CAPITULO VII LA CULMINACION DEL PROCESO … · cialmente, de la presencia de espacios agrícolas...

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CAPITULO VII LA CULMINACION DEL PROCESO DESVINCIJI.ADOR, 1836-1860. EL CA..SO DE MURCIA Y LORCA ( 2) Los resultados obtenidos a partir de los datos presenta- dos en el cuadro 1.VI, donde se resume el alcance del pro- ceso desvinculador en la mayor parte de los municipios murcianos, confirma la tremenda distancia existente entre el impacto del fenómeno en las comarcas que hemos denomi- nado «centrales» y las «periféricas». Las cantidades invertidas eñ la compraventa de tierras por determinados colectivos pertenecientes a las primeras se aproxima a160 % del monto total a que ascendieron las transacciones, y otro tanto sucede con la masa de bienes implicada. Por tanto, la incidencia del trasiego de fincas sobre las economías respectivas hubo de ser muy superior en ellas, así como las oportunidades ofreci- das para la constitución de patrimonios ex novo. Incluso con- viene atender a las posibles repercusiones del proceso en la economía regional globalmente considerada, precisamente a causa de ese carácter «central» al que aludíamos. Huelga decir que estos apelativos no son en absoluto geográficos, sino histórico-económicos, queriendo significar con su uso el hecho de que la evolución experimentada a lo largo de los períodos moderno y contemporáneo convirtió a la costa y a la depresión prelitoral -donde están ubicadas la capital y Lorca- en la zona nuclear del antiguo reino, mientras que las restantes comarcas se desarrollaban a un ritmo más lento. Al final de dicha evolución, ya en el siglo ^c, Murcia y Carta- 177

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CAPITULO VII

LA CULMINACION DEL PROCESODESVINCIJI.ADOR, 1836-1860.

EL CA..SO DE MURCIA Y LORCA ( 2)

Los resultados obtenidos a partir de los datos presenta-dos en el cuadro 1.VI, donde se resume el alcance del pro-ceso desvinculador en la mayor parte de los municipiosmurcianos, confirma la tremenda distancia existente entre elimpacto del fenómeno en las comarcas que hemos denomi-nado «centrales» y las «periféricas». Las cantidades invertidaseñ la compraventa de tierras por determinados colectivospertenecientes a las primeras se aproxima a160 % del montototal a que ascendieron las transacciones, y otro tanto sucedecon la masa de bienes implicada. Por tanto, la incidencia deltrasiego de fincas sobre las economías respectivas hubo deser muy superior en ellas, así como las oportunidades ofreci-das para la constitución de patrimonios ex novo. Incluso con-viene atender a las posibles repercusiones del proceso en laeconomía regional globalmente considerada, precisamentea causa de ese carácter «central» al que aludíamos. Huelgadecir que estos apelativos no son en absoluto geográficos,sino histórico-económicos, queriendo significar con su usoel hecho de que la evolución experimentada a lo largo de losperíodos moderno y contemporáneo convirtió a la costa y ala depresión prelitoral -donde están ubicadas la capital yLorca- en la zona nuclear del antiguo reino, mientras quelas restantes comarcas se desarrollaban a un ritmo más lento.Al final de dicha evolución, ya en el siglo ^c, Murcia y Carta-

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gena concentraban las densidades humanas y la proporciónde rentas ^ier capita más elevadas de la región (1).

Antes de comenzar a exponer lo sucedido entre 1836 y1860 en las dos entidades que figuran en el epígrafe del capí- ,tulo, es necesario advertir la imposibilidad de separar el estu-dio del proceso desarrollado en su propio suelo del relativo aAguilas y Cartagena. Tal circunstancia obedece a una prác-tica económica muy extendida entre los individuos acomo-dados de ambas ciudades portuarias, consistente en lainversión preferente de sus caudales en fincas ubicadas en lostérminos de las dos aglomeraciones vecinas, a causa, esen-cialmente, de la presencia de espacios agrícolas mas renta-bles en estas últimas -las huertas del Segura y el Guada-lentín-. El fenómeno es aún más visible en el caso de Agui-las, emancipada en fechas muy tardías (1834) del gran muni-cipio lorquino, a consecuencia de lo cual los lazos existentesentre los dos núcleos de población eran todavía muy estre-chos (2). Si por, un lado, los oligarcas de la ciudad madreconservaban grandes fincas en la Marina, por otro los princi-pales comerciantes de origen aguileño solían residir en laantigua cabeza de partido y abrir tiendas en ella. En ocasio:.nes, incluso, la «casa» o establecimiento mercantil central seubicaba en Lorca, de mayor envergadura urbana y másempaque social.

El sistema seguido para estudiar las peculiaridades de ladesvinculación en los municipios situados en esta vasta zona-supone e133 % de la superficie regional- no difiere esen-cialmente del aplicado a los analizados anteriormente. Sinembargo, dado el volumen alcanzado por las transacciones

(1) M. T. Péat:z Ptcnzo: «El modelo de creámiento contemporáneo murciano.Una perspectiva histórica (1750-1980)». Papeles de Economía española Serie Economía

de las Camunidádes Autónomas. Murcia. 1989, pp. 3- 20.

(2) La construcción del puerto de S. Juan de las Aguilas se había iniciado bajoel reinado de Carlos III, generando a su alrededor un núcleo de población cuyoshabitantes se incrementaron rápidamente a fines del xvttt, en gran parte a conse-cuencia de las roturaciones de los campos circundantes. Pese a ello, el Ayunta-miento de Lorca se opuso tenazmente hasta el final del Antiguo Régimen a todoslos intentos de emancipación.

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en ellos, hemos considerado pertinente descender al detalley seguir la evolución cronológica de la demanda de los distin-tos tipos de bienes vendidos (fincas de secano o de regadío,porciones de agua...). Posteriormente, se procede a evaluar elreparto de la tierra enajenada entre las diversas categoríassociales, procurando conectar el esquema resultante con larealidad económica de estos espacios en las décadas centra-les del xtx.

VII.1. El movimiento de enajenaciones en la capital ysus implicaciones socio-económicas

Obsérvese, aparte de la marcha ascendente de las operacio-nes, que ya conocemos, el progresivo incremento de la pro-porción de tierras desvinculadas sobre el total de lasvendidas, que raramente desciende por debajo de la tercerapane en ninguno de los años afectados. Esta movilización deun factor productivo hasta ahora semibloqueado, constituyeun buen indicador de la aceptación del concepto de propie-dad privada plena; de hecho, la rapidez con que tuvo lugardemuestra hasta que punto la idea ya estaba afianzada en lamentalidad colectiva de los propietarios. Si además separáse-mos las fincas de regadío de las de secano, el porcentaje subi-ría del 33 al 50 %, como corresponde a la gran extensiónalcanzada por la propiedad vinculada en la huerta. Asi-mismo, la parte concerniente a las parcelas ubicadas en estaúltima crece con más celeridad que la relativa a las grandesexplotaciones de secano. En ello influyeron también las pre-ferencias inversoras de los adquirentes ya que, como vere-mos, la minoría de grandes comerciantes se volcarondecididamente a favor de la compra de explotaciones deregadío. Resulta significativo al respecto que el único año enel cual se dispara la canŭdad de hectáreas de secano vendidas(1857) a causa de la enajenación de la gran finca «La Zar-za» (3), su comprador fuese un miembro de la nobleza, el

(3) Ubicada en las diputaciones rurales de Cañada Hermosa y Barqueros,

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Cuadro 1EVOLUCION DE LAS TRANSACCIONES EN MURCIA, 1836-1860

AHos Regadío (T.)^ Secano (Ha.) Total (Ha.)% totaltienas

vendidasCapita[es (r.v.)

1836 ]08 - 12 11 22.8217 617 127 199 33,5 554.9388 510 224 284 19,63 689.8559 1.108 124 943 38,22 769.880

1840 579 31 99 34,66 568.6491 1.439 90 260 31,92 1.159.3792 1.137 370 504 39,66 1.246.4013 380 780 883 41,54 1.255.0144 592 14 84 25,5 555.9715 735 880 967 45,19 1.292.3776 608 1.090 1.262 25,82 807.4177 931 170 279 58,84 1.544.0138 1.297 223 376 55,22 2.096.8029 768 356 447 41,95 1.122.044

1850 1.434 97 266 47,00 1.640.4891 884 201 305 43,56 1.408.3292 971 943 955 63,23 1.305.9298 568 626 693 58,25 1.079.7004 722 - 85 26,00 724.5275 1.819 328 543 52,92 2.104.5036 430 701 751 24,06 904.4497 1.008 11.970 12.089 28,00 2.248.8088 730 414 560 37,18 1.785.9479 755 684 773 41,36 1.727.970

1860 727 977 1.063 35,91 1.606.666

Total ^ 21.357 21.420 24.024 - 80.372.372

Fuente: Libros del Registro antiguo de hipotecas, V. 87 a 131. A.H.P.M.Elaboración propia.(a) Se ha respetado la medida tradicional del regadío en tahúllas (1 T= 0,118 Ha.),aunque en la suma total de cada año se transforman en hectáreas para poder seguirla evolución de conjunto.

constituye un auténtico latifundio de 5.940 Has. integrado en los mayorazgos del

Marqués del Campillo. Había sido adquirida primero por los descendientes delConde de Floridablanca y después por nuestro personaje, que pagb por ella280.000 reales. A. H. P. M. Libro 123 del Registro de Hipotecas, fol. 119.

