Capitulo I

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  Los Rostros del Triunfo 1 CAPITULO I El reacomodo ¡Nos llamaban los mosqueteros! Éramos Miguel, Santiago, Daniel y yo.  Nos conocimos siendo niños.  Nuestras familias habían sido reubicadas en una colonia de nueva creación después que el desbordamiento del río se había llevado las casas donde vivíamos. El lugar se llamaba Praderas del Sur. Actualmente es conocido como colonia Nueva Esperanza. Se había formado como un asentamiento irregular hacía sólo tres años pero a raíz de los desastres provocados por las fuertes l luvias que se habían presentado, el Gobierno del Estado había decidido regularizar los terrenos para p oder de esta forma reubicar a las familias que habían resultado afectadas por los desalojos. Ahí se carecía de los servicios indispensables para vivir pero peor que eso, era la carencia de valores en un buen número de las personas que ahí habitaban. Como sucede en muchas ciudades cuando se forman este tipo de asentamientos, generalmente quienes llegan a habitarlos son personas q ue por azares de la vida no han tenido la oportunidad de lograr un nivel cultural y económico que les permita aspirar a una mejor forma de vida. Con esto no quiero decir que mi familia se encontrara en un ni vel adecuado en estos dos aspectos, pero al menos teníamos la fortuna de que tanto mis dos hermanos como yo podíamos asistir a la escuela. Mis padres, con esfuerzo y sacrificio, se habían preocupado siempre porque continuáramos con nuestras labores educativas. Recuerdo cuando sucedió el desastre. Fue la madrugada del día seis de enero de 1980. Todos nos habíamos acostado contentos porque a la mañana siguiente abriríamos los regalos que nos traerían los Reyes Magos. Pasaba la media noche cuando un ruido ensordecedor de sirenas despertó a todos los habitantes de la colonia. Eran las autoridades de protección civil que se habían presentado para avisarnos que teníamos que desalojar de inmediato nuestras viviendas. Las fuertes lluvias que se habían presentado en la ciudad durante las últimas semanas habían ocasionado que el vaso de la presa se encontrara a su máxima capacidad y con el fin de evitar una tragedia mayor había sido necesario desfogar una cantidad de agua mucho mayor lo que ocasionaría de manera inevitable que todas aquellas colonias que durante años se habían formado en el cauce del río fueran inundadas. Muchas familias a pesar de la advertencia se opusieron a salir de sus hogares por lo que fue necesaria la intervención del ejército a fin de desalojar por medio de la fuerza pública a todos aquellos que se resistían a hacerlo. Recuerdo que esta medida fue muy criticada por algunos sectores de la población pero la realidad de las cosas es que de no haberse actuado de esa manera la tragedia hubiera sido mucho mayor ya que aun con esta acción fueron muchas las vidas que se perdieron.

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El reacomodo

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  • Los Rostros del Triunfo

    1

    CAPITULO I

    El reacomodo

    Nos llamaban los mosqueteros! ramos Miguel, Santiago, Daniel y yo.

    Nos conocimos siendo nios.

    Nuestras familias haban sido reubicadas en una colonia de nueva creacin despus que el

    desbordamiento del ro se haba llevado las casas donde vivamos.

    El lugar se llamaba Praderas del Sur. Actualmente es conocido como colonia Nueva

    Esperanza. Se haba formado como un asentamiento irregular haca slo tres aos pero a raz

    de los desastres provocados por las fuertes lluvias que se haban presentado, el Gobierno del

    Estado haba decidido regularizar los terrenos para poder de esta forma reubicar a las familias

    que haban resultado afectadas por los desalojos. Ah se careca de los servicios

    indispensables para vivir pero peor que eso, era la carencia de valores en un buen nmero de

    las personas que ah habitaban.

    Como sucede en muchas ciudades cuando se forman este tipo de asentamientos,

    generalmente quienes llegan a habitarlos son personas que por azares de la vida no han tenido

    la oportunidad de lograr un nivel cultural y econmico que les permita aspirar a una mejor

    forma de vida. Con esto no quiero decir que mi familia se encontrara en un nivel adecuado

    en estos dos aspectos, pero al menos tenamos la fortuna de que tanto mis dos hermanos como

    yo podamos asistir a la escuela. Mis padres, con esfuerzo y sacrificio, se haban preocupado

    siempre porque continuramos con nuestras labores educativas.

    Recuerdo cuando sucedi el desastre.

    Fue la madrugada del da seis de enero de 1980.

    Todos nos habamos acostado contentos porque a la maana siguiente abriramos los regalos

    que nos traeran los Reyes Magos. Pasaba la media noche cuando un ruido ensordecedor de

    sirenas despert a todos los habitantes de la colonia. Eran las autoridades de proteccin civil

    que se haban presentado para avisarnos que tenamos que desalojar de inmediato nuestras

    viviendas.

    Las fuertes lluvias que se haban presentado en la ciudad durante las ltimas semanas haban

    ocasionado que el vaso de la presa se encontrara a su mxima capacidad y con el fin de evitar

    una tragedia mayor haba sido necesario desfogar una cantidad de agua mucho mayor lo que

    ocasionara de manera inevitable que todas aquellas colonias que durante aos se haban

    formado en el cauce del ro fueran inundadas.

    Muchas familias a pesar de la advertencia se opusieron a salir de sus hogares por lo que fue

    necesaria la intervencin del ejrcito a fin de desalojar por medio de la fuerza pblica a todos

    aquellos que se resistan a hacerlo.

    Recuerdo que esta medida fue muy criticada por algunos sectores de la poblacin pero la

    realidad de las cosas es que de no haberse actuado de esa manera la tragedia hubiera sido

    mucho mayor ya que aun con esta accin fueron muchas las vidas que se perdieron.

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    Familias enteras desaparecieron arrastradas por el agua.

    Creo que despus del incendio del Saln Castillo que haba sucedido treinta aos atrs y en

    el que haba fallecido una gran cantidad de personas, sobre todo nios que asistan a un

    festival navideo, esta fue de las peores tragedias que ha vivido nuestra ciudad.

    Cuando ocurri la inundacin, yo tena nueve aos de edad y estaba cursando el cuarto ao

    de primaria. Mi hermana Matilde de once estaba en sexto y el mayor de nosotros Gabriel de

    catorce aos estaba por terminar la secundaria.

    Al llegar a la colonia nos enfrentamos a una realidad que nunca habamos vivido.

    El nivel de delincuencia era extremadamente alto!

    Diariamente se saba de personas que haban sido asaltadas por jvenes drogadictos que en

    su afn por obtener dinero para mantener su vicio, en ocasiones llegaban incluso a asesinar

    a sus vctimas.

    El ingreso a la escuela no fue inmediato debido a que se requera de ciertos trmites para

    inscribirnos, por esa razn fue hasta dos semanas despus de que nos reubicaron que nos

    pudimos presentar a clases.

    El grupo al que me haban asignado estaba formado por alumnos mayores que yo.

    Slo tres nios aproximadamente de mi edad y de rostros temerosos se encontraban en un

    rincn del aula.

    A la hora del recreo todos salieron al patio excepto los tres nios y yo quienes permanecimos

    sentados en nuestros mesa bancos vindonos unos a otros como pidiendo con la mirada que

    alguien dijera alguna palabra.

    Despus de algunos momentos uno de ellos dijo:

    Me llamo Miguel!

    Al escuchar a nuestro compaero decir su nombre la tensin comenz a desaparecer de tal

    manera que otro de ellos dijo:

    Yo soy Santiago!

    Ya ms tranquilo despus de or a mis dos compaeros les dije:

    Mi nombre es Alberto!

    Slo faltaba el otro nio quien permaneca callado con un marcado nerviosismo, pero

    reponindose a esto dijo con voz un poco temblorosa.

    Yo soy Daniel!

    Despus de esos momentos la tensin desapareci por completo.

    Santiago, comenz a hablar y nos dijo que vivan en la colonia Los Encinos. Que haban

    sido evacuados unos das antes de que el ro se llevara su casa y debido a que no tenan

    familiares en la ciudad que pudieran alojarlos de manera provisional, haban sido trasladados

    a un albergue temporal en el que permanecieron durante tres semanas hasta que por una

    disposicin del gobierno haban sido reubicados en la colonia.

    Les coment que a nosotros nos haba sucedido lo mismo, que vivamos en la colonia El

    Arenal y despus de que nos haban desalojado nos habamos ido unos das con unos

    compadres de mis paps donde permanecimos hasta que nos mandaron a esta colonia.

