PABLO PICASSO UN HOMBRE, UN ARTISTA, UN GENIO UN HOMBRE, UN ARTISTA, UN GENIO.
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MANDELA Y LA NIÑA
CARMEN VÁSCONES
“Yo soy el que soy”
Éxodo 3;14
Cuídate de la arena movediza del sentimiento.
Carmen Váscones
I
Otra historia sin anexo. Antes de acabar el día escucha mi versión en parte, un poco la de
madiba, otra la que se parece a mí, pero puede ser una de tantas eso de afrontar vida con
muerte.
Cuídate de la arena movediza del sentimiento.
Tam. Tum. Tom. Pum. Noooooooooo. Hasta que despegadito como piel de culebra se
me escurra morfema de respiración. No sé a qué se parece. Porque los dos estamos bajo
este mismo cielo. Y la tierra explota como pelota de trapo gastada. Por patadas atadas a
pormenores de excusas eso de evacuar ira bajando válvula.
¿Acaso es escusado el estado fatal de la tierra? El pozo séptico laberinto del ojete del
progreso a vaciarlo. Sino rebosa como emboscadas. O dogmas que repetimos como loro.
Picotazo pico tazo azoó.
Aza la soledad partida dentro de la taza noche nos confunde.
Fuego. Juega. Incisiva cacería. Sigo. Siga- Qué pasa afuera. Taita. Tata tumba. Bongo
supongo. Quiero té de yerba, de clavos. Descansar del parto. Partí. Parto. Quiero que
hagas un komba para que juegue mi niño.
Colmillo elefante desentierran ¿Dónde?
Saliva silencio en boca pegada al vacío del estómago. No deja salir grito. El flaco negro
roza incrédulo con su tambor a cuero pelado cauto sigue pista. Mira sequedad estría del
recuerdo. Esconde hambre, aunque sus ojos saltan buscando mendrugos de los visitantes.
Reflejo disparejo.
Sombra es negra como yo.
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Negra lava junto a la orilla y canta yapan atupa suputan.
La niña juega al vale, se esconde, la encuentran, eso no, tan rápido no y no. Quiere
desaparecer en la página. A la quemada sin golpe, así no vale. Solo toque sin dolor. Toca
a ti. Imita a la mujer trastocada por silueta de agua. Aguasal, guasa, ¿A dónde va?
Otra vez te perdiste. Quién la sigue. –Alcánzame si puedes-
El sol arde hasta curtir. Agua coco para secar sed del espanto. Hambruna se nota en los
casi esqueléticos. Que se acercan entre polvareda y sequía. El buitre dejando ni rastro.
África huele a sangre oxidada en la razón. Lanza negra.
La cárcel no detiene la segregación.
Aparta dominio blanco. Y no es cáliz con la sangre del crucificado. En la hoja blanca la
infección de la ley. Mandela no acoge el silencio. Lo escucha. Derriba miedo día a día.
Flecha, fechas.
Sales al mundo a romper la orden. Contra orden. Fin al régimen del color. Revoltoso
tribal, cadena perpetua no apagará jamás tu corazón negro reconciliador. Sombra de áfrica
desmantela arco iris. Despeja cuchara palo palo pasó por aquí. En cautiverio sus manos
atadas a la nada. Destraba nudo.
El día raya de la libertad que no muere jamás. Otro cae por ella. ¿Quién es esa dama
inconmovible que exige blanco o negro con pega de rojo en un verde sospechoso?
Prefiero el tres en rayas atrapando cero y equis hasta alinearse y ganar sin derribarte o
quemarte con el ácido de tu gloria glotona.
Levantamiento. Palenque, caza, pesca. Esconde al arrorró por ahí vienen. Piérdete en la
jungla. No te dejas agarrar por la pisada. Que no te ponga la pata en el pescuezo como
gallina para el matadero.
La argolla señal del mercado.
¿Quién impone el sello? ¿Quién azota? ¿Quién no se deja capturar? Los grilletes
gangrenan. La existencia es una cacería, redada, saqueos. Los captores ponen en jaula la
trata.
El trato es una rata desembarcando y royendo el útero de áfrica.
II
En casa la madre limpia y relimpia hasta arder la piel. En la baldosa uno se mira como
una sombra manchada por un cuerpo que no le gusta lo laves y lo refriegues como si fuera
trapo sucio.
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Prieta, curtida, negritilla. Mírate los codos y las rodillas negras. Contigo no se puede.
Deja de andar quemándote, solo los dientes te blanquean. La tela blanca relumbra en su
piel tostada. Luz tras la sombra desobediente del viento y de la mano con el látigo…
La cadena eterna toca su voz, su cuerpo. En silencio desata memoria. Las voces de tantos
yo no lo dejan en paz. A menos que la ley sea una cadena de tinta y más con menos. Nuez
de Koala calimbaos zambomba macumbé.
Voceríos, ruidos gestos.
Palenque fugitivo palmar de zumba resiste ataque. Esclavo no más, nunca. Este mundo
no es mi gusto. Masmorra no. Rachadores no. Canje no. Ni en jaula ni en caza. Solo
quilombo.
Mande. -No-. Obedece. –No-, Hazme caso. –No- La niña invierte las letras. Su mano
zurda deshila orden de la repetición. Repite después de mí. -No- La niña hace una boca
como una papa dentro de la bola modelo. No es así. Así es. -No- papa no es papá. Pon
el palo. –No- palo no es palo, es palo de mamá y palo tuyo. Haz y punto. –No-
Borondondon no es lo mismo que Bol. Bolo. Bolón. Bolondrón. Bobo Bobobobobobo.
Tolondrón. Molondrón. Regodeón. Pumba. Umba Bampu. Va -da -ya…
Palo palito palo no es. Cate que te fuiste. Fósforo encendido cabeza de fuego, pelota de
gooooolllllll. Pimpón es un muñeco de cartón, no llora con su nariz de payaso que se la
pongo cuando más duele.
La masa escucha el sonido de Mandiba. Lo aprende, lo desprende. Lo prende. Imperdible.
Corchete. Gafete. Bincha para la mecha del tiempo. Lluvia desagua sueño para que la
avaricia se limpie jeta. Pócima de tamburi, cadera de parto, mi encanto, ven conmigo.
Tótem canoa de huesos, traigan sal para adobar sonido-
Anca acodera sepultura del canto picado zumbado en tierra seca levantando sospecha de
polvo y paso prohibido como eso del fruto. Allí expulsan, acá persiguen. Te detienen si
cruzas la línea del león. Te zampa las garras. Elefante en zanja agoniza.
