Buenas Noticias: Haití - Tierra de esperanza

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Buenas Noticias www.cesal.org | 902 242 902 CESAL - Sede central: C/ Siena, 15 Bajo 28027 Madrid ¿Es posible encontrar la esperanza en un lugar marcado tan dramá�camente como Hai�? No dejamos de conmovernos por la situación de los miles de hombres y mujeres que siguen aún desperdigados por las calles de Puerto Príncipe sin una casa digna para vivir, un trabajo estable o una atención más humana en sus necesidades primarias. Pero lo cierto es que durante todo 2010 y parte de 2011, hemos sido tes�gos directos de innumerables hechos que han puesto de manifiesto que es posible que el pueblo hai�ano se levante de nuevo y afirme una posi�vidad en esta circunstancia tan dramá�ca. Hai�, el país más pobre y frágil de toda La�noamérica, sigue hoy más debilitado que nunca a pesar de la gran ayuda internacional que se ha recibido. Y además parece que los acontecimientos que van sucediéndose siguen maltratando las pocas energías que existen con los conflictos derivados de unas elecciones, un ciclón que a finales de 2010 arrasó cosechas enteras en la zona suroeste de la isla y una epidemia de cólera que se expande entre la falta de salubridad del agua y las precarias condiciones sanitarias. Afirmaba Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris Missio: “El desarrollo de un pueblo no deriva primariamente ni del dinero, ni de las ayudas materiales, ni de las estructuras técnicas, sino más bien de la madurez de la mentalidad y de las costumbres. Es el hombre el protagonista del desarrollo, no el dinero ni la técnica”. Como relataba Jordi Bach, director de Proyectos de la ONG CESAL en Hai�, “¿de qué sirve construir escuelas en Hai� si los padres no envían a sus hijos a estudiar en ellas? El desarrollo comienza en la familia, en las personas, dando mo�vos para la esperanza. Y esa es la tarea de CESAL”. Es decir, no hay desarrollo si falta lo humano; no hay desarrollo si el hombre no es protagonista de su desarrollo. Porque si un hombre y una mujer se sienten amados, acompañados y privilegiados sus corazones comienzan a desear, a creer en un futuro cierto para sus familias y su comunidad; y entonces un pueblo se levanta independientemente de la circunstancia que atraviese: una catástrofe, la pobreza, la falta de una vivienda… Es el caso de Regine, joven trabajadora de una ONG local hai�ana. Tras el terremoto, Regine asumió la coordinación por inicia�va propia de los dos campos de desplazados que ges�onaba CESAL en los primeros meses posteriores al terremoto, con un compromiso más allá de sus funciones. O de Alfred, estudiante que, a falta de un año para terminar ingeniería civil, ha sido capaz de reconstruir dos escuelas y realizar los drenajes de los dos campos de desplazados de cara a la época de lluvias. Ambos han pasado el examen más duro de su vida y se han graduado con la nota más alta. Porque la tarea de una ONG no es la de sus�tuir la responsabilidad de los hombres y mujeres con los que se encuentra en cualquier situación, sino fortalecer la autoconciencia y dignidad de los mismos. Así cuanto más en�ende una persona quién es y cuál es su valor, más crece su iden�dad personal y, como consecuencia, también su iden�dad cultural. Por eso, generar desarrollo también es fortalecer la iden�dad de un pueblo, acompañar una generación. Y ver así cómo el ser humano puede volver a florecer, ante cualquier hecho como los que se viven en Hai�. No como un lugar donde dejar pasar el �empo para ver si las cosas cambian, sino como una �erra con oportunidades para que se den signos para la esperanza. Periódico de CESAL marzo 2011 Distribución gratuita Editorial Haití Tierra de esperanza

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¿Es posible encontrar la esperanza en un lugar como Haití? Durante este año hemos sido testigos directos de innumerables hechos que han puesto de manifiesto que es posible que el pueblo hatiano se levante de nuevo y afirme una positividad en esta circunstancia tan dramática. || "Buenas Noticias" es la publicación periódica de la ONG CESAL.

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Buenas Noticiaswww.cesal.org | 902 242 902CESAL - Sede central:

C/ Siena, 15 Bajo 28027 Madrid

¿Es posible encontrar la esperanza en un lugar marcado tan dramá�camente como Hai�? No dejamos de conmovernos por la situación de los miles de hombres y mujeres que siguen aún desperdigados por las calles de Puerto Príncipe sin una casa digna para vivir, un trabajo estable o una atención más humana en sus necesidades primarias. Pero lo cierto es que durante todo 2010 y parte de 2011, hemos sido tes�gos directos de innumerables hechos que han puesto de manifiesto que es posible que el pueblo hai�ano se levante de nuevo y afirme una posi�vidad en esta circunstancia tan dramá�ca.

Hai�, el país más pobre y frágil de toda La�noamérica, sigue hoy más debilitado que nunca a pesar de la gran ayuda internacional que se ha recibido. Y además parece que los acontecimientos que van sucediéndose siguen maltratando las pocas energías que existen con los conflictos derivados de unas elecciones, un ciclón que a finales de 2010

arrasó cosechas enteras en la zona suroeste de la isla y una epidemia de cólera que se expande entre la falta de salubridad del agua y las precarias condiciones sanitarias.

Afirmaba Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris Missio: “El desarrollo de un pueblo no deriva primariamente ni del dinero, ni de las ayudas materiales, ni de las estructuras técnicas, sino más bien de la madurez de la mentalidad y de las costumbres. Es el hombre el protagonista del desarrollo, no el dinero ni la técnica”. Como relataba Jordi Bach, director de Proyectos de la ONG CESAL en Hai�, “¿de qué sirve construir escuelas en Hai� si los padres no envían a sus hijos a estudiar en ellas? El desarrollo comienza en la familia, en las personas, dando mo�vos para la esperanza. Y esa es la tarea de CESAL”. Es decir, no hay desarrollo si falta lo humano; no hay desarrollo si el hombre no es

protagonista de su desarrollo. Porque si un hombre y una mujer se sienten amados, acompañados y privilegiados sus corazones comienzan a desear, a creer en un futuro cierto para sus familias y su comunidad; y entonces un pueblo se levanta independientemente de la circunstancia que atraviese: una catástrofe, la pobreza, la falta de una vivienda…

Es el caso de Regine, joven trabajadora de una ONG local hai�ana. Tras el terremoto, Regine asumió la coordinación por inicia�va propia de los dos campos de desplazados que ges�onaba CESAL en los primeros meses posteriores al terremoto, con un compromiso más allá de sus funciones. O de Alfred, estudiante que, a falta de un año para terminar ingeniería civil, ha sido capaz de reconstruir dos escuelas y realizar los drenajes de los dos campos de desplazados de cara a la época de lluvias. Ambos han pasado el examen más duro de su vida y se han graduado con la nota más alta.

Porque la tarea de una ONG no es la de sus�tuir la responsabilidad de los hombres y mujeres con los que se encuentra en cualquier situación, sino fortalecer la autoconciencia y dignidad de los mismos. Así cuanto más en�ende una persona quién es y cuál es su valor, más crece su iden�dad personal y, como consecuencia, también su iden�dad cultural. Por eso, generar desarrollo también es fortalecer la iden�dad de un pueblo, acompañar una generación. Y ver así cómo el ser humano puede volver a florecer, ante cualquier hecho como los que se viven en Hai�. No como un lugar donde dejar pasar el �empo para ver si las cosas cambian, sino como una �erra con oportunidades para que se den signos para la esperanza.

Periódico de CESALmarzo 2011

Distribución gratuita

Editorial

HaitíTierra de esperanza

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UNA PERLA NEGRA EN EL CARIBE

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Hai� es una nación de mezclas, a pesar de que la mayoría se sus habitantes son de origen africano. Así, el 80% de la población es católica, aunque gran parte de la población adopta la prác�ca de la religión con el vudú, culto que combina elementos del cris�anismo primi�vo, del catolicismo y de las religiones tribales del África Occidental.

Su idioma oficial es el francés, dado que Hai� fue colonia francesa, sin embargo la mayoría de sus habitantes hablan el criollo hai�ano, más conocido como creole, una unión entre el francés y algunas lenguas del África Occidental. Tiene el honor y privilegio de ser el primer país La�noamericano en lograr su independencia, en 1804, instaurando la República que actualmente preside René Préval, y una Asamblea Nacional. A pesar de ser la república más an�gua son constantes a lo largo de su historia los conflictos e inestabilidad polí�ca y social que ha llevado al país a con�nuos enfrentamientos entre la población.

Hai� es el país más pobre y frágil de toda La�noamérica. Para que nos hagamos una idea, durante el año 2010 su economía generó un Producto Interior Bruto de 11 millones de dólares (cuando, por ejemplo, República Dominicana, el país vecino, generó más de 85 millones, con una población en número similar a la de Hai�). En este sen�do, Hai� está en la posición 145 de (177 países) en el Índice de Desarrollo Humano que analiza anualmente Naciones Unidas. La pobreza en Hai�, que afecta a todo el conjunto del país, es muy grave en las zonas rurales y se concentra en las bolsas suburbanas del área metropolitana de Puerto Príncipe, donde el hacinamiento y la degradación del entorno son expresión de una sobrecogedora vulnerabilidad.

El 75% de su población vive bajo el umbral de la pobreza (más de 6,5 millones de personas, como toda la población que vive en la Comunidad de Madrid). Si tenemos en cuenta que el salario mínimo es de 1,5 € al día, comprendemos mejor este dato (en España está en torno a los 21€ diarios). Dos tercios de la población son dependientes de los sectores de la pesca y la agricultura, tradicionalmente organizada en pequeñas explotaciones de subsistencia. Es frecuente que el 50% de las

familias campesinas sólo coman un plato al día. Además crece, aún más a raíz del terremoto de Hai�, la economía informal que suele emplear a un gran número de mujeres. En este sen�do, el 1% de la población hai�ana acaparaba antes del terremoto más de la mitad de la riqueza nacional.

La zona rural de Hai� se caracteriza por �erras sobreexplotadas y por la erosión del terreno, provocada por una intensiva y descontrolada deforestación que ha llevado la superficie arbolada de Hai� del 60%, en 1923, a menos del 2% en la actualidad. En estas zonas las hambrunas son frecuentes y el agua es un problema acuciante, ya que suele exis�r sólo un punto de agua en kilómetros. Muchos niños y niñas no acuden a la escuela porque �enen que traer agua a casa cada día, ya que los sistemas de captación de agua son muy deficientes. La �erra es mala para el cul�vo y, en general, pertenece a pocos terratenientes. Los que cul�van por inicia�va propia �enen una agricultura de subsistencia, sobre todo de maíz y frijoles.

El gran problema de la degradación del suelo es la grave erosión. La principal fuente de energía en la zona rural hai�ana es el carbón vegetal, y el proceso para conseguirlo ha mo�vado la tala indiscriminada de árboles. Las familias cortan los árboles para poder sobrevivir. Cada persona consume al año el equivalente a 500 kilos de madera. Todos los años se talan 30 millones de árboles y se queman 380.000 toneladas de madera. Una familia media se deja la mitad de sus ganancias –16 dólares semanales– en la compra de la leña �znada: una comida para 4 personas puede costar en carbón el equivalente a lo que cuesta la energía para una comida de 40 en Madrid. Eso, unido a los cuatro ciclones que han sufrido a lo largo de 10 años, ha dejado el suelo totalmente desprotegido.

La degradación está directamente vinculada con la pobreza extrema, que llega al 67% de las zonas rurales. En las zonas más aisladas del país la electricidad y el agua apenas alcanzan al 10% de los hogares. Lo normal es encontrar pequeñas poblaciones separadas muchos kilómetros unas de otras. El 65% de los menores de 5 años y más de la mitad de las mujeres embarazadas son anémicos. Para

hacernos una idea, la tasa de mortalidad infan�l afecta a 80 por cada mil nacidos con vida y la esperanza de vida está en constante regresión, situándose por debajo de los 60 años.

Una perla negra en el CaribeHai� es la llamada perla negra del Caribe. Un país que se ex�ende en el oeste de la isla de La Española, nombre dado por Cristóbal Colón a la primera isla que encuentra en su viaje a las indias en 1492, y que comparte con la República Dominicana. El territorio de Hai� abarca unos 27.750 Km² (tres veces más grande que la Comunidad de Madrid), con un total de 9 millones de habitantes, de los cuales más de 1 millón viven en su capital Puerto Príncipe.

El 75% de su población vive bajo el umbral de la pobreza (más de 6,5 millones de personas, como toda la población que vive en la Comunidad de Madrid)

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KEMBE FEM.MANTÉN EL CORAJE

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Los afectados, sin saber bien qué rumbo seguir, comenzaron a reunirse espontáneamente en 591 abrigos o campos de desplazados, espacios al aire libre, zonas con �endas de campaña, lonas para resguardarse, donde poder ser atendidos y hacerse cargo de los más vulnerables. Familias enteras vagaron por las calles de Puerto Príncipe en busca de cobijo y, sobre todo, de otras personas con las que sen�rse acompañadas.

Esa misma noche, Fiamme�a Cappellini, Directora de AVSI Hai� (ONG socia de intervención de CESAL en Hai�) lo relataba:

“Intentaré ser breve porque estamos intentando ahorrar baterías. Como sabéis, el terremoto ha ocurrido a las 17:00 hora local. El panorama es devastador. Los edificios más importantes han desaparecido. Por todos si�os se registran descomunales daños. Edificios enteros de varios pisos se han quedado a ras del suelo. Un supermercado muy conocido, que a esa hora tenía que estar lleno de gente, ha sufrido gravísimos daños. Está reducido a ruinas.

Kembe Fem. Mantén el coraje

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El 12 de enero a las 17:00 hora local, un terremoto de 7.3 grados en la Escala Richter devastó el oeste de Hai�. El epicentro se originó a 15 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe. Inmediatamente después de este primer movimiento de �erra, que duró más de un minuto, siguieron más de 50 movimientos sísmicos. Nunca antes un desastre natural había producido tanta devastación: 220.000 muertos, más de 300.000 heridos hospitalizados y 1.500.000 personas sin hogar.

«Cuando algo inevitable sucede, se pone de manifiesto que nuestra vida no está en nuestras manos. “Inevitable” es el término que mejor clarifica que nada nos pertenece, y, sobre todo, que no nos pertenece aquello de lo que deriva todo. La tragedia se produce cuando una construcción se derrumba y todas las piedras, las tapias, los muros se hunden. No se mantiene en pie nada de lo que había antes, de lo que habíamos vivido hasta hace una hora, hasta hace cinco minutos. Y esto es trágico. La tragedia es la nada como meta, la nada de lo que existe. En cambio si la vida pertenece a Otro, a Algo distinto, entonces la vida de los hombres y mujeres no es trágica, sino dramática y entonces uno puede construir».

L. Giussani

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KEMBE FEM.MANTÉN EL CORAJE

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Atravesando la ciudad hemos visto un verdadero cataclismo. Por las calles vagan personas presas de crisis de pánico y de histeria, heridos buscando ayuda. Es di�cil llegar a los hospitales, las calles son imprac�cables. En toda la ciudad la gente se queda en la calle: los que ya no �enen casa y los que temen una nueva sacudida. Todos los medios de la misión de la ONU se han movilizado para ayudar, pero las mismas Naciones Unidas han sufrido daños graves, con su cuartel general destruido y decenas de empleados civiles desaparecidos.

Hemos transportado a heridos, a aquellos niños que veíamos solos, pero me doy cuenta de lo poco que todo esto sirve respecto a la dimensión de esta tragedia. Desde los escombros se oyen gritos de socorro, y los familiares se desesperan por la impotencia. No sé por dónde podremos recomenzar, pero lo haremos. Rezad por este país en desgracia.”

CESAL estaba presente en Hai� desde 2007 con el trabajo de un cooperante español, Jordi Bach, y personal hai�ano, a través de programas de seguridad alimentaria y nutrición en la zona rural de Fonds Verretes, fronteriza con República Dominicana.

El terremoto nos obligó, como a muchas organizaciones presentes en el país, a cambiar toda nuestra intervención y estrategia de trabajo y centrarnos en Puerto Príncipe. De hecho, el terremoto ha marcado la vida de cientos de miles de hai�anos, de los propios trabajadores de CESAL y del mundo entero.

En los días posteriores a la catástrofe, en los que sólo había �empo para trasladar heridos, atender a los más perjudicados y repar�r bienes de primera necesidad, Jordi nos describía la siguiente situación: “Un día después del terremoto caminaba por uno de los campamentos donde la gente se refugiaba,

cuando se me acercó un niño sucio, mal ves�do, diciéndome que no había comido en todo el día y pidió comida. Le dije que yo tampoco había comido. Se sacó del bolsillo 2 monedas de 5 gourdes, las puso en mi mano y me la cerró. Dice que es para que coma algo, me regala una sonrisa y se da la vuelta”.

O bien, en otro momento de la emergencia, cuenta: “Acabo de ver cómo los bomberos sacan a gente viva de los escombros y, mientras lo hacen, los hai�anos cantan como ellos saben hacer, desde dentro, y rezan alabando a Dios, agradeciéndole que están vivos. Ningún llanto, ningún grito, cantan bellas canciones y rezan con su cuerpo herido y lleno de dolor”.

¿Hay alguien que no se conmueva ante hechos así? Jordi no es una excepción, aunque lleve a sus espaldas más de 10 años de trabajo en cooperación viendo muchas situaciones di�ciles, como cuando le tocó emprender la ardua tarea de la reconstrucción en Honduras con CESAL tras el paso del Huracán Mitch.

Es ahí donde emerge la originalidad de nuestro trabajo. Es el propio equipo de CESAL quien asume el reto de acompañar el dolor y la incomprensión que un hecho como el terremoto supone para el hombre. Es lo mejor que sabemos hacer: responder en cada momento a las necesidades de las personas que nos encontramos, no con un esquema fijo, sino como fruto de la atención a lo que va aconteciendo, a la realidad. Por esta manera de movernos, de conocer el terreno y el sen�r de la población hai�ana, un mes después del terremoto Naciones Unidas nos encomienda la coordinación de dos abrigos colindantes en el barrio de Cité Militaire, al norte de Puerto Príncipe: la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes (4.285 personas, 801 familias) y el Convento-Colegio de las Hermanas Salesianas (1.927 personas, 359 familias). La población desplazada a los abrigos carecía de

cualquier �po de recurso. Nosotros trabajábamos para atender las necesidades básicas de los niños y sus familias (alimentación, agua, primeros auxilios), su reagrupación, apoyo psico-social y la organización de tejido comunitario.

En esos primeros días todos recordamos las imágenes dramá�cas que los medios de comunicación españoles nos transmi�an con camiones saqueados y trifulcas por un poco de comida. Afirmaban los cooperantes españoles desplazados: “A todos nos extraña la visión parcial que están transmi�endo los medios de comunicación sobre la reacción del pueblo hai�ano y cada uno comparte sus anécdotas sobre el gran comportamiento de las familias hai�anas en este duro trance. Marta, una cooperante de Tenerife, está viviendo en un abrigo, durmiendo en el suelo junto a la gente. No �ene ningún miedo, solo palabras de agradecimiento a las familias que le están acogiendo. Las calles están llenas de pancartas en inglés a la entrada de los abrigos, pidiendo agua, comida, medicamentos”.

En CESAL éramos conscientes que nuestro reparto de ayuda debía regirse por grados de vulnerabilidad: primero las personas heridas y ancianas, posteriormente las madres y sus bebés, para atender finalmente a aquellos que podían valerse por sí mismos y salir fuera de los campos de desplazados en busca de alimentos. Y así fuimos implicándonos en la construcción y acondicionamiento de los campos de desplazados con grandes �endas y lonas, ofreciendo ayuda directa con colchones y kits de higiene, prestando atención psicosocial a niños y adultos para afrontar el trauma del terremoto, desarrollando ac�vidades educa�vas y recrea�vas... Es decir, siendo una compañía concreta, una presencia humana que canalizara las necesidades de estas personas que comenzaban a ser amigos nuestros.

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HECHOS QUE GENERAN ESPERANZA

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A TRAVÉS DE LA AMISTAD, COMIENZO A AMAR HAITÍ

Cuando llegué a Puerto Príncipe, fui al centro de la ciudad - a la zona más destruida - y encontré kilómetros y kilómetros de escombros, polvo, casas derruidas y personas que vivían bajo estos escombros, los refugios de tela improvisados, los coches... era fantasmagórico. Empecé a hacer fotos, pero la gente se escondía. Una chica me hizo un mal gesto, porque no quería salir. Entonces me di cuenta de que yo no podía hacer eso porque sería eliminar el úl�mo resquicio de dignidad que le quedaba. Avanzando veo por la calle a chicas y mujeres peinadas como si acabaran de salir de la peluquería. Esto me gusta porque los escombros no quitan el deseo de belleza, que es sinónimo del deseo de infinito. Pero lo que más me ha impactado ha sido darme cuenta de que a través de la amistad con algunos compañeros de CESAL hai�anos, he empezado a amar Hai�. En realidad la dinámica del hombre es siempre así: a través del afecto de alguien aprendemos a disfrutar de todo lo que vemos aunque parezca que no hay nada que rescatar. María Leitao. Directora CESAL Hai�

FÚTBOL EN LA COMISARÍA

Había quedado en la entrada de una comisaría con algunos amigos españoles que habían venido a apoyar las labores de CESAL. Eran José Andrés, el afamado cocinero, Carlos Fresneda, corresponsal de El Mundo y Manolo Vilchez, un comunicador social que les acompañaba. Era uno de los pocos lugares donde podíamos ver un par�do del Madrid-Barça. Nos decían, y luego confirmamos, que en esa ‘comisaría’ eran especialmente apasionados del futbol. Era en realidad un grupo de �endas de campaña en una pequeña explanada donde hacían los informes y las reuniones. Incluso habían tenido que improvisar una cárcel. A la entrada del campamento se veía un cartel con fotos en las que se mostraba cómo la an�gua comisaría había quedado completamente destruida tras el terremoto, y las fotos de las personas que allí habían perdido la vida. Sin embargo, y eso es lo apasionante de lo que estamos viviendo aquí, unos metros detrás de un cartel tan representa�vo de este drama, estaban los policías riendo, tomando cervezas y disfrutando del par�do. Esta imagen se nos presentaba como una muestra más de cómo la vida y lo co�diano necesariamente se abren paso a través de los amasijos de hierros y cascotes. Jorge Calero. CESAL Hai�

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FURIOSA ALEGRÍA. EL CARNAVAL EN JACKMEL.

Nada como algo que festejar para alejar una desgracia, nada como sonreír para apartar una tristeza. Algo así debieron de pensar los habitantes de Jackmel, una de las ciudades más acogedoras del país (y de las que más han sufrido los efectos del terremoto de hace un año y del ciclón Thomas hace pocos meses) cuando decidieron, este año sí, celebrar el carnaval.No me esperaba algo tan impresionante, ni cuando atravesaba la ciudad, ni tampoco cuando subía a una terraza desde donde pensaba que vería pasar a las comparsas. En cuanto me asomé entendí lo equivocado que estaba, un carnaval no se puede ver desde la altura, desde la distancia, al menos no éste. No podía estar tan lejos de toda esa gente, que llevaba los disfraces como si fuera lo único que importaba en el mundo.Así que salí disparado de nuevo hacia abajo, cámara en ristre, a sumergirme entre la gente. Las siguientes horas las recuerdo de forma turbia, como se recuerdan a veces las cosas que han sido muy intensas. Recuerdo el mundo que se abría ante mí lleno de luz y colores, el intenso calor y las dificultades para moverme entre la gente. Pero sobre todo recuerdo un sen�miento que se me quedó grabado, algo que sólo pude entender al día siguiente cuando me volvían a la cabeza todas las imágenes, sobre todo aquellas miradas profundas (tan habituales en los hai�anos) mezcladas con las explosiones de risas y con la ilusión de los más pequeños. Es el sen�miento de que esa gente llevaba demasiado �empo con necesidad de reírse, de bailar y de tener algo que festejar. Y se veía en esa alegría, que de sobra sabían que les duraría sólo un día, manifestada de una forma furiosa, casi con rabia. Con esa intensidad, con esa fuerza resonaban los tambores y las trompetas, que hacían subir y bajar el ritmo de forma caprichosa, un ritmo que ya hacía horas que había invadido nuestros cuerpos. Y con esa pasión bailaron las calles de Jackmel, en un día en el que la alegría venció a la tristeza y las ganas de vivir del pueblo hai�ano volvieron a ser más fuertes que la unión de todas las desgracias.Jorge Calero. CESAL Hai�

EL VALOR DE LA EDUCACIÓN EN HAITÍ

“Sentados en fila, los padres esperaban pacientemente la distribución de los kits escolares. Una mochila con algún libro dentro: un diccionario, libros escolares, libros para pintar... Al final de la fila, una mesa donde el personal de CESAL tomaba nota del nombre del padre, y reunía las firmas de todos los que recibían esta contribución para sus hijos. La conciencia del valor de la educación para estos padres es lo que sostenía esta larga espera en pie”.María Leitao. Después del paso del Ciclón Thomas subí a la ciudad de Fonds Verretes, en la frontera con Dominicana. El panorama era desolador. Se habían perdido cosechas enteras. Encontré a una mujer que me contó que no le quedaba nada, pero en su rostro no se reflejaba ningún a�sbo de dolor. Le pregunté qué iba a hacer ahora. Su respuesta fue que realmente lo que le preocupaba era no poder llevar ahora a su hijo a la escuela.Jorge Calero.

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HAITÍ:UN PAÍS DE DESIGUALDADES

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En Hai� existe paridad entre hombres-mujeres en cuanto a población. Exactamente el 52% de la población es mujer. En el seno de la familia tanto el hombre como la mujer desempeñan un papel fundamental; suelen ser ellas las encargadas del cuidado de los niños y niñas y, en ocasiones, por la falta del padre, también de la supervivencia de la familia con la creación de micro emprendimientos, es decir, pequeños negocios familiares como la venta de productos de la �erra por las calles o venta de ropa. La mujer, por di�cil que parezca, par�cipa en todos los sectores de la economía hai�ana, si bien esta par�cipación es, por lo general, invisible y escasamente valorizada. De esta manera, una familia donde el hombre sea el principal sostén económico �ene una renta superior en 7 puntos a la que tendría si fuera la mujer quien sos�ene la familia.

Hay una serie de situaciones que muestran una seria desigualdad entre mujeres y hombres. En primer lugar porque, tradicionalmente, las mujeres hai�anas han sido el grupo más vulnerable a la violencia generada por los picos de inseguridad del país. Son frecuentes los abusos de poder y los malos tratos, uno de los grandes problemas que se dan tanto en el ámbito rural como el urbano. La mayoría de los trabajadores y trabajadoras hai�anas son independientes o autónomos (82,10%) lo que es un indicador de la precariedad en el empleo; las mujeres representan dos tercios de esta categoría. El otro gran grupo lo componen los asalariados por cuenta ajena (12,75%) en el que las mujeres están menos representadas que los hombres.

En nuestro trabajo actual, ya en fase de post-emergencia y reconstrucción en el barrio de Cité Militaire (Puerto Príncipe) estamos desarrollando diferentes inicia�vas orientadas hacia la infancia y las familias, con especial énfasis en las mujeres. De esta manera, fomentamos la creación y apoyo económico de pequeños negocios para mujeres (mutuas solidarias) donde se les presta un pequeño monto económico a cada una de ellas y van consolidando sus ventas creando una pequeña mutua entre ellas. También hemos creado un centro de nutrición donde atendemos a 300 niñas y niños y a 500 madres. Es importante esta labor porque nos permite ofrecer el aporte necesario para los más pequeños, así como realizar un trabajo con las madres sobre su salud y la idoneidad de la leche materna en la alimentación de sus hijos.

También estamos fomentando la rehabilitación y construcción de escuelas, tanto en la zona de Puerto Príncipe como en la rural. Por regla general la educación en Hai� se ve como posi�va y necesaria para el futuro, pero los datos son demoledores. El 52% de la población está alfabe�zada, siendo el más bajo de la región. En algunas zonas rurales puede incluso llegar al 92% el analfabe�smo. En cuanto a la escolaridad el 67% de la población ha ido a la escuela primaria o todavía está estudiando, pero finalizan los estudios por ejemplo en la zona rural entre el 8 y el 10%. Uno de los primeros factores de desarrollo es la educación. Es este sen�do, fomentamos la asistencia de todos los niños y niñas de las zonas en las que intervenimos.

Pero esta construcción debe ir siempre con sen�do porque como decía Jordi Bach, director de proyectos de CESAL en Hai�, “¿de qué sirve construir escuelas si los padres no envían a sus hijos a estudiar en ellas? El desarrollo comienza en la familia, en las personas, dando mo�vos para la esperanza. Y esa es la tarea de CESAL”.

Hai�: un país de desigualdades

La mujer, por difícil que parezca, participa en todos los sectores de la economía haitiana, si bien esta participación es, por lo general, invisible y escasamente valorizada.

Hai� es posiblemente el país de América La�na donde se marcan las mayores diferencias. Es el que �ene una peor situación en materia de vulneración de los derechos de las mujeres y los niños, cues�ón que se ha visto agravada tras la catástrofe vivida en el país en enero del año pasado. Por regla general las mujeres y las niñas suelen quedar especialmente expuestas a situaciones de violencia y de explotación a manos de traficantes, al mismo �empo que su acceso a los servicios de salud materna, reproduc�va y sexual se ve reducido.

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LA RECONSTRUCCIÓN COMIENZA EN LAS PERSONAS

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La reconstrucción comienza en las personas

El pueblo hai�ano no ha dejado de sufrir durante todo 2010. En los primeros seis meses después del terremoto las condiciones insalubres, las lluvias y las grandes tormentas tropicales cas�gaban el ánimo del pueblo hai�ano reunido en cientos de campos de desplazados en Puerto Príncipe.

El 19 de octubre se diagnos�có el primer caso de cólera en Hai�, que hasta el momento ha dejado más de 4.600 muertos y que ha afectado a casi 250.000 personas. El índice de mortalidad en casos de cólera en los hospitales hai�anos es de un 2,1%, una tasa muy elevada causada principalmente por la escasez de medios y el deterioro de las personas que llegan a estos hospitales. Además, en noviembre el ciclón Thomas sacudió la isla, perjudicando fuertemente la zona rural, con la pérdida de grandes cosechas y destruyendo la ya maltrecha masa forestal.

En esas fechas CESAL decide salir de los campos de desplazados que ges�onaba y distribuirse por el barrio de Cité Militaire (40.000 personas), en el norte de Puerto Príncipe, en una intervención a medio plazo para favorecer el retorno de las familias a sus hogares, tomar el pulso a sus vidas y normalizar la zona. Ya no se trata de apoyar a poblaciones desfavorecidas de dos abrigos, sino de abrirse al barrio completo con una acción a largo plazo.

“En el primer aniversario del devastador terremoto que ha afectado a vuestro país, me uno a todos, queridos haitianos, para aseguraros mi oración, especialmente por los que han fallecido. También quiero daros una palabra de esperanza en estas circunstancias particularmente difíciles. En efecto, ha llegado el momento de reconstruir ahora, no sólo las estructuras materiales, sino sobre todo la convivencia civil, social y religiosa. Espero que el pueblo haitiano sea el primer protagonista de su historia actual y de su futuro, contando también con la ayuda internacional, que ya ha dado muestras de gran generosidad a través de una ayuda económica y por medio de los voluntarios de todos los países”. Benedicto XVI

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LA RECONSTRUCCIÓN COMIENZA EN LAS PERSONAS

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Actualmente llevamos a cabo programas de apoyo psicosocial post-traumá�co en todo el área con adultos y niños. En el sector educa�vo hemos reparado tres escuelas y dotado a 600 niños de material escolar, además de dar formación pedagógica a 30 docentes. En el aspecto nutricional hemos creado un centro de recuperación donde 300 niños y niñas y más de 500 mujeres son atendidos. En el ámbito sanitario hemos distribuido más de 20.000 pas�llas para potabilizar el agua, además de sensibilizar a toda la población de Cité Militaire sobre el cólera y sus consecuencias, y derivar los casos más severos a hospitales.

También hemos apoyado a 100 personas en la creación y mantenimiento de microempresas para generar pequeños negocios. No se trata de responder a necesidades puntuales, sino de promover un desarrollo en las personas en todas las esferas de sus vidas con una sostenibilidad en el �empo, convir�éndolas en protagonistas.

Pero nuestra urgencia ahora se concentra en la reubicación de las familias, es decir, que dejen de exis�r campos de desplazados. Para aquellas

familias que dispongan de una casa, queremos posibilitar su retorno en las mismas; para las demás familias, CESAL está buscando ubicaciones más dignas que los abrigos y con posibilidad de asentamiento a medio y largo plazo. A través de nuestro trabajo estamos siendo tes�gos privilegiados de un cambio que se está generando en el pueblo hai�ano. Ya somos conocidos en todo el barrio de Cité Militaire. La gente nos llama por nuestro nombre y los niños se acercan sin miedo, aunque seamos extranjeros. Es sorprendente ver cómo los más pequeños no han perdido el deseo de jugar, como podría hacer cualquier niño, e imitan a sus padres construyendo pequeñas �endas de campaña con ramas. Su corazón está hecho de la misma naturaleza que el nuestro.

Observamos cómo los adultos empiezan a asumir responsabilidades que antes eran impensables en un pueblo marcado por la desgracia; cómo son capaces de organizarse y trabajar juntos a pesar de las dificultades; cómo empiezan a desear y creer en un futuro cierto para sus familias y su comunidad, en el que cada cosa que hacen les permite cambiar su barrio.

Sin duda, hay una posi�vidad que está emergiendo porque el deseo de construir y de que la vida siga adelante saca todo el potencial humano, todo el protagonismo de las personas. Sólo hace falta que aflore a través de una compañía humana y una mirada que les devuelva siempre la esperanza.

Observamos cómo los adultos empiezan a asumir responsabilidades que antes eran impensables en un pueblo marcado por la desgracia.

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