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Marqués de Camachos y no un representante del capitalmercantil.

L.a distribución de este contingente de tierras, entre lasdistintas categorías sociales, puede ser resumida comosigue:

cuadro 2REPARTO DE IAS SUPERFICIES VENDIDAS (9b7 EN MURCIA Y CARTAGENA

MURCIA

Oligarqttía ComtrciantcsPcgu. clasc

media uróana^yradares

TolalHa.

N.° miembras % Núm. % Núm. % Núm. %

Comprddores. S2 8,31 96 24,95 53 13,76 204 53 385Superficies ven-didas ......... 7.478 31,12 9.756 40,60 2.042 8,49 4.748 19,79 24.024

CARTAGENA

Compradores .. 4 2,01 58 29,14 59 29,64 78 39,31 199Superficies ven-didas .......... 712 15,31 1.949 41,91 872 18,75 I.I17 24,05 4.650

A1 comparar este esquema con los expuestos en el capí-tulo anterior se observa, en primer lugar, el descenso experi-mentado por los porcentajes alusivos a los miembros de laoligarquía y el ascenso paralelo de los pertenecientes a loscomerciantes y, lo que es más importante, el incremento dela cantidad de tierras retenida por este segundo colectivo. Deesta manera, el capital mercantil se coloca en cabeza, lo quehasta. ahora no había sucedido en ningún caso. Asimismo,aumenta la participación dé la pequeña clase media urbana,aunque no la suma total de fincas conseguidas por ella. Encambio, las magnitudes referentes a los labradores son simi-lares a las de Caravaca y a las que muestran los municipiosubicados en la Vega Alta del Segura.

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En suma, se trata de un reparto menos polarizado y másrico en matices que el que caracterizaba a los modelos hastaahora estudiados, y que resulta aún más visible en el caso deCartagena que en el de la capital. El fenómeno es coherentecon la envergadura urbana de los dos núcleos de poblaciónconcernidos, reiteradamente señalada, y con la existencia enambos de un porcentaje relativamente alto de activos adscri-tos a los sectores secundario y terciario. Además, tanto la ciu-dad portuaria como Murcia disfrutaban de una actividadmercantil bastante intensa desde el siglo xvl, actividad cuyopeso absoluto y relativo se incrementó considerablementeen la segunda mitad del xv^li (4), al calor de la coyunturaalcista. La acumulación que ello permitió a los individuosintegrados en el sector se vio reforzada tanto por la gran irra-diación espacial de las áreas comerciales correspondientes alas precitadas aglomeraciones como por el tamaño e impor-tancia de los establecimientos mercantiles ubicados enellas.

Sin embargo, pese a esta atenuación del esquema bipo-lar, se siguió produciendo la concentración en pocas manosde las tierras obtenidas mediante las operaciones de compra-venta. Es decir, como de costumbre, su reparto no fue iguali-tario entre los componentes de cada grupo social, espe-cialmente en el caso del bloque de grandes propietarios deorigen noble y en el de los comerciantes, y algo menos en elde los labradores. De hecho, poco más de docena y media depersonas de esta triple adscripción social consiguieron aca-parar, según mis cálculos, la mitad de las propiedades vendi-das, como veremos seguidamente. Las proporciones respec-tivas (un 4,93 % de compradores para un 52,55 % de la tierra)se aproximan a los resultados a que se llega en Egipto a

(4) M. T. PéxEZ Ptcwzo: «El comercio murciano en la segunda mitad del xv^u».Art. cit., pág. 128. Los indicadores que he utilizado en este trabajo me permitencalcular los índices de incremento del comercio intraregional, que ascienden a 300en la mayoria de los municipios murcianos, 500 en la capital, 850 en Cartagena y1.000 en Lorca.

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mediados del x[x después del establecimiento del régimende concesiones en 1837 y 1846 (5). Y los paralelismos no ter-minan aquí.

Comenzando por la oligarquía, de la lista de 32 nombresque componen la nómina de adquirentes los cinco primerosacapararon e185 % de las tierras atribŭidas al grupo, es decir,6974 Has. Se trata, por orden decreciente, del Marqués deCamachos, Francisco Melgarejo Flores, el Conde del Vallede S. Juan, el Marqués de Corvera y Joaquín Fontes Fernán-dez de la Reguera. El primero destaca ampliamente sobre losotros, ya que se queda con 5940 Has. de secano (la finca de«La Zarza») y 59 de regadío (500 tahúllas), con una inversiónglobal de 999.350 reales, a los que debemos añadir los108.311 que pagó por 540 Has. ubicadas en el término deCartagena. Los cuatro restantes distribuyen también suscompras entre ambos espacios agrícolas: 197 Has. en elcampo y 97 en la huerta (822 tahúllas). En cuanto a los demásmiembros del colectivo, sólo retienen pequeñas porcionessituadas indistintamente en los dos espacios en cuestiónpero, a diferencia de los anteriores, sus objetivos primordia-les no son ya la inversión ni la ampliación del patrimonio,sino el aprovechamiento de alguna oferta ventajosa y elredondeo de las grandes fincas de secano.

La personalidad y las actividádes de Pedro Rosique Her-nández, marqués de Camachos, requieren un análisis másdetenido, ya qué sus atributos lo sitúan de lleno dentro deltipo del «notable» liberal, con alguno de cuyos representan-tes nos hemos tropezado páginas atrás. A1 igual que sushomónimos, el marqués aprovechó a fondo los procesos dedesvinculación y de desamortización para enriquecerse.Respecto a esta última, aparece como un activo compradorde Bienes Nacionales, formando parte de una sociedad quese adjudicó varios conventos y sus huertos en la ciudad deMurcia, obteniendo grandes beneficios en la operación.

(5) TH^ex2v RuF. Hŭtoire contemporaine de ['agricultre egyptienne. Ed. de 1'Ors-trom, París, 1988; PP. 188-189,

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Según P. Segura, adquirió, entre 1836 y 1845, 338 Ha., conun valor nominal de 482.000 reales, y en 1856 invirtió669.760 más, sobre todo en tierras y aguas de Librilla (6).Asimismo, no de§deñaba la colocación de sus capitales enotros sectores económicos como la minería, pero, a diferen-cia de la mayoría de los miembros de su grupo social, que nosuelen intervenir directamente en los negocios, el aristócratacartagenero actuó como promotor, presidiendo personal-mente diversas compar"Iías mineras ubicadas en el campo deCartagena (7), comportamiento que repite en la empresa dearrendamiento de la plaza de toros capitalina. Su espíritu deiniciativa y su identificación con los grandes debates econó-micos del periodo se perciben en el decidido apoyo prestadoa la construcción del ferrocarril de Albacete a Cartagena, delque fue promotor.

Simultáneamente, nuestro personaje protagonizó unaagitada vida política, en esta ocasión desde las filas .del par-tido progresista (del que fue jefe provincial), primero, ydesde las del demócrata después. Con esta militancia loencontramos desempeñando los papeles más relevantesdurante el segundo tercio del xlx: Alcálde de Murcia, Dipu-tado a Cortes en varias ocasiones, Presidente de la Diputa-ción provincial, de la Junta Revolucionaria en 1854,Gobernador Civil en 1856 y senador en 1860. Estamos, pues,ante un hombre procedente de la pequeña nobleza urbana,que había interiorizado plenamente los valores liberal-burgueses, a la luz de los cuales debe ser contemplado. La

(6) P. Secuxn ARTEGO: aUn caso específiCo de Desamortización en la regiónmurciana: los derechos de aguas de riegon. En desamortización y Hacienda pcíblica,Tomo II, I. E. F., Madrid, 1986; pp. 233-254.

(7) Especialmente, destaca su labor al frente de la Sociedad aEl Truenon, cons-tituida en 1851 para explotar una serie de yacimientos de plomo y hierro en elcabezo del Sancti Espíritu, cuyas acciones duplicaron su cotización entre 1851 y1870. Asimismo actuó como promotor en la sociedad aGuerran instalada en Perínpara la extracción del cobre ( 24-marzo-1857), adquiriendo la mayor patte de sus42 acciones (A. H. P. M. Esc.^ Juan de la Cierva y Soto, P. ]0.093 a]0.040). En ladécada 1850-1860 el Marqués de Camachos especulaba con las acciones de diver-sas compañías mineras, obteniendo notorios beneficios.

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estructura del inventario post mortem de sus bienes refleja muybien esta trayectoria vital (8): de los 10.438.604 reales en quese valoraron, el 75 % correspondía a las fincas vinculadas(rúsŭcas y urbanas) heredadas por el marqués y su esposa,mientras que el otro 25 %-es decir, 2.611.896 reales-estaba consŭtuido por las diversas adquisiciones realizadaspor aquél a lo largo de su apretada biografia. Un 63 % dedicha cantidad se había invertido en bienes raíces y un 37 %en bienes muebles, estos últimos integrados por un buenpaquete de acciones mineras y otro aún mayor de valoresdel Estado. .

Entre los cuatro oligarcas que siguen en la lista al mar-qués de Camachos, merece la pena detenerse, siquiera seasoméramente, en el marqués de Corvera y los condes delValle de S. Juan, aunque por disŭntos motivos. El primero,pese a protagonizar una carrera política aún más brillanteque la de Pedro Rosique (Diputado a Cortes, GobernadorCivil, Ministro de Fomento en 1861), no nos interesa aquípor este motivo, ya que, dada la multiplicación de ejemplosen este sentido no añade nada a la caracterización del grupo.La ejemplaridad del personaje reside, más bien, en la actitudque adopta a lo largo de los dos pleitos suscitados contra élpor los habitantes de la villa de Coŭllas, de la que eraseñor (9). Sus antiguos vasallos pretendían dejar de pagar losderechos a que estaban obligados, alegando el origen juris-diccional de los mismos (10), mientras que el marqués,como en tantos casos similares repartidos por la geografia

(8) A. H. P. M. Esc.^ Juan de la Cierva, 23 de junio de 1879, P. 10.967.

(9) La documentación del primero, habido en 1837, se conserva en el Archivo

Histórico Nacional, Consejos, Leg. 24.615. La del segundo (1.868-69 y 1.873-74),en el Archivo Municipal de Mula, bajo el siguiente epígrafe: Pleito del MarquEs de

Corvera con fos aecinos y^iropietarios de CotiUas (1873-1874) por impago de[ seteno y

demds derechos.(10) Se trataba del censo a parición de frutos, teniendo que pagar 1/7 de las

cosechas en la huerta y 1/10 en el campo, lo que resultaba bastante oneroso paralos campesinos. Asimismo, el marqués tenía derecho a disfrutar de las ayerbasndel término, soliendo arrendarlas a algún ganadero. En 1874, este conjunto dederechos reportaba 8.726 ptas. anuales

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española, sostenía que el señorío era territorial y solariego y,por ende, identificable a la propiedad privada plena.

Ambos pleitos son sumamente ilustrativos sobre las con-tradicciones existentes entre los últimos vestigios de los dere-chos de propiedad feudales y los nuevos de tipo burgués (11).Aquéllos están representados aquí por los censos a particiónde frutos, que los abogados del aristócrata murciano presen-taban como un canon a pagar por los campesinos en tantoque colonos en tierra ajena, definiendo el estatuto del anti-guo titular del señorío con el eufemismo de «dominiodirecto y condominio del útil». Estos se encarnan no tanto enlos precitados campesinos como en los nuevos propietarios,procedentes de la capital, que habían adquirido fincas enCotillas a raíz de la desamortización, como en el caso de JoséM.a Estor, dueño de 1.200 tahúllas (el 17,3 % de la pequeñahuerta de la localidad). Una vez hecha la inversión, Estor ylos demás compradores .se encuentran con que no puedenexigir a los arrendatarios rentas altas a causa del peso econó-mico ejercido sobre ellos por las indicadas cargas ni tampococercar sus propiedades debido al derecho de yerbas. Conse-cuencia: en lo sucesivo, los pleitos estarán inspirados y finan-ciados por el colectivo y, especialmente, por Estor, en cuyosalegatos se califica este último derecho de «servidumbre» y lapartición de frutos de «abuso feudal», invocando la «librepropiedad ordenada por la naturaleza». Dada la posición delmarqués, inútil es decir cuál fue el desenlace del conflicto, nodejando de ser aparentemente paradójica la actuación de unpolítico que en su discurso y en su práctica de gobierno sirvela causa de la revolución burguesa, pero que la desvirtúacuando sus intereses están en juego. En realidad, no hay talparadoja, puesto que la revolucióñ burguesa española, comotodo el mundo sabe, fue el resultado de una serie de pactosexpresos y tácitos entre las diversas clases y fracciones de

(11) Vd el recién publicado trabajo de A. GtL OLCINA-G. CANALES; RC52-

duos de propiedad señmial en España. Perduración y ocaso en el Bajo Segura. Alicante, Insti-

tuto Juan Gil Albert, 1988.

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clase, de los que el ejemplo presentado da cuenta de formaacabada. D. Rafael de Bustos, marqués de Corvera, podíaestar de acuerdo con la liberalización de la propiedad si ellole facilitaba la adquisición de fincas desvinculadas o de Bie-nes Nacionales a buen precio, pero no estaba dispuesto aceder ni un ápice de los beneficios económicos derivados delejercicio señorial.

Pasando a la familia de los condes del Valle de S. Juan,estuvo representada a lo largo del periodo que nos ocupa pordos individuos distintos, padre e hijo, cuya estrategia econó-mica no pudo ser más opuesta. El primero, José M.a Melga-rejo y Salafranca, llevó a cabo una gestión del patrimoniobastante desordenada, deshaciéndose en poco tiempo de913 tahúllas en la huerta de la capital y adquiriendo a cambiouna extensa finca ubicada en el Campo de Cartagena -elAlbujón- perteneciente a los Trinitarios (12). El segundo,José Tomás Melgarejo y Musso, recupera la mayor parte delas parcelas vendidas por su antecesor y les añade 329 tahú-llas más, todas ellas procedentes de distintos vínculos, aménde 50 Has. de secano en las inmediaciones de su gran finca«Roda» (13): de esta forma, el enorme patrimonio familiarcuyas dimensiones ya conocemos permaneció incólumehastá.comienzos del siglo ^cx. Pero, además, nos encontra-mos ante uno de los grandes propietarios que colaboraronmás decididamente a la modernización de la agriculturaregional, tanto en lo relativo a la sustitución de cultivos -talade moreras y plarltaciones de naranjos en las explotacionesde regadío de la capital; difusión del olivo y la vid en las fincas

(12) A. C. V. S. J. Calasparra. Fondos de Murcia, Caja XXXVI José M.a Melga-rejo y Salafranca tuvo una biografía muy agitada, tanto en lo personal como en lopolítcio. Formó una familia al margen de la propia y panicipó en el movimientoespanerista habido en 1844 en Alicante y Car[agena, episodio este último que leobligó a eaciliarse y a fijar su residencia en París, donde falleció. La venta de fincasbien cotizadas tenía como objetivo fundamental proporcionarle la liquidez sufi-ciente para comprar otras que no entrasen en la herencia forzosa de su únicohijo legítimo.

(1 S) A. C. V. S. J. Calasparra. Fondos de Murcia, Caja XXXVII.

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del campo (14)- como la introducción de inputs, especial-mente abonos nitrogenados en los arrozales de Calas-parra.

Esta diversidad de comportamientos nos pone en con-tacto con la otra cara de la moneda en lo referente a las estra-tegias económicas de la oligarquía, es decir, con aquellascuyo desenlace iba a ser la venta masiva de una parte sustan-cial del patrimonio en bienes raíces. Entre las familias queadoptaron dicho patrón de conducta es preciso, sinembargo, diferenciar dos grupos muy distintos. Por un ladoaparecen una serie de linajes cuyos titulares se habían desa-rraigado ya a fines el xviil o van a hacerlo ahora: unos y otrosprocederán en los su ŭesivo a liquidar sus intereses murcia-nos, ya que su administración les resultaba difícil y costosa.Algunos lo hicieron con celeridad, como el duque de S. Fer-nando, los condes de la Concepción y de Poblaciones y elbarón de Albalat (15); otros, de manera paulatina, como elmarqués de Fontanar (que había concentrado los patrimo-nios de los marqueses de S. Mamés y el conde de Balazote) yel de Espinardo. En estos casos, pues, la liquidación de la for-tuna territorial no obedece al mito del «noble ocioso y absen-tista», sino a la aspiración, bastante racional por cierto, aagrupar lo más posible las fincas y posesiones. Por otro lado,figuran también un bloque de familias obligadas a venderpara pagar sus deudas. Algunas estaban endeudadas desdefinales del Antiguo Régimen, como el marqués de Beniel, y

(14) A. C. V. S. J. Calasparra. Fondos de Murcia, Caja XXX. Cuentas Genera-les. Entre 1850 y 1870, el Conde del Valle invirtió 116.300 reales en la fincaaBelén», dinero destinado a excavaz una galería para buscar agua y a plantar parra-les; simultaneamente, inviette otros 45.800 en la siembra de almendros y olivos enlas fincas «Roda» y uBuena Vista».

(15) El duque de S. Fernando vende 260 tahúllas en la huerta, el Conde Pobla-ciones 362 y el de la concepción 215. En cuanto al bazón de Albalat - [itular de losvínculos del antiguo linaje murciano de los Saavedra-, liquida prácticamente elextenso patrimonio que poseía en el secano: 329 hectareas divididas en diversasexplotaciones en Cañadas de S. Pedro y dos enormes fincas ubicadas en la Marinadel Mar Menor, denominadas, respectivamente, aTorre de la Marinan, de 460 hec-táreas, y aTorre Mochuelan, de 456, ambas adquiridas por sendos comerciantescartageneros.

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otras empiezan a solicitar préstamos a partir del Trienio,como el marqués de la Corona, el conde de Campo Her-moso, los Zarandona y Juan Rejón de Silva (16), el cual habíallegado a un acuerdo con el comerciante Agustín Braco paraque le adelantase 200.000 reales a cuenta de la venta de diver-sos bienes vinculados, de cuya operación se hizo cargo elpropio Braco (17).

Abordamos así por vez primera una de las implicacionesmás importantes de la liberalización de la propiedad: eldesarrollo del crédito hipotecario. La pleria disponibilidadde los propios bienes garantizó y accionó la circulación delcapital de préstamo, productor de interés, dado que las fin-cas rústicas y urbanas, libres ya de vínculos y derechos seño-riales, podían ser utilizadas como prenda para establecerhipotecas. Pero para ello, tanto los oligarcas enumeradoscomo otros muchos menos conocidos tenían que recurrir alúnico colectivo que disporiía de liquideces: los comerciantesy los comerciantes-banqueros. Así, el marqués de Benielpide préstamos a.Joaquina Guirao y a Manuel Alarcón, JoséZarandona, a Damián Almansa, Rejón de Silva a AgustínBraco; el conde de Campo Hermoso a José Mazón y Franco,etc. En muchos casos, el impago de la suma adeudada será lavía por medio de la cual el acreedor acceda a la propiedad dela finca hipotecada.

Continuando, pues, nuestro análisis con la panicipacióndel nutrido grupo de representantes del capital mercantil, elhecho más característico con el que nos encontramos es conun acaparamiento de tierras casi tan importante como elhabido en el caso de la oligarquía. Los siete individuos queaparecen en cabeza en la lista de los 96 compradores de la

(16) El conde de Campo Hermoso se deshace de 745 tahúllas; los diversosmiembros de la familia Zazandona, de 505 y Juan Rejón de Silva, 751, mas 264Has correspondientes a su gran explotación de la aCasa Blancan ubicada en Caña-das de S. Pedro. En cuanto al mazqués de Beniel, se desprende de 519 Ha enZeneta y de 430 tahúllas en su propio señorío.

(17) A. H. P. M. Esc.^ Lorenzo J. Campillo, 1H37, P. 4390, fol. 143.

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capital concentraron el 55,49 % de las fincas adquiridas,como se aprecia en el siguiente cuadro:

NombresSecano(Ha.)

Regadío(T.)

Tota!(Ha.)

/naersión(r.a.)

Damián Almansa ...... 456 805 551 857.142Agustín Braco .......... 605 606 686 866.105Andrés Brugarolas" ....

809 957 1.766 999.125Sebastián Servet ........José M.a y Manuel Estor. 524 830 622 988.630José M.a Esbrí Manresa. 451 449 504 693.301Joaquina Guirao ....... 390 347 431 685.103Lino Torres ............ 793 517 854 1.150.620

Total .................... 4.028 4.511 5.414 6.240.026

(a) Las familias Brugarolas y Servet mantuvieron una asociación mercantil que durómás de cuarenta años, adquiriendo fincas conjuntamente en nombre de lafirma.

Si sumamos las cantidades de tierra vendidas en los tér-minos de Murcia y Cartagena, práctica autorizada por lasrazones ya explicitadas, la distribución entre los comercian-tes implicados se verifica de la siguiente manera: un gruporeducido, equivalente al 7,19 % de los compradores (de loscuales 7 de la capital y 5 de la ciudad portuaria(18)) acapara-ron el 53,6 %(6.273 Has.); otro bastante mayor, el 29,12 %,accedió al 33,31 (3.900 Has.) y el 36,31 % restante al 17,28(1.532 Has.). Un breve análisis de estas tres categorías nosayudará a contextualizar el fenómeno.

ŭQ,uién o quiénes componían la minoría inicialmentecitada? En principio, se trata de los titulares de las casas decomercio al por mayor más acreditadas y de mayor giro delos precitados núcleos de póblación, la importancia de cuyopapel en la consolidación del capitalismo a escala regionalhe señalado en otras publicaciones (19). En algunos casos

(18) Los «grandesu cartageneros son Tomás Valarino, Amaro Inglés, Justo Bos-que, Pedro Madrid Torralba y la casa Bofarull.

(19) M. T. PéxEZ Ptcnzo: aCrédito y usura en la región murciana durante elsiglo xix». Areas, n^ 8, 1987, pp. 11-20.

190

habían heredado las fortunas acumuladas por sus progeni-tores -Agustín Braco, los Estor, Valarino-, pero la mayorparte de las veces de trata de «hombres nuevos», que se hanenriquecido aprovechando la serie de oportunidades detoda índole suscitadas por la evolución del antiguo al nuevorégimen económico:

A) En primer lugar, la crisis bélica de finales del xv^^^y, sobre todo, la Guerra de la Independencia, eliminarán ala colonia de comerciantes franceses (20) creando un vacíoen el tráfico intraregional, vacío del que se beneficiaronesencialmente un grupo de catalanes, como los precitadosBrugarolas-Servet en Murcia y Borafull en Cartagena. Nosencontramos, pues, con una acumulación mercantil previa,fenómeno característico de los últimos años del AntiguoRégimen.

B) En segundo, los apuros hacendísticos del estadoliberal y la necesidad de poner en pie un nuevo sistemaadministrativo y organizar la defensa le obligaron a recurrira los servicios de los miembros del sector mercantil conmayor disponibilidad de capitales. Muchos de ellos van aparticipar en la concesión de empréstitos, el abastecimientodel ejército, la organización de ciertos servicios públicoscomo el de Correos, el cobro de contribuciones, etc. Mari-chal ha llamado la atención hace ya algún tiempo sobre elhecho de que los negocios más lucrativos fueran los verifi-cados bajo el amparo de los sucesivos gobiernos (21), ex-tremo constatado por T. Marcial Hernández para el caso deValencia (22) y por mí misma para el de Murcia (23).

(20) G. LEMEUNtER-M. T. Pí:REZ Ptcnzo: «L'inmigration des fraçais a Murcie(1750-1850). Des migralions populaires au grand commercen. Les migraléons de pof^ulationsentre la France et 1'Espagne du xv^^ siécfe a nos jours. Toulouse, 7-9 octubre 1987 (enprensa).

(21) J. MARICHAL: (,!1 reU0ltLCiÓn libera[ y los primeros partidos políticos en España,1834-1844. Ed. Cácedra, Madrid, 1980.

(22) .r. MARCIAL HERNÁNDEZ: FC7rOCa7rileS y caflttaltSmO en el Pals ValenC1ana. 1843-

1879. Valencia, Excmo. Awntamiento de Valencia, 1983.

(23) M. T. PÉREZ PICAZO-G. LEMEUNIER: El pTOCCSa de modernización de [a región

murciana, s. xvi-xix. Op. cit.; pp. 287-292.

191

C) Por último, el boom minero desarrollado en la re-gión a partir de 1840 permitiría a la mayor'ra de los doceindividuos enumerados conseguir unas ganancias no des-deñables.

Los capitales así acumulados se desplegaron en un aba-nico de inversiones bastante amplio. Con casi total seguri-dad, el porcentaje más sustancial fue a parar a la adqui-sición de bienes raíces, aprovechando la brusca expansiónde la oferta generada por el doble proceso reiteradamenteseñalado, a consecuencia de la cual los miembros del grupomaterializaron el viejo sueño de sus antecesores de conver-tirse en propietarios. El capital mercantil, pues, penetra porfin en el campo. Como en el caso de los oligarcas, nuestrosdoce comerciantes simultanean la compra de fincas inclui-das en mayorazgos con la de Bienes Nacionales, con tantamás facilidad cuanto que ellos mismos eran los que dispo-nían de un mayor volumen de papel de la Deuda, con elcual el Estado había retribuido su contribución a los servi-cios antes enumerados. Esta práctica fomentó, en Murcia yen todas partes, los negocios inmobiliarios de carácter espe-culativo. Así, Joaquina Guirao, Lino Torres y José M.a Esbriremataron lotes de bienes desamortizados con papel devalor deteriorado, revendiendo luego la finca al producirseel alza de precios: Esbri conseguirá de esta manera sustan-ciosos beneficios con la finca de los Jerónimos de Avileses (24).

En cuanto a la estrategia seguida en las operaciones decompraventa, presenta dos rasgos fundamentales de alcancebastante distinto. El primero, que podemos extender a lageneralidad de compradores de esta adscripción socio-profesional, consiste en el afán de acaparar el mayor nú-mero posible de explotaciones de regadío, aunque fuese en

(24) José M.a Esbrí, asociado a Blas Gambién en la compraventa de bienes

nacionales, adquiee esta enorme finca de cerca de 1.000 hectáreas tras la quiebra

de la casa cartagenera de Aullón y Cía durante el Trienio. A continuación, la

divide en lotes que vende al precio del mercado a una docena de individuos,nuevo comerciantes y tres labradores.

192

frente disperso: de ahí las numerosas adquisiciones unita-rias llevadas a cabo en la huerta de Murcia y en los peque-ños perímetros discontinuos que forman la Vega de Molina.La gran productividad de este tipo de propiedades y la ele-vada cotización de que disfrutaban en el mercado son razo-nes suficientes para explicar tal preferencia. El segundo,algo más restringido, se resume en el empeño de reunirgrandes fincas de secano dentro de los mismos límites pormedio de una política sistemática de compras. Ello daríalugar a la aparición de una «nueva ola» de grandes propie-dades, ubicadas fundamentalmente en el campo de Carta-gena, como se observa en los siguientes ejemplos:

UbúaciónN.° unidades

compradasHas.

Agustín Braco ....... Caftadas de S. Pedro ]0 306Justo Bosque ........ Corvera 12 350José M.a Esbrí ...... Balsicas 9 290Amaro Inglés ....... Gea y Truyols 6 391J. Mazón y Franco . Gea y Truyols 7 480Pedro Madrid ....... Torre Pacheco 2 800Lino Torres ......... Corverá l9 516

Pero, pese a este interés innegable en pro de la constitu-ción de un patrimonio, erraríamos si creyéramos que lafinalidad exclusiva de estas adquisiciones masivas de tierrasera convertirlas en una fuente inmovilizada de renta, comose ha escrito con demasiada frecuencia. Aunque en algunoscasos ése fuera el objetivo prioritario, la mayor parte de lasveces la inversión en bienes raíces se ajusta a las característi-cas de una verdadera inversión de tipo capitalista: cálculode riesgos respecto a otros destinos del capital, búsqueda dela maximización del beneficio, utilización del bien com-prado al servicio de los intereses globales de las firmas, etc.De ahí las tácticas adoptadas por estos nuevos propietariosdesde el momento en que toman posesión de sus fincas,

193

tácticas conducentes a incrementar las rentas percibi-das (25) y a intensificar el cultivo: la reanudación de laexpansión de la arboricultura de secano, iniciada en Murciaen la segunda mitad del xvlcl e interrumpida después, fueen gran parte obra suya (26).

Otro aspecto a tener en cuenta es la estrecha relaciónexistente entre el fenómeno que estamos describiendo y lacreciente participación de los representantes del capitalmercantil en las operaciones de crédito. Primero, porque enlas fases iniciales del capitalismo cualquier práctica de estetipo exigía una cobertura en bienes raíces a través del meca-nismo de las finanzas: las instituciones nacionales como elBanco de S. Fernando la exigían a sus delegados y otro tantohacía el Estado en lo relativo a los lucrativos negocios antesespecificados. Segundo, porque dada la escasa liquidéz deun contexto económico que obligaba a los comerciantes avender a crédito a la mayor parte de su clientela, unacadena de impagos podía colocarlos al borde de la quiebrasi no poseían un caudal de inmuebles más o menos impor-tante, bien para utilizarlo como garantía de un posible prés-tamo, bien para poner en venta alguno de ellos monetizan-do así la situación del establecimiento. Y tercero, por la fun-ción de acreedores de la oligarquía ya explicitada, condu-cente en numerosas ocasiones a la apropiación de la fincahipotecada.

La cuestión de fondo es, sin embargo, el creciente por-centaje de capital acumulado por este grupo que va a serabsorbido por el crédito: el fenómeno se repite en la si-guiente categoría de comerciantes compradores. Es preciso,al llegar a este punto, recordar lo expuesto en capítulosanteriores sobre la importancia conferida a la riqueza de

(25) Los protocolos notariales de este período incluyen un elevado número decontratos de arrendamiento en los que los compradores de fincas desvinculadas odesamonizadas renuevan al alza el acuerdo económico con el campesino.

(26) Poseemos noticias exactas de este comportamiento por pane de Estor enCotillas; Braco en Corvera; Esbrí en «la Peralejan; Amador Inglés en Gea y Tru-yols, etc.

194

origen mueble dentro del nuevo modelo económico, asícomo la justificación del interés individual que lo caracte-riza y la separación entre los ordenes económico y moral.Esta suma de elementos va a generar una nueva mentalidadconducente a la aceptación social del préstamo con interés ydel prestamista. El hecho pertenece al mismo ámbito ideo-lógico que la propiedad privada plena, por lo que no escasual la coincidencia en las mismas personas de la titulari-dad de las casas de crédito más importantes de la región yde los patrimonios más voluminosos constituidos a partirde la liquidación de la propiedad feudal.

Además, existen circunstancias de orden puramenteeconómico que confluyen en la misma dirección. En elsegundo tercio del x^x se había desarrollado en Murcia unafuerte demanda de liquideces motivada por la existencia deoportunidades de inversión tanto en la minería como en laadquisición y mejora de númerosas fincas desvinculadas -muchas cultivadas muy extensivamente hasta ahora-. Porotra parte, es bien conocida la escasez de instituciones decrédito hasta finales del xix, lo mismo en esta región que enel resto del país. Es decir, la demanda de. dinero había idopor delante de la oferta, convirtiendo a este último en unbien escaso y, por ende, caro. En adelante, pues, el crédito-fundamentalmente el hipotecario- va a constituir unmedio entre otros para la obtención de lucro._ De ahí elimportante lugar que ocupa en el seno la actividad mercan-til y de ahí también la aparición de comerciantes-banqueroscomo Almansa, Brugarolas-Servet, Bofarull y Joaquina Gui-rao. De esta manera se palía parcialmente la insuficienciaantes indicada (27), al igual que en otros puntos de la Euro-pa mediterránea (28).

Entonces ^puede afirmarse que nos encontramos ante

(27) J. R. Gnttcin L6PEZ: Los comerciantes óanqueros en el sistema bancario español.Universidad de Oviedo, Servicio de Publicaciones, 1987.

(28) Georges DettTU,is (dir.) Banquiers, usuriers et paysans. Resseaux de aedit et stra-tegies de capital en Gréa (l786-l930). Fond des Treilles. Ed. de la Decouvette,Paris, 1988.

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una burguesía de tipo «agro-comerciab>, provista de untalante «depredador» como ha escrito T. M. Hernández enlo referente a Valencia? (29). En mi opinión, la respuesta esnegativa y, además, creo que el uso de tales calificativos exa-gera el componente antiguorregimental en los comporta-mientos de los individuos en cuestión. Por el contrario, loshechos expuestos nos autorizan a definir el colectivo comoburgués en el sentido más ortodoxo del término:

1^ Todos sus miembros invirtieron en aquellos secto-res económicos donde era posible rentabilizar el capital:agricultura, minería, crédito. Además, hicieron circular susliquideces entre unos y otros de acuerdo con la coyuntura,lo que resulta especialmente visible en el caso de la forma-ción de compañías mineras y de la compraventa de bienesdesvinculados.

2.^ ^Q,ué ocurre, sin embargo, con la inversión en elsector secundario? ^No parece como si la absorción decapitales por la adquisición de fincas y por el crédito loshubiera desviado de su destino «natural» que no podía serotro que la industria? En realidad, según mis datos, unamayoría de comerciantes se interesaron por esta última.Estor monta una fábrica de curtidos; Joaquina Guirao, detintes; Valarino, la famosa manufactura cartagenera de vi-drio que prolonga su vida hasta el siglo ^cx y la firmaBrugarolas-Servet participa en diversas fundiciones de plo-mo. Por supuesto, el desarrollo económico regional hu-biera requerido que estos desembolsos hubiesen sido máselevados. Pero ello ^habría proporcionado a estos hombresel mismo beneficio que el conseguido en los sectores eco-nómicos precitados? No podemos olvidar que se trata degente que conocía a fondo la realidad económica regional,caracterizada desde el punto de vista de la manufactura porun mercado interior muy estrecho. En estas condiciones, lainversión masiva en bienes raíces procedentes de los mayo-

(29) T. MnxctnL HEttt^ANnEZ. Fenocamles y capitalismo en el Paú Valenciano. 1843-

1879. Op. cic.; pág. 60.

196

razgos respondía exactamente a lo que constituye la misiónhistórica de la burguesía: maximizar el beneficio e incre-mentar el capital.

El estudio de algunos inventarios post mortem pertene-cientes a miembros del grupo confirma nuestra impresiónde adaptación «sabia» al contexto ecónómico murciano, sinpor ello incurrir en carencias de iniciativa. Así, de los docenombres que conocemos ya, sólo en cuatro casos el porcen-taje de bienes raíces predomina de forma aplastante sobreel de muebles (los dos máximos pertenecen a L. Torres, conel 96,15 %(30) y aA. Braco con el 79,62 (31). En cambio, enlos restantes las proporciones son más equilibradas, hastallegar al inventario de Brugarolas-Servet en el que los indi-cados bienes raíces sólo suponen el 25,63 %(32). La fortunade este importante establecimiento estaba integrada, ade-más, por los stocks comerciales (20,92 %); los fondos del«Escritorio» o parte de la Casa dedicada a las operaŭiones decrédito, integrados por dinero líquido, letras de cambio,pagarés, contratos de hipoteca, etc, (36,41 %); la participa-ción en fábricas de fundición (3 %) y una enorme cartera deacciones mineras compuesta por 413 unidades pertenecien-tes a 81 sociedades distintas (14,04 %). En total, el capitalascendía a 6.605.311 reales.

