Bennington, Geoffrey y Derrida, Jacques (1991), Jacques Derrida
Camatte, Jacques - Violencia y Domesticacion
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VIOLENCIA Y DOMESTICACIÓN
A propósito del devenir de la especie humana, desde la comunidad inmediata hasta la comunidad emergida de, e integrada en el cosmos
1.-La violencia aparece, se manifiesta en el momento en que hay una ruptura de un proceso.
Es aquello que hace posible la ruptura, ya sea en el medio físico, cósmico o humano.
Recíprocamente, sobre todo a nivel humano, hay ejercicio de la violencia para defender este
proceso amenazado. Implica la puesta en marcha de energías más o menos orientadas y por
tanto la manifestación de fuerzas.
2.-La violencia tiene pues una realidad natural, es decir, que se pueden constatar en la
naturaleza fenómenos de violencia. Sin embargo, es en las comunidades, en las sociedades
humanas donde es una realidad verdaderamente significativa porqué revelarse la mayor parte
del tiempo como un objetivo reconocido o no, y porqué ciertas agrupaciones humanas
intentan gobernarla y manipularla en su provecho.
3.-Parece ser que en el momento en que hay manifestaciones de violencia, han de ponerse en
juego fuerzas importantes. Pero esto no es universalmente cierto. Puede haber violencia sin
despliegue de fuerza. Así, la no violencia de Gandhi, que no ejercía una acción directa sobre el
aparato económico político de la potencia británica en la India, operaba de todas maneras una
violencia pura, porqué frenaba el proceso de producción global. La violencia legal
expresándose a través de las leyes codificadas, es otro ejemplo: las leyes implican una
violencia latente y potencial que puede manifestarse si los individuos las rechazan y por otra
parte esta violencia se presupone para poder establecerlas.
4.-La violencia parece en el devenir humano como una determinación invariante, incluso si ella
no se expresa siempre del mismo modo. Opera en primer lugar en el momento del
corte/separación entre los hombres y las mujeres de la comunidad primitiva, lo que permite la
iniciación de un proceso de individualización que, en tanto negación potencial de esta, crea
una violencia a la que responde la comunidad para detener el proceso, para inhibirlo. Además
el corte provoca un desequilibrio tal que la comunidad no es capaz de auto-regularse y, por
este motivo, hay una tendencia la crecimiento de la población que le cuestiona la estructura
comunitaria; de esto la emergencia de lo político y de lo que será el Estado. Las comunidades
reaccionan con violencia tratando de destruir aquello que emerge y trata de impedir que se
autonomice. Si la violencia no llega siempre a la guerra (caso analizado por P. Clastres), puede
tomar múltiples vías, en particular la de las trabas, a fin de frenar un proceso que niega la vida
anterior.
5.-Las diversas rupturas del equilibrio en el medio ambiente debidas sea a fenómenos
geológicos (glaciaciones, variaciones del nivel de mar también de los ríos, seísmos y erupciones
volcánicas), sea a la actividad de los hombres y las mujeres, obligaron a los seres humanos a
adaptarse y a adaptar su medio. Los hombres devinieron cazadores, mientras las mujeres
inventaron la agricultura. Ulteriormente, la especie ejerce su violencia de otro modo,
domesticando a los animales y a las plantas.
6.-A partir de este estadio se pueden señalar tres modalidades que ha tenido la especie
humana de gestionar la violencia, que no han podido ser frenadas ni abolidas.
a.-La modalidad más o menos arcaica con las comunidades no desagregadas donde la política
y, a fortiori el estado, no pueden autonomizarse. La violencia, cuando existe de un modo
cinético es un asunto de toda la comunidad.
b.-El estado administra la violencia, pero no se autonomiza de la comunidad que es despótica.
c-El estado gestiona la violencia y da garantías más o menos importantes a los individuos que
no están autonomizados y le han delegado la violencia, el poder, etc., a través de mecanismos
muy complejos y de hecho por la existencia de clases. Es la existencia de estas últimas que
dinamiza la violencia, de donde para que haya convivialidad, se necesita un mecanismo de
conciliación que no concierne solo al estado, sino al conjunto de los hombres y de las mujeres:
la democracia. Se la puede caracterizar a este nivel, como un proceso de interiorización de la
violencia y por este hecho un motor esencial de la domesticación.
8.-La domesticación es un proceso por el cual la especie que lo sufre, es arrancada de su
proceso de vida natural, y se sitúa bajo la dependencia del proceso de vida de otra especie. En
el caso de los animales y de las plantas se hablará de su explotación; en el caso de los
humanos, la domesticación –prolongación de la que se inflige a los animales- es el hecho de la
aceptación del orden establecido sin que haya obligación (al menos en la fase final del
proceso); es la eliminación de todos los instintos, de todas las pulsiones. Es pues un proceso de
mutilación. Así los hombres y las mujeres no han podido yugular la violencia desencadenada
por su devenir mismo (el momento de la ruptura y del desencadenamiento de la violencia
puede ser la base de lo que en la representación religiosa es el pecado original, la catástrofe
inicial, etc…) que domesticándose (la civilización, la educación y sus eufemismos).
9.-No se puede pues juzgar la violencia en si, sin referirse al otro fenómeno en escena desde
hace milenios y que tiende a reducir a la especie a un estadio de decadencia extrema: la
domesticación. Si se analizan las diferentes sociedades sólo desde el punto de vista de la
violencia, se pueden considerar las de occidente, donde la democracia ha predominado, como
más humanas, mientras las de oriente, donde reina desde hace tanto tiempo el modo de
producción asiático, serían más bárbaras, en el sentido corriente del término. Es por esto que
yo pude escribir: “En lo que concierne a la democracia política, es verdad que ha tenido el
mérito de limitar los desbordamientos de la violencia” (“Marx et la Gemeinwesen”) pero esto
no es válido añadiendo además la violencia enorme ejerciendo sobre el proletariado y los
pueblos de color, más que teniendo en cuenta el resultado fundamental: la domesticación. La
democracia no es realmente operativa más que si la domesticación es la vía de realización,
consiguiendo hacer de los hombres y las mujeres partículas neutras. Entonces, podemos
preguntarnos si la democracia representa alguna ventaja para la especie.
10.-Así para enjuiciar la violencia, es necesario considerar el proceso de transformación que
ella efectúa, es decir el devenir que implica, lo que la pone en relación con el proceso de
alienación; ahora bien esto no tiene que ser siempre necesariamente negativo: desposesión,
extrañamiento, puede permitir igualmente una progresión. Del mismo modo se puede decir
que la violencia es positiva cuando permite acceder a un estadio de vida más feliz, puede ser
negativa cuando nos obliga a vivir bajo la dominación, la explotación, etc., y, a nivel individual,
se puede añadir cuando se hace exterior a nosotros, de nuestro proceso de vida, sin
permitirnos reencontrarnos junto a nosotros mismos.
Dándose la primera posibilidad, es evidente que la utilización de la violencia ha podido ser
reivindicada y que, entonces, la dificultad fue poderla controlar.
11.-Actualmente, a escala mundial, existe una convergencia entre la comunidad del capital,
que solo se puede instaurar, en Occidente, a partir del momento en que el proceso de
democratización, igualación, homogeneización, indiferenciación alcanza su máximo, y el modo
de producción asiático sólo cuando el capital se constituye en comunidad y este suplanta a
esta se puede escamotear la fase democrática para alcanzar la domesticación.
En todos los casos la violencia existe por todas partes, sólo que está absorbida en instituciones
o bien se enmascara con la mistificación democrática. Sin embargo, nuestra época es la que,
cada vez más, presenta más dificultades para representar no sólo la violencia actual, sino
también la acumulada a lo largo de los siglos. La única solución en el marco de la comunidad
capital es la domesticación que no es de hecho nada más que la violencia congelada, porqué es
más una inhibición absoluta que una destrucción.
12.-La toma de posición frente a la violencia depende de la percepción/comportamiento vis-a-
vis del proceso, de la ruptura y del fenómeno que la causa. Especialmente se plantea la
pregunta ¿la ruptura es necesaria?. Todo ello depende igualmente de la aceptación o no de la
domesticación.
Ciertos etólogos, como Konrad Lorentz consideran que el hombre es una especie que se auto-
domestica, y consideran el proceso de domesticación, que es un proceso de socialización (de
hecho de desposesión de los individuos), como positivo pues puede eliminar la violencia por
inhibición de la agresividad que sería constitutiva de nuestra especie. Por este hecho, K.
Lorentz tiende a exaltar los ritos, los roles que constituyen el hombre social, Poniendo
cortapisas e inhibiendo al ser humano.
13.-El proceso de separación de los hombres y de las mujeres de sus condiciones inmediatas
fue varias veces frenado y se constituyeron comunidades más o menos estables. Con el Capital
se reemprendió a gran escala tanto en extensión como en intensidad; es lo que K. Marx
analizaba diciendo que la separación es el primer concepto del Capital y ha mostrado hasta
qué punto la violencia está en la base de su desarrollo. Este proceso de separación que alcanza
a todos los aspectos de la vida humana, se persigue a todo lo largo del devenir del capital;
ciertamente contrabalanceado por un proceso de unificación en el que los hombres y las
mujeres son recompensados a partir de sus mediaciones.
La violencia se ejerce en tanto que fenómeno de despojamiento, y lo que fue extorsionado a
los hombres y a las mujeres se englobó en el proceso de vida del capital. Es con la ayuda de
elementos que, en otro tiempo, formaban parte de sui ser que se hacen ahora las mediaciones
de reconstrucciones de unidades.
14.-Los hombres y las mujeres han luchado contra esta opresión-desposesión pero la mayor
parte del tiempo sin reconocer su verdadera realidad de tal manera que las revoluciones que
se iniciaron en el siglo XVI (actos de violencia por excelencia, pues deben destruir un proceso
de la vida social a fin de permitir la instauración de otro) fueron provechosas a la dinámica del
capital pues le permitieron eliminar una serie de obstáculos a su libre desarrollo.
La liberación es violencia pues también consiste en la destrucción de trabas que inhiben una
cierta voluntad de vivir, teniendo en cuenta que este proceso aporta un empobrecimiento,
pues los hombres y las mujeres se liberan desposeyéndose, desnudándose de diversas
determinaciones, lo cual facilita la ulterior domesticación.
Ruptura de un proceso, separación, revolución, liberación, emancipación implican todos
violencia. En el caso de la revolución, entendida como retorno a una forma de vida anterior, se
presenta como el fenómeno que ha de abolir aquello que produce la violencia.
Es a propósito de las revoluciones que se ha justificado e incluso reivindicado el uso de la
violencia, desde un punto de vista inmediato, esto es justo. Los datos históricos han probado
que siempre ha habido escapes de violencia, que fueron difíciles de controlar porque están
arraigados en los dominios profundos inalcanzables, de los que ni se sospecha de su existencia.
Más allá del hecho de que la serie de las revoluciones ha terminado, rechazo el proceso
revolucionario y la exaltación de la dinámica de la liberación, porqué son, en definitiva,
momentos y modalidades de acceso del capital a su plena dominación. Hemos dicho: es
necesario encontrar una vía para eliminar la violencia y la domesticación.
15.-La violencia es igualmente reivindicada en tanto que medio para acelerar la aparición de la
nueva sociedad, eliminando de manera draconiana todos los obstáculos a su nacimiento. No
obstante las diversas revoluciones han mostrado que fue imposible dirigir la violencia, que
esto solo lo puede hacer una dictadura muy estricta, feroz, lo cual va en contra del proyecto
revolucionario. Además en la comunidad capital actual, saturada de violencia latente,
potencial y actuante, todo intento de conducirla en una dirección dada está abocado al fracaso
por la parcelización extrema de la humanidad.
Esto no es una condena del proyecto de los revolucionarios de siglo pasado (el XIX), en
particular el de K. Marx y F. Engels. Ellos razonaban en una sociedad menos evolucionada en la
violencia que la nuestra y los seres humanos estaban menos separados que hoy en día.
Hay que constatar que reivindicaron su proyecto en un camino determinado; ahora bien dado
el acceso del capital a su comunidad, ya no es utilizable, no es compatible con nuestra
aspiración a una comunidad humana.
En fin, no decimos que debamos evitar toda violencia, pero podemos al menos evitar utilizar el
mismo tipo de violencia que el capital.
16.-Así en el curso de la historia se pueden detectar dos modalidades de manifestación de la
violencia: la de los oprimidos, de los explotados que intentan refundar una comunidad
humana, y aquella de los dominantes, de los amos que quieren reactualizar siempre la ruptura,
presentada como salida de la animalidad afirmando como principio de gobierno y de poder
que el hombre no es un animal y que es preciso organizar a los hombres y a las mujeres de tal
manera que no recaigan en la animalidad o en el caos. La violencia se manifiesta en la
voluntad, afirmada a lo largo del tiempo, de querer organizar, dar forma al caos y todo esto se
expresa en las diversas conductas humanas (particularmente en el arte).
Dado que el principio de progreso –la salida de la animalidad- ha sido interiorizada por todos,
amos y esclavos, explotadores y explotados, se comprende que la dominación de los seres
humanos haya podido hacerse desde dos polos sociales, a partir de todas las clases.
17.-Las diferentes manifestaciones actuales de la violencia se producen (surgen) sobre la base
de la comunidad actual del capital, pero al mismo tiempo tienen una dimensión histórica que
acrecienta su intensidad. Se debe al hecho, a menudo indicado, de que las contradicciones han
sido, en el curso del tiempo, englobadas y no resueltas y son generadoras igualmente de una
inmensa violencia potencial.
18.-La separación de la comunidad inmediata original provoca un inmenso trastorno, un
sentimiento de inseguridad (problema de la certitud de existir, de la presencia en el mundo…).
Los hombres, las mujeres, buscan un cuadro, un mundo que les de seguridad. Esta búsqueda
les conduce a inhibir o a aniquilar toda manifestación que pueda poner en cuestión el cuadro
más o menos estable que se han creado.
La violencia puede desaparecer simplemente de la desaparición de los límites, de las fronteras
que encierran el dominio espacio-temporal y representativo en el cual se alojan los seres
humanos. Pues entonces se produce un fenómeno de pánico y la energía, antes canalizada, es
liberada brutalmente tendiendo en un efecto creador-destructor, como por arte de magia, a
suscitar un nuevo cuadro de seguridad. Allí hay el desarrollo de una actividad conjuratriz.
Este fenómeno se produce actualmente en todas las agrupaciones humanas conmocionadas
por la introducción demasiado brusca del capital.
Hay un fenómeno de huida que se puede reconducir a la violencia únicamente en la medida en
que contribuye a destruir un cierto proceso de vida.
Es una especie de locura (la locura resulta de una violencia sobre el ser humano, y puede ser
ella misma violencia para restablecer o establecer un cierto proceso de vida) que hay que
distinguir de aquella que se pone en marcha sobre la base de la expropiación total de los
hombres y de las mujeres por el capital. Los totalmente desposeídos, devienen inútiles, no
pudiendo ya, por causa del desarrollo de la técnica, asegurar un ligamen armonioso entre la
actividad de la mano y la del cerebro; tienen una energía que no pueden desplegar, es
entonces que la liberan en una “violencia ciega” (se la describe así), que consiste por ejemplo,
en esos jóvenes que se aplican a destruirlo todo sin decir nada ni manifestar ninguna
reivindicación.
Los seres bloqueados, inhibidos en su proceso de vida pueden llegar hasta la autodestrucción;
la violencia afecta entonces al sujeto mismo que la despliega.
19.-Los seres humanos han creado diferentes medios para reencontrar la seguridad perdida. Si
la religión todavía tiene pujanza (por ejemplo el islam), se debe, no solamente a su carácter
comunitario, sino también a que asegura a los hombres y a las mujeres, definiéndoles y
marcando su dominio de vida. De aquí el fanatismo religioso engendrado por el miedo a
perder la seguridad. No es necesario siquiera poner en cuestión su dominio de certitud; la
simple duda puede significar la no utilidad de su presencia en el mundo. La religión, sobretodo
en occidente, pone a hombres y mujeres en un proceso de vida dominado por la renuncia; no
se vegetal, animal ni humano. Es la reforma de la comunidad sobre una base totalmente
extraña. N reacción, se comprende que se den diversas tentativas de constituir religiones
naturales.
La fuerza del estado procede de los mismos elementos.
Este deseo de orden, de seguridad, se encuentra igualmente en la ciencia, que saca su fuerza
de que determina a priori su dominio de validez, las fronteras dentro de las cuales es
operativa. La ciencia igualmente tampoco está al abrigo del fanatismo.
Además la ciencia experimental está directamente fundamentada en la violencia, puesto que
su actuación consiste en romper los diversos procesos físicos o biológicos para comprender sus
mecanismos. Si la religión desemboca en una violencia sobre hombres y mujeres, la ciencia, en
tanto que violencia sobre el mundo y los seres vivos, puede llegar ahora con la sociología y la
psicología a ejercerla sobre los seres humanos. La violencia es aquí justificada mediante la
superioridad del ser humano sobre los animales y a la necesidad del orden.
En fin, gracias al arte los seres humanos han buscado crearse un universo donde sean la
medida de todas las cosas.
20.-La separación de la comunidad original supone el surgimiento de la dicotomía
exterior/interior y sobretodo aquella entre sí mismo y el otro que fundamenta el problema de
la identidad de los dos puntos de vista.
a./ desde el sujeto, de uno mismo, en este caso la identidad es sinónimo de originalidad, del
conjunto de caracteres que le determinan en su individualidad;
b./ desde el otro: se trata entonces de saber cuál es su relación con uno mismo, cual és su
diferencia más o menos grande, y si esta es compatible, etc.
Es cierto que la cuestión de la identidad está totalmente ligada a aquella de la seguridad,
porque el surgimiento del otro, en su diversidad, puede poner en cuestión la identidad de uno
mismo, del sujeto, lo que demuestra que el otro está en relación igualmente con el proceso de
individualización.
La afirmación de un diverso siempre se ha percibido como un fenómeno de agresión, como
una amenaza sobre la identidad y al sentido de uno (por ejemplo el caso de la comunidad
judía).
Es posible que la locura nazca con la fragmentación de la comunidad pués el otro es un diverso
que pone en cuestión lo mío, y el loco es aquel que amenaza a la comunidad. Ahora bien el ser
individualizándose, emergiendo de su comunidad, difícilmente consigue reencontrarse cerca
de ella después de haber hecho esta incursión fuera de la comunidad, que tiende a partir de
entonces a rechazarle.
La violencia se manifiesta en todo el proceso de identificación donde, gracias a un acto que
permite al individuo separarse de su medio original, hay adhesión a una comunidad dada.
Desde este momento hay un derecho a identificarse con ella, se ha adquirido una identidad.
Este fenómeno aparece en parte en la iniciación: corte con el antiguo estado en la iniciación
primitiva; corte con el antiguo modo de vida en el caso de los místicos (por ejemplo el caso
extraordinario de Milarepa). La ausencia de iniciación en el mundo actual hace que exista una
cierta cantidad de energía que se liberará no importa cómo.
En nuestros días todo el proceso de la vida ha sido perturbado, machacado, deformado; es el
resultado de los fracasos en los que los seres humanos no sabiendo encontrar una realidad
donde ser feliz, no puede existir más que destruyendo o destruyéndose; pues destruir es un
simulacro de crear y de conjurar.
Esto actúa en los diversos rackets que se multiplican en la comunidad capital (formación, por
ejemplo, de pequeñas micro-comunidades a partir del modos de actuar diferentes que se
excluyen, de aquí la violencia y triunfo de la comunidad capital). Igualmente todo esto opera
en las relaciones entre hombres y mujeres de aquí la puesta en cuestión de los roles que
fundaban su identidad.
21.- El desarrollo de la comunidad capital se ha hecho de modo que garantiza una seguridad y
una identidad al individuo, es decir que le confiere un cierto ser que puede definirse ya como
social para indicar su origen, ya comunitario para señalar mejor en qué estado del devenir nos
encontramos. Las mujeres y los hombres sienten cada vez más que viven en un patíbulo y en
una abstracción (el desarrollo del capital supone y va acompañado de un inmenso proceso de
abstracción, otro modo de significar-realizar el proceso de separación), y que no pueden
acceder a una realidad más que a través de mediaciones; de ello surge una violencia
aparentemente irracional, inexplicable, para destruir el ser social que les aprisiona; con el fin
de encontrar una inmediatez a menudo difícilmente definible.
Tal es la expresión de una violencia –en general condenada- contra una violencia cristalizada y
estructurada, pues se trata de la racionalidad de un mundo que se nos escapa que hace que la
percepción que se puede tener de uno mismo quede ilustrada por la idea de ser echado al
mundo por la fatalidad a la que hay que plegarse, a esto se ajusta la percepción de que todo
está ya jugado desde que uno nace.
La reducción de la vida a una rutina absurda (y lo absurdo contiene la violencia, ya sea directa
sobre nosotros o su desviación) se expresa muy bien en el “metro, trabajo, dodo” para el
adulto, mientras que en la escuela el niño comienza a ser preparado. Sobretodo actualmente
que, a consecuencia del movimiento de abstracción cada vez más pujante, la fase de la infancia
tiende a reducirse. Los niños a los que se intenta hacer adquirir muy temprano abstracciones
difíciles se rebelan de diferentes maneras, a menudo insidiosas, derrotando sociólogos y
psicólogos.
Se nos impone un tipo de vida, una alimentación que hemos de absorber a ciertas horas, un
modo de vestirnos, etc. Se constriñe a todo el mundo a proceder del mismo modo sin siquiera
poner en cuestión si todo esto corresponde a la realidad de nuestros seres biológicos.
En la medida en que el fenómeno de masificación-homogenización tiende a frenarse, la
diversificación no lleva a que los individuos puedan espontáneamente afirmar su diversidad,
sino que les lleva a micro-comunidades.
El lenguaje verbal presenta una estructura constriñente, reforzada, en tanto que lenguaje
particular, por su relación con el Estado. Nos atrapa e inhibe la creación. Para sobrepasar la
violencia es necesario saber que es el hombre, la mujer, y comprender nuestras raíces, así
como descifrar la sedimentación de conocimientos que se abstraen en una lengua dada, una
cultura, en la cual estamos deglutidos.
22.-Para los etólogos la violencia estaría en relación directa con la agresividad humana y se
manifestaría particularmente en la defensa del territorio. Sin embargo se olvida totalmente el
estudio entre seguridad y espacio determinado sobre un territorio que permite una
representación dada. No se trata de un simple fenómeno de propiedad privada, sino de una
cuestión de representación como uno puede darse cuenta cuando estudia la cuestión desde
los diferentes esquemas cosmogónicos adoptados por el ser humano y las dificultades que
siempre ha habido para revocarlos (por ejemplo la lucha de la iglesia contra el esquema
heliocéntrico).
En consecuencia el crecimiento demencial de la población no puede conducir más que a la
domesticación y al despotismo generalizado, porqué sino corre el riesgo de explosión. Este
aumento tiende siempre a reducir el espacio disponible para cada ser, de ahí, para Honrad
Lorente, la inevitabilidad de los encuentros generadores de violencia, en la medida en que los
ritos de evitamiento y jerarquización desaparecen o se debilitan. Pero lo que es más
determinante es la imposibilidad, cada vez más acusada, de representarse; los seres humanos
no tienen ya ningún asidero. Esto que revela de un modo sangrante en el seno de todas las
poblaciones urbanizadas en las que se pierde toda la amplitud de perspectivas y donde las
pulsiones son castradas.
La reducción de los hombres y de las mujeres en el espacio y en el tiempo, todavía les concede
la posibilidad de representarse; su expulsión del espacio y del tiempo les reduce a partículas
neutras, haciéndoles dependientes del campo de vida del capital, son domesticados.
Para eliminar las fricciones, lo mejor es todavía hacer a todas las personas idénticas, de ahí la
homogenización actual (precedida por el fenómeno de democratización); por otra parte para
poder dominar, organizar, es necesario reducir a todo Edmundo a la misma situación.
23.-Las otras soluciones para eliminar la violencia desembocan también en la domesticación:
tolerancia y relativismo. Tolerar se convierte en aceptar, a menudo materializándose
defendiendo (históricamente esto se debió a que los grupos humanos no tenían fuerza para
imponerse) la posición de los otros. El relativismo nace de la afirmación que no hay nada
absoluto (ningún dogma), y se sobreentiende la idea de que en el fondo todo es posible y por
la duda sobre la validez de lo que avanzado. En los dos casos se desemboca en la aceptación; y
sobretodo los adeptos a la tolerancia y del relativismo son igualmente partidarios de la
libertad. Ahora bien es imposible limitar esto a un campo restringido, por lo que en el límite –a
menudo alcanzado- la libertad es el derecho a ser débil.
Tolerancia y relativismo se fundan sobre el principio de la justificación que es un principio de la
aceptación de lo inmediato; es el florecimiento del inmediatismo.
Para tolerar y hacerlo todo relativo (principio de indiferenciación), los hombres y las mujeres
han llegado a inhibir sus pulsiones, a auto-limitarse, a manifestarse con una intensidad débil,
con retención, hasta tal punto que el hecho de afirmar con fuerza su modo de ser, lo que se
piensa, etc. de un modo seguro y determinado, es considerado como intolerancia, incluso una
violencia o un despotismo.
Esto es muy visible en la hora actual, en que gran número de personas, traumatizadas por los
nazis, el stalinismo y otros terrorismos, consideran que hay que aceptarlo todo y de una
manera neutra (Cifran)=. La pérdida de pasión, la pérdida de energía es considerada como un
ideal a alcanzar. Hay cada vez más suicidas vivientes.
Tolerancia y relativismo nacen como reacción contra el despotismo; el movimiento
antiautoritario surgió en oposición a autoritarismo rigorista ligado al despotismo del capital en
su fase de dominación formal de la sociedad. El también ha recolectado solamente una parte
de la realidad y desemboca en la domesticación. Pues la educación antiautoritaria desemboca
en una dimisión de la afirmación de los progenitores que no proporcionan ya referencias, ni
cuadros globales para desarrollarse a sus hijos.
Esto supone una pérdida del potencial energético y no es sorprendente que las generaciones
criadas según los principios anti-autoritarios busquen en la droga una realidad más fácilmente
accesible y que no se escabulle, por lo que todo esfuerzo es vano. Pues el corolario de la
pérdida de energía es la huida ante el esfuerzo que es puesto en todos los casos como
constreñidor y como afirmación de la violencia.
La sociedad permisiva es la sociedad de la domesticación.
Tolerancia y relativismo son parte integrante del proceso de recuperación del capital, de tal
modo que hay una imposibilidad práctica de “estar en contra”, de ponerse “revolucionario”,
de aquí el recurso a la violencia a la que se entregan ciertos revolucionarios actuales, y que
permite en fin ser reconocido como oponente.
24.-Es conveniente identificar los fenómenos que se caracterizan como violentos sin participar
obligatoriamente de una violencia, lo que no quiere decir que esté totalmente ausente y que
no exista el riesgo de que opere. Pero querer disminuir la intensidad de estos fenómenos, para
conjurar una violencia hipotética e incluso imposible, es castrar los seres, domesticarlos. Como
más se quiere esto, más se traduce en pérdida de energía de los hombres y de las mujeres, en
degeneración. Se olvida demasiado que vivir es arriesgarse a morir.
Así, en el amor, muchos rechazan la pasión (haciendo una separación tal me meto en el
terreno de estas personas para explicarme), porque aquella es violenta. ¡Es verdad! Como es
verdad también que puede ser violencia, no por el hecho de que el ser no amado pueda
destruir a aquel que ama, sino porque cuando el proceso de amor no se completa
enteramente, puede conducir a la locura.
La afirmación de uno mismo –en un mundo donde cada uno esta terriblemente negado por la
realidad del capital, y donde la realidad tolerante tiene un puesto de honor- es
frecuentemente vivida por los otros como una agresión.
Estos fenómenos señalan la degeneración de la especie ligada a la pérdida de territorio, de
espacio, a su sometimiento a un tiempo mecánico, a la pérdida de la dimensión cósmica, de la
pujanza biológica por pérdida de sus raíces, del hecho de la reducción de la comunidad a la
familia nuclear, a veces menos. Se comprende entonces que haya personas (sobre todo
después del fin del último siglo, en particular Gobineau, NT.-se refiere al siglo XIX/XX)
asustados ante esta degeneración que buscan una solución en el elitismo, que llega a
desposeer a una multitud de seres de sus posibilidades o negarlos e inhibirlos, elitismo que
puede acabar en racismo.
25.- Hay comportamientos humanos que se consideran como neutros por así decir, y que de
hecho revelan una forma atenuada de violencia: la inhibición que consiste en bloquear el
devenir de un proceso.
Cuando uno se entrega demasiado para ser reconocido, para afirmarse, no se da cuenta que su
supuesta entrega es un atasco para el devenir del otro. Esto es el egocentrismo, un deseo de
valoración, de capitalización, etc. Ahora bien hay una gran tendencia hoy en día a que los
humanos presumen de mediadores necesarios y, a veces, absolutos, esto crea la dependencia.
Crear dependencia en el otro, es comenzar a domesticarlo.
Esto es esencial en las relaciones del niño. Casi todas las pedagogías, las educaciones, las
instrucciones indican una violencia, pues no respetan el proceso de vida del niño que tiene su
ritmo propio. Revelan en realidad enderezamiento y un amaestramiento.
Todas las formas de inhibición derivan del hecho que aquellos que las provocan tienen la
necesidad de ser reconocidos, de afirmarse, etc.… De hecho tienen siempre la tendencia de
sobrecargar sus actos de datos materiales e inmateriales (significaciones, afectaciones….). Son
seres dependientes que no se pueden preservar más que haciendo dependientes a los otros.
No pueden vivir la simultaneidad de vidas que está más allá de la simple aceptación de los
otros. Es por esto que el silencio -momento de calma y de densidad de asimilación del otro en
su situación en el mundo, en su relación cósmica y en su intimidad, manteniendo al mismo
tiempo la propia realidad- deviene rara en la comunicación entre hombres y mujeres.
La existencia de la dependencia está acompaña por la búsqueda de la autonomía que
desemboca a menudo en otras formas de violencia, en la medida en que para acceder a ella los
hombres y las mujeres deben romper los lugares de su proceso de vida. Esto puede ser
positivo, pero, como esta autonomización opera en el seno de un medio individualista, es
absorbida por el proceso capitalista de separación de los seres humanos y su reducción a
partículas neutras. Esto desemboca en la soledad.
El peligro de la autonomía es la destrucción de toda posibilidad de Gemeinwesen.
28.-La comunidad capital ha desarrollado medios de integración de los hombres y de las
mujeres en su proceso, que no recuerda, a lo que comúnmente llamamos violencia, puesto
que no pone en juego fuerzas directamente constringentes, aptas para causar daños. La más
elaborada es el marketing. La publicidad es uno de sus pilares. Es, como la moda, la seducción
del capital, y consiste en incitar en los seres humanos una cierta sensibilidad, inducir un
comportamiento que les hace buscar los productos materiales o inmateriales que el proceso
global del capital engendra. La seducción es una violencia para los seres domesticados; esto
pone, por ello mismo, el problema de su consistencia en relaciones humanas aun no infectadas
por el capital.
En la moda entra en juego la imitación, fenómeno profundo donde hombres y mujeres buscan
modos de ser, conductas para tener un asidero en el mundo. La perversión de este impulso es
una violencia ejercida sobre la especie. También buscan un medio de identificarse con un
grupo y de separarse de la situación en que se encuentran en un momento dado.
Una forma de violencia que a menudo pasa desapercibida y que por tanto es muy potente
porque desarraiga a los hombres y a las mujeres de su realidad, se encuentra en la
interiorización del postulado que afirma la imposibilidad del goce, que Marx, con toda la razón,
consideraba como característico del capital. De aquí un doble fenómeno: por una parte es
necesario que los hombres y las mujeres devengan unos hastiados (con falta de entusiasmo,
dificultades para dedicarse a una cosa o a un ser) para buscar la curación gracias a diversas
terapias psicológicas, por otra hace crecer la intensidad necesaria de los fenómenos que han
de engendrar el goce. Esto ocurre también con la agresividad creciente del medio en que se
vive. De aquí la situación contradictoria: cuanto más los seres humanos debieren neutros,
faltos de energía, por tanto incapaces de afrontar la violencia, más importantes son las
cantidades de estimulación necesarias para acceder a las emociones. La necesidad de droga es
la mejor ilustración de esta impotencia para el goce. El resultado es otra vez la destrucción de
los seres, su domesticación, pues dependen cada vez más de la comunidad capital.
En este terreno que tiende a invadir todo el campo de vida, la violencia se manifiesta por su
apariencia y no por su realidad; tenemos el espectáculo de la violencia que sirve mucho a unos
seres pasivos y dependientes. Este análisis es igualmente verificable tomando el caso del amor,
en el cual interviene cada vez más el sadismo y sobretodo (muy probablemente) el
masoquismo que traduce mejor la dependencia de los seres. Sin embargo es muy difícil
determinar la relación exacta entre los que es llamado perversión y la violencia.
Es mediante el crédito y la inflación que los hombres son arrastrados a la búsqueda de un goce
nunca accesible, nunca gratificante.
28.-El terrorismo es la violencia exacerbada, es por esto que incluye la posibilidad del
exterminio, de la destrucción. Fue preconizado –revolución de 1789- para defender un proceso
iniciado, Marx se inspira en ello para teorizar la necesidad de la utilización del terror rojo
(artículos de la Neue Rheinische Zeitung).
Fue concebido igualmente –tanto por los revolucionarios franceses como por Marx- como el
único método para acelerar la transformación revolucionaria y disminuir la cantidad de
violencia. Esta última siendo considerada como partera de la historia, la utilización del terror
permitía reducirla a lo estrictamente necesario.
Era necesario un medio de controlar el terror, para evitar que se autonomizase; Robespierre
tomo para ello la virtud y Marx la organización homogénea de un partido (que se concretizó en
Lenin y los bolcheviques).
La violencia revolucionaria necesita no solo una justificación (su objetivo: fundar un nuevo
proceso en el seno del cual los hombres y las mujeres podrán al fin desarrollar su humanidad)
sino también una mediación mostrando de este modo su heteronimia. Además, la virtud, por
ejemplo, es un equivalente general, como Dios, libertad, justicia, etc. Deriva de e implica
violencia por sí misma, lo que es el destino de toda equivalencia general, solo posible en un
proceso de reducción-abstracción.
29.-No alcanza solamente a aquellos que toca directamente sino también a aquellos a los que
no alcanza (es violencia e inhibición a la vez). Hay efectivamente transmisión de un mensaje
que, en el caso de ser emitido por el polo de poder en plaza, puede llevar una advertencia
significativa de que la revuelta es imposible y que toda tentativa está abocada al fracaso y a
una inmensa represión (no se puede pues romper el proceso), en el caso de que proceda del
polo revolucionario , exalta la necesidad de romper, señala lo intolerable de estar en una
sociedad dada, muestra que el rey no es el rey más que porqué unos sujetos le reconocen
como tal; hace resurgir la “identidad” es decir la realidad propia de aquellos que son
explotados, como ha señalado Frantz Fanon o el Black Power, particularmente con su eslogan
“Black is beautiful”.
Es evidente que el terrorismo resalta la cuestión del lenguaje (sobre todo en la dimensión
inhibidora), de la comunicación entre el individuo y el grupo, entre el grupo y la clase o el
pueblo, es necesario un acto de violencia que rompa, haga pedazos una representación dada
para que las masas accedan a una cierta comprensión de la realidad (temática de los
populistas, la de aquellos que quieren despertar al proletariado de su letargo, la de Mussolini
considerando a sus contemporáneos como cadáveres a los que hay que echar cal viva para
retornarles a la vida).
Sin embargo, como no hay rey, el terrorismo se democratiza y deviene más mortífero pues
está obligado a matar a un gran número de personas, para dar un sentido y crear un centro de
polarización de fuerza.
Es por esto que actualmente, los mass media son más determinantes para la creación de una
pasividad en los hombres y en las mujeres para su domesticación. En las zonas más
evolucionadas de la comunidad capital, no hay necesidad de recurrir a la guerra para
domesticar. Se vive con un terrorismo más o menos interiorizado y letal.
En la comunidad capital, el terrorismo puede surgir para crear diferencias a fin de restablecer
los flujos, sino la igualación provocaría el estancamiento; los hombres mismos recurren a ello
para diferenciarse, para ser reconocidos. Además en el capital, no siendo más que
representación, todo deviene una cuestión de poder y este no puede aparecer más que a
través de una manifestación de fuerza. La violencia, cada vez más, es el pienso de este mundo.
El terrorismo puede relacionarse también con el fin de la política, la desaparición de ciertas
reglas aptas para controlar la violencia (la política ya no gobierna nada).
El hecho de que la violencia revolucionaria, para que sea operativa devenga fácilmente en
terrorismo, está determinado cada vez más por la pérdida de energía de la gente, por la apatía;
son necesarios fenómenos cada vez más potentes para emocionarles; pues mediante los mass
media la gente está saturada de violencia, que deviene una banalidad, como con otras
emociones, todo puede parecerles natural. Ahora bien el terrorismo debe hacer resurgir una
realidad en sus determinaciones destacadas con la finalidad de que los seres humanos se vean
obligados a tomar posición con relación a ellas.
30.-Algunos pensaron que el único modo de evitar el despliegue de la violencia y del
terrorismo era intervenir solamente en el momento en que la situación estaba ya madura. Se
fundaban en la teoría de Marx de que un cambio social solo se puede producir cuando las
fuerzas productivas han alcanzado un cierto grado de desarrollo y cuando entran en conflicto
con las relaciones sociales. El conjunto social es entonces catapultado hacia un proceso de
transformación por el hecho de que la inmensa mayoría de la población está concernida. No
pueden haber desbordamientos de la violencia. Esta es la perspectiva socialdemócrata, que se
puede localizar bajo su forma más moderada en Kautsky y bajo su forma radical en Rosa
Luxembourg.
El gran problema era saber determinar el momento de madurez. He aquí la necesidad de ser
capaz de esperar, que induce a frenar el deseo de cambio por parte de los más desheredados.
De aquí la formación de la conciencia represiva y de una inhibición social y histórica.
En este caso la intervención se reduce a muy poco: la voluntad no tiene importancia y es
considerada como un defecto.
Esta concepción solo puede ser válida si el proceso de vida del capital no tiene consecuencias
sobre el comportamiento del obrero. Pero, y Marx lo puso ya en evidencia en el libro I del
Capital, el obrero tiende a ser domesticado puesto que considera la dominación del capital
como un fenómeno natural; en una etapa posterior, cuando pasa de ser simplemente un
productor a productor-consumidor. En este caso ni siquiera se puede considerar una
dominación puesto que lo ha interiorizado, se ha integrado, es probable que la intervención
revolucionaria que deseaba Marx fuese necesaria para escamotear esta fase, lo cual indica que
el capitalismo no desemboca obligatoriamente en el comunismo, para que esto sucediese sería
necesario que los seres humanos fuese todavía capaces de actuar, siempre llenos de su furor
revolucionario.
31.-A menudo, a lo largo de la historia ha habido situaciones de liberación a la violencia, del
terrorismo, durante etnocidios, genocidios, de momentos de locura colectiva. En nuestros días
una tal liberación se renueva constantemente a causa de la necesidad de aplastar cada vez
más violentamente la imaginación de las gentes engullidas en una pasividad y desorientadas
por la evanescencia de los roles.
Generalmente se puede constatar que el terrorismo se desarrolla durante el final de los
períodos históricos, cuando es difícil situarse. El de fin del siglo pasado (XIX) (anarquistas
individualistas) era el indicio del fin de la sociedad burguesa, que se realizó plenamente con la
guerra 1914-1918; el terrorismo actual manifiesta la muerte potencial del capital. Serán
catástrofes diferentes a una tercera guerra mundial, muy improbable, que le destruirán
realmente.
El terrorismo mana, en este caso, de la imposibilidad de recolectar la raíz del mal. En este
momento en que haría falta ir hasta la raíz de las cosas, la violencia que busca abolir las causas
de lo que mina la sociedad, no alcanza su objetivo, derrapa y hay liberación.
32.- Puesto que la salida del impasse actual no se puede buscar en el interior de la comunidad
capital, sinó fuera de ella, es necesario abandonar este mundo, hay necesidad de una
intervención y por lo tanto también de una violencia, porque es necesario arrancarnos al
proceso de vida dominado por el capital. La aparición de una diferencia engendra violencia de
la parte que se siente amenazada. Será preciso pues defendernos.
No se puede evitar la violencia, pero se puede, es necesario repetirlo, evitar ponerse en el
mismo plano que el capital. Nuestra violencia consistirá se ponernos fuera de su esfera, que es
el único modo de llevar la intervención hasta la raíz y privar así de fundamento a una multitud
de fenómenos de violencia.
Se puede en cambio evitar la domesticación. Nuestra salida del mundo nos permitirá acceder a
un potencial de energía que será un inmenso potencial de rechazo. Nuestro devenir será abolir
el vagabundeo milenario para reencontrarnos en tanto que especie-phylum ante la realización
del fenómeno reflexivo de la vida, en simbiosis con los otros seres vivientes, en el seno de la
especie, la ascensión-realización de la individualidad-gemeinwesen, es decir que el hombre, la
mujer vivirán modalidades simultáneas e interpenetradas.
33.- Antes de señalar la posibilidad de una vía de vida fuera del capital, es necesario considerar
la violencia en tanto que conducta humana en la naturaleza, es decir en tanto que intervención
de la especie. Se ha indicado que la caza, la agricultura, la cría de ganado, la domesticación,
son actos de violencia igual que la intervención médica, científica, etc. Desde este momento el
problema de la violencia se reduce al de la validez de la intervención y, por vía de consecuencia
a la de una terapia, puesto que se utiliza, por regla general, para paliar los inconvenientes de
una intervención de resultados negativos. Es evidente que el rechazo a la intervención
conducirá a la especie a una pasividad que le conducirá a sumergirse en la naturaleza, lo que
no será el retorno a un estado primordial, sino una degeneración total. La intervención debe
hacerse conociendo los diferentes procesos de la vida y, a menudo, sin sustituirlos por
profetas. Esto deja a la especie el campo de intervención que es creativo en función de todas
sus determinaciones propias, de la que la más esencial es la reflexividad, la cual está incluida
en el fenómeno de vida global en la que hemos de permitir el florecimiento.
34.- El fenómeno del nacimiento ilustra perfectamente nuestra afirmación. Es un proceso que
hace pasar de una manera continua al ser desde una vida acuática a una vida aérea. Para esto
hay una serie de mecanismos que intervienen para permitir al feto, a través de fases que se
suceden en un orden riguroso y con una duración determinada, el nacimiento como niño
humano. No hay violencia; lo cual no quiere decir que el fenómeno no sea violento, es decir
cargado de una gran potencia, poniendo en acción una gran cantidad de energía. En efecto los
esfuerzos del niño para salir de la cavidad maternal, los de la madre para expulsarle, no son de
débil amplitud. Pero la violencia cuando hay oposición al proceso como se hace actualmente
de un modo regular en el parto.
La educación del niño, su instrucción, debería ser también una transmisión sin violencia, es
decir capaz de hacer franquear los diversos momentos de adquisición de la madurez sin hurtar
su ritmo de vida (lo que está indicado para el nacimiento, lo está también para el destete, la
pubertad, etc.) será necesaria una especie de iniciación no a la autonomía, sino a la realidad
que no está nunca parcelada, donde cada uno de nosotros desarrolla su individualidad-
gemeinwesen.
Puede parecer que la iniciación, tal como se hacía en sus orígenes, era un momento de vida en
que coexistían dos fases de vida del niño, de tal modo que en el curso de las sesiones donde
todo era exacerbado, le era posible efectuar de un modo quizás no indoloro pero sin violencia,
el salto de una fase a la otra. La iniciación contradecía la representación de todo lo que ha de
ocurrir, de aquí la posibilidad de una toma de posición por parte del niño que se adueña de lo
que vendrá, que efectúa un cierto aprendizaje. No se le coloca simplemente ante lo
desconocido, que podría aterrorizarlo.
Para evitar la violencia es necesario respetar las relaciones entre filogénesis y ontogénesis. En
el curso de esta última, hay en parte recapitulación de la primera. Es lo mismo que ocurre en
las relaciones entre individualidad y especie. A fuerza de querer acelerar la sucesión de fases y
escamotear algunas, se producen seres mutilados. Por otra parte –y esto es especialmente
válido en el segundo campo (el del desarrollo- si el proceso no se sigue en su totalidad provoca
un “inacabamiento”, inducirá en el ser inacabado una propensión a revivir el proceso con el fin
de alcanzar su cumplimiento. De aquí la producción de adultos no maduros, dependientes
totalmente de una infancia más o menos lejana e incumplida.
En algunos casos el método de instrucción actual triunfa y los niños alcanzan el extraordinario
grado de abstracción que reclama el desarrollo del capital, pero esto es a costa de su
afectividad, de su espontaneidad… esto forma seres en los que toda sensibilidad está
atrofiada, serán aptos para ser los jefes imprescindibles para la comunidad capital.
35.-Hay que acceder a la abstracción (realización perfecta de la reflexividad) pero el camino
para llegar a ella debe ser más lento, pero sobretodo particular para cada uno. Se adquirirá a
través de modalidades que no excluyen nunca tomar en cuenta constantemente la totalidad.
Es preciso que los hombre sy las mujeres puedan integrar las fases anteriores que son
instantes de vida de sus predecesores, cosa que hace que estos no hayan vivido en vano y
mantienen una continuidad real entre todas las generaciones. La violencia reside en la
interrupción de todo esto. Así las diferentes etapas en la adquisición de la lectura, de la
escritura, del razonamiento matemático, de las diversas lógicas, pero también de la historia, de
la filosofía, etc. (partiendo del saber separado actual, pues está claro que ya no serán
impartidos siguiendo la división en disciplinas) deben ser afrontadas de una manera
totalmente diferente a la de la actualidad, esto depende por otra parte de un modo de vida
menos abstracto que el actual.
Un ser que no ha alcanzado de una manera armoniosa los diferentes procesos que deben
constituirlo es un ser dependiente, y lo es más mientras no conozca la raíz de su enfermedad,
puesto que hemos visto que nuestro proceso de producción en tanto que ser femenino o
humano está integrado por dos fases muy antiguas, que forman parte de la filogénesis. Por
otra parte este ser dependiente a menudo recurre a la violencia para enmascarar la máscara
que le mina.
38.-En definitiva la mayor violencia que ha producido la especie, es la que se ha ejercido sobre
ella misma, autonomizándose y volviéndose inadecuada a su ser biológico. Esta diferencia, que
se ha vuelto enorme, es la que causa la necesidad de todo tipo de intervenciones y de
violencias.
El espacio potencialmente frugívoro se ha transformado en carnívoro, después en omnívoro
dominantemente carnívoro, comiendo cada vez más productos cocidos y transformados, la
cocina es la peor invención que hace posible la domesticación, es lo que ha engendrado una
multitud de enfermedades que a su vez precisan la elaboración de multitud de medicinas, que
sobre todo en las terapias más modernas, contribuyen a desarraigar a los hombres y a las
mujeres y a situarlos fuera de su naturaleza.
El mismo proceso se ha realizado con la desposesión del gesto, de la palabra, de la
imaginación: la especie tecnificada esta privada de la técnica –salvo una minoría cada vez más
reducida- y esto es el resultado de la labor del capital y de la de algunos de los que consideran
que la técnica es un mal.
La técnica no es aquello que pensaba Aristóteles, lo que es necesario para corregir los errores
de la naturaleza, es el elemento fundamental que permite reactualizar todo tipo de posibles
realidades para otras especies. A través de la especie humana, la vida no se desarrolla, sino
que se empobrece.
37.-Acabar con la violencia implica abolir la dependencia que es la confirmación de la
separación entre ellos mismos, y la consagración de la violencia original, fundadora del
desarraigo, lo cual desemboca en la destrucción de la base de la domesticación. Esto no quiere
decir abolir los ligámenes entre miembros de la comunidad sino al contrario, postula la
necesidad de no estar nunca más separado, porqué la separación reclama la producción de
medios externos para restablecer la unión. El término de simbiosis puede evocar la abolición
de la dependencia.
El rechazo de todo esto se expresa en la voluntad de redescubrir el cuerpo (por la acción de la
abstracción, exaltación de la separación), que es voluntad de pertenencia y de hacerse cargo;
de aquí el rechazo del poder médico, de toda terapéutica y de la búsqueda de una
alimentación sana, adecuada a nuestro ser biológico, lo cual sobrepasa la problemática de la
agricultura biológica actualmente de moda.
Siempre habrá una posibilidad para la violencia entre los hombres y las mujeres puesto que
continuaran deviniendo. Este devenir no puede estar exento de ruptura, pero la Gemeinwesen
será apta para frenar el fenómeno de la violencia, como podrá hacerlo para otro devenir
alienante.
Esto es esencial, porqué la teorización de la no violencia es afirmación de una pérdida de
voluntad, de energía de los hombres y de las mujeres; la desaparición de toda afirmación, la
evanescencia tolerante. Afirmar la eliminación de la violencia destructiva no implica reivindicar
una enervación o una debilidad, al contrario, como más regenerado se este, más apto se será
para vivir fenómenos “violentos”, fuera de toda monotonía.
La Gemeinwesen debe integrar pulsiones de gran energía, sino se pone a la comunidad en un
estilo de vida utópico donde todos los seres son idénticos y armoniosos. La armonía es a
menuda la ausencia de vibración profunda.
38.-Para acceder a una comunidad humana integrada en el cosmos, es necesario romper con
este mundo. La mayor parte de los hombres y de las mujeres sienten que es necesario
encontrar un camino diferente al que hemos transitado hasta ahora, sólo que tienen miedo de
dar el salto, miedo cultivado por el modo de vida concedido por la comunidad capital.
“Es aquí donde hay miedo, es aquí donde hay que saltar”
Ejerceremos alguna violencia sobre lo que sea para lograr este salto. Cada uno ha de
sobreponerse a su miedo y comprender la inmensidad de la apuesta, entreviendo la vida
futura. No podemos ya seguir utilizando la eventualidad casi cierta de catástrofes próximas
para exhibir un discurso terrorista a fin de vencer la duda y el miedo.
Todos los hombres y todas las mujeres tomados individualmente deben producir el esfuerzo
necesario para tomarse ellos mismos a su cargo, para fundar una nueva comunidad.
Actualmente coexisten el viejo modo de vida y la posibilidad de otro. El paso del uno al otro es
un proceso de nacimiento. Sin embargo dadas las innumerables contradicciones acumuladas y
no resueltas en el curso de milenios, y la degeneración de la especie, está claro que la violencia
no podrá ser evitada. Perinola reivindicamos. La constatamos, del mismo modo que somos
muy conscientes de que la dinámica de salida del capital es una violencia contra su proceso
global.
39.-Es necesario constituir un centro de vida-reflexión fuera de la violencia y de la
domesticación.
Jacques Cammate, Agosto de 1980