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CAPÍTULO I
LOS PROCESOS DE MODERNIDAD Y SU RELACION
CON LA NARRATIVA MEXICANA
1.1 La comple ja modernidad
Según crít icos y pensadores estudiosos de la cultura, la modernidad sería efecto de una
serie de procesos culturales que suponen un cambio de paradigma epistémico en el cual
se modifica sustancialmente la relación que el ser humano tiene con su entorno. Dicho
cambio supone el tránsito de una visión teocéntrica a una visión homocéntrica que tiene
sus antecedentes en el renacimiento y alcanza su culmen en la ilustración, donde el
pensamiento racional se impone como el paradigma epistemológico dominante. La
modernidad es un concepto que tiene varios significados; se desprenden de él, por lo
menos, dos vertientes; por un lado el sentido que le da la historia al ubicarlo en la línea
del tiempo, que comprende —paradójica y contradictoriamente— la evolución socio-
política-económica de la sociedad y por otro, el lado filosófico en donde se construye el
pensamiento moderno. La modernidad es un momento histórico difícil de ubicar,
menciona Nil Santiáñez al ofrecer una explicación breve de la modernidad refiriéndose
a distintos hechos o situaciones que la representan:
Con una gran clarividencia, Hegel determina los momentos decisivos del
proceso modernizador. Dichos momentos o etapas serían luego un lugar
común de estudios sobre modernidad. Tres son las fases en la
constitución de la edad moderna: la Reforma luterana, la Ilustración y la
revolución Francesa. (16)
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Santiáñez explica después que estos hechos sobresalientes son sólo una manera
de buscar los orígenes del proceso de la modernidad. De ahí que evidentemente la
rebelión contra la iglesia católica de Martín Lutero, el comienzo del racionalismo, el
neoclasicismo estético, el nacimiento de la industria y el ferrocarril, fueron ejes
simultáneamente de procesos modernizadores y de progreso. La modernidad no es pues,
un proceso unitario sino que se despliega en distintos momentos de la historia que
trascienden y vienen prefigurándose desde la edad media. Unos crít icos dicen que la
génesis de la modernidad se da con el descubrimiento de América, otros que con la
revolución francesa o que se debe a los cambios polít icos y económicos debido a la
revolución industrial en Inglaterra. Como ya se dijo, no hay un momento único en el
que se pueda ubicar el cambio de paradigma, sino que para que éste tuviera lugar se
conjuntaron una serie de transformaciones en las formas de producir y transmit ir
conocimiento que convergerían en la concretización de dicho cambio. La modernidad
no puede representarse con características de una única etapa histórica, ni un solo
tiempo ni un solo hecho, dice Jorge Larraín: ―La modernidad europea comienza a partir
de procesos endógenos y en forma incipiente alrededor del siglo XVI y se consolida con
la Ilustración en el siglo XVIII‖ (318). Entonces, se podría decir que el apogeo de la
modernidad se da en la Ilustración, en cuyo caso, en el sentido filosófico, la modernidad
entiende al ser humano como un individuo que al ir adquiriendo conocimiento muta en
ser, ahora convertido en sujeto, pues tiene conciencia de los cambios de la realidad. El
principio del raciocinio del hombre produce una inconformidad recurrente en su
pensamiento. Los cambios de paradigma y las condiciones contextuales abren paso a
nuevas formas de pensamiento individual. Los avances científicos son reconocidos y un
proceso modernizador material se pone en movimiento. Es aquí donde la vida cotidiana
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cambia, el aspecto citadino, es decir la urbanización, se refleja en nuevas formas de
arquitectura y el cambio de ideas polít icas y económicas da origen a la República como
nueva forma de gobierno, por ejemplo.
En este contexto se insinúan las primeras ideas de globalización, pues los
distintos cambios de formas de pensamiento se expanden por todo el continente europeo
y se irradian a las respectivas colonias; territorios que se encontraban principalmente en
América y África. Dice Jorge Larraín, mencionando la expansión en los distintos
continentes:
Con frecuencia se cree que la modernidad es un fenómeno esencialmente
europeo occidental y se olvida su tendencia globalizante, que la hace
expandirse por todo el mundo, viéndose obligada a conectarse con
realidades diferentes, adquiriendo así configuraciones y trayectorias
diferentes. Sin duda, la modernidad nace en Europa y constituye un punto
de referencia obligado de los procesos modernizadores en el resto del
mundo, pero sigue distintas rutas en Japón y el sudeste asiático, en
América del Norte y Australia, en África y, por último, en América
Latina. (317)
La expansión del proyecto de vida moderna, como dice Larraín, surge en Europa
y, se expande por el resto del mundo y tiene como efecto cambios importantes en las
formas de vida social; es así como se instauran nuevas formas de gobiernos, surgen las
primeras ciudades en donde el paisaje urbano cambia de fis ionomía y se constituye en
el escenario significativo de una nueva realidad.
Todos los cambios políticos, económicos, sociológicos que produjeron los
distintos sucesos que representan a la modernidad se convirtieron en campos semánticos
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explotados por todo tipo de artistas. El arte que surge a partir de la redefinic ión de la
realidad y las distintas visiones de mundo que integran al pensamiento moderno
provoca una ola prodigiosa que se compone de todas aquellas corrientes y movimientos
que marcaron a la historia del arte y que suponen la presencia del artista constituido en
un sujeto capaz de interpretar la realidad de manera individual. El arte y sus formas
parten desde el punto de la realidad cambiante, en este caso, se toma la ilustración como
momento histórico en donde se gesta la modernidad y cambia el paisaje citadino. Este
panorama será el principio de nuevas formas literarias, pues es necesario que el mundo
referido tome la forma exacta de la nueva realidad para darle significado al arte escrito.