Para concluir la caracterización de esta categoría deadquirentes sólo nos resta señalar la menor participación desus representantes en la vida política, sobre todo, si adopta-mos como punto de referencia la oligarquía. Ello no quieredecir que carezcan de protagonismo en este sentido: Bracofue Alcalde durante el Trienio, Y Valarino y Estor, Diputa-dos a Cortes. El hecho se replte en lo referente a la segundacategoría establecida, integrada por comerciantes con «tien-da abier_ta» y por un sector bastante numerosos de presta-mistas, alguno de los cuales -José Mazón y Franco-

(30) A. H. P. M. Esc.^ R. Gaya y Ansaldo, 1868, P. 10.106.(31) A. H. P. M. Esc.^ Deogracias Serrano de la Parra, 1848, T. III, P. 4.973.(32) A. H. P. M. Esc.^ Deogracias Serrano de la Parra, 1860, T. III, P. 10.279.

197

podría figurar en ciertos aspectos dentro del primer grupo.Tras ellos figura un amplio colectivo de minoristas, inter-mediarios, usureros, etc. que sólo acceden a la propiedadde pequeñas explotaciones, casi siempre ubicadas en lahuerta y en las inmediaciones de ambas ciudades. A travésde este sector se lleva a cabo la transición al conjunto desituaciones que hemos denominado genéricamente «pe-queña clase media urbana», integrada por una pléyade depropietarios de pequeños establecimientos fabriles o talle-res, funcionarios de todo tipo, trabajadores del ATSenal, etc.Entres sus filas no figura ningún individuo que acaparaseuna proporción importante de tierras.

Por el contrario, en el caso de los labradores sí se da ungrado mayor de concentración, como ya sucedió en el Trie-nio. Un pequeño porcentaje de entre ellos -3,19 %, esdecir, 9 individuos de Cartagena y Murcia- consiguieronretener 2392 Has., o sea, el 40,71 % del total de la tierra atri-buida al grupo, mientras el resto se repartía, de acuerdo conel conocido patrón descrito en los demás municipios. Elhecho permite sálir del anonimato a una minoría de propie-tarios acomodados que ascienden sin lugar a dudas en laescala social.

El modelo así expuesto, ^es extensible a Lorca-Aguilas?

VII.2. La especificidad del proceso en la ciudad delGuadaletín

Nos hayamos, pues, ante el habitual movimientos as-cendente de todas las magnitudes: cantidades de tierra, capi-tales, porcentajes sobre el total de fincas vendidas, etc.Aparece de esta circunstancia, de índole general, el procesode transaciones lorquino presenta dos rasgos específicos: lacontracción de la parte alícuota correspondiente a las super-ficies de regadío y la presencia de porciones de agua (las<chilas» del Guadaletín). Ambos tienen su origen en las carac-terísticas geofisicas del medio agricola, definido por la me-nor extensión relativa ocupada por la huerta, con respecto a

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199

la de la capital y por la también menor dotación hídrica de lacorriete fluvial que la alimenta con respecto al Segura, a con-secuencia de lo cual la tierra y el derecho al riego se vendenseparadamente. La ausencia de especificaciones sobre laparte representada por la enajenación de las hilas vinculadassobre el total de las que que cambian de manos, obedece alhecho de que son las únicas que aparecen en el mercado ycirculan, si se exceptúan las desamortizadas. Ello nos ponede nuevo en contacto con el tremendo bloqueo de los dere-chos hidráulicos en Lorca y explica la voracidad con que loscompradores se echan sobre ellos.

En cuanto al reparto de los bienes vendidos entre loscompradores adscritos a los distintos grupos sociales, se con-figura de acuerdo con el esquema presentado en el cuadro 3.

El panorama caracterizado por esta serie de cifras absolutasy de porcentajes es muy similar al ofrecido por Murcia-Cartagena, salvo en algunas cuestiones de detalle. Por ejem-plo, la fracción correspondiente a los oligarcas desciendeligeramente, mientras sube la de los representantes del capi-tal mercantil. En cambio, las relativas a los miembros de lapequeña clase media urbana y a los labradores son casi idén-ticas. Como en la ciudad del Segura, los comerciantes se lle-van la parte del león en todo tipo de bienes, lo que resultacoherente con su creciente peso en la economía lorquina a lolargo del siglo xvl^^, consecuentemente al desarrollo de lacirculación económica en este área y desde ella: de hecho, elvolumen de los intercambios se multiplicó por diez entre1740-1750 y 1808 (33). Por último, también en este caso tuvolugar una importante concentración de tierras en pocasmanos: 21 individuos (el 6,77 % de los compradores) con-centraron e155,96 % de las superficies enajenadas. De ellas, 7procedían de las filas de los antiguos propietarios de origennoble, 8 eran comerciantes y 6 labradores enriquecidos.

(33) Ver nota 4. La fuente utilizada para medir la evolución del comercio inte-rior es la Hacienda concejil y, dentro de ella, la serie constituía por los derechos de

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La mínoría de oligarcas presenta una fisonomía muyparecida a la de sus homónimos de la capital. Se trata deAntonio Pérez de Meca, los hermanos José y Juana Nepro-muceno Moreno Rocafull, Alfonso Sánchez-Sicilia, AntonioM.a Serón, Ezequiel Rueda y Diego M.a Chico de Guzmán,los dos últimos no avecindados en Lorca. Entre los sieteconsiguieron acaparar el 76 % de lo adquirido por su gru-po, es decir, 4.031 hectáreas, ubicadas de manea indistintaen el regadío y en el secano. En cambio, a diferencia de loque sucede en Moratalla o en los municipios del Altiplanoen lo referente a los derechos hidraúlicos, no monopoliza-ron las «hilas» del Guadaletín, en parte porque todos ellosposeían ya cantidades importantes del recurso en cuestión,pero en parte también por la aguda concurrencia de loscomerciantes.

Tal vez el personaje que presente unos rasgos más origi-nales sea el propio Antonio Pérez de Meca, que no hegemo-niza a sus compañeros de clase en la misma medida que elmarqués de Camachos, ya que sólo adquiere 885 hectáreasy apenas participa en la desamortización. Perteneciente auno de los más antiguos linajes de Lorca, fue un liberalexaltado que actuó al frente de las violentas fracciones quedividieron la localidad durante el Trienio, desempeñandolos cargos de Alcalde Constitucional y Diputado a Cortes.Por consiguiente, al producirse la vuelta la absolutismo susbienes fueron confiscados y se vio obligado a exiliarse enParís, no regresando a España hasta el fallecimiento de Fer-nando VII, y presidiendo a su vuelta la Junta revolucionariade 1836. A renglón seguido evoluciona hacia posicionéspolíticas más conservadoras,^ siendo elegido Diputado enotras dos ocasiones. Finalmente, Isabel II le concede eltítulo de conde de S. Julián y le nombra senador vitalicio. Aligual que los demás notables, muestra durante la etapa<cmoderada» de su biografía una evidente preocupación porrentabilizar el capital mejorando los rendimientos de susexplotaciones agrícolas. Por ejemplo, introduce plantacio-

202

nes de parrales, olivos y almendros en la gran finca de laHoya y difunde el viñedo en la del Cabezo de la Jara, dipu-tación de secano lorquina que se convierte en el siglo xlx enuna zona de monocultivo vitícola. Asímismo, instala la pri-mera prensa hidráulica establecida en la región en 1843, novácilando tampoco en participar en numerosas empresasmineras.

Una última similitud con la oligarquía capitalina es latendencia a la enajenación de una parte sustancial de losviejos patrimonios por parte de cierto número de familias.En este caso, los comportamientos absentistas están menosextendidos, por lo que sólo podemos citar al marqués deBeniel, Luiz Zarandona y varios miembros de la familiaZambrana Pérez de Vargas, todos los cuales liquidaron loesencial de sus propiedades (34). La mayoría de los que ven-den, pues, son linajes afincados en Lorca y que lo seguiránestándo, los cuales comienzan a deshacerse de porcionesvariables de su fortuna en tierras a raíz de la desvinculación,aunque, en general, con menor rapidez que en la capital. Esel caso de los Alburquerque, Guevara, Leonés, Moya yMolina, Pérez de Tudela y Ruíz Mateos. Sólo en algún casoconcreto el proceso se hace vertiginoso, como sucede conAlfonso Hernández-Reyllo (35), que ya había iniciado el

(34) El marqués de Beniel vende su gran finca aTorralban (465 Has) a un granpropietario natural de Cuevas de Almanzora, Gabriel Abellán Flores, por 280.000reales en 1842 (A. H. M. L. Registro antiguo de Hípotecas, L. 51). Luis Zarandonahace otro tanto con la aHacienda de Moncadan, ubicada en Pueno Lumbreras,adquirido en 1848 por un negociante en minas del mismo origen que Abellán,Miguel Flores Bravo, por 370.000 reales (A. H. M. L. Esc.^ Andrés A. Méndez, P.1678); años después, en 1852, se deshace de 150 hectáreas con el agua correspon-diente paza regarlas en La Hoya, por 147.882 reales, que van a pasar al comer-áante de Totana P. García Altares. Y la familia Zambrana enajena su propiedadsolariega de Coy (415 Has) a Alfonso Alvarez Castellanos por 298.802 reales en1848 (A. H. P. M. Esc.a F. Gónzalez Adán, P. 8.510), aunque conserva la mayorparte de su enorme fortuna en agua).