El hombre en el séptimo día del descanso del creador hizo traición. Quiso más de lo que
podía, no pidió. Hurtó divina naturaleza. Puso hierro caliente no sólo al animal sino a su
prójimo irreconocible.
Chamuscada huella de identidad.
La libertad de unos atosiga a otros. Se incinera el odio. Se confunde nadie con sombra de
alguno. El negro del “apartheid” en historia de los grilletes. No se deja cazar.
Acorralado rebota la red.
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Agua carpintera del movimiento tu imagen. Escogido. Cogido. Cogito no ergo. Sum.
Sum. Reflejo sin espejo el hijo del árbol timbal de tribus y tambor roto. Latido
indoblegable ante insuficiencia humana.
Todos somos bastardos del universo que osamos poner capricho desmedido en el puño
cobarde que lanza polvareda al silencio contaminado. Reventamos el tiempo. El pequeño
espacio de cada uno destrozo del canalla. ¿Cuál es mi parte en esta nada cuarteada por
cómplices…?
Tú el suficiente, el vasto ser que ni en la oscuridad del encierro perdiste la calma para esa
otra libertad del sueño sin sepultura. Diste un lugar al decir de toda una historia.
Engendraste otra vez el verbo.
Si puedes aprender, puedes desaprender. ¿Qué?
El odio no deja pensar.
III
No cede. No cedo. No concedo. No concibo la frigidez de la ignorancia ni del
conocimiento. Por su puesto. No tengo banca en la escuela. En el bosque hay troncos
pegados y despegados, hay una trifulca de madera negra, madera blanca, madera de color.
Manos revolotean quitando de encima a la jauría.
Corro al parque cerca que está a lado del jardín. Doy la vuelta y la iglesia está empinada
como una estatua. Entro apurada, no entiendo por qué tanto dolor a ese señor en la cruz,
chorrea sangre, toco ese gotereo, está seca, parece pintura dejando saber fue azotado,
acaso con puntitas de clavos en el cuero, esta astillado a un lado con un punzón. Tiene un
huequito por la costilla. ¡Ay! Es un huecazo, como una huaca aborigen, tiene que haber
sido con una flecha recontra filuda.
Y naciste tú para recordarnos el límite con el uno. Dos no es uno. Uno con uno no da a
ningún lado. Ser uno no es posible. Y claro no está eso de imagen y semejanza. No es lo
mismo por a una raya a una cruz a una división. Ápice no da igual a dos rayas del tigre.
Uno más uno qué, uno menos uno da.
Nulo no es igual a cero.
¿De qué soy esclavo? Analfabetismo es sumisión, el saber también. Pensar es otra cosa.
¿Cuál uno eres tú? Vil o servil. Servicialmente es la consigna. Servidumbre. Siervo.
Sirviente. Servidor. Servicio prestado del prestador al atrapado.
Atrapa trapo raposo gazapo.
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IV
En casa la madre limpia y baldea hasta arder la piel. En la baldosa uno se mira como una
sombra manchada por un cuerpo que no le gusta lo lave y lo refrieguen como si fuera
trapo sucio. Prieta, curtida, piel de sombra. Mírate los codos y las rodillas ennegrecidas.
Contigo no se puede. Deja de andar quemándote, solo los dientes te blanquean.
La tela blanca relumbra en su piel tostada.
Y nadie no existe.
Coge la pereza y se hecha con ella en la hamaca.
Alguien es uno que no obedece, Nunca más desnuca a la muerte revoltosa dentro del
cuenco de un cuento en cada cuerpo. Más nunca digas te rindes porque igual te arrancan
algo de ti.
Más y nunca es menos que nada.
El amo parece un cuervo sacando ojos al tiempo.
¿No ser es desigual? ¡Aja!.
Nos dejas una sentencia. Solo una elección. Nada indeciso. Prefiero no ser como tú.
Quién eres. Un cartucho vacío es indicio. ¿Acaso quiero el puesto del jardinero en el
huerto sin serrucho sin clavos ni martillazos al sueño?
Mira coser, sigue la aguja, el hilo avanza como arrocitos saltando en la tela. Busca bolas,
¡ah! los ojos de la madre, cierra dos deditos, adentro lápiz de sastre, ni eso le sirve, hace
una a redonda despanzurrada, se ríe la chiquilina. Quién la hace perfecta, qué cosa tan
grande, la rueda del triciclo, yo no la puedo copiar, tiene rayitos, tararea con los deditos,
como copiar al sol, no se deja mirar de frente, se me pone oscuro todo, me arde los ojos.
En la noche cuando la luna asoma, cómo seguirle su crinolina, a veces sale como cachito
de vaca; en mis escapadas al patio cuando todos duermen, converso con esa bolita blanca
tan inalcanzable y huidiza. En mi plana ni la moneda me sirve, ni el real. No los puedo
calcar se salen del cuaderno de caligrafía.
Lección de historia, costumbre, comida. Y tunda si no memorizas. Sinsorgas. Candunga
cereal maíz tribal, avena, trigo, cebada, ritmo de peces y pies dentro de la selva. Dátiles,
olivo y zumo alrededor de la espesa vegetación acordonada. Se cría fundamentalmente
ganado caprino y ovino. En el Sahara, pastores nómadas crían camellos, y algunos en los
oasis, cultivan dátiles y cereales.
-Repite hasta dejar de equivocarte-.
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V
Le corto la pata a esa vocal. Se confunde con la O. Si la parto salen dos paréntesis, dos
orejas, dos cejas, dos mitades de limón. No, mejor, la hago rodar como aro. Me divierte
cortarla.
Si la descabezo del tronco se hace nada. Carcajada. Parece dos puntas de caracoles los
lados de la luna dormida. Si le prendo fuego parece una bomba saliendo de la bocona
mandándome a repetir. Lista. Listo. Nunca estoy presta con mi manita. Mano maldecida
por la profe. Una vez me dijo que soy la hija del diablo por eso de la zurdera.
Los itinerantes queman, acondicionan y despejan la tierra para cultivar, más tarde volver
y repetir los ciclos para que crezcan los arbustos que sacian el hambre. Paso sedentario
eso de esperar la estación de los frutos. Cereal, arroz, batata, mandioca, quimbombó para
la subsistencia básica.
