Cambio de paradigma en la Teología de la Liberación

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    Cambio de paradigma en la Teologa de la Liberacin?

    Jos Mara Vigil

    En un primer momento aludir a la descripcin externa de la crisis de la TL (1), para entrar luego en su

    interior y ver cules son los cambios concretos en los que se mueve el suelo de la TL (2), con especial

    nfasis en las dimensiones de teologa dogmtica implicadas (3).

    1. La crisis, por fuera

    En primer lugar, est la cada de la produccin de TL. Los telogos escriben poco, serenen poco y se renen pocos, y cuando lo hacen nada dicen pblicamente: se escucha susilencio. El neoliberalismo y la "globalization", siendo como son enemigos de los pobres yestando como estn en pleno auge, no encuentran ahora en los telogos el eco que

    encontraron en la dcada pasada los enemigos de turno de los pobres (las dictadurasmilitares, el capitalismo de entonces...).

    Junto al silencio de los telogos est el silencio al que se han visto reducidos aquellosinnumerables cursos, cursillos, talleres, seminarios de formacin, de actualizacin, deanlisis de la realidad, de renovacin teolgica... que se llevaron a cabo por todo elContinente hace unos aos y que ahora han desaparecido. Tambin observan algunos unasuavizacin de los contenidos teolgicos, que parecieran ser presentados ahora comoexpurgados de los aspectos que suscitaron mayores crticas.

    Otros se fijan, ms que en los telogos, en la base popular de la TL, las comunidadeseclesiales de base, de las que dicen que estn en recesin, que quiz son un tanto elitistas yque no han logrado embeber todo el tejido social...

    Otros sealan que es tambin el lenguaje de la TL lo que ha pasado de moda: que ya no sepuede hablar de imperialismo, ni de revolucin, ni de los pobres como sujetos histricos...Que la TL se apoyaba en un imaginario social revolucionario que qued superado...

    Otros, finalmente, sealan que el silencio actual de la TL no slo es comprensible, sino quees la actitud ms coherente, porque no estamos ya en un tiempo apto para denuncias yproclamaciones profticas, sino para un silencio sapiencial, que hable con la vida sencillay diaria, no con palabras sino con hechos, con el testimonio: No es tiempo de profeca sinode sabidura, dicen.

    Si trascendiendo los mencionados sntomas externos nos adentramos en la situacin internaactual de la TL, se podra hacer un elenco pormenorizado de los cambios que la nueva horadel mundo nos hace sentir.

    2. Los cambios en el nivel de las mediaciones

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    2.1. En la mediacin socioanaltica: la utopa de sociedad.

    La TL, en s misma, no tuvo nunca un modelo propio de sociedad, una receta sociopoltico-ideolgica que proponer como nica y necesaria a la sociedad; lo que s tena y tiene es unautopa cristiana que sirve de orientacin a la hora de hacer avanzar la historia. Sin embargo,

    muchos de los que se sintieron inspirados por la TL o simpatizaron con ella militaronpolticamente en estrategias liberadoras de la izquierda que interpretaron en aquel momentocomo concrecin prctica del espritu de la TL, sin reconocer a veces las no siempre ntidasfronteras1 entre las mediaciones ideolgicas (necesariamente cambiantes segn lascoyunturas sociopolticas) y los postulados teolgicos (permanentes). Ello llev a algunos ala conclusin precipitada de que la crisis de algunas ideologas llevaba aparejada consigo lacrisis de los postulados teolgicos con los que ellos las emparentaban. En todo caso, lacrisis del modelo de sociedad de inspiracin socialista se ver inevitablemente reflejada enla TL, pero lo ser en ms bien en las referencias prcticas, no en sus principios2.

    A medida que avancemos en el tiempo y sigamos paso a paso el pulso del mundo actual,iremos creando, imperceptiblemente, las referencias a las nuevas mediaciones de la utopaque se nos presentan en el horizonte, que hoy habrn de caminar -segn lo que parece- poruna mundializacin otra3, por la resistencia y la lucha contra el signo mayor de nuestrotiempo, el neoliberalismo...

    2.2. En la mediacin socioanaltica: la valoracin analtica de la sociedad actual.

    Se deca desde tiempo atrs que las ciencias sociales estn en crisis. La teora de ladependencia fue abandonada, pero no se logr sustituirla cabalmente por otroinstrumental. Y el vaco que ello produjo contina ah de alguna manera. Por otro lado, losinstrumentos analticos neoliberales ganan terreno y hegemona.

    Desprovistos de un instrumental seguro, nos vemos como obligados a mirar la realidaddesde los anlisis contrarios. Es fcil que empecemos a dudar y que acabemos pensando,con los economistas neoliberales, que quiz la pobreza de los pases pobres no se deba ya ala explotacin4. Nuestros tiempos son medio escpticos sobre las posibilidades de acabarcon la pobreza5: desde la simple mecnica econmica, la pobreza quiz ya no sea evitable -se piensa-, y si no es evitable tampoco ser ya moralmente perversa, ni cabr ante ella ladenuncia proftica, sino un asistencialismo resignadamente silencioso... Y todo ello puedeaparecer ante nosotros como una evidencia de los anlisis sociales, como algosimplemente cientfico, pretendidamente anterior a toda "ideologa"...

    Pero la cuestin del instrumental de anlisis social no es algo estrictamente cientfico, nirealmente slo preteolgico. Hoy ya resulta ridculo -por innecesario- insistir en que noexisten ciencias neutras. Toda eleccin de un instrumental de anlisis depende de unaopcin tica y poltica fundamental previa, y en ese sentido conlleva una opcin teolgica oteologal.

