ideas o formas en Platón son realidades separadas del mundo material, separadas de los hombres por supuesto en tanto son plenamente objetivas y verdaderas. No son ideas como contenidos mentales en las cabezas de las personas, pues en ese caso estarían sujetas a la especificidad y relatividad de quien las piensa. Tienen que estar separadas de todo lo material, incluso del hombre mismo, en una realidad inmaterial y eterna no sujeta al cambio y las contingencias del mundo. En esa dirección se ha hecho común concebir el pensamiento platónico a partir de la imagen de la línea que reproducimos a continuación.
Lo primero que evidenciamos es que la teoría del conocimiento en PLATÓN elabora una distinción radical entre el mundo inteligible o de la ciencia (episteme) del mundo material o sensible, mundo de los fenómenos o de la opinión (doxa). Uno de los primeros problemas que ocupó la mente de los filósofos antiguos sin lugar a duda fue el problema del movimiento, pues ¿cómo pretender conocer algo si esto no es estático y en cambio su continuo movimiento lo transforma constantemente? Es decir, si conocer algo significa saber qué es algo y el movimiento de manera continua somete a los seres de este mundo a una constante transformación, aparentemente no sería posible conocer. Por ejemplo, determinamos que un determinado objeto es x, pero resulta que el movimiento al que están sometidos todos los seres de la naturaleza posiblemente puede transformar ese objeto x en algo absolutamente distinto, por ejemplo en y. Luego, ¿cómo puede algo ser x y y a la vez? Entonces, lo que algún momento determiné como es X ya no lo es, es otra cosa y en ese sentido una cosa no puede ser dos cosas
6 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
distintas a la vez pues se violaría el principio de no contradicción, lo cual señalaría que efectivamente no conozco. Una cosa no puede ser y no ser a la vez, eso lo pudimos deducir a partir de los pensamientos de PARMÉNIDES. Por eso en la Teoría de las formas en PLATÓN se elabora una decisión ontológica que sitúa el conocimiento más allá de lo material, es decir, en una realidad inteligible ajena al devenir del mundo material. Mientras en un extremo de la línea se ubican los objetos del pensamiento como tal, las ideas o formas, en el otro extremo están las imágenes, o objetos decadentes que no proporcionan ninguna verdad. Por ejemplo, si tuviéramos que indagar sobre lo que es el hombre, la verdad la encontraríamos en la forma o idea del hombre. Esta idea o forma se puede pensar como el molde que comparten todos los hombres existentes de alguna manera, y que es completamente inteligible e inmaterial, lejos de las existencias materiales de los hombres concretos y singulares que habitan el mundo y por supuesto lejos de las imágenes que elabora por ejemplo el arte acerca del ser humano.
Esta primera e inicial distinción entre dos caminos o vías, una que lleva al error y otra hacia la verdad, como señalamos ya, la encontramos inicialmente en PARMÉNIDES de ELÉA, pensador del siglo V a.C. que a través de su poema constata la dependencia que tiene el problema del conocimiento del problema general de la metafísica, ¿qué es el ser?, o mejor aún ¿qué es lo real? Me explico. Si el conocimiento es conocimiento de algo, evidentemente lo que señala PARMÉNIDES es que hay una identidad entre ser y pensar, es decir, se hace necesario indagar qué es el ser para luego ir un paso adelante y averiguar como lo conocemos, o si este por lo menos puede ser conocido. A esto lo denominamos Realismo, y es el enfoque teórico que sostiene que el conocimiento debe aspirar a conocer la realidad existente, lo que existe. Luego desde el realismo la pregunta por excelencia es ¿qué existe?, para así determinar como conocer eso que es existente.
El desarrollo de este enfoque Epistemológico se dará de una manera más enfática en ARISTÓTELES, quien construye su teoría del conocimiento a partir de una crítica a la Teoría de las Ideas o de las Formas en PLATÓN. Sin embargo, la Teoría de la ideas o de las formas en PLATÓN ya es de suyo realista en tanto plantea la existencia de una realidad objetiva en sí misma, el mundo de las ideas o de las formas.
Sin pretender un desarrollo absoluto del pensamiento de ARISTÓTELES, figura capital del saber en occidente, nos interesa resaltar las diferencias específicas que lo distanciaron de la teoría de las ideas de PLATÓN, así como explicar el conjunto de conceptos en torno a los cuales se constituyó su teoría del conocimiento. Sin embargo, es también muy importante hacer énfasis en el enfoque realista que adopta la epistemología de manera definitiva en el pensamiento de ARISTÓTELES. De cierta manera, a través de la comprensión de esta perspectiva se entenderá el cambio que se operó en la modernidad con otros pensadores que se preocuparon por el problema del conocimiento.
Lo primero es señalar que hay un enfoque común entre ARISTÓTELES y PLATÓN, en tanto el primero fue discípulo del segundo: los dos aspiran a un conocimiento no relativo que pueda dar cuenta de qué es lo real y verdadero. Sin embargo también las diferencias son patentes, pues
7 [ INTRODUCCIÓN A LA EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIA SOCIALES ]
como ya lo señalaremos la crítica fundamental de ARISTÓTELES a su maestro es que hay que traer las Ideas o Formas a la realidad, a los objetos existentes y no dejarlas en un mundo paralelo y trascendente lejos de lo material. El punto esencial de esta disputa es respecto a la valoración que le dan los dos pensadores a la experiencia humana. Mientras PLATÓN considera que si nos atenemos únicamente a la experiencia estaremos sujetos a la contingencia de lo material que es cambiante, y en donde no encontraremos verdad, ARISTÓTELES considera que el conocimiento debe partir de la experiencia sin eludirse de ella al mundo de las ideas. PLATÓN consideraba que el conocimiento sensible es falso pues solo proporciona imágenes erróneas sobre las cosas, pura doxa u opinión, y a lo sumo servirá como una primera instancia que el filósofo debe trascender si desea aspirar a las ideas. ARISTÓTELES sin embargo desde un enfoque absolutamente distinto nos dice que el conocimiento empieza necesariamente por la sensación, de modo que sin conocimiento sensible, sin la experiencia, no es posible el conocimiento, sin necesidad de postular objetos trascendentes. Luego, mientras para PLATÓN el filósofo debería trascender la experiencia en aras a una intuición intelectual a través de la cual conociera las ideas, para Aristóteles no hay que trascender, el conocimiento está en la experiencia. En síntesis, lo verdadero para PLATÓN, las ideas, existen separadas de las cosas del mundo real, en un mundo aparte, el mundo de las ideas, mientras para ARISTÓTELES las formas están en las cosas en sí mismas. Luego, lejos del dualismo platónico que separaba lo existente entre el mundo de los fenómenos y el mundo de la ideas, para ARISTÓTELES solo existe el mundo de los fenómenos y de los seres que existen en él, concretos, materiales, por eso el conocimiento no puede prescindir de la experiencia y los sentidos.
Si partimos de la experiencia, la primera pregunta a la que se enfrenta ARISTÓTELES es ¿qué existe? En ese caso la respuesta es para el filósofo que en la realidad existe una multiplicidad de seres concretos o substancias, como el los llama, que están ahí en el mundo para ser conocidos. Objetos o substancias existentes en sí mismas, substancias reales y objetivas. En realidad lo que se evidencia acá, es que la postura realista que señalamos es lo más parecido a la actitud del hombre común que supone que vive en un mundo material rodeado de seres diversos. El realismo en ese caso no es sino la actitud epistemológica del hombre que situado en el mundo supone la existencia de una multiplicidad de seres en torno suyo que están ahí dispuestos para ser conocidos. En ese caso, desde la postura realista lo que se privilegiará es un modelo de verdad entendida esta como correspondencia o adecuación. Hay verdad si hay una adecuación o correspondencia entre el objeto que está fuera de nosotros y el concepto que hemos elaborado de él. Como ya lo señalamos, el realismo es la actitud acrítica e ingenua del hombre que busca conocer. Estoy frente a un árbol, supongo que existe autónomamente, y formulo que habrá verdad en la medida que el concepto que yo elabore de ese objeto se corresponde con la entidad o substancia que está fuera de mi y que percibo a través de los sentidos. En síntesis, como señala Manuel, GARCÍA MORENTE: “el realismo afirma la existencia del mundo, de las cosas que constituyen el mundo, y de nosotros dentro de ese mundo, como una de tantas cosas”2.
2 GARCÍA MORENTE, MANUEL. Lecciones Preliminares de Filosofía. México: Porrúa, 2007, p.92.
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En ese caso, lo que planteamos a través de la postura realista es que el investigador se encuentra en una actitud natural ante el mundo y sus objetos, y busca conocerlos tratando de elaborar conceptos que los definan. No obstante, y sin olvidar el problema que ya había señalado PLATÓN frente al devenir del mundo fenoménico, si lo que existe son objetos que tienen existencia singular y autónoma, ¿como conocerlos sin caer en las contingencias del mundo material? Aristóteles enfrentado a ese problema va a formular un conjunto de conceptos que le permitirán salvarse el problema del cambio sin necesidad de postular ideas trascendentes como las platónicas.
La solución aristotélica se ha denominado hilemorfista, pues sostiene que todas las cosas son un compuesto de materia y forma. Me explico, sin eludirse del mundo material, ARISTÓTELES sostiene que los seres materiales tienen una forma que es la que los hace ser lo que son. En síntesis, la forma se encuentra en los objetos concretos y ella es la que los define esencialmente, pues la materia no define esencialmente a algo. En ese caso, el pensador que desee conocer un objeto debe a través de los sentidos tratar de acceder a la forma que define al objeto como tal, a diferencia de la materia, que si bien es importante no lo define. Expliquémoslo a partir de un ejemplo3:
La imagen corresponde a un par de esculturas del maestro Fernando, BOTERO en la ciudad de Medellín. El investigador aristotélico completamente realista afirmará en primer lugar que dichas esculturas existen y existen de manera autónoma sin depender de nada para hacerlo, es decir, son substancias, están ahí para ser conocidas, son reales y objetivas. Ahora bien, en cuanto son substancias, objetos realmente existentes en el mundo la pregunta del investigador frente a dichos objetos será: ¿qué son? Evidentemente son esculturas, pero para caracterizar auténticamente lo que son y no confundirlas con esculturas de otro artista debemos ser más específicos. En ese caso acudimos a los conceptos aristotélicos de materia y forma. Se trata de esculturas de bronce, es decir, el material del cual están hechas es el bronce, sin embargo como ya se puede notar no basta señalar su material para hacer específica y concreta la respuesta a la 3 Imagen disponible en: http://www.elmercuriodigital.net/2012/01/botero-dona-una-escultura-al-parque-que.html Consultada 26 de octubre de 2012.
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pregunta ¿qué son? Se hace necesario acudir a un concepto como el de forma para especificar que son esculturas de Fernando, BOTERO no por el material del cual están hechas, sino por la forma que define lo que son. En ese caso diríamos que dicha forma es lo esencial en ellas y en este caso será su voluminosidad, característica común a las obras de BOTERO. La voluminosidad si bien es perceptible a través de los sentidos no es algo material. En ese caso se puede tratar de lienzos, esculturas de yeso o mármol, serán lo que son no dependiendo del material sino de la forma que hace que sean lo que son.
No obstante no hay que engañarse respecto a que la forma se reduce simplemente a la forma que toma la materia, como se ve en el caso de las esculturas. Si pensáramos ¿qué es el ser humano?, diríamos que desde su materia es un conjunto de huesos y carne y sin embargo la forma que define al ser humano no está dada por la forma como se organizan esos huesos y esa carne. Si esto fuera así la pesadilla de Frankenstein sería posible, es decir, hacer un ser humano organizando como nos enseña la anatomía un grupo de huesos y de carne tomados de diferentes partes para hacer un ser humano. La forma al ser mucho más que la manera como se organiza la materia, lo que define es aquello que no cambia en la substancia, a pesar de que en el aspecto material cambie. Es decir, si tenemos un ser humano que ha perdido sus extremidades en la guerra, por ejemplo, seguirá siendo un ser humano, a pesar de que la forma de su materialidad se alteró. La forma al ser una suerte de substrato inmaterial que reside en todas las substancias y seres de este mundo permanecerá a pesar del cambio. En el caso del ser humano, ARISTÓTELES sostuvo que la forma que define al ser humano en esencia es su alma, una especie de substrato inmaterial que al ser el centro racional del hombre lo define así este pierda gran parte de su cuerpo.
En esos términos y sin necesidad de postular una realidad trascendente como PLATÓN, el conocimiento para ARISTÓTELES es una actividad empírica que se ocupa de objetos que existen en este mundo. Ahora bien, a pesar de que se accede al conocimiento de estos a través de la experiencia, el conocimiento como tal de una substancia se dará una vez el investigador acceda a al concepto formal que los define. Como vemos lo que postula ARISTÓTELES a partir del concepto de forma es que conocer algo es identificar aquello que no cambia y define la naturaleza del ser que estamos conociendo, en el caso del ser humano es su alma que se caracteriza por ser eminentemente racional.
IDEALISMO Y EPISTEMOLOGÍA: LA PREOCUPACIÓN POR EL SABER CIENTÍFICO
A finales del siglo XIV y a lo largo del siglo XV, se comenzó a suscitar una crisis cultural, epistemológica y científica en todo occidente que transformará por completo la concepción del conocimiento humano como tal. Esta crisis que dio inicio a la modernidad como tal puso en tela de juicio todos los relatos metafísicos que en el pasado habían sostenido a la civilización, crisis de las ideas que habían sostenido la cultura, la sociedad, la vida en occidente. Me refiero a crisis profundas como la que se suscitó una vez se dio el cisma de Occidente y emergió la Iglesia Protestante, o el conflicto que se generó con la religión una vez la revelación religiosa fue
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puesta en entre dicho por la ciencia experimental que surgía entre los primeros astrónomos. Si en el pasado la verdad acerca del hombre y del mundo se encontraba en la revelación religiosa y dicha verdad se encontraba depositada en la Iglesia Católica Romana, una vez surge la Iglesia Protestante se pone en entre dicho la idea de que solo hay un único camino de verdad y salvación. En ese sentido la crisis religiosa que causó la Reforma mostró a los hombres de ese tiempo que no hay una única y definitiva verdad. Por otra parte, recuérdese que el descubrimiento del Nuevo Mundo al final del siglo XV profundizó la idea que ya se había introducido con las exploraciones de los navegantes hacia el oriente: el mundo no es Europa, hay distintas formas de vida, distintas culturas, distintas verdades, etc., Sin embargo la crisis más profunda que se dio en el ámbito del pensamiento se puede evidenciar en la obra de Rene Descartes, pues entra en crisis el modelo realista que explicamos se exhibe en el pensamiento de ARISTÓTELES y en cambio se da un giro hacia una suerte de idealismo que transformará por completo la investigación científica. Caracterizar el origen de este idealismo es lo que nos proponemos en este aparte.
Señala DESCARTES, en un tono muy autobiográfico en su obra el Discurso de Método, que en su tiempo existe una enorme confusión entre los distintos saberes de tal manera que el ideal de verdad prometido por las distintas ciencias y saberes resulta inalcanzable. Lo que se afirma es que los estudios en vez de acercar al hombre al conocimiento de la verdad, lo que hacen es sumergirlo en la duda constante y en la conciencia de la propia ignorancia. Al parecer el ideal de verdad que se tenía en el pasado se ha disuelto:
Desde la niñez, fui criado en el estudio de las letras y, como me aseguraban que por medio de ellas se podía adquirir un conocimiento claro y seguro de todo cuanto es útil para la vida, sentía yo un vivísimo deseo de aprenderlas. Pero tan pronto como hube terminado el curso de los estudios, cuyo remate suele dar ingreso en el número de los hombres doctos, cambié por completo de opinión, Pues me embargaban tantas dudas y errores, que me parecía que, procurando instruirme, no había conseguido más provecho que el de descubrir cada vez mejor mi ignorancia. Y, sin embargo, estaba en una de las más famosas escuelas de Europa, en donde pensaba yo que debía haber hombres sabios, si los hay en algún lugar de la tierra. Allí había aprendido todo lo que los demás aprendían y no contento aún con las ciencias que nos enseñaban, recorrí cuantos libros pudieron caer en mis manos, referentes a las ciencias que se consideran como las más curiosas y raras. Conocía, además, los juicios que se hacían de mi persona y no veía que se me estimase en menos que a mis condiscípulos, entre los cuales algunos había ya destinados a ocupar los puestos que dejaran vacantes nuestros maestros. Por último, parecíame nuestro siglo tan floreciente y fértil en buenos ingenios, como haya sido cualquiera dé los precedentes. Por todo lo cual, me tomaba la libertad de juzgar a los demás por mí mismo y de pensar que no había en el mundo doctrina alguna como la que se me había prometido anteriormente4.
4 Disponible en: http://www.weblioteca.com.ar/occidental/delmetodo.pdf Consultada 26 de octubre de 2012.
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Ahora bien, en tanto nosotros somos hijos de este estado de duda completamente moderno no parece sorprendernos lo que señala DESCARTES. Se ha hecho común en nuestra época el que no exista una verdad única y definitiva y en cambio vivimos en un estado de opinión constante en el que podemos coexistir entre verdades contradictorias sin entrar en conflicto alguno. ¿Acaso alguno de nosotros ha entrado en un estado de angustia ante la multiplicidad de religiones distintas, convicciones y verdades diversas y contradictorias que existen hoy en día? ¿Alguno ha sido atacado por la angustia de la duda una vez constata que incluso entre las distintas ciencias hay posiciones contrarias e irreconciliables?
Evidentemente, la situación actual en la que vivimos no es la que padece DESCARTES en pleno siglo XVII. De alguna manera el espíritu intelectual que abunda en su época si bien sigue siendo dependiente de la educación escolástica plenamente medieval, ya va avanzando a la vez hacia las ciencias modernas que tienen un carácter experimental, generando así un conflicto. La escolástica como tradición medieval dominó por completo el ámbito intelectual europeo, especialmente en las primeras universidades, desde el siglo XI al XIV. Realizando una articulación entre teología y filosofía, el conocimiento que se difundió a través de la escolástica suponía una articulación entre fe y razón que no daba espacio a la ciencia experimental. Lo que queremos señalar es que el conocimiento se caracterizaba por tener una muy fuerte relación con la revelación bíblica, así como con las tradiciones filosóficas dominantes de la época que no contradecían a la revelación cristiana. Por supuesto, una vez a partir del Renacimiento se comienzan a operar grandes transformaciones y adelantos técnicos, se planteó la necesidad de nuevas ciencias y métodos de investigación que redundarán en la ciencia moderna del siglo XVII. Es entonces cuando entra en escena el moderno concepto de ciencia experimental que separará definitivamente a la ciencia de la filosofía y por supuesto de la revelación cristiana. El conocimiento tendrá que ser empírico o no será.
Volviendo entonces a la situación en la que se encuentra DESCARTES, lo que se evidencia en su situación es la crisis de uno de los supuestos más grandes que había tenido el conocimiento hasta la era moderna y es la idea de que el saber es uno, que tiene un solo fundamento. Se trata de un estado de duda y error constante ante la ausencia de una verdad dominante y apodíctica, es decir, verdad que fundamente todo el conocimiento. En ese contexto las preguntas que desarrolla DESCARTES se enmarcan en esta época de crisis donde no existe certeza sobre cual es la verdad o cual es su fundamento. Por eso las preguntas cartesianas por excelencia serán: ¿cómo huir del error y encontrar la certeza? ¿Cuál es el fundamento de la verdad?
Para resolver este dilema, convencido de necesitar un método en la búsqueda de la verdad, pues como señala DESCARTES “No basta, en efecto, tener el ingenio bueno, lo principal es aplicarlo bien”, desarrolla un conjunto de procedimientos para lograr su propósito. El primero de ellos será denominado duda metódica, procedimiento intelectual que ante el estado de duda y error busca purificar el pensamiento de opiniones infundadas. En ese sentido DESCARTES pretenderá desembarazarse de la falsedad para así cernir lo verdadero. Lejos de la tradición escolástica la duda como experimento racional es de carácter personal, pues no se aceptará como verdadera nada en lo cual pueda residir el 7más mínimo motivo de duda. Afirma
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DESCARTES:
Ya me percaté hace algunos años de cuántas opiniones falsas admití como verdaderas en la primera edad de mi vida y de cuán dudosas eran las que después construí sobre aquéllas, de modo que era preciso destruirlas de raíz para comenzar de nuevo desde los cimientos si quería establecer alguna vez un sistema firme y permanente, con todo, parecía ser esto un trabajo inmenso y esperaba yo una edad que fuese tan madura que no hubiese de sucederle ninguna más adecuada para comprender esa tarea. Por ello, he dudado tanto tiempo, que sería ciertamente culpable si consumo en deliberaciones el tiempo que me resta para intentarlo. Por tanto, habiéndome desembarazado oportunamente de toda clase de preocupaciones, me he procurado un reposo tranquilo en apartada soledad, con el fin de dedicarme en libertad a la destrucción sistemática de mis opiniones.
Para ello no será necesario que pruebe la falsedad de todas, lo que quizá nunca podría alcanzar; sino que, puesto que la razón me persuade a evitar dar fe no menos cuidadosamente a las cosas que no son absolutamente seguras e indudables que a las abiertamente falsas, me bastará para rechazarlas todas encontrar en cada una algún motivo de duda5.
No obstante, contrario a lo esperado por el filósofo, no hay verdad alguna que pueda sostenerse ante la duda radical que ha operado como principio metodológico. Si este principio reza que hay que dudar de todo aquello en lo cual resida el más mínimo motivo de duda, al final del experimento mental no parece sostenerse ninguna verdad en píe. ¿Acaso hay alguna verdad de la cual podamos tener certeza absoluta, es decir, ni el más motivo de duda? El experimento llevado a cabo por DESCARTES rápidamente le muestra que siempre es posible dudar así sea a partir de lo más mínimo de todo lo que de algún modo consideramos verdadero. Sumido entonces en un estado de duda aún mucho mayor que en el que estaba una vez inició su empresa intelectual, emprende el filósofo una vez más su experimento mental:
He sido arrojado a tan grandes dudas por la meditación de ayer, que ni puedo dejar de acordarme de ellas ni sé de qué modo han de solucionarse, por el contrario, como si hubiera caído en una profunda vorágine, estoy tan turbado que no puedo ni poner pie en lo más hondo ni nadar en la superficie. Me esforzaré, sin embargo, en adentrarme de nuevo por el mismo camino que ayer, es decir, en apartar todo aquello que ofrece algo de duda, por pequeña que sea, de igual modo que si fuera falso y continuaré así hasta que conozca algo cierto, o al menos, si no otra cosa, sepa de un modo seguro que no hay nada cierto6.
Sin embargo una vez más DESCARTES se sumen en las dudas y en la imposibilidad de alcanzar una verdad resistente a la duda radical que ha implementado. La duda hiperbólica o radical
5 Disponible en: http://materialsdefilosofia.com/wp-content/uploads/2011/09/Descartes-Meditaciones-metaf%C3%ADsicas.pdf Consultada 26 de octubre de 2012. 6 Op. Cit.
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ataca por completo la experiencia del filósofo, de tal manera que no le resulta en ningún sentido verdadero cuanto aprende y ha aprendido a través de los sentidos, e incluso llega a dudar de que se encuentre en un estado de vigilia pues es posible estar en medio de un sueño. Expliquémonos. Parte DESCARTES de la idea de que todo cuanto ha considerado verdadero hasta ese momento ha sido aprendido a través de los sentidos, sin embargo si es posible dudar así sea en lo más mínimo de los sentidos, pues ha habido situaciones donde ellos han mostrado como verdadero algo que no es, la consecuencia es que no se puede fiar en nada de lo que ha aprehendido a través de ellos, en los sentidos no reside la certeza.
Vale la pena resaltar que en ese contexto se comienza a operar la transición del realismo al idealismo. Si bien señalamos que el modelo de verdad que operaba en la antigüedad, o por lo menos bajo el paradigma del realismo, era la idea de adecuación entre el concepto que se tiene de la cosa y la cosa misma que existe, es decir la verdad como adecuación, en la modernidad esta noción de verdad se transformará. En DESCARTES se evidencia que la verdad lejos de ser una adecuación comienza a estar sujeta al criterio de certeza, como bien señala DESCARTES, será verdadero lo que se le presente con claridad y distinción a su pensamiento lejos de la duda. La certeza comienza a operar como criterio epistemológico aceptando como verdadero solo lo que no presenta duda ente mi propio pensamiento. En esa dirección lo que acontece epistemológicamente a partir de la duda cartesiana es que el sujeto comenzará a ejercer un papel central en el conocimiento humano. Si bien en el pasado podríamos pensar que bajo un modelo realista el conocimiento como actividad estaba centrado en el objeto de conocimiento, la cosa o el objeto que pretendemos conocer, bajo el idealismo el centro será el sujeto de conocimiento como tal: si yo dudo de la existencia del objeto y no tengo certeza de este es posible que no exista o no sea verdadero.
En el pensamiento de DESCARTES encontramos evidentemente la afirmación del idealismo una vez el filósofo reflexivamente afirma que solamente hay algo de lo cual no puede dudar y es que él efectivamente es algo, un yo ante el cual se presenta el mundo del cual duda vehementemente. Si solo abunda la duda y reflexivamente afirma que no hace sino dudar, errar, imaginar, ser engañado, etc., todas estas acciones deben en algún sentido ser desarrolladas por un agente que las ejecute, luego, es absolutamente la deducción de un yo como primera verdad apodíctica:
Supongo, por tanto, que todo lo que veo es falso y que nunca ha existido nada de lo que la engañosa memoria me representa no tengo ningún sentido absolutamente: el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar son quimeras. ¿Qué es entonces lo cierto? Quizá solamente que no hay nada seguro. ¿Cómo sé que no hay nada diferente de lo que acabo de mencionar, sobre lo que no haya ni siquiera ocasión de dudar? ¿No existe algún Dios, o como quiera que le llame, que me introduce esos pensamientos? Pero, ¿por qué he de creerlo, si yo mismo puedo ser el promotor de aquéllos? ¿Soy, por lo tanto, algo? Pero he negado que yo tenga algún sentido o algún cuerpo, dudo, sin embargo, porque, ¿qué soy en ese caso? ¿Estoy de tal manera ligado al cuerpo y a los sentidos, que no puedo
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existir sin ellos? Me he persuadido, empero, de que no existe nada en el mundo, ni cielo ni tierra, ni mente ni cuerpo; ¿no significa esto, en resumen, que yo no existo? Ciertamente existía si me persuadí de algo. Pero hay un no sé quién engañador sumamente poderoso, sumamente listo, que me hace errar siempre a propósito. Sin duda alguna, pues, existo yo también, si me engaña a mí y por más que me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que soy algo. De manera que, una vez sopesados escrupulosamente todos los argumentos, se ha de concluir que siempre que digo «Yo soy, yo existo» o lo concibo en mi mente, necesariamente ha de ser verdad7.
El giro que se evidencia con el pensamiento cartesiano supone la principal característica del pensamiento epistemológico moderno y es: anteponer el problema del conocimiento al problema metafísico. Antes que suponer que existen objetos en el mundo dispuestos para ser conocidos, el sujeto se antepone como una realidad desde la cual juzga como huir del error y acercarse a la verdad. Mientras habíamos visto que la actitud realista, que acontecía en la antigüedad, incluso hasta inicios del siglo XVI, implicaba una actitud natural ante el mundo que le rodea, suponiendo la existencia de las cosas que le rodean, el idealismo señala el transito hacia una actitud Epistemológica anti-‐natural. Lejos de la actitud pasiva del realista que se sitúa ante el mundo esperando que este le provea de conocimientos, el idealista afirma ante todo la inmediatez del propio pensamiento como realidad indubitable desde sonde puedo juzgar el mundo. Lejos del mundo del cual no tengo certeza, el pensamiento aparece como esa realidad inmediata que cobrará una importancia absoluta en la epistemología moderna. El yo, o sujeto de conocimiento, será esa nueva instancia que jugará un papel fundamental en el conocimiento del mundo. Es mi pensamiento y sus ideas como realidad indubitable desde donde se establecerán todas las relaciones cognoscitivas. Del mundo no se nada con certeza, pero si sé que soy un pensamiento, un yo pensante que tiene ideas acerca de ese mundo. Así las cosas no hay nada sino solo yo y mis pensamientos. ¿Acaso queda algo de esa realidad externa que suponíamos existente de manera objetiva una vez nos damos cuenta que el mundo se me da a mi solamente como una representación en ideas?
TESIS DEL REALISMO
• El mundo existe de manera objetiva y en él existe una multiplicidad de substancias u objetos que tienen existencia autónoma • El conocimiento se da una vez el sujeto se forme un concepto que se adecúe a la realidad externa con la que se encuentra. • Los objetos existentes en el mundo juegan un papel central en el conocimiento, pues es el sujeto el que debe buscar la manera de conocerlos a través de la formulación de conceptos que los definan esencialmente.
7 Disponible en: http://materialsdefilosofia.com/wp-content/uploads/2011/09/Descartes-Meditaciones-metaf%C3%ADsicas.pdf Consultada 26 de octubre de 2012.
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TESIS DEL IDEALISMO
• No hay certeza sobre la existencia de los objetos exteriores a mí mismo • Antes que partir desde una actitud confiada en los objetos existentes, se parte de la duda y la sospecha. El punto de partida del conocimiento es el yo • El papel central en el conocimiento humano está dado por el sujeto como actor de conocimiento • Del mundo no sé nada objetivamente, solo tengo acceso a ideas de mi propio pensamiento • El criterio de verdad ya no será la adecuación entre el concepto y el objeto sino la certeza como operación intelectual operada por el sujeto.