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Serie de estudios ComunidadMujer N° 7 • mayo 2010 1 Capital Social Un poderoso recurso para la reconstrucción Por Esperanza Cueto Presidenta de ComunidadMujer Contenido 1 Un poderoso recurso para la reconstrucción 2 El economista Robert Carter, experto en pobreza y catástrofes, evalúa los desafíos del país y da pautas para garantizar el desarrollo económico post terremoto 7 El capital social desde el punto de vista de Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009 9 Historias de mujeres 15 El antes y el después de las algueras de Pichilemu, una comunidad modelo 17 “Hablar te Ayuda”, un desahogo para las víctimas La pérdida patrimonial por el terremoto del 27 de febrero —estimada en 30 mil mi- llones de dólares, el 17% de lo que Chile produce en todo un año— no esconde el lado humano de la tragedia y por lo mismo pone a prueba nuestro sentido de la res- ponsabilidad y de la solidaridad. Aunque han pasado los meses, la situación sigue siendo compleja. ¿Cómo restableceremos las condiciones de vida de las familias chilenas? ¿Y cómo hacerlo de manera efectiva? En la respues- ta emerge el capital social: un recurso para la reconstrucción. Aquí el protagonismo lo tienen las personas y los grupos que es- tablecen redes sociales de confianza, de solidaridad y reciprocidad para encontrar la forma de solucionar los problemas que los afectan. Y también lo tienen aquellas instituciones externas a las comunidades que contribuyen a levantar “puentes” de in- tegración y sinergias con quienes pueden proveer los recursos que se necesitan. ComunidadMujer conoce bien las variadas formas que adopta en las comunidades chilenas el capital social. Año a año lo reconocemos, promovemos y hacemos vi- sible a través del Premio ComunidadMujer, distinguiendo a organizaciones de mujeres de base que contribuyen a acrecentar el capital social interno de sus comunidades. Se trata de organizaciones de mujeres que se unen en diferentes iniciativas, algunas de las cuales mostramos aquí. Hemos comprobado en terreno que el capital social aumenta en la medida que más se usa en una comunidad, elevando las aspiraciones de logro de las personas y, por lo mismo, la probabilidad de evitar que la pobreza quede enquistada en fami- lias y comunidades. Hoy más que nunca, después de este cataclismo, esto es cierto. De ahí la importancia de que a las prime- ras intervenciones humanitarias, le sigan iniciativas de reconstrucción que, además de generar oportunidades de empleo y emprendimiento, incorporen el fomento de estas redes de confianza, apoyo mutuo, e integración entre diversas realidades socioeconómicas. Hoy, cuando la naturaleza nos ha hecho desandar en términos materiales y huma- nos, busquemos soluciones creativas e innovadoras para evitar despidos masi- vos o discrecionales. Preocupémonos de los jefes y jefas de hogar cuya vulnera- bilidad frente a la pobreza es aún mayor. Utilicemos el capital social que hay en las comunidades para recuperar en el menor plazo posible la capacidad de las familias chilenas de generar los ingresos que re- quieren día a día. Se necesita excelencia en el diseño e implementación de las políti- cas públicas asociadas a la reconstrucción y en particular, que éstas promuevan la equidad de género, sin la cual no podemos aspirar a la justicia social. Este es un extracto de su columna publicada en el diario La Segunda.

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15 El antes y el después de las algueras de Pichilemu, una comunidad modelo 2 El economista Robert Carter, experto en pobreza y catástrofes, evalúa los desafíos del país y da pautas para garantizar el desarrollo económico post terremoto 9 Historias de mujeres 7 El capital social desde el punto de vista de Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009 Este es un extracto de su columna publicada en el diario La Segunda. 1 Contenido 1 Un poderoso recurso para la reconstrucción

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Serie de estudios ComunidadMujer N° 7 • mayo 2010

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Capita l Socia lUn poderoso recurso para la reconstrucciónPor Esperanza CuetoPresidenta de ComunidadMujer

Contenido

1 Un poderoso recurso para la reconstrucción

2 El economista Robert Carter, experto en pobreza y catástrofes, evalúa los desafíos del país y da pautas para garantizar el desarrollo económico post terremoto

7 El capital social desde el punto de vista de Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009

9 Historias de mujeres

15 El antes y el después de las algueras de Pichilemu, una comunidad modelo

17 “Hablar te Ayuda”, un desahogo para las víctimas

La pérdida patrimonial por el terremoto del 27 de febrero —estimada en 30 mil mi-llones de dólares, el 17% de lo que Chile produce en todo un año— no esconde el lado humano de la tragedia y por lo mismo pone a prueba nuestro sentido de la res-ponsabilidad y de la solidaridad. Aunque han pasado los meses, la situación sigue siendo compleja.

¿Cómo restableceremos las condiciones de vida de las familias chilenas? ¿Y cómo hacerlo de manera efectiva? En la respues-ta emerge el capital social: un recurso para la reconstrucción. Aquí el protagonismo lo tienen las personas y los grupos que es-tablecen redes sociales de confianza, de solidaridad y reciprocidad para encontrar la forma de solucionar los problemas que los afectan. Y también lo tienen aquellas instituciones externas a las comunidades que contribuyen a levantar “puentes” de in-tegración y sinergias con quienes pueden proveer los recursos que se necesitan.

ComunidadMujer conoce bien las variadas formas que adopta en las comunidades chilenas el capital social. Año a año lo reconocemos, promovemos y hacemos vi-sible a través del Premio ComunidadMujer, distinguiendo a organizaciones de mujeres de base que contribuyen a acrecentar el capital social interno de sus comunidades. Se trata de organizaciones de mujeres que se unen en diferentes iniciativas, algunas de las cuales mostramos aquí.

Hemos comprobado en terreno que el capital social aumenta en la medida que más se usa en una comunidad, elevando las aspiraciones de logro de las personas y, por lo mismo, la probabilidad de evitar que la pobreza quede enquistada en fami-lias y comunidades. Hoy más que nunca, después de este cataclismo, esto es cierto. De ahí la importancia de que a las prime-ras intervenciones humanitarias, le sigan iniciativas de reconstrucción que, además de generar oportunidades de empleo y emprendimiento, incorporen el fomento de estas redes de confianza, apoyo mutuo, e integración entre diversas realidades socioeconómicas.

Hoy, cuando la naturaleza nos ha hecho desandar en términos materiales y huma-nos, busquemos soluciones creativas e innovadoras para evitar despidos masi-vos o discrecionales. Preocupémonos de los jefes y jefas de hogar cuya vulnera-bilidad frente a la pobreza es aún mayor. Utilicemos el capital social que hay en las comunidades para recuperar en el menor plazo posible la capacidad de las familias chilenas de generar los ingresos que re-quieren día a día. Se necesita excelencia en el diseño e implementación de las políti-cas públicas asociadas a la reconstrucción y en particular, que éstas promuevan la equidad de género, sin la cual no podemos aspirar a la justicia social. Este es un extracto de su columna publicada en el diario La Segunda.

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Michael Carter, profesor de la Universidad de California-Davis, evalúa los desafíos post terremoto

“Las catástrofes deben ser vistas como una amenaza al desarrollo”Cómo el concepto de capital social puede convertirse en una herramienta de crecimiento; cómo el desarrollo de liderazgos y la creación de vínculos de confianza generan redes de protección; cómo las comunidades pueden formar sistemas de seguros o de crédito que suplen los del mercado. Tres puntos que analiza este doctor en Economía, experto en pobreza y en catástrofes, y que adquieren más sentido en esta etapa de reconstrucción.

Por Andrea BentancorDirectora de Estudios ComunidadMujer

Michael Carter es doctor en Economía de la Universidad de Wisconsin-Madison. Especializado en economía agropecuaria, en pobreza y en el efecto de las ca-tástrofes en un país, dirige el programa Basis de Investigación y Apoyo para la Superación de la Pobreza en zonas rurales de Àfrica, Asia y América Latina. Este continente no le es ajeno. En 1991 se instaló un tiempo en Chile, como investigador visitante de la Corporación de Estudios para Latinoamérica, Cieplan.

La que usa Carter es una meto-dología esencialmente empírica. Para su tesis doctoral sobre la reforma agraria peruana, reali-zó su propio trabajo de campo.

Lo mismo hizo a partir de 1994, cuando se unió a un equipo de análisis de una encuesta nacio-nal de condiciones de vida en Sudáfrica.

Autor de numerosos libros y artículos académicos, ha con-centrado sus investigaciones en un punto clave para el Chile de hoy: no sólo ha estudiado la contribución del capital social

como uno de los factores de-terminantes del bienestar de las sociedades, sino que ha analiza-do los efectos de largo plazo de desastres naturales en diferentes partes del mundo. Sus investiga-ciones en países como Etiopía y Honduras, fortalecen su mirada para evaluar el Chile que surgió tras la catástrofe.

Aunque han pasado semanas del terremoto del 27 de febrero, la vulnerabilidad aún no se acaba del todo, especialmente porque la reconstrucción puede tardar meses o incluso años, según han dicho las autoridades. El gobier-no, las organizaciones sociales, las ONG y otras redes de asisten-cia prepararan planes, proyectos

Michael Carter

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“y acciones específicas. Frente a esta necesidad de levantar el país de nuevo, de reparar lo dañado y de generar políticas adecuadas con ese fin, es de es-pecial interés conocer los puntos de vista de Michael Carter, hoy profesor de la Universidad de California-Davis.

1 Como ha destacado en al-gunos de sus artículos, los resultados de catástrofes naturales pueden ser de-vastadores, reflejándose, por lo pronto, en incre-mentos inmediatos en los índices de pobreza. En ese marco, ¿cómo puede el capital social contribuir a reestablecer las condi-ciones de vida previas al desastre de las personas afectadas?

Antes que nada, cabe señalar que los determinantes, la contribución y principales características del capital social de una comunidad o de una sociedad son analiza-das, exploradas y documentadas por diferentes disciplinas, entre ellas la Economía. Como eco-nomista he sido muy crítico con mis colegas respecto del manejo poco preciso -más bien difuso- que muchas veces se hace del capital social.

Al analizar o trabajar con una comunidad concreta es impor-tante ser riguroso e identificar claramente en qué tipo de capi-tal social esa comunidad es rica y en qué tipo de capital social no lo es. Esta identificación es clave para focalizar esfuerzos y realizar acciones efectivas que le permi-

tan a la comunidad avanzar hacia un mayor bienestar.

A grandes rasgos, creo que en estos momentos, como econo-mistas, podemos decir que el capital social cumple tres “fun-ciones” y a través de ellas puede contribuir a restablecer el nivel de bienestar que las comunida-des habían alcanzado antes de la catástrofe.

2 ¿Cuál es la primera de esas “funciones” o “roles” que contribuyen a garan-tizar mayor bienestar de las comunidades?

Ciertas formas de capital social cumplen muy satisfactoriamen-te objetivos “aspiracionales”. El capital social puede cambiar las ideas, las preferencias y las as-piraciones de las personas que viven en esas comunidades. Concretamente, en determina-das condiciones el capital social

cambia la visión que las personas en las co-munidades tienen de sí mismas, la impresión de lo que pueden lograr y sus metas.1

Estos efectos son im-portantes. A través de experimentos en distin-tos lugares del mundo, como economistas hoy estamos siendo ca-paces de evaluarlos y ponderarlos en su real magnitud e importancia. Por ejemplo, expe-riencias en Nicaragua reflejan cómo ciertos programas de micro-

emprendimientos, capacitación y fomento de la asociatividad de-terminan cambios aspiracionales importantes en los miembros de los hogares participantes.

Hoy estamos logrando poco a poco identificar algunos benefi-cios que surgen de trabajar con mujeres: mejoras sustanciales en la nutrición y salud de sus ho-gares; mejoras significativas en el desarrollo cognoscitivo de sus niños (especialmente lenguaje y habilidades sociales); aumento en asistencia a la escuela; forma-ción de activo fijo; generación de nuevas formas de ingreso; mejor manejo de riesgo y de crisis y, como decía, también hay ganan-cias aspiracionales.

3 En la práctica, ¿qué deter-mina que una experiencia concreta resulte exito-sa respecto de otras que quizás no logran resulta-dos tan auspiciosos?

1 Declaración de una mujer participante en uno de los programas de fomento de la asociatividad con pares en CentroAmérica: “Antes del programa sólo pensaba en trabajar con el objetivo de comer cada día, sin poder ver más allá. Ahora al pensar en mi trabajo pienso en avanzar a través de mi negocio. A través de las experiencias compartidas, una aprende y se abre al futuro. Hablando con otros, una entiende y aprende”.

Es clave tener claro que catástrofes como la que Chile ha vivido no deben ser tratadas exclusivamente como un problema humanitario; deben ser vistas como una amenaza al desarrollo. (…) En estas circunstancias el stock de activos con los que las familias cuentan para garantizar el sustento cae tan pronunciadamente que las familias quedan en una ‘trampa de la pobreza’”.

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Tenemos alguna evidencia de que las características de la o el líder en un grupo concreto tienen un impacto importante. En parti-cular, creo que el rol que cumple quien lidera un grupo inserto en una comunidad es un determi-nante fundamental del éxito de la experiencia, sobre todo en lo que respecta a los cambios aspi-racionales que pueden lograrse.

En el caso específico de em-prendimiento femenino, tenemos evidencia de que las normas so-ciales, ciertas formas de lo que ustedes en Chile llaman “ma-chismo”, se constituyen como restricciones importantes para mujeres que podrían perseguir un mayor bienestar en actividades no tradicionalmente asociadas al rol femenino.

Si bien detectamos estos fenómenos negativos, afortu-nadamente también tenemos algunas evidencias auspiciosas.

Experiencias en Paraguay, por ejemplo, reflejan cómo progra-mas de micro-crédito que les permiten a las mujeres acceder a financiamiento para realizar actividades “no tradicionales”,

posibilitan reconstruir normas sociales respecto a género. Y además, generan efectos multi-plicadores positivos, moviendo a toda la comunidad a un equilibrio con mayor ingreso.

PROTECCIÓN Y LAZOS INFORMALES4 Volviendo al capital social,

¿cuál es el segundo de esos “roles” que contribu-yen a un mayor bienestar?

Los lazos de confianza, lealtad y solidaridad dentro de una co-munidad son identificados como capital social. En la práctica he detectado que la existencia de estos vínculos muchas veces permite a las personas movilizar sus propios recursos, generando redes informales de “protección social”. Así, algunas comunida-des (no todas, por lo que enfatizo que hay que identificar qué tipo de capital social ha desarrollado una comunidad) son capaces de generar sistemas informales de seguro o crédito que permiten completar mercados. Es decir, de proveer sistemas de peque-

ños préstamos informales -entre vecinos que mantienen relacio-nes estrechas, por ejemplo- que hacen la diferencia donde la ins-titucionalidad de crédito formal, generalmente privada, no tiene interés. También en estas co-munidades puede generarse un sistema de seguro que posibilite que los miembros no afectados por un siniestro, enfermedad o situación adversa cubran a el o los afectados -siempre que sean pocos-.

Los sistemas de seguro o de crédito entre los miembros de la comunidad sólo tendrán éxito si los vínculos construidos a lo largo del tiempo son realmente muy fuertes. Es decir, si la con-fianza es muy sólida. Esto es importante, porque por lo gene-

ral estos arreglos informales no se estructuran -muchas veces por escala o acceso- sobre la base de contratos legales forma-les. Por eso, para actuar sobre estas comunidades promovien-do este tipo de arreglos tenemos que tener un claro entendimiento sobre cómo en esa comunidad concreta construyen lazos de confianza que permitan arreglos informales sustentables.

5 ¿Cuál es, por último, la ter-cera de esas “funciones” o “roles” del capital social?

La construcción de “puentes” entre comunidades. Muchas veces los lazos de confianza, la solidaridad, las normas sociales beneficiosas son simplemente

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insuficientes para impul-sar a los miembros de esa comunidad hacia un equilibrio de mayor bienestar. Simplemente porque por más que exista un buen capital social “interno” en esa comunidad, no existen los recursos necesarios para generar proyectos, emprendimientos o trans-formaciones importantes. En este caso es clave un capital social de tipo “externo” o de “puente” con otras comunidades, organizaciones o institu-ciones externas.

Es importante, entonces, frente a un caso concreto identificar qué tipo de ca-pital social se requiere.

6 ¿Cómo evaluar, en esa línea, la situación actual de Chile?

Es posible que este tipo de capi-tal social sea el más necesario, porque muchas de las comunida-des han sido arrasadas. Cuando los efectos de los sucesos ad-versos están tan altamente correlacionados -vinculados en una misma dirección- es muy di-fícil que la solución pueda surgir desde dentro de la comunidad sin vínculos con el exterior.

7 Algunas de las agrupa-ciones femeninas queaño a año premia Comu-nidadMujer han sido de-vastadas por el terremoto y por el tsunami. En su opinión, ¿cómo puede ComunidadMujer contri-buir para contrarrestar las consecuencias adversas de largo plazo sobre las comunidades afectadas?

Me gustaría argumentar sobre uno de los ejemplos concretos. Podríamos decir que estas mu-jeres ganadoras del premio que ComunidadMujer otorga -las Algueras de Pichilemu- claramen-te tienen un capital social interno extraordinario y al tener un víncu-lo con ComunidadMujer también tienen este capital social externo, que puede servirles de puente. Dado que han sido devastadas, han perdido todo, esta vez son los puentes con el exterior de la co-munidad los que determinarán la rápida transición hacia un mejor estado. Por el contrario, y a efec-

tos de aclarar el ejemplo, si por un evento particular una de ellas hu-biese sido afectada adversamente, el capital social interno podría posibilitar que las otras, sobre la base de relaciones de confianza, sirvieran como red de préstamo, seguro o solidaridad para que la afectada se recuperase. Pero cuando la adversidad es generali-zada esa confianza, redes internas y demás, si bien indispensables, resultan insuficientes. Entonces se requiere de las relaciones, de las redes, de los puentes con el ex-terior. Por esa dirección pueden reforzar su aporte.

Asimismo, y vinculado con la pri-mera de las funciones del capital social, quizás ComunidadMujer a través de los programas que tiene de mentoría, emprendi-miento, capacitación, y de su impacto en los medios o en las políticas públicas, puede con-tribuir a generar esos cambios “aspiracionales” positivos en las mujeres chilenas. Precisamente son éstos los que en nuestros trabajos en diversas partes del mundo estamos detectando como tan importantes.

Además, también pueden impul-sar la reconstrucción de normas sociales respecto a género. En concreto: avanzar reduciendo aquellas vinculadas al “machis-mo” que se constituyen como limitantes al desarrollo de las mujeres y sus familias.

“Los lazos de confianza, lealtad y solidaridad dentro de una comunidad son identificados como capital social. En la práctica he detectado que la existencia de estos vínculos muchas veces permite a las personas movilizar sus propios recursos, generando redes informales de “protección social”. Así, algunas comunidades son capaces de generar sistemas informales de seguro o crédito que permiten completar mercados”.

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pero sobre esa base debe re-construirse la capacidad de las comunidades de generar su in-greso. En estas circunstancias el stock de activos con los que las familias cuentan para garantizar el sustento -que son las nece-sidades de educación, salud y alimentación- cae tan pronuncia-damente que las familias quedan

en una “trampa de la po-breza”. Claramente, es prioritario evitar esta po-sibilidad porque cuando ello sucede los efec-tos de largo plazo son severos.

9 ¿Cuáles son los pasos necesarios para garantizar que eso no suceda?

En primer término, hay que asistir a quienes han perdido el stock de activos que les permi-tían alimentar, educar y proveer de servicios de salud a sus familias. En segundo lugar, debe evi-tarse diseñar un sistema de reconstrucción que excluya a quienes no han perdido de manera completa su stock de

activos, pero sí han quedado en una situación frágil. Simplemente porque puede pronosticarse que en situaciones adversas como las que se viven en Chile, quienes han quedado en esta

situación intermedia para “sua-vizar consumo” -para no reducir alimentación, salud y educación- irán liquidando sus activos arriesgándose a caer en el futuro en esta situación que describo como “trampa de pobreza”.

En síntesis, la estrategia correcta es respaldar la reconstrucción de activos de quienes han perdido todo, cayendo en situaciones de “trampa de pobreza” y respaldar a quienes puede preverse que en el futuro estarán acercándose a esa situación.

10 Por último, Michael, ¿quie-nes ejercen la política pública, cómo pueden di-señar redes de asistencia para los más vulnerables que aprovechen los bene-ficios de la existencia de capital social y otorguen asistencia a estas familias actualmente sobrepasa-das por la catástrofe?

Una vez iniciada y avanzada la reconstrucción, y hacia el futuro podrían diseñar sistemas de segu-ros que sobre la base del capital social protejan a comunidades pequeñas que de otra forma no logran asegurarse contra de-sastres naturales, como sequías prolongadas, terremotos y ma-remotos. Estamos actualmente explorando algunas experiencias sobre las que podría interesar-les explorar en el futuro, una vez avanzada la reconstrucción.

A través de los programas de mentoría, emprendimiento, capacitación, y de su impacto en los medios o en las políticas públicas, ComunidadMujer puede contribuir a generar cambios “aspiracionales” positivos en las mujeres chilenas. Además, también puede impulsar la reconstrucción de normas sociales respecto a género. En concreto: avanzar reduciendo aquellas vinculadas al “machismo” que se constituyen como limitantes al desarrollo de las mujeres y sus familias”.

LA “TRAMPA DE LA POBREZA”

Esta no es una sola entrevista, sino la síntesis de un largo intercambio de ideas, de artículos académicos y experiencias de diferentes lugares del mundo con Michael Carter. Los siguientes son algunos de los referidos por el profesor:- Fletschner, Diana and Michael Carter (2008). Constructing and

Reconstructing Gender: Credit Supply and Women’s Demand for Entrepreneurial Capital, Journal of Socio-Economics 37(2): 672-693.

- Carter, Michael, Peter Little, Tewodaj Mogues and W. Negatu

8 ¿Qué otros factores diría usted que determinan la habilidad de una sociedad para reconstruirse con

éxito en el mediano plazo?

A nivel más macro, es clave tener claro que catástrofes como la que Chile ha vivido no deben ser tratadas exclusivamente como

un problema humanitario; deben ser vistas como una amenaza al desarrollo. Evidentemente, es ne-cesario e imprescindible atender las necesidades humanitarias,

(2007). .Poverty Traps and the Long-term Consequences of Natural Disasters in Ethiopia and Honduras, World Development 35(5):835-856.

- Barrett, C.B., M.R. Carter and M. Ikegmai (2008). Poverty Traps and Social Protection. World Bank Working Paper, 31 pages.

- Macours, K., and R. Vakis (2008). “Changing households’ investments and aspirations through social interactions: Evidence from a randomised transfer program in a low-income country” Mimeo, Johns Hopkins University and World Bank.

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La definición de Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009

Un nuevo paradigma en las políticas públicasEsa particular característica que distingue a un grupo humano de otro, y que parece ser crucial para definir su camino al éxito o al fracaso, es uno de los objetos de estudio en boga en el mundo entero. Aquí, las reflexiones de la politóloga y primera mujer en ganar el premio Nobel de Economía 2009, Elinor Ostrom.

¿Por qué una institución que logra ser exitosa en un país tiene precarios resultados en otros? ¿Qué lleva a que una familia logre superar la pobreza y otra no, si ambas han enfrentado condiciones de vida semejantes? La clave para responder a esas inte-rrogantes se encuentra en el grado de capital social de cada una. Una diferencia poco visible, pero de sorprendente influencia.

La politóloga y Premio Nobel en Economía 2009, Elinor Ostrom, ha dedicado parte de sus esfuer-zos a entender, caracterizar y evaluar la forma de potenciar el capital social en el diseño de una po-lítica pública exitosa. Ella está convencida de que los diferentes resultados políticos y económicos entre países y comunidades no pueden entenderse si no se estudian seriamente factores generalmen-te omitidos, como son la confianza y normas de reciprocidad, las redes y compromiso cívico, las instituciones formales e informales. En definitiva, todo lo que forma parte del capital social.

Según los análisis de Ostrom, para comprender el capital social primero es imprescindible tener presente que se trata de un capital. Como tal, con-siste en un conjunto de activos desarrollados por el hombre y que son capaces de generar beneficios futuros al menos para algunos individuos.

El capital social se diferencia del capital físico en un punto clave. Este último se gasta con el uso (un

puente o una máquina, por ejemplo); sin embargo el capital social se pierde con el desuso y crece con el uso adecuado, crece en la medida que las perso-nas mantengan sus compromisos, la reciprocidad y la confianza. El capital social también se diferencia del capital humano que es el conocimiento o habi-lidades personales.

Así, en un artículo que forma parte del libro “Social Capital: Reaching in, reaching out”, Ostrom define el

Elinor Ostrom

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capital social como “el conjunto de relaciones, valores y normas comunes creados y usados por múltiples individuos para resolver problemas colectivos”.

En ese sentido, el capital social se sostiene sobre la base de las interacciones humanas y sus caracte-rísticas culturales, las normas por las que se rigen, y las instituciones que han forjado y que las guían. A partir de este concepto, el capital social puede ser una fuente de oportunidades para sus miembros.

El ejemplo más simple de analizar es un grupo de amigos. Los verdaderos amigos comparten gran parte de su tiempo, adquieren y se preocupan de ser un apoyo y entregar confianza a los demás e

intercambian favores recíprocamente. Para conser-var ese grupo de amigos, se requiere una porción importante de tiempo y esfuerzo. Ellos deben crear ese capital social, que les permitirá ser asistidos por sus amigos en tiempos difíciles, así como acceder a nuevas oportunidades al contar con su confianza.

Para Ostrom, el capital social tiene dos dimensiones complementarias, que deben articularse para lograr los resultados buscados: Primero, el capital social de vinculación, que comprende reglas y normas que subyacen en el comportamiento social, permitiendo redes horizontales locales. Segundo, el capital social es un puente que permite conectar redes locales con grupos más amplios y con más recursos.

En cuanto a las redes sociales, Ostrom destaca la importancia de su densidad para fomentar la acción colectiva. No es requisito imprescindible para ello que existan repetitivas interacciones. De acuerdo con su análisis, si existe un constante flujo de información y transparencia respecto de una transacción entre un sujeto A y otro B, aún cuando ésta no se repita, ambos sujetos estarán motiva-dos a ser confiables. Esto, porque les interesará que los sujetos C y D confíen en ellos para futuras transacciones.

La red cumple la función de transmitir la informa-ción entre individuos respecto de quién es confiable y quién no.

El tercer tipo de capital social lo conforman las ins-tituciones formales e informales. De manera amplia, Ostrom define las instituciones como las prescrip-ciones que especifican qué acciones o resultados son requeridos, prohibidos o permitidos, y las san-ciones autorizadas si no se cumplen las reglas. Señala que un valioso capital social para cualquier sociedad es un estado de derecho, atmósfera de-mocrática y un gobierno bien estructurado, con normas claras.

Por último, la Premio Nobel concluye que invertir en capital físico sin incluir también esfuerzos para au-mentar el capital social y la relación entre estos dos tipos de capital, difícilmente se puede garantizar las consecuencias deseadas.

EL IMPACTO EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Un elemento clave para diseñar una política pú-blica efectiva, sobre todo a través de este nuevo paradigma, es cómo medir el capital social de una agrupación humana.

Si bien la discusión teórica respecto a un método eficiente y replicable de medición sigue en plena actividad entre los expertos, Elinor Ostrom recoge un factor para no olvidar: por definición, el capital social está vinculado a la solución de un problema colectivo. Por ello, es a partir de las características que posea ese problema específico, que deben de-terminarse las variables críticas que incidirán en el desempeño de ese grupo social para resolverlo.

Otro factor importante es que el capital social proviene de las interacciones de los miembros de una agrupación y se mantiene gracias a su comportamiento.

Y Ostrom sigue. Dice que existen tres características que son particularmente relevantes para la acción colectiva: confiabilidad recíproca, redes sociales y las reglas e instituciones formales e informales.

Respecto de la posibilidad de fomentar la confian-za recíproca, hace una importante reflexión: una interacción continua y repetitiva entre los individuos basada en la reciprocidad -donde los individuos construyen su reputación de personas confiables-, tiende a generar confianza mutua. Aun cuando se mueva por simples motivaciones egoístas, un indi-viduo estará dispuesto a ser confiable con alguien si de eso depende su propio beneficio.

BIBLIOGRAFÍA- Ostrom, Elinor, and T. K. Ahn 2007. “The Meaning of Social

Capital and its Link to Collective Action.” (Working Paper)- Ostrom, Elinor. 2009. “What is Social Capital?” In Social

Capital: Reaching Out, Reaching In. V. O. Bartkus and J. H.

Davis, eds.Northampton, MA: Edward Elgar.- Brondizio, Eduardo S., Elinor Ostrom, and Oran R. Young

2009. “Connectivity and the Governance of Multilevel Social-Ecological Systems: The Role of Social Capital.” Annual Review of Environment and Resources 34:253-278.

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Historias de mujeresLos trabajos de las ganadoras de los premios de ComunidadMujer, desde el año 2007 en adelante, son la mejor prueba de la efectividad del capital social como herramienta de crecimiento. Aquí damos cuenta de sus ideas, su trabajo por impulsarlas y el apoyo que han buscado y conseguido para hacerlas realidad.

El premio ComunidadMujer distingue desde hace cuatro años a organizaciones de mujeres de base que contribuyen a acrecentar el capital social en sus comunidades. Frente a problemas específicos, encuentran así, con aporte de sus redes, solucio-nes en vías de un desarrollo autosostenido.

Entre 2007 y 2009, han postulado 537 organi-zaciones de mujeres de todo el país (ver cuadro número 1).

En estos años ese gran apoyo a la iniciativa nos ha permitido comprobar cambios sustantivos en las organizaciones de base. Desde estar volcadas hacia adentro, han pasado a centrarse en temas de derechos y emprendimientos y, muy especialmente, han generado un trabajo de redes con otras orga-nizaciones, con el sector público y, cada vez con más frecuencia con el mundo privado. Prodemu, Sernam, Indap, Sercotec, Servicio País, juntas de vecinos, municipalidades, consultorios, escuelas, asociaciones gremiales, sindicatos, ministerios, fundaciones y las iglesias, son parte de estas redes.

Esta radiografía de nuestras comunidades permite vislum-brar un futuro más integrador. El punto es clave, pues Chile no ha avanzado en este tema. Según un estudio publicado en octubre del año pasado por Legatum Institute, el país está entre los últimos lugares en capital social: en el puesto 85 de entre 104 naciones. A pesar

del crecimiento, la solidez económica y con todas las garantías de gobernabilidad, está entre los 30 países con menor capacidad para confiar o creer en los otros y que otorga un bajo valor a la amis-tad. Estos datos coinciden con los de la encuesta de Cohesión Social 2007, realizada en seis países latinoamericanos por el chileno Cieplan y el Instituto Fernando Henrique Cardoso, de Brasil.

Cuadro Nº1

N° organizaciones postulantes al premio ComunidadMujer por región

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40

60

80

100

120

140

160

0

I III V VII IX XI RM

Nº de organizaciones

Con la entonces presidenta Michelle Bachelet, las ganadoras del Premio ComunidadMujer 2009: El Sindicato de Trabajoras Independientes de Mujeres de Pichilemu (Tercer Lugar); el Grupo de Mujeres Nacer (Segundo Lugar) y el Taller Artesanal Isla Hermosa de Chiloé, que obtuvo el Primer Lugar

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11%

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5%3%

22%

7%

3%

6%

17%

REDES

■ PRODEMU 91

■ SERNAM 33

■ INDAP, PRODESAL 23

■ SERCOTEC 16

■ SERVICIO PAÍS 18

■ OTRO SERVICIO PÚBLICO O PRIVADO 387

■ JUNTA DE VECINOS 206

■ MUNICIPALIDAD, BIBLIOTECA 308

■ ESCUELA 102

■ CONSULTORIO/SALUD 125

■ ASOCIACIÓN GREMIAL, SINDICATOS 46

■ ORGANIZACIÓN DE BASE 398

■ IGLESIA Y ENTIDADES RELIGIOSAS 63

TOTAL 1.816

Cuadro Nº3

¿Con quién se relacionan las organizaciones de mujeres?

Cuadro Nº2

¿Qué acciones realizan las organizaciones postulantes al premio?

0 5 10 15 20 25 30

La capacitación es un aporte que entregan todas las instituciones con que se relacionan las organizaciones de mujeres de base, con la excepción de los sindicatos, juntas de vecinos y las Iglesias. Las dos últimas aportan principalmente con sede y trabajo conjunto.

Los recursos materiales o monetarios son entregados por Prodemu, INDAP, Sercotec u otro servicio público o privado, además de municipalidades, sindicatos, gremios e iglesias.

Las organizaciones de mujeres realizan trabajos en beneficio de sus comunidades principalmente con Sernam, juntas de vecinos, escuelas, consultorios, otras organizaciones de base y las iglesias.

Capacitación 465Sede 245Asesoria/información orientación, material de apoyo 259Asesoria/información mediación (Puente) 49Recursos materiales o monetarios 440Comercialización 50Trabajo conjunto (asistencia a discapacitados, construcción, seguridad, cultural, VIH, recaudación de fondos)

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Difusión e invitación de actividades 255Asistencia profesional 89Transporte 38Servicio a la comunidad 123Recursos humanos 0

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EMPODERADAS EN PEDRO AGUIRRE CERDA

Las historias son muchas. Hemos visto mujeres puestas a prueba por la adver-sidad que han salido airosas. Hemos visto reconstrucciones per-sonales, colectivas, comunitarias. Y tam-bién organizaciones de mujeres que se unen para dar tra-bajo a otras mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, para ayudar a prevenir la adicción de niños y jóvenes, para crear un centro cultural donde capacitarse o protagonizar iniciativas tan creativas como la de llevar libros a lomo de un burro a comunidades apartadas.

Así como vimos derrumbarse los pilares de algunos edificios el 27 de febrero, hemos visto levantarse otros pilares, más fuertes, en sectores en los cuales la marginalidad, la pobreza o la desigualdad gene-

La Burroteca Viajera, iniciativa de la organización Sembradoras de Sueños, ganadoras del Premio ComunidadMujer 2007

ran conflictos que no han podido ser resuel-tos a tiempo.

Es lo que hizo, por ejemplo, un grupo de la población La Victoria, en Pedro Aguirre Cerda. Todo partió en 1991 con cuatro mujeres que se formaron como monitoras en desarro-llo personal y trabajo corporal, conocimien-

to que pusieron en práctica creando talleres para sus vecinas. De a poco fueron abordando otros temas, que tenían que ver con las realidades de su comuna, como el aborto, el embarazo adolescen-te, la drogadicción y los problemas intrafamiliares. Así nació el Colectivo de Mujeres Araucaria, una ini-ciativa a la que se fueron sumando cada vez más miembros y en donde las actividades que se ofrecen actualmente van desde la biodanza y cursos para

Colectivo de Pedro Aguirre Cerda, ganadoras del premio ComunidadMujer 2008

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estimular la memoria hasta talleres para cultivar la autoestima. Últimamente crearon la red de mujeres de su comuna consiguiendo establecer una casa de encuentro para las actividades de todas sus organi-zaciones y así llegar a más mujeres. La persistencia en su labor y su aporte a su entorno comunitario les hizo merecedoras del premio ComunidadMujer 2008.

Las propias encargadas del Colectivo de Pedro Aguirre Cerda confesaron en su momento que va-loraban mucho el premio recibido en términos de que eso les ayudaba a mostrarles a sus familias la importancia de su trabajo, el mismo que les hacía salir de casa.

“NACER” EN SAN BERNARDO

Algo similar ocurrió dentro de una comunidad de San Bernardo. Una de las protagonistas es Virginia Riveros, una mujer recién entrada en los cuarenta años que a causa de un cáncer vivió la experiencia de la extirpación de su útero. Con la menopau-sia anticipada bruscamente, se deprimió. Todo cambió, sin embargo, cuando se contactó con otras mujeres que estaban en el climaterio y que vivían en la duda de si dejarían de ser atractivas para sus maridos. Juntas formaron la agrupación

“Mujeres Nacer”, con la cual recurrieron a la ayuda de profesionales para sobrellevar su estado y para, de paso, ayudar a otras mujeres en la misma situación. Luchando nuevamente contra la oposi-ción de los reticentes maridos (algunos de ellos culpables de violencia intrafamiliar), las nuevas integrantes y socias se fueron sumando, apor-tando en su papel de alumnas y de monitoras en diversos talleres como peluquería, gimnasia, artes manuales y repostería.

Colectivo de Pedro Aguirre Cerda, ganadoras del premio ComunidadMujer 2008

Grupo de mujeres Nacer, ganadoras del segundo lugar el año 2009

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SEMBRADORAS DE SUEÑOS

Es el nombre de un Centro Artístico y Cultural que nació en la comuna de Nogales y que ganó el premio capital social de ComunidadMujer en 2007. El propósito de sus organizadoras era convertir su centro en un instrumento de inclusión social, para capacitar a las mujeres del sector de La Peña. Querían promover la identidad rural de la comuna, pero también encontrar herra-mientas de progreso. Así, han organizado talleres productivos de cerámica, y muñecas de trapo, por ejemplo. Y otro de oficios artísticos, de telar artesa-nal, bijouterie con piedras y vidrio. Entre los talleres educativos que han dado a la comunidad está el de apoyo escolar, la biblioteca pública, el Punto de Cine, la nivelación escolar para adultos.

El año 2006 ganó un grupo de alfareras de Pomaire, que se reunieron porque les era imprescindible mejorar su salud integral y sus condiciones labo-

rales. También querían fomentar habilidades deportivas y artísticas en los jóvenes, para prevenir adicciones. Ese año ya habían beneficia-do a unas mil personas con diversas activida-des, desde talleres de fútbol, nutrición, circo, yoga y danza, hasta ac-tividades de prevención para niños de entre 8 y 15 años, que patroci-

naba Conace. Las alfareras también han formado monitoras de prevención de adicciones y han tra-bajado en coordinación con el club deportivo local, la junta de vecinos, el comité de salud, la posta, el colegio y la Municipalidad de Melipilla.

Redes como ésas son las que han forjado también las algueras de Pichilemu, el primer sindicato feme-nino de pescadoras y mariscadoras de Sudamérica. A ellas, ganadoras del premio el año 2009, les dedi-camos el siguiente reportaje.

Las alfareras de Pomaire, ganadoras del año 2006

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LAS CLAVES DEL CAPITAL SOCIAL

■ El capital social se refi ere a una realidad menos “tangible” que el capital humano (conoci-mientos y habilidades) o que el capital físico (bienes materiales).

■ Se refi ere a los recursos disponibles a través de redes de relaciones, tanto personales como de trabajo.

■ El capital social es productivo: nos permite agregar valor y lograr metas.

■ Es decisivo para la actividad productiva, la satisfacción de las necesidades personales y el desarrollo de las comunidades.

■ Sus principales fuentes son la confi anza mutua, las normas efectivas, la reciprocidad, la solidaridad y las redes sociales.

■ Puede medirse por la colaboración entre diferentes grupos y comunidades y por la forma como las personas aprovechan y utilizan las oportunidades que surgen de allí.

■ Esta colaboración se refl eja en la capacidad para realizar trabajos conjuntos y de crear acciones colectivas de benefi cio común.

■ Debido a que aumenta la capacidad de acción de las personas y facilita su posibilidad de satisfacer sus objetivos y necesidades, es un factor decisivo respecto de la capacidad de las familias, agrupaciones o comunidades para afrontar y recuperarse frente a crisis y catástrofes.

■ En su trabajo positivo, el capital social es creativo, genera liderazgos y fortalece el desa-rrollo económico. De no ser así, podría generar discriminación o derivar, por ejemplo, en redes sociales negativas, como los grupos criminales organizados.

■ El Banco Mundial plantea la importancia que tiene el capital social para el crecimiento económico y el desarrollo, porque favorece el intercambio de información, la coordinación de actividades y la toma decisiones. Para el Banco Mundial el capital y la cohesión social son factores cruciales para aliviar la pobreza y lograr el desarrollo humano y económico sostenible.

■ Otros recursos que ofrece el capital social son: información, ideas, oportunidades de ne-gocios, capital fi nanciero, poder e infl uencia, apoyo emocional, buena voluntad, confi anza y cooperación.

■ El capital social echa por tierra los mitos del individualismo: la creencia de que todos logran el éxito o el fracaso sobre la única base del esfuerzo y habilidades personales. Por el contrario, el éxito depende tanto de nuestras relaciones con otros como de nosotros mismos (más personas consiguen trabajos a través de contactos que a través de otros medios formales, por ejemplo).

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La vida después del TsunamiLas algueras de Pichilemu, una de las organizaciones premiadas el año pasado por ComunidadMujer, reúnen las características esenciales del capital social: se organizan con normas efectivas, hay confianza y reciprocidad entre ellas y con la comunidad, y cuentan con fuertes redes sociales. Gracias a eso están superando la catástrofe con que partió este año y están recibiendo apoyo de las redes que han forjado. Una de ellas es ComunidadMujer, que ya les está ayudando a recuperar lo perdido.

ANTES

Las quince integrantes del sindicato de mujeres pescadoras y recolectoras de algas de Pichilemu vivieron dos tragedias el 27 de febrero. El remezón de la tierra, primero. Y la salida del mar, después. Cuando el mar se recogió y volvió a la costa con la fuerza de un tsunami, se llevó prácticamente todo lo que habían construido desde el año 2001 en el sector de La Puntilla. Ese año se organizaron con un propósito inicial, que después fue sumando otro y otro más. Querían que les pagaran lo mismo que a los pescadores y mariscadores hombres. Así nació el primer sindicato femenino de algueras de Sudamérica.

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Con el tiempo, el grupo ha ido anotando éxitos. Consiguieron que La Puntilla quedara sólo para ellas. Allí se instalaron con otro propósito importan-te, preservar el medioambiente, para lo cual hicieron incluso un acuerdo con los surfistas que llegan en masa a Pichilemu: pueden nadar en su sector, pero sin tocar flora ni fauna.

son ellas las que pueden vender sus productos a quienes llegan en los paseos para la tercera edad que organiza el servicio turístico.

Y en 2005 gestionaron uno de sus mayores pro-yectos: el programa Huellas de Mujer, de ayuda a las víctimas de violencia intrafamiliar. El sindicato las protege de los agresores -haciendo guardia en sus casas, si es necesario-; las acompaña en los trámi-tes judiciales y las incorporan al trabajo de pesca. Así les dan a las mujeres agredidas una oportuni-dad laboral.

El año pasado el sindicato recibió el tercer lugar del Premio ComunidadMujer al Capital Social, al que habían postulado 175 organizaciones de mujeres de base.

Se les reconocía así lo que han hecho por su co-munidad. Las quince integrantes no sólo han mostrado capacidades organizativas y de lideraz-go. Han extendido también sus impulsos al resto de la comunidad. Gracias a un acuerdo con Sernatur,

En estos años han contado con el apoyo del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), de la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Mujer (Prodemu), del Juzgado de Familia regional, de la Mesa Regional de Pesca Artesanal y de ComunidadMujer.

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ComunidadMujer ayudará a este sindicato a levantarse de los escombros. Las apoyaremos en la reconstrucción a través de nuestra red de consejeras, socias, colaboradores y auspiciadores. Utilizaremos todos los recursos del capital social: asistirán a talleres de resiliencia y tendrán nuevamente su sede, mejorada con terraza, agua y luz. Les ayudaremos a obtener el permiso de la Gobernación Marítima para instalarla en la playa, frente al sector donde trabajan. Y colaboraremos también para que recuperen sus “rucos”.

DESPUÉS

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INDEFENSAS, NO

En ComunidadMujer hemos decidido apoyarlas a través de nuestra red de consejeras, socias, cola-boradores y auspiciadores. Así, asistirán a talleres de resiliencia y tendrán nuevamente su sede, pero mejorada con terraza, agua y luz. También les ayu-daremos a obtener el permiso de la Gobernación Marítima para su sede en la playa, justo frente al sector donde trabajan.

Tienen que recuperar su cocina, y conseguir conge-ladores, refrigeradores para potenciar su negocio. Y es necesario reconstruir los “rucos”.

La Asociación de Mujeres Chilenas de Ontario, Canadá, donará los cinco trajes de buzo que ne-cesitan. Mabe, donará refrigeradores, cocinas y congeladoras.

Ese es el compromiso de ComunidadMujer con las algueras de Pichilemu.

El tsunami del 27 de febrero las azotó, pero no las encontró indefensas. Las quince mujeres del sindicato tienen un importante capital social. Mantienen redes de confianza y son organizadas. Preocupadas de la comunidad, ellas crearon un ca-tastro de los daños y de los damnificados después de la catástrofe.

Allí están contadas sus propias pérdidas. Las fa-miliares y las colectivas. Con el agua se fueron los trajes especiales que habían conseguido para trabajar protegidas del frío. Se fueron los botes también y las redes de los pescadores que les co-laboran. Perdieron su sede, sus “rucos” (las piezas de madera y nylon donde viven y cosechan algas durante el verano) y las últimas cosechas de algas, con que financiarían sus gastos de marzo. Con los saqueos posteriores perdieron también grandes cantidades de mariscos que habían recolectado.

En los días que vienen levantarán todo otra vez.

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“Hablar te Ayuda”, un desahogo para las víctimasConsiderando que la escucha es una herramienta imprescindible para manejar el estrés postraumático, ComunidadMujer y Entel crearon un centro de llamados que entrega apoyo emocional a las personas afectadas por el terremoto del 27 de febrero.

La urgencia después del terremoto ha centrado el trabajo básicamente en la reconstrucción material. Las lluvias en el sur hacen imprescindible mejorar las condiciones de los campamentos. Los requeri-mientos del comercio, interno y hacia el extranjero, vuelven una prioridad el levantamiento de carrete-ras y puentes destruidos. Qué decir de las escuelas y de los servicios de salud, sean consultorios u

hospitales. La destrucción ha requerido la inmedia-ta reacción de los organismos gubernamentales, a los que se han sumado gran parte de las organiza-ciones civiles.

Sin embargo, la recuperación emocional de las víc-timas es igual de urgente. Como es prácticamente imposible que las autoridades destinen tiempo y recursos a esa faceta, en colaboración con Entel ComunidadMujer creó “Hablar te Ayuda”. Es un centro de llamados que entrega apoyo emocional a todas las personas afectadas por el sismo del 27 de febrero, sea que sufran alteraciones anímicas o sólo necesiten conversar. Un grupo de psicólogos y otro de colaboradores de ComunidadMujer espe-

cialmente entrenados para atender las consultas, está recibiendo los llamados de las personas que lo requieren.

La escucha y la psicoeducación son herramientas eficaces para ayudar al manejo del estrés pos-traumático, que podría afectar a la población de al menos cuatro regiones del país, desde la Sexta a la

Octava. La primera etapa de “Hablar te Ayuda” partió precisamente en la Región del Biobío, donde vive la mayoría de los chilenos víctimas del terremoto, y luego siguió en la Región del Maule.

El programa atiende a hombres y mu-jeres afectados emocionalmente por la tragedia y que tengan dificultades para enfrentar la situación; a los que sufren de alteraciones como insom-nio, irritabilidad o angustia; a los que no saben qué les pasa y a los que aún

no puedan definirlo con claridad; a los que lloran sin un motivo concreto. Así, los especialistas atien-den consultas de las zonas afectadas y también del resto del país, especialmente de Santiago.

“Hablar te Ayuda” estará disponible durante tres meses.

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[email protected] www.comunidadmujer.cl

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Directora Ejecutiva: Susana Carey

Directora de Comunicaciones: Alejandra Sepúlveda

Directora Responsable: Isabel Urzúa

Periodista: María Isabel De MartiniDirección: Bustamante 26, piso 3, Providencia, Santiago

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