Canto sin fronteras.pdf

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    ContenidoPresentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3grupo literario dcima musa

    Diurno a Rosario Castellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

    A Castellanos, poeta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6roberto lpez moreno

    Rosario Castellanos: otro modo de ser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7dolores castro

    Rosario Castellanos: fuego de mil cambiantes llamaradas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9marisa trejo sirvent

    Obra lrica de Rosario Castellanos: mnima aproximacin . . . . . . . . . . . . . . . . . 14yolanda gmez fuentes

    Rosario Castellanos: la voz primera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19scar wong

    Lamentacin de Dido, un dolor eterno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23hctor corts mandujano

    Palabras para evocar a Rosario Castellanos en su trigsimo

    cuarto aniversario luctuoso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26adolfo ruiseor

    Rosario Castellanos: pionera en los estudios feministas y de gnero

    (breve acercamiento) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29mario nandayapa

    Rosario, mujer y mexicana del sur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33hugo surez domnguez

    Rosario Castellanos, su presencia en la antropologa mexicana . . . . . . . . . . . . 36carlos navarrete

    Envo mnimo a Rosario Castellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44joaqun vsquez aguilar

  • riginado como un proyecto del grupo literario Dcima Musa, donde la palabra es la invitada especial, y como un homenaje a Rosario Castellanos al conmemorarse el aniversario nmero

    ochenta y cinco de su nacimiento, surge esta edicin que pretende revalorar su obra, difundir aspectos poco conocidos de su vida y abordar su trabajo desde nuevas perspectivas .

    Canto sin fronteras rene a escritores chiapanecos y, como invitados especiales, a Dolores Castro y Carlos Navarrete, autores reconocidos que escriben a Rosario, de Rosario y por Rosario y demuestran que ella an est con nosotros, que su obra es permanente .

    Lolita Castro su entraable amiga en Otro modo de ser define a Rosario, demuestra su cercana a ella, es certera en su ex-presin al decirnos: Am las palabras y el trozo de vida que en ellas resplandece .

    Con autorizacin del antroplogo Carlos Navarrete, se publica el primer captulo de su libro Rosario, su paso por la antropologa, cuyo contenido nos lleva a conocer otra faceta de la escritora, comisiona-da a los trabajos educativos del INI, en San Cristbal de Las Casas; sus valiosos escritos indigenistas para el Teatro Petul, donde el au-tor nos expresa . . .no es justo olvidar que cuando Rosario escribe el libreto de Petul y Xun juegan a la lotera, en cuyo final se enumeran los beneficios de entender y hablar el castellano, una de las metas de la alfabetizacin bilinge era dotar a los indgenas de un arma defensiva para enfrentar sin desventajas el aparato discriminativo de los caxlanes . . . .

    Por su parte, Roberto Lpez Moreno rinde homenaje a la escritora con dos poemas: Diurno a Rosario Castellanos y el ms breve, po-siblemente escrito hasta ahora en lengua castellana: A Castellanos, poeta con una vasta sensacin de imgenes .

    En tanto, scar Wong, en Rosario Castellanos: la voz primera, nos conduce hbilmente a los mundos de la escritora homenajeada, refirindonos paso a paso cmo su condicin de mujer intelectual, profunda, nica, prolfica, la sita como una inteligencia insupera-ble, incluso en el mbito de las letras mexicanas .

    Adolfo Ruiseor en Palabras para evocar a Rosario Castellanos . . . pone de manifiesto que la escritora comiteca demostr que una de sus mximas motivaciones y deseos fue crear modos ms plenos y huma-nos de ser y de vincularse con los otros . Modos, que es decir mundos y que estn vivientes de manera imperecedera .

    PRESENTACINGrupo Literario Dcima MusaEn homenaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47violeta pinto

    La que tiende semillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

    Para ocultar las huellas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50clara del carmen guilln

    A Rosario Castellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51socorro trejo sirvent

    Crujir de huesos

    A Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52violeta montero

    Promesa a Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53mara eugenia daz

    Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

    Melancola I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55beatriz muoz

    El ltimo tiempo de Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . 56socorro carranco

    Rosario

    Duelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58yolanda molina

    Acrstico a Rosario Castellanos . . . . . . . . . . . . . . 59

    A Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60virginia marn

  • 5Diurno a Rosario Castellanos

    abr que imaginarse el barro arrebatado

    dolorosamente,

    rabiosamente,

    amorosamente,

    de una ribera de cualquier ro de Chiapas;

    y habr que imaginarse aquel barro latente

    entregado sin prembulos al centro

    de una elctrica hoguera cegadora,

    aquel barro ardiendo como lmpara

    desde el cordn umbilical de cada verbo

    clavado en una cruz de soledades y partos de dulzura .

    Slo as, habiendo imaginado,

    quiz sintamos cercana la aptitud de nuestra lgrima;

    verdica la vena que nos quema

    en medio de este soplo de muerte criminal

    y nos retumba adentro,

    con un tambor en la selva abandonada,

    arrancada violenta de su fruto hijo y madre .

    Era una alta mujer y nada ms .

    Pero tambin un ruiseor de soledad en fiesta .

    Pero tambin el agua cayendo en cada lpida guardiana .

    Pero tambin el barro, el tascalate, la voz de los humildes .

    Pero tambin el sol .

    Era una alta mujer y todo ms .

    Ro

    bert

    o L

    pe

    z M

    or

    eno

    Hctor Corts Mandujano escribe el ensayo Lamentacin de Dido, un dolor eterno, en el que compara el dolor de Rosario Castellanos, la mujer, la vctima del desamor y el abandono, con el eterno, el constante sufrimiento de la mujer, reflejado en los clsicos de la literatura como La Eneida, de Virgilio .

    Son de sumo valor las colaboraciones de los escritores chiapanecos que participan en esta revista: Marisa Trejo Sirvent la fortalece con el es-crito titulado Fuego de mil cambiantes llamaradas; Mario Nandayapa comparte con los lectores el material Rosario Castellanos: pionera en los estudios feministas y de gnero . . .; con la autora de Hugo Surez Domnguez, el texto Rosario, mujer y mexicana del sur donde se le construye desde la visin de lo que hay ms all de lo fungible; con el ttulo Obra lrica de Rosario Castellanos: mnima aproximacin, Yolan-da Gmez Fuentes nos hace viajar al pasado, a las primeras publicaciones de Rosario . Todos ellos despiertan nuestro inters desde el principio .

    El fallecido poeta Joaqun Vsquez Aguilar escribi en agosto de 1990 Envo mnimo a Rosario Castellanos, durante un homenaje a la escritora en San Cristbal de Las Casas, mismo que publicamos en esta revista .

    Las integrantes del grupo literario Dcima Musa tambin ofrecen su material potico y ensaystico para este homenaje a una de las ms grandes exponentes de la literatura mexicana, orgullosamente chiapa-neca; que se desliza en cada uno de los textos ofrecidos en su honor siempre dicindonos con la palabra exacta:

    Mi esencia se verta exaltada en la rbita

    concntrica y total de la palabra

    y era la musical delicia de la gota

    incorporando al mar de canto sin fronteras

    su mnimo sonido de caracol vibrando .

    Nuestro agradecimiento a quienes hicieron posible esta edicin: En primer lugar a la Lic . Marvin Lorena Arriaga Crdova, directora gene-ral del CONECULTA-Chiapas, por compartir el amor por la literatura y por este proyecto . Al secretario de Educacin, Javier lvarez Ramos; a los rectores Ing . Roberto Domnguez Castellanos de la UNICACH, Dr . ngel Ren Estrada Arvalo de la UNACH, Dr . Andrs Fbregas Puig de la UNICH y Dr . Jorge Luis Zuart Macas de la UPCH, por acercar a los lecotres la vida y obra de Rosario Castellanos .

    grupo literario dcima musa

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    nteligencia y sensibilidad po-dra ser el ttulo complemen-tario para expresar la obra de

    Rosario Castellanos, quien supo dejar crecer su cabello y conservar una inteli-gencia, nunca una de ideas cortas, que luch porque ninguna mujer se encon-trara en esta condicin .

    A pesar de haber empezado a publi-car poesa antes que ensayos, Rosario siempre dio muestras de fina inteligen-cia, aun como alumna . Su profesor de filosofa en la preparatoria fue por ella a la Facultad de Leyes, donde estudiaba inicialmente, y la llev a inscribirse en filosofa en la UNAM .

    Al trmino de su carrera, y despus de haber escuchado en la ctedra, y aprendido en sus lecturas el desdn que despertaba la mujer como pensadora, decidi escribir su tesis Sobre cultura fe-menina. En sta, el sarcasmo y la irona brillan constantemente, tal como ocurri en su examen profesional, que aprob en medio de la admiracin y las risas de sus sinodales

    Algunos datos sobre su entorno fa-miliar, adems del lugar que debe corres-ponder a la mujer en la cultura y en el mundo, llevan a Rosario a enjuiciar cons-tantemente el papel que se le ha obliga-do a representar . Quiz muchas mujeres

    Rosario Castellanos: otro modo de ser

    Dolores Castro

    foto: rogelio cullar.

    Yo s en estos momentos que decir Rosario Castellanos

    es decir a mi piel que siente fro,

    es decir a mis ojos que hay un naufragio incontenible

    detrs de las cortinas de la compostura,

    es hablar de una orfandad de vuelo o de muleta,

    es sentir que los versos

    se me vuelven pedradas en la cara

    y que la ausencia irremediable est golpeando

    un son de mordisqueo

    sobre la escasa marimba de mis huesos .

    Para pensar en esta hora, Rosario Castellanos,

    habr que imaginarse un ro navegado por estrellas,

    por dolos de piedra construidos

    con el cincel inevitable de la sangre .

    Habr que imaginarse, en fin,

    a la energa y la luz

    solamente con la luz y la energa,

    y que la vida no ha de morir fulminada desde afuera

    porque adentro, desde muy adentro,

    seguir palpitando su semilla csmica,

    seguir reventando su semilla .

    A Castellanos, poeta

    osa-Ro

    Roberto Lpez MorenoHuixtla, 1942

    Ha publicado, entre otras obras, Crnica de la msica de Mxico, Benito Messeguer, un poeta en la patria del color, Los 500 aos: de resistencias y reincidencias, en ensayo; y en poesa: Dcimas

    Lezmicas, brara, De saurios, itinerarios y adioses, Verbario de varia hoguera, Morada del colibr y Manco y loco Arde! Destacan tambin sus textos de narrativa Yo se lo dije al presidente y El arca de Caralampio . En Mxico ha participado en foros como El Mundo de los Poetas Latinos y el Cuarto Encuentro Latinoamericano de Poesa . Ha representado al pas en Cuba, Argen-

    tina, Colombia, Macedonia, Estados Unidos y la ex Unin Sovitica, y piezas suyas han sido traducidas al francs, ingls, ruso, portugus, macedonio, blgaro, chino, japons y

    otros idiomas . Obtuvo el Premio Chiapas 2001 .

