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Violencia en el noviazgo Muerta por él • Prevención en el noviazgo Descubrir que desde la creatividad también se puede ayudar fue una revelación muy impor- tante para mí. Sobre todo porque, como ya dije, el lenguaje del cómic o historieta tiene tanto que ver con los jóvenes, una de mis principales preocupaciones, porque son los jóvenes los que están a tiempo de reaccionar antes de que la violencia lastime sus vidas. Los jóvenes están en mejores condiciones de rectificar el rumbo, apenas asoman al dolor y pueden decir “no quiero esto para mí”. Se inician en la vida sentimental y tie- nen la auspiciosa posibilidad de darse cuenta. Cuando escribí el guión, inspirada en la lectura del libro Encuentre su meta en la vida 1 , acabábamos de conocernos con Alejandro Fried: un dibujante muy joven y, sin embar- go, un experimentado plasmador no sólo de situaciones sino también de sentimientos. De inmediato nos abocamos a conjugar letra e imagen. Alejandro se asombraba de lo cruel del tema, y yo del aspecto tan sexy que daba a las chicas en sus dibujos. Pese a este primer impacto, él aprendió a captar rápidamente los mensajes que quiero trans- mitir y yo me adapté a su atractivo estilo. "Muerta por él" pretende mostrar riesgos como la entrega desmedida a consecuen- cia del flechazo; la incomprensión de los padres, que precipita las cosas; el temor a no complacer al otro; la dependencia; la imposibilidad de reconocer la violencia. El capítulo ilustra acerca del papel de sumisión que las familias rígidas inculcan a las hijas mujeres, y explica a la institu- ción del noviazgo como un necesario período de conocimiento. Contiene también el testimonio sobre un noviazgo, las palabras de una joven, una nota surgida de un artí- culo de la periodista española Rosa Montero sobre la postergación de la mujer, y las frases y los mitos de las relaciones. La historieta se está utilizando como material de tra- bajo: los jóvenes la analizan y la discuten en talleres. Recientemente, en una tensa mañana, cuando acompañaba a una joven que espera- ba a su mamá mientras ésta declaraba en un juzgado, comenzamos, de manera insos- layable, a hablar sobre la violencia, justamente entre los novios. Yo tenía en mi peque- ña caja de Pandora una copia de la historieta. Se la di y la leyó. Y me dijo: "Cristina, a mí esto ya me pasó, porque yo ya tuve un novio violento. Un día no me dejaba salir de su auto, y un patovica me salvó... —Y agregó, como autoafirmándose—: Pero a mí no me va a pasar lo mismo que a mi mamá". Imploré con todas mis fuerzas para que ese anhelo se cristalizara. Y si esta historia ayuda a alguien más a reflexionar para que así sea, el propósito está plenamente cumplido. Los jóvenes están en mejores condiciones de rectificar el rumbo, apenas asoman al dolor y pueden decir “no quiero esto para mí”. u 2 CAPÍTULO 27 1 Adrienne Carol. Encuentre su meta en la vida. Editorial Plaza Janés, 1998.

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Violencia en el noviazgoMuerta por él • Prevención en el noviazgo

Descubrir que desde la creatividad también se puede ayudar fue una revelaciónmuy impor-tante paramí. Sobre todo porque, como ya dije, el lenguaje del cómic o historieta tiene tantoque ver con los jóvenes, una de mis principales preocupaciones, porque son los jóveneslos que están a tiempo de reaccionar antes de que la violencia lastime sus vidas.Los jóvenes están en mejores condiciones de rectificar el rumbo, apenas asoman aldolor y pueden decir “no quiero esto para mí”. Se inician en la vida sentimental y tie-nen la auspiciosa posibilidad de darse cuenta.Cuando escribí el guión, inspirada en la lectura del libro Encuentre su meta en la vida1,acabábamos de conocernos con Alejandro Fried: un dibujante muy joven y, sin embar-go, un experimentado plasmador no sólo de situaciones sino también de sentimientos.De inmediato nos abocamos a conjugar letra e imagen. Alejandro se asombraba de locruel del tema, y yo del aspecto tan sexy que daba a las chicas en sus dibujos. Pese aeste primer impacto, él aprendió a captar rápidamente los mensajes que quiero trans-

mitir y yo me adapté a su atractivo estilo."Muerta por él" pretende mostrar riesgoscomo la entrega desmedida a consecuen-cia del flechazo; la incomprensión de lospadres, que precipita las cosas; el temor ano complacer al otro; la dependencia; laimposibilidad de reconocer la violencia.El capítulo ilustra acerca del papel desumisión que las familias rígidas inculcana las hijas mujeres, y explica a la institu-

ción del noviazgo como un necesario período de conocimiento. Contiene también eltestimonio sobre un noviazgo, las palabras de una joven, una nota surgida de un artí-culo de la periodista española Rosa Montero sobre la postergación de la mujer, y lasfrases y los mitos de las relaciones. La historieta se está utilizando como material de tra-bajo: los jóvenes la analizan y la discuten en talleres.Recientemente, en una tensa mañana, cuando acompañaba a una joven que espera-ba a su mamá mientras ésta declaraba en un juzgado, comenzamos, de manera insos-layable, a hablar sobre la violencia, justamente entre los novios. Yo tenía en mi peque-ña caja de Pandora una copia de la historieta. Se la di y la leyó. Y me dijo: "Cristina, amí esto ya me pasó, porque yo ya tuve un novio violento. Un día no me dejaba salir desu auto, y un patovica me salvó... —Y agregó, como autoafirmándose—: Pero a mí nome va a pasar lo mismo que a mi mamá".Imploré con todas mis fuerzas para que ese anhelo se cristalizara. Y si esta historia ayudaa alguien más a reflexionar para que así sea, el propósito está plenamente cumplido.

Los jóvenes están en mejorescondiciones de rectificarel rumbo, apenas asomanal dolor y pueden decir“no quiero esto para mí”.

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1 Adrienne Carol. Encuentre su meta en la vida. Editorial Plaza Janés, 1998.

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Noviazgos

Estar junto a otro sin perder mi individualidad

Cuando se inicia una relación sentimental se hace con el recóndito deseo de dar y reci-bir amor y por ese camino ser más felices.Desde la perspectiva de la mujer existe la ilusión de ser valorada, que su pareja descu-bra realidades y potencialidades que a ellas mismas les pasan desapercibidas.Pero la premisa principal para que esa ilusión se plasme en algo verdadero, es que seacorrespondida de manera auténtica y no que se utilice para dañarla.Muchas veces se puede sentir atracción por alguien que más tarde se revela con conduc-tas abusadoras, pero el problema no es haber sentido esa atracción, sino perseverar enella pese a las evidencias negativas. La consigna apropiada es “te amo, pero me alejo”.En un primer momento dos personas se conocen y comienzan el sinuoso camino de for-mar una pareja, de dejar de ser dos individuos. No debe ser una fusión, sino un estarcon otro. Como señala Clara Coria: “un equilibrio donde lo común y compartido no hagadesaparecer lo propio y lo individual”.2

Es un puente que cada uno comienza a construir en su orilla, aportando lo suyo para ter-minar la obra, pero si una parte se destruye provoca la caída íntegra del puente.En perjuicio de ello, el derrumbe de una pareja en particular no destruye la capacidad deamar, dado que ésta puede renovarse en circunstancias impredecibles y alentadoras;esto se puede sintetizar en una frase muy cierta: “Por lo que hoy lloras, mañana das gra-cias a Dios de que te haya sucedido”.En una pareja violenta, uno busca dominar al otro infundiendo miedo, que es precisa-mente el enemigo del “amor y la libertad”, y la víctima queda entrampada perdiendo pau-latinamente sus capacidades. Siente que sin el hombre ella no es nadie, en una situa-ción de vampirismo emocional.En realidad ambos se lastiman pese a que aparentemente uno es el dominador y el otrosu víctima, pues la violencia nunca deja incólume a las personas que la sufren o la ejercen.Tolerar los abusos por amor es un contrasentido; por el contrario, negociar las diferen-cias implica que cada parte cede en diversas y simétricas circunstancias, a fin de lograruna saludable vida en común.Tener disensos, opiniones y gustos diferentes permite a una pareja enriquecerse, abriendola mente a la diversidad. A veces se temen los enfrentamientos porque se asocian a situa-ciones estresantes, como me comentara una mujer: “Le doy siempre la razón, porque sino se enoja, le tengo terror”. Pero la tendencia a la indefensión conduce a mimetizarsetanto con el violento, que se esfuma la posibilidad de conocer la real opinión utilizandoinclusive sus mismas palabras, y más aún, hasta renunciando a los propios valores.

En las parejas se generan“dependencias mutuas”,algunas positivas, talescomo la común colabora-ción en la realización voca-cional del otro, o depen-dencias negativas, en lascuales el amor se va dis-torsionando por un “pego-teo” destructivo. Una pare-ja sería simbólicamentecomo en el juego del subey baja, en el cual el queaccede a bajar lo hacepara que el otro ascienda ya la inversa, configurandoun equilibrio de roles quehace feliz a ambos.Desde antaño existe en lasparejas el temor a serabandonadas, por esemotivo muchas mujeres seaferran a la ilusión deencontrar un “salvador”,que las va a proteger por elresto de sus vidas, espe-cialmente aquellas chicasque viven situaciones deviolencia en sus familias de origen. Como expresaba una joven: “Nuestros padres nopueden pretender que tengamos comportamientos normales, si desde que nacimoshemos vivido malos tratos, gritos y humillaciones”.Los noviazgos fugaces, aquellos que no permiten la reflexión serena ni la conexión delcorazón con la razón, son un indicador de desajustes futuros. Una mujer en un grupo deayuda mutua recordaba que no le dio tiempo a pensar, el primer día que salieron juntosle preguntó: “¿Cuándo voy a conocer a mi hijo?” haciendo referencia al hijo de ella; elcomentario la sorprendió y la indujo a creer que era quien se iba a hacer cargo de la vidade ambos.La aparente redención puede convertirse en esclavitud, especialmente si se aferra al otrodesde una desvalorizada imagen de sí misma. En reiteradas circunstancias aceptan uncompromiso desde la “huida” de su propio entorno y no por una libre elección; escapar-se no cicatriza las heridas, sino que las profundiza, porque desde la vulnerabilidad se espresa fácil del manipulador. “Estaba tan mal y tan sola, que necesitaba que alguien medijera que me amaba, sin analizar si era cierto”, comentaba una mujer víctima de situa-ciones abusivas.

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2 Coria Clara. El amor no es como nos lo contaron... ni como lo inventamos. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2001.

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do ser distinta a su madre, paracomprender más tarde que tieneincorporadas más cosas de ella delas que quisiera reconocer.El noviazgo es “el momento clave”para detectar si hay violencia en lapareja. Lamentablemente, lasmujeres que la padecieron recono-cen casi al unísono que tuvieronindicios y que no los pudierondetectar, especialmente de abusoemocional; que confundieron con-trol con cuidados, y aislamientocon el deseo de que ella fuera todapara él. Siguieron con la relación ycuando el sometimiento se fuehaciendo más evidente, el miedo ylas amenazas contribuyeron asellar el compromiso. Una mujerrecordaba que a los quince añosse arrepintió de haberse compro-metido con un muchacho diezaños mayor que ella; un día él la vioen el pueblo conversando con unjovencito de su edad, entonces laamenazó mostrándole el revólveren la cintura, y le dijo: “Si no sosmía no serás de nadie”. Ella seasustó no sólo de él, sino del repro-che que le harían sus padres porquerer romper el compromiso y asícomenzó un derrotero de abusosde parte de su pareja. Cuando rela-taba esta historia, siendo abuela desde hacía varios años, no podía contener las lágri-mas al recordar su noviazgo.Dado que estas mujeres en general provienen de situaciones carentes de afecto en suinfancia, cuando se encuentran con muchachos demandantes vuelven a sentirsecomo aquellas “niñas culpables” de no ser las personas que otros desean que ellassean, y se esmeran por cumplir el mandato altruista de dar sin recibir. A su vez, cuan-do las maltratan, piensan que algún error cometieron para merecer ese desprecio.Según avanza el noviazgo, las conductas en público de estos jóvenes son tan seduc-toras, ellas se sienten tan inseguras frente a su manipulación, que piensan que nadieles va a creer lo que les sucede en la intimidad de la pareja. Es más probable quecuenten sus temores a sus amigas o a algún profesional, que a sus propios padres.

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La etapa del noviazgo es el momentomás importante en la vida de una pareja

Ningún esfuerzo que realicen los novios será en vano en pos de su felicidad futura.Resultará muy útil indagar acerca de la familia de origen de cada uno, amistades, estu-dios, desempeño laboral; todo esto puede parecer excesivo, pero comprometer elfuturo en una pareja supone que el esfuerzo vale la pena. Recuerdo que cuando lehacía estos comentarios, una jovencita me miraba azorada y finalmente me dijo: “Yo loquiero y eso es suficiente, lo demás es imposible… tendría que estar demasiado aten-ta, y eso no es amor”. Ojalá fuera cierto, pero el amor no basta.Los jóvenes dan la pseudoimagen de tener las cosas claras.Así me describía una chica un episodio con un ex al que había dejado porque era

extremadamente violento: “Locité en un restaurante dePalermo Viejo donde hay muchagente joven, turistas; también ledije que sólo podía estar unahora y media”; pero pese a susaparentes recaudos, al llegar elmomento acordado él no dejóque ella se fuera, le sacó las lla-ves del coche y, cuando ellalogró recuperarlas, la empezó aperseguir y a acosar por el celu-lar. Por último, ella me confesó:“No sé por qué lo hice, creo quefue para probarme a mí mismaque yo podía con él. Estoy arre-pentida, pudo haber terminadomuy mal, me asusté.Los comportamientos audaces yhasta provocadores de los jóve-nes, especialmente de las chi-cas, el intercambio de sexo poralcohol o drogas pueden condu-cirlas a una autodestrucción, ycomprometer su futuro comomujeres íntegras y valiosas.Si bien manifiestan rebeldía ensus hogares, el modelo queaprendieron es más fuerte quesu deseo de diferenciarse, comoexpresa la licenciada GracielaLombardi, la hija crece querien-

Caso verídico

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3 Revista Elle. “Noviazgos violentos”. Noviembre de 2000.4 Diario La Nación, lunes 19 de mayo de 2008.

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En nuestro país existieron casosparadigmáticos como los deCarolina Aló y Viviana Esteba, cuyosfamiliares, amigos, docentes y veci-nos sabían que los novios teníanreacciones violentas y que ambasniñas les tenían miedo. Ellos usabanlos celos como “la excusa perfecta”para ejercer la violencia.3 Los celosen el noviazgo confunden, dado quelas chicas creen que son “por tantoamor”, y sin embargo pueden ser unimportante indicador de peligrosidaddel novio. La dependencia emocio-nal en la pareja y el estar juntos a loscachetazos, como en el noviazgo deCarolina Aló y Fabián Tablado, que“no podían separarse”, como relata-ron sus amigos, indica el grado devulnerabilidad de ambos. En estejoven la idea de muerte hacia símismo y hacia otros, había sidoexpresada de manera reiterada, lás-tima que no fue escuchado.Los maltratos en los noviazgos pue-den adquirir modalidades diversas(aspectos físico, emocional, sexual,financiero y religioso); si el abuso es

físico, la utilización de armas de fuego, cuchillos, el estrangulamiento y los golpes hastaocasionar la muerte son las prácticas más usuales.La edad de las víctimas oscila entre los doce y los treinta años. Al presente, tal edadha disminuido sensiblemente, y se ha incrementado la peligrosidad, pues los jóvenesutilizan armas con mayor frecuencia y naturalidad que en épocas anteriores.Mientras escribo estas líneas, de manera casi simultánea leo la noticia del asesinatode una joven de quince años a manos de su ex novio de diecinueve años, que le pro-pinó quince cuchilladas, en la localidad de La Cañada, en Santiago del Estero.4 Larelación había sido finalizada por la adolescente. Es preciso alertar acerca de que ellegítimo deseo de cortar una relación no siempre es suficiente para poder alejarse deun novio violento, y constituye un prejuicio muy arraigado el creer que “si me pega ome maltrata, corto y se acabó”. Cuanto antes se frenan los abusos, mejor es el pro-nóstico, porque se evita el riesgo de llegar demasiado tarde.

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Al presente, los novios acosan utilizando las nuevas tecnologías, por ejemplo los telé-fonos celulares para enviar infinidad de mensajes, muchos de ellos intimidatorios. Loscelulares se han convertido en un recurso para ejercer “poder” y “dominación” y con-figuran una presencia obsesiva que no es amor sino dominio.También puede utilizarse Internet para destruir a una persona, con imágenes, videos ycuanta difamación pueda estar a su alcance. A este respecto quisiera recordar los rela-tos de jóvenes mujeres maltratadas, que en los grupos de ayuda mutua comentabanhaber sido filmadas por sus parejas mientras hacían el amor, sin que se percataran deeste ultraje a su intimidad, y cuando ellas quisieron separarse estas filmaciones fueronusadas como elementos de extorsión.La influencia de los medios de comunicación es muy fuerte entre los jóvenes. En elreciente megaconcierto convocado por Shakira a través de la Fundación Alas(17/05/08), trasmitido de manera simultánea en Buenos Aires (Argentina) y el DistritoFederal (México), mientras en nuestro país Fito Páez y Gustavo Cerati cantaban “estaputa ciudad”, una encantadora niña de doce años, de nacionalidad colombiana, reci-taba un hermoso poema de su autoría acerca del amor que le habían inspirado unosniños que sufrían, y su deseo de ayudarlos. Los valores en las sociedades se fomen-tan o se destruyen, nuestro compromiso es tejer un entramado social lo suficientemen-te acogedor para que pueda sostener a nuestros jóvenes, y les permita aprender “elarte de amar”.

u "Mi casa es una bomba latente, que puede explotar".

u "Si yo no estaba en ese momento, mi papá mataba a mi mamá.

Yo tengo que estar siempre atenta".

u "Hice una apuesta a mis amigas: ‘A éste que no da bola a nadie, yo me lo levanto’".

u "Cuando estábamos de novios, me gustaba porque era limpio;

después me di cuenta de que era un obsesivo".

u "Antes de casarnos me preguntó: ‘¿Vas a poder tener hijos? Porque yo sé que, si vos no

podés tener hijos, yo voy a tenerlos con otra y vos los vas a criar’”.

u "Yo llegué tarde al Registro Civil. En realidad, no quería casarme".

u "Cuando mamá me decía: ‘A este tipo lo voy a sacar a patadas’, yo creía que era porque

estaba celosa".

u "En casa, la palabra desvalorizada era la de mi madre, lo que decía mi padre

era palabra santa".

u "Él nunca quería hablar de sus padres, yo no los conocí, eran de otra localidad".

Frases de jóvenes que viven violencia

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“Tú no debes tener más queuna profesión: la de hacerme feliz…”

Dedicatoria de un seductorEl director de la Ópera de Viena a su futura esposa, Alma Schindler:

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do todo lo que había abandonado, mientras élseguía absorto en su propia música.Un día, ella se fue. Y él descubrió, en medio de ladesesperación, que la amaba, y por primera vez sedignó escuchar sus canciones: "Pero ¿qué hehecho? —exclamó apenado—. Son estupendas,tienes que seguir componiendo”, le dijo entonces,y la inundó de regalos y atenciones, que llegarondemasiado tarde para reparar diez angustiadosaños de denigración.Sin embargo, Alma volvió a su lado, por pena, por-que ya no lo amaba. Él enfermó y murió, y ella,viuda, expresó con respecto a sulabor como compositora: "Nopuedo a estas alturas aprender denuevo a caminar...". Y abandonóla música para siempre. Pero yano permitiría que ningún hombremanejara arbitrariamente su exis-tencia. Tuvo tres hijos que falle-cieron a edades tempranas, y elalcohol fue su escape, como ya lo había sido en losfrustrantes años de su primer matrimonio.Murió ya anciana, a los ochenta y cinco años, enNueva York. Y en su libro dejó escrito: "Con hartafrecuencia el matrimonio desplaza en la mujer supropio yo de un modo extraño...".Al leer la historia de Alma tal vez pensarás "Bueno,en aquella época, a principios de siglo, las mujeresno tenían prácticamente otro destino que vivir a lasombra de sus maridos. Además, ella, con la cartaque recibió, podía haber imaginado su futuro al ladode ese hombre".

Quisiera comentarte que esa pareja es muy actual.Sin duda, un novio absorbente y dominador hoy endía no utilizaría esas palabras que suenan algo anti-cuadas, ni tampoco emplearía un estilo tan directo,pero en la práctica la intención es la misma: la depretender que la mujer abandone su propio mundo,su "ser ella misma", para tenerla a disposición.Aunque en general no nos lo dicen de maneraabierta, muchas veces justificamos su comporta-miento diciendo: "Estaba muy nervioso, porque lospadres no le quisieron prestar el auto" (y entonceshizo nada menos que romperlo a martillazos), o

"Tomaba drogas pero me dijoque, si yo lo ayudaba, él lasdejaba" (y resulta que se casa-ron, pero no dejó las drogas), o"No me presentaba a los padresporque vivían muy lejos" (loque pasaba era que el padregolpeaba a la madre).Los desafíos, el querer irte de la

casa de tus padres, la ilusión de un amor aunque nosea verdadero, la soledad, todos son factores quepueden impedirte ver los indicios del hombre quetenés a tu lado. En una oportunidad, cuando le dijea una jovencita estas mismas palabras, me contes-tó: "Eso no es para mí. Entonces tendría que estarcuidándome, a la defensiva. Yo lo amo y con eso mebasta". En realidad no se trata de defenderte de tunovio: se trata de defender tu propia dignidad.Tal vez te sorprenderás si te cuento de maridos quehan roto los originales de los títulos universitariosde sus esposas, o que les han impedido realizar la

Había una vez una niña artista...Se llamaba Alma, su papá era el famoso pintorSchindler, nació en 1879, cuando terminaba elsiglo XIX. A los nueve años comenzó a componermúsica, y a los veinte ya había escrito un centenarde fragmentos instrumentales y operísticos. Leí estahistoria en el libro de la periodista española RosaMontero y quise hablarles de ella. Me preguntaránpor qué; permítanme continuar.Ella era una magnífica pianista, y en la Viena deprincipios de siglo comentaban acerca de su futuropromisorio. Pero más hablaban de su arrolladorabelleza, y de su don de seducción con los hombres,ya que el talento en una mujer en aquella época eraun atributo menor o, peor aún,una competencia desleal.Admiraba a su padre, del cualhabía heredado el talento. Peroéste falleció cuando ella teníasólo trece años, dejándola conun gran vacío afectivo.En su adolescencia, ellatomaba muy en serio suvocación de compositora y,pese a su éxito con los hom-bres, la música seguía siendoprioridad en su vida. Hasta que, a los veintiún años,conoció a Gustav Mahler. Él la doblaba en edad y yaera director de la Ópera de Viena. Se casaron alpoco tiempo de conocerse.Antes de la boda, él le escribió una carta muy reve-ladora de su personalidad, contándole que estabamuy preocupado "por su capacidad intelectual" —ella leía mucho y era muy culta—, a la que él cali-ficaba de "arrogante" por el atrevimiento de no estarde acuerdo con sus ideas.En un párrafo significativo de la carta, él le decía:"Sigo dando vueltas a esa obsesión que se ha fija-do en esa cabecita que yo tanto amo, respecto aque deseas seguir siendo tú misma. Tú escribes: Tú

y mi música. ¡Perdóname, pero también tenemosque discutir eso! ¿Cómo te imaginas la vida matri-monial de un hombre y una mujer cuando son losdos compositores? ¿Tienes alguna idea de lo ridí-cula y, con el tiempo, lo degradante que llegaría aser inevitablemente para nosotros dos, una relacióntan competitiva como ésa? ¿Qué te va a ocurrir sicuando te llega la inspiración te ves obligada aatender la casa o cualquier quehacer que se pre-sentara, dado que, como tú has escrito, quisierasevitarme las menudencias de la vida cotidiana?¿Significaría la destrucción de tu vida [...] si tuvie-ras que renunciar a tu música por completo a cam-

bio de poseerme y de sermía? [...] Tú no debes tenermás que una profesión: la dehacerme feliz. Tienes querenunciar a todo eso que essuperficial (todo lo que con-cierne a tu personalidad y tutrabajo). Debes entregarte amí sin condiciones, debessometer tu vida futura entodos sus detalles a misdeseos y necesidades, y no

debes desear nada más que mi amor".Y dicen que ella, esa noche, al recibir la carta,lloró desconsoladamente, pero a la mañanasiguiente aceptó, pese a ser consciente de lainjusticia del reclamo y sin manera de evitar, envísperas del matrimonio, la imposición de dejar deser ella misma. Se casó así, a los veintidós años,en 1901, con el único expreso deseo de hacerlofeliz, porque "él se lo merecía".Vivieron juntos diez años, en los cuales ella—según su autobiografía— se quejaba del ego-centrismo de su marido y de lo poco que él latenía en cuenta.Alma lloraba, se angustiaba y deprimía, extrañan-

Historiasu

“Debes entregartea mí sin condiciones,debes someter tu vidafutura en todos susdetalles a mis deseosy necesidades”

“No puedoa estas alturasaprender de nuevoa caminar”

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residencia médica, o que han hecho a exitosasarquitectas cerrar sus estudios. Por supuesto, lohicieron con las excusas más variadas, pero todascon el común denominador de impedir su desarro-llo personal. Podría seguir enumerando historias demujeres anónimas, que hubieran trascendido de noestar unidas a hombres "ilustres" que, como a Alma

Mahler, les impidieron desarrollar su vocación.O, lo que es peor aún, les impidieron ser felices.Por todo esto te he querido contar esta historia quetal vez te ayude para valorar al hombre que te amapor lo que sos, sin condicionamientos ni reproches.Con afecto,

María Cristina Bertelli

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Caso verídico

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NoviazgoEn el año 1978, a los 17 años, un 3 de junio,conocí a Carlos. Era un sábado por la noche, seestaba jugando el "mundial de fútbol" y hacíamucho frío. Todos festejaban en las calles el éxitodel equipo argentino, pero yo no podía hacer lomismo, porque estaba muy angustiada por losproblemas que ocurrían en mi casa. La violenciageneralizada se había enquistadoentre todos los integrantes de mifamilia. A esa altura de mi vida yo yahabía recibido todas las formas ima-ginables de violencia por parte deaquellas personas que se suponedebieron haberme cuidado. Por eso,huí a casa de mi abuela, quien aúnhoy es mi refugio emocional.En estas condiciones anímicas conocí a un hombreque me impactó, era un tipo muy lindo, con muchafacha y demasiado amable. En la primera salidahizo un despliegue total, se mostraba muy correc-to y galante, y seguimos saliendo pese a que intuíalgo que no me convencía, la tentación era dema-siado grande, nunca antes nadie me había tratadocomo si yo fuera una persona valiosa.En las dos primeras salidas no me besó, y eso mellamó la atención porque no estaba acostumbrada aque los muchachos me respetaran. A los quincedías me llamó por teléfono y me dijo: "Mañana mevoy a Mar del Plata, por cuestiones de trabajo. ¿Meacompañás?". Le contesté: "¿Me estás cargando?"."No, te lo digo en serio, volvemos el domingo" —dijo él. Le contesté: “¿Estás loco? Tengo compro-misos, estoy trabajando y además no te conozco losuficiente”. Se ofendió y cortó la comunicación.Desapareció por quince días. Por un lado me sen-tía defraudada porque él parecía un tipo respetuo-so, pero a la vez me sentía halagada porque nadieantes me había invitado a Mar del Plata.Empecé a salir con otro chico que conocí ese fin

de semana, pensando que Carlos no era para mí,porque era muy impredecible y eso me asustaba.Pese a mis propósitos de no verlo más, él hizo sureaparición en casa de mi abuela, sin avisar, y conun conejito de dos meses de regalo, pues sabíaperfectamente que los animales son mi debilidad.Pidió disculpas y me invitó a salir, pero como con-

testé que tenía otro com-promiso se volvió a ofen-der, y salió intempestiva-mente de la casa.Después de unas semanasvolvió a hacerme una invi-tación, y nos pusimos denovios, la verdad es queme atraían los desafíos y

éste era uno. Al principio lo encontraba galante,seductor, protector, todo lo que una chica de esaedad espera de su príncipe azul, y me enamoré deél. A partir de ese momento, él pasó a ser todopara mí, novio, amante, padre. Todo lo que me fal-taba, él me lo proporcionaba. Jamás imaginé queesta dicha era una gran trampa, una telaraña en laque quedaría atrapada, para secarme lentamentecomo una mosca. Él se apoderó de mi persona,sentimientos, pensamientos, actos, voluntad, élera mi amo, sin "r", mi dueño. Su discurso másreiterativo era: "Yo soy el único que te quiere, sinmí vos no sos nada, gracias a mí estás viva" y, len-tamente, casi sin darme cuenta, lo fui creyendohasta quedar presa de su dominio. Para peor,cuando amenazaba con dejarme yo me desespera-ba y terminaba haciendo lo que él quería.Un domingo, ya de novios formales, mi abuela loinvitó a almorzar, llegó temprano y cuando se ente-ró de que venían mis tíos desapareció, y nos dejóplantados. Yo no entendía nada y mi abuela, con sugran sabiduría, me dijo: "Este chico es como tupadre, ¡sabés las veces que me dejó plantada con

Testimoniou

Si pudiste llegartan alto, podrástambién mantenertey seguir volando

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la mesa puesta! Tené cuidado, no te conviene”.Cuando le pedí explicaciones, me dijo que yo yasabía y que era mi culpa. Yo quedé muy confundi-da, pese a lo cual acepté su siguiente invitación.Nos fuimos a vivir juntos y los problemas conti-nuaron. Entonces, Carlos resolvió que el problemaera que no estábamos casados, así que decidióque nos casáramos, y de luna de miel nos fuimosa Bariloche. Cuando estábamos en el hotel, porqueyo tardé —según él—cuarenta minutos en bañar-me, lavarme y secarme el pelo, me gritó y mepegó, y más tarde me volvió a golpear porque noquería ir a cenar al restaurante del hotel dondeestaban cenando todos "los mieleros". Tenía

mucha vergüenza: tal había sido el escándalo, quenos vinieron a golpear la puerta de la habitación, yél, sin abrir, respondió que no sabía nada, queseguramente era en otra habitación...Por último, quisiera decirles que el motivo por elque les cuento algunas situaciones de mi noviazgoes intentar que ustedes, al leer esta historia, com-prendan que sí se puede conocer la violencia en elnoviazgo; lo que ocurre frecuentemente es que, alsentirnos amadas por primera vez en nuestra vida,a veces nos entregamos a la persona inadecuada.

Claudia Del TortoEnero de 2000

Llegué hasta aquí con cierta timidez, característicade mi forma de ser. El puente hacia esta Asociaciónfueron mi madre y una licenciada, que hicieron queyo tomara la decisión de cambiar mi vida.Desde antes yo ya sabía que era una víctima.Desde el primer año de noviazgo me di cuenta deque yo tenía una atracción muy grande hacia él,pero en realidad lo que más me ataba eran mis dosdefectos más grandes: "la lástima" y "el miedo aestar sola", en realidad, pánico a la soledad.Luego descubrí el porqué de tanto dolor en mi ado-lescencia. Durante mi infancia fui feliz mientrasvivieron mis abuelos maternos, a quienes amé conlocura, sobre todo a mi abuelo, mi primer maestro,un gran artista que murió por el alcohol. Traté derescatarlo concurriendo a los grupos de Alanon yAlaten, pero el viejo se fue... Jamás tuvo violenciahacia mí. Creo que fue, un poco, el padre que notuve.En la escuela, tuve idas y vueltas, repetí un par deveces pero siempre me levanté. Desde que nacíestoy escribiendo, y ésa es mi gran pasión.Gracias a la escritura puedo encontrarme conmigomisma, aflora mi verdadera personalidad. Así fuecomo aprendí a estar sola, a desligarme de com-promisos con gente que me incomodaba, y aempezar a pisar firme.Me salieron algunas canas y algunas arruguitas,pero descubrí nuevos brillos internos, y se los tras-

mito a mi prójimo en la medida en que puedo.Aprendí a decir "no" y "sí, soy una mujer magnífica".Tuve el honor de que me eligieran la mejor promo-tora, y descubrí mi afán por el canto, y las ganasde hacer cine y actuar. El mayor de mis sueños es¡hacer un guión cinematográfico! ¡Cuánto daría porescribir y protagonizar junto a ustedes (compañe-ras de grupo de ayuda mutua de violencia fami-liar), si lo desean, una película que pudiera regis-trar nuestras vidas! Desde un antes —el estado enque llegamos—, el ahora y el futuro, para dejar unmensaje a la humanidad.Ya no tengo tantos miedos, no soy perfecta, perosé que voy a poder brindar a mis hijos lo que nosupieron brindarme mis padres, a quienes no jus-tifico, ni odio; sólo no olvido, para así saber y asu-mir que debo tratar de vivir sin resentimientos yprepararme para un mañana mejor.Gracias a las que me ayudaron; mi corazón late dealegría cuando las veo, y Dios cada día está máscerca de mi corazón.Al levantarme me pongo metas cortas, y al acos-tarme le digo gracias a Dios, ¡porque me dio másde lo que le pedí!Por último, no me despido: simplemente queríadecirles que este año fue el más fuerte e importan-te de mi vida.

25 de diciembre de 1999Un besito de Karina

Carta escrita a las mujeres del grupo de ayuda-mutua de la AAPVF, por Karina Rojas, joven de 27 años.

Queridas amigasTestimoniou

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V I O L E N C I A F A M I L I A R 2 - V I O L E N C I A E N E L N O V I A Z G O

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1. La víctima dijo o hizo algopara provocar el abuso.

2. A las mujeres maltratadasles gusta que les peguen.

3. Por algo le habrán pegado.

4. El maltrato emocional noes tan grave como el físico.

5. Excluyo al violento de mivida y se acabaron losproblemas.

6. Si la mujer se queda esporque le gusta.

7. Ella lo provoca.

8. Lo que ocurre en unapareja forma parte de la vidaprivada y no hay que meterse.

u La conducta violenta no necesita causaspara desencadenarse, pero el violento leencuentra justificaciones pueriles.

u Los acuerdos sadomasoquistas nocorresponden a la problemática de la violenciafamiliar, la mayoría de las mujeres que sequedan es porque no encuentran los recursosnecesarios para salir.

u No hay provocación que justifique laviolencia. Éste es un mito muy arraigado, quetiende a culpar a la víctima y exculpar alvictimario.

u El maltrato emocional puede llegar aaniquilar a una persona sin ponerle una manoencima.

u Tan falso es este mito que, aun en casos deviudez, pueden llegar a estar omnipresentes losmandatos y amenazas del violento.

u Hay que tener claro que la relación deviolencia es una relación de tortura y que lapersona castigada se encuentra sometida einhibida para reaccionar.

u No existe justificación que avale la violencia.

u Cualquier vulneración a la integridadhumana viola los Derechos Humanos, que sonuniversales.

MITOS REALIDAD

Los mitos son creencias erróneas que, en el tema de violencia familiar, distorsionanla veracidad de los hechos.

Mitos acerca de las mujeres maltratadas

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Ricardo era un joven que había crecido desafiando laselva misionera. Cuando desaparecía de la miradatutelar de sus padres, ellos debían pacientementeesperar que él abandonara su refugio intrincado de laselva. Ahí se sentía vivo, por eso, cuando se tuvo quetrasladar a Buenos Aires para estudiar medicina, lle-vaba su tierra colorada en el corazón.La Navidad estaba próxima y, como en tantas ocasio-nes, para paliar sus magros recursos económicos, sepuso la piel de camionero e inició el largo trayectoque une Buenos Aires con Misiones.Cada año cumplía la resignada rutina de levantartodas sus pertenencias de la desvencijada pieza depensión, cargarlas en el camión de turno y, como tor-tuga, emprender lentamente su regreso estival.Había tirado sus cosas con un desorden inusitado. Afin de cuentas era preferible el desbarajuste al atrasode no llegar para Navidad al encuentro familiar. “Total—pensó rápidamente—, viajo solo”.Ya a la salida de la ciudad de Paraná comenzaba aanochecer, y ante la perspectiva de un largo viaje enla densa oscuridad, en el primer cruce de caminosbajó para revisar las luces de su camión.En ese preciso momento, por una intransitada ruta,apareció a toda velocidad un reluciente auto Falconque frenó intempestivamente; de él descendió unainsólita pareja. El hombre era un caballero formal deunos cuarenta años, de impecable traje azul oscuro,camisa blanca y corbata al tono, de semblante serioque transmitía preocupación. Ella era joven, con esaseducción que tienen las mujeres decididas, debelleza física difícil de describir porque se escondíaante su exultante energía.Ella se acercó al camionero y le preguntó:—Señor, ¿no sabe a qué hora pasa el colectivo a La Paz?Él con picardía, respondió:—Acaba de pasar hace cinco minutosElla, descorazonada, insistió:

—¿No sabe cuándo pasa el próximo?Él, consecuente con su engaño, le dijo:—Mañana a las once.Ante esta respuesta, ella se dirigió al señor del auto y,tras una acalorada discusión —cuyas palabras nopodía oír el camionero—, se acercó nuevamente y lepreguntó a éste:—¿Usted no me podría acercar a La Paz, si es que nolo aparto de su camino?—Cómo no. ¿Cuál es su nombre?—Liliana, ¿y el suyo?—Ricardo. Ricardo Quiroga.Él accedió de buena gana, la soledad no siempre esbuena compañía en estos largos y tediosos viajes.Apuró con disimulado entusiasmo el orden de suasiento contiguo y con un ademán de “suba la prin-cesa” la invitó a abordar su camión con acoplado.Liliana sonrió por primera vez y aceptó su mano,subió rápidamente y suspiró aliviada.Ricardo acomodó su sencilla valija en la parte traseradel rodado y comenzaron el viaje.Fueron tres horas de silencio total; ella, tensa y dis-tante, y él respetando su encierro. Cuando Ricardo yase había resignado a un viaje solitario en compañía,ella le preguntó:—¿Por qué llevás tantos libros?—Soy estudiante de medicina y me mudo en el vera-no —le respondió.—Yo también era estudiante y tuve que dejar —dijoen medio de sollozos que pronto se transformaron enllanto incontenible.Sorprendido y con ese quiebre de los hombres antelas lágrimas de una mujer, le preguntó:—Liliana, ¿querés contarme por qué estás triste?Ella comenzó su historia...—Era maestra en Paraná, y estudiaba en un profeso-rado en Rosario. Me puse de novia con un muchachode un pueblo cercano y como mi suegra no quería

que fuera a estudiar a Rosario, construyó una escuelaen el campo y me puso como maestra. Así que aban-doné mi antiguo colegio, mis estudios y me casé consu hijo. En realidad, hace dos días que me casé.Ante esta insospechada confesión, Ricardo la mirócon extrañeza, pero la prudencia pudo más que susorpresa y esperó que ella continuara:—Sí, la noche de bodas, cuando íbamos a comenzara amarnos, vinieron unos amigos desbocados y losacaron de la cama para ir al burdel del pueblo. Llegóde madrugada y borracho y cuando lo increpé, lloran-do, me molió a palos.En ese momento descorrió su cabellera y se quitó elpañuelo, desnudando unas lacerantes marcas, claraevidencia de un intento de estrangulamiento.Liliana continuó:—El señor que me acompañaba era mi abogado, queen mi intento de huida busquéen Paraná como posible salva-dor. Con criterio realista me dijoque no hiciera la denuncia en elpueblo de mi marido y quehuyera a la casa de mis padres.Por este motivo voy a La Paz.Continuó llorando unos instan-tes, mientras Ricardo intentabaencontrar algún atajo para paliartanto dolor; pero se sintió torpe e impotente y desistió.Ya más tranquila, Liliana le comentó que había traba-jado algunos años en un pueblo cercano que se lla-maba Santa Elena y que había sido feliz en ese lugar.El ocasional camionero siguió su marcha; en reali-dad, le había mentido: él no tenía que pasar por LaPaz, pero a esa altura del viaje estaba cada vez másconvencido de que bien valía la pena hacer un des-vío de su ruta por ella.Al rato de andar vio un cartel anunciando la entrada alpueblo de las añoranzas de ella, Santa Elena. Sindudarlo giró el volante y abandonó la ruta. Lilianacomenzó a ponerse nerviosa y él le dijo:—No te preocupes, sólo es para un breve descanso ytomar algo fresco.Ella se tranquilizó pensando que también necesitabacaminar un poco y beber algo.

Era un pueblo mínimo, donde uno se pregunta cómotranscurrirán las horas de la gente en ese lugar paraque el tedio no acapare sus vidas.Por un corte de luz que fue superado pocos minu-tos antes de que ellos llegaran, debieron confor-marse con una cerveza “al natural” y, cuando vol-vían al camión para retomar el último tramo delviaje, se acercó corriendo una señora con unoschicos alborotados. Era una mujer gruesa, conanteojos, a quien esa acalorada carrera le habíasignificado un gran esfuerzo. Agitaba sus brazos,mientras exclamaba:—Liliana, Liliana, sabía que te habías casado enestos días...El impacto del encuentro la dejó pálida y muda.La señora observó a Ricardo conmirada inquisidora; élcaptó rápidamente la situación, saltó del rodado y sin

dar ninguna explicación le dijo:—Mucho gusto, señora.En ese momento Ricardo, porobvias circunstancias, se habíaconvertido en el esposo deLiliana.Ante la insistencia de Carmen,que así se llamaba la inespera-da parroquiana, se dirigieron asu casa para presentar al

“marido” de Liliana al suyo y festejar la feliz uniónde la nueva pareja.Era tal la desesperación de la muchacha, que Ricardole dio un barniz divertido y le dijo:—No te preocupes, no nos vamos a perder la“picadita”. Y después, con la excusa de que sehace tarde, partimos enseguida. Pero por favor,decime: ¿quién es esta señora?Liliana le respondió:—Es la Directora de la escuela de este pueblo, dondete dije que fui maestra y la pasé tan bien.Llegaron lentamente a la casa para darle tiempo deprepararse al marido y organizar el improvisadoágape. El esposo de Carmen, apenas conoció aRicardo, lo trató como a un par, con esa solidaridadde hombres que hacen “rancho aparte” para que lasmujeres se ocupen de sus tareas triviales.

Fueron tres horasde silencio total,ella, tensa y distante,y él respetandosu encierro...

Cuentou

Cruce de caminos

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El problema se complicaba cuando la ansiosaCarmen hacía preguntas tales como:—¿Adónde van? ¿Cómo fue la fiesta de boda?Ante la sensible timidez de Liliana, Ricardo respondíacon tal soltura que no permitió que la más mínimaduda se infiltrara en la conversación. Cuando al fintodo parecía resuelto, José, el marido de Carmen, conpicardía le dijo a Ricardo:—Ya se ha hecho tarde, no les conviene hacer el tra-yecto de noche, las condicio-nes del tiempo no son buenas.Carmen, siempre solícita,agregó:—Les ofrecemos nuestro dor-mitorio para que puedan des-cansar y mañana continúen elviaje.Liliana ya estaba exhausta ysuperada por las circunstan-cias. Tantas experiencias insóli-tas en tan pocos días habíandebilitado su capacidad de decisión y optaba por unaactitud de aceptación resignada.Ricardo explicó acerca del apuro por llegar a destino,y rechazó amablemente el ofrecimiento, pero un súbi-to chaparrón fortaleció la insistencia de José.—Te lo dije, el camino se pone intransitable —agre-gó, mirando de manera cómplice a su mujer—. Siprefieren, yo les consigo un cuarto en un pequeñohotel.Se levantó a hablar por teléfono y al volver, con airetriunfal, les dijo:—Todo solucionado, es la pensión Hollywood frentea la plaza.Contentos porque al fin habían conseguido eludir lainvitación de la simpática familia, se dirigieron alhotel con la idea de explicarles que en realidad, dadoque había parado de llover, reanudarían la marcha.Al llegar al lugar, el dueño de la pensión estaba conel comisario en amable tertulia; rápidamente éste lesexplicó que tenían que dejar los papeles en custodiaen la comisaría hasta el día siguiente, conforme losmandatos de una Ley Nacional. Eran las postrimeríasde 1976, tiempos del proceso militar.

No había otra alternativa que quedarse hasta el díasiguiente, así que decidieron conocer la habitación.Las instalaciones eran más precarias de lo que habí-an imaginado; a punto tal, que la ducha había sidosustituida por una primitiva palangana.Ricardo, acostumbrado al contacto con la naturaleza,le dijo a Liliana:—Vamos al arroyo, necesito un chapuzón y despuésnos merecemos una cena en paz.

Liliana comenzaba a tenerleconfianza, después de todohabía demostrado que sabíasalir airoso de los contratiem-pos y, ante la alternativa dequedar sola en esa oscura ypoco confortable habitación,prefirió aceptar la invitación.Llegaron al arroyo y en su ori-lla Liliana tendió una mantapara contemplar la luna llenaque iluminaba el lugar.

Ricardo, para no perturbarla, se fue de su vista y alregresar observó que también ella se había dejadotentar por las frescas aguas del arroyo. Se recostóa su lado y ella, siguiendo un impulso, lo besó enla boca.Esa noche Liliana supo lo que era el amor.Volvieron al hotel al amanecer, retiraron los documen-tos y antes de que el pueblo despertara, se alejaron.Al llegar a La Paz, se despidieron besándose nueva-mente, pero esta vez con la mirada.Él acomodó el asiento que Liliana había dejadovacío y arrancó sin volver la vista atrás.El sol acariciaba el mediodía. Ella se quedó inmó-vil al lado del camino. Los fantasmas la acechaban:la soledad de niña, el desarraigo temprano, el mari-do persiguiéndola...De pronto, quiso verlo a través de la distancia quelos iba separando, mientras se preguntaba “¿porqué debo dejarlo partir?”...El camión comenzó a retroceder y, cuando ella parpa-deó, ya estaba otra vez frente a él y no era un sueño.Estaban despiertos, él descendiendo, ella acercán-dose... los unió el abrazo.

Los fantasmasla acechaban,la soledad de niña,el desarraigotemprano, el maridopersiguiendola...