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conCONSEJO EDITORIAL

Comité Editorial

Lic. Chiqui Vicioso (República Dominicana)Lic. Ángela Hernández (República Dominicana)

Dr. Héctor Díaz Polanco (México-Rep. Dominicana)Dr. Pablo Maríñez (República Dominicana)

Dr. Eliades Acosta (Cuba)Dr. Rubén Zardoya (Cuba)

Dr. Ángel R. Villarini (Puerto Rico)

Coordinación EjecutivaMatías Bosch, Vicepresidente Ejecutivo

Ramón Tejeda, Encargadode Patrimonio y Colecciones

Farah Hallal,Asesora Cultural

Ysabel Florentino,Encargada de Gestión Cultural y Literaria

Irene Hernández: Edición

Amado Santana: Diseño

Impresora Soto Castillo: Impresión

© Fundación Juan BoschCalle Paseo de los Locutores No. 43,

Ens. Evaristo Morales, Sto. Dgo.,D.N., Rep. Dom.

Teléfono: 809-472-1920809-472-1921

www.juanbosch.orge-mail: [email protected]

LA FUNDACIÓN JUAN BOSCH es una organización nogubernamental, sin fines de lucro, presidida por doña Carmen Quidiello

de Bosch, constituida para trabajar en la preservación y difusión de laobra del profesor Juan Bosch, en vinculación con proyectos de diversa

índole que promuevan el desarrollo humano, social y ciudadano enRepública Dominicana.

CAMINO REAL es una publicación de la Fundación Juan Bosch.Pretende ser un espacio plural, democrático, al servicio del pueblodominicano, y en el que participen todas las personas dedicadas a

estudiar los fenómenos sociales y promover los valores y principios dejusticia, dignidad, patriotismo y democracia por los que vivió y luchó el

Profesor Juan Bosch.

PORTADA:Manifestaciones en

Chile, 2011.

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tenidoEDITORIAL .................................................................................................................. 2

MIRADA PRESENTEPetróleo, dictadura e intervención en la Venezuela de comienzos del siglo XX ............... 7SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN

Las Constituciones dominicanas de 1963 y la de 1966: Un análisis comparativo ........ 21AQUILES CASTRO

Manuel Belgrano y el camino a la Revolución ........................................................... 35CAROLINA CRISORIO

La correlación entre las revoluciones sociales, las científico-técnicas y las productivas ..... 45PEDRO L. SOTOLONGO

HUELLAS DEL FUTUROJuan Bosch, intelectual orgánico y la carta del confinamiento ................................... 59MANUEL JOFRÉ

Bosch: comprensión de la Historia y lucha democrática desde el trujillatoal golpe de Estado .............................................................................................. 71

MATÍAS BOSCH

CAMINO EN CONSTRUCCIÓNLa ausencia de un poder constituyente democrático en la historia de Chile ................ 79SERGIO GREZ TOSO

DESDE MI ORILLAMario Vargas Llosa ................................................................................................ 101ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ

Bases del Concurso Camino Real 2011 ..................................................................... 107

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E n 2011 se conmemora en RepúblicaDominicana el cincuenta aniversario

de la caída de la tiranía trujillista y del re-torno de Juan Bosch a su patria para aco-meter la tarea de conseguir una “fórmulade convivencia democrática”.

El problema de la “tiranía”, el “mal go-bierno” y el autoritarismo, ocupa en el pen-samiento y la obra de Juan Bosch un lugarde gran importancia. Primero porque Boschfue un luchador consumado en contra delrégimen tiránico de Rafael Leonidas TrujilloMolina y de todas las formas de opresión,dictaduras y empresas imperialistas que sa-cudieron a América y al mundo a lo largodel siglo xx, en el que le tocó ser figura este-lar. Pero también porque Bosch se ocupóde reflexionar acerca del asunto, y trascendióla denuncia para ahondar en las causas de losmalos gobiernos y las marcas que dejan enlas sociedades.

Para Bosch, diciéndolo en sus propiaspalabras, las tiranías no caen del cielo. Hayen él un esfuerzo sistemático por compren-der eso que pudiera llamarse las “regulari-dades históricas” y a partir de ahí recono-cer con qué fuerzas cuentan y de cuálescarecen los pueblos a la hora de operar ensu redención, que no puede ser efectiva sinose constituye como proceso conciente y co-lectivo. Las dictaduras no son consecuen-cia del infortunio o el inmerecimiento deun mejor destino, ni se remedian mágica-mente: son el fruto de “fuerzas”.

América Latina y su historia, estánatravesadas de experiencias tiránicas y au-toritarias, pero también de intensas búsque-das por la libertad plena de hombres ymujeres. De las dictaduras y los proyectoscolonizadores de ayer, a los golpes de Esta-do y las fórmulas de gobierno elitista y au-toritario aún vigentes, nuestro continentetiene una vasta experiencia que el discursodemagógico de los sectores dominantes dehoy quiere negar, blandiendo el éxito de la“ola democrática”. América también cuen-ta con la memoria de los pueblos, de triun-fos y derrotas, y de pensamientos comple-jos, como “canteras de ideas” para su cons-trucción de futuros posibles.

El pensamiento crítico de Juan Boschy el proyecto político que invita a construircon su llegada, encarnan la desconfianzapor cualquier mirada esponteanísta o com-placiente sobre cómo superar el expedien-te caudillista-autoritario. No es otro caudi-llo, sino una “fuerza” social que supere a laque sustentó al “mal gobierno” y que se ex-prese en una nueva concepción de relacio-nes liberadoras, el único proceso en el cualse puede creer.

El pensamiento crítico del presentenos invita a mirar el trasfondo del autorita-rismo latinoamericano, y los referentes y

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proyectos emancipatorios latinoamericanos,en su larga cadena de intentos y utopíasincalcanzadas.

Hace cinco décadas, y luego de 30 añosde tiranía, el pueblo dominicano hizo posiblelo aparentemente –aún hoy– imposible paralas “verdades” consagradas: presentarse en elescenario político como un actor autónomo ycrítico, orientado por una voluntad generalde superar viejas estructuras.

Hoy, afortunadamente, renace convitalidad, desde Chile hasta México, la uto-pía de sociedades sin “malos gobiernos” yla idea de que sólo el “verdadero pueblo”–como dijo Hostos– puede hacer posiblela verdadera democracia.

Camino Real acoge esa línea de pen-samiento y debate, como aporte al momentolatinoamericano y a la revaloración de laagenda histórica de Juan Bosch.

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M I R A D A P R E S E N T E

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Antecedentes del siglo XX americano

El comienzo del siglo XX significó lapretensión de imponer la “modernidad” enAmérica Latina, una modernidad queirrumpió con el siglo, a pesar que comenzóen 1898 si nos atenemos a la definición deFernández Retamar que atribuye a ese añoel inicio del “siglo XX para las Américas y elMundo Hispano”.1 Resulta imprescindible

someter a breve razonamiento esta idea quenos permitirá colocar en su justa dimen-sión la etapa que nos convoca porque elinicio ese siglo está asociado a la búsquedade una modernidad que no llega a consoli-darse en nuestra región y frente a la cualen años precedentes José Martí había asu-mido una oposición constructiva propo-niendo una alternativa de identidad co-mún para nuestros pueblos, enarbolando

Las relaciones de Estados Unidos y Venezuela en la primera mitaddel siglo XX están signadas por dos factores fundamentales, la dictaduradel General Juan Vicente Gómez y la consolidación del Estado bajo sumandato de represión y autoritarismo, revertiendo las medidas naciona-listas, de defensa de la soberanía del gobierno de su antecesor CiprianoCastro y la transformación del petróleo en principal producto de exporta-ción del país y eje de la estructura de la economía venezolana durantetodo el siglo XX, hasta nuestros días. En particular esto último va a ser elelemento central que influirá en la configuración de la identidad venezo-lana en su quehacer político, económico y social.

Palabras claves: Venezuela, Petróleo, Autoritarismo, Nacionalismo,Soberanía

Petróleo, dictadura e intervención en la Venezuela de comienzosdel siglo XX.

SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN

[… ] pero yo quería recomendar a los señores expresidentesque recordaran el hecho de que en todo este siglo,

hasta que llegó al poder Franklin Delano Roosevelt,los Estados Unidos fueron un país interventor,

y no estoy hablando de la intervención económica, no de la intervención cultural sino de la intervención militar,

que es la más burda, la más groseray la que más fácilmente ven los ojos de los pueblos del mundo.

Juan Bosch“El Discurso de Caracas”

Caracas, 7 de marzo de 1979

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–precisamente– la idea de Nuestra Amé-rica como antítesis del pensamiento pa-namericano que iba a signar la historiade las relaciones entre la región y Esta-dos Unidos como medida de la consoli-dación de la idea monroista por oposi-ción al ideal bolivariano.

La solución de este debate es la queexpone Martí al escribir su extraordinarioartículo “Nuestra América” publicado pri-mero en La Revista Ilustrada de NuevaYork, el 1º de enero de 1891, y después enEl Partido Liberal de México, el 30 de ene-ro del mismo año. Algunos años antes du-rante un discurso pronunciado en la So-ciedad Literaria Hispanoamericana el 19de diciembre de 1889, en una velada artís-tico-literaria ante delegados a la Conferen-cia Internacional Americana2 enunció laidea de “nuestra América” todavía así, conel pronombre posesivo en minúscula.

Vale la pena recordar un párrafo her-moso, pletórico de un sentimiento de hi-dalguía pura, ese sentimiento nuestrameri-cano que brotaba de su alma y de sucorazón con el que Martí le recordaba a losdelegados que “[…] por grande que estatierra sea, por ungida que esté para los hom-bres libres la América en que nació Lincoln,para nosotros, en el secreto de nuestro pe-cho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lopueda tener a mal, es más grande, porquees la nuestra y porque ha sido más infeliz, laAmérica en que nació Juárez”3 y finaliza conuna pregunta y con una convicción “¿Adón-de va la América, y quién la junta y guía?Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Solapelea. Vencerá, sola”.4

Pero, no sólo Martí se inquietaba porla situación de nuestra región en su rela-ción con el mundo. En la época del impe-rialismo naciente, diferentes intelectuales seproponían redefinir nuestra identidad a

partir de conceptos que iban más allá de lonacional. Se comienza a hablar de lo “lati-noamericano” frente a la imposición dehecho de la idea panamericana. Hombrespreclaros como el uruguayo José EnriqueRodó, el chileno Francisco de Encina, el pe-ruano, Francisco García Calderón y elmexicano Francisco Bulnes a través de suobra efectuaron mordaces críticas al impe-rialismo norteamericano.5

Esta impronta recorrería el sentirnuestramericano en cualquier momentodel siglo que se anunciaba, en cualquierlatitud al sur del Río Bravo y auguraba elespíritu con el que se encararía el vínculocomplejo, contradictorio y acaparador delquehacer de nuestros países en su paren-tesco dolorosamente americano con Esta-dos Unidos.

La Venezuela de comienzos de siglo.El gobierno nacionalista de Cipriano Castro

El siglo XIX venezolano se caracterizópor una larga seguidilla de gobiernos mili-tares, donde la autocracia y el caudillismocaracterizaron la gestión gubernamentalante la debilidad institucional y la ausenciadel Estado en importantes regiones del país.Dos figuras, José Antonio Páez y AntonioGuzmán Blanco coparon el quehacer de lavida política del país.

Parecía que este siglo finalizaría bajoesa marca y así lo refleja la memoria de la“historia oficial”. Sin embargo la llegada alpoder de Cipriano Castro establece –ade-más del enlace entre dos siglos– la señal delo que sería una propuesta de transforma-ción del país en su relación con las formasde dominación y subordinación al capitalimperialista. Aunque la manera en queCastro llega al poder no significó mayordiferencia respecto a la de sus antecesores y

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pues su discurso no variaba –en esencia–del que los caudillos de la época trazaban,su negativa a satisfacer las reclamaciones fi-nancieras de naciones europeas que opta-ron por el ataque, bombardeo y posteriorbloqueo de nuestras costas, marcaron parala República un punto de inflexión del de-venir político en su trato con Estados Uni-dos y el resto de las potencias del ViejoContinente.

En el contexto de la época, el embaja-dor de Estados Unidos en Venezuela, Fran-cis Loomis había sido acusado de conspirarcontra el gobierno venezolano bajo presiónde la empresa New York and BermúdezCompany. Esta compañía había logradouna concesión maderera, –sin autorizacióndel estado venezolano– a través de unatransferencia recibida de Horace R. Ha-milton y George A, Phillips, empresariosprivados, quienes la habían obtenido en1884 durante el gobierno de AntonioGuzmán Blanco para la explotación de “re-cursos naturales”. El gobierno de Venezue-la rechazó la transferencia cuando se des-cubrió que el territorio en cuestión estabaen las inmediaciones del lago de asfaltomás grande del continente, el gigantescoLago Guanoco. La Bermúdez Companyhabía tenido innumerables pleitos congobiernos anteriores al no poder demos-trar la validez de la concesión y los térmi-nos de la operación.

El gobierno del presidente Castro ini-ció acciones legales para lograr la concul-cación de la concesión con lo que se inicióun gran conflicto con el Trust del Asfaltoque ejercía una gran influencia en el go-bierno de Estados Unidos.6

Este país dispuso la cantidad de130,000 dólares para financiar la conspi-ración llamada “Revolución Libertadora”.La Bermúdez Company decidió –en los

primeros años del gobierno de Castro–acercarse a Manuel Antonio Matos, unbanquero, devenido general, opositor furi-bundo a Castro al sentirse afectado por laruptura del presidente con el sector finan-ciero. Matos se dio a la tarea de organizarun ejército uniendo a todas las faccionesque adversaban a Castro. Aunque logró elapoyo de la Compañía Francesa del CableInteroceánico y la alemana del Gran Fe-rrocarril de Venezuela quienes ofrecieronayuda logística y financiera a la “Libertado-ra”, Matos fue derrotado en la Batalla de LaVictoria, el 2 de noviembre de 1902, po-niendo fin a la intentona y consolidando elpoder de Castro en la conducción del país.

Loomis, por su parte, fue removido desu cargo y sustituido por Herbert. WBowen, personaje que va a tener notoriaparticipación en los hechos que iban a vi-virse en fechas muy cercanas.

Hacerse de la economía venezolana enplena expansión petrolera era una ambi-ción no enmascarada por las potencias eu-ropeas. En tales condiciones supuestos paí-ses adeudados apelaron al cobro compulsivode esa “deuda”, sabiendo que la soluciónno era factible en las condiciones que loexigían, por lo que recurrieron a la inter-vención militar.

Los hechos se desataron cuando fuer-zas navales de Inglaterra, Alemania e Italia,asaltaron y posteriormente destruyeron demanera parcial los puertos venezolanos,para finalmente bloquearlos al mismo tiem-po que bombardearon Puerto Cabello, alo cual sumaron al intento fallido de des-embarco en las costas del Estado Zulia queno se consumó por las particulares condi-ciones de navegación en el Lago de Mara-caibo. Días después Francia, Holanda, Es-paña, Bélgica y hasta México se unen a lareclamación.

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La respuesta del Presidente venezo-lano conmocionó al país cuando, el 9 dediciembre de 1902, proclamó “La plantainsolente del extranjero ha profanado el sa-grado suelo de la Patria”. En un primer ins-tante se supuso que Estados Unidos daríauna contundente respuesta a la agresióneuropea en el marco de la aplicación de laDoctrina Monroe, sin embargo esto noocurrió. La explicación del gobierno esta-dounidense se fundamentaba en que lamisma no era aplicable en situaciones deincumplimiento de compromisos por algu-na nación americana.7

Esta actitud que aparecía como unarespuesta neutral al hecho acaecido, escon-día -sin embargo,- la verdadera intencióndel nuevo imperio al fijar los límites de ac-ción de la intervención europea, estable-ciendo que ella fuera solo una medida depresión para cobrar la deuda, pero impi-diendo la profundización de la operaciónmilitar para que no llegara a una invasióncon tropas, acción sólo concebida en nues-tro continente para su realización por partedel ejército de Estados Unidos en el mar-co de la aplicación de la Doctrina Mon-roe, demarcando –de esta manera– y conprecisión, el ámbito de su influencia ex-pansionista.

Contraria a la aplicación de la Doctri-na Monroe, desde América Latina surgióuna propuesta transformada también endoctrina de derecho internacional ameri-cano a partir de la posición fijada por elministro de Relaciones Exteriores de Argen-tina, Luis María Drago, que exponía la ile-galidad de las acciones militares para co-brar deudas surgidas de empréstitoscontraídos por el Estado. El argumento deRoosevelt para oponerse a la Doctrina Dra-go se fundamentó en que la intervenciónen un país no estaba en contradicción con

la propuesta del jurista argentino si no es-taba ligada a la conquista de territorios.

Durante la III Conferencia Interna-cional Americana que se efectuó en Ríode Janeiro en julio de 1906, a pesar de lapresión de Estados Unidos para no incluirla discusión de la Doctrina Drago en laagenda, varias delegaciones de AméricaLatina incorporaron el punto y por una-nimidad se logró aprobar la resolución depedir a la II Conferencia de La Haya –que se realizaría al año siguiente– que seincluyera la Doctrina Drago en “la reco-pilación de las leyes internacionales y sureconocimiento como principio de dere-cho internacional”.8 La intervención ar-mada en Venezuela, a pesar de darse enlas descaradas condiciones del manejo im-perial había ayudado a echar cimientos po-sitivos en la construcción del edificio deun sistema internacional de derecho paranuestras naciones.

Sin embargo, dicha acción y la actua-ción del gobierno estadounidense a travésde su representante en Caracas fueron unaclara intervención en los asuntos internosdel país, trocando a su favor la actitud des-mesurada de una Europa que veía decaersu poder en el continente. En medio de ladebilidad estructural del sistema políticovenezolano, y de su absoluta precariedadfinanciera, el presidente Castro se vio obli-gado a negociar con los deudores el pagode las acreencias, nombrándose al embaja-dor Bowen como negociador por Venezue-la, después de haberse aceptado la media-ción de Estados Unidos en el conflicto. Sefirman así los Protocolos de Washington,sin que ningún venezolano tuviera “arte niparte” en la gestión de los mismos. Cadauno de estos 10 instrumentos –uno concada nación acreedora– fue acordado porBowen con estos países.

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Es ampliamente conocido que el em-bajador estadounidense tomó decisiones pro-pias sin consultar al gobierno venezolano.Bowen adujo que los protocolos son unaverdadera afrenta a Venezuela y una impo-sición fuera de toda cordura al interés na-cional. Adujo que tanto él como su presi-dente ya se habían comprometido con losreclamantes bajo esas condiciones que re-sultaban perniciosas para Venezuela, peroque no podían modificarse.9

Huelgan comentarios respecto al te-nor de la negociación, al margen no solodel Derecho Internacional Público, tam-bién del Derecho Internacional Privado,pero más allá de la Doctrina, está sólida-mente sustentado en documentos que re-posan en poder de la República que la deu-da reclamada era sencillamente inexistente,que no había pruebas que las respaldaran yque las reclamaciones eran inviables por-que los reclamantes no tenían derecho aella, incluso porque los documentos utili-zados habían sido ilegalmente forjados.10

Todo este suceso que se hubiera podi-do solventar mediante una negociación bi-lateral con cada una de las partes, fue enrealidad el instrumento perfecto para lamedición de fuerzas entre Estados Unidosy las potencias europeas. Europa quiso sabercuánta fuerza había acumulado EstadosUnidos en su afán de aplicar la DoctrinaMonroe. Estados Unidos, por su parte,quería que los países americanos entendie-ran que sus intereses económicos en el con-tinente iban a ser salvaguardados a cual-quier costo. Por esta razón había queponerle coto al intento nacionalista del ge-neral Cipriano Castro en Venezuela. Unamezcla de instrumentos militares, presióneconómica e injerencia diplomática habíanresuelto este conflicto a favor de la nacien-te potencia imperialista, fallando a favor de

sus aliados europeos y sembrando un pre-cedente de lo que sobrevendría en el siglo XX

americano.El incumplimiento de los pagos acor-

dados en los Protocolos de Washington, fuela justificación para el golpe de Estado queJuan Vicente Gómez (cercano a Castro,pero más proclive a los intereses extranje-ros) le diera en 1908 a quien era su jefe yamigo. Es importante decir que la propiaEmbajada de Estados Unidos en Venezue-la había informado a su gobierno en 1907que el gobierno venezolano había termina-do de cancelar la deuda con las potenciasagresoras tal como se había establecido enlas instancias jurídicas y que se disponía apagar la deuda minoritaria a otros paísesacreedores.11

Estos hechos mantuvieron las relacio-nes entre Estados Unidos y Venezuela enuna situación de franco deterioro en lamedida que adentraba el siglo. Las poten-cias extranjeras nunca cesaron en su inten-ción de derrocar al gobierno de Castro. Ésteno consiguió sostener la alianza que habíalogrado construir ante la invasión extranje-ra, ni siquiera pudo mantener la unidad desu partido, el Liberal Restaurador, en el cualJuan Vicente Gómez comienzó a liderar auna camarilla de descontentos. Ante la en-fermedad del presidente, se comienza a vis-lumbrar la posibilidad de su salida del po-der. Diversas facciones pugnan pordesplazar al mandatario que convalece, peroes Gómez quien inicia contactos con el go-bierno norteamericano, con el objeto deobtener su apoyo para una futura conspi-ración.

La partida de Castro hacia Europa afin de recibir tratamiento médico, pone enfuncionamiento la confabulación internaque tiene en Estados Unidos un evidentealiado. El propio secretario de Estado de

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Estados Unidos, Philander Knox, se poneal frente de dicha componenda, ofrecien-do apoyo para un golpe de Estado, ademásde convocar a las potencias europeas paralograr su apoyo. El 19 de diciembre de1908, es la fecha elegida para consumarel ascenso de Gómez al poder, mientras elpresidente Castro permanecía en Europa.En breve arriban a La Guaira los acoraza-dos de guerra norteamericanos Maine, DesMoines y North Carolina y el alto comisio-nado de Washington, William I. Buchananarriba para ofrecer el respaldo irrestricto delgobierno estadounidense a Gómez. A cam-bio, este se compromete a variar la políticanacionalista de Castro, por una a favor delos inversionistas extranjeros y sus países.

Venezuela bajo el gomecismo.La consolidación de la presenciaestadounidense

Las circunstancias políticas en que sedesenvolvió la dictadura de Juan VicenteGómez trazaron la señal sobre la cual iba adesarrollar su política exterior, en particu-lar en su relación con Estados Unidos. Du-rante su gobierno, la industria petrolerapasó a transformarse en el centro de la eco-nomía y el eje sobre el cual giraba el que-hacer de la República. Su afán de sostener-se en el poder mediante la represión contósiempre con el apoyo de Estados Unidosque se hizo de la “vista gorda” ante los in-numerables hechos que violentaban cual-quier claúsula democrática.

El interés en los gigantescos recursosenergéticos de Venezuela para un país enexpansión que emergía al siglo XX como laprimera potencia industrial y financiera delmundo después de su irrupción en la guerrahispano-cubana, la firma del Tratado de Parísde 1898, y la apropiación del territorio de

Panamá donde construiría el canal, perosobre todo donde instalaría su poderío mi-litar para ejercer su control del hemisferiooccidental, necesitaba del dominio y vigi-lancia de las gigantescas reservas petrolífe-ras que emanaban a raudales del subsuelovenezolano. Nada más útil a sus interesesque un gobierno servil y corrupto, al quepudieran manejar.

La dictadura gomecista se propuso des-de el comienzo la política de no participaren conflictos latinoamericanos y establecerlas mejores relaciones con sus vecinos. Hizode la “neutralidad” en política exterior uninstrumento para evitar el control y la ob-servación de la comunidad internacionalrespecto a sus desmanes y tropelías en el país.

En 1908 reanudó las relaciones diplo-máticas con Estados Unidos, que se habíanroto en julio del mismo año por el presi-dente Castro ante la evidencia creciente dela intervención estadounidense en los asun-tos internos de Venezuela. Desde el comien-zo del gobierno, el canciller González Gui-nán mantuvo conversaciones con el enviadoespecial de Estados Unidos, William Bucha-nan, mediante las cuales quedaron sin efec-to las sanciones acordadas en 1906 contrala New York & Bermúdez Company y otrascompañías norteamericanas que intervinie-ron en la política interna en 1902 dándoleapoyo a la Revolución Libertadora, comose expuso anteriormente.

Tratando de tener alguna presencia enel escenario internacional. Gómez a travésde su Cancillería, convocó a un “CongresoMundial de Neutrales” en 1914 despuésdel estallido de la Primera Guerra Mun-dial sin haber obtenido mayor éxito aun-que eso le granjeara algunas desavenenciascon Estados Unidos. Su persistencia enmantener la neutralidad en la guerra tuvosu momento más álgido a finales de 1916

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cuando recibió fuer-tes presiones y amenazas del Departamentode Estado a fin de lograr de Venezuela unadeclaración de beligerancia a favor de losaliados. El embajador de Estados Unidos,Preston Mc.Goodwin, incluso protestópor no tener contraparte con quien dis-cutir el problema.

Como colofón de las relaciones deVenezuela con Estados Unidos en estaetapa, al finalizar la guerra, en un acto

que podría considerarse de distan-ciamiento de la posi-ción estadounidense,el país se adhirió a laLiga de las Naciones el3 de marzo de 1920,

suscribiendo varios delos convenios que surgie-

ron de ella.

El factor petrolero

Cuatro variables nosllevan a la obligatoriedad de

hablar del petróleo como fac-tor decisivo en el estudio que en-

caramos:

1. Es imposible hablar de la historiade la Venezuela contemporánea sin

considerar al petróleo como factorinfluyente y determinante de la

misma.2. Es imposible hablar de laconsolidación del Estado vene-zolano sin considerar al petró-leo como factor sobre el cual ca-balgó este proceso.3. Es imposible hablar deeste período de la historia sin

asumir que gracias al petróleo seconsolidó la dictadura gomecista,

la cual marcó la pauta de lo que de-vendría en las luchas políticas del sigloXX y la instauración, en su segunda mi-tad, del sistema democrático represen-tativo, mucho después que la mayoríade los países de nuestro continente.

4. Es imposible hablar de las relaciones deVenezuela con Estados Unidos sin

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entender que el eje conductor de las mis-mas es el carácter de Venezuela comogran productor energético.

Por otra parte, es inevitable conside-rar dos momentos cruciales de la situacióninternacional que influirán de manera de-terminante en la potenciación de este fac-tor. Ellos son la Primera Guerra Mundial yla crisis capitalista de sobreproducción de1929 a 1933.

La confrontación bélica iniciada en1919 en Europa va a cambiar definitiva-mente la estructura capitalista mundial. Ala debilidad política de las potencias eu-ropeas tras el fin del conflicto se le va a su-mar un agotamiento de sus capacidades eco-nómicas, toda vez que tienen que destinaringentes cantidades de recursos a la recu-peración de su devastada economía. Tam-bién es menester recordar que en 1917había triunfado en Rusia la Revolución Bol-chevique que trastocó el habitual equilibriode fuerzas europeo.

Paralelo a este proceso, Estados Uni-dos, que vivió al margen de la conflagra-ción, afianzaba su poderío político y eco-nómico, incrementando de maneraexponencial sus niveles de ingreso y de co-locación de inversiones en el extranjero,sobre todo para paliar la debilidad de Eu-ropa en la posguerra. En ese marco, la riva-lidad entre los intereses petroleros de Esta-dos Unidos e Inglaterra tuvo su puntoculminante cuando tras el Acuerdo de SanRemo de 1920, Gran Bretaña y Francia sedividieron los territorios árabes del MedioOriente. Estados Unidos que quedó exclui-do del Acuerdo, entendió que debía incre-mentar su presencia en Venezuela, lejos delárea de influencia de las potencias europeas.Para ello, las empresas petroleras estadouni-denses recibieron todo el apoyo del presi-

dente Roosevelt quien dio especiales orien-taciones a su Embajada en Caracas para queles diera todo su respaldo. El precio del cru-do se incrementó al triple entre 1913 y1920.12

Por otro lado, la crisis económica yfinanciera de 1929 a 1933 surgida de lasobreproducción de materias primas enEstados Unidos, también tuvo una reper-cusión directa en Venezuela. La reducciónde las importaciones de productos agríco-las desde Estados Unidos golpeó de ma-nera potente las exportaciones venezolanas,en particular las de café, cacao, y ganado,que descendieron de manera abrupta, re-duciendo la entrada de divisas al país. Ellotrajo como consecuencias inmediatas ungran éxodo de mano de obra desde las zo-nas rurales que buscaron primordialmentelos campos petroleros en pos de un empleo.Esta es la esencia de la mutación del paísque a través de su historia había tenido unaeconomía agrícola, para transformar el pe-tróleo en el centro de su producción eco-nómica generando trascendentes cambiospolíticos y sociales.13

Sin embargo, la nación no estaba prepa-rada ni gerencial, ni tecnológicamente paraeste cambio, mucho menos desde el puntode vista de la organización de la econo-mía. Tal situación permitió la instalación yposterior control por parte de las compa-ñías transnacionales del negocio petrole-ro. De esta manera se inicia la penetraciónformal de esas empresas ael país en el pro-ceso de toma de decisiones que afectabanla soberanía nacional y que debieron in-volucrar exclusivamente al Estado vene-zolano.14

El instrumento jurídico que sirvió alefecto fue el Régimen de Concesiones quepermitió a las empresas petroleras contro-lar todas las actividades de relacionadas con

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la exploración, producción, refinación ycomercialización del crudo; las cuales, ade-más, disfrutaron de una gran cantidad defacilidades que hacían extraordinariamen-te rentable su inversión en el país.

Así, se les exoneró del pago de arance-les aduanales pudiendo importar al mar-gen de cualquier control todo tipo deherramienta y maquinaria sin que esto sig-nificara ingresos para el Estado. Se de-terminó además exonerarlas en caso deque no obtuvieran los resultados desea-dos, e incluso el gobierno dictatorial per-mitió que fueran los abogados de estasempresas los que redactaran la ley de mi-nas a través de la cual se consumó la ce-sión de soberanía a las mismas.15

Los capitales estadounidenses que lle-garon tarde al reparto de las concesiones,fueron ganando espacio hasta que unAcuerdo de alcance internacional entre laShell y la Standard Oil les permitió tomaruna posición ventajosa en el control de lasreservas del país, lo cual los llevó en esteperíodo a afianzar sus capitales en el país.Al respecto Díaz de Arce 16 dice que si lasinversiones de Estados Unidos “se reducíana 3 millones de dólares en 1912, en 1938ascendían a 247 millones”. Así mismo, “de1 millón de barriles en 1920, Venezuelapasó a producir 35 millones en 1935”.17

El ministro de Fomento, GumersindoTorres –sin violentar la esencia del sistema–intentó ordenar el pago de impuestos en elmomento de la elaborar la reglamentaciónque debería surgir de la Ley de Hidrocar-buros de 1929, pero fue severamente cues-tionado por las transnacionales que protes-taron ante el gobierno gomecista, el cualaceptó la demanda de las empresas extran-jeras. Esto fue delineando el modelo de ex-plotación petrolera en el país, con una cla-ra injerencia de las empresas que

comenzaron a fiscalizar la economía, cons-truyendo una perspectiva de futuro acor-de a sus propios intereses y aspiraciones ynegando las grandes necesidades de desa-rrollo del pueblo venezolano.

El post gomecismo. Transición fallidaa la democracia.

La dictadura de Gómez no murió for-malmente con el fallecimiento de su pro-genitor. Ventisiete años de gobierno tiráni-co, habían consolidado un sistema político,económico y social que aún iba a incidir enel quehacer del país en el futuro más inme-diato. La oposición no tuvo la fuerza sufi-ciente para forjar una alternativa ante ladesaparición física del tirano. En tales con-diciones el Ejército continuó siendo el ac-tor más determinante de la vida políticanacional. Sin embargo, sería desacertado noreconocer que el nuevo gobierno del gene-ral Eleazar López Contreras abrió un mar-gen relativo de libertades que el país nohabía vivido nunca.

López Contreras se propuso estable-cer una política proteccionista de la pro-ducción nacional. Para ello introdujo enel Congreso, en octubre de 1936, unproyecto de Ley de Arancel de Aduanascon el objetivo de dar mayor impulso alas industrias del agro, que afectó a lasimportaciones provenientes de EstadosUnidos, en particular las de la industriaautomotriz, todo lo cual motivó el interésestadounidense de negociar un tratadocomercial bilateral que regulara el comer-cio entre los dos países. Venezuela, a tra-vés de su cancillería, mostró interés en fir-mar dicho instrumento, toda vez queexistía preocupación en Estados Unidos entorno a que la nueva ley pudiera afectar elnegocio petrolero.

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Sin embargo, los representantes deEstados Unidos en las negociaciones, teníanen mente la salvaguarda de los intereses delas empresas petroleras en detrimento delinterés nacional de Venezuela, por lo quesus delegados comenzaron a perder interésen las deliberaciones en las que EstadosUnidos ofrecía la cláusula de naciónmás favorecida a través de la nueva polí-tica establecida por el presidente Rooseveltcon el Trade Agreement Act, cuyos efectosentraban en contradicción con la propues-ta de Ley de Arancel de Aduanas que Ló-pez Contreras había propuesto para forta-lecer la economía nacional.

Tres años llevó la negociación del tra-tado que se firmó finalmente en 1939 encondiciones totalmente desfavorables paraVenezuela, que actuó con el temor de ini-ciar un conflicto con quien significaba su

mayor comprador de petróleo y a la vez elprimer abastecedor comercial del país18.

La acción política más importante quedebió enfrentar López Contreras fue laHuelga Petrolera de 1936 en la que los tra-bajadores demandaban mejores condicio-nes de trabajo y de vida en los campos pe-troleros y reconocimiento a sus justasexigencias en materia de organización sin-dical. Estas peticiones fueron desoídas porlas compañías petroleras extranjeras, gene-rando un gran conflicto en el que el go-bierno tuvo que actuar de mediador, peroal no llegarse a ningún acuerdo decretó elinicio de labores, favoreciendo en los he-chos la posición de las empresas transnacio-nales, que al sentir el apoyo del gobierno ico-menzaron grandes persecuciones yencarcelamientos a los dirigentes sindica-les. Con esta acción el gobierno de López

En la primeraventanilla,

se ve al GeneralJuan Vicente Gómez.

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marcó continuidad con las prácticas delgobierno represivo y entreguista de la dic-tadura gomecista, en los marcos que Es-tados Unidos le señalaba a un país que seiba transformando en uno de sus princi-pales abastecedores de petróleo cuandola situación internacional avizoraba undifícil momento ante el inicio de hostili-dades en Europa por segunda vez en elsiglo.

Isaías Medina Angarita fue elegidopresidente de la República para el período1941-1945. A pesar de provenir del gabi-nete de López Contreras en el cual ocupóla cartera de Guerra y Marina, el nuevomandatario se preocupó por marcar unadiferencia con su antecesor y mucho máscon los métodos del gomecismo. Durantesu mandato se desarrolló la Segunda GuerraMundial y eso puso pautas al comporta-miento internacional de Estados que comoVenezuela eran abastecedores de materiaprima para los países que intervenían di-rectamente en el conflicto.

En 1944 Medina viaja a Estados Uni-dos, se entrevista con el presidente Roosevelty le plantea el punto de vista venezolanoante el cambio de soberanía de Aruba yCurazao, toda vez que Holanda había sidoocupada por las fuerzas hitlerianas y la cer-canía de las islas al territorio venezolano yen particular a la mayor zona petrolíferadel país, el Lago de Maracaibo, preocupa-ba a las autoridades del país.

Vale decir que Venezuela formó juntoa otras naciones latinoamericanas un grupode países que por diferentes razones se man-tuvo neutral durante toda la guerra. Sóloentrado el año 1945 se decidió por apoyarla alianza antifascista. En el caso de Vene-zuela, a pesar de que el sentimiento popularestaba con los aliados y que siempre se apo-yó a esa coalición, se respetó la tradición de

no beligerancia de un país que jamás –des-de 1830– hizo la guerra a ningún otro.19

Durante el período presidencial deMedina, Venezuela estableció relacionesdiplomáticas con la Unión Soviética en1945 y asistió a la Conferencia Intera-mericana Extraordinaria sobre los proble-mas de la guerra y la paz en marzo de 1945en el Palacio de Chapultepec, en México,y a la Conferencia de San Francisco quedio origen a la Organización de NacionesUnidas

A manera de conclusiones

En el período estudiado las relacionesentre Estados Unidos y Venezuela está sig-nado por dos factores fundamentales, la dic-tadura del general Juan Vicente Gómez y laconsolidación del Estado bajo su mandatode represión y autoritarismo, revertiendo lasmedidas nacionalistas y de defensa de la so-beranía del gobierno de su antecesor Cipria-no Castro y la transformación del petróleoen principal producto de exportación delpaís y eje de la estructura de la economíavenezolana durante todo el siglo XX y hastanuestros días. En particular esto último va aser el elemento central que influirá en la con-figuración de la identidad venezolana en suquehacer político, económico y social.

La relación con Estados Unidos y so-bre todo la presencia de las empresas trans-nacionales petroleras van a señalar el rum-bo de la construcción del Estado y laeconomía del país. Su fuerte potencial in-tervencionista y de control de los destinosde la nación y omnipresencia en la toma delas decisiones más importantes, marcaronel carácter de la construcción nacional y deldesarrollo del país en la primera mitad del si-glo XX. Gobierno y empresas estadounidensesactuaron como un todo, con el objetivo claro

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de apoderarse de los ricos yacimientos pe-troleros del país que brotaban de las en-trañas de la tierra como el maná de la so-brevivencia de los años futuros.

Desde el gobierno nacionalista de Ci-priano Castro, ningún otro marcó profun-das diferencias que establecieran un rumbosoberano para el devenir del país y esa alian-za entre Estados Unidos y los gobiernos en-treguistas cercanos al imperio señalaron uncamino sinuoso para los intereses de la na-ción, el cual ha sido muy difícil de alterar.

Notas

1 Roberto Fernández Retamar: “Reflexionessobre el significado del 98” en: Con eñe, Re-vista de Cultura Hispanoamericana, Nº 4,Cáceres, 1998, en: Joaquín Santana Castillo,Utopía, Identidad e Integración en el pensa-miento latinoamericano y cubano. La Habana,Editorial de Ciencias Sociales. 2008.

2 José Martí: “Madre América”. Discurso pro-nunciado en la Sociedad Literaria Hispano-americana el 19 de diciembre de 1889, enuna velada artístico-literaria ante delegadosa la Conferencia Internacional Americana.En: Obras Completas, ob.cit.

3 José Martí: Ob. cit.4 Ibíd.5 Carlos Marichal: “La historia latinoamerica-

na: ¿Quo vadis? Reflexiones sobre el concep-to de América Latina desde la perspectiva delas relaciones internacionales”, en: Tierra Fir-me, N° 55. Caracas, julio-septiembre, 1996.

6 Moravia Peralta Hernández: “Los protoco-los de Washington como antecedente delestablecimiento de una política hegemónicade los Estados Unidos de Norteamérica” en:La conspiración internacional contra CiprianoCastro (1903-1924), Caracas, República

Bolivariana de Venezuela, Ministerio delPoder Popular para Relaciones Exteriores,2009.

7 Irene Rodríguez Gallad: Venezuela entre elascenso y la caída de la Revolución Liberal.Caracas, Editorial Ateneo de Caracas. Co-lección Ensayo, 1980, en: Raúl López Ala-cayo, Historia Contemporánea de Venezue-la, Caracas, El Dorado Ediciones. 1992.

8 Sergio Matos Ochoa: El panamericanismo ala luz del derecho internacional, Caracas, Uni-versidad Central de Venezuela. Facultad deCiencias Económicas y Sociales. 1980.

9 ACMRE, Archivo Antiguo, Estados Unidos,vol. 231, folios 282-283 en: Moravia Peral-ta Hernández, ob.cit.

1 0 Moravia Peralta Hernández: Ob. cit.1 1 ACMRE, Archivo Antiguo, Alemania.

Vol.56. Folios 76-77, en: Moravia PeraltaHernández, ob. cit.

1 2 Fundación Polar, Diccionario de Historia deVenezuela, tomo 3, segunda edición, Cara-cas, 1997. p. 616.

1 3 Sergio Aranda: “La Economía Venezolana”,en: Raúl López Alacayo, Historia Contempo-ránea de Venezuela, Caracas, Ediciones ElDorado, Reimpresión, 1992 Fuente: RamónJ. Veloz “Economía y Finanzas de Venezue-la, desde 1830 hasta 1944”.

1 4 Ibíd.1 5 Raúl López Alacayo: Ob. cit.1 6 Omar Díaz de Arce: “Contradicciones inte-

rimperialistas en América Latina entre las dosguerras mundiales (1917.1939)”, en: Eurí-dice González Navarrete, (comp.) Historiade América Latina y el Caribe III. Selecciónde Lecturas. La Habana, Editorial Félix Va-rela. 2004.

1 7 Ibíd.1 8 Fundación Polar: ob. cit, tomo 2, p.1010.1 9 Demetrio Böersner: Historia de las Relacio-

nes Internacionales de América Latina. BreveHistoria, quinta edición, Caracas, Nueva So-ciedad, 1996.

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EL AUTOR

Sergio Rodríguez Gelfenstein es vene-zolano, desde muy joven se integró a las lu-chas populares como estudiante de la ense-ñanza media.

Participó en las luchas de liberaciónen Nicaragua, El Salvador y Chile hasta 1992cuando regresa a Venezuela

Inicia estudios universitarios duranteese año obteniendo reconocimientos comola Mención Magna Cum Laude y el primerlugar de su promoción en la Escuela deEstudios Internacionales de la UniversidadCentral de Venezuela en diciembre de 1996y Mención Honorífica al obtener su maes-tría en Relaciones Internacionales en 2003en la misma Casa de Estudios.

Desde 1993, inició su carrera perio-dística siendo corresponsal de prensa, haescrito para periódicos y revistas de Uruguay,México y Venezuela, además ha publicadoartículos en revistas especializadas de Puer-to Rico, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, Méxi-co y España. Sus artículos circulan en innu-merables páginas de Internet

Fue Director de Relaciones Internaciona-les del Gobierno de Chiapas en México, Direc-tor de Relaciones Internacionales de la Presi-dencia, Director de Relaciones Internacionalesdel Ministerio del Ambiente y Director de Rela-ciones internacionales del Ministerio de Cultu-

ra de la República Bolivariana de Venezuela,asesor de Política Internacional de la Presiden-cia de Telesur, Embajador de la República Boli-variana de Venezuela en Nicaragua.

En 1993 publicó su primer libro comoinvestigador, teniendo a la fecha en su haberun total de 3 libros, ha coordinado otros 3 yparticipado como coautor de 6 publicacio-nes más.

Durante estos años ha enfocado suanálisis y estudio a los problemas de Améri-ca Latina y el Caribe, en particular sus rela-ciones internacionales, temas de los cualesha dado conferencias en diversos países. Hadictado cursos de temas afines a las relacio-nes internacionales en México y Chile.

Ha sido profesor de la UniversidadCentral de Venezuela, la Universidad de Cien-cias y Artes de Chiapas y en el Instituto deAltos Estudios Diplomáticos Pedro Gual delMinisterio de Relaciones Exteriores de Ve-nezuela. Es investigador del Centro de Estu-dios Políticos y Sociales de América Latina(CEPSAL) de la Universidad de los Andes enMérida, Venezuela

Actualmente comparte las funcionesacadémicas con su carrera profesional comoasesor y consultor en relaciones internacio-nales y se desempeña como analista inter-nacional en el canal de televisión interna-cional Telesur.

E-mail:[email protected]

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Introducción

Las dos Constituciones que mayorimpacto han tenido en la historia políticacontemporánea del país han sido: la del1963 y la de 1966.

La Constitución dominicana de 1963,expresa el texto constitucional más demo-crático que se haya dado al pueblo domini-cano en toda su historia, y como es sabidosu contenido y alcance están indisoluble-mente vinculados al nombre y la figura delprofesor Juan Bosch, que en ese momentoocupaba la presidencia de la República.

El proceso que da lugar a esa Consti-tución forma parte del agitado período his-tórico que se inicia con la caída de la dicta-dura de Trujillo en 1961 y cierra con lainstalación del Dr. Joaquín Balaguer en elpoder en 1966 y el advenimiento de unnuevo marco constitucional.

En ese sentido el análisis comparativode ambas Constituciones la de 1963 y1966, ofrece un escenario propicio paraevaluar las vicisitudes políticas pos-dictaduraen el país y para desvelar cómo es que mu-chos referentes institucionales, ideológicosy políticos de la dictadura se reciclaron enun neo-trujillismo al amparo de la Consti-tución votada en 1966 como contraparti-da a la del 1963.

La Constitución de 1963:su marco político

El contexto político en que surge laConstitución de 1963 y sus antecedentesinmediatos se pueden resumir en los si-guientes aspectos:

Tras la caída de la dictadura de Truji-llo, el pueblo dominicano logra importan-tes conquistas democráticas entre las cuales

La Constitución votada en abril de 1963 es uno de los referentesfundamentales para la evaluar y comprender la evolución política de Re-pública Dominicana en el período inmediatamente posterior a la caídade la dictadura de Trujillo. Esa Constitución expresa un punto clave en lalucha del pueblo dominicano por la democracia y su soberanía. El ba-lance al proceso que hizo posible la proclamación de esa Constitución,así como su derogación y sustitución, ayuda a explicar cómo los secto-res más conservadores de la sociedad dominicana, aliados al poderextranjero, se reciclaron en un neo-trujillismo cuyo sustento jurídico fun-damental fue la Constitución de 1966.

Palabras clave: Constitución, Constituyente, democracia, gobierno,nación.

Las Constituciones dominicanas de 1963 y la de 1966:Un análisis comparativo

AQUILES CASTRO

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destaca la libre organización y expresión delas ideas. Esa situación de apertura, en al-guna medida, era lo que prevalecía a nivelregional, con la caída de varias dictadurasa principios de la década de 1960; sin em-bargo la realidad comenzó a cambiar rápi-damente, cuando EE. UU. en su estrategiapara reducir potencialidad a la Revolucióncubana y a su influencia en la región, reto-mó una ofensiva intervencionista dirigidaa colocar gobiernos ultra-conservadores.

En ese marco se celebran las eleccio-nes generales del 20 de diciembre de 1962en las cuales Bosch, candidato del PartidoRevolucionario Dominicano resulta gana-dor, obteniendo también mayoría en elCongreso Nacional. La convocatoria a elec-ciones de representantes para la AsambleaRevisora de la Constitución contenida en laLey Número 6050 de 1962, fundamentadaen la Constitución del 16 de febrero de 1962,no puso limites a la reforma, como gene-ralmente había sucedido antes. Esto permitióconocer un nuevo texto constitucional y noreformas parciales. Las sesiones se iniciaron el1º de febrero y concluyeron el 20 de abril,siendo proclamada la nueva Constituciónel 29 abril 1963. Dicho texto fue publica-do en la Gaceta Oficial Número 8758 del30 de abril de 1963.

La oligarquía y demás sectores con-servadores de la sociedad dominicana quehabían sido derrotados en las urnas, no ad-mitieron su fracaso e iniciaron la conspi-ración contra el gobierno democrática-mente electo.

El nuevo gobierno adoptó medidas ydesarrolló proyectos de amplia simpatía enla población tales como: la Reforma Agra-ria, un Plan de Austeridad que suprimiócargos medios y altos en la burocracia esta-tal ahorrando más de 2 millones de pesos,rebaja del salario del presidente y del vice-

presidente de la República, vigencia plenade las Libertades y Derechos civiles y políti-cos, entre otras.

Todo el desarrollo del proceso consti-tuyente fue un escenario de confrontaciónentre las ideas y sectores democráticos deun lado y los conservadores por otro. Elproyecto que fue presentado tenía un es-quema totalmente distinto a los que habíanregido antes, con 17 títulos: por ejemplo,instituía principios de democracia y justi-cia social no contemplados antes; fue muycontroversial y discutido lo relativo al climade libertad existente y el alcance de las pro-puestas de reformas en curso.

Una muestra de la situación existentese expresó el 5 febrero 1963, cuando seprodujeron Comunicados de prensa de lospresidentes de la Cámara de Comercio, laAsociación de Industrias y la Confedera-ción Patronal, postulando contra el proyec-to; y el 25 de abril, después de concluidoslos debates, el Episcopado declaró que “ca-recía de la universalidad necesaria para serjusta”.

La Constitución de 1963 consagróconquistas importantes como la amplia-ción de las libertades públicas, otorgó alos obreros el derecho a participar en losbeneficios de las empresas donde trabaja-ban, proclamó la libertad sindical; enalte-ció el derecho a la tierra para los campesi-nos y prohibió el latifundio; instituyó quesolo los dominicanos tenían el derecho deadquirir tierras en propiedad; establecióel derecho a la vivienda y facultó al Esta-do para su cumplimiento y declarió la plenavigencia de los derechos humanos. La nuevaConstitución entonces aprobada fue, sin du-das, la más avanzada en toda la historiarepublicana.

La confrontación política generadaalrededor del proceso constitucional

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continuó una vez aprobado el texto; la cons-piración se activó mediante el desarrollo deuna campaña de prensa calumniosa contrael gobierno tanto en Estados Unidos comoen República Dominicana, campaña en lacual destacaron los diarios El Caribe y LaNación.

Principales puntos de controversiaentre los sectores enfrentados

La condición o estatus del hijo natu-ral (nacidos fuera de matrimonio) por susconsecuencias en el tema de herencia y lapropiedad, fue un punto de discordia du-rante los debates.

Fue rechazado el artículo 14 conteni-do en el proyecto original el cual otorgabaparticipación a los sindicatos en los trespoderes del Estado.

El Artículo 23 que instituye el magis-terio como función pública y el papel delEstado y la Educación.

Derechos de propiedad sobre la tierra,control de latifundio y prohibición de des-ahucios: en los artículos 12 y 13.

La cuestión de la religión y la iglesia,cuyo tratamiento en el Artículo 57 implicóla revisión del famoso Concordato suscritoentre Trujillo y el Vaticano en 1954, quegarantizaba una serie de privilegios a la je-rarquía católica que son los que explican,en gran medida, el apreciable poder eco-nómico y político que hoy aún conserva.

Mediante el Artículo 14 se reconocióplena capacidad civil a la mujer dominicana.

Tras la promulgación de la Constitucióndel 63

El golpe de Estado contra el gobiernoconstitucional del presidente Juan Boschfue la consecuencia más dramática de la

entrada en vigencia de dicho texto consti-tucional. Fue saldada así a favor de la oli-garquía y demás sectores conservadores, lacontradicción surgida en la sociedad do-minicana alrededor de ese marco jurídicode la nación.

El golpe de Estado dio lugar a unacrisis política que tuvo como consecuenciaulterior la Revolución Constitucionalista deabril de 1965 cuyo avance victorioso pro-vocó, a su vez, la intervención militar deEstados Unidos, posteriormente “legaliza-da” con el manto protector de la Organi-zación de Estados Americanos (OEA). Esaintervención frustró el proyecto democrá-tico iniciado por el pueblo dominicano trasla muerte de Trujillo y, al final, instaló en elpoder al régimen encabezado por el Dr. Joa-quín Balaguer con la misión, probada porlos eventos posteriores, de poner en pié unaescalada contrainsurgente y fortalecer lapenetración y el dominio del capital finan-ciero internacional en la economía domi-nicana.

La Constitución de 1966: marco político

En 1966, el país acababa de sufrir losrigores de la Revolución de Abril y la inter-vención militar de 1965. Hechos estos que,como ya se refirió, estuvieron motivados enla Constitución de 1963. Si el golpe de es-tado del 25 de septiembre de 1963 no fuesuficiente por sí solo para anular la Consti-tución de ese año, la intervención militarnorteamericana vino a completar la obra.

En tal sentido, el gobierno que resul-tó de esa intervención con las eleccionescelebradas en 1966, vino a ser el gobiernode los vencedores durante la guerra y portanto la nueva Constitución delineada en1966 en sus líneas esenciales es una nega-ción de la de 1963.

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La contrarrevolución se había impues-to y los sectores más conservadores de lasociedad dominicana asociados con el go-bierno norteamericano se dispusieron a ar-ticular su nuevo proyecto de dominaciónpost-Trujillo. La tarea requería de dos pie-zas claves respecto del Estado: reestructu-ración del ejército y la policía política, y unmarco legal constitucional acorde con esosfines.

El nuevo proyecto de dominaciónesbozado por los norteamericanos conta-ba con dos factores como ejes del mismo:uno económico-social y otro político-ideológico. El primero se expresó en laestrategia de fortalecimiento de las em-presas multinacionales en el país y el aus-picio de un modelo económico que ade-más de garantizar la explotaciónneo-colonial de la nación, creara las con-diciones para el surgimiento de una clasemedia que hiciera de amortiguador de losconflictos sociales y políticos. El segundofactor, político-ideológico, relacionado

con el anterior respondía a la necesidadque tenía el gobierno norteamericano demantener cercada a Cuba y en el marcode la llamada “Guerra Fría” (pugna en-tre la URSS y EE. UU.), preservar suhegemonía en la región.

A nivel regional, en América Latina yel Caribe estaba en curso un proceso deendurecimiento del control político porparte de EE. UU. que auspiciaba gobier-nos dóciles a sus intereses, con vocación re-presiva y antidemocrática para poder lle-var a cabo los planes de contrainsurgenciaque había diseñado.

En el plano jurídico destaca comoantecedente al texto constitucional de1966:

El Acto Institucional del 3 de septiem-bre de 1965, protocolo de los términosacordados por las partes beligerantes paraconcluir formalmente la guerra. En su Ar-tículo 53 establece: “El gobierno elegidode acuerdo con el artículo 49 del presenteActo Institucional deberá convocar, en un

Acto de proclamación dela Constitución de

1963, el 29 de abril dedicho año. A la

izquierda, el presidentede la Cámara de

Diputados y de laAsamblea Revisora,

Rafael Molina Ureña.

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plazo no mayor de cuatro meses después desu instalación, a una Asamblea Constituyen-te, a fin de que proceda a tomar una deci-sión sobre el problema constitucional. Laconvocatoria deberá fijar el término de du-ración de la Asamblea Constituyente, y elCongreso, una vez elegido, determinará losmedios por los cuales se integrará dichaAsamblea”.

El Articulo 49, por su parte reza: “Elgobierno provisional se compromete a ce-lebrar elecciones dentro de un plazo no me-nor de seis meses ni mayor de nueve, a par-tir de la entrada en vigencia del presenteActo Institucional, para elegir al Presiden-te y Vicepresidente de la República y a losmiembros del Congreso Nacional por eltérmino de cuatro años, y a los alcaldes yregidores de los municipios por el términode dos años”.

La Ley No. 17 del 13 de septiembrede 1966, dispuso que la Asamblea Nacio-nal se reuniera en funciones de AsambleaConstituyente.

El presidente de la República Dr. Joa-quín Balaguer, convocó la Asamblea Na-cional en función de Asamblea Constitu-yente, a fin de que se reuniera el 29 deseptiembre de 1966 y en términos de 60días redactara una nueva Constitución, lacual fue promulgada el 28 de noviembrede 1966 y se encuentra publicada en laGaceta Oficial Número 9014 del 29 de no-viembre del mismo año.

Para tener una idea del ambiente po-lítico predominante durante las sesionesde esa Constituyente, se recuerda que laoposición hubo de retirarse en un momen-to “en razón de que no existe en la Repú-blica el clima adecuado para discutir yaprobar los artículos relativos a los dere-chos individuales señalados en la Consti-tución del Partido Reformista” (El Cari-

be, 15 octubre 1966, citado por Guzmán,1982:590).

Algunos contenidos que destacanen la Constitución de 1966

Los aspectos sobre los cuales hubo de-bate especial, entre otros, fueron:

· La instauración de la reelección presi-dencial.

· El establecimiento de los derechos indi-viduales.

· Se rechazó la moción que prohibía ladeportación de dominicanos.

· Se rechazó también una moción que fa-cultaba a la Suprema Corte de Justicia aconocer y decidir recursos especiales deinconstitucionalidad.

El Artículo 7 incorporó el tema fron-terizo como parte de la definición de lanación: “Es de supremo y permanente in-terés nacional el desarrollo económico ysocial del territorio de la República a lolargo de la línea fronteriza así como la di-fusión en el mismo de la cultura y la tra-dición religiosa del pueblo dominicano”.

Fue revisado el tema de la propiedadestablecido en la Constitución anterior, pormedio del artículo 12 en la del 1966 se es-tableció claramente que no se podrá orde-nar la confiscación de bienes.

Un punto clave fue el de la reelec-ción presidencial que figura restablecidaen el texto de 1966. Como se sabe en todoel proceso histórico de la República, lasgrandes crisis políticas y los debates consti-tucionales han tenido de telón de fondo lacuestión de la reelección presidencial, pie-dra de diferenciación entre los actores po-líticos liberales y conservadores durante lavida republicana.

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Además de la no-reelección, variaspropuestas sustentadas por la oposiciónfueron rechazadas durante los debates,entre ellas destacan: la atribución del Con-greso Nacional de interpelar a los Secreta-rios de Estado, la no deportación de do-minicanos, el libre acceso de los periodistasa los medios de información oficiales yprivados.

Se debe advertir, sin embargo, queel contenido del artículo 8 de la Consti-tución de 1966, constituye básicamenteun reconocimiento a los derechos ina-lienables del ciudadano, lo cual permi-te afirmar que esta Constitución expre-sa un texto contradictorio en algunos desus contenidos, ya que coexisten princi-pios democráticos con otros que riñenabiertamente con ese espíritu, como laconcentración de poder en la presidenciade la República y el hecho de que no ofre-ce los medios adecuados para que los se-ñalados principios democráticos se ha-gan efectivos.

Algunas conclusiones

Un somero análisis comparativo entrelos dos textos constitucionales –el de 1963y del 1966–, permite desvelar las razonesdel golpe de Estado al gobierno constitu-cional encabezado por el profesor JuanBosch.

Los intereses de la oligarquía criolla,la jerarquía católica, las multinacionales yel gobierno norteamericano, son plena-mente revindicados por la Constitución de1966, en detrimento del interés nacionalexpresado en el texto de 1963.

La selección de varios aspectos con-siderados importantes, como muestra delos puntos neurálgicos en ambos textos,arroja el siguiente resultado: Ambas

Constituciones registran los mismos con-tenidos, a menudo el mismo texto, paralos siguientes temas: libertad de asocia-ción, sobre los monopolios, vivienda, lanacionalidad, funciones del presidentede la República, Las reformas constitu-cionales.

En otros temas es marcada la distan-cia entre ambos:

Libertad de conciencia: La Constitu-ción del 63 reconoce todas las religiones,lo cual implica distancia del Concordato yel consiguiente vínculo entre Estado y reli-gión católica. La del 66 recupera este ana-cronismo.

Los beneficios de la empresa: La del63 es taxativa sobre este derecho de los tra-bajadores, indicando incluso que es irre-nunciable. Las del ’66 lo posterga a la defi-nición de una ley.

De la propiedad: La del 63 contem-pla la confiscación de propiedad por mo-tivo de interés social, lo cual es negadopor la del 66. La del 63 limita el derechode propiedad sobre la tierra a los nacio-nales dominicanos constriñendo el acce-so de los extranjeros; la del 66 anula esteprincipio.

Reforma Agraria: La del 63 concibecomo de alto interés la Reforma Agraria.La del ’66 no contiene ningún dispositivoclaro al respecto, salvo lo referido al temade propiedad que reivindica sin ningúncondicionamiento.

Sobre el Latifundio: La del 63 expre-sa claramente la prohibición del latifundio,mientras que la del 66 propone su elimina-ción gradual.

Cooperativas: En la del 63 el Estadorecibe un mandato claro en el sentido deauspiciar el sistema de cooperativas, mien-tras que la del ’66 lo plantea como unaposibilidad al indicar que el Estado podrá

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hacerlo, es decir que le estaría permitidomás no obligado a ello.

La Familia: La Constitución del 63 re-conoce la igualdad de derechos de los hijoscon independencia de si son o no reconoci-dos por el padre. Esta Constitución prohíbea los funcionarios públicos registrar la con-dición de hijo natural o legítimo. La del 66retoma la versión existente antes de 1963que establece esa discriminación.

Educación: La Constitución de 1963contiene una verdadera revolución al res-pecto. Declara de alto interés social laerradicación del analfabetismo, al tiempoque indica mecanismos específicos para ha-cerla posible. Proclama la ciencia comofundamento básico de la educación, conlo cual se distancia de factores como el re-ligioso de amplia gravitación antes de suproclamación. El oficio del magisterio eselevado a la condición de función públicacon rango constitucional, constituyendo

una reivindicación de la profesión. Se plan-tea promover la educación universitaria ytécnica para obreros y campesinos, mien-tras la Constitución del 66 habla de “edu-cación doméstica” y contiene una decla-ratoria general sobre el analfabetismo, entanto anuló los mecanismos previstos enel texto del 63.

El Trabajo: En la versión del 63 se asu-me un concepto del trabajo como funda-mento de la nación y es valorado como ac-tividad esencial, base de su organizaciónsocial, política y económica. Lo referido ala organización sindical de los trabajado-res es considerado en los mismos términosen ambos textos constitucionales, sin em-bargo la del 63 (a diferencia de la del 66)reconoce explícitamente una serie de de-rechos a los trabajadores, tal como el dere-cho de huelga.

Aspecto judicial: La diferencia en estetema crucial es que la Constitución del 63

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contempla una ley que apunta a la carrerajudicial, mientras que la del 66 prescindede ese dispositivo con el evidente propósitode que el Ejecutivo desde el Senado y porsí pueda continuar ejerciendo control so-bre dicho poder del Estado. Esto queda cla-ro al comparar ambos textos: el del 66 esun extracto del primero sustrayendo la parteindicada.

Al realizar una valoración final sobrelas circunstancias históricas en que se pro-duce la Constitución de 1963 y la evolu-ción de los acontecimientos en virtud delos cuales fue derogada, se puede aseverarque el carácter profundamente liberal ydemocrático de esa Constitución, reque-ría de unas fuerzas sociales y económicas

que le sustentaran y la sociedad dominica-na de entonces carecía de esas fuerzas encondiciones suficientes para dar la pelea porella; por esa razón es que el espaldarazo delpueblo en las urnas no pudo ser reiteradoe imponerse cuando las fuerzas conserva-doras y reaccionarias pasaron a la ofensivamediante el golpe de estado.

Bibliografía

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EL AUTOR

Aquiles Castro es graduado de Licen-ciatura en Antropología por la UASD y Masteren Historia Dominicana. Profesor del Depar-tamento de Sociología e Historia de la UASDy del Instituto Filosófico Pedro FranciscoBonó, se desempeña actualmente comoEncargado del Área Fuentes Orales, en elDepartamento de Investigación del ArchivoGeneral de la Nación.

E-mail:[email protected]

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Introducción

El Bicentenario de los procesos deemancipación política de América Latina yel Caribe nos invita a repensar las propues-tas de los líderes revolucionarios que aban-donaron su cómoda vida para luchar porla soberanía de las posesiones hispanas. Re-tomar el pensamiento y acción de estas fi-guras es un camino necesario para avanzaren los procesos de integración de NuestraAmérica. Hoy, el desafío es avanzar en launión latinoamericana y caribeña con pro-puestas propias frente a los embates pana-mericanistas promovidos por Washington.

Retornar a sus escritos y repensar suconducta en el largo camino hacia la cons-trucción de nuestra soberanía constituye unfructífero desafío, en un escenario mundialconvulsionado por una profunda crisis eco-nómica internacional cuyas implicanciaspolíticas y estratégicas aún no se han termi-nado de sentir. En efecto, no sólo se ha en-terrado “el fin de la Historia” proclamadotras la disolución soviética, sino que el poderde la principal superpotencia atómica es

puesto a prueba en distintos puntos del glo-bo. Grandes masas de europeos, africanosy asiáticos hacen oír sus reclamos por unorden más equitativo. En Nuestra Américael escenario es más diverso.

Si bien hay mucho por hacer, una par-te significativa de nuestros gobiernos se hanencaminado por vías heterodoxas en el afánde construir fórmulas de crecimiento con in-clusión social. Parte de esa construcción esacrecentar la vinculación e intercambioentre los países latinoamericanos y caribe-ños. Las propuestas de integración regio-nal impulsadas en la segunda posguerra engeneral apuntaron principalmente al inter-cambio comercial. En los años noventa, ini-ciativas como el Mercosur antepusieron laimportancia de la creación de un mercadoampliado. El paradigma neoliberal habíallevado a encarar la reforma del Estado.Por ejemplo en la Argentina se privatiza-ron todas las empresas estatales con unafuerte participación del capital extranjero(principalmente europeo, encabezado porel hispano, seguido de EE. UU., Canadá, Bra-sil, Chile y México). Ello fue acompañado con

Manuel Belgrano y el camino a la RevoluciónCAROLINA CRISORIO

La autora centra su análisis en el pensamiento de Manuel Bel-grano, en especial el que desarrolla cuando arriba al Río de la Platay que evoluciona hasta el momento en que toma las armas paraluchar por la independencia. Así mismo se aborda la realidad de laépoca y las condiciones en que rodearon al intelectual devenido lu-chador.

Palabras clave: Belgrano, revolución, desarrollo económico, agri-cultura, libre comercio, industria, educación, independencia, libertad.

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cambios legislativos favorables a la inver-sión extranjera, la flexibilización laboral,la apertura de la economía a las importa-ciones y otras medidas que profundizaronla concentración y centralización del ca-pital, como también acentuaron el proce-so de reprimarización de la economía y elcreciente endeudamiento interno y exter-no. Ese camino se había iniciado por laúltima dictadura (1976-1983) que se co-bró 30,000 detenidos desaparecidos. Enotros países del área, quizás con maticesmás o menos acentuados, también se apli-caron recetas semejantes. Sin embargo, enel siglo XXI el abismo en el que cayeronmuchos de estos países – en el caso argen-tino en 2001–, y el recurso de hacer pa-gar el costo de la crisis a los trabajadores yno a los sectores más poderosos de la eco-nomía (gran burguesía y terratenientesasociados al capital extranjero y capital fi-nanciero), terminó colocando al 40% dela población por debajo de la línea de po-breza. La devaluación de la moneda sintomar medidas a favor de la clase trabaja-dora, ni el creciente número de desocu-pados y marginados, subió la línea de po-breza a más del 50% de los argentinos,situación inusitada en uno de los princi-pales productores mundiales de alimento.Ello creó las condiciones para que tuvieralugar un cambio de dirección a partir de2003. Mientras las instituciones económi-cas internacionales habían cerrado laspuertas a la Argentina, América Latina seperfiló como alternativa para acrecentarlos vínculos económicos, políticos y socio-culturales. Esta nueva ola tiene muchosmatices pero aún está alejada de esa UniónAmericana que pensaron Francisco de Mi-randa, Simón Bolívar, Manuel Belgrano,Mariano Moreno, José de San Martín,Antonio Sucre entre otros.

Por ello este breve trabajo se ha pues-to el foco en el pensamiento belgraniano,sobre todo durante el período en el queel joven Manuel llegó al Río de la Platacon destacados antecedentes, dispuesto amejorar las condiciones de vida de la co-lonia. Sin embargo, las circunstancias queenfrentó llevaron a que el entusiasmo re-formista propio de la ilustración españo-la y europea, se transformara en desen-canto y, finalmente en compromisorevolucionario. En tal sentido se lo podráencontrar cerca de personalidades confuertes matices conservadores –que al fi-nal terminaron engrosando las filas realis-tas–, como también acercándose al ala másradicalizada rioplatense: Mariano More-no, Juan José Castelli o Bernardo de Mon-teagudo. Por ello, Belgrano es difícil deetiquetar. Formado como intelectual nose resignó con ser un técnico sentado de-trás de un escritorio. Fue un hombrepolítico y cuando lo consideró necesariotomó las armas para la construcción deNuestra América.

Reformas borbónicas y resistencia

Existe una fuerte convicción de que laEmancipación se debió a las particularescircunstancias que vivían las colonias comoconsecuencias de los cambios operados enlos intercambios entre la metrópoli y lascolonias a causa de las guerras con la Fran-cia revolucionaria y luego napoleónica. Sinembargo, a partir de las reformas borbóni-cas se produjeron conflictos y tensiones.Estos descontentos frente a los cambios enlas reglas de juego dieron lugar a reclamos,revueltas y levantamientos. En el cono surentre los más notorios se pueden men-cionar los movimientos de principios dela década de 1780: el de José Gabriel

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ron una marca en la memoria histórica delos colonos del virreinato del Río de la Pla-ta fundado poco antes (1776).

En este contexto, frente al despotis-mo ilustrado de la corona se gestó otramirada reformista en aquellos que pro-pusieron de una u otra manera mejorarla vida de los colonos. Eugenio Espejo enQuito, el venezolano Francisco Mirandaen todos los escenarios que eligió actuar,entre otros, en un comienzo pensaron enque era posible encarar un camino dereformas para mejorar la situación de lasposesiones americanas. Sin embargo, cho-caron contra la muralla de los interesesmetropolitanos y de las minorías colonia-les que también salían beneficiadas conel monopolio y otras políticas de exclu-sión. Es apasionante ver cómo estos re-formistas se convirtieron en precursoresde la emancipación de Nuestra América.Luego, los sucesos de Bayona dieron lu-gar a la Guerra de Independencia Espa-ñola, pero también pusieron en marchael proceso independentista (Chuquisaca,Quito, Caracas, Cartagena, Buenos Ai-res, como también Colombia, México,Chile, etc.).

El viaje de Belgrano

Manuel José Joaquín del Corazón deJesús Belgrano (1770/1820), nació en Bue-nos Aires. Hijo de un próspero comercianteitaliano y una criolla, inició sus estudios en elReal Colegio de San Carlos.3 Fue enviado aestudiar a Salamanca, Valladolid y Madridrecibiéndose de abogado y perfeccionándo-se en economía política. Al estallar la Revo-lución Francesa el joven criollo confesaba:

[…] se apoderaron de mí las ideasde libertad, igualdad, seguridad,

Condorcanqui en el virreinato del Perú,1 yen el virreinato del Río de la Plata los le-vantamientos de los altoperuanos TomásKatari y Julián Apaza que adoptó un nue-vo nombre: Túpac Katari.2 Estas revueltasexpresaban el repudio a nuevas presioneseconómicas, pero también a la opresiónpolítica y socio-cultural que sufrían ampliascapas de pueblos originarios, mestizos y crio-llos. Sin embargo, el temor al cambio socialtambién dio lugar a que una parte impor-tante de la élite altoperuana tomara distan-cia de estos movimientos, y si bien fueroncruelmente sofocados y reforzaron el bas-tión realista del virreinato del Perú, deja-

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propiedad y sólo veía tiranos en losque se oponían a que el hombre,fuese donde fuese, no disfrutase deunos derechos que Dios y la natu-raleza le habían concedido, y aúnlas mismas sociedades habían acor-dado directa o indirectamente.4

Belgrano tomó como propias una partesustancial de los principales postulados dela Revolución, y se inspiró en el contratosocial de J.J. Rosseau, pero también estuvoinfluenciado por la ilustración española y,entre otras cosas, mantuvo vivo su catolicis-mo y su inclinación a las formas monárqui-cas. Su actuación fue tan destacada5 que, apesar de ser criollo, recibió el cargo de secre-tario perpetuo en el recientemente creadoConsulado de Buenos Aires (1794). Estan-do aún en la metrópoli el flamante secreta-rio llegó a pensar que los consulados

[…] no tenían otro objeto que su-plir a las sociedades económicas, tra-tando de agricultura, industria y co-mercio, se abrió un vasto campo ami imaginación, como que ignorabael manejo de la España respecto a suscolonias, y sólo había oído un ru-mor sordo a los americanos de que-jas y disgustos, que atribuía yo a nohaber conseguido sus pretensiones,y nunca a las intensiones perversasde los metropolitanos que por sis-tema conservaban desde el tiempode la conquista.

Tanto me aluciné y me llené de vi-siones favorables a la América,cuando fui encargado por la secre-taría, de que en mis memorias des-cribiese las Provincias, a fin de quesabiendo su estado, pudiesen tomar

providencias acertadas para su feli-cidad […] y aunque ya entonces seme rehusaran ciertos medios queexigí para llenar como era debidoel encargo, me aquieté, pues se medio como disculpa que viéndose losfondos del Consulado se determi-naría.6

La triste realidad

Arribó a Buenos Aires en 1794 don-de se propuso difundir las nuevas ideas. Enuna Memoria presentada en 1796, si bienaducía no conocer bien el país, planteabala necesidad de difundir la agricultura.7

Una de las causas a que atribuyoel poco producto de las tierras y,por consiguiente, el ningún ade-lantamiento del labrador, es por-que no se mira la agricultura comoun arte que tenga necesidad deestudio, de reflexiones, o de regla.Cada uno obra según su gusto ypráctica […].8

Para contrarrestar la falta de forma-ción de los habitantes de la campaña im-pulsó la creación de escuelas:

¿Y de qué modo […] corregir la ig-norancia? Estableciendo una escue-la de agricultura, donde a los jóve-nes labradores se les hiciese conocerlos principios generales de la vege-tación y desenvoltura de las siem-bras, donde se les enseñase a distin-guir cada especie de la tierra por susproducciones naturales, y el cultivoconveniente a cada una, los diferen-tes arados que hay […]; los abonos[…]; el modo de formar sangrías en

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los terrenos pantanosos; la calidady cantidad de simientes que conven-gan a esta o aquella tierra […]; elverdadero tiempo de sembrar, elcuidado que se debe poner en lastierras sembradas; el modo de ha-cer y recoger una cosecha; los me-dios de conservar sin riesgos y singastos los granos; las causas y el ori-gen de todos los insectos y sabandi-jas; y los medios de preservar loscampos y graneros de ellas; los me-dios de hacer los desmontes; los demejorar los prados; los de aniquilaren la tierra los ratones y otros ani-males perjudiciales, tal como la hor-miga, etc. y por último, donde pu-diera recibir lecciones prácticas deeste arte tan excelente.9

Sugería, además, promover el cultivodel cáñamo y el lino para producir textiles,así como elementos útiles a la navegación.10

Si bien le dedica menos espacio a la activi-dad ganadera el Secretario proponía im-pulsar la introducción del lanar, el cual co-bró relevancia en la Argentina variasdécadas después. La Memoria continúa ha-ciendo referencia a otros aspectos técnicoscomo evitar dejar la tierra en barbecho apli-cando en cambio la rotación de cultivos, eluso de abonos, la preparación de los terre-nos para sembrar, etc.

Mientras propiciaba que se diera li-bertad a los productores para fijar los pre-cios, también sugería que era necesario quese crearan tanto mecanismos de controlcomo de estímulo para la introducción demejoras tecnológicas:

Premiando a cuantos en sus exáme-nes dieran pruebas de su adelanta-miento, franqueándoles instrumen-

tos para el cultivo y animándolos porcuantos medios fuesen posibles, ha-ciéndoles los adelantamientos pri-mitivos para que comprasen un te-rreno proporcionado en quepudiesen establecer su granja y lassemillas que necesitasen para susprimeras siembras, sin otra obliga-ción que volver igual cantidad quela se ha había expedido para su es-tablecimiento en el término que seconsiderase fuese suficiente paraque sin causarles extorsión ni inco-modidad lo pudiesen ejecutar. 11

Estaba preocupado por el medio-ambiente y entre otras recomendacionessostenía:

Es indispensable poner todo cuida-do y hacer los mayores esfuerzos enpoblar la tierra de árboles, muchomás en las tierras llanas, que sonpropensas a la sequedad cuando noestaban defendidas; la sombra delos árboles contribuye mucho paraconservar la humedad, los troncosquebrantan los aires fuertes, y pro-porcionan mil ventajas al hombre,así que es conocido en el día enEuropa, se premia por cada árbolque se ha arraigado […] en Vizcayahay mucho cuidado para que todopropietario que corte un árbol pon-ga en su lugar tres […].12

Comprendía las limitaciones al creci-miento económico que significaba el pesodel monopolio, por ello quería fundar:

[…] una escuela titulada de comer-cio, donde los jóvenes vayan a ins-truirse en la aritmética, en el modode llevar las cuentas y razón, y tener

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los libros: en el cálculo y regla decambio; en las reglas de la navega-ción mercantil, de los seguros, etc.;en el modo de establecer la corres-pondencia mercantil y mantenerla,en las leyes y costumbres usadas en-tre negociantes, etc. donde al menosse les enseñen los principios genera-les de la geografía y las produccio-nes que abundan o escasean [en] lospaíses a fin de que con estos princi-pios puedan hacer sus especulacio-nes con el mayor acierto posible y quesi se dedican al comercio les propor-cionen ventajas y adelantamientoque los empeñen al trabajo.13

Debido a las guerras que la Revolu-ción Francesa había generado, la metrópo-li se había visto perjudicada y debilitada,por lo tanto había tomado diversas medi-das de flexibilización del monopolio. En talsentido Belgrano reclamaba que la coronaestableciese diferentes disposiciones parafavorecer la producción y exportación devarios productos:

Al gobierno, haciéndole presente asu majestad el estado actual de lanavegación y falta de buques mer-cantes, motivo de lo subido de losfletes y que no habiendo esta pro-porción de ningún modo se pue-de esperar que nuestros labrado-res se dediquen al cultivo, a cuyofin se le suplicaría se dignase man-dar que dos barcas de la real arma-da viniesen anualmente sin másobjeto que conducir los linos y cá-ñamos que se cultivasen, ya enrama, ya en pasta, según su majes-tad acordase en beneficio de estacolonia, el trigo en grano o harina

y las carnes saladas; señalando unosfletes moderados que sufragasena los salarios de los que navegasenen ellas y a la deterioración de losbuques.

El gobierno podría igualmenteadoptar el medio de comprar todoslos linos y cáñamos que se cosecha-sen; teniendo los labradores la cer-teza de la venta de sus cosechas nose puede dudar que se aplicaríancon constancia, y este ramo de co-mercio vendrá a ser algún día unode los más interesantes a este país,mucho más si su majestad sigue dis-pensándole las gracias que hastaaquí, como son la real cédula decomercio de negros, la real ordensobre el comercio con las coloniasextranjeras y particularmente la quedeclara esta misma para que se hagacon Brasil; la real orden de la liber-tad de derechos a las harinas, la queconcede permiso a los vasallos deAmérica para que tengan buquespropios; gracias que hacen a quetodos los pueblos de estos vastos susdominios se levantase y se le erigie-sen monumentos […].14

Para favorecer el comercio externo pro-ponía favorecer el librecambio y crear unaentidad que favoreciera las exportaciones:

[…] una compañía que no tuvieseotro fin que la exportación de losfrutos propuestos, pues además deque la agricultura recibiría un fo-mento increíble en este país, se pon-drían en giro muchos caudales quehoy permanecen sepultados a causade no tener aquí un cuerpo donde

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con confianza los pudiesen poner agiro. Para ello debería tener la com-pañía sus buques en los que fuesenlos frutos propuestos de cuenta delos labradores, bien fuesen de par-ticulares comerciantes, o de lacompañía misma, los fletes deberíanser moderados, pues no por eso de-jarían de tener réditos regulares.

Mientras no se adopten estos recur-sos y permanezca nuestra marinamercantil en el actual estado, noesperemos que tengan valor nues-tros frutos, ni que la agricultura re-ciba fomento como el que se necesi-ta en este país […]. Persuadámonos,señores, que en esta provincia la ver-dadera mina es la tierra bien culti-vada, que mientras no se la atiendanunca seremos felices, y que comodice el célebre Quesnay, con pre-ferencia a todo, un Estado agricul-tor debe estar poblado de ricos la-bradores.15

En la Memoria de 1798 vuelve a in-sistir en contra del monopolio:

Muchos creen que si se concede ente-ra libertad para la extracción de fru-tos, el país quedará pobre y miserabley todo vendrá a ser caro, y se presentaa su imaginación un cuadro lastimo-so […] me contento con citar aquílas máximas 16 y 25 del célebreeconomista Quesnay, que dicen:1º) que no se impida el comercioexterior de los frutos, porque se-gún es la extracción, así es la re-producción y aumento de agricul-tura. 2º ) Que se dé entera libertadal comercio, pues la policía del

comercio interior y exterior, mássegura, exacta y provechosa a la na-ción y al Estado, consiste en la ple-na libertad de concurrencia.16

También reiteraba que era menesterpromover la agricultura, la industria, elcomercio de exportación y la educaciónsin distinción de sector social o género(fue un pionero en sus propuestas de queel Estado regulara la enseñanza de hom-bres y de mujeres). Por lo tanto, reclama-ba el fin del monopolio, pero también re-marcaba el papel del Estado comogenerador de políticas de estímulo parala economía colonial. Más de una déca-da después, entre marzo y principios demayo de 1810 desde el Correo de Comer-cio de Buenos Aires el Secretario del Con-sulado seguía proclamando la necesidadde impulsar el libre comercio, promoverla agricultura, la ganadería, la industriay la educación.17 Belgrano, desalentadopor no conseguir ninguno de sus objeti-vos se había terminado inclinando a favorde la Independencia.

[…] no puedo decir bastante mi sor-presa cuando conocí a los hombresnombrados por el Rey de la Junta,que había de tratar de agricultura,industria y comercio, y propendera la felicidad de las Provincias quecomponían el virreinato de BuenosAires; todos eran comerciantes es-pañoles; exceptuando uno que otro,nada sabían más que su comerciomonopolista, a saber, comprar porcuatro para vender por ocho contoda seguridad […].18

Paralelamente, reconocía que el mo-nopolio resultaba imposible de remover

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por las presiones de los comerciantes liga-dos al tráfico metropolitano-colonial.

Por lo que después he visto, la Cor-te de España vacilaba en los mediosde sacar lo más que pudiese de suscolonias, así es que hemos visto dis-posiciones liberales e iliberales a untiempo, indicantes del temor quetenía de perderlas: alguna vez se leocurrió favorecer la agricultura, ypara darle brazos, adoptó el horren-do comercio de negros y concedióprivilegios a los que lo emprendie-sen: entre ellos la extracción de fru-tos para los países extranjeros. Estodio mérito a un gran pleito sobre silos cueros, ramo principal del co-mercio de Buenos Aires, eran o nofrutos; […] decidieron que los cue-ros no eran frutos, y por consiguien-te no debían comprenderse en losde la gracia de extracción en cam-bio de negros.

Mi ánimo se abatió, y conocí quenada se haría a favor de las Provin-cias por unos hombres que por susintereses particulares posponían eldel común […].

Los frenos puestos a la educación tam-bién ahogaron las esperanzas de cambio:

Escribí varias memorias sobre la pla-nificación de escuelas: la escasez depilotos y el interés que tocaba tande cerca a los comerciantes, me pre-sentó circunstancias favorables parael establecimiento de una Escuelade Matemáticas, que conseguí acondición de exigir la aprobaciónde la Corte que nunca se obtuvo, y

que no paró hasta destruirla; por-que aún los españoles, sin embar-go, de que conociesen la justicia yutilidad de estos establecimientosen América, francamente se opo-nían a ellos, errados a mi entender,en los medios de conservar las colo-nias. No menos me sucedió con otrade diseño, que también logré esta-blecer, sin que costase medio real elmaestro: ello es que ni éstas, ni otras,propuestas a la Corte, con el objetode fomentar los tres importantesramos de agricultura, industria ycomercio, de que estaba encargadala corporación consular, merecie-ron la aprobación; […] se decía quetodos estos establecimientos eran delujo y que Buenos Aires todavía nose hallaba en estado de sostenerlos[…] desde principio de 1794, has-ta julio de 1806 pasé mi tiempoen igual destino, haciendo esfuer-zos impotentes a favor del bien pú-blico; pues todos escollaban en elGobierno de Buenos Aires, o en laCorte, o entre los mismos comer-ciantes individuos que componíaneste cuerpo, para quienes no habíamás razón, ni más justicia, ni másutilidad, ni más necesidad que suinterés mercantil; cualquier cosaque chocase con él, encontraba unveto, sin que hubiese recurso paraatajarlo. 19

Algunos desencantos más

Debilitada la presencia hispana enlos mares, por su alianza con Francia, laciudad, que había comenzado a cobrarimportancia en el último cuarto del sigloXVIII se transformó en un objetivo atractivo

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para algunos como el voraz imperio bri-tánico dando lugar a las invasiones de1806 y 1807. Belgrano había sido nom-brado capitán de las milicias urbanas,pero nunca había tenido necesidad deejercer el cargo:

El marqués de Sobre Monte, virreyque entonces era de las Provincias,días antes de esta desgraciada en-trada me llamó para que formaseuna compañía de jóvenes del co-mercio, de caballería, y que al efec-to me daría oficiales veteranos parala instrucción: los busqué, no losencontré; porque era mucho elodio que había a la milicia en Bue-nos Aires con el cual no se habíadejado de dar algunos golpes a losque ejercían la autoridad, o tal veza esta misma que manifestaba de-masiado su debilidad.20

La inoperancia del virrey, la falta deorganización del ejército y la falta de for-mación de la milicia posibilitaron el éxitode los invasores ingleses. Con la entradadel general Beresford a la ciudad, Bel-grano propuso a otros funcionarios salirde allí con el archivo y los sellos acompa-ñando al virrey que había huido haciaCórdoba.

[…] al mismo tiempo les expuse,que de ningún modo convenía a lafidelidad de nuestros juramentosque la corporación reconociese otroMonarca: habiendo adherido a miopinión, fuimos a ver y a hablar algeneral, a quien manifesté mi soli-citud y defirió la resolución; entre-tanto los demás individuos del con-sulado, que llegaron a extender

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estas gestiones se reunieron y no pa-raron hasta desbaratar mis justasideas y prestar juramento de reco-nocimiento a la dominación britá-nica, sin otra consideración que lade sus intereses.

Me liberté de cometer según mimodo de pensar, este atentado yprocuré salir de Buenos Aires, casicomo fugado, porque el general sehabía propuesto que yo prestase ju-ramento […] y pasé a la bandaseptentrional del río de la Plata, avivir en la Capilla de Mercedes.21

Belgrano tomó distancia frente al opor-tunismo de los miembros del consuladoquienes rápidamente se subordinaron a losinvasores ingleses, lo que reforzó su opiniónnegativa sobre estos comerciantes ligadosal comercio metropolitano-colonial y afian-zando la idea de obrar en beneficio de lasProvincias del virreinato. Cuando los inva-sores fueron expulsados frente a la indisci-plina de las milicias prefirió retornar a sucargo de Secretario del Consulado aunquecomprendió la importancia de estudiar tác-tica y estrategia militar, conocimientos queutilizará luego de 1810. En 1807 se pro-dujo una nueva incursión británica al man-do del general Whitelocke y Belgrano co-laboró en la exitosa defensa de la ciudad,pero siempre criticó la poca disciplina delas milicias que no querían someterse a nin-gún entrenamiento:

[…] gente que era paisana que nun-ca había vestido uniforme, y quedecía con mucha gracia, que paradefender el suelo patrio no habíannecesitado de aprender a hacerposturas, ni figuras en las plazas

públicas para diversión de las mu-jeres ociosas.22

Cuando tuvieron que recibir el jura-mento de los oficiales británicos prisione-ros, Belgrano pudo conversar con uno deellos, el brigadier general Crawford:

Así es que después de haberse des-engañado de que yo no era francésni por elección, ni otra causa, des-plegó sus ideas acerca de nuestraindependencia, acaso para formarnuevas esperanzas de comunicacióncon estos países, ya que le habíansalido fallidas las de conquista: lehice ver cuál era nuestro estado, queciertamente nosotros queríamos elAmo viejo o ninguno; pero que nosfaltaba mucho para aspirar a la em-presa, y que aunque ella se realizasebajo la protección de la Inglaterra,esta nos abandonaría si se ofrecíaun partido ventajoso a Europa, yentonces vendríamos a caer bajo laespada española, no habiendo unanación que no aspirase a su interés,sin que le diese cuidado de los ma-les de las otras: convino conmigo ymanifestándole cuánto nos faltabapara lograr nuestra independencia,difirió para un siglo su consecución[…]. Pasa un año, y he ahí que sinque nosotros hubiésemos trabajadopara ser independientes, Dios mis-mo nos presenta la ocasión avívanseentonces las ideas de libertad e in-dependencia en América, y los ame-ricanos empiezan por primera vezhablar con franqueza de sus dere-chos. En Buenos Aires, se hacía lajura de Fernando VII y los mismoseuropeos aspiraban a sacudir el yugo

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de España por no ser napoleonis-tas. ¿Quién creería que don Martínde Álzaga, después autor de unaconjuración, fuera uno de los pri-meros corifeos?23

Belgrano compartió con otro peque-ño grupo de conspiradores la ilusión de queCarlota Joaquina, la hermana de Fernan-do VII podría ser regente de la Provinciadel Río de la Plata y, eventualmente, ter-minar acompañando el proceso de eman-cipación política. Pronto descubrió queeste plan era un espejismo. También in-tentó frenar sin éxito la llegada del nuevovirrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, quienhabía participado de la represión del le-vantamiento de 1809 en Chuquisaca. Elarribo del nuevo virrey hizo que Belgranose retirara nuevamente a Mercedes. Tiem-po después, un grupo de amigos de Bel-grano convenció a Cisneros que era nece-sario sacar un periódico. El abogadoregresó a Buenos Aires y participó en estaempresa con fines políticos:

Sucedía esto a mi regreso […] y tu-vimos este medio ya de reunirnoslos amigos sin temor, habiéndolehecho estos entender a Cisneros quesi teníamos alguna junta en mi casasería para tratar de los asuntos con-cernientes al periódico: nos dispen-só toda protección e hice el prospec-to del Diario de Comercio que sepublicaba en 1810 antes de nuestrarevolución: en él salieron mis pape-les que no eran otra cosa que unaacusación contra el gobierno espa-ñol; pero todo pasaba y así creíamosir abriendo los ojos a nuestros pai-sanos: tanto fue que salió uno de mispapeles titulado: “Origen de la

grandeza y decadencia de los Impe-rios”, en las vísperas de nuestra revo-lución, que así contentó a los de nues-tro partido como a Cisneros, y cadauno aplicaba el ascua a su sardina,pues todo se atribuía a la unión ydesunión de los pueblos.24

A modo de conclusión

Para concluir, queremos resaltar quehacia 1809 muchos de los habitantes de lascolonias comenzaron a pensar seriamente enindependizarse de la metrópoli. En el casodel Río de la Plata, el contacto con las ideasrevolucionarias y la negativa de las autori-dades coloniales a tomar medidas para me-jorar la vida cotidiana en las colonias, la re-presión de los movimientos de 1809 enChuquisaca y Quito favorecieron el desa-rrollo de un sentimiento separatista. Porotra parte, las invasiones inglesas habíandejado una experiencia de autodetermi-nación política que culminó no solo en laexpulsión de los invasores, sino tambiénen el pronunciamiento que impidió el re-greso de Sobremonte como virrey, ponien-do en su lugar a Liniers, quien había diri-gido exitosamente la reconquista de 1806.Luego, los rumores del movimiento jun-tista fueron el catalizador para poner enmarcha los planes de personalidades comoManuel Belgrano, Mariano Moreno, JuanJosé Castelli, Bernardo de Monteagudo,Nicolás Rodríguez Peña o Tomás Guido,para desplazar a Cisneros, personaje re-sistido por haber participado de la repre-sión del movimiento de Chuquisaca.Como registró Guido, la noche del 24de mayo de 1810, Belgrano juró a la pa-tria y a sus compañeros que si a las tres dela tarde Cisneros no había renunciado lopasaría por las armas. Su figura, prestigiosa

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entre los revolucionarios lo colocó en elcargo de vocal del primer gobierno revolu-cionario del Río de la Plata. Luego fue pues-to al mando de las tropas que se dirigieronal Paraguay y fue en dos misiones militareshacia el Alto Perú. Queda para otro traba-jo realizar el análisis de la acción y pensa-miento de Belgrano a partir de la Revolu-ción de Mayo. Por último conviene teneren cuenta que la posibilidad de que los crio-llos se sintieran representados en las Cor-tes de Cádiz, o en las medidas tomadasen la Constitución de 1812 llegó dema-siado tarde. El largo período de domina-ción colonial había dejado en la memoriacolectiva malos recuerdos. Eso explica porqué si bien el Alto Perú, Paraguay y la Ban-da Oriental no quisieron mantenerse uni-dos a Buenos Aires, lucharon contra la opre-sión colonial. Aunque finalmente se logró

la independencia política, quedaron cues-tiones pendientes que terminaron some-tiendo a las ex colonias al influjo de las gran-des potencias extra regionales. Pero eso estambién tema para otro trabajo.

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NOTAS

1 Mucho se ha discutido sobre el significadode esta rebelión. Como adoptó el nombre deTúpac Amaru II para demostrar que eradescendiente del último inca, algunos sos-tienen que su movimiento sólo apuntaba aretornar al pasado. En otras palabras, siTúpac Amaru negaba la figura del rey yquería reconstruir el imperio de los incas,mal puede considerarse un antepasado delas guerras de la independencia. Otrosplantean que su lucha es parte de un mo-vimiento que se inició con la derrota delincario y que aún continúa, es decir, queesta rebelión sería un episodio más en unalarga lucha de liberación nacional de lospueblos originarios. Sin embargo, en suinicio no rechazó a la figura del rey y fuesecundado por los pueblos originarioscomo también por europeos, criollos, mes-tizos. Cuando vio que las autoridades vi-rreinales no cedían, radicalizó su postura(ejecutó al corregidor de Tinta), y procla-mó que no reconocía al rey. La sociedadperuana se dividió y la mayoría de espa-ñoles y criollos tomó distancia de TúpacAmaru, sin embargo existió un puñado deellos que continuó la lucha hasta el final yque también sufrió la dura represión delas autoridades coloniales. Esto pone enevidencia que existían sectores significati-vos (criollos, españoles y otros europeos),que al igual que los pueblos originariosno estaban de acuerdo con las presioneseconómicas metropolitanas y que dieronbatalla a las medidas de ajuste llevadas acabo por estos funcionarios que respondíana una monarquía inspirada en el despotismoilustrado.

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2 Para la Rebelión de Túpac Amaru y TomásKatari ver Colección Pedro De Angelis LaRebelión de José G. Túpac Amaru tomo VII,Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1971.Ver también: Jürgen Golte, Reparto y rebelio-nes, Túpac Amaru y las contradicciones de la eco-nomía colonial. Instituto de Estudios Perua-nos, Lima, 1980; Boleslao Lewin: La rebeliónde Túpac Amaru y los orígenes de la emancipa-ción americana, Librería Hachette, Buenos Ai-res, 1957; Juan Javier Zárate Caballero: Po-nencia presentada en América Latina en elBicentenario: la Historia entre el Pasado y Pre-sente. Diálogos del Bicentenario-Grupo Bicen-tenario. Quito Ecuador. 7 al 10 de Agosto de2009. Para las reformas borbónicas en el Ríode la Plata ver también: Raúl Fradkin y JuanCarlos Garavaglia, “La Argentina colonial”,Siglo XXI, Buenos Aires, 2009.

3 Este colegio había sido fundado por los jesui-tas y hoy es el Colegio Nacional de BuenosAires que depende de la Universidad deBuenos Aires.

4 Manuel Belgrano: “Autobiografía”, en: Ma-nuel Belgrano, Escritos Económicos, EditorialRaigal, Buenos Aires, 1954, p. 48.

5 En Salamanca fue nombrado Presidente dela Academia de Práctica Forense y Econo-mía Política. Asimismo ingresó como miem-bro de la Academia de Santa Bárbara enMadrid.

6 Manuel Belgrano: Ob. cit., pp.48-49.7 En el virreinato del Río de la Plata la re-

gión pampeana, las provincias del litoraly en la Banda Oriental del Uruguay laprincipal actividad era la caza de ganadocimarrón, del cual se extraía sobre todopara exportación el cuero, el sebo y se pro-ducíatasajo, carne salada al sol que en ge-neral se destinaba a la alimentación de losesclavos. Una parte importante salía porcontrabando junto con metales del AltoPerú (Potosí). En la región de Cuyo se ha-bía difundido la vid y el olivo sin el apoyode la corona que prefería enviar sus propiosvinos y aceites. Paraguay producía yerbamate. En el Córdoba y Tucumán, había

cierta actividad agropecuaria para consu-mo interno, además de la producción ar-tesanal, como textiles, mulas, carretas, etc.El contrabando con portugueses de Brasily británicos había permitido el floreci-miento de la región del Río de la Plata.

8 Manuel Belgrano: Ob. cit., p. 67.9 “Memoria que leyó el licenciado Don Ma-

nuel Belgrano, abogado de los Reales Con-sejos y Secretario por su Majestad del RealConsulado de esta capital, en la sesión quecelebró su Junta de Gobierno el 15 de ju-lio del presente años de 1796”. En: Ma-nuel Belgrano, ob. cit., p. 68.

1 0 Consultar “Memoria escrita por el Licen-ciado Manuel Belgrano, abogado de los Rea-les Consejos y Secretario por su Majestaddel Real Consulado del Virreinato de Bue-nos Aires en 1797”. En: Manuel Belgrano,ob. cit., p. 84 y ss.

1 1 “Memorias ... de 1796”. En: Manuel Belgra-no, ob. cit, pp. 68-69.

1 2 Ibíd, p. 74.1 3 Ibíd, p. 82.1 4 “Memorias ... de 1797”. En: Manuel Belgra-

no, ob. cit., p. 96.1 5 Ibidem, pp. 96-97.1 6 “Memoria escrita por el Licenciado Manuel

Belgrano, abogado de los Reales Consejosy Secretario por su Majestad del Real Con-sulado de esta capital en la sesión que cele-bró su Junta de Gobierno a 14 de junio de1798”. En: Manuel Belgrano, ob. cit.,p.103

1 7 Ver los artículos del Correo de Comerciode Buenos Aires correspondientes en: Ma-nuel Belgrano, ob. cit., pp. 113-148.

1 8 En este párrafo se refiere al momento de sullegada a Buenos Aires en 1794. Ver: ManuelBelgrano, “Autobiografía”, ob. cit., p. 49.

1 9 Ibíd. p. 50.2 0 Ibíd, p. 51.2 1 Ibíd, p. 52.2 2 Ibíd, p. 55.2 3 Ibíd, pp. 55-56.2 4 Ibíd, p. 60.

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LA AUTORA

Bachiller del Colegio Nacional de Bue-nos Aires, Universidad de Buenos Aires (UBA),Profesora de Historia de la Facultad de Filo-sofía y Letras de la UBA. Fue docente en laFacultad de Ciencias Sociales y del CBC,UBA. Fue Becaria de la Facultad de Cien-cias Económicas (FCE) UBA (1991-1997).Realizó los cursos de la Maestría en HistoriaEconómica y de los procesos económicosFCE, UBA. Becada en el Doctorado Ibero-americano de la Universidad de Huelva estátrabajando en su tesis. Actualmente es do-cente e Investigadora FCE, UBA donde hadirigido y codirigido proyectos de investiga-ción. Tiene numerosas publicaciones nacio-nales e internacionales de historia econó-mica y relaciones internacionales sobre la

emancipación política del río de la Plata, laintegración latinoamericana desde la Argen-tina; la cuestión de la dependencia; la políti-ca exterior argentina: las Malvinas; las rela-ciones con Brasil, Cuba, Uruguay (el casode las pasteras), con la ex URSS y la Fede-ración de Rusia entre otros. Ha sido profeso-ra invitada de distintas universidades nacio-nales y extranjeras. Es Vicepresidente deADHILAC Internacional; Directora de Ariad-na Tucma Revista Latinoamericana(www.ariadnatucma.com.ar); Directora de lapágina de ADHILAC Internacional(www.adhilac.com.ar). Miembro del CentroCultural de la Cooperación Floreal Gorini.

E-mail:[email protected]

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Introducción

Está emergiendo –desde las dos últi-mas décadas del finalizado siglo– un modotecnológico de producción, el flexible-auto-matizado-robotizado, cualitativamente nue-vo (una auténtica Revolución Productiva)con relación al fabril-mecanizado, que ca-racterizara a la anterior Revolución Produc-tiva (que solemos denominar como “la In-dustrial”, en sus dos grandes etapas, la de lamáquina-herramienta y la máquina-de-va-por durante el entre-siglos XVIII y XIX y ladel ferrocarril, el automóvil -el motor decombustión interna- y la electricidad du-rante el entre-siglos XIX y XX).

Este último, condicionado por la ín-dole de los medios técnicos ya aludidos (quetrasladó a esos medios técnicos las funcio-nes productivas de índole tecnológica has-ta entonces privativas de los seres humanostrabajadores se apoyó en su economía de-

escala (necesitada de succionar –y explotaren su forma social capitalista– grandes can-tidades de fuerza de trabajo); mientras elque emerge, condicionado por los mediostécnicos surgidos de la Revolución Cientí-fico-Técnica (RCT) del segundo tercio delsiglo XX, la máquina- automatizada (que hatrasladado a los medios técnicos las funcio-nes productivas de índole lógica, hasta ahoraprivativas de los seres humanos producto-res) y las tecnologías de la comunicación einformatización (TICs), se apoya en su eco-nomía-de-rango (asimismo explotadora bajola égida del capital, pero necesitada de ex-pulsar gran cantidad de fuerza de trabajo),lo que, junto al nuevo salto en la producti-vidad del trabajo, está suscitando otro sal-to: el de los excluidos del trabajo.

Este proceso emergente, epocalmen-te hablando, sólo comienza… Sin embar-go ya nos plantea un cúmulo de problemá-ticas y desafíos, práctica(o)s y teórica(o)s.

La correlación entre las revoluciones sociales, las científico-técnicas y las productivas.

PEDRO L. SOTOLONGO

El trabajo trata el desafío que se desprende del emerger del modotecnológico de producción flexible-automatizado-robotizado, cualitativa-mente nuevo con relación al fabril-mecanizado, el de la anterior Revolu-ción Productiva –“la Industrial”– con su economía-de-escala (succiona-dora de gran cantidad de fuerza de trabajo); mientras éste nuevo, por losmedios técnicos creados por la Revolución Científico-Técnica (RCT) del2do. tercio del siglo xx, la máquina automatizada y las TICs, con su eco-nomía-de-rango, expulsa gran cantidad de fuerza de trabajo, lo que, jun-to al salto en la productividad del trabajo, está suscitando otro salto: el delos excluidos del trabajo.

Palabras clave: Modo tecnológico de producción; revolución pro-ductiva; revolución técnica; revolución social; trabajo

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Comencemos por examinar más decerca los dos procesos epocales que hantransformado cualitativamente la maneraen que se producen los bienes materialesy culturales necesarios para la vida mate-rial y espiritual de los seres humanos y quehan suscitado el emerger del aludido modotecnológico de producción flexible-automa-tizado-robotizado, con esa “economía-de-rango” que lo caracteriza.

Importancia de una caracterización ade-cuada de las revoluciones científico-técnicay productiva del segundo y tercer tercio,respectivamente, del siglo XX

Aunque ya se puede hablar de que sehalla muy avanzada la elaboración de lacaracterización conceptual de la problemá-tica de la denominada Revolución Cientí-fico-Técnica (RCT), acaecida a partir delsegundo tercio del finalizado siglo, no obs-tante, la riqueza de su contenido y multidi-mensionalidad de sus procesos, obligan asu estudio ulterior. Pero no se puede decirlo mismo de la caracterización conceptualde la concatenación de la RCT con la pos-terior Revolución en la Alta Tecnología(RAT) (High Technology Revolution, enInglés) –-también denominada “Reconver-sión Industrial”– una verdadera Revolu-ción Productiva (RP) originada en el últi-mo tercio de dicho siglo y que se extiendehasta nuestros días, plasmando una mane-ra tecnológicamente nueva de producir. Eseestudio ulterior es, por lo mismo, necesarioy pertinente también en el plano de la alu-dida caracterización conceptual e interpre-tación de dicha Revolución Productiva (RPo RAT); o sea, que no todos los aspectos defenómenos tan complejos como la RCT yla RP (RAT) estén resueltos y/o agotadosen su caracterización conceptual, ni en la

interpretación de su impacto y consecuen-cias como procesos epocales globales.

En ambas direcciones es necesario par-tir de un fundamento sólido que permitauna caracterización adecuada de-lo-que-implican y de-lo-que-aportan tales proce-sos para el desarrollo tecnológico y socialen general. Un examen cuidadoso de lostrabajos pertinentes a dicho propósito arrojaque –gústele a quién le guste o disgústele aquién le disguste– las ideas de C. Marx acer-ca del papel de la ciencia y la técnica en eldesarrollo de la producción brindan unfundamento que posibilita una caracteri-zación muy sólida y pertinente de lo queha ocurrido y está ocurriendo. Es necesa-rio, pues, que sus ideas fundadoras seanobjeto de ulterior desarrollo, teniendo encuenta las tendencias contemporáneas delos avances científicos y tecnológicos del si-glo XX; lo que puede –y debe– resultar enuna concepción histórico-general integralde la RCT y la RP (la RAT).

En semejante concepción, la RCT yla RP (la RAT) deben ser contempladas nosolo en el plano científico-técnico y/o tec-nológico, sino como procesos sociales de am-plia envergadura e impacto, en cuya médu-la se halla la problemática de la satisfacciónde las necesidades humanas por medio deuna modalidad tecnológica específica de pro-ducir los bienes necesarios para ello, la quesiempre está condicionada históricamentepor el estado de la ciencia y de la técnica;pero que también siempre requiere y origi-na para su amplia y generalizada difusiónen los procesos de producción de una u otrasociedad, su articulación con determinadamodalidad de la organización social del tra-bajo. En particular, esto último se vinculacon lo concerniente a la correlación de laRCT y la RP (la RAT) con las regularidadestendenciales más generales de la sociedad.

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Y ello resulta así, por la circunstanciade que tal manera –una u otra–- en que yabien uno o ya bien otro modo tecnológicode producción y unas u otras relaciones deorganización social del trabajo se articulanmutuamente, no constituye otra cosa quela manera específica, en una u otra época, demanifestarse, de plasmarse, a su vez, la mu-tua articulación entre el accionar conjuntode las fuerzas productivas y el accionar con-junto de las relaciones de producción de unau otra socialidad. En otras palabras, lo quecaracteriza desde el punto de vista producti-vo, a uno u otro modo-de-producción-social.

Uno de los objetivos princi-pales de este trabajo, por lomismo, es estudiar el vínculoentre las Revoluciones Técnicas(incluyendo a la RCT) y lasRevoluciones Productivas (in-cluyendo a la RAT) con laregularidad social tendencialgeneral1 de la correspondenciaentre las relaciones de produc-ción y las fuerzas productivassociales. Para ello es necesarioenfocar a la RCT, la RP (oRAT) y las otras revolucionesanteriores acaecidas en latécnica y en la manera tecno-lógica de producir, desde elpunto de vista de su interaccióncon el conjunto de las relacio-nes sociales.

Lo anterior hace necesario, a su vez,dar una caracterización histórica concreta

de las modalidades de plasmarse la ya aludi-da regularidad social tendencial general, enese plano –más particular y concreto– dela interacción entre uno u otro modo tecno-lógico de producción y una u otra clase delas relaciones de organización social del tra-bajo. Caracterización y concreción quemuchas veces se obvian, dándose por so-breentendidas, lo que es una gran lagunaen el conocimiento y aprehensión cabales–e insuficiencia en la capacidad de discer-nir lo-que-está-ocurriendo y lo-que-no-está-ocurriendo- y por lo mismo, un obstáculopara pensar e implementar las estrategiasde actuación prácticas respecto a tales rea-lidades (las que nos gustan y las que no nosgustan). Y por ende, una gran deficienciapara una caracterización que vaya más alláde repetir incansablemente lo siempre afir-mado acerca de dicha regularidad socialtendencial general, en lugar de avanzar enexplicarnos, con auténtica fuerza heurísti-ca, lo-que-está-ocurriendo actualmente enel ámbito de la producción y en el ámbitodel trabajo humano.

Esa falta de concreción en la caracte-rización conceptual sociológico-general delos modos tecnológicos de producción, consu especificidad de manifestarse, no permi-te anticipar (e incluso en ocasiones, ni carac-terizar lo ya ocurrido), el porqué uno u otroproceso de cambio cualitativo de las rela-ciones de propiedad social (la quintaesenciade la comprensión tradicional de lo queconstituye una Revolución Social) al pro-ducirse precisamente en un determinadomomento epocal (y no en otro), resulta con-dicionado, ya bien en mayor, o ya bien enmenor grado en el logro (o no logro) dealgunos de sus objetivos, metas y/o aspira-ciones sociales reivindicativas,. por dichasrealidades de la manera de producir tec-nológicamente los bienes (por el desarrollo

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técnico y tecnológico alcanzado –o no al-canzado aún– en el momento histórico enque advino a la existencia una u otra Revo-lución Social, debido a la presencia o au-sencia real de ciertos medios técnicos y desu articulación masiva en los procesos tec-nológico-productivos. Las RevolucionesSociales latinoamericanas del siglo XIX, noconstituyen excepción alguna, sino al con-trario, confirmación, de lo expresado.

Trascender ese vacío e insuficienciapermiten, además, examinar el papel y lu-gar histórico-general de las RevolucionesTécnicas (y de la RCT) y de las Revolucio-nes Productivas (y de la RAT) en el desarro-llo de la socialidad; así como aquilatar en todasu importancia, el carácter y el impacto so-cio-económico de los actuales procesos decambio cualitativo en la ciencia, en la téc-nica y en sus aplicaciones tecnológico-pro-ductivas que transcurren “ante-nuestros-(asombrados) ojos”.

Particularmente importante es pasarde las caracterizaciones, acertadas pero de-masiado generales, de los fenómenos y pro-cesos mencionados, a mostrar las modali-dades más particulares del emerger, difun-dirse y generalizarse los mismos, y de las cir-cunstancias necesarias y suficientes (perotambién en ocasiones suficientes, aunqueno necesarias) que les dieran lugar.

La comprensión de la historicidad de lasfuerzas productivas a partir de su especi-ficidad sistémica epocal

Para el logro de los objetivos expresa-dos, debe precisarse cómo transcurre elproceso del desarrollo técnico y su papelen el desarrollo de las fuerzas productivasde la sociedad; en particular en lo que con-cierne a los desarrollos de la técnica que seplasman en medios de producción, ese im-

portante –aunque no único–2 componen-te de las fuerzas productivas sociales.

El desarrollo de la técnica y las fuerzasproductivas sociales.

El proceso del desarrollo técnico tie-ne lugar, ante todo, a través de diversos es-tadios:

· El emerger –con la utilización de nue-vos principios del conocimiento y/o denuevas regularidades de la naturaleza-de un tipo de medio técnico cualitativa-mente nuevo (por el tipo de funcionesproductivas que quedan traspasadas almismo y que antes eran privativas delos seres humanos); incluyendo unanueva –cualitativamente- herramientade trabajo (aquella clase de medio téc-nico que entra en contacto directo conel objeto de trabajo);

· El emerger de una nueva clase de basetécnica (conjunto de una “masa crítica”ya notable de esos medios técnicos cua-litativamente nuevos) de la sociedad, asi-mismo cualitativamente nueva;

· El emerger de un modo tecnológico deproducción3 cualitativamente nuevo;que marca la introducción, masiva ya,de dicha base técnica en los procesostecnológico-productivos imperantes;

lo que, en su conjunto, va conformando,en una o en otra época, lo que denomina-mos como Revolución Técnica (en nuestraépoca Revolución Científico Técnica);4

cuya aprehensión y caracterización no debelimitarse al ámbito del desarrollo de la téc-nica y la tecnología, sino debe incluir lacaracterización de la articulación de esoscambios cualitativos en los medios de pro-ducción, con los otros componentes de lasfuerzas productivas que, junto a los mediostécnicos de producción configuran en toda

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época las relaciones entre los hombres y lanaturaleza para producir.

Y debe señalarse que con demasiadafrecuencia se aprecia en muchos trabajosun tratamiento reduccionista de las fuerzasproductivas sociales. Si bien es generaliza-do el reconocimiento de dos de sus com-ponentes: los medios de producción y el hom-bre (el ser humano) productor –el (o la)trabajador(a), no sucede lo mismo con susotros componentes. Y aunque el ser huma-no productor -el o la trabajador(a)- y losmedios de producción (en particular lasherramientas de trabajo) constituyen sinduda lo que podemos llamar “el determi-nante-principal” en la composición de lasfuerzas productivas sociales desde la pers-pectiva de su desarrollo en el sistema: so-ciedad-seres-humanos-naturaleza, tal de-terminante-principal no agota la compo-sición holística de las fuerzas productivas,cuándo las examinamos en el plano del des-pliegue histórico de la productividad deltrabajo.

La composición holístico-sistémica de lasfuerzas productivas sociales

Para tener en cuenta de manera ho-lístico-sistémica, íntegramente y sin re-duccionismos, la composición de las fuer-zas productivas sociales, es imprescindi-ble remitirnos a su caracterización en elprimer tomo de El Capital que es don-de, a juicio nuestro, han quedado mejorcaracterizadas. Allí. C. Marx, explícita-mente, distingue los siguientes cinco “fac-tores del desarrollo de la fuerza productivadel trabajo”:

1. Las condiciones naturales,2. El grado promedio de habilidad del tra-

bajador,

3. La dimensión y la efectividad de losmedios de producción,

4. El nivel de desarrollo de la ciencia y elgrado de su aplicación tecnológica,

5. La combinación social del proceso deproducción,5

en los cuáles se reconoce en el 2 y 3 el yaaludido “determinante-principal” de esacomposición de las fuerzas productivas,pero se ve claramente que las mismas no seagotan en dicho determinante.

En ese lugar de su monumental obra,Marx lleva a cabo un estudio sistémico –sin utilizar dicho término- del accionarconjunto de los cinco componentes en eldesplegarse histórico de las fuerzas produc-tivas, lo que resulta clave para precisar lacualidad y el carácter de las mismas de pe-riodo histórico en periodo histórico. Talaprehensión sistémica muestra cómo, deépoca en época, ese accionar conjunto va-ría cualitativamente –de formación eco-nómico-social en formación económico-so-cial– debido al hecho de que el grado deinserción (el impacto) de uno u otro de esoscinco componentes en la fuerza producti-va del trabajo está lejos de ser el mismo.Así, algunos de esos componentes van in-crementando su inserción e impacto,mientras que otros experimentan una ten-dencia a la disminución relativa de su in-fluencia.

Si se examina ese accionar sistémico delos cinco componentes de la fuerza produc-tiva del trabajo de formación económico-social en formación económico-social, sepuede constatar, sin dificultad, como elmismo resulta característico ya para una, yapara otra de ellas; pudiendo ello entoncesproporcionar un criterio para la precisiónde la cualidad específica de las fuerzas pro-ductivas para la formación económico-social

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dada. En particular, puede constatarse, contal examen, como de formación económi-co-social en formación económico-social noes el mismo componente de las fuerzas pro-ductivas sociales el que ejerce la influenciao impacto principal o más significativo so-bre el crecimiento de la productividad deltrabajo.

Lo anterior en absoluto contradice laya aludida circunstancia de que sea el serhumano productor –el o la trabajador(a)–en cualquier formación económico-social,el componente-agente más activo de lasfuerzas productivas; ni tampoco que encualquier formación económico-socialsean los medios de producción (en espe-cial las herramientas de trabajo) el com-ponente de las mismas que de manera másinmediata y directa caracteriza su acciónproductiva sobre los objetos de trabajo. Loque nos enfatiza adicionalmente la necesi-dad de distinguir –y no confundir– lacuestión del determinante- principal enla composición de las fuerzas productivassociales, con la cuestión del papel de unou otro de los componentes de estas últi-mas sobre la productividad del trabajo. Sondos cuestiones que se complementan, peroque no deben ni identificarse, ni contra-ponerse.

Teniendo en cuenta lo expresado, noes difícil constatar que en las formacioneseconómico-sociales pre-capitalistas, fueronlos componentes 1, 2 y 3 de las fuerzas pro-ductivas del trabajo, los que caracterizarona las mismas desde el punto de vista del ca-rácter específico epocal de esas fuerzas pro-ductivas sociales.

En los inicios de las socialidades hu-manas sus fuerzas productivas dependíande las condiciones, menos o más favora-bles, que proporcionaban las condicio-nes naturales circundantes a esas primeras

comunidades (climas suficientemente be-nignos; ríos copiosos; localidades con ali-mentos frutales y caza animal abundante;sabanas fértiles; etc.) Y poco a poco fue-ron aumentando tanto el grado promediode habilidad del ser humano como trabaja-dor, así como la dimensión y la efectividadde los medios de producción de que fuerondisponiendo, por rudimentarias y/o pri-mitivos que fueren unas y otros al comien-zo. Lo que marcó la especificidad de lasfuerzas productivas tanto del esclavismo,como del feudalismo. En ambas formacio-nes económico-sociales se plasmó un modotecnológico manual-artesanal de produc-ción, si bien la forma social de la que serevistió en cada una de ellas fue diferente:Las plantaciones y ergástulas esclavistas (dela producción con esclavos) de la antigüe-dad y los feudos y gremios medievales. Perounos y otros basados en un modo tecno-lógico de producción manual y/o artesa-nal (en el que solo las funciones produc-tivas más elementales del hombretrabajador –las mecánicas y las energéti-cas, basadas en sus movimientos y fuerzasfísico-corporales fueron siendo gradual-mente transferidas a uno u otro medio deproducción (por ejemplo, a la lanza, al arcoy su flecha, al arado con tracción animal y–ya en el Medioevo– a los molinos de aguay/o de viento).

Sería el capitalismo el que modificaríatal situación productiva, no el capitalismoinicial (que continuaba basándose en elmismo contenido tecnológico –el aludido yamodo tecnológico de producción manual y/o artesanal– si bien revestido de una nueva–y más progresista– forma social: la manu-factura capitalista); sino el capitalismo delentorno de los siglos XVIII y XIX (y de ahí enadelante), con su impetuosa –e impresio-nante– capacidad de generar avances en el

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nivel de desarrollo de la ciencia y el grado desu aplicación tecnológica (es decir, en el cuar-to entre los componentes enumerados másarriba de la fuerza productiva del trabajo),que generó ese nuevo medio técnico: la máqui-na-herramienta, que tornó factible traspasara ella las funciones productivas tecnológicashasta entonces privativas del hombre pro-ductor. Nuevo –cualitativamente– mediotécnico y traspaso al mismo de funcionesproductivas6 que produjeron un enormeincremento de la productividad del traba-jo, e hizo emerger un nuevo modo tecnoló-gico de producción: el fabril-mecanizado;así como que en medio siglo Europa se po-blara de chimeneas industriales y el capita-lismo evidenciara su superioridad (dispu-tada aún durante los dos siglos previos)sobre el anterior modo tecnológico y modosocial de producción.

De hecho, como resultado de todo loexpuesto, el nivel de desarrollo de la cienciay el grado de su aplicación tecnológica se haconvertido ya –y esa viene siendo la justi-ficación histórica del capitalismo en el pla-no del desarrollo de las fuerzas producti-vas de la sociedad– en el componente dela fuerza productiva del trabajo que ma-yor impacto ha tenido –y continuó tenien-do en el recién terminado siglo XIX– en laproductividad contemporánea del traba-jo, convirtiéndose, de hecho, en una fuer-za productiva directa.

Dicho proceso, como hemos descrito,se originó con la Revolución Técnica en elsiglo XVIII, que hizo posible la máquina-herramienta y la ulterior Revolución Pro-ductiva (RP), más conocida como la Revo-lución Industrial de la primera mitad delsiglo XIX, con la introducción masiva de lamáquina-herramienta (movida cada vezmás por la máquina de vapor) en los pro-cesos tecnológicos de la época (y con el

traspaso a esas máquinas-herramientas delas funciones productivas tecnológicas, an-tes privativas de los seres humanos), lo queaumentó extraordinariamente la producti-vidad del trabajo social.

El resultado global ya ha sido mencio-nado: Un nuevo modo-tecnológico-de-pro-ducción, el fabril-mecanizado (articuladocon una nueva modalidad capitalista de lasrelaciones de organización social del traba-jo); todo lo cual, mutatis mutandi (es decir,cambiando y cambiando) atravesaría diver-sas etapas (taylorismo, fordismo, etc.) de laproducción en cadena en la línea fabril (in-olvidablemente caracterizada y satirizadapor Charles Chaplin fílmicamente en laprimera mitad del siglo XIX), y que domi-naría –potenciada ulteriormente por eladvenimiento de la energía eléctrica– ca-racterizando tecnológicamente al capitalis-mo de este último siglo en sus dos primerostercios.

No obstante, los cambios en el pro-ceso del devenir de los estadios del desa-rrollo técnico no cesaron –nunca lo hanhecho históricamente– y así, en el segun-do tercio del siglo XX tuvo lugar la ya alu-dida Revolución Científico-Técnica (RCT),en la cuál a diferencia de anteriores Revo-luciones Técnicas, fue el desarrollo de laCiencia –y no el del probar y errar empíri-cos- el que hiciera surgir un medio técnicocualitativamente nuevo, incluso compara-do con la anterior máquina herramienta:la máquina-automatizada; la que posibili-tó traspasar a ella las funciones productivasintelectual-reguladoras de carácter lógico, pri-vativas hasta muy recientemente del ser hu-mano productor.

Circunstancias que, a partir de la in-troducción cada vez más masiva y acelera-da desde el último tercio del recién finali-zado siglo de esas máquinas-automatizadas

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vas técnicas de la compu-tación, la información y de la

comunicación (las TICS).Pero como sucedió con elanterior modo tecnológico

de producción, elahora emergen-

te requiere undiferente con-junto de rela-

ciones de orga-nización social

del trabajo, parapoder plasmartoda su potenciali-dad productiva.

Con la diferencia deque en lugar de re-

querir cada vez mayorcantidad de fuerza de trabajo hu-

mana –como requería el anterior– este re-quiere cada vez menos, porque son las má-quinas automatizadas, potenciadas por lasTICs, las que sustituyen cada vez más al serhumano trabajador, eliminando más y máspuestos de trabajo ahora innecesarios.

La combinación social de la producción yel desarrollo contemporáneo de las fuerzasproductivas

Pero las aludidas ya RCT Y RP (oRAT) del siglo XX han propiciado otra cir-cunstancia adicional cualitativamente nue-va, aún no suficientemente aquilatada (in-cluso ignorada aún por muchos de los queestudian y caracterizan el desarrollo con-temporáneo de las fuerzas productivas)7

pero de suma importancia actual, y sobretodo por su potencialidad futura de cons-tituirse en premisa –en el plano del desa-rrollo de las fuerzas productivas- de otro,también cualitativamente nuevo, modo social

en las cade-nas tecnológicas ya

existentes, –la nueva Revo-lución Productiva (RP), a la que,

como ya apuntáramos, se le conoce comoRevolución en la Alta Tecnología (RAT)(High Technology Revolution, en Inglés) ytambién como la “Reconversión Indus-trial”–, comenzaron a propiciar, junto al de-sarrollo de las TICs, el emerger de otro –cualitativamente nuevo respecto al anteriorfabril-mecanizado– modo tecnológico flexi-ble automatizado de producción que ha yaexperimentado el tránsito a través de susetapas iniciales, como la de la automatiza-ción simple, la de la automatización sisté-mica (con el empleo de sistemas enteros demáquinas-automatizadas), la de la roboti-zación inicial de la producción, todo elloaprovechando también el desarrollo para-lelo y contemporáneo de las aludidas nue-

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de producción. Lo aludido no es otra cosaque el potenciamiento por la RCT y la RP(la RAT o Reconversión Industrial) del si-glo XX (aunque debe decirse que, en pro-piedad, esta RP no puede afirmarse quehaya concluido aún), de otro de los factoresde desarrollo de la fuerza productiva del tra-bajo distinguidos por Carlos Marx: la com-binación social de la producción. Procesocuyo potenciamiento tiende (pues se hallaaún, epocalmente hablando, en una eta-pa inicial de sus posibilidades), a ir con-virtiendo a la combinación social de laproducción en una fuerza productiva di-recta; es decir, en aquel factor de la fuer-za productiva del trabajo que mayor im-pacto ejerza sobre el aumento de la pro-ductividad del trabajo (de la misma ma-nera que el modo de producción socialcapitalista a partir del entorno de los si-glos XVIII y XIX (y aún ulteriormente du-rante los dos primeros tercios del sigloXX), transformó el factor del nivel de de-sarrollo de la ciencia y el grado de su apli-cación tecnológica en el que más elevara laproductividad del trabajo.

Lo que nos da pie para interrogar-nos: ¿Hasta dónde el emerger del nuevomodo tecnológico de producción flexi-ble-automatizado-robotizado (con su“economía de rango”) y su concomitanterepercusión, ya evidente, sobre el ámbi-to del trabajo humano, que está propi-ciando con dicho impacto –aunque estásólo en sus inicios- una transición de lapreponderancia del trabajo en la indus-tria y en el sector público como ámbitoslaborales prevalecientes, a su contracciónradical (con la concomitante expansióndel eufemísticamente denominado ámbi-to “de la economía informal”),8 está pre-cisamente constituyendo uno de los sín-tomas que apunta hacia la necesidad de

una reconformación –asimismo cualita-tiva– en la combinación social de la pro-ducción? Y, además, si ello se muestra efec-tivamente así: ¿resultaría factible tal radicalreconformación bajo la égida del capital orequeriría el paso a una economía autén-ticamente socializada?

Por otra parte, ¿en qué medida di-cho ámbito “informal” (con su precarie-dad, la de los “excluidos” de la economíaformal –y sin esperanza de retorno–) esla fuente nutricia del tráfico ilegal depersonas, de las migraciones masivas, asícomo de otras prácticas ilegales aún másgraves (pero organizadas); es decir, de lacrisis de convivencia social que se extien-de con pasos de “gigante-de-siete-leguas”por nuestra región latinoamericana y ca-ribeña?

Tales nuevas circunstancias solo re-cientemente emergidas en el desarrollo delas fuerzas productivas sociales tiene unaenorme importancia potencial9 para el cur-so futuro de las socialidades contemporá-neas, en la medida en que convertir a lacombinación social de la producción enuna fuerza productiva directa implica nomeramente el aprovechamiento de ese fac-tor de desarrollo de la fuerza productivadel trabajo a escala de una u otra rama oincluso sector de la producción -lo quepuede ser llevado a cabo hasta cierto pun-to por el modo de producción social capi-talista, a pesar de su innata competencia,al precio de la también eufemísticamentellamada re-ingeniería empresarial (en rea-lidad equivalente a la eliminación de cien-tos de miles de puestos de trabajo anterior-mente necesarios)10 y de las concomitantesoligopolización y/o monopolización de lapropiedad- sino sobre todo a combinarsocialmente la producción a escala inter-ramas e inter-sectores y desembocando en

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combinarla a escala de toda la producciónen su conjunto, tanto a escala nacionalcomo internacional; lo que parece al me-nos problemático –y problematizable– depoder ser plasmado sobre la base de unmodo de producción social orientado antetodo hacia el mercado y la propiedad pri-vada de los medios fundamentales de pro-ducción.

Asimismo, si la aludida reconforma-ción en la combinación social de la pro-ducción se revela efectivamente necesa-ria, cabe el preguntarnos: ¿podría serasumida exitosamente solo sobre la base–como se nos afirma a menudo– de la ac-tual “globalización” y del desarrollo de ladenominada “economía de los servicios”?Tal era el papel que se le asignaba a di-cha “economía de los servicios” hace al-gunos años, en medio del optimismo porel emerger de las TICS y de la denomi-nada “sociedad informatizada” por aquellosque ponían en ese sector de servicios laesperanza de que pudiera absorber a losdesempleados en masa de la producciónindustrial, desempleo que entonces eraincipiente –pero ya impulsado por lasempresas con su “reingeniería empresa-rial” y con la concomitante automatiza-ción, robotización e informatización dela producción industrial.

Pero a la altura de la ya finalizada pri-mera década del nuevo siglo XXI, ya seconstata que lejos de asumir tal papel,creando suficiente número de nuevospuestos de trabajo en los servicios, por elcontrario, este sector se ha ido tambiéninformatizando y automatizando (recono-cimiento de formas y rostros, reconoci-miento de caligrafía y de voz, procesamien-to automático de nóminas, tabulaciones,registros, etc.), eliminando a su vez milesde puestos de trabajo.

Entonces, más bien ese potencia-miento a escala de toda la socialidad en suconjunto del factor de la combinaciónsocial de la producción, pareciera reque-rir –lo que, por supuesto es asimismo pro-blemático, y problematizable– de unaorientación primordial hacia la propie-dad social y a la solidaridad social y a lasocialidad misma en su conjunto y nohacia la propiedad privada, la competen-cia y el mercado; así como una orienta-ción sostenida (sin que ello quiera decirque ello se sea la orientación única, perosí la que marca el rumbo) hacia una so-cialización de las fuerzas productivas (queincluye, pero que no debe reducirse ex-clusivamente, a su estatalización (como lofue, con indeseables resultados a la pos-tre, en muchos de los primeros experi-mentos sociales del siglo XX el de sociali-zar las fuerzas productivas).

Lo expresado sugiere la posibilidadal menos, de que estén de hecho creán-dose las condiciones suficientes para quepueda emerger –aunque de ningún ma-nera necesariamente, es decir no teleo-lógicamente– un modo de producciónsocial no orientado primordialmente ala propiedad privada –aunque la admi-ta a cierta escala de poca concentracióny/o nivel de desarrollo de esas fuerzasproductivas, en particular de los mediosde producción- y que tampoco se subor-dine a los vaivenes y veleidades del mer-cado –sin suprimirlo- sino que por elcontrario lo subordine a los fines y ob-jetivos colectivos que toda verdadera-mente auténtica combinación social dela producción a escala de la sociedadcomo tal presupone, so pena de no po-der plasmarse como la ya aludida fuerzaproductiva directa para la que presentapotencialidad.

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Circunstancias que, análogamente alas acaecidas dos siglos atrás con el emergerde la máquina herramienta y del modo tec-nológico fabril-mecanizado de producción,parecen propiciar que se sitúe “en-el-adya-cente-epocal-posible”, socio-históricamen-te hablando, en el plano del aprovecha-miento pleno de la fuerzas productivas deltrabajo-OTRO modo SOCIAL de produc-ción. En aquel entonces, dos siglos atrás, estofue concomitante con el florecimiento deun modo de producción social –el capita-lista– que llevaba ya, por lo menos, dos cen-turias pugnando –sin lograrlo del todo– pormostrar su superioridad sobre el anteriormodo social feudal de producción.11 Hoy,lo apuntado pareciera estar, reiteramos,creando las condiciones suficientes (pero“suficientes” solo en el plano técnico, tec-nológico y del desarrollo de la fuerza pro-ductiva del trabajo humano) para que seatrascendido ese modo social capitalista deproducción.

Evidente resulta, sin embargo, y la his-toria del recién finalizado siglo XX es másque elocuente al respecto, que tales condi-ciones suficientes en ese plano, requieren detodo otro conjunto de circunstancias que,a su vez, aporten las condiciones sociales,ante todo, en lo que respecta a la presenciade relaciones de producción sociales que apro-vechen (y sepan aprovechar sin deforma-ciones y errores), que impulsen (y sepanimpulsar sin deformaciones y errores) y quedesarrollen en toda su potencialidad (y se-pan impulsar sin deformaciones y errores)el proceso de conversión de una fuerza pro-ductiva del trabajo como la combinaciónsocial de la producción en una fuerza pro-ductiva directa a escala de toda la sociedaden su conjunto.12

Lo expresado en este acápite, nosdebe conducir, como “de la mano”, al

examen de la articulación de los cambioscualitativos en las relaciones sociales y elestado histórico-concreto de desarrollo delas fuerzas productivas que uno u otro detales cambios encuentra al advenir a la exis-tencia. Para así poder discernir mejor al-gunas condicionantes que caracterizarána esos procesos de cambio social, indepen-dientemente de la voluntad de sus actoressociales.

Carlos Marx desarrolló su obra acer-ca del advenir de un futuro de revolu-ciones sociales basándose en las realida-des del mundo económicamente desarro-llado de la Europa de su tiempo. Inclusopara ello se trasladó expresamente a Man-chester, para poder ser testigo del capita-lismo más desarrollado de aquel tiempo.No obstante, la historia, veleidosa comosuele ser, nos trajo las primeras revolu-ciones sociales que deseaban trascenderal capitalismo no en aquellos países, sinoen su periferia atrasada (Rusia, China,Vietnam, Corea, Cuba, etc.), que hantenido entonces que potenciar al máxi-mo el factor subjetivo ante el relativo atra-so del factor objetivo en sus fuerzas pro-ductivas subdesarrolladas. Y así les haido, cuando ese factor subjetivo se de-formó (estalinismo, maoísmo, etc.). To-davía en los procesos actuales de cam-bio social radical en tales países “perifé-ricos” el carisma subjetivo de un líderha sido y sigue siendo de primera im-portancia (Fidel, Ho-Chi-Minh, el Ché,Chávez, Evo, Correa, etc.). No obstante,la historia vuelve con sus veleidades ycuándo parecía que los pueblos de lospaíses desarrollados estaban “dormidos”,irrumpen “los indignados” españoles, ylos griegos, y al parecer seguirán otros…

¿Será ello el preludio de que se cum-plirá, mutatis mutandi, algo de lo previsto

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por Marx para esos países desarrollados,dónde las fuerzas productivas están másque preparadas para adecuarlas a nuevasrelaciones sociales? ¿Y, hará ello allí nece-sario o no, el potenciamiento al máximo del“factor subjetivo” –el carisma de un líder– oserá necesario y también suficiente el emer-ger –como lo estamos viendo– de “Movimien-tos Sociales-sin-líder” o al menos sin el papeltan preponderante de uno u otro líder? Sóloel futuro dará la respuesta…

BIBLIOGRAFÍA

Marx, Carlos: El Capital. Tomo I. La Habana.Editorial Venceremos, 1965.

Morin, Edgar: Los Siete Saberes necesarios parala Educación del Futuro. París. UNESCO,1999.

Rifkin, Jeremy: Fin del Trabajo. Nuevas tecnolo-gías contra puestos de trabajo: el nacimiento deuna nueva era. Primera. Edición. Buenos Ai-res. Editorial Paidós, 1996.

Sotolongo, Pedro: “El lugar histórico y el ca-rácter socioeconómico de la RevoluciónCientífica Contemporánea”, Revista Cuba-na de Ciencias Sociales, No. 4. La Habana,Editora de la Academia de Ciencias deCuba, 1984, Pp. 82-105.

NOTAS

1 Nótese como empleamos la noción de “regularidadsocial tendencial”, para de esta forma eludir utilizar lanoción de “ley social”. En todo caso, emplearíamos elde “ley social tendencial”, por cierto, en alguna oca-sión empleado por el propio Carlos Marx. No es lomismo un proceso que marca una tendencia –sujeta ainterrupciones, retrocesos y hasta eventuales incum-plimientos– que una ley (sin más cualificación) queno admite tales y supone un cumplimiento irrestrictoy rígido.

2 Más adelante en este mismo acápite haremos énfasisen el resto de los componentes –además de los mediosde producción- que conforman las fuerzas productivasy que con mucha frecuencia no son considerados.

3 No confundir la noción de “modo tecnológico de pro-ducción”, con la de “modo de producción social”;

por supuesto que este último siempre “contiene” aaquél, pero no se reduce a él. Uno –el modo tecno-lógico de producción– se refiere a la especificidadde la articulación tecnológica de la más avanzadabase técnica (conjunto de medios técnicos) para laépoca para producir (así como al tipo de mediotécnico que caracteriza dicha base técnica); perocomo hemos mencionado más arriba, correlacionasiempre ya con uno, ya con otro conjunto de rela-ciones de la organización social del trabajo que talmodalidad tecnológica de producir requiere. Estaarticulación es precisamente la abarcada por la no-ción de “modo de producción social”, es decir, delconjunto de las fuerzas productivas en articulacióncon el conjunto de las relaciones sociales de pro-ducción.

4 Científico-Técnica por la importancia de los logroscientíficos en el emerger de los medios técnicos cuali-tativamente nuevos (lo que la distingue de las anterio-res Revoluciones Técnicas).

5 No confundir la “combinación social de la produc-ción” con la “organización social del trabajo”. No sonlo mismo.

6 Lo que casi siempre se confunde con la aparición dela máquina de vapor, la cual, con toda su importan-cia (que efectivamente tuvo) no hizo más que conti-nuar el traspaso ancestral de las funciones producti-vas energéticas del ser humano trabajador a los me-dios técnicos, no siendo ello lo cualitativa –sino locuantitativamente– nuevo en ese momento para elcapitalismo. Lo cualitativamente nuevo fue el emer-ger de la máquina-herramienta con su traspaso a losmedios técnicos de las funciones tecnológicas del serhumano productor, hasta entonces privativas de esteúltimo.

7 Este “ignorada” viene condicionado, en mucho, porel ya mencionado frecuente reduccionismo en el tra-tamiento de las fuerzas productivas a solo dos de suscomponentes (el ser humano productor y los mediosde producción), obviándose el resto de los compo-nentes sistémicos de las mismas.

8 Eufemismo que –junto al de “la reingeniería empre-sarial”– pretenden invisibilizar discursivamente loque en realidad objetivamente constituyen: la elimi-nación, de decenas de miles (ver la profusión de ci-fras al respecto en el ítem 1 de la Bibliografía) depuestos de trabajo (eliminación creciente a partir delúltimo tercio del recién finalizado siglo), con la obli-gada migración de los desplazados a un ámbito deactividades que en realidad es un sector de “precarie-dad informal”.

9 Nótese que utilizamos el calificativo de “potencial”con toda intención, para alejarnos –y así eludir- trata-mientos teleológicos y/o deterministas sociales, en quese dé “de antemano” asegurado lo que solamente espotencialmente factible como una de las alternativas

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posibles (entre otras, algunas de ellas menos desea-bles) de tornarse en realidad.

10 El lector que dude esta afirmación puede convencersede su veracidad leyendo el documentado libro que seda como ítem 1 de la Bibliografía.

11 Fue así, como ya apuntáramos, que la manufacturacapitalista moderna y el taller gremial feudal-medie-val –que compartían un mismo modo tecnológicode producción: el manual-artesanal, aunque dife-rían en la modalidad social de las relaciones de orga-nización social del trabajo -más progresistas históri-camente en la manufactura- compitieron sin embar-go por varios siglos sin que se pudiera evidenciar unaumento cualitativo de la productividad del trabajohasta el advenir la Revolución Industrial del entre-siglos XVIII - XIX.

EL AUTOR

Miembro de la Unión de Escritores deCuba (UNEAC), Sección de Historia y Cien-cias Sociales. Presidente Fundador de la Cá-tedra para el Estudio de la Complejidad deLa Habana. Coordinador Académico de Di-plomados de Complejidad en FUNGLODEy en el Instituto Global de Altos Estudios enCiencias Sociales, en Santo Domingo. Ór-denes ´J. T. Roig y C. J. Finlay, la más altaconcedida a científicos cubanos por la obrade vida.

E-mail:[email protected]

12 Más aún si tenemos en cuenta la combinación so-cial de la producción a escala internacional e inclu-so global, planetaria, ámbito más amplio en dondeel actual modo social capitalista de producción estámostrando toda su intrínseca contradictoriedad ylimitación histórica, a través del proceso que ha des-encadenado de internacionalización y de transna-cionalización del capital, de globalización con orien-tación neoliberal, que ha conducido a la humani-dad a las crisis ambiental, energética, alimentaria,financiero-económica, ético-política, de conviven-cia humana (tráfico y consumo de drogas; precari-zación, marginación y exclusión laborales; crimina-lidad organizada; tráfico de personas y migracionesmasivas, etc., etc.).

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H U E L L A S D E L F U T U R O

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Bosch en Chile

No conocimos a Juan Bosch en Chile.Pero sabemos de su vida en el centro deSantiago. Y en el sur de Chile. Según unaversión, Juan Bosch habría venido prime-ro a Chile, probablemente desde Bolivia,en el invierno de 1953. Viene a informara los intelectuales chilenos sobre la dicta-dura en República Dominicana. Cuandollega a residir a Chile, posteriormente, en1954, Neruda publica el primer libro delas Odas elementales y Parra publica Poemasy antipoemas.

Está con su hijo León y lo acompañaun colaborador. Vive en el Hotel Ritz, enla calle Estado. Necesita urgentemente unafuente de ingreso. Instala un taller automo-triz, basándose en su habilidad práctica paradescubrir y arreglar fácilmente un motor.Esta es también, en él, una habilidad polí-tica. El local estuvo ubicado en calle Artu-ro Prat, tal vez en el número 45 o tal vez enel número 240.

Bosch da una conferencia en el Sa-lón de Honor de la Universidad de Chile.Hace amistad con muchos escritores, conManuel Rojas (con quien sale a acampar a

la cordillera), Alone, González Vera. ConNeruda inicia una amistad que perdurarámás allá del golpe de Estado de 1973.Bosch va a vivir a Molinos de Niebla, cer-ca de Valdivia, en el sur de Chile, y escri-be dos cuentos: “La muchacha de La Guai-ra” y “El indio Manuel Securi”. Inicia allítambién la escritura de David, biografíade un rey.

Mientras tanto, sigue trabajando enPoker de espanto en el Caribe. Participa delas tertulias en la librería y editorial Nasci-mento, en Calle San Antonio, donde pu-blicaría, por primera vez, el libro de cuen-tos recientemente re-editado en Chile, Lamuchacha de La Guaira. Fue presentado el31 de julio de 1955 y es su primer volu-men de cuentos publicado en el exilio deAmérica del Sur.

Todavía en Chile, publicará en 1955dos libros más: Judas Iscariote, el calumnia-do, una re-interpretación del personaje delNuevo Testamento y otro titulado Cuba, laisla fascinante. Ha vivido los primerosaños del exilio en La Habana y hablarsobre la dictadura de Batista es casi comohablar de la dictadura de Trujillo en Re-pública Dominicana. En Santiago, le

Juan Bosch, intelectual orgánico y la carta del confinamientoMANUEL JOFRÉ

Se aborda la estadía de Juan Bosch en Chile como un evento quepara los intelectuales chilenos fue y sigue siendo importante. Hace algu-nos comentarios sobre la relación teoría y práctica en su quehacer litera-rio. Finalmente, realiza una comprensión de su obra como intelectualorgánico y concluye con un análisis discursivo de la carta del confina-miento.

Palabras clave: Bosh, cuento, intelectual orgánico, carta, pueblo,libertad, dignidad, justicia.

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invitan a dar clases en la Universidad deChile pero esto no logra concretarse.

Luis Alberto Mansilla es quien ha in-vestigado más detalladamente la estancia deBosch en Chile. Su libro, Los días chilenosde Juan Bosch, fue editado hace unos añosen República Dominicana. En diciembrede 1955 deja el país con rumbo a Brasil.En 1956 aparece en Chile “Cuento deNavidad”.

El cuento nacional y el cuento en el exilio

Juan Bosch comenzó a escribir relatosa los 9 años de edad. Los escritos en Repú-blica Dominicana y contenidos en Caminoreal (1933), su primer libro, presentan unadimensión nacional y estéticamente, y sonparte del realismo criollista, teniendo al cam-pesino del Caribe como protagonista. Estees un espacio naturalista, violento, caótico,donde impera la muerte y el ser humano esuno más en el medio ambiente natural.

Veintinueve cuentos de denuncia so-cial pertenecen a este periodo, en el que seprefieren las narraciones en tercera perso-na. En las 27 narraciones compuestas en elexilio (1938-1953), continúa el escenariotrágico y dramático, con un enriquecimien-to temático formal paralelo a sus vivenciasvitales en Cuba y América Latina. Los cuen-tos serían más, pero no hay que olvidar queBosch perdió en 1948 otras 11 historiasescritas en Cuba. Total, 56 cuentos publi-cados entre 1932 y 1962, distribuidos encuatro volúmenes.

En los relatos del exilio, el universorepresentado es problemático y violento,ahora en una dimensión continental, lati-noamericana. En estos se mantiene la vi-sión externa impersonal, y se desarrolla unateoría del cuento, especialmente durantelos años 1958-1961, en Venezuela.

Estas narraciones, que presentan unchoque de realidades, están también ten-sionadas por un tránsito hacia el neorrea-lismo superrealista, más imaginista, más sim-bólico, más alegórico. La emergencia de lofantástico, sin embargo, no disminuye lapresencia de la muerte. Además, Bosch con-tinúa con su idea de armar volúmenes decuentos que van desde los más extensos alos más cortos.

Sobre la teoría del cuento de Bosch

Escribir cuentos es una práctica escri-tural. Pensar sobre ellos es teorizar. Estas dosdimensiones se retroalimentan en Bosch. Yaen los primeros años del exilio, desde 1944, enLa Habana, hasta 1987, en Santo Domin-go, Bosch organiza una teoría del cuento,contenida en un libro y varios artículos. Eneste género básico del contar no importa laextensión. El interés del lector lleva a cen-trarse en el desarrollo y no en el final.

Etimológicamente, es llevar la cuenta deun hecho. Aunque importa la unión de la his-toria (o tema) y del discurso (forma o técnica)siempre lo central es la acción. El cuento paraBosch es el relato breve (forma) de un aconte-cimiento. Hay pues, una unidad de tema.

Pero en lo técnico, en lo formal, lo queimporta es ir derecho al final, como unanarración recta. Las leyes del cuento sonfinalmente dos para Bosch: primero, lafluencia constante, y segundo, utilizar sololas palabras indispensables.

Para él, el cuento es un producto típi-camente latinoamericano y caribeño (y notaque España ha aportado poco a este géne-ro) caracterizado por la intensidad, que nohabía sido estudiado antes y teorizado, comoforma pura básica.

Finalmente, para él, autor de varias ti-pologías del cuento y constructor de un

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canon occidental del mismo mediante susmenciones frecuentes a obras y autores, elcuento está al servicio del pueblo. Su libro,Teoría del cuento: Tres ensayos (Universidadde Los Andes, Mérida, 1967) es la obra máselaborada al respecto. Estas reflexiones so-bre Bosch cuentista y Bosch teórico delcuento llevan directamente al tema centralde la relación entre la teoría y la práctica.

Bosch, intelectual orgánico

Juan Bosch, intelectual orgánico. Laexpresión no sorprende. Lo que podríacambiar son los argumentos que se empleanpara llegar a esa definición gramsciana queimplica que el ideólogo, como diría Bajtin,es un sujeto con propuesta y que esas ideastienen una relación con la historia y la con-ciencia humanas que se ha desarrollado através de los sistemas discursivos.

En el caso de Bosch, conviene partirestableciendo como argumento basal la in-tegración entre teoría y práctica. Por ciertoque la teoría es un tipo de práctica y ambasexperiencias no se oponen. Las dos situa-ciones interactúan entre sí para retroali-mentarse mutuamente, ascendiendo así decalidad y condición.

La primera parte de nuestra argumen-tación es que Juan Bosch es un político dela acción política (o de la acción ética, comodiría Bajtin). Esta práctica, por otro lado,no es pura acción, puro pragmatismo. Y lateoría no es pura idea, tampoco. Es unapráctica teórica.

Bosch es un politólogo, un estudiosoy planeador de la acción política, pero ade-más, en el aspecto práctico de ello, llevaadelante esas ideas en tareas organizativas ymateriales que tienen significación históri-ca porque buscan transformar el mundo.Político y politólogo, pues.

También podría decirse que es, simul-tánea e interactivamente, hombre de ac-ción y hombre de ideas. Concreciones prác-ticas y proposiciones discursivas integradasy convergentes. Un sujeto que se alimentade la realidad nacional y continental conacciones y que como escritor (aspecto másteórico) complementa ambos aspectos. Alo largo de su vida son por lo menos 40 losvolúmenes dedicados al análisis histórico,político, sociológico y cultural (y solo pu-blicó dos novelas).

Se trata, pues, de un intenso enrique-cimiento entre estos dos aspectos –teoríay práctica– que como columna vertebralse manifiestan de distinta manera a lo lar-go de la vida de Bosch, en República Do-minicana, en América Latina y luego devuelta a la República Dominicana (y fi-nalmente en su exilio europeo). Es esa in-teracción la que lo convierte en un inte-lectual orgánico, entre la praxis y laimaginación literaria.

Tomemos como una esfera aislada, enpro de la focalización precisa, la situaciónde Bosch como escritor. Por cierto que hayuna interacción entre el Bosch narrador yel Bosch cientista político (expresión queusamos en sentido amplio para incluir sustrabajos sobre sociología, cultura, política,antropología, historia, periodismo).

Dejando de lado su trabajo de escri-tura documental, mimética, referencial, nosqueda el sector de escritura imaginativa,verosímil, ficticia, imaginaria, simbólica. Esesector de la escritura literaria está compues-ta por el Bosch novelista y el Bosch cuentista.En suma, por el Bosch narrador.

Centrémonos en el Bosch cuentista.Consideremos que su labor como cuentis-ta es una tarea, una actividad creativa, unapráctica escritural. Frente a ello, está la par-te teórica, en el sentido de la reflexión

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metadiscursiva sobre el género cuento. Lateorización acerca del género discursivo es-cogido en el momento en que no se puederealizar plenamente la práctica política.

Aquí es donde hay un aporte central,diferente, como ideólogo del género cuen-to. Bosch escribe grandes cuentos domini-canos, caribeños y latinoamericanos, y porotro lado, crea una teoría del cuento lati-noamericano, paralelamente, y en interac-ción con la práctica cuentística escrituralpropia.

En todos estos niveles tenemos la in-teracción activa entre la teoría y la práctica.Sin embargo, no podemos dejar de men-cionar además, para concluir, que hay unarelación teoría y práctica entre la experien-cia vital de la realidad del exiliado en Amé-rica Latina, con la práctica como escritorde cuentos (que llamaremos práctica teóri-ca), y por supuesto, la teoría del cuentodesarrollada por Bosch.

En nuestro ánimo de componer la fi-gura intelectual de Bosch, armamos unafigura y un conjunto de actividades crono-tópicas (concretadas en un tiempo y en unespacio) para poder descifrar la rizomáticaexperiencia de un sujeto que vive en el exi-lio, fuera de su patria, pensando y organi-zando lo que pasa en ella, bivocalmente,como diría Bajtin. Viviendo, simultánea-mente, el interior y el exterior de su país, yescindido, por la dictadura de Trujillo, ho-mologando al país mismo.

Y luego, inmerso por segunda vez ensu medio natural (Santo Domingo, 1961-1963) está en un momento donde ya noescribe cuentos sino que hace política, alliderar un proceso de democratización, jus-ticia y libertad, desde la presidencia. An-tes, escribía cuentos y pensaba sobre elgénero del contar porque no podía hacerpolítica.

Cuento y política parecen pues di-mensiones excluyentes, desde un punto devista práctico. O se dedica a una actividad,o a la otra. Contradicción irremediableentre literatura y poder. Haciendo políti-ca, de regreso del segundo exilio, a partirde 1970, hace literatura de ideas, de análi-sis político, o de crítica literaria. Publica unaobra tras otra, constantemente.

A continuación queremos prestar aten-ción a un momento coyuntural decisivo dela escritura de Bosch, que permanece connosotros. Es quizás su texto más impensado,lo que nunca quiso escribir, lo que le impu-sieron las circunstancias. La carta del confi-namiento. Texto crucial en una vida.

Análisis de la declaración del golpe

Preso en el Palacio Nacional horas des-pués de su derrocamiento, Juan Bosch es-cribe una carta desde el confinamiento, fe-chada el 26 de septiembre de 1963. En laversión que hemos visto, la proclama tienesiete párrafos y va precedida de un encabe-zamiento doble.

Dice en primera instancia este memo-rable texto de ciencia política y de estilopoético:

El Presidente de la República Dominicana

Al Pueblo Dominicano:

En este doble encabezamiento, se fi-jan claramente los actores componentes delproceso político y del proceso comunica-cional implicado en la carta. La carta esun género de la vida y un género discur-sivo, consistente en una comunicación es-crita con un remitente, el Presidente dela República Dominicana, la más alta au-toridad, que establece su propio rango,

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confirmándolo en momentos en los cualesno puede ejercer el mandato recibido porparte de la ciudadanía, al estar privado delibertad.

El autor establece pues su cargo yluego especifica inmediatamente su in-terlocutor. Este destinatario es plural,máximo, y será el concepto central reafir-mado a lo largo de la llamada carta delconfinamiento. El pueblo será el recep-

tor de la carta, es decir, todos los ciuda-danos de la República.

Vendrá a continuación un tipo de dis-curso decisivo, climáctico, de rasgos estilís-ticos muy definidos, contenido en la escri-tura. El texto que viene a continuación estáconformado por seis u ocho párrafos segúnlas diferentes graficaciones de él. El lenguajede los enunciados es afirmativo, asertivo,con el carácter de una declaración, como si

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fuera un manifiesto donde se establece unaposición definitiva.

No se trata de un discurso vertical yautoritario sino que horizontal y participa-tivo. Es el discurso o carta de alguien queha sido derrocado y apresado, y que no sabequé suerte le espera, pero sin embargo, en-tiende toda la situación y traslada el lugardel poder del Presidente mismo a la ciuda-danía toda, el pueblo.

Dice la primera parte del primerpárrafo:

Ni vivos ni muertos, ni en el po-der ni en la calle se logrará de no-sotros que cambiemos nuestra con-ducta.

La carta comienza sin una introduc-ción ni un exordio y pone al receptor en lacircunstancia misma. Al escribirlo, Boschno podía decir todo lo que quería ni podíacomunicar el carácter de la grave coyuntu-ra política misma. Escoge hablar acerca desí mismo en primera persona plural, reve-lando las presiones de toda índole a las cua-les se encuentra sometido.

Las condiciones extremas del horizontede expectativas de la escritura se conformana partir de un riesgo vital establecido en elprimer sintagma. El enunciado se estruc-tura a partir de cuatro negaciones, y el tex-to comienza con una de ellas: “Ni…, ni…,ni…”. Con esta primera oración se da co-mienzo a una organización sintáctica degran organización interna, que establececlara y precisamente las condiciones deenunciación y la estructura tensional, bi-naria y polarizada de toda la carta.

Con la primera afirmación negativa sedice lo que no se conseguirá de quien escri-be, estableciéndose cuatro espacios o di-mensiones: vida/muerte, calle/poder. En estadoble polarización se alude a la voluntad de

quien habla y al establecimiento de los prin-cipios que animan su conducta. En ningu-no de estos cuatro espacios acontecerá ni ladebilidad, ni la traición.

El discurso marca pues, registrando,una precisa alternativa ética y política. Entodo espacio todo será igual; será el mismosentido de la misma acción, consistente enmantenerse íntegro y no aceptar las presio-nes externas que alteren la conducta pre-via. Con ello se confirma todo lo realizadoy dicho anteriormente. No hay un retroce-so. Ya sin poder, se remarca el poder delpueblo, en la calle, el espacio público ciu-dadano por excelencia.

La segunda parte del primer párrafodice:

Nos hemos opuesto y nos opondre-mos siempre a los privilegios, al robo,a la persecución, a la tortura.

Se continúa con el discurso en pri-mera persona plural, cuya fuerza discur-siva es fundamental para integrar al in-terlocutor que es el pueblo. El eje deldiscurso es un “nosotros”, ya inscrito enla primera enunciación. Se establece ní-tidamente la propia actitud al estableceruna oposición a cuatro elementos: privi-legios, robo, persecución, tortura. Estaafirmación marca una distancia y oposi-ción total con respecto al regimen previo,en particular, con respecto a la dictadurade Trujillo, la cual queda inmediatamentecaracterizada en sus rasgos más evidentesy terribles.

La posición explicitada diseña el pro-pio marco valórico y ético y construye a unadversario u oponente, aquel que está a fa-vor de estos cuatro aspectos. La permanen-cia o inalterabilidad de la posición propiaconsiste en oponerse (en presente y en fu-turo) a algo que no corresponde a la dignidad

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humana. Se ha dicho no a los privilegios, alrobo, a la persecución y a la tortura. Conello queda reseñada claramente la actitudque se defiende, por oposición. El enun-ciado toma su fuerza a partir de la reitera-ción “nos…, nos…”. Esto se liga a la itera-ción del “ni” anteriormente notada.

El párrafo siguiente dice:

Creemos en la libertad, en la dig-nidad y en el derecho del pueblodominicano a vivir y a desarrollarsu democracia con libertades hu-manas pero también con justiciasocial.

Este párrafo establece claramente uncredo, el cual es un género vital y discursi-vo preciso, consistente en la confirmaciónde las orientaciones pertinentes y conti-nuando con la caracterización de la acti-tud ética propia. Ahora esto se hace nopor oponerse a algo, sino que confirman-do algo. En el esquema axiológico, los va-lores o conductas confirmadas son: liber-tad, dignidad, derechos, desarrollo,democracia, justicia social. Todos ellos tie-nen un carácter positivo.

El núcleo declarativo está en la co-nexión de las tres primeras menciones,vinculadas directamente con el vocabloaxial, eje de toda la carta: el pueblo. Estepueblo debe vivir y desarrollarse. Se vuelvea enfatizar la libertad humana, esta vez li-gada directamente con la justicia social. Elcampo propio queda nuevamente demar-cado con toda claridad.

También decisivo es el otro conceptoeje (o hipograma del texto, palabra clavesemánticamente integradora), que es lanoción de democracia, la cual, justamente,ha sido sobrepasada y violada por los quehan confinado al Presidente, mandatario del

pueblo. El héroe de la narración implicadaen la carta no es otro que el pueblo domi-nicano, el cual ha sido atropellado.

La unidad comunicativa comienza men-cionando sustantivos simples positivos, pasapor dos verbos del mismo tipo y concluyenuevamente con sintagmas sustantivos bina-rios más complejos. Estilísticamente, es impor-tante el encadenamiento sintáctico generadopor la preposición “en…, en…, en …”.

Gradualmente, el mecanismo rítmicoy enfático, como dispositivo comunicativo,va regulando la economía discursiva de lacarta. La tonalidad sin duda es decisiva, perolas diferentes cláusulas se organizan inter-namente a partir de un procedimiento rei-terativo, consistente en repeticiones de pa-labras en cada una de las unidadescomunicativas bajo estudio.

Por otro lado, el orden binario o pola-rización que venía dándose en el texto co-mienza a complejizarse con estructuras tri-narias, que se reiteran, estando presentestanto en la primera parte del enunciadocomo en su segunda parte. Es decir, unacombinación de estructuras binarias y tri-narias que hablan de la complejidad de lasituación y de su cambio.

El párrafo a continuación dice:

En siete meses de gobierno no he-mos derramado una gota de sangreni hemos ordenado una tortura nihemos aceptado que un centavo delpueblo fuera a parar a manos deladrones.

En esta carta se procede a realizar unarecapitulación en el tiempo: los siete mesesde gobierno del año 1963. Esta cifra queaquí emerge podría permitir decir que lacarta del confinamiento debería estar or-ganizada en torno a 7 párrafos.

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A lo largo de la carta la negación a cier-tas actitudes viene generándose como fun-damental. Junto con ello, un fonema, unsonido, viene también emergiendo una yotra vez, en las palabras “ni”, “nos”, “en”, yfinalmente “no”, como se confirmará másadelante. Justamente este último enuncia-do se organiza en base a las partículas “en”,“no”, “ni”, “ni”. Todo el procedimientodiscursivo es evidentemente literario conprofundas resonancias políticas, y se da enla palabra viva de un escritor, narrador ypolítico.

Se establecen ahora precisamente loserrores o distorsiones en los que no se haincurrido. Esto habla de la conducta ética ypolítica que se ha desarrollado desde la pre-sidencia para con el pueblo. La radicalidadde las afirmaciones sigue siendo sustancia-da por la noción central de pueblo, el cualha sido el guía y el receptor destacado asícomo el testigo de las circunstancias.

Lo que se ha evitado, en lo que no seha caído, es en derramamientos de sangre,en ordenar torturas o robar dinero del pue-blo. Resuenan las afirmaciones anterioresreferidas a las persecuciones, torturas y ro-bos. El mensaje es reiterativo en este puntode integridad moral y humana. Con ellovuelve a rediseñarse el terreno del adversa-rio, la referencia al pasado dictatorial y porsobre todo, la injusticia y anomalía de lasituación actual en la cual el Presidente seencuentra, indirectamente.

Destacan en el párrafo las mencionesa la “gota de sangre”, “centavo del pueblo”y “manos de ladrones”. Todo ello tiene quever con lo minúsculo y con el detalle pre-cioso y preciso. No se ha incurrido ni en lomás mínimo (gota, centavo). No hay ma-nos de ladrones sino que manos limpias. Seenfatiza también el orden trinario de las tresacciones negadas, en consonancia con las

estructuras tripartitas que han comenzadoa emerger anteriormente.

El texto de la carta dice en seguida:

Hemos permitido toda clase de li-bertades y hemos tolerado toda cla-se de insultos, porque la democra-cia debe ser tolerante; pero nohemos tolerado persecuciones nicrímenes ni torturas ni huelgas ile-gales ni robos porque la democra-cia respeta al ser humano y exige quese respete el orden público y de-manda honestidad.

Este es el período más extenso de lacarta y muestra que la argumentación des-criptiva de la proclama que es a la vez ma-nifiesto va en ascenso hasta llegar a un clí-max al final de ella. Nuevamente hay unorden binario, organizado en torno a la to-lerancia y lo no tolerado. Esta noción (tole-rar) es la que rige aquí toda la unidad ideá-tica que es el párrafo. Hay tres elementostolerados primero (libertad, insultos, demo-cracia), y luego cinco elementos no tolera-dos, donde, más allá de los cuatro aspectosnegativos ya señalados anteriormente (per-secuciones, crímenes, torturas, robos) vie-ne a agregarse un quinto (huelgas ilegales).La enumeración apunta a una dimensióncaótica, desorganizada, rechazada.

Todo ello lleva hacia la segunda emer-gencia del concepto central de “democra-cia” (reiterada dos veces en este párrafo) yque contribuirá al sentido semántico finalde la carta. La democracia permite la es-tructura dual (que se convierte rápidamenteen trinaria) del respeto al ser humano y al“orden público y demanda honestidad”.

La democracia como respeto al serhumano es aquí el mensaje. El párrafo con-cluye y remata con el imperativo ético

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omnipresente de la honestidad. El campodel hablante de la carta incluye pues la de-mocracia que él representa, y que ha des-aparecido al anularse el orden público y lapropia figura presidencial que lo defiendecon honestidad.

La estructura sintáctica y comunicati-va se centra nuevamente en la profundi-dad de la primera persona plural: “he-mos…, hemos…, hemos”, dos de ellospositivos (permisivos) y el último negativo(no permisivo). Además, en este párrafo másextenso se multiplican los mecanismos rei-terativos: “no…, ni…, ni…, ni…, ni…”que re-enfatizan lo que no se acepta. Esasson las transgresiones rechazadas. Hay aquíuna re-marcación de la conducta ética.

Finalmente, hay en la primera partedel enunciado además la repetición del sin-tagma “toda clase”, dos veces. Por otro losdos “porque” establecen organizacionesdiscursivas explicativas, causales y consecu-tivas que justifican y aclaran las acciones yla vinculación entre los conceptos.

Sigue la carta:

Los hombres pueden caer, pero losprincipios no. Nosotros podemoscaer, pero el pueblo no debe per-mitir que caiga la dignidad demo-crática.

Aquí la estructuración discursiva ma-nifiesta se centra en el concepto de caída,reiterado tres veces. Claramente, se ve queBosch no puede mencionar a los agentesque provocan “la caída”. Por otro lado, laestructura es binaria, entre personas y prin-cipios. Se dice esto en un momento históri-co y político en que las personas caen (él, yotros defensores de la democracia).

El principio o fundamento centralque no debe caer es la “dignidad demo-

crática”, sintagma que une lo ético y lopolítico, y que revela el sentido del noso-tros, la unión del poder presidencial conel poder del ciudadano, articulación de lademocracia. Esta organización dual delpárrafo queda remarcada con la reitera-ción “no…, no…”. La fuerza de la nega-ción, de los dos últimos “no”.

Nuevamente la dimensión ética es con-clusiva en el sistema del enunciado. Y todoello gira en torno al concepto de “pueblo”que hemos argumentado como el eje fun-damental, factual y discursivo de la cartadesde el confinamiento.

El párrafo comienza en tercera perso-na (los hombres), continúa en primera per-sona plural (nosotros) y finaliza en un re-greso de la tercera persona (el pueblo).Gradualmente, la carta ha ido abriéndosea la tercera persona, más objetiva. Esto sereiterará, más adelante.

Finalmente, el último párrafo, consti-tuido por dos oraciones, dice lo siguiente:

La democracia es un bien del puebloy a él le toca defenderla. Mientras tan-to, aquí estamos, dispuestos a seguirla voluntad del pueblo.

La misiva, algo usualmente personal,pero aquí colectiva (para todos) va conclu-yendo. Está propuesta la conexión directaentre pueblo y democracia, en un enun-ciado, en la primera oración, en tercerapersona singular. La democracia no es me-ramente un sistema de gobierno sino queun estado de lo popular. El Presidente re-presenta la democracia pero le correspon-de al pueblo todo su defensa. El lugar delpoder es el pueblo, no la presidencia.

Esto es lo que sido fundamentalmen-te aplastado y reprimido: la democracia delpueblo, no el poder presidencial. La doble

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línea de argumentación, sobre el pueblo ysobre la democracia, ha venido a conver-ger. Lo social y lo político se integran por laobra del Presidente, sin embargo. Y es ladifícil hora de la defensa.

La segunda oración retorna a la pri-mera personal plural, y al rol protagónicodel pueblo, el único que puede salvar lademocracia. Establece una localización,como única certeza en el tiempo. Y se re-fiere a la voluntad humana, a la libertadde elegir sus acciones. Concluye un estruc-turado discurso escrito, organizado en tor-no a conceptos positivos y conceptos ne-gativos, finalmente. Ahora sólo restaagregar el nombre propio del Presidente,para concluir:

Juan Bosch

Este es el nombre propio del articula-dor de todos los principios éticos, históri-cos, políticos, filosóficos, discursivos y lite-rarios que se encuentran en la carta.Volvemos al inicio, al autor, de donde emer-gió el texto y la odisea política que aquí sereseña. Ese es el nombre del exiliado quellegó a ser Presidente y que volverá (aún nolo sabe pero lo intuye) al exilio.

En el formato que ahora tiene en In-ternet, la carta finaliza con el cronotopo, esdecir, con la mención a las coordenadas es-pacio-temporales. Primero dice:

Palacio Nacional,

Esta es la sede del Presidente, delpoder ejecutivo, pero paradojalmenteeste palacio ha sido anulado, al confi-narse al Presidente. Ya no es más PalacioNacional, al haber sido hollado y allana-do por el poder de la fuerza, la violenciay lo retrogrado. El espacio ha perdido su

sentido. Y se cierra la carta con una la-cónica fecha.

26 de septiembre, 1963.

Es la mención al tiempo, al sucedersehistórico y temporal. Lo que no puede sinembargo ser anulado. Es la convencióntemporal de todos los seres humanos. Estopasó en esta fecha. Tal fue el día, el mes, elaño. Quede recuerdo de este espacio yeste tiempo y de la peripecia humana queello implica.

Con la escritura de Juan Bosch todose ha complejizado. Pertenece a una gene-ración de avanzada que se inicia en el pri-mer tercio del siglo XX. Exiliado como Be-llo, caribeño como ningún otro que hayallegado a América Latina, inicia una rela-ción entre dos regiones americanas que aúnno llega a concretarse. Formidable estilista,múltiple en sus actividades, reivindicamospara él una actitud diferente, original,anunciadora de futuro. Marcó con su vidauna nueva actitud ética en la política y enla literatura. La reciente publicación de susObras completas, darán una visión íntegra eintegral de su escritura. Algo olvidado delos cánones, Bosch escribió volcado hacianuestro futuro, registrando un pasado ru-ral dominicano primero y un pasado cul-tural latinoamericano, posteriormente.América Latina está llena de figuras de sudimensión: Bolívar, Martí, Zapata, y tan-tos otros. Su escritura es, como en los otroscasos, una suma de discursos, documenta-les, políticos, narrativos, periodísticos, di-dácticos.

Su verdad nace de una suma casi in-creíble de circunstancias. Heredero deBello, y tantos otros, lleva su palabra a la

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acción. Habitó una multiplicidad de espa-cios americanos. En su cuento “La mujer”,antologado una y otra vez, muestra la su-perrealidad como un encuentro, una soli-daridad, la ayuda de un ser humano a otro,un compartir lo poco que se tiene. Lamen-tablemente no logra realizarse fructífica-mente, por error, por inconciencia, por

EL AUTOR

Manuel Jofré, Doctor of Philosophy,profesor de las Universidades de Carleton,York y Toronto, en Canadá y de Duke Univer-sity, Simón Bolívar, en Quito, y Columbia Uni-versity, New York. Sus libros de poesía son 2:Historia natural y Cabos sueltos. Sobre poe-sía chilena ha publicado 8 libros: Pablo Neru-da: Residencia en la tierra, En el ojo del hu-racán, Neruda-de Rokha: La escritura total,Pateando piedras, Pablo Neruda: De los mi-tos y el ser americano, Pablo Neruda: Hom-bre del sur, poeta americano, chileno delmundo; Nicanor Parra: Figura del Bicente-nario y Parrafadas: Nicanor Parra, poeta delBicentenario. Sobre teoría literaria y culturaldio a conocer 6 libros: Supermán y sus ami-

irracionalidad. Los antivalores degradadosdenunciados por Bosch son la violencia, ladominación, la pobreza, la traición, el robo,la falsedad. Hay pues algo negativo en laexperiencia caribeña y latinoamericana, quedebe ser mejorada y transformada. A esoconvoca la escritura de Juan Bosch.

gos del alma, Teoría literaria y semiótica,Cultura local, Para leer al lector, Tentandovías y Palabra sobre palabra. A la literaturalatinoamericana dedicó 4 libros: Narrativaargentina contemporánea: Marechal, Borgesy Cortázar; Encuentro y fundaciones: Manualde Literatura hispanoamericana y chilena; Laliteratura en el sistema colonial dependientelatinoamericano y Lo nuestro: Versiones ysubversiones. Y 2 libros de literatura chile-na: Ignacio Domeyko: científico y humanistay Salvattori Coppola: Su obra y su época. Pro-fesor de la Universidad de Chile desde 1968,es miembro del Directorio de la FundaciónPablo Neruda.

E-mail:[email protected]

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Una introducción

Al llegar a la República Dominicana,el 20 de octubre de 1961, Juan Bosch ha-bló de “matar el miedo”:

Yo pido al pueblo dominicano, a lajuventud dominicana, a los hombresy a las mujeres maduros de este país, alos funcionarios públicos, a los que lle-van uniformes y a los que no lo llevan,a todos, que pensemos en nuestro pue-blo, un pueblo sufrido durante masde cuatrocientos años; un pueblocuyo sufrimiento últimamente se exal-tó a términos increíbles, inexpresables.Pido a todos que meditemos un mo-mento en que esta tierra es de los do-minicanos, no de un grupo de domi-nicanos, que su riqueza es para losdominicanos, no para un grupo de do-minicanos, que su destino es el de lalibertad, no el de la esclavitud, que sufunción es unirse a América en un ca-mino abierto y franco hacia el disfru-te de todo lo que significa para lospueblos la libertad pública y la justi-cia social. Yo pido por fin, por último,a mi pueblo y a los funcionarios gu-bernamentales y a los funcionarios mi-litares de todas las categorías, quecomo consecuencia de esta meditación

nos dispongamos todos a matar el mie-do, que seamos nosotros mismos el SanJorge de ese dragón que nos esta opri-miendo hace mas de treinta años […].

Al examinar la propuesta de Juan Bos-ch, vemos –al menos– cuatro dimensionesde lo que él llama “matar el miedo”:

. Es un esfuerzo de la voluntad concien-te: requiere una toma de posición, a par-tir de una reflexión y toma de concien-cia respecto al dilema histórico y el rolde los actores, y que implica un acto de“matar a los fantasmas” y enfrentarse ala realidad de un país que es “de un gru-po de dominicanos”.. Conlleva usar la razón: no es posibleque el miedo sea derrotado sin unacomprensión sustentada en la lógicadel pensamiento, en la búsqueda derespuestas fundamentadas en la “me-ditación” y en explicaciones coheren-tes sobre el problema nacional y laestrategia para enfrentarlo.. Es mostrar lo imposible como posible:La unidad social puede darse a travésde una definición de cuál es la granlucha a librar, y cambiar tanto lostreinta años de opresión como el su-frimiento de cuatrocientos años por“libertad” y “justicia social”.

Bosch: comprensión de la Historia y lucha democrática desdeel trujillato al golpe de Estado.

MATÍAS BOSCH

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. Quiénes lo van a matar: no serán otrosque “nosotros mismos” como el sanJorge que mata al dragón, quienes de-ben ocuparse del miedo a ser supera-do. El bien común no está al alcancede la nación sino es por un acto devoluntad colectiva, de autosuperaciónhistórica.

Sin embargo, ¿en qué estaba sustenta-da tal propuesta? ¿Cuál sería la base delplanteamiento de Bosch que al final le da-ría un importante grado de efectividad evi-denciado en las elecciones de 1962?

Michel Foucault señalaba que

[…] el conjunto de las relacionesde fuerza existentes en una socie-dad dada constituye el dominio dela política, y que una política es unaestrategia más o menos global queintenta coordinar y darles un sen-tido a estas relaciones de fuerza[…].

Para comprender la propuesta de Bos-ch, es necesario analizar si comprendió ycómo lo hizo, las “relaciones de fuerza” enla sociedad dominicana, en su historia po-lítica, que sostendrían la propuesta de “ma-tar el miedo” y la eficacia de su estrategiapartidaria y de gobierno.

¿Qué fuerzas sostienen a Trujillo?

En su libro Trujillo, causa de una ti-ranía sin ejemplo, Bosch plantea la necesi-dad de desprenderse de cualquier inter-pretación que intente reproducirmecánicamente, en el caso dominicano,los esquemas validos para otros lugaresdonde el sistema de gobierno esta “afecta-do por la opinión pública”.

Por ello, dice Bosch:

La significación de los movimien-tos antitrujillistas que se producende manera esporádica dentro y fue-ra de la República Dominicana es amenudo deformada por el afán deaplicar al caso dominicano la expe-riencia de otros países de América;y eso llevó a los observadores mássagaces a hacer cálculos herradossobre la situación de la dictadurade Trujillo.

Para Bosch, esos errores se basan enuna comparación entre Trujillo y otros dic-tadores de la época (Perón, Pérez Jiménez,entre otros) basada fundamentalmente en“semejanzas aparentes” como pueden ser“dos fiebres en dos dolencias que solo tie-nen en común la alta temperatura de losenfermos”. Así las cosas, se creyó que sien-do la Iglesia un actor fundamental en eldebilitamiento de otros regimenes simila-res, en Republica Dominicana el activismode los obispos tuvo un efecto mas bien leve.

De acuerdo a Bosch, la fortaleza de latiranía no puede ser entendida sino en lacombinación de varios factores, sin los cua-les cualquier análisis podría ser insuficien-te, sostén de estrategias oportunistas o vo-luntaristas.

Uno de ellos es el mapa geopolítico.Otro, la debilidad de la sociedad nacional.

Del primero se puede citar su cartadel 27 de febrero de 1961, prácticamentetres meses antes de la muerte del tirano.

Del segundo –la debilidad de la so-ciedad nacional– puede referirse cómoTrujillo pudo convertir sobre la base dela invasión –dictadura norteamericana–a la nación dominicana en una “empre-sa capitalista despiadada”. Así las cosas,

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Santo Domingo no podía ser visto comouna nación:

[…] ni sus habitantes son un pue-blo ni el poder que los dominapuede ser llamado gobierno […]los dominicanos son los trabajado-res y consumidores forzados de esaempresa y el poder dominante estáen manos del amo de la empresa […]esa organización tiene [solo] aparien-cia gubernamental.

Esta debilidad, la del pueblo y el Es-tado, que podría condensarse en el pen-samiento de Bosch de aquellos años en elconcepto de “nación”, es una de ordenhistórico:

En efecto, la historia de Santo Domin-go es intensa, porque sobre el país sehan desatado con amarga frecuenciafuerzas a menudo mas poderosas delo que el pueblo podría soportar. Por-ción de una isla del Caribe, en ella hadescargado su poder el imperio espa-ñol, el francés de Luis XIV, el volunta-rioso Napoleón, la Inglaterra de Oli-verio Cromwell y de William Pitt, losEstados Unidos en sus días más temi-bles. Luchas de esclavos contra amos,de negros contra blancos, de colonoscontra metropolitanos, han sacudido susentrañas, han quemado sus bosques ysacrificado sus hombres. Por su tierrahan pasado los temibles piratas de laTortuga, pero también las ideas fecun-das de Eugenio Maria de Hostos.

Esta historia de la isla se expresa en elcaso de Trujillo en que “cuando el perso-naje nació, y aun antes de que llegaran alpaís sus primeros antepasados, ya la sociedad

dominicana estaba deformada y esa defor-mación sirvió de molde a la psique de Tru-jillo. Puede decirse que en el sentido psi-cológico el trujillismo nació antes queTrujillo”, esto es, en “la división del pue-blo en gentes ‘de primera’ y gentes ‘de se-gunda’”.

Sin embargo, no hay en Bosch algoasí como una moral cientificista, o que loshechos se basten a si mismos en el pragma-tismo de una política sin sustancia ética.Para el:

Ningún pueblo merece un mal go-bierno. Lo que sucede es que un malgobierno no se produce espontá-neamente; es el resultado de unainfección del cuerpo social, un des-dichado mal que en determinadascircunstancias favorables a su desa-rrollo, acaba tomando posesión delorganismo colectivo. Pero no hayduda de que mientras ese organis-mo viva, o lo que es lo mismo, mien-tras el pueblo no haya perecido,puede recuperar su salud, retornara lo que era y aun mejorar su anti-gua condición.

En resumen, para Bosch es fundamen-tal abandonar cualquier forma de pragma-tismo en el tipo “todo pueblo tiene el go-bierno que se merece”: el oprobio deltrujillato no es ni será merecido por puebloalguno, incluyendo el dominicano. Cual-quier forma de achacar al pueblo un sub-desarrollo tal que justifique la existencia dela tiranía es inaceptable.

Pero tampoco, para Bosch, se puedeincurrir ni en el espontaneísmo de conside-rar al pueblo como la “víctima” de un malextraño e inaceptable, que con su elimina-ción quedaran erradicadas del todo las

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razones de la existencia indignante de lasmasas. Por eso puede considerarse populis-ta y voluntarista toda promesa que identifi-que a la caída de la tiranía la fuerza capazde reconstruir la vida nacional.

Las causas de la tiranía están en el de-sarrollo histórico de la sociedad dominica-na, la cual por si sola, espontánea y natural-mente, no puede superar sin una toma deconciencia expresada en un proyecto his-tórico alternativo.

Dicho de otra manera, en sus propiaspalabras, pasado y futuro se parecen, y “mu-cho mas si el pasado que ha producido unhecho social no es removido y ordenado enforma tal que la combinación de valores queél originó resulte de imposible reproducción”.

¿Con qué fuerzas y con quiénes contar?

Para Bosch el asunto clave es no idea-lizar. Trujillo, causas de una tiranía sin ejem-plo, en tal sentido, “se trata de un análisis, yno de una pieza de agitación” por lo cualen dicha obra:

[…] no hay que buscar un lenguajede tipo proselitista. En la larga lu-cha por las libertades publicas desu país, el autor hace un alto paracomportarse no como militante an-titrujillista, sino como investigadorde la historia dominicana.

En realidad, no hay tal cosa como unadiferencia irreconciliable entre “militante”e “investigador”. Uno podría asumir –des-de Bosch y tantos ejemplos más de hom-bres y mujeres que combinan la lucha conla indagación teórica– que más bien tal acla-ración seria el recurso teórico para afirmarque la mirada del militante no debe opacarni torcer la mirada de quien investiga; que

la voluntad ni la emoción deben impedirla puesta en ejercicio del razonamiento.

En política, por cierto, es tanto o masdifícil algo como la pretensión de “objetivi-dad” en sentido de asumir lo analizadocomo prescindiendo de la participación delobservador. Por eso se trata más bien de unaaplicación conciente de la teoría, o en pa-labras de Bosch de hacer la política de“quien le interesa sobre todo dar con losorígenes del mal de su pueblo, a fin de queotros puedan evitar que el porvenir vea surepetición”.

Por eso, y en línea con la comprensiónde las debilidades que son la base de las for-talezas del trujillato,

[…] los males sociales pueden seraislados, analizados en sí mismos yen sus consecuencias, y esa tarea fa-cilita que se les pueda combatir conbuen éxito. Ahora bien, si no sonaislados, analizados estudiados, per-manecerán ocultos en el cuerpo dela comunidad, aunque esta se libe-re del régimen producido por esosmales […], en tanto permanezcanagazapados en la carne del puebloestán llamados a recobrar su anti-guo vigor y a reproducir los efectosque produjeron una vez.

Esto es, para Bosch el estudio y análi-sis del cuadro nacional es tan crítico, tanfundamental, que en el error de compren-sión puede ir implícito, más que la caída ono de la tiranía, la perpetuación de sus cau-sas y por tanto de los males que el tipo desociedad trujillista genero.

Para eso es fundamental “superar laetapa primitiva de los conceptos”. Boschvisualiza en el momento dominicano y lati-noamericano una especie de vanguardismo,

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detectado en una interpretación de queexisten ciertos “hombres puros” o “buenos”que derrotarán a los “hombres impuros” o“malos”, o bien de “apóstoles del bien con-tra legiones del mal, por regimientos deángeles contra batallones de demonios”.

Frente a esto Bosch hace énfasis enhacer una comprensión de las “fuerzas” alafirmar que:

Cuando actúan en función políti-ca, los hombres no son buenos nimalos; son los resultados de las fuer-zas que los han creado y los mantie-nen, y con cierta frecuencia son losjuguetes de esas fuerzas o son susbeneficiarios. Los dictadores nocaen del cielo.

Visto así, la única manera de derrotar ala tiranía no es tan sólo derrocando al tirano,sino oponiendo a su fuerza otras fuerzas su-periores. La dictadura “no cae del cielo”,sus causas están “en sus propias entrañas”,

tiene bases sólidas. La fuerza que se le opon-ga tiene que comprender que la revoluciónno es “la caída de Trujillo”, sino que:

[…] consistirá en la aplicación deuna serie de medidas, que antes deconvertirse en medidas son –o de-ben ser– un cuerpo de ideas; y esasmedidas tienen que dirigirse a laeliminación de las causas que hanproducido y sostenido el régimentrujillista.

Para Bosch:

[…] la gente heroica que se halanzado a luchar en Santo Do-mingo no ha podido aprovecharlas enseñanzas de sus antecesores.Los mártires de 1960 no tuvieron asu alcance ni el consejo de uno delos veteranos de 1944 y de 1934 nidocumentos públicos o privadospara estudiar las causas que hicieron

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fracasar los movimientos anteriores[…] Trujillo no es un tirano políti-co, a la manera tradicional de nues-tra América. Es el amo de las tie-rras, de los bancos, de las fábricas yde los negocios, es también el amode los hombres.

Desde Bosch, pues, no existirían lascondiciones objetivas ni subjetivas que ha-rían posible la aparición de una revoluciónarmada popular como en Cuba. A diferen-cia de Trujillo, la tiranía estrictamente polí-tica de Batista no es “dueña” y “ama” de laeconomía nacional, y mucho menos de loshombres; allá existe un escenario donde seha dado la organización de fuerzas socialescon vida propia, capacidad material y de-sarrollo político para derrocar mas de unatiranía, mientras Trujillo ha ido constitu-yendo su régimen sobre la base de la erra-dicación y absolutización de todo espacio odinámica de organización de la sociedad.

Mientras hay “programas de grupospolíticos y en los llamados ‘estudios’ de so-ciólogos de encargo” que abogan por me-didas urgentes para responder a los pro-blemas apremiantes, para Bosch es precisointroducir otro paquete de acciones de ca-rácter mas profundo, “llamadas a cauteri-zar males que no se advierten fácilmenteen el exterior de la sociedad dominicana” y“tendrán que responder a viejas deforma-ciones del alma nacional”. En la distin-ción entre la opción de derrocamiento ymedidas urgentes de carácter general, y laopción de medidas sustantivas y profundas,radica para Bosch la diferencia entre el ra-dicalismo vanguardista y la autentica revo-lución a desarrollar.

Hay, finalmente, en Bosch una com-prensión del desarrollo de la subjetividad–la “psique”– del pueblo dominicano que

se hace fundamental a su propuesta. Paraél, la “inhibición” es lo que había llevado alpueblo a una supuesta obediencia a las je-rarquías, actitud sobredeterminada en lahistoria reciente por el uso del terror en elrégimen trujillista.

Sin embargo, el mismo régimen cla-vaba la cruz de la conducta de subordina-ción del pueblo dominicano. Al haber re-unido en sí todos los estatutos de lapreeminencia social, política y económica,a la muerte del tirano o su derrocamientopodía esperarse del pueblo el no reconoci-miento de ninguna otra regla jerárquicaque supeditara su voluntad a la de otros, ygeneraba las condiciones subjetivas, inclu-so, para una “guerra social”.

La política y el gobiernopara “matar el miedo”

El 16 de agosto de 1963, en Capotillo,le tocó al presidente Bosch encabezar los ac-tos de homenaje al centenario de la Guerrade la Restauración. En ese discurso –39 díasantes de ejecutarse el golpe de Estado– hayelementos claves para ponderar en la fórmulaque propone el pensador y dirigente:

1. La capacidad histórica del pueblo do-minicano: “La Guerra Restauradora esel acontecimiento histórico más impor-tante de la República Dominicana. Yes el más importante porque en él tomóparte directa, activa y principal el pro-pio pueblo dominicano. No fue unaguerra hecha por caudillos, fue unaguerra hecha por el pueblo.

”La guerra, como es claro, dio caudillosa los que probaron durante los catorcemeses de la acción que eran más bra-vos, más capaces y más desinteresados

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al servicio de la causa de la libertad. Perola guerra fue hecha por el pueblo, a talextremo de que entre los presos del 27de febrero de 1863 en Santiago, los ha-bía peones, y sastres, y zapateros, y lasarmas con que contaban eran especiesarrancadas de las cercas de los campos,piedras y pedazos de madera que habíanafilado como lanzas.

”[…] la guerra restauradora no fue so-lamente una guerra para libertar a laRepública Dominicana y para restau-rarla, sino que fue una guerra revolu-cionaria, y después que terminó, y loshombres que la dirigieron alcanzaronel Poder, de esa guerra salieron los fe-rrocarriles, y los cables interoceánicos,y los vapores y la luz eléctrica, y loscentrales azucareros, las primeras ma-nifestaciones de verdadero progresoque tuvo la República Dominicana”.

2. La fragilidad del pueblo para ser supropio san Jorge: “Si esa guerra diograndes hombres y produjo una revo-lución, y después se agotó para termi-nar en una tiranía, que fue la tiraníade Ulises Heureaux, a quien el pue-blo llamaba Lilís, la responsabilidad deese agotamiento y de esa tiranía finalno puede caer sobre los hombros dequienes hicieron la guerra en Capoti-llo y la convirtieron después en un ré-gimen progresista.

”Tiene que caer, así como la responsa-bilidad mayor de la guerra estuvo en elpueblo, la responsabilidad mayor delfracaso del régimen político que pro-dujo la Restauración, está también enel pueblo, porque una democracia nose sostiene si no hay un pueblo que la

practique y la defienda; no puede surgirun tirano donde haya un pueblo dis-puesto a defender la libertad”.

A nuestro juicio, Bosch identifica enesta la clave de lo que debe hacerse en 1961-63: apostar a la posibilidad histórica de cons-truir las bases sociales de la democracia conjusticia social, más que en el evento electo-ral y en la eventual sustitución de un tiranopor un presidente electo. Al final, fue en esamagra meta (como en el Gatopardo de Lam-pedusa, en el cual se cambia para no cam-biar nada) donde Juan Bosch vio centradala labor de muchos opositores a la tiranía,dueños de gran prestigio pero consagradosmás bien a reemplazar a Trujillo.

En esa dirección pueden comprender-se el conjunto de acciones del Bosch candi-dato y del Bosch presidente, que reconociólas relaciones de fuerza existentes en la so-ciedad y con su propuesta y su conducta,horadó allí donde más peligroso era para elstatus quo: el pueblo dominicano ya sabía queera posible aspirar a contar con un presidentecomo servidor y no como jefe; que tanto debíade esforzarse el gobierno como el pueblo porhacer las transformaciones sociales; y que unapolítica sin necesidad de comprar ni de ven-der el alma ni la conciencia era imaginableen la República Dominicana.

Matar el miedo, como un esfuerzoconciente, racional, de la voluntad y sus-tentado en las fortalezas y fragilidades delpueblo, fue una práctica permanente,arraigada en la comprensión histórica delas condiciones del pueblo, que dieron a lalucha democrática desde el trujillato al gol-pe de Estado, y más allá, un sentido am-pliamente transformador, radical, en su sen-tido ético pero también en su carácter noidealista-caudillista y su posibilidad de serrealizado con el pueblo y desde el pueblo.

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CAMINOENCONSTRUCCIÓN

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Difícilmente podría la Ciencia Políti-ca considerar democrático un país en el quenunca se hubiese realizado un debate na-cional acerca de las normas esenciales quedeben regir su vida en comunidad. Un Es-tado cuyas cartas constitucionales más im-portantes siempre hubiesen sido el fruto delas discusiones, conciliábulos, consensos oimposiciones por la fuerza de pequeños gru-pos. Una sociedad cuyas Constitucionesmás duraderas fueran el resultado de lapresión ejercida por la fuerza militar. Malpodría definirse dicha sociedad política

como democrática y a sus habitantes comociudadanos de derecho pleno. A lo sumose diría que se trata de un país semidemo-crático con una ciudadanía restringida.

Chile es un país de ese tipo: ningunode sus textos constitucionales ha sido pro-ducido democráticamente. Aunque la his-toriografía chilena ha sido generalmenteesquiva a abordar esta cuestión (porque lasevidencias históricas contradicen los supues-tos de la mitología “patriótica democráti-ca” en los que se ha basado el consenso po-lítico nacional), una breve revisión de la

En este artículo el historiador Sergio Grez Toso realiza un rápidorecorrido histórico por los doscientos años de historia republicana deChile, demostrando que en su país nunca se ha desarrollado en Chile unproceso constituyente democrático. El autor sostiene con abundantes fuen-tes primarias y secundarias que todas las constituciones chilenas han sidoelaboradas y aprobadas por pequeñas minorías, en contextos de ciudada-nía restringida o como resultado de imposiciones de las Fuerzas Armadasque, actuando como “garantes” del Estado y del orden social, pusieronsus fusiles y cañones para inclinar la balanza a favor de determinadassoluciones constitucionales propiciadas por facciones social y políti-camente minoritarias.

Refutando el mito ampliamente difundido acerca del supuesto ca-rácter “ejemplar” de la democracia chilena, Sergio Grez demuestra quela ciudadanía en su país ha sido casi siempre un espectador o un actorsecundario en la generación del marco político de la nación que, a losumo, ha sido convocado a última hora por los grupos en el poder pararespaldar o plebiscitar proyectos constitucionales preparados sigilosa-mente, pero nunca para participar activamente en su generación.

Palabras claves: Historia política, Constituciones chilenas, Ciudada-nía, Procesos constituyentes, Democracia, Historia de Chile, AsambleaConstituyente.

La ausencia de un poder constituyente democráticoen la historia de Chile

SERGIO GREZ TOSO

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gestación de las cartas constitucionales enel Chile republicano basta para ratificar lahipótesis de la ausencia de procesos consti-tuyentes de carácter democrático, comopodrá apreciarse a continuación.

Los primeros ensayos constitucionales

Para entender el carácter que tuvie-ron los primeros ensayos constitucionales,realizados durante los años de la lucha porla Independencia, es necesario tener presen-te que la emancipación política de Chile fueun acto eminentemente aristocrático. Por suriqueza, poder, intereses, instrucción y el con-junto de sus características que la habíanconvertido en la clase dirigente de la viejasociedad colonial, solo la aristocracia criollaestaba en condiciones de liderar la lucha in-dependentista y echar las bases para la cons-trucción de un Estado nacional. Y lo hizo deacuerdo a sus intereses y concepción delmundo, implementando los mecanismos queaseguraran su plena hegemonía en la vidasocial y política de la nueva era histórica quese iniciaba en el primer cuarto del siglo XIX.1

Uno de estos dispositivos –vigente hasta co-mienzos de la década de 1870– fue la ciu-dadanía censitaria, que excluyó de la vidapolítica legal a la inmensa mayoría de la po-blación, acordando solo a los hombres máspudientes los derechos políticos de elegir, serelegidos y, por ende, de debatir sobre el des-tino de la nación.

Por eso, en las deliberaciones sobrelos primeros reglamentos constitucionalessolo participó una ínfima minoría de per-sonajes “ilustrados”. El primer CongresoNacional ordenó en agosto de 1811, po-ner en vigencia un Reglamento constitu-cional que consagró al mismo órgano le-gislativo como “único depositario de lavoluntad del reino” e instituyó una Junta

denominada “Autoridad ejecutiva provi-soria de Chile”, destinada a funcionar hastaque se dictara una Constitución políticadefinitiva. Pero la comisión encargada deredactar el texto constitucional no alcan-zó a cumplir su misión ya que las rivalida-des entre dos poderosas familias aristocrá-ticas del bando patriota –los Larraín y losCarrera- derivaron en noviembre del mis-mo año en un segundo golpe de Estadodel general José Miguel Carrera quien or-denó la clausura del Congreso Nacional acomienzos del mes siguiente.2

El Reglamento Constitucional de1812 –que estableció una “Junta SuperiorGubernativa” de tres miembros, a la espe-ra de la elección de representantes, que ela-boraría una Constitución definitiva–, fuepreparado por una comisión nombrada porel gobierno y luego fue sometido a la ratifi-cación exclusiva de los vecinos (de alcurnia)de Santiago mediante firmas recaudadas através del sistema de “suscripciones”, reser-vado exclusivamente para quienes recibíanuna invitación a manifestar su opinión.3

Igualmente restringida a una ínfima canti-dad de personas fue la preparación, discu-sión y aprobación del Reglamento Consti-tucional de 1814, que alcanzó a estarvigente menos de siete meses.4

La “Reconquista española” (1814-1817) puso fin a estos primeros ensayosconstitucionales de la élite patriota. Pero sutriunfo en Chacabuco y Maipú y la instaura-ción de la dictadura del general BernardoO’Higgins al inicio de la llamada “PatriaNueva”, colocaron nuevamente a la ordendel día la cuestión de las normas esencialesque debían regir la vida política del emer-gente Estado republicano. AunqueO’Higgins logró concentrar en su personay círculo más cercano la plenitud de lospoderes dictatoriales, muy pronto las ten-

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dencias “frondistas” de la aristocracia se hi-cieron sentir. El historiador conservadorJaime Eyzaguirre cuenta que en 1818:

[…] la noticia del fusilamiento de loshermanos Juan José y Luis Carreraen Mendoza, en el que se atribuyóconcomitancia a O’Higgins, preci-pitó en Santiago la reunión de unCabildo abierto que exigió deO’Higgins la convocatoria de unCongreso y la dictación de un re-glamento constitucional provisorio.O’Higgins rehusó de inmediatotodo lo que se le pedía, pero un mesdespués nombró una comisión en-cargada de redactar una carta polí-tica, que al fin fue sometida a laaprobación popular por el sistemade “suscripciones”.5

El mismo historiador sostiene que laConstitución provisoria de 1818 resultan-te de este procedimiento, “no vino sino adar apariencia legal a la dictadura” ya queentregó el Poder Ejecutivo en manos de unDirector Supremo, “cuya designación sedaba por verificada y al que no se le fijótérmino para su mandato”. Además insti-tuyó un Senado de cinco miembros y unSupremo Tribunal Judiciario, todos nom-brados por el Director.6

No obstante el origen no democráti-co de sus cargos, muy pronto los senado-res designados expresaron la arraigada ten-dencia de la aristocracia a gobernarse porsí misma y resistieron a la omnipotenciade O’Higgins. La prueba de fuerza con-cluyó en 1822 con la clausura del Senadoy la convocatoria a elecciones para unanueva asamblea. La Constitución de 1822fue finalmente aprobada por una Conven-ción Preparatoria en cuyo nombramiento

intervino activamente O’Higgins por me-dio de las autoridades locales designadaspor él mismo. De tal modo que el textoconstitucional fue un instrumento adecua-do a sus ambiciones: el Poder Ejecutivoquedó confiado a un Director Supremoelegido por seis años y reelegible por cua-tro más. El historiador Eyzaguirre –de es-caso fervor democrático- no pudo ser máslapidario respecto al origen espurio de estanueva Constitución, al sentenciar perti-nentemente que:

La circunstancia de haberse genera-do en una asamblea gubernativa y al serredactada por el impopular favorito Ro-dríguez Aldea, quitaron todo prestigio ala nueva Carta y aceleraron el derrumbedel régimen.7

La caída de O’Higgins trajo un nue-vo escenario político, más abierto y diná-mico, en el que era posible un debate másamplio e inclusivo sobre las cuestiones cons-titucionales y el futuro del país. Bajo elmando del general Ramón Freire en el car-go de Director Supremo, el Congreso de1823 tuvo también un carácter constitu-yente. El reglamento electoral elaboradoese año significó una ampliación impor-tante del cuerpo electoral por cuanto acor-dó el derecho a voto a todos los hombresmayores de 23 años que supieran leer yescribir y que cumplieran alguno de lossiguientes requisitos: tener una propiedadde más de $2,.000; o un negocio de más de$3,000; o un título profesional: o una pen-sión de Estado de más de $300 anuales: oun empleo público (aunque no tuvierasueldo); o haber sido miembro de un Ca-bildo; o ser un eclesiástico secular; o tenerun grado militar superior a alférez; o sermaestro mayor de un oficio, y/o tener uncapital superior a $3,000 sumando todossus bienes. De este modo, contrariando al

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Senado que propiciaba derechos políticos(votar y ser elegidos) solo a los propieta-rios de bienes raíces (la clase de los gran-des terratenientes), el gobierno de Freireamplió ese derecho incluyendo –de acuer-do al historiador Gabriel Salazar– a quie-nes componían la clase media de la época:“letrados pobres, sacerdotes, oficiales debajo rango, empleados públicos, minerosy otros empresarios”. Pero el “bajo pue-blo” (inquilinos, peones y otras categoríasque constituían la mayoría de la población)siguió excluido del país legal.8 Según Sa-lazar, esas fueron las “primeras eleccioneslibres realizadas en Chile desde 1811”,9

pero agrega más adelante, que el textoconstitucional propuesto por encargo delgobierno por el jurisconsulto Juan Egaña,además de confuso y engorroso, represen-tó una clara opción por un sistema políti-co centralista, europeizante, elitista y aris-tocrático (ya que la soberanía popularelectoral debía ser calificada por un sindi-cato “ilustrado” compuesto por el Sena-do y la Cámara). Contando con el apoyo delos diputados santiaguinos, que abrevia-ron el plazo de discusiones, se aprobó conpocos debates el proyecto de Egaña. Peroesta Constitución –que reflejaba casi ex-clusivamente los intereses de Santiago yla región central– nació muerta por lafuerte oposición de las provincias de Co-quimbo y Concepción, del propio Freirey de diputados como Camilo Henríquez yManuel de Salas, de reconocida filiaciónliberal.10

La llamada “Constitución de 1826”fue, en realidad, un conjunto de “leyes fe-derales” propuestas por José Miguel Infan-te y sancionadas por el Congreso entre ju-lio y octubre de ese año, pero el proyectoconstitucional nunca fue aprobado ya queel Congreso se disolvió pocos meses más

tarde a causa de la inestabilidad política11.Lo que no impidió la realización de un bre-ve ensayo de federalismo que no prosperódebido, principalmente, a la férrea oposi-ción de la aristocracia santiaguina.

La Constitución de 1828 fue la másavanzada de aquella época de ensayos cons-titucionales. Su sello fue liberal-democrá-tico por los amplios derechos individualesque garantizaba, el igualmente amplio po-der electoral de los ciudadanos y porquepara ser ciudadano no se requería contarcon cierto patrimonio sino solo un míni-mo de edad: 21 años los hombres casadosy 25 años los solteros. Solo quedaron ex-cluidos de los derechos políticos los sirvien-tes domésticos, los deudores al Fisco y losviciosos reconocidos. En teoría, hasta losanalfabetos que no estuvieran en estas ca-tegorías gozarían del derecho a sufragio,algo poco común para los cánones de laépoca, incluso en Europa.12 Desde su óp-tica conservadora, Jaime Eyzaguirre co-mentaría este avance democratizador di-ciendo que:

El derecho a sufragio era tan am-plio que podía ejercerlo cualquie-ra que se inscribiese en las mili-cias, lo que iba a generar un poderelectoral en su mayoría analfabe-to, entregado al control de los au-daces. El Ejecutivo radicaba en unPresidente y un Vicepresidentenombrados por votación indirec-ta y cuya gestión dependía casipor entero de la voluntad de unCongreso bicameral. Por añadidu-ra la gran autonomía de las pro-vincias, que conservaban sus asam-bleas con derecho a generar lossenadores, a formar ternas para elnombramiento de los Intendentes

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y supervigilar a las municipalida-des, reducían aún más las atribu-ciones presidenciales.13

La génesis de esta Constitución –aligual que la de 1823– fue semi-democrá-tica ya que el Congreso Nacional que laaprobó había sido elegido en base a unelectorado masculino que incluía a las ca-pas medias, más precisamente, hasta el es-trato superior de los sectores populares re-presentado por el artesanado–, pero no al“bajo pueblo”.

Ese fue el punto más alto de demo-cratización alcanzado en Chile en el pe-ríodo que siguió a la Independencia. Peroluego vino la virulenta reacción aristocrá-tica centralista contra los proyectos libe-rales, dirimiéndose el conflicto entre am-bos bandos en la guerra civil de1829-1830.

El poder constituyente de las bayonetas:la Constitución “portaleana” de 1833

El triunfo conservador (estanquero-pelucón) en la batalla de Lircay (abril de1830) puso término a la guerra civil e in-auguró una larga etapa conocida como el“régimen portaleano” o el “Estado en for-ma”,14 cuya fase inicial fue la más clara ex-presión del dominio sin contrapeso de laaristocracia, especialmente de Santiago yla región central.

La célebre Constitución portaleanade 1833, inspirada y redactada principal-mente por el ultraconservador MarianoEgaña, fue el fruto directo de la victoriamilitar estanquero-pelucona en la guerracivil de 1830. Aunque el artículo 133 dela Constitución de 1828 establecía que estano podía reformarse hasta 1836, los ven-cedores de Lircay pasaron por encima de

la disposición y, recurriendo a diferentesargucias, impusieron su reforma. Pocodespués de instalado el régimen dirigidopor el comerciante Diego Portales y el ge-neral José Joaquín Prieto, el Cabildo deSantiago (controlado por el bando vence-dor) pidió al gobierno que autorizara alpróximo Congreso a emprender la refor-ma constitucional a través de una “GranConvención” convocada exclusivamentecon ese objeto. Aunque el organismo esta-ría en principio compuesto por 16 dipu-tados elegidos por el Congreso Nacional(ya depurado de los liberales más promi-nentes) y 20 ciudadanos “de reconocidaprobidad e ilustración” nombrados porel mismo cuerpo legislativo (mediante elenvío de “esquelas de invitación”), en lapráctica fue una hechura completa delCongreso ya que a los 16 diputados delbando vencedor se sumaron 14 más enejercicio para llenar los cupos reservadosa los hombres de “reconocida probidad eilustración”.15

A estas libertades tomadas con las for-mas legales se sumaba algo aún más gravey decisivo: la instauración de una verda-dera dictadura aristocrática resuelta a barrercon cualquier obstáculo que se le antepu-siera. Muchos opositores fueron encarce-lados u obligados a partir al destierro; elEjército sufrió una severa purga de oficia-les sospechosos de simpatizar con los libe-rales; se generalizó y fortaleció una red deespionaje de la policía secreta y se estable-ció una férrea censura de prensa que im-pidió cualquier debate de fondo del textoconstitucional que se preparaba, a no serel intercambio de ideas que podía darseentre los partidarios del nuevo régimen.Gabriel Salazar sintetiza de esta manera al-gunos de los aspectos del clima represivoal que estaba sometido el país cuando se

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desarrolló el proceso constituyente por-taleano:

[…] centenares de funcionariospúblicos no adictos al nuevo régi-men fueron exonerados, se elimi-naron con el mismo objetivo esta-blecimientos como la Casa deMoneda de La Serena, becas paraestudiantes como las del Liceo deChile […], se clausuró la SociedadMédica de Chile (establecida porBlanco Encalada y encabezada porun médico español), mientras secerraban o aplicaban grandes mul-tas a los periódicos de oposición yse creaban nuevos cuerpos de“guardias cívicas”.16

La afamada Constitución de 1833no fue sino un texto destinado a dar legi-timidad jurídica a un régimen con carac-terísticas dictatoriales resultante de la vic-toria militar del bando conservador en1830. El nuevo texto constitucional fueun traje a la medida de la facción domi-nante de la aristocracia, que concentróde manera excluyente el poder durantevarias décadas. El centralismo, autorita-rismo y elitismo fueron sus rasgos prin-cipales. La inmensa mayoría de la pobla-ción resultó excluida de la vida políticaactiva a través del sufragio censitario. Elderecho a elegir y ser elegidos para car-gos representativos quedó reservado soloa los hombres casados mayores de 21años o solteros mayores de 25 años, quesabiendo leer y escribir fueran dueñosde una propiedad inmueble o un capi-tal invertido “en una especie de giro oindustria” cuyo valor sería fijado paracada provincia cada 10 años por una leyespecial, o que en su defecto, ejercieran

“una industria o arte”, o que gozaran de al-gún empleo, renta o usufructo, cuyos emo-lumentos o productos guardaran proporcióncon la propiedad inmueble o capital, de quese hablaba en la disposición anterior. Los sir-vientes domésticos estaban expresamente ex-cluidos de los derechos políticos.17

Un comentario del historiador conser-vador Fernando Campos Harriet, admira-dor de Portales y su régimen, nos ahorramás acotaciones sobre el sistema políticoconsagrado por esta Constitución:

El cúmulo de atribuciones del Pre-sidente de la República, reforzadaspor la ley electoral, hicieron de esteel gran elector durante 60 años. ElPresidente tenía veto absoluto: unproyecto vetado no podía iniciarsus trámites constitucionales hastael año siguiente. Declarado el es-tado de sitio, se suspendía en esepunto el imperio de la Constitu-ción […].

El sufragio limitado y controlado porel Ejecutivo, el veto, la ausencia de respon-sabilidad efectiva en el Jefe de Estado, lasfacultades extraordinarias, la organizacióndel Consejo de Estado, la preponderanciade la Cámara de senadores con su comi-sión conservadora, manifiestan claramenteel espíritu aristocrático y oligárquico de estaConstitución.18

Durante casi un siglo Chile no vivióotro proceso constituyente,19 solo refor-mas y reinterpretaciones a la Constituciónportaleana que recortaron poderes del Pre-sidente de la República, aumentaron losdel Parlamento e instauraron –en la déca-da de 1870– el sufragio universal mascu-lino con el solo requisito de saber leer yescribir.

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Populismo y fuerza militaren la gestación de la Constitucióndemocrático-liberal de 1925

Cuando en 1925 se planteó la discu-sión en torno a una nueva Constitución, elcontexto político y social era muy distinto alque había existido al imponerse la carta de1833. La “cuestión social” había cambiadola relación entre las clases sociales y alterado eldebate político nacional. El movimientoobrero se encontraba en pleno desarrollo ylas tendencias más radicales (anarquistas y co-munistas) gozaban de una notoria influen-cia en su seno, llegando a controlar las prin-cipales organizaciones sindicales. Comorespuesta al malestar y rebeldía de “los deabajo”, un sector de la burguesía había le-vantado un programa reformista de marca-do corte populista, logrando instalar a su lí-der, el liberal Arturo Alessandri Palma, en lapresidencia de la República a finales de1920. Pero sus planes se habían estancadodebido a la crisis económica y la cerrada opo-sición de la oligarquía parlamentaria.20

El sistema parlamentario impuesto porlos vencedores de la guerra civil de 1891 seencontraba profundamente desprestigiadoy la crisis de la economía salitrera, reiterati-va desde 1918, tenía sumido al país en unclima de permanente agitación social y fuer-tes tensiones políticas. Por su parte, la ofi-cialidad joven del Ejército, luego de cons-tatar el fracaso del populismo civil, desdeseptiembre de 1924 había ocupado el es-cenario político enarbolando programas dereforma social. La entrada activa en políti-ca de los militares con dos irrupciones su-cesivas –septiembre de 1924 y enero de1925– había cambiado los parámetros deljuego político. La crisis era general. El paísse aprontaba a una refundación política enbase a un nuevo texto constitucional.

Entonces, por primera vez en la histo-ria de Chile, otros actores, los sectores po-pulares, especialmente el movimiento obre-ro organizado, intentaron hacer oír su vozen el debate constitucional.

El movimiento obrero y popularllevaba varios años interesándose por estetipo de cuestiones. Las gigantescas movili-zaciones impulsadas durante el bienio1918-1919 por la Asamblea Obrera deAlimentación Nacional habían puesto enel tapete de la discusión entre vastos sec-tores de la clase obrera y de las capas me-dias la necesidad de un nuevo orden so-cial y político. Poco después, en 1923,durante el gobierno de Arturo AlessandriPalma, un organismo denominado Asam-blea o Comité de Obreros, Estudiantes yProfesores, empezó a pensar en reformas es-tructurales, pero la reflexión no avanzó mu-cho, diluyéndose sin trascender mayormenteen esa coyuntura. No obstante, por iniciativadel Partido Comunista y de la FederaciónObrera de Chile, pocos días después del gol-pe de Estado de los militares jóvenes que lla-maron de vuelta a Alessandri al gobierno, el25 de enero de 1925 numerosas organiza-ciones obreras junto a la Asociación Generalde Profesores, la Federación de Estudiantes yla Unión de Empleados de Chile, decidieroncrear un organismo denominado ComitéObrero Nacional que convocó a la reali-zación de un Congreso Constituyente deAsalariados e Intelectuales.21

Lo que más distinguió esta iniciativa delos proyectos constitucionales de la clase po-lítica tradicional fue la exigencia de unaConstituyente de base gremial. Uno de suspromotores, el dirigente comunista SalvadorBarra Woll, lo precisó en estos términos:

La Juventud Militar nos ha ofre-cido ahora una Constituyente.

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No queremos dudar que vendrá esaConstituyente. Hemos adheridonuestra cooperación a ese propósi-to para encarnar más ese deseo enlas masas. Pero cuando llegue elmomento de llamar a la Constitu-yente se verá que las bases no con-sultarán la representación obrerasindical revolucionaria porque laburguesía le impedirá su resguardode sus privilegios de clase […].

Hay pues que no olvidar este detalle,tenerlo muy presente: Queremos unaConstituyente; pero a base gremial.

Si no se nos da una Constituyente enesa forma la burguesía habrá traicionadouna vez más al proletariado, de quien se haservido para fines propios.22

De acuerdo con estos postulados, laconvocatoria para la reunión de la Asam-blea Constituyente de Obreros e Intelec-tuales (conocida también como la “Cons-tituyente chica” ya que sus impulsores laconcebían como un “preludio de la futu-ra Constituyente fundamental” en la queestarían representados todos los sectores dela nación23), fijó como objetivo la presen-tación de un proyecto de Constitución Po-lítica de Chile que contendría las aspira-ciones inmediatas del proletariado y de losintelectuales que simpatizaban con los “mo-dernos principios de justicia y solidari-dad”24. El comité de iniciativa estableció lossiguientes porcentajes de congresales paracada una de las categorías socio profesio-nales llamadas a participar en la “Constitu-yente chica”: proletarios, 45%; empleados,20%; profesores, 20%; profesionales e in-telectuales, 8%; y estudiantes, 7%.25

Rápidamente las fuerzas comprome-tidas en la iniciativa se desplegaron por dis-tintos puntos del territorio nacional para

difundir su propuesta. El Comité ObreroNacional (al que se incorporaron dirigen-tes de distintas tendencias incluidos losanarquistas) mandó a algunos de sus miem-bros en gira al sur del país a explicar la con-vocatoria26.

La Asamblea Constituyente de Obre-ros e Intelectuales inauguró sus sesionesen el Teatro Municipal de Santiago el do-mingo 8 de marzo de 1925 en medio deun clima de gran expectación. Los 1,250delegados provenientes de distintas pro-vincias eran el reflejo de las tendencias po-líticas que actuaban en el seno del movi-miento popular y de las clases mediasasalariadas: comunistas, fochistas (militan-tes de la Federación Obrera de Chile, quepor esos días casi se confundían con loscomunistas), demócratas, laboristas sinpartido, anarquistas, radicales, feministasy distintas expresiones del “alessandrismopopular”. Los debates entre estas corrien-tes fueron apasionados, a ratos muy du-ros. El obrero anarquista Alberto Baloffetlogró hacer aprobar por amplia mayoríauna moción en la que se sostenía que losproletarios no debían proponerse la redac-ción de una Constitución que reglamen-tara los poderes del Estado, sino limitarsea fijar principios generales que orientaranla acción de las autoridades hacia los pro-ductores. Un fuerte enfrentamiento seprodujo entre el Presidente de la Federa-ción de Estudiantes, y el vice-presidentedel Centro de Propaganda del Partido Ra-dical, Enrique Rossel, y la mayoría de losdelegados obreros claramente alineadoscon las posiciones del Partido Comunis-ta.27 Algo menos virulentos fueron los de-bates entre el sector comunista-fochista(alrededor de 300 delegados, esto es, al-rededor del 25% del total) y los repre-sentantes de los profesores, de los intelectuales

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y de los empleados, entre los que se contabanpersonas de distintas filiaciones, especialmen-te anarquistas, demócratas y radicales28.

Las divisiones internas le restaron fuer-za a la “Constituyente chica”. Durante cua-tro días los delegados aprobaron distintasmociones en las que se formularon una se-rie de demandas a los poderes públicos yaprobaron varios “principios constituciona-les”, que debían servir de base para la dis-cusión nacional cuando se convocara a la“Constituyente grande”. El primero y másimportante de estos principios fue el recla-mo de una Asamblea Constituyente com-puesta de delegados de las “fuerzas vivas deambos sexos”, y en cuyo seno los elementosasalariados tuvieran la mayoría de la repre-sentación para asegurar el cumplimiento desus postulados de redención social. Comoprincipios específicos se inscribieron, en-tre otros: la socialización de la tierra y delos medios de producción; la forma fede-ral del gobierno; el deber del Estado decoordinar y fomentar la producción y ase-gurar la distribución de los productos; elsistema colegiado de gobierno tanto a ni-vel comunal, nacional, como de los Esta-dos federados; la organización del PoderLegislativo en base a “cámaras funciona-les”, compuestas por representantes (revo-cables en todo momento) de los gremiosorganizados; la separación de la Iglesia delEstado; la enseñanza gratuita desde la es-cuela hasta la Universidad, colocando su di-rección en manos de los maestros, padres yestudiantes; la igualdad de derechos políti-cos y civiles de ambos sexos y la supresióndel ejército permanente.29

La proposición de las “cámaras fun-cionales a base gremial” (cercana en algu-nos aspectos a las ideas corporatistas queestaban en boga por aquellos años en Eu-ropa) constituía una innovación mayor,

resistida por algunos integrantes de la“Constituyente chica” y apoyada fervoro-samente por los comunistas. Uno de susimpulsores la explicaba como el instrumentoque permitiría abolir las “cámaras políticas”,fuente de la opresión política del pueblo:

La Cámara Funcional, que como sunombre lo indica reúne en su seno todas lasfunciones de las diversas actividades de la vidaeconómica, intelectual y moral de la socie-dad, es el sistema necesario y eficiente capazde destruir, desde sus raíces, todos los intere-ses creados y privilegios de castas que hoyproducen el estado caótico de la administra-ción del país, injusticias irritantes y el des-concierto social.

Será la única forma de nivelar todoslos derechos que disminuirán, grande-mente, las desigualdades odiosas porquesiendo la finalidad de la Cámara Funcio-nal esencialmente de armonía y de pro-greso donde convergen y se complemen-tan todos los pensamientos de las fuerzascreadoras del trabajo, la resultante de sulabor será lógicamente, de perfección yarmonía social.

Y recién, entonces, desapareciendola causa de todas las desgracias del pue-blo, con la extinción del aparato políticoopresor de la oligarquía y burguesía engeneral, empezará la era de justicia y ar-monía social.

La técnica de la producción y el con-sumo controlados por los productores mis-mos, y peritos profesionales, se perfeccio-nará gradualmente y desaparecerá lamiseria, la ignorancia y la maldad que elactual egoísmo de los privilegiados reinan-tes, produce a la sociedad.

La Cámara Funcional a base gremial,es pues, el antídoto de las Cámaras políti-cas mantenedoras de la esclavitud y los su-frimientos del proletariado.30

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Los acuerdos tan laboriosamente con-cluidos en la “Constituyente chica” no tu-vieron mayor eco político. Gabriel Salazar,autor de la visión historiográfica más opti-mista acerca del significado y alcance de laAsamblea Constituyente de Asalariados eIntelectuales de 1925 (interpretada en susescritos como un ejercicio de soberanía de“las bases sociales”, con menciones poco re-levantes a las fuerzas políticas que la pro-mocionaron y se enfrentaron en su seno),ha señalado que a su retorno al gobierno,Arturo Alessandri Palma “restauró el régi-men estrictamente civil (marginando a losmilitares) y las decisiones estrictamentepolíticas (marginando a los movimientossociales de base)”.31

Así ocurrió, efectivamente. Hacien-do caso omiso del ejercicio deliberativode los trabajadores manuales e intelectua-les sobre las normas constitucionales quedeberían refundar la organización socialy política de la nación, Alessandri, por síy ante sí, designó a los miembros de lasdos comisiones que debían preparar laAsamblea Constituyente, escogiendo auna mayoría de viejos políticos como LuisBarros Borgoño (su rival en la elecciónde 1920), Guillermo Edwards Matte,Eleodoro Yáñez, Juan Enrique Concha,Ernesto Barros Jarpa, Guillermo Suber-caseaux y Domingo Amunátegui, entreotros. Solo unos cuantos dirigentes deorganizaciones sociales y de partidos ygrupos de izquierda que habían formadola “Constituyente chica”, como CarlosContreras Labarca, Víctor L. Cruz, Ma-nuel Hidalgo, Carlos Alberto Martínez,Onofre Avendaño y Fernando García Ol-dini, fueron invitados a participar en lasdiscusiones32. El propio Alessandri presidióla comisión que debía estudiar las refor-mas constitucionales y Arturo Lyon quedó

a la cabeza de la comisión encargada depreparar la convocación a la AsambleaConstituyente. Este grupo –lo dejó con-signado el “León de Tarapacá” en sus Re-cuerdos de gobierno- nunca se reunió33.Como bien observaría el historiador Gon-zalo Vial, “esto solo indica hacia donde sedirigía Arturo Alessandri”.34

Es necesario recalcar que inicialmen-te Alessandri había expresado su deseo deconvocar a una Asamblea Constituyenteen el menor plazo posible, nombrándosedos tercios de sus integrantes medianteelección popular y el tercio restante conrepresentantes de “las fuerzas vivas de laNación”, en su concepto: “la Universidad,el Ejército, la Marina, la Iglesia, represen-tados por sus jefes, las actividades obrerasy algunos gremios que tienen importanciaen la vida de la República”.35 El 26 demarzo el Presidente de la República firmóun decreto fijando el 15 de abril comofecha de inicio de las inscripciones extraor-dinarias para la elección de una Constitu-yente36. Pero muy pronto abandonó la ideaaduciendo “falta material de tiempo paraverificar las inscripciones del electorado,para instalar enseguida la Constituyentey para que dispusiera del tiempo necesa-rio para terminar su misión y alcanzar afijar las reglas de la elección del Congre-so y del Presidente” que debía sucederloel 23 de diciembre de ese mismo año.37

El único grupo de trabajo que fun-cionó (conocido como la “comisión chi-ca”) se dividió en tres corrientes al discu-tirse las fórmulas propuestas para aprobarla nueva Constitución: elección de unaAsamblea Constituyente mediante sufra-gio universal; organización de una Cons-tituyente sobre una base gremial, o ratifi-cación del proyecto preparado por lacomisión mediante un plebiscito.38

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La exigencia de la Constituyente so-bre base gremial era inaceptable para laclase política y Alessandri puesto que,como sostiene Salazar, significaba su pro-pio colapso.39 Por otra parte, intuyendoque su proyecto de Constitución presiden-cialista no sería aprobado en una Asam-blea Constituyente (en la que los partidostradicionales, muy reticentes a abandonarel sistema parlamentario, tendrían la ma-yoría), Alessandri apostó a la vía más ex-pedita convirtiendo a la comisión en laConstituyente misma y utilizó toda su in-fluencia y poder para vencer las múltiplesresistencias que suscitaba su proyecto cons-titucional, tanto entre muchos represen-tantes de la vieja clase política adictos alrégimen parlamentario como en el movi-miento obrero y popular partidario de laConstituyente de base gremial. Aunque in-vocó la falta de tiempo, su comportamientoestuvo motivado sobre todo por la intuiciónde que en una Asamblea Constituyente suplan de reforma no prosperaría, como loconfesaría posteriormente:

Yo más que nadie me había resig-nado a abandonar la idea de laConstituyente por la falta materialde tiempo apuntada y, principal-mente, porque tenía la resoluciónfirme e inquebrantable de implan-tar en nuestro país la fórmula salva-dora. Tenía el convencimientoprofundo, como lo he dicho rei-teradas veces que, si llevábamos elasunto a una asamblea, no saldríajamás de allí el necesario régimenpresidencial. Un grupo de hom-bres en asamblea, carece de la su-perioridad moral necesaria paradespojarse de atribuciones y facul-tades.40

Entre el 18 de abril y el 23 de agostode 1925, en 33 sesiones a las que asistie-ron un promedio de 12 personas, la “co-misión chica” preparó el proyecto de Cons-titución presidencialista que reemplazaría ala Constitución de 1833 (reinterpretada enun sentido claramente parlamentarista des-de 1891). Los debates de este pequeño gru-po transformado en “comisión constitu-yente” se centraron preferentemente encómo equilibrar los poderes Ejecutivo yLegislativo, conforme a la perspectiva li-beral. El único “convidado de piedra” dela “Constituyente chica”, el comunistaManuel Hidalgo, quedó completamenteaislado.41 Por último, el elemento decisivoque inclinó la balanza, fue, una vez más,el Ejército. A partir del 23 de julio el ge-neral Navarrete apoyó de forma abiertalas proposiciones de Alessandri de Cons-titución presidencialista y plebiscito comofórmula de aprobación.42 De esta mane-ra, el jefe de Estado logró imponer la víaplebiscitaria en vez de la convocatoria auna Asamblea Constituyente que impli-caba un verdadero debate constitucionalnacional. La presión militar en apoyo deesta alternativa, fue –como señala conacierto el historiador conservador Gon-zalo Vial– el tercer golpe de Estado (des-pués de los de septiembre de 1924 y enerode 1925):

Así se consumó el tercer golpe deEstado: la imposición militar de quese llamase a plebiscito inmediato, sinAsamblea Constituyente, la nuevaCarta conteniendo las reformas deAlessandri. Un silencio casi gene-ralizado recibió el úkase: partidosy prensa (salvo, respecto de la úl-tima El Diario Ilustrado) dobla-ron la cerviz […], con mayores o

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menores y más o menos audibles re-zongos, pero la doblaron. Ni siquie-ra, esta vez, hubo necesidad de com-plotar en las sombras, sublevarregimientos y entrar a La Monedaempuñando pistolas. Indudable-mente, el establishment político ha-bía aprendido las “múltiples leccio-nes objetivas” del 5 de septiembre yel 23 de enero, de las que hablaraNavarrete, la “enseñanza práctica”señalado por Grove.43

El plebiscito fue convocado el 31 dejulio para el 30 de agosto. Los ciudadanosdeberían elegir entre tres cédulas de voto:una roja, de aprobación del proyecto de lamayoría de la “comisión constituyente”armada por el gobierno; una azul, obra delos disidentes (especialmente radicales, con-servadores y comunistas), que conllevaba laaprobación de una serie de proposicionesdestinadas a recortar el poder del Ejecuti-vo (como la posibilidad de que el Congre-so acusara y destituyera al Presidente); y unablanca, que importaría “buscar otros proce-dimientos para restablecer la normalidad ins-titucional del país”.44 Los opositores subraya-ron la amenaza implícita de esta últimafórmula que insinuaba, casi sin disimulo, unanueva intervención militar. Igualmente cri-ticaron el reducido plazo –apenas un mes–para hacer campaña y el hostigamiento yrepresión policiales a sus mítines. El proyec-to de Constitución impulsado por Alessan-dri fue aprobado el 30 de agosto del mismoaño por una minoría de electores. Sobre302,304 inscritos solo votaron 135,783, delos cuales 127,509, o sea, 42.18% de los ins-critos y 93.9% de los sufragantes aprobaronel proyecto de Constitución. La alternativade los partidos opositores (cédula azul) ob-tuvo 6,825 votos (2.26% de los inscritos y

5.03 de los sufragios); la cédula blanca (laincierta búsqueda de “otros procedimien-tos”) reunió solo 1,449 preferencias (0.48%de los inscritos y 1.07% de los votos).45 LaConstitución de 1925 –calificada general-mente como “la más democrática de la his-toria de Chile”– fue, pues, aprobada pormenos del 50% de los votantes potenciales,pero con el apoyo decisivo de los militares,que expresaron con sutileza la amenaza deuna nueva intervención.

Con algunas reformas, dicho texto cons-titucional sobrevivió hasta septiembre de1973,46 cuando una nueva irrupción de lasFuerzas Armadas –la más violenta y de ma-yores consecuencias– la echó por tierra, arras-trando junto con ella al frágil “Estado decompromiso” que tanto enorgullecía a la cla-se política y buena parte de la ciudadanía.

Nuevamente el poder constituyentede las armas: la Constitución dictatorialy neoliberal de 1980

Las condiciones y la forma en quefue elaborada y aprobada la Constituciónde Pinochet en 1980 son ampliamenteconocidas. Chile vivía los años más durosde la más dura dictadura militar. Un ré-gimen de terror mantenía al país someti-do a la cúpula castrista y empresarial quese encontraba implementando un pro-yecto de sociedad y economía neoliberalextremo. La ciudadanía carecía de lascondiciones mínimas para debatir y ma-nifestar libremente sus ideas y preferen-cias. Miles de opositores habían sido ase-sinados, encarcelados, torturados oexiliados. No existía libertad de prensa,derecho de reunión ni de asociación paralos opositores; los registros electoraleshabían sido quemados por los militaresgolpistas; el estado de emergencia regía

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en todo el territorio nacional y el “recesopolítico” o prohibición de funcionamien-to de los partidos políticos se prolongabadesde el mismo día del sangriento derroca-miento del presidente Salvador Allende.

Desde 1973 la dictadura militar, ha-bía venido preparando su proyecto consti-tucional. Pocos días después del golpe deEstado, la Junta Militar de Gobierno ha-bía creado una Comisión de Estudio oComisión Constituyente encabezada porel ex ministro Enrique Ortúzar del dere-chista ex presidente Jorge Alessandri Ro-dríguez. Durante cinco años este grupo tra-bajó en un anteproyecto constitucional,siguiendo las orientaciones del gobierno defacto.47 En noviembre de 1977 el dictadorPinochet entregó a Ortúzar instruccionesescritas por su ministra de Justicia MónicaMadariaga y por Jaime Guzmán, principalideólogo del régimen, para que elaborara

un proyecto de Constitución de acuerdocon los planes del gobierno militar. Al cabode casi un año de trabajo, la ComisiónConstituyente produjo el texto que la pre-sidencia esperaba, de modo que el 31 deoctubre de 1978, Pinochet pidió formal-mente al Consejo de Estado que comenza-ra a analizarlo. Al término de ese estudio, el26 de junio de 1980, 12 días antes de lafecha fijada para que el Consejo de Estadopresidido por el ex presidente Jorge Ales-sandri entregara oficialmente el proyectode nueva Constitución, el gobierno formóun grupo de trabajo encargado de revisar-lo a cuya cabeza quedó la ministra MónicaMadariaga. La ministra y cuatro auditoresmilitares más algunos invitados ocasionales,realizaron un trabajo sigiloso e intenso dan-do lugar a 175 cambios que reflejaron lascontradicciones y debates en el seno delbloque dominante.48

Última marchade la UP, 4 deseptiembre de 1973.

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El texto corregido fue remitido ofi-cialmente el 8 de julio por el Consejo deEstado a la Junta de Gobierno, luego fueanalizado durante algunas semanas porjuristas y algunos miembros del cenáculoen el poder, y el 10 de agosto de 1980 seaprobó la versión final. Todas las delibera-ciones fueron secretas. El 11 de agosto, elgobierno de la dictadura anunció por lacadena nacional de radio y televisión queen un plazo de 30 días se realizaría un ple-biscito para aprobar o rechazar la nuevaConstitución.49

El debate ciudadano se realizó en lascondiciones que imperaban desde 1973 yque pueden sintetizarse en la vigencia entodo el país del estado de emergencia, elreceso político, el control gubernamentalde las publicaciones, un clima de terror ge-neralizado y, como ha sido señalado por uncientista político norteamericano, “sin al-ternativas para los votantes, sin el claro es-tablecimiento de las consecuencias jurídi-cas de una derrota y, lo más significativopara la oposición, sin registros electoralesy sin supervisión ni recuento electoral in-dependiente”.50 Aunque el gobierno au-torizó la realización de un meeting oposi-tor encabezado por el ex presidentedemocratacristiano Eduardo Frei Mon-talva (que luego de apoyar el golpe de Es-tado se había pasado a las filas de la opo-sición), otras manifestaciones contrariasal régimen fueron prohibidas y las fuer-zas oficialistas pusieron todos los recur-sos que les daba su dominio total del apa-rato de Estado y un amplio control de losmedios de comunicación al servicio de lacampaña por la aprobación (el voto “Sí”)de la nueva Constitución.51

Los resultados oficiales del plebiscitoorganizado por la dictadura según el prin-cipio de gobierno interior, esto es, a través

de los intendentes, gobernadores y alcal-des nombrados por el gobierno, fueron lossiguientes: votos por el “Sí” a la nueva Cons-titución, 4,204,879 (67.04%); por el “No”(rechazo); 1,893,420 (30.19%); nulos,173,569 (2.77%)52.

La oposición denunció todo tipo defraudes e irregularidades. En el 39.7%de las mesas controladas por sus volun-tarios se detectaron irregularidades,llegando a precisarse posteriormenteque, en al menos nueve provincias (To-copilla, Chañaral, Linares, Cauquenes,Huasco, Choapa, Valparaíso, San Anto-nio y Malleco) había “votado” más del100% de la población.53 Cinco años mástarde, el sociólogo Eduardo Hamuy(“padre” de las encuestas de opinión enChile) informó que un equipo de 660voluntarios había observado los votos ylos recuentos del plebiscito de 1980 en981 mesas electorales escogidas al azaren el Gran Santiago (alrededor de 10%de las 10,522 mesas en 170 locales devotación), registrando cinco tipos de frau-des o irregularidades: recuento erróneode votos (contabilización de votos “No” ynulos como blancos o “Sí”, o anulaciónde votos “No”); inconsistencias entre elnúmero de votos contados y el númerode firmas de votantes registrados (votan-tes excesivos o faltantes); recuentos nopúblicos; personas que votaron más deuna vez; y una categoría de diversas irre-gularidades. Aunque Hamuy no pudocuantificar la magnitud exacta del frau-de, estimó que, a partir del 39.7% de lasmesas donde se cometieron irregularida-des, era legítimo suponer que sin fraudeselectorales el resultado del plebiscito ha-bría sido contrario al gobierno en el GranSantiago, concluyendo que estaba “pro-babilísticamente justificado dudar de la

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legitimidad de la Constitución de 1980 eincluso negarla”.54

En un penetrante estudio sobre la gé-nesis, contenidos y efectos de esta Cartaconstitucional, el cientista político norte-americano Robert Barros emite un certe-ro juicio que nos permite concluir estepunto:

Tanto en sus orígenes como en suforma de ratificación, la Constitu-ción de 1980 aparece nada másque como una imposición a la fuer-za, un acto coercitivo, que, deacuerdo a los principios del dere-cho público, era jurídicamentenulo y vacío. Desde esta perspecti-va, su validez no era diferente quela de cualquier otro decreto ley; laConstitución era de facto; y su efi-cacia práctica, una función exclu-siva de las relaciones de fuerza quela sostenían. Al momento de supromulgación, aparecía como unmero mecanismo de prolongacióndel régimen militar y, dada la pro-pensión del régimen a organizarplebiscitos bajo sus propios térmi-nos, esta carta fundamental pare-cía presagiar dieciséis años más derégimen militar. El texto perma-nente, por ende, era meramentenominal, dado que era ineficaz;mientras que las disposiciones tran-sitorias, la constitución efectiva,hacían que la Constitución en símisma fuera semántica porque solocodificaba el monopolio del poderexistente.55

Conclusión

Este rápido recorrido histórico prue-ba que en Chile nunca se ha desarrolladoun proceso constituyente democrático. To-dos los textos constitucionales han sido ela-borados y aprobados por pequeñas mino-rías, en contextos de ciudadanía restringida(como ocurrió con algunas variantes en elsiglo XIX) o como resultado de imposicio-nes de la fuerza armada (como sucedió du-rante ese mismo siglo e invariablementeen el siglo XX). Las tres cartas principales(1833, 1925 y 1980) tuvieron como par-teras a las Fuerzas Armadas que, actuandocomo “garantes” del Estado y del ordensocial, pusieron sus fusiles y cañones parainclinar la balanza a favor de determina-das soluciones constitucionales propicia-das por facciones social y políticamenteminoritarias. Los momentos de refunda-ción del Estado y de la sociedad políticaen Chile han tenido siempre ese mismorasgo. Incluso ciertas coyunturas históri-cas en las que no se desarrolló un procesoconstituyente sino una mera reinterpreta-ción constitucional –como la lectura par-lamentarista de la Constitución presiden-cialista de 1833 a partir de 1891– tambiénfueron el fruto de la “crítica de las armas”.Las evidencias históricas demuestran quelas Constituciones chilenas han surgido dela imposición militar y de maniobras, ge-neralmente combinadas con el uso de lafuerza armada, de los grupos hegemóni-cos de las clases dominantes y de la clasepolítica (civil y militar). Exceptuando al-gunas tentativas abortadas, como la“Constituyente chica” de 1925, la ciuda-danía ha sido casi siempre un espectadoro un actor secundario que, a lo sumo, hasido convocado a última hora por los gru-pos en el poder para respaldar o plebiscitar

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proyectos constitucionales preparados si-gilosamente, pero nunca para participaractivamente en su generación.

No obstante, en los últimos años sehan manifestado síntomas de un progresi-vo malestar popular que se relaciona, enuna de sus expresiones más propositivas, conla idea de generar democráticamente unanueva carta constitucional. Las reformasconstitucionales acordadas hacia finales delgobierno de Ricardo Lagos entre las cúpu-las partidarias, sin participación de la ciu-dadanía, dejaron intactas las bases funda-mentales de la Constitución de 1980.56 Eldescontento ha ido in crescendo. Personasde variada condición comenzaron a orga-nizarse y movilizarse para proponer un pro-ceso constituyente verdaderamente demo-crático. El 21 de julio de 2007 se presentópúblicamente en Santiago el movimiento“Ciudadanos por una Asamblea Constitu-yente”, encabezado por el abogado de De-rechos Humanos Roberto Garretón y el so-ciólogo Gustavo Ruz. En su Comité deIniciativa, figuran personalidades como exjuez Juan Guzmán Tapia, el ex canciller En-rique Silva Cimma y el ex ministro JacquesChonchol. Durante algunos años este mo-vimiento organizó en varias ciudades con-ferencias, debates y otras iniciativas desti-nadas a difundir su propuesta.57

Su convocatoria fue creciendo siste-máticamente hasta comienzos del año2010: numerosas organizaciones sociales,grupos de izquierda extra parlamentaria,personalidades de distintos ámbitos y unnúcleo no despreciable de parlamentariosde la Concertación de Partidos por la De-mocracia (o disidentes de dicha coalición),se pronunciaron a favor de una AsambleaConstituyente. Pero la elección a la presi-dencia de la República de Sebastián Piñe-ra, candidato de la derecha clásica cuya

principal base política de apoyo son los sec-tores que promovieron y sostuvieron la dic-tadura de Pinochet, incidió negativamen-te, provocando un reflujo de estemovimiento. El terremoto de finales de fe-brero del mismo año y otros factores con-tribuyeron durante algunos meses a acen-tuar el retroceso de los movimientospopulares y con ello de la demanda deAsamblea Constituyente. Pero desde co-mienzos de 2011, el poderoso despertarde los movimientos sociales, cuyos hitosmás importantes han sido la protesta ypetitorio de la Asamblea Ciudadana de laRegión de Magallanes; la permanencia delmovimiento mapuche tras sus reclamacio-nes de tierras, libertad para sus presos po-líticos, reconocimiento de su identidad yautonomía; las protestas ciudadanas entodo el país contra el mega proyecto Hi-droaysén; el gigantesco y persistente mo-vimiento nacional por la educación públi-ca; el paro y protesta de la ciudad minerade Calama, y la huelga general de los tra-bajadores del cobre, ha instalado la deman-da por una Asamblea Constituyente concreciente fuerza en variados sectores de lasociedad chilena. Así, por ejemplo, el mo-vimiento de estudiantes secundarios, halevantado junto a sus reivindicaciones sec-toriales las exigencias de renacionalizacióndel cobre, reforma tributaria y convoca-toria a una Asamblea Constituyente.

Aunque es claro que estos movimien-tos ciudadanos y populares aún no tie-nen la fuerza suficiente para imponerleal establishment político la convocatoriaa una Constituyente, es altamente pro-bable que esta demanda siga creciendoen los tiempos que vienen. Si se lograraconcretar la aspiración de elegir unaAsamblea Constituyente como resulta-do de un amplio e informado debate

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democrático ciudadano, significaría quepor primera vez en Chile se empezaría ahacer y escribir otra historia, una historiade ciudadanía activa y efectiva.

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NOTAS

1 Un desarrollo de estos temas en Sergio GrezToso, De la “regeneración del pueblo” a la huel-ga general. Génesis y evolución histórica del mo-vimiento popular en Chile (1810-1890). San-tiago, 2ª ed., RIL Editores, 2007, pp.233-248.

2 Jaime Eyzaguirre, Historia de las institucio-nes políticas y sociales de Chile, EditorialUniversitaria, Santiago, 1992, p. 63.

3 Ibíd, p. 64.4 Los textos de los Reglamentos Constitucio-

nales de 1811, 1812 y 1814 están disponi-bles en la página web de la Biblioteca delCongreso Nacional: http://www.bcn.cl/eci-vica/histcons

5 Eyzaguirre, ob. cit., p. 71, 72.6 Ibíd., p. 72.7 Ibíd., p. 73.8 Gabriel Salazar, Construcción de Estado en

Chile (1760-1860). Democracia de los “pue-blos”. Militarismo ciudadano. Golpismo oli-gárquico, Editorial Sudamericana, Santiago,2005, pp. 192, 193.

9 Ibíd, p. 193. Las cursivas son del original.10 Ibíd, pp. 209-222.11 Véase: http://www.bcn.cl/ecivica/histcons;

http://www.educarchile.cl/integracion/nuestrosmomentosNuestrosMomentos_Hitos.asp?periodo=41752&ano=1826

12 Ibíd, pp. 322-327.13 Eyzaguirre, ob. cit., p.. 77.14 Esta última fórmula fue acuñada por el his-

toriador conservador Alberto Edwards enLa fronda aristocrática en Chile, ImprentaNacional, Santiago, 1928.

15 Eyzaguirre, op. cit., pp. 97-100; FernandoCampos Harriet, Historia Constitucional deChile, Editorial Jurídica de Chile, Santia-go, 1983, pp. 356-358.

16 Salazar, ob. cit., p. 378.17 Constitución de la República de Chile jura-

da y promulgada el 25 de mayo de 1833,Imprenta de la Opinión, Santiago, 1833.Posteriormente, mediante una ley comple-mentaria se estableció que para gozar de de-recho a voto, los ciudadanos debían poseer“una propiedad inmueble de diez mil pesos,

o un capital en giro de dos mil”, prohibien-do expresamente que fueran calificadoscomo electores los soldados, cabos y sar-gentos del ejército permanente y los jorna-leros y peones gañanes. Rafael SotomayorValdés, Historia de Chile bajo el gobierno delgeneral D. Joaquín Prieto, 2ª ed., vol. I, Im-prenta y Litografía Esmeralda, Santiago,1900, pp. 270, 271.

18 Campos Harriet, ob. cit., pp. 363 y 364.Entre los análisis críticos de la Constitu-ción de 1833 conviene destacar: Julio Cé-sar Jobet, Ensayo crítico del desarrollo econó-mico-social de Chile, Editorial Universitaria,Santiago, 1955, pp. 33-35; Sergio Villalo-bos R., Portales, una falsificación histórica,Editorial Universitaria, Santiago, 1982, pp.107-112.

19 Hacia finales de 1858 los liberales inten-taron crear opinión pública a favor de laconvocatoria a una Asamblea Constituyen-te. Para ello fundaron clubs políticos y pe-riódicos en Santiago, Valparaíso, San Feli-pe, Talca, Concepción, Los Ángeles, LaSerena, Caldera y Copiapó. Pero sus es-fuerzos fueron anulados por las medidasautoritarias adoptadas por el gobierno deManuel Montt, que decretó el estado desitio el 12 de diciembre, cerró los centrosopositores y encarceló a las principales fi-guras del liberalismo. El Club de la Uniónde Santiago y el periódico La AsambleaConstituyente fueron los principales blan-cos de la represión gubernamental. Ben-jamín Vicuña Mackenna, Isidoro Errázu-riz, Ángel Custodio Gallo y los hermanosManuel Antonio y Guillermo Matta, en-tre otros, fueron encarcelados y sometidosa proceso por sedición. Poco después losopositores se alzaron en armas, pero al cabode unos meses de combates su “Revolu-ción Constituyente” fue aplastada por elgobierno. Pedro Pablo Figueroa, La Revo-lución Constituyente (1858-1859), Impren-ta Victoria, Santiago, 1889; Luis Vitale,Interpretación marxista de la historia de Chile,2ª ed., tomo III, Santiago, Prensa Lati-noamericana, 1973, pps. 249-287; Grez,ob. cit., pp. 401-438.

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20 Sobre el proyecto populista alessandrista,véase, Julio Pinto y Verónica Valdivia: ¿Re-volución proletaria o querida chusma? Socia-lismo y Alessandrismo en la pugna por la po-litización pampina (1911-1932), LomEdiciones, Santiago, 2001; Sergio GrezToso: “El escarpado camino hacia la legis-lación social: debates, contradicciones y en-crucijadas en el movimiento obrero y po-pular (Chile: 1901-1924)”, en Cuadernosde Historia, diciembre de 2001, Santiago,pp. 160-178; y “¿Autonomía o escudo pro-tector? El movimiento obrero y popular ylos mecanismos de conciliación y arbitraje(Chile, 1900-1924)”, en Historia, vol. 35,Santiago 2002, pp. 138-149.

21 “La formación del Comité Obrero Nacio-nal”, Justicia, Santiago, 27 de enero de 1925.

22 Salvador Barra Woll, “Nuestros puntos devista. La Constituyente y sus bases”, Justicia,Santiago, 29 de enero de 1925.

23 “Asamblea Constituyente de Obreros e Inte-lectuales”, Justicia, Santiago, 8 de marzo de1925.

24 “El nuevo gobierno del país. Las bases delpróximo Congreso Constituyente de Asa-lariados e Intelectuales”, Justicia, Santiago,1º de febrero de 1925.

25 Ibid. La pretensión del Partido Comunistade asegurar una cuota de cuatro represen-tantes de sus filas en la “Constituyente chi-ca”, fue rechazada por la mayoría de los in-tegrantes del Comité Obrero Nacional queadujeron que dicho partido ya estaba re-presentado a través de los delegados de laFederación Obrera de Chile. Esta decisiónmotivó el retiro del representante comu-nista del Comité Obrero Nacional y la acu-sación en contra de ese organismo de darespacio a “elementos de partidos burgue-ses”. “Las actividades obreras alrededor delmovimiento militar”, Justicia, Santiago, 5de febrero de 1925; “Actividades del Co-mité Ejecutivo Nacional”, Justicia, Santia-go, 9 de febrero de 1925.

26 “La delegación del Comité Obrero Nacio-nal”, Justicia, Santiago, 16 de febrero de1925; “Lota. Ecos de la jira hecha por el Co-mité Nacional Obrero”, Justicia, Santiago, 21

de febrero de 1925. En algunas provinciascomo, por ejemplo, en Llanquihue, se efec-tuaron convenciones regionales pro-Asam-blea Constituyente. “La Gran asamblea deanoche de obreros e intelectuales. Se for-ma el Comité Obrero Rejional”, La Jorna-da Comunista, Valdivia, 13 de febrero de1925; “La Convención regional de Llan-quihue pro-Asamblea Constituyente”, LaJornada Comunista, Valdivia, 19 de febrerode 1925.

27 Rossel había sido nombrado por la Juntade Gobierno militar como miembro oficial dela comisión de festejos en honor al presi-dente Alessandri con motivo de su retornoal país. “Asamblea Constituyente de obre-ros e intelectuales”, Justicia, Santiago, 10de marzo de 1925.

28 Ibíd; “Asamblea Constituyente de obrerose intelectuales”, Justicia, Santiago, 12 demarzo de 1925; “El grandioso triunfo delComunismo en la Asamblea Obrera e In-telectual” y “El Congreso Constituyente deObreros e Intelectuales pone fin a sus la-bores el Miércoles en la noche”, Justicia, 13de marzo de 1925; Carlos Contreras La-barca: “Una polémica que debe terminar”,Justicia, Santiago, 17 de marzo de 1925;“La opinión de ‘El Mercurio’ sobre la ac-tuación que cupo a los trabajadores”, Justi-cia, Santiago, 18 de marzo de 1925. “¡Alertacomunista!”, Justicia, Santiago, 28 de mar-zo de 1925.

29 “Principios constitucionales de la Repúblicade Chile. Aprobados por la Asamblea deobreros e Intelectuales”, Justicia, Santiago,14 de marzo de 1925; “Principios porquedebe luchar el proletariado en las eleccio-nes para la Constituyente. Aprobados en elCongreso de Asalariados e Intelectuales ce-lebrado en Santiago el 8 de marzo de1925”, La Jornada Comunista, Valdivia, 4de junio de 1925.

30 Manuel A. Silva R.: “El Congreso de asala-riados y los debates doctrinarios. La Cáma-ra Funcional gremial a base gremial”, Justi-cia, Santiago, 22 de marzo de 1925.

31 Gabriel Salazar V., “Movimiento social y cons-trucción de Estado: la Asamblea Constituyente

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popular de 1925”, Documentos de Traba-jo, Nº133, Centro de Estudios Sociales yEducación SUR, Santiago, noviembre de1992, p. 15.

32 Arturo Alessandri Palma, Recuerdos de go-bierno, tomo II, Editorial Nascimento, San-tiago, 1967, pp. 167-163; Gonzalo Vial,Historia de Chile (1891-1973), vol. III,Empresa Editora Zig-Zag S.A., Santiago,2001, pp. 536, 537. Es importante destacarque casi todos los dirigentes sociales mili-taban en algún partido político: CarlosContreras Labarca, Víctor L. Cruz y Ma-nuel Hidalgo eran destacados líderes delPartido Comunista; Fernando García Ol-dini y Onofre Avendaño eran dirigentes delPartido Democrático.

33 Alessandri, ob. cit., p. 173.34 Vial, ob. cit., vol. III, p., 537.35 El Presidente Alessandri y su gobierno, Im-

prenta Guttenberg, Santiago, 1926, pp.351.

36 “Sobre la Constituyente”, Justicia, Santia-go, 30 de marzo de 1925.

37 Alessandri, ob. cit., tomo II, p. 173. Sobrelas razones que motivaron el cambio de po-sición de Alessandri respecto de la formacómo debía gestarse la nueva Constitución,véase también, Vial, ob. cit., vol. III, pp.532-536.

38 Alessandri, ob. cit., tomo II, pp. 177, 178.En realidad, el único miembro de la “Cons-tituyente chica” que participó en la únicacomisión gubernamental que funcionó, fueel comunista Manuel Hidalgo. Ignoramossi el demócrata Nolasco Cárdenas, que tam-bién fue invitado a formar parte de ella,había participado en la Asamblea de Asala-riados e Intelectuales.

39 Salazar, “Movimiento social…”, ob. cit., p.15. Sobre la “Cámara funcional” como al-ternativa a las “Cámaras políticas”, véaseManuel A. Silva R., “El Congreso de losAsalariados y los debates doctrinarios. LaCámara funcional a base gremial”, Justicia,Santiago, 22 de marzo de 1925.

40 Alessandri, ob. cit., tomo II, p. 229.41 Felipe Portales, Los mitos de la democracia

chilena, vol. II. Desde 1925 a 1938, San-

tiago, Catalonia, 2010, 34-39, Alessandri,ob. cit., tomo II, pp. 189-242.

42 Portales, Ibíd.; Vial, ob. cit., vol. III, pp.539-546; Alessandri, ob. cit., tomo II, pp.228, 229.

43 Vial, ob. cit., tomo III, p. 546. Las cursivascorresponden a destacados o cursivas en eloriginal.

44 Alessandri, ob. cit., tomo II, p. 235, 236.45 Vial, ob. cit., tomo III, p. 548.46 El texto íntegro de la Constitución de 1925,

con indicación de las reformas que sufrió pos-teriormente se encuentra en: http://www.leychile.cl/Navegar? idNorma=131386

47 Al cabo de algunos años, los únicos elemen-tos que no eran totalmente dóciles al go-bierno dejaron de integrar esta comisión:Alejandro Silva Bascuñán y Enrique Evansabandonaron la comisión, molestos por lalentitud de su trabajo y por su oposición aldecreto ley de disolución de los partidospolíticos; más tarde, Jorge Ovalle fue sepa-rado del grupo al ser objetado por Pino-chet por su cercanía con el general Leigh, yen 1979 falleció el ex rector de la Universi-dad de Chile, Juvenal Hernández. AscanioCavallo, Manuel Salazar y Óscar Sepúlve-da: La historia oculta del régimen militar.Memoria de una época 1973-1988, 2ª ed.,Editorial Randomhouse-Mondadori, MitosBolsillo, Santiago, 2004, pp. 425-427.

48 Ob. cit., pp. 426-441. Poco tiempo después,Jorge Alessandri, profundamente irritadoporque sus propuestas de relativa liberali-zación del régimen no fueron tomadas encuenta, renunció a su cargo de presidentedel Consejo de Estado, pero no manifestópúblicamente su malestar y no se atrevió a“cruzar el Rubicón” que lo hubiera llevadoa formar parte de la oposición moderada,como se lo sugerían algunos dirigentes de-mocratacristianos. Cavallo, Salazar y Sepúl-veda, ob. cit., pp. 442, 443, 447 y 448.

49 Ob. cit., pp. 440, 441.50 Robert Barros: La junta militar, Pinochet y

la Constitución de 1980, Editorial Sudame-ricana, Santiago, 2005, pp. 411, 412.

51 Cavallo, Salazar y Sepúlveda: ob. cit., pp.444- 456.

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52 Ibíd, p. 455.53 Ibíd, pp. 456, 457 y 852.54 Citado en Barros, ob. cit., p. 255. Las cur-

sivas son del autor.55 Ramos, op. cit., p. 212.56 El “texto refundido, coordinado y sistema-

tizado” de la Constitución de 1980, que

EL AUTOR

Sergio Grez Toso, Dr. en Historia de laEscuela de Altos Estudios en Ciencias Socia-les de París. Desde 1992 se ha desempeña-do como profesor en distintas universidades einstituciones académicas chilenas. Entre 1994y 1997 fue investigador del Centro de Investi-gaciones Diego Barros Arana de la BibliotecaNacional de Santiago de Chile. Entre noviem-bre de 1997 y febrero de 2010 ocupó el cargode director del Museo Nacional Benjamín Vi-cuña Mackenna (Santiago). Entre marzo de2005 y marzo de 2009 fue director del Magís-ter en Historia y Ciencias Sociales de la Uni-versidad ARCIS. Actualmente es profesor dejornada completa del Departamento de Cien-cias Históricas de la Universidad de Chile yCoordinador del Doctorado en Historia de laFacultad de Filosofía y Humanidades de lamisma casa de estudios. Su obra historiográ-fica está centrada en el estudio del movi-

lleva la firma de Ricardo Lagos y sus minis-tros con fecha 17 de septiembre de 2005,se encuentra disponible en: http://www.leychile.clNavegar?idNorma=242302

57 Informaciones sobre este movimiento en:http://chilenosconstituyente. blogspot.com

miento popular y la “cuestión social” en Chi-le. Sus libros son: La “cuestión social” enChile. Ideas y debates precursores (1804-1903) (Santiago, DIBAM, 1995); De la “rege-neración del pueblo” a la huelga general.Génesis y evolución histórica del movimien-to popular en Chile (1810-1890) (Santiago,DIBAM, 1998, 1ª ed.; Santiago, RIL Editores,2007, 2ª ed.); Los anarquistas y el movimien-to obrero. La alborada de “la Idea” en Chile(1893-1915) (Santiago, Lom Ediciones,2007); Magno Espinoza. La pasión por elcomunismo libertario (Santiago, Editorial dela Universidad de Santiago de Chile, 2011);Historia del comunismo en Chile. La era deRecabarren (1912-1924), Santiago, Lom Edi-ciones, 2011. Además es autor de numero-sos artículos y capítulos de libro publicadosen diversos países.

E-mail:[email protected]

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La publicación de El sueño del celta, lamás reciente novela de Mario Vargas Llo-sa, coincidió con el otorgamiento a este delPremio Nobel de Literatura (2010). Felizconcurrencia.

En esta novela Vargas Llosa recurre,una vez más, a la historia como fuentenarrativa. Se trata, en efecto, de la biogra-fía novelada de un personaje que no soloes histórico, en razón de la importancia his-tórica de sus actuaciones en la vida real,sino que su vida fue, además, realmentenovelesca.

Roger Casement, figura central de lanovela, fue un irlandés que vivió entre 1864y 1916, cuando fue cumplida la sentenciade muerte a que había sido condenado porun tribunal británico, acusado, entre otrascosas, de traición a la patria, agravada porel hecho de haberla cometido en tiempode guerra. En ese lapso relativamente cor-to de su vida Casement realizó una serie deactividades que, por su carácter, bien pue-den calificarse de hazañas, y le reportaronun inmenso prestigio, dadas las dificultadespara realizarlas y la importancia mundialde tales realizaciones, al punto de que die-ron motivo para que el gobierno inglés le

hiciera un merecido reconocimiento, in-cluidas la concesión de un título de nobleza.No obstante lo cual, aquel prestigio gana-do a lo largo de muchos años de labor, conparticularidad en el campo diplomático,paradójicamente se vino debajo de formaaparatosa en dos o tres meses, hasta con-vertirlo en un ser furibundamente aborre-cido y despreciado.

Casement fue, en la vida real, autor,por encargo del gobierno británico, de sen-dos informes sobre la vil explotación de losnegros del Congo por la monarquía colo-nialista belga, y de los indígenas de la Ama-zonía peruana por las empresas extractorasde caucho, sometidos a un régimen vilmen-te esclavista, de una brutalidad y de unaalevosía que todavía hoy, a muchos años delos sucesos que narra la novela, enmarca-dos en las dos primeras décadas del siglo XX,causan indignación y estupor aun en loslectores más insensibles o indiferentes.Ambos informes tuvieron una repercusiónmundial, y aunque no lograron su objetivoprimordial de cambiar radicalmente lascosas, quedaron como vibrantes denunciasdel colonialismo.

Un hecho en la vida de Casement queen la novela cobra particular interés, escómo aquellas experiencias produjeron en

Se trata de un ensayo sobre la obra El sueño del celta de MarioVargas Llosa. Se hace un análisis de la novela, sus personajes y laspersonas y eventos de la vida real que sirvieron de base al libro.

Palabras clave: Vargas Llosa, El sueño del celta, novela, historia,explotación, colonialismo, personajes, planos narrativos.

Mario Vargas LlosaALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ

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él un cambio absoluto de pensamiento yacción, al despertar su conciencia acerca delas vilezas del colonialismo y convertirlo enun ardiente y radical combatiente por laindependencia de su Irlanda natal, lo quelo llevó a enfrentarse con valentía a la In-glaterra imperial, a la cual, sin embargo,había servido con ejemplar dedicación ypericia.

Su amor a la patria irlandesa y suodio al colonialismo indujo a Casementa cometer un grave error, el aliarse con Ale-mania contra Inglaterra, durante la Pri-mera Guerra Mundial, convencido de quela derrota de la Gran Bretaña por Alema-nia era la vía más segura para la ansiadaindependencia de Irlanda. Esto dio ori-gen a que, fracasados los planes militaresque había concebido con los alemanes,fuese hecho prisionero por los ingleses,sometido a juicio por traición y condena-do a morir en la horca.

La manera como Vargas Llosa enfocala vida y acción de Casement permite ob-servar que, paralelamente a la denuncia quehace el personaje sobre las atrocidades delcolonialismo y la explotación de los negrosafricanos y los indígenas del Perú, la mismanovela se erige hoy día como una nuevaacusación de aquellos hechos, válida en tan-to que, si bien la realidad actual no esidéntica a la que se muestra en la novela,de todos modos las circunstancias no hanvariado radicalmente, y aún se practicanmétodos de explotación cercanos a la másabominable esclavitud.

No menos importante es el hecho deque esta novela contiene un inquietantemuestrario de la perversidad de que es ca-paz el ser humano. Paralelamente se da enella también un testimonio de la lucha delhombre por la libertad, y de cómo esta al-canza, según dijera José Carlos Mariátegui,

el valor de uno de los grandes y eternosmitos universales.

II

El sueño del celta no ofrece mayoresaportaciones al arte de novelar. Su estruc-tura, podría decirse, se corresponde con loque hoy ya es rutinario en ese punto. Unode sus mayores atractivos está en el juiciosomanejo de los planos temporales, dentro deuna concepción y una técnica puestas enpráctica sobre todo por los narradores delboom, uno de los cuales, y de los más cons-picuos, es precisamente Vargas Llosa.

La novela se va desarrollando, median-te la técnica de la alternancia o del contra-punto, entre lo que podría verse como laactualidad para el narrador, y el pasadocorrespondiente a diversos momentos en lavida del protagonista.

En un primer plano narrativo se vamostrando, de forma sucesiva, la vida delpersonaje en la prisión donde aguarda,al mismo tiempo, la hora de su ejecución yel resultado de su solicitud de indulto o con-mutación de sentencia. Curiosamente, elmayor dramatismo en la vida del personajeen esta parte de la novela no está, comopareciera lógico, en la espera angustiosa dela muerte que se presiente segura y a plazofijo, sino en la expectativa ante la solicitudde clemencia. Esta había contado con elrespaldo de numerosas personalidades detodo el mundo, entre ellas George BernardShaw, y hasta el presidente Wilson, de losEstados Unidos, había prometido interce-der ante el gobierno británico, sin que, porcierto, quede claro en el texto si cumplió ono su promesa.

Los episodios de este primer planose van alternando con los del pasado delprotagonista, su viaje tempranero, como

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simple aventura, al África; su presencia,sobre todo, en el Congo colonizado por losbelgas, encargado por el gobierno británi-co de levantar un informe sobre las atroci-dades a que eran sometidos los nativos con-goleses por los enviados de la monarquíabelga, bajo el reinado de Leopoldo II, quienpretendía justificar su presencia en la colo-nia africana con el pretexto de que el pro-pósito era llevar la civilización a aquellospueblos primitivos, cuando en realidad setrataba de la explotación, en mucho irra-cional, del látex que abundaba en la selvacongoleña.

Lo mismo ocurre con el viaje de Case-ment a la Amazonía peruana, de nuevo conel encargo del gobierno inglés de un infor-me sobre el trato ignominioso que los cau-cheros de la compañía del siniestro Julio C.Arana le daba a los indígenas.

III

Particular interés tiene en esta novelala maestría con que Vargas Llosa describea sus personajes. Por ser una novela histó-rica, saca a sus actuantes de la realidad co-rrespondiente al lapso que corre de 1903a 1916. Sin embargo, una vez más se poneen evidencia que, cuando se trata de no-velas de alto nivel cualitativo, una cosa sonlas personas reales que sirven de referen-tes a los personajes novelescos, y otra estosmismos.

Es decir, los personajes de El sueño delcelta, aunque responden con toda precisióna seres reales y figuran con sus propios nom-bres, pero son las creaciones de Vargas Llo-sa, elaboración por él con gran cuidado.Particularmente el protagonista, RogerCasement. No hay duda de que la personareal, una vez descubierta, despertó en elnovelista primero una gran curiosidad, que

luego trascendió a un especial afecto. Elescritor no disimula el atractivo que la per-sona y sus hazañas despiertan en él, al mar-gen de su realidad, de sus virtudes y defec-tos. De suerte que al construir, sobre esabase real, su personaje, no puede menos quetrasmitir al lector su simpatía.

Tal simpatía se mantiene aun en el fi-nal, cuando la imagen del admirado héroe,del esforzado irlandés que realiza la vibran-te denuncia de las atrocidades del colonia-lismo, cae al extremo opuesto, y trasmutaen un sujeto odiado y escarnecido por todoel mundo, acusado de uno de los delitosmás repugnantes como es el de traición a lapatria –aunque irlandés de nacimiento,Casement era ciudadano británico, en vir-tud de ser entonces Irlanda colonia ingle-sa–, agravado por la condición de homo-sexual, ejercida, aparentemente, con ciertogrado de depravación, en tiempos en queen Irlanda, y en general en Inglaterra, talconducta despertaba un rechazo virulen-to, y en que la homosexualidad, en el mun-do entero, era un atroz desprestigio. Todoello agravado aun por el hecho de que Ca-sement no hacía nada por disimular su con-dición homosexual, y aun podría verse enél cierta tendencia a hacer alarde de ello.

IV

El sueño del celta se inscribe, comonovela, dentro del concepto de lo real ma-ravilloso que Alejo Carpentier definió congran precisión. No hay en ella, ciertamen-te, nada fantasioso o inventado por el no-velista. Este se ciñó en todo momento a laveracidad de los hechos, reconstruidos mi-nuciosamente a través de una rigurosa in-vestigación, que le llevó largo tiempo. Ycomo se trata de hechos de por sí maravi-llosos, en tanto insólitos, narrados, además,

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con una técnica y un lenguaje adecuados,de todo ello resulta un relato singular, enque el lector, aun a sabiendas de que se tra-ta de sucesos históricamente veraces, tienela certeza de que lee una novela, y por tan-to una obra de ficción.

Esto me lleva a reiterar un plantea-miento que he hecho otras veces, sobrela necesidad de redefinir el concepto deficción literaria. Ya esta no sería sólo pro-ducto de la invención del autor, sino quehabría una ficción que podríamos llamarestilística, es decir, una ficción que, másque provenir de la invención de hechos ypersonajes, se basaría en la manera de con-tar tales hechos, de modo que, sin perderestos, ni los personajes, su empaque ve-raz, produzcan, no obstante, en el lectorel efecto que induce la lectura de un hecho

literario en la cual predomine la invencióno la fantasía del escritor.

Uno de los mayores méritos de estanovela radica en que, aunque narra hechosreales, cuyo desenlace es de antemano co-nocido, o al menos presentido por la ma-yoría de los lectores, el autor logra mante-ner el suspenso.

V

Podría decirse que, de todas novelasescritas y publicadas por Mario Vargas Llo-sa, esta es la menos novelesca. No es unaparadoja. Sin dejar de ser novela, El sueñodel celta, en la misma línea de La guerra delfin del mundo y La fiesta del Chivo, del pro-pio Vargas Llosa, muestra una marcada in-fluencia del periodismo, que él ha ejercido

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en paralelo con su oficio de novelista. Nosería aventurado sugerir que la obra pa-reciera más bien un gran reportaje pe-riodístico en que se narra la vida de unapersona famosa. En ella la minuciosidaden las descripciones de personajes y delugares, o en el relato de determinadosepisodios, así como la inserción frecuen-te de pasajes en los que el narrador emiteopiniones o interpretaciones de los he-chos, parecieran más atribuibles a la pre-tensión de objetividad de un periodistaque a la subjetividad literaria de un no-velista. Lo mismo ocurre con el “Epílo-go”, esencialmente antinovelsco, con queVargas Llosa cierra la novela, en el cual,prescindiendo de todo propósito litera-rio, registra una serie de datos sobre lavida real de Roger Casement. La detalla-da búsqueda realizada antes de escribirel libro, con observación in situ de los lu-gares de África e Hispanoamérica en queocurrieron los sucesos que dan cuerpo ala historia, fue una investigación típi-camente periodística.

Pero, como dije más arriba, el lectorsiente que se trata de una novela, y no deun texto periodístico. Ello se debe a que,aun cuando el autor usa abundantes recur-sos periodísticos, da a los sucesos narrados ya los personajes un tratamiento novelesco.De ahí que, como también ya he señalado,los personajes, por ejemplo, todos absolu-tamente veraces, cuando actúan en la no-vela dejan de ser las personas que en la vidareal les sirven de referentes, y pasan a con-vertirse los personajes de Vargas Llosa. Tras-mutación vedada al periodismo, que nopuede despojar a los personajes ni a los su-cesos narrados de su auténtica catadura,mientras que la novela, para ser tal, necesi-ta dejar a un lado la objetividad real, y asu-mir una subjetividad estética.

EL AUTOR

Destacado intelectual venezolano.Personalidad distinguida de la cultura lati-noamericana, que dirigió durante años laEditorial Monte Ávila.

E-mail:[email protected]@yahoo.com

Cabe decir también que es esta la pri-mera novela de Vargas Llosa en la que elautor descuida, hasta cierto punto y pordecirlo de algún modo, el lenguaje. Lasnovelas de Vargas Llosa siempre se han ca-racterizado, entre otras cosas, por la per-fección formal, en que el lenguaje alcanzaun notable grado de atildamiento. En Elsueño del celta pareciera percibirse lo con-trario, pues sin dejar de ser un texto muybien escrito, en ciertos momentos se echade menos aquella perfección lingüística.Quizás en este caso estemos frente al hechode que Vargas Llosa, al escribir esta novela,se atuvo, conscientemente o no, a su vete-ranía como narrador, y dejó plena libertada su escritura.

En fin, El sueño del celta no es la mejornovela de Mario Vargas Llosa. Pero es unaexcelente novela.

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BASES DEL CONCURSO LITERARIO PARA JÓVENES CAMINO REAL 2011

Objetivo del concurso: Promover el ejercicio del pensamiento y la comunicación de ideas y valores sobreaspectos fundamentales de su realidad social.

Participantes:Jóvenes de 18 a 35 años de edad, residentes en el país y en el extranjero.

Criterios:1. Esta edición del concurso está dedicada al género ensayo. Cada participante podrá presentar un máximo

de dos propuestas. El tema a tratar es “Las luchas por la democracia y verdadera libertad en la RepúblicaDominicana”; el ensayo presentado a concurso debe distinguirse por la sensibilidad ética, estética y laperspectiva crítica con que el autor o la autora lo desarrollan.

2. Los trabajos deben ser originales, no plagiados, no publicados en ningún medio digital ni escrito, y si sellegara a comprobar algún plagio, la Fundación no asumirá la responsabilidad, quedando responsable elautor que sometió la obra.

3. El Jurado considerará el grado de dominio del tema seleccionado, la calidad de la redacción, la ortografíay la composición, así como el grado de creatividad presente en la obra.

4. El ensayo debe ser presentado por escrito (digitado), en letra a tamaño 12 y a doble espacio, en unaextensión mínima de seis (6) páginas y un máximo de quince (15) páginas.

5. Cada ensayo debe presentarse en un original y tres copias. Cada ensayo deberá figurar con una página depresentación que contenga el título del ensayo y el seudónimo de su autor o autora. De figurar algún dato personaldel autor (a) en la página de presentación, el ensayo quedará descalificado. Dentro del sobre principal, en un sobreaparte, cerrado e identificado sólo por el seudónimo y el título del ensayo, debe figurar una hoja con sus datospersonales que contenga: nombre del autor o autora, edad, fecha de nacimiento, número de cédula de identidad,universidad o centro educativo en que estudia (si corresponde), teléfono, dirección electrónica (email) y direcciónresidencial, más un CD, que contenga el ensayo y sus datos. Este sobre principal debe contener todo lo antesmencionado y debe estar sellado e identificado con el título Concurso Literario para jóvenes CaminoReal. Debe entregarlo o enviarlo a la Fundación Juan Bosch, ubicada en la calle Paseo de los Locutores No.43, 2do piso, Ensanche Evaristo Morales, Santo Domingo, D.N.

6. La fecha límite para la entrega de los trabajos será el viernes 30 de septiembre de 2011, a las 4:00 de latarde.

PremiosHabrá un único premio dotado de cincuenta mil pesos (RD$50,000), el diploma oficial del Concurso, la colección de librosdel Centenario del Profesor Juan Bosch y la publicación del ensayo en una edición especial de la revista Camino Real.El jurado podrá otorgar tres Menciones de Honor dotadas de diez mil pesos (RD$10,000), el diploma dereconocimiento y la publicación en la revista Camino Real.El acto de premiación se celebrará en diciembre de 2011.La Fundación Juan Bosch tendrá los derechos de la primera publicación de los ensayos premiados.El jurado del concurso estará compuesto por destacados escritores e intelectuales del país.Para más información diríjase a: Fundación Juan Bosch. Calle Paseo de los Locutores No. 43, Ensanche EvaristoMorales, Santo Domingo, D.N. con los teléfonos.: 809-472-1920/809-472-2805, visite nuestro blog:fundacionjuanbosch.blogspot.com o escriba al correo electrónico: [email protected]

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