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    na nia de amplios ojos ne-gros camina por la ciudad de Comitn de Domnguez,

    Chiapas . No recuerda la gran urbe en la que naci el 25 de mayo de 1925 . Mxico fue para ella, como alguna vez lo aclar, una ciudad de paso . Observa minucio-samente las baldosas y adoquines por los que camina junto a su nana que la lleva a escondidas al parque . Sus padres han salido a visitar sus haciendas . Se vuelve de vez en cuando a observar los detalles del empedrado de las calles, los muros de las casas, donde en sus hen-diduras imagina seres misteriosos; las mecedoras y los ajuares, los ancianos

    y las mujeres platicando sobre asuntos cotidianos . Cuando ve de espaldas a un chiquillo que entra corriendo a una casa, recuerda a su hermanito recin muerto, quien a veces la acompaa en juegos imaginarios por los amplios corredores o en el traspatio de la casa . Rosario le dice que lo siente tan lejos, que la per-done . l le dice al odo que no se sienta culpable, que nunca estar solo porque siempre est a su lado, aunque ella no pueda verlo .

    Rosario sale de sus cavilaciones cuando su nana le dice que ya jug mu-cho rato y que deben volver a la casa . De la mano de su nana vuelve a su casa

    Y yo que me soaba nube, agua, aire sobre la hoja,

    fuego de mil cambiantes llamaradas .

    rosario castellanos

    Rosario Castellanos: fuego de mil cambiantes

    llamaradasMarisa Trejo Sirvent

    habran coincidido con ella en condenar esta situacin, pero sin la lucidez y pasin en los diversos gneros que abord .

    En sus novelas, Rosario nos muestra la soledad, el ahogo de la mujer, la nia, la soltera, la indgena . Nadie podra expresar mejor el grado de profunda soledad que sufren las mujeres indefensas que esta gran pensadora y poeta .

    Qu amorosa contemplacin de la vida en su poesa y cmo la podemos disfrutar en las imgenes de su novela autobiogrfica Baln Cann . Mientras las actitudes femeninas en Oficio de tinie-blas, su otra gran novela, encierran una crtica imparcial, tanto de las mujeres que actan dentro de una clase social determinada, como para las que son vc-timas de creencias ancestrales, ya sean indgenas o no .

    Como el sabio nhuatl en su funcin de maestro, Rosario, sabia y maestra, pretende humanizar el querer de la gente, tanto de los que han querido someter injustamente al gnero, como a las mujeres mismas que lo han permiti-do . Humanizar el querer de la gente es llevarla hasta donde pueda convivir con otras personas, plenamente humanas, hombres y mujeres . Es tambin romper con moldes de sujecin y tirana, para liberarse y liberar tambin al tirano .

    Cmo realizar esta liberacin? Cada mujer deber buscarla con todas sus

    fuerzas, con su inteligencia . Rosario Cas-tellanos encuentra esta liberacin en la palabra .

    Rosario, nia, distingui lo que sig-nificaba el amor y el desamor, pero el desamor slo se convirti para ella en el deseo ms intenso de amar . Am las pa-labras y el trozo de vida que en ellas res-plandece . Siempre admir a Rosario, era mi maestra y amiga, recorrimos mucho camino juntas .

    Rosario, joven, en la Escuela de Filo-sofa y Letras, dentro del caf se distin-gua por su simptica irona que nunca se acerc al sarcasmo . Rosario en la defensa valiente de sus convicciones . Menuda, frgil en apariencia, saba detener con un fjese que no! amable y firme a la vez .

    Rosario, la que se retiraba sorpresi-vamente para escribir un poema com-pleto, extraordinario . Rosario hurfana, Rosario como compaera generosa en el viaje a Espaa y la compaera de es-tudios en Madrid . Rosario, escribiendo sus cartas a Ricardo, pero con la disyun-tiva de proseguir o no con su vocacin si se casaba . Rosario, tomando la deter-minacin de rechazar a Ricardo Guerra, rapndose para evitar la tentacin de aceptarlo . Rosario, la madre de Gabriel, la embajadora en Israel cuyas obras se han traducido a tantos idiomas, la mis-ma, la mujer inteligente y sensible que recordar mientras viva .

    Dolores Castro Aguascalientes, 1923

    Realiz estudios de derecho y literatura espaola en la UNAM y de estilstica en la Universidad Com-plutense . Ha trabajado como maestra en Bellas Artes, la UNAM, la Universidad Iberoamericana, la SOGEM y la escuela de periodismo Carlos Septin Garca . Ha impartido talleres de poesa en la ciudad de Mxi-co y diversas ciudades del pas . Libros publicados: El corazn transfigurado, Nocturnos, Siete poemas, La tierra

    est sonando, Cantares de vela, Soles, Las palabras, Tornasol, Oleajes e ntimos huspedes. Ha aparecido en las antologas Rumiantes de Argentina y Anthologe Potique de Francia, entre otras .

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    intereses literarios y el reconocimiento a su talento creativo . El caf en Mascarones era obligado punto de reunin donde se discuta y se aprenda muchsimo . Fue la poca ms feliz de su vida .

    Ms adelante observar el bosque de Chapultepec, se llenar de melancola al recordar los bosques de los lagos de Montebello, en Chiapas . Las aves tradas de su tierra le traern recuerdos lejanos que querr olvidar, pequeos silbidos que rompern de cuando en cuando el silencio y la soledad . Surgir en ellos la ternura de los indios, en especial la de su nana que la acompaa siempre . Una voz le repite mientras camina por los senderos del bosque: Nunca olvides el bosque, ni el viento, ni los pjaros . Vuelven a su mente los acontecimientos tristes de la muerte de su hermano y el despojo de tierras . Tam-poco le ayuda a sobreponerse la relacin fra que ha mantenido siempre con sus padres . Eran pocas de incertidumbre econmica para su familia . Se refugia en la lectura luego de la muerte sbita de su madre en 1948, y de su padre, con pocos das de diferencia . Qu tremendo es el rostro del amor / cuando lo contem-plamos / con los ojos sin lgrimas! / Su visin nos destruye . Slo queda / una ce-

    niza oscura / como la de un papel escrito por el fuego . Das de tristeza y soledad . Vuelve a releer Muerte sin fin de Gorosti-za, la que le produjo una conmocin de la que no me he repuesto nunca, segn sus propias palabras . Bajo su influjo es-cribi Trayectoria del polvo . Poco despus se editan sus dos primeros libros: Apun-tes para una declaracin de fe y Trayectoria del polvo . Rosario se grada como maestra en filosofa en 1950 con su tesis Sobre cultura femenina.

    El cuchillo bajo el que se quebr su cerviz fue un hombre llamado Ricardo Guerra, un existencialista sartreano con el que se cas en 1957 y tuvo un hijo en 1961, Gabriel . Lo haba conocido desde 1950, en el Instituto Francs de Amrica Latina . A l le escribi siete decenas de car-tas donde expres su amor, la desespera-cin, el dolor y la angustia de no sentir ja-ms el sentimiento recproco: nicamente la triste unilateralidad de no recibir ms que escuetas tarjetas postales o cartas es-paciadas que no alcanzaban a brindarle el cario, la seguridad y el apoyo que siem-pre necesit . En ellas se percibe a una Ro-sario que hubo de soportar y resignarse a la infidelidad y a vivir la soledad de ese gran amor frustrado .

    mientras observa con detalle los rostros de los indgenas con los que se topan . Su nana le hace ver lo elegante de sus trajes, el orgullo de su raza y lo entraa-ble de las costumbres y tradiciones de su mundo . Mientras la trenza le ense-a oraciones en su lengua . Ella aprende as a respetarlos y admirarlos . No com-prende cmo los ladinos, comerciantes sobre todo, les impiden la entrada a sus tiendas mientras estn atendiendo a al-gn ladino o caxln . Ese mundo confuso en el que vive, tratando de entender dos realidades, la vida de los ladinos y la de los indgenas se va ordenando y adqui-riendo lucidez, al acercarse, a fuerza de vivir sobreprotegida y aislada, a la biblio-teca paterna que haba ido conforman-do, poco a poco, luego de sus estudios de ingeniero en los Estados Unidos, don Csar Castellanos, su padre, un hombre culto de gran posicin social, casado con una sencilla mujer dedicada al ho-gar, Adriana Figueroa . Rosario toma los libros cada vez que sus padres viajan a los ranchos El Rosario y Chapatengo, que formaron parte de las propiedades que se perderan en gran parte por la re-particin de tierras en la poca de Lza-ro Crdenas .

    Rosario ha dejado ya la escuela prima-ria donde todas las nias estudian en una misma aula y ha entrado a su primer ao de secundaria . Cada da lee ms . Huye de los bailes de quinceaeras . Comienza a escribir poemas llenos de ingenuidad y pequeos poemas de amor que ms tar-de publicar: Intil aturdirse y convocar a fiesta / pues cuando regresamos, inevi-tablemente, / alta la noche, al entreabrir la puerta / la encontramos inmvil espe-rndonos .

    Los negros ojos de Rosario ven nueva-mente la ciudad donde naci . Tiene die-cisis aos . Vive en un departamento de la Colonia Roma . Termina la secundaria y contina sus estudios de preparatoria en el colegio Luis G . de Len, donde cono-ce a Dolores Castro, su mejor amiga, con quien comparte sus orgenes provincia-nos y el acceso a bibliotecas paternas que despertaron sus intereses hacia lo literario . Ambas haban comenzado a escribir tem-pranamente .

    Rosario no sabe por qu se inscribi en la carrera de leyes . Pocos meses despus, decide cambiarse, en 1944, a la Facultad de Filosofa . Ah coincide primero con Dolores Castro, Augusto Monterroso, Otto-Ral Gonzlez y Carlos Illescas, de Guatemala, Ernesto Cardenal y Ernesto Meja Snchez de Nicaragua y con Manuel Durn Gili, un espaol . Vuelve ms tarde a Chiapas acompaada de sus amigos y participa en un recital potico . Poco antes haba enviado poemas que se publicaron en El Estudiante de Tuxtla Gutirrez y en el peridico Accin de Comitn . Rosario se rene en el caf de la facultad, en el edificio de Mascarones, con otros destacados escritores: Fernando Sal-mern, Luis Villoro, Sergio Galindo, Emilio Carballido, Jaime Sabines, Luisa Josefina Hernndez, Miguel Guardia y Sergio Maga-a . Con Sabines la une el hecho de ser de Chiapas y de que sus familias se conocen desde que eran nios: En Jaime Sabines dijo admiro la sensibilidad, la capaci-dad de ternura, que es muy rara de encon-trar entre los poetas mexicanos . Admiro su musicalidad .

    Empieza a publicar en las revistas Amrica, Litterae, Barcos de Papel, La Pala-bra y el Hombre y Estaciones. Encuentra en sus amigos el cario, la compresin a sus

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    nial, que ya haba entrado en crisis en los ltimos aos . Colabor posteriormente en infinidad de revistas y peridicos, es-tatales, nacionales y latinoamericanos . Obtiene tambin la distincin Sor Juana Ins de la Cruz en 1962, el Premio Car-los Trouyet de Letras en 1967, ao en que tambin se le reconoce como mujer del ao y el Premio de Letras Elas Sourasky en 1972, cuando se publica Poesa no eres t . Su bibliografa abarca poesa, cuento, novela, ensayo y teatro y su hemerogra-fa muestra una diversidad de ensayos y artculos periodsticos .

