CAPITULO 5
-
Upload
norberto-roman -
Category
Documents
-
view
214 -
download
0
description
Transcript of CAPITULO 5
Segunda Edición
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas
en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización
escrita de los titulares del Copyright la reproducción total o
parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informativo así
como la distribución de ejemplares mediante alquiler o
préstamos públicos.
AGRADECIMIENTO
Primeramente, agradezco a Dios Todopoderoso
por darme la capacidad y la sabiduría para hacer este pro-
yecto una realidad y cumplir uno de mis sueños. Gracias
por hacerme entender lo maravillosa que es la vida.
Agradezco a mi esposa, Lourdes Quintana Cruz,
por cada día luchar como una buena guerrera. Por poner
su mirada y capacidad en este proyecto. Gracias por decir
presente cuando te necesito.
Agradezco también a los que no creyeron en mí.
Que, con sus miradas y comentarios, pensaban que esto
era tan solo una imaginación imposible de alcanzar. Así
que, gracias por sus acciones porque me ayudaron a abrir
una puerta oculta en mi vida con un camino lleno de
bendiciones y cosas maravillosas.
Gracias…
CAP 5
Al fin el tiempo llega haciendo a Manny libre y sin
deuda a la sociedad. A la parte de afuera se encuentra
Gordo solo, como Manny se lo había pedido. Al salir
afuera de los portones, Gordo le hace una vieja señal de
cambio de luz. Inmediatamente capta la señal y se dirige
a la guagua con una sonrisa y se monta.
Gordo le comenta, emocionado:
−¡Al fin maldito perro, eres libre!
Lo saluda dándole un abrazo y un beso en el cachete,
tradición de los viejos capos.
−Bueno Gordo, llegó la hora de volver a conquis-
tar lo que es mío. Voy a sacar a estos puercos del medio.
−Cuenta conmigo porque al primero que quiero
darle es a Golota.
Alejándose de la cárcel, se dirigen al aeropuerto donde
abordan un avión hacia Minnesota. Durante el vuelo,
Gordo le pregunta:
−¿Qué va a pasar con Belinda?
−Belinda es una basura y el tiempo hablará por sí
mismo. Tan pronto me establezca y me acomode, no
vamos a hacer más tratos con Belinda ni con su puerco
esposo.
−¿Por qué no hacemos esto? Cuando regresemos a
México, yo le doy para abajo a Golota.
−Todavía no es tiempo.
−Manny, ese hombre es un ambicioso y un envi-
dioso. Una vez dejes de hacer tratos con él, o con su
amada Belinda, ya tú sabes lo que viene.
−Quédate tranquilo, Gordo. Deja que siga comi-
endo, que muy pronto va a vomitar toda la mierda que se
comió. Mientras tanto, vete pensando a dónde vas a
ubicar a tu familia.
Llegando a Minnesota, toman un taxi y se dirigen a la
estación de trenes donde hay un hombre esperándolos.
Este los conduce a la mansión de J23.
Al llegar a la mansión, el hijo de Goico lo recibe
con una gran fiesta, donde Manny conoce a una mujer
muy hermosa, hija de uno de los capos. Después de que
J23 había presentado a Manny y a Gordo, lo dirigen al
cuarto donde se encuentra Goico. Antes de abrir las
puertas, J23 le advierte a Manny que su padre, Goico,
está bien afectado por la muerte de Junito. Manny le pide
un pequeño favor a J23 diciéndole:
−No le digas nada a Gordo que eres el hijo de
Goico.
−No te preocupes por eso.
Siguen caminando hacia el cuarto y Manny le da las
gracias. Entrando al cuarto, al Goico verlo, se le echa a
llorar encima. Y le exclama:
−¡Júrame que vas a buscar a ese infeliz tan pronto
llegues a México!
−¿Cuándo, mutuamente, nos hemos fallado?
Nunca, ¿verdad? Aunque tú no me lo pidieses, como
quiera lo voy a matar. Así que deja que Junito descanse
en paz y no sigas haciéndote más daño.
−¿Sabes algo, Manny? Que yo nunca te he dicho,
cuando me le dieron los tiros a J23, yo formé una gran
guerra que duró casi dos años. Tu padre Manuel, que en
paz descanse, siempre estuvo conmigo. Todos los días
salíamos de casería, pero tu padre me hizo entender al
tiempo que no valía la pena seguir esa guerra porque J23
estaba vivo.