    Desde la opcin por los pobres (que nos gua tambin a la hora de elegir el instrumentalcientfico de anlisis socioeconmico de la realidad), no podemos aceptar que la situacinde terrible desigualdad del mundo de hoy ya no sea ticamente perversa, por muchas que

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    sean las mutaciones que la tecnologa haya introducido en el proceso mundial deproduccin, o por deslumbrante que resulte el crecimiento econmico de los dragones delSudeste asitico, o por compleja que pueda parecernos la realidad actual. Reconocemosque hay cambios sustanciales en algunos aspectos, pero nuestra percepcin es que laestructura de fondo de la problemtica tica del mundo permanece (cualitativamente es la

    misma), e incluso se ha agravado (cuantitativamente) en sus ndices ms preocupantes.Tenemos razones mayores -por una evidencia mayor- que se nos imponen por encima delas supuestas certezas cientficas. No podemos aceptar la idolatra del criteriocientfico econmico neoliberal, como no aceptamos en su momento la idolatra de lascertezas cientficas del marxismo. Frente a "razones cientficas" de este tipo, nosotrostenemos "razones utpicas" ms poderosas (Dios, la justicia, la compasin, el destinouniversal de los bienes de la tierra, la centralidad de la persona, el carcter no absoluto de lapropiedad privada...)6.

    Nos negamos a una teologa de la inevitabilidad, a una cultura de la desesperanza, aaceptar que no hay salida7 y que hemos llegado al final de la historia8.

    Nosotros no estamos contra el desarrollo, pero queremos otro desarrollo, otro modelo,supeditado a los valores humanos y ticos, no un modelo de desarrollo diseado a partir dela rentabilidad del capital como valor supremo (como "dios"). Preferimos, por ejemplo, unmodelo de desarrollo que d ms trabajo aunque ofrezca menos rentabilidad al capital. Ysabemos que lo que se nos dice que es imposible, no lo es en s mismo, sino solamente bajolas actuales exigencias de ambiente de confianza que el capital exige para invertir.

    Cuando acabamos pensando que ese nivel de rentabilidad del capital es natural, o que lagran desigualdad de nuestro mundo actual ya no es impugnable ticamente... podemossospechar que hemos introyectado el anlisis de la realidad cientfico neoliberalelaborado desde los intereses del capital, que no se aflige por del desastre de mi pueblo(Am 6,6), insensible a la suerte de las mayoras. La adopcin de ese anlisis, de esamediacin, no es una opcin slo cientfica o socioanaltica, sino tica, y por extensin,moral y teologal9.

    Es cierto que algunos procesos de transformacin de la economa, sobre todo por efecto dela tecnologa, pueden dar como resultado una aparente independizacin de los procesosproductivos respecto a la explotacin de las materias primas y de la mano de obra, principalantigua oferta de los pases del tercer mundo en la economa mundial. Pero estatransformacin nunca podr olvidar las races histricas que la han posibilitado,multiseculares, que no se eliminan por la simple adquisicin de una tecnologa quesupuestamente emancipe el proceso productivo de las obligaciones sociolaborales.

    Una distribucin de la riqueza tan desigual (y tan crecientemente desigual) como la queexiste actualmente en el mundo es injusta siempre, incluso en ese hipottico caso de que noexistieran mecanismos "causales" entre las partes. Como en el caso de la parbola deLzaro; o segn insina Mt 25, 31ss; o como declaran los Santos Padres: junto a un pobreno puede haber un rico justo.

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    2.3. En el nivel de la lgica utilizada: la razn simblica.

    Hace tiempo se est insistiendo en la necesidad de pasar del predominio de la mediacinracional (moderna, crtica, hija de la Ilustracin primera y segunda) que ha utilizado la TL,a un uso predominante de la lgica simblica10. Quiz por su propia idiosincrasia, y por el

    contexto histrico con el que ha tenido que estar en dilogo constante, la TL ha dado unaespecial relevancia a los aspectos socio-econmico-polticos (apoyada en su pasin por lajusticia11), lo cual ha reforzado el uso de este tipo de lgica. Y quiz por todo ello -sin queesto hubiera podido ser histricamente evitable del todo- y hasta por falta de tiempo, no sepudo establecer un dilogo fecundo con la cultura popular, que tiene otra racionalidad.

    La moderna sensibilidad hacia los temas de la cultura, que est irrumpiendo con fuerza enla Iglesia y en la teologa, nos hace descubrir que es necesario ampliar esta mediacin y darcabida a la razn simblica en la teologa, en este nivel epistemolgico, y mucho ms en lapastoral y en la pedagoga.

    Aunque esta intuicin, germinal pero creciente, es formulada a veces como si fuese unaruptura, confundiendo los niveles de la teologa con los de la pastoral y la pedagoga, no setrata realmente de una alternativa disyuntiva, sino de una alternativa de adicin, de suma,de ampliacin, de profundizacin en definitiva. Lo negativo no ha sido la mediacin lgicautilizada hasta ahora en la TL, sino lo unilateral de esa utilizacin. Por lo dems, sera noslo absurdo, sino imposible, hacer tabla rasa de lo construido y de la misma "raznoccidental" para comenzar de cero de una supuesta "razn simblica" tomada de otrouniverso cultural. En todo caso, esta intuicin prometedora no deja de ser un riesgo, en lamedida en que consciente o inconscientemente pueda fungir como reorientacin de la TLhacia temas ms culturalistas y menos liberadores.

    2.4. En el nivel del imaginario nuevo.

    El mundo del imaginario no es privativo de la teologa sino de toda la existencia humana.Cada cultura, cada sociedad, cada poca, cada hora histrica... tienen su propio imaginario.Y los imaginarios pasan y se suceden unos a otros, como pasan las pocas, las sociedades,las horas histricas. Es evidente que la TL, precisamente por ser una teologa que se hacedesde la vida, desde la sociedad y desde la historia, y encarnada en el aqu y el ahora (en lahora histrica), es muy prdiga en referencias continuas a la realidad y al imaginario social;estas referencias ponen fecha a sus textos, que no estn escritos al margen de la historia ypara la eternidad. Son las teologas abstractas -tanto las clsicas como las actuales- lasque se hacen sin referencia ninguna, al margen de los signos de los tiempos y de loslugares, en el fanal de un laboratorio especulativo ajeno a la vida y a la historia, instaladoms all de la realidad.

