La increíble y triste historia de la cándida eréndira y su abuela desalmada.
Cándida (1)
-
Upload
jose-carlos-rey-garcia -
Category
Documents
-
view
216 -
download
0
description
Transcript of Cándida (1)
Cándida.
La primera vieja que recuerdo.Ni siquiera nos habíamos mudado.
La casa de tres pisos estaba en obras. Tú, con cuatro años, y el
resto de la familia, en una apacible tarde de Domingo,fuisteis a
supervisar las obras. Como siempre, encontraste la forma de
escabullirte y salirte con la tuya.Tu objetivo era acceder a la terraza
cerrada con llave porque aun no estaban puestas las balaustradas y
lo conseguiste: te fuiste arrastrando poco a poco para superar tu
vértigo, sabías que era peligroso, pero querías conseguirlo, asomar
la cabeza desde el segundo piso, ver las vistas quizás? Pero fue a
ella a quién viste. Una auténtica bruja malvada como la de los
cuentos que leías con tu hermana: caminaba renqueante, tendría
cien años lo menos, toda vestida de negro y con el pelo blanco
recogido en un moño pero lo más impresionante era su nariz
aunténticamente brujil con verruga incluida. Sin pensarlo dos
veces,como una verdad incuestionable del colegio, le espeté un ¡
bruja! Que le hizo levantar la cabeza y farfullar algo por lo bajo
cuando ya me había retirado de su vista. Con el tiempo llegaríamos
a ser amigas. Que gracia que tras su aspecto malévolo se
encondiera un nombre como ese :Cándida. Cuando estaba aburrida
y nadie me hacía caso acudía a su casa donde solía tener una
buena provisión de paquetes de gusanitos para mí.Le pedía de
beber aunque no tuviese sed, porque cogía el agua en la fuente
rellenando un cubo y utilizaba un cucharón para darme agua.Como
a mí me hacía gracia, insistía una y otra vez hasta enfadarla.
Entonces salíamos a su pequeña huerta, dónde brillaban un
hermoso cinamomo y un romero antiguo, que por supuesto ahora
tengo en mi casa y olerlos es volver a esas horas compartidas con
la bruja mala que al final resultó buena.Ya no existe Cándida ni su
casa que fue derruída para construir un garaje. Primero se fue ella y
durante años vi la vieja casa deteriorarse, primero sin cristales ,
luego con grietas y desde mi balcón seguí atisbando lo despojos de
aquella vida vivida y olvidada por el mundo: un destartalado arcón
quizás con un traje de novia o con la ropa del difunto marido, un
juego de café en una pequeña alacena de la cocina,aquella casita
de cuento con juguetes y una bruja de mentira.