−Para, Goico. ¿Cómo es que J23 llegó hasta aquí
y no lo vinieron a matar?
Goico, riéndose, respondió:
−Eso es lo más lindo que tiene esta pequeña
historia. Lo que hice fue que falsifiqué el entierro y lo
envié en una caja de muerto, bien preparada, para acá con
su tío Langosta, y problema resuelto.
−Ven acá, ¿y con quiénes ustedes tenían guerra?
−Con Los Fronteras.
−¿Ustedes no pudieron con ese hombre?
Goico se ríe nuevamente, prende un tabaco caminando, y
le aclara:
−Pues mira, esa noche le matamos a uno de sus
hermanos para que él viera que esto era una guerra seria
y que yo no me iba a quedar con los brazos cruzados. Al
matar a su hermano, recibimos una llamada que él estaba
en el casino. En esos momentos, arrancamos para allá,
pero por desgracia, los policías se la apuntaron primero.
Así que, ese excremento tuvo suerte y ahí fue que se
acabó toda la guerra.
Justo cuando Goico termina de hablar, entra al
cuarto J23 y le dice a Goico que su tío quiere hablar con
él a solas. Goico le dice a Manny:
−Vete a divertirte un rato que sé que te hace mucha
falta.
Al decir esto, ambos se retiran de la habitación.
−La mujer del vestido negro, ¿es casada? −le
preguntó Manny a J23.
−Mucho cuidado con ella. Es la hija del capo más
grande del norte.
−Así que si te vas a acercar a esa princesa, camina
con mucha precaución. −Y, poniéndole el brazo en su
hombro continúa:
−Te dejo solo a ver qué puedes lograr. No va a ser
mucho pero inténtalo, a ver qué sacas.
−Antes que te vayas, quiero darte las gracias
nuevamente por todo lo que has hecho por mí durante el
tiempo que estuve preso.
−Aquí el que tiene que dar las gracias soy yo, por
cuidar siempre a mi papá. Ahora, apresúrate porque la
ataca otro.
Manny aprovecha la oportunidad y se acerca a la mesa de
la dama.
−¡Buenas noches! ¿Me permite tomar asiento?
−¡Pensé que nunca preguntarías!
−Ya que no tuve el placer de presentarme cuando
llegué, aprovecho esta oportunidad. Mi nombre es Ma-
nny.
−Dios te bendiga, Manny. Me llamo Génesis.
−Bonito nombre, Génesis.
Justo cuando Manny iba a ofrecerle una cita, Gordo se
acerca a la mesa y le informa al oído que Goico lo
quiere ver enseguida.
−Discúlpame, pero me tengo que retirar.
−No te preocupes. Será en otra ocasión que poda-
mos conocernos mejor.
−Ha sido un placer conocer a una mujer tan bella.
Génesis, sonriendo, le da las gracias como toda una
mujer de modales.
−El placer ha sido mío.
Al llegar a donde está Goico, le pregunta:
−¿Cuál es la emergencia?
−Siéntate que queremos hablarte de algo muy
delicado.
Mientras Franco se queda observando a Manny, le dice:
−Goico me ha estado hablando muy bien de ti.
Tengo un trabajo y tú eres la herramienta adecuada para
solucionar el pequeño escape que hay en la competencia.
−¿Quién es el sujeto?
−Bimbo.
Manny, levantándose de la silla, se agarra la barbilla y
comenta:
−Tú sabes que Bimbo brega con Buzo y Orta.
−Sí, lo sé. ¿Qué tiene que ver?
Manny se ríe incómodamente y vuelve a tomar asiento.
Pide un trago de whiskey.
−Si yo le doy a ese hombre, se va a formar
tremenda guerra. Así que el asunto está muy delicado,
como dijiste.
Goico le dice a Manny:
−Si es por el dinero, no tienes que preocuparte.
Además, te van a pagar lo que tú pidas.
−¿Así está la cosa, que pagan lo que sea por ese
hombre?
−Lo tomas o lo dejas. −le dijo Franco.
Manny, mirando a Goico, se toma varios segundos y se
queda pensando y suspira disiendo.
−Ok, tomaré el trabajo, pero con una condición.
−Dale que te escuchamos. −dijo Franco.
−Necesito bastante tiempo.
−No, no, no, no. Tiene que ser para esta semana.
−Pues lo siento mucho por ti Franco. Búscate a
otra persona que te haga el trabajito.
−Con todo el respeto que te mereces, pero Manny
tiene razón. −añadió Goico.
−Ok, Y ¿cuánto tiempo se tomará esto Manny?
−No sé cuánto me lleve, pero tienes que tener
paciencia. Si me disculpan, ya me tengo que retirar.
Estrechando su mano, se despide de Goico y Franco. Al
retirarse, Franco le comenta a Goico:
El hombre me cayó bien. Podemos hacer muchos
negocios. El asunto de este problemita es que él quiere
demasiado de tiempo.
−Mira, a Manny yo lo conozco desde hace mucho
tiempo y no te niego que cuando entró al juego me
causaba un poco de molestia. Pero, poco a poco, se fue
ganando el respeto de los Cobras y mío. Sé que si te está
pidiendo tiempo es porque él planchará el plan y no te va
a fallar…
Ya al otro día, Manny y Gordo están en México.
Gordo sigue su camino y le deja la guagua a Manny.
Manny se dirige a casa de Buzo, pero éste no se encuen-
tra. No le queda más remedio y se dirige a casa de
Belinda. Al Belinda enterarse que Manny la está procu-
rando, le pide a los guarda espaldas que lo dejen pasar.
Manny, entrando a la mansión, lo pasan para la antesala,
donde Belinda está esperándolo bien arreglada.
Belinda, al ver de frente a Manny, se pone
nerviosa. Manny le dice:
−Se ve que te ha ido muy bien.
Se queda mirando a Belinda, mientras la misma guarda
silencio.
−Ven acá, ¿sientes placer cuando te hace el amor
el puerco de tu esposo?
Belinda, a la defensiva, responde:
−Déjame decirte que sí me hace el amor mejor que
tú y él sí es un verdadero caballero, como nunca lo fuiste
tú, pedazo de basura.
−Te noto nerviosa cuando me hablas. No temas,
que no vengo a matarte.
−Mira Manny, yo soy una mujer muy feliz ahora.
Lo mío y lo tuyo se acabó hace mucho tiempo.
−Espérate un momento. ¿Tú piensas que yo vengo
aquí para verte? No mamita, por lo que veo sigues con el
mismo cerebro de cabra. Quiero que esta pequeña con-
versación te quede bien clara. Vengo por lo mío y mis
puntos de droga. Así que te estoy advirtiendo que de esta
semana, se acabaron los negocios con ustedes. Espero
que esto te haya quedado bien claro.
−¿Ah sí? Pues veo que no estás bien informado.
Para empezar, te tengo una desagradable noticia. Si
quieres droga, o lo que quieras, me lo vas a tener que
comprar a mí.
−Lo siento por ti babosa y por tu puerco de
marido. Porque cuando yo estoy, mando yo. Ahora, me
voy porque ya he gastado mucha saliva.
Caminando hacia la puerta, le advierte:
−Acuérdate, ahora soy yo.
Cuando Manny sale por las puertas de la casa de
Belinda, ella no espera ni diez segundos para agarrar el
celular y notificarle a su marido lo ocurrido. Después se
acuerda que su marido se encuentra con Buzo en las
afueras de México y comienza a gritar como loca y
revienta el celular contra el piso. Horas más tarde,
Belinda se encuentra embriagada y envía a llamar a uno
de sus trabajadores. Le da una orden para que vayan y
maten a Manny…
Las horas pasan y pasan y Manny se encuentra en
un restaurante con Gordo y dos bellas mujeres. En esos
momentos, Manny recibe una llamada de Goico y,
levantándose de la mesa, se dirige a la parte posterior del
restaurante para poder devolver la llamada.
Goico le dice:
−Manny, te estoy llamando hace rato. ¿Qué pasa
que no contestas?
−Ahora fue que pude contestar.
−Y, ¿qué ha pasado?
−Si me estás llamando por el asunto de Junito, me
da lástima decirte esto, pero nadie vio nada.
−Manny, esto está bien raro, pero por el momento,
vamos a dejarlo así. Ven acá, ¿qué vas a hacer con
Bimbo?
−¿Franco está dispuesto a esperar?
−Sí, yo hablé con él. Tómate el tiempo necesario.
Me dijo que te preguntara cuánto sale ese hombre
−Dile que se prepare a cinco melones de los gran-
des que tengan muchos ceros. Oye, y cambiándote el
tema, esto por acá se va a poner más caliente de lo que
está. Así que te necesito, papá.
−Déjame pensarlo porque tú sabes que yo tomé mi
decisión.
−No te tienes que preocupar por nada. Cuando tú
llegues, va a estar todo arreglado.
Terminando de hablar con Goico, regresa a la mesa y
tomando asiento, Gordo le dice a Manny:
−En lo que estuviste allá, me llamó la mujer de la
que te hablé.
−¿Cuál mujer?
−Chico, la que está vendiendo la mansión del doc-
tor que mató a su esposa.
−¡Ah, sí! Y, ¿qué pasó? ¿Cuándo la vamos a ver?
−Le dije que para mañana.
Después de haber comido, se dirigen a una disco-
teca. Mientras tanto, la gente de Belinda sigue buscán-
dolo. En la discoteca, Manny nota un reboleo con uno de
los bar tenders. Manny le pregunta a Gordo:
−Gordo, ¿viste lo que yo vi?
−Yo no vi nada. ¿Qué fue lo que vistes?
−¿Tú ves aquel bar tender allí parado hablando con
esas tres mujeres rubias?
−Sí, lo veo.
−Ese hombre le entregó una pistola a uno de Los
Fronteras. Estoy seguro que era uno de ellos.
−¿Estás seguro? Porque en esta discoteca Los
Fronteras no son bienvenidos. Por eso fue que te traje
para acá.
−Vengo ahora, voy para el baño. Pídeme un trago
y espérame en la barra.
En lo que Manny fue a hacer lo del, Alonso Frontera y su
gente llegan a la discoteca. Se dirigen hacia adentro y se
chocan de frente con Gordo. Le pregunta Alonso Fron-
tera:
−¿Y tu jefecito?
−Está en el baño.
Sacándolo aparte, le entrega una carta y le dice:
−No se la des hasta mañana.
Después de varias horas, salen de la discoteca y se
dirigen a casa de Gordo.
Al otro día, Gordo le entrega la carta y minutos
más tarde, Manny le dice a Gordo:
−Prepárate que nos vamos a ver a Pepe Frontera.
−¿Cuántos hombres quieres que te busque para que
te acompañen?
−Prepárate diez guagua llenas y dile a los hombres
que traigan armas largas.
−Está bien. Dame media hora para reunir a la
bandola.
Mientras Gordo hace su trabajo, Manny se comunica con
Frontera para ponerle los puntos claros. Al terminar de
hablar, se queda pensativo y decide llamar a Bellón. Y le
ordena que ejecuten a Chapa y a su gente para esta
semana sin falta.
Después de haber terminado una conversación
muy interesante con Bellón, Gordo llega con la bandola y
se dirigen a casa de Pepe y Alonso Frontera. Mientras
iban de camino, Gordo le notifica que Tommy el Duro se
encuentra bien grave en el hospital. Al llegar a la
mansión de Los Fronteras, su gente le abre el portón.
Pepe Frontera y su hermano lo estaban esperando en el
patio como habían quedado.
Les dice a Los Fronteras:
−¿De qué quieren hablar conmigo?
−Yo sé que tú y nosotros no nos llevamos muy
bien. Pero, ese no es el caso. Quiero proponerte que
tengamos paz en nombre de la gente que hemos perdido
de ambos lados. Que desde hoy, nosotros y nuestra gente,
vamos a respetar esta palabra. −dijo Pepe Frontera.
−En primer lugar, ustedes a mí no me pueden
garantizar esa paz. Segundo, que en este negocio, hay
mucha ambición y mucha cizaña. Todos sabemos que
cada uno de nosotros quiere el poder y el respeto.
Diciendo esas palabras, mira a su hermano Alonso Fron-
tera y continúa hablando:
−Pero, podemos tener muchos negocios y que el
tiempo y el destino hablen por sí solos.
−¿Cuál es tu propuesta? −pregunta Alonso Fron-
tera.
−Yo corro tu material en mis puntos y tú corres el
mío en los tuyos. Además, me voy a unir con ustedes
para desaparecer a la ganga de Orta. Y ustedes se enlazan
conmigo para destruir a los de Golota.
Alonso Frontera mira a su hermano y se ríe, ya que eso
era lo que querían ellos. Al escuchar la propuesta de
Manny, la cual era buenísima, aceptan y vuelven a poner
una palabra por medio.
−Esta noche, quiero que te presentes con toda tu
gente para anunciar el pacto que planteamos. −dijo Pepe