Carlota y el misterio de los gatos...
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Carlotay el misterio
de los gatos hipnotizados
Ilustraciones de Jokin Mitxelena
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Carlota/Morgana no para
nunca. Es optimista, combativa
y con mucho sentido del humor.
Todo le resulta interesante y
observa el mundo con mirada
crítica, como diciendo: “Esto
que me cuentan, ¿será
de otro modo?”.
Mireya/Ginebra, la
mejor amiga de Carlota,
es independiente, atrevida
e inteligente. Respondona
y algo brusca, no tiene
pelos en la lengua.
Miguel/Lancelot es
encantador, bastante
payaso y un poco trasto.
A veces va a su bola
porque le encantarÍa
decidirlo todo, pero los
demás le frenan.
La Tribu de Camelot
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Eli/Celinda es tan
entusiasta que se apunta
a cualquier cosa por loca
que sea. Es preguntona.
Le encanta jugar. Tiene
muy buen rollo con
Marcos, el hermano
de Carlota.
Merlín, con
sus ojos de media
luna y sus andares
engreÍdos, parece
saberlo casi todo.
O eso cree Carlota.
Berta/Viviana, dulce y
bastante callada, inspira
confianza. Y siempre está
dispuesta a meterse en
aventuras y misterios
con la Tribu.
a
a
Sa’îd/Tristán es
amable y muy cordial.
Es difÍcil que se enfade
y se ponga de mal
humor. Siempre procura
que las relaciones entre
todos vayan bien.
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CAPÍTULO 1
Era un lunes de invierno, de esos en que hace
frío y no apetece nada nada levantarse de la cama.
A mí, desde luego, me repatea. La buena noti-
cia es que era fi esta.
O sea, que me lo po-
día tomar con toda la
calma del mundo.
Lástima que en
casa no todos pen-
saran igual. Por
primera vez en la
vida, fue mi herma-
no Marcos el que
Misterio en el parque
REPATEAR
Decimos que una
cosa nos repatea
cuando nos molesta
hacerla o nos
aburre. También nos
puede repatear una
persona si no es de
nuestro agrado.
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me despertó a mí: el muy cafre se tiró en plancha
en mi cama.
—¡Despierta, Carlota! ¡Ya sabes: «El pájaro
que se levanta temprano es el que se come el
gusano»!
Aún alelada, me levanté y me senté en la
cama.
—Mira que estás tonto. Sólo a ti se te puede
ocurrir hablar de comer gusanos antes del desa-
yuno. ¡Puaj!
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9
MISTERIO EN EL PARQUE
—¡Esta tarde vamos a probar los walkie-talkies de Eli, ¿verdad?! —dijo el microbio, excitado.
Iba a decirle: «No recuerdo que nadie te haya
invitado a ti a jugar con el regalo de Reyes de
Eli», pero sólo me salió un bostezo. Mejor: si le
decía que no viniera me iba a estar dando la vara
hasta junio.
Así que, por la tarde, la Tribu en peso (más
Marcos: ¡qué se le va a hacer!) fuimos al parque
a probar esos curiosos aparatos. Vienen de dos
en dos, y son como en las películas de policías:
pulsas un botón para hablar y, así, el que escucha
en la distancia te oye por el otro aparato.
Nos los íbamos pasando e inter-
cambiando mensajes. El plasta de
Marcos no dejaba de insistir para
que le dejásemos probarlo.
Cuando fue el turno de Mi-
guel, salió disparado lleván-
dose el aparato. Un
momento des-
pués dio señales
de vida:
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LA TRIBU DE CAMELOT
—Comando uno a comando dos. ¿Me recibís?
Corto —oímos.
—Sí, un poco corto sí que eres —le contestó
Mireya por el otro walkie.Mientras Berta y Sa’îd reían la ocurrencia,
me fi jé en algo curioso: una señora mayor, de al
menos treinta años, caminaba con cara de preo-
cupación, mirando a un lado y a otro. De vez
en cuando llamaba en voz alta: «¡Dante! ¡Dan-te!». Cuando pasó por mi lado, la oí murmurar:
«¿Dónde se habrá metido ese gato gamberro?».
Pensé que quizá deberíamos ayudarla, cuando
volvió a sonar la voz de Miguel por el walkie-talkie:
—Comando uno a comando dos. ¿Y ahora,
me recibís? Corto.
—Tú sí que vas a recibir como no vuelvas ya
—replicó de nuevo Mireya.
—Ni hablar del peluquín, comando dos. ¡Hay
que comprobar el alcance de los walkie-talkies! Voy más lejos, a ver qué pasa.
—Dejémoslo y vamos a comprar chuches —su-
girió Eli.
No le costó nada convencernos, claro. A fi n
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de cuentas, íbamos a probar mejor eso de la dis-
tancia si también nos alejábamos nosotros.
—¿Cuándo me toca a mí con el walkie? —in-
sistió mi distinguido hermano.
—A ti te tocará... —Mireya hizo como que
pensaba—. A ver, ¿en qué año estamos?
—Aaaau —gruñó Marcos, decepcionado.
—Te toma el pelo, chaval. Mira, te cedo mi
turno —le ofreció Eli, que siempre se pone de su
parte.
Mientras
caminábamos
vi algo que esta
vez me llamó
de verdad la
atención: un
señor anciano, atri-
bulado, iba pregun-
tando a todo el mun-
do si habían visto a
una gata marrón
con manchas
blancas; acababa
de perderla.
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LA TRIBU DE CAMELOT
¿Dos desapariciones de gatos el mismo día,
en el mismo parque? Era muy raro. Aunque yo,
que también tengo mi propio gato, Merlín, sé que
éstos siempre hacen lo que les da la gana.
Sa’îd debía de estar igual de intrigado que yo,
porque dijo:
—¡Igual es un romance felino! Se han cono-
cido y han decidido irse a vivir juntos para toda
la vida.
—Para todas las siete vidas. ¡Qué romántico!
—agregó Berta.
Reímos. Entonces volvió a irrumpir la voz de
Miguel por el walkie:
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MISTERIO EN EL PARQUE
—Comando uno a comando doooostras! —Cla-
ramente, algo lo había sorprendido, porque de in-
mediato aulló—: ¡Es increíble! ¡Mejor que vengáis
aquí ahora mismo!
Mireya cogió el receptor y puso una voz di-
vertida:
—Éste es el contestador automático de la
Tribu de Camelot. Lo sentimos, pero en estos
momentos...
—¡Que no es broma! —la interrumpió Mi-
guel—. ¡Tenéis que verlo! ¡Venid aquí!
—¿Y dónde es «aquí», exactamente? —le pre-
guntó Mireya.
—¡Al lado de la pista de patinar! ¡Daos prisa,
que va en serio, caramba!
Nos miramos unos a otros. Noté que pensá-
bamos lo mismo: tanta insistencia signifi caba que
la cosa iba de veras.
Corrimos hacia el lugar. Al llegar, Miguel
estaba parado mirando algo con cara de alucina-
do. Dirigimos los ojos en la misma dirección. Y
también nos quedamos pasmados.
Seis gatos avanzaban en línea recta hacia
aquella salida del parque. Iban en fi la india, a
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Visita:
www.latribudecamelot.es
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A Jordi, Biel, Itziar, Mariona, Isolda y Solomon Carlota y el misterio de los gatos hipnotizados Gemma Lienas No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal) © del texto, Gemma Lienas, 2011 [email protected] www.gemmalienas.com © de las ilustraciones, Jokin Mitxelena, 2011 © Grup Editorial 62, s.l.u, Estrella Polar, 2011 © Editorial Planeta, S. A., 2011 Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España) www.planetadelibros.com Destino Infantil&Juvenil [email protected] www.planetadelibrosinfantilyjuvenil.com Primera edición en libro electrónico (PDF): diciembre de 2011 ISBN: 978-84-08-11068-2 (PDF) Conversión a libro electrónico: Newcomlab, S. L. L. www.newcomlab.com