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CAPÍTULO 4 El cambio técnico 4.1. Lot abonot Como es bien sabido, los abonos pueden ser de origen orgánico o inorgánico, en este último caso de procedencia mineral o química. Los primeros han sido los tradicionalmente ucilizados en la agricul- tura, siendo los más importantes el estiércol y los subproductos ge- nerados por las propias explotaciones agrícolas como hojas, tallos o raíces. Los segundos comenzaron a usarse en las agriculturas euro- peas desde mediados del siglo XIX para generalizarse rápidamente en algunos países como la Gran Bretaña y posterioremence en el resto. Ambos son complementarios y su utilización conjunta ha sido desde entonces recomendada por la agronomía. En Aragón, durante el siglo XIX sólo eran utilizados los abonos tradicionales orgánicos, como el estiércol, habiendo alcanzado una escasa penetración nuevos abonos orgánicos como el guano que etan reservados para la fertilización de las huertas. Otro tipo de abonos era totalmente desconocido. El inicio en la utilización de abonos inorgánicos tiene que ver con los cambios iniciados tras la depresión agraria finisecular, y con- cretamente con la difusión de la remolacha azucarera en el regadío, y más tarde con la expansión del cereal en tierras de secano. EI sis- tema de cultivo de aquélla, basado en contratos entre las fábricas y los agricultores mediante los cuales éstas entregaban simientes y abonos, y aseguraban la compra del producto, implicó una difusion 167

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CAPÍTULO 4

El cambio técnico

4.1. Lot abonot

Como es bien sabido, los abonos pueden ser de origen orgánico

o inorgánico, en este último caso de procedencia mineral o química.

Los primeros han sido los tradicionalmente ucilizados en la agricul-

tura, siendo los más importantes el estiércol y los subproductos ge-

nerados por las propias explotaciones agrícolas como hojas, tallos o

raíces. Los segundos comenzaron a usarse en las agriculturas euro-

peas desde mediados del siglo XIX para generalizarse rápidamente

en algunos países como la Gran Bretaña y posterioremence en el

resto. Ambos son complementarios y su utilización conjunta ha sidodesde entonces recomendada por la agronomía.

En Aragón, durante el siglo XIX sólo eran utilizados los abonos

tradicionales orgánicos, como el estiércol, habiendo alcanzado una

escasa penetración nuevos abonos orgánicos como el guano que etan

reservados para la fertilización de las huertas. Otro tipo de abonosera totalmente desconocido.

El inicio en la utilización de abonos inorgánicos tiene que ver

con los cambios iniciados tras la depresión agraria finisecular, y con-

cretamente con la difusión de la remolacha azucarera en el regadío,

y más tarde con la expansión del cereal en tierras de secano. EI sis-

tema de cultivo de aquélla, basado en contratos entre las fábricas y

los agricultores mediante los cuales éstas entregaban simientes y

abonos, y aseguraban la compra del producto, implicó una difusion

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rápida en las zonas donde se desarrollaba^. EI concurso de los abonosminerales y químicos al cultivo de la remolacha fue en los años pos-teriores imprescindible, dada la escasez de estiércoles existentes.

En el impulso inicial y posterior desarrollo a la utilización de abo-nos químicos jugaron un papel determinante algunas instituciones

como la Granja Escuela Experimental de Zaragoza. Ésta, como se verámás adelante, estudió cuales eran más convenientes para los diferentes

cultivos que se producían en Aragón, recomendando tipos, cantidadesy en general tratando no sólo de fomentar su difusión sin más, sinotambién el que su utilización fuera lo más adecuada, fomentando enconsecuencia unas prácticas hasta entonces desconocidas en Aragón.

También los sindicatos agrarios, sindicatos de propietarios,como por ejemplo la Asociación de Labradores de Zaragoza, tuvie-ron trascendencia en la generalización del uso de abonos inórganicos

por los agricultores. Esta Asociación, que fue fundada en abril de1900,ainauguró ya en junio del mismo año un servicio de suminis-

tro de abonos para sus socios que pretendía, a través de la compra engrandes pattidas, abaratar los precios y asegurar la pureza y calidadde aquellos abonos gracias al laboratorio que instaló. Tras un breveintervalo en el que el servicio se adjudicaba en subasta a la casa que

ofrecía mejores condiciones, se optó por la compra directa en fábri-cas y almacenes, asumiendo la A.L.Z. la responsabilidad ante el so-cio de la calidad del producto. Para ello su laboratorio analizaba

muestras de todas las partidas adquiridas.

La importancia que la A.L.Z., y otros sindicatos agrarios, Ilega-ron a alcanzar quedaba reforzada por su red de depósitos de abonos

en distintos pueblos, siendo en algunos de ellos los únicos puntosde venta existentes. A la altura de 1935 de una visita técnica y co-mercial realizada por personas de la delegación del Nitrato de Chileen España a Aragón y Navarra, puede extraerse dicha conclusión.

De 24 pueblos visitados, la mayoría en zonas de regadío y remola-cheras de las provincias de Teruel y Zaragoza, en 10 de ellos los úni-cos.almacenes de abonos existentes pertenecían a sindicatos agríco-

1. Por ejemplo en Vera de Moncayo los primeros abonos químicos fueron suministcadospor laz azucareras en el año 1904, vid. E. García Manrique (1958).

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las (todos, excepto dos de sindicatos católicos en las ciudades de Te-ruel y Zaragoza, eran de la A.L.Z.), en 5 localidades coexistían conalmacenistas privados, y en otras 10 no existían sino estos últimosz.En dicho informe se resaltaba la importancia que entidades como laA.L.Z. tenían en la distribución de abonos3.

La cantidad de abono suministrada por la A.L.Z. creció vertigi-nosamente, a la vez que se consiguió que disminuyesen los precios alos que los abonos se vendían, actuando el precio de venta de laA.L.Z. como «regulador del mercado regional»4.

Las cifras de los abonos distribuidos por la A.L.Z. muestrandesde comienzos de siglo un crecimiento muy rápido, así como unapreponderancia casi absoluta de los superfosfatos, seguidos a bastantedistancia pot el nitrato de sosa (ver cuadro 4.1). Entre 1901 y 1908se multiplicaron por diez las ventas de superfosfatos y por ocho las denitrato sódico, siendo ambos abonos los más consumidos.

Enlazando con los primeros datos disponibles, ya a nivel pro-vincial y referidos a los años 1907-1908 (ver cuadro 4.2), éstosmuestran para Aragón un consumo por hectárea ( de la cantidad deelementos nutritivos apottados a la tierta) ligeramente superiot a lamedia española, pero muy inferior al de otras zonas geográficas pró-ximas como el Alto Ebro. Dentto de Aragón, una vez más, aparecennítidas las diferencias entre las provincias de Huesca y Teruel, conun consumo algo inferior o similar a la media española, y Zaragozaque casi llegaba a duplicarla. De esta forma en esta segunda fase dela periodizacion establecida por pomingo Gallego sobre el consumo

2. Delegación del Nicrato de Chile en España. Impresión técnica y comercial de las zo-nas de Aragón y Navarra, mayo de 1935. Spain, technical data. Nitrate Corporation of ChileLimited. Institute of Agricultural History (Reading).

3. En dicho infarme se resaltaba la importancia de la A.L.Z. como cliente de la NitrateCorporacion of Chile Limiced, proponiéndose práccicaz comerciales pata azegurarse ventasimporcants del siguience cariz: «En los almacenes de la Sociedad de Labradores de Zaragoza yen ocros de la misma índole, están también los abonos de la competencia: lógicamente saldráprimero de los almacenes aquél que mayor bonificación ofreua a quien recomienda y haga ladiscribución de los abonos a los inreresados. Aquí no priva la calidad ni la bondad de1 abono,priva el incerés económico del encargado de la entrega y a cuyo interés, ya de índole personal,tendremos que inclinarnos si no queremos que la compecencia nos desplace y nos haga desa-parecer del mercado», Ibidem, pp. 21-22.

4. A.L.Z. (1908 6), p. 9•

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Cuadro 4.1. Abonos disrribuidos por la Asociación de labradoresde Taragoza a sus asociados, 1900-1933 (en Tm.)

ABONCIS FOSFORICOS ABONC^S NITRC[GENADOSn°desocios

SuperfosL Euoriasdecal Thomaz T^^

Sul(aroAmón.

Nim[oSódim

NirnroCalcio

CiammidaCálcica

TOTAL

1900t90119021903190át9o5t90619071908(3)t929(4) 1930(8) t93t(9) 1932(l0)1933

858L3271.237t.0521.2601.43t1.633t.7842.t93

7.2768.585

t0.291

97,3239,9320,9969,t979,3

t.476,51.586,2 0,22.391,t 1,62.976,1 6,75.547,25.283,3Z678,38144,9

10.668,7

97,3239,9320,9969,1979,3

1.476,51.586,42.392,72.982,85.547,25.283,37.678,38.244,9

t0.668,7

0,63,8

4,87,54,26,9

12,121,1

441,1416,9898,5

2.072,42.157,0

18,053,250,3

154,3158,9160,7t62,t291,2361,9

(t)t.t10,3575,8935,5

1.092,8t.299,2

).69,6

tOt,6328,6589,9

.

6,3u,l58,242,363,9

18,757,050,3

159,0t66,4t64,9t69,0303,3383,1

1.577,71.073,3

(5)1.998,0(6) 3.551,3(7)4.226,2

ABONOS POTASICOS COMPUESTOS

ñ desocios

Sulfaro ClonuoPorásim Porácim

^inin TOTAL

1900 858 0,2 0,2190t 1.327 0,8 l,4 2,21902 1.2371903 1.052 0,7 t,4 0,4 2,41904 1.260 2,6 0,7 2,3 5,51905 t.431 1,3 t,t 2,4t906 t.633 ► ,6 2,8 4,4t907 1.784 6,5 5,3 t,5 t3,31908 2.193 9,5 10,3 lR81929 (2) 50,5 (2). 50,51930 (2) 29,7 (2). 29,7t931 7.276 22,t 29,2 51,31932 8.585 19,8 32,7 52,6 202,21933 t0.291 19,2 74,0 93,2 8,3

0) Incluye Nirnm de Sosa y de Cal. (2) Incluye Clorum y Sulfaro de Pa[asa. (3) Ca (urn[e induye además 19,535 Tm. de •ans marerias. quepueden ser orms aborros o imec[iridaz. (4) La fuenre induye además 18,89á Tm. de •aru ma[erias• que pueden ser aros abonos o insec[ici-

du. (5) La furnre induye además 4,3 Tm. de Nirnro de greda que aurpue no aparecen rn el cuadm si se han romado rn curnn pan el ronl deabonos ni[rogenados. (6) La (urn[e incluye ademác 15,25 Tm. e Ni[nro de greda que aunque no aparecrn en el cuadro si se hw [omado rncuenra pan el ronl de abonos nirmgenados. (uenre incluye además I16,25 Tm, de Nirro-Cal-Amón que wnque no aparecen rn el cuadm si se

han romado en curnn pan el [orel de abonos ni[mgenados. (8) La furn[e incluye ademác 11,664 Tm. de SulFaro de Hieno. (9) La fuenre in-

cluye ademác 11,527 Tm. de Sulfa[o de Hierro. (IO) La fuenre incluye además 13,647 7m. de Sulfaro de Hierto. Número de socios: rn[re1900 y 1908 rodos las airos a 31 de marm, ercepro 1900 a 22 de abril; 1931 y 1932 a 3l de diciembre;1933 a 30 de sepriembre. Compn de

abonos pan [odos los añas del 1 de abril del ata rn que se incluyrn a 31 de marzo del siguirn[e, excepro 1900 que mrresponde de junio a di-

ciembre y 1901 de l de enero de 1901 a 3l de marm de 1902. En[rt 1929 y 1933 se refieren al airo nacunl rn el que se incluyen.Firrnrr. 1900-1907: A. L. Z(1908);1908: A.1. Z. (1909);1929: B. A. L. Z., n° 320-321, abril-mayo 1930, p,112;1930: B. A. L. Z, ñ 331,

marm 1931, P. 77; 1931: B. A. L Z., n° 343, marzo 1932, P. 85; 1932: 8. A. L Z, ñ 353, enem 1933, P^ I0;1933: B. A. L Z, n° 364,marzo 1934, P. 5.

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Cuadro 4.2. Aportación a la tierra de N, Pz05 y Kz0

procedentes de los abonos inorgánicos

HUESCA TERUEL

Tm. Kgr./Ha. Tm. Kgr./Ha.

1907 671 3,0 1907 1.118 4,0

1908 760 3,1 1908 1.635 5,91919 3.147 14,6 1919 2.257 7,91928 4.463 19,4 1928 2.792 9,61930 5.006 22,6 1930 3.271 10,71931 5.308 22,2 1931 3.338 11,11932 6.497 26,3 1932 3.632 12,11933 5.796 23,4 1933 3.542 11,61934 3.398 12,7 1934 4.514 15>21935 1.991 7,4 1935 4.584 15,0

ZARAGOZA ARAGON

Tm. Kgr./Ha. Tm. Kgr./Ha.

1907 2.343 9,1 1907 4.132 5,41908 2.720 10,0 1908 5.116 6,41919 13.390 40,2 1919 18.794 22,51928 10.589 28,7 1928 17.843 20,11930 10.164 27,6 1930 18.441 20,61931 10.207 25,1 1931 18.854 19,91932 9.847 24,3 1932 19.976 21,01933 17.505 42,9 1933 26.844 27,91934 17.902 44,3 1934 25.814 26,71935 17.923 43,8 1935 24.498 24,9

Fuente: Elaboración propia con base en fuentes sec. 1.5.

de abonos minerales y químicos en España, (de 1897 a 1911) carac-terizada por la generalización en su uso y la rápidez en el creci-miento de éste, fue Zaragoza una provincia que destacó en este te-rreno, tanto por el alto volumen de abonos consumidos, como por laceleridad con que se incorporaron a la agricultura aquéllos, lo quevino sin duda favorecido, como se ha dicho anteriormente, por la di-fusión de la remolacha azucarera.

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La baja calidad de las cifras disponibles para 1919 no nos per-mite cuantificar los cambios en el consumo entre 1908 y 1919, yentre este año y los treintas, aunque en Aragón e1 ritmo de creci-mienco debió seguir siendo rápido hasta el parón que tuvo proba-blemente lugar en los años de la Gran Guerra. EI fuerte creci-miento de la superficie remolachera y la generalización del uso deabonos minerales en el secano para roturar tierras, imposibles decultivar sin aquéllas, fueron los principales impulsores. En cuantofue posible recuperar las posibilidades de obtención de abonos, lascifras de consumo debieron crecer con rapidez, trastocándose deesta forma la tradicional agricultura de secano en las zonas en ex-pansión:

«EI empleo de maceriales fertilizances ha trastocado radical-

mente la produccion, pues no es únicamence el canco por cienco

aumentado en excedentes de cosecha, sino que es la posibilidad

de ampliar el radio de acción a tierras que sin esos fertilizancesescarían yermas.

Por ello la agriculcura cerealista de secano, en nada se parecea la de hace veincicinco años»6.

Entre 1920 y 1928 se extendería la cuarta fase en el consumode abonos inorgánicos, nuevamente caracterizada por la intensi-dad de su crecimiento tras el parón experimentado en la segundadécada del siglo. La última fase señalada por D. Gallego paraeste período iría de 1929 a 1935 y su nota principal sería el es-tancamiento en el conjunto español en el consumo de dichosabonos.

Comparando un promedio de los años treinta con los inicios del si-glo (ver cuadros 4.2. y 4.3), el crecimiento en el consumo de abonos en

Aragón y España aparece como espectaculac En España el consumocasi se había cuadruplicado, mientras en Aragón el aumento todavíafue algo mayor. Las diferencias entre las tres provincias aragonesas erannotables entre Zaragoza, que mostraba el consumo más alto de abonos

inorgánicos con cifras que superaban con mucho la media española y

5. D. Gallego ( 1986 6), pp. 179-180.G. J. C. A. ( 1921), p. 233.

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Huesca y Teruel que por este orden ocupaban posiciones bastante másmodestas y similares a esta media en el primer caso o incluso por de-bajo de ella en el segundo. Las cifras de abonos distribuidos por laA.L.Z. muestran también un crecimiento espectacular entre la primeradécada del siglo y la cuana, lo que ratifica el valor de la tendencia infe-rida anteriormente a partir de las cifras de la J.C.A.

En las zonas más abtuptas de Aragón, al hecho de tener unaagricultura mucho menos rica y en consecuencia una menor capaci-dad de demanda se unían las dificultades y el superior coste deltransporte. En este último sentido, en las distintas comarcas el con-sumo se vió favorecido por la proximidad a las vías ferreas, desde lasque llegaban dichos abonos, por cuanto de otro modo su transportese hacía posteriormente a lomos de caballerías o en carros lo que en-carecía notablemente el precio del abono en proporción a su lejaníaal punto de destino^.

En lo que se refiere al tipo de abonos consumidos se ha señaladocómo en una ptimeta etapa éstos se redujeron prácticamente a lossuperfosfatos para luego producirse una diversificación a partir de1920R. Ello es también cierto en Aragón, aunque incluso despues deesta fecha el consumo de otros abonos además de superfosfatos fuemuy escaso en Huesca y Teruel9, mientras que en Zaragoza creciócon fuerza el consumo de abonos nitrogenados y algo también el depotásicos. La gran preponderancia cuantitativa de los superfosfatosno es de extrañar dada su adecuacióil para los cereales en secano. J.C. Lapazarán señalaba hacia 1918 el agotamiento de ácido fosfóricoen las vegas aragonesas y en consecuencia la necesidad de aquelabono también en éstas^o.

7. J. C. A. ( 1921), p. 225.

8. D. Gallego ( 1986 a), pp. 250 y ss.9. Así lo señalaba por ejemplo para esta última provincia C. Cerdá (1922), insistiendo

en los problemas que el uso de superfosfaros no resolvía, especialmente en las tierras faltas de

nitrógeno.

10. J. C. Iapazarán ( 1918).Uno de los primeros estudio realizados en la Granja Experi-mental de Zaragoza, publicado en 1887, «Estudios sobre abonos^, señalaba ya lo esquilmadasque tendían a estar las tierras de ácido fosfórico, vid. Granja-Escuela Experimental de Zara-goza ( 1906), p. 9.

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Cuadro 4.3. Aportación a la tierra de los principaleselementos nutricivos (N, PZOy, Kz0)

Toneladu n°índices cks/el[ocal Total Tonl ntim.

esrier. a.inor. esrier. a.inoc es[ier. a.inoc Tm. Kgc/Ha. índice

Huesca

1907-t9o8 7.444 7t6 l00 100 91,2 8,8 8.t59 34,7 t00

1918-t9t9 9.358 3.147 126 440 74,8 25,2 12.505 56,2 t621928-1933 9.225 4.637 l24 G48 66,5 33,5 13.862 55,7 161

Teruel

1907-1908 8.5t7 t.908 t00 l00 81,7 18,3 10.425 37,3 l00

19t8-1919 6.242 2.257 73 l18 73,4 26,6 8.500 29,4 79t928-t933 8.433 3.668 99 266 69,7 30,3 12.101 40,0 lt3

Zarago7a

1907-t908 7.928 2.531 t00 t00 75,8 24,2 t0.460 39,4 t0019t8-19t9 ti.5t8 13.390 145 529 46,2 53,8 24.907 70,9 t801928-t933 t0.242 13.448 t29 53t 43,2 56,8 23.690 59,2 t50

Aragón

t907-1908 23.889 S.t54 t00 l00 82,3 17,7 29.044 37,2 to019t8-t919 27.119 18.794 tt4 365 59,1 40,9 45.9t2 53,2 t431928-t933 27.900 2t.753 tt7 470 56,2 43,8 49.653 52,2 t43

España

1907-1908 352.543 68.482 l00 t00 83,7 t6,3 42t.025 33,6 l00t9t8-t919 470.650 136.t44 134 t99 77,6 22,4 606.794 44,0 t31t928-t933 532.205 254.617 l5t 372 67,6 32,4 786.822 5t,9 155

estiec = estiércol; a.inoc = abonos inorgánicos. Fuentes: elaboración propia con base en Fuen-

tes, sec.1.5; España: D. Gallego (1986 a), pp. 894,898,900 .Los datos corresponden a los

siguientes años: 1907-1908: abonos minerales, promedio de ambos años; esciercol 1908

pata Huesca y Teruel, 1907 pata Zaragoza y promedio de ambos años para España; superfi-

cie abonable promedio de ambos años;1918-1919: abonos minerales 1919; estiércol 1918;

superficie abonable promedio de ambos años; 1928-1935: abonos minerales promedio de

1928, 1931,1932,1933,1934 y 1935 para Aragón, para España también 1930; estiércol

promedio de 1929 y 1933; superficie abonable promedio de los mismos años que los abo-

nos minerales.

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La demanda de abonos inórganicos por parte de la agriculturaaragonesa fue cubierta hasta comienzos de la tercera década del si-glo XX mediante los procedentes de las importaciones del exte-rior o los producidos por la industria nacional, que en el caso delos superfosfatos tuvo un rápido crecimiento a partir de la explota-ción de los yacimientos de fosfatos naturales de Túnez y Argeliadesde los años finales del siglo XIX<<. Los abonos llegaban por fe-rrocarril procedentes sobre todo de Barcelona a Huesca y Zara-goza, y de Valencia a Teruel1z. Sin embargo desde 1921 la Indus-trial Química de Zaragoza inició la producción de superfosfatoscon una capacidad productiva máxima de 45.000 Tm. anuales^i.En 1933. seguía siendo ésta la única fábrica aragonesa de superfos-fatos siendo su producción anual de 40.000 Tm.14. Además, desde1923 Energía e Industrias Aragonesas producía en su factoría deSabiñánigo sulfato amónico15.

Si tenemos ahora en cuenta también los abonos orgánicos, el pano-rama empeora notablemente en Aragón. La escasez de éstos era sentidadesde el siglo XIX, lo que llevaba a que los existentes se reservaranpara los cultivos de huerta y los cereales en regadío^b, abonándose conpoca frecuencia el secano, que tuvo que esperar la llegada de los abonosminerales y químicos para que se generalizase su fertilización^^. La es-casez crónica de abonos orgánicos estuvo también relacionada con elmuy moderado crecimiento de la cabaña ganadera aragonesa18, lo queimplicó que la disponibilidad de abonos naturales aumentó muypoco y muy por debajo de lo ocurrido en el conjunto español. Pese ala escasez de estiércoles aun se exportaba algo a la huerta valenciana

11. J. Nadal (1986), pp. 64 y ss.12. J. c. A. (1921>.13. L. Germán (1990 6).14. «Informe sobre la producción de abonos en Zaragoza»,Sección Agronómica de Zara-

goza, 13 de diciembre de 1933> Archivo General de la Administración, Agriculcura (SecciánAgriculrura), caja 247.

15. L. Germán ( 1990 6).16. J. Rivera (1892).17. E. García Manrique (1960).18. J. C. Lapazarán (1918), J. C. A. (1921), J. M. Soroa (1930), J. Estremera (1933) y E.

Respaldiza (1933).

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Page 10: CAPÍTULO 4 El cambio técnico...CAPÍTULO 4 El cambio técnico 4.1. Lot abonot Como es bien sabido, los abonos pueden ser de origen orgánico o inorgánico, en este último caso de

como cónsecuencia de la fuerte demanda existente y los superioresprecios que se pagaban^^.

De esta forma, en los años treinta del presente siglo y debido ala escasez de los estiércoles, éstos se seguían guardando para el abo-nado de las plantas más intensivas desarrolladas en regadío.

Se conjugaba de esta forma un bajo crecimiento en la disposi-cion de abonos orgánicos con uno intenso en los inorgánicos. Con-siderando ambos, la cantidad de los tres principales elementos fer-tilizantes aportados a la tierra por hectárea, era prácticamente igualen los años treinta en Aragón que en España. Las provincias deHuesca y Zaragoza superaban la media española, mientras que Te-ruel se situaba bastante por debajo. Como consecuencia de las dife-rentes evoluciones en la utilización de abonos orgánicos e inorgáni-cos, el porcentaje de elementos fertilizantes aportados a la tierrapor estos últimos era muy superior en Aragón que en España. En elcaso zaragozano el 57% de aquéllos procedía de abonos inorgáni-

cos, frente a porcentajes de algo más del 30% en Huesca, Teruel yEspaña. De esta forma del crecimiento en términos absolutos deltotal de elementos fertilizantes aportados a la tierra entre 1907-

1908 y 1928-1935, correspondió en Zaragoza el 83% a los abonos

minerales y químicos, frente a un 51 % en España o un 69% en

Huesca20.

Puede concluirse en consecuencia que los abonos minerales y quí-micos jugaron en las tres provincias un papel trascendental, ya quecon el pequeño crecimiento de su cabaña ganadera no habrían podidosatisfacer sus necesidades de abonado. Ello se consiguió mediante elrecurso a los nuevos abonos, que aparecen por lo tanto como un ele-mento clave en la modernización de la agricultura aragonesa.

t9. J. C. A. (1921).20. En Teruel el 100% del crecimiento correspondió a los abonos inorgánicos como con-

secuencia del descenso en valores absolutos del estiércol. La escasez a pesar de ello del creci-miento global de sus abonos inórganicos es patente al mostrar un índice 266 en 1928-1935frente al 648 de Huesca o 531 de Zaragoza (ver cuadro 4.3)^

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En cuanto a los cultivos beneficiados por los abonos, sólo dispo-nemos información, y ésta bastante inéompleta, para dos momentoscronológicos: 1919 y 193321.

En Zaragoza, provincia para la que disponemos de los mejores da-tos, puede apreciarse cómo los abonos químicos y minerales se con-centraron en los cereales de secano y regadío y la remolacha azucarera,lo cual era lógico por cuanto constituían las dos principales partidasde su producción agrícola. En 1919 de la superficie abonada con su-perfosfatos, el 84% correspondía a cereales, y de la abonada con sul-fato amónico y nitrato de sosa el 72% y el 51% respectivamente. En1933 los porcentajes, ahora referidos a la cantidad de abono recibidopor cada cultivo, eran para cereales y leguminosas (éstas de muy es-casa importancia en Zaragoza), de178% de los superfosfatos, 21 % delsulfato amónico, 32% del nitrato de sosa y 31% del nitrato de cal.

En el caso de la remolacha azucarera y para las mismas fechas(para 1933 se incluye además de remolacha azucarera, tubérculos,raíces y bulbos), eran los porcentajes en 1919 del 10% de superfos-fatos, 25% de sulfato amónico y 45% del nitrato de sosa. En 1933habían variado hasta un 15% de los superfosfatos, 54% del sulfatoamónico, 60% del nitrato de sosa y 62% del nitrato de cal.

A partir de estos datos parece clara la concentración de los abonosinórganicos en estos dos cultivos por una parte, y por otra la favorableparticipación de los cultivos intensivos en el proceso de diversifica-ción en el abonado que tuvo lugar en la tercera década del siglo2z.

En Huesca y Teruel, la preponderancia en 1933 del uso de su-perfosfatos en los cereales era clara, con porcentajes del 71% y 85%respectivamente, mientras que para los demas abonos, si en Huescala diversificación había adoptado ya una pauta similar a la de Zara-goza con predomino de su uso en los cultivos de vega, 46% para elsulfato amónico y 61% para el nitrato de sosa, en Teruel en todoslos abonos la cantidad utilizada en cereales sobrepasaba el 50%.

21. Los porcentajes que figuran a continuación han sido calculados a panir de J. C. A.(1921), p. 237 y los Informes sobre el consumo de abonos en 1933*, Archivo General de laAdministración, Agricultura (Sección Agricultura), caja 247.

22. En el informe antes citado de la delegación del Nitrato de Chile en España para 1935se coincidía también en esta idea. Delegación del Nitrato de Chile en España. Impresión téc-nica y comercial de laz zonas de Aragón y Navarra, mayo de 1935. Spain, technical daca. Ni-ctace Corporation of Chile Limited. Inscitute of Agricultural History (Reading)

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4.2. La intenrificación y exten.rión del regadío

EI regadío ha sido en Aragón una aspiración histórica de susagricultores. Ello se ha debido a la escasa pluviometría que registrasu zona central, que sin embargo tiene unas condiciones climáticasmuy favorables cuando cuenta con agua suficiente. Este agua ha po-dido obtenerse de su potente red fluvial que desde las zonas monta-ñosas desciende hacia el Ebro, a cuya cuenca pertenece la gran ma-yoría del territorio aragonés.

Se remontan al menos al período musulmán los primeros traza-dos de acequias que buscaban fertilizar las tierras más próximas alos cursos fluviales. En los siglos posteriores continuó con diversosritmos, la puesta en regadío de tierras aragonesas, culminando estaactividad a fines del siglo XVIII con la terminación de dos impor-tantes obras hidraúlicas, el Canal Imperial de Aragón y el Canal deTauste, iniciadas dos siglos antes, y que además de permitir un con-siderable aumento de la superficie cultivada regada, convirtió mu-chos de los antiguos regadíos eventuales en permanentes.

Hasta finales del siglo XIX no se llevaron a cabo obras hidraúli-cas de importancia en Aragón. Existió esta inactividad pese a que deforma paralela a otras medidas que en materia agraria se habían to-mado, configurando la llamada reforma agraria liberal, el agua, an-tes inserta en el complejo sistema feudal, pasó a convertirse en unbien libre de propiedad particular. El cambio jurídico que sufrió,denominado por Jordi Maluquer «despatrimonialización del agua»,buscaba conseguir «la movilización de los recursos naturales sobrela base de una orientación claramente productivista. Su objetivoprincipal fue el de valorizar en la mayor medida posible una fuentede riqueza que el antiguo régimen patrimonial mantenía en buenaparte estéril»^3. Si constatamos esta falta de realización de grandesobras de regadío, casi nada sabemos de las pequeñas que pudieronllevar a cabo los agricultores con objeto de mejorar sus propiedades.

Aun contando con dicho cambio jurídico se han consideradocomo un fracaso relativo las diversas leyes aprobadas en el siglo XIX

23. J. Maluquet de Motes (1983), p. 94.

17ó

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para el fomento de los grandes proyectos de regadíos, que estable-cían apoyo y subvenciones del Estado para las empresas y comuni-dades de regantes que los llevaran a cabo24. Dicho fracaso estuvo di-rectamente influído por los largos períodos de amortización queexigían las inversiones en construcción de canales y pantanos por elalto volumen de inversión que implicaban aquellas obras2$. En estesentido, no parece que en Aragón fuera la situación diferente y lapuesta en regadío de tierras debió limitarse al perfeccionamiento deregadíos existentes y a la realización de pequeñas obras, a partir delsistema de acequias tradicional o del derivado del Canal Imperial ode Tauste, que permitiera en la cuenca de los diversos ríos un apro-vechamiento más completo de sus aguas.

No se debió la falta de ampliación del regadío a que no hubieraintentos o proyectos ambiciosos, al contrario, éstos proliferaronaunque en ningún caso Ilegaron a buen término. Así, entre los másimportantes para los que se presentaron proyectos al Estado con vis-tas a su realización, contamos con la autorización de 1834 para laconstrucción del Canal de Tamarite26, futuro Canal de Aragóil y Ca-taluña, modificada en sus condiciones en 1866, 1874 y 1888, y de-finitivamente caducada en 1891 sin que las obras se hubieran Ile-vado a cabo27; la concesión en 1855 del Canal de la Princesa deAsturias para el riego de tierras de Barbastro y pueblos de la co-marca, ampliada en 1865 en el proyecto de Canal de Sobrarbe; y laautorización en 1865 del Canal de las Cinco Villas. No es extrañoque estos tres proyectos planeados en el tercio central del siglo XIX,coincidiendo por lo tanto con las expectativas que la «despatrimo-nialización» del agua había abierto incentivando a la expansión desus usos productivos2S, fueran el germen de algunos de los planes deregadíos más importantes que fueron ejecutados en Aragón en el si-glo XX: el Canal de Aragón y Cataluña, el plan de riegos del AltoAragón y el plan Bardenas.

24. E J. Monclús y J. L. Oyón (1988), pp. 80 y ss. Un repaso de laz leyes sobre la mareriaen E. Nadal (1981).

2s. J.1. Jiménez Blanco (1986 6), p. 87.26. Sobre dicho proyecto víd. A. Biarge (1978).27. J. A. Bolea (1978), PP. 12-32.28. J. Maluquer de Motes (1983), p. 91.

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Dentro del movimiento regeneracionista surgido en España enel último cuarto del siglo XIX, el fomento del regadío fue visto poralgunos como la solución al atraso y la miseria del campo español.

El regeneracionismo hidráulico alcanzó una dimensión considerablepor cuanto surgía como consecuencia del fracaso de las leyes deaguas de aquel siglo y por lo tanto del desaprovechamiento de lasposibilidades que la despatrimonialización del agua había abierto,

coincidiendo además con la dramática situación producida en algu-nas zonas por la crisis agraria finisecular. De esta forma, el regadíoera visto como solución no sólo a los problemas de atraso de la agri-cultura española, sino también al problema social existente en el

campoz^.

El más importante representante de esta corriente fue el arago-

nés Joaquín Costa. La actividad que desarrolló a favor de una polí-tica hidráillica por medio de numerosos escritos y artículos y parti-cipando activamente en diversas campañas y organizaciones como laLiga de Contribuyentes de Ribagorza o la Cámara Agraria del AlcoAragón, sin duda tuvieron una importante influenciai^. Ésta, se vióplasmada ya en los comienzos del nuevo siglo con el Plan Nacionalde Aprovechamientos Hidráulicos de 1902, que no era sino la reu-

nión de proyectos muy variados, pero que significaba el inicio deuna planificación, aunque deficiente, en el uso del agua en España31.En la Ley de Grandes Regadíos de 1911 se contemplaba ya la posi-bilidad de la intervención exclusiva del Estado en la elaboración,desarrollo y ejecución de los planes de riegos. Fueron en definitiva,

según Monclús y Oyón, tanto el fracaso de las tentativas decimonó-nicas como las demandas de sectores que coincidían con el «refor-mismo hidráulico» de Costa, los que pusieron de manifiesto la nece-

29. A. Oní (1984), p. 12.30. Sobre la política hidráulica de Joaquín Costa vid. A. Ortí (1984) y E. Fernández Cle-

mence (1989), pp. 190-215. EI juicio de Jiménez Blanco sobre la política hidtáulica costista

sitúa el problema en sus justos términos. El regadío sólo en algunaz zonas concretas podía

producir cambios de imponancia, pero para el conjunco español no era evidentemence la so-

lución a los problemas del campo, J. t. Jiménez Blanco (1986 6), p. 89. Para las primeras

campañas de Costa ver C. Gómez Benito y A. Ortí (1992).

31. Sobre al Plan Nacional de Obras Hidráulicaz vid. E. Nadal (1981), pp. 150-154 yMiniscerio de Obraz Públicas (1933)•

ló0

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sidad de una más clara intervención estata132. Ésta se produjo deforma importante por primeta vez precisamente en Aragón con la

decisión adoptada por parte del Estado en 1896 de asumir la finali-zación de las obras del Canal de Aragón y Cataluña.

La ptesión política a favor de los regadíos coincidió con la reali-

zación de algunas obras hidráulicas de cierta importancia: en lasCinco Villas33 y en el Bajo Aragón34.

De esta forma a comienzos de siglo, según la memoria de laJunta Consultiva Agronómica elaborada sobre el regadío en Es-paña35, la superficie de éste era en Aragón de 172.174 hectáreas lo

que representaba un 14% del total del regadío español (ver cuadro4.4). Del regadío aragonés sólo un 58% era permanente frente a un72% en España. La ptovincia de Zaragoza concentraba un 61% dela superficie aragonesa regada.

Cuadro 4.4. Superficie regada en Aragón en 1904 ( en hectáreas)

eventual permanente total

Huesca 12.667 17.800 30.467Teruel 7.170 29.037 36.207Zaragoza 52.150 53.350 105.500Aragón 71.987 100.187 172.174

Fueute: J. C. A. (1904).

En 1906 fue oficialmente inaugurado el Canal de Aragón y Ca-taluña aun cuando algunas de sus obras tardaron en finalizarse to-davía bastantes años, especialmente la red de acequias secundariaspata la distribución del riego. De las casi 6000 hectáteas puestas enriego al abrirse el Canal en 1906, se pasó en 1916 a 58.061 ^e lasque 30.600 correspondían a Huesca y el resto a Lérida- y en 1927a 73.356. La magnitud de las obras Ilevadas a cabo y la relativa ce-leridad con que fueron realizadas ponía de relieve cómo la acción

32. E J. Monclús y J. L. Oyón ( 1988), p. 81. Un planteamiento similat es el de N. Or-tega (1984), p. 118 y ss.

33. E. Nadal ( 1981), p. 152.34. J. A. Bolea (t978), p. 379.35. J. C. A. (1904).

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del Estado podía tener una influencia decisiva en la extensión delregadío.

La segunda intervención del Estado de gran magnitud en el va-lle del Ebro fue también en la provincia de Huesca con el plan deriegos del Alto Aragón. Este marcaba ya con claridad la nueva polí-tica que el poder público iba a adoptar en años posteriores al asumirun vasto plan de puesta en regadío de una amplia zona que impli-caba una inversión de gran cuantía y mostraba con claridad la nuevaorientación en política hidráulica de un Estado decidido a interitarejecutar directamente las obras36.

Sin embargo curiosamente el plan de riegos del Alto Aragón erafruto de la iniciativa privada. Fue el barón de Romañá quien en-cargo a los ingenieros Izquierdo, de los Ríos y Nicolau, la redacciónde un proyecto que fue aprobado en su parte técnica en 1913. Sólodos años más tarde, en vista de su envergadura, el Estado asumía surealización y se comprometía a finalizarlo en veinticinco años. Elproyecto de riegos del Alto Aragón se basaba en el aprovechamientode las aguas de los ríos Gállego y Cinca a través de dos canales prin-cipales: el de Monegros y el del Cinca. De los dos canales estaba pre-visto que saliera una red de acequias principales, estimadas en diez,para distribuir el agua en la zona regable. Se preveía además el pan-tano de Mediano en la cabecera del Cinca con fines reguladores. Lasuperficie que se pensaba regar era de unas 300.000 hectáreas37.

Disponemos para el momento de la aprobación del Plan de Rie-gos del Alto Aragón, para 1916, de una nueva memoria de la JuntaConsultiva Agronómica con la superficie regada en Aragón38 (vercuadro 4.5). Ésta, era en aquel año el 16% del total español, es deciruna cifra levemente superior a la de doce años antes. Un 66% erariego permanente, lo que suponía en tan corto espacio de tiempo unnotable incremento con respecto a la situación de 1904. Otro datoimportante era la perdida de importancia relativa del regadío zara-gozano en el conjunto aragonés. Ahora éste era un 53% del globalaragonés, mientras el oscense había ascendido hasta un 29%.Un

36. F. J. Mondús y J. L. Oyón (1988), p. 90.37. J. Nicolau y F. de los Ríos (1912).38. J. C. A. (1918).

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70% del incremento de las tierras regadas se situaban en la provin-cia de Huesca, que había de esta forma duplicado con creces su tie-rra regada, gracias esencialmente a las obras del Canal de Aragón yCataluña. Otro dato relevante, además de la gran ampliación del re-gadío en Huesca, es el de las amplias superficies de riegos eventua-les que en Teruel y Zaragoza se habían convertido en permanentes.

Cuadro 4.5. Superficie regada en Aragón en 1916 (en hecráreas)

eventual permanente total

Huesca 49.224 13.900 63.124Teruel 2.751 36.928 39•679Zaragoza 22.065 93.669 115.734Aragón 74.040 144.497 218.537

Fuente: J. C. A. (1918).

Un hecho de gran trascendencia que tuvo lugar en 1926, fue laconstitución de la Confederación Hidrográfica del Ebro39. En su cre-ación había tenido una influencia decisiva el ingeniero de la DivisiónHidráulica del Ebro Manuel Lorenzo Pardo, que contó con el apoyodel ministro de Obras Públicas, Rafael Benjumea, conde de Guadal-horce, y del dictador Primo de Rivera que creía de esta forma llevar ala realidad el mensaje costista40. La creación de las ConfederacionesHidrográficas respondía perfectamente a las exigencias de una situa-ción caracterizada pot los proyectos de planes de riego, las necesida-des de abastecimiento de nucleos urbanos que experimentaban unafuerte expansión, los aprovechamientos hidroeléctricos que tambiéncrecían de forma importante aquellos años y otra serie de problemasa los que sólo mediante la denominada gestión integral de las cuen-cas podía darse respuesta de forma correcta41

En el desarrollo de las obras hidráulicas en el primer tercio delsiglo XX asistimos a un progresivo incremento de la intervencióndel Estado en su realización, que finalmente será quien Ileve a cabo

39. Sobre la creación de la Confederación Hidrográfica del Ebro y su actividad vid. J. Ve-larde (1973), pp• 45-86 y E. Fernández Clemente (1986 c) . Las incidencias de su creacióncontadas por su protagonisra en M. Lorenzo Pardo (1930), pp. 2-3.

40. E. Fernández Clemente (1984).41. F J. Monclíu y J. L. Oyón ( 1988), p. 95.

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todas las de importancia. Si examinamos los embalses finalizados enlas dos primeras décadas del siglo (ver cuadro 4.6), casi todos fueronconstruidos por comunidades de regantes, sindicatos de riego 0Ayuntamientos. Eran de pequeña capacidad y el número de hectá-reas puestas en riego reducidas. El más importante de todos fue elde La Peña, que construido por las comunidades de regantes de Ur-dán y Rabal transformó en regadío permanente unas 10.000 hectá-reas de riego eventual situadas en la huerta de Zaragoza y pueblospróximos. Por el contrario, los canales de riego en estas dos prime-ras décadas fueron ya en su totalidad construidos por el Estado.

La creación de la Confederación benefició la acción estatal, porcuanto supuso la existencia de un organismo central encargado de

coordinar y dirigir las multiples obras que se estaban llevando acabo. EI impulso fue importante y sobre todo en la década de lostteinta fueron finalizadas gran cantidad de obtas, por lo que susefectos sobre la superficie regada no pudieron notarse hasta fechasya posteriores a la guerra civil. Las obras realizadas se centraron enlos riegos del Bajo Aragón, en el pantano de Barasona con el fin deregular el caudal del Canal de Aragón y Cataluña, así como en las

obras complementarias de éste, y en las previstas en el plan de rie-gos del Alto Aragón4z.

La participación de los particulares o de las comunidades de re-gantes fue también importante en este período por cuanto las obrasde nivelación de tierras, apertura de zanjas para conducir el agua ode acequias de último orden corrieron siempre de su cuenta. E1coste de transformación del secano en regadío constituyó sin dudaun esfuerzo económico de importancia. En algunas zonas, el cultivo

de la remolacha azucarera con sus necesidades de agua segura, im-pulsó aquellos esfuerzos.

Por lo tanto a pesar de tratarse de un tema de difícil evaluación, no

hay que olvidar el hecho de que donde finalizaba la acción del Estadocomenzaba la de los agricultores, que debían realizar ciertas inversio-

42. Una descripción de los regadíos aragoneses al final de los creinca en L. García Saínz(1942) y C. H. E. (1946).Sobre el desarrollo de dichas obras desde la creación de la Confede-ración vid. C. S. H. E. (1926), (1927), (1928 a) y(1929)•

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nes para poder aprovechat el agua. No está por lo tanto de más tenerpresente el retraso que podía existir entre la finalización de la obra pú-blica y la de las complementarias llevadas a cabo por los particulares.

Capítulo 4.6. Embalses y canales para usos agrícolas construidos en Aragón en 1879-1936

Emhalse A^ Río T^^^ w. ripode IPI^^d.milloms

finilinciáo municipal rBadas RgidÍO (^) mn. níb.

San Battotomé I879 Arba de Luesia Ejea (Z) 3.0(10 E 2,8Valdelafuén I889 Riguel Sádaha(7.) 1.390 E 2,0Escurira I896 Escuriza Alloza(TE) 3.620 eap R 3,6Mezalaha 1906 Huerva Mezalocha('L) 1.722 eap R 3,9Cienfuens 1908 Flumen Belsué(HU) EPina 1910 Ebro Pina(Z) 2.783 eap EPina(reparación) 1934 5.200 ELa Peña 1913 Gállego Triste(HU) 12.000 eap R 25,0Almochuel 1914 Aguas Limpias Almoch.-Vin.(Z-TE) 575 eap E 1,2La Hoz 1916 Bart.del Mon[e Tomtba Ribota(Z) 350 R O,lCueva Foradada 1926 Manín Oliete(TE) 5.000 eap R 34,0Ardisa 1926 Gallego Ardisa-Bisc.(Z-HU) Alimentacián Sotonera E I0,0Moneva 1928 Aguas Vivas Samper del Salz(Z) 4.149 eap E 12,0Gallipuén 1928 Guadalopillo Berges-Alcorisa(TE) 2.000 nr/eap(5046) E 4,0Las Navas 1928 As[ón Lt^arre(HU) 2.000 E 2,2Pena 1930 Pena Valdermbres(TE) 2.000 eap E 2I,0Arguis I930 Isuela Arguis(HU) L500 eap E 3,0Sta. María de Belsué 1931 Flumen Belsué(HU) 4.250 eap E 13,0Sanrolea 1932 Guadalope Cas[ello[e(TE) 8.000 eap E 54,0Baruona/J.Costa 1932 Esera Graus-P.Castro(HU) regulación E 70,0Somnera 1935 Astón y Sotón Las Navas(HU Alimen[ación Canales E I89,0

CANALES airo Fin. Pmvincia Ffa.regad. ripo rzg. P(^)

I.odosa 1936 Prov.Zaragoza y Nav. 2.783 eap EAmgón y Cataluña 1906 Prov.Huesca y Lérd. 5.986 nr EAragán y Cataluña 1927 Prov.Huesca y Lérd. 73.356 nr EAragón y Ca[alutia 1942 ProeHuesca y Lérd. 80.097 nr ERiegos Alto Aragón:Canal del Gallego 1926 Prov. Huesca nr EC. Monegros Tramo I 1934 Prov. Huesca 14.000 nr ECanal de la Violada 1936 Proe Huesca y Zar. nr E

(^) Propietario. La (E) quiere decir Estado e incluye a los Ayuntamirntos; la (R) significa Comunidades de Regantes o Sindi-

catos de Riego.

(^*) Las fuentes para la elaboración de esre cuadro lun sido muy diversaz e incluyen los diversos planes de obru de la C.H.E.

y otros libros ci[ados en la bibliografía.Los da[os que apottan las diversas fuentes difieren en acasiones en[re ellas, por lo que

concedo un valor sólo de aproximación a los datos de es[e cuadro, especialmente rn lo relativo a lu hectáreas puestas en riego

y a la calificación de éste.

(ss°) eap= regadío evrntual transformado en permanrnte o mejorado; tu= nuevas regadíos; cttando tro se indica nada, es por

desconacerse la calificación.

Frrmu L. García Sainz (1942), C.H.E. (1946), C.H.E. (1976), J.C.A. (1918).

lÓ^

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4.3. Nuevo.r apero.r y maquinaria agrícola

La situación en la segunda mitad del siglo XIX

En el campo aragonés era todavía incipiente a finales del sigloXIX la introducción de nuevos aperos y máquinas, aunque la situa-ción puede considerarse como relativamente avanzada si la compa-

ramos con lo ocurrido en aquellos años en otros lugares de España.

Comenzando con la siembra, ésta se realizaba completamente amano, sin que se utilizasen en ningún caso sembradoras mecánicas.En lo relativo a los arados, hacia 1890 el arado común o romano era

todavía el más usado en las tres provincias. Sin embargo, la intro-ducción y difusión de arados modernos iba por buen camino. Losarados de vertedera giratoria Jaén, conocidos en España desde me-

diados de siglo, se habían introducido inmediatamente en Aragón,siendo fabricados en varias fundiciones aragonesas, especialmente deZaragoza.

De esta forma en la última década del siglo en Huesca se ibanabriendo camino tanto los arados Jaén como los de Brabant, aunquelos más utilizados seguían siendo los tradicionales romanos. El pri-mero se utilizaba según el ingeniero agrónomo L. Laguna, en 1895

«en bastante escala», construyéndose un modelo mejorado en Huesca,con rejas de acero de mayor calidad y de más duración que las de hie-rro fundido43. Los atados Brabant eran llevados desde Barcelona y Za-ragoza. En algunas localidades habían sido los grandes propietarioslos primeros en adquirir los nuevos aperos, produciéndose a continua-

ción un efecto de difusión una vez que era comprobada su eficacia porlos pequeños y medianos propietarios. Funcionaban además dos tre-nes de vapor para laboreo que habían sido adquiridos para desfondarla tierra con destino a la plantación de viñas44.

En Teruel el arado romano seguía siendo con mucha diferenciael más utilizado. En ocasiones era reforzado con hierro en alguna de

sus partes. En la provincia los nuevos arados de vertedera giratoria

43. L. Laguna ( 1903 a).44. J. C. A. (1891 a).

186

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Jaén, se habían introducido en dos zonas: la Ribera del Jiloca y algotambién en el Bajo Aragón, precisamente dos de las comarcas con

una agricultura más rica. En ellas se estaba produciendo hacia 1890un fenómeno de generalización de dichos arados4s.

También en Zaragoza se estaba introduciendo el arado de verte-dera giratoria Jaen, siendo «bastante general» su uso en las CincoVillas. Se construían arados de vertedera en varias fundiciones deZaragoza, y poco a poco se iban generalizando, aunque según parece«con suma lentitud»46. De la misma forma que en Teruel, tambiénse construían arados comunes enteramente de hierro con excepcióndel timón.

La siega se realizaba en las tres provincias con hoz o guadaña,siendo más común el empleo de aquélla y sin que hubiera habidocomo en otros paises cambios importantes en la sustitución de laprimera por la segunda47. Si nos referimos a las nuevas maquinas se-gadoras, mientras en Teruel se desconocían totalmente, en Huescahabían comenzado a generalizarse en las comarcas cerealistas del sur,habiéndose comprado más de doscientas segadoras sencillas y unastreinta atadoras en la década de los ochenta4S. Éstas se empleaban

mucho en los años de buenas cosechas en los que escaseaba la manode obra, bajando mucho su utilización en los años malos al abundarlos peones segadores49. De la misma forma, en Zaragoza se difun-dían segadoras agavilladoras que tras haber sido usadas en años an-teriores sin éxito, se extendían gracias a que las nuevas eran más

sencillas y ligeras. De todos modos su difusión era todavía pequeñaa finales de sigloso, '

En la trilla, era el trillo de pedernal el más empleado, auncuando estaba también expandiéndose en todo Aragón el de cilin-

45. Ibidem.46. J. C. A. (1891 a), A. D. Z., Negociados Diputación, VIII-458,J. Rivera (1897), p.

134.47. El caso británico con los impottantes cambios que hubo en laz herramientas de la

siega en E. J. T. Collins (1969 a).48. J. C. A. (1891 a), p. 157.49. L. Laguna (1903 a).50. J. Rivera (1897), p. 113.

18^

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dros con cuchillas. Las trilladoras mecánicas no eran utilizadas, auncuando existían ocho de vapor en Huesca en 189551 y otra en la

Granja Escuela Experimental de Zaragoza

La difusión de maquinaria y nuevos aperos en el primer terciodel siglo XX

Creo que ha quedado suficientemente claro que en la última dé-cada del siglo XIX había comenzado ya en Aragón la introducciónde algunos de los nuevos aperos y máquinas agrícolas, muy especial-

mente en Huesca y Zaragoza, mientras que no se puede decir que lomismo ocurriera en Teruel. Sin embargo carecemos ya práctica-mente de datos sobre la difusión de nueva maquinaria hasta la dé-cada de los treinta del siglo XX, con excepción de algunos testimo-nios muy puntuales referidos a localidades o comarcas concretas. Deello se deduce cómo tras la primera década del siglo, y coincidiendo

con las grandes roturaciones se introdujeron arados modernos, sega-doras y trilladoras, compradas estas últimas bien por grandes pro-pietarios, como en Cinco Villas, o mediante la asociación de variosagricultores5z.

Podemos tener una visión más general en torno a 1932, a partirde los datos que para esta año ofrece el Anuario E.rtadí.rtico de laa Pro-duccioner Agrícola.r, apreciándose un cambio notable con respecto a fi-nales del siglo XIX, al haberse realizado un proceso importante deincorporación de maquinaria y aperos modernos de muy distinta in-tensidad según sus tipos.

Comenzando con los arados, se había producido en Aragón unaintensa incorporación de los de vertedera, mientras que otro tipo dearados especializados, como los polisurcos, de subsuelo o de des-fonde todavía tenían una presencia muy pequeña (ver cuadro 4.7).

En 1932 prácticamente la mitad de los arados correspondían a lostradicionales romanos y la otra mitad a los modernos de vertedera.

51. L. Laguna (1903 a).52. E. Gazcía Manrique (1960) y(1958), M. C. Gimeno Arcos (1958), M. Ferrer Rega-

les (1958).

lóó

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Este porcentaje aragonés era notablemente superior a la media espa-ñola, muy superior al del Alto Ebro y muy inferior al catalán. Sinembargo, si comparamos ahora las hectáteas por atado, la ratio ara-

gonesa es sin duda la más destacada, siendo su número sólo un ter-cio del de España y una cuarta parte del correspondiente al Alto

Ebro y Cataluña. Las diferencias todavía son mucho más profundasen las hectáreas por arado moderno donde la ventaja de Aragón con

respecto tanto a España como al resto del Valle del Ebro todavía sonmás acusadas e indican una mayor profundización en la adquisición

de nuevos arados en Aragón. La permanencia de los viejos arados seexplica por el hecho de que su utilización seguía siendo necesariapara la realización de ciertas labores en las que su sustitución impli-caba una amplia adquisición de material moderno que seguramenteno podía ser emprendida simultáneamente a la renovación del im-prescindible para aquellas funciones más importantes. En cualquierproceso de adopción de innovaciones tecnológicas existe, como haseñalado Nathan Rosenberg, «una cuidadosa discriminación deaquellos aspectos de prácticas pasadas que necesitan ser rechazadas yaquellos que necesitan ser continuadas»S3. La adopción de nuevosarados no suponía el automático abandono de los viejos, máximecuando aquellos por su catácter más especializado no eran capacesde suplir todas las funciones realizadas por éstos.

En la operación de la siega, la mecanización fue también bas-tante impórtante (ver cuadro 4.8). En 1932, un 33% de las escasas

335 cosechadoras que existían en España se encontraban en Aragón,así como un 26% de las segadoras agavilladoras y un 33% de las se-gadoras atadoras. Tanto en las hectáteas por máquina, como en losdías que sería necesario su trabajo para cortar la cosecha, las ratio.r de

Aragón superaban con mucho la media española y se situaban en va-

lores muy similares a los del Alto Ebro, siendo en consecuencia elcurso alto y medio de este río las zonas de España donde más inten-samente mecanizada estaba la siega de los cereales.

En lo relativo al cone de prados naturales segables, praderas ar-tificiales y leguminosas forrajeras, las cifras aragonesas también son

53. N. Rosenberg (1979), p. 87.

189

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notablemente superiores a las españolas, gracias al alto grado de me-canización desarrollado en Huesca y Teruel, mientras que en Zara-goza aquélla era sólo incipience.

La mecanización en las labores de trilla era notablemente infe-

rior a la lograda ya en la recolección (ver cuadro 4.9). Las cosechado-ras eran todavía muy escasas en España, siendo Zaragoza la provin-cia que tenía mayor número de ellas. En cuanto a trilladoras, laposición de Aragón era mucho más favorable que la media española,

situándose dentro del Valle del Ebro, entre la superior del AltoEbro y la algo inferior de Cataluña. Dentro de Aragón contrasta lafavorable situación de Zaragoza con la de Teruel, donde la existenciade trilladoras, veintitres para toda la provincia, no dejaba de ser un

hecho anecdótico. En consecuencia sólo una parte de las labores detrilla se había mecanizado en la década de los treinta, realizándose elresto por el sistema tradicional de trillos tirados por animales. Entreaquéllos, seguían siendo mayoritarios en Aragón los ordinarios, depedernal, frente a los más modernos de discos. EI número que exis-tían en su conjunto era relativamente muy alto dando en consecuen-cia unas relaciones quintal métrico por unidad muy inferiores a lasmedias españolas. La mecanización parcial de alguna otta fase en las

labores agrícolas tampoco se encontraba especialmente avanzada.Sólo Huesca destacaba por el gran número de aventadoras de quedisponía, así como de desgranadoras de maíz.

Por último, si bien como hemos visto se habían producido im-portantes cambios en la mecanización agrícola, -especialmente através de la adopción de aperos más perfeccionados que asegurabanuna más completa y eficaz realización de las labores y de máquinas

que primordialmente impulsadas por fuerza animal se convertían enahorradoras de trabajo humano-, todavía no puede decirse que sehubiera iniciado el proceso de adopción de maquinaria agrícola au-topropulsada que significase también la eliminación de los animales

de trabajo como fuerza motora (ver cuadro 4.10). El tractor, lanueva maquina agrícola por excelencia, era conocido desde hacíaaños y habían tenido lugar ya en 1920 pruebas de demostración

tanto en Huesca como en Zaragoza, en las que se trataba de enseñarsus ventajas, así como ofrecer al agricultor distintos modelos y alter-

190

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nativas para elegir el más adecuado para las condiciones de cadauno54. Sin embargo en 1932 sólo existían en todo Aragón setecien-tos cincuenta tractores, que pese a ser una cifra minúscula represen-taban el 18% de los existentes en España. Una vez más la ratio dehectáreas por tractor, muestra la posición relativa favorable del Valledel Ebro, y dentro de éste corresponde la mejor al Alto Ebro se-guido de Aragón y Cataluña.

Un balance sobre la mecanización agrícola

A1 hacer balance de lo ocurrido cabe hablar en primer lugar delrelativo fracaso que la mecanización agrícola tuvo en España en lasegunda mitad del siglo XIX, lo que tuvo como consecuencia «queel proceso de cambio técnico y de mecanización de la agricultura es-pañola fue más lento y tardío que el que se dió en otras áreas euro-Pe^"55•

Si bien las nuevas maquinas eran conocidas desde los años cin-cuenta, e incluso en algunos núcleos tendieron a introducirse tem-pranamente, posteriormente tuvo lugar un parón evidente. Detrásde esta lentitud en su introducción, sobre todo en máquinas como

segadoras o trilladoras, tuvo que haber problemas de rentabilidaden su adopción. A este respecto parece revelador el hecho de que di-

chas máquinas de origen británico o norteamericanos^ eran ahorra-doras de mano de obra, factor de producción relativamente abun-dante en España.

Aun cuando sabemos poco sobre la evolución de los salariosagrícolas en España parece razonable la hipótesis de Ramón Garra-

bou de que en aquel período «aunque probablemente los salariosaumentaron, no lo hicieron con la intensidad que aconsejara la in-troducción de maquinaria»57. EI caso oscense que muestra por ejem-

54. M. Fernández Corces (1921).55. R. Crurabou (1988), pp. 3-4.56. Sobre la tecnología bricánica y americana en el siglo XIX y su comparación vid. H. J.

Habakkuk (1962:1977).Un examen de las crícicas a esce libro y una reformulación de sus ce-sis en Paul A. David (1975), pp. 19-91.

57. R. Gdrrabou (1988), p. 19.

191

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plo una relativamente rápida difusión de las segadoras mecánicasparece ligado a los costes relativamente altos de la siega por méto-dos tradicionales, según los cálculos del trabajo de Simpson58. Enuna provincia en la que se debía recurrir a segadores procedentes deotras, la conclusión parece coherente, máxime teniendo en cuenta elhecho de su temprana corriente migratoria hacia Barcelona. El testi-

monio de L. Laguna, citado en páginas anteriores en el sentido deque la utilización de aquellas máquinas dependía de la calidad de la

cosecha, por cuanto en años buenos el precio del factor trabajo erademasiado alto, refuerza aquella hipótesis. Además, ha sido citadoen otros trabajos el problema que podía surgir no tanto por la cares-tía del trabajo cuanto por la dificultad de disponer de él en momen-tos críticos de las labores agrícolas incluso en lugares con condicio-nes crónicas de desempleo estructurals^. Así por ejemplo, en el caso

de algunas zonas del sur de Rusia en el último cuarto del siglo XIXlas buenas cosechas se traducían en importantes ventas de maquina-

ria, mientras que lo contrario ocurría cuando aquellas no lo eran^.

El conocimiento de los precios relativos de los factores produc-tivos, y su evolución, se revela como clave para poder concluir lasrazones de la tardía mecanización de la agricultura española. La dis-

posición de series de salarios agrícolas sin duda aclararía algunosproblemas, por ser la maquinaria moderna importada básicamente

ahorradora de mano de obra.

Sin duda además de la cuestión de la rentabilidad de la adop-

ción de las nuevas máquinas, que en todo caso insisto creo que cons-tituye el centro d^l problema, otros aspectos tuvieron indudable

importancia. Entre ellos se puede señalar en primer lugar las difi-cultades que en los primeros momentos de la difusión de innovacio-

nes surgen como consecuencia de la necesidad del «desarrollo de lashabilidades humanas de las que depende la utilización de las nuevastécnicas para ser explotadas de una manera eficaz»61. Este problema

58. J. Simpson (1987), p. 287.59• E. J. T. Collins (1969 a), p. 453, refiriéndose a las agriculturas de los paises subdesa- .

rrollados. Una visión extensa del problema en E. J. T Collins (1969 6).60. R. Munting (1979), p. 757.61. N. Rosenberg (1979), p. 217.

192

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se planteó en España como también ocurrrió en otros lugares. Eneste sentido es evidente que «por grande que fuera la voluntad deinnovar, la falta de personal técnico podía llegar a constituir un obs-táculo decisivo»62. No es extraño por lo tanto, que aquél fuera unelemento que retrajera a los posibles empresarios agrícolas dispues-tos a adoptarla, y que fuera más fácilmente aceptada maquinariamás sencilla.

Íntimamente conectado con este tema está el de la «necesidadde que las industrias mecánicas adquieran un cierto desarrollo parala construcción y reparación de las nuevas máquinas e instrumen-tos»63. Ello explicaría la difusión inicial de éstas en zonas dondeciertos núcleos industriales fueran capaces de satisfacer aquellas ne-cesidades y muy especialmente en el Va{le del Ebro, donde tantoPamplona, como Zaragoza o la industria catalana iniciaron muytempranamente la fabricación de ciertos instrumentos agrícolas o elensamblaje y adaptación de otros importados.

Esta serie de problemas de asegurar la dimensión adecuada paraque las máquinas fueran rentables, el personal capaz de su manejo yla posibilidad de realizar su reparación en caso de avería, es evidenteque tendieron a frenar la difusión de la máquina, debiendo ser supe-rados con posterioridad estos obstáculos. En Huesca, precisamente,en una zona donde se había introducido ya a finales de la década delos cincuenta la primera trilladora de vapor, una pléyade de prob{e-mas había frenado su difusión:

«Las maquinas segadoras y trilladoras de vapor inventadas

por entonces {se refiere a 1869], aunque perfeccionadas diez años

más tarde, les resolvieron el problema {en los Estados Unidos}, lo

que no ha sucedido con nosotros ya por baratura de nuestros jor-

nales, ya porque aquí ha sido una necesidad la paja en ciertas oca-

siones para alimento del ganado, ya por lo difícil también de

aclimatat esos artefactos, que el trabajador miraba con repugnan-

cia, como también por falta de obretos inteligentes para su repa-

ración y la escasez y carestía de combustible para las trilladoras

62. J. Reis (1982), p. 396. Ia craducción es mía.63- R. Garrabou ( 1988), p. 15.

193

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de vapor que elevaban muchísimo el valor del trabajo, llegando a

tal punto las dificultades de su adaptación, que siendo general-

mente las comarcas productoras de cereales, mayores las de se-

cano, no han podido hacerlos funcionar algunos años por falta de

agua para alimentar a sus calderas, siendo muy costoso el trans-

porte de ella de los ríos que están a larga distancia»^.

Es muy significativo también el testimonio del ingeniero direc-tor de los servicios agronómicos de Teruel que en 1916 explicabaprecisamente los problemas que frenaban la difusión de la segadora:

«Pero el mecanismo de las segadoras atadoras es muy com-

plicado y por eso resultan caras, más expuestas a descomponerse

y de difícil manejo, necesitando un maquinista inteligente.

Esto es causa de que no puedan usarse más que en las gran-

des explotaciones, próximas a poblaciones donde haya fundición;

aun cuando ya se va extendiendo su empleo»^s.

Argumentos muy similares eran utilizados por el director de laGranja Experimental de Zaragoza en 1899 para referirse a la falta derentabilidad de la utilización de trilladoras en la explotaciones tri-gueras de regadío de la vega zaragozana:

«Si a lo expuesto añadimos que el empleo económico de la

trilladora exige grandes superficies cultivadas, carbón barato, ta-

lleres de reparación próximos y obreros inteligentes... »66

En el primer tercio del siglo XX tuvo lugar un cambio impor-

tante, concretado en la difusión de ciertas máquinas y aperos, comohemos visto que ponían de relieve los datos de 1932.

Algunos de estos cambios supusieron un perfeccionamiento deinstrumentos ya utilizados, sin que por ello carecieran de importanciaya que en muchos casos se traducían en una contribución significativaal incremento de la producción. Por ejemplo en el caso de los arados,

64. Comisión creada por R. D. de 7-VII-1887 para el estudio de ... ^1887-1889), voL II,p. 199•

65. J. M. Hualde (1916), p. 129.66. Granja Experimental de Zaragoza(1906), p. 333.

194

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es evidente que la introducción de los de vertedera, que en Aragón es-

taban completamente generalizados hacia 1932, implicó importantes

mejoras en la forma de trabajar la tierra y consecuentemente en los

rendimientos obtenidos, aunque aquéllos continuaron siendo arras-

trados por fuerza animal. Además estos arados permitieron que se ro-

turasen parcelas que de otro modo no lo hubieran podido ser.

En el caso de la difusión del trillo de cilindros, éste si bien tam-

bién perfeccionaba la labor realizada por el de pedernal, no era sino

una mejora de un viejo instrumento que se producía paralelamente

a la difusión de una máquina como la trilladora movida ya por ener-

gía inanimada y ahorradora de trabajo. En el caso de la segadora, en

1932 puede decirse que en Aragón toda la cosecha se recogía ya me-

cánicamente, con lo que se había completado un ciclo iniciado bas-

tantes años antes y que suponía un importante ahorro de mano de

obra y en contrapartida un aumento de las necesidades de animales

de trabajo. Con lo anterior puede quedar claro que no todos los nue-

vos aperos o maquinas agrícolas implicaban cambios similares en eluso de los factores productivos.

Otras máquinas como la trilladora, todavía en 1932 no habían

sustituido a los viejos sistemas. Ésta, símbolo por excelencia de la

maquinización agrícola, mostraba una muy desigual difusión en

Aragón. Mientras en Zaragoza la suma de trilladoras y cosechadoras

permitía mecanizar una buena parte de la cosecha, en Huesca esto

ocurría en menor medida, pero aun así en un grado doble a la media

española, y en Teruel la práctica totalidad se seguía haciendo a ttillo.

El caso portugués sobre la difusión de la trilladora, plantea que

ésta estaba claramente condicionada por la consecución de econo-

mías de escala suficientes que rentabilizaran su utilización. Parece

lógico que la expansión cerealista que vivió también Aragón en el

primer tercio del siglo XX tuvo que favorecer su difusión, y de la

misma forma que en el Alentejo otros obstáculos fueron progresiva-

mente removidos, como es el caso de la formación de personal téc-

nico, la creación en Zaragoza de un núcleo de industria metalúrgica,

la existencia de talleres de reparación y el desarrollo de formulas co-

operativas o de alquiler.

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En este sentido parece claro que tras la difusión de estas innova-ciones hay que ver, como ha señalado Reis, por un lado cambios enlos costes relativos de las posibles alternativas técnicas empleadascomo consecuencia del aumento de la escala productiva de las ex-plotaciones, y por otro alteraciones graduales de fondo ocurridas en

el medio técnico, económico y social en general^^.

En nuestro caso, para el primer tercio del siglo XX, igual que seha dicho anteriormente para el siglo XIX, será clave la cuestión delprecio y disponibilidad de la mano de obra. Los salarios tendían asubir en momentos de intensa necesidad de mano de obra y segúnlos testimonios, en ocasiones aun así era difícil encontrar trabajado-res suficientes en zonas con fuerte emigración, o aun sin ella. Porello no parece casual el paralelismo entre la difusión de estas máqui-nas, como se ha explicado antes fundamentalmente ahorradoras detrabajo, y la pérdida de población o el estancamiento de ésta en elprimer tercio del siglo XX en gran parte de las comarcas aragone-

sas. Así por ejemplo en Huesca, provincia con fuerte emigracióndesde las últimas décadas del siglo XIX, existían problemas cróni-cos para conseguir trabajadores en momentos punta y ello producía

fuertes alzas de los salarios^R.

La variación anual en las necesidades de fuerza de trabajo comoconsecuencia de la propia variabilidad de la cosecha, especialmenteen secano, implicaba consecuentemente no sólo oscilaciones en lossalarios sino dificultades en determinados años para asegurarse lacontratación de las personas necesarias. Las únicas dos soluciones aeste problema eran o bien la compensación de las deficiencias demano de obra en una zona mediante el recurso a trabajadores deocras con agriculturas diferentes que en consecuencia no requeríanaquéllos en las mismas fechas, o de otras agrícolamente similares,pero con calendarios distintos como consecuencia del clima, lo quepermitía que los mismos trabajadores se pudieran emplear en idén-ticas faenas en varios sitios. El problema de los crecientes desequili-

67. J. Reis (1982), p. 431.68. Comisión creada por R. D. de 7-VII-1887 para el estudio de ... (1887-1889), vol. II,

PP•177-178.

196

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brios entre la demanda de trabajo para la cosecha y la oferta, no eranimio y Collins ha señalado su coincidencia en el ámbito europeoG9.Además ha mostrado como en las economías que vivían procesos deindustrialización, «la fuerza de trabajo para la cosecha, creció másdespacio o declinó más deprisa que la fuerza de trabajo agrícola em-pleada a tiempo completo»^^. Con todo ello no quiero sino remarcarque además del coste del factor trabajo y sus variaciones, es clave te-ner en cuenta estos problemas estacionales que sin duda fueron unestímulo para la mecanización, una vez que los agricultores compro-baran el carácter inelástico de la oferta de trabajo para la cosecha.Los remedios señalados, como un empleo más intensivo de la fuerzade trabajo local, y dentro de ella las mujeres y los niños, o las migra-ciones temporales, fueron seguramente paliativos temporales al pro-blema que no llegaron a resolver.

Si por lo tanto el relativo éxito en la adopción de ciertas innova-ciones en algunas zonas de Aragón, estuvo favorecido por cambiosen los precios relativos de los factores productivos -sustancialmentepor un incremento del precio del trabajo-, escasez de trabajo enmomentos puntuales, y ampliación y mejora de la propia oferta téc-nica, no hay que olvidar la influencia de la propia coyuntura econó-mica general y agraria en particular. En este sentido hay que desta-car cómo la expansión cerealista sólo fue posible gracias a lautilización de nuevos arados y, probablemente en algunas comarcascomo en las Cinco Villas, la necesidad de producir al menor costepara poder ser competitivos exigió en aquellas explotaciones conuna dimensión adecuada la incorporación de maquinaria, sustitu-yendo trabajo humano por animales y máquinas en algunas labores.

EI contexto económico también había cambiado. No hay que olvi-dar que el mayor ritmo de industrialización del primer tercio del sigloXX, no sólo exigía más productos alimenticios para las ciudades yfuerza de trabajo para las fábricas y el sector servicios, sino que tam-bién brindaba productos mecánicos al campo en mayor medida y segu-ramente a un menor precio que en la segunda mitad del siglo XIX.

G9. E. J. T. Collins (t969 6), p. 64.70. Ibidem, p. 65. Ia traducción es mía.

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Por último se debe señalar también nuestro desconocimientosobre una serie de elementos que debieron de tener una gran impor-tancia a la hora de explicar la mecanización agraria y sobre los quesin embargo muy poco se ha investigado. Se trataría, como ha afir-mado Ramón Garrabou, de recordar «la imprescindible necesidadde contextualizar la innovación con las relaciones sociales e institu-cionales sin olvidar el grado de funcionalidad de un determinado ar-tefacto o técnica productiva»^^.

A este respecto sería clave conocer cuál era la distribución de lapropiedad, las formas de tenencia de la tierra, el propio tamaño delas explotaciones, el tipo de gestión que de ellas se realizaba o laconflictividad social en el campo, en suma se trata de tener una pa-noramica completa de la sociedad agraria para a partir de ella poderobservar qué factores favorecieron o no dicha mecanización.

Cuadro 4.7. Tipos de arados usados en Aragón en 1932

romano vertedenfija

vertederagintoria

dobleverteden

Poli-surcos

de subsuelo de desfonde TOTAL

Huesca 195.985 1.110 131.800 65.790 50 6 43 394.784Teruel 25.189 42.550 2.008 450 70.197Zaragoza 139.026 22.468 101.405 8.t94 385 609 260 272.347Aragón 360.200 66.125 235.213 73.984 885 615 303 737.328España 2.121.068 463.843 572.267 186.678 29.415 7.326 3.038 3.383.635

4E de cada [ipo de ando Hasuper. Hasuper.

romanos vertedera orros culrivada culriv./- por arado and. modemo

Huesca 49,6 50,3 0,0 1,0 2,0Teruel 35,9 63,5 0,6 7,2 11,2

Zaragoza 51,0 48,5 0,5 2,0 4,2Aragón 48,9 50,9 0,2 2,0 3,9Alto Ebro 44,6 53,5 1,9 8,0 14,5Cataluña 21,9 76,3 1,8 8,7 ll,lEspaña 62,7 36,1 1,2 6,5 17,4

Fueute: Aragón y España, número de arados: Ministerio de Agricultura (1933), pp^ 318-319.Para el cálculo de laz hectáreaz por arado he utilizado los datos sobre supe^cie cultivadade Fuentes, sec. 1.1.Datos de Cataluña de J. Pujol (1988), p. 343.Las hectáreaz por arado lashe calculado a partir de sus cuadros de p. 343 y 137. Dacos del Alro Ebro y hectáreas porárado en España, D.Gallego (1986 a), p. 323•

71. R. Garrabou (1988), p. 3.

198

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Cuadro 4.8. Número de segadoras, consechadoras

y guadañadoras exitentes en 1932 en Arágon.

guadañadoraz segadorasagavillad.

segadoraz cosechadoraz Hectáreaz Ha. guada-atadoras cereales ( 1) ñadaz (2)

Huesca 2.420 1.343 3.753 25 171.881 27.877Teruel 2.320 3.660 1.946 204.822 14.226Zaragoza 111 5.951 3.564 85 254.276 23.032Aragón 4.851 10.954 9.263 110 630.979 65.135España 46.210 42.258 28.105 335 2.162.343

Segadoraz y cosechad. Guadañadoras

Ha./ maq. Días ( 3) Ha./ maq. Días (4)

Huesca 33,6 8,3 11,5 2,9Teruel 36,5 9,1 6,1 1,5Zaragoza 26,5 6,5 207,5 51,5Aragón 31,0 7,7 13>4 3>3España 111,2 27,5 43,1 10,7Alto Ebro 25,3 6,2 32,2 13,0Cataluña 48,8 12,1 10,4 2,6

(1) Promedio de hectáreas sembradas de cereales en 1931-35 con excepción del

maíz.Tomadas de Fuentes, sec.l.l

(2) Promedio de las hectáreas sembradas de leguminosas y praderas artificiales +

los prados naturales guadañables.Tomadas de Fuentes, sec. 1.1. La superficie de

los prados naturales ha sido tomada de Ministerio de Agricultura (1933), p. 274.

(3) Días que serían necesarios para segar toda la cosecha si esta labor se realizase

enteramente con las máquinas disponibles.Se ha supuesto que las segadoras tra-

bajan 4,03 has. una jornada, y las cosechadoras 7,5 has.Estos dos coeficientes

proceden de D. Gallego (1986 a), pp. 460-461.

(4) Días que serían necesarios para guadañar si sólo se utilizase para esta labor las

máquinas disponibles. Se ha supuesto que las guadañadoras trabajan 4,03 has.

por día.Este coeficiente procede de D.Gallego (1986 a), pp. 460-461.

Fuentu: para Aragón Ministerio de Agricultura (1933), pp. 320-321; Alto Ebro

y España, D. Gallego (1986 a), p. 338; Cataluña, J. Pujol (1988), p. 353.

199

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Cuadro 4.9. Máquinas y aperos utilizados en la ttilla en 1932

1 2cosechadoras rrilladoras

3

Producc

cereales(I)

4=3/(1+2)Qm./maq.

5días (2)

Huesca 25 258 t.914.786 6.766 60Teruel -- 23 t.600.698 69.596 6l4Zaragoza 85 495 2.547.816 4.393 39Atagón 110 77G 6.063.300 6.843 60España 335 5.063 14.065 124Alto Ebro 2.789 25Cacaluña 9.373 83

6mllos

ordimrim

1mlhc

dtdiuos

8=3116^7) 9qmlunidad >.mrdau

10=i19qmlunid^d

IIdesgnmdons

12=i111qmluuidad

Huesca 33.498 61.664 20 13.218 l45 15 127.652Teruel 45.214 1.728 34 934 1.714Zatagoza 62.980 12.052 34 2.538 1.004 167 15.256

Aragón 141.G92 75.444 28 16.690 363 182 33.315España 859.304 203.704 67 88.937 914 2.745 40.866Alto Ebro 60 801 25.943

l3desgnnad.

de maíz

14producc.maíz (3)

15=t4/t3qm/unidad

IGempacadoras

Huesca 725 60.833 84 153Teruel 241 60.614 252 14

ZaragoLa 174 95.442 549 2l5Aragón 1.140 216.888 190 382

España 8.211 353 5.954

Alco Ebro 73l

(1) Producción media de cereales en el período 1931-1935. (2) Número de días

que con las máquinas existentes serían necesarios para crillar la cosecha si sólo se

utilizasen aquéllas. Se ha supuesto que cada máquina podía crillac 113,34 qm. de

grano cada día. Esce cceficiente se ha tomado de D.Gallego (1986 a), p. 342

(3) Producción media de maíz en el período 1931-1935. Fuente: para Aragón, Mi-

niscerio de Agricultura (1933), pp• 320-321. Datos para España y Alco Ebro proce-

den de D. Gallego (1986 a), p. 342. Ia producción en este caso es la media del pe-

riodo 1926-1930. Datos para Cacaluña de J. Pujol (1988), p. 358. A estos datos se

les ha aplicado el cceficience técnico expresado en la noca (2).

►0^

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Cuadro 4.10. Máquinas motoras utilizadas en 1932

locomóviles tractores motores fijos

Huesca 12 290 184Teruel -- -- --

Zaragoza -- 460 114Aragón 12 750 298España 508

Ha./traccor

4.084 10.709

Huesca 1.381

Teruel --

Zaragoza 1.206

Aragón 1.948España 5.426Alto Ebro 1.621Cataluña 2.373

Fuente: Aragón, Ministerio de Agricultura (1933), pp. 322-323; Alto Ebro y Es-paña, D. Gallego ( 1986 a), p. 347; Cataluña, J. Pujol (1988), p. 362.

4.4. La elaboración del vino

Si bien la producción vitivinícola española vivió en la segundamitad del siglo XIX un momento extraordinariamente favorablecomo consecuencia de la epidemia filoxérica francesa, en general losprocedimientos de elaboración del vino seguían siendo tradicionalesy escasamente modernos. Ello era debido sobre todo al hecho de serlos propios agricultores los cosecheros, lo que implicaba escasas dis-ponibilidades de capital. Sólo en la producción destinada a merca-dos exteriores, como podía ser el caso del vino de Jerez o de Má-laga7z, o en general en la producción de caldos de alta calidadllevada a cabo normalmente por grandes bodegas, se habían adop-

tado métodos más cuidadosos que conseguían la obtención de vinosde calidad y precio muy supetior.

72. ^d. J. Simpson ( 1985 a) y ( 1985 6), pp. 302-335 para Jerez y J. I. Jiménez Blanco(1986 a), pp. 569-576 para Málaga..

►^1

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En Aragón, las viejas prácticas seguían genetalizadas, sin queademás la favorable coyuntura exportadora incidiera en una mejoranotable de éstas, como ocurrió en otros sitios. Veamos en primer lu-

gat cuales eran aquéllas, para posteriormente intentar explicar supermanencia73.

Había una relativa homogeneidad en todo Aragón en el proce-dimiento de elaboración del vino, cuya característica común era laforma tradicional utilizada. La uva se recolectaba cuando se conside-

raba que estaba madura, transportándose al lagar sin,que se realizarauna selección de los racimos por su madurez o clase. El procedi-miento era esperar a un momento medio de madurez de las diversasvariedades y campos que tenía cada agricultor, en vez de realizaruna vendimia más esmerada buscando la madurez oportuna en cadacampo y variedad.

Las uvas eran conducidas a lagares, normalmente faltos de lim-pieza, donde eran pisadas con los pies descalzos, echándose el pro-ducto en una cuba. La fermentación tumultuosa se producía en di-cha cuba o en el mismo lagar, trasegándose en este caso tras lafermentación tumultuosa a una cuba y prensándose los orujos. Ha-bía diferencias en la fermentación en Zaragoza entre dos de sus

principales zonas productoras, ya que mientras en el campo de Cari-ñena los mostos lo hacían en los pozos o lagares normalmente demampostería, en el campo de Borja eran preferidas las cubas de ma-dera de roble. Los orujos y residuos se prensaban con prensas Ilama-das de calle y el reprensado con las Ilamadas de rincón, aunque con

el auge de las exportaciones, en Cariñena y Borja se estaban genera-lizando las de hierro. El caldo obtenido de esta forma se mezclabaposteriormente con el anterior, no estableciéndos en consecuencianinguna diferencia según calidades, aunque por ejemplo en Borja y

en ocasiones en Cariñena, si que se separaban en dos calidades loscaldos; el obtenido tras la fermentación y el que salía del prensado

73. Sobre la elabotación del vino en España en este período vid. J. Simpson (1985 6), pp.186-198; en la Rioja, D. Gallego (1986 a), pp. 348-356; en Cataluña, J. Pujol (1988), pp.366-371; en Andalucía Oriental, J. I. Jiménez Blanco (1986 a), pp. 556-576; en Murcia, J.M. Martínez Carrión (1987 a), pp. 397-416.

►^►

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de orujos y raspas que habían quedado despues de aquélla. En Zara-goza en cambio no existía separación. Desde las pisaderas, el mostoiba a las cubas donde fermentaba y salía para el consumo. Las brisasque quedaban se volvían a prensar pata obtener vinos de calidades

inferiores. En Teruel pasaba del lagar a las cubas de fermentacion,de donde ya no se sacaba hasta la venta, aunque en algunos pueblostambién se realizaba aquélla directamente en el lagar, de donde setrasegaba a las cubas, de las cuales salía ya para la venta sin trasiegoalguno. En ocasiones se planteaba el problema de tener cubas de fer-mentación muy grandes, por lo que al realizarse el llenado en variosdías, se interrumpía la fermentación de los mostos en varias ocasio-nes, lo que tendía a producir vino ácidos. Además, muchas bodegascarecían de la ventilación suficiente, lo que podía ocasionar fermen-taciones poco tumultuosas y sujetas a otras fermentaciones extrañasa la vínica.

La crianza de los vinos merecía poca o ninguna atención, por loque éstos se debían vender en el año. En muchos casos ni siquiera se

esperaba este tiempo, vendiéndose el caldo al «descubarse».EItiempo que permanecía el vino en la cuba era variable, dependiendo

del objeto para el que lo desease el viticultor y de la urgencia en re-alizar el producto. Los que buscaban vinos de color fuerte dejaban el

caldo en la cuba con las brisas hasta dos o tres meses. Cuando sebuscaban vinos de colores vivos y transparentes este tiempo se redu-cía hasta sólo un mes. En Huesca, antes de comenzar las exportacio-nes a gran escala era mucho más prolongado el tiempo que los vinosse dejaban en los lagares para su fermentación, llegándo a los seismeses. Por consejo de los exportadores este tiempo se había redu-cido aproximadamente a un mes74. EI trasiego del lagar a las cubasse realizaba en general por métodos tradicionales, como podía serpor medio de canales de zinc o madera, cuando aquél estaba a unaaltura superior o pasando a través de un otificio que existía con di-

cho objeto en el fondo del lagar a vasijas o pozos y desde allí se lle-vaba a las cubas.

74. «Interrogatorio constestado por el Consejo provincial de Agricultura, Industria yComercio de la provincia de Huesca., 25-XII-1884, A. M. A., leg. 84 A.

203

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En general no se realizaban trasiegos tanto por la rápidez con laque se vendía la producción cuanto por el miedo a que se estropeaseel vino.

No se acostumbraba a encabezar los vinos en Teruel y Zaragoza,ya que estos tenían suficiente grados alcohólicos para satisfacer la

demanda del mercado, principalmente el francés, sin que por lotanto fuera necesaria la adición de alcohol para aumentar su gradua-ción o para asegurar su conservación hasta Francia. Sin embargo, enHuesca era común mezclar vinos de alta graduación con otros de

menor. Como el producco resultante tenía una graduación inferior alos 15 grados que era el límite para su exportación a Francia comovinos ordinarios, los exportadores, que no los cosecheros, tendían aencabezarlos con alcoholes para de esta manera obtener un mayorbeneficio.

La elaboración de un vino de calidad deficiente era la conclusiónlógica derivada de la forma de realizar el proceso de vinificación. Aese respecto son numerosos los testimonios del último tercio del si-glo XIX que coinciden en este sentido, señalando los defectos antescomentados75.

En los últimos años del siglo XIX no hubo cambios significati-vos por lo que las opiniones sobre su elaboración no habían mejo-rado, siendo interesante conocer como algunas personas preveían ya

los problemas que de ello se derivarían cuando concluyeran las posi-bilidades de exportar a Francia:

«Vuestras bodegas (refiriéndose a Cariñena) no reunen las

condiciones para una perfecta elaboración de los moscos de esta

comarca aragonesa, ni para su completa conservación; pues a la

circunscancia de carecer, en general, de la cemperacura apropiada,

escasean para su elaboración los conocimiencos ceórico-práccicos

que son indispensables para la obrención de los vinos cípicos que

pudieran resultar con los mostos privilegiados de Cariñena. Para

esco, se hace precisa, una maduración completa y no excesiva de

la uva, segun deba ser el vino resultance y sin poderse fijar época

75. Ettudio tobre !a Exparicrón Vitírola Natiorral de 1877 (1878), p. 225.

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precisa para la vendimia; limpieza perfecta en los envases; fer-

mencación bien dirigida hasta ultimar cada uno de sus períodos;

y finalmente, su conservación en bodegas poco sensibles a los

cambios bruscos de temperatura. De esta manera obtendreis vi-

nos de buen paladar que se abran paso en los nuevos mercados, ya

que el de Francia está próximo a cerrarnos sus puertas»^^.

Algunos pequeños cambios tuvieron lugar influidos por losbodegueros franceses que se instalaron sobre todo en el Campo deCariñena durante los años del auge exportador, aunque parece quefueron escasamente importantes y más bien referidos a algunas

mejoras en los procedimientos para obtener los vinos de fuertegraduación y color que se demandaban, como fueron una mejorlimpieza de utillaje y la utilización de la prensa de hierro^^. La Cá-

mara de Comercio de Zaragoza señalaba otras mejoras como lamayor limpieza en el proceso, un menor empleo de yeso y un ma-yor número de trasiegos78.

La fusión en una misma persona dé la actividad de viticultor yvinicultor era la norma en Aragón, al menos hasta la filoxera. Noexistían en consecuencia grandes bodegas, auténticos industrialesespecializados en la elaboración del vino y dispuestos a emplear mé-todos franceses para mejorar aquélla, tal y como ocurrió por ejemploen la Rioja. Esta vitivinicultura con capacidad económica limitadano se arriesgaba a realizar inversiones en métodos modernos, que

por otra parte no eran imprescindibles, ni tan siquiera necesariospara el tipo de vino que producían.

Sin embargo no fue sino hasta la segunda década del siglo XXcuando se comenzaron a realizar ciertos cambios de mayor trascen-dencia. Según Ferrer Regales, tras la exposición hispano-francesa de

76. F. Tobella (1892), p. 137.77. M. Ferrer Regales (1957 a), p. 91. También la Crónica de Vinor y Cerealet señalaba el

5-X-1881 qtte los cambios en los procedimientos utilizados en las bodegaz habían venido porimitación a las instaladaz en Aragón por los comerciantes franceses. Sobre la introducción deprensas de hietro, vid. Comisión creada por R. D. de 7-VII-1887 para el estndio de ... (1887-1889), vol. lI, p. 180.

78. Comisión creada por R. D. de 7-VII-1887 para el estudio de ... (1887-1889), vol.III, p. 291.

205

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1908 algunos grandes propietarios comenzaron a preocuparse por laelaboración de sus vinos, adoptando técnicas francesas de elabora-ción79. A pesar de ello, y de la supuesta mejora que en la calidad de losvinos se debió de producir en el primer tercio del siglo XX en cuantoa técnicas más cuidadosas de elaboración, fue despues de la Guerra Ci-vil cuando se iniciaron cambios de verdadera importancia. Tras la po-sible, aunque pequeña, mejora en la elaboración, estuvo la desvincula-ción que tras la filoxera tuvo lugar entre viticultores y vinicultorescon la creación de grandes bodegas. Éstas actuaban como almacenis-tas, comprando cosechas en la localidad que luego vinificabanRO.

Si analizamos ahora las causas que explican los deficientes proce-dimientos por los que se elaboraba el vino en Aragón en la segundamitad del siglo XIX, creo que están profundamente asociadas a la de-manda que satisfacía la producción aragonesa. Los vinos aragoneseseran óptimos para realizar coupage.r en Francia, especialmente en Bur-deos, por su fuerte graduación y color. En este sentido, los importado-res franceses no estaban interesados en obtener un producto con unabuena crianza, sino un vino de pasto del año que respondiera a sus ne-cesidades. Por ello no existieron estímulos que fomentaran cambiosen las técnicas de vinificación en Aragón, por cuanto ello hubiera idoligado a la producción de vinos de calidad destinados directamente alconsumo. Esta hipótesis es refrendada por varios testimonios de laépoca, en la que existía una clara conciencia de la mala calidad de losvinos aragoneses, así como de su fácil venta a pesar de ello durante losaños de fuerte demanda francesa81. _

Frente al riesgo de hacer inversiones fuertes en modernas bodegasy crianzas adecuadas se optó por la realización rápida de beneficios.Conviene resaltar en este sentido que no fue a menudo la ignorancia loque llevaba a utilizar los procedimientos antiguos sino su coste menorpara la obtención de un determinado tipo de producto y la fácil comer-cialización que de esos caldos se realizaba. Veamos un testimonio ilus-trativo al respecto de un bodegero de Bisimbre correspondiente al año1878 en el que justificaba los procedimientos tradicionales:

79. M. Ferrer Regales (1957 a), p. 91.

80. M. Ferrer Regales (1957 a).

81. Congreso Nacional de Agriculrores (1885), p. 80.

206^

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«Además están elaborándolos tres o más años (refiriéndose alos bodegueros franceses), y aquí los quieren del año (refiriéndosea los comerciantes franceses); tanto es así, que apenas hay vinos

nuevos aunque no hayan concluido de fermentar, ya los prefierena los del año anterior. Demasiado sabemos, que para obtener vi-nos de poco color y ligeros, no hay más que quitarles antes de lafermentación orujo y escobajo, trasegándolos con frecuencia;pero emplear estos medios sería hacerles perder gran parte de su

valor, y el cosechero lo que busca es vender a los precios más altosposibles»82.

En el primer tercio del siglo XX la producción de vinos arago-neses siguió siendo fundamentalmente de vinos de pasto, aptos enconsecuencia tanto como vinos de consumo de baja calidad, cuantopara tealizat coupaget. Así por ejemplo entre las conclusiones a lasque llegó la Primera Conferencia Económica Aragonesa que tuvolugar en Zaragoza en octubre de 1933, la séptima del apartado devinificación pedía que se aceptara la corrección de mostos con aguacuando aquellos excedieran los 15 grados «pues de otra manera im-posibilita obtener en nuestra región los vinos delicados de mesa exi-gidos por el moderno consumo»83. La número nueve todavía era másdemostrativa de los escasos cambios que debían de haber tenido lu-gar en los procedimientos de elaboracion, ya que el mantenimientode una demanda para vinos de coupage.r no había impulsado el seguiruna elaboración más moderna. Decía ésta: -

«La vinicultura aragonesa no debe limitarse a obtener una

primera materia utilizada para `coupages', sobre todo con los vi-

nos Elojos de la vecina República; buen negocio en pasados tiem-

pos, pero que ahora terminó para siempre. Hace falta utilizar los

grandes y alentadores avances de la moderna enologia científica,

elaborando productos bien terminados o vinos licorosos selectos

para la exportación o vinos suaves, agradables y ligeros destina-

dos al mercado regional y nacional. De esta manera no exportare-

mos una vulgar primera materia que deja al país menguados in-

82. J. Sarriá (1875), p. 571.83. Primera Conferencia Económica Aragonesa (1933), p. 63.

►^7

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gresos, ►ino un rico vino aragonés. Para esto precisa que nuestros

vinicultores, como lo han efectuado los jerezanos, hagan una ela-

boración científica, que es siempre la garantía del éxito»R4.

Quedaba claro por lo tanto que a la altura de los años treinta losprocedemientos de elaboración no debían de haber cambiado dema-

siado, aunque es posible que hubieran tenido lugar pequeñas modi-ficaciones, como por ejemplo una mayor limpieza en las operacio-nes, que evitaran algunos de los defectos que estropeaban incluso eltipo de vino que se buscaba obtener.

Entre las causas que podrían explicar la situación de relativo es-tancamiento en las técnicas vitícolas podrían citarse la ausencia dealgunos fenómenos que en zonas próximas impulsaron su moderni-zación. Serían así la insuficiente separación entre vinicultura y viti-cultura, el prácticamente nulo desarrollo de cooperativas de produc-tores antes de la Guerra Civil, y el no surgimiento de grandes

bodegas que elaborasen vinos de alta calidad e influyesen en su en-torno en el sentido de que otros cosecheros modificasen al menos enparte sus procedimientos de elaboración.

En todo caso, la especialización aragonesa en vinos de baja cali-dad suponía, dadas las dificultades del sector en el primer tercio delsiglo XX85, escasos incentivos a la modernización de los procedi-mientos de elaboración, a la vez que los viejos procedimientos con-denaban a obtener un producto que tenía difícil venta y una bajarentabilidad, cerrándose de esta forma un círculo del que no se con-siguió salir en Aragón en aquél período.

4.5. La elaboración de aceite

La elaboración de aceite fue una actividad que experimentó unaintensa transformación en Aragón desde mediados del siglo XIX

hasta la década de los treinta del XX. Dicha modernización vino fa-vorecida por el hecho de que gran parte de la producción olivarera

84. Ibidem.85. J. Pu^ol c1984>.

208

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aragonesa correspondía a variedades que daban un aceite fino y deexcelente calidad, dedicado en parte a la exportación al extranjero.Ello impulsó la introducción de mejoras que asegurasen un perfec-

cionamiento de esta calidad para de este modo poder mantener sucompetitividad, sobre todo con la producción italiana de aceites fi-

nos. Esta otientación productiva, supuso la progresiva instalaciónde modernas fábricas de aceite que incorporaron nueva maquinariay mejoraron notablemente el proceso de elaboración. La especializa-ción de ciertas zonas en la producción de aceite facilitó también di-cho proceso modernizador. Los procedimientos más tradicionalesquedaron relegados a aceites de inferiores calidades, normalmentedirigidos hacia el autoconsumo local o comarcal.

La elaboración del aceite se enfrentaba tradicionalmente al pro-blema de la incapacidad de los molinos para absorber toda la pro-ducción en un corto espacio de tiempo, lo que obligaba al almace-namiento de las olivas hasta varios meses, ptovocando procesos defermentación antes de ser extraído el aceite. Estos procesos hacíanque la calidad del aceite fuera muy deficiente. Además no se acos-tumbraba a separar el aceite producido en los diferentes prensados,cuya calidad iba decreciendo, y en algunos de éstos era común quese escaldase la pasta con objeto de facilitar la extracción de aceite, loque también perjudicaba su calidadRb. Parte de los referidos proble-mas eran bien conocidos desde al menos finales del siglo XVIII,aunque no existía la posibilidad de que fueran solucionados por laincapacidad, sobre todo en años de buena cosecha, de tratar ésta conrapidez. En este sentido durante el siglo XIX no hubo cambios de

importancia, persistiendo los referidos problemas.

Los inicios en la modernización en los procedimientos e instru-mentos utilizados en la elaboración del aceite pueden fecharse en losúltimos años del siglo XIX, pero su generalización sólo en el primertercio del siglo XX y especialmente a partir de la mitad de su pri-

86. Sobre la fabricación de aceite en España y la modernización experimentada en su ela-

boración vid. F Zambrana (1981) y (1987), pp. 136-160 y A. Patejo y F. Zambrana (en

prensa).Sobte procedimientos de elaboración y diferencias interregionales, J. Simpson (1985

b), pp. 162-186.

209

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mera década. Casos como el de Ramón Soler, del pueblo turolensede Albalate del Arzobispo, que en 1877 tenía ya una máquina devapor acoplada a su molino de aceite, siendo dicha adaptación di-

seño suyo, debieron de ser relativamente excepcionales, aunquemuestran el interés en algunas comarcas aceiteras por mejorar losprocedimientos de elaboración.

En 1909 se constataba la mejora en los procedimientos de fabri-cación, lo que junto a cambios en las variedades de los árboles y cui-

dados en el cultivo, había favorecido la alta cotización de algunosaceites finos aragoneses como los de los partidos de Alcañiz, Valde-rrobres y Caspe, todos ellos en el Bajo Aragón87

El desarrollo de la industria aceitera habría que situarlo a partir

de 1896 como consecuencia de la fuerte demanda de aceites finos.El proceso de modernización se habría completado casi hacia 1914,ya que después de la Guerra Mundial los aceites refinados supusie-ron una dura competencia, que no estimuló nuevas inversione► porlas dudosas expectativas que se tenían88. Como veremos a continua-ción el grado en que aquella modernización tuvo lugar fue diferenteen las distintas comarcas de Aragón.

En primer lugar la recogida de la oliva que podía hacerse deforma más cuidadosa por el sistema de ordeño, -es decir a mano-, obien por vateo, -sistema más perjudicial para el aceite-, o por unomixto, tendió a mejorar, realizándose en Teruel por ordeño o bien

por sistema mixto. Además, en Teruel se ponía especial cuidado enel grado de maduración del fruto en el momento de la recolección,ya que los industriales sólo tendían a admitir de los cosecherosaquellos que estaban en buenas condiciones.

Avance mucho más importante fue la reducción del tiempo quela oliva debía esperar para ser molida. Ésta, en 1911 no era en Te-ruel más allá de tres días; en Huesca tampoco superaba a«unoscuantos días»; y en Zaragoza «la fabricación actual Ileva la norma

de que la oliva debe molerse antes de los cuatro días de estancia»g9.

87. V. Crespo y León (1909), p. 12.88. T. Espuny (1933)•89. J. C. A. (1923 a).

•10

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Este trascendental cambio para la mejora del aceite producido se ha-bía logrado gracias sobre todo a la modernización de los molinos ola creación de fábricas que empleaban prensas hidráulicas movidaspor energía inanimada y sistemas de molienda mejores.

El problema del excesivo entrojamiento de la oliva y su conse-cuente fermentación fue por lo tanto solucionado gracias a una ma-yor capacidad de molienda y de prensado, que constituían la pri-mera y la segunda fase respectivamente del proceso de obtención deaceite. En lo relativo a la molienda fue importante la sustitución dela antigua muela cilíndrica vertical por rulos tronco-cónicos, uno 0dos, que además comenzaron a ser movidos por energía inanimada,lo que daba por un lado una mayor superficie de contacto y por otrouna velocidad de giro superior, suponiendo en definitiva el aumentode la capacidad de trabajo del molino90. En todo Aragón estaban ge-neralizados ya los rulos troncocónicos movidos generalmente porenergía eléctrica, mientras en los antiguos molinos todavía eran mo-vidas las piedras circulares por caballerías. Además algunas fábricasutilizaban ya trituradoras y rollos italianos.

En cuanto a las prensas, las tradicionales de viga y de rincónfueron sustituidas por otras mucho más potentes, primero por las dehusillo e inmediatamente por las hidráulicas, siendo estas últimasmovidas en su mayotía por energía eléctrica. El cambio fue impor-tante por cuanto la presión que podían ejercer las hidráulicas podíasuperar en más de diez veces a las de viga91. Las nuevas eran muchomás rápidas y capaces de prensar una mayor cantidad de pasta.

En Aragón la sustitución de las antiguas prensas por las moder-nas fue un proceso que se realizó sobre todo desde mediados de laprimera década del siglo XX, aunque se había iniciado ya a finalesdel siglo anterior. En 1930 las prensas hidráulicas movidas por mo-tor mecánico eran casi el 60% del total de las existentes (ver cuadro4. 11), debiendo tenerse en cuenta que la proporción que represen-taban sobre el total de prensas era siempre muy inferior a la cosecha

90. E Zambrana (1987), pp. 141-142.91. Ia presión de las de viga llegaba hazca las 30 coneladas, miencraz que las hidráulicas

alcamaban las 400. Vid. F. Zambrana (19g7), p. 146.

► 11

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con ellas tratada, por cuanto, como se ha visto, tenían mayor capaci-

dad y velocidad. El cambio fue más profundo en Teruel, lo que es

lógico dado la alta especialización de sus comarcas olivareras en la

producción de aceites para la exportación. En Huesca también fue

aquél muy importante y en Zaragoza éstas representaban el menor

porcentaje. En esta provincia hubo un fuerte incremento de las

prensas de husillo, una tecnología intermedia entre las de viga y las

hidráulicas, tras las heladas que en 1887 destruyeron gran parte

del olivar. Ello pudo significar que cuando se generalizaran las hi-

dráulicas estuviera todavía demasiado reciente la adquisición de las

de husillo, por lo que sólo en la zona mas profundamente aceitera,

como era el Bajo Aragón zaragozano, se procediera a una nueva sus-

titución. Ello no quiere decir que desaparecieran las viejas, sino

que su utilización quedaba limitada a zonas no especializadas en la

producción de aceite o a pequeños productores. Las diferencias en

los comportamientos comarcales dentro de la misma provincia de-

bieron de ser significativas entre las zonas olivareras y las que no lo

eran.

Si tradicionalmente todo el aceite que salía de los diversos pren-

sados tendía a mezclarse sin separarse por calidades, en 1921 en

todo Aragón se seleccionaban éstas. EI procedente del primer pren-

sado se vendía de forma separada del obtenido del segundo. De los

restos de éste, Ilamados orujo, se extraía en unas fábricas especiales

un aceite de ínfima calidad normalmente destinado a usos indus-

triales. El número de estas fábricas y su capacidad también aumentó

de forma importante a lo largo del primer tercio del siglo XX. Una

vez obtenido el aceite, se decantaba de pila en pila y finalmente se

Ilevaba a los descolgadores,que eran grandes zafras de cinc en las

que se eliminaban los restos orgánicos que quedaban para pasar fi-

nalmente a los depósitos o trujales. El filtrado posterior del aceite

sólo era común en Teruel. En esta provincia los aceites finos y de las

mejores marcas se vendían posteriormente en botellas de cristal de

medio a un litro, cerradas con corcho y etiquetadas. Los finos pero

no selectos se vendían en latas de hojalata de 10 a 20 kilos y para el

resto de aceites se usaban barricas de madera.

212

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Vemos en conclusión, que en la elaboración del aceite, y en con-traste con el vino, hubo cambios significativos en casi todas sus fa-ses: Éstos vinieron seguramente facilitados por la concentración ge-ográfica de la producción, las exigencias de la competencia en losmercados internacionales y las buenas expectativas del sector en losaños en que más intensamente tuvieron lugar aquellos cambios. Porotra parte la separación entre aceiteros y olivareros facilitó la moder-nización al tenderse a crear fábricas de una mayor dimensión. Tam-bién es posible que tuvieran alguna importancia fórmulas coopera-tivas, en contraste con lo ocurrido con el vino. Es por último

importante destacar cómo el equipo técnico necesario para Ilevar acabo los cambios en la fabricación que hemos señalado, era suminis-

trado desde finales del siglo XIX por la Fundición Averly de Zara-goza, que tenía en el Bajo Aragón un alto volumen de negocio en elsector aceitero92.

Cuadro 4.11. Número de prensas de aceite en Aragón, 1857-1930

Prensaz Hidráulicaz Prensaz Prensas Prensazmotor motor motor a de de de TOTAL

mecánico caballería de mano de Husillo Rincón Viqa

Huesca

1857 5 164 1691878 2 19 32 213 2661890 1 3 76 801895 1 1 3 55 601900 3 3 3 50 591905 5 1 2 6 2 39 551910 3 1 4 1 30 391915 l0 1 1 5 2 29 481922 34 3 25 621925 21 1 21 431930 38 3 1 2 17 61

92. A. Sancho ( l 991).

213

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Cuadro 4.11. Continuación

Teruel

1857 12 91 103

1878 3 7 1 186 197

1890 4 18 20 133 175

1895 2 3 3 39 80 127

1900 7 5 15 31 87 145

1905 21 14 2 36 49 94 216

1910 40 18 2 38 31 66 195

1915 42 14 2 19 l0 47 134

1922 39 29 3 18 10 28 127

1925 59 17 3 24 16 9 128

1930 209 9 10 5 6 239

Zaragoza

1857 54 176 230

1878 5 18 67 139 229

1890 1 7 19 44 71

1895 2 23 11 41 77

1900 6 3 51 14 76 150

1905 10 6 4 51 18 77 166

1910 26 10 5 44 13 67 165

1915 51 11 24 8 34 128

1922 66 10 10 30 6 42 164

1925 53 25 12 35 8 52 185

1930 83 27 22 51 12 61 256

Aragón

1857 71 431 502

187g 10 44 100 538 692

1890 4 1 26 42 253 326

1895 4 4 27 53 176 264

1900 13 11 69 48 213 354

1905 36 21 8 93 69 210 437

1910 69 28 8 86 45 163 399

1915 103 15 14 48 20 110 310

1922 139 39 13 51 16 95 353

1925 133 42 15 60 24 82 356

1930 330 36 25 62 19 84 556

Fuente: F. Zambrana (1983)•

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4.6. Cambios en las variedades de las plantas cultivadas y la lucha

contra las plagas

Los cambios que tuvieron lugar en el uso de diferentes varieda-des de semillas o plantas pudieron generar ciertos progresos en laproducción y rendimientos obtenidos en la agricultura, por lo quesu estudio es un tema de mucho interés. Además, el hecho de quealgunos de los nuevos cultivos o variedades introducidas exigiesenatenciones más intensas e incluso nuevos aperos, abonos inorgánicosy tratamientos químicos contra las enfermedades, hizo que se esta-bleciera de este modo una estrecha vinculación entre ciertos cultivosy nuevas tecnologías agrarias.

Los cereales

EI trigo aragonés se caracterizaba por su buena calidad, sobretodo la del más común, la variedad indígena aragonesa llamada «ca-talán de monte», que tenía una alta riqueza en gluten, lo que lo ha-cía especialmente apto tanto para la producción de harina comopara la mezcla con otros de baja calidad93. Además era una variedadmuy adecuada para el secano aragonés, caracterizado por su extremaaridez, dado su pobre desarrollo en invierno y su rápido desarrolloen primavera. En el regadío la variedad más extendida era el «hem-brilla».

De ambas se intentaron mejoras, iniciando la Granja Expeti-mental de Zaragoza en 1885 el estudio de muy diversas variedadesde trigo extranjeras y locales. De ellas fue elegida como la más ade-cuada pata realizar una selección, la de un trigo de Caspe denomi-nado «caspino», de la que en 1890 se inició un proceso de mejoraque continuó durante muchos años y cuya simiente fue muy apre-ciada en el primer tercio del siglo XX94. Otras variedades tambiéntuvieron éxito en el estudio a que se vieron sometidas, aunque a juz-

93. J. C. Iapazarán (1933 a).94. Granja Escuela Expetimental de Zarago^a. Memoria correspondiente al período de

1888 a 1890 redactada por el directot del establecimiento Julio Ocero (manuscrita), A. D. Z.,leg. VIII-458. Gtanja Escuela Experimental de Zaragoza (1906), p. 324.

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gar por la falta de noticias sobre ellas, no debió de ser importante sudifusión.

En la mejora de las variedades de trigo empleadas en Aragón

también participó la Asociación de Labradores de Zaragoza. Ésta,como consecuencia de los trabajos y publicaciones de la Granja Es-cuela Experimental sobre selección de simientes, decidió en 1906adquirir una seleccionadora de cereales. Para lograr la mejora de las

semillas empleadas se arbitraron dos procedimientos que podíanutilizar los asociados. Una primera opción consistía en la comprapor parte de la A.L.Z. de trigos utilizados en el país de las mejoresclases, que eran sometidos al correspondiente proceso de selección.

De esta forma se seleccionaban las semillas en tres clases, de mejorcalidad a peor, que eran puestas a la venta a los asociados a precioslógicamente distintos según de cual de aquellas se tratase.

La segunda posibilidad consistía en que el asociado llevase su

propio trigo para que éste fuera seleccionado, pagando una cantidadpor cahiz de grano seleccionado.

En los años 1906, 1907 y 1908 fueron seleccionados por estosdos procedimientos 2. 711 hectolitros de trigo. Un 48% fue trigocomprado directamente por la A.L.Z. para este fin y el 52% res-

tante fue aportado por los propios asociados. De las partidas adqui-ridas por la A.L.Z., las preferencias fueron hacia las variedades deregadío, correspondiendo al «catalán de huerta» el 46% y al «hem-brilla del Jalón» el 31 % del total. Los de secano representaron un14% el «caspino» y un 9% el «catalán de monte» también del total

de secano y regadío95. Otros sindicatos agrícolas locales también fo-mentaron la selección de semillas mediante la adquisición de má-quinas seleccionadoras.

El uso de semillas seleccionadas creció posteriormente en Zara-goza. La A.L.Z. continuó la labor iniciada a principios de siglo no sólorealizando ella misma las selecciones sino adquiriendo también semi-

llas selectas con destino a sus socios. En la década de los treinta habíadiversificado notablemente su oferta que se concentraba en cereales,

95. Cálculo propio a partir de los datos que aparecen en A.L.Z. (1908 6) y(1909).

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plantas fortajetas, remolacha azucateta y patata. Las ventas más im-portantes seguían siendo las de cereales, y entre ellos las de trigo (vercuadro 4.12).Además existían en Aragón máquinas seleccionadorasde granos, especialmente en Huesca y Zaragoza, que permitían a los

agricultores guardar sus mejores semillas para ser sembradas^.

En el Centro Agronómico de Ejea de la C. S. H. E. tuvo lugaren la década de los treinta un brillante acierto cuando a partir de va-riedades de trigos de tipo «catalán de monte», se realizó una selec-ción que llevó al trigo «Aragón 0-3».

El 'Aragón 0-3' tenía un elevado poder de mateado o ahija-miento. Resistía muy bien la sequía y mejor que ninguna otra va-riedad el 'escalde' o`asurado', siendo esta la principal razón que de-terminó su selección. Era trigo de gran rusticidad por lo que seadaptaba bien a tierras pobres y en las buenas mejoraba sus rendi-mientos notablemente. No era sin embargo muy adecuado para elregadío, excepto en los momentos posteriores a la transformación detierras de secano. Las harinas producidas eran de gran fuerza y ele-vado porcentaje de gluten. Obtuvo en la década de los cuarenta una

difusion que soprepasó con mucho el territorio aragonés.

EI viñedo

EI viñedo tradicionalmente existente en Aragón correspondíasobre todo a las variedades cencibera o tempranillo, crujillón o ma-zuela, peribañez o morastel, pertel o ribote, garnacha, vivadico yMiguel de Arcos97. Caractetística mayoritaria era que casi todas pro-ducían vinos tintos. En el siglo XIX se produjeron diversos cambiosen las variedades de viñedo utilizadas.

Desde mediados del siglo XIX hubo en Zaragoza un creci-miento importante de la garnacha a costa de las otras variedades.Fueton varias las razones que impulsaron este cambio. En primerlugar hay que señalar que aquélla requería escasos cuidados, se

96. EI número de seleccionadoras de granos exiscences en Aragón en 1932 eran: 358(Huesca), GS (Teruel) y 250 (Zaragoza), Fuente: Miniscerio de Agricultura (1933)^

97. Una extensa descripción de ellas en J. Valier ( 1882).

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adaptaba bien a los terrenos pobres y era muy resistente a la sequía,es decir una de sus principales características era su rusticidad.

Además la garnacha mostró también una especial resistencia aloidium, lo que influyó decisivamente en su expansión^g. Esta enfer-medad había Ilegado en el bienio 1854-1856 y despues de 1860tuvo lugar un recrudecimiento^^.

Sus vinos tenían una fuerte graduación, pero como contrapar-tida se conservaban muy mal, con tendencia a avinagrarse por la es-casez de tanino y ácido tartárico. El alto grado alcohólico de los vi-nos de esta variedad también favoreció su popularidad,especiamente una vez que se iniciaron las exportaciones a Francia.

EI crujillón, perrel, vivadico y cencibera fueron las variedadesmás perjudicadas por la difusión de la garnacha que en la década delos ochenta Ilegaba a ocupar según Julián Rivera tanta superficiecomo todas las demás juntas^^, lo que parece una estimación mo-desta, ya que otras fuentes elevan su superficie a dos tercios al me-nos del total del viñedo, o incluso más en algunas zonas^^^.

Durante la reconstitución del viñedo, tras la epidemia filoxé-rica, la gatnacha fue la vinífera preferida pata injertarse sobre piesamericanos. Podemos realizar una aproximación a la importancia de

cada variedad en el primer tercio del siglo, a partir de los catalogosvitivinícolas del Ministerio de Agricultura que clasifican las varie-dades de las viñas plantadas antes de 1935 y todavía en producciónen el momento de su realización10z. La conclusión a que se llega al

examinar dichos datos es doble: por un lado la gran preponderanciade la garnacha al practicarse la reconstitución; y por otro la tenden-

98. M. Ferrer Regales (1957 a), p. 3S. Lo mismo ocurrió en La Rioja, Navarra y algunaszonas de Castilla la Vieja. Vid. A. Huetz de Lemps (1967), p. 524.

99. D. Gallego (1986 a), p. 385. Sobre el oidium en el norceste de España, vid. A. Huetzde Lemps (1967), pp. 520-524.

100. Congreso Nacional de Agricultores (188$), p. 17. ,101. En Ettudio tobre !a Expotición Vitítola Narional de 1877 (1878), pp. 205-212, se atri-

buía a la garnacha el 85% de la supe^cie de viñedo en el Campo de Cariñena, el 66% en toda

la ribera del Jalón y el 90% en el Campo de Borja.

102. Representan sobre la superficie de viñedo en producción en 1935 un 5,7% , un14,3% y un 35,4% respectivamente para Huesca, Teruel y Zaragoza. Ministerio de Agricul-tura (1981), (1982 a) y (1982 6).

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cia en Aragón, excepto en Huesca, a realizarse plantaciones con va-riedades homogéneas. En el importante porcentaje ocupado por la

mezcla de variedades en Huesca hay que señalar el hecho de que es-tas estaban constituidas en casi todos los casos por garnacha mez-clada con Moristel, Parrel, Alcañón y Viura103. Las razones que ex-plican el que los viticultores optasen pot la garnacha cuandotuvieron que elegir una variedad para injertar fueron las mismasque habían determinado su expansión en el siglo anterior, es decirsu rusticidad y resistencia al oidium^^, aunque ahora además fue unfactor importante el que algunas grandes casas que compraban mos-tos aragoneses para realizar coupages, pteferiesen esta variedad a las

demás.

En el viñedo tuvo una trascendental importancia la necesidadde reconstituirlo tras la filoxera con patrones americanos, ya que és-tos eran inmunes a la plaga. Se pasaba de este modo de una única es-

pecie, la viti.r vinifera europea, a una pluralidad de ellas, todas proce-

dente de América, sobre las que se injertaban las distintasvariedades europeas. La reconstitución exigió el aprendizaje de latécnica del injerto. Si éstos fueron hechos primero por injertadorescatalanes, con experiencia por haber llegado antes la filoxera a Cata-luña, luego fueron los del Campo de Cariñena los que destacaron

por su habilidad en aquella tarea.

Surgieron problemas por utilizarse al principio en algunos casos

portainjertos híbridos franco-americanos. Se petdieron las planta-ciones y a partir de ese momento sólo se utilizaron los americanos.El ptoblema de los primeros era su insuficiente resistencia a la filo-

xeta^os,

Una muestra de cuales fueron los portainjertos utilizados puedeconseguirse gracias de nuevo a los catálogos vitivinícolas realizadosen las dos últimas décadas por el Ministerio de Agricultura (vercuadro 4.14). En ellos se presentan los tipos de portainjertos utiliza-

103. Ministerio de Agricultura (1982 a), p. 55.

104. B. 7amboray y M. Marraco (1914), p. 328.

105. J. C. lapazarán (1916) señala en este año como algunas de laz cepas reconstituidas te-nían una vida media de encre 9 y 12 años.

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dos en aquellas viñas que estaban todavía en producción cuando fuerealizado el catálogo y que habían sido plantadas antes de 1935.Plantean estos datos el problema de que pueden escar sesgados porla distinta vida media de los pies, pero en todo caso son los únicosdisponibles. A partir de ellos se observa como el Rupestris de Lotalcanzó porcentajes altísimos que superaron el 88% en Huesca yZaragoza y el 66% en Teruel. El resto tuvo una importancia muyinferior. EI Rupestris de Lot tenía una gran resistencia antifiloxéricay además una gran adaptabilidad a los diversos terrenos, especial-mente a los peores suelos.

Los olivos

En las variedades de olivo existentes en Aragón también hubocambios en eí sentido de reducción de su número, homogeneizán-dose en consecuencia las cosechas y produciéndose la progresiva im-plantación de las más productivas y que daban un aceite de mejorcalidad. Cambios similares han sido también señalados por Fran-

cisco Zambrana para otras regiones aceiteras en las que en este pe-riodo existió una tendencia a la uniformización del olivar por la do-ble vía de la expansión de variedades especialmente adaptadas a lascondiciones de las diversas zonas, y por el intento de desarrollarplantaciones oíivareras univatietales^o^.

Fue la variedad conocida como empeltre la que tendió a exten-derse por gran parte de Aragón. El empeltre producía un fruto demucho aceite, siendo este muy fino y de sabor y olor agradabilí-simo. Era además bastante productiva y segura o añera. Esta varie-dad era la tradicional del Bajo Aragón, desde donde se llevó a prin-cipios del sigló XVIII a la huerta de Zaragoza. En esta ciudad

comenzó desde mediados de dicho siglo una fuerte expansión ensustitución de los viejos royales allí existentes^o^.

106. F. Zambrana (1987), p. 120.107. Asso documenta la existencia de empeltres en el partido de Alcañiz al menos desde

1640, siendo entonces ya perfectamente conocido el procedimiento de injerto utilizado parasu reproducción. Vid. I. de Asso (1798:1983)> p• 68.

►►^

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Las razones que explican el fuerte crecimiento experimentadopor los empeltres frente a las otras variedades tradicionalmenteexistentes en Aragón fueron la extraordinaria calidad del aceiteobrenido, el que los frutos sazonasen antes que en las otras varie-dades, su producción más segura, anual aunque con algunas varia-ciones, y su rápidez en la producción de frutos, unos 5 ó 6 añostras ser plantados.

En la provincia de Zaragoza, las heladas que en 1829 y 1888 des-truyeron gran parte de los olivos existentes facilitaron el proceso desustitución. A comienzos del siglo XX el empeltre se situaba en Ara-

gón sobre todo en la margen derecha del Ebro, siendo en el partido deAlcañiz la variedad amplísimamente predominante. Había también

muchos de estos árboles en los partidos de Hijar y Valderrobres. Enlas localidades zatagozanas de Belchite, Borja, Caspe, La Almunia,Ejea, Pina, Tarazona y Zaragoza era también la dominante. EnHuesca se encontraba esta variedad en pleno crecimiento^oA.

A lo largo del primer tercio del siglo XX siguió aumentando supresencia en los Somontantos de Huesca, así como en Zaragoza yTeruel, lo que la convertía hacia 1925 en la más cultivada de Ara-gón y la que existía casi en exclusiva en el Bajo Aragón^o^. Fue pre-cisamente en esta zona, productora de aceites de alta calidad desti-nados a la exportación, donde se debieron de producir los cambiosmás importantes en el sentido antes enumerado. El impulso provinosegún la Junta Consultiva Agronómica, de la exportación de su

aceite, y del hecho de que éste había pasado de ser elaborado por lospequeños agricultores a los industriales, que exigían una mejor cali-dad de la materia ptima.

Esta situación no era sin embatgo común en todo Aragón, y asípor ejemplo en Zaragoza se entremezclaban las cosechas de las dis-tintas variedades ya que los molinos no pagaban «por clase, y única-mente se pone atención en si las aceitunas están más o menos arru-

gadas» ^ ^^.

108. V. Crespo y León (1909), p. 66.109. M. Priego (1925), p. 13.110. Ibidem, p. 119.

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En la margen izquierda del Ebro se había introducido, proce-

dente de Lérida, otra variedad, la arbequina, que también producíaun buen aceite. Tendía a localizarse especialmente en los nuevos re-gadíos, contando con la ventaja de tenet un crecimiento rápido,siendo cambién su producción muy segura.

Las plagas y la lucha contra ellas

Las diversas plagas que tienden a asolar los diversos cultivos hancausado tradicionalmente importantes mermas en la producción agrí-cola. La lucha contra ellas aparece en las agriculturas contemporáneasíntimamente asociada a la investigación y experimentación científicaque halló diversas formas para atenuar o eliminar sus efectos.

La plaga de mayor importancia por sus efectos devastadores enla agricultura aragonesa era la langostal^l. El clima extremedamenteseco de la depresión del Ebro favorecía su existencia. En el primertercio del siglo XX la invasión más importante comenzó a desarro-llarse a partir de 1914. Entre 1915 y 1920 la insuficiencia de losmedios dedicados a combatirla determinaron una «progresión geo-métrica del insecto»112.

La langosta tendió a extenderse por toda la zona de secano cir-cundante y en 1921 las bandadas de langosta comenzaron a entraren la vega que limitaba con aquél y en la margen derecha del Ebro,hasta entonces libre. Las bandadas de langosta llegaron a la huertade Zaragoza. Fue cuando sus daños sobre el regadío cobraron impor-tancia cuando finalmente se activaron los trabajos que conducirían asu extinción. En 1912 estaban infestadas con germen de langostaun total de 8.374 hectáreas, la mayor parte de ellas en el término deZaragoza y el resto en los Monegros zaragozanos.

La campaña se basó en la roturación de los yermos en los quepudo realizarse aquélla, y la escarificación del resto de los terrenosafectados. En las zonas donde no pudieron utilizarse medios mecá-

111. Sobre la lucha concra la langosca en España ver las excelentes páginas que a ella de-dica S. 7apata en su tesis doctoral. Vid. S. Zapata (1986), pp. 944-968.

112. J. C. Iapazarán (1925), p. 12 .

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nicos para realizar aquellas labores, se hicieton a mano por medio deazadas. A pesar del esfuerzo, entre finales de marzo y primeros de

mayo comenzaron a aparecer mosquitos, por lo que las acciones sedirigieron ahora hacia su eliminación, para lo que se utilizaron

muy cuantiosos medios, especialmente gasolina e insecticidas, asícomo nuevas escarificaciones. Dichas acciones culminaron con éxitoy para que no volviera a reproducirse la plaga, a partir de 1922 setomaron medidas preventivas cuando se observaba la asociación mi-gratotia de los ortópteros113. Aun así entre 1932 y 1935 hubo focosde langosta en la ribera del Manubles (partido de Calatayud) y Leci-ñena^ 14.

Las enfermedades de la vid tuvieron también una considerableimportancia. A1 principio fueton el oidium y el mildiew las princi-pales. Ambas se presentaron por primera vez en Atagón en la se-gunda mitad del siglo XIX, la primera hacia 1856 y la segunda en1885. Más tarde llegó la plaga más importante, la filoxeta. La luchacontra estas plagas se benefició de los conocimientos científicos queiban desarrollándose.

El problema del oidium tendió a resolverse tanto mediante laplantación de cepas de variedades que demostraban ser más resis-tentes, como era el caso de la garnacha, cuanto mediante la compro-bación de que el azufrado permitía combatirlo con eficacia.

Contra el mildew el llamado caldo bordelés conseguía tambiénvencer la plaga. Combatiendo el mildew tuvo una destacada partici-pación la Granja Escuela Experimental de Zaragoza. Ésta, desde sufundación había dedicado especial atención al estudio de las plagasy enfermedades de los diversos cultivos. En el caso del mildew llevóa cabo una intensa campaña a favor de los preparados de cobre paracombatirlo.

En la lucha contra la filoxera hay que destacar sin embargo lafalta de planificación del Estado a la hora de adoptar temprana-mente medidas preventivas, no tanto de cara a evitar el contagio,para lo que los cordones sanitarios propuestos hubieran resultado

113. J. Jordana de Pozas (1950), p. 286.114. e. A.L.Z„ n° 346, junio de 1932, pp. 388-389 y n° 355, maao de 1935, pp. 90-91.

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con seguridad ineficaces, sino mediante una política de previa expe-

rimentación sobre portainjertos americanos y su adaptación a los te-rrenos y variedades españolas. La dejación de esta tarea en mano de

las Diputaciones Provinciales es buena prueba de la desidia, que hasido calificada por Jiménez Blanco de «negligencia culpable», con

que el Estado se enfrentó al problema^^s.

En Aragón pese a que en la década de los ochenta existió un vi-vero de vides americanas en. la Estación Vitícola y Enológica de Za-ragoza, su desaparición supuso también la de aquél, que había ser-vido un buen número de portainjertos a diversas zonas filoxeradas.Por ello, a pesar de la relativa tardanza con que llegó la plaga conrespecto a otras zonas, se debió recurrir a comprar aquéllos en otrasprovincias^^^. Además en Zaragoza la acción de la Diputación, cen-trada en la creación de un servicio central antifiloxérico, sólo co-menzó una vez que la plaga había llegado, sin intentar adelantarse aella. En sentido favorable a la acción pública en la lucha contra laplaga hay que apuntat la creación, aunque tardía, de dicho servicio,la adquisición de arados de desfonde movidos por malacates quefueron prestados a agricultores de toda la provincia, y el apoyo quedesde el laboratorio de la Granja Escuela se prestó a los agricultoresmediante la realización de análisis calcimétricos que ayudaran a ele-

gir los pies más adecuados para cada terreno.

En sus inicios, el Servicio Provincial Antifiloxérico, creado se-guramente en 1900, una vez que se conocieron las primeras invasio-nes en la provincia, estuvo ligado a la Granja Escuela Experimental,de cuyo director dependía^^^. Inmediatamente se creó un vivero pro-vincial de vides americanas y se adquirió un arado de desfonde conmalacate. En 1904 el servicio se independizó de la Granja.

La primera intención del servicio en 1901 fue la de crear viñe-dos de experimentación en localidades de zonas vitícolas para lograr

115. J. I. Jiménez Blanco (1986 a), p. 620. En las pp. 609-620 hace un detallado estudiode la acción del Estado contra la filoxera, centrado en las leyes aprobadas para la lucha contraesca plaga.

116. En 1901 se comprazon a los viveros de la Dipucación Foral de Navarra entre 300.000

/400.000 estacas y entre 7000/8000 barbados para escablecer viveros, A. D. Z., leg. XIV 928.

117. A. D. Z., leg. XIV-929.

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una mejor adaptación de los portainjertos a cada zona>>a. Nada de-bió de hacerse en este sentido porque en mayo de 1907 acordó laDiputación^establecer viveros para la replantación de vides america-nas en Borja, Datoca, Ateca, Caspe, Tarazona, Belchite, La Almu-nia, Ejea y Cariñena. Sin embargo en noviembre del mismo año lacomisión de fomento de la Diputación anunciaba el fracaso de di-chas iniciativas por «la apatía de los pueblos considerados comocentro de regiones en que la viticultura constituye el principal cul-tivo, negándose a facilitar los terrenos necesarios y hasta a dar con-testación a los requerimientos tan desinteresados de la Diputacióncon el exclusivo fin de salvar a esas comarcas de la ruina que ame-naza a su principal riqueza»119. Como consecuencia de dicho fracasose decidió inaugurar en Zaragoza un nuevo vivero de este tipo,siendo tres los que Ilegaron a existir en los alrededores de ésta.

En 1913 la política antifiloxérica de la Diputación se reforzócon la creación de una Caja Agrícola bajo su patronazgo, cuyo finera actuar como entidad de crédito para los agricultores que estabanllevando a cabo la reconstitución de sus viñedos120. Además, un in-geniero agrónomo fue nombrado para dirigir el servicio agronómicode la Diputación, con objeto de dar a la lucha contra la filoxera unadirección técnica cualificada12^. El cargo recayó en José Cruz Lapaza-rán122. EI servicio agronómico de la Diputación adquirió además unsegundo tren de desfonde similar al ya existente.

Consistían por lo tanto los servicios que prestaba la Diputacióna través de sus organismos, en la concesión de créditos, cesión deltren de desfonde y venta de cepas americanas. En 1914 se creó comoanexo un servicio de arboricultura frutal que estableció también unvivero para facilitar la difusión de diversas clases de frutales, para loque se plantaron 48.000 plantones para ser injertados posterior-

118. A. D. Z., leg. XIV-928.119. A. D. Z., leg. XIV-935.120. EI reglamenco de la Caja Vitícola o Agrícola en E. García Sánchez (1913), pp- XXIV-

XXX V II.

121. Ias consideraciones que Ilevaron a la Diputación a tomar estas decisiones en E. Gar-cía Sánchez (1913), pp. 36-52. Ia memoria técnica sobre el cema en E Pascual de Quinto(t913)-

122. Vid. su biografía en Gran Emirlopedia Aragonua, vol. VIII, p. 2006.

►►^

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mente con las diversas variedades. Las ventas sólo se realizaban nor-malmente a la provincia, aun cuando si existía exceso de oferta, sevendía también a otras provincias. En diciembre de 1918 el servicio

agrícola de la Diputación fue suprimido.

En la remolacha azucarera el desarrollo de un nuevo sistema de cul-tivo vino determinado precisamente por los problemas que un insecto,la «pulguilla», causaba en la planta. Los ingenieros de la Granja Experi-mental de Zaragoza, cuando pretendieron introducir el cultivo de la re-molacha debieron enfrentarse en primer lugar a los efectos que causabaaquella al impedir el crecimiento de las plantas. Para solucionarlo idea-ron el sistema de trasplante que permitía solucionar el problema.

Se evitaba de esta forma el lento crecimiento que las condicionesclimáticas del Valle del Ebro imponía, lo que facilitaba los ataques dela pulguilla. El nuevo sistema planteaba sin embargo el problema deque la remolacha ttasplantada dividía sus raíces, tenía menos cubica-

ción y menor riqueza en azúcar.

En cualquier caso se puede apreciar el cambio significativo quesupuso en la lucha contra las plagas, de la misma forma que en la se-lección de semillas y.variedades, la ayuda proveniente esencialmentede los servicios agronómicos provinciales y de quienes los dirigían, asícomo de sindicatos agrarios, que ejercieron una intensa labor difusorade conocimientos agronómicos destinados a la solución de problemasconcretos a los que se enfrentaban los diversos cultivos. En este sen-tido pueden ser significativas publicaciones específicamente dedica-das a este tema u otras que además de describir las condicionés delmedio natural en una determinada zona, analizaban luego sus varie-dades y posibilidades y dedicaban siempre un amplio espacio tanto a

los métodos de cultivo más adecuado como a las plagas existentes y

los medios prácticos más eficaces en la lucha contra ellas.

También los sindicatos y asociaciones agrarias colaboraron en lalucha contra las enfermedades. Así por ejemplo, el laboratorio de laA.L.Z. resolvía dudas sobre estos temas y realizaba los análisis nece-sarios para la identificación de enfermedades y plagas. Además com-praba para proporcionar a sus asociados elementos necesarios paracombatir aquellas como azufre o sulfato de cobre en cantidades im-

portantes (ver cuadro 4.13).

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Cuadro 4.12. Semillas discribuidas por la A. L. Z. a sus asociados (en Qm.)

Trigo Maíz Cebada Avena Alfalfa Trebol rojo

1929 13 60 41930 105 5 21 4193t 30 3 43 61932 913 53 90 91933 4.054 199 1.537 170 132 20

Veza Rem. azuc. Rem.forc Pacataz Habaz

1929 411930 301931 201932 128 39 2 521933 128 65 2 69 0,1

Fuente: 1929: B. A. L. Z., n° 320-321, abril-mayo 1930, p. 113.1930: B. A. L. Z., n° 331, marzo 1931, p. 77.1931: B. A. L. Z., n° 343, marzo 1932, p. 85.1932: B. A. L. Z., n° 353, enero 1933, p. 10.1933: B. A. L. Z., n° 364, marzo 1934, p. 5.

Cuadro 4.13. Insecticidas y plaguicidas distribuidospor la A. L.Z. a sus asociados (en Tm.)

Azufreflor

Sulfaco decobre

1903 1,11904 0,419051906 0,31907 0,l1908 8,0 2,21929 3,31930 6,51931 12,8 17,31932 7,8

(1) 1933 11,7

(1) En 1933 se vendieron gran número de productos como oxidoruro de cobre, arseniato deplomo, arseniato de cal, nicocina, cupriol, carbonaco de cobre, extracto de azufre y jabón nico-tinado y caldo borgoñés.Fuente: 1900-1907: A.L.Z. (1908 6).

1908: A.L.Z. (1909)•1929: B.A.L.Z., n° 320-321, abril-mayo 1930, p. 112.1930: B.A.L.Z., n° 331, marzo 1931, p. 77.1931: B.A.L.Z., n° 343, marzo 1932, p. 85.1932: B.A.L.Z., n° 353> enero 1933, p. 10.1933: B.A.L.Z., n° 364, marzo 1934, p. 5.

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Cuadro 4.14. Viniferas y portainjertos utilizados en Aragón

A. Distribución de la superficie de viñedo por variedades de vinífera(viñaz plantadas antes de 1935)

Hectáreas por especies % que representan sobre el total

Huesca Teruel 7ara^ Huesca Teruel Zara^

Garnacha 202 1.110 17.973 18,6 46,7 76,4Garnacha tintorera 256 23,6Royal 384 16,1

Tinto Basto 853 0,0 0,0 3,6Viura (Macabeo) 41 45 1.073 3,8 1,9 4,6no identif. 94 247 772 8,7 10,4 3,3mezcla vac 462 418 1.850 42,6 17,6 7,9otras vac 29 176 1.001 2,6 7,4 4,3Total 1.084 2.380 23.522 100 100 100

B. Distribución de la supe^cie de viñedo por variedades de portainjerto (plantado antes de1935)

Hectáreas por dases de pies % que representan sobre el total

Huesca Teruel Zaragoza Huesca Teruel Zaragoza

Aramón x rupestris 231 140 9,7 0,6

Castel6736 7 755 0,3 3,2Couderc 161-49 99 15 4,2 0,1Couderc 3309 161 43 6,8 0,2Millardet 420-A 73 1 3,1 0,0Pie Franco 24 138 220 2,2 5,8 0,9Riparia Gloria Mont. 79 1.282 7,3 0,0 5,4Rupestris de Lot 960 1.583 21.046 88,3 66,4 89,1Otros 23 91 108 2,2 3,8 0,5Total 1.087 2.383 23.610 100 100 100

Fuente: Ministerio de Agricultura (1981), (1982 a) y(1982 6).

No hay que olvidar por otra parte la importancia de la iniciativa

privada en la lucha contra estas enfermedades y plagas. La existencia

de empresas que comercializaban los productos destinados a aque-

llos fines, debió de contribuir también significativamente a su difu-

sión y conocimiento. Aunque las noticias que hemos expuesto se re-

fieren sobre todo a las acciones de instituciones públicas o

sindicatos agrícolas, no hay que olvidar este otro lado de la realidad,

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consistente tanto en agricultores dispuestos a comprar aquellos pro-

duccos que solucionaran sus problemas en este campo, cuanto en el

de las casas comerciales y sus agentes que organizaron circuitos para

la distribución y venta de dichos productos.

4.7. La contribución de lo.r centros público.r de inve.rtigación y difutiónagronómica al de.rarrollo de la agricultura aragoneta

Un denominador común que puede encontrarse en las políticasagrarias de los países que en el siglo XIX experimentaron en mayoro menot medida procesos de industrialización y desarrollo econó-mico, fue el fomento de la investigación del seccor público en agri-cultura y su aplicación dirigida hacia la difusión de modernas técni-cas y nuevos cultivos. Estas acciones tendieron a canalizarse a travésde la creación de centros de enseñanza, investigación y difusiónagrícola. Se consideraba que el fomento de este tipo de institucionessería muy beneficioso para el progreso del sector agrario tanto por lainvestigación que debían realizar sobre nuevos sistemas de cultivo,

mejora de semillas, nuevas plantas y técnicas,etc., como por la pos-terior difusión entre los agricultores de esos mismos conocimientos.Se buscaba en suma una investigación agraria de tipo aplicado, quereportara a corto plazo beneficios directos a la producción agraria.

Ia experiencia de estos esfuerzos en diversos países muestra que lainvestigación del sector público en educación, en ciencias biológicasrelacionadas con la agricultura y estaciones experimentales destinadasa la investigación fue esencial para su desarrollo agrario en un doblesentido: lograr la mejora y difusión de la tecnología agraria usada y de-sarrollada en el país, y poder importar y adaptar la de otros paises1^3.

La Granja Escuela Experimental de Zaragoza

En España la acción del Estado se centró en la década de losochenta del siglo XIX en la creación de Granjas-Escuela Experi-

123. Y. Hayami y V. Rutcan (1971), p. 167.

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mentales. Esta política era heredera de una tradición que arrancabade los ilustrados y que había puesto el énfasis en la enseñanza como

vía de progreso en un medio que se consideraba inculto y retardata-rio. El Estado liberal, con una visión distinta, pero compartiendotambién la fe en los progresos que la educación aportaría al país, re-tomó dichos proyectos y dió varios pasos en el sentido antes expre-

sado. Entre ellos fue especialmente importante la creación en 1855de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos, de cuyas aulas senutrieron los servicios agronómicos provinciales que mucho másadelante iniciaron su andadura y que fueron la base que sustentó la

política agraria del Ministerio, y el posterior desarrollo de una redde centros agrícolas experimentales en varias provinciaslz4.

En mayo de 1881 el Estado aprobó la concesión de ayuda, consis-tente en personal facultativo y material necesario, a las tres provincias

que antes del 15 de junio solicitasen la instalación de Granjas-Mo-delo, debiendo las Diputaciones Provinciales correspondientes adqui-rir la finca necesaria paia la instalación y comprometerse al sosteni-miento del centro125. La Diputación de Zaragoza, que desdecomienzos de la década de los setenta realizaba esfuerzos para la crea-

ción de una Granja Modelo126, actuó rápidamente enviando primeroun arquitecto al extranjero para visitar establecimientos similares ypresentando posteriormente su proyecto en el plazo correspondiente.En septiembre del mismo año era creada la Granja Escuela Experi-mental de Zaragoza siendo nombrado para desempeñar interina-

mente el cargo de director, quien ocupaba el mismo puesto en el ser-vicio agronómico provincial, el ingeniero Berbegal. Antes determinar aquel año fue ya nombrado Julio Otero primer director de laGranja, remitiendo el gobierno rápidamente la maquinaria agrícola

necesaria.

124. E. Fernández Clemente (1986 d), pp. 1-8.

125. Granja Escuela Experimental de Zaragoza. Memoria correspondiente al período de1888 a 1890 redaaada por el director del establecimienco Julio Ocero (manuscrita), A. D. Z.,leg. VIII-458( 28 de febrero de 1891).Existían ya algunaz Granjaz y Escuelas de Agriculcurasque eran financiadaz normalmente por las Diputaciones Provinciales como era el cazo de la deAlava o Valencia.

126. A. D. Z., leg. VIII-435.

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Los terrenos donde se instaló la Granja habian sido adquiridosrecientemence por la Diputación para la inscalación de una estaciónvicícola. Los edificios básicos estaban terminados en 1884, pero to-

dos los incluidos en el proyecto inicial no se finalizaron sino en1891. En 1884 se concluyó también la organización de la finca, porlo que al año siguiente se pudo dividir ya ésta en dos zonas, una des-tinada a campo experimental cuyo objetivo eta utilizarlo para tratarde resolver problemas que afectaran a la agricultura aragonesa, yotra a campo de demostración, que se trataría de usar para poner demanifiesto de forma directa los resultados obtenidos en el ante-rior127.

En 1888 volvió el Gobierno a abrir un concurso parar crearocho Granjas-Escuela Experimentales, que ahora dependerían direc-tamente de él. Las Granjas de Valencia, Zaragoza y la Central de laFlorida se sujetaron a la nueva otganización128, pasando por lo tantoa pertenecer al Estado, creándose además otras nuevas como la de laCoruña. El 26 de octubre de 1888 pasó formalmente la Granja a serde propiedad estatal.

A partir del conocimiento de la actuación de algunas GranjasExperimentales, las de La Coruña, Valencia y Zaragoza129, podemosregistrat algunos puntos en común en su actividad. Éstos serían, larelativa especialización que en la experimentación e investigación

adoptó cada una de ellas de acuerdo con las condiciones y orienta-ción de la agricultura de su zona, su decidido impulso al fomentodel uso de abonos minerales y químicos y de maquinaria moderna, ypor último el papel subordinado de la enseñanza respecto a la inves-tigación y divulgación, al menos hasca cerca de los años veinte,cuando la situación cambió algo en este sentido. ^

127. Granja Escuela Experimental de Zaragoza. Memoria correspondiente al período de1888 a 1890 redactada por el director del establecimiento Julio Otero (manuscrita), A. D. Z.,leg. VIII-458.

128. A. D. Z., leg. VIII-458.129. Para el caso de La Coruña vid, L. Fernández Prieto (1988 a), p. 49., para Valencia vid.

S. Calatayud (1988), pp. 13 y ss. Una visión general en L. Fernández Prieto (1992). pp. 47 yss. y p. 112 y ss.

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En el primer aspecto, es decir en lo relativo a la vinculación de

las actividades de estos centros con sus entornos regionales, cabedestacar cómo la Granja de la Coruña dedicó una buena parte de susesfuerzos al impulso de la ganadería vacuna y las plantas forrajeras

para su alimentación en un territorio que precisamente había desta-cado por su exportación de ganado vacuno a Inglaterra y que se en-frentaba a la pérdida de este mercado y la necesidad de buscar otrosnuevos en la propia península; la de Valencia trabajando sobre elarroz y la ganadería estante de la huerta; y la de Zaragoza en la in-troducción de la remolacha azucarera o la mejora de los cultivos de-sarrollados en las zonas regadas de la provincia.

La Granja Escuela Experimental de Zaragoza comenzó muy tem-prano su actividad, contrastando en este sentido con las de La Coruñao Valencia, siendo quizás su primera etapa la más fecunda y sin dudala que dejó una huella más profunda en la agricultura aragonesa. Suprimer director fue el ingeniero Julio Otero, incorporándose en 1891Manuel Rodríguez Ayuso que sucedería al primero en 1903 y queconformaron un equipo decisivo en la vida de la Granja. En este sen-tido destaca su capacidad como científicos por un lado para mejorar laagricultura aragonesa, y por otro para conseguir que dichos cambiosfueran asumidos con bastante rapidez por los agricultores, a la vez queparticipaban en la creación de industrias como la primera azucareraestablecida en Aragón o la primera industria química. Ello hace deellos personas excepcionalmente interesantes y decisivas.

La Granja centró sus esfuerzos en la primera etapa de su existen-cia en la agricultura de regadío que podemos recordar que en la dé-cada de los ochenta todavía estaba ocupada en gran parte por cerea-les, especialmente trigo. Sus actividades se dirigieron sobre todohacia la introducción de nuevos cultivos, la búsqueda de un sistemade rotaciones que intensificara el uso del suelo, la difusión de losnuevos abonos y maquinaria, y la mejora de la ganadería así comode su alimentación, relacionada esta última con los cambios que enlos cultivos se pretendía llevar a cabo especialmente mediante la in-troducción de cultivos forrajeros con los que muy pronto se experi-mentó, debiendo atribuirse a la Granja el mérito de la difusión deltrebol rojo y la remolacha forrajera.

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Fueron dos los nuevos cultivos que se intentaron introducir: laremolacha azucarera y el trébol rojo. EI primero era completamente

nuevo, mientras que el trébol rojo si bien crecía espontáneamente

en Aragón, no era objeto de cultivo sistemático. Pese a la gran can-tidad de cultivos industriales que en los primeros años se ensayaron,

sólo la remolacha azucarera obtuvo éxito.

La remolacha azucareta se había comenzado a cultivar a comien-

zos de la década de los ochenta en la vega de Granada130. En CentroEuropa se practicaba la siembra directa, que en Aragón dió inicial-

mente muy malos resultados, por lo que fue necesaria la búsqueda

de una alternativa, que se logró con el sistema de trasplante13^. Losprimeros ensayos para su cultivo en la Granja se habían llevado a

cabo en 1885-1886132, intensificándose éstos en el período 1888-1892. En este último año los ingenieros Otero y Rodríguez Ayuso

publicaron una serie de artículos en la prensa de Zaragoza en los que

daban a conocer los resultados y abogaban por el cultivo de la remo-lacha azucareta como la mejor opción para los regadíos del valle me-

dio del Ebrot33. En 1898 se publicaba ya utia detallada memoria en

la que se explicaba con todo género de detalles cómo se debía reali-zar el cultivo, cuidados que exigía la planta, etc. 134. Entre tanto, en

1894 y a iniciativa de ambos ingenieros, se había construido la pri-mera azucarera aragonesa, situada en Zaragoza, a la que seguirían

otras en los áños posteriores135. A partir de este momento la difusión

130. La primera fábrica de azucar de remolacha de España, el ingenio de San Juan, realizó

su primera campaña en el año 1882-1883. Vid. M. Martín Rodríguez (1982) , p. 144 y ss.

131. Sobre los problemas que inicialmente planteó el cultivo de la remolacha y las solu-

ciones halladas vid. «Nuevo sistema de cultivo de la remolacha azucarera», recogido en

Granja Escuela Experimental de Zaragoza (190G), pp. 371-384. Despues de la primera gue-

rra mundial, y especialmente en los años creinta, comenzó a extenderse en las mejores tierras

el culcivo directo, cfc J. C. Lapazarán (1918) y L. Serrano (1931), p. 97.

132. «Resumen de algunos ensayos verificados en el campo experimenta! durante los añosde 1885 y 1886», recogido en Granja Escuela Experimencal de Zaragoza (1906), pp. 1-3G.

133. Aparecieron estos artículos en el Diario de AviJar de Zaragoza, posterioremente seríanrecogidos en Granja Escuela Experimental de Zaragoza (L906), pp. 385-411.

134. «Nuevo sistema de cultivo de la remolacha azucarera», recogido en Granja EscuelaExperimental de Zaragoza (1906), pp. 371-384.

135. Sobre los inicios y desarrollo de la induscria azucazera en Aragón, vid. J. A. Biescas(1985). En el folleto citado en la nota anterior se hablaba de la .fábrica instalada en Zaragoza en1894 por iniciativa de esce centro», Granja Escuela Experimental de Zaragoza (190G), p. 377.

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de la remolacha azucarera se inició de forma paralela a la construc-ción de nuevas fábricas. En la difusión de dicho culcivo en sus pri-meros momentos jugaron un papel decisivo una serie de propieta-rios agrícolas que siguieron los consejos de los ingenieros y sirvieronde ejemplo en sus respectivos entornos1ió.

En la busqueda de una rotación óptima de cultivos en la vega za-ragozana se realizaron ensayos continuados en el campo de demostra-ción desde 1886 hasta 1901137. Se buscaba la disminución del barbe-cho y la introducción de distintas plantas que aseguratan buenosrendimientos económicos. La Granja finalmente recomendaba la in-troducción de la remolacha azucarera, plantas forrajeras y praderas ar-tificiales, especialmente alfalfa y trebol rojo138, así como un cultivoadecuado de los cereales dentro de este sistema de rotación^j^.

La mejora de la cría de ganado a través de la alimentación ocupótambién parte de la actividad de la Granja con algunos ensayos falli-dos sobre la utilización de los sarmientos de la vid en la alimenta-ción del ganado lanar u otros más fructíferos sobre el aprovecha-mientos de los residuos de las fábricas de azucar o simplementesobre la forma más adecuada de realizar el cebo del ganado14o.

La investigación sobre los abonos minerales, su adaptación a losdiversos cultivos y el estudio de las cantidades necesarias según los te-rrenos fue un tema de especial atencion de la Granja, realizándose pos-teriormente un serio esfuerzo en su difusión entre los agricultores14^. A

136. L. Serrano (1931), p. 96.137. Los resultados de dichas experienciaz en el campo de demostración, fueron pubilica-

dos en diversaz memoriaz y finalmente recogidaz en «Granja Escuela Experimental de Zara-goza (1906).

138. Sobre estos dos plantaz se publicó en 1894 «EI trebol rojo. Su influencia en la mejoradel cultivo cereal en las tierraz de regadío», en 1899 «La alfalfa y el trebol rojo» y en 1906«Instrucción práctica para el cultivo del trebol rojo».Todos ellos recogidos en Granja EscuelaExperimental de Zaragoza (1906).

139• Sobre este tema se publicó en 1899 una «Guía práctica para el cultivo del trigo enregadío» recogida en Granja Escuela Experimental de Zaragoza (1906), pp. 311-338•

140. Sobre temas ganaderos fueron publicadaz en 1896 «Laz pulpaz de azucarería», en1897 «Los sarmientos de la vid en la alimentacián del ganado lanar» y en 1898 «Ensayos decebo de ganado».Igualmente fueron todos publicados de nuevo en «Granja Escuela Experi-mental de Zaragoza (1906).

141. Sobre abonos se publicaron dos memorias: en 1896 «Los abonos minerales en el cul-tivo del trigo en regadío» y en 1897 «Guía práccica para el empleo de abonos en regadío»,ambos recogido en Granja Escuela Experimental de Zaragoza (1906).

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éstos se les ofreció rápidamente el laboratorio de la Granja para larealización de pruebas para comprobar la calidad y composición delos que ofrecían las diversas casas142. Además, tanto Otero como Ro-dríguez Ayuso participaron en la creación en 1899 de la primera in-dustria química moderna en Aragón, «La Industrial Química deZaragoza», a cuyo primer consejo de administración pertenecieron.Su producción inicial estuvo centrada en el acido sulfúrico, que ade-más de ser utilizado en diversas industrias, era necesario para alco-holeras y azucareras14;. En la década de los veinte comenzaría estaindustria a producir superfosfatos para la agricultuta.

Aun cuando no publicó la Granja ningún trabajo sobre el uso

de maquinaria, contaba con una dotación importante de ésta queutilizaba para la realización de todas las labores. En los diversos re-súmenes que publicaba sobre experiencias de cultivo se indicaba eluso específico de cada máquina, el trabajo realizado, el coste y los

resultados obtenidos. Su papel en la difusión del arado brabant y suempeño en que fuera construido en Zaragoza como la forma másadecuada de facilitar su difusión, fue señalado en varias ocasiones.De la misma forma que lo hizo la Granja de la Coruña, se prestaron

a los agricultores las máquinas disponibles para que se acostumbra-ran a su utilización, aunque desconocemos la importancia de estos

préstamos144.

En los años posteriores la actividad de la Granja profundizó laslíneas de trabajo seguidas hasta entonces y abrió además otras nue-vas. En el sentido de continuidad hay que señalar su permanenteatención al cultivo de la remolacha azucarera, su insistencia en el fo-mento del uso de abonos y maquinaria y en la necesidad de efectuar

142. Esta función de control de la calidad de los abonos minerales y químicos tuvo tam-bién bascante imporcancia en algunos de los Centros de Invescigación Agronómica de los Es-tados Unidos hacia finales del siglo XIX, llegando a añadir algunaz a su nombre el de agen-cias de control de fercilizantes. Vid. Ch. Rosenberg (1971), p. 3.

De los análisis realizados en el primer semestre de 1911 en el laboratorio de al Granja de

Zaragoza, sobre un total de 159, aproximadamence el 50% lo fueron de abonos y el resto casi

en su totalidad calcimétricos. Entre 1901 y 1910 se realizaron un total de 3. 031 análisis. Cfr.

Ministerio de Fomento (1912), pp. 263-269.

143. J. A. Biescaz (1985), p. 198.144. J. Cunchillos (1922); M. Díaz Alonso(1931), p. 34; L. Serrano (1931), p. 98.

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Page 70: CAPÍTULO 4 El cambio técnico...CAPÍTULO 4 El cambio técnico 4.1. Lot abonot Como es bien sabido, los abonos pueden ser de origen orgánico o inorgánico, en este último caso de

rotaciones que maximizaran el producto obtenido de la tierra. Ade-más participó de forma destacada en la lucha antifiloxérica, con-tando con una escuela de ampelografía americana desde finales desiglo, haciendo también análisis calcimétricos, aconsejando sobrelas variedades de vides más adecuadas para reconstituir el viñedo,realizando análisis de vinos y aconsejando sobre su elaboración...También y dencro del estudio y selección de semillas se ocupó deltrigo, como se ha explicado en la sección anterior.

A1 frente de la Granja siguieron a Otero y Rodríguez Ayuso(1903-1913) los ingenieros Rivera, Padilla, Aranda y desde 1925 JuanCruz Lapazarán, uno de los mejores conocedores de la agricultura ara-gonesa145. Bajo la dirección de este último se revitalizó la Granja quededicó un esfueno considerable a la difusión entre los agricultores demodernas técnicas agronómicas. Existía en la Granja una cátedra am-bulante que concaba con dos autolaboratorios con material modemo.Se disponía incluso de un equipo cinematográfico que sirvió para fil-mar películas sobre labores agrícolas con fines educativos. Se contabatambién con un servicio de consultas postales que atendía una mediade mil anuales146. Sorprende la centralización de los campos de demos-tración de la Granja-Escuela aragonesa, localizados por entero en Zara-goza, frente a la descentralización de los de i.a Coruña y Valencia, loque sin duda debía favorecer la difusión buscada.

En lo relativo a la enseñanza, la Granja se planteó la alternativade organizar una enseñanza dirigida a los propierarios u otra haciacapataces y obreros. La alternativa elegida fue la primera ya que seconsideraba que ofrecería mejores frutos147. Muchos de los alumnosque acudieron en los primeros años a las clases de peritos eran hijosde labradores acomodados14R.

145. Breves nocaz biográficaz de Juan Cruz Iapazarán en E. Fernández Clemence (1981),pp. 1150-1151 y Gran Encidopedia Aragoneta, vol. VIII, p. 2006.

146. J. Jordana de Pozas (1950), c. IV, p. 284. Cifra muy superior a las 239 que se resol-vieron entre 1908 y 1910. Cfr. Ministerio de Fomenco (1912), p. 265.

147. E. Fernández Clemence ha señalado las vinculaciones de la Granja con la sociedad za-ragozana y en cancreco con un grupo de importances propiecarios agrícolas que siguieron coninterés la accividad de ésta, vid. E. Fernández Clemence (1981), p. 1145.

148. Granja Escuela Experimental de Zaragoza. Memoria correspondienre al período de1888 a 1890 redaccada por el director del establecimiento Julio Otero (manuscrica), A. D. Z.,leg. VIII-458.

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La Granja impartió durante los años 1888-1893 las enseñanzasde perito agrícola, siendo suprimida como tal Escuela este último

año. En 1895 era reorganizada como Escuela Regional de Agricul-tura. A1 finalizat los estudios se obtenía un certificado de la Granja-Escuela que carecía de valor oficial. Durante este tiempo se impar-

tieron también enseñanzas individuales a algunos obreros paraaprender el manejo de las maquinas, así como para conocer nuevasprácticas de cultivos. Como consecuencia de la invasión filoxérica seestableció una escuela de obreros injertadores de forma temporal.En 1904 se transformaron las Granjas en Granjas-Instituto en lasque se debía dar enseñanza agrícola a obreros en régimen de inter-nado. A tenor de los datos disponibles, el número de estos fue insig-nificante.

Desde 1913 se oficializó la enseñanza en la Granja, mantenién-dose un plan de dos años y además otro de tres años que daba dere-cho al título de perito agrícola.

Desde 1888 hasta 1921 pasaron por la Escuela 593 alumnos,correspondiendo el mayor número de ellos a los años en que se ofi-cializó la enseñanza149.

Otros centros públicos de investigación y difusión agraria

La Granja Escuela Experimental de Zaragoza no fue el únicocentro público de investigación y difusión agrícola. En Binéfar, AI-mudévar, Monzón, Ejea y Cariñena existieron otros, aunque por lotardío de su fundación sus efectos sobre la agricultura aragonesa delprimer tercio del siglo XX fueron menores, pero en todo caso mues-tran una preocupación de la iniciativa pública por una mejora téc-nica de la agricultura española.

Antes de hablar sobre ellos, es preciso referirnos a la EstaciónVitícola que en Zaragoza compartió terrenos, edificios y personalcon la Granja Escuela Experimental. El origen de aquélla se re-

monta a 1878, cuando la Diputación de Zaragoza creó un vivero c^Q .vides americanas, solicitando además el establecimiento de una es-

149. F. Gaspar (1922).

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tación vitícola que fue autorizada en noviembre de 1879. Los obje-

tivos de la Estación Vitícola y Enológica eran: el establecimiento decampos de cultivo experimentales dirigidos tanto hacia la creación

de un vivero de vides americanas, como al ensayo de podas y labo-res; instalación de un gabinete de observaciones microscópicas y unlaboratorio químico para realizar ensayos de tierras, abonos, vinos yfrutos; adquisición de instrumentos agrícolas modernos; y construc-ción de una pequeña bodega para la fabricación de vinos^s^. La esta-

ción comenzó a funcionar en 1881, llegando el material necesarioen septiembre de 188215^. En 1884 se estableció la enseñanza parabodegueros en la estación bajo la direccion del catedrático de quí-

mica Bruno Solano, quien colaboraría frecuentemente en la investi-gación química aplicada a la agricultura1S2. El director de la Esta-ción fue Julián Rivera hasta 1887 en que cesó en tal cargo y fue

sustituido por Julio Otero que era director de la Granja.

En 1888 como consecuencia de la nueva organización de la

Granja Experimental fue suprimida la Estación Vitícola. Durantesus siete años de existencia había dedicado la mayor parte de sus es-fuerzos a la lucha contra la filoxera, aunque también se realizaronestudios relativos al conocimiento de la naturaleza y calidad de losvinos del país y a la corrección de los principales defectos que se co-

metían en su elaboración o

La mayor parte de las vides se vendieron a provincias donde laplaga de la filoxera ya había hecho su aparición, siendo mucho menosimportantes las ventas realizadas dentro de Aragón. Su desaparicióntuvo cómo consecuencia que Aragón se encontrara huérfano de un

centro de este tipo cuando doce años más tarde llegó la filoxera.

En Binéfar fue creada en 1919,a1 inaugurarse el Canal de Ara-gón y Cataluña, una Estación de Estudios de Aplicación de Riegos.

El objetivo que se buscaba con su constitución era hacer un campode demostración de las posibilidades que los nuevos regadíos brin-daban a la agricultura. Sin embargo, se convirtió de hecho en un es-

150. A. D. Z., leg. VIII-434.151. A. D. Z., leg. VIII-455.152. H. de Saleta ( 1889), pp. 88-91.

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tablecimiento de investigación y experimentación. Sus trabajos secentraron en la transpiración vegetal, el estudio de los problemas desalinidad que presentaban las tierras puestas en regadío, el uso de

los abonos en regadío, las rotaciones de cosechas, y las necesidadesde agua de los diferentes cultivos. Como finalidad secundaria la es-

tación tenía ganadería, sobre todo ganado vacuno de trabajo y or-deño, y un parque avícola de ejemplares seleccionados para ser ven-didos luego a precios reducidos a los agricultores^s;.

La Confederación Hidrográfica del Ebro creó también una redde centros agronómicos en su territorio, de acuerdo con su concep-ción de que era insuficiente la inauguración de nuevos regadíos,sino iba acompañada de cambios en los cultivos y de una moderni-zación en general de las explotaciones agrarias.

En el plan de obras y trabajos varios de 1927 se incluyó por pri-mera vez un apartado dedicado a aplicaciones agronómicas154. En él,a propuesta del ingeniero agrónomo Juan Cruz Lapazarán, se in-

cluían tres objetivos:

1) la enséñanza ambulante a través de una catedra que atendieratoda la cuenca del Ebro, pero se centrara sólo en el tema de la trans-formación del secano en regadío y la preparación de los agricultorespara dicha tarea. Se incluía aquí la adquisición de un auto-laborato-rio, así como de material cinematográfico con fines pedagógicos.

2) el establecimiento de campos de demostración.

3) la realización de estudios técnicos-agronómicos de catáctersocial. Éstos debían centrarse en la aplicación de la electricidad a

operaciones de labranza, realización de pequeños riegos, recoleccióne industrias auxiliares y elaboración de estudios sobre las zonas de

próxima puesta en regadío.

A1 año siguiente, la única parcela en la que se había trabajadoya, fue en el inicio de los estudios señalados, entre los que hay quedestacar el monográfico dedicado a la investigación de las condicio-

nes agronómicas del Canal de las Bárdenas. No entró en funciona-

153. L. Cavanillaz (1929).154. C. S. H. E. (1927), pp. G4-6G.

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Page 74: CAPÍTULO 4 El cambio técnico...CAPÍTULO 4 El cambio técnico 4.1. Lot abonot Como es bien sabido, los abonos pueden ser de origen orgánico o inorgánico, en este último caso de

miento la catedra ambulante ya que paralelamente el gobierno re-guló la organización de éstas y nombró responsable de la de Aragóny Rioja a Lapazarán, que era también director de los servicios agro-

nómicos de la C.S.H.E.

En cuanto a los campos de demostración, se decidió instalarel primero en una de las zonas que más tempranamente iba a settransformada del secano al regadío como consecuencia de las obrasdel Plan de Riegos del Alto Aragón. Se trataba de un terreno en eltérmino municipal de Almudévar cercano al Canal de Monegros.Tenía un total de 33 hectáreas, 15 de ellas tierras normales de se-cano y el resto tierras salobres. El fin de trabajar estas últimas erala experimentación en este tipo de tierras. El plan que se preveíapara el Centro de Almudevar era triple: demostrar en tierras nor-males cómo debía realizarse la transformación, estudiar los culti-vos posibles en los sistemas de desalado y dar apoyo técnico a losagricultores con el personal técnico del Centro^ss.

Los aspectos prácticos de la transformacion incluían la formade desarrollar gradualmente en los nuevos regadíos los cultivosmás adecuados, el trazado de acequias de último orden encargadasde distribuir las aguas directamente a la tierra, realización de ni-velaciones en ésta, así como roturaciones, desfondes... Además enel terreno de la experimentación la prioridad era la busqueda desistemas de desalado y la práctica de cultivos adecuados en estastiertas.

La C. S. H. E. amplió posteriotmente su interés en el tema delas aplicaciones agronómicas, y en el plan de obras y funcional-miento de 1928 se preveía una política de creación de centros en lascinco subzonas en las que se había dividido el territorio de la Confe-deración. En Aragón, además del centro de Almudévar, correspon-diente a la zona del Gállego, Cinca y Somontano, se pretendíancrear un campo de demostración en la zona de Cinco Villas, un cen-tro de transformación de tierras de secano en regadío en la finca deLa Melusa, próxima a Tamarite, en la zona del Canal de Aragón y

155. C. S. H. E. (1928 a), p. 162.

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Cataluña, y un centro agronómico en Alcañiz en la zona de la mar-gen derecha del Ebro^sb.

En el plan del año siguiente se insistía en la necesidad de seguiradelante con el de 1928 pese a que no había podido cumplirse. Se

anunciaba que el Centro Agronómico de Ejea estaba en vías de crea-ción con el propósito de tener una orientación de marcado caráctercerealista.

La Granja de Almudévaz se señalaba que tenía ya sus tierras nive-ladas, parceladas y en parte desaladas y saneadas; así como construidoel edificio principal. Se insistía en la necesidad de que el centro entrasepronto en funcionamiento por estaz ya en servicio el primer tramo delcanal de Monegros. Existían dos brigadas de nivelación que prestabansus servicios al público. Se planeaba creaz campos satélites en zonasalejadas, entre los que se encontraba el vivero frutal de Monzón. Aunno se había terminado sin embazgo la instalación de éste. En La Me-lusa se trabajaba en la creación de un centro pecuario^s^.

En los años posteriores el Centro Agronómico de Almudévarcontinuó sus actividades, dedicándose también al préstamo de si-mientes a los agricultores, casi con exclusividad de cereales^sa.Desde el Centro de Almudévar se abrieron zanjas, se nivelaron tie-rras, se realizaron acequias de segundo orden por cuenta de los pro-pietarios, y se desalaron tierras, para lo que aquéllos debían hacer undepósito previo1S9. También se instaló una vaquería dotada de mate-rial moderno, prestandose los sementales del Centro para la cubri-ción de hembras de los agricultores. EI Centro de Ejea fue instaladodefinitivamente en 1929, en una zona que se esperaba de prontapuesta en riego como consecuencia de las obras del Pantano de Yesa

156. C. S. H. E. (1929), pp. 192-204. Una copia de la memoria redactada por el ingenieroagrónomo de la C. H. E. en 1935 sobre los objetivos que se pretendían con el futuro centro agro-nómico de Alrañiz, existe en el Archivo Municipal de esta ciudad. Encre ellos destacaba el estudiode las mejores alternativas pata las tiertas que habían pasado de regadío eventual a permanente, yde secano a regadío, así como la mejora de la agricultuta olivareta y el estudio de métados de per-feccionamiento en la producción de aceite. Cfr. Memoria Genetal y proyectos de un centro agro-nómico en Alcañiz, junio de 1935, Archivo Municipal de Alcañiz, sec. 7. 0. 5, caja 1.

157. C. S. H. E. (1930), pp. 101-113.158. J. C. lapazatán (1929 c).159. M. Lorenzo Pardo (1930), p. 10.

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y del Canal de las Bárdenas. En este caso el objetivo principal que seperseguía con su fundación era la selección y mejora de plantas y

muy en especial de las cerealícolas y dentro de éstas del trigo.

Su actividad se centró en la experimentación con muy diversasvariedades de trigo, y también de cebada, avena y leguminosas, bus-cándose a través de una selección genealógica qué especies podíanadaptarse mejor a las condiciones de Aragón. En esta tarea obtuvoun importante éxito al conseguir, como se explicó anteriormente, lavariedad de trigo Aragón 0-3 tras un cuidadoso proceso de selec-ción. Contaba el centro con moderna maquinaria, tractores y ga-nado lanar y de cerda.

También en 1929 entró en funcionamiento el Vivero Frutal deMonzón en ocho hectáreas de terreno de esta localidad. El objetivobuscado era la producción de plantones necesarios para los diversoscentros agronómicos creados en distintos lugares por la Confedera-ción. Además pretendía difundir en la cuenca del Ebro las varieda-des de pepita y hueso más adecuadas. A los agricultores, además decederles estas plantas se les daba información sobre variedades ade-cuadas a las condiciones del medio. En su especialización de pro-ducción de planteles pareció tener desde sus comienzos un éxito no-table, ya que por ejemplo en los dos primeros años defuncionamiento más de 400 agricultores habían adquirido plantelesprocedentes del Vivero, siendo el número de estos producidos de150.000 y los vendidos unos 25.000.

En La Melusa, una granja de 600 hectáreas adquirida por laC.H.E., en terrenos salobres y con problemas de humedad, se llevó acabo un importante proyecto de desecación, conversión al regadío y la-vado de la tierra mediante el cultivo del arroz. Una vez superados losproblemas de salinidad se utilizó aquel centro para la experimentacióncon variedades extranjeras de trigo, maíz, leguminosas y alfalfa^^.

En 1932 fue inaugurado en Cariñena un centro enológico, cuyasactividades desconocemos por completo, y que venía a unirse otroque desde 1912 existía en Calatayud y del que tampoco disponemosde información.

160. A. Pérez Navarro (1936).

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4.8. Cambio técnico y de.rarrollo agrario

EI cambio tecnológico ha sido considerado como un elementoesencial en el crecimiento de la producción y de la productividadagraria en aquellos países que han experimentado profundos procesosde desarrollo y crecimiento económico^^^. En esta capítulo me he refe-rido a una serie de facecas de dicho cambio tecnológico relacionadascasi todas con la agricultura. El grado de desconocimiento de cambiossimilares que pudieran haber cenido lugar en la ganadería es muy im-portante, y aunque también allí hubo algunas transformaciones de al-gún relieve, creo que éstas no tuvieron una incensidad similar.

En cualquier país su modelo de cambio tecnológico en la agri-cultura ha venido estrechamente condicionado por la dotación ini-cial de recursos, y en consecuencia por el precio relativo de los facto-

res productivos y su evolución, así como por los precios de aquellosfactores con respecto a los productos. Históricamente, y especial-mente en los siglos XIX y XX, la escasez de tierra o de trabajo hansido los dos principales problemas que se han tratado de solucionaren el sector agrario. En ocasiones, la necesidad de adecuar la produc-ción a los requerimientos del mercado y ciertos cambios que han te-nido lugar en el uso del suelo también han impulsado importantestransformaciones técnicas.

Generalmente el ahorro de trabajo se ha conseguido a través dela mecanización y el de tierra gracias a innovaciones biológicas oquímicas.

La mecanización agraria, en cuyo desarrollo y aplicación fueronpioneros los Estados Unidos, ha estado condicionada por la disposi-ción relativa de factor trabajo, su precio y lógicamente también eldel resto de los factores productivos16z. En el caso de Aragón hemosabordado conjuntamente la difusión de máquinas con otros instru-mentos agrícolas. En este sentido destaca el grado de mecanización

161. Y. Hayami y V. Ruccan (1971), p. 26 y ss.162. Ha sido señalado hasta que punco la disposición de cierra y escasez de crabajo en los

Escados Unidos decerminó el cipo de mecanización agrazio que cuvo lugaz. Es decir como éscarespondió a las caracteríscicas concrecas de dicho país. Vid. W. N. Parker y J. L. Klein(1966a984) y H. J. Habakkuk (1962:1977).

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alcanzado en Huesca y Zaragoza, importante en el conjunto españolaunque pequeño comparado con otros paises europeos más avanza-

dos. Dicha mecanización tuvo gran importancia en el caso de la

siega y menos en la trilla163, aunque también en esta labor era supe-rior lo logrado en Aragón que en el resto de España. En el caso de latractorización, ésta era todavía incipiente, aunque se marchaba tam-

bién a la cabeza de España.

Zaragoza y Huesca, por este orden, eran las provincias quemás intensamente habían mecanizado su agricultura, mientras

que lo conseguido por Teruel solió estar por debajo de la media es-pañola. Dicha mecanización, que tuvo lugar en las llanuras cerea-listas de Zaragoza y en la mitad meridional de Huesca, se desarro-lló fundamentalmente en el primer tercio del siglo XX, sin quepodamos establecer su calendario exacto. Se ha resaltado ya que la

evolución de los salarios y la escasez de mano de obra en ciertosmomentos cruciales de las labores agrícolas, tuvieron que ser losfactores determinantes de la mecanización, que sólo fue posibleuna vez que concurrieron otra serie de elementos, como fueron laexpansión de la producción de cereales a partir de la segunda dé-cada del siglo, el proceso de industrialización que tuvo lugar en

España en aquellos años y cuyos focos más próximos eran Barce-lona y Zaragoza, la.capacidad de esta última ciudad para producirciertas máquinas agrícolas, ensamblarlas y repararlas, y la propiadisposición favorable a la mecanización del terreno. El tamaño delas explotaciones y la potencialidad económica de los agricultoresdebieron determinar en una misma zona las posibilidades de ad-

quisición de la nueva maquinaria.

En cuanto a las innovaciones biológicas y químicas que mejoraron

la producción y rendimientos de la cierra, éstas se pueden reunir si-guiendo el esquema propuesto por Hayami y Ruttan en tres grupos^^:

163. Parker y Klein han puesto de relieve la gran impottancia que a la mecanización deambas faenaz correspondió en el crecimiento de la productividad del trabajo en Estados Uni-dos en la segunda mitad del siglo XIX, por lo que aFirmaban que «el énfazis que se ha puestotradicionalmente en la segadora y en la trilladora no es erróneo», cfr. W. N. Parker y J. L.Klein (1966:1984), p. I26,

164. Y. Hayami y V. Ruttan (1971), p. 51.

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a) Las referidas al desarrollo de los recursos de agua y tierra paraproporcionar a las plantas un medio satisfactorio para su creci-miento.

En nuestro caso aquí podríamos incluir la intensificación del re-g^iclío, especialmente por la posibilidad que brindaba para podet cul-tivar ciertas plantas una vez que dichos regadíos eran rransformadosde eventuales en permanentes, como tendió a ocurrir en el conjuntoaragonés en el primer tercio del sigló XX, especialmente en la pro-vincia de Zaragoza, y sin la cual no hubiera sido posible el desarrollodel cultivo de la remolacha. La puesta en regadío eventual de nuevastierras, como ocurrió en Huesca, aunque no implicaba un sustancialcambio en su agricultura, al menos permitía un incremento de losrendimientos en las nuevas tierras irrigadas. La propia expansión delregadío sólo pudo lograrse merced a la intervención del sector públicoen la mayotía de las obras hidraúlicas de importancia realizadas enAragón y al concurso de los particulares que debían realizat tambiénciertos trabajos para poder aprovechar aquéllas.

También encajarían perfectamente en este tipo de innovacioneslas nuevas rotaciones que permitían un cultivo más intensivo o eluso de algunos aperos cuya utilización tenía como consecuencia un

aumento de los rendimientos al perfeccionarse las labores dadas a latierra. Este último era particularmente el caso de los arados moder-nos que desde finales del siglo XIX se difundieron de forma extra-ordinaria por Aragón, que en 1932 contaba con una de las mejoresratior de hectáreas cultivadas por arado moderno de España.

b) Las destinadas a la modificación del medio, añadiendo nu-trientes orgánicos o inorgánicos para estimular el rendimiento delas plantas, así como el uso de medios químicos o biológicos paraproteger las plantas de las plagas y enfermedades.

En este apartado lo más notable fue la difusión del empleo deabonos inórgánicos. Si a comienzos del siglo XX éstos apenas se ha-

bían comenzado a usar, en la década de los treinta había experimen-tado un notable crecimiento su adición a la tierra, especialmente enla provincia de Zaragoza, y en mucha menor medida en Huesca y

Teruel. Su importancia como elemento fertilizante en la agricultura

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aragonesa fue realzada por el bajo crecimiento en el uso de abonos

orgánicos como consecuencia del pobre aumento de la cabaña gana-

dera aragonesa.

Aunque en algunos cultivos los productos químicos fueron am-

pliamente usados en la lucha contra enfermedades y plagas, como es

el caso del viñedo, en otros su importancia fue menor y su momento

de gran expansión vendría tras la guerra civil.

c) Por último hay que referirse a la selección y desarrollo de

nuevas variedades adaptadas al medio, más productivas, inmunes o

resistentes a ciertas enfermedades.

Son de destacar en este sentido los procesos de selección de se-

millas, que como se ha visto tuvieron alguna impottancia en el

trigo, destacando en esta actividad la labor de los centros públicos

de investigación. Además hay que destacar el interés de los agricul-

tores por seleccionar sus propias semillas o adquirirlas de la mejor

clase posible. También en otros cultivos hubo cambios en las varie-

dades como en el viñedo con la difusión de la garnacha, variedad de

la vid más resistente al oidium, o los portainjertos americanos in-

munes a la filoxera. En este último caso hay que destacar el hecho

de que el mencionado cambio era la única posibilidad para los viti-

cultores de continuar con esa actividad.

EI cambio técnico estuvo impulsado en algunas ocasiones no

sólo por la necesidad de ahorrat tierra o trabajo, sino por la de adap-

tat la producción a la demanda. Así por ejemplo, los cambios en las

variedades de remolacha respondían a las exigencias de las fábricas

que buscaban la máxima riqueza sacarina, o los de las variedades de

olivos a las exigencias de los mercados exteriores que pedían un pro-

ducto de mejor calidad. También se ha tratado el caso de los cam-

bios en la elaboración de dos productos finales: el vino y el aceite.

En el primer caso no existió un estímulo desde el mercado para mo-

dernizar su elaboración, por cuanto el vino aragonés era utilizado

sobre todo para la realización de coupage.r, por lo que se continuó con

métodos tradicionales; en cambio, en el aceite, las exigencias de un

producto de calidad determinaron una importante modernización

del sector, especialmente en la molienda y el prensado.

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También podrían incluirse en este apartado cambios en el sector

ganadero. Así, la demanda de leche desde los centros urbanos deter-

minó un proceso de importación primero y selección y adaptación'

después, de razas vacunas lecheras. En el caso de la ganadería ovina

la especialización en la producción de carne de primera calidad su-

puso una completa transformación de la composición de la cabaña

ganadera y del tipo de actividad hasta entonces desarrollada.

Hubo además ciertos cambios en el uso del suelo que tuvieron

como consecuencia importantes transformaciones técnicas de im-

portancia. Para Aragón es paradigmático el caso de la remolacha

azucarera, muy exigente en abonado, arados que labrasen con pro-

fundidad, agua y buenas labores. Similar sería el caso de la expan-

sión cerealista del primer tercio del siglo XX, imposible de llevar a

cabo sin el concurso de nuevos medios técnicos, como arados y abo-

nos químicos; o el de los viñedos reconstituidos necesitados tam-

bién de mejores cuidados y abonos.

Muchos de los cambios que se han estudiado vinieron impulsa-

dos o favorecidos desde el sector público. En nuestro caso, la adapta-

ción del cultivo de la remolacha azucarera al valle del Ebro, la ob-

tención de portainjertos para la reconstitución del viñedo y la

enseñanza de las técnicas que llevaba aparejada aquélla, la contribu-

ción a la difusión del uso racional de los abonos químicos y minera-

les, la ayuda a la transformación del secano en regadío, la selección

de semilas y la introducción de nuevas rotaciones, serían algunos de

los casos que se han visto que podrían incluirse en esta aportación

del sector público. En el mismo sentido habría que entender la con-

tribución pública a la lucha contra las plagas y enfetmedades, como

por ejemplo la langosta o la filoxera.

Parece intuitivamente claro que pese a la escasez de los recursos

dedicados, el beneficio social fue alto. En otros lugares en los que ha

podido medirse el rendimiento de la inversión pública en la investi-

gación agraria, como es el caso de la experimentación y difusión del

maíz híbrido en los Estados Unidos, los resultados han mostrado

precisamente una alta tasa de rendimiento, lo que no quiere decir

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que siempre haya ocurrido así^^s. En todo caso la experiencia de di-

versas zonas muestra que la inversión pública en investigación agra-

:r•ia, .en aquellos países que experimentaron una profunda moderni-

zación de su agricultura, fue un claro instrumento para conseguir

ésta^^.

A lo largo de las páginas anteriores ha quedado claro cómo encasi todos los aspectos estudiados, la provincia de Zaragoza destacónotoriamente sobre las otras dos aragonesas, y cómo muchos de losavances que en éstas se lograron tendieron a concentrarse en sus me-

jores zonas. Puede decirse por ello que el cambio tecnológico tendióa concentrarse en las comarcas más avanzadas, acentuando en conse-cuencia los desequilibrios territoriales, y aunque ello no ha sido ana-lizado, no parece extraño pensar que también los agricultores econó-micamente más fuertes tendieron a beneficiarse en mayor medida

del proceso de cransformaciones técnicas.

Esta influencia del cambio tecnológico en el incremento de losdesequilibrios territoriales había sido ya señalada hace bastantesaños para otros lugares, como por ejemplo en el caso de los Estados

Unidos por Z. Griliches:

«Por lo tanto, es posible que el cambio tecnológico tienda aacentuar las disparidades regionales en cuanto a los niveles de in-greso y las tasas de crecimiento. Además, esta tendencia se refuerzapor la economía del proceso de innovación, según la cual las técni-cas nuevas se aportan a las áreas `buenas' antes que a las áreas `malas'

, y las técnicas nuevas se aceptan con mayor rapidez en las áreas

`buenas'. Una diferencia de esta clase puede causar por sí misma di-ferencias regionales a largo plazo en los niveles de ingreso. Las clasesde inventos que obtenemos, y el proceso de su distribución, puedenconducir a un agravamiento del ya grave problema de las diferencias

regionales en los niveles de ingreso y de crecimiento»16^.

165. Z. Griliches (1958).166. Y. Hayami y V. Ruccan (1971), pp. 136 y ss.167. Z. Grilíches (1960), pp. 212-213.

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