(85) En 1848 se ve obligado a vender su finca aAmirn (ubicada en el Ramonetey una de las mas productivas del término por su abundancia en agua) a EzequielRueda y Antonio M.a Serón, que se reparten las 662 hectáreas casi a medias,pagando respettivamente 160.000 y 151.200 reales. A. H. M. L., Registro Antiguode Hipotecas, L. 52.

203

desmantelamiento de sus posesiones en el Trienio; Bernar-dino Cano Valdivieso (36); M.a Concepción Pareja, que sedeshace de la totalidad de sus vínculos (37), y Juan Fernán-dez Valera (38). Los mecanismos de estas transferenciasmasivas de bienes consisten, en repetidas ocasiones, en unendeudamiento en cadena, cuyo previsible final es la ventaacelerada de fincas, cuarido no su pérdida a un precio noremunerador, si ha sido previamente hipotecada.

Pasando al estudio del colectivo de comerciantes, parecefactible proceder a su subdivisión en las tres categorías quehemos establecido en el caso de Murcia-Cartagena. La pri-mera, integrada por 8 miembros, retiene el 63,32 % de lassuperficies enajenadas y casi el 64 % del agua (234 hilas); lasegunda, con 11, e131,37 %(2651 Has.) y la tercera, con 52,el 5,31 % restante (468 Has.). Obsérvese el reparto de losbienes vendidos entre los representantes de las dos pri-meras en el cuadro 4. ,

Si se coteja la fisonomía y las actividades económicas deestos 19 individuos con las de los que ocupan un lugar seme-jante en la ciudad de Murcia, aparecen ciertas similitudespero también diferencias notables:

A) Desde el punto de vista del lugar de nacimiento, llamala atención la procedencia extranjera o extraregional de lamayoría: cuatro son franceses o hijos de franceses (Eytier,Julián, Levasseur, Perier); tres, malteses (Borja, Cachá,Moyardo); tres, genoveses (Cervetto, Coroto, Rosignoli); tres

(86) Este personaje se había endeudado con un banquero de Madrid, José Fal-guera. Al no poder devolver el crédito, pierde los bienes hipotecados en 1850,consistentes en 10 hectáreas de regadío y 28 hilas, cuyo valor ascendía a 175.267reales. A. H. M. L. Registro Antiguo de hipotecas, L. 55.

(87) Las fincas induidas en ellos comprendían 398 Has de secano, 93 de rega-dío y 15 hilas. El precio pagado por un sindicato de comerciantes y por el «nuevonpropietario Ginés Pérez Lucerga fue 567.067 reales. A. H. M. L. Esc.^ José Anto-nio Madrid, 1837, P. 1628.

(38) Entre 1888 y 1845, el antiguo regidor hubo de vender sus antiguas fincasde Tébar -250 Ha- a un labrador de la localidad; amén de 65 Ha de regadío. A.H. M. L. Registro Antiguo de Hipotecas, L. 48 a 54.

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Cuadro 4IAS ADQULSICIONES DE LO6 COMERCIANTES LORQUIN06

1 ' Categorfa

Nombres Secano (Ha) Regadío (Ha) Agua (Hilas)Capital

/nvertido

Vda. e Hijos Borja ..... 221 59 9 209.304Hermanos Cachá ...... 490 66 24 497.830Estanislao Levasseur ... 397 70 18 323.633Mención-Moyardo ..... 716 174 27 998.315Benito Perier ........... 931 115 18 528.768Juan C. Plazas .......... 173 71 80 ŭ49.582Antonio J. Romero .... 1.569 298 58 1.674.938

Total .................... 4.497 853 234 4.582.360

2 ^ Categoría

Joaquín Ballesteros .... 245 39 8 201.912Francisco J. Beilha ..... 172 15 - 102.103Angel Cervetto ......... 114 - 3 89.401Antonio Coroto ........ 90 - - 67.309Blas Eyther ............. 112 18 1 100.408Miguel Flores Bravo, ... 429 - - 870.000Ventura Gris ........... 95 - - 54.299Juan Honorato Julián. 195 21 - 136.363Juan Mazón y Frartco. 507 88 6 208.985Domingo Rosignoli 99 87 7 ]01.548Juan de la Cruz Soler. 405 20 - ]05.648

Total .................... 2.463 188 24 1.537.321

valencianos (Ballesteros, Jimeno, Mension) y uno no identifi-cado (Beilha).

B) Desde el punto de vista de la envergadura económicade sus establecimientos, es bastante menor que la de los capi-talinos, si se éxceptúan, por orden de importancia, Romero,Perier y Borja.

C) Por último, en lo referente a las fuentes de acumula-ción se parte también de un capital mercantil previo (39) y de

(39) M. T. PEREZ Ptcnzo: aEl comercio lorquino en la transición del Antiguo alNuevo régimen». Areas, n.^ 2, 1982, pp. 45-69.

205

una serie de negocios provechosos al servicio del nuevoestado, cuyo pago en papel de la Deuda permitirá a sus bene-ficiarios participar activamente en la compra de BienesNacionales. Sin embargo, posteriormente, la minería va adesempeñar un papel más importante que en el municipiomurciano, salvo en el caso del tándem Brugarolas-Servet.

Respecto al destino de los capitales acumulados, su dis-persión fue áún más amplia que en los ejemplos concernien-tes a los comerciantes precitados. Comenzando por laadquisición de bienes desvinculados, el cuadro 4 permitecomprobar la fuerte tendencia -también registrada en laciudad del Segura- a acaparar el mayor número posible deparcelas de la huerta, por un lado, y a constituirse una granposesión en el secano por otro. Es lo que hace AntonioRomero en Aguilas, donde consigue reunir 450 hectáreas;Benito Perier en Aguaderas, donde suma 390 o Flores Bravoen Puerto Lumbreras con la «Hacienda de Moncada», por nocitar sino los personajes mas caracterizados. En cierto sen-tido, se puede decir que los nuevos patrimonios imitan laconfiguración de los antiguos, también divididos en explota-ciones de distinta fisonomía según su ubicación en el secanoo en el regadío.

El único elemento diferencial en este campo es, una vezmás, la compra sistemática de porciones de agua, especial-mente visible en el caso de los Cachá, Juan Crisóstomo Pla-zas o Antonio J. Romero. En realidad, prácticamente todoslos comerciantes intentaron y consiguieron, con los medios asu alcance, acceder a la propiedad de un factor productivoque hasta ahora había estado monopolizado por los miem-bros de las antiguas clases dominantes. De manera similar,los encontramos en la lista de compradores de derechoshidráulicos desamortizados, especialmente entre 1856 y1860, quedándose con 439 unidades (40). Su objetivo era tri-ple: conseguir unos bienes que generaban unas rentas muy

(40) P. Secuxn AeTEno: aUn caso específico de Desamortización en la regiónmurciana: los derechos de agua de riegoA. Art. cir.

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altas, participar en el control que su posesión confería sobrelos que carecían de ellos e incrementar la cota de pres-tigio social.

La masa de fincas recién adquiridas por este colectivo denuevos propietarios será puesta al servicio de la políticamaximizadora de beneficios ya señalada en el caso anterior.En primer lugar, se produce una subida casi generalizada delos arrendamientos, pérceptible desde 1840-1842. Ensegundo, comienzan a realizarse una serie de inversiones enlas explotaciones agrícolas: búsqueda y alumbramiento deaguas subterráneas (41), expansión del viñedo y de las plan-taciones de olivos y almendros, aprovechamiento de la preci-tada Desamortización de Propios para privatizar la ex-plotación del esparto, construyendo a continuación «coce-dores» y pequeñas fábricas de obrado, etc. Pero, además, losbienes raíces serán utilizados como garantía para incremen-tar los stocks comerciales (42) y como fondo de reserva parahacer frente a las numerosas crisis comerciales que jalonaronlas primeras etapas del capitalismo en Lorca, íntimamenteconectadas con los efectos de las aleas climáticas sobre su vul-nerable agricultura, y que afectaron hasta a las firmas másfuertes. Así, Perier hubo de hipotecar fincas en 1849 porvalor de 991.594 reales para rescindir sus deudas con losproveedores catalanes (43): el hecho se repite en 1855 (44):

Esta finalidad de garantía y fondo de reserva atribuida alos bienes raíces es más visible en el contexto lorquino queen el murciano a causa de la omnipresencia del negociominero y las actividades ligadas a él: formación de compa-ñías, compra de barcos para el tansporte del mineral, instala-ción de fábricas de fundición, etc. La circulación de

(41) M. T. P^REZ P^cnzo: Agua y coyuntura económica. Las transformacionss de los

regadíos murcianos (1450-l926J. Op. Cit.(42) Por ejemplo, Antonio Cachá, en 1842 hipoteca 9 Has de regadío con ese

fin a la casa Bu[igieg de Cartagena. A. H. M. L. Registro Antiguo de Hipotecas,

L. 51.(43) A. H. M. L. Registro Antiguo de Hipotecas. L. 59.

(44) A. H. M. L. Ibidem.