    Ya ms calmado, Daniel nos platic que haca dos aos que haban llegado a la ciudad pero

    no teniendo posibilidades de rentar casa se haban alojado en unos cuartos que les haba

    facilitado un to de su mam.

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    Por ltimo, Miguel nos coment que l viva con su mam y su hermana. Su pap los haba

    abandonado tres aos atrs y una de las personas a quien su mam le aseaba la casa, conoca

    al encargado de reacomodar a las familias que necesitaban un lugar donde vivir y por medio

    de l haba sido posible venirse a la colonia.

    As fue nuestra presentacin y lo que sera el inicio de una amistad que durara toda la vida.

    Cuando llegu a casa lo primero que hice fue platicarle a mam que haba conocido a tres

    nios que al igual que nosotros estaban recin llegados a la colonia.

    Matilde no estaba muy contenta porque en el grupo donde le haba tocado, unos muchachos,

    mayores que ella, se haban pasado toda la maana molestndola.

    Gabriel se estaba preparando para salir porque las clases de secundaria se tomaban en la

    misma escuela pero en el turno vespertino.

    Ya por la noche, cuando Gabriel regres, estbamos todos en casa y nos platic de la manera

    tan descarada en que se venda droga tanto dentro como fuera de la escuela.

    Pap aprovech la ocasin para decirnos de nuevo lo importante que era mantenernos

    siempre alejados de ese tipo de situaciones.

    De hecho, desde pequeos nuestros padres nos haban acostumbrado a tener una

    comunicacin permanente entre nosotros y ese tema era uno de los que tratbamos con ms

    frecuencia sobre todo cuando en la escuela los maestros o algunas personas que nos visitaban

    nos daban plticas sobre las consecuencias que trae consigo el consumo de drogas.

    As transcurri la primera semana de clases y poco a poco nos fuimos adaptando a las nuevas

    circunstancias en que nos encontrbamos.

    Para ese entonces mis tres nuevos amigos y yo nos la pasbamos siempre juntos. Creo que

    esa fue una de las razones por las que nunca tuvimos problemas en el sentido de que quisieran

    molestarnos nuestros dems compaeros, por el contrario, en ocasiones, algunos de ellos

    acudan a nosotros cuando alguien trataba de cargarles la mano.

    Con esto no quiero decir que nuestro pequeo y recin formado grupo se distinguiera por ser

    buscapleitos, solo que nos favoreca el hecho de que tanto Santiago como Miguel eran altos

    y fornidos. Yo me encontraba en un trmino regular y slo Daniel era un poco chico y de

    complexin delgada, pero aun cuando nuestros compaeros de grupo eran de mayor edad

    que nosotros, la mayora de ellos eran incluso ms pequeos que Daniel y eso quiz los

    limitaba a meterse con nosotros.

    Siguieron pasando los das y el ciclo escolar lleg a su fin.

    Matilde haba terminado la primaria y Gabriel la secundaria.

    Para ese entonces la situacin en la colonia era ms crtica.

    Da con da llegaban ms familias y la delincuencia aumentaba considerablemente.

    La polica no se atreva a entrar porque los mal-vivientes entre los que se encontraban nios,

    jvenes y adultos los atacaban con piedras, tubos y en algunos casos con armas de fuego.

    Mis padres, preocupados por esa situacin y en especial porque Matilde tendra que entrar a

    la secundaria, tomaron la decisin de abandonar la colonia.

    Para esto ya habamos platicado toda la familia y Gabriel haba convencido a pap y mam

    de que le dieran la oportunidad de trabajar en un taller mecnico del to de uno de sus amigos

    al menos durante un ao en tanto que la situacin econmica en que nos encontrbamos

    mejoraba.

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    Recuerdo que mam trat hasta lo imposible para convencer a Gabriel de que continuara sus

    estudios, incluso plante la posibilidad de ser ella quien trabajara, sin embargo, pap siempre

    haba sostenido que en un hogar en tanto los hijos lo necesiten la madre es la que debe estar

    al pendiente de ellos.

    Al final, la firme decisin de Gabriel hizo que mam aceptara no sin antes obtener el

    compromiso por parte de l de continuar sus estudios para el prximo ao.

    Fue as como dejamos atrs seis meses de miedos, tensiones y zozobra, pero tambin seis

    meses en los que los lazos familiares se fortalecieron lo suficiente para que resistieran los

    fuertes embates que la vida nos tena reservados.