BLANK, Christiane & BLANK, Renold - Para Que El Amor Dé Resultado, San Pablo, México 2012

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Christiane Blank y Renold Blank P ara quc EL AMOR D€ R6SULTADO

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Material sobre la pastoral con los matrimonios

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Christiane Blank y Renold Blank

Pa r a q u c

EL AMORD€ R6SULTADO

Christiane Blank y Renold Blank

PARA QUE EL AMOR DÉ RESULTADO

Título original: Para o amor dar certo © PAULUS, Sao Paulo, Brasil, 2008

Traducción: Marcela López PachecoDiseño de portada e interior: DG José Alejandro García Gómez

"AL SERVICIO DE LA VERDAD EN LA CARIDAD” Paulinos, Provincia México

Primera Edición, 2011 2a Edición, 2012

D.R. © 2011, EDICIONES PAULINAS, S.A. DE C.V.Calz. Taxqueña 1792, Deleg. Coyoacán, 04250, México, D.E www.sanpablo.com.mx

Impreso y hecho en México Printed and made in México

ISBN: 978-607-7648-83-3

Presentación¿Cómo volverse feliz en el amor?

¿Usted quiere ser feliz en el amor?, ¿usted, como tantos otros, espera encontrar la gran felicidad en su relación?, ¿o tal vez esté confundido o decepcionado porque su expectativa todavía no se ha realizado?

En todos esos casos, y en muchos otros, vale la pena recordar que ningún alumno que compra una pluma imagina que esto será suficiente para saber escribir, así como ninguna persona piensa que basta un carro para poder conducir.

Amar, por lo tanto, es más difícil que conducir un carro; igualmente, en el amor nadie puede es­perar que todo se realice solo.

Aproximarse es fácil, mantener la pasión y de­sarrollar el amor necesita de todo un recorrido fascinante y difícil al mismo tiempo.

Este libro pretende dar pistas para que usted supere las dificultades y los obstáculos que en­contrará en ese camino.

Nadie está exento del aprendizaje del amor. Tal proceso de enseñanza, sin embargo, implica pa­

ís

sar por dificultades, padecer frustraciones y co­rrer riesgos, pero, al mismo tiempo, trae éxtasis y experiencias maravillosas.

Es trágico que tantos noviazgos comiencen con perspectivas de aventura y terminen en el desastre de un divorcio.

¡No debe ser así!, el amor puede hacer felices a las personas. Enamorarse es el camino para obtener sentido y alegría para la vida. Este libro quiere mostrar pistas para eso.

Nadie está libre de proyecciones, limitaciones e inhibiciones. Hablar de sus necesidades sexua­les, sin caer en el peligro de explorar al otro, es difícil para la mayoría de las personas.

Nadie está exento de las tentaciones de la ideología consumista. Amar, sin embargo, es una protesta contra ella.

Leer este libro ayudará a superar ésas y mu­chas otras dificultades; conocerlas ya es muy bueno, discutirlas con la persona que se ama es mejor todavía.

Aplicar los métodos aquí presentados abre el camino para un amor feliz.

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Saber amar es un arte para ser aprendido

¿Usted esperaba y espera que el amor sea más de lo que usted ya vivió o experimentó hasta ahora? Si acaso es su situación, es bueno no desistir de los grandes sueños, pues la vida es esto: hacer gran­des proyectos y soñar con las más bellas utopías.

Pero esperar o soñar todavía no es suficien­te, es necesario ir más allá, luchar y superar la comodidad, tomar medidas concretas, crecer y aprender para alcanzar aquello que buscamos; no podemos esperar que todo se realice automática­mente, es mejor luchar para construir y concre­tar aquello que aparentemente es imposible. Tal principio no es válido sólo para proyectos econó­micos o profesionales, sino también para el amor.

Si usted está dispuesto a ir al frente y cons­truir algo nuevo, las recetas rápidas de siempre no servirán, tenemos que ir más a fondo. Enton­ces vamos a comenzar con una reflexión sobre un simple pero no grato y provocativo hecho: el amor debe ser aprendido.

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El hombre, por naturaleza, es un ser que durante toda la vida está aprendiendo. Este proceso de aprendizaje que comienza a partir del nacimien­to es una lucha y un progreso constante, mar­cado por sucesos y derrotas. En ese proceso, el hombre adquiere conocimiento de una serie de cosas. Descubre el mundo a su alrededor, apren­de en la familia, en la escuela y en la sociedad; así, descubre la vida y el mundo, es informado sobre otros planetas existentes en el universo, es­tudia biotecnología, aprende a usar el Internet y a conducir un carro...

Para todos nosotros está claro que debemos aprender todo eso, pero, al mismo tiempo, esta­mos convencidos de que amar es algo que se co­noce de manera automática, algo que viene por sí mismo, ¿puede ser verdad eso?

La psicología nos muestra que el amor es una fuerza dinámica, extremadamente comple­ja, que envuelve la totalidad del ser humano. ¿Con qué derecho podemos afirmar que ya sa­bemos, de antemano, todo sobre el amor?, ¡no es verdad! Si ya tenemos tantas dificultades para aprender las cosas simples de la vida, más aún en lo que se refiere a las cosas difíciles, y el amor, de hecho, es algo muy complejo.

Siendo así el ser humano, que debe apren­der todo, también debe aprender a amar. Cada uno aspira al amor para constituirse y realizarse como persona. En esa búsqueda está la más alta

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felicidad, pero también la más profunda trage­dia de la condición humana: felicidad, cuando la persona aprendió a amar; tragedia, cuando no sabe que el amor necesita ser aprendido y de qué manera debe serlo.

El ser humano quiere ser feliz. Posee la dispo­sición y la capacidad para realizarse en el amor; dispone de todo para hacer de éste una forma vital que le permita evolucionar y construir una vida repleta de sentido y de alegría; no obstan­te, en vez de eso, constatamos muchas tragedias. Muchas personas, en lugar de volverse felices, se frustran en el amor, se frustran en busca de la felicidad, porque su predisposición para el amor no se desarrolló, sino que se estancó en una prác­tica rudimentaria.

Para evitar estos procesos destructivos que im­piden el crecimiento del amor, debemos aprender a amar, a desarrollar nuestro potencial afectivo; eso es esencial para cada uno de nosotros en cual­quier época de la vida y, de manera especial, en la relación amorosa. Nosotros siempre estamos en peligro de estancamos, y un estancamiento lleva a la muerte del amor.

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SINTESIS 1 Saber amar es un arte

para ser aprendido

Relacionalmente Pero emocionalmenteaprendemos casi todo somos “analfabetos"

El amor es una dinámica emocional muy compleja

fEl amor también

debe ser aprendido

*— ■— »El amor no aprendido trae

frustración existencial e impide el crecimiento

Aprendiendo del amor, la persona evoluciona

y se vuelve feliz

▼ ?Estancamiento

f

Proceso constante de crecimiento

Muerte del amor Felicidad en el amor

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El amor romántico como inicio de un proceso

El ideal absoluto del amor romántico

¿Usted cree en el amor absoluto que envuelve o sacude a la persona entera?, ¿en un amor que le impide pensar en otra cosa que no sea en el ser amado?, ¿en un amor que hace olvidar el tiempo y el espacio?, ¿que transforma al ser amado en un alma gemela que comparte todos sus intereses, gustos y preferencias de tal manera que éste, en todos los sentidos, parece ser la persona ideal?

Ante los ojos de aquel o aquella que se apasio­nan así, la persona amada, de antemano, es boni­ta por fuera y por dentro. Si usted piensa que tal ideal de amor existe, entonces cree en el llamado "amor romántico", que es en el que la mayoría de las personas en el mundo occidental creen.

Tenemos que reconocer que ese amor románti­co es una fase importante al inicio del noviazgo. El encuentro simbiótico entre las dos personas, los momentos de éxtasis y pasión son experiencias

que nunca serán olvidadas: ellas muestran al ser humano la posibilidad de trascender los límites del propio yo para encontrarse con otro. La aper­tura para estas dimensiones marca profundamen­te al ser humano y crea la base para una relación en que el otro se vuelve referencia indispensable para la propia vida. Todas estas experiencias vi­vidas son importantes para el proceso de desen­volvimiento rumbo a un amor pleno, y volverse consciente de eso es esencial para que no desista­mos pronto del proyecto utópico del amor, sino, por el contrario, invirtamos cada vez más en él.

La fragilidad de un ideal

El problema no consiste en el hecho de que al­guien tenga un ideal puro y absoluto de amor. Consiste mucho más en la dificultad de que la persona viva tal amor, sin perderlo después; es la posibilidad de vivir ininterrumpidamente mo­mentos de éxtasis y trascendencia; es la necesi­dad de no desesperarse cuando esos momentos se alteran sobre el impacto de la rutina diaria y de los deberes y obligaciones. Así, la dificultad consiste en mantener el proyecto utópico del gran amor, igual cuando la pareja se revela como un ser humano normal, con defectos y limitacio­nes, y cuando el mundo externo invade el espa­cio protegido por el amor ideal.

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Delante de ese cuadro, el peligro de no resistir a los contratiempos es grande. La ilusión de un paraíso de dos se pierde. Cuentas de agua y luz llegan y necesitan ser pagadas, los horarios deben ser cumplidos y la suegra cobra su tributo, exi­giendo la participación en la rutinaria comida de domingo. Con el tiempo, hasta la persona ama­da, que hace poco sólo sabía idolatrar al com­pañero, comenzará a formular críticas y a exigir cambios en él.

Sobre estos impactos, muchos amantes desis­ten del ideal del gran amor. Lo que sigue después son decepciones, desilusiones y la progresiva ba- nalización del amor. La utopía inicial se pierde en la mediocridad de una vida cotidiana.

Así es en muchos casos, pero no debería ni ne­cesita ser así, porque la vida no está basada en el principio de "todo o nada". Es posible pensar nuevas perspectivas y percibir que, en el entu­siasmo inicial, tal vez en algunas expectativas, fuimos demasiado lejos; sin embargo, muchos novios — y hasta esposos— no logran hacer eso, ellos desisten rápidamente o huyen decepciona­dos con la experiencia del sueño no realizado.

• Algunos escapan de una relación concreta de la cual quedaron frustrados. Por causa de ese fracaso buscan la "gran felicidad" en una nueva relación; no obstante, en ésta también surgirán las primeras señales de que la persona amada no cubre totalmente las expectativas. Nuevamente

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se romperán los lazos, la búsqueda para encon­trar a la persona ideal se reiniciará, y así sucesi­vamente.

• Otros son más radicales y, después de un in­tento frustrado, sólo se arriesgarán en relaciones que los comprometan y envuelvan del modo más íntimo y personal. Buscarán la felicidad en relacio­nes pasajeras que durarán en cuanto traigan algún beneficio; después podrán ser disueltas en cual­quier momento sin obligaciones ni compromisos.

Saber lidiar con las limitaciones y continuar

¿Pero será que la realidad del amor realmente es tan pobre así? ¿Será que el ideal de pasión abso­luta e irrestricta, tan presente en el inconsciente colectivo, es mera ilusión?

Antes de renunciar a los grandes ideales y frustrarse delante de los proyectos utópicos, es bueno recordar que la realización personal en el amor es un proceso. Tal proceso realmente puede iniciarse con una gran pasión y un entu­siasmo desmesurado, pero es importante que no termine cuando las primeras decepciones y frus­traciones se aparezcan.

El elemento utópico, presente en todo el amor, posibilita vivir momentos de éxtasis y de trascen­dencia, momentos en que es posible vivir un poco de cielo en la tierra, en tanto que esos momentos

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son pasajeros y no determinan un estado perma­nente. La felicidad plena y el éxtasis de la pasión amorosa no son vividos en tiempo integral.

Aceptar tal hecho es difícil, pero absolutamen­te necesario para que se pueda dar continuidad a un proyecto de vida de dos, pues apenas así se puede construir aquella felicidad tan esperada. El error es que muchos, delante de esa situación, se desaniman y pronto desisten. Ellos conside­ran el amor romántico como única etapa y for­ma viable del amor, por lo que perderán la opor­tunidad de vivir la riqueza de un amor que se diferencia y se desenvuelve rumbo a otras fases de la convivencia amorosa. Como consecuencia de esa perspectiva limitada, la pareja también pier­de los momentos de éxtasis que vuelven a estar presentes en un contexto diferente. En ese nuevo contexto, la pareja descubrirá otras y nuevas ex­periencias que, en la época de pasión inicial, no eran posibles de ser descubiertas. Igual cuando la utopía del comienzo no se realizó, eso en nada significa que la pareja debe desistir del proyecto como tal.

Las utopías cambian con el pasar del tiempo, lo importante es que nunca dejen de existir; sin embargo, para que eso suceda, debemos apren­der a lidiar con nuestras desilusiones y frustracio­nes; en vez de desistir, debemos ajustar nuestro proyecto en común y crear condiciones para su crecimiento. En ese sentido, la gran visión utó­

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pica que se forma en la fase del amor romántico tiene un profundo valor y debe mantenerse lo más viva posible; no obstante, al mismo tiempo también debe evolucionar.

Mantener y evolucionar el ideal utópico a pesar de sus limitaciones

El ideal utópico del amor romántico es el ini­cio de todo un proceso evolutivo de la relación amorosa. Ese proceso es fascinante y necesario, por medio de él es posible descubrir de manera cada vez más profunda a la otra persona, con sus riquezas todavía desconocidas. Al mismo tiem ­po, no obstante, aparecen en el transcurso de éste, paso a paso, también aquellas debilidades que en la primera fase del amor romántico no fueron percibidas.

La diferencia que así se establece entre los dos compañeros hace que cada uno, con su modo de ser y con su personalidad, contribuya a una relación más dinámica. De esta manera, se fija una nueva fase del amor. En ella, la pareja su­pera el peligro del aislamiento social, inherente al amor romántico, y se abre para vivencias más amplias. Así, surgen nuevos impulsos para las relaciones, sin que los dos se pierdan como pun­to de referencia mutuo. En ese sentido, el amor ro­mántico evolucionó. Es tarea importante de toda

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pareja encontrar el equilibrio entre su proximi­dad y la necesaria distancia, entre libertad e in­timidad, sin, por causa de eso, perder de vista el gran ideal utópico del inicio de su noviazgo. A medida que los compañeros consiguen alcan­zar eso, la relación se vuelve mucho más viva y profunda; el amor se desenvuelve sin perder su dinámica utópica y su éxtasis incial.

El amor romántico, en ese sentido, permanece y es importante, pero debe tener la oportunidad de evolucionar, de desenvolverse y enriquecer­se con las nuevas dimensiones de una relación madura.

Para facilitar tal proceso, el próximo capítulo tratará del papel de las proyecciones en la rela­ción, pero también de la necesidad y de los cami­nos para superarlas sin perder la pasión.

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SINTESIS 2El amor romántico como

inicio de un proceso

a) La cuestión del amor romántico

La mayoría de las personas en el mundo occidental tienen como único ideal el amor romántico:

• Se exige amor absoluto e irrestricto.• Idealización y proyección.• Entrega total e incondicional.• Convivencia “simbiótica”.• Aislamiento en un mundo de dos.• Búsqueda de trascendencia y sentido de vida.

yProblemática:

Se espera que la relación permanezca en un constante estado de

“éxtasis y trascendencia”

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b) La transformación de la primera fase del amor

En Promedio:la “fase del amor romántico” dura más o menos dos años

Crisis:• Desilusión• Frustración• Autoestima herida

▼Interacciónconstante

En el amor romántico, uno está totalmente centrado en el otro

En vez de eso: Comprender el amor como proceso dinámico

!►

IMPORTANTE:NO PERDER LA DIMENSIÓN UTÓPICA

FUENTE: CJr. B. Dechmann y C. Ryffel, Vom Ende der Liebe, Weinheim u. Basel, Beltz, 2001, p. 33.

Superar las proyecciones es esencial

Amamos nuestras proyecciones

Como se mencionó en el capítulo anterior, cada persona guarda en su mente la imagen de un amor ideal y, más todavía, de un compañero o de una compañera ideal, con quien tal amor po­dría ser vivido. Nunca un noviazgo comienza sin que la persona admirada corresponda por lo menos en algunos aspectos a las imágenes idea­lizadas de aquel o de aquella que se apasionan por ella. No queremos a una persona porque ella es lo que es, sino justamente porque imagi­namos que ella corresponde a nuestro ideal. En verdad, no amamos a otra persona en sí misma, pero sí a nuestro ideal que vemos realizado en esa persona. En tal sentido, podemos hasta de­cir que cada relación contiene, en su inicio, cier­to egocentrismo.

La psicología conoce muy bien ese fenómeno denominado "proyección". Es un "mecanismo

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inconsciente" mediante el cual vemos aquello que es proyectado "fuera de nosotros, como si fuese parte de otra persona y nada tuviera que ver con nosotros" .1 Así, al acontecer tal proyección en el inicio del amor, una persona dirige todo el con­tenido de su ideal hacia la otra persona. Cuando después dice amar a esa persona, en la realidad no ama a la persona en sí, sino a su propia imagen ideal proyectada en el otro. La consecuencia de eso es que "la realidad humana del individuo que carga una proyección, [...] permanece opacada por la imagen proyectada".2

Al inicio de prácticamente todos los enamora­mientos disminuye considerablemente la capaci­dad de los dos compañeros de ser objetivos; eso ocurre exactamente por causa de su estado de pa­sión y de sus proyecciones inconscientes. En ese sentido, el noviazgo tan maravilloso también es peligroso, ¡pero es bueno arriesgarse por un gran proyecto y vivir peligrosamente!

Amigos y parientes alertan sobre los riesgos existentes; para ellos, las decisiones tomadas no siempre son comprensibles. Entonces, ¿por qué los propios enamorados no perciben los defectos de su pareja, tan obvios y visibles para todos los demás?, ¿por qué una muchacha se compromete justamente con este hombre si existen otros tan­tos aparentemente mejores?

1. John A. Sanford, Los compañeros invisibles, Paulus, Sao Paulo, 1987, p. 17.2 . 1 b i d . , p . 2 \ .

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Para la persona enamorada esos argumen­tos no cuentan, ella tiene otra percepción que se basa en otras razones.

Como consecuencia de esa percepción divergente, surgen con frecuencia conflictos entre hijos, padres o amigos. Muchas veces los padres, olvidándose de los tiempos de sus propias experiencias, de sus prime­ros noviazgos, se desesperan por las decisiones de los hijos. En estos casos es necesario que haya mucha comprensión y buen sentido de ambas partes.

Tener el coraje de superar las proyecciones

Sin embargo, hay otra problemática más impor­tante que esas divergencias. Se trata de la cues­tión de cómo las personas lidian con el fenómeno de la proyección y cómo trabajan las dificultades cuando se trata de superarlas, pues la manera como enfrenten esa tarea decidirá, en gran par­te, si el amor se volverá fuente de felicidad o de frustración constante.

Al inicio de su relación, las parejas están en el délo, viven dentro de un clima de luna de miel y de feliddad aparentemente plena; uno corresponde totalmente a las expedativas del otro, ambos sien­ten que encontraron por fin a la persona ideal de sus sueños. Pero de repente, después de derto tiem­po, las conversadones que los dos mantienen termi­nan en peleas y no se sabe exactamente por qué. Al

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día siguiente, todo parece pacífico, hasta que, poco tiempo después, surge otra pelea seguida de una nueva reconciliación, y así sucesivamente.

¿Qué sucede?, ¿por qué ocurren esas peleas a pesar de que los dos se aman? Y muchas veces, cuando más pelean, más se aman, ¿cómo podemos entender este comportamiento tan contradictorio?

Estamos aquí frente a un proceso psicodiná- mico muy importante y, además, decisivo para el futuro de cada relación. Es ahora que los com­pañeros comienzan a confrontarse con la proble­mática de las proyecciones inconscientes y de sus efectos sobre la relación.

Al inicio de toda relación, cada uno se esfuerza para corresponder a la imagen del otro. Al comien­zo del noviazgo, la persona, de cierta manera, no es la misma, ella intenta, muchas veces inconscien­temente, corresponder a las expectativas reales o imaginadas del novio o de la novia; cada uno se coloca en papeles que supone que el otro espera. Incentivado por las expectativas de la pareja, cada uno intenta desarrollar todavía aquello que hay de mejor en él/ella; se preocupa en mostrar las ca­racterísticas positivas y, al mismo tiempo, intenta esconder las otras, las cuales piensa que al com­pañero no le van a gustar. Esas tendencias pueden traer aspectos positivos, pero también acarrear una serie de problemas para la relación.

El enorme entusiasmo de la primera fase del amor impulsa a los enamorados a desarrollar

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potenciales que ya existían antes en cada uno de ellos, pero que, sin la ayuda de la pareja, no podrían crecer y fortalecerse. No obstante, las proyecciones pueden resultar en una presión cada vez mayor para que él/ella corresponda a la imagen impuesta. Eso no es fácil en la rutina del día a día, y se vuelve especialmente problemático cuando la persona idealizada es imposibilitada a ser ella misma. Con miedo a perder al ser queri­do, niega la propia personalidad, renuncia a sus deseos, necesidades y preferencias, sólo para man­tener la imagen perfecta que la otra persona creó de ella. Así, ambos compañeros se engañan mu­tuamente hasta el día en que las máscaras caen y todos esos mecanismos entran en colapso; nadie puede fingir todo el tiempo ser una persona que no es.

Por causa de eso, es esencial que las dos perso­nas, antes de que sucedan estas situaciones, tengan el coraje de ser ellas mismas. Por medio de un pro­ceso de mutua apertura cada uno revela al otro su verdadera personalidad: por un lado, las riquezas; y por otro, también las debilidades.

Descubrir las múltiples fases del otro

De esa manera, el novio comienza a descubrir las múltiples fases de la novia, y la novia ve el enor­me espectro de características que el novio tiene.

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Los dos comienzan a percibir que el otro, en mu­chos aspectos, no corresponde al ideal imaginado. Así, paso a paso se superan las proyecciones y, al acabar éstas, el verdadero amor puede establecer­se. El amor auténtico no necesita de proyecciones.

Amor verdadero significa tener la capacidad de amar a una persona tal como es, en todos sus aspectos, con sus cualidades y sus defectos.

Amar es esto: aceptar al otro como es, amar todo aquello que el otro es. Ser amado es poder ser lo que se es; significa también saber que el otro nos acepta como somos, sin restricciones; pasamos a ser aquello que somos y no necesita­mos mostrar más máscaras. En fin, encontramos una persona que nos acepta en nuestra totalidad en un mundo donde, de costumbre, cada uno siempre se esconde detrás de tantos escudos y de tantas máscaras de protección. ¡En el amor, eso no es necesario!

Un camino arduo

Pero lograr tal aceptación plena del otro tampo­co es fácil. La aceptación del otro sólo se vuelve posible por medio de un proceso conflictivo y apenas aquellos que aceptan recorrer ese arduo camino llegan al verdadero amor. Por eso es de­cisivo aquel periodo de peleas y conflictos del cual hablamos al inicio de este capítulo, ya que

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es por medio de éstos que cada uno aprende a de­jar de lado las proyecciones y a aceptar al otro tal y como es; sin esa situación será difícil un amor auténtico, pero dado ese paso se puede realmente profundizar en el amor.

Pero la tendencia del ser humano de hacer pro­yecciones nunca termina, son mecanismos que, en el transcurso de la vida, siempre aparecen. Es difícil superarlo definitivamente. Con todo, exis­ten periodos en los cuales las proyecciones están más presentes.

Las expresiones anteriores ya hablaron del pri­mero de esos periodos, luego al comienzo del no­viazgo. Otro periodo que también se caracteriza por la presencia frecuente de proyecciones es al inicio del matrimonio. Es bueno saber eso para evitar que un clima de frustración y decepción se instale des­pués de la luna de miel. La cuestión ahora es aceptar y amar al otro también en la rutina del día a día, de tal manera que la vida no se pierda en el tedio y la monotonía. Es el amor quien puede superar todo eso, pero debe ser un amor en el cual se aprende a aceptar al otro en todas sus dimensiones.

En muchas relaciones, sin embargo, una acep­tación plena nunca sucede. En vez de trabajar la cuestión de forma constructiva, cada uno intenta modificar al otro conforme con las propias nece­sidades; sobre todo al inicio del matrimonio, esas tendencias surgen con mucha frecuencia. Es esen­cial para ambos compañeros que concienticen que

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el cambio forzado del otro nunca puede represen­tar la base para una convivencia feliz. A medida que se logre atacar la superación de las proyec­ciones y la aceptación del modo de ser del otro, el amor puede crecer.

No obstante, tal crecimiento no siempre es po­sible; en estos casos es esencial prevenir futuros problemas en cuanto no existan compromisos defi­nitivos. Si la plena aceptación de la pareja se mues­tra imposible, es importante que los enamorados analicen, con sinceridad, si su relación de hecho tiene base suficiente para un proyecto de vida en común. Puede ser que las características de las dos personas realmente se revelen muy diferentes para un entendimiento. Es importante también, frente a tal situación, no apelar a las proyecciones, es mejor reconocer que el noviazgo fue una tentativa, una experiencia buena, pero una experiencia que mos­tró la imposibilidad de que ambos caminaran jun­tos toda una vida. Así, también un noviazgo que termina tiene su profundo valor.

El amor sólo podrá desarrollarse en la base de la sinceridad. El periodo de peleas y conflictos por el cual todos pasan en el recorrido del noviaz­go es necesario para el descubrimiento de la po­sibilidad de que las dos personas realmente sean capaces de superar sus proyecciones y aceptar al compañero como él o ella es. Esa aceptación es el paso decisivo para que el proceso de desarrollo de un amor verdadero pueda continuar.

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SÍNTESIS 3Superar las proyecciones

es esencial

Cada ser humano tiene una imagen ideal

de su futuro compañero

El/la novio/a nunca va a corresponder totalmente

a aquella imagen ideal

L i

Sin embargo...

f

¡Periodo de conflictos! Pero:

No es posible un amor verdadero sin superar las proyecciones

fAmor: aceptar por completo la persona del otro, con sus cualidades y defectos

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Una buena relación no nace pronto

De la misma manera que tenemos tendencia a idea­lizar a la pareja por medio de proyecciones, también tenemos tendencia a esperar que nuestra relación sea, de antemano, armoniosa y sin conflictos. Fá­cilmente olvidamos que el encuentro de dos perso­nas individualistas, con personalidad formada, con gustos y preferencias propias y con necesidades in­dividuales específicas, genera una situación nueva y muy compleja. Cada uno de estos individuos, que hasta entonces estaban acostumbrados a decidir todo solos, a escoger todo conforme con su gusto, a disponer libremente sobre su tiempo y espacio, aho­ra se confrontan con las necesidades, hábitos, prefe­rencias y valores de la otra persona que se volvió su novia o su novio. ¿Qué prevalece ahora?, ¿la propia voluntad o los deseos del otro?, ¿quién domina y quién cede?, ¿se debe tolerar o imponer?

Encontrar respuestas para estas preguntas no es fácil; sobre todo en el contexto social de hoy, las co­sas se complican todavía más porque los dos com­pañeros, en general, están marcados por valores,

hábitos y creencias que varían mucho entre sí. Vi­virán en un contexto sociocultural muy diferente.

Crecer en un ambiente rural o urbano, frecuentar una escuela particular, pública o religiosa, vivir en la periferia, en un barrio elegante o en un conjunto habitacional, todo eso hace una diferencia inmensa. La variedad de normas, valores, creencias y costum­bres es enorme, igual cuando se trata de personas de la misma clase social, de la misma religión o hasta de la misma profesión. Esto vuelve la relación mu­cho más difícil, ¿cómo convivir con un compañero que recibió una educación tan diferente de la mía, cómo comprender sus necesidades, sus pensamien­tos, sus gustos y sus preferencias?

Ponerse en el lugar del otro

Para entender el mundo del otro necesitamos hacer algo que, a primera vista, parece ser muy simple y natural: colocamos en el lugar del otro y percibir el mundo a partir de las perspectivas de él. Eso no quiere decir que debamos olvidar quiénes somos o negar nuestra propia personalidad o nuestro modo de pensar, de ver y de interpretar. Significa, sin embargo, que estamos dispuestos a conocer otras perspectivas. A partir de un mirar curioso y al mismo tiempo cariñoso, queremos conocer el mun­do de la pareja; en esa búsqueda, el mundo de él o de ella aparece sobre un punto de vista diferente. El

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psicólogo humanista Cari Rogers llama a este pro­ceso "empatia". La disposición de "estar con otra persona" de forma intensiva y total es un gesto pro­fundamente humano que no tiene como objetivo el conocimiento lógico-racional. Es una experiencia que tiene como base un mirar que no discrimine o juzgue, pero que, con benevolencia, quiere conocer el mundo del otro para así comprenderlo. Ese mi­rar empático crea confianza, posibilita que la pareja permita el acceso a su mundo íntimo personal. Con eso, el horizonte se amplía y nuevas dimensiones hasta entonces escondidas aparecen. Los sentimien­tos comienzan a tener sentido, las motivaciones para el actuar de la otra persona se vuelven plau­sibles. A partir de ese comportamiento afectivo in­tensivo nace entre la pareja una nueva base para la construcción de su relación. La perspectiva unilate­ral y egocéntrica de cada uno puede dar lugar a un proyecto más amplio en el cual las necesidades, los valores y deseos de los dos pueden ser integrados. Ese nuevo universo garantiza espacio para el desa­rrollo personal y para la autonomía de cada uno, y al mismo tiempo permite que se cree un núcleo en común, con el cual los dos se identifican. No obs­tante, para que eso sea posible, es necesario que los compañeros negocien y conversen con flexibilidad hasta encontrar soluciones viables para ambos, sa­ber hacer eso es difícil. Y es sobre esas dificultades y sus superaciones que vamos a reflexionar en el próximo capítulo.

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SÍNTESIS 4 Una buena relación

no nace pronto

Una relación armoniosa no nace pronto, tiene que ser construida

¥Actualmente, el contexto sociocultural variado dificulta mucho la relación. Hay:• Individualismo acentuado.• Diversidad de bagaje que cada compañero trae, con diferencias:

- En los valores y normas.- En la educación.- En las creencias.- En las costumbres.- En los hábitos de las familias de origen.

Para comprender el mundo del otro, cada uno se debe colocar en el lugar de la pareja

Colocándose en la perspectiva de él/ella, será mejor entender:• Las posiciones.• Los pensamientos.• Los sentimientos de la otra persona.

¥A partir de la nueva comprensión, más amplia, pueden ser encontradas soluciones que:

• Garanticen espacio para cada uno.• Favorezcan la unión de los dos.

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Hablar el uno con el otro es esencial para el amor

El analfabetismo afectivo

En la famosa película de Ingmar Bergman, Esce­nas de un matrimonio, Johan dice algo muy signi­ficativo que vale no sólo para la explicación de la situación de la pareja en la película. Lo que dice es una verdad global, válida para la mayoría de los novios, e igual para muchas parejas de hoy:

Yo te quería decir una verdad muy banal. Somos verdade­ros analfabetos cuando se trata de emociones, y esto es un hecho muy triste... Nuestra ignorancia es monstruosa y sin fin cuando se trata de nosotros mismos o de otros... Pero ninguno percibe que, en primer lugar, debemos aprender algo sobre nosotros y nuestras propias emociones, al res­pecto de nuestros miedos, de nuestra soledad, de nuestros odios, ¿cómo es que vamos a comprender a los otros si no sabemos nada de nosotros mismos?3

3. Transcripción, cfr., escena de la película de Ingmar Bergman, Escenas de un nmtn tnonio (el texto de la película fue publicado por la Ed. Nórdica, Río de Janeiro, 1973, p. 116).

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Es ésta una ignorancia monstruosa en términos de autoconocimiento, pero también en términos de co­nocimiento del cónyuge que, en la película, provoca finalmente el divorcio de la pareja en cuestión. Y esta misma ignorancia es responsable de las dificultades de innumerables noviazgos y matrimonios que se aman, pero que son incapaces de comprender las contradicciones y las agresiones que se manifiestan a pesar de todo su amor en la relación cotidiana.

Frecuentemente, dentro de una relación amo­rosa, las causas que conducen a tensiones no son conscientes ni para él ni para ella, pues muchas de estas tensiones tienen sus raíces fincadas en nuestras necesidades emocionales. Pero estamos poco preparados para conocer el mundo de las propias emociones, mucho menos para hablar sobre ellas de manera profunda.

A pesar de eso, todos nosotros tenemos una serie de necesidades emocionales y físicas, como también sentimos el deseo de ser abrigados y protegidos por la persona que nos ama y, por fin, todos nosotros necesitamos de un reconocimien­to social y estamos en busca de la autorrealiza- ción y del sentido de la vida.

Consciente o inconscientemente, cada novio espera que su novia satisfaga todas sus nece­sidades, y cada esposa espera lo mismo de su marido; sin embargo, muchas veces ninguno de ellos tienen la mínima idea de estas expectativas o de estas necesidades del otro, sea porque éste

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nunca las expresó, sea porque no fueron enten­didas o, todavía, cuando fueron expresadas, el otro las interpretó de manera equivocada.

Es por causa de estos hechos que muchos novios y muchas parejas se encuentran en una situación de insatisfacción constante. Él queda descontento con ella porque no se interesa por sus problemas, pero, en la realidad, él nunca los expresó. De la misma manera, ella se siente in­comprendida sin descubrir por qué.

De todo eso se deduce una exigencia capital para cualquier relación amorosa: hablar con el otro es fundamental.

Saber conversar con el otro es esencial

¡Hablar con su pareja sobre sí mismo(a) es indis­pensable!, lo mismo vale para los esposos y para las esposas. También es necesario para el desarro­llo del amor conversar sobre deseos y desacuerdos; sin esa comunicación, el amor entre dos personas, que al inicio del noviazgo eran conocidas una a la otra, no puede profundizarse y crecer. Juzgar des­de afuera a la pareja e interpretar su actuar sin conocer profundamente sus pensamientos y mo­tivaciones jamás será bueno.

En la ya mencionada película de Bergman, en un momento de extremo dolor después del fracaso del matrimonio, Marianne habla exactamente de

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esta problemática: "Usted me decía lo que pen­saba realmente. Lo que yo sentía bien dentro de mí. Nunca entendía qué es lo que usted decía. Yo sentía apenas un gran peso, [...] una tristeza" .4

La clasificación que venía de fuera aplastaba a Marianne y la dejaba muy conmocionada. El propio marido se pensaba con el derecho de decir quién era ella, reduciendo así a su esposa a una imagen impuesta de fuera que no tenía nada que ver con ella. Eso, sin embargo, no sucede sólo en escenas de películas, sino en la realidad cotidiana de tantas parejas.

Cada una de las ellas clasifica al otro, se dirige a él con un "tú" que define todo; "tú eres", "tú piensas", "tú quieres", "tú gustas" o "tú detestas". ¿Será que la otra persona realmente es así, piensa así, siente de ésta y no de otra manera? Todas esas suposiciones, acusaciones y definiciones reducen al ser humano. Cuando la persona se defiende contra eso y contra todas las imposiciones y etiquetas cercanas, se crea un clima agresivo que termina, muchas veces, en peleas. Se impide así un conocimiento recíproco y profundo entre las dos personas, ¿pero qué es lo que ellas podrían hacer entonces para evitar todo eso y para descubrirse mejor?

El conocimiento mutuo debe partir del au- toconocimiento de cada una de las personas. ¿Quién conoce mejor su personalidad de no ser la propia persona? Es ella quien puede y debe

4.1ngmar Bergman, op.cit., 1973, p. 119.

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hablar de sus sentimientos, pensamientos, nece­sidades y deseos, pero para que eso suceda, la persona debe hablar realmente de sí misma.

Hablando a partir del "Yo" sobre su mundo in­terior, ese "Yo" revela al compañero dudas, miedos o deseos. Así, una persona, hablando de sí misma, muestra a la otra su modo de ver y de interpretar el mundo, y en ese intento de explicar al/a la novio/a o al cónyuge quién es, la propia persona comienza a comprenderse mejor. Es interesante ver cómo a partir de esa apertura profunda no sólo se fortale­ce el autoconocimiento de aquel que habla: las dos personas comienzan a conocerse de forma mucho más íntima y personal, lo que crea lazos para que cada lana de las dos se vuelva única y especial para la otra. Es esto lo que evita que sea cambiada en cualquier momento por alguien extraño.5

La capacidad de comunicarse de forma construc­tiva también ayuda a los compañeros a enfrentar los cambios que acontecen con frecuencia en el mundo inestable de hoy. No es fácil decidirse en cuanto a la actitud que debe tomarse cuando:

• Alguno de los dos pierde el empleo.• Surgen conflictos porque los dos no saben

debatir sobre el dinero.• Es necesario redefinir los papeles una vez

que la mujer enfrenta una triple jomada.

5 .Estudios amplios sobre las técnicas de comunicación entre parejas se encuentran en la excelente obra de J . Engl y F. Thurmaier, Wie redest du mit mir? Ed. Herder, Friburgo/ Basel/Wien, 1992. Ver también: C. Blank, Crecer en el amor sin perder la pasión , Paulus, Sao Paulo, 2007.

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Para poder enfrentar todos esos desafíos constan­tes es necesario que los compañeros adquieran habilidades de comunicación, que sepan negociar y actuar con flexibilidad. Más allá de eso, necesi­tan saber resolver de forma creativa los problemas que surgen, de esa manera será posible evitar que las parejas, en el primer conflicto que aparezca, re­curran a mecanismos negativos de comunicación como el chantaje, el llanto y los gritos, porque así, la dificultad inicial culmina en una guerra entre los dos.

Saber hablar sobre asuntos íntimos y personales

Hablar sobre interferencias y cambios externos ya no es fácil. Conversar sobre asuntos íntimos y personales se revela como si fuera algo todavía mucho más difícil. Tabús, vergüenza, prejuicios y miedo impiden que los compañeros conver­sen sobre sus necesidades, deseos, preferencias y angustias íntimas. Hablar sobre aquello que es muy personal significa exponerse, arriesgarse allá donde el ser humano es más vulnerable. Por cau­sa de eso, muchas personas dudan, no tienen coraje de abrirse; pero sin esa apertura no será posible pro­fundizar la relación: ésta permanece superficial.

¿Entonces cómo romper ese círculo vicioso que impide que la relación se vuelva íntima y espe­

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cial? Para que el amor pueda desarrollarse es ne­cesaria la confianza, esa confianza, a su vez, cre­ce cuando los compañeros hacen de su día a día la experiencia de una convivencia armoniosa y agradable. Eso, sin embargo, no depende sólo de la personalidad de las dos personas o de las condicio­nes favorables en su ambiente social; depende mu­cho de la calidad de su comunicación, la cual debe estar repleta de refuerzos positivos, intercambio de cariños, elogios, interés en el compañero, mi­radas apasionadas, sonrisas y muchas otras ex­presiones de amor para con la pareja. Uno de los mejores especialistas en esta cuestión, John Gott- man, dice que serían necesarios cinco veces más cambios positivos que negativos para construir y mantener una relación feliz.6

Sea cual sea el número exacto, lo que importa es desarrollar tal convivencia positiva que cons­tituya la mejor base para que los compañeros se sientan seguros. Esta seguridad permite que los dos se abran mutuamente y consigan construir una intimidad más profunda, que los ayude a superar el miedo de tocar asuntos muy perso­nales como la sexualidad. Poder formular sus deseos, sus dificultades y también sus angustias es muy importante, no apenas después de la pri­mera relación sexual, pero, sobre todo, ya antes de ella.

6. Cfr. John Gottman, Matrimonios, Ed. Objetiva, Río de Janeiro, 1998, p. 68.

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Hablar sobre la sexualidad

Muchos jóvenes piensan que hoy toda la cues­tión sexual ya fue resuelta de tal manera que no se necesita hablar más de ese asunto; no obstante, la realidad se presenta de modo más bien difícil. Frustración, decepción, estrés emo­cional, presión, falsedad, agresividad, aborto y bloqueos de todo tipo son sólo algunos de los enormes problemas que enfrentan las personas. La película Belleza Americana muestra, en ese sentido, un fenómeno muy interesante: aquella chica que intenta seducir a todos los hombres y que sólo habla de sus experiencias sexuales, se revela en la realidad como una persona muy tímida que en verdad todavía es virgen y que tiene un profundo miedo de tener su primera relación sexual. ¡Ella no es la única!, muchos jóvenes se sienten de la misma manera, estresa- dos, presionados y totalmente inseguros delante de las exigencias de una sociedad totalmente sexualizada; fingen saber de todo, pero sufren por causa de sus miedos y angustias. Así, la pri­mera relación se vuelve, para muchos, frustra­ción y pesadilla; en vez de poder hablar sobre las dificultades y temores, que son normales cuando se aprende algo nuevo, los dos piensan que deben fingir algo que en la realidad no suce­dió. Así lo mantienen antes, durante y después de la relación: él finge ser el hombre fuerte y

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poderoso que el mundo virtual propaga, aquel que conquista a la mujer si es necesario hasta con la fuerza; ella finge ser la mujer seductora y desinhibida que la propaganda muestra, se viste como ella y se adhiere a su comportamiento, de­gradándose así a un puro objeto. Los dos fingen un orgasmo, satisfacción y felicidad cuando, en la realidad, están decepcionados, frustrados y tristes.

Contra estas tendencias, es importante que los dos compañeros puedan ser ellos mismos. Necesitan tener libertad para poder hablar de sus sentimientos, de sus recelos contra una re­lación sexual prematura o contra las prácticas y hábitos sexuales que no les gustan. Hablar so­bre dudas, angustias, impedimentos, alegrías y tristezas, posibilita que la sexualidad se vuelva profundamente humana y sea un medio para ex­presar el amor.

Es importante, sin embargo, que los dos no sólo hablen sobre estos asuntos, sino también sobre la cuestión del control de la natalidad. Un número muy grande de jóvenes conside­ra eso un "problema de la mujer". Más allá de eso, hay innumerables chicas y mujeres de to­das las edades que, en cierto momento, no tie­nen el coraje de decir "no", tienen sexo incluso en tiempos del sida, sin concientizarse sobre las posibles consecuencias. Esta es una actitud irresponsable.

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La concepción siempre es posible, así como la contaminación. Cada amor contiene una dimen­sión social que incluye también la responsabili­dad por la vida, no sólo la vida de la pareja, sino también la vida de un futuro hijo. "La paterni­dad responsable" no es algo abstracto, es algo muy real.

¡El aborto nunca es la solución!, la píldora del día siguiente es un método abortivo, y tampoco puede ser el camino que se debe tomar.

Se vuelve indispensable que las parejas con­versen, sobre todo de manera abierta, con un es­píritu de responsabilidad delante de sí mismos y delante de Dios.

El amor sexual no es conocimiento gratuito, es experiencia compleja a través de la cual los dos, paso a paso, aprenden en conjunto a descu­brir las nuevas dimensiones y expresiones dife­rentes del amor. Pero nunca se debe olvidar que el ser humano es más que un cuerpo biológico, en cada manifestación corporal de él se refleja un principio espiritual.

Toda expresión del espíritu se realiza por medio del cuerpo. El hombre es un todo corporal y espi­ritual, todo lo que se expresa por el lenguaje cor­poral en la sexualidad será auténtico en la medida de representar la expresión de un amor verdadero y responsable. El lenguaje corporal se vuelve así un medio para comunicar de manera profunda el amor en una dimensión nueva, una dimensión que,

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en momentos especiales, puede hasta volverse tras­cendente, haciendo transparente la belleza de Dios. Descubriendo así lo que la sexualidad podría y debería ser, queda claro que las expresiones sexuales del ser humano siempre están ligadas a la ética sexual. Esa ética puede ser resumida por los siguientes principios básicos:

• Los cariños no pueden ser medios para al­canzar un objetivo, pero deben ser expresión de amor, adecuados a la gran evolución de este amor.

• Los cariños no pueden sobrepasar fronteras a partir de las cuales uno o ambos compañeros se sientan culpables.

Pero para saber lo que exige la conciencia del otro, las parejas deben hablar sobre eso. Cuan­do eso sucede, se abre el camino para el respeto mutuo, para la responsabilidad y para el recono­cimiento profundo de la persona que amamos.

Sugerencias básicas para cultivar la comunicación entre los dos

Para resolver cuestiones íntimas y personales ne­cesitamos tiempo y oportunidades especiales en las cuales haya un clima que favorezca la comu­nicación; sin embargo, eso muchas veces falta. Los enamorados, habituados al ritmo frenético de la vida profesional, hasta en el tiempo de ocio se envuelven en un intenso programa de activi­

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dades. No están más acostumbrados a disfrutar el tiempo libre sin hacer nada, contemplar juntos una bella puesta de sol, soñar o conversar, tienen miedo del silencio, del tedio. Por causa de eso, todo el tiempo se envuelven en actividades, de tal manera que no tienen tiempo ni para conversar; así podrán conocerse mejor, abrir sus corazones, hablar de sus necesidades, de sus sentimientos y deseos.

Las parejas, a su vez, enfrentan problemas pa­recidos. En el estrés de la rutina, los cónyuges — como lo muestran investigaciones recientes— acostumbran conversar menos de diez minutos por día, y cuando se hablan, en general la conver­sación es superficial, se comunican para organizar el día, acuerdan quién va a abastecer la despensa, ir al banco o buscar a los niños en la escuela. Bus­can informaciones operacionales y respetan las viejas preguntas rutinarias que no necesitan de respuestas. ¿Cómo estás?, ¿todo bien?, ¿dormis­te bien? No tienen más tiempo para cultivar la propia relación, porque entonces están absorbi­dos por los propios quehaceres del día a día o por la vida de los hijos, incluso hasta se olvidan de que ellos también tienen necesidad de padres cuya relación funcione.

¿Pero cómo puede resolver ese problema? Para evitar que la relación sea superficial, de tal manera que las parejas no se vuelvan cada vez más extrañas una a la otra, la comunicación debe

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ser cultivada mucho más; no obstante, para eso es necesario crear condiciones adecuadas:

• Reservar semanalmente un horario fijo para conversar y tener tiempo uno para el otro.

• Crear condiciones que tornen ese encuen­tro muy agradable y relajado. Escoger un lugar tranquilo, sin teléfono, hijos o mascotas.

• No sólo hablar de problemas, sino inter­cambiar ideas, discutir sobre temas de actualidad, películas, acontecimientos; hacer planes, hablar de sueños, fantasías y deseos.

• Una copa de vino, un bocadillo, una cerve­za, un cafecito con pastel estimulan el bienestar.

• Hay personas (sobre todo hombres) que prefie­ren conversar durante la caminata al parque, durante una comida o hasta comunicarse con su propia esposa o novia por Internet, ya que así se sienten más a la voluntad y menos expuestos a hablar de sus sentimientos.

Cualquiera que sea la forma escogida, lo que importa es que los dos se aproximen y se conozcan de forma íntima y personal. Así, la propia esposa puede volverse de nuevo la novia o la amante y, cuando los dos tengan un encuentro marcado, el ritmo cardiaco acelerará como en los tiempos de su adolescencia. Nacerá una intimidad entre ambos que hará que cada uno reconozca al otro como jamás alguien lo reconoció. Sobre ese reco­nocimiento profundo que sólo el amor hace posi­ble vamos a hablar en el capítulo siguiente.

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SINTESIS 5Hablar el uno con el otro es esencial para el amor

Conversar es esencial para conocer:

• A uno mismo.• Al otro, con sus necesidades, deseos y frustraciones.

“Yo-informaciones” En vez de “Usted-agresiones”

Crear una cultura de comunicación con:

• Horario fijo.• Ambiente sin interferencias externas.

Una comunicación constructiva -La negociación para buscar viables para ambos.-La apertura mutua.

posibilita:soluciones

iLa prevalencia del uso de mecanismos positivos de comunicación (sonrisas, elogios, cariños, interés,

r

Construir corresponsabilidad en cuestiones relevantes como:• Iniciación sexual.• Paternidad responsable.• Prácticas sexuales.

Así, la sexualidad se vuelve un medio especial de comunicación del amor

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Es en el amor donde se reconoce al otro

Los tesoros escondidos

Existe un conocimiento que sólo en el amor pue­de ser realizado; se trata de aquel conocimiento profundo del cual habla la Biblia, y por el cual ella quiere designar la unión sexual.

Pero este conocer comienza mucho antes de la unión sexual, ésta de cierta manera se inicia con la aproximación de dos personas, pues es sólo en el amor donde el hombre se vuelve capaz de co­nocer las profundidades existenciales de otro in­dividuo; aquel que ama descubre en la persona amada toda la riqueza de potencialidades y cua­lidades. Por medio del amor, estas posibilidades serán despertadas y se volverán realidades. Eso nunca hubiera sucedido sin que aquella persona hubiera sido amada.

Es en el amor que el hombre se desenvuelve; desarrolla cualidades que nadie, sino el novio o la novia, puede revelar y conocer.

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La psicóloga jungiana Verena Kast sintetiza todo este proceso extraordinario en una única frase: "El(la) novio(a), por medio de su encanto má­gico, transforma a la persona amada en aquello que podría haber sido el proyecto original de Dios para esa persona" .7

El amor funciona como un catalizador en la química: posibilita reacciones que serían impo­sibles. En química, el contacto del catalizador con ciertas sustancias provoca transformaciones fuertes; esas sustancias, aisladas, son inertes y tal vez ni presenten características específicas. No obstante, de repente a partir del contacto con el catalizador, aquella sustancia sin color desarrolla colores intensos, aquella otra cosa sin olor sor­prende por sus olores fuertes y una tercera, antes sin fuerza alguna, se transforma en un explosivo potente. Entre dos personas puede suceder un proceso similar. El amor funciona como un catali­zador capaz de evocar cualidades escondidas, de provocar transformaciones milagrosas y de ha­cer aparecer tesoros ocultos. Aquella muchacha con la voz extraordinaria que tiene vergüenza de cantar, comienza a valorar su don de cautivar al mundo con la dulzura de su canto; aquel hombre introvertido y excitante descubre su capacidad intuitiva de escuchar y de comprender a otras personas, y así se vuelve un excelente psicólogo.

7. Verena Kast, Paare, Beziehungsphantasie oder: Wie Gótter sich in Menschen spie- geln, Kreuz-Verlag, Stuttgart, 1984.

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El amor detecta aquello que estaba escondido; in­centiva y da fuerza para desarrollar algo que quedó parado; embellece y da confianza, porque la perso­na amada comienza a percibir por medio de los ojos del ser que ama. La fuerza creadora del amor puede ayudar a cada uno a descubrir quién es realmente.

La fuerza de la unión

Esos impulsos estimulan también el desarrollo de la personalidad de ambos compañeros y for­talecen su unión. Los lazos se intensifican una vez que nunca pierden a la pareja como la refe­rencia esencial de sus vidas. Así, la unión gana enorme fuerza, y a partir de ese potencial la pa­reja puede arriesgarse en el mundo porque sabe que siempre tendrá un refugio seguro. El psicó­logo humanista Cari Rogers describe ese pro­ceso complejo con las siguientes palabras: "Un matrimonio que se transforma continuamente por el desenvolvimiento de cada cónyuge es, sin duda, una de las mayores fuentes de firmeza que el hombre pueda conocer. A partir de ahí, él se siente seguro para aventurarse a un comporta­miento arrojado, innovador, desafiante, intenta cambiar su mundo, asumir riesgos, porque sabe que puede volver a la relación segura" .8

8 .Cari Rogers, Nuevas formas del amor, Ed. José Olympio, Río de Janeiro, 1975, p. 197.

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De esta manera, el amor es capaz de transformar a cada una de las parejas; por medio de la unión fírme de los dos se forma una base segura que les permite ir mucho más allá de aquello que habría sido imposible alcanzar solos, porque sienten que, una vez que ellos se aman, poco puede afec­tarlos. Ellos construirán con su amor una puerta segura que los protege y, al mismo tiempo, los posibilita a arriesgarse en nuevos horizontes in­finitos de un mar hasta entonces desconocido.

El Cantar de los Cantares habla de manera ra­dical de esa fuerza indestructible que es el amor, de esa puerta segura que las aguas no pueden inundar:

Pues el amor es fuerte como la muerte, la pasión es violenta como el sepulcro, sus ardores son llamas de fuego, sus fuegos son fuegos del Señor.Las muchas aguas no podrán extinguir el amor ni los ríos los podrían sumergir.

(Cant 8, 6-7)

Frente a tal extinción del amor, los pesimistas alegarán que todo eso no pasa de ser una gran ilusión y una exageración. Contra tal visión negativa, se necesita resaltar que la fuerza del amor realmente puede cambiar todo. Alcanzar tal fuerza es seguridad; sin embargo, es un pro­

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ceso demorado. En el recorrido de este proceso, muchos obstáculos necesitan ser vencidos, y es sobre uno de esos obstáculos y de sus peligros que se comentará más en el próximo capítulo.

SINTESIS 6 Es en el amor donde se reconoce al otro

áEn él/ella la persona se realiza

y desenvuelve

Pero:El amor debe ser

verdadero

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Amar significa tener responsabilidad por el otro

La desactivación de los sistemas de defensa

En el amor, los novios se abren uno para el otro. Todos aquellos sistemas de defensa por los cuales el hombre normalmente protege la integridad de su persona, no funcionan más. Un individuo se abre sin reservas para el otro, hasta en lo más ín­timo de su ser. Es como si dijera: "¡Mira, así soy!"

Solamente en el amor el hombre se arriesga en una aventura semejante, o sea, se aproxima al otro sin defensa y deja al otro conocer sus secre­tos íntimos; se arriesga porque confía en el otro, tiene la certeza de que su novia no lo atacará, y ella, a su vez, puede abrirse porque tiene la con­vicción de que su novio no irá a violarla, a herir­la o a faltarle al respeto.

Eso sólo es posible en el amor. En ninguna otra circunstancia el hombre intenta un paso se­mejante; sin embargo, en ninguna otra situación el hombre está tan expuesto y vulnerable. En el

5 .1

amor hacemos algo que ningún señor feudal en su castillo medieval, o ningún dueño de una casa en la gran ciudad de hoy osaría hacer: abrimos las puertas y los portones y desarmamos los más sofisticados sistemas de protección para dar ac­ceso a aquello que, para nosotros, es lo más pre­ciado: nuestros sentimientos más íntimos y per­sonales. La otra persona puede conocer nuestros secretos más ocultos una vez que lo permitimos, porque en el amor creemos que el otro no abusa­rá de nuestra confianza.

La ambigüedad del amor

De manera intensa se muestra así la ambigüedad del amor. Abriéndose uno para el otro es posible obtener el conocimiento profundo del cual ha­blamos en el capítulo anterior, un conocimiento que sobrepasa el aspecto intelectual, una unión existencia! comparable tal vez a una experiencia mística en el plano religioso; el novio o la novia se vuelven incapaces de eso porque tienen con­fianza en el amor.

Pero al mismo tiempo, y aquí se revela la am­bigüedad, nadie puede violar tan terriblemente uno al otro como dos enamorados son capaces, pues cada uno conoce los secretos más íntimos del otro; cada uno sabe dónde el otro es más sensible y vulnerable, qué experiencia horrible

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debe ser ésta, cuando dos personas, al final de su relación, se tratan con ironía, faltas de respeto, sadismo y hasta odio.

El amor es peligroso, pero vale la pena vivir peli­grosamente; vale la pena cuando se tiene la certeza de que la pareja se mostrará digno de confianza.

En el amor, la persona se entrega a la otra, pero esa entrega exige de esta responsabilidad. En el amor, uno se vuelve responsable por el otro, por su bienestar y por su felicidad; cuan­to más se vuelve evidente, más podrá ser feliz un amor; cuanto más uno se siente responsable por el otro, menos va a exigir algo que el otro no pueda dar o hacer sin ser herido en su interior.

Esto vale también para aquellas famosas pala­bras utilizadas por muchos enamorados para pre­sionar a su novia a tener una relación sexual: "Si no quieres dormir conmigo, no me amas". ¿Qué amor es ése que, por medio del chantaje, exige la realización de un deseo personal sin cuestionar lo que eso significa para la novia? En un amor así no existe la responsabilidad.

Amor sin responsabilidad deja de ser amor, o mejor, nunca fue. Cuando amamos de manera res­ponsable no preguntamos cómo podemos realizar un deseo nuestro, pero sí cómo podemos ayudar al desenvolvimiento interior y exterior de la persona amada, compartiendo con ella no sólo la felicidad y los buenos momentos de la vida, sino también las dificultades y las decepciones.

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SÍNTESIS 7El amor significa tener

responsabilidad por el otro

En el amor, los novios se abren el uno para el otro

— f —Los sistemas de autodefensa

son desactivados

Apertura total para el otro

AMBIGÜEDAD DEL AMOR

*Peligro de ser

explorado

Es necesario tener responsabilidad delante del otro:

En el amor, uno se vuelve responsable del otro

* *La pregunta básica:

¿cómo podemos ayudar al desenvolvimiento interior y exterior de aquel/la que

amamos?

Eso es válido hasta en el ámbito de las relaciones sexuales

Siendo responsable, nunca uno de los dos

exigirá algo que el otro no pueda dar

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Amar y ser amado: protesta contra toda ideología consumista

Amar sin esperar nada a cambio

Parece normal esta situación. Una persona que ama desea ser amada también. Amar y ser amado. Es en este flujo constante de ofrecer y recibir que la persona experimenta hasta las profundidades de su existencia la dinámica del amor, una dinámica recíproca por medio de la cual ambos no sólo lle­gan a conocer los valores profundos del otro, sino también sus propios valores. Por medio del amor son descubiertas capacidades en el que ama y en el que es amado. Es claro que el deseo de todos as­pira a un amor retribuido por la persona amada; pero, al principio, hasta amar sin ser amado ya es suficiente para que una persona se desenvuelva.

El amor en sí no necesita necesariamente de respuestas, el amor puede existir por sí solo; so­bre todo entre los jóvenes sucede con frecuencia: uno se apasiona por otra persona sin que ésta lo perciba y sin que el amor sea correspondido. Tal

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amor unilateral puede persistir por un tiempo prolongado y causar mucho sufrimiento, pero, a pesar de todas sus limitaciones y problemas, permite a la persona que ama descubrir algo esencial para la vida: amar significa dar sin exi­gir, amar no es un "dar para recibir"; aquel que ama se entrega sin cuestionar el retorno de esta donación. Entregándose, la persona se enriquece —esta es la paradoja de la existencia humana— . A medida que el hombre se hace presente a sí mismo, recupera sus propias riquezas, de hecho, esta es una situación paradójica, aunque sea par­te de nuestro psiquismo.

Millones de hombres y mujeres no saben más de eso, ellos quieren buscar en el amor su pro­pia satisfacción, pero cuanto más buscan menos alcanzan. Eso es válido en todos los niveles de amor, hasta en la experiencia del amor sexual. "Quien busca solamente el placer, luego lo per­derá"; fue así que el gran psicólogo Viktor Frankl formuló tal paradoja.

Aunque un amor mutuo sea más fácil y más feliz, aquel que ama sin ser correspondido tam­bién experimenta la felicidad del amor. Quien ama no está más solo; vive para otro y se realiza de esa forma. El amor no está sujeto a las reglas del mercado en el cual sólo se enriquece aquel que recibe. Amar significa ser capaz de dar sin recibir, y es en ese vaciarse que la persona enri­quece y se enriquece.

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El amor en conflictocon la mentalidad de consumo

La verdad arriba formulada contradice diame­tralmente el pensamiento del hombre en la so­ciedad de consumo. En una sociedad en la cual todo se compra y todo se paga, en una sociedad en que nada es gratis, donde, por el contrario, cada uno intenta aumentar su beneficio por cuenta del otro, el verdadero amor se vuelve di­fícil, pues en el amor somos forzados a tener otro tipo de experiencia, en el amor constatamos que la vida es diferente.

El amor se vuelve, así, la más profunda críti­ca de nuestro estilo de vida, nos confronta con la aberración de nuestra civilización consumista y deshumana. No es sin razón que esta civilización intenta por todos los medios deformar el amor, corrompiendo y desviando su verdadero sentido.

Así, el amor está reducido a la sexualidad. La profunda dinámica de la sexualidad, a su vez, es reducida a un controlable sistema de satisfacción y placer: el amor pierde su carácter paradójico. La experiencia amorosa, que en el fondo es uno de los últimos reductos contra la ideología de la so­ciedad de consumo, es dominada e incluida en el sistema de "dar para recibir". Esa reducción, sin embargo, en una simple búsqueda de satisfacción y placer, trae como consecuencia, la deshumani­zación progresiva del ser humano.

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Contra esta deshumanización debemos recuperar la dinámica original del amor verdadero: el amor fuera del sistema de planificación de la propagan­da y del consumo, el amor rebelde que hace una opción consciente en favor de los verdaderos va­lores, rechazando todos los pseudovalores de la industria de consumo.

Es muy fácil para una persona poseer el cuer­po de otra. En la ideología consumista, el amor se resume a eso: un acto sexual reducido a un momento de placer. Así, no sólo se pierde la di­mensión contestadora del amor, sino también el valor profundo de la sexualidad: se vuelve un bien de consumo. El individuo es reducido a un obje­to funcional usado como juguete que divierte o como un instrumento para dar placer a otros.

Pero existe una inmensa diferencia entre la realidad de las novelas y aquello que significa el auténtico amor. Es trágico ver cada vez más a jóvenes que son seducidos por la propaganda de un falso amor. ¡Pero nadie protesta!, sólo se la­mentan cuando vienen a tono lo efectos de tales falsedades: jóvenes frustrados fumando mari­huana o inhalando cocaína; muchachas frígidas cayendo en la cama de varios hombres siempre en busca de satisfacción que nunca alcanzarán; adulterios y matrimonios fracasados.

Contra toda esa situación debemos volver a realizar el amor verdadero: aquel amor que no pregunta por el grado de placer que resultará de

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él, pero cuya pregunta primordial es la siguiente: "¿de esta manera podemos hacer al otro feliz?" Este amor es la mejor manifestación, la mejor protesta del individuo contra nuestra sociedad consumista donde todo tiene su precio. Es una protesta válida, pues en ella se realizará la felici­dad del individuo.

No obstante, para alcanzar tal felicidad debemos conocer aquello que vuelve al compañero realmen­te feliz. Eso no siempre es fácil, no sólo debido a la individualidad acentuada de cada persona, sino por el hecho de que, en la relación, siempre sea necesario conjugar las perspectivas, a veces muy diferentes en los dos géneros. Tal hecho complica la compren­sión, porque hombres y mujeres sienten, piensan y aman de manera específica. Conocer esas dife­rencias se vuelve, así, presupuesto fundamental para que el amor pueda realmente dar resultado.

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SÍNTESIS 8Amar y ser amado: protesta contra

toda ideología consumista

Normalmente, aquel También un amorque ama, desea ser Pero unilateral puede ser un

amado también amor verdadero

El amor verdadero siempre enriquece al individuo (quien ama no está solo)

fPero

Amar = Dar

Paradoja:

____________ ¥____________La persona se enriquece cuando no

piensa en sí y se entrega al otro

tContra eso, la ideología consumista

propaga un amor cosificadoAmor = SexoSexo = PlacerPlacer = Bien de consumo

Reducción del amor a un sistema de “dar

para recibir”

El verdadero amor impugna esta idea de consumo

El verdadero amor es la crítica más profunda al

estilo de vida consumista

Amor = entrega de sí mismo Amor = enriquecimiento de sí mismo

Protesta contra Amor = preguntar ¿dela masificación ► qué manera puedodel individuo hacer feliz al otro?

Realización de la felicidad del individuo

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Hombre y mujer aman de manera diferente

Somos diferentes en nuestra manera de ser

Existen diferencias entre los géneros; sin em­bargo, hablar sobre el asunto es bastante difícil, porque la cuestión en general se transforma rápidamente en una de esas luchas eternas en torno de la superioridad de cada género. La ra­zón para tales discusiones es casi siempre la mis­ma: la mujer tiene la impresión de que el hombre no la valora, y el hombre, a su vez, piensa lo mismo que la mujer. Como consecuencia, uno comienza a descalificar al otro.

Para que eso no suceda, es necesario hablar acerca de las diferencias en la manera de ser del hombre y la mujer. No se trata de valorar, juzgar o criticar, sino de superar barreras que surgen por causa del mirar y del actuar diferente de cada uno de los géneros. En verdad no podemos evitar gene­ralizaciones, pero vale la pena conocer la enorme riqueza de los nuevos datos aportados por las más

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recientes investigaciones,9 que muestran, de mane­ra precisa, cómo entre los géneros existen realmen­te claras diferencias biológicas, sociales, culturales y educacionales. Muchas de ellas son poco conoci­das, como los matices sutiles en las hormonas, las variaciones en las estructuras del cerebro y en su funcionamiento.

Métodos avanzados como las llamadas Imáge­nes de Resonancia Magnética Funcional (FMRI), y otros, posibilitan hoy describir con exactitud las diferencias existentes entre el funcionamiento del cerebro masculino y del femenino. Las mujeres tienen, por ejemplo, la tendencia a usar simultá­neamente los dos hemisferios cerebrales cuando procesan el lenguaje; los hombres sólo usan el lado izquierdo del cerebro para el mismo proce­so. Más allá de eso, en las mujeres el lado derecho del cerebro, relacionado con el lenguaje, es mayor. Con estos recursos adicionales no sorprende que, en general, las mujeres tengan más facilidad en la comunicación y en la expresión de sus sentimien­tos; sus fuertes tendencias para hacer conexiones y ligar las más diversas áreas no se restringen sólo a los procesos cerebrales. La realidad cotidia­na muestra cómo es difícil para ellas desligarse del problema. Cuando una mujer, por la mañana, peleó en casa con su marido, le es imposible olvi­

9. S. Baron-Cohen, Diferencia esencial, Ed. Objetiva, Río de Janeiro, 2004; S. P. Springer y G. Deutsch, Linkes-Rechtes Gehim , Spektrum-Akademischer Verlag, Heidei- berg/Berlín, 1998.

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dar ese conflicto durante todo el día, cualquiera que sea su trabajo. La sorpresa de ella es grande al constatar que, en la noche, su marido ni siquie­ra se acuerda de lo que aconteció en la mañana, él fue tan absorbido por el trabajo que la pelea simplemente desapareció de su memoria. Para la esposa, tal actitud es incomprensible y significa indiferencia del marido frente a lo ocurrido. En la realidad, sin embargo, el comportamiento de él refleja apenas el hecho de que su cerebro masculi­no funciona de manera diferente al de ella.

Diferencias típicas entre géneros

Las ciencias nos muestran que no es una u otra diferencia lo que cambia el comportamiento; es la suma de todos los factores biológicos, sociales y culturales lo que hace que hombres y mujeres actúen, piensen y sueñen de manera diferente. Saber eso es importante para comprender mejor el comportamiento del género opuesto y facilitar así la convivencia con la pareja. Sin entrar en nin­guna polémica sobre las capacidades de los dos géneros, podemos constatar, por métodos empíri­cos, las siguientes tendencias a la diferencia:

Mujeres, en general:• Se saben comunicar mejor, así como es para

ellas una tarea más fácil expresar sus sentimientos.

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• Atribuyen enorme importancia a la relación social y afectiva.

• Necesitan de la confirmación frecuente del afecto de las otras personas para sentirse bien.

• Quieren llegar a los resultados a través del entendimiento, de acuerdos y compromisos.

• Tienen necesidad de hablar sobre sus con­flictos para así superarlos.

• Insisten en discutir la relación.• ¡No consiguen desligarse de las dificultades

emocionales ni a la hora de hacer el amor!

Hombres, en general:• Tienen más dificultades para comunicarse y

para expresar sus sentimientos.• Por eso evitan hablar sobre problemas afec­

tivos. Prefieren ofrecer soluciones y, si la mujer continúa insistiendo en la discusión, huyen.

• Gustan de hacer algo en común con la com­pañera para así expresar su amor (sea eso pescar, asistir a un partido o hacer el amor).

• Tienen más facilidad en el pensamiento ra­cional-lógico y en la orientación espacial.

• Gustan de la competencia y quieren impo­ner su posición. Usan métodos más agresivos.

• Tienen dificultades en hacer dos cosas al mismo tiempo.

• Pueden desligarse de un problema para in­volucrarse en otros asuntos.

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Conocer esas diferencias es importante para po­der hacer la lectura adecuada del comportamien­to de otro género. Conseguir eso, sin embargo, no siempre es fácil. Una pregunta aparentemente muy simple puede tener varios significados, como lo muestra el siguiente ejemplo:

Es muy probable que cuando una mujer dice a su pareja: "¿Tú piensas que es necesario cambiar algo en nuestra relación?", ella no pide, en primer lugar, una respuesta a esta indagación, lo que ella pretende realmente es pa­sar a la siguiente información: "Quisiera oír de ti que no existe ninguna razón para preocuparme, yo continúo siendo el amor de tu vida". Puede ser, también, que ella simplemente quiera discutir la relación para librarse de una duda al compartir sus sentimientos.

Situaciones como éstas demuestran cómo la co­municación entre un hombre y una mujer es mu­cho más complicada de lo que parece ser a prime­ra vista. Diferencias sutiles que existen entre los géneros llevan a malos entendidos y acusaciones injustas. Un ejemplo típico para eso es la mujer que se quejó durante quince años de que el mari­do no la amaba más, porque raramente demostró sus sentimientos; sólo descubrió la profundidad del afecto de él cuando le diagnosticaron cáncer: en cuanto hizo el tratamiento y se recuperó lenta­mente, él, todavía joven, envejeció por años y sus cabellos se volvieron totalmente blancos. El amor

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profundo que sentía en años pasados había sido tan obvio para él que nunca había pensado en ha­blar sobre sus sentimientos. Los cabellos blancos de él, pero también los miles de cuidados con los cuales ella lo trataba, la leche con miel que le pre­paraba, las vitaminas en el café de la mañana, las consultas con los mejores especialistas, las noches pasadas en claro al lado de ella, en todas estas seña­les, ella al final descubrió el amor de su esposo.

Los hombres, de hecho, muestran sus senti­mientos más por medio de los gestos concretos, buscando racionalmente soluciones y resolviendo problemas. Las mujeres necesitan aprender ese lenguaje masculino, tienen que entender también que, cuando los hombres se callan, se cierran y huyen de las grandes discusiones, eso muchas ve­ces no significa indiferencia, mas sí incapacidad de soportar un estrés emocional muy grande. Los hombres, en general, son muy sensibles, ellos so­portan los conflictos afectivos menos que las mu­jeres, porque no tienen esa habilidad de hablar sobre sus sentimientos como ellas. Por causa de esto, es importante que las mujeres respeten esas características y no insistan en discutir los pro­blemas en momentos inoportunos. Toda presión deberá ser evitada, pues será contraproducente.

Por otro lado, son los hombres los que deben aprender que el amor de la mujer muchas veces es realmente absoluto y radical, ella es capaz de casi todo cuando se siente amada, pero tiene que oír

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eso hoy, mañana y siempre de nuevo; debe sentir, de todas las maneras posibles, la dedicación que él siente por ella: por medio de miradas cariñosas, de gestos especiales, de atención, de tiempo dedi­cado y de escucharla. Para que ella pueda trabajar sus problemas y superarlos, necesita tener mu­chas oportunidades para hablar sobre éstos, so­bres sus sentimientos, sus dudas y sus angustias.

Establecer sinergias

En ese proceso de aprendizaje, en el cual cada uno de los dos comprende mejor el lenguaje del otro y descubre la riqueza que existe en la dife­rencia, se forma la base para algo que va más allá de todo lo que ya existió:

¡Se establecen sinergias!Eso significa que cada compañero aprovecha aquello que el otro tiene y que él no tiene, y vice­versa. Con eso nacen nuevas energías creativas que superan en mucho todo aquello que sería el total de las energías que dos personas solas son capaces de producir.

Cuando la pareja percibe que ellos, en conjun­to, son mucho más que la suma de dos individuos, se abre el camino para que tanto el hombre como la mujer puedan desarrollar su lado opuesto, que existe de manera escondida en cada uno; el hombre puede mostrar su dimensión femenina y volverse

más sensible, más cariñoso y menos agresivo; la mujer, a su vez, puede mostrar su lado masculi­no para los riesgos y las aventuras de la vida. En algunas personas, este lado del género opuesto siempre existió de forma más desarrollada, en otras puede desarrollarse de manera espontánea, no existe el prototipo de mujer u hombre. Nunca el objetivo puede ser querer encajar a una persona en cierto tipo estereotipado de comportamientos femeninos o masculinos, es la suma de todas las combinaciones imaginables que vuelven a cada ser humano rico y especial. En tanto, es impor­tante que los compañeros valoren eso en vez de intentar igualar a otra persona a sí misma.

Descubrir las mil fases de ser mujer y de ser hom­bre hace que una relación se vuelva dinámica y rica. De la misma manera como el mundo necesita de sol y lluvia, la relación necesita de femenino y masculi­no para hacer crecer la vida en toda su plenitud.

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SÍNTESIS 9Hombre y mujer aman

de manera diferente

Las características y fundamentos, en general, son diferentes:

Hombre Mujer

• Acción • Facilidad de• Abstracción comunicación e• Racionalidad interacción social• Orientación especial • Discusión de problemas• Competencia para corregirlos• Comunicación más difícil • Acuerdos• Fuga de conflictos • Establece lazos afectivos• Puede desligarse de un • Empatiaproblema • Dificultad para desligarse

de un problema

Esas diferencias se reflejan en la manera de amar

La mujer debe sentirse amada. Necesita hablar de sus problemas para solucionarlos

------------------------ El hombre gusta deEncontrar un hacer algo con ella,

término medio Sufre con discusiones----------— --------- acerca de la relación

L Respetar las particularidades del hombre y la mujer y descubrir

la riqueza que existe en la diferencia. ¡Crear sinergias!

J

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Sexualidad: una de las muchas dimensiones del ser humano

Muchas personas están en busca de la plenitud en el amor. Esa búsqueda se manifiesta, a veces, de manera grotesca, por no decir trágica.

Desesperadas para vivir el gran amor, muchas jóvenes y mujeres de todas las edades confunden el amor con la sexualidad, aceptan invitaciones para tener sexo en situaciones bastante prosaicas y con hombres que, a veces, no conocen. ¿Qué su­cede en estas experiencias? En la búsqueda para encontrar grandes pasiones, sentimientos profun­dos, un romanticismo poético o hasta una aven­tura que lleve al príncipe encantado, las personas se decepcionan, se lastiman y se frustran. Y eso no sucede sólo con ellas, que cada vez toman más la iniciativa y quieren, activamente, conquistar su lugar; hombres y mujeres muchas veces se olvi­dan de que la sexualidad es una de las muchas di­mensiones del amor, pero no es todo. Se olvidan también de que la sexualidad, en su sentido más profundo, debería ser más aquello que la mentali­

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dad consumista hace de ella misma: un bien para ser consumido, un medio para alcanzar placer, sa­tisfacción y nada más.

Contra tal profanación de la sexualidad dentro de una mentalidad consumista, tenemos que re­cuperar su sentido profundo, reconocer que ella es parte de la totalidad del ser humano y no de­bería ser aislada de las otras dimensiones, debería ser vista dentro de la relación amorosa en su in­tegridad. Es ella la que permite que la persona se comunique de forma muy íntima y personal con su pareja.

De esta manera, la sexualidad no es negada ni sobrevalorada. La persona lucha con sus im­pulsos sexuales con competencia, sin entrar en un estado de dependencia y, al mismo tiempo, la sexualidad tampoco necesita ser negada o excluida. Con su integración en el conjunto de otras dimensiones, la persona gana la oportuni­dad de tener, por mediación de ella, la experien­cia de la trascendencia: "Cuando a veces se logra esa entrega total en el acto sexual, cuando dos personas que se aman [...] se unen en el éxtasis de los sentidos, sobrepasan sus propios límites y se sienten parte de algo muy grande".10

Es esta experiencia estática y trascendente a la que tantas personas aspiran y que tan pocos alcanzan. Es una experiencia más allá que se res­

10. H. Jelouscheck, Wie Partnerschaft gelingt, Herder, Friburgo i. Br., 1998, S. 157.

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tringe a momentos especiales, a momentos que Jelouscheck compara con las experiencias de los místicos, cuando éstos hablan de su unión con Dios.11 Son estos momentos raros y extraordi­narios los que posibilitan al ser humano a vivir nuevas dimensiones y pasar por experiencias de extrema profundidad y felicidad. Son tan fuertes que la persona no soportaría esa intensidad por mucho tiempo. Nacen a partir de una relación profunda e íntima que se basa en una mutua con­fianza y apertura. Con base en eso, la sexualidad se vuelve expresión de un amor profundo.

Es trágico para muchas personas que, incons­cientemente, se encuentran siempre en busca de esa experiencia extraordinaria, pero que se olvi­dan de que no van a encontrarla en la sexualidad en sí. La sexualidad es solamente el medio, el instrumento que posibilita expresar el profundo amor para la otra persona.

Reconocer eso es luchar para que la relación se vuelva única y personal, significa fortalecer el amor y crear así la base para que él pueda ex­presarse en sus más variadas dimensiones, en­tre ellas está la sexualidad. De esta manera, la sexualidad, por medio de su lenguaje intensivo y especial, cultiva y profundiza los sentimientos de amor y se vuelve algo muy especial.

I I . Idem.

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SINTESIS 10Sexualidad: una de las muchas dimensiones del ser humano

Contra una mentalidad consumista que profana la sexualidad, tenemos que recuperar el sentido profundo de ella:

• Es parte de la totalidad del ser humano• Debería ser vista, desde dentro de la relación, como un todo• Es una forma íntima y personal de comunicación

rNo negar No entrar eno excluir la ◄1---------1---------!► un estado desexualidad I dependenciaf de la misma

El ideal

Integrar la sexualidad en el conjunto de otras

relaciones

f

Eso posibilita que:• Se vuelva un medio para expresar un amor profundo—• La pareja viva momentos de éxtasis y trascendencia

Muchas personas están en la búsqueda de esas experiencias extraordinarias, pero no las encontrarán en la sexualidad, ésta es apenas el instrumento para expresar el amor profundo

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El elemento "lúdico" en el amor

En la así llamada "Revolución sexual" de los años sesenta y setenta del siglo XX, la cuestión de la sexualidad estaba a la alta. Investigadores estudiaron la frecuencia del orgasmo femenino y la media de las relaciones sexuales semanales; los resultados fueron publicados después de ma­nera popularizada en revistas. Se inició a partir de esta temática, antes oculta, toda una discu­sión abierta en la sociedad, en los salones de be­lleza y hasta en los pasillos de las escuelas; sin embargo, con y a pesar de todo eso, el porcentaje de los divorcios creció de manera sorprendente y el número de parejas decepcionadas alcanzó niveles alarmantes.

La mayor libertad sexual no había mejorado la calidad de las relaciones, paso a paso se per­cibió que esta calidad depende de muchos otros factores.

Fue evidente que las investigaciones sobre la sexualidad no resolvieron la cuestión de cómo al­canzar la felicidad en una relación, los análisis so­

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bre el patrón de comportamiento sexual, con todas sus tablas y estadísticas, no consiguieron captar lo esencial de aquello que los hombres llaman amor. No obstante, en aquella época, muchas personas se dejaron de impresionar por los datos presentados en las investigaciones, y esta actitud no ha cam­biado hasta hoy. También en los días actuales hay personas que intentan adecuar su vida amorosa y sexual a aquellos patrones de comportamiento de los cuales se habla en artículos pseudodentíficos y en reportajes sobre cantantes y modelos; sin embar­go, hadendo eso pierden exadamente uno de los elementos esendales del amor: la espontaneidad.

En un mundo marcado por una mentalidad utilitaria, siempre corremos el riesgo de aplicar estos criterios también a todas nuestras activida­des humanas. Pero el amor no cabe dentro de las normas de eficacia y utilidad.

El amor, de cierta manera, tiene algo que se asemeja a una fiesta. En una fiesta verdadera hay espontaneidad y creatividad; el momento es de­cisivo en la idea y es espontáneo; acabando con eso, se acaba con la fiesta también.

En el amor la situación es semejante. Si lo en­carcelamos en las exigencias del pensamiento utilitarista, matamos su significado. El éxtasis amoroso de Romeo y Julieta no se orientaba por las estadísticas y finalidades prefijadas, y lo mis­mo vale para los juegos felices de dos enamora­dos en el parque de la ciudad. La espontaneidad

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de ellos, sin embargo, no puede acabar cuando ellos se casen, su experiencia de que el amor es una feliz fiesta debería continuar.

En vez de eso, se observa que en muchas pa­rejas sucede exactamente lo contrario. Después de pocos años, el amor de ellos se transformó en tedio y la espontaneidad festiva de la experien­cia amorosa dio lugar a la rutina. El éxtasis de Romeo y Julieta se perdió. Tal situación, en mu­chos casos, no se estableció por causa de la mo­notonía del amor doméstico, ni por los intentos forzados de alcanzar las normas establecidas de cierto "patrón de comportamiento sexual".

En los siglos pasados, el amor y la sexualidad estaban primordialmente subordinados a la fina­lidad de procreación, sólo después del Concilio Vaticano II esta visión normativa fue superada. Pero, en vez de que el amor evolucionara en un desarrollo mutuo y personal que envolviera to­das las dimensiones del ser humano, muchos se fijaron en otras normas y finalidades; éstas no son formuladas por la Iglesia, sino por los medios de comunicación de una sociedad de consumo.

Así, sin embargo, nuevamente terminan con la espontaneidad y los "juegos" alegres del amor. Las nuevas normas se llaman "satisfacción del deseo", "placer", "orgasmo", "dos o tres relacio­nes sexuales por semana" y "orgasmo simultá­neo" a todo precio. Esta última exigencia, sobre todo, se encuentra en muchos libros. A veces se

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piensan verdaderas recetas para novios con el fin de que, en su vida conyugal, se aprenda a al­canzar tal orgasmo simultáneo.

No obstante, con todo eso se destruyó exacta­mente aquello que es uno de los elementos clave de cada expresión sexual: la libertad espontánea fuera de todas las exigencias y de todas las fi­nalidades, ¡esa es la espontaneidad festiva que hoy debemos volver a aprender! El amor es algo espontáneo, contiene elementos de juego y de experiencia lúdica.

Hoy, sin embargo, en vez de estar libres, sose­gados y lejos de las exigencias en cuanto a efica­cia, muchos, en la realización de su amor, se ven de nuevo frente a las presiones por eficiencia y objetivos.

La unión y mutua entrega de dos personas nunca puede ser efectiva si sucede en un clima de estrés, de presiones y de luchar por el poder entre las parejas. La psicología muestra cómo la problemática de esa lucha viene siempre más a tono también en el nivel de la relación sexual. Rechazo, eyaculación precoz y hasta la agresivi­dad corporal son algunas de las formas por las cuales se manifiestan conflictos ocultos. En su base, muchas veces está la no aceptación o, del otro lado, la exacerbada acentuación de la eman­cipación de la mujer.

Para evitar que tales situaciones sucedan, es de suma importancia que se pueda crear un cli­

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ma relajado. En él, la relación sexual tiene condi­ciones para desarrollarse en un clima de mutua confianza, libre del miedo y de los recelos, en un clima que deja de lado las pequeñas tristezas, las frustraciones, toda la carga de las obligaciones y necesidades para así alegrarse y festejar de ma­nera espontánea.

Pero encontrar estos elementos en los cuales cada una de las parejas tenga la responsabilidad no es siempre fácil hoy en día. En general, los dos compañeros trabajan fuera y llegan a su casa exhaustos; crear un clima de armonía, de mutuo abrigo y comprensión, sin exigencia y sin imposi­ción, se vuelve una tarea complicada. Desligarse de los problemas fuera y dentro de la relación, relajarse y abrirse al otro no siempre es posible, pero es importante saber que estas dificultades son normales. La mayoría de las personas que viven en relación estable pasan por eso.

Una de las consecuencias, más allá de ello, es el hecho de que la frecuencia de sus relaciones sexuales sea, en general, menor de lo que era en las generaciones de 40 o 50 años atrás. Pero eso no tiene ninguna importancia y no debe de traer preocupaciones, lo que cuenta son los elementos especiales, cuando suceden, y en los cuales los dos compañeros logran superar las limitaciones, olvidándose de sí mismo, de sus penas, de sus impedimentos para encontrar en la unión con el otro la dimensión trascendente del amor.

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A partir de esa perspectiva debe ser superada lo más rápido posible la visión de una sexualidad fijada en números de frecuencia y normas de efi­ciencia. La búsqueda egoísta por el placer debe dar lugar a una concepción del amor marcada por la generosidad y la libertad. Tal visión recu­pera el carácter festivo del amor que anima a las parejas a ser ellos mismos, contra todas las pre­siones de las investigaciones sobre el patrón del comportamiento sexual y contra las normas es­tablecidas por revistas disponibles en los salones de belleza.

En el amor sexual, la cuestión fundamental no debe ser "si cumple las exigencias y cobros establecidos en las estadísticas", en vez de eso, la cuestión fundamental es ésta: ¿cómo puedo hacer al otro feliz?

Para que tal objetivo se pueda realizar, es urgen­te redescubrir también en el amor la espontanei­dad y el gran elemento lúdico, desligado de toda distinción en primera, segunda y tercera finalidad. El amor es total y envuelve a todo el hombre.

El amor da a la persona la posibilidad de ex­perimentar su vida, desvinculada de toda finali­dad utilitarista, pues es en esta experiencia que los amantes descubren su sentido de ser. Las pa­rejas unidas rompen la rutina cotidiana.

En la espontaneidad del amor, en los mo­mentos serios y en los juegos, los que se aman descubren la libertad de ser ellos mismos, de ser

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personas que tienen valor sin necesitar ser útiles para alguna finalidad. Descubriendo eso, tocan aquella esfera lúdica que, finalmente, es la esfera de Dios. Dios es amor, y él no tiene otro fin sino a sí mismo. En su amor terrestre, el hombre es capaz de tocar la esfera de Dios en su dimensión lúdica, de libertad y de creatividad.

Es de esta manera que el amor da sentido a la vida. Es así que el amor libera y vuelve a la per­sona capaz de respetar al otro; es así que el amor despierta una nueva visión del hombre, del mundo y de Dios. Pero un amor así no se sabe de manera automática, ¡el amor así es aprendido!, no sólo en el periodo del noviazgo sino durante toda la vida.

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SINTESIS 11 El elemento "Indico"

en el amor

En el amor espontáneo y lúdico se siente la presencia de Dios.

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Fidelidad en el mundo real y virtual

Se habló mucho en este libro sobre el enriqueci­miento que el amor puede traer para las personas que se abren mutuamente una a la otra. Apertu­ra significa riesgo y exige de ambos compañeros respeto y responsabilidad.Pero:

• ¿Qué hacer si las cosas no resultan?• ¿Qué sucede si el(la) novio(a) no se muestra

digno(a) de confianza?"Perder al compañero por causa de otro es

peor que perderlo por causa de muerte". En palabras de esa señora se refleja toda la amar­gura de sus sentimientos violados: pérdida de la autoestima, de la confianza en sí misma y en el otro, inseguridad sobre su identidad, sobre el futuro y, finalmente, el cuestionamiento en cuan­to a la culpa, a los valores, a las conductas y en cuanto a la propia apariencia. El mirar del otro que antes valoró la persona dio lugar al propio mirar inseguro, desorientado, pesimista.

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Pasar por estos momentos es extremadamente difí­cil; también en tiempos donde los medios de comu­nicación nos hacen creer que nada, ni el amor, fue hecho para la eternidad. Como alternativa se pro­paga lo efímero, el gozo del momento. Infidelidad y cambio de pareja son actitudes vistas como algo que es parte del juego, en un mundo de seducción, de eterna juventud y de belleza exterior.

Los números estadísticos, a pesar de toda su relatividad, reflejan estas tendencias, crece el nú­mero de traiciones en el amor y, entre las personas que traicionan, hay un número cada vez mayor de mujeres; sin embargo, la motivación para es­tos acontecimientos no es siempre la misma para ambos géneros. Las mujeres son infieles sobre todo porque buscan cariño y afecto, o porque buscan autoafirmación después de una traición de la pareja. En cuanto para ellas venganza, fal­ta de amor o comprensión son las motivaciones principales, en los hombres predominan otros motivos; para ellos, atracción corporal, búsque­da eterna de la juventud, aventura y conquista son estímulos fuertes que llevan a la infidelidad.

Para ambos, tal infidelidad no sucede nada más cuando la calidad de la relación existente ya está deteriorada; sucede también por razones de seducción y pura atracción. Pero tal seducción y atracción, en muchos casos, no viene necesariamen­te de un ser real de carne y hueso. La infidelidad su­cede hoy, en verdad, más en el mundo virtual, en el

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universo del Internet. Esa infidelidad puede en­volver a la persona de forma radical, como cual­quier otra forma tradicional de infidelidad. En el mundo virtual se crean dependencias emociona­les entre personas que se conocen apenas por me­dio de la pantalla de la computadora y que nunca se encontraron en la realidad.

¿Cómo explicar este fenómeno? Son varios los factores que contribuyen para tal cuadro, en­tre ellos necesitamos mencionar el deseo por lo nuevo y la atracción por lo desconocido, que se manifiesta sobre todo cuando el tedio y la rutina invaden la relación ya existente.

Pero muchas veces la causa es otra: la persona huye de la soledad que vive en la relación con su pareja. En una sociedad tecnócrata, los contac­tos interpersonales se vuelven siempre más di­fíciles. Crece así un vacío afectivo. Las personas buscan contactos para superar el vacío, pero al mismo tiempo, tienen miedo de la proximidad con otras personas, la intimidad causa miedo; es el miedo de involucrarse, de exponerse y de lastimarse. Por causa de eso las personas buscan contactos por Internet.

Muchos no quieren o no son capaces de vivir experiencias reales, el espacio cibernético promete el anonimato y, con eso, una aparente libertad sin límites. Fantasías, deseos y necesidades pueden ser expuestos sin que la persona necesite tener ver­güenza; todo es provisorio y sin compromiso, no

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existe el bagaje de una relación íntima y personal de largos años, en el cual cada palabra pesa por­que está ligada a toda una historia en común y, por causa de eso, pueda lastimar. Problemas económi­cos, dificultades con familiares, amigos y colegas, no interfieren. Los dos intemautas se encuentran como en un vacío, libres de las interferencias no deseadas. La garantía de lo provisorio y la respon­sabilidad del desistimiento sin compromiso dan la ilusión de una falsa seguridad y, al mismo tiempo, de una libertad ilimitada.

Pero es exactamente ahí donde las personas se engañan, la exhibición de los deseos más íntimos y personales las compromete mucho más de lo que ellas piensan. También en un encubrimiento virtual hay una persona que se envuelve con otra, aunque esa otra persona sea desconocida. Muchas veces se tratan más de fantasías y de proyecciones que de realidad. Cuando en esa aventura sucede alguna forma de sexo virtual, también eso influye y cambia a las personas que se aventuran en él, sea por medio de las prácticas e imágenes de ciber- sexo, sitios pornográficos, chats eróticos o por me­dio de la webcam, que muestra la imagen de otra persona, o con grupos que tienen su efecto sobre la persona que realiza el contacto; ella comienza a ver el amor y la sexualidad de otra manera.

En el mundo virtual, la sexualidad deja de ser expresión profunda del amor entre dos personas, y queda reducida a un objeto que, sobre todo en

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el caso de la mujer, debe ser conquistado y someti­do, si es necesario, a la fuerza. Así se pierde todo el respeto y toda la dignidad de la persona humana.

Los límites entre el mundo cibernético y el mundo real se confunden. Con la aventura vir­tual, la persona gradualmente se aleja del mundo real y de la relación ahí existente; se aísla en un mundo cibernético olvidándose del tiempo, de los compromisos, de los amigos, y hasta del mis­mo cónyuge y de los hijos. Así, se vuelve infiel en contactos efímeros o en una relación con otra per­sona, ya que aparentemente es mucho más fácil y atractivo, porque defectos y debilidades pueden ser maquillados y, por tanto, escondidos. Cuando la persona despierta de sus sueños y fantasías del mundo virtual y se confronta con la verda­dera situación, muchas veces ya es demasiado tarde, se crea una dependencia de la cual no es fácil librarse. A veces, lograr tal libertad sólo es posible con ayuda profesional.

Por otro lado, el novio o la novia real pierden la confianza en aquella persona que la traicionó, sea por caminos virtuales o reales. El distanciamiento subsecuente entre la pareja original muchas veces no puede ser superado.

Esta es una problemática que no sólo surge en contactos virtuales. Con la emancipación de la mujer y su integración en la vida profesional, am­bos compañeros se involucran cada vez más en su trabajo y se ausentan del espacio común durante

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buena parte del día; intercambian ideas con cole­gas y viven en un ambiente profesional marcado por intereses, ambiciones y valores similares. Las actividades en común y la mutua influencia acer­can a las personas, y entonces se crea en el trabajo una intimidad que, muchas veces, es mayor que aquella existente en casa entre los cónyuges o los novios. Éstos, así, se alejan mutuamente hasta vol­verse extraños uno con el otro. Eso sucede, sobre todo, cuando en el estrés del día a día los novios o las parejas no reservan tiempo para cultivar su relación; sin embargo, se crean situaciones pro­picias para provocar el rompimiento de los lazos entre parejas y hacer surgir casos extraconyugales con compañeros de trabajo. Mantener la felicidad realmente se convirtió en una tarea muy difícil para muchos.

¿Qué se puede hacer para impedir que dos personas, que al inicio del amor se abrieron en su ámbito íntimo y personal, de repente se vuel­van infieles? ¿Qué evita que el joven novio o la joven novia, que confiaron incondicionalmente en su pareja, de repente se abandonen?, ¿Qué puede suceder para que las personas que se iden­tificaban totalmente con un proyecto de vida en común, de un día para otro no encontraran más sentido en la vida porque su relación fracasó?

No existen respuestas simples para estas pre­guntas tan complejas. Intensificar los mecanismos de control o amenazar con sensaciones morales y

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religiosas no funciona más. En lugar de inver­tir en mecanismos represivos, debemos reforzar todo aquello que puede ayudar a construir y a fortalecer la relación amorosa. La fidelidad es la consecuencia natural de una buena relación y es por causa de eso que es fundamental realizar todo un trabajo de prevención, el cual debe con­siderar necesariamente los siguientes puntos:

• Confrontar a las personas con la realidad cho- queante de aquello que significa infidelidad (pro­mover una discusión de la problemática a través de las películas que no banalizan la infidelidad; contar con la ayuda de profesionales especializa­dos e invitar a la reflexión a parejas que ya pasaron por estas dificultades).

• Insistir que ambas parejas se prevengan des­de el inicio contra cualquier aventura con terceros, porque, una vez dado el primer paso, se puede desarrollar una dinámica que escape al control. Cuando en una relación uno de los dos se siente atraído por otra persona, es esencial que la pareja hable abiertamente sobre el problema para poder superarlo juntos.

• Sensibilizar a las parejas para que conozcan los mecanismos destructivos de la comunicación que fragilizan la relación y dificultan la fidelidad.12

• Incentivar todo lo que promueva el desa­rrollo personal de cada una de las parejas y que

12. Cfr. Christiane Blank, Cree v en el amor sin perder la pasión, Ed. Paulus, Sao Paulo, 2007, cap. 111,2.1.1.

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haga crecer la relación entre ambos. Con el de­sarrollo de una interacción positiva disminuye el peligro de infidelidad (desarrollar las habili­dades de la comunicación, las habilidades para resolver conflictos y el pensamiento positivo).

• Construir una red social en común que dé estabilidad a la relación (amigos, compañeros, grupos, movimientos, etcétera).

• Realizar actividades y proyectos en conjun­to (ocio, formación, compromiso social, aventu­ra en grupos pastorales de la Iglesia, etcétera).

Todos esos elementos contribuyen para que la fidelidad jamás se vuelva una cuestión ame­nazadora una vez que la relación es cultivada y fortalecida continuamente, ¡es el mejor camino para prevenir la infidelidad!

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SÍNTESIS 12 Fidelidad en el mundo

real y virtual

Hoy es imposible controlar la infidelidad

• Anonimato de las grandes ciudades• Contacto intensivo entre el hombre y la mujer en el trabajo• Pluralismo de los valores

La infidelidad de la pareja alcanza profundamente la persona del otro:• Pérdida de confianza• Violación de sentimientos íntimos y personales• Deterioro de la autoestima• Cuestionamiento de los propios valores, creencias y conductas• Duda acerca del proyecto de futuro

f• Infidelidad en el mundo real y virtual

-------------------- »Peligros:• Mundo real y virtual se confunden• La persona se envuelve, queriendo o no• Se vuelve dependiente• Adopta nuevos parámetros y valores• Pierde la orientación en el mundo real• Los lazos profesionales y familiares se rompen

Las personas quieren:• Superar la soledad• Quedar en el anonimato• Huir de los compromisos• Gozar del momento• Mantener distancia de los problemas reales• No mostrar las propias limitaciones• Realizar sus fantasías

• Fortalecer la relación ya existente entre la pareja• Desarrollar la responsabilidad personal• Construir una red social que dé estabilidad a la relación• Desarrollar proyectos en común con la pareja

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La fuerza transformadora del pensamiento positivo

¿Usted siempre está de buen humor y dispuesto a todo?, ¿y su pareja? Formular preguntas banales en el contexto de una cuestión tan noble como el amor, para muchas personas parece hasta indignante.

Pero la realidad concreta de la convivencia coti­diana muestra que tona indagación como la que fue hecha arriba, en nada es lejana. Una novia o esposa siempre malhumorada transforma la casa más lin­da en un lugar que el compañero evitará; un novio agresivo que se irrita con el menor acontecimiento inspira miedo y pavor. En estas condiciones es im­posible que dos personas puedan formar intimidad o construir proyectos en común.

Para la convivencia armoniosa de dos personas es de suma importancia saber cómo los compañeros se perciben a sí mismos, a otras personas y al mun­do. Una persona con pensamiento positivo:

• Incentiva proyectos para el futuro.• Facilita la superación de momentos difíciles

porque percibe siempre el lado positivo de las

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cosas. Así, los dos compañeros se vuelven más fuertes para enfrentar las adversidades.

• No queda paralizada o indiferente cuando sucede algún contratiempo; una vez que no cree en el destino fatal, confiando en su propia capaci­dad de transformar las cosas en algo mejor, esta persona reacciona y se enfrenta a las dificultades.

• Cree en su pareja porque confía en sus cua­lidades y apuesta a sus potenciales.

• Está de buen humor, valora a las otras perso­nas y cosas proporcionando bienestar y calidad de vida. En su convivencia, la pareja se siente relajada y con deseo porque no tiene que temer constantes críticas, reclamaciones o sensaciones.

• Aumenta la autoestima de la pareja. El mi­rar positivo hace crecer en el otro todo lo que existe de positivo y favorece así la autoestima de esa persona.

Los aspectos mencionados arriba son esencia­les para una vida de dos. La pasión fulminante es formidable, pero no para todos los momentos; la atracción corporal disminuye con el pasar de los años; sin embargo, el pensamiento positivo de la pareja es para todos los días y todas las ho­ras en el presente y en el futuro, lo cual propor­ciona calidad de vida a la convivencia en común y, así, se crea un enorme potencial de bienestar.

Pero algunos escépticos cuestionarán este posi­tivismo una vez que vivimos en un mundo lleno de problemas. ¿Cómo una persona puede ser tan

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optimista?, ¿será que ver el mundo de manera tan positiva no significa simplemente negar los pro­blemas existentes y no querer exagerar la realidad? Ésas y otras objeciones pueden ser escuchadas, ¿será que tienen fundamento?, ¿qué responder?

La primera respuesta, nos parece, es ésta: ¿quién realmente percibe la realidad objetiva: el pesimista o el optimista? La psicología construc- tivista nos muestra que, en el fondo, ninguno de los dos tiene la verdad pura, ya que la realidad pura no existe. Si dos parejas asisten al mismo acontecimiento, nunca y jamás para ellos esta situación será vista de la misma forma. No hay realidad posible porque cada una de las perso­nas construye "su realidad" y "su verdad" a par­tir de su perspectiva específica, perspectiva, por cierto, que se formó en el correr de la vida y a partir de las experiencias hechas en la interac­ción con otras personas y con el mundo. Siendo así, cada persona desarrolla cierto modo de ver y de interpretar el mundo, ella percibe su entor­no a partir de su lente que varía de persona a persona. Así, la misma realidad gana tonalida­des diferentes, pero positivas o negativas, según quien la contempla. Para cada individuo la mis­ma realidad despertará otros sentimientos, otras expectativas y angustias.

El psicólogo estadounidense Martin Seligman se preocupó por las consecuencias concretas de ese fenómeno. Constató que la forma como la

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persona interpreta los acontecimientos influirá también en la manera como actuará. Si una per­sona siempre espera lo peor (muchas veces por causa de experiencias desalentadoras vividas en el pasado), interpretará la realidad a partir de es­quemas negativos. Consecuentemente, esta per­sona no cree en su propia fuerza transformadora para vencer las adversidades; en vez de eso per­manece parada frente a los obstáculos, sean éstos imaginarios o reales. Así, pierde toda su energía, preocupándose con las desgracias sufridas o con las desventuras que podrán suceder en el futuro.

Pero en vez de ver las situaciones a partir de ese punto de vista, es posible tener una perspectiva po­sitiva. A partir de ella los mismos acontecimientos podrán dar nuevos impulsos para una reflexión so­bre la relación íntima y personal de las dos personas.

Así, la interacción entre la pareja depende mucho de cómo cada uno interpreta el actuar de su pareja; si un novio o una novia interpretan la realidad a partir de esquemas negativos, él(ella) no es capaz de actuar de forma constructiva y, consecuentemente, la relación ira deteriorándo­se. Pero no debe ser así. Felizmente, actitudes pesimistas como aquellas descritas arriba tienen cura. El ya citado Martin Seligman muestra en su libro Aprenda a ser optimista que el pensamien­to positivo puede ser aprendido.13 El punto críti­

13. Cfr. Martin E. P. Seligman, Aprenda a;ser optimista, Record, Río de Janeiro, 1990.

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co donde tal aprendizaje debe comenzar está en la interpretación de los acontecimientos.

Todo lo que sucede puede ser visto e inter­pretado de varias maneras, y cada persona, en el transcurso de su vida, desarrolla cierto modo de explicar los acontecimientos. Hay quienes tien­den a interpretaciones pesimistas. Para prevenir­los, Seligman recomienda que la persona no se precipite, en vez de eso debe crear cierta distancia y someter su modo de interpretar los aconteci­mientos a un cuestionamiento crítico:

• Primer paso: ¿Qué pruebas tengo de que la situación fue negativa?

Ejemplo: Mi esposa hoy no me quiere dar un beso.Interpretación negativa: Ella no me soporta más.Pregunta crítica: ¿Será que justamente volteó la cabeza?

• Segundo paso: ¿Será que existen otras interpre­taciones? ¿Será que fue tal vez por causa de su gripa? ¿Será que fue por causa de mi mal humor de ayer?

• Tercer paso: Igual si la situación no fue muy buena, ¿será que las consecuencias son tan malas como yo temo? ¿Será que no quiere saber más de mí? ¿Será que la tristeza que está sintiendo con relación al día anterior durará para siempre?

• Cuarto paso: ¿Para qué adelantarse ahora si me atormento? ¿Puedo hacer algo en el momen­to para mejorar la situación?, Si eso no es posi­ble, mejor preocuparse con otras cosas.

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¿Para qué preocuparme por cómo será la situa­ción si ella me abandona?, ¿Puedo hacer algo para evitar eso ahora?, ¿no? Entonces es mejor invertir las energías en el trabajo para llegar a mi casa más temprano y así poder hablar con ella con calma.

La valoración crítica, conforme con el ejem­plo, ayuda a la persona a relativizar sus prime­ros impulsos de miedo y de pesimismo; de esta manera, es posible corregir la tendencia para la interpretación negativa. La reflexión profunda conduce a una claridad mayor, a nuevas pers­pectivas más complejas y menos polémicas. Con el cambio de interpretación puede cambiar todo el cuadro. Si la persona aprende a buscar para el mis­mo acontecimiento explicaciones positivas en vez de negativas, ésta va a cambiar de vida, se vol­verá más resistente, confiará en otras personas y en la propia capacidad de influir positivamente en las situaciones; no desistirá tan fácilmente por­que pasará a creer en el buen éxito de los aconte­cimientos.

En una relación, tal fondo positivo, a partir del cual las parejas perciben la realidad, es uno de los factores más importantes para construir una convivencia feliz. Es en el día a día concreto que se establece o no una armonía. El psicólogo John Gottman muestra cómo en cada situación singular las parejas sólo mantienen un diálogo exterior entre sí, y al mismo tiempo realizan un diálogo interior consigo mismos. Si, por ejemplo,

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el novio se queja de una fuerte jaqueca, depende mucho de cómo la novia interprete la situación; esa interpretación se hace simultáneamente a su reacción exterior por medio de cierto tiempo de diálogo interior.14

En términos de ejemplo, tal diálogo podría rea­lizarse de la siguiente manera: al mismo tiempo en que ella habla al novio, escucha una voz interior, esa voz le puede decir: "Él siempre tiene algún problema. Él no es hombre, siempre se queja, no soporta nada, anda desanimado y enfermo".

Si la voz interior le dice eso, ella no demostrará comprensión alguna con la pareja y le dirá: "¡Ah, eso no es así tan grave, todo para ti se vuelve un drama!, ¡no seas tan débil, enfrenta las cosas!" Ella generaliza un pequeño problema, le atribu­ye la culpa y lo desvaloriza llamándolo débil.

Pero la situación también podría desarrollarse de manera totalmente diferente si su voz interior le hablase de manera positiva: "Él debe sufrir mucho si está así. Él es siempre muy valiente, se­guramente tiene algún problema con sus alum­nos para tener una jaqueca tan fuerte. Pero eso va a pasar, voy a darle un pastilla y preguntarle lo que sucedió".

La imagen positiva que ella tiene de su pareja hace que el pequeño problema no sea generali­zado. Prevalece el mirar positivo que atribuye al

14. Cfr. John Gottman, Matrimonios, ¿por qué unos dan resultado y otros no?, Ed. Objetiva, Río de Janeiro, 1998, pp. 125-127.

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problema un acontecimiento negativo concreto que es pasajero.

Es en tales situaciones cotidianas cuando se re­vela la importancia de esa voz interior que pue­de dar un significado positivo o negativo a los acontecimientos, ya que determina en gran parte cómo actuará la persona, si de manera compren­siva y constructiva o de manera agresiva y des­tructiva. Si el mirar positivo para la pareja pre­valece, lo positivo será interpretado como algo que no se dio por casualidad, pero que es parte del cuadro general optimista. La pareja es vista siempre positivamente; existe una consecuencia profunda de que, en conjunto, los dos vencerán todos los obstáculos que se revelan como irre­levantes frente al enorme potencial de la fuerza transformadora que está presente en los dos.

Para resolver la capacidad del pensamiento positivo se recomienda no solamente sujetar la interpretación de los acontecimientos a un exa­men crítico; más allá de eso, Seligman recomien­da basar las interpretaciones siempre en aquello que es absolutamente fundamental para llegar a las explicaciones optimistas. Conforme con las investigaciones del autor, son esenciales las si­guientes actitudes:15

• No creer que las causas de los acontecimien­tos negativos son definitivas (ej. "No tengo suer­te, nunca tendré éxito en la vida").

15. Cfr. Martin E. P. Seligman, op. cit.

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• Creer que acontecimientos positivos no nacen por casualidad, y que tienen causas duraderas (ej. "No es por casualidad que lo conseguí, sino por­que soy capaz").

• No buscar explicaciones generales cuando se fracase en algo (ej. "Ningún hombre sirve", porque el propio matrimonio no dio resultado).

• No ver la culpa sólo en sí mismo cuando haya acontecimientos negativos (ej. "No tengo paciencia, por causa de eso peleamos siempre").

Es interesante ver cómo la aplicación de princi­pios aparentemente tan simples puede cambiar la visión de la persona sobre el mundo y, de modo especial, sobre la relación con otras personas. Por causa de eso, Seligman invita a reflexionar real­mente sobre sus interpretaciones y a tomar acti­tudes más positivas, eso hace toda la diferencia acerca de si los mismos hechos están siendo inter­pretados a partir de un mirar negativo o positivo.

Basado en esa verdad generalmente aceptada por la psicología, podemos formular una reco­mendación absolutamente fundamental a la di­rección de todos los novios y esposos: ¡no dejen que su relación sea invadida por la negatividad y por el pesimismo!, Busquen, en vez de eso, explicaciones positivas, piensen en perspectivas alternativas que, en cualquier situación, sea tan mala como sea, refuercen aspectos constructivos.

Los grandes proyectos de la humanidad sólo dieron resultado porque alguien se entusiasmó

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por ellos, invirtió en ellos y no desistió. Mantener la dimensión utópica de un proyecto es necesario, sea eso un proyecto global o un proyecto personal que involucre a dos personas que se aman. El poder del pensamiento constructivo vuelve lo imposible posible, activa no solamente la potencialidad de la propia persona, sino también aquélla de su pareja. La probabilidad de que las malas situaciones sean superadas aumenta; las energías no están más des­gastadas con preocupaciones, mecanismos de de­fensa y actitudes destructivas. Así, mejora la calidad de vida y de la relación; de esta forma la relación se orientará hacia el futuro y se volverá positiva.

En este sentido, los autores desean mucha ener­gía positiva, persistencia y entusiasmo para que también la realización de su gran proyecto utópico de amor dé resultado.

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SINTESIS 13La fuerza transformadora del pensamiento positivo

Revaluar una conducta negativa y llegar a un pensamiento más positivo

¥

rInterpretación

negativa

Algo sucedió

Para llegar a una interpretación más positiva

f f

DesánimoPasividad

Falta de autoestima Paralización

Distanciarse:buscar criterios más “objetivos”

para revaluar la situación

Examencrítico:

• ¿Pruebas?• ¿Interpretaciones

alternativas?• ¿Implicaciones?

• ¿Preocupaciones improductivas?

Distracción No fijarse en el

problema

Interpretación positiva trae nuevas energías

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INDICE

Presentación. ¿Cómo volverse feliz en el amor? 5Saber amar es un arte para ser aprendido 7El amor romántico como inicio de un proceso 11Superar las proyecciones es esencial 20Una buena relación no nace pronto 29Hablar el uno con el otro es esencial

para el amor 33Es en el amor donde se reconoce al otro 47Amar significa tener responsabilidad por el otro 53Amar y ser amado: protesta contra toda

ideología consumista 57Hombre y mujer aman de manera diferente 63Sexualidad: una de las muchas

dimensiones del ser humano 72El elemento "lúdico" en el amor 76Fidelidad en el mundo real y virtual 84La fuerza transformadora

del pensamiento positivo 93

Se terminó de imprimir en los talleres de EDICIONES PAULINAS, S.A. de C.V.- Calz. TaxqueñaNo. 1792- Deleg. Coyoacán - 04250 México, D. F., el 8 de Marzo del 2012. Se impri­mieron 1,000 ejemps. más sobrantes de reposición.

£ i sted quiere ser feliz en el amor?, ¿usted, como tantos otros, espera encontrar la gran felicidad en su relación?, ¿o tal vez usted esté indignado/a y decepcionado/a porque su expec­tativa aún no se ha realizado o porque esperaba más del amor?

En todos estos casos, y en muchos otros, vale la pena recor­dar que ningún alumno imagina que comprar una pluma será suficiente para saber escribir, y que ninguna persona piensa que basta adquirir un carro para poder manejar; sin embargo, amar es más difícil que conducir un carro.

Este libro quiere dar pistas para que supere las dificultades y los obstáculos que encontrará en ese camino.

Nadie está exento del aprendizaje del amor.Tal proceso im­plica pasar por dificultades, sufrir frustraciones y correr riesgos, pero, al mismo tiempo, trae éxtasis y experiencias maravillosas.

Es trágico que tantos noviazgos comiencen con perspectivas de aventura y terminen en el desastre de un divorcio, ¡pero no debe ser así!

Este libro quiere mostrar pistas para que no sea así, ¡leerlo y aplicar los métodos aquí presentados abre el camino para un amor feliz y duradero!

www.sanpablo.com.mx

ISBN: 978-607-7648-83-3

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