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liquideces entre la propiedad territorial y el negocio en cues-tión era de ida y vuelta. Si, por un lado, las fincas se utilizabancomo prenda para solicitar préstamos con destino a las nue-vas actividades, sostenidas inicialmente con las renta proce-dentes de la agricultura, por otro no tardaba en producirse lainversión de los beneficios en más tierras. Hasta tal punto lacolocación de capitales en el sector minero fue prioritaria,que el lugar ocupado por el crédito hipotecario se aminora,tanto en términos absolutos como relativos. El número deprestamistas se reduce y lo mismo ocurre con el porcentajededicado a dichas operaciones en los fondos de los estableci-mientos mercantiles. Naturalmente, hay excepciones, comola casa Mención-Moyardo (45) y, sobre todo, el yerno de esteúltimo, Juan Mazón y Franco, hermano y émulo del insta-lado en la capital.

El análisis de un caso concreto puede ayudarnos a unacomprensión más profunda de la lógica económica de estoscomportamientos inversores. Hemos elegido al número unode la nómina, es decir, a Antonio José Romero (46), que yadurante el Trienio había figurado como adquirente de bie-nes desvinculados -por valor de 59.000 reales- y desamor-tizados -se queda con los tres conventos secularizados, laMerced, las Huertas y Santo Domingo-. Comerciante al pormayor, lo encontramos desde entonces traficando con gra-

(45) A. H. M. L. Inventario post-mortem de Ginés Mención y disolución de lacompañía con Bernardo Mayardo. Esc.^ Andrés A. Méndez, 1847, P. 1737. Elcapital a que asciende es 3.970.890 reales, de los cuales los bienes raíces suponíanel 21,09 % y los muebles, el 78,91. De estos últimos, un 41,33 % estaba integradopor contratos de préstamos ftipotecarios.

(46) Natural de Aguilas (1794-1867), es un hombre tan dinámico en el aspectoeconómico como moderado en el político, tetreno en el que no interviene. Aun-que de talante religioso, como lo indica su vida, su participación en la construc-ción del Templo de Aguilas y su testamento (A. H. M. L. Esc.^ Andrés A. Méndez,31-enero-1829. P. 1460) no tuvo el menor inconveniente en comprar BienesNacionales, de los que fue el máximo adquirence del municipio. Vid. M. T. PEttezPtCnzo aLa consolidación de los patrimonios burgueses en Murcia en la primeramitad del siglo xtx: el caso de A. J. Romero (1794-1867n. En Homenatge a SebastiáGarcía Marlínez, vol. III, Consellería de Cultura, Educació y Ciencia: Valencia.1989; pp. 195-206.

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ios, ganado y esparto, y, a partir de 1839-1840, metido deleno en el negocio minero y facetas anejas. Además, actúa^anto en las tres cuencas provinciales -Aguilas, Cartagena yMazarrón- como en Sierra Almagrera. En el período quenos ocupa, sus inversiones están dirigidas claramente por lamarcha de la coyuntura, alternando la colocación de liquide-ces entre la compraventa de tierras y agua y el negociominero. El resumen que presento a continuación tiene doslimitaciones: primero, la ausencia de las cantidades pagadaspor los Bienes Nacionales, hipervalorados a causa del uso delpapel de la Deuda, por lo que inducen a error. Segundo, laimposibilidad de evaluar las participaciones en Compañíasmineras y los désembolsos sucesivos, por lo que he utilizadoun indicador grosero, el número de organismos de este tipoen el que interviene. Es muy posible, sin embargo, que glo-balmente la inversión no se aleje mucho de la verificada enbienes raíces. En cambio, las operaciones crediticias ocupanun lugar secundario dificil de apreciar por que el comer-ciante aguileño llevó a cabo una partición extrajudicial de susbienes.

Los datos presentados confirman añteriores asertos con-cernientes a la política inversora del grupo de representantesdel sector terciario en los cuatro municipios estudiados:

A) Romero participa en 85 compañías durante el boom

minero (1840-42) y, a la vez, compra un barco e interviene

con otros socios en el establecimiento de tres fundiciones. Encambio, la inversión en tierras y agua se contrae al

máximo.

B) A partir de 1844-1845, los beneficios en la minería

comienzan a revertir en la adquisición de bienes raíces, cuya

época de oro abarca desde dichos años hasta 1852-853 apro-

ximadamente. Simultáneamente, se interesa por el negocio

del esparto y abre obradores en Aguilas.

C) Desde 1854 el abanico inversor se diversifica al máxi-mo, aunque las cantidades invertidas sean menores. En ellointerviene, aparte del renacimiento minero de estos años, la

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Cuadro 5ACTIVIDAD ECONOMICA DE A. J. ROMERO

1836-1860

Compra deBzenes raíces Fdbricas Otras Compañías

Año BuquesFundición fabricas" mineras^

Libres Vinculadas

1836 ...... - - - 22.000 - -1837 ...... - 87.700 - - 32.000 -1938 ...... - 38.000 - - - -1839 ...... - 81.000 - - - -1840 ...... - 9.450 580.000 23.363 - 601841 ...... 7.177 6.400 40.000 - - 151842 ...... 5.200 30.800 - - - 51843 ...... 17.000 1.600 - - - -1844 ...... - - - - - -1845 ...... - 80.200 - - - -1846 ...... - 203.765 - - 11.363 -1847 ...... - 275.500 - - - -1848 ...... 47.626 170.462 - - 19.631 -1849 ...... 174.436 159.740 - - - -1850 ...... 69.565 73.400 - - - -1851 ...... - . 190.038 - - 9.392 -1852 ...... 143.566 34.338 - - - -1853 ...... 46.500 54.495 300.000 11.300 - g1854 ...... 13.605 43.000 - - - 61855 ...... 3.000 39.500 - 26.500 - 41856 ...... 19.506 52.114 - - - 31857 ...... 5.630 43.114 - - - 51858 ...... - 43.431 - - - 21859 ...... 53.308 - - - 20.119 -1860 ...... 16.120 - - - - -

Total ...... 621.199 1.674.933 920.000 83.163 92.505 109

(a) Salitres y espano.(b) Número de compañías en que participa.

nueva oferta de bienes raíces procedentes de la Desamortiza-ción de Propios.

En suma, lo significativo del proceso, visto globalmente,es esta colocación de capitales en actividades múltiples y, porsi fuera poco, en unidades también múltiples dentro de cada

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una de ellas. Se trata, pues, de una inversión unitaria redu-cida, pero globalmente importante, con un claro objetivo dediversificación del riesgo que parece responder a los proble-mas económicos del contexto, pero que restó solidez a lossectores afectados.

Finalmente, es necesario aludir a la intervención de loslabradores en el proceso de compraventas a causa de la exis-tencia de algún matiz diferencial con respecto a Murcia. Taldiferencia consiste, esencialmente, en el mayor nivel de con-centración dentro del propio grupo. De esa manera se conso-lida la situación de unos cuantos individuos salidos a la luzdurante el Trienio, que se convierten a partir de ahora engrandes propietarios, especialmente los hermanos PérezLucerga, Marcos Sánchez y Basilio Rebollo, que con doscompañeros más acapararon 2.215 hectáreas y 48 hilas, bas-tante más de la mitad de lo adquirido por los miembros delcolectivo. De ello resulta una mínima participación delgrupo de compradores más numeroso en el reparto de tie-rras, sin olvidar, además, que dicho grupo era sólo la partevisible del iceberg compuesto por el campesinado.

VII.3. Hacia un panorama de conjunto

Si en el capítulo anterior comenzábamos el resumen finaldestacando las escasa repercusiones del proceso de desvin-culación en el reparto de la propiedad de la tierra, en éste noparece necesario hacer lo propio, dada la repetición de losucedido en los municipios allí estudiados. Aunque en elbalance final daremos cifras, estamos ya en condiciones deanticipar que, a escala regional, la concentración y polariza-ción que caracterizaban las estructuras de la propiedad mur-cianas no se vieron atenuadas. Tanto en Murcia-Lorca comoen las comarcas del Altiplano, el Noroeste y municipios asi-milables, una parte muy restringida de compradores acapa-raron más de la mitad de las fincas vendidas. Si añadimos aello el hecho de que una fracción mayoritaria de los titulares

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de pequeños mayorazgos se deshicieron de ellos, no puedeextrañarnos que el largo proceso de concentración iniciadoen la región dos siglos atrá.s continuase evolucionando en elmismo sentido.

Al lado de este fenómeno de índole general, la desvincu-lación presenta ciertas connotaciones específicas en la zonaque acabamos de analizar. La más importante, tal vez, es sucontribución a la consolidación económica de.un colectivomuy dinámico de comerciantes, cuyos miembros se van aintegrar en la fracción de la clase dominante llamada a dirigirla vida política y económica de la región en la segunda mitaddel xix. Junto a ellos figuraban, como sabemos, una minoríade descendientes de la antigua oligarquía plenamente identi-ficados con los valores liberal-burgueses, minoría tambiénpresente en los demás municipios, donde el protagonismodel capital mercantil fue muy escaso. En realidad, tanto loscomerciantes como los oligarcas supierón aprovechar la con-versión de la tierra en mercancia. Los primeros, para consti-tuirse un patrimonio ex novo y beneficiarse de las facilidadesconsecutivas a la circulación del capital de préstamo; lossegundos para racionalizar, ampliar y redondear las fortunasterritoriales heredadas. Las repercusiones de todo ello en laeconomía regional serán objeto de un estudio específico.

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