Desde el neoclásico hasta el romanticismo, se pueden distinguir los cambios
paradigmáticos que implican una modernización en las formas de representación
artística. Estos dos movimientos catalogan a un gran número de obras artísticas, en el
caso del neoclásico se distinguen sus características en la escultura y arquitectura
mucho más que en la literatura; es el Romanticismo donde el sujeto moderno se define
con la exaltación del yo, este se convierte en el personaje principal dentro de la
literatura, es un protagonista que sigue sus pasiones, intensifica sus emociones, deja de
ser racional y su individualidad es primordial. Estos movimientos son la explicación de
la necesidad del hombre por representar la realidad en distintas dimensiones, dice
Santiáñez refiriéndose específicamente a los cambios estéticos de la novela moderna:
[…] la novela moderna, con sus técnicas de observación detallada y de
presentación perspectivista, es un espléndido emblema de lo apuntado por
Heidegger. El filósofo alemán se refiere a ese mundo- imagen observado
por el hombre y relativizado por los distintos puntos de vista de la
subjetividad en estos términos: «El proceso fundamental de la Edad
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Moderna es la conquista del mundo como imagen. La palabra imagen
significa ahora: la hechura del elaborar representador. En éste, el hombre
lucha por la posición en que él pueda ser aquella existencia que da a todo
lo existente la medida y le traza la pauta. (…) La relación moderna con lo
existente (…) en disputas entre visiones de mundo». (22)
En este sentido el escritor deviene en un sujeto capaz de representar su
concepción del mundo, ahora relativizada por su propia conciencia. La historia de la
literatura entra en conflicto al querer enumerar las distintas obras que caracterizan la
etapa que se ha venido mencionando. La interpretación de la realidad entra en juego a la
hora de narrar así como sus distintas concepciones: cómo percibe el mundo el narrador,
de qué manera le da significado a las imágenes que se le presentan; son aspectos que
debemos tomar en cuenta para percibir el cambio de las formas literarias a las que se
apegan los escritores modernos.
Ahora, en el ámbito de la literatura, la forma de representar la realidad es
distinta, el mundo referido tiene un sujeto libre, individualista que debe criticarse desde
otro punto de vista. Las nuevas perspectivas de crítica literaria empezarán a ser
versátiles y se convertirán en una nueva crítica que le dará forma al nuevo sujeto que se
describe en la narrativa moderna. Dice Iris M. Zavala después de haber hecho una
síntesis de las distintas teorías de la crít ica literatura, menciona que éstas han servido
para describir las nuevas interpretaciones de mundo ya que también han cambiado las
formas tradicionales de hacer literatura y crítica literaria:
[…] no sólo ha cambiado la noción de la literatura, sino las formas de
describir de qué manera el discurso social se inscribe en los textos
literarios, y cómo el texto contribuye a un «imaginario social» y ofrecer a
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los sujetos y grupos sociales formas de identidad e identificación, y fijar
así representaciones del mundo (y de los sujetos) que tienen func ión
social. (Introducción 11)
Vayamos al siglo XIX, en el cual se refuerza la idea de arte moderno, así
podremos tener un acercamiento a las nuevas formas artísticas que se concretan en una
serie de figuras simbólicas representativas de la era moderna, especialmente del
romanticismo. Este movimiento dio nombre a un tiempo-espacio que se caracteriza por
el cambio de ideologías económicas, sociales, culturales. El individuo se percibe a sí
mismo como un ser nacionalista que persigue incansablemente sus sentimientos, se
acerca de nuevo a lo subjetivo y es poco racional.
El sujeto resulta cambiante, y la identidad de este se ve afectada por los distintos
sistemas que refleja el cambio de los procesos sociales. Iris M. Zavala hace un resumen
con las características del sujeto y lo describe:
[…] Habría, pues, no una posición, sino una pluralidad de enunciados que
interpelan al individuo para que organice sus identidades e
identificaciones al amparo de las diferentes definiciones de nación,
Estado, poder, institución. El sujeto no es unitario, hay una variedad de
«posiciones de sujeto» asequibles a cada clase social, género sexual y
grupo étnico dentro de la formación discursiva de la construcción del
Estado. La subjetividad está ligada a las «interpelaciones», y no se trata
sólo de qué institución está en control (Iglesia, Estado), sino también a
quién controla. (Introducción 14)
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La construcción del sujeto se va desplegando en distintas etapas y se convierte a
su vez en objeto de estudio de la crítica literaria, en donde el eje del estudio es el sujeto
mismo que representa el lenguaje social y burgués:
El proyecto de la crítica literaria hoy día es buscar las inconsecuencias
lógicas del sistema de esta unidad histórica, polít ica y cultural de todo
este proyecto de modernidad, progreso y tecnología burgués-populista.