Mi pensamiento es nómada. Nunca está quieto.
La paz no cabe en el cuerpo, te tumba como tumba sin rumba. Ni está quieta en la palabra.
Peor en la franja dizque blanca. Ósea que mi sombra y yo somos incompatible con ese
color. Enrumbo. A quién se le habrá ocurrido eso de desteñir la telita que se agita como
alas de gaviotas. Paz zapa.
La mosca tse-tsé zumba pega como entierro en el pellejo del animal la larva que anidará
el huevo del gusano que nacerá y suscitará la plaga. El cazador a escondidas negocia el
diamante, el marfil. -¿Quién le compra, quién le paga?-. Cállate. Eso no es tu asunto. Te
abofeteo si te desconcentras con preguntas “idiotas”. No es tu incumbencia lo que no está
en el cuaderno.
Memoriza y no me hagas enfadar.
VI
Al que resiste lo arrincona señalándolo como peligroso de saltar el límite marcado por la
ley de la gravedad. Vamos, súmete hasta pegar las costillas a la boca del estómago y sentir
como un nudo ahorcando al miedo hasta reventarlo como vejiga de aire. No aguanto.
Siento que exploto. Recobro aliento. Respiro escondido la prueba del clan.
Quién resiste cautiverio es faro inquebrantable para los pulmones.
Camino de piedra y lodazal vislumbra fin del principio. Malambo.
Mandela no es mándala no es esvástica, ni mandala de rueda, ni máscara sin lengua, ni
crucifijo de ónix. Denuncia el daño arrinconando al gesto de la danza en la argolla de
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hierro oxidado de la ley que empalidece hasta dejar como fantasma a la noche arrebujada
en la piel.
Corazón yoruba soy dueño de mi cabeza, Obalufe escapa de la muerte, buscas refugio,
Orisa te ancla la sombra a la copa del árbol. En el panteón del silencio, los guardianes con
su boca de oráculo, adivinanza y acertijo, dejan sonar la dirección del rayo. Creación
Orisá del resto del enigma. Carne discordante del eslabón el amanecer del abrazo sin
mano, sin dedos, sin pie, sin yo.
El vacío huele a mutilación.
Antepasado de la muerte la vida apremia. Changó cura tristeza del sol. Quita hierro
enterrado como argolla en tobillos de la luna. Despeja collar del río en el fondo gris de la
sombra de humo que dispara. Tablero de Orula en palma balancea amenaza del origen
para nunca caer al piso y ser pan comido para la muerte.
El cuerpo es oráculo de la creación. Semilla de salva no tocar el secreto de la matriz. Eres
testigo del testimonio que habitas. Baila lluvia en los cuerpos desnudos alrededor del
bambú del tambor del arenero de torsos ululando con el viento. Cara de madera abanico
del árbol. Rayos de sol deslumbra como fleco de cabuya atando y desatando siembra,
nacimiento, brote, deceso y la rotación de la incertidumbre y el sosiego del claroscuro.
El cuerpo tablero del sol, la luna y la oscuridad de lo que acecha.
Orula oyente sigue pista del camino de manos para asistir la piedra de la curiosidad, del
caos, del golpetazo de la miseria trabada en la lengua. Arriesgarse. La vida no es una
baraja del gobernante de turno.
La luz pare un coco seco. Cae diadema de color del cielo, se desploma la nube, gota a
gota como garabato saliendo del sombrero escondiendo al elefante para que no le
arranquen su marfil. Caza el sueño tarro repleto de semillas que paren juegos divinos.
Adivina dice el remolino envuelto en el papel de cabuya quién se esconde esta vez.
Danza en un pie alegoría que abre la jaula para sacar al niño encerrado en el sueño del
buitre. Le abre el pico hasta agarrar la mano y jalarlo y lanzarlo hasta enterrarlo en el
pecho de la soledad para que no lo troce machetazo del ciego.
La cizaña parte la semilla. La flecha para la cacería. El hierro no es para afilar el arma.
Eso es blanco atrapado y negro acorralado en el eclipse del pensamiento. Debajo de cada
cielo la gula.
El ayuno cesa la agitación de la idea sin riendas.
La roca quema en la vena de la tierra. Yemayá madre de las aguas no me abandones en
la sequía de la duda. Se mueve el caracol como onda provocada por la panga amarrada al
tronco.
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Bracea el amor en cobija del río.
VII
Perpetúa sintaxis en falta la lengua agredida desde el vientre. La naturaleza deforestación
del mito de cada canto de cuna desaparecido en la voz inconclusa.
El lenguaje es una guerra con letras mutiladas.
La ortografía luto sin duelo. Canto tribal la melodía del agua fuente.
Punto la rueda. Fragmento del vacío del círculo. Mariposa del laberinto negro y blanco.
Línea del sufrimiento tantea el discípulo de la libertad de la vida o de la muerte. ¿Quién
te arrastra y mancilla dentro del círculo de rejas?
Arenilla borrosa la escritura sin nombre.
De un solo manotazo es derribada la inconsistencia humana.
Mande a. Manda a.
Mándalo a la cárcel.
Mándala al infiernillo.
Mudable grito de “independencia” en cada rincón de esta tierra.
Nada es igual en la rueda del caos.
VIII
Apunto. Desapunto. Tiro una bola arrugada de papel debajo de la sábana. Tengo sueño.
No puedo dormir. El árbol con sus garras parece que va a entrar por la ventana. Parecen
patas de pelos enredadas en la peinilla de la oscuridad. Qué enredo esto de peinarme la
lengua que pasa por la mano.
El verbo rebota. Cae como manzana podrida, como pedrusco que rueda, como tambor
que se rompe, como planta de los pies ampollados, como alarido desgarrado
confundiéndose como el quejido del animal tumbado.
La madre de la niña riega las plantas, el abuelo siembra la gramínea, el arrozal crece hasta
bambolearse listo para la hoz. Campesinos y pastores de un lado y del otro. La mujer
piensa yo fui a la escuela y repetía con palo y sin palo. ¿Por qué esta me ha salido difícil?
Qué indócil.
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No obedece. No se somete. Resiste a la plana de la profesora. No hay regla que ajuste. Ya
no sé qué hacer. He probado todos los castigos posibles. Hasta amarrarle la mano para
que escriba con la derecha. Terca como una mula se puede quedar todo el día sin moverse
con sus ojos saltones y pico cerrado. No la aguanto.
Acompaña balagó de lagrimas. El cuerpo no se rinde. Inúndate de mí yo de ti. Hasta que
la nada se haga turbulencia sin luego qué. Nada de ti nada de mí. Nada soy. Nada queda
del pavo real. Realmente lo real sin zapato. Solo zapateo con pie desnudo hasta que se
canse de danzar y desandar.
Que la insuficiencia no asfixie.
Basta. Salida. Sal. Ida. La a tiene una cola de perro mocha. De lengua corta juguetona
con sonidos que no entiendo. Si copio mi lengua se moja el papel, a lo mejor sale tan
grande que parece una gigante culebra. La alargaré hasta enredarme con el rabo de la
plastilina negra pegada en mis dedos.
Escucha la voz que va subiendo como parlante grave. Levántate, haz otra vez, rasga la
hoja, sacapuntas, lápiz sin punta, punta filuda quiero, da vuelta y revuelta y se achica,
hasta quedar como un trocito de tiza sin poder agarrar. Esconde el borrador, no seas vaga.
Vagar. Vagabunda. Vagancia. El eco se descuartiza. Parece papel recortado hasta dar
señales de nunca más retornar a esa niñez.
No llora, aguanta, ni una lágrima delante. En el baño se tantea los brotes del castigo. El
dolor se parece a una nota con signos rojizos. Igualitos a la cara de cuco de la horripilante
golpeadora. Ese dolor pesa como alarido de animal apaleado cuando escarba la tierra para
afilarse las uñas y las flores parecen víctimas de la guerra perruna. Bestia es inocente.
Animal de dos patas que habla es cosa de tomar en serio…
IX
Cómo lloviera calostro. Cómo luna dejara caer rodaja de cuajada. Cómo noche me
escondiese para siempre en el vientre del león. Para tener qué comer ¿Pero si lo apunta y
matan?
¡Ay! Esta masa negruzca asusta. No aguanto más. Hágase a un lado. Que no me dejo
joder. Diosa luna negra toca agua de mis labios. De lo vivido nada debo. Aquí estamos
dos para contar. Nada que descontar.
Qué hago. Estoy cansada de la tina, de coser y de la paridera. Estoy cansada de parecer
un demonio. No me queda otra. La monja del jardín me dice que es desobediente, peor
con la mano satanás que escribe. No pude hacer que coja el lápiz con la otra mano. Por
más que la ponía frente al espejo.
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Es más zurda que árbol torcido para enderezar. No se doblega. Ni se arrodilla. Me mira
con sus ojos lanzas. Qué le deparará el mañana. La he visto disfrazarse de Oráculo.
Su silencio es profano como su soledad pagana.
No se siente la cabeza de la masa. Juega en retaguardia. Duerme dentro del caracol para
dejarse mecer por el mar y escuchar la conversación de las olas. A veces va en batea de
madera mirando las estrellas. Con tablilla, escobilla, collar de mazo y cuentas hace collar
de semillas de sol de luna anota quejas en la batea. En la estera cae aliento libre del pesar.
Flor galán de la noche la perfuma. Llama de vela baila en luna llena mientras te pregunta
-¿Qué quieres que ya no te suceda en la vida?-
Orula guardiana de la dolencia limpia herida del recuerdo con ofrenda al río.
X
Yo rey de otras Grey ordeno aguarden. Ella: mi monólogo coral del clan Kalonga.
Bambara tribu marfil canto verde de Puerto Palo salí. Navío negus ojo de orca triste.
Forraje de ceibo baña horda lunar.
Cállate niño, olelé, oyá, la leche falta, molibá, makasí, se me ha secado las tetas. Negrón
canta hasta quedar ronco. La cadena con bola que arrastra se oxida al fondo del mar.
Barcos encallaron hasta romperse en la costa.
Se hunde la memoria.
Flota luna en su reflejo…
Quema mástil copla tostada, tintorera varada soñante. Mi negrura ven. Único beso
tucunga candé llega, huele a caimán. Moro retinto atácame sonrisa ácida cuerpo crucé
caringa tumba bongó queda.
Venga quiebra danza momo muévase. Ya ve mi Orfeo pura sangre cuero quemante.
Soberbia galope vamos estallido. Tunda potro desbocado caen al río. Manzana coco zumo
de sobaco bailongo.
Valle tribal da bullanga arranca sones negro ya.
XI
Cuelgan piernecillas con los zapatitos pulcros de betún en la silla. Toca el botón de la
blusa y descubre algo parecido a la bola del dibujo que no puede imitar. Es una canica
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plana, Ella siempre chueca. Si la calco parecerá hecha por mí, es chiquita, empieza a
morder en el hilo, hasta ir cortando uno por uno.
Mira a todos lados para no ser descubierta.
Se cubre la boca con sus cincos dedos que no son las cinco vocales por más que intenta
dibujarlas en sus deditos largos. Se traga el botón con el susto. Delante de la chiquita, la
mujer con delantal le dice, dame eso que tienes en los dientes.
Saca restos de hilacha. La revisa, nota el ojal vacío. Se inquieta. Trae una taza con agua.
Traga. Glu. Glu. Glu. Otra majadería. No hay remedio ni componte. Ni esperanza con
esta niña desgarbada y de paso inútil.
Embriaga fúria toca tamburi mulata desata, mázateme mal amé, tal ame, viene tumba,
ámalos, suéltalos, córranlos, ñandú arrullo corto, sonido de serpiente, tangará mueve tu
boca, no es tajo ni tabú, canta yabirú aguasal, grito cimera tus senos, despeja selva sin
saqueo, tigra múgeme salival salvaje trago, tú embestida final me cuartea corazón, su beso
en mi cachete me hace torozón.
Hoyo andrógino luna y sol provocando a la tierra bororó calma lucha de ajogun buburu.
Hacha partida enterrada en cráneo de elefante llena de sospecha, de coraje.
Sombra blanca ronda en cajón de cuatro ruedas.
Oshalá padre del primer nombre, en tus huesos el olvido del primer muerto, y recuerdo
de la primera vida. Raíz lleva huella como serpiente descascarando desprendimiento.
Mi negro no borra panada su cuarto de tierra. Dos vidas juntas hacen multitud. Pulso para
ti. Latido para mí. Déjame pensarlo. Te dulce amor mío, recuerda. Yo nací. Tú naciste.
Ellos nacieron. Que nadie nos quite la vida. Está claro.