    Rosario Castellanos fue nombrada em-bajadora de Mxico en Israel en 1971, donde muere trgicamente en 1974, a los 49 aos, segn la versin oficial, al conectar una lm-para, fulminada por una descarga elctrica . Curiosamente, dice Dolores Castro, por pri-

    mera vez se senta libre de su relacin tor-mentosa con Ricardo Guerra, luego de su divorcio en 1968 . Estaba tranquila y feliz, mantena una mejor relacin con su hijo, a la vez que reuna sus ensayos y escritos, impartiendo clases de literatura en la Uni-versidad de Tel Aviv y preparando nue-vas publicaciones . Siempre nos quedar la duda sobre su temprana muerte, la de aquella voz que buscaba otro modo de ser humano y libre . // Otro modo de ser . En sus palabras persiste la humanidad, en ellas permanecemos todos . Rosario Cas-tellanos, escritora, poeta comprometida con Chiapas, un da de agosto quiso mo-rirse de amor y llamarse rbol de muchos pjaros: Voy a morir de amor, voy a en-tregarme / al ms hondo regazo En los labios del viento he de llamarme / rbol de muchos pjaros .

    Marisa Trejo Sirvent Tuxtla Gutirrez, 1956

    Profesora titular de la UNACH . Maestra y doctorante en educacin y licenciada en lengua y literatura hispanoamericana . Escribe poesa, cuento, ensayo, crtica literaria y artculo periodstico . Su poesa ha sido traducida al francs e incluida en doce antologas, cuatro de ellas internacionales . Ha participado en diver-sos congresos de literatura y educacin y en festivales y encuentros de poesa . Imparte cursos de literatura

    universal y latinoamericana, redaccin, espaol y francs . Ha publicado seis poemarios, tres libros de ensayos y ha compilado dos antologas poticas . Entre sus libros se encuentran Una introduccin a Sor Juana

    Ins de la Cruz, Chiapas biogrfico, Jardn del paraso y el libro colectivo La seal de la noche.

    Luego de breves encuentros con su amado, regresa durante el verano de 1950 a Chiapas, donde la espera su medio hermano Ral . Le escribe cartas donde se percibe a una Rosario comple-tamente enamorada . Regresa a la ciudad de Mxico y consuma su amor con Ri-cardo . Se da el anuncio de la beca que le permitir irse a Espaa . Prosigue sus estudios de filosofa y estilstica en Ma-drid, donde comparte la beca del Insti-tuto de Cultura Hispana con Dolores Castro desde septiembre de 1950 a fines de 1951 . Rosario suea con que Ricardo la alcanzar . Terminar su tesis y pedir una beca como ella . Lolita y ella viven tiempos difciles, de hambruna y cares-ta, pero conocen Espaa, Francia, Italia, Suiza, Austria (donde pasan fro y pe-nurias); al fin regresan por Nueva York donde permanecen un mes . Escribe en esos viajes los libros de poesa De la vi-gilia estril y Dos poemas. A su regreso se hospeda en casa de Lolita y un mes des-pus enferma de tuberculosis . En 1952 retorna a Chiapas donde es promotora de cultura del Instituto de Ciencias y Ar-tes de Chiapas . Publica Presentacin en el templo y Tablero de damas .

    Vuelve a Mxico un ao despus y pasa varios meses en un hospital, y lue-go se muda a un departamentito en la casa de un to suyo . En Chiapas ordenan quemar algunos objetos, documentos y libros que haban estado en contacto con la escritora . Dedica casi todo su tiempo a la lectura de Gabriela Mistral y de la Biblia, Jorge Guilln, Saint-John Perse y Paul Claudel . As se ve impulsada a crear una obra rica y vasta . Obtiene la beca Rockefeller del Centro Mexicano de Escritores en 1953 . En esa poca forma

    tambin parte del grupo literario de Los Ocho, donde coincide semanalmente con otros escritores y con Dolores Castro . En 1953 y 1954 sigue escribiendo poesa y ensayo . Se publican Misterios gozosos y El resplandor del ser en la antologa Ocho poetas mexicanos . Escribe Lamenta-cin de Dido, reconocido como uno de los grandes poemas mexicanos del siglo xx: Y cada primavera, cuando el rbol retoa, / es mi espritu, no el viento sin historia, es mi espritu el que / estremece y el que hace cantar su follaje .

    Los dos siguientes aos trabaja en San Cristbal de Las Casas, donde diri-ge el Teatro Petul (guiol) en el Centro Coordinador Tzeltal-Tzoltzil del Insti-tuto Nacional Indigenista . Forma parte del famoso Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas . En 1956 escribe sus novelas Baln Cann, con la que obtendra el Pre-mio Chiapas en 1957 y sera publicada en 1958, ao en que contrajo matrimonio con Ricardo Guerra, y Oficio de tinieblas .

    Publica en ese ltimo ao Salom y Judith y Al pie de la letra . En 1960 se edita el libro de cuentos Ciudad Real, con el que obtiene el Premio xavier Villaurru-tia, y el poemario Lvida luz . Es invitada por el doctor Ignacio Chvez, rector de la UNAM, a colaborar como jefa de In-formacin y Prensa, donde trabaja has-ta 1966 .

    Durante una dcada imparte diver-sas ctedras en la Facultad de Filosofa y Letras de la misma institucin, interrum-piendo esta labor por dos aos porque fue distinguida como maestra invitada en universidades de los Estados Unidos . Acepta este trabajo con la ilusin de me-jorar sus problemas econmicos y de reflexionar sobre su relacin matrimo-

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    El 20 de junio de 1942, poco despus de cumplir los 17 aos, la pgina cultural del impreso capitalino, denominada Ensayos Literarios, la presenta a la comunidad local con una fotografa, seis textos lricos y una breve introduccin en donde el editorialista, con el estilo de la poca, se deshace en ep-tetos melosos que lindan en la afectacin:

    Ahora es la ingenua y sabrosa poesa

    de una gentil mujer de Chiapas, Seo-

    rita Rosario Castellanos la que engala-

    na la pgina potica de El estudiante

    [] poco sabemos de la espiritual

    amiga que ahora presentamos, pero

    mucho nos habla de ella el manojo de

    nardos y claveles con que hoy perfu-

    mamos esta pgina [sic] .

    Para ilustrar su formacin acadmica, el presentador agrega:

    Cuando lemos el trabajo El teatro

    griego [], afirmamos que la cultura

    literaria de la seorita Castellanos es

    slida, pues ya pudo discernir y opi-

    nar sobre el valor de las obras de los

    grandes trgicos .

    En este sentido, se hace hincapi en el ya pudo discernir y opinar, que resulta am-biguo, ya que una primera intencin puede aludir a su extrema juventud (adolescente de 17 aos); una segunda intencin puede su-gerir un tono machista . Aunque, si as fuera, encontraramos una contradiccin pues est siendo incluida y presentada oficialmente . Bien, quede all para la reflexin .

    Debe reconocerse que el tono afecta-do de la presentacin, propio de la tra-dicin de la poca, no permite una justa apreciacin de las primeras letras de esta

    autora: sobresale ms el elogio que el comentario objetivo, y si bien existe la apertura, no hay un anlisis crtico, cons-tructivo en torno a estos textos .

    Ms adelante, el editorialista senten-cia con tono proftico: La seorita Cas-tellanos, es poetisa incipiente pero ser gran poetisa de Chiapas .

    En el nmero 5 de El Estudiante da a co-nocer seis textos, uno de ellos fechado el 31 de octubre de 1940, cuando ella tiene 15 aos, son tres estrofas de versos tridecas-labos, y los cinco restantes estn datados entre junio, julio y septiembre de 1941 .

    Posteriormente, en el nmero 23 de esta publicacin, con fecha 9 de mayo de 1943, incluy el soneto Una vida . Rosa-rio es una de las dos mujeres que publi-can, de un total de seis autores . Mientras sus compaeros abordan temticas loca-listas o a la madre (recurdese la fecha), ella hurga en un tema abstracto: la vida .

    El 7 de julio de 1943, El Estudiante n-mero 25 le incluir: En paz y Te acuer-das, ambos textos paisajistas .

    Pasarn seis aos para que vuelvan a aparecer escritos suyos en esta publica-cin . Mientras tanto, El Estudiante se ha renovado, su pgina cultural se denomi-na ahora Voces nuevas en la lrica chiapane-ca, ha cambiado su tipografa e incluye grabados de artistas locales . As las co-sas, el 29 de mayo de 1949, recin cumpli-do los 24 aos, reenva para el nmero 63 el texto En paz, que ya haba publicado en el 43, con dos breves cambios, convir-tindose este soneto en una especie de eslabn, entre una primera etapa de ma-yor espontaneidad y una segunda, ms autocrtica, pues sus correcciones abren la significacin de la frase a ms posibili-dades, y da muestra de su visin en torno

    os aos cuarenta fueron muy intensos para Rosario Caste-llanos y abarcan el periodo

    que va de los quince a los veinticinco aos de la escritora: El primer aconteci-miento importante se da en 1942, cuan-do emigra con su familia a la ciudad de Mxico para continuar sus estudios . Tiene 17 aos .

    Sus primeros ejercicios lricos se renen en 17 entregas que van de 1942 a 1949, cinco de stas pertenecen al capitalino El Estu-diante y 12 a Accin, editado en Comitn, en el cual colaborar, de 1945 a 1948 . Ambos impresos ven la luz cada 15 das .

    Lo primero que se percibe al hacer una revisin de esta obra, es el nacimiento de una frrea disciplina y la nocin de que es-cribir puede ser una analoga de la libertad .

    En Tuxtla Gutirrez, la capital chiapa-neca, se concentra la actividad cultural y se editan una serie de publicaciones pe-ridicas, en donde una adolescente Rosa-rio tendr la oportunidad de dar a cono-cer aquello que emerge de su entraa, como ella misma lo dir, tanto en sus versos como en alguno de sus ensayos . Aqu debe destacarse que al trasladarse a la ciudad de Mxico no se va del todo, ya que procura el vnculo con Chiapas a travs de sus aportaciones peridicas a estas pginas culturales .

    Primera etapa: Tuxtla Gutirrez, El Estudiante (1942-1949)

    El peridico cultural de la ciudad capi-tal era El Estudiante, fundado en abril de 1942 y dirigido por Roberto A . Gordillo, (por el apellido, posible conocido de Ro-sario) . Incluye en sus dos primeros n-meros, correspondientes al 22 de abril y 5 de mayo, el ensayo titulado El teatro griego . Asimismo, es el primer impre-so en dar a conocer los textos lricos de Castellanos . Ella estudia por entonces el bachillerato en el Distrito Federal .

    Obra lrica de Rosario Castellanos:

    Yolanda Gmez Fuentes

    Mnima aproximacin

    foto: archivo de la secretara de relaciones exteriores.

  • 16 17

    Pese a que no se dice cul es el mo-vimiento, suponemos que se refiere al Surrealismo . Unas lneas adelante agre-ga: Accin ha venido publicando una serie de sonetos de corte clsico y ahora principiaremos a publicar sus versos li-bres, blancos, donde fluye el ritmo sobre un intenso fondo . En efecto, los versos blancos, como los llama el editorialista, son producto surrealista .

