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"Dos visiones de las villas de la Extremadura: sectores occidental y oriental de la cuenca meridional del Duero (siglos XI final-XV)". Mª. Asenjo González, J.Mª. Monsalvo Antón Boletín Arkeolan, 14

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Ofrecemos en estas páginas dos breves visiones dela situación al sur del Duero. La parte correspon-diente a los territorios salmantinos y abulenses hasido redactada por José María Monsalvo. El áreasegoviana, soriana y madrileña ha corrido a cargode María Asenjo.

I. La formación de las villas al sur del Duero. Notassobre las capitales concejiles en los territorios his-tóricos de Salamanca y Ávila (J. Mª. M. A.)

En estas breves páginas nos limitamos a ofrecer unsucinto esquema de la formación de las villas en elárea regional indicada. Hemos dividido en dos par-tes este esquema: en primer lugar, nos interesamospor el desarrollo territorial de las villas nuevas, en se-gundo lugar, sugerimos algunas pistas sobre los ele-mentos más destacados de la morfología urbana.

1. La formación territorial de las villas salmantinas yabulenses.En la zona estudiada la génesis de las villas nuevasestá directamente relacionada con la formación delos llamados «concejos de villa y tierra» nacidos dela repoblación en la época de Alfonso VI y después.Fue un proceso de gran envergadura territorial quesupuso desde finales del XI una ordenación del te-rritorio en la que se dibujaron amplios alfoces con-cejiles estructurados en torno a villas cabeceras. Elproceso no puede ser descrito aquí1. En compara-ción con otras vías de formación concejil típicas del

norte del Duero2, los concejos del suroeste de Cas-tilla y León3 presentan características muy acusa-das: una muy temprana aparición de los requisitosdel sistema concejil, nada menos que finales del si-glo XI; unos territorios concejiles enormemente ex-tensos y no cerrados inicialmente; y unas enormeslibertades jurídicas e incluso, según entendemos al-gunos, ausencia en un principio de un feudalismohomologable al de otras partes. En definitiva, una

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1 Ofrecemos algunos títulos de referencia sobre estos pro-cesos de repoblación: GONZÁLEZ, J., “Repoblación de laExtremadura leonesa”, Hispania, 1943, pp. 195-273; MOXÓ,S., Repoblación y sociedad en la España medieval, Madrid,Rialp, 1979; BARRIOS GARCIA, A., Estructuras agrarias yde poder en Castilla. El ejemplo de Avila (1085-1320), Sa-lamanca, 1983-84, 2 vols.; ID., “Repoblación de la zonameridional del Duero. Fases de ocupación, procedenciasy distribución espacial de los grupos repobladores”, Stu-dia Historica. Historia Medieval, III, 2, 1985, pp. 33-82; MAR-TINEZ DIEZ, G., Las Comunidades de villa y tierra de la Ex-tremadura Castellana (estudio histórico-geográfico), Madrid,1983. VILLAR GARCIA, L. M., La Extremadura castellano-leonesa. Guerreros, clérigos y campesinos (711-1252), Va-lladolid, 1986.

2 Desde burgos eclesiásticos, desde castillos-tenencias re-convertidos en villas cabeceras o como fundaciones ex no-vo generalmente repobladas “a fuero de francos” o conotros instrumentos jurídicos. Este tipo de villas y burgos ca-recen de las características propias de la Extremadura his-tórica. Remitimos para las villas de la región al norte delDuero a algunos estudios: MARTINEZ SOPENA, P., Tierrade Campos occidental. Poblamiento, poder y comunidaddel siglo X al XIII, Valladolid, 1985; ID., “El despliegue ur-bano en los reinos de León y Castilla durante el siglo XII”,en III Semana de Estudios medievales (Nájera, 1992), Lo-groño, Instituto de Estudios Riojanos, 1993, pp. 27-41; ID.,“Réorganisation de l’espace et conflicts de pouvoir: les “pue-blas reales” au nord du Duero”, en A. Rucquoi (dir.), Genè-se medievale de l’Espagne Moderne. Du Refus a la revol-te: les resistances, Univ. de Nice, 1991, pp. 7-20; ID., “Re-poblaciones interiores, villas nuevas de los siglos XII y XIII”,en Despoblación y colonización del valle del Duero, siglosVIII-XX (IV Congreso de Estudios Medievales, FundaciónSánchez-Albornoz, 1993), León, 1995, pp.163-187; ID.,“Fundavi Bonam Villam”: la urbanización de Castilla y Le-ón en tiempos de Alfonso VI”, en el Fuero de Logroño y suépoca, Logroño, 1996, pp.169-187, entre otras; ESTEPADIEZ, C., “El realengo y el señorío jurisdiccional concejil enCastilla y León (siglos XII-XV)“, en Concejos y ciudades enla Edad Media Hispánica.II Congreso de Estudios Medie-vales (Fundación Sánchez-Albornoz), Ávila, 1990, pp. 465-506; REGLERO, C.M., Espacio y poder en la Castilla me-dieval. Los Montes de Torozos (siglos X-XIV), Valladolid,1994, entre otros trabajos del autor; por nuestra parte, nosremitimos a los trabajos hechos sobre los territorios de lazona norte de la actual región tanto en el reino de León co-mo de Castilla: “Los territorios de las villas reales de la Vie-ja Castilla, ss. XI-XIV: antecedentes, génesis y evolución(Estudio a partir de una docena de sistemas concejiles en-tre el Arlanza y el Alto Ebro)“, Studia Historica. Historia Me-dieval, nº 17, 1999, pp. 15-86; “De los alfoces regios al re-alengo concejil en el reino de León (1157-1230). La terri-torialidad de las ciudades y las villas reales entre la Cordi-llera Cantábrica y el Duero”, en VV.AA., El Reino de Leónen la época de las Cortes de Benavente, Benavente, 2002,pp. 29-100.3 Una situación semejante se dio probablemente en el áreasegoviana y soriana. María Asenjo se refiere más adelantea ello en esta misma ponencia. Vid. además sobre Soria,ASENJO, Mª., Espacio y sociedad en la Soria Medieval. Si-glos XIII-XV. Soria, 1999.

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“sociedad de frontera”4 en la que pocos núcleos, loscabeceros, alcanzan la condición de villas en el sen-tido -aparte de la morfología- de ofrecer rasgos pro-pios de villas nuevas en la línea de lo que interesa aeste congreso: murallas, hitos fundacionales, do-minio del núcleo sobre un espacio y ubicación en élde una mínima centralidad.En cualquier caso, esta situación es únicamente unaprimera fase de las villas de la zona. En efecto, es-tas primeras repoblaciones suponen tan sólo la pri-mera fase. Porque, en efecto, si tenemos en cuen-

ta la secuencia cronológica hasta -digamos- 1400,por poner un límite, creo que se pueden tres mo-mentos fundacionales, tres procesos distintos, ca-da uno de ellos con sus propias características ycon su propia lógica formativa.Primera etapa.- Se corresponde con los reinadosde Alfonso VI y Alfonso VII. Se trata de unas pocasvillas nuevas enmarcadas en una sociedad pionerade frontera, que refleja bien el mapa del territorio co-rrespondiente.

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4 Vid. títulos de nota 1. Además de esos títulos: MARTINEZLLORENTE, J., Régimen jurídico de la Extremadura caste-llana medieval. Las Comunidades de villa y Tierra (s. X-XIV),Valladolid, 1990; RUIZ DE LA PEÑA, J.I., “Ciudades y so-ciedades urbanas en la frontera castellano-leonesa (1085-1250, circa)“, en Las sociedades de frontera en la EspañaMedieval, II Seminario de Historia Medieval, Universidad deZaragoza, 1993, pp.81-109; LACARRA, J. Mª, “Acerca dela atracción de pobladores en las ciudades fronterizas dela España cristiana (siglos XI-XII)“, En la España Medieval II,Madrid, 1982, pp. 485-498; MONSALVO ANTÓN, J.Mª.,“Frontera pionera, monarquía en expansión y formación delos concejos de villa y tierra. Relaciones de poder en el re-alengo concejil entre el Duero y el Tajo (c. 1072-c. 1222)“,Arqueología y territorio medieval, 10. 2, 2003, pp. 45- 126.

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Es un período totalmente dominado en la zona porlas dos grandes ciudades históricas, Salamanca yÁvila, que son las que tomen la iniciativa de expan-sión fronteriza más allá de la Cordillera Central, co-mo se aprecia. Estas ciudades fueron repobladaspor Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI, enel último cuarto del siglo XI. Pero además de ellas se fundan unas pocas villasempujadas por ese mismo proceso de repoblaciónconcejil. Arévalo, Olmedo y Medina se fundan ha-cia 1085-1090, las dos primeras en el territorio his-tórico del obispado abulense y la segunda en el deSalamanca5. La última villa fundada en esta primera

fase en la zona es Alba de Tormes. Debió repoblarsesimultáneamente a Salamanca, si bien el concejose constituiría en una fecha indeterminada antes de1140, fecha del primer fuero -que no se conserva-de Alfonso VII. En 1144 se menciona en la docu-mentación catedralicia cuando el monarca, estan-do en Salamanca, daba al obispo las tercias realesy el diezmo de la villa de Alba6. Segunda etapa.- En la zona la segunda etapa secorresponde con los reinados de Fernando II y Al-fonso IX de León y con Alfonso VIII de Castilla, es-pecialmente. Es decir se trata de un proceso pos-terior acaecido desde la segunda mitad del siglo XIIy que obedece a una lógica de frontera pero sobretodo a nuevas estrategias de la monarquía. Ledes-ma y Ciudad Rodrigo fueron segregadas del alfozde Salamanca en 1161. Las crónicas y los docu-mentos atestiguan esta fundación. Ambas localida-des, que tenían cierto rango local pero dentro delalfoz salmantino7, fueron objeto de una deliberada

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5 La Crónica del obispo don Pelayo se refiere a estas fun-daciones y otras segovianas: Alfonso VI “populauit etiamtotam Strematuram, castella et ciuitates Salamantica, Abe-lam, Cocam, Areualo, Olmedo, Medinam, Secobicam, Is-car, Collar”, Crónica del Obispo don Pelayo, Ed. B. Sán-chez Alonso, Madrid, 1924, 81. Esta crónica es atribuidaa Pelayo, obispo de Oviedo († 1153), y se supone que fueescrita hacia 1120-1128. El autor la incluyó, como contri-bución propia, en una recopilación de diversas crónicas an-teriores llamadas Liber chronicorum.. En el caso de Aréva-lo la fecha exacta estaría entre 1082 -Cervera Vera acep-ta esta fecha- y 1090, que es cuando, según referenciasdocumentales en su día expuestas por J. González, estavilla -y las otras dos citadas- se adscribían provisionalmentea la diócesis palentina, por lo que ya estarían fundadas. Esosí, luego Arévalo -y Olmedo- pasará a la diócesis abulen-se, como lo demuestran testimonios documentales de lacatedral de Ávila publicados por A. Barrios. En concreto,hacia 1140 estaría ya adscrita a la diócesis de Ávila, Sobretodos estos datos, vid. CERVERA VERA, L., Arévalo (Ávi-la). Desarrollo urbano y monumental hasta mediados delsiglo XVI, Madrid, 1992, p. 53; GONZÁLEZ, J., “La Extre-madura castellana al mediar el siglo XIII”, Hispania, 1974,p. 295, 379; AJO GONZALEZ, C. M., Historia de Ávila (Fuen-tes y inventarios diversos), vol. II, Ávila, 1969, 307, n. 18;BARRIOS GARCIA, A., Documentos de la Catedral de Ávi-la (siglos XII-XIII), Ávila, 2004, doc. 3. Pese a lo que han di-cho algunos eruditos no tiene en el caso de Arévalo nin-guna credibilidad ni la idea de que la villa se rigió por el Fue-ro Viejo de Castilla -hubo un fuero viejo, sí, pero local, queno se conservó, pero que sería del tipo extremadurano- nique fue repoblada por los Cinco Linajes de la villa, que re-partirían a los pobladores en diversas iglesias y parroquias,MONTALVO, J. J., De la Historia de Arévalo y sus sexmos,Valladolid, 1928 , 2 vols. (ed. facsímil, Ávila, 1983), I, p. 269;CERVERA VERA, L., Arévalo, cit., p. 58. Tras la repobla-ción la villa de Arévalo disfrutó de un amplio y muy pobla-do alfoz. Datos de mediados del XIII -pero el territorio con-cejil no había variado apenas desde 1100- permiten saberque contaba con 102 lugares poblados y que la superficiede la Tierra de Arévalo era de 1.100 kms2. La génesis deOlmedo y Medina es similar, con esa primera repoblacióny adscripción a la diócesis de Palencia. Por su parte, Me-dina aparece muy pronto en la documentación de la dió-cesis salmantina y como cabecera de un amplio territorio,en 1107, Documentos de los Archivos Catedralicio y Dio-cesano de Salamanca (siglos XII-XIII), ed. MARTIN MAR-TIN, J.L., VILLAR GARCIA, L.M., MARCOS, F., SÁNCHEZ,M., Salamanca, 1977, doc. 4. El pasado de Medina había

estado marcado por las campañas de Almanzor, que prác-ticamente la habían despoblado, RUIZ ASENCIO, J. M.,“Medina del Campo en la Alta Edad Media (siglos VIII-XIII), enHistoria de Medina del Campo y su tierra. Vol. 1. Nacimientoy expansión (coord. Lorenzo Sanz), Medina del Campo, 1986,pp. 131- 156, p. 139. La Tierra de Medina contaría -segúndatos del siglo XIII- con unos 62 lugares poblados en una su-perficie de 910 kms2. La superficie de la tierra de Olmedo se-ría de 640 kms2. y contaría por entonces con 42 lugares. Setrata de datos del XIII que no afectan a la superficie. Vid. alrespecto BARRIOS GARCÍA, A., “Poder y espacio social: re-ajustes del poblamiento y reordenación del espacio extre-madurano en los siglos XIII-XV”, Despoblación y colonizacióndel valle del Duero, IV Congreso de Estudios Medievales, 1995,pp.227-276; ID., “El poblamiento medieval salmantino”, en J.L. Martín (dir), Historia de Salamanca. II. Edad Media (coord.J.Mª. Mínguez), Salamanca, 1997, pp. 219-327.6 Documentos de los Archivos Catedralicio y Diocesano deSalamanca, cit., doc. 13. Alba de Tormes tenía 96 lugares -según datos del siglo XIII- en una superficie de la Tierra de920 kms2.7 La crónica de Sampiro dice que dos meses tras su victoriaen Simancas Ramiro II hizo había hecho en 939 una aceifa“ad ripam Turmi“, ribera del Tormes, “et civitates desertas ibi-dem populavit”, mencionando específicamente Salamanca,Ledesma, Alhándiga, entre otros núcleos, señalando la tomade otros muchos castillos, J. Pérez de Urbel, Sampiro, su cró-nica y la monarquía leonesa en el siglo X, Madrid, 1952, tex-to pp. 275-346, p. 327. Luego se habría abandonado estapoblación. En el caso de Ciudad Rodrigo, la antigua Miró-briga, que, aunque ruinosa, gozaba de la denominación enel XII de civitas, hubo una repoblación en la primera mitad deeste siglo por parte de un personaje llamado Conde Rodri-go. Pero un documento de 1136 revela que el concejo deSalamanca incorporó la localidad al territorio de su alfoz, queseguiría asi hasta la refundación por Fernando II. El docu-mento en cuestión dice de ese año de 1136 que fue “in an-no que Salmanticenses comparaverunt Civitatem de Rodriccum suo termino”. Se dice después que esta adquisición fue

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acción fundacional de Fernando II. Los cronistas delXIII así lo indican8. En el caso de Ciudad Rodrigo lafundación iba acompañada, en el mismo 1161, dela instauración de la sede episcopal y la construc-ción inmediata de la muralla que no tenía9.En el caso de estas villas -una de ellas con rangode ciudad- ya no puede hablarse de una lógica de“frontera”, sino que fue decisiva, en un momento detensiones entre reinos, la preocupación por las “fron-teras”10. También hay que ver el telón de fondo de

las tensiones entre reinos -Castilla y León, separa-dos desde 1157 hasta 1230- las fundaciones deBéjar, por parte de Alfonso VIII de Castilla, a costade Ávila, y de las villas de Miranda, Montemayor,Monleón y las de Riba Coa por parte de Alfonso IXde León.Béjar, que había adquirido importancia desde 1157por ser el bastión castellano en la misma Vía Gui-nea, fue separada del alfoz de Ávila por Alfonso VIII11

ante la inmensidad hasta entonces de éste y pormejorar el flanco castellano frente al reino de León,consumándose la fundación hacia 1205-120912. Encuanto a las villas leonesas13, las crónicas mencio-nan estas fundaciones de Alfonso IX14. Miranda delCastañar, además de frontera con Castilla, signifi-caba la reorganización estratégica de la Sierra deFrancia. Se documenta ya fundada en 1213 por Al-fonso IX y dos años después se fijaban los térmi-nos, que incluían entonces todavía Montemayor15.De Miranda, aparte de otros pequeños señoríos16,se acabará escindiendo Montemayor, unos añosantes del final del reinado17. Las fundaciones de Al-

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alentada por la Iglesia y consentida por Alfonso VII (Docu-mentos de los Archivos Catedralicio y Diocesano de Sala-manca, cit., doc. 10b).8 Lucas de Tuy mencionaba estas repoblaciones: “Populavitsiquidem in Extrematura Civitatem Roderici et Letesmam, intranserra Granatam”, Chronicon Mundi (ed. Falque), en Cor-pus Christianorum. Continuatio Mediavalis, Turnhout, 2003,vol. 74, lib. IV, ep. 79, p. 317. Y Rada menciona que CiudadRodrigo era el bastión frente a Portugal: “Rex igitur Fernan-dus, licet gener, regi Portugalie pacificus raro fuit; unde adconsilium cuiusdam uernuli, qui a rege Portugalie lesus effu-gerat, locum optimum populauit, qui dicitur Ciuitas Roderici,ex qua Portugalie intulit multa mala. Populauit etiam Letesi-mam in territorio Salamantino et Granatam in territorio Cau-riensi”, Historia de Rebus Hispanie (ed. Fernández Valverde),CC.CM., Turnhout, 1987, vol. 72, VII, XVIIII, p. 242.9 Sobre la diócesis SÁNCHEZ-ORO ROSA, J. J., Orígenes dela Iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, mo-nasterios y Órdenes Militares, Salamanca, 1997. En cuantoa la muralla todavía no se había terminado en 1174, pues hu-bo que improvisar una ante un ataque musulmán, GONZA-LEZ, J., Regesta de Fernando II, Madrid, 1943, p. 108. Vid.títulos citados en nota 3. Además, MARTÍN BENITO, J.I., “Fron-tera y territorio en el sur del Reino de León (1157-1212)”, enVV.AA., El Reino de León en la época de las Cortes de Be-navente, Benavente, 2002, pp.116-163.10 Es posible que Fernando II quisiese reforzar el flanco oes-te de Salamanca, tras la fijación de la frontera con Castilladesde Alfonso VII aproximadamente por la Vía Guinea, lo queimpedía la expansión al este de esta vía, que quedó para Cas-tilla. Sobre esta cuestión vid. el trabajo y las referencias bi-bliográficas que incluye LADERO QUESADA, M. A., “Sobrela evolución de las fronteras medievales hispánicas (siglos XIa XIV)“, en C. Ayala, P Buresi, Ph. Josserand (eds.), Identidady representación de la frontera en la España Medieval (siglosXI-XIV), Madrid, Casa de Velázquez, 2001, pp. 5-49; asimis-mo GONZÁLEZ, J., “Fijación de la frontera castellano-leone-sa en el siglo XII”, En la España Medieval, 2, 1982, pp. 411-423. Pero sobre todo estaba la rivalidad con Portugal, inde-pendiente desde hacía poco. En el caso de Ciudad Rodrigoera además paso obligado de una vía de comunicación im-portante. En efecto, la llamada Vía Colimbriana iba desde Sa-lamanca a Coimbra. Y otra vía de norte a sur, la Vía Dalma-cia, iba a Coria -repoblada en 1142-, tras pasar la Sierra deGata y desde allí enlazaba con la Vía Guinea junto al puentede Alconétar. Fueron, por tanto, estrategias de este tipo lasque motivaron la fundación de estas villas, llamadas a serenormes concejos: en plena Edad Media Ledesma tuvo 148lugares en una superficie de 2.440 kms2. Y Ciudad Rodrigo125 lugares en unos 3.400 kms2.

11Alfonso VIII hizo “Populationes multas et nobiles fecit in reg-no suo, scilicet Placenciam, Beiaram, Moyam et alias multas,quarum nomina longum est prenotare”, Chronicon Mundi, cit.CM, IV, 83, p. 321.12 El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, 1960,ed. J. González, docs. 778, 834; Béjar contaría en la bajaEdad Media con más de treinta lugares poblados y una su-perficie en torno a 700 kms2. 13 Alfonso IX no sólo realizó fundaciones nuevas. También im-pulsó la repoblación de zonas devastadas. Es el caso de Al-ba de Tormes, cuya Tierra sufrió los estragos de la guerra en-tre León y Castilla en 1196-1197. Vid. GONZALEZ, J., “Re-población en tierra de Alba de Tormes (1226)“, Anuario deEstudios Medievales, 17, 1987, pp. 105-118.14 Alfonso IX “populauit in Extrematura Mirandam, Monleon,Carpium, Montem Regalem, Galisteum, Saluaterram, Salua-leon et alia plura opida et castella”, Chronicon Mundi (ed. Fal-que), cit., p. 32715 De 1213 data una inscripción en la iglesia parroquial quemenciona esta fundación, ÁLVAREZ VILLAR, J., La villa con-dal de Miranda del Castañar, Salamanca, 1995 (4ª ed.), p.36; respecto a 1215, Alfonso IX. Estudio y Colección Diplo-mática, Madrid, 1944, ed. J. González, I, p. 267-268 y doc.328.16 Alfonso IX, ed. J. González, docs.16, 60, 448.17 Desde entonces quedó la Sierra de Francia estructuradaen estos dos grandes concejos: Miranda del Castañar con18 lugares y unos 250 kms2. Y Montemayor del Río, con 14lugares y unos 300 kms2. Monleón tuvo poca continuidad ytras su fundación por Alfonso IX, pasó a depender del con-cejo de Salamanca hacia 1248, quedando integrada en sualfoz.

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fonso IX se completaron con Salvatierra de Tormesy las villas de la raya portuguesa18.En definitiva, las villas fundadas en este segundaetapa no responderían sólo a la lógica de “frontera”,en el sentido de frontera con los musulmanes, sino

además a las disputas entre reinos y la reorganiza-ción estratégica del realengo. Puede verse el mapade villas y concejos de la zona hacia mediados delsiglo XIII.

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18 Salvatierra de Tormes, otra de las fundaciones de AlfonsoIX, tuvo 20 lugares en 330 kms2. En cuanto a la raya portu-guesa, se trata de las villas de Castelo Melhor, Castelo Ro-drigo, Almeida, Castelo Bom, Sabugal, Alfaiates y Vilar Maior.Vid. BARRIOS, A., “El proceso de ocupación y de ordena-ción del espacio en la Raya leonesa”, Alcanices e a importânciahistórica das terras de Riba Côa, Lisboa, 1998., pp.155-183;ANES DUARTE NOGUEIRA, J. A., “Os municipíos medievaisem Riba Côa dos inicios do século XIII a 1297”, ibid., pp. 197-209; MARTIN VISO, I., “La frontera como integración del te-rritorio en la Edad: la Raya Leonesa (siglos XII-XIII)“, en Re-vista de Historia da Sociedade e da Cultura, 4, 2004, pp. 9-56.

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Tercera etapa.- Con posterioridad al ecuador del si-glo XIII aparecieron nuevas villas. Si ponemos el lí-mite en 1400 hallamos una sucesión de nuevas fun-daciones, con características totalmente distintasde las de las etapas anteriores. Lo más llamativo esque se han extinguido los factores de formación an-terior: ni la frontera ni las grandes remodelacionesde las fronteras y las zonas estratégicas de los rei-nos. Lo que prima a partir de ahora es la segrega-ción de localidades que salen de los alfoces con-cejiles anteriores, pero sin conllevar grandes di-mensiones y muy a menudo sin Tierras nuevas con-siderables. Se trata de reajustes secundarios del es-pacio. Y algo nuevo en estos procesos de segre-gación de aldeas convertidas en villas es la presiónde la alta nobleza y los señoríos, antes fuerzas ine-xistentes, junto con algunos deseos de aldeas gran-des de emanciparse de las villas cabeceras. No po-demos ahora ser exhaustivos19, sino tan sólo regis-trar en la zona esta secuencia de pequeñas segre-gaciones que dieron lugar a las villas nuevas mástardías.La formación de las villas del futuro señorío de Val-decorneja todavía puede considerarse a caballo dela segunda y la tercera etapa. Hacia 1454 Piedrahí-ta, El Barco, El Mirón y La Horcajada se segregandel alfoz de Ávila por su parte occidental. Todavíaforman Tierras con algunas aldeas, algo propio delos tiempos anteriores. Unos años antes eran alde-as considerables de la Tierra de Ávila20. Tras las de

Valdecorneja, en la zona salmantina y abulense otraspequeñas villas segregadas en esta segunda faseantes de 1400 fueron las siguientes: Villafranca dela Sierra, en 1256, segregada de Tierra de Ávila; SanFelices de los Gallegos, segregado de Ciudad Ro-drigo en 1284; Madrigal, segregado de Tierra deArévalo en la primera mitad del siglo XIV; Villatoro, aprincipios del XIV, segregado de Tierra deAvila; la ci-tada Bohoyo hacia 1325-1329; Las Navas, segre-gada de Ávila en 1372; y finalmente, las últimas se-gregaciones de 1393, todas asimismo de Tierra deÁvila, como era el caso de Cespedosa y Puente delCongosto y, al sur de Gredos, Candeleda, La Adra-da, Arenas y Colmenar.Hacia 1400, sin contar las ciudades históricas deÁvila y Salamanca ni las ya poruguesas ni algunaextinta -Monleón-, había en la zona 26 villas que erancabezas de jurisdicción concejil. El ciclo más nu-meroso y el de las más reducidas había sido el dela tercera fase, ligado a reajustes menores y al pro-ceso de segregación por señorialización. El siglo XVvio aparecer otras villas dentro de estas mismas co-ordenadas, que doblaron la cifra anterior. En casitodos los casos eran aldeas convertidas en villas so-bre sí al ser señorializadas21. Con la excepción denúcleos como Madrigal, prácticamente la totalidadde las nuevas villas de la fase tercera, del XIV y XV,se encuadraron bajo señorío laico, un régimen queincluso afectó ya en la época Trastámara a grandesconcejos de las fases primera y segunda, como Al-ba, Ledesma, Béjar, Salvatierra y Miranda. Puedeverse un mapa del siglo XV con todas las localida-des que tenían el título de villa y eran capitales deconcejo.

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19 Vid.,entre otros, los trabajos de BARRIOS GARCÍA, A., “Po-der y espacio social: reajustes del poblamiento”, cit.; ID., “Elpoblamiento medieval salmantino”, cit.; ID., “Repoblación ycolonización: la dinámica de creación de paisajes y el creci-miento económico”, en A. Barrios (coord..) Historia de Ávila.II. Edad Media (ss. VIII-XIII), Ávila, 2000, pp. 271-335; LUISLÓPEZ, C., “Evolución del territorio y su proceso de señoria-lización”, en Historia de Ávila. Tomo III. La Edad Media (SiglosXIV y XV), coord. G. del Ser, Avila, 2006, pp. 277- 370; ID.,“El señorío de Valdecorneja”, en Historia de Ávila. Tomo III,cit., pp. 179- 211; ID., “Las comarcas meridionales de la tie-rra abulense medieval: precisiones a una problemática deli-mitación y repoblación”, Studia Historica. Historia Medieval,20-21, 2002-2003, pp. 11-45; MONSALVO,J. Mª., “Nuevastendencias del poblamiento en el territorio histórico abulensedurante la Baja Edad Media”, en Historia de Ávila. Tomo III,cit., pp. 31-68.20 Según estimaciones que hizo A. Barrios sobre la poblaciónque tendrían hacia 1250 -según datos fiscales de prestimo-nios de ese año -en concreto el registro del cardenal Gil To-rres de 1250 para la diócesis abulense, Documentación dela Catedral de Ávila, siglos XI-XIII, ed. A. Barrios, Ávila, 2004,doc. 83- Piedrahíta tendría unos 1.600 habitantes y El Bar-co de Ávila 1260. Junto con La Horcajada y El Mirón, másmodestas, constituyeron el Señorío de Valdecorneja, al que

se uniría, como quinta villa, Bohoyo ya en 1401, si bien estelugar se había segregado de la Tierra de Ávila hacia 1325-1329.21 Sobre estos procesos de señorialización, en cuyos por-menores no entramos, pero que dieron lugar a villas nuevas,pueden verse los trabajos de C. Luis López, citados supra;así como MORENO NUÑEZ, J.I. Avila y su tierra en la BajaEdad Media (siglos XIII-XV), Valladolid, Junta de Castilla y Le-ón, 1992; así como nuestro estudio “Las dos escalas de laseñorialización nobiliaria al sur del Duero: concejos de villa-y-tierra frente a señorialización «menor» (estudio a partir de ca-sos del sector occidental: señoríos abulenses y salmantinos”,Revista d’ Història Medieval (Univ. de Valencia), nº 8, 1997,pp. 275-335.

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2. Algunas hipótesis elementales sobre las morfo-logías y los paisajes urbanas En este segundo apartado apenas vamos a esbo-zar un brevísimo esquema de hipótesis en relacióncon la cuestión que hemos tratado antes: la inci-

dencia de los procesos de formación en las morfo-logías y fisonomía de las villas nuevas, pero sin in-tentar reconstruir el trazado urbano como tal22. An-te todo formulamos algunas preguntas o hipótesisde trabajo.

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22 Ofrecemos como anexos unos Planos de algunas villas (vid.planos adjuntos) , elaborados a partir de datos de la docu-mentación bajomedieval de los concejos de la zona (cuya re-lación omito aquí por prolija) y a partir de otros trabajos mo-nográficos sobre las villas, pero teniendo en cuenta que sehan elaborado a partir de las informaciones e ilustraciones debase de Van der Wyngaerde y Coello, con todas las defi-ciencias que ello implica. Han elaborado algún plano de inte-rés previo, que nos ha servido también de referencia, auto-res de monografías, tales como: CERVERA VERA, L., Aré-valo (Ávila). Desarrollo urbano y monumental hasta mediadosdel siglo XVI, Madrid, 1992; BERNAL ESTEVEZ, A., El con-cejo de Ciudad Rodrigo y su Tierra durante el siglo XV, Sala-manca, 1989; AGUILAR GOMEZ, J.C. y MARTIN MARTIN,MªC., Aproximación a la historia medieval de Béjar, Salamanca,1989; LUIS LOPEZ, C., La Comunidad de Villa y Tierra de Pie-drahíta en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna,Avila, 1987; ÁLVAREZ VILLAR, J., La villa condal de Mirandadel Castañar, Salamanca, 1995 (4ª ed.).

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a) La primera cuestión es que resulta bastante di-fícil apreciar en las villas de la zona los patronesestándar más característicos de las villas nuevas:núcleo desarrollado en torno a un castillo, el típi-co “burgo castral“; y núcleo con un trazado deli-berado de trazado regular, ortogonal o de otro ti-po, dentro de lo que los urbanistas retrospectivosllamaron hace tiempo “ciudades planeadas”. Nonecesito describir aquí las morfologías en cues-tión23. Respecto a la no presencia o imperfección del es-quema morfológico de “burgo castral“ me pareceque podría explicarse a partir de una situación de-cisiva: la inexistencia de un sistema previo de “in-castellamento” y de tenencias en la zona. Hayotras razones, como la propia funcionalidad de lasvillas de frontera en sus fases iniciales, pero creoque la creación de tejidos urbanos que no pudie-ron solaparse a esos típicos dispositivos que enotras partes se articulaban en torno al castellumy al castrum pudo marcar la evolución posterior.En las villas de la zona hubo castillos y tenencias,desde los que actuaron seniores o domini villae,pero se trata de una implantación de estos cen-tros simultánea o paralela a la fundación de las vi-llas, por lo que no se generó una topografía ur-bana creciente en torno a un castillo previo.Es una idea a desarrollar. Lo mismo habría quedecir de la otra morfología ausente en la zona,prácticamente: la de los núcleos “planeados”, queen las villas estudiadas se traduce en una sobre-saliente inexistencia de trazados en cuadrícula yplanos ortogonales. Apenas pueden verse trazasde un plano regular propio de un urbanismo vo-luntario en una villa como Miranda del Castañar.Es la única que presenta un trazado urbano queparece ajustarse al esquema de “espina de pez”,con calles perpendiculares que flanquean la prin-cipal, convertida en eje vertebrador, y que soncalles que no se ajustan al desnivel del terreno,por lo que puede intuirse que se trazaron de for-ma deliberada y planeada. Otro indicador de la re-gularidad morfológica podría inferirse de la estructura

del parcelario urbano: si bien se trata de una ar-quitectura de los siglos XVI y XVII, como mínimo,es presumible que la homogeneidad que, todavíahoy, se detecta en los elementos constructivos -aleros, fachadas, etc.-, que hacen tan hermosa lavilla por otra parte, se correspondan también conuna parcelación regular, en tamaño de cada vi-vienda y en alturas, que podría retrotraerse a laEdad Media, puesto que es inverosímil que lasconstrucciones de la Edad Moderna aniquilaran latraza anterior24.Pero Miranda, aun con bastantes dudas sobre suplano, sería una excepción, que confirmaría la reglade falta de planos regulares en la zona. Hay variasrazones de esta situación, que por otra parte no estan anómala como a veces se piensa25. Doy cuatroposibles causas de esta falta de planos regularesen las villas de la zona, que lógicamente no puedodesarrollar aquí.La primera posible causa es que las villas de la pri-mera e incluso la segunda fase (las villas del sigloXII) fueron en la zona fundaciones demasiado tem-pranas, surgieron en un momento en que no se ha-bía aún descubierto el arte del diseño regular de ciu-dades nuevas en Europa, o estaba empezando, ycarecía naturalmente de patrones de difusión míni-mamente consistentes.La segunda posible causa es que cualquier dise-ño planeado no resultaba compatible con las exi-gencias de una repoblación de tipo concejil, quees la que predominó en las fases iniciales, y de es-ta repoblación concejil yo destacaría uno de susvectores fuertes: desde el principio se dio una ges-tión concejil del dominio realengo y no parece pre-sumible que con dicho marco de gestión alenta-

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23 Y la bibliografía de referencia para las taxonomías y las ti-pologías nos desbordaría. Me limito a citar un clásico: LAVE-DAN, P., HUGUENEY,J., L’ urbanisme au Moyen Age, Genè-ve, Droz, Paris, 1974. Más bibliografía puede encontrarse ennuestro Las ciudades europeas del Medievo, Madrid, 1997.

24 El interés por las casas de hidalgos, la heráldica de los mu-ros y dinteles, así como la soberbia arquitectura popular dela villa llamaron la atención ya hace tiempo de los estudiosos,pero sobre todo y primeramente de ÁLVAREZ VILLAR, J., Lavilla condal de Miranda del Castañar, cit.25 La mayor parte de las villas nuevas de la Inglaterra de lossiglos XII y XIII, que son numerosas, carecen de planos re-gulares, BERESFORD, M.W., New Towns in the Middle Ages.Towns Plantation in England, Wales and Gascony, Leicestery Londres, Lutterworth Press, 1967; la mayoritaria fundaciónseñorial de los small market towns ingleses no es razón sufi-ciente para explicar la falta de plano regular en esa zona. Vid.sobre estos núcleos HILTON, R.H., English and French Townsin Feudal Society. A Comparative Study, Cambridge Univer-sity Press, 1992

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ra precisamente la implantación de modelos re-gulares urbanísticos. En relación con esta posiblesegunda causa, me parece significativo que las vi-llas de la segunda fase o posterior son las únicasque presentan alguna traza -por pequeña que sea-de regularidad en el plano y son precisamente lasvillas fundadas como reajuste deliberado, tardío ydirigido por los reyes: es el caso de Miranda, pe-ro podría ser alguna traza de regularidad de Pie-drahíta, El Barco o Montemayor, que en cualquiercaso distan mucho de poder compararse a cual-quiera de las bastidas conocidas de la Europa ple-nomedieval.Una tercera posible causa afectaría a las segre-gaciones de los siglos XIII y XIV, es decir, las villasnuevas de la tercera fase. No olvidemos la cues-tión de los rangos de los núcleos: estas villas eranantes aldeas y a esas aldeas se les implementósu condición jurídica con el otorgamiento formalde una jurisdicción como capitales concejiles, co-mo “villas” en vez de “lugares. Pero, claro está, entérminos de traza urbanística, la aldea ya tenía supropia existencia previa. Se añadió un mercado,quizá nuevas gentes recién venidas atraídas porla nueva centralidad y se añadió también algúnedificio representativo del nuevo poder. Y pocomás. Nadie planteó deshacer el caserío previo dela ex-aldea y nadie hizo de estas nuevas villas cre-aciones ex nihilo, por tanto, a diferencia de los tí-picos procesos de formación de las bastidas.Quizá una última posible causa de la ausencia devillas planeadas en la zona tenga que ver tambiéncon el interés que ello podía tener para la monar-quía de la época, aun en el caso de que tuviesenconocimiento y recursos para haber hecho ciu-dades nuevas planeadas. En este sentido, no se-ría del todo descartable también, tanto o más quela carencia en el entorno regio de patrones con-cretos que implantar, un desinterés explícito, pro-bablemente ligado a la falta de conciencia de lautilidad que este tipo de núcleos podían aportar.El poder regio se involucró con decisión en un re-ajuste del realengo de efectos políticos, espacia-les y territoriales importantes en el reino, tanto enLeón como en Castilla, pero no hay ninguna se-ñal de que extender planos urbanos regulares, enconcreto en la zona meridional del Duero, fueraconsiderado importante para las monarquías dela época.b) La segunda cuestión hace referencia a las mura-llas. En general, las murallas de las villas de la zona

son de considerables dimensiones26. Habría que re-visar con detenimiento algunas de las tesis que sue-len afirmarse en relación con los recintos amuralla-dos. El tamaño considerable puede atribuirse al he-cho de que muchas de ellas sirvieron inicialmentepara cobijar personas y ganado en situaciones depeligro, propias de los tiempos de la frontera27 . Pe-ro esta regla no sería válida para todos los núcleos.Pero por otra parte sabemos que las murallas de-jaron en muchos casos amplísimos espacios sin ocu-par a expensas de estimaciones de repoblación queno siempre se cumplían; sabemos también que seadaptaban a la topografía; sabemos que no hay pa-trones fijos en cuanto a que unas villas incluyeroncasi toda la población, mientras que otras dejaronamplios barrios extramuros, incluso en tiempos ple-nomedievales; y sabemos finalmente que los tejidosurbanos y las pautas de crecimiento no necesaria-mente se ajustaron a las dimensiones y ubicaciónde las murallas. De modo que la correlación quesuele hacerse entre murallas y organización del te-jido urbano podría someterse en el caso de las vi-llas a la misma operación intelectual de desmitifica-ción que, a mi juicio, es pertinente también en rela-ción con las ciudades de la región28.c) Más sencillo me parece explicar la diferente do-tación parroquial entre unas villas y otras, que pa-rece muy marcada. La relación del número de pa-rroquias con el volumen demográfico es, sin duda,un factor a tener en cuenta. Pero, además, hay otrohecho que explicaría también la desproporción exis-tente entre unas y otras villas. Se trata del momen-to de fundación. Aunque la dinámica poblacional ylas estrategias territoriales de las iglesias diocesa-nas acabaron corrigiendo en parte y a largo plazo

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26 F. Benito Martín ofrece las superficies de las villas en susmáximos perímetros medievales, que no siempre eran los ini-ciales: Olmedo, 48 has., incluyendo ampliaciones plenome-dievales; Medina, 68, con ampliaciones bajomedievales; Aré-valo, 23 has; Alba, 34 has.; Béjar, 26 has., Ledesma, 9; Ciu-dad Rodrigo, 19 has; Barco de Ávila, 17’2 has; Madrigal, 38has., Piedrahíta, 11’5; Miranda, 2’9 has. Vid. BENITO MARTÍN,F., La formación de la ciudad medieval. La red urbana en Cas-tilla y León, Valladolid, 2000, págs. 106-107, 110-112.27 Ibid., p. 79.28 Dedicamos un apartado a esta cuestión de las murallas enMONSALVO, J. Mª., “Espacios y poderes en la ciudad me-dieval. Impresiones a partir de cuatro casos: León, Burgos,Ávila y Salamanca”, en J. I. de la Iglesia (coord.), Los espa-cios de poder en la España medieval. XII Semana de Estu-dios Medievales (Actas Congreso de Nájera, 2001), Logro-ño, 2002, pp. 97-147.

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la tendencia, todo indica que las villas fundadas enlas fases segunda y, sobre todo, primera, deben enbuena medida a este hecho la abundancia de pa-rroquias. Esta situación explicaría las 15 parroquiasde Olmedo, las 19 de Medina o las 11 de Arévalo,en los tres casos en el ecuador del siglo XIII; o las10-11 de Alba de Tormes, 18 de Ciudad Rodrigo o8-10 de Béjar, en estos casos según datos bajo-medievales. Por el contrario el tardío origen comofundaciones a partir del paso de una aldea a villa so-bre sí ayudaría a explicar que fueran uniparroquia-les villas como El Barco, Piedrahíta, Montemayor,Miranda o Monleón. d) Un último elemento apunto finalmente, del queconvendría también ocuparse con detalle. Las villasde la zona concentraron las funciones urbanas ca-racterísticas con nitidez. No tenemos dudas a quénúcleos llamamos “villas” en la zona: las capitalesconcejiles. Esta es la seña de identidad de las villasnuevas en la zona, el haber sido capitales conceji-les. Sólo las villas cabeceras, capitales de sistemasconcejiles29, ofrecen los indicadores claves para serconsiderados los lugares centrales en la zona. Apun-to solamente unos cuantos de estos indicadores:Por lo pronto, con pocas excepciones, puede de-cirse que sólo las villas se amurallan en los siglos XIIy XIII, y se dotan de dispositivos defensivos de pri-mer orden, como el castillo regio -en la plena EdadMedia-, lo que se explica, ya lo hemos dicho, por elpapel de cabecera y por la ausencia en la zona detorres, castra y todo el equipamiento de la feudali-dad clásica que en esta zona no se dio. Las nume-rosísimas aldeas de estos alfoces concejiles son po-bres o estériles en cuanto a existencia de motas,restos de fortificaciones antiguas, etc., porque a ladebilísima presencia musulmana en la zona se su-mo una centralidad concejil de frontera que articu-ló el territorio en torno a las cabeceras concejiles.Otro indicador se refiere a la concentración en lasvillas cabeceras de los mercados más importantespor debajo de los de las ciudades. No es preciso in-sistir en ello. Y lo mismo el hecho de que la justiciaconcejil y los poderes territoriales sólo se ubican enlas villas. El hecho de que no haya edificios munici-

pales importantes, no sólo en los siglos centrales dela Edad Media, sino ni siquiera en los últimos tiem-pos del período es una característica no sólo de lasvillas sino de todos los núcleos urbanos castella-nos30.Un último indicador, aunque quizá habría que hacermatizaciones no pequeñas: la concentración en lasvillas-cabeceras concejiles de la zona de los ele-mentos sociales más conspicuos de las comarcasy áreas de influencia de las villas. En lo que afectaal sector laicos de la sociedad, sin duda se trata delos caballeros villanos. El contraste de la geografíasocial de las comarcas de estas villas se da sobretodo con las del norte del Duero: allí vieja nobleza,milites e infanzones, entre otros sectores ligados alos señoríos y el servicio, no residen necesariamen-te en las villas y ciudades. Al sur del Duero la con-centración de los dirigentes sociales y políticos enlas villas, en tanto que capitales concejiles, fue unfenómeno mucho más rotundo que en las regionesseptentrionales de la Meseta.

* * *

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29 Vid. supra, nota 3.

30 A diferencia de los espacios eclesiásticos urbanos, carac-terizados por una imagen de soberbia, metafóricamente ha-blando, los espacios municipales -plazas de mercado, au-sencia de casas consistoriales…- se caracterizan por la dis-creción e incluso invisibilidad. Lo comentamos en “Espaciosy poderes en la ciudad medieval”, cit.

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II.La Extremadura castellano-oriental: Madrid, Soria,Segovia y Valladolid (Mª. A. G.)

1. Las villas de la Extremadura Oriental.En la Corona de Castilla, el origen de la mayoría delas ciudades y villas se inserta en el ritmo de avan-ce de conquista y la repoblación de las tierras de Al-Andalus31. Las conquistas cristianas se fueron jalo-nando de enclaves poblados, bajo el auspicio de lospoderes regio, condal y señorial, y se procedió a larecuperación de antiguos enclaves romanos de losque se conservaba memoria. De ese modo, tuvo lu-gar la restauración de las antiguas sedes episco-pales sobre los espacios de las antiguas civitas, deacuerdo con el plan ideológico marcado por el ne-ogoticismo astur-leonés. Es por ello, que las cro-nologías de origen de muchas de las ciudades epis-copales de la Meseta Norte se sitúan en el curso delsiglo XI y muy especialmente después de la con-quista de Toledo (1085), que aseguraba militarmenteel territorio cristiano al norte del Tajo. Ese magno es-fuerzo repoblador animado por la monarquía y laIglesia aprovechó la disponibilidad de hombres y tie-rras que se mantenían desorganizados en las tie-rras entre el Duero y la Sierra de Guadarrama. Des-de mediados del siglo X y hasta mediados del XIIaparecen ciudades y villas de diferente tamaño quellevan asociados extensos territorios, de los que ex-traen lo necesario para su subsistencia y que se res-ponsabilizan en asegurar y proteger32. Ciertamente,las circunstancias de origen en las ciudades caste-llanas suponen un desfase cronológico en el deve-nir de los fenómenos urbanos respecto a los encla-ves europeos, ralentizados aún más por el esfuer-zo de asentamiento y organización asociado a laproximidad de la frontera33. Lo cual no impediría que

se desarrollara una tupida red de núcleos urbanosde diferente tamaño en Castilla y que siguiera in-crementándose su número, al incluir las grandes ciu-dades que existían bajo el dominio musulmán, en elcurso del avance reconquistador de los siglos XII yXIII.En total en el territorio de la llamada Extremaduraoriental, entre el año 939 y 1140 surgieron 50 villas,de las cuales 40 quedaron bajo la jurisdicción regiay 10 se situaron bajo la jurisdicción señorial del Obis-pado de Segovia y del de Sigüenza. Su origen fue unido al avance cristiano sobre las po-siciones musulmanas y los ritmos de fundación seasocian a tres pulsos fundamentales: En una pri-mera incursión repobladora fue desplegada despuésde la batalla de Simancas 939. En una segunda fa-se se relacionaba con el gran avance repobladorasegurado por la toma de Toledo en 1085. y final-mente habría que señalar la repoblación de AlfonsoI en tierras castellanas, tras la toma de Zaragoza en1119. La intervención regia en el proceso de surgi-miento del poblamiento de villas no supuso tantouna acción organizada y dirigida cuanto la interven-ción de estímulo y reconocimiento que animaba alos pobladores de un territorio montañoso y difícil.Casi la totalidad del territorio se mantuvo bajo la ju-risdicción regia. Se trataría de los territorios de lasactuales provincias de Segovia, Soria, y parte deMadrid, Valladolid y Guadalajara, en los que se en-cuentran estas villas34. De ese amplio conjunto devillas nos centraremos en las de Segovia, Soria yMadrid.

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31 Sobre la función urbana bajo el dominio islámico consultar:MAZZOLI-GUINTARD, C.: Ciudades de Al-Andalus. España y Por-tugal en la época musulmana. (Siglos VIII-XV). Granada, 2000.Asegura que las ciudades actuaban como centros comer-ciales y como ejes vertebradores y rectores del territorio, asu-miendo, además, el desempeño de funciones religiosas, pp.338-371.32 Una síntesis encontramos en la obra de GAUTIER-DALCHE,J.: Historia urbana de León y Castilla en la Edad Media (Si-glos IX-XIII). Madrid, Siglo XXI, 1979.33 Recordemos que la llegada de los almorávides y la derro-ra del ejército cristiano de Alfonso VI en la batalla de Zalaca(1086) colocaba a los musulmanes al sur del Tajo y en las cer-canías de los concejos cristianos recién creados o en proce-so de creación. Recordemos que Segovia se repuebla en1088. MONSALVO ANTÓN, J.M., “Transformaciones sociales yrelaciones de poder en los concejos de frontera, siglos XI-XIII.

Aldeanos, vecinos y caballeros ante las instituciones munici-pales.”. Relaciones de poder, de producción y parentesco enla Edad Media y Moderna: Aproximación a su estudio., Ed.:PASTOR, R., 107-170. Madrid, Consejo Superior de Investi-gaciones Científicas, 1990.34 MARTINEZ DIEZ, G.: Las comunidades de villa y tierra dela Extremadura castellana. Madrid, Editora Nacional, 1983.

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2. Urbanismo de las villas de repoblación. La ubicación de las villas de la Extremadura coinci-den en ir asociadas a un extenso territorio que lesasegura su subsistencia y que defienden y dominandesde el emplazamiento urbano. Por esa razón son

frecuentes los emplazamiento fortificados con amu-rallamientos y torres y una localización estratégicaque asegure la posición defensiva.

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Villas y demarcación de su territorio. (Detalle del mapa incluido en la obra de MARTINEZ DIEZ, G.: Las comunidades de villa y tierra de laExtremadura castellana. Madrid, Editora Nacional, 1983, pp. 11-15.)

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2.1. Las collaciones. Su importancia en el procesode urbanización.Desde su origen las villas quedaron referidas al te-rritorio en el los pobladores mantenían sus activida-des agropecuarias. Ese predominante carácter agrí-cola y ganadero que tuvieron las villas determinóunas primeras formas de poblamiento en el interiordel casco urbano que, durante los primeros siglos,fueron referidas a la localización de las iglesias delas collaciones. Se trataba de edificios religiosos de-dicados a la advocación de algún santo o virgen, entorno a los que se agrupaban los miembros de ungrupo o estructura de parentela. Dentro de cada co-llaciónel acuerdo de asentamiento se reforzaba gra-cias a la unión del grupo, que se reconocía en tor-no a la iglesia, y que se amparaba en las garantíasmovilidad que el propio concejo como instituciónpolítica ofrecía a los vecinos para desplazarse porel territorio, condición básica para el desarrollo de

la agricultura de roza y la ganadería que se practi-caban en la zona35.Las collacionesconstituyeron el armazón fundamentalsobre el que se estableció la organización política yadministrativa del concejo que permitía el gobiernoy la administración por medio del concilium, asam-blea y órgano superior de participación política dehombres buenos y caballeros de las collaciones. Elorigen familiar de estas formaciones reforzaba el pro-tagonismo de sus jerarquías, junto al poder crecientede los caballeros-villanos que como hombres dearmas fueron afianzándose en el seno de la socie-dad concejil.

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Esquemas y planos reproducidos de la obra de: VILLAR GARCIA, L.M.: La Extremadura castellano-leonesa. Guerreros, clérigos y campesinos (711-1252). Valladolid,

Junta de Castilla y León, 1986, p. 95.

35 Aspectos ampliamente desarrollados en nuestro trabajo :Espacio y sociedad en la Soria Medieval. Siglos XIII-XV. So-ria, Exma. Diputación de Soria, 1999.

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Se puede decir que la villa de Soria, al igual queotras, había surgido a partir del acuerdo de los di-ferentes grupos de parentela, afincados en el terri-torio próximo, que decidieron, bajo la presión de lospoderes feudales y al amparo de la monarquía, man-tener una presencia estable en ese enclave y obte-ner por acuerdos firmes, al mismo tiempo, las ga-rantías que asegurasen su movilidad y superviven-cia en el espacio del territorio. La fórmula utilizadano era nueva, se podría poner en relación con el sis-tema de la mencionada contributio romana, utiliza-da en la fundación de tantas ciudades en Hispania36.

Este modelo repoblador podría hacerse extensivoa Segovia, Sepúlveda y otros todos ellos concejosde la Extremadura castellano-leonesa, tan afines ensus formas de organización social y económica du-rante la Edad Media.

2.2. El control del territorio.La defensa y el control del territorio se convirtió enun aspecto fundamental para las villas de repobla-ción, volcando en ese propósito todo el esfuerzopolítico, social e institucional del que eran capaces.

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36 BENDALA GALAN, M.: op. cit. pp. 33: Define la contribu-tio como la reestructuración dirigida a la obtención de un cen-tro de principal importancia administrativa, en un lugar estra-tégico como nudo de comunicaciones.

Relación de villas, aldeas y despoblados de la Extremadura oriental

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La organización de los asentamientos repercutió fa-vorablemente sobre la producción económica, al pro-porcionar estabilidad y garantías para los poblado-res, y la prueba del éxito del modelo aplicado la pro-porcionó el crecimiento demográfico logrado en elsiglo XIII37. La collación, en tanto que unidad de or-ganización del espacio asociado a la villa, agrupa-ba entre seis y ocho aldeas, siendo siete el núme-ro de lugares más frecuente38, entre las cuales serepartía su población y además mantenía algunosvecinos en la villa. Se trataba de un modelo de po-blamiento integrado, que no separaba a la villa delas aldeas del territorio y que mantuvo una pobla-

ción mínima en el asentamiento urbano. Con el pa-so del tiempo, la población de las aldeas tendía ahacerse sedentaria y a perdurar en esos lugares, altiempo que en el interior de las villas y ciudades seiban ocupando al cobijo que proporcionaban suslas murallas.Se comprueba, no obstante que una mayor exten-sión del territorio se asocia a un mayor número decollaciones urbanas con iglesia en el interior de la vi-lla. Lo cual pone de manifiesto la unión entre el con-trol del territorio y la aportación al arranque urbanode la villa en cuestión iba unido al número de colla-ciones, que representan el potencial humano39.

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37 En Soria se prueba por medio de un padrón de 1270, quehabía más de 240 lugares poblados en esa fecha: ASENJOGONZALEZ, M.: Espacio y sociedad, p. 174-18038 El encontrar de forma generalizada el número siete entre loslugares nos ha sugerido una interpretación de tipo mágico ocabalístico. Pudiera ser fruto de la casualidad o bien el obje-tivo de espacios a poblar, asignado a cada collación. En elpadrón no ha quedado constancia de ello.

39 La compleja relación entre la ciudad/villa y su territorio laabordamos en: “Ciudad y territorio en la Castilla bajomedie-val. Dinámica socioeconómica.” El poder a l’Edat Mitjana. VIIICurs d’Estiu Comtat d’Urgell (Balaguer 9 10 i 11 de juliol), Ed.:SABATE, F., Lleida, Pagès editors, 2004, pp. 173-208.

Número de iglesias, aldeas y despoblados de la zona.

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2.3. La morfología urbana de las villas.El elevado número de iglesias que se agrupan en elinterior y exterior de los recintos amurallados prue-ba el carácter de estos templos, que no sólo serví-an para atender las necesidades del culto de la po-blación urbana sino que se erigían como referentesocial, político e institucional de los pobladores dela collación, que incluía a los que estaban el la villay a los repartidos por las aldeas del término.La villa de Soria contaba con un gran espacio ur-bano, en comparación con otros enclaves, ya quesu muralla podía abarcar unas 400 hectáreas, y ensu interior se agrupaban 35 iglesias de collación. Tal

presencia de templos nunca se hubiera podido jus-tificar por necesidades religiosas de los vecinos quehabitaban en el recinto. Esas iglesias se distribuyenbuscando distancia entre sí o la proximidad a la víaprincipal del Collado que se prolonga hasta el puen-te sobre el río Duero.En cuanto a la morfología urbana de las villas de lascollaciones diríamos que el plano, en general, res-ponde a las necesidades de comunicación y acce-sibilidad de la población a través de las murallas, enlas que se abren puestas y postigos que al conec-tar trazan las vías de comunicación que articulan asu vez a otras calles y pasadizos40.

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40ASENJO GONZALEZ, M.: Espacio y sociedad, p. 162.

Plano de Soria con la localización de las iglesias de las 35 collaciones

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También de la ciudad de Soria tenemos informaciónde interés demográfico a través del padrón de 1270,en el que se deja constancia de aquellos vecinosque vivían en la villa y de los que vivían en las alde-as, al objeto de proceder a un reparto más ajusta-do de lo recaudado en el de diezmo eclesiástico,entre las iglesias de las collaciones en la villa y las

iglesias de las aldeas41. En el gráfico adicional sepuede comprobar la distribución de los vecinos decada collación entre las aldeas del territorio o la vi-lla. En Soria se localizaban en la proximidad de sucollación urbana, en la que cada vecino se recono-cía.

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41 BIBLIOTECA Real Acad. de la Historia: Códices. nº 10: Pa-drón que mandó hacer Alfonso X de los vecinos de Soria. Eldocumento fue publicado con transcripción completa por E.JIMENO, pero incluye diversos errores en la transcripción dealgunos nombres, repetición de textos o alteración de su pre-sentación en el documento original: JIMENO, E.: “La pobla-ción de Soria y su término en 1270”, B.R.A.H., 152, I, (1958),pp. 230-270 y II, (1958), pp. 365-494.

Reparto de los vecinos de collaciones del concejo de Soria, entre la villa y las aldeas

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La distribución de la población prueba que los so-rianos de fines del siglo XIII eran más proclives a vi-vir en las aldeas que en el interior de la villa, y quesólo tres de las collaciones agrupaban un númerode vecinos urbanos más elevado. Se trata de lascollaciones número 28 (San Gil), 32 (San Nicolás) y35 (Santa María de la Puente). Todas ellas en el ejede comunicación de El Collado que concitaba el ma-yor interés de tráfico mercantil. También en el ca-

so de otras ciudades, como Segovia, las collacio-nes se ubicaron extramuros, lo cual no suponía mer-ma para los vecino ni un estatus diferenciado o deposterior incorporación a la vida urbana. Esa cir-cunstancia deja sin justificación la función de los arra-bales urbanos, según la idea tradicional de habitatdiferenciado, en algunas de estas villas, ya que enalgún caso la cronología de las iglesias extramuroses incluso anterior a las del interior de las murallas42.

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42 Las iglesias extramuros en Segovia, como la de San Millan,tiene cronologías tempranas que para algunos autores se en-contrarían antes de la fundación de la villa en 1088: BARRIOSGARCIA, A.: “Repoblación de la zona meridional del Duero.Fases de ocupación, procedencias y distribución espacial delos grupos repobladores”. Studia Historica, III (1985), pp. 33-82.

Plano de Segovia con las collaciones urbanas agrupadas en cuadrillas.

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La transformación del urbanismo a partir de esas lo-calizaciones de iglesias de collación se resolvería enun proceso lento y generalmente posterior a la fasede asentamiento. El plano de estas villas carece deortogonalidad y tampoco parece obedecer a crite-rios de ordenación urbana. Todavía en el siglo XIII elvacío de las ciudades y villas del reino preocupabaa Alfonso X, que a partir de 1256 dio privilegios a loscaballeros villanos para favorecer un poblamientoestable de las jerarquías locales, que seguían prefi-riendo pasar más tiempo cerca de sus haciendasque en la villa43.En el trazado urbano no podemos desestimar la im-portancia del desarrollo artesano y mercantil en lasvillas y ciudades que desde el siglo XII contribuyó aseñalar espacios de mercado y zonas de actividadmanufacturera44. El plano de las villas que arranca del emplazamien-

to fundacional y se perfila en el curso de las centu-rias siguientes, tras un proceso de sedentarizacióny presencia continuada de los vecinos en la villa. Ca-be destacar también la atención prestada a los ele-mentos comunes como las murallas45, el espaciodel mercado, el abastecimiento del agua46, las víasy otras infraestructuras47, que la irían haciendo ur-banas. Una nueva percepción del espacio urbanose documenta en los siglos XIV y XV, cuando las ne-cesidades de convivencia en el recinto obliguen aabrir y reparar las vías de tránsito y a llevar adelan-te trabajos de remodelación urbanística o de abas-tecimiento de agua.La difícil orografía hace que los planos de las villasde repoblación se presenten difíciles de interpretar,como ocurre con la villa de Sepúlveda, en el que eltrazado de puntos reconstruye la localización de lamuralla48.

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43 O’CALLAGHAN, J.F.: The Learned King: The Reign of Al-fonso X of Castile. Philadelphia, Univ. of Pennsylvania Press,1993 Traducción de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1996,p. 129.44 ASENJO GONZALEZ, M.: “El comercio. Actividad econó-mica y dinámica social en las plazas y mercados de Castilla.Siglos XIII-XV”. Plazas y mercados medievales. 8ª Jornadasdel CEMYR. Universidad de La Laguna (Tenerife) 9-11 de ma-yo 2001, Tenerife, 2002, pp. 97-134.45 VALDEON BARUQUE, J.: “Reflexiones sobre las murallasurbanas de la Castilla medieval”. La Ciudad y las murallasEds.: DE SETA, C. y LE GOFF, J., Madrid, Cátedra 1991, pp.67-87.

46 VAL VALDIVIESO, I.: El agua en las ciudades castellanasdurante la Edad Media : fuentes para su estudio. Valladolid,Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico, Uni-versidad de Valladolid, 1998; Usos sociales del agua en lasciudades hispánicas a fines de la Edad Media. Valladolid, Uni-versidad, Servicio de Publicaciones, 2002.47 MOLENAT, J.P.: “Chemins et ponts du nord de la Castilleau temps des Rois Catholiques”. Melanges de la Casa de Ve-lazquez, VII (1971), pp. 115-162.48 La villa de Sepúlveda, Septempublicam, surge en 939, cuen-ta con un fuero del siglo X, confirmado por el rey Alfonso VIel 17-XI-1076. El fuero extenso es de la segunda mitad delS. XIII. Ver: MARTINEZ DIEZ, G.: Las comunidades de villa,p. 325-332.

Plano de la villa de Sepúlveda BENITO MARTÍN, F.: La formación de la ciudad medieval. Valladolid, Univ. de Valladolid, 2000.

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La repoblación de esta villa estuvo dirigida en el 939por el merino Petro Johann que disponía de potes-tas populandi. Agrupaba a 15 collaciones que con-trolaban un extenso territorio de 1.334 Km2. En otros casos se observa una adecuación a las po-sibilidades de un emplazamiento defensivo que da-

ría lugar al especial trazado, como el que nos mues-tra la villa de Maderuelo, de la diócesis de Segovia.En el plano se aprecia la localización de una forta-leza y un trazado urbano condicionado por su es-tructura alargada, en la que se daba cabida a nue-ve collaciones49.

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49 Conocida como Castro Maderolum, aparece mencionadapor primera vez en 1109.

Plano de las villas de Maderuelo y Berlanga, BENITO MARTÍN, F.: La formación de la ciudad medieval. Valladolid, Univ. de Valladolid, 2000.

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La villa de Berlanga, aparece como Barlancam (1113)o Berlangam (1134), repoblada entre 975 y 1011,en 1060 es Civitatem. Villa que se atiene a la obe-diencia eclesiástica del obispo de Sigüenza, man-tuvo una importante fortaleza en línea de frontera.En su interior albergaba siete collaciones y contro-laba un extenso territorio de unas 428 Km2.Fuentidueña, Fontedomna, enmarcada en la dióce-sis de Segovia es una vicaría que se documentadesde 937, en relación con el monasterio de Sa-cramenta, y aparece mencionada en el ataque de

Almanzor es un caso de adaptación a un relieve encuesta, en el que ha situado su hábitat protegidopor muralla y fortaleza. Cuenta con una fortaleza yen su interior había 8 collaciones y la tierra abarca-ba 20 aldeas y 18 despoblados50.Se trata de villas que representan la buena adapta-ción de su emplazamiento a una orografía difícil quecondiciona su trazado urbano, al disponer la ubica-ción de la fortaleza y el trazado de la muralla. En suinterior, las calles siguen la lógica de conexión de laspuertas con la fortaleza, hacia el interior.

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50 Ver: MARTINEZ DIEZ, G.: Las comunidades de villa, p.

Plano de Fuentidueña y Monteagudo (BENITO MARTÍN, F.: La formación de la ciudad medieval. Valladolid, Univ. de Valladolid, 2000).

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El plano de Monteagudo corresponde al de una pe-queña villa de la diócesis de Osma, enclavada en lafrontera de Aragón. Su trazado ligeramente trian-gular se articula sobre tres puestas y las vías quellevan a la fortaleza situada en uno de los vértices.Es uno de los planos más regulares y esa regulari-dad, en parte, podría estar relacionada con la cir-cunstancia de que no haya collaciones en esta vi-lla, en el origen de su asentamiento. De ese modo,se había establecido como comunidad sin esas pau-tas previas de integración en su término y ello ha-bría favorecido criterios de regularidad. Cuenta conun término reducido de 150 Km2 y sólo tiene 3 al-deas y 10 despoblados51.

Conclusión.La evaluación de los casos abordados nos llevan ala conclusión de que los condicionantes de estra-tegia defensiva fueron claves para decidir el empla-zamiento de las villas de la Extremadura oriental, lo-calizadas en un terreno escarpado en el que no re-sultaba difícil encontrar algún emplazamiento a res-guardo. El otro factor condicionante del urbanismode las villas fue la organización social de los pobla-dores que respetaron su articulación en collaciones.Las iglesias de esas collaciones se situaron en el in-terior de los recintos y en ellas se reconocían las pa-

rentelas ampliadas que habían gestado el origen depla puebla. Pero la población de la ciudad no esta-ba establecida permanentemente en el núcleo ur-bano, sino que buena parte de ella se mantenía dis-persa por la tierra. No obstante, todos los vecinosde la tierra se sentían parte de la villa, a la que acu-dirían para celebraciones, negocios, acuerdos o plei-tos y por lo general durante varias ocasiones al año.Con el tiempo la población se sedentarizó de mo-do paulatino y lo hizo en clave de respeto a las co-llaciones y a su localización en el plano de la villa.Factores económicos como el crecimiento econó-mico en la actividad agropecuaria, el desarrollo dela actividad artesanía y del comercio contribuyerona la remodelación urbana en el curso de los siglosXIII al XV, despejando espacios interiores y deter-minando un uso específico del mismo.Por lo tanto, la morfología urbana de estas villas

muestra un plano que sería irregular en la mayoríade los casos. Las vías de tránsito actuarían comoejes de regularidad, pero la impronta de las colla-ciones se percibe en la función aglutinante de susiglesias en el recinto urbano, que aún perduraba enel siglo XVI. Sólo aquellos lugares como Monteagu-do, en los que la inexistencia de collaciones pareceprobada, muestran un urbanismo más regular, ar-ticulado por criterios de mayor ortogonalidad.

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51 Ver: MARTINEZ DIEZ, G.: Las comunidades de villa, p. 194-197.