XII
Soy lo que soy.
Identidad sin mutilación. Olorún, olerán, dueño de la nada caíste como coco del pedazo
de cielo de la contorneada palma. Habrase visto a tal atrevida a desafiar el firmamento
con su talle ébano.
La idea de un dios cabe en el vacío de mi pecho.
Putupun pun pun suena la patada del miedo. Oludumaré mar viejo el dios de los peces.
Olofìn mandamiento de olas. ¿Cuál es tu ley en esa repetición desboronada en la arena?
Elemí sóplame que me ahoga asfixia de un paraíso opresor.
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Eladá tu materia la ponen en mapas, por qué te descrean en el papel que arrancan a las
hojas del bosque. Allí dibujan hasta aquí hasta allá cuando la creación es infinita como
el rostro de mi hijo.
Olojoní qué está sucediendo, quien se adueña de ti. Griterío de suéltalo, de no le pegues,
déjales las manos libres. Suéltalo. Por qué lo atas como animal. Imolé agarra sus puños.
Calma a Ogùn.
Criado sin refugio el errante divaga entre el fondo del río y del mar hasta dar con la orilla
desolada de la tierra cubierta de monte, lodo, espinos, pantano, flora silvestre, árboles
gigantes.
Esqueleto moldeado a ritmo de tambor se cubre de piel de tambor su chúcaro corazón
precipicio de jungla, de historia encarnada y descarnada. Hogar cabeza del yo la primera
morada del cuerpo.
Iyami Osoronga madre del misterio. Avecilla taciturna templo del caos. Cuida la felicidad
de la risa del niño. No lo dejes solo ni de noche ni de día. No lo desampares búho garra
del secreto de la posesión nocturna del creador.
Somos dueños de nada canta la pájara pinta. Pajarilla dueña de la naturaleza, Acaso
puedas conceder paz al desnudo humano huérfano de amor que da tajos a cualquiera que
cree se le oponga.
Ya está naciendo madiba, huelo quemar placenta, llanto despejado, coro de urracas; hay
que dejarlo crecer, su nombre lámpara de aceite, vela de ojos, atrás de la sombra Mandela.
Hombre que será luz del faro eterno del cielo de áfrica y antorcha inapagable del mundo.
Bella como ninguna la vida para vivirla.
Orisa soplo del ser. Coraza de pluma el desandar. Sin pie ligero lukumí, yurumí lengüetea
la miel, yuruma de luna quena del poniente. Roca abuela del fuego. Útero tambor de
hierba, de hiedra, de pétalo desteñido por el tiempo. Luz origina máscara. Danza la
mirada como pareja hechizada por despertar de la madrugada.
No para matarla nomás así como un cuento que te sale de la nadita tuya. Hueco excavado
caja de resonancia. Cítara tu cuerpo saca el llanto. Estaca clava en el recuerdo.
Eso de esclavo no pasa ni trago. Ni clavo.
XIII
Motín de orgullo, la muerte no es mi asunto. Lanza caída del primer muerto sí. Y de cada
uno cazado como una bestia. Dónde están los difuntos idos a piques en la cacería.
El mar eco de orfandad.
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Los muertos vuelven en vasijas vacías para empujarte salir del fuego. Para soplar viento
a favor de ti. Repercute en madera voz del bambú, eco sansa y metal. Tribu inusitada de
sonora aorta. Tambor de lluvia estación de hojas ritual de silbidos.
Arco de violín la desembocadura.
Calabaza resonante la cuerda baqueta de piedra.
Aricando bunga becabunga.
Horqueta la soledad clavada en la memoria.
La paliza lo mismo que golpiza golpista es costumbre de la razón pegada al puñetazo de
la nada armada. Desalmada ni siquiera importa lo que portas en tu convicción. Sea lo que
seas, así te persignes o te proclames ateo, igual oprimen con saña, seña, y señal.
Que le importe a uno eso de confrontar el sello del silencio, eso de romper el nudo del
ocaso en la naturaleza. Tú que escuchaste el miedo aplastado en el estómago.
Abultado en el buche de la tortura.
XIV
Tu boca suspenso del insomnio.
Jaula y aula ulula letra en papel carbón. La carne chamuscada huele a marca. Se lee en
el pellejo el nombre del amo y del esclavo. Fonema asesinado. Himen y prepucio el telar
del engendrar.
El nacimiento conlleva crimen irresoluto en abecedario analfabeto.
Tengo ganas de vomitar. Corre que te sigo.
Algo brutal es la vida en manos de quién sabe.
No me vengas con cosas que somos montón de tierra y huesos de cualquiera. Qué es eso
de un don a un don nadie. La misma mierda con diferente orificio. Habrase visto hilos de
sesos, desechos los hechos.
-Y a mí que me cuentas-
La monja pone cero a los círculos, ella si los hace bien, y los dibuja con rojo, voy a
partirlos. Los tacha hasta dejarlos perdido en el hueco de la libreta. La mamá en casa tiene
un cuero de dos rabos con puntas abiertas en cada término de ese cabo duro.
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Pega suda, despega, grita, para que no olvides, soy tu madre, y me haces caso, qué te has
creído, desobediente. La chiquita muda, sin botar una lágrima ni echar aullido, aguanta
ese otro infierno.
Una y otra vez, le dice. Toma, retoma y remate los fuetazos, hasta que aprendas y te
doblegues. Tienes que hacerlos igualitos como piden. Cuando le veía un lagrimón
chorreando, la dejaba en “paz”.
XV
Graba soledad de la muerte en su textura.
Difuso bongó parche de amor ceñido a la tensión: tormenta sin destino, Candilejas sin
dos rondas de rodil. Tendal de candil. Bonguero sin bonguera no hay música. Me zumba
la cabeza como vocerío cercado por fusiles y azote.
Mercado libre sin trata. Servidumbre. No. Allí empieza y allí termina el trueque de agua
y tierra. Allí vuelves. Allí partes. Contacto sin dolor. Olor sin tráfico de la infancia.
Doméstica es igual a domesticar.
Doméstico no se deja. Domestícate.
Muerdo y mastico. Trago. Tragas.
No te atragantes con la historia del tráfico.
Criada: “niña en casa de alguien”.
Criado: eunuco del ser.
¿La felicidad llora en el huerto violado? ¿Le cayó la plaga, la peste, la tala, el machete, el
plomo, el herraje? Horizonte de púas y clavos. Movilización. Barraca entrecruza sueño:
Aparta el pánico. No te lances al mar. No sabes nadar.
XVI
Nado la nada.
Calvario: negro carga la cruz del blanco. Al rojo vivo la lucha. Sabotaje. Cabotaje. Atajo.
Tajo. Empalizada. La colonia de la muerte, la corona de la tumba. La fosa de las razas.
Relativo: igual a desigual la balanza de suma, restas y divisiones. La lógica de los
quebrados: Uno no es medio. Ni equivalente a restas de restos. Planta sin plantaciones.
Desplante.
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Planta de los pies no es plantar la inmovilidad.
¿Quién se atreve a cuestionar la materia humana?
El deseo: ¿soy alguien en mí?
Un garabato sin yugo trepa el árbol de dios. Sol le dice atrevido. Te quemas si trepas más.
Pregunta al cielo - ¿Quién creó el traje esclavo? - ¿Yo amo no es amo? ¿El amo no ama?
¿El amor es amo?
El principio del verbo perece…
¿Origen original, mi prójimo es negro como la noche?
La luna no es racista, está casada con la noche
¿Por qué duermes a orilla de la aldea?
Canoa, remo y río sin ti a la venta.
Agua contaminada revienta la panza.
XVII
“La tierra esta triste/ porque hay guerra en el planeta/ la gente ha botado la paz/ le han
disparado/ le han salpicado de sangre/ la paz no es blanca/ es color piel:/ la piel
humana”.
Así lo dijo el pato patito patón en su escuelita. Lo mira sospechoso el tutor.
El mar es testigo de la travesía del saqueo y de la muerte de los “pasajeros” negros al
fondo del barco. El nativo toca tambor. El atroz genocidio del conquistador.
Punta de espada gotera de sangre para engendrar el miedo.
Caracol lamento del mito en cualquier parte donde el mar te cerca o aleja de las huellas.
Al pisar tierra firme ancla de la angustia queda suspendida en el cabo que ata el metal que
impide ir a la deriva de la náusea.
Líneas de colores las fronteras.
La invasión dos tonos: gris y color fuego.
La división perfecta y afrentosa del poder.
La multiplicación de los cadáveres elevado a la máxima potencia. En cuarentena la vida
en manos del tubo de ensayo de la economía mental depredadora del ser sin no.
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Verdugo verbo no te cansas de ejecutar. Razón tal o cual acorrala con su corazón usurero.
La mancha sin indemnizar: la usurpación de cada humano en alucinaciones de espejos y
aniquilados en el ejercicio de dominios, exhibiciones y quien se endeuda más.
O el derrocamiento de imperios enfermos y organizadores de fuerza a favor de máquina
trituradora del uno, del yo, del tú. Hasta del nombre que acreditas corre la baja que se
convierte en descrédito o se pierda en el ataque masivo.
La impresión de un billete, de una moneda rodando cabezas. En espejo de plantas
nucleares. Con el objetivo de efecto dominó suspendido en dizque absoluta gravedad del
dilema debajo del lema de libertad, democracia o destierro. Su objetivo de inmovilizar a
todo aquel que se cruce en el camino desaprobando la obediencia o sumisión o no se
preste al préstamo de la vida.
Hace tan sospechosa a la solapada libertad cuerpos en organigramas o estrategias de
juegos de uno, de dos, de varios, en eso de sacar provecho a base y elementos “onanistas”
en provocar la precocidad de la muerte en los incontables cuerpos.
Y ya recordarán más juegos no huérfanos del cuerpo ni de la alegría de saberse en ese yo
refrescando recreo de tal presente apropiándose sin dolor en ese brincar, saltar, correr con
el corazón sin miedo al rasguño.
Alguien me dijo -tú no sabes lo que es el dolor de la guerra...- Si, no lo sé. Muchas cosas
no sé. Acaso por eso no me dejo embaucar por fanatismo. Tablero no es la tierra. Ni
fronteras galletas para triturar con dientes de metal.
XVIII
Jugar al poder sin hacer trizas...
(Al niño se le ha desaparecido su objeto evanescente)
No soy ajena ni a la nada que pasa disfrazada de tantas cosillas.
Distinto para cada uno en su permanencia incorregible.
Sea la ausencia o presencia evanescente del objeto.
No ser el blanco del punto puntero de la puntería.
Refrendar el nombre propio una vez que...
Andar con cuidado con tu adversario o monstruo mamífero capaz de crear...
"Lo vivo persevera" desde la "autoridad de la palabra" nada fácil en la problemática de la
credibilidad y de la veracidad...
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Cuerpo caja de pandora…
Así que la vida es prestada bajo el impuesto de que estas sin puesto.
Puesto que nada te llevas al morir. Nada es tuyo. Ni tu pellejo.
¿Ni te atrevas a despellejarme? -No-
Aguanta hasta explotar. Aprende a explorar la respiración para que no te canses, ni pierdas
tiempo en el retrato de Dorian Gray
Superyó no es generoso.
Cuídate de la arena movediza del sentimiento.
Nada sé. Eso sí, se sabrá lo que tú haces, quiéralo o no. Y lo que hagas nada será para ti.
Pero si lo haces por convicción, ni el polvo de la muerte lo tapará. Cada uno de nosotros
tocando la puerta de la paz arremete con su postura. ¿Corres el riesgo de ser eliminado?
(No vez que las reglas son armadas…)
XIX
Se abre conflicto en ojo de la cerradura. La llave maestra del cerrojo es romper candado
de la represión. La vida atascada es una guerra insoportable en la repetición del encierro
en el cuadrante de la moneda y del cerebro hirviendo como olla de presión. Insostenible
la balanza sin medida y sin cuerpo de la palabra justa.
La tarea es concéntrate. La tarara rara tarea. Rea del palo palito palo que cae en el rollo
del papel. Bola incorrecta. Se abre, no, se cierra, si, como aro de matrimonio.
Su escritura: un paréntesis dando la espalda. No dando de frente. No, dando con algo.
Hasta dar con ella. Hasta darse cuenta que el saber es un conjunto vacío.
Mándela a que se doblegue. -No-
Mándela hasta que se rinda. -No-
Mandela y mande. -No-
Cuando no podía contestar, imitar, invertía las letras. El castigo venía. Me mandaban al
infiernillo. El cuarto oscuro. Procura. Procuro. Quiero un esparadrapo para el cero y O
torcidas. Un curita para tapar el dedito roto por la regla.
El infierno no es de fuego. Es tiniebla. Ceniza cetrina la esperanza misileada.
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Todos somos primogénitos del misterio divino y terrible de la confusión del lenguaje en
las palabras de las lenguas pronunciando a los susodichos dios, humano, al diablo desde
la materia amorfa de un yo en un cuerpo.
Menos mal el alba aún parece anhelo o deseo despertando en uno nuestro primer tropiezo
con el sonido de la palabra. -¿Qué dijo?- Se empieza en la pendiente del verbo.
La acción una pieza de lo pensado e impensado. Pesa la idea como saco de ensacados.
Salta y salta hasta llegar a la meta si no caes antes. ¿Cuál es tu verbo que no te deja
descabezar?
Cabezazo. Cabecea. Cabizbajo.
Cabeza para sacarle brillo.
Y no solo ponerle brillantina.
(No la conviertas en campo de concentraciòn)
XX
Los niños se reían con las letras torcidas o mi burlarme al espejo. Pero, se les apretaba la
boca como hocico con bozal cuando el palo de madera caía sobre la chicuela que
implantaba lo distinto. Una vez le dijo a la sor. A E I O U el burro sabe más que tú.
El cuarto oscuro era más negro que el carbón.
Para no tener miedo ponía en blanco la imaginación. Así es la bandera de la paz, sin
mancha. Sin sangre, sin herida, sin hemorragia. Otras veces hacía una página en blanco,
dibujaba con colores invisibles, visibles sólo para su mundo.
Así aguantaba el tiempo en ese espacio donde desaparecía cada hora. Ese sitio era del
tamaño de un ataúd forrado de alas negras de mariposas anunciando la muerte de una niña
que no hace caso.
Todo reflejo es una aparición ilusa.
La apariencia de creerte ser el centro es retrato de girasol.
Gira no olvides.
El sentido de la acción va más allá de uno. Sólo sé consecuente. Por consecuencia la
secuencia no se pierde en la urna del elegido. Lo que elijas, sea lo que sea que hayas
escogido para la estrella fugaz de cada vida.
Un camino sin traición.
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Sin celda.
Sin trozo de dolor clavado en la yugular
O en la madera muerta del árbol caído.
XXI
Que no hagan leña de tus huesos, ni aticen con tu cadáver el miedo de la soledad en la
profanación del tabú. Muerto solo eso serás. ¿La resurrección? Algo divino como la
parábola, algo hermoso como la metáfora.
Sin duda sabrá a algo de duda como acertijo. Cierto. Acierto. Desacierto. Exacto como
jugar con las piezas del rompecabezas del nombre del hilo del laberinto de espinas sin
rosas.
Algo que no se debe olvidar nunca. Eres la chapa con tu propia clave. En el umbral de la
puerta la entrada y la salida por donde transitas. El paso que precisas para hilillo de vida.
Hacer que pase algo con uno.
La distención sin complacencia.
Fin del acto.
No eras una cuestión de fichas.
Todo es cuestionable.
Salía incólume.
XXII
El patrón durante ese año en el jardín de infantes entre las dos madres no cambió, cada
una con su estilo implacable. La una usaba pañuelo blanco. La otra cintillo. Yo diadema.
Al salir de esa preparatoria me hicieron quedar en casa un año, el primer grado no lo hice,
“pasé” al segundo con siete años. En esa temporada sin clases recuerdo la cara de la
verdadera madre en su misión de que no me atrase, preguntándome las tablas y
controlándome la caligrafía que no calibraba en el rigor tembleque de mis dedos sin
adiestramiento.
Saber es un martirio. La tortura es otra cosa. ¿Cuándo realmente supe? “Ser libre es un
desafío con la vida presa por un hilo”. Hilacha el desmadre y la libertad. Instiga el amor
con la aventura indócil en la inquieta tristeza de la búsqueda de un sentido inatrapable.
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Raptar la ausencia. El colmo de la presencia: el amor de la criatura vacía el crimen que
no ha ejecutado. Estamos sentenciados al vínculo del efecto. Afectados de afectos.
La “disculpa” de la muerte libera al deseo de la vida.
XXIII
El fallo: 9 meses.
Deja de vacilar el primer empuje: nacer. Impacto sin dispersión.
Empujar, pujar, pugnar. Impugnar.
Cruzar la historia sin detenerte.
Nuestra lengua se encarga de recoger la pisada en el sesgo de la fábula lo que cuentas.
Anda y desanda en los vericuetos de ese salir del silencio. En el transcurrir de una historia
el sinsentido del sentido del ocupante que a falta de una secuencia interrumpe con su
propia falla quiéralo o no hasta delimitar el equívoco para que deje de repetirse como
caballo desbocado.
Aprender a ordenar manda a desenredar al fantasma de la culpa que clama rencor.
Diferenciarlo de la corrección, borrador y pasar a limpio. Para que no seas limpión del
equívoco que esquivas y te torea hasta darte cornada.
Peso sin pésame.
En el oasis de la falta el vértigo del miedo o el defecto del poder ante el rival: vástago de
la muerte. Eco de la vida. Repercusión de la intensión sin distensión.
Las voces de la vos en el límite del vórtice.
La psique patina en el desierto de la omisión: el desacierto te hace despotricar.
Nada cierta. Por cierto, te digo que el susurro viene del fondo de la manifestación que se
acerca en todos los espejos que te tocan y no.
Nada ciega, sólo el espejismo de poder para un no sé.
Piensa lo indomable de la duda. Incógnita insumisa.
Camina sin pisarte, Ni resbalar en la lengua del piso húmedo de tu luego.
Cuidado con las zancadillas.
XXIV
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Supe desde niña que no quería ser esclava ni ama de nadie. Supe que amar sin cadenas
era una opción. Quizás por eso mi letra pende de una descolocación en la posición de la
palma de la mano.
El amar no cabe en una fosa común, peor en un poder de control inmisericorde. Quiebro
el reflejo de ese verbo. Si le quito la a queda el mar con su esplendor.
¿Qué la vida? Lluvia, sudor, saliva. Qué más. Agua de río, de mar con todos sus tonos.
Transpiración.
Ella sólo cabe en el cuerpo sin sentirse tumba en su única historia de límites. No ceder a
uno ni un ápice de hilo, ni una hilacha, nada. Más claro que el agua, cada quién con su
resto.
No soy el cadáver de nadie.
El agua fuente rota da paso a ti.
La niña sale del cuarto negro, entra al aula, las compañeras la miran, ella les devuelve una
intensa como lucero sin ser derrotado por la noche. Les hace un guiño delante de la sor.
Se contiene esta vez.
No hay infierno que la asuste ni la someta.
¿Qué le deparará el mañana?
Sólo queda, óyelo de una vez por todas. Sé aún en el pozo del calabozo, no cedas a tu
palabra irremplazable, algún día perecerá tu igual. Ve. Anda. Yendo. Vamos.
XXV
Un hombre al otro lado de la tierra en la celda dibuja a un niño revoltoso en los trazos de
la palma arrugada de su mano. El blanco y el negro se hunden en un gris despejado por
la gota de un arco iris.
El zambo canoso, rostro curtido, piel arrugada anticipadamente, radical ante la no
exclusión, no segregación, no discriminación, no a la separación. No al no coartador.
Promulga la “carta de la libertad”.
Aspira a un trato sin trampa, sin tranca, sin troncha, sin truncar.
Marginar es miseria es cautiverio.
Encarcelado por sabotear la opresión y denunciar abusos, y proclamar libertad, justicia y
respeto al negro, exigiendo espacio digno de participación. Fue condenado a cadena
perpetua, luchó dentro y fuera en contra de la pobreza, sufrimiento y falta de libertad para
habitar y existir sin distingo.
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Incomodó y se mantuvo firme en su postura, reivindicar la dignidad de toda una nación,
hasta provocar “desmontar la segregación racial”. Cuánto se ha logrado. ¿Qué hay en el
presente? ¿Fin al régimen racista?
La lucha continúa.
Llevar lo intratable a un trato sin rodeo.
“Levantarte cada vez que caigas”
Desde el encierro mira afuera tras las rejas la incógnita de la existencia. Luego no es fácil
pensarte. Peor existir en la duda del yo. ¿Quién me mira en la oscuridad? ¿No me parezco
ni a mi propia sombra?
Trazo de planes y plano.
Plan sin perfil. Planeamiento inconcluso.
¿Cuándo aparezca quién me señalará?
Ten la seguridad que no será tu ombligo.
Corte de central.
Nada sé, no es cierto. Acierto. Aciertas.
No soy tu imagen, ni siquiera una parte de ti.
Partes de parte.
Descarga el arma.
Encárgate sin cargarte.
Lleva el encargo.
No presumas del cargo.
XXVI
Concede la paz sin condición.
Te conformas o te declaras inconforme.
Conformarte. Formarte. O deformarte.
Sólo así, se inicia la rebelión a los falsos ídolos.
Empezando por ti.
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–Yo creía que me las sabía toda.
Que estaba en lo correcto.
Que basta una palabra para conseguir…
¿Y el diálogo boicoteado?
Basta de sangre derramándose.
Serás lo que serás.
No opción para la nada.
Al asesino y al suicida los cruza un espejo cortante.
Deja de cortarte la memoria.
La historia no cuenta el lío de cada día.
XXVII
Sólo una pregunta.
¿Qué es lo que jamás te has concedido?
No me concedo la muerte.
Cedí a ella la infancia.
Dos bolitas como huevo zigoto fueron ametralladas en la página arrancada por la madre
que vació el mar de su corazón para no estallar la guerra que la inició la primera portadora
del calostro.
Ni en la guerra ni en la paz dejas de ser mi hija sentenció.
Sin ninguna duda.
La criatura sin definición delinea la línea. Cobra sentido el borrador, el lápiz y la manito
siguiendo con los deditos el ritmo de sus latidos. Sin temor al impulso del pulso pulsa.
Las pulsaciones de la sensación de existir.
Afuera un rostro con puntitos de cabezas humanas se van formando como una libertad
indomable.
La niña y Mandela no saben que existen.
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Ella sabrá lo primordial de él. No ceder. Él nunca. Lo que importa es trazo que enfrentó.
El anticipa lo que revierte no volver a echar de menos. Lo que es ley es el juego de
sostener la voz inquebrantable.
Derrocar sin acumular muertos.
En la abominable pasión del poder las ordenanzas aunque ni se las sepa deletrear se pide
cumplir al que no tiene. ¿Cuándo hay un ataque por la guerra la ley del que están
derrotando no cuenta, ni la población?
Siempre hay guerra en algún lado del mundo.
Y la economía es un eco de cono de nomía…
XXVIII
Por si acaso no es claro.
Ser sin el ocaso de algo obstruido en la madriguera de ese otro silencio.
Traducir eso de esclavos de la angustia y de la libertad coartada en el dado sin nombre
propio.
Abogar por uno.
No eres el caso de nadie.
Casa no es caso.
Caso no es cosa.
Cárcel no es jaula.
Aula es una sala llena de pupitres.
Los pájaros comen alpiste. Se comen el pan. Se pelean hasta eliminar al cacique
“invasor”. Se cansan del control espacial. Se turnan. Avispero de picos, palas de alas y
patas como garfios noqueando al “enemigo” en la trifulca del dominio sobre la comida.
Revolotean sobre la zona del alimento. Hacen el nido y echan los huevos.
Piar del pajarero y la carnada para la cacería.
(Sopa de pichón levanta el ánimo dice la curandera del espanto)
XIX
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No soy migaja del miedo.
Osar hasta llegar al matorral de la memoria.
Despejar la frente de la página por venir. La lucha es continua y desigual. Continuar sin
que borre la marea tus primeros garabatos escritos en la arena. Aquel dibujo la primera
codicia a vida.
Nadie te puede arrebatar tu trazo aborigen.
No soy capaz de odiar ni desear la muerte.
No huyo de mí, pero combato. No me hago la sombra de nadie. Nadie es nada. Hay
mucho llanto sospechoso de uno de los otros. -A lo mejor las dejé ir a pique-. ¿Quién se
conmueve?
Esa no es la salida del sobreviviente ni del refugiado.
Imponerse sin volverte mequetrefe de la pena.
Soy mi propia boya para no naufragar en mi cuerpo.
Tu nombre: la tela de tu tiempo.
Espacio dónde escribes memoria de uno sin nombre.
De un soy sin yo.
De un tú refiriendo o requiriendo alguien.
De un creía que era.
La revelación te revela pero no te releva.
Nada de sala de velación en la página del cuerpo.
Acorde y desacorde en el cordel de la cuerda vocal.