    Laberinto es un texto combativo desde los primeros versos, en el que ya se asume poeta, ve en la palabra una exten-sin de su pensamiento para contradecir al silencio y adoptar una postura crtica . Asimismo, se aprecia el nacimiento del estilo que la caracterizar, lo anterior se entiende pues en este ao ver la luz su segundo libro, Trayectoria del polvo, para muestra cito dos versos: La palabra que es lmpida fuga del silencio // Quiero ex-primir mi voz // [] porque no puedo ser ningn silencio humilde .

    Se identifican tambin los temas cons-tantes en su obra: la soledad, la fragilidad del ser humano, el destino, sobre todo adquiere la conciencia del destino que quiere para s: Porque quiero un destino semejante al del ala tendida . La joven de largos silencios que los crticos descubri-rn a travs del estudio de su obra est emergiendo del capullo .

    Sus ltimos ejercicios lricos en este peridico aparecen fechados el 16 de di-ciembre de este mismo ao: Psicologa ntima, el texto enuncia afanes, anhelos y deseos en una especie de introspeccin .

    El registro de estos textos deja ver una inclinacin a la disciplina y al rigor, pues al elegir la construccin de sonetos est haciendo del trabajo creativo un ejercicio del intelecto . Es audaz al abordar temas

    como la vida o el arte potica, o sugerir la reflexin de la dicotoma entre el alma y el pensamiento . Slo el acercamiento a su amplio vocabulario denuncia su afi-cin por la lectura de autores del buen hacer de la palabra, incluso pueden per-cibirse ecos de algunos muy conocidos como Sor Juana Ins de la Cruz, Luis G . Urbina o Amado Nervo . Es evidente que est buscando su propia voz . Lo anterior pone de relieve en la gran diferencia del manejo de temas y conceptos en relacin a lo publicado por sus contemporneos .

    Su inclinacin por la escritura de sone-tos, que como estructura clsica se distin-gue por su rigidez, tiene una sola implica-cin: la exigencia a s misma . S, la exigen-cia del dominio tcnico de una estructura lrica que requiere creatividad, fino odo, amn del conocimiento de una serie de reglas retricas, aplicables en el conteo de slabas para el buen manejo del verso endecaslabo, as como el adecuado uso

    foto: archivo de la secretara de relaciones exteriores.

    al manejo de la palabra, lo cual es natu-ral, ya que a estas alturas varios aconte-cimientos signan su vida: ya egres de la licenciatura, ha publicado en el DF dos plaquettes, y han muerto sus padres .

    Para el nmero 65, del 16 de diciem-bre de 1949, enva un breve texto en forma libre: Despedida, ttulo que da cumplimiento a su significado ya que el El Estudiante no registra ms ejercicios l-ricos de ella .

    Segunda etapa: Comitn, Accin (1945-1948)

    El peridico Accin es dirigido por Rubn Guilln . Esta publicacin rene en 12 n-meros 17 sonetos, un dstico, una lira y dos poemas libres que abarcan del 10 de mayo de 1945 al 16 de diciembre de 1948 . Emulan-do al peridico capitalino, en el nmero 5 se le publica un solo texto, se le hace una presentacin, igual con fotografa y un co-mentario, con la diferencia de que ste es sucinto, y literalmente dice: Hoy damos

    a conocer a nuestros lectores otra poesa indita de la seorita Rosario Castellanos Figueroa, lo que sugiere que ya es conoci-da, ya que se lee: otra poesa indita, asi-mismo, el editorialista agrega los eptetos vibrante, emotiva y entraa la finura del concepto y la sutileza de la mujer; cierra el comentario sealndola como honra de Comitn, al ser el suyo el mejor promedio de su generacin en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM .

    Es 1946 el ao en que mantuvo una constante aportacin a la pgina cultural de Accin, envi textos de marzo a septiem-bre, con excepcin de agosto .

    Para 1947 publica Apuntes para una de-claracin de fe, durante ese ao slo enva al Accin de Comitn un nico texto ti-tulado Meditacin, de estructura libre . Texto que por cierto lleva el mismo ttulo de un soneto que vio la luz el 15 de agos-to de 1945, pero con temtica distinta en este mismo diario .

    El 1 de enero de 1948 publica dos tex-tos, el encabezado dice: Dos suspiros poticos de la inspirada poetiza [sic]; los ttulos son Enero, que es un dstico en-decaslabo y una lira, Pequeeces .

    Un mes despus, en el nmero 2 de Accin, el 1 de febrero publicar el texto Laberinto de forma libre, y del cual el editorialista escribe unas lneas, ahora s en torno a la obra de Rosario Castellanos:

    De mente gil, fcil de acomodarse a

    las corrientes que arrastran el pensa-

    miento de la poca, as como ceida

    a las normas y cnones clsicos []

    hoy nos brinda tres fragmentos de su

    poema Laberinto, tan actual, como el

    propio movimiento potico, artstico

    por el que atravesamos [sic] .

    foto: archivo de la secretara de relaciones exteriores.

  • 18 19

    a poesa refleja, necesaria-mente, la visin del mundo de cada autor, de otra forma

    se queda en la simple intencin, en una serie de lneas de ninguna manera re-veladoras del verdadero sentimiento . Y hablo, precisamente, de la poesa con-siderada como experiencia vital, par-tiendo de una emocin profunda, au-tntica, de modo que llegue a destacar-se como revelacin potica, no como simple ejercicio escritural . La reflexin surge luego de observar con deteni-miento la conciencia sensible, interior, de Rosario Castellanos, metamorfosea-da en cantos elegiacos, trgicas trans-parencia intimistas, que se enhebran en versculos contundentes, con suaves h emistiquios .

    A la fecha an se yergue como una inteligencia insuperable, incluso en el mbito de las letras mexicanas . Abor-d todos los gneros literarios y no des-estim la ctedra ni el periodismo para dar cauce a su preocupacin fundamen-tal: oficiar en el altar del conocimiento . Como poeta, desde Apuntes para una de-claracin de fe (1948) hasta la compilacin de su obra Poesa no eres t (1972) supo enfrentar su vocacin con entereza, su-perando la confesin personal, las parti-cularidades intimistas .

    Por supuesto que tuvo conciencia de su mestizaje, de la raigambre cultural de una raza vencida, con la consiguiente madurez y profundidad de sus poemas . El desamparo, la prdida del amor, tambin potencializan sus textos lricos, dndole una gravedad caracte-rstica . Pero es en su poema Lamentacin de Dido cuando su voz se constituye en un fla-gelo reflexivo que adquiere el rango de orcu-lo . A travs de sus versculos, esta sacerdotisa de la Palabra oficia su ritual . Persiste la fuerza dramtica, la liturgia, a travs de alejandrinos y endecaslabos . La angustia y la zozobra vi-talizan esta revelacin lmica, sagrada .

    De la precisin metafrica, de sus altos y amplios recursos estilsticos, que descan-san en los aspectos polismicos, parte hasta desembocar en un verso claro, directo, don-de el ritmo y la entonacin provocan ese aliento potico, esa respiracin caracterstica del poema . Y aqu vale resaltar lo que sea-la Eduardo Nicol: la emocin determina al ritmo, a la sonoridad versicular . Se apoya, indiscutiblemente, en el golpeteo silbico, en los encabalgamientos, en los silencios connaturales para provocar la armona, pese a la utilizacin de los enunciados que ahora definen el contenido de su expresin . Rosa-rio Castellanos, de acuerdo con Nicol, con su obra da ms ser al mundo Pero un ser sagrado, luminoso, inmenso en la realidad contradictoria:

    Rosario Castellanos:la voz primera

    scar Wong

    Estoy aqu, sentada, con todas mis palabras

    como con una cesta de fruta verde, intactas .

    de figuras de lenguaje . En sus textos estn presentes la anttesis, la adjetivacin, la sustantivacin, la metfora o alegora, tan slo por mencionar algunos .

    Construir sonetos le crea una concien-cia autocrtica slida, firme, pues estos tex-tos son slo ejercicios lricos . Pese a que la tipografa de los peridicos no respetaba la estructura del soneto y hubiera por all un par de faltas de ortografa, sumado a que el tamao del peridico no contribua al lucimiento del texto como tal, el mejor aporte para ella fue el nacimiento de su conciencia como escritora .

    Estos son aos de aprendizaje, que ella ya evidenciaba en uno de sus textos publicado el 15 de abril de 1946, en el se-gundo cuarteto del soneto titulado Un poema:

    Verso que mis entraas han fraguado

    Por un beso del mundo, concebido .

    Hijo mo que nace maldecido

    A vivir en papel aprisionado .

    El manejo de la palabra fue una de las responsabilidades que intuy desde su juventud, idea que ms adelante consig-n de forma depurada en Primeras lec-turas, ensayo incluido en Mujer que sabe latn, y referir de la siguiente manera:

    Lo escribo en las pginas de un cuader-

    no escolar y en el momento en que lo

    leo me doy cuenta que ese par de ren-

    glones que se gestaron en lo ms pro-

    fundo de mis entraas, acaban de rom-

    per su cordn umbilical (1984: 195) .

    En este sentido, Daniel Robles Sasso dijo de ella, en 1964: Y se propuso arribar desde un principio al corazn de la pala-bra, y yo concluyo: Y qu otra cosa sino disciplina, rigor y una buena dosis de au-tocrtica es lo que hace al escritor?

    Yolanda Gmez FuentesTapachula, 1964

    Poeta . Licenciada en letras latinoamericanas por la Universidad Autnoma de Chiapas . Fue inte-grante del Grupo de Escritoras Juana de Asbaje . Aparece antologada en diversos libros de poesa, entre ellos, rbol de muchos pjaros . Antologa de poetas chiapanecos del siglo XX, editada por la Universidad Aut-

    noma del Estado de Mxico . Fue becaria del Centro Chiapaneco de Escritores . Entre sus obras publica-das: De nueva cuenta, Mito y carne, Imagen-Eros (con ilustraciones de Alejandro Molinari), Lilith y De sirenas y silencios, Premio Regional de Poesa Rodulfo Figueroa 1998 . Antolog el volumen Poesa en voz alta . Fue

    jefa del Departamento de Literatura de la Universidad Autnoma de Chiapas . Actualmente es coordina-dora de talleres de poesa en Tuxtla Gutirrez y docente del Centro de Estudios Superiores de Artes de

    la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas .

    foto: hans beachman.

  • 20 21

    ban los griegos), el recorrido realizado por los distintos estratos lmicos de la escritora, sirve para captar, de manera casi integral, las variantes de su pensa-miento y sentimiento . Si hay modifi-cacin en sus contenidos, el cambio se advierte tambin en el aspecto tcnico, puesto que la forma expresa el fondo, en

    una nica unidad estructural . Por eso su deseo de prescindir de los innumerables aspectos retricos .

    En su primera etapa, reitero, como todo poeta autntico, como todo vate que sabe captar los planos superiores, Castellanos toca los niveles de la profe-ca, e incluso prefigura su muerte:

    Ya no tengo ms fuego que el de esta ciega lmpara

    que camina tanteando, pegada a la pared

    y tiembla a la amenaza del aire ms ligero .

    Si muriera esta noche

    sera slo como abrir la mano,

    como cuando los nios la abren ante su madre

    para mostrarla limpia, limpia de tan vaca .

    Desde Apuntes para una declaracin de fe (1948) hasta sus ltimos textos (1972), la escritora chiapaneca acaso la ms com-pleta que ha dado el mundo de nuestra letras mexicanas, reitero, consigna su particular manera de pensar: la concepcin

    intelectual estriba en aceptar slo el cono-cimiento libresco, derivado de su menos-precio en tanto individuo, soslayando su papel en tanto mujer y, por ende, representante del denominado sexo dbil, Rosario, no obstante, evoca:

    Hablbamos la lengua

    de los dioses, pero era tambin nuestro silencio

    igual al de las piedras .

    ramos el abrazo de amor en que se unan

    el cielo con la tierra .

    El plano de la cultura occidental es todos lo sabemos masculino . En esta concepcin social no cabe, de ningn modo, la representacin, y representati-

    vidad, del otro sexo, de ah la respuesta contundente, reveladora, develadora, de Castellanos a la interrogante, por qu escribe?:

    Escribo porque yo, un da, adolescente,

    me inclin ante un espejo y no haba nadie .

    Se da cuenta? El vaco . Y junto a m los otros

    chorreaban importancia .

    En su primera etapa, Rosario Castella-nos se expresa con un tono primordial, revelador . Aspectos gensicos, cosmo-gnicos, caracterizan sus poemas . Hay una visin sagrada, de la existencia . La voz primera, mtica, frente a la creacin del mundo, sin olvidar la significativa in-significancia del hombre, del individuo, frente a la naturaleza .

    Por algo el matrimonio anmalo del Cielo y la Tierra produjo al Hombre, un ser inocente, imantado a la terrenalidad, a la circunstancia del tiempo, pero con amplios y profundos deseos de inmor-talidad . Este sentimiento trgico de la vida, como reflexionaba Unamuno, se encuentra presente en los primeros tex-tos lricos de la escritora chiapaneca .

    Paulatinamente va dando cauce a la reflexin, a su sentido de pertenencia so-cial, a su mximo valor como ser huma-no . Por eso el tono irnico, acerbo, cido a veces, como ente imbuido en un proce-so social, muchas veces denigrante, hos-til, para su condicin de mujer, la poetisa responde a su naturaleza, y conviccin; por consiguiente, hay transformacin en sus contenidos .

    Como poeta, insisto, supo visualizar la intimidad de la mujer, otorgndole su dimensin exacta, justa . Como ensayista reflexion sobre los claroscuros de una sociedad que relega la condicin femeni-na por el simple hecho de la diferencia-cin sexista . Como narradora busca, des-de los aos 50 del siglo xx, exteriorizar el mundo indgena, lleno de vejaciones, como consecuencia de la estructura cla-sista de la entidad . Su novelstica adquie-re una vertiente ms de denuncia social . Su infancia en Comitn, tierra de sus ma-yores, su trabajo en los Altos de Chiapas

    en las comunidades indgenas, su pre-ocupacin constante por la injusticia y la violenta realidad de sus congneres, la llevaron a crear un universo narrativo de primer orden .

    Su visin crtica an pervive y co-bra mayor vigencia durante la rebelin tnico-campesina del primero de enero de 1994 . Baln Cann (1957), Ciudad Real (1960) y Oficio de tinieblas (1962) estn ms all de la simple ficcin y del marco de la sociologa . Sus personajes, arrollados por las circunstancias fsicas y sociales que pretenden sobrevivir en un medio hostil, son reales y exteriorizan la angus-tia y sufrimiento .

    Fatalmente terrenal, materialista en su segunda y ltima etapa, y quiz por lo mismo sin el anterior destello de religio-sidad, su obra lrica refleja, desde luego, su concepcin esttica del mundo, su par-ticular sentido de la vida, apoyada en la meditacin, en los factores del pensar, en la dimensin social, sin olvidar el hlito potico . Su propuesta esttica es ms di-recta, diversificada . Como a Sabines no le interesan, por razones comunicativas, los aspectos metonmicos del verso, sino el modelo expresivo directo, caracterizado por la imagen enunciativa . En este senti-do, la obra potica de Rosario Castellanos constituye un magnifico testimonio de la expresividad rotunda de una mujer enre-dada en la llamas solitarias de la creacin oh, inteligencia, soledad en llamas!, como cantaba Gorostiza, en un univer-so masculino, en una sociedad patriarcal, varonil . Por eso, en voz de Rosario, el mundo gime estril como un hongo .

    Si convenimos en que la poesa es el espejo donde los seres humanos desnu-dan su sentimiento (el pathos que indica-

  • 22 23

    1

    rlando, de Virginia Woolf tie-ne, segn Borges (1981: 123), su traductor, la preocupacin del

    tiempo . El hroe de esa novela originalsima sin duda la ms intensa de Virginia Woolf y una de las ms singulares y desesperantes de nuestra poca vive trescientos aos y es, a ratos, un smbolo de Inglaterra y de su poesa en particular .

    Cuenta, sintetizo, la historia de un du-que ingls que un da despierta convertido en mujer; en ese sentido, aunque bien con sutileza, en este hombre-mujer se concen-tran amoros heterosexuales, homosexua-les, lsbicos, y tambin se acumulan po-cas, ya que la vida de Orlando es narrada desde el tiempo que va desde un borroso 1500, cuando empieza a escribir su nico poema, La encina, hasta la campanada duodcima de la medianoche del jueves once de octubre del ao Mil Novecientos Veintiocho (Woolf, 1983: 210) .

    Su modelo es, sin duda, Tiresias, el griego, cuya historia comprime ngel Mara Garibay (2000: 234):

    Un da vio dos serpientes copulando y

    les peg con un bastn . Al momento

    qued convertido en mujer . Un poco

    ms tarde vio el mismo caso e hizo lo

    mismo y se volvi a convertir en hom-

    bre . Lo llam Zeus para dirimir una

    disputa que tena con Hera, tocante

    a quien gozaba ms en el acto carnal,

    si el varn o la hembra . l dijo que la

    mujer . Y Hera en castigo lo dej ciego,

    pero Zeus en compensacin le dio el

    don de la adivinacin .

    Dejemos los asuntos de gnero y concentrmonos en un hecho: Orlan-do vive trescientos aos, viene de un mito ms aejo y, si hacemos caso a la cinta de ttulo homnimo dirigida por Sally Potter, este primer transexual si-gue viviendo .

    Lamentacin de Dido, un dolor eterno

    Qu desvaro me ciega? Dido infeliz! Ahora adviertes su maldad!

    Valieras ms que la advirtieras cuando le dabas tu cetro .

    virgilio, La EnEida

    Hctor Corts Mandujano

    Por supuesto que esta autoflagelacin se revela, tambin, en sus textos perio-dsticos, recopilados en Mujer que sabe latn . Esta degradacin, este autorrecono-cimiento o anagnrisis asumido plena-mente, se encuentra determinado en su novela Baln Cann donde el personaje padece lo indecible porque su hermano menor, un varn, fallece . La exclamacin de la madre es sintomtica: Ojal y t hubieras muerto y no tu hermano: es decir, aqu tambin est presente la vi-sin machista, patriarcal, del mundo .

    En la obra lrica de esta autora senti-mos, y compartimos, la honestidad y la valenta con que asume su condicin de mujer . En esta busca de huellas y de tiempos, la fortaleza espiritual de Rosario alcanza una estatura de primer orden . Su riqueza interior, frente a la adversidad del mundo varonil, se vigoriza y forja poesa . Despus de todo slo el silencio es sa-bio, como expresa de manera definitoria . Como poetisa, supo visualizar la intimi-dad de la mujer, otorgndole su dimen-sin exacta, justa .

    scar Wong Tonal, 1948

    De ascendencia sino-mexicana . Fue becario del INBA-FONAPAS en crtica literaria (1978-1979) y del Centro Mexicano de Escritores en ensayo (1985-1986) . Ha obtenido diversos galardones, como el Premio

    Nacional de Poesa Ramn Lpez Velarde 1988 por su libro Enardecida luz; primer lugar en el Certamen Literario Rosario Castellanos 1989 en cuento con el volumen La edad de las mariposas; el Premio Nacional de Poesa de Ciudad del Carmen, Campeche, y el Premio Nacional de Ensayo Magdalena Mondragn . Es autor de La pugna sagrada . Comunicacin y poesa, Nueva fiesta de pjaros, Dimensin social de la narrativa, y

    recientemente Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trgico . Desde enero de 2010 radica en Tuxtla Gutirrez .

    foto: archivo histrico cuid-unicach..

  • 24 25

    Bibliografa

    borges, Jorge Luis, Ficcionario, ed ., intr ., prl . y n . de Emir Ro-drguez Monegal, Mxico, FCE, 1981 .

    carballo, Emmanuel, Protagonis-tas de la literatura mexicana, Mxico, Alfaguara, 2005 .

    castellanos, Rosario, Mujer que sabe latn, Mxico, FCE, 1984 .

    __________________, Poesa no eres t. Obra potica: 1948-1971, Mxico, FCE, 1995 .

    garibay, ngel Mara, Mitologa griega, Mxico, Porra, 2000 .

    paz, Octavio, et al., Poesa en mo-vimiento, t . 1, Mxico, SEP (Lecturas mexicanas), 1985 .

    virgilio, La Eneida, Madrid, Edi-mat, 1999 .

    woolf, Virginia, Orlando, trad . de Jorge Luis Borges, Mxico, Hermes, 1983 .

    Hctor Corts Mandujano Finca El Ciprs, Villaflores, 1961

    Narrador y dramaturgo . Ha publicado, entre otras novelas, Seft y Carmbura, Beber del espejo y Mar en movimiento . Sus obras de teatro han sido seleccionadas para encuentros nacionales e internacionales:

    Acteal, guadaa para 45 y Carmen y el Cadejo . Ha ganado, entre otros, los premios nacionales de novela breve Emilio Rabasa, con Vanterros, y Rosario Castellanos con An corre sangre por las avenidas.

    Y yo am a aquel Eneas, a aquel hombre de pro-

    mesa jurada ante otros dioses .

    Lo am con mi ceguera de raz, con mi soterra-

    miento de raz, con mi lenta fidelidad de raz .

    [] Pero el hombre est sujeto durante un pla-

    zo menor a la embriaguez . Lcido nuevamente,

    apenas salpicado por la sangre de la vctima,

    Eneas parti .

    [ . . .] En vano, en vano fue correr, destrenzada

    y frentica, sobre las arenas humeantes de la

    playa .

    Rasgu mi corazn y ech a volar una bandada

    de palomas negras . Y hasta el anochecer perma-

    nec, inclume como un acantilado, bajo el bru-

    tal abalanzamiento de las olas .

    [ . . .] Mis amigos me miran al travs de las lgri-

    mas; mis deudos vuelven el rostro hacia otra par-

    te . Porque la desgracia es espectculo que algu-

    nos no deben contemplar .

    Ah, sera preferible morir . Pero yo s que para m

    no hay muerte . Porque el dolor y qu otra cosa

    soy ms que dolor? me ha hecho eterna .

    2

    Otro mito que ha atravesado los tiem-pos es la historia de Eneas, contada en La Eneida (siglo I antes de Cristo) . En sus aventuras, este hroe fundador de Roma llega al reino de Dido, quien viuda y poderosa, luego de ver al nu-frago (1999: 103-105), se consume en el oculto fuego del amor . Constante-mente retorna a su nimo el gran valor del hroe y el lustre de su linaje; lleva imborrable en el pecho su imagen, sus palabras y la angustia no le permite dar a sus miembros apacible descanso [ . . .] De qu sirven los votos, qu valen los templos a la mujer que arde de amor? Mientras invoca a los dioses, una dul-ce llama consume sus huesos y en su pecho vive la oculta herida: arde la des-venturada Dido y vaga furiosa por toda la ciudad (1999: 103-105) .

    La mujer se entrega y entrega todo lo que tiene al joven amante, pero l debe partir: su destino es otro aunque ella llore y diga las ms desesperadas palabras: Ya no hay fe en el mundo: arrojado a la playa, msero y necesita-do de todo, le recog y le di, insensata, una parte de mi reino y salv su escua-dra perdida y libert de la muerte a sus compaeros [ . . .] Slo pido un breve plazo, un poco de descanso y de tiem-po para calmar mi delirio, mientras la fortuna me ensea a llorar, vencida y resignada (1999: 115-116) .

    l se va, pese a todo, y ella desen-vaina la espada de Eneas y [ . . .] sus don-cellas la ven caer al impulso del hierro, y ven la espada llena de espumosa san-gre y sus manos todas ensangrentadas (1999: 125) .

    3

    Casi dos mil aos despus una mujer re-escribi la historia de Dido . La nota so-bre Rosario Castellanos en Poesa en mo-vimiento, que suscriben Octavio Paz, Al Chumacero, Homero Aridjis y Jos Emi-lio Pacheco (1985: 156), dice: Aunque ha practicado con acierto todos los gneros literarios [ . . .] la plenitud de Rosario Cas-tellanos est en su obra potica [ . . .] Otra de sus constantes preocupaciones expre-sivas ha sido el desamparo que sucede a la prdida del amor .

    Dice Rosario: Dido [ . . .] eleva la trivia-lidad de la ancdota (hay algo ms trivial que una mujer burlada y que un hombre inconstante?) al majestuoso mbito en que resuena la sabidura de los siglos .

    La Lamentacin de Dido es, ade-ms de percance individual, la conver-gencia de dos lecturas: Virgilio y St-John Perse . Uno me proporciona la materia y el otro la forma . Y sobreviene el instante privilegiado del feliz acoplamiento y del nacimiento del poema (1984: 207) .

    Con Lamentacin de Dido Rosario Castellanos, est claro, logr uno de nues-tros poemas ms grandes, al que incluso ella misma considera como el ms logrado de los suyos . Y abunda frente a Emmanuel Carballo: En este poema quise rescatar una experiencia, pero no me atrev a ex-presarla sino a travs de una imagen dada en lo eterno, en la tradicin: la imagen de Dido . La desgracia amorosa, el abandono, la soledad despus del amor, me parecie-ron tan vlidos y absolutos en Dido que los aprovech para expresar, referidos a m, esos mismos sentimientos . A travs de ellos pude contar mi propia historia que era, desde luego, bastante ms pobre .

  • 26 27

    Una de sus mximas motivaciones y deseos fue crear modos ms plenos y humanos de ser y de vincularse con los otros . Modos, que es decir mundos y que estn vivientes de manera impere-cedera en Baln Cann (1958), en Ciudad Real (1961) y en Oficio de tinieblas (1962), por slo mencionar a tres de los masca-rones de proa de sus navegaciones . Ade-ms de su vasta poesa, que siempre nos acompaar .

    Quiz su vivencia al lado de los in-dios de Chiapas, como directora del Teatro Petul, en el Centro Coordinador Tzeltal-Tzotzil del Instituto Nacional In-digenista en San Cristbal de Las Casas, en la dcada de los aos cincuenta, le haya conferido a su alma esa sobredosis exacta de sensibilidad y de sincero esp-ritu de aliento para con los desposedos, los sin voz . Los inquilinos permanentes de la desesperanza .

    Por eso puede afirmarse, sin el menor asomo de duda, que no hay mujer u hom-

    bre en las letras chiapanecas que no aspire a alcanzar su sencillez directa y sin cortapisas, su devenir estoico en los diversos campos del conocimiento y la creacin . Hablo del ensayo, la novela, el cuento, la poesa, el teatro, la traduccin, el periodismo, la pe-dagoga, el servicio pblico y un inagotable etctera, etctera .

    Rosario Castellanos supo honrar la pa-labra, desde su doble oficio de creadora de letras, y de mujer y mater admirabilis . La honr con sus actos que son libros, con sus textos que son sus hijos, progenie de la introspeccin bella y cruda que apunta a la verdad, sa que nos da miedo pro-nunciar a todas horas .

    Y ese apetito de la verdad es al que se adhiri siempre la autora de Lvida luz, otorgndole la vehemencia de su pro-pio ser y asumiendo una vocacin por la bsqueda insobornable de saciar un apetito intelectual . Porque como ella bien saba no basta no mentir, sino decir la verdad .

    Nos dice Rosario Algo de esa epis-teme se estremece adentro de la cscara del pensamiento . Algo nos sacude desde nuestro msculo central . No son nica-mente palabras hechas de sonido y sen-

    tido en felices nupcias, sino una inquie-ta permanencia en la desazn que nos puebla y que nos hala y ya no nos deja quietos con su lanza clavndose contra nuestro costado .

    Yo soy de alguna orilla, de otra parte,

    soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,

    gente a quien compartir es imposible .

    No te acerques a m, hombre que haces el mundo,

    djame, no es preciso que me mates .

    Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren

    de algo peor que vergenza .

    Yo muero de mirarte y no entender .

    ara hablar de Rosario Castella-nos, de su dimensin humanis-ta, hay que bucear a contrapelo

    de la superficie que avasalla nuestra tra-dicin, sumergirse en otra parte, ms lejos, ms hondo, ms adentro, como quitar la cscara del pensamiento, como quera la comiteca .

    Hablo de una sustancia impresa en la huella de la condicin humana, que Ro-sario supo leer entre lneas y, por tanto, hacer suya como compromiso y acom-paamiento de una certeza implacable sobre nuestra precariedad en la intempe-rie del mundo Todos somos y seremos deudos de Rosario .

    Palabras para evocar aRosario Castellanos

    en su trigsimo cuarto aniversario luctuoso

    Adolfo Ruiseor

  • 28 29

    a conceptualizacin de gnero surge en la dcada de 1970 a partir de estudios realiza-dos por acadmicas feministas anglosajo-

    nas . El concepto vena a llenar los vacos frente a los cuales se encontraba el quehacer acadmico feminis-ta de distintas reas de trabajo . Uno de los vacos era sealar la diferencia entre las construcciones socio-culturales, y las elaboraciones provenientes de la bio-loga . Surga la posibilidad de diferenciar claramente sexo de gnero y, polticamente para las feministas, esto constitua una base argumentativa slida para luchar por los derechos de las mujeres . En este con-texto se sita el trabajo acadmico Sobre cultura fe-menina tesis para obtener el grado de maestra en filosofa por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico que articul magistralmente Rosario Cas-tellanos en 1950 .

    El gnero se designa entonces como la construccin cultural del sexo . Desde esta definicin podemos hablar de los sistemas gnero/sexo que implican los conjuntos de prcticas, smbolos, representaciones, normas y valores so-ciales que se elaboran en las sociedades a partir de la dife-rencia anatmica y fisiolgica . stos constituyen las tramas de relaciones sociales que determinan las relaciones de los seres humanos en tanto personas sexuadas . Constituyen, por ende, relaciones significantes de poder . Ms bien: en los sistemas gnero/sexo se articulan estas relaciones .

    Sin embargo, en la dcada de 1980 los estudios feminis-tas y los no feministas comienzan a usar el concepto como sustitutivo de mujeres; es decir, gnero se transforma en un equivalente de mujeres . Este uso ms descriptivo del concepto comienza a instalarse en la bsqueda de legi-

    Rosario Castellanos, pionera en los estudios feministas y

    de gnero (breve acercamiento)Mario Nandayapa

    Deca nuestra querida Mara Zambra-no en el Sueo creador: Herir con luz tus oscuras crceles; y esa es la tarea a la que se entreg precisamente Rosario: a arrojarnos la luz suficiente para vencer la fatalidad del nacimiento .

    Esa luz que ceg su vida por la inter-psita presencia de una lmpara Pero que no la arrebat de nuestra cercana, sino la hizo ms ntima, ms allegada al lado moridor que compartimos con ella .

    Rosario Castellanos es y ser una viajera inmortal . Me lo dicen a grito sus versos . En el Olimpo municipal en el que se debaten las desnutridas famas de tantos aspirantes e imberbes congregan-tes, una epopeya de regreso a la lectura de sus letras, sera consuelo, cuando no feliz coartada .

    Ay, pero de qu pramo quiero sacar augurios!

    Ayer, un demasiado lejano ayer, Ro-sario nos conmovi imperecederamen-te . Hoy que abunda tanta letra caduca de inmediatez, pienso que la ceiba que ella pens a la mitad del mundo, que es cada pueblo o comunidad, debiera se-guirnos cobijando .

    En la intemperie del mundo que la vio venir y alejarse, sus puntos cardina-

    les nos siguen inundando de luz que es aliento, su rostro asoma como inquieta sonrisa, acaso guio del alma

    Me gustara, en serio, que se la leyese, que la leyeran en una conversacin sin trmino .

    Adolfo Ruiseor Tuxtla Gutirrez, Chiapas, 1962

    Poeta, ensayista y traductor del ingls y del portuqus . Ha publicado Memoria de los das, Portera y parvularia (plaquette ganadora del primer lugar en los Juegos Florales de San Marcos 1993) y Tinta vida .

    Est incluido en los ndices de traductores mexicanos de Fernando Pessoa y de la lengua portuguesa, realizados por Eduardo Langagne . Becario del Centro Chiapaneco de Escritores del Instituto Chiapane-

    co de Cultura en 1990 y becario del FOESCA 1998-1999 . Estudi letras latinoamericanas en la Universidad Autnoma de Chiapas y en la Universidad Autnoma Metropolitana . Fundador del grupo cultural

    Papalote y director de la revista del mismo nombre . Es secretario general de la corresponsala en Chia-pas del Seminario de Cultura Mexicana . Ha publicado en Alforja, Casa del Tiempo, Literatura, Crtica y Arte,

    Radio Suecia Internacional, Vuelo de Voces, La Jornada, El Clarn, La Voz del Sureste, Es! Diario Popular, Cuarto Poder, entre otros . Tiene prximos a publicarse Transcreaciones de Samuel Beckett (traducciones del ingls

    de su poesa), Pessoa en Pessoa (traduccin de poemas poco conocidos e inditos del autor portugus), Animula, Vagula, Blndula (poesa 2000-2009) y Zool (poesa sobre la fauna de Chiapas) .

  • 30 31

    los resultados . Esta perspectiva de investigacin permite diversos estudios en distintas disciplinas y su aplicacin ofrece una entrada posible para los debates terico-crti-cos . Es interesante tambin sealar que su aplicacin ha generado una amplia gama de sensibilidades en el mbito acadmico . Algunos de sus profesionales se han sentido motivados por este tipo de indagacin terico-crtica y, aun cuando no estn de acuerdo con las perspectivas que ella genera, estn dispuestos a debatir al respecto .

    En la crtica feminista anglonorteamericana se desa-rroll, desde la dcada de 1970 en adelante, un estrecho vnculo entre la poltica feminista y la crtica literaria fe-minista . Algunas de las cuestiones planteadas por esta crtica, a principios de los setenta, de modo muy general, son la importancia de los contextos sociales y culturales para la lectura y la produccin de la literatura de mujeres y el nfasis en los contenidos ms que en las estructuras formales de su producci n; la evidencia de los estereo-tipos en la produccin literaria y crtica que manifiestan el esencialismo presente en las producciones literarias de hombres y de mujeres; la crtica de imgenes de la mujer en la cual se estudiaban textos de hombres para revisar las imgenes de las mujeres que en ellas estaban presentes; un fuerte vnculo entre la literatura y la expe-riencia de vida del lector; nfasis en el presupuesto de que ninguna crtica es imparcial o neutra .

    A mediados de los setenta comienzan las anglonorte-americanas a trabajar la literatura de las mujeres como un grupo aparte . Es el trabajo analtico, elaborado desde una perspectiva de gnero, el que de algn modo se comienza a perfilar . Las relaciones de poder y las jerarquas sociales son consideradas como aspectos fundamentales desde la litera-tura . A finales de los setenta surgen los estudios ms im-portantes sobre las grandes escritoras inglesas y norteame-ricanas . En ellos se recupera la tradicin literaria femenina y se intentan clasificaciones a partir de dichos estudios .

    El estudio de la literatura producida por mujeres obli-ga a desarrollar reflexiones tericas frente a las cuales las anglonorteamericanas fueron reacias . Elaine Showalter es una de las crticas feministas ms importantes de Estados Unidos . Esta investigadora elabora toda una aproxima-cin desde la ginocrtica que es el estudio de las produc-

    timacin acadmica . Dado que hablar de gnero suena ms apropiado que hablar de mujeres, se intentaba, de manera estratgica, la instalacin de una perspectiva que permitiera, desde un enfoque poltico feminista, modificar ciertos parmetros gnoseolgicos imperantes en nuestra cultura patriarcal .

    Tambin el concepto de gnero se ha usado para de-signar las relaciones sociales entre los sexos . En esta lnea, la conceptualizacin ha permitido elaborar estudios o in-vestigaciones que consideran tanto las problemticas de los hombres as como las de las mujeres . Nos parece de vital importancia sealar el enfoque que subyace en estas conceptualizaciones y qu dice en relacin con las inte-rrogantes que obligan a cuestionar el binarismo al cual nos enfrentan . La oposicin hombre/mujer presupone el planteamiento de la heterosexualidad como perspectiva de la sexualidad hegemnica . En este sentido, surgen posturas que se ubican desde la utopa para instalar la concepcin de sexo como una significacin performativa . En esta lnea de elaboracin el sexo deja de constituirse en un ser, y ms bien posibilita la proliferacin de diferen-cias, proliferacin pardica y el juego subversivo de significados genricos, ms que la diferencia dual a la que nos enfrenta el concepto de sexo . Estamos de acuerdo con Butler cuando ella se pregunta respecto de la catego-ra de sexo y de cmo dicha categora pudo ser elabora-da tambin desde una construccin cultural, as como el gnero . Esta movilidad del concepto de gnero ha sido beneficiosa para repensar la categora de la identidad y la categora de sujeto, ambas cuestiones fundamentales para el trabajo que se puede elaborar desde la literatura cruzada por la problemtica autobiogrfica .

    Pese a los diferentes usos que del concepto se puedan haber hecho y de las justificaciones que para esos usos existan y de las implicancias polticas o culturales para los movimientos feministas, es claro que la perspectiva de gnero es un instrumento de anlisis efectivo . Ha cons-tituido una herramienta ms para construir los objetos de estudio o especificarlos, en tanto permite elaborar distin-ciones de distinciones para llevar a cabo anlisis rigurosos y delimitados de la informacin en relacin con los obje-tos de estudio, as como para abordar la interpretacin de

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    Rosario, mujer y mexicana del sur

    n no amanece . La ciu-dad duerme sus ltimos minutos . Yo empiezo mi

    jornada con un caf y una imagen en sepia de Rosario Castellanos . En la imagen ella est sentada con los ojos puestos en algo, las manos en-trelazadas sobre una rodilla y una expresin que dice mucho del ser humano que fue . Sin fondo reco-nocible, la estampa es un mundo inconmensurable para imaginar a la Rosario de nuestra devocin, no para entenderla por lo que se ha di-cho, sino para construirla desde la visin de lo que hay ms all de lo tangible . Esto me mueve a acercar-me a ella con la cautela y respeto que su trayectoria imponen .

    Es difcil referirse a Rosario Cas-tellanos sin considerar las distintas corrientes de opinin de antemano generadas . Se ha dicho que el tema recurrente en su obra es el de la mujer y su situacin dentro de un mundo dominado por hombres . Tambin se ha hablado de una Rosario preocu-pada por su entorno social, sensible a las injusticias y previsora de los con-flictos que ocasiona la desigualdad; no se diga del bien ganado prestigio intelectual del que a su paso por la vida se hizo acreedora . No me cabe duda de que esto y ms fue Rosario Castellanos .

    Hugo Surez Domnguez

    Mario Nandayapa Chiapa de Corzo, 1963

    Poeta e investigador . Es doctor en literatura por la Universidad de Chile . Actualmente es catedrtico de la Universidad Autnoma de Chiapas . En poesa, es autor de Caluca y Estar siempre de camino, entre

    otros ttulos . Ha obtenido el Premio Regional de Poesa Rodulfo Figueroa 2000 y el Premio Nacional de Poesa Jos Gorostiza 2001, entre otras menciones .

    ciones de las mujeres para poder aprehender lo que las mujeres han sentido o experimentado . La perspectiva de esta crtica es transdisciplinaria y sus preocupaciones fun-damentales son la historia, los temas, los gneros y las estructuras de la literatura escrita por mujeres . La crtica hecha a esta aproximacin es que el texto desaparece de-trs de la experiencia de un sujeto que supuestamente es unvoco y que representa a la vez una autoridad . Segn Toril Moi, el trabajo crtico de Showalter sigue mante-niendo el modelo empirista y humanista que opera en la crtica masculina y que Showalter misma denuncia como un modo machista de aproximacin a los textos . Sin em-bargo, Showalter se encarga de responder de algn modo a las descalificaciones que Moi hace a su prctica terico-crtica y profundiza a la vez el trabajo en temticas tales como la esttica femenina, la ginocrtica, la formacin y legitimidad del canon, la cuestin del sujeto femenino, la teora de gnero y la cuestin del postfeminismo .

    En Rosario Castellanos la definicin de mujer es la siguiente: aquello que no se puede representar, de lo que no se habla, que est fuera de los nombres y de las ideologas . Sin embargo, esta definicin es, segn Cas-tellanos, relacional y estratgica . Es un intento de loca-lizar la negatividad y el rechazo propios de lo marginal de la mujer, con el propsito de desmoronar el orden patriarcal que la define como fundamentalmente margi-nal . Seguido de esta elaboracin ella seala que no hay ninguna posibilidad de decidir sobre la existencia de una escritura femenina, ni de un modo de escribir femenino . S plantea, en cambio, que existiran algunas peculiarida-des estilsticas o temticas en obras escritas por mujeres, pero que no puede decidir si dichas particularidades son atribuibles a una especificidad autnticamente femenina o a una marginalidad social o sencillamente a una deter-minada estructura (la histeria, por ejemplo) que el merca-do actual favorece y selecciona de entre la totalidad del potencial femenino .

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    Hugo Surez DomnguezBochil, 1950

    Poeta y narrador . Profesor de educacin primaria, licenciado en educacin secundaria . Desde 1978 es catedrtico de lengua y literatura espaolas . Es miembro del Movimiento

    Ciudadano por la Voluntad de la Cultura desde 2007 y de la agrupacin Universos de Tinta desde 2010 . Obra publicada: Slo tengo el viento de un lpiz (coautor), Escalando horizontes (coautor),

    Nos hicimos de palabras, Vuelos de papel y Tatuaje de unicornios.

    En cada nuevo lector que atisba su obra joven o viejo, principiante o erudito, siempre habr un nuevo exgeta del mundo que ella cifr . Cuando leo: La mujer es la que permanece; rama de sauce que llora en las orillas de los ros, pienso que hay Rosario ms all de lo escrito . Percibo la condicin de un ser profundo en esencia e intimidad, que slo puede entenderse segn el nimo del lector .

    Rosario debe ser buscada en cada lnea de lo que escribi, sin entrar en clasifica-ciones ni disquisiciones didcticas . Para encontrarla es preciso detenerse en la pro-fundidad de cada expresin y vivir, como si furamos ella, la intensidad de la creacin literaria . Todos los que la admiramos deberamos iniciar cada maana con el rito de la taza de caf y la fotografa en sepia, para ver a Rosario desde nuestras profundas interrogaciones, y descubrirla como si nunca hubiramos sabido de ella .

    Consecuente con mi sentir, antes de que el bullicio de la ciudad me lo impida, abro al azar un libro y me remonto a estos versos:

    Hubo, quiz, tambin otros humores:

    el sudor del trabajo, el del placer,

    la secrecin verdosa de la clera,

    semen, saliva, lgrimas .

    Nada, en fin, que un buen bao no borre . Y me pregunto

    con qu voy a escribir, entonces, nuestra historia .

    Con tinta? Ay! Si la tinta

    viene de tan ajenos manantiales .

    Bebo un sorbo de caf, cierro los ojos y me quedo con algo que podra ser mi construccin aventurada de la mujer y mexicana del sur que fue Rosario:

    Ah, sera preferible morir . Pero yo s que para m no hay muerte .

    Porque el dolor y qu otra cosa soy ms que dolor? me ha hecho eterna .

    A decir de sus estudiosos y seguidores, su mundo estuvo cifrado por el feminismo, reflejado en su poesa y ensayos . Su condicin femenina fue como la de muchas: su vida fue como un espejo de las mujeres de su tiempo, inmersas en la dualidad acepta-cin-resistencia de su condicin . Dicho de este modo, cobra sentido la afirmacin de que en los aos que Rosario se dedic a crear, hizo un registro del mundo en el que le toc vivir . Siendo quien era, no poda sustraerse de pensar y sentir como mujer .

    El Diccionario de escritores mexicanos, editado por la UNAM en 1988, dice de esta autora:

    Cultiv todos los gneros, especialmente la poesa, la narrativa y el ensayo; colabor

    con cuentos, poemas, crtica literaria y artculos de diversa ndole en los suplementos

    culturales de los principales diarios del pas y en revistas especializadas de Mxico y

    del extranjero . En 1972, Rosario Castellanos reuni su obra potica en el volumen inti-

    tulado Poesa no eres t . Desde 1950, ao en que public su tesis Sobre cultura femenina, la

    escritora no dej nunca de incursionar en el ensayo . En vida public cinco volmenes

    y pstumamente otros dos . De toda su obra, incluyendo su nico volumen de teatro,

    El eterno femenino, se desprende una clara consciencia del problema que significa, para su

    autora, la doble condicin de ser mujer y mexicana .

    Para una introduccin a la escritora de carne y hueso, a la mujer, al intelecto y sensibilidad que la caracterizaron; del apego al conocimiento y preocupacin por su entorno, esto es apenas suficiente .

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    No fue fcil para m . Tuve que aprender el significado de pa-

    labras que nunca haba usado, como etnocentrismo de

    fea rima pero real y dolorosa, por lo que me vi forzada

    a acudir a textos antropolgicos facilitados por mis amigos

    del Centro para estudiar los pasos de la pedagoga indige-

    nista, y hasta tom algunas infructuosas clases de tzotzil

    con uno de los promotores asignados al trabajo . Salt de las

    teoras de Sasure [sic] a las cartillas de alfabetizacin, de la

    filosofa a los problemas sanitarios, de las concurridas cla-

    ses en el edificio de Mascarones a los ranchos chamulas . . .

    Cambio de piojos? le pregunto .

    De piel me contesta, haciendo con la mano movimiento

    de culebra: se va soltando a medida que caminas, ves tu

    alrededor y sientes el olor de la miseria, se huele la miseria .

    Cualquier antroplogo dedicado a labores de campo, sufre en s mismo la transferencia que suele darse entre la realidad de lo estudiado y la circunstancia personal del investigador, al grado de llevarlo a cuestionar el papel del cientfico social a medida que el rostro opuesto aflora, hasta hacerlo aceptar que el objeto en este caso los indgenas es en verdad el sujeto de la cuestin . Bien lo entendi Rosario, de ah su entrega total al trabajo, y no hablo de responsabilidad laboral sino de la actitud que nace de involucrarnos conscientemente en una tarea colectiva . Desde las primeras funciones el grupo se dio cuenta de la fuerza de penetracin del pequeo teatro entre los asombrados tzeltales y tzotziles (Castellanos 1957) .

    Los textos que se utilizaron fueron (anteriormente) los mismos

    que forman el repertorio del guiol en las escuelas, en los tea-

    tros de las ciudades, naturalmente que a los idiomas aborgenes .

    Pero si para nosotros las figuras de Caperucita Roja y el lobo, de

    Blanca Nieves y los siete enanos son familiares y accesibles; si

    la msica y el baile de la Polka Roja responden al gusto comn,

    para los indgenas no fueron ms que desconcertantes . . .

    . . .Al travs del teatro guiol, el Instituto haba enriqueci-

    do la mitologa de los indios con entes misteriosos y fantsti-

    cos . Calculemos la fuerza del impacto con que los muecos

    los turbaron al principio, que an hoy, despus de tres aos

    de trabajo intensivo y de la necesaria divulgacin del meca-

    nismo de estas representaciones, siguen siendo presenciadas

    con el mismo asombro que si se tratara de un milagro .

    on el propsito de abordar directamente los escritos indigenistas de Ro-sario Castellanos, he dejado fuera los pormenores de su primer regreso al sur 1951-1952, tiempo de bsqueda no siempre venturosa en que

    trabaj como promotora de actos culturales del Instituto de Artes y Ciencias de Chiapas en Tuxtla Gutirrez (Bonifaz 1984:30) . Me concentro en la segunda es-tancia 1955-1958, tras la intervencin amistosa de Gastn Garca Cant y el acuerdo del doctor Alfonso Caso, director del INI, que la llev a San Cristbal de Las Casas a incorporarse al Centro Coordinador Indigenista Tzeltal-Tzotzil co-misionada a los programas educativos . Sin dudarlo se integr al equipo formado por el director de teatro Marco Antonio Montero, en un proyecto novedoso que agrupaba a pintores como Carlos Jurado y al gran animador de la idea, el lingista Carlo Antonio Castro . Pasado un tiempo habla de ser feliz y que su vida de lo ms desperdiciada y vaca, ahora tiene un objeto y es exactamente el objeto que yo quera darle (Garca Cant 1974) .1

    La propuesta del guiol fue para ella el enfrentamiento definitivo con la realidad del mundo campesino, socialmente vetado durante su niez, y durante tres aos busc despojarse del ropaje cultural heredado .2

    * Agradecemos la autorizacin del arquelogo Carlos Navarrete, por conducto de la antroploga Flor de Mara Esponda, para reproducir el presente texto que corresponde al captulo I de su libro Rosario Castellanos, su presencia en la antropologa mexicana .

    1 Eraclio Zepeda (1978: 185-188) escribe con afecto de la dolorosa temporada de Rosario en Tuxtla Gu-tirrez, de su posterior viaje a Espaa y su encuentro con el fascismo, as como de su incorporacin a las arduas tareas del teatro guiol:

    De dnde obtena Rosario la energa necesaria para recorrer las sierras, descender a los valles, escalar desfi-laderos, llevando su trabajo con humildad creciente, de comunidad en comunidad? De dnde se apoyaba aquella frgil mujer desempeando tareas agobiantes? De la pasin . De la pasin vena su coraje . La pasin de ser til . De aprender, de ensear .

    Cuntas veces la vimos a caballo, bajo la lluvia, a veces riendo, a veces temerosa . Un da, mientras el caballo se deslizaba sin poder plantar las patas en nada que no fuera barro resbaloso, escuchamos tan solo su Ay Dios . . . . barranco abajo . Y luego pasada la impresin de nuevo la risa, y su palabra aguda .

    Rosario en el trabajo del Teatro Petul, acab de construirse a ella misma . Las lecciones aprendidas por all en aquellas jornadas nos la habran de entregar despus en su madurez luminosa .

    2 Entrevista inconclusa destinada a ser publicada por la Universidad de San Carlos, Guatemala . Las conversaciones se suspendieron durante los sucesos violentos que obligaron al rector Ignacio Chvez a dimitir al cargo . En forma solidaria Rosario Castellanos renunci a la Direcccin de Difusin Cultural . Ya no hubo tiempo de continuarla (Navarrete 1967) .

    Rosario Castellanos, su presencia en la

    antropologa mexicana*Carlos Navarrete

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    en vez de consultar al mdico para recuperar su salud, acude al brujo, el que no quiere

    prestar ayuda para que se construyan caminos vecinales . Pero al fin xun tiene que

    abandonar su empecinamiento; ganado, no tanto por los reveses que este empecina-

    miento le proporciona, sino por el luminoso ejemplo de Petul .

    Petul se convirti en el vocero de los programas comunitarios, en consejero de grandes y pequeos problemas . Adquiri tal dimensin en el reflejo de la identidad comn que lo consultaban para resolver pugnas familiares . Rosario Castellanos (1957) record estos hechos hacindole justicia al trabajo de los colaboradores indgenas y al entrenamiento que reciban .4

    Siento profunda admiracin por aquel equipo . Los resultados, prontos y efec-tivos, fueron considerados entre los logros evidentes de la antropologa aplicada mexicana, lo que hace entendible el entusiasmo de las publicaciones oficiales del alto mando indigenista:5

    Las actividades del Teatro Petul, en Chiapas, han permitido valorar la eficacia educativa del

    teatro guiol para las diversas actividades de los Centros Coordinadores Indigenistas .

    Qu sitio ocupa el teatro entre las secciones que comprende un Centro Coordinador?

    Las de ayudar al convencimiento de los indgenas para aceptar las enseanzas del

    Instituto, tanto en los aspectos econmicos, como sociales y culturales .

    Las secciones que comprende un Centro son: Economa, Agricultura, Educacin,

    Caminos y Salubridad . El teatro desempea sus tareas de acuerdo con los trabajos que

    cada una de dichas secciones realiza en las comunidades indgenas . Por ejemplo: si la

    brigada de Salubridad va a dedetizar, vacunar o instruir a la poblacin en la prevencin

    de enfermedades o curacin de las mismas, el personal del Teatro Petul la acompaa y,

    ante los habitantes, representa una obra que ensea a la vez que divierte, la convenien-

    cia de aceptar medicinas, prcticas curativas o higinicas .

    Todas las intervenciones del Teatro Petul han sido eficaces . Los mtodos propues-

    tos, las invitaciones y exhortaciones a los pobladores, han sido comprendidas y acep-

    tadas . Sin exageracin puede afirmarse que la tarea persuasiva del Teatro ha sido im-

    portantsima para los antroplogos, mdicos y profesores del Centro de La Cabaa,

    de San Cristbal de Las Casas .

    En Amatenango, poblacin de la zona Tzeltal, la cooperativa haba sido fundada

    haca seis meses . Los resultados no eran los esperados: bien por defectos iniciales o por

    la incomprensin de cmo deba funcionar en el pueblo .

    4 Escribi la introduccin (1959: 1,4) a la autobiografa del promotor Teodoro Snchez y expuso sus experiencias en la formacin de los auxiliares, no siempre signadas por la mutua comprensin (Castella-nos, 1959, 1965) .

    5 Petul, promotor cultural (INI 1955 b, 1955 c), es la crnica del peligro que corra el pueblo de Naven-chauc de ser inundado por el crecimiento de la laguna vecina debido a los fuertes temporales, y de cmo Petul logr que los habitantes salvaran viejas rencillas y se organizaran colectivamente para resolver el problema . Petul, cooperativista contiene un resumen de las secciones de trabajo del Centro Tzeltal-Tzotzil y de las exitosas intervenciones del teatro guiol (INI 1956) .

    La llave de entrada a las reacias comunidades era un bo-nito mueco vestido de indgena, dueo de una variedad de trajes y sombreros de acuerdo a la poblacin, con las varian-tes dialectales y con las jerarquas sociales de cada lugar en donde montaban el sencillo escenario . Seguro de s mismo, mezclaba su ingenuidad con los beneficios de una mente despierta y juvenil de gran capacidad de convencimiento . Hablaba de cosas buenas . Le dieron un nombre adecua-do: Petul-Pegre-Pedro, en confrontacin con xun-xul-Jun-Juan, un mueco igualmente simptico y algo chocarrero, conservador y reacio a los cambios, cuyas opiniones nega-tivas retratan las preocupaciones bsicas del proyecto (Fa-ras 1964: 10) .3

    El que no quiere asistir a las escuelas del Instituto para al-

    fabetizarse y castellanizarse; el que desdea las sugerencias

    de los tcnicos agrcolas para el cultivo de su parcela, el que

    3 Mara del Carmen Faras histori los primeros intentos del Centro Coordinador por formar un grupo de promotores especializados en guiol:

    Anterior a la llegada de Marco Antonio Montero a los Altos de Chiapas y a peticin del antroplogo Agustn Romano, director del Centro Coordinador Indigenista, el Instituto Nacional de Bellas Artes, designa al maestro Jos Daz Nez, para entrenar, por primera vez en esa regin, a un grupo de j-venes promotores indgenas, en la manipulacin y fabricacin de muecos de guante . Sin embargo el concepto que del teatro guiol se tena no era compatible con la realidad indgena . Los muecos eran interpretaciones de los personajes tradicionales de los cuentos de hadas europeos . Estas figuras respondan a un teatro occidentalizado, las cuales estaban muy distantes de poder ejercer algn atractivo en los espectadores formados por nios, muje-res y hombres indgenas y lo que se produjo fue una reaccin de rechazo .

    Susana Cato (1994: 60-65) destaca las virtudes teatrales y humanas de Mar-co Antonio Montero . Se conservan los diarios de