bibliobus CM 25 aniversario ElMundo

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EL MUNDO. MARTES 10 DE ENERO DE 2012 52 CARMELO PÉREZ Más de 9.000 días. Los bibliobuses de la Comunidad de Madrid acu- mulan ya sobre sus metálicas es- paldas más de 216.000 horas de trabajo desde que comenzaron a acercar la cultura a todos los rinco- nes de la Comunidad en 1986. En esa tarea siguen a día de hoy, re- cién celebradas sus bodas de plata en la carretera. Mucho han cambiado las cosas desde aquella primera mañana: nuevos vehículos, sistemas infor- máticos de gestión, nuevos soportes además del tradicional libro de pa- pel (películas en DVD, CD de músi- ca, audiolibros, juegos, CD-ROM...). «Pero la tarea es la misma. Y la ilu- sión con la que salimos cada día también», explica Sagrario Fernán- dez, responsable del servicio. La jornada empieza muy tem- prano en las instalaciones que alo- jan los 13 vehículos que componen la flota. El responsable de conduc- tores, Juan Pulido, inicia poco des- pués de las siete de la mañana la inspección de cada autobús, dando el visto bueno para su puesta en marcha. «Ahora no sólo son coches cómodos, sino que cumplen con las más exigentes normas de seguri- dad», insiste con el orgullo de quien conoce casi palmo a palmo cada uno de los vehículos. A pocos metros de las cocheras, los bibliotecarios se ocupan ya de rescatar de sus estanterías algunos de los títulos que les han pedido los lectores. Más de 200.000 ejempla- res duermen en el depósito a la es- pera de ser rescatados por los fun- cionarios cuando un usuario los so- licita. Además de ellos, cada vehí- culo porta en torno a 3.500 títulos «que se van actualizando año tras año», explica la responsable. «Pero si un lector pide un ejemplar que no forma parte del fondo que lleva- mos en el coche, se lo buscamos y lo entregamos en nuestra próxima visita a su barrio o su pueblo», ase- guran los responsables. José Luis Maraña lleva 19 años subido sobre las cuatro ruedas de estas bibliotecas rodantes. «Lo que más valoro es la cercanía que llega- mos a tener con los lectores. Se crean relaciones muy especiales. Algunos se suben y nos dicen: ‘Búscame algo de mi estilo, tú ya sabes lo que me gusta’», explica el funcionario. La primera lectora del día de hoy es Cristina Jiménez, una an- ciana de expresión sobria pero cor- dial. A sus 67 años, ya le resulta di- fícil encontrar una lectura novedo- sa. «Me llevo tres para mí y tres para los sobrinos. Eso para una se- mana o 15 días, según», refiere. «Me encanta leer, pero no tengo di- nero para comprar libros. Si no fuera por el bibliobús no sé qué se- ría de mí», asegura con cierta me- lancolía, esa que envuelve a quie- nes han hecho de la lectura el me- jor remedio para despistar la soledad y el cansancio. «Es una de nuestras mejoras lec- toras. Siempre está pendiente de las novedades en novela y en His- toria», apostilla Maraña, mientras El bibliobús de la ruta número 11, aparcado en la calle de Minerva, en Vicálvaro. / ALBERTO CUÉLLAR Aniversario / En la carretera desde 1986 25 años de cultura ‘sobre ruedas’ EM2 acompaña a uno de los 13 bibliobuses de la Comunidad de Madrid, que celebran sus ‘bodas de plata’ EM2 / MADRID / OCIO intenta localizar un título que Cris- tina aún no haya devorado. Lo contrario le sucede a Irene, de siete años, que se encamina rápida- mente a la sección de películas in- fantiles. A cambio, Paula, su madre, le ayuda a elegir un libro. «La niña lee mucho más desde que hay bi- bliobús en el barrio. Además, mi marido también es socio y ella in- tenta imitarle cuando ve a su padre leyendo», ilustra la mamá. Lorenzo es el tercer cliente de la jornada. «Venía a preguntar cómo hacerme socio», es su carta de pre- sentación. En menos de dos minu- tos, el joven forma parte ya del más amplio club de lectores de Madrid, con un carné que le abre las puertas del sistema bibliotecario de la Comu- nidad: la Biblioteca Regional, la red de bibliotecas públicas —integrada por 18 bibliotecas ubicadas en los distintos distritos de la capital—, los 13 bibliobuses, las 125 bibliotecas municipales con convenio de colabo- ración, los 80 centros de lectura que se encuentran en poblaciones meno- res de 5.000 habitantes, el Servicio de Telebiblioteca, el de Bibliometro y el de Préstamo Colectivo. Finalmente, el recién estrenado socio se lleva Entre la bruma, de Si- monetta Agnello Hornby. «Me han hablado genial de él. Me llama la atención que lo tengan, se nota que están al día», sentencia el lector mientras el bibliotecario le da ins- trucciones para que, si lo desea, gestione sus préstamos y sus devo- luciones con el novedoso sistema de radiofrecuencia. «Como en un autoservicio, sin necesidad de pasar por caja», bromean ambos. Avanza la tarde y el bibliobús nú- mero 11 leva anclas con destino al garaje. Doce unidades van ocupan- do sus puestos mientras sus biblio- tecarios terminan de ordenar las es- tanterías. El coche que viene de Montejo de la Sierra se retrasa. Es normal, tiene más de dos horas de trayecto desde su destino. Pero lle- gará, como todos, al lugar donde duermen las historias que forman parte de los libros. Para descansar y salir de nuevo mañana al encuentro con los lectores. Y así todos los días desde hace 25 años. ALBERTO CUÉLLAR UN ENGRANAJE PERFECTO Los bibliobuses cuentan con un depósito de más de 200.000 títulos [foto su- perior], que crece cada año. Además, cada vehículo porta 3.500 documen- tos, entre libros DVD, CD-ROM y juegos [imagen del centro]. Cada lector puede entregar y llevarse sus libros sin necesidad de ser atendido personal- mente, gracias un sistema informático de radiofrecuencia [foto inferior]. Un día a bordo 7.45 horas. Los bibliobuses se limpian por dentro y por fuera. 8.30 horas. En el depósito bibliográfico se preparan los títulos. 10.00 horas. Los conductores ponen a punto sus vehículos. 11.00 horas. Salen los buses. 11.45 horas. El bibliobús 11 llega a la calle de Minerva, en Vicálvaro. Se sube Cristina, la primera lectora. 14.30 horas. Es un día tranquilo. Las vacaciones de Navidad propician que los lectores vengan más separados y los niños, al ser un día de fiesta, apenas vienen. Es hora de reponer fuerzas con un almuerzo. 15.45 horas. De vuelta al trabajo. Algunos niños con sus padres, adultos en busca de novedades literarias... 17.30 horas. Hora de volver a casa. Los bibliobuses más alejados del centro ya están en camino. 18.30 horas. Se acabó por hoy. Es tiempo de ordenar un poco el vehículo y apagar todos los sistemas. Mañana, más y mejor en Moratalaz y Puente de Vallecas.

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EL MUNDO. MARTES 10 DE ENERO DE 201252

CARMELO PÉREZMás de 9.000 días. Los bibliobusesde la Comunidad de Madrid acu-mulan ya sobre sus metálicas es-paldas más de 216.000 horas detrabajo desde que comenzaron aacercar la cultura a todos los rinco-nes de la Comunidad en 1986. Enesa tarea siguen a día de hoy, re-cién celebradas sus bodas de plataen la carretera.

Mucho han cambiado las cosasdesde aquella primera mañana:nuevos vehículos, sistemas infor-máticos de gestión, nuevos soportesademás del tradicional libro de pa-pel (películas en DVD, CD de músi-ca, audiolibros, juegos, CD-ROM...).«Pero la tarea es la misma. Y la ilu-sión con la que salimos cada díatambién», explica Sagrario Fernán-dez, responsable del servicio.

La jornada empieza muy tem-prano en las instalaciones que alo-jan los 13 vehículos que componenla flota. El responsable de conduc-tores, Juan Pulido, inicia poco des-pués de las siete de la mañana lainspección de cada autobús, dandoel visto bueno para su puesta enmarcha. «Ahora no sólo son cochescómodos, sino que cumplen con lasmás exigentes normas de seguri-dad», insiste con el orgullo dequien conoce casi palmo a palmocada uno de los vehículos.

A pocos metros de las cocheras,los bibliotecarios se ocupan ya derescatar de sus estanterías algunosde los títulos que les han pedido loslectores. Más de 200.000 ejempla-res duermen en el depósito a la es-

pera de ser rescatados por los fun-cionarios cuando un usuario los so-licita. Además de ellos, cada vehí-culo porta en torno a 3.500 títulos«que se van actualizando año trasaño», explica la responsable. «Perosi un lector pide un ejemplar queno forma parte del fondo que lleva-mos en el coche, se lo buscamos ylo entregamos en nuestra próximavisita a su barrio o su pueblo», ase-guran los responsables.

José Luis Maraña lleva 19 añossubido sobre las cuatro ruedas deestas bibliotecas rodantes. «Lo quemás valoro es la cercanía que llega-mos a tener con los lectores. Secrean relaciones muy especiales.Algunos se suben y nos dicen:‘Búscame algo de mi estilo, tú yasabes lo que me gusta’», explica elfuncionario.

La primera lectora del día dehoy es Cristina Jiménez, una an-ciana de expresión sobria pero cor-dial. A sus 67 años, ya le resulta di-fícil encontrar una lectura novedo-sa. «Me llevo tres para mí y trespara los sobrinos. Eso para una se-mana o 15 días, según», refiere.«Me encanta leer, pero no tengo di-nero para comprar libros. Si nofuera por el bibliobús no sé qué se-ría de mí», asegura con cierta me-lancolía, esa que envuelve a quie-nes han hecho de la lectura el me-jor remedio para despistar lasoledad y el cansancio.

«Es una de nuestras mejoras lec-toras. Siempre está pendiente delas novedades en novela y en His-toria», apostilla Maraña, mientras

El bibliobús de la ruta número 11, aparcado en la calle de Minerva, en Vicálvaro. / ALBERTO CUÉLLAR

Aniversario / En la carretera desde 1986

25 años de cultura‘sobre ruedas’EM2 acompaña a uno de los 13bibliobuses de la Comunidad de Madrid,que celebran sus ‘bodas de plata’

EM2 / MADRID / OCIO

intenta localizar un título que Cris-tina aún no haya devorado.

Lo contrario le sucede a Irene, desiete años, que se encamina rápida-mente a la sección de películas in-fantiles. A cambio, Paula, su madre,le ayuda a elegir un libro. «La niñalee mucho más desde que hay bi-bliobús en el barrio. Además, mimarido también es socio y ella in-tenta imitarle cuando ve a su padreleyendo», ilustra la mamá.

Lorenzo es el tercer cliente de lajornada. «Venía a preguntar cómohacerme socio», es su carta de pre-sentación. En menos de dos minu-tos, el joven forma parte ya del másamplio club de lectores de Madrid,con un carné que le abre las puertasdel sistema bibliotecario de la Comu-nidad: la Biblioteca Regional, la redde bibliotecas públicas —integradapor 18 bibliotecas ubicadas en losdistintos distritos de la capital—, los13 bibliobuses, las 125 bibliotecasmunicipales con convenio de colabo-ración, los 80 centros de lectura quese encuentran en poblaciones meno-res de 5.000 habitantes, el Serviciode Telebiblioteca, el de Bibliometroy el de Préstamo Colectivo.

Finalmente, el recién estrenadosocio se lleva Entre la bruma, de Si-monetta Agnello Hornby. «Me hanhablado genial de él. Me llama laatención que lo tengan, se nota queestán al día», sentencia el lectormientras el bibliotecario le da ins-trucciones para que, si lo desea,gestione sus préstamos y sus devo-luciones con el novedoso sistemade radiofrecuencia. «Como en unautoservicio, sin necesidad de pasarpor caja», bromean ambos.

Avanza la tarde y el bibliobús nú-mero 11 leva anclas con destino algaraje. Doce unidades van ocupan-do sus puestos mientras sus biblio-tecarios terminan de ordenar las es-tanterías. El coche que viene deMontejo de la Sierra se retrasa. Esnormal, tiene más de dos horas detrayecto desde su destino. Pero lle-gará, como todos, al lugar dondeduermen las historias que formanparte de los libros. Para descansar ysalir de nuevo mañana al encuentrocon los lectores. Y así todos los díasdesde hace 25 años.

ALBERTO CUÉLLAR

UN ENGRANAJE PERFECTOLos bibliobuses cuentan con un depósito de más de 200.000 títulos [foto su-perior], que crece cada año. Además, cada vehículo porta 3.500 documen-tos, entre libros DVD, CD-ROM y juegos [imagen del centro]. Cada lectorpuede entregar y llevarse sus libros sin necesidad de ser atendido personal-mente, gracias un sistema informático de radiofrecuencia [foto inferior].

Un día a bordo

�7.45 horas. Los bibliobuses selimpian por dentro y por fuera.�8.30 horas. En el depósitobibliográfico se preparan los títulos.�10.00 horas. Los conductoresponen a punto sus vehículos.�11.00 horas. Salen los buses.�11.45 horas. El bibliobús 11 llegaa la calle de Minerva, en Vicálvaro. Sesube Cristina, la primera lectora.�14.30 horas. Es un día tranquilo.Las vacaciones de Navidad propicianque los lectores vengan másseparados y los niños, al ser un díade fiesta, apenas vienen. Es hora dereponer fuerzas con un almuerzo.�15.45 horas. De vuelta al trabajo.Algunos niños con sus padres,adultos en busca de novedadesliterarias...�17.30 horas. Hora de volver acasa. Los bibliobuses más alejadosdel centro ya están en camino.�18.30 horas. Se acabó por hoy.Es tiempo de ordenar un poco elvehículo y apagar todos lossistemas. Mañana, más y mejor enMoratalaz y Puente de Vallecas.