Bergoglio Jorge Mario (Papa Francisco) - Educar - Exigencia Y Pasion - Desafio Para Educadores...

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  • -Cardenal Jorge Mario Bergoglio, sj

    EDUCAR:EXIGENCIA Y PASIN

    Desafos para educadores cristianos

    Con dinmicas para trabajar a solas o engrupo

    Editorial Claretiana

  • -

  • Bajalibros.comISBN 978-987-34-1558-6

    Presentacin y Dinmicas de grupo:Prof.Liliana FerreirsDiseo de Tapa: Equipo Editorial.

    Con las debidas licencias.

    Todos los derechos reservados.Hecho el depsito que previene la ley.

    Editorial Claretiana, 2006.

    EDITORIAL CLARETIANALima 1360 - C1138ACD Buenos AiresRepblica ArgentinaTels. 4305-9510/9597 Fax: 4305-6552email: [email protected]

  • PRESENTACINLa orfandad en la que vive inmersa la culturacontempornea aviva la necesidad delreencuentro con el Padre. Los queprocuramos vivir cada da en su Presenciatenemos, adems, el consuelo de otraspresencias... Pa-dres y madres de sangre y deEspritu (Mateo 16,17) caminan connosotros, nos orientan en la encrucijada, nosacompaan con el silencio y con la palabra,nos levantan en la cada y nos ensean lossecretos del Camino...En este contexto inscribimos las reflexionesque el Cardenal Jorge Bergoglio sj dirige alos educadores catlicos, tambin llamados acurar la orfandad que habita en cada nio, encada joven, en cada aula, en cada escuela. Supalabra adquiere en el momento actualsignificativa importancia. Por esoactualizamos su mensaje, portador de BuenaNueva y comunicador de Esperanza.

  • Al tiempo que calan hondo en nuestra ta-reacotidiana e interpelan fuertemente nuestracondicin de educadores cristianos, susreflexiones nos ponen en dilogo con larealidad presente, con las dificultades,oportunidades y desafos que ella nosplantea, y sealan un rumbo.Un rumbo que invita a revisar nuestra vi-dade fe y nuestra condicin de ciudadanosconstructores del reino en las fronterashistricas de nuestra nacin desde la propiavocacin. Son palabras dirigidas a loseducadores catlicos argentinos, ciudadanosde un mun-do complejo que ya transita eltercer milenio, en una coyuntura crtica ydolorosa para el pas, en la que tambingermina, con la muerte, la Resurreccin.Para profundizar en cada una de las cincoreflexiones que se compilan en este libro, losdocentes hallarn claves de lectura quepueden ser desgranadas a solas o en grupo,

  • aun cuando, al proponernos la edicin,pensamos en ellas como valioso vehculo derevisin, re-novacin y encuentro en el senode la comunidad educativa.Por fin, solo nos queda pedir al Maestro queabrevemos ms que nunca de su ejemplo,consagrando la vida y la tarea almandamiento ms grande y dando a laeducacin TODO lo que nos pide para hacerconocer y amar a Jesucristo.

  • 1Ser educador catlico hoy:

    Un gran desafo

  • Testigos de Jess Resucitado

    Los educadores cristianos somos testigos enel tiempo de la posmodernidad, insertos enuna transicin que alguien bien podra ca-lificar como cultura del naufragio. Estalectura sin embargo, no debe encerrarnos enel pesimismo sino por el contrario: nospropone un reto, un desafo y una vocacin.En dicha situacin tenemos parte activa: sernufragos. El nufrago siempre est solo consu propio ser y su propia historia: sta es sumayor riqueza. Claro que subsiste latentacin ante la crisis de reconstruirlo todopor inercia con los trastos viejos de un barcoque ya no existe o caer en la mera repeticino en el esnobismo desesperanzado de quiense acomoda sin ms a los tiempos quecorren.

  • La clave est en no inhibir la fuerza creativade nuestra propia historia, de nuestrahistoria memoriosa. El mbito educativo, encuanto bsqueda permanente de sabidura,es un espacio indicado para este ejercicio:reencontrarse con los principios quepermitieron realizar un deseo, redescubrir lami-sin all escondida que pugna por seguirdesplegndose.Memoria que es anmnesis, reactualizaciny reencuentro, como en la celebracineucarstica, donde nos reencontramos connuestra carne y la de nuestros hermanos enla Carne de Cristo. Memoria es ir a lasfuentes a la vez que dar con el sentido,ahondarlo y avanzar luego condireccionalidad. Por eso tiene que ver con elser y con el destino.Vemos tanta memoria enferma, desdibujada,desgarrada en recuerdos incapaces de ir msall de su primera evidencia, entretenida por

  • flashes y corrientes de moda, sentimientosdel momento, opiniones llenas de suficienciaque ocultan el desconcierto. Todos esosfragmentos quieren distraer, oscurecer ynegar la historia: El Seor est vivo y est enmedio de nosotros. l nos llama, l nossostiene, en l nos reunimos, y l nos enva.En l somos hijos, en l hallamos la estaturaa la que estamos llamados.

    Ante los desafos de nuestracultura

    Afirmamos que todo avance no arraigado enla memoria de nuestros orgenes que nosdan el existir, aun el cultural y el histrico, esficcin y suicidio. Una cultura sin arraigo ysin unidad no se sostiene.Nos mueve pues la bsqueda de la plenitudde la existencia humana situada en elcontexto epocal que le da carcter peculiar y

  • determina posibilidades. Hay una tensinbipolar entre plenitud y lmite. Entoncescabe preguntarnos: Cul es la antropologasobre la cual debe apoyarse la accineducativa y el anuncio evangelizador? Estonos lleva a intentar una justa aproximacinvalorativa de la poca.Son rasgos expresivos del hombre de hoy lamentalidad tecnicista juntamente con labsqueda del mesianismo profano. Generanel hombre gnstico: poseedor del saberpero falto de unidad, y por otro ladonecesitado de lo esotrico, en este casosecularizado. La tentacin de la educacin esser gnstica y esotrica, al no saber manejarel poder de la tcnica desde la unidad interiorque brota de los fines reales y de los mediosusados a escala humana. Cuntos sonadems los que reducen poltica a retrica uoptan por enredarse en anlisis de coyunturams que trascenderse en la captacin de lossignos de los tiempos! O los que no escapan

  • a la seduccin cultural que hoy ejerce laautonoma de la semitica, que poco a pocova creando un mundo de ficciones con pesode realidad. Hay que liberar la antropologadel enjaulamiento de los nominalismos.Por otra parte podemos encontrar una leginque se aferra a sus temores conscientes oinconscientes, enarbolando banderas dedioses que justifican sus aberraciones osimplemente sus prejuicios o ideologas. Esas que, desde el fundamentalismo decualquier signo hasta la new age, pasandopor nuestras propias mediocridades en lavida de fe o por la de aquellos que usanelementos cristianos pero diluyen en laneblina lo esencial de la fe, los nufragospostmodernos nos hemos nutrido en lapoblada gndola del supermercado religioso.El resultado es el tesmo: un Olimpo dedioses fabricados a nuestra propia imagen ysemejanza, espejo de nuestras propiasinsatisfacciones, miedos y autosuficiencias.

  • El sincretismo conciliador que fascina por suapariencia de equilibrio, tambin abunda.Evita el conflicto no por resolucin de latensin polar sino simplemente por balanceode fuerzas. Adquiere sus mayoresdimensiones en el rea de la justicia y aprecio de los valores. En s mismo seconsidera un valor y su basamento radica enla conviccin de que cada hombre tiene suverdad y de que cada hombre tiene suderecho: basta con que se guarde equilibrio.Gusta proclamar los valores comunes, queno son ni ateos ni cristianos, sino ms bienneutros o que son, como suele decirse,transversales respecto de las identidades y delas pertenencias. Es pues la forma mslarvada de totalitarismo moderno: el dequien concilia prescindiendo de valores quelo trascienden. Se da un desplazamientohacia una moralina conciliadora deestructura totalitaria en contra de los valoresms hondos de nuestro pueblo.

  • Cercano est el relativismo, fruto de laincertidumbre contagiada de mediocridad,que es la tendencia actual a desacreditar losvalores o, por lo menos, que propone unmoralismo inmanente que pospone lotrascendente reemplazndolo con falsaspromesas o fines coyunturales. Ladesconexin de las races cristianas conviertea los valores en mnadas, lugares comunes osimplemente nombres. De ah al fraude de lapersona hay un paso. Porque, en definitiva,una antropologa no puede eludir laconfrontacin de la persona con la Personaque trasciende y que la fundamenta en esamisma trascendencia.Hermanada a stos, encontramos lapretendida bsqueda de una puridad queest a la base de cualquier forma denihilismo. Parecen evocar los donespreternaturales: ra-zn pura, ciencia pura,arte puro, sistemas puros de gobierno. Estaansia de puridad, que a veces toma forma de

  • fundamentalismo religioso, poltico,histrico, se da a costa de los valoreshistricos de los pueblos y asla la concienciade tal manera que le impide captar y aceptarlos lmites de los procesos. El hombre decarne y hueso, con una pertenencia cultural ehistrica concreta, la complejidad de lohumano con sus tensiones y suslimitaciones, no son respetados ni tenidos encuenta. La realidad humana del lmite, de laley y las normas concretas y objetivas, lasiempre necesaria y siempre imperfecta au-toridad, el compromiso con la realidad, sondificultades insalvables para esta mentalidad.Un nuevo nihilismo universaliza todo,anulando y desmereciendo particularidades oafirmndolas con tal violencia que logra sudestruccin. Esa tendencia a uniformarpolticas hacia un nuevo orden, por lainternacionalizacin total de capitales y demedios de comunicacin, nos deja un agriosabor de despreocupacin por los

  • compromisos sociopolticos concretos, poruna real participacin en la cultura y losvalores locales. No podemos reducirnos a serun nmero en las estadsticas de lasencuestas de opinin o en los estudios demercado, o un estmulo para la publicidad.El hombre de hoy experimenta el desarraigoy el desamparo. Lo llev hasta all el afndesmedido de autonoma heredado de lamodernidad. Ha perdido el apoyo en algo quelo trascienda. Aqu se da una tensin entrelos opuestos regla-originalidad, en la que hayque evitar caer en la coercin que esexageracin de la regla, como en laimpulsividad que es exageracin de laoriginalidad. De ese alejamiento de lasraces constitutivas deviene la tentacin delos retornos y de los refugios culturales. Alencontrarse di-vidido, divorciado consigomismo, confunde la nostalgia propia delllamado de la trascendencia con la aoranzade mediaciones inmanentes tambin

  • desarraigadas.

    Engendrar en otros el don deCristo

    Yo les enviar lo que mi Padre lesha prometido.Permanezcan en la ciudad, hastaque sean revestidos con la fuerzaque viene de lo alto.Lucas 24,49

    Basados en la promesa triunfa la esperanza.No dejen sus lugares. Permanezcan juntos.El Don, que es fuerza, har nuevas todas lascosas.Estamos invitados a tejer una cultura decomunin. Y una mstica autnticarecuperada es fundamentalmente incisiva: seimpone hacia afuera pero no con violencia

  • titnica, sino ms bien con esamansedumbre que nace de la sabidura y vaganando espacio por su suave luminosidad.Nuestra consagracin a Dios Padre desde lacosmovisin que implica el nacer en el senodel Cuerpo Mstico del Verbo Encarnado, yespecialmente de la experiencia de vida delpueblo fiel creyente, nos ubica en una claraposicin de fundamentacin e identidadpropios.Hoy convivimos con una humanidadinquieta, buscadora de sentido de su propiaexistencia, deseosa de articular lenguajes ydiscursos para reconstruir una armona delsaber perdida, ansiosa por integrar su yoante tantas inseguridades. No podemos dejarde ver esta bsqueda espiritual como signodel Espritu de Dios.Nuestro aporte ir a superar la inercia quelleva a reconstruir lo que fue el ayer cuan-do slo se tienen en la playa los restos de un

  • viaje trunco. Como los primeros cristianos el contemplarlos puede ser una visin ana-lgica de utilidad para reencontrarnos con elespritu de nuestra misin debemosanunciar, no slo con mensajes convincentessino fundamentalmente con nuestra vida,que la verdad basada en el amor deJesucristo a su Iglesia es realmente digna defe. Porque, hartos de mensajes, ninguna vozsuscita confianza y corremos el peligro decaer en la incertidumbre y en la malaindiferencia, graves enfermedades delespritu.Cuando nuestra Madre, la Iglesia, nos remitea una norma objetiva, a una enseanza, nohace sino traducir al pensamiento y a lapraxis la condicin humana esencial y, porende, hace a su dignidad personal que cadahombre la tenga como horizonte de suaccionar, ms all de cualquier cultura ysituacin. La posibilidad de criticar yautocriticarse, al medio y a s mismos, con

  • una principalidad y normativa que est msall de toda otra, ayuda a madurar. Es buenotener una palabra ltima a la cual referirnos,que nos libere de todo condicionamiento ynos refiera a nuestra esencia.Hoy, ms que nunca, el camino es lasantidad: ser testigos veraces de lo que secree y se ama y vivirlo en fraternidad.Intentando ser reflejo, no de nuestrasopacidades, sino de la Palabra de Otro. Estoes verdadera realizacin simblica: la de undeseo unido al de Aquel que no podemosexplicar pero que hemos visto porque noshemos dejado en-contrar por l y lo hemosamado. Y el smbolo, bien sabemos, creacultura.Esta conversin creativa, en nuestroscriterios, en nuestras metodologas, en labsqueda incesante de la verdad que nopretende ser omnipotente sino crucificadaque sur-ge de todo encuentro real con

  • Jesucristo, nos lleva a plasmar una vidacomunitaria en la que d gusto adentrarse enla Verdad y la Belleza, y donde nos sintamosinvitados a vivir el Bien. Por otra parte, en elsilencio del estudio, en la humildad delcompartir y ayudarse, est el remedio contrala mediocridad que lleva a la corrupcin y aldesinters, ambas cosas que tantaincertidumbre provocan en nuestros jvenes,y que tanto motivan a la evasin y lasuperficialidad.Fundados en el misterio de Dios manifestadoen la Carne de Cristo podemos delinear latarea formativa de nuestros colegios: serreflejo de la esperanza cristiana de afrontarla realidad con verdadero espritu pascual. Lahumanidad crucificada no da lugar ainventarnos dioses ni a creernosomnipotentes; ms bien es una invitacin atravs del trabajo creador y el propiocrecimiento a creer y manifestar nuestravivencia de la Re-surreccin, de la Vida

  • nueva.Es misin de la escuela formarse y formar enesta conciencia: el hombre es hijo, filiacinen el Unignito del Padre, y por tanto hechopara aspirar a su Deseo, su Voluntad, quesiempre reorienta la propia. La ilusinrelativista de que en uno mismo est lapropia orientacin no es sino un viajenufrago ms, que marca una nuevafrustracin. Los seres humanos no podemosvivir sin Ley que nos estructure, sin Llamadoque nos oriente, sin Calidez de Padre que nosconvoque.El espritu relativista busca evitar lastensiones, los conflictos; teme la verdad. Nosda miedo, en estos tiempos donde todoparece moverse por puro inters, pensar quealgo pueda ser Don, que hay un Amor quenos sostiene y que la nica garanta de serlibres en plenitud est en abrazarse a esaVerdad.

  • La concrecin de la verdad que creemos esposible en las particularidades diferenciadas.De comunidades pequeas pero conscientesde su identidad, afirmadas sin soberbias niestereotipos sino con la serenidad de quiencree y convoca con su solo ejemplo, esposible engendrar a aquellos que seancapaces de grandes deseos y grandesrenuncias. Nuestra pasin es engendrarverdaderos hijos de esa Verdad, aunqueestemos ausentes de proyectosmundanamente ambiciosos.

    Educar, la gran tarea queJess pone en sus manos

    Nos convoca una obra de amor: educar.Educar es dar vida. Pero el amor es exigente.Pide comprometer los mejores recursos, lasganas no ciclotmicas, despertar la pasin ycon paciencia ponerse en camino.

  • Son nuestros colegios mbitos privilegiadosde encuentro interhumano. Cada hombre ymujer es nico, es inalienable eirremplazable; debe ser esa unicidad la queinspire la armonizacin en un plano superiorde las inevitables tensiones de los momentosde crisis. Y son tambin un lugar propiciopara la animacin de una experiencia de vidaorientada al encuentro y a la solidaridad,expresin lo ms acabada posible de lo quees ser comunidad.Que cada persona que se sume al proyectopara ejercer su rol de educador lo haga ensintona plena con el ideario, condisponibilidad a la obra comn, asumiendocon responsabilidad el espacio que se leconfa. Y as cada uno con su peculiaridadhar ms rico el intercambio, sirviendo a unproyecto mayor y perdurable. Proyecto queno es otro que el de Dios para el hombre.Un clima especial debe imperar. Marcado por

  • la bsqueda de la sabidura. Con seriedadacadmica vayan desplegando la rica yvariada informacin cientfica, perofavoreciendo la integracin del saber. Tareamproba que debe ser acompaada por undoble movimiento: ayudar a bucear enprofundidad, desarrollando la capacidad dever ms all, de captar los signos y alusionessumergidas en las cosas y en losacontecimientos; y en todo lo quecorresponda, posibilitar el encuadre y lasntesis con la cosmovisin catlica delmundo y de la historia. Aqu vemos comourgente una mayor cooperacininterdisciplinar entre las ciencias y lateologa, que facilite la contemplacin de lasinfona de la creacin.Queridos educadores: qu grande es la ta-rea que Jess pone en sus manos. Cultivensu personalidad, trasmitan con su ser unestilo, una certidumbre. No sucumban a latentacin de prorratear la Verdad. Que esa

  • suerte de paternidad y maternidad nodescrea de las capacidades de los alumnos,nivelando para abajo por medio del consensonegociador, del pacto demaggico,consintiendo el cotidiano zafar.Hagan amar a Jesucristo. Muestren elesplendor de la verdad que aparece, para elque sabe ver, emergiendo de cada rincn dela naturaleza o de las obras de los hombres.Forjen ideas luminosas para que,apropindoselas, orienten a los jvenes ynios por los campos de la vida. Ayuden agenerar lazos y vnculos con personas, ideasy lugares, porque se crece alimentandopertenencias.Reconcliense con el esfuerzo pormantenerse de pie, superando los tropiezos.Ten-gan pasin por la Verdad, el Bien y laBelleza. No caigan en la tentacin delfacilismo que los hace dbiles. Sepan que, enuna existencia sin trascendencia, las cosas se

  • vuelven dolos y los dolos degeneran endemonios que asolan y devoran a los mismosque pretendan disfrutarlas.Queridos directivos y todos aquellos quetienen responsabilidades de conduccin: mismejores deseos para la gestin de ustedes,que tanto significa para la marcha de suscentros. A veces la carga se torna pesada. Noestn solos. Cuiden con amor e idoneidad decada uno y del conjunto, y sentirn a su vezla suavidad de una Presencia que lossostendr y animar a ustedes.Estn atentos al alimento que reparten ensus casas. No hay mejor memoria que la deun alumno agradecido.Con la fuerza que viene de lo alto, con todomi afecto, quiero desearles a todos losmiembros de nuestras comunidadeseducativas con el Apstol: En fin, mishermanos, todo lo que es verdadero y noble,todo lo que es justo y puro, todo lo que es

  • amable y digno de honra, todo lo que hayade virtuoso y merecedor de alabanza, debeser el objeto de sus pensamientos. Pongan enprctica lo que han aprendido y recibido,...,y el Dios de la paz estar con ustedes (Flp 4,8-9).

    Clave de lectura para trabajara solas o en grupo

    Las preguntas que siguen se

  • proponen estimular la reflexin y larevisin de vida de nuestrascomunidades educativas de susactores (docentes y directivos), apartir de los textos.

    ReflexionamosEl diccionario define el trminonaufragio como la prdida de laembarcacin en el mar, como unasituacin que ofrece peligro a losnavegantes y, por extensin, comola ruina completa. Qu elementos expresan en lasociedad esta situacin denaufragio? En qu se manifiesta dentro demi comunidad educativa?Sugerimos tomar nota y hacer un elencode las respuestas que se van dando, parareleer luego en voz alta.

  • Cmo reacciono frente a estarealidad en la que estoy inserto:Sugerimos pensar la respuesta yresponder con absoluta sinceridad en culde estos casos nos sentimos incluidos,tomando nota de cul es la actitud quepredomina en el grupo.soy pesimista, no creo que nadacambie y ando desalentado?+ soy hipercrtico, todo me duele,me molesta y quisiera huir de lasituacin+ porque siento que no puedoresolver los conflictos que plantea?soy optimista ciego, que niego todacrtica y trato de avanzar a cualquierprecio?+ me adapto y me conformo?+ Leemos

  • Recibirn la fuerza del EsprituSanto que descender sobreustedes, y sern mis testigos enJerusaln, en toda Judea ySamara, y hasta los confines de latierra.Hechos de los Apstoles 1,8

    PensamosLo que falta muchas veces a loscatlicos que trabajan en la escuela,en el fondo es, quizs, una claraconciencia de la identidad de laEs-cuela Catlica misma y laaudacia para asumir todas lasconsecuencias que derivan de sudiferencia respecto de otrasescuelas.La Escuela Catlica V,66

  • Revisamos nuestra tarea Como educadores catlicos, nossentimos Testigos de Resurreccinen el mundo presente? S? No?Por qu? Desde la curricula de la disciplinaque enseamos y desde el proyectoeducativo institucional que nosconduce:+ en qu medida estimulamos elejercicio de la memoria de nuestrastradiciones ms profundas y denuestra historia como pueblo, comonacin?Si no lo hacemos, dispongmonos aconfeccionar alguna propuesta concretaque se aplique a los contenidos deenseanza o al proyecto institucional. Qu lugar ocupan los valores ennuestra accin educativa? Desde dnde resolvemos los

  • conflictos que se plantean o nosplantean nuestros alumnos enbsqueda de solucin:+ desde el Evangelio?+ desde la tica de la opininpblica?+ desde una posicin personal,subjeti vista, fundamentada en elyo creo que...? Estimulamos desde nuestrasctedras preocupacin ycompromiso con la realidadsociopoltica concreta, alentando laformacin de ciudadanos cristianosy laicos que aporten su visin delmundo y de la historia a la cultura ya los valores locales? Cmo definiramos una culturade comunin?Esta pregunta puede responderse demanera escrita o grfica. Sugerimos

  • un collage con revistas viejas,diarios, etc, o alguna imagen-cartelera. Estamos en sintona plena con elideario de la comunidad a la quepertenecemos S? No? Por qu? Qu actitudes concretaspodemos realizar para mejorarnuestra identificacin y nuestrapertenencia?

    OramosEl Espritu del Seor est sobre m,porque el Seor me ha ungido.l me envi a llevar la buena noticiaa los pobres,a vendar los corazones heridos, aproclamar la liberacin a loscautivos y la libertad a losprisioneros;a proclamar un ao de gracia del

  • Seor,un da de venganza para nuestroDios;a consolar a todos los que estn deduelo, a cambiar su ceniza por unacorona, su ropa de luto por el leode la alegra, y su abatimiento porun canto de alabanza.Ellos sern llamados Encinas dejusticia, Plantacin del Seor, parasu gloria.....Su descendencia ser conocidaentre las naciones,y sus vstagos, en medio de lospueblos: todos los que los vean,reconocern que son la estirpebendecida por el Seor.Isaas 61,1-3.9

  • 2Recuperar la memoria de

    pertenenciaal santo Pueblo deDios

  • Comunidad educativa:Pequea Iglesia

    Una Comunidad Educativa es una pe-queaiglesia, mayor que la familia y menor que laIglesia diocesana. En ella se vive y se con-vive. En ella peregrinamos, como hijos yhermanos, hacia la eternidad.Hoy, ms que nunca, las preguntas que noshacemos sobre las cualidades de nuestraaccin educativa resultan difciles y tenemosel peligro de enredarnos en los mismosplanteos que nos llevan a buscar la fidelidaden el cumplimiento de nuestra misin.Porque es un desafo entender que laconstruccin del mundo segn el designio deDios es un as-pecto esencial del anuncioevanglico (Juan Pablo II, 22-4-93). Es tan

  • importante este asunto que no podemospermitirnos ningn tipo de improvisacin. Ylo mismo sucede con las diversas opcionesque habremos de tomar en nuestra accinpastoral.Cuando Pablo VI nos hablaba del esfuerzoorientado al anuncio del Evangelio a loshombres de nuestro tiempo, nos sealabauna de las realidades nuestras ms notorias:exaltados por la esperanza, pero a la vezperturbados con frecuencia por el temor y laangustia (EN 1). Temores y angustias quenos acosan desde el afuera socio-econmicoy cultural, pero que tambin arraigan ennuestra interioridad y en lo ntimo denuestro ncleo familiar. Esperanzas ytemores se entrelazan incluso en nuestravida de educadores en medio de lasincertidumbres es-pecficas de esta labor enlos momentos en que hemos de decidir pormodalidades de nuestro trabajo. No podemosarriesgarnos a decidir sin el discernimiento

  • de esos temores y esperanzas, porque lo quese nos pide es nada menos que en estostiempos de incertidumbre y malestarcumplamos (nuestra tarea) con crecienteamor, celo y alegra (EN 1), y esto no seimprovisa.Para nosotros, hombres y mujeres de Iglesia,este planteo trasciende cualitativamente todavisin de las ciencias positivas, apelando auna visin original, a la misma originalidaddel Evangelio. Reencontrarnos y consolarnoscon la comunicacin de nuestra comn fe(Rm 1,12), abrevar nuestro corazn deapstoles en ella precisamente pararecuperar la coherencia de nuestra misin, lacohesin como cuerpo, la consonancia denuestro pensar con nuestro sentir y nuestrohacer.

    Hacer memoria

  • El hacer memoria, en sentido bblico, va msall del mero agradecimiento por todo lorecibido; quiere ensearnos a tener msamor; quiere confirmarnos en el caminoemprendido. La memoria como gracia de lapresencia del Seor a lo largo de la vida. Lamemoria del pasado que nos acompaa, nocomo un peso bruto, sino como un hechointerpretado a la luz de la concienciapresente.No se puede educar desgajados de la me-moria. Pidamos pues la gracia de recuperarla memoria: memoria de nuestro caminopersonal, memoria del modo cmo nos buscel Seor, memoria de mi familia religiosa,memoria de nuestra comunidad educativa,memoria de pueblo . . . Mirar hacia atrs esdespertarnos para percibir con ms fuerza lapalabra de Dios: Traigan a la memoria losdas pasados, en que despus de seriluminados, hubieron de soportar un duro ydoloroso combate... No pierdan ahora su

  • confianza (Hb 10,32ss). Acurdense de susdirigentes, que les anunciaron la palabra deDios, y considerando el final de su vida,imiten su fe (Hb 13,7). Esta memoria quenos salva de dejarnos seducir por doctrinasvarias y extraas (Hb 13,9), esta memorianos fortalece el corazn.La memoria de los pueblos. Los pueblostienen memoria, como las personas. Lahumanidad tambin tiene su memoriacomn. Un viejo Pastor contaba que en unpueblo de su dicesis encontr a un indiorezando tremendamente concentrado.Estuvo mucho tiempo as; al obispo le llamla atencin y le pregunt qu rezaba. Elcatecismo, contest el indio. Era elcatecismo de Santo Toribio de Mogrovejo. Lamemoria de los pueblos no es unacomputadora sino un corazn. Los pueblos,como Mara, guardan las cosas en sucorazn.

  • La alianza del pueblo de Salta con el Seordel Milagro, el Tincunaco, en fin, todas lasmanifestaciones religiosas del pueblo fiel,son una eclosin espontnea de su memoriacolectiva. All est todo: el espaol y el indio,el misionero y el conquistador, elpoblamiento espaol y el mestizaje. Lomismo pasa aqu en Buenos Aires... el puntode unin es siempre el mismo: la Virgencita,smbolo de la unidad espiritual de nuestraNacin.Porque la memoria es una potencia unitiva eintegradora. As como el entendimientolibrado a sus propias fuerzas desbarranca, lamemoria viene a ser el ncleo vital de unafamilia o de un pueblo. Una familia sin me-moria no merece el nombre de tal. Unafamilia que no respeta y atiende a susabuelos, que son su memoria viva, es unafamilia desintegrada; pero una familia y unpueblo que se recuerdan son una familia yun pueblo de porvenir.

  • La humanidad entera tiene su memoriacomn. El recuerdo de la lucha ancestralentre el bien y el mal. La lucha eterna entreMiguel y la Serpiente, la serpiente antigua(Ap 12,7-9) que ha sido vencida para siempre,pero que resurge como enemigo de naturahumana. Esa es la memoria de la Huma-nidad, el acervo comn de todos los pueblosy la revelacin de Dios a Israel. Porque lahistoria humana es una larga contiendaentre la gracia y el pecado, pero esa memoriacomn tiene su rostro concreto: el rostro delos hombres de nuestros pueblos. Sonhombres annimos y sus nombres noquedaron grabados en los libros de historia.En sus rostros estar quizs el sufrimiento yla postergacin, pero su dignidadinexpresable con palabras nos est hablandode un pueblo con historia, con memoriacomn. Sabe Dios que dejaron huella entrenosotros, que llega hasta el hoy. Es el pueblofiel de Dios.

  • No permitamos que intenten menguar odesvirtuar esa memoria vigorosa, desde laslites divorciadas de la realidad. Sino, muypor el contrario, acudamos a esas riqusimasreservas morales y religiosas del pueblo fielde Dios, para sanear y nutrir nuestrasinstituciones.La memoria de la Iglesia. Es la Pasin delSeor. La Eucarista es el recuerdo de la pa-sin del Seor. All est el triunfo. El olvidode esta verdad ha hecho a veces aparecer a laIglesia como triunfalista, pero laresurreccin no se entiende sin la cruz. En lacruz est la historia del mundo: la gracia y elpecado, la misericordia y el arrepentimiento,el bien y el mal, el tiempo y la eternidad.En los odos de la Iglesia resuena la voz deDios, expresada por su Profeta: no temas,porque yo te he rescatado... y te volver arescatar (Is 43,1-21). S valiente y firme...Yav tu Dios est contigo; no te dejar ni te

  • abandonar... No temas, pues, ni te asustes(Dt 31,6-7). El recuerdo de la salvacin deDios, del camino ya recorrido, da fuerzaspara el futuro. Por la memoria, la Iglesiatestifica la salvacin de Dios.El pueblo de Dios fue probado en el caminodel desierto. All fue guiado por Dios comoun hijo por su padre. El consejo delDeuteronomio es siempre el mismo de todala Escritura: Acurdate del caminorecorrido, y date cuenta (Dt 8,2-6). Nadiees capaz de entender nada si no es capaz derecordar bien, si le falla la memoria. Tencuidado y fjate bien. No vayas a olvidarte deestas co-sas que tus ojos han visto ni dejesnunca que se aparten de tu corazn. Por elcontrario, ensaselas a tus hijos y a loshijos de tus hi-jos (Dt 4,9). Nuestro Dios esceloso de nuestro recuerdo para con l, tanceloso que a la menor seal dearrepentimiento se vuelve misericordioso:no olvida la alianza que jur a nuestros

  • Padres.Por el contrario, el que no tiene memoria seafinca en los dolos, en la novedad de loefmero, de la moda. Adorar dolos es elcastigo inherente a quienes olvidan (Dt 4,25-31). Nos sobreviene la esclavitud: por nohaber servido con gozo y alegra de corazn aYav, tu Dios, cuando nada te faltaba, sersesclavo de tu enemigo (Dt 28,47).Solamente el re-cuerdo nos hace descubrir aDios en medio de nosotros y nos haceentender que toda so-lucin salvadora fuerade Dios es un dolo (Dt 6,14-15; 7,17-26).La Iglesia recuerda las misericordias de Diosy por esto trata de ser fiel a la ley. Los diezmandamientos que enseamos a nuestroschicos en la catequesis son la otra cara de laalianza, la cara legal para poner marcoshumanos a la misericordia de Dios. Cuandoel pueblo fue sacado de Egipto, all recibi lagracia. Y la ley es el complemento de la

  • gracia recibida, la otra cara de una mismamoneda. Los mandamientos son frutos delrecuerdo, y por eso han de transmitirse degeneracin en generacin: Tal vez un da tuhijo te pregunte: Qu son estos preceptos,mandamientos y normas que Yav les haordenado? T responders a tu hijo:Nosotros ramos esclavos de Faran enEgipto y Yav nos sac de Egipto con manofuerte... para conducirnos a la tierra queprometi a nuestros pa-dres. Yav nosmand poner en prctica todos estospreceptos y temerle a l, nuestro Dios. Asseremos felices y nos har vivir como hastahoy (Dt 6,20-25).

    Nuestra fe, la fe de un pueblocomo tesoro

    Se impone encontrarnos con nuestra fe, conla fe de nuestros padres, que es en s misma

  • liberadora sin necesidad de aadirle ningnaditamento, ningn calificativo. Es el ncleode nuestra identidad personal y comunitaria.Esa fe que nos hace justos ante el Padre quenos cre, ante el Hijo que nos redimi y lla-m a su seguimiento, ante el Espritu queacta directamente en nuestros corazones.Esta fe que a la hora de optar pordecisiones concretas nos llevar, bajo launcin del Espritu, a un conocimiento clarode los lmites de nuestro aporte, a serinteligentes y sagaces en los medios queutilicemos; en fin, nos conducir a la eficaciaevanglica tan lejana de la inoperancia comodel invento fcil.Nuestra fe es revolucionaria, es fundante ens misma. Es una fe combativa, pero no conla combatividad de cualquier escaramuza, si-no con la de un proyecto discernido bajo lagua del Espritu para un mayor servicio a laIglesia y al mundo. Y por otro lado, elpotencial liberador le viene no de ideologas

  • sino precisamente de su contacto con losanto: es hierofnica.Por lo mismo que la fe es tan revolucionariaser continuamente tentada por el enemigo,aparentemente no para destruirla sino paradebilitarla, hacerla inoperante, apartarla delcontacto con el Santo, con el Seor de toda fey toda vida. Y entonces vienen las posturasque, en teora, nos parecen tan lejanas, peroque si examinamos nuestra prctica lasveremos escondidas en nuestros corazones.Esas posturas simplistas que nos eximen dela carga dura y constante del llevar adelante,da a da, la vocacin y la misin. Revisemosalgunas tentaciones.Una de las tentaciones ms serias que apartanuestro contacto con el Seor es elsentimiento de desaliento. Frente a una fecombativa por definicin, el enemigo, bajongel de luz, sembrar las semillas delpesimismo. Nadie puede emprender ninguna

  • lucha si de antemano no confa plenamenteen el triunfo. El que comienza sin confiar,perdi de antemano la mitad de la batalla. Eltriunfo cristiano es siempre una cruz, perouna cruz bandera de victoria.Esta fe combativa la vamos a aprender yalimentar entre los humildes. Que vengan anuestra memoria muchas caras, las caras demucha gente vinculada a nuestrascomunidades. La cara del humilde, la deaquel de una piedad sencilla, es siempre carade triunfo y casi siempre la acompaa unacruz. En cambio, la cara del soberbio essiempre una cara de derrota. No acepta lacruz y quiere una resurreccin fcil. Separalo que Dios ha unido. Quiere ser como Dios.El espritu de derrota nos tienta aembarcarnos en causas perdedoras. Estausente de l la ternura combativa que tienela seriedad de un nio al santiguarse o laprofundidad de una viejita al rezar sus

  • oraciones. Eso es fe y esa es la vacuna contrael espritu de derrota y de desaliento (1 Jn4,4; 5,4-5).Otra tentacin es querer separar antes detiempo el trigo y la cizaa. La contemplacinde la historia de la salvacin nos da sentidodel tiempo, porque no se puede forzar nin-gn proceso humano. Y la vida es as: lo pu-ro no est slo en Dios, tambin hay purezaentre los hombres. Y Dios no es un Dioslejano que no se mete en el mundo. Lasestructuras de este mundo no sonnicamente pe-cadoras. Eso esmaniