Boff Leonardo - Jesucristo Y La Liberacion Del Hombre

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LEONARDO BOFF JESUCRISTO Y LA LIBERACIN DEL HOMBRE(Seleccin)

Sumario III.7. El seguimiento de Jess como forma de actualizar su liberacin IV. JESUCRISTO, LIBERADOR DE LA CONDICIN HUMANA 1 El Reino de Dios implica una revolucin en el modo de pensar y actuar 2. El Reino de Dios supone evolucin del mundo de la persona 3. Conclusin: significado teolgico de las actitudes del Jess histrico V. JESS, UN HOMBRE DE EQUlLlBRIO, FANTASA CREADORA Y ORIGINALIDAD 1. Jess, hombre de extraordinario equilibrio y sentido comn: 2. Jess, hombre de singular fantasa creadora 3. La originalidad de Jess 4. Conclusin: significado teolgico del comportamiento de Jess IX. 2. - Jess es el punto omega de la historia, el Mesas, el hijo de David esperado, el Hijo de Dios X. JESS, EL HOMBRE QUE ES DIOS 5.- Jess: el hombre Dios y el Dios hombre 6. La impecabilidad de Jess 7. Todos estamos destinados a ser imagen y semejanza de Cristo XI - DONDE ENCONTRAMOS HOY A CRISTO RESUCITADO? 1. El cristianismo no vive de una nostalgia, celebra una presencia 2. Comprender el mundo partiendo de su futuro ya manifestado 3. Cmo esta hoy presente Cristo resucitado? 4. Conclusin: el orgullo de los cristianos XII - CMO LLAMAREMOS HOY A JESS? 1. En Cristologa no basta conocer lo que otros ya conocieron 3. Elementos de una Cristologa en lenguaje secular 4. Conclusin: Cristo, memoria y conciencia critica de la humanidad XIII SALVACIN EN JESUCRISTO Y PROCESO DE LIBERACIN 3. El Reino de Dios como revolucin global y estructural del viejo mundo 8. La fe cristiana no es ideologa, sino fuente de ideologas funcionales XIV - JESUCRISTO Y EL CRISTIANISMO: REFLEXIONES SOBRE LA ESENCIA DE LO CRISTIANO 1. El cristianismo es tan vasto como el mundo 2. La plena hominizacin del hombre supone la hominizacin de Dios 3. La estructura crstica y el misterio del Dios Trino 4. El cristianismo, respuesta responsable a una propuesta 5. El catolicismo es la articulacin institucional ms perfecta del cristianismo 6. Jesucristo, "todo en todas las cosas 7. Conclusin: la esperanza y el futuro de Cristo Jess PASIN DE CRISTO Y SUFRIMIENTO HUMANO

III - CMO INTERPRET JESS SU PROPIA MUERTE? 1. Actitud de Jess ante su muerte violenta 2. Cmo imagin Jess su propio fin 3. Intento de reconstruccin de la trayectoria del Jess histrico 4. El significado trascendente de la muerte de Jess La muerte de Cristo en la reflexin teolgica de Pablo VI - PRINCIPALES INTERPRETACIONES DE LA MUERTE DE CRISTO EN LA TRADICIN TEOLGICA: SU CADUCIDAD Y SU ACTUALIDAD 1. Qu es propiamente redentor en Jesucristo: el comienzo (la encarnacin) o el fin (la muerte)? 2. Problemtica y aporas de las concepciones de la redencin 3. El modelo del sacrificio expiatorio: muerto, por el pecado de su pueblo 4. El modelo de la redencin y el rescate: triturado por nuestras iniquidades 5. El modelo de la satisfaccin sustitutivo: Gracias a sus padecimientos hemos sido sanados 6. Cristo libera en solidaridad universal con todos los hombres VII - LA CRUZ Y LA MUERTE EN LA TEOLOGA ACTUAL 1. Un interrogante siempre abierto... 2. Teologas modernas de la cruz 3. Convergencias y divergencias entre las diferentes posturas 4. La cruz, muerte de todos los sistemas RELECTURA DE LA RESURRECCIN EN LA ANTROPOLOGA ACTUAL 7. La muerte como acontecimiento biolgico y personal 8. La muerte como escisin 9. La muerte como decisin 10. La muerte, fenmeno natural y consecuencia del pecado.

III.7. El seguimiento de Jess como forma de actualizar su liberacinLa vida humana bajo el signo del retraso de la venida del reino escatolgico como plenitud tiene una estructura pascual que se traduce en el seguimiento de Jess, muerto y resucitado. Este seguimiento incluye, ante todo, anunciar la utopa del reino como sentido feliz y pleno del mundo que Dios ofrece a todos. En segundo lugar implica traducir la utopa en praxis encaminada a cambiar este mundo en el plano personal, social y csmico. La utopa no es una ideologa, sino que da origen a ideologas funcionales para orientar las prcticas liberadoras. El seguimiento de Jess no es mera imitacin, sino que supone darse cuenta de la diferencia existente entre la situacin de Jess, con su horizonte apocalptico de irrupcin inminente del reino, y la nuestra, en la que la historia tiene futuro y la parusa se ha retardado. Las tcticas para organizar el amor y la justicia en la sociedad dependen de estas diferencias. Es cierto que, tanto para Jess como para nosotros, Dios es futuro, y su reino no ha llegado totalmente. Pero cambia la manera de asumir la historia. El no nos impuso un modelo concreto, sino una forma peculiar de hacerse presente en la realidad concreta, forma que est

inevitablemente vinculada a la pequeez de cada situacin: opcin por los marginados, renuncia a la voluntad de poder como dominacin, solidaridad con todo lo que apunta a una convivencia ms participada, fraterna y abierta al Padre, etc. En tercer lugar, la liberacin de Dios se traduce en un proceso de liberacin que implica lucha y conflictos asumidos y comprendidos a la luz del doloroso camino de Jess. Esta liberacin debe entenderse como un amor que ha de sacrificarse muchas veces; como una esperanza escatolgica que debe pasar por esperanzas polticas; como una fe que debe avanzar tanteando, pues el hecho de ser cristianos no nos da la clave para descifrar los problemas polticos o econmicos. La cruz y la resurreccin son paradigmas de la existencia cristiana. Seguir a Jess es pro-seguir su obra, per-seguir su causa y con-seguir su plenitud. Esta visin -con los lmites de toda visin- quiere ponerse al servicio de la causa de liberacin poltica, social, econmica y religiosa de nuestros pueblos oprimidos. Se trata de una contribucin terica que intenta iluminar y enriquecer una praxis, ya existente, de fe liberadora. En nuestra situacin de tercer mundo dependiente, la fe cristolgica, pensada y vivida de forma histrica, nos orienta hacia una opcin ideolgica de liberacin, hacia un cierto tipo de anlisis y hacia un compromiso preciso. Creemos que, en nuestro contexto, leer el evangelio y seguir a Jess de una forma no liberadora es darle la vuelta o interpretarlo continuamente de forma ideolgica, en sentido peyorativo. Sobre el reino de Dios se puede predicar de muchas maneras. Es posible anunciarlo como el otro mundo que Dios nos est preparando y que llegar despus de esta vida; tambin cabe identificarlo con la Iglesia, representante y continuadora de Jess, con su culto, sus dogmas, sus instituciones y sacramentos. Estas dos maneras dejan de lado el compromiso y la. tarea de construir un mundo ms justo y participado y alienan al cristiano frente a los interrogantes de la opresin de millones de hermanos. Pero tambin podemos anunciarlo como la utopa de un mundo reconciliado en plenitud, que se anticipa, prepara y empieza ya en la historia, mediante el compromiso de los hombres de buena voluntad. Creemos que esta ltima interpretacin traduce, tanto en el plano histrico como en el teolgico, la ipsissima intentio Jesu. La funcin de la cristologa es elaborar y formar una opcin cristiana en la sociedad.LEONARDO BOFF JESUCRISTO Y LA LIBERACIN DEL HOMBRE EDICIONES CRISTIANDAD. MADRID 1981 (Pgs. 35-36)

CAUSAS DEL ATEISMO Dios se hace Jess, dbil e impotente en el mundo. Con eso resuelve el problema del dolor y del mal, que constituan la permanente piedra de argumentacin para todo el atesmo. El Dios que el atesmo, en nombre del mal de este mundo, pone en tela de juicio es el Dios todopoderoso, infinito, creador

del cielo y de la tierra, Padre y Seor csmico. En Jesucristo, Dios mismo asume el mal y el absurdo. Se identifica con el problema y lo resuelve, no en teora, sino por la vida y por el amor. Por eso slo ese Dios es el Dios de la experiencia cristiana. No es ya un eterno e infinito solitario, sino alguien dentro de nosotros y solidario con nuestro dolor y nuestra angustia por la ausencia y ocultamiento de Dios en el mundo. ................ Lo que los evangelios quieren anunciar es la presencia de una nueva realidad y, por ello, de una nueva esperanza en el corazn de la historia: Jess resucitado, vencedor de la muerte, del pecado y de todo lo que aliena al hombre. No quieren anunciar primordialmente una doctrina nueva y una nueva interpretacin de las relaciones del hombre para con Dios. Lo que quieren mostrar es la realidad de un hombre a partir del cual cada ser humano puede tener esperanza acerca de su situacin delante de Dios y del futuro que le est reservado: vida plena en comunin con la vida de Dios; la carne tiene un futuro: la divinizacin; y la muerte, con lo que significa, no volver a darse. Ese hecho histrico asume un carcter universal y eterno, porque representa la anticipacin del futuro dentro del tiempo.EDICIONES CRISTIANDAD. MADRID 1981, pg. 56-57

ASUMI NUESTROS ANHELOS MS PROFUNDOS La encarnacin de Dios no significa slo que Dios se hizo hombre. Quiere decir mucho ms: que participa realmente de nuestra condicin humana y asume nuestros anhelos ms profundos. Habla nuestro lenguaje y, al utilizar el concepto de reino de Dios, muy marcado por contenidos ideolgicos, intenta vaciarlo y darle un nuevo sentido de total liberacin y absoluta esperanza. Ese nuevo contenido lo muestra con signos y comportamientos tpicos. El reino de Dios que predica no es ya una utopa irrealizable, pues nada hay imposible para Dios (Lc 1,37), sino que en Jess se ha convertido en una realidad incipiente dentro de este mundo. Con l comienza una gran alegra para todos (Lc 2,10) porque ahora sabemos que, con el nuevo orden que Jess ha trado, ser verdad lo que el Apocalipsis nos promete: la aparicin del nuevo cielo y de la nueva tierra (Ap 21,1-4). Con l ya podemos or, en un eco lejano pero seguro, aquellas palabras fieles y verdaderas: Mira que hago un mundo nuevo... Hecho est (Ap 21,5).LEONARDO BOFF JESUCRISTO Y LA LIBERACION DEL HOMBRE EDICIONES CRISTIANDAD. MADRID 1981. Pg. 93 s.

IV. JESUCRISTO, LIBERADOR DE LA CONDICIN HUMANAEn la religin juda de tiempos de Jess todo estaba prescrito y determinado: primero, las relaciones con Dios; despus, las relaciones entre los hombres. La conciencia se senta oprimida por un fardo insoportable de prescripciones legales. Jess formula una impresionante protesta contra semejante esclavizacin del hombre en nombre de la ley. En este captulo se

muestra cul es la actitud fundamental de Jess: libertad frente a la ley, pero slo para el bien y no para el libertinaje. La ley tiene nicamente una funcin humana de orden, de crear posibilidades de armona y comprensin entre los hombres. Por eso las normas del Sermn de la Montaa presuponen el amor, el hombre nuevo y liberado para cosas mayores. El tema de la predicacin de Cristo no fue l mismo ni la Iglesia, sino el reino de Dios. El reino de Dios expresa la total liberacin de la realidad humana y csmica, utopa inscrita en el corazn del hombre. Es la situacin nueva del viejo mundo, totalmente lleno de Dios y reconciliado consigo mismo. En una palabra: se podra decir que el reino de Dios significa una revolucin total, global y estructural del viejo orden llevada a cabo por Dios y solamente por Dios. Por eso, el reino es reino de Dios en sentido objetivo y subjetivo. Cristo se entiende a s mismo no slo como un predicador y profeta de esta novedad (evangelio), sino como un elemento de la nueva situacin transformada. l es el hombre nuevo, el reino ya presente, aunque bajo una apariencia de debilidad. Adherirse a Cristo es condicin indispensable para participar en el nuevo orden introducido por Dios (Lc 12, 89). Para que se realice esa transformacin liberadora del pecado, de sus consecuencias personales y csmicas y de todos los dems elementos alienantes sentidos y sufridos en la creacin, Cristo formula dos exigencias fundamentales: conversin de la persona y reestructuracin de todo su mundo. 1 EL REINO DE DIOS IMPLICA UNA REVOLUCIN EN EL MODO DE PENSAR Y ACTUAR El reino de Dios afecta primero a las personas. A ellas se les exige la conversin. Conversin significa mudar el modo de pensar y actuar en el sentido de Dios, y esto supone una revolucin interior. Por eso Jess comienza predicando: Convertos, porque el reino de los cielos est cerca (Mt 3,2; 4,17). Convertirse no consiste en ejercicios piadosos, sino en un nuevo modo de existir ante Dios y ante la novedad anunciada por Jess. La conversin implica siempre una divisin: Pensis que he venido a traer paz a la tierra? No, os lo aseguro, he venido a traer la divisin, porque desde ahora habr cinco en una casa y estarn divididos: tres contra dos y dos contra tres ... (Le 12,51-52). Sin embargo, esta transformacin en el modo de pensar y de actuar no quiere ser sdca: intenta llevar al hombre a una crisis y a que se decida por el nuevo orden que ya est en medio de nosotros, esto es, Jesucristo mismo (Lc 17,21). A Jess no le interesa principalmente si el hombre observ estrictamente todas las leyes, si pag el diezmo de todas las cosas y si observ todas las prescripciones legales de la religin y de la sociedad. A l le interesa, en primer lugar, si el hombre est dispuesto a vender sus bienes para adquirir el campo del tesoro escondido, si est dispuesto a enajenar todo para comprar la perla preciosa (Mt 13,45-46), si para entrar en el nuevo orden tiene el valor de abandonar familia y fortuna (Mt 10,37), arriesgar su propia vida (Lc 17,33), arrancarse un ojo y cortarse una mano (Mc 9,43 y Mt 5,29). Ese no al orden vigente no significa ascetismo, sino una pronta actitud para responder a las exigencias de Jess. Ahora, pues, urge abrirse a Dios. Esa exigencia va tan lejos que Jess amenaza con las siguientes palabras: Si no os converts, todos pereceris del mismo modo (Lc 13,3-5). El diluvio es inminente y sta es la ltima hora (Mt 24,3739; 7,24-27). El hacha est colocada en la raz del rbol, y si no da frutos, ser cortado (Lc 13,9). En breve, el dueo de casa cerrar la puerta y los retrasados habrn de or estas palabras: "No s de dnde sois (Lc 13,25b), ya es tarde (Mt 25,11). Por eso, al hombre que comprendi esta situacin de crisis radical se le

llama prudente (Mt 7,24; 24,45; 25,2.4.8.9; Lc 12,42) porque toma una decisin en favor del reino capaz de soportar y vencer todas las tentaciones (Mt 7,24-25). El convite es para todos. La mayora, sin embargo, se encuentra de tal forma atareada con sus quehaceres que desecha la invitacin para la fiesta nupcial (Lc 14,16-24). Principalmente los ricos se ven rechazados (Mc 10,25: cf. Mt 23,24). La puerta es estrecha y no todos tienen la fuerza suficiente ni luchan para entrar por ella (cf. Lc 13,24). La necesidad de conversin exige, a veces, ruptura de los lazos naturales ms elementales del amor para con los familiares muertos que van a ser enterrados (Lc 9,59ss; Mt 8,21ss). Quien se ha decidido por la novedad de Jess slo mira hacia adelante. El pasado qued atrs (cf. Lc 9,62). Hay cierto carcter de intimidacin en la invitacin de Jess. Un graphon transmitido por el evangelio apcrifo de Toms es considerado por los buenos exegetas como autntico de Jess; dice perentoriamente: Quien est cerca de m est cerca del fuego; quien est lejos de m est lejos del reino. La opcin por Jess no puede quedar a medio camino, como el constructor de una torre que comenz a levantarla y despus dej su obra incompleta o como el rey que parti con aire triunfal para la guerra y, frente a la fuerza del enemigo, tuvo que retroceder y pactar con l (Lc 14,28-32). Urge reflexionar antes de aceptar el convite. Decir Seor, Seor! no basta. Hay que hacer lo que l dice (Lc 6,46). De lo contrario, su ltima situacin es peor que la primera (Mt 12,43-45b; Lc 11,24-26). La conversin misma es como el traje nupcial, como la cabeza perfumada y el rostro acicalado (Mt 6,17), como la msica y la danza (Lc 15,25), como la alegra del hijo que regresa a la casa paterna (Lc 15,32; 15,7), semejante a la satisfaccin que se tiene al encontrar el dinero perdido (Lc 15,810). Y todo eso comienza a surgir en el hombre desde el momento en que se hace pequeo (Mt 18,3). La frase: Si no os cambiis y os hacis como nios, no entraris en el reino de los cielos (Mt 18,3; cf. Mc 10, 15; Lc 18,17) no tiende a exaltar la inocencia natural de stos. Cristo no es un sentimental romntico. El punto de comparacin reside en otro lugar: as como el nio depende totalmente de la ayuda de los padres y nada puede por s solo, as debe hacer el hombre ante las exigencias del reino. San Juan hace decir claramente a Jess: "El que no nace de lo alto no puede ver el reino de Dios (Jn 3,3). Se exige un nuevo modo de pensar y actuar. Esto queda ms claro an si consideramos la actitud de Jess ante ese modo de pensar y actuar. a) Jesucristo, liberador de la conciencia oprimida En la religin juda, en tiempos del Nuevo Testamento, todo estaba prescrito y determinado: primero, las relaciones para con Dios; luego, las relaciones entre los hombres. Todo era sancionado como voluntad de Dios expresada en los libros santos de la ley. Esta se lleg a absolutizar de tal manera que, en algunos crculos teolgicos, se enseaba que el propio Dios en los cielos se ocupaba en su estudio varias horas al da. La conciencia se senta oprimida por un fardo insoportable de prescripciones legales (cf. Mt 23,4). Jess levanta una impresionante protesta contra semejante esclavitud del hombre en nombre de la ley. El sbado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sbado (Me 2,27). Sin embargo, en el Antiguo Testamento se dice claramente: No aadiris nada a lo que yo os mando, ni quitaris nada de lo que yo os ordeno, al guardar los mandamientos de Yahv, vuestro Dios (Dt 4,2). Jess se toma la libertad de modificar varias prescripciones de la ley mosaica: la pena de muerte para los adlteros sorprendidos en flagrante delito

(Jn 8,11). la poligamia (Mc 10,9), la observancia del sbado (Mc 2,27), considerado como smbolo del pueblo escogido (Ez 20,12), las prescripciones acerca de la pureza legal (Mc 7,15) y otras. Jess se comporta con libertad soberana frente a las leyes. Si auxilian al hombre, aumentan o posibilitan el amor, l las acepta. Si, por el contrario, legitiman la esclavitud, las repudia y exige su quebrantamiento 1. No es la ley la que salva, sino el amor: se es el resumen de la predicacin de Jess. Jess desteologiza la concepcin de la ley: la voluntad de Dios no se encuentra slo en las prescripciones legales y en los libros santos, sino que se manifiesta principalmente en los signos de los tiempos (Lc 12,54-57). El amor que l predica y exige debe ser incondicional para amigos y enemigos (Mt 5,44). Sin embargo, si Cristo libera al hombre de las leyes, no lo entrega al libertinaje o a la irresponsabilidad. Al contrario, crea lazos y ataduras ms fuertes an que los de la ley. El amor debe unir a todos los hombres entre s. En el aparato crtico del Evangelio de Lucas (6,5 del Codex D) se cuenta la siguiente ancdota, que revela claramente la actitud de Jess frente a la ley: Jess encuentra un sbado a un hombre trabajando en el campo y le dice: Amigo, si sabes lo que haces, eres dichoso, pero si no lo sabes, eres un maldito y un transgresor de la ley. Qu quiere decir Jess? Quiere abolir definitivamente las fiestas sagradas y el sbado? Lo que afirma, y en ello vemos su libertad e inconformismo (Habis odo tambin que se dijo a los antepasados... Pues yo os digo, Mt 5,21ss), viene a ser lo siguiente: