Biografia Alfredo Costales Samaniego
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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y COMUNICACIÓN
RELACIONES PÚBLICAS Y COMUNICACIÓN ORGANIZACIONAL
ANTROPÓLOGO
ALFREDO COSTALES SAMANIEGO
Marlon Danny San Miguel Peña
SOCIOLOGÍA
PARALELO: 1° “A”
DOCENTE: Lida Moreno Badillo Ph.D.
Quito, 11 de junio del 2015
ALFREDO COSTALES SAMANIEGO
INVESTIGADOR Y ETNÓLOGO. - Nació
en Riobamba el 8 de Junio de 1925. Hijo
legítimo de Alfredo Costales Cevallos,
agricultor en Cajabamba y dueño de tierras
en Latam, quien llevaba un diario de sucesos
de su vida y dejó una gran cantidad de
libretas escritas. También fue autor de un
estudio histórico de la virgen titulado La
Azucena de Puruhá, de la monografía
Riobamba y su Provincia y del ensayo
biográfico Pedro Vicente Maldonado y la
posteridad. Miembro fundador en 1944 del
Núcleo del Chimborazo de la C.C.E. y su tesorero por algunos años; y de María
Samaniego Chávez, natural de Punín y "buena chacarera".
Su nodriza indígena María Tacuri le enseñó el quichua puruhay y de
seis años recibió las primeras letras en la escuela municipal Simón Bolívar de
Riobamba donde también cursó la primaria, pasando al San Felipe Neri de los
Jesuitas en la secundaria, hasta que se graduó de Bachiller.
Desde pequeño sintió una innata vocación por la investigación en todas
sus fases. En 1942 asistió durante los tres meses de vacaciones a los
arqueólogos John Coller y John Murray que excavaron en el Chimborazo.
Después atendía en horas libres al Deán Juan Félix Proaño, quien le enseñó el
pasado regional de la provincia desde los antiguos tiempos puruhaes.
El 46 viajó a Quito, arrendó un cuarto en la casa de las Señoritas
Ampudia, se matriculó en la facultad de Jurisprudencia solo para complacer a
su padre y dio a la luz el resultado de sus primeros trabajos arqueológicos bajo
el título de "Los Puruhayes" en la revista de la Facultad de Filosofía y Letras en
76 páginas y "Puruhá estudios arqueológicos". Mientras tanto también asistía a
la Facultad de Periodismo donde conoció a Piedad Peñaherrera Araque, se
casaron y pasó a vivir con los padres de ella.
En 1950 se licenció en ambas facultades y aunque no le agradaban las
leyes culminó esos estudios el 52. Escribía incesantemente artículos de los más
variados temas aunque principalmente de arqueología, pero comprendió que no
tenía los conocimientos científicos para ser arqueólogo y que dicha ciencia
además era árida y costosa. Por ello cuando el Dr. Félix Webster Mac Bride
arribó a Quito con varios cartógrafos y geógrafos y fundó el Instituto
Ecuatoriano de Antropología y Geografía, contando con la ayuda del sabio Paúl
Rivet que acababa de regresar al país después de una larga ausencia, de la Dra.
Dorothy Wieber, del Dr. Carlos Andrade Marín Baca, de César Cisneros que
enseñó estadísticas y Ciencias Económicas y de los antropólogos Aníbal
Buitrón y Bárbara Salisbury de Buitrón, "nos matriculamos Piedad y yo en el
primer curso que se inició para sacar investigadores de campo, aprobamos un
año de teoría y otro de prácticas y recibimos el título de investigadores sociales.
Entonces el Ministerio de Previsión Social contrató un estudio de las
Comunidades Indígenas para ver si era factible crear el Seguro campesino".
Costales había destacado desde el primer momento por su dinamia y
preparación y fue designado Jefe del equipo de investigación y editor de los
Informes que salieron publicados en 1952 en la revista del Instituto llamada
"Llacta" que en quichua significa tierra o Patria y que apareció hasta el 74 con
el No. 25 e impactó largamente en la conciencia del país por contener material
etnográfico de primer orden.
El 58 pasó a la Junta Nacional de Planificación como Sociólogo del
Departamento de Bienestar Social con S/. 3.000 mensuales y trabajó junto a
Gonzalo Rubio Orbe y Agustín Cueva Dávila. Ya su nombre como especialista
en esa ciencia era por conocido, pues Jaramillo Alvarado habíale dirigido en sus
monografías Costales tenía la costumbre de visitar le todos los fines de semana
en su quinta. "La Montaña" de la ciudadela "Las Casas" de Quito y allí
charlaban interminablemente.
El 58 realizó un estudio sobre la ley de Reforma Agraria que denominó
"Recolonización de las haciendas de la Asistencia Social", el 59 publicó
"Investigación socioeconómica de la ciudad de Esmeraldas" y la Junta le
confirió una beca para estudiar en la Escuela de Antropología de la Universidad
Autónoma de Méjico hasta el 60. Su tesis versó sobre los indios de las tierras de
Tepic y obtuvo el título de antropólogo. En Méjico editó una monografía sobre
la Provincia del Pichincha llamada "Karapungo" que no ha circulado en el
Ecuador.
De regreso el 62 publicó "Condiciones del trabajo agrícola en la costa"
en 51 páginas y un "Mapa arqueológico de la provincia del Pichincha" con la
ubicación de los pueblos y ruinas arqueológicas y fue contratado por la Unesco
como experto en sociología rural para estudiar la tenencia de la tierra y las
condiciones del trabajo agrícola en Centroamérica. Ese fue un año de intensos
trabajos y emociones, conoció las cinco repúblicas centroamericanas y un
resumen de ese estudio apareció en la revista "Panorama" de Méjico el 65 y en
"América Latina" de Río de Janeiro salió "Modismos y regionalismos
centroamericanos" en 37 páginas.
El 76 dio a la publicidad "Relaciones Geográficas de la Presidencia de
Quito (1776 - 1815) en 158 páginas compilación erudita con sus respectivos
análisis. El 77 se cerró definitivamente el Instituto Ecuatoriano de Antropología
y Geografía por falta de asistencia económica, por la competencia del Instituto
Geográfico Militar y porque se acusaba a sus profesores de ser proizquierdistas
y de levantar a las comunidades y a los indios contra los propietarios so
pretexto de realizar trabajos etno-antropológicos. Los militares, incapaces de
competir en materias científicas sociales, decidieron destruir a la institución.
El 81 sacó la "Guía del Archivo Nacional de Historia" en 192 páginas
con la historia de la creación y vida del archivo y un índice de la
documentación colonial completa. El 82 un estudio histórico sobre la Casa de la
Moneda en Quito (1534 - 1863) en 98 páginas y habiendo descubierto las
Ordenanzas Reales de la Audiencia, las recopiló y publicó analizando y
comentándolas. El 83 realizó un trabajo difícil y delicado, tradujo al quichua la
crónica de una muerta anunciada de García Márquez en 133 páginas que salió
bajo el título de "Mushuc quellca huañuyta Yachaspa Huillarca". También
publicó el índice de documentación producida por la Real Audiencia y el
Departamento del sur en el período de Enero a Diciembre de 1822 en 260
páginas con comentarios y análisis.
Sus artículos etno-antropológicos sumaban más de un centenar en
numerosos periódicos y revistas del país y del exterior y su nombre era
ampliamente conocido, pero de nada le sirvió aquello pues al crearse el Consejo
Nacional de Archivos, se sacó al Archivo de la dependencia de la Casa de la
Cultura y se procedió a reemplazar a Costales sin ninguna explicación. El golpe
le afectó moralmente, no por los pilches S/. 13.500 mensuales de sueldo que
percibía, sino porque se le vetaba la oportunidad de seguir investigando.
Ese año 84 lanzó en 192 páginas reelaborada con documentación
inédita la tercera edición de su "Daquilema, el último Guaminga" y con su hija
la antropóloga Ximena Costales editó "Rumicucho" recopilación de datos sobre
las minas arqueológicas de San Antonio, en 54 páginas.Entre el 84 y el 86
escribió mucho y bien. Ese último año fue designado por el
Consejo Provincial del Pichincha para las funciones de Jefe del
Programa de Investigación y conservación de las pirámides de Cochasquí con
S/. 23.500 mensuales y encontró que las pirámides Nos. 9, 13 y 14 excavadas
por Uhdo y Oberem en diferentes etapas, se encontraban parcialmente en
ruinas.
El 87 fue enviado por el Consejo de Universidades y Politécnicas a
obtener 3.000 fotoramas en el Archivo de Indias en Sevilla, especialmente de
documentos relacionados con encomiendas y encomenderos. Presentó su
solicitud de jubilación. Sus seis hijos estaban especializados en ciencias
sociales, lo que constituye un triunfo si se considera lo anodino del medio para
esta clase de profesiones. Su hijo Jaime ha elaborado su bibliografía.
Costales es un Polígloto que habla desde el colegio las lenguas nativas
que tuvo que aprender en razón de sus trabajos y son la cayapa, el colorado, el
shuar y el aymará, ésta última en Bolivia. En cuanto al quichua, su lengua
primera como ya se dijo, habla y entiende los cuatro dialectos de oriente, norte,
centro y sur del Ecuador, más los dos de Perú y Solivia. En total seis dialectos
quechuas y ocho idiomas.
Simpático y de personalidad atrayente, buen conversador, toca la
guitarra, el bandoneón y el piano sin maestros. Vivía en una villa propia de la
calle Edmundo Chiriboga No. 537, Ciudadela La Concepción.
ALFREDO COSTALES SAMANIEGO
HOMENAJE DE RECONOCIMIENTO
ENTREGA DE DIPLOMA DE RECONOCIMIENTO A ALFREDO
COSTALES SAMANIEGO
Quito, viernes 8 de noviembre de 2013
En la clausura del Simposio de Historia “EL PASADO,
FUNDAMENTO DE LA IDENTIDAD COLECTIVA”, el día 8 de noviembre
de 2013 se realizó la entrega de un Diploma de Reconocimiento a la obra
científica del Lcdo. Alfredo Costales Samaniego, acto en el cual se leyó el
discurso que se reproduce a continuación.
Autoridades de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Sres. Miembros del IPGH
Estimada familia del Lcdo. Alfredo Costales Samaniego
Señoras, señoritas y señores.
Al finalizar este Simposio, séame permitido expresar unas breves ideas
del IPGH. Los países de América cuentan, desde hace más de ochenta años, con
el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, organismo especializado de
la OEA que tiene entre sus objetivos, la investigación y la difusión del
conocimiento en los campos de la Geografía, Historia, Cartografía y Geofísica.
Las secciones nacionales han venido funcionando en atención a las agendas que
se establecen cada 4 años en la Asamblea General. En líneas generales,
podemos decir que durante 85 años, la red de investigadores y científicos de 22
países, han generado un conocimiento fundamental para comprender a las
sociedades latinoamericanas en su proceso de construcción de las naciones y
estados. No es gratuito que este organismo también se preocupara por la
Geografía, es decir del estudio del territorio que sustenta el funcionamiento de
un Estado, que da cuerpo a la existencia del pueblo en un hábitat en el que
existen recursos, pero también amenazas y riesgos que el hombre debe
conocerlos para proteger la vida de los ciudadanos. Historia y Geografía se
complementan a la hora de pensar en el desarrollo, a la hora de explicar la
evolución de las sociedades desde las épocas más remotas.
La Historia está, por lo tanto para generar un conocimiento que
explique los sucesos de los pueblos en sus respectivos contextos de tiempo y
espacio. Se convierte en un gran depósito de las experiencias y enseñanzas
acumuladas, experiencias a través de las cuales los seres humanos adquirimos
una identidad personal que se funde en una identidad colectiva y nacional. La
Historia, comprendida en sus orígenes griegos, historia, es la búsqueda de la
verdad, verdad que no se iguala ni con el mito ni la leyenda. La historia también
puede ser vista como una trampa para los pueblos si la convertimos en
conocimiento unilateral o parcializado, de allí que investigar y escribir los
hechos pasados demanda de un código de ética a toda prueba. Esta cualidad,
que dice también de los buenos ciudadanos y hombres de bien, la encontramos
en un historiador que el Ecuador conoce desde hace décadas. Me refiero a
Alfredo Costales Samaniego, a quien tengo el honor de entregar un Diploma de
Reconocimiento y felicitación en representación de la Comisión de Historia del
IPGH. Es un saludo y a la vez un agradecimiento a su vida consagrada a las
ciencias sociales, a sus cualidades personales de hombre de bien y a su muy
amplia y dilatada obra de investigación en los ámbitos de la Etnohistoria,
Antropología y Arqueología.
A sus ochenta y ocho años de vida y superando las naturales
limitaciones de la edad, continúa en constante estudio de los temas que le han
dado un rostro de identidad pluricultural y diversa a la sociedad ecuatoriana.
Pocas personalidades de las ciencias sociales contemporáneas han contribuido
con la profundidad y dimensión como lo ha hecho Alfredo Costales. En el siglo
pasado enfrentó el reto de abrir el camino de la Antropología como ciencia
fundamental para cimentar el sentido de pertenencia a una nación, como base
de la comprensión y respeto de las diferencias lingüísticas y culturales. Su obra
intelectual contó siempre con el apoyo de su esposa, también destacada
antropóloga, Piedad Peñaherrera, con quien fundó el Instituto Ecuatoriano de
Antropología y Geografía, a través del cual se realizaron investigaciones y
publicaciones pioneras en el estudio y conocimiento de la realidad socio-
cultural del Ecuador de mediados del siglo XX. Los resultados de las
investigaciones históricas y etnológicas de estos autores permitieron incorporar
en el cuerpo social del Ecuador la presencia del indio como actor del proceso de
construcción de una nación. A partir de sus estudios, por primera vez se
enfrentó la necesidad de implementar museos etnográficos con el fin de romper
la tradicional visión de que la sociedad ecuatoriana era únicamente mestiza.
Temas que hoy son parte de las nuevas corrientes teóricas de las ciencias
sociales, como la identidad, la interculturalidad y el patrimonio inmaterial, ya
fueron motivo de reflexión y estudio en el trabajo de Alfredo Costales
Samaniego.
Su formación académica incluyó la jurisprudencia, el periodismo, la
sociología y, en la ciudad de México estudió en la UNAM la carrera de
antropólogo (1959). Pero antes, en su época infantil aprendió el idioma quichua
en el seno familiar gracias a su niñera indígena. En la adolescencia, cuando
cursaba los primeros años de colegio, participó como voluntario en la misión
científica de los antropólogos norteamericanos Donald Collier y John Murra,
quienes excavaron algunas localidades de las provincias de Chimborazo y
Cañar en la década de los años 40. Con seguridad que estos encuentros
tempranos con las lenguas nativas y el estudio del pasado marcaron el rumbo de
su vida de investigador.
Ya en el campo profesional y en el contexto de su paso por México,
participó en el Plan Piloto del IPGH, al que propuso la publicación de dos
investigaciones: Karapungo: estudio antropológico y social (1962); y Mapa
arqueológico de la Provincia de Pichincha, (1962), convirtiéndose estás obras
en las primeras del país en el seno de este organismo especializado de la OEA.
A partir de entonces, si bien Alfredo Costales continuó en su labor de
investigador, sus obras aparecieron con el sello del IEAG, siendo notables las
series Llacta y Quishihuar, dedicadas a difundir la historia social del Ecuador la
primera y la cultura inmaterial la segunda.
La obra de Alfredo Costales no sólo se reduce a su accionar en el
Ecuador. Su condición de experto en temas etno-sociales y lingüísticos, lo
llevaron a varios países en los que se desempeñó como consultor. Entre ellos,
cumplió misiones de investigación por encargo de UNESCO en Centroamérica,
en donde investigó la situación del indígena y la tenencia de la tierra. Esta
experiencia le motivó a escribir y publicar un estudio sobre “Modismos y
regionalismos centroamericanos”, (1965). Por la misma época viajó a Brasil
para investigar en las selvas de Matto Grosso la tenencia de la tierra y las
modalidades de trabajo agrícola. Esta labor se convirtió en requisito
fundamental en varios países de América que planificaban las políticas de
reforma agraria, incorporando en los modelos productivos la participación de
los indígenas y campesinos que para entonces eran mirados como un problema
en el desarrollo. Estas investigaciones también las realizó en Ecuador, tanto en
comunidades de la costa como de la región interandina.
Por circunstancias políticas y bajo regímenes dictatoriales, Alfredo
Costales tuvo que salir del país al cerrarle las posibilidades de investigación
social y antropológica con el argumento de ser un agitador social. Gracias al
soporte de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), Costales fue nombrado
consultor en temas de comunidades indígenas selváticas de Perú y Bolivia, en el
año 1970, tiempo que le permitió investigar en fuentes documentales la
etnohistoria de esta región, compilada en su obra: Amazonía. Ecuador, Perú y
Bolivia (1983).
En 1974 se incorporó como Director del Archivo Nacional de Historia,
entidad en la que desarrolló una intensa labor de organización y catalogación de
los fondos documentales. Su experiencia como destacado paleógrafo e
historiador sirvió para que el Consejo de Universidades y Escuelas Politécnicas
del Ecuador, le encomendará la recopilación de documentos relativos a la
Audiencia de Quito en el Archivo General de Indias de Sevilla, España.
La obra de Costales va más allá de los campos de investigación en los
que incursionó. Su compromiso con los principios éticos de justicia social,
libertad y respeto para los pueblos indígenas, le llevó a aprender las lenguas
nativas como el quichua, el shuar, el tsafiqui y el aymará. Sus conocimientos
los difundió a través de más de 150 publicaciones que registra su bibliografía,
como también a través de la cátedra universitaria en la Universidad Central del
Ecuador. El compromiso con la causa de reivindicación de los pueblos
indígenas como seres de iguales derechos como la mayoría mestiza, le impulsó
a traducir la obra maestra de García Márquez, Cien Años de Soledad, al idioma
quichua, obra que se editó en 1983 con el título de “Mushuc Quellca
Huanuyta”.
Este breve perfil académico de Alfredo Costales Samaniego, basado en
la biografía escrita por el historiador Rodolfo Pérez Pimental, y en la
bibliografía de su obra, compilada por su hijo Jaime Costales Peñaherrera,
demuestran la personalidad de un humanista comprometido con las causas más
nobles de la sociedad, como es la búsqueda de sus raíces con un fundamento
científico. La Comisión de Historia del IPGH de Ecuador, haciéndose eco del
criterio de muchos investigadores e instituciones educativas y científicas del
país, se congratula por la entrega de este reconocimiento en atención a sus
méritos personales, a su labor educativa, y, sobre todo, a sus contribuciones
científicas en bien del conocimiento y difusión de la Historia, la Antropología y
la cultura del Ecuador y América.
Alfredo Costales, junto con otros antropólogos de mediados del siglo
XX, se convirtió en el pionero de la aplicación de las ciencias sociales y
humanas como el sustento de desarrollo de la sociedad, particularmente de los
pueblos indígenas y afroecuatorianos. Desde su visión, el desarrollo y el
progreso no es la simple tarea de ejecutar obras y proyectos materiales, cuanto
crear las condiciones que permitan que los pueblos tengan conciencia de su
identidad, de su cultura e historia. Sin esta concepción del desarrollo, no se
puede construir el ligamento social que demanda la aplicación de las políticas
públicas a las que está obligado todo Estado.
Al hacer la entrega de este diploma a su familia, reitero mi admiración
y aprecio a Alfredo Costales Samaniego, al mismo tiempo que le hago llegar un
muchas gracias por su obra científica.
Dr. Eduardo Almeida Reyes
Miembro Nacional Comisión de Historia-Ecuador
REFERENCIAS DEL DR. ALFREDO COSTALES
SAMANIEGO
Hijo del Dr. Alfredo Costales
Jaime Costales Peñaherrera estudiante de la Universidad San Francisco
de Quito.
Correo electrónico: [email protected]
Sr. Edgar Freire encargado de proveer los libros a la radio Quito para
el segmento “Los Libros de la semana”
Teléfono: 3020789
Trabajo de investigación en reemplazo del control de lectura.
Referencias bibliográficas
Almeida Eduardo (2014). Propuesta Universitaria/Alfredo Costales
Samaniego - Homenaje de Reconocimiento. Recuperado el 11 de junio del 2015
de:
http://docenteconvoz.blogspot.com/2014/02/alfredo-costales-
samaniego-homenaje-de.html
Pérez Rodolfo (2012). Diccionario bibliográfico/Alfredo Costales
Samaniego. Recuperado el 11 de junio del 2015 de:
http://www.diccionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo6/c7.htm