[…] A su vez, la lectura (o interpretación) se concibe como formas en que
un sujeto articula su vida y sus acciones en un momento, y que al mismo
tiempo puede generar nuevos espacios de significaciones. (Introducción
15-16)
De ahí que para la crítica literaria, la constitución del sujeto ha sido de gran
significación. La crítica actual, además, analiza al sujeto desde otra perspectiva: ahora
es el espacio, el cuerpo, la ciudad como símbolo o personaje. El cambio del lenguaje y
sus distintas manifestaciones o transformaciones arriban a un estado de originalidad en
donde se convierten en un código especializado, en una nueva era, llamada modernidad.
Los acelerados cambios de paradigmas, las distintas guerras que se dieron con la
llegada del siglo XX, así como los ajustes sociales-políticos-económicos que surgen con
la segunda guerra mundial tienen como efecto un mundo que se redefine como un
espacio social en donde el individuo tiene derecho a la libertad de pensamiento y de
conocimiento.
El universo de la modernidad se concretiza en la ciudad urbanizada. Este lugar
será el símbolo de progreso para las sociedades rurales que aspiran a una estabilidad
social, económica y polít ica que parece tener su correlato necesario en el espacio
citadino. Las grandes ciudades, las capitales, serán el blanco que perseguirán los
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campesinos en búsqueda de la nueva vida moderna. A finales del siglo XIX surgirán en
Latinoamérica las ―ciudades burguesas‖ como las llama José Luis Romero, que se
formarán a partir de las ideas de progreso que vienen de Europa. En este sistema los
problemas sociales surgen como consecuencia de la división de clases y la
discriminación de indígenas:
[…] Pero la reacción inmediata de los sectores que representaban el
progresismo y la mentalidad burguesa fue la que se manifestó en las
campañas militares como la que en Argentina encabezó el general Roca, o
las que promovió Porfirio Díaz en Sonora y Yucatán, o la que terminó
con la guerra de Canudos en Brasil. Todo lo que se oponía al desarrollo
lineal y acelerado del mundo urbano y europeizado era condenable,
constituía una rémora y merecía ser eliminado. Juiciosos sociólogos
convenían en que nada podía obtenerse de las degradadas poblaciones
aborígenes. (Romero 311)
La llegada de la modernidad a Latinoamérica significo una serie de
contradicciones para el ámbito social, se toma a la ciudad urbanizada y europeizada
como blanco de una nueva vida correcta y surgen las paradojas que marcan episodios
negros de la historia. La vida rural y las persecuciones de indígenas marcaron la
paradoja de la modernidad en las ciudades de Hispanoamérica.
1.2 El Porfiriato y el principio de la modernidad en México
Exhausto por la Guerra de Independencia, México da inicio a un largo proceso que le
permitirá constituirse en una nación política y económicamente autónoma. La
transformación de la antigua colonia en un país independiente habría de coincidir con la
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expansión de las ideas de modernidad que se convirtieron en modelo y anhelo de la
nación en ciernes. Desde luego, dichas ideas se concretaban en las formas de desarrollo
que se practicaban en los países europeos, cuyo progreso los había convertido en
potencias económicas. De ahí la tentación imperial que buscaba instaurar una forma de
gobierno con la promesa de mejores resultados que los emanados por luchas intestinas
entre las diferentes facciones polít icas que se habían estado disputando el mando
gubernamental. Fracasado el sueño imperial y asegurada la forma republicana del
estado mexicano da inicio lo que Daniel Cosío Villegas llama ―el tramo moderno‖:
La historia moderna de México comienza con una caída y acaba con otra.
Se inicia en julio de 1867, al derrumbarse el imperio de Maximiliano, y
concluye en mayo de 1911, cuando se desploma el gobierno de Porfir io
Díaz. Esa historia abarca cuarenta y cinco años, que, sin embargo, se
dividen habitualmente en dos épocas. La inicial, de escasos diez años
(1867-1876), se llama la República restaurada. A la segunda, de treinta y
cuatro (1877-1911), se le nombra el Porfiriato. (121)
Si bien es cierto que la idea de modernizar al país es un denominador común a
casi todos los distintos gobiernos que presidieron la nación en el siglo XIX, es indudable
que es al gobierno encabezado por Porfir io Díaz al que le corresponderá iniciar la
modernización económica del país.4
De manera por demás paradójica, Porfirio Díaz, quien gobernó México durante
treinta y cuatro años, se hizo de la presidencia de la república mediante una
insurrección justificada en la defensa de la moderna constitución, pues después de haber
4 En términos políticos la modernización se da en el período juarista, en donde se establece
una constitución política moderna (1859) a la que no correspondía todavía una economía moderna o modernizada.
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perdido varias elecciones frente a otros polít icos como Benito Juárez y Sebastián Lerdo
de Tejada, insistió en su intención y en 1871 se postuló de nuevo para ocupar el cargo,
sólo que Juárez resultó ganador por decisión del Congreso. Inconforme con esto —
aunque Juárez muere— se levanta en armas para reclamar el puesto; sin embargo no
obtiene la victoria. Díaz se ausenta del panorama político y tres años después se levanta
en armas de nuevo por temor a la reelección del pres idente Lerdo de Tejada y resulta
triunfante en noviembre de 1876. Oficialmente, el líder de la Revolució n de Tuxtepec
se convierte en presidente de México el 5 de mayo de 1877.
Una vez pacificado el país, Díaz da inicio a un vertiginoso proceso de
modernización económica, cuya intención es asegurar a México un lugar entre las
grandes naciones. De esta manera empieza a proyectarse un nuevo modelo económico
de nación, en contacto cercano con los países modélicos que reconocían la variedad de
recursos naturales susceptibles de ser convertidos en riqueza. El gobierno mexicano da
entrada a las compañías norteamericanas, francesas, alemanas e inglesas –en su
mayoría- que prometen extraer los bienes y crear mejores condiciones de vida; al
mismo tiempo se esfuerza por dar a conocer el patrimonio cultural mexicano en
aquellos países para atraer a la inversión extranjera. Francia, por ejemplo, se muestra
interesada en estos proyectos que pretenden recuperar el pasado prehispánico del país.
Al mismo tiempo, la intelectualidad mexicana de marcada orientación posit ivista se
ocupa en proponer las ideas fundamentales que habrían de regir los destinos de la
nación5; esta tendencia aderezada de un incipiente liberalismo 6 serían los ejes sobre los
5Dice Leopoldo Zea en su estudio sobre el positivismo en México: ―La filosofía
positiva se ofreció a la burguesía mexicana como instrumento por medio del cual podía
justificar el nuevo orden. […] La justificación la encontrará en las ciencias positivas. La ciencia justificará sus actos y la forma del orden social que quiere establecer. La burguesía
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que se asentaría la ideología porfiriana.
La ciencia concretada en la tecnología de la época sería una de las grandes
preocupaciones del gobernante, que luchara denodadamente para que el congreso le
diera la autorización de construir vías de ferrocarril. Al terminar el porfir iato, México
tenía 19 000 kilómetros de vías férreas. De la mano del ferrocarril venían la
comunicación postal, el telégrafo y más tarde el teléfono, ejes fundamentales de la
modernización económica. También se crearon una serie de bancos que beneficiarían la
agricultura, la minería, el comercio y la industria. La modernización se aceleró como
nunca antes. Al mismo tiempo da inicio la descentralización, es decir, el progreso se
desplegaba por el resto de los estados gracias a las nuevas redes ferrocarrileras, así
como a las distintas formas de comunicación. Aunque México crecía en el ámbito
industrial y comercial, en el contexto social se daba un progreso desigual proveniente
del propio modelo capitalista que supone la acumulación de riquezas en unos cuantos,
dice Cosío Villegas:
La fórmula que expresa fie lmente el concepto que el Porfiriato tenía de
un gobernante y, por supuesto, de su propia misión, es la bien conocida
de ―poca política y mucha administración‖, que con el tiempo se
trasformó en ―cero política, cien administración‖. Tan breve y sencilla
como parece, en el fondo quería decir esto. (131)
Según Cosío Villegas el gobierno de Díaz se jerarquizaba de la siguiente
mexicana carecía de un origen divino o heroico que la justificase en sus pretensiones a la
primacía social. […] (177) 6Menciona Iris Zavala: ―El liberalismo (y sigo a Hall [1986]) está ligado al mundo
capitalista moderno, y se inició como ideología modernizadora y progresista (en lo social),
favoreciendo una meritocracia abierta, mediante la cual el individuo enérgico podía alcanzar respetabilidad y triunfo, sin que importaran sus orígenes humildes‖. (Historia 12)
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manera: el presidente era el que trazaba el camino por donde iba el país; la cámara de
senadores y diputados debía aprobar lo que proponía el presidente —no se ponían en
duda las propuestas presidenciales ya que éste servía desinteresadamente al país—; por
su parte, el pueblo debía de confiar en la habilidad de Díaz para llevar las riendas y dar
frutos que aseguraran la mejoría económica de la población. De esta manera se
aseguraba el ―progreso material, manteniendo el orden y la paz como su condición
necesaria‖. (Historia 131-132)
Así se va gestando la idea de vida moderna ante las necesidades del país. La idea
de industrializar, comercializar, en pocas palabras insertarse en el capitalismo mundial
se va dando conforme pasa la dictadura de Díaz. Nuevas formas de gobernar nacen y el
país se deja llevar fácilmente por la desesperación de tener un orden social y
económico, después de haber sufr ido los daños causados por la guerra de independencia
y las subsecuentes luchas intestinas.
Las condiciones ideológicas se basaban en una serie de acontecimientos que
venían desde la colonia hasta la llegada del partido liberal. México se convierte en un
lugar privilegiado para la comercialización de productos entre los países que lo rodean,
y en pocos años se industrializa por la inversión de las distintas potencias,
principalmente de Estados Unidos, quien se ocupa de explotar las vías de comunicación
con México. Porfirio Díaz, en su tiempo de presidente, no pierde el interés por el poder
ni por el desarrollo de su territorio.
La dictadura y el autoritarismo son aceptados bajo las apariencias, con resultados
incompletos y a diferencia de las grandes potencias, estos procesos se quedan en un
estado de pretensión en donde la finalización de cierto desarrollo es inconclusa y es
entonces cuando se manifiesta la inconformidad del pueblo; Francisco I. Madero se
19
rebela ante la dictadura, y el 20 de noviembre de 1910 comienza la Revolución
Mexicana como resultado de la poca atención a los pobladores del país, particularmente
a la clase obrera.
La modernidad en México tomo significado con la dictadura de Porfirio Díaz,
esta etapa de la historia de México se convertiría en el origen del progreso del país.
Hubo una trasformación en las ciudades, se urbanizaron de manera moderna como
respuesta de las ideas europeizantes que seguían conquistando el territorio mexicano.
Ahora la vida estaba en la ciudad y no en lo rural:
En México, la revolución de 1910 desató un proceso de desarraigo rural
que canalizó, a partir de 1920, en una decidida marcha hacia las ciudades:
documenta el fenómeno la vasta novelística de la revolución, a partir de
Los de abajo de Mariano Azuela, publicada 1916, y de La sombra del
caudillo, que publicó Martín Luis Guzmán en 1929. (Romero 322)
A partir de la revolución se notan las migraciones internas, los campesinos
empiezan a radicar en las grandes ciudades urbanizadas. En este caso, la ciudad de
México se convierte en el nuevo lugar a donde van los habitantes del campo, estos
buscando una nueva vida justa y mejoría económica.
En el México posrevolucionario habrá de crecer desmesuradamente la capital del
país y a su imagen y semejanza lo harán algunas ciudades que se convierten en polos de
desarrollo industrial y económico como Guadalajara y Monterrey y, más tarde, Tijuana.
La ciudad se convierte, pues, en el lugar y el símbolo del progreso; por lo mismo habrá
de significar el espacio moderno por excelencia al que, por fin, parece haberse llegado.
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1.3 Sonora en el Porfiriato
Los asuntos y problemas internos de Sonora son numerosos cuando Díaz asume la
presidencia de México. En una estrategia polít ica por parte del gobernante, decide
remover de su cargo a aquellos funcionarios, políticos y demás líderes de sus
respectivos puestos para asegurar la unidad de su gobierno en el estado. Para lograr este
objetivo, suple las vacantes con personas que coinciden políticamente con sus planes.
Díaz se encarga de colocar a sus partidarios en puestos estratégicos, en este caso como
gobernadores o jefes militares, para así poder manipular las oligarquías internas. Dice
Juan José Gracida Romo en el capítulo titulado ―La modernización de Sonora‖:
En el año de 1878, al darse un conflicto de poderes entre el Congreso
local, controlado por los torristas y el gobernador, recurrió al arbitraje del
Senado de la República; pero el presidente había tomando ya una
decisión. Así, en enero de 1879 arribó al puerto de Guaymas el general
Francisco Loaeza, jefe de la zona militar del noroeste, con el enca rgo del
general Díaz de pedirle la renuncia al gobernador Mariscal, ―en bien de la
tranquilidad pública‖.(96)
Para 1878, el gobernador del estado era el General Vicente Mariscal, quien no
compartía las propuestas políticas del presidente y se negaba a colaborar con él. Ante
tal rebeldía, la cabeza del ejecutivo lo desconoce como gobernador del estado y en su
lugar nombra a Francisco Serna, políticamente afín a la presidencia, quien rápidamente
nombra como secretario de gobierno a Luis E. Torres. Con el gobierno de Serna se
traslada la capital del estado de Ures a Hermosillo de manera provis ional, aunque
finalmente se hace permanente. Al terminar el periodo que correspondería a Mariscal
21
se convoca de nuevo a elecciones gubernamentales en las que Luis E. Torres resulta
triunfante, así se forma un nuevo gobierno con integrantes del sur del estado, entre ellos
Ramón Corral, quien tenía experiencia en el ámbito polít ico y también como periodista,
y Carlos Ortiz Retes, quien era abogado y líder de la oposición al general Vicente
Mariscal.
Los gobernadores en Sonora cambiaban cada dos años; con la reforma de la
constitución de 1883 el periodo se modifica a cuatro años, de ahí que durante el
gobierno de Díaz, fueron numerosos los gobernantes que se encargaron de darle
seguimiento al desarrollo del comercio interno y de las distintas políticas
modernizadoras que implementaba el gobierno federal. Sonora prosperaba en su
minería, agricultura y comercio, pero mucho más en comercio debido a la llegada del
ferrocarril en 1882. Dice Gracida Romo respecto a ciertos asuntos que debían mejorarse
en el estado:
Una vez instalada en el poder la nueva clase dirigente se plantea la
solución de los viejos problemas de Sonora. Así, para el año de 1883 el
secretario de gobierno, Ramón Corral, advierte al Congreso que para que
el estado logre una modificación en todos sentidos es necesario llegar a
término las siguientes tareas: 1) terminar con las incursiones apaches, 2)
cancelar el cobro de las alcabalas, 3) fomentar la educación a nive les
inferiores y superiores, y 4) aprovechar las tierras ociosas de los valles
del Yaqui y del Mayo.
Cada una de estas situaciones se fue resolviendo en su momento, pues se contaba
con el apoyo federal e internas para llevar a cabo semejante arreglo. El principal paso
para alcanzar el progreso sería la construcción del ferrocarril que comunicaba Guaymas
22
con Nogales. Esta inversión comunicó a Guaymas, Magdalena y Nogales, y así creció el
comercio de la minería y la agricultura.
El problema de los apaches se resolvió en un convenio con Estados Unidos,
donde se aludía a la dispersión y exterminio de los apaches; se le permit ía a los
integrantes del ejército mexicano cruzar la frontera para proceder con la persecución.
Los problemas siguieron durante finales del siglo XIX y principios del XX, pero fueron
menos importantes y se les daba soluciones inmediatas.
Con la expansión de la agricultura empiezan a utilizarse nuevas maneras de riego
que optimizaban la utilización del agua, se hace un proyecto para conquis tar nuevas
tierras y surgen nuevas haciendas. Las tierras agrícolas de Sonora estaban en
condiciones para un perfecto desarrollo del comercio nacional e internacional. Para esto
dieron paso a la Ley de Colonización de Terrenos Baldíos en 1883 que permit ía al
gobierno tomar las tierras de los yaquis y mayos; estos grupos defendían su territorio y
anteriormente ya se había intentado el desalojo de esas tierras pero era imposible debido
a que las fuerzas estatales no eran suficientes. En su segundo periodo como presidente,
Porfir io Díaz, decide apoyar la campaña contra los yaquis y mayos. La campaña se
inicia a principios de enero de 1886 con un numeroso grupo armado dirigido a los ríos.
El resultado de estas batallas es catastrófico, mueren muchos indígenas y para final del
año los yaquis y mayos habían perdido el control de sus tierras. Aunque la campaña en
contra de los yaquis se había dado por terminada en 1902 porque no había con quien
combatir, en este mismo año surgen nuevos motivos para reanudar la campaña, por
ejemplo: ―la presión de los inversionistas mexicanos y extranjeros que pedían seguridad
para sus inversiones y la posibilidad de hacer un buen negocio con la venta de indígenas
a $65 cada uno para ser enviados a Valle Nacional, Oaxaca y las plantac iones
23
henequeneras de Yucatán (Gracida 120). ―La expulsión de los yaquis‖ se considera uno
de los hechos más sobresalientes que marca la historia de México de manera negativa.
Los yaquis habían luchado casi todo el siglo XIX por mantener su territorio y pasaron
por distintas batallas, pero con Porfirio Díaz como presidente les fue imposible
quedarse en su lugar de origen. Hasta 1908 se habían deportado 15 000 hombres,
mujeres y niños.
Por otra parte, como el estado se modernizaba, la soc iedad se enfrentaba a un
cambio ideológico drástico y exigía una modificación del ámbito educativo. Varias
leyes fueron reformadas para establecer un sistema educativo en el estado, finalmente
en 1888, el gobernador Ramón Corral se defendió la idea de tener una educación laica,
la población de alumnos aumenta y el Colegio de Sonora ―escuela elemental― se
inicia como institución.
Hacia principios del siglo XX la población de Sonora había aumentado en un
145%, recuperando la población que había perdido el siglo anterior. La modernización
se apoderaba de todo el estado debido a las inversiones de extranjeros e inmigrantes. La
influencia extranjera no tarda en propagarse y se instauran nuevas tradiciones7. Por otra
parte se lleva a cabo una explotación de los d istintos metales debido al surgimiento de
la luz eléctrica, hecho que le dio fin al siglo XIX. Las principales ciudades productoras
del metal son Cananea y Nacozari, ciudades en donde se ve el auge de la industria
minera; para 1905 había en el estado 120 negocios mineros que venían principalmente
de inversiones norteamericanas. La primera compañía situada en Tucson, Arizona, se
llamó Cananea Copper Company, fundada por William Cornell Greene quien se
encargó de formar el negocio minero en Cananea dando paso a nuevas compañías que
7 Se dan los primeros juegos de beisbol, por ejemplo.
24
también era de su propiedad. En Nacozari también se establece la compañía Moctezuma
Copper Company obtiene sus primeros frutos a principios del siglo XX.
El contexto del estado para principios del siglo XX cambia drásticamente de
panorama, la ciudad de Hermosillo se visualiza como una ciudad en vías de
modernización y los primeros paisajes citadinos toman forma; de hecho la Colonia
Centenario, que ya tiene un diseño urbano más moderno, se construye en honor del
centenario de la independencia, como forma de manifestar arquitectónicamente el
formar parte de una ciudad modernizada. Ya hay calles pavimentadas, alumbrado
eléctrico, servicio de agua potable y sobre todo, lo más evidente, la arquitectura. La
ciudad se urbaniza, surgen nuevas costumbres debido a la influencia del país vecino y la
rutina de una ciudad tradicional empieza a tomar un rumbo distinto como consecuencia
de la cercanía que se tiene con Estados Unidos.
Definit ivamente las dos últimas décadas del siglo XIX son clave para notar el
desarrollo y progreso que tuvo el estado de Sonora y el resto del país. En pocos años la
comunicación interna del país avanzó de manera acelerada así como el trasporte
terrestre. Surgen nuevas clases sociales y las complicaciones políticas y económicas
crecen por desacuerdos entre los representantes del país.
1.4 La evolución de la narrativa mexicana ante el concepto de modernidad
Los distintos movimientos y corrientes que marcaron la era moderna en el ámbito
cultural y artístico llegaron tarde a Hispanoamérica. Debemos recordar que todos los
asuntos políticos, económicos, sociales, culturales y artísticos venían de Europa y
debido a la falta de comunicación o a las largas distancias todo t ipo de manifestación
25
cultural era tardía y a la hora de exteriorizarse o de llevarse a cabo terminaba por no
realizarse como se debía o simplemente se obtenían distintos resultados.
La evoluc ión de la narrativa mexicana en cuanto a la concepción de novela se
han deslizado por distintos movimientos —en su mayoría importados de Europa— dice
Rita Plancarte al hacer una enumeración de las distintas perspectivas estéticas que ha
presidido la construcción de la novela mexicana:
En esta sistematización de los distintos momentos por los que ha pasado
la novela en México, se puede descubrir un debate implícito en cuanto a
las preocupaciones estilísticas que pugnan, de manera casi permanente,
por adscribirse y optar por lo ―moderno‖ o por lo ―tradicional‖; por lo
―extranjerizante‖ o por lo ―nacional‖; por la ―imitación‖ o por lo
―original‖; por lo ―estetizante‖ o por lo ―comprometido‖. Incluso ha
tenido larga presencia en las letras mexicanas una deseada, aunque pocas
veces alcanzada, ―unión de lo cosmopolita con la conciencia nacional‖.
(La modernización 31)
Todo este tipo de tendencias se dieron con la influencia europea, los distintos
movimientos llegaron para quedarse y surgieron formas de interpretar la realidad y a su
vez un nuevo arte que representaba las distintas situaciones en las que se encontraba
México. Con la llegada de la independencia se presentaron cambios socio-polít icos-
económicos que llevaron a México a un progreso ideológico:
La independencia política llevó a proclamar la necesaria emancipación
intelectual, escritores y poetas se obstinaron en configurar un rostro
diferenciador a la cultura y a la literatura nacional. La gran disyuntiva de
la época era repetir las formas literarias en boga en Europa o intentar la
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construcción de una expresión propia. En sentido inverso a lo que
proponían los poetas neoclásicos, el alma romántica denostaría a aquellos
autores cuyo ejercicio literario ins istía en temas y ambientes europeos en
agravio de lo nacional. (Plancarte, La modernización 41)
La modernización de la narrativa mexicana se fue desarrollando a partir de los
sucesos históricos que causaron controversia, es decir, los cambios polít icos y
económicos que surgieron a partir del Porfiriato, la revolución mexicana, el movimiento
estudiantil de 1968. La estética era cambiante y, a su vez, la evolución del lenguaje era
también origen para nuevos usos de las formas poéticas y narrativas. Las ideas políticas
y económicas aunadas al Porfir iato serían el punto de partida para las nuevas
expresiones de la literatura nacional, el orden social que se había implementado sería el
nuevo panorama que representarían los artistas. La realidad en la que se encontraba
México sería retomada por los escritores para darle un formato artístico que significara
un eje representativo de la literatura mexicana.
La llegada del capitalismo, la locomotora y las distintas industrias, dieron un
cambio tanto estético como ideológico en la sociedad mexicana. México se abre las
puertas hacia lo universal y empieza a tener un lugar en el mercado capitalista. Para esto
el lugar social y el valor de los artistas habían cambiado debido a los nuevos
paradigmas económicos y sociales. El escritor deja de ser romántico e importante para
convertirse en uno más de la sociedad, y aún así llega el nicaragüense Rubén Darío
quien da pie al modernismo con nuevas formas poéticas: aplica las distintas influencias
que recogió de las literaturas europeas, especialmente de la francesa, a las literaturas
nacionales dándole un vuelco a las nuevas estructuras que sa ldrían de su pluma para así
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dejar un nuevo asunto representativo en la historia de la literatura hispanoamericana,
más claramente lo explica Rita Plancarte:
[…] las literaturas nacionales vuelven a articularse a los conceptos
relativos a la universalidad de la expresión literaria, por lo cual se inicia
un diálogo con las formas procedentes de las culturas extranjeras, en el
entendido de que el ejercicio regional de reapropiación llevaría a revelar
lo específicamente americano. Pero al mismo tiempo, hay una
―democratización de las formas artísticas‖, esto supone la integración de
las formas dialectales del español y el portugués de América en obras
cuya forma modernizada se sumaban asuntos de carácter propiamente
americano, lo que supone un reconocimiento de la singularidad
continental. (La modernización 50)
Así tenemos constancia de que la narrativa hispanoamericana parte de un cambio
del lenguaje para dar origen a una literatura nacional que se caracteriza, ahora sí, como
una literatura propia de un país. Entonces el escritor se convertiría en profesional, la
urbanización de las distintas ciudades y espacios daría lugar a este tipo de artistas así
como a su nuevo público intelectual que apenas se formaba. En México el modernismo
no dejaba de ser extranjerizante. El dialogo con las distintas formas europeas permitía
que naciera una nueva literatura que no podía llamarse nacional. Cambiarían, los
escritores, su conciencia estética para dar un toque exacto a la nueva realidad que
debían plasmar.
En 1916 se escribe Los de abajo, novela que da nacimientos al género ―Novela
de la Revolución‖. Esta novela escrita por Mariano Azuela se recuperó 10 años después
de publicada, este texto hace evidente la problemática de la revolución en términos
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políticos y sociales. Aquí se da un ejemplo del nacimiento de una nueva literatura
totalmente mexicana. Es decir, los artistas se dan a la tarea de representar la objetividad
inmediata para personificar los momentos cruciales del país.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, surge la ―literatura de la onda‖, la cual
reproduce con un enfoque liberal las nuevas formas del leguaje de la sociedad mexicana
así como los espacios urbanos. Los movimientos ideológicos y sociales externos
provocaron en los intelectuales mexicanos un afán por representar a la sociedad
moderna que se venía formando desde principio de siglo.
En la temática de la literatura mexicana contemporánea abundan temas como la
revolución mexicana, la situación en la que se encuentran las comunidades marginadas,
el olvido de las comunidades indígenas, el escenario que representa la vida rural
mexicana, el movimiento estudiantil del 68. La segunda mitad del siglo XX exige una
respuesta artística a todos estos hechos históricos.
1.5 Ubicando a Sergio Valenzuela
Sergio Valenzuela nació en Hermosillo, Sonora, en 1941. Vivió sus primeros años de
juventud en Hermosillo y decidió estudiar fuera de su ciudad natal. Primeramente viajó
a Guadalajara para dar sus primeros pasos dentro del ámbito periodístico, después
estuvo en México; viajó a Europa para seguir con sus estudios en la Universidad de
Navarra en España. En España, editorial Planeta le dio un contrato, de esta manera le
publicaría la novela De oráculos dispares (1975) la cual hace un recorrido por su
ciudad natal, el lenguaje novelesco es sumamente complejo y la novela es difícil de
explicar. Vive también en Italia y en 1993 decide regresar a Hermosillo. En la ―ciudad
del sol‖, se dedica a dar clases y talleres de literatura en escuelas preparatoria. Obtuvo
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en cinco ocasiones el premio del Libro Sonorense, en los géneros, novela y cuento, que
convoca el Instituto Sonorense de Cultura: Tiempo de soltar palomas (1993), y sus
novelas Carmen (1995), Crónicas de Eva (1998) y De púrpura encendida (2004),
también la novela La niña de los tomates (2007).
A Sergio se le puede ubicar dentro de los escritores posteriores a la segunda
mitad del siglo XX. El afán por representar la realidad inmediata y evolucionar las
formas del lenguaje novelesco lo ubican en el conjunto de los escritores mexicanos
contemporáneos que pretende subvertir las formas de la narrativa tradicional, hay un
interés por las problemáticas sociales, así se busca dar vida al contexto que se vive
conjugándolo con recuerdos del pasado histórico, esto incrustado en cada uno de los
relatos que se describen artísticamente; Rita Plancarte hace una descripción detallada de
las características más sobresalientes de la narrativa de Sergio Valenzuela:
La obra de Sergio Valenzuela […] mantiene siempre el interés por
renovar el lenguaje y las formas de novelar, los referentes y universos
imaginados oscilan entre la representación de la experiencia más cercana
y el desarrollo literario de temas que trascienden lo inmediato y aspiran al
diálogo con la tradición literaria occidental. […] La producción
novelística de Valenzuela intenta mantener abierto un diálogo entre
ambas posturas, concibiendo su expresión no sólo referida al ámbito
inmediato sino buscando también la representación de universos de
significación proyectados hacia contextos reconocibles más allá de las
fronteras nacionales, mediante la movilización de un complejo conjunto
de referentes que van desde la tradición popular –música, dichos,
proverbios- hasta aquellos íconos de la cultura occidental –autores, obras,
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personajes históricos, etc.- que se superponen en una composición cuyo
sentido se dispara hacia distintas esferas de figuración. (Una escritura 21-
22)
El ejercicio literario de Sergio Valenzue la es un conglomerado de imágenes
poéticas que van más allá de la realidad inmediata. Los episodios elegidos por Sergio,
muestran un interés personal por las singularidades de la vida moderna que se aproxima
a su pensamiento. Así moldea cada acto desde su respectiva estética que le permite
pintar el carácter ideológico de la sociedad seleccionada. Organiza pues, con su debido
procedimiento las distintas peculiaridades que representan a cierta sociedad. No sólo la
de su región y país, también aquellas que se destacan por escándalos y dramas de nivel
universal. Es así cómo Sergio se une a los escritores mexicanos de la segunda mitad del
siglo XX, pues busca de alguna manera acercarse a las formas literarias que describen a
la globalización que se aproxima, así como el uso del arte para crítica de esta misma.
Sergio Valenzuela comparte las mismas temáticas y preocupaciones de los
escritores que publicaron durante la mayor parte del siglo XX, por ejemplo, los
movimientos sociales y polít icos que caracterizaron a la revolución mexicana, la
discriminación de indígenas y comunidades marginadas, por mencionar algunos. El
estilo de Sergio Valenzuela es complejo e innovador:
[…] los textos de Sergio Valenzue la no son nunca convencionales, se
acercan más a la experimentación, pues hay siempre mixturas de códigos
y registros como estrategia compositiva . […] Estos discursos se
encadenan entre sí, desplegando las historias que conforman las novelas,
y en algunos casos el carácter fragmentario, discontinuo y aleator io lo
lleva al límite de la legibilidad. A lo largo de las obras, un párrafo o una
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línea remiten a otros espacios textuales, en un juego permanente de
diálogos extraños e incluso insólitos, que producen un efecto de
simultaneidad de géneros discursivos. (Una escritura 28)
La poética de Sergio Valenzue la va desde lo más simple hasta lo más complejo y
original, La putación y Tiempo de soltar palomas son ejemplo de la subversión de las
formas literarias tradicionales, pues aunque cumplen con las características principales
de un relato o cuento, el estilo con el que están elaborados los textos difiere. Por esto a
Sergio Valenzuela se le considera como un escritor contemporáneo8.
8 El concepto de modernidad se toma como iniciativa para reconocer lo
contemporáneo, por lo tanto Sergio Valenzuela es un escritor contemporáneo que toma formas literarias modernizadas para representar la realidad de su entorno. Sergio
Valenzuela es un escritor que critica las contradicciones del proyecto de vida moderna y de la misma manera representa esta realidad con un estilo preciso.