    Cuando el imaginario evoluciona, crece, cambia, se connota con otros sentimientos, sequiebra... los textos de la TL van a acusar ese desfase de fecha. Sus referencias,desactualizadas para la nueva hora, quedarn como "actas" fehacientes del compromiso queesta teologa tuvo con su realidad y con su hora. Cuando el tiempo pasa, slo las miradassuperficiales confundirn el contenido teolgico permanente de un texto con sus referencias

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    a la realidad del momento en que fue escrito. Slo se libran de este problema las teologasque no hacen referencia a la realidad.

    Si el imaginario actual ha cambiado ya12 profundamente a raz de los sucesos de lospasados aos, es lgico que ese desfase se haga notar en los textos de la dcada pasada. Es

    el precio que la TL ha de pagar -gustosamente- por el privilegio de ser una teologaencarnada y para la vida. Evidentemente, las nuevas creaciones de TL, fieles al permanentecarisma de encarnacin de esta teologa, debern enmarcar sus referencias en el nuevoimaginario que va surgiendo, y debern colaborar a crearlo, pero no debern dejar de seruna teologa viva llena de referencias tericas y prcticas a la realidad.

    2.5. En el nivel de la ampliacin de sujetos, perspectivas y campos nuevos.

    Desde hace aos, aun antes de los cambios histricos a los que nos hemos referido, se vienehablando de los sujetos emergentes: el indgena, el negro y la mujer, principalmente.

    En los primeros aos de la TL (y conviene no olvidar que se trata de una teologa todavamuy joven13) todos esos sujetos quedaron visualizados bajo la perspectiva entoncesdominante de la pobreza socioeconmica. Con acierto se subrayaba que la mujer eradoblemente oprimida14, en cuanto mujer y en cuanto pobre, y que los indgenas yafroamericanos eran los ms pobres entre los pobres15. Y eso era cierto, pero no era todala verdad. Porque no se trata slo de que el indgena, el negro y la mujer estn oprimidos yhasta mltiplemente oprimidos, sino que adems son otros, son sujetos diferentes, ycomo tales tienen algo propio que aportar16.

    Aqu convergen dos ampliaciones de perspectiva. En primer lugar se trata de ampliar laperspectiva de la opresin, que no slo es socioeconmica, sino tambin tnica, cultural,sexual... Y en segundo lugar se trata de enriquecer la elaboracin teolgica incorporandootras perspectivas: la antropolgica, cultural, de gnero... (lo cual no podr hacerseplenamente sino con la participacin de estos sujetos). Nuevos campos se hacen presentespues, y con fuerza, en la TL: las culturas, la inculturacin, la mujer, el feminismo, lateologa del cuerpo, la teologa india, el dilogo con las religiones precolombinas yafricanas, la ecologa... Esta ampliacin de perspectivas redimensionar inevitablemente ala TL en sus diferentes ramas en un futuro inmediato.

    Ahora bien, aqu tambin hemos de decir lo que dijimos antes respecto al tema de la raznsimblica: no se trata realmente de una alternativa disyuntiva, sino de una alternativade adicin, de suma, de profundizacin: no slo lo de antes, sino tambin esto nuevo. Setrata de una ampliacin en la consideracin de los sujetos y de una profundizacin en elconcepto mismo opresin-liberacin, que no ser considerado ya slo o predominantementedesde el punto de vista econmico y que producir nuevas explicitaciones. No se debe puesconfundir esta ampliacin y profundizacin, con una disolucin de la TL en una teologasimplemente feminista o india o negra o ecolgica (aunque fueran liberadoras). Las nuevasexplicitaciones no pueden excusarnos de prestar toda la atencin necesaria a la perspectivaclsica (la de la pobreza econmica), que, lamentablemente, no slo no ha perdidoactualidad, sino que se ha agravado cuantitativa y cualitativamente.

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    2.6. En el nivel de la mediacin prxica: la estrategia de liberacin.

    Decan los viejos militantes de la dcada pasada (por tanto en el nivel prxico y fuera de laTL en s misma) que la estrategia de liberacin era la emancipacin individual de un pastras otro respecto al sistema capitalista por la toma del poder. Era la teora del domin:

    Si Nicaragua venci, El Salvador vencer, Guatemala le seguir... Hace unos aos, eldomin funcion, pero en sentido contrario(!). En el mundo actual, tan diferente, aquellaestrategia global es inviable.

    Es evidente que una nueva estrategia de liberacin no podra perseguir ahora laemancipacin de un pas, ni la toma del poder por las armas, sino la creacin de un nuevopoder por parte de la sociedad civil17, desde dentro. Para ir a la misma meta de liberacinse debe ir por caminos y estrategias diversos a los de hace slo unos aos. Algunasacciones que antes resultaban revolucionarias hoy seran reformistas, y viceversa. Objetivosque eran prioritarios en dcadas pasadas, pasan ahora a segundo plano, o inclusodesaparecen. El "paradigma" (si por l entendemos en este momento estrategia histricade liberacin) ha cambiado18 , ciertamente. Pero si una estrategia de liberacindesapareci habr que encontrar otra, y si no es posible encontrarla, habr que inventarla.Porque lo que ha quebrado es un modelo de estrategia de liberacin, no la Liberacinmisma.

    Slo los ingenuos arrojan el beb recin baado junto con el agua sucia. Y slo poringenuidad se puede confundir el quiebre de una estrategia con el quiebre de la utopa de laLiberacin, del Reino!, para el que aquella estrategia era una simple mediacin. Hayquienes al no ver la salida, acaban por no ver (o por no querer ver) tampoco la necesidad desalir. Hay quienes al no ver clara qu estrategia de liberacin sera hoy posible, no ventampoco ya la necesidad de una praxis de transformacin histrica, a pesar de que le asistanhoy ms motivos que antao.

    3. Cambios en el nivel de teologa sistemtica?

    Desde hace unos pocos aos se viene hablando, tambin en TL, de cambio de paradigma.Al decir cambio de paradigma se est tomando una imagen del mundo de la ciencia19.Se dice que en la ciencia hay dos tipos de tiempos; unos son tiempos de estabilidad, decrecimiento homogneo: se investiga, se descubre, se elabora aspectos y temas nuevos, y elresultado simplemente se aade al acervo de ciencia acumulado anteriormente, sincuestionar la concepcin general, el marco global en el que todo ello se inscribe. Pero hayotros tiempos en los que los cientficos perciben un malestar de fondo, una sensacin deque no se puede avanzar por simple desarrollo lineal, sino que es el ordenamiento delconjunto el que necesita ser replanteado globalmente: son tiempos de cambio deparadigma.

    Fuera del terreno concreto de la epistemologa, el uso que se hace del concepto deparadigma es poco preciso, y bastante flexible, metafrico o analgico. As, se habla decambio de paradigmacasi para todo20, tanto para referirse al cambio de modelo desociedad, como al cambio de imaginario, de lgica utilizada, de estrategia de liberacin...

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    Ahora queremos preguntarnos si desde el nivel propiamente de la teologa sistemtica sepuede hablar de que la crisis de la TL obedece a un cambio de "paradigma teolgico". Paraello necesitamos preguntarnos previamente a qu podemos llamar paradigma en este campode la teologa sistemtica.

    Los paradigmas estn ms all de la diversidad de corrientes espirituales, ms al fondo delas peculiaridades de cada escuela teolgica, por encima de los cambios meramentecoyunturales, a los que una corriente o escuela teolgica pueden acomodarse. Escuelasdiferentes pueden moverse dentro de un mismo paradigma. Un paradigma teolgico, en elsentido fuerte de la palabra, se ubica, para nosotros, en el nivel de las grandesinterpretaciones del cristianismo, y vendra a ser como lo que se ha llamado lecturas delcristianismo. No negamos que pueda hablarse de paradigma en otros niveles mssuperficiales, pero nosotros concretamente queremos referirnos a ese nivel ms profundo dela teologa sistemtica21.

    Las lecturas del cristianismo como paradigmas teolgicos

    Vamos a limitarnos a evocar las ms conocidas.

    -Hay una lectura o interpretacin doctrinal-terica del cristianismo. En ella Dios espercibido como la Verdad que ha venido a revelrsenos, y nuestra respuesta de fe hacia Elimplica sobre todo la aceptacin intelectual de las verdades por El reveladas y depositadasen la Iglesia: se trata ah de vivir en la fe de la Iglesia, de la que nos separamos por lahereja o la heterodoxia. Esta lectura es la que en la prctica ha prevalecido en la Iglesia noslo en los tiempos de la Inquisicin, sino en muchos otros en los que el ser o no sercristiano se ha puesto ms o menos conscientemente en la aceptacin de unas verdadesintelectuales tenidas como el deposito de la fe (ortodoxia).

    -Hay una lectura moralista, que concibe la historia de la salvacin como una prueba moralque Dios nos ha puesto a los humanos, que se juega entre el pecado y la gracia, y que noslleva a un final de premio o castigo en funcin de los mritos o demritos acumulados. Lavida cristiana es ante todo una prueba moral, de la que no se desprende una misin realen la historia, una tarea o quehacer esencial. Este mundo es simplemente una "ocasin paramerecer", concluida la cual, ser destinado al fuego, y nosotros pasaremos a la vida eterna,la nica verdaderamente decisiva, que apenas tendr continuidad con lo que aqu hayamosvivido en nuestra propia identidad personal (heterosalvacin).

    -Hay una lectura ontolgico-metafsica que pone la salvacin en un plano superiorseparado (meta-fsico), mediado sacramentalmente. La salvacin es sobre-natural y se juegaen la vida de la gracia; participamos de ella mediante el culto y la vida espiritual(sacramentos, oracin), que se tornan as lo central de la vivencia cristiana. La realidadverdadera es la sobre-natural, y la salvacin nos viene de la participacin en ese "otromundo verdadero" del cual el nuestro es sombra y trasunto. En este "otro mundo" -fuera dela historia- es donde la misin cristiana encuentra su polo de referencia en esta lectura delcristianismo.

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    -Hay una lectura histrica: la realidad es concebida como historia de salvacin y,simultneamente, como salvacin de la historia, una historia, que va linealmente -aunquecon altibajos y retrocesos- de un principio hacia una meta. Dios tiene un sueo, y lo hapropuesto a los humanos como Utopa, encomendndosela como su tarea en la Historia. Lamisin cristiana no nos separa de la historia; al contrario, nos remite a ella. La escatologa y

    la encarnacin ya no son direcciones opuestas, sino convergentes: al mundo futurollegamos futurizando este mundo presente. No es ms escatolgico quien ms huye de estemundo, sino quien ms lo hace avanzar hacia adelante (hacia el sjaton). La tierra de estahistoria es el nico camino que tenemos para llegar al cielo del futuro. En la Historia sehace la Salvacin.

    Estas lecturas, no lo son solamente del cristianismo, sino, ms ampliamente, de lasreligiones en general; ms an, dentro de cada religin -tambin del cristianismo-, caberealizar, como decimos, las diferentes lecturas. No hace falta que sealemos aqu que, sibien ninguna lectura es enteramente falsa, tampoco se puede decir que son todasarbitrariamente intercambiables; hoy es claro que, de todas las lecturas, la lectura histricoescatolgica es la que menos es lectura (interpretacin), la que ms se acerca a lo queJess vivi.

    En cada una de estas lecturas se experimenta a Dios de un modo diferente y se concibe larealidad de la salvacin y la misin encomendada al ser humano de una forma tambindiversa. Dentro de cada lectura cabe un desarrollo lineal, homogneo, adicional. El paso deuna lectura a otra, sin embargo, implica una ruptura, un replanteamiento global, un cambiode paradigma: las diferentes lecturas del cristianismo son verdaderos paradigmas en elsentido ms fuerte de la palabra.

    Al preguntarnos sobre la crisis de la TL debemos referirnos al paradigma subyacente a lamisma. Cul es su lectura, su paradigma?

    Evidentemente, la TL corresponde a una lectura histrica del cristianismo. Y la mayoroposicin la ha recibido y recibe de aquellas otras lecturas que son ms profundamente a-histricas. La crisis o el conflicto de paradigmas no se da realmente slo ahora; laconflictividad que la TL suscit ya desde el principio obedeca al choque de su paradigmacon los paradigmas de otras teologas. No se trata de una diferencia de matices o de escuela,sino a una diversidad global, de paradigma22. Y es bien posible que algunos de los quedicen que hay que dar un paso adelante cambiando de paradigma no estn haciendo otracosa que retroceder a otro ya viejo.

    Hacia el paradigma central de la TL

    Dejando este punto ah, podemos adentrarnos un poco ms en el paradigma mismo de laTL, para ver si efectivamente se vislumbra para l la necesidad del mentado cambio deparadigma.

    En los aos 50 de nuestro siglo hubo una famosa polmica suscitada en las pginas de larevista Dieu Vivant. Eran los aos crticos de la posguerra mundial, y lo que se debataera cul deba ser la actitud de los cristianos en el mundo moderno. La polmica dividi a

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    los participantes en dos bandos: los escatologistas y los encarnacionistas. Los primeros -entre los que se encontraban Danilou y Urs von Balthasar- eran partidarios de una Iglesiaque para dar testimonio de la trascendencia se concentrara en lo espiritual y en el abandonode las cosas de este mundo. Los segundos -entre los que se encontraban Chenu, Teilhardde Chardin y el movimiento de los sacerdotes obreros- insistan en la necesidad de una

    Iglesia encarnada en la realidad que diera testimonio de compromiso histrico. Los dospolos, percibidos como opuestos en medio de la polmica, eran la escatologa y laencarnacin.

    Los escatologistas acentuaban la primaca exclusiva de lo espiritual, el abandono de todocompromiso histrico que pueda restar atencin a lo espiritual y lo trascendente. En suopinin, la accin humana es nada ms una ocasin para merecer el premio de la vidaeterna, pero no tiene valor salvfico en s misma, ya que la vida eterna es estrictamente undon de Dios, y nuestro mundo y nuestras acciones sern destinadas al fuego cuando lleguela parusa; la salvacin ser un puro don de Dios en ruptura total (heterosalvacin) con loque hayamos vivido en este mundo.

    Los encarnacionistas, por el contrario, ponan el acento en el compromiso histrico, en laencarnacin, en el estar presentes en nuestro mundo. En su opinin, la accin humana tieneun valor salvfico en s misma, por lo que nuestras acciones histricas son ya salvacin(homosalvacin).

    La polmica no era enteramente nueva. Los trminos haban sido planteadosteolgicamente otras veces ya en la historia; ahora, simplemente, nuestro siglo haca suyatambin esta problemtica que suele calificarse como de relaciones entre escatologa ehistoria. Una solucin ms definitiva a la polmica no llegara hasta el Concilio VaticanoII. Este dirimi el dilema con la solucin que quiz haya sido la ms genial que a lacuestin se le haba dado a lo largo de la historia: la solucin de la sntesis.

    Si escatologa e historia siempre haban sido captadas como dimensiones opuestas, elConcilio las encontr no slo compatibles sino subsumidas una en la otra. La polmica seplanteaba hasta entonces como un dilema: apuntar a la transcendencia que se aparta delmundo u optar por la inmanencia que olvida la transcendencia transhistrica (escatologa oencarnacin). El concilio descubri la sntesis. Ello fue posible gracias a lastransformaciones que se haban operado en los ltimos tiempos en los planteamientosescatolgicos23. Si antes, para ser signo escatolgico, haba que alejarse del mundo ydesinteresarse de la historia, ahora, con la reformulacin de la escatologa, se redescubraque la encarnacin en la historia es el mejor camino para acceder a la escatologa: cuantoms escatolgicos, ms histricos; no es ms signo escatolgico quien ms se desentiendedel mundo, sino quien con ms fervor trata de llevarlo hacia su sjaton, el Reino. Elmayor compromiso histrico vena a ser el mayor signo escatolgico. Los nuevosplanteamientos de las relaciones entre escatologa e historia que refleja el Concilio abran lapuerta a la posibilidad de una recuperacin decidida de la lectura histrica delcristianismo.

    Cmo naci en este contexto la TL? Con qu paradigma?

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    En el fondo, estaba operando el redescubrimiento del carcter histrico escatolgico delmensaje de Jess operado a principios de este siglo24 y que haba permanecido comorecluido en los recintos universitarios principalmente europeos. La vuelta al Jesshistrico puso en primer plano este replanteamiento de relacionamiento directo entreescatologa e historia. En este contexto, el redescubrimiento del Reino como ipsissima

    verba Iesu y como centro absoluto de la predicacin de Jess (ipsissima intentio Iesu)propici a su vez el redescubrimiento del reinocentrismo, como fundamento cristolgicode la lectura histrica del cristianismo. La percepcin -inevitable- de la parcialidad -teologal incluso- hacia los pobres, hizo el resto. Surgi as la TL con un paradigma cuyoselementos esenciales, enumerados en sntesis cuasitelegrfica, seran:

    lectura histrico-escatolgica del cristianismo, lo cual incluye la primaca de la praxis detransformacin histrica, la integralidad (no dualismo) y unicidad de la historia, de latranscendencia en la inmanencia.

    el reinocentrismo: la recuperacin terica y prctica del carcter absoluto que Jess dioal Reino, dentro del seguimiento de Jess y del creer con la fe misma de Jess;

    la opcin por la justicia, por los injusticiados, con la consiguiente ubicacin el lugar socialde las vctimas de la injusticia.

    Este es fundamentalmente el paradigma mayor de la TL, su esqueleto teolgico-sistemtico. Dentro de ese marco puede haber escuelas, corrientes, acentuaciones diversas...pero siempre que entren dentro de este modelo, son esencialmente TL. Puede haber unosacentos ms comprometidos y otros ms contemplativos; unos pueden realizar latransformacin histrica ms por la accin sociopoltica y otros por medios ms simblicos;unos pueden adoptar un lenguaje o un imaginario ms militante-utpico y otros lo puedentomar del realismo desencantado de nuestros das; pero si cuentan en su haber con loselementos esenciales citados de aquel paradigma, siguen siendo esencialmente TL. Y si seapean de cualquiera de estos elementos, ya no son verdadera TL, aunque as se siguieranllamando.

    Si quisiramos expresar el paradigma en una palabra, escogeramos sta: el Reino! Esesera el paradigma de la TL, porque es, en realidad, el paradigma de Jess! Mientrastengamos una lectura histrica de la realidad, con el Reino de Dios como utopaomnicentralizante y con la ubicacin en el lugar social de los pobres, estaremos dentro de laTL, con se o con otro nombre.

    Cambio de paradigma en la TL?

    Siempre a nivel de teologa sistemtica, cabe preguntarnos ahora ya sobre el cambio deparadigma en la TL.

    Aun respetando la visin que otros tengan del cristianismo, la TL se ha desarrollado en sutodava corta vida como poseda por una conviccin tal, que se dira que una fuerza deevidencia interna se le ha impuesto por s misma, tenaz como si viera al Invisible (Hb 11,27). La TL no ha puesto su eje en algo lateral: una devocin, en un sacramento concreto,

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    una dimensin, una faceta o elemento particular. Es una teologa de lo universal cristiano, yaun de lo profundamente humano, diramos. No ha ido desarrollndose dando pasos haciaafuera, sino hacia adentro, hacia adentro del misterio cristiano. Es una teologa centrada enlo central, en la misin de Jess, en su mensaje, en su Causa, en su pasin y en su utopa,el Reino!

    Cuando una teologa ha llegado a tener esa experiencia tan profunda, sellada inclusomartirialmente -y con tanta profusin- ha recorrido un camino sin retorno. La pregunta seimpone: qu es lo que lleva entremanos, algo facultativo o algo irrenunciable? Se puededejar de creer en aquello que a uno le arrebat el alma? Puede alguien emigrar concoherencia hacia lo perifrico despus de haber tocado lo central?

    a) Hay muchas lecturas del cristianismo. pero no podemos decir que la lectura histricasea una ms entre otras, intercambiable, sino que se nos ha aparecido como la ms cercanaa la de Jess; es decir, la lectura histrica, se nos revela como la que menos es lectura, laque menos tiene de interpretacin y la que ms cerca est de lo revelado en Jess. Esfacultativo adoptar o no esta lectura? Podemos cambiar este elemento del paradigma?

    El reinocentrismo ha sido puesto por la TL en la picota de los principios teolgicos.Aunque inconscientemente no aceptado en la prctica de muchos, se ha evidenciado comoirresistible por su fuerza de conviccin incluso ante los enemigos de la TL. Todos aceptanel vocabulario del Reino y de la OP25 , aunque no siempre cambian con ello sus viejosconceptos. Ser posible abandonar el reinocentrismo por otros paradigmas?

    La opcin por los pobres ha sido el mayor acontecimiento ocurrido en las Iglesiascristianas desde los tiempos de la Reforma protestante. Marca una separacin de aguas. Losque dieron el paso por una profunda conviccin de fe, por haber experimentado elfundamento teologal mismo de la opcin por los pobres, cmo podrn superar eseparadigma sin traicionar la sangre de los mrtires y el rostro sufriente de Cristo26 que lesha sido dado contemplar en los pobres?

    Desde la perspectiva de la teologa sistemtica, es fcil notar que a estos niveles deprofundidad no se mueven los vientos de los cambios del mundo moderno, por profundosque aparenten ser, en otro tipo de profundidad. Es que el proclamado fin de la historiapodra llevarnos a abandonar la lectura histrica de nuestra fe, que es la ms cercana a lavisin del mismo Hijo de Dios? Es que la mundializacin financiera o el supuesto triunfodel neoliberalismo haran ya obsoleto seguir poniendo la pasin de nuestra vida en la utopadel Reino predicado por Jess? Es que la cada del socialismo del Este hara ya inoportunao pasada de moda la opcin por los pobres? Lo que otros han dicho de la OP lo decimosnosotros de ella misma y del paradigma global de la TL: se trata de una opcin firme eirrevocable27, sin marcha atrs. Podremos (y deberemos) adecuar y actualizar todo lo quesea necesario en el campo de las mediaciones de la teologa; pero el paradigma mismo nosda la sensacin de que permanece imbatido.

    Por lo dems, afirmantis est probare: al que afirme la necesidad del cambio de paradigmaes a quien corresponde demostrarla. Deber abogar por un nuevo tipo de relaciones entreescatologa e historia, pero con razones teolgicas, no con argumentos socioeconmicos o

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    culturales. Habr de proponer un planteamiento que supere el reinocentrismo, pero conexgesis en la mano, no con vagos discursos sobre el posmodernismo cultural al uso.Deber mostrar que la OP no tiene fundamento teologal, pero no precisamente desvindolahacia una opcin preferencial por los pobres que al final se queda en un simple amorpreferencial. Mientras esto no suceda, permanecer, avasalladora, la fuerza contundente de

    los elementos esenciales del paradigma de la TL. Mantener la pertinencia de cada discursodentro de su plano y de sus lmites, sin mezclarlos ni confundirlos, ser una sana regla dehigiene teolgica. No podemos ignorar que en el contexto psicosocial difcil y tenso que seha abatido sobre nosotros en los ltimos aos es una tentacin cubrir con razones teolgicaslas que son simplemente psicolgicas: cansancio ajeno y propio, presin social yeclesistica, moda, huida actual de toda conflictividad, depresin social28...

    Finalmente, no hay que dejar de acudir a la profilaxis de la sospecha. Todo paradigma,como el conocimiento en general, es "interesado". Ello obedece a la estructurahermenutica misma del conocimiento, y no es posible evitarlo. Todo paradigma esfuncional a un inters social. Tambin el paradigma de la TL, como lo ms sustancial dela Biblia misma29. Quienes tienen otros intereses prefieren otros paradigmas que les seanfuncionales. Cambiar de paradigma? A qu nuevo paradigma? A un paradigma quesea funcional a qu intereses? Ha cambiado Dios de intereses (o lo que es lo mismo: qurazones teolgicas tenemos para cambiar de intereses)?, o somos nosotros quienes estamoscambiando de intereses (es decir, estaramos cambiando de paradigma por razones noteolgicas)?

    Concluimos: Nosotros nos quedamos con el paradigma de Jess, el Reino! Dentro de esteparadigma imprescriptible, caben todas los cambios y acomodaciones menores que seannecesarias.

    1 Cfr Frontera y contrabando pastoral, en CASALDALIGA,El vuelo del Quetzal. Espiritualidad enCentroamrica, CORCA, Managua 1988, pg. 78-79. Hay ediciones tambin en Mxico, Caracas, Cuenca(Ecuador), Bogot e Italia.2 Algunos pensaban que la cada del socialismo provocara una desintegracin de la TL. Pero el socialismono era ningn elemento fundamental. Las tesis de la TL permanencen todas, independientemente del destinode las sociedades socialistas: J. COMBLIN, Cristos rumo ao ano 2000, Paulus, So Paulo 1996, p.352.3 Cfr Patria Grande y Patria Mundial, propuesta de reflexin-accin de la Agenda Latinoamericana'96, pgs.19-33.4 Un ejemplo: La densidad y la complejidad de los acontecimientos descartan cualquier simplificacin o lacaricatura en que caen a veces los dogmticos. En efecto, contrariamente a lo que en otra poca fue opinincomn segn la cual el desarrollo de los pases del centro es una consecuencia necesaria de la explotacin delos pases de la periferia, los recientes estudios demuestran que con la tercera Revolucin industrial, eldesarrollo de los pases industrializados se debe mucho ms a la transformacin tecnolgica que al saqueo de

    los pases pobres. Cfr. THAI-HOP, Pablo,Los excluidos, extraa creatura del nuevo paradigma tecno-cientfico, RELaT n 120 (http://www.uca.ni/koinonia/relat/120.htm); Diakona 76(dic 95)7, Managua.5 Gustavo GUTIERREZ, X Seminario de Formacin Teolgica, Centro Nueva Tierra, Buenos Aires 1995,pg. 159.6 Aqu necesitaramos reaplicar el poema Equvocos de Casaldliga: Donde t dices ley, / yo digo Dios. /Donde t dices paz, justicia, amor, / yo digo Dios! / Donde t dices Dios, / yo digo libertad, / justicia /amor!, Clamor elemental, Sgueme, Salamanca 1971, pg. 71. Modernamente no se nos dice ley, sinoeconoma.7 HINKELAMMERT, Sobre la sociedad que dice de s misma que no hay salida, Pasos 37(septiembre

    http://www.uca.ni/koinonia/relat/120.htmhttp://www.uca.ni/koinonia/relat/120.htmhttp://www.uca.ni/koinonia/relat/120.htmhttp://www.uca.ni/koinonia/relat/120.htm
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    1991)11-24, San Jos de Costa Rica.8 Frente a las razones de Fukuyama y los suyos, nosotros tenemos razones mayores para no aceptar unfinal de la historia que significara el fracaso de la sociedad humana y de la utopa que Dios le propuso, yque por tanto significara el fracaso mismo de Dios. Est claro que la tesis del final de la historia no es nisimplemente ideolgica ni meramente sociolgica, sino simultnea e implicativamente religiosa y teolgica?9 En otros lugares hemos desarrollado el carcter teologal o teolgico de mediaciones que clsicamentepresentbamos como meramente socioanalticas, cientficas, o autnomas respecto a la fe. Cfr.CASALDLIGA-VIGIL,Espiritualidad de la liberacin, Sal Terrae, Santander 1992, pg. 173-177; VIGIL,"Cuestiones disputadas" del DKC, enEl Kairs en Centroamrica, Nicarao, Managua 1990, 137-142.10 Cfr Vctor CODINA, Creo en el Espritu Santo. Pneumatologa narrativa, Sal Terrae, Santander 1994;Pequeos relatos, grandes verdades, Cuarto Intermedio 33(1994)64-79, condensado en Selecciones deTeologa135(1995); Una teologa ms simblica y popular, en Parbolas de la mina y el lago, Sgueme,Salamanca 1990, pp 117-148; y en esta misma obra,Las perplejidades de un telogo ante las culturas , pg.102-105.11 Pero la preocupacin por la justicia no nos viene a nosotros de la razn ilustrada (ni de la primera ni de lasegunda ilustracin), ni de la cultura occidental, como algunos parecieran pensar, sino de la Biblia, y de losorgenes mismos del pueblo de Israel. Quiz pudiera ser al revs de lo que se dice: que lo que la culturaoccidental en general y la razn ilustrada en particular tengan de preocupadas por la justicia les viniera endefinitiva de la influencia de sus orgenes cristianos.12 V. CODINA habla de un imaginario alternativo, tanto respecto al imaginario capitalista dominante en

    Amrica Latina como respecto al imaginario revolucionario marxista, que, si pudo tener vigencia en los aossesenta, hoy se encuentra en evidente regresin: Creo en el Espritu Santo, Sal Terrae, Santander 1994, pg.187. Cfr tambin CENTRO GUMILLA,Imaginario alternativo al imaginario vigente y al revolucionario, enla obra colectivaNeoliberales y pobres. El debate continental por la justicia , Bogot 1993, pg. 293-323.13 Clodovis BOFF, Bodas de prata da Igreja com os pobres: teologia da libertao, Vida Pastoral, SoPaulo (outubro 1996)29-31.14 Puebla 113415 Puebla 3416 Cfr George KANIANPADY,Lzaro e Cornlio. Para uma missionologia latinoamericana. Tesis dedoutorado presentada en la Facultad de Nossa Senhora da Assuno, So Paulo, 1996. Lzaro y Cornelio,ejemplifican al pobre y al otro.17 Pablo RICHARD, Caos o esperanza. Fundamentos y alternativas para el siglo XXI, RELaT 127(http://www.uca.ni/koinonia/relat/127.htm); Diakona 74(junio 95)59-67, Managua.

    18 Agenda Latinoamericana'96, pgs. 19-33.19 Principalmente de Thomas KUHN (The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, The University ofChicago Press, 1962; 2 ed. rev. de 1970) y Karl POPPER (The Logic of Scientific Discovery, Londres,Hutchinson 1959.20 tarefa quase impossvel, nos dias atuais, apontar um domnio sequer no qual o termo 'paradigma' noesteja presente, muitas vezes de forma elucidativa, outras tantas de maneira indevida, quase sempre em tompretensamente inovador... (com) a significao implcita de um modelo ou de um padro que se impeprogresivamente aos indivduos e grupos. L.B. LEITE ARAUJO, Consideraes sobre o termo 'paradigma',en FABRI DOS ANJOS (org.), Teologia e novos paradigmas, Loyola, So Paulo 1996, pg. 16.21 A este mismo nivel se refiere J.B. LIBANIO enDiferentes paradigmas na histria da teologia, en FABRIDOS ANJOS, o.c., 35-48.22 Si bien la TL no se reconoci a s misma en la descripcin que de ella haca la Instruccin (precisamentepor captarla desde otro paradigma), no le falt razn a la Instruccin vaticana Libertatis Nuntius al afirmarque la TL llevaba consigo una hermenutica diversa con carcter global y totalizante (cf X, 2ss).Hermenutica es interpretacin, relectura, lectura; el paradigma de la TL implica, en efecto, unahermenutica profundamente diversa.23 De una escatologa esttica, dualista y ahistrica se haba pasado a una escatologa dinmica, integrada ehistorizante. Cfr J. M. VIGIL, Parbola o Hiprbole? Para una reinterpretacin teolgica e histrica de lavida religiosa, Claretianum, XXXIV(1994)447-466, Roma; Vida Religiosa 79(15 marzo 1995)106-117,Madrid. Y en:http://ww.uca.ni/koinonia/relat/49.htm24 Jon SOBRINO habla con frecuencia de ello:Resurreccin de la verdadera Iglesia, Sal Terrae, Santander1984, pgs. 217, 274.Mysterium salutis , UCA Editores, San Salvador 1991, I, p. 467.25 Hasta el director del FMI hace discursos sobre el Reino de Dios y el amor a los pobres.

    http://www.uca.ni/koinonia/relat/127.htmhttp://www.uca.ni/koinonia/relat/127.htmhttp://www.uca.ni/koinonia/relat/127.htmhttp://ww.uca.ni/koinonia/relat/49.htmhttp://ww.uca.ni/koinonia/relat/49.htmhttp://ww.uca.ni/koinonia/relat/49.htmhttp://www.uca.ni/koinonia/relat/127.htm
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    26 Puebla 31-39; Santo Domingo 178-179.27 Juan Pablo II, Discurso a la Curia, 21.12.84; Discurso en la IV CELAM en Santo Domingo, n 16.28 J.M. VIGIL,Aunque es de noche. Hiptesis psicosociolgicas sobre la hora espiritual de Amrica Latinaen los 90, Editorial Envo, Managua 1996, segunda edicin. Ediciones tambin en Mxico (CRT), Bogot(Verbo Divino) y So Paulo (Paulus).29 L. BOFF, Y la Iglesia se hizo pueblo, Sal Terrae 1986, pgs. 97, 124. C. MESTERS,Como se faz teologiabblica hoje no Brasil, Estudos Bblicos 1(1987)7-19.

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    http://www.servicioskoinonia.org/relat/177.htm#Iniciohttp://165.98.12.3/koinonia/relat/relat.htmhttp://165.98.12.3/koinonia/relat/relat.htmhttp://165.98.12.3/koinonia/relat/relat.htmhttp://165.98.12.3/koinonia/relat/relat.htmhttp://www.servicioskoinonia.org/relat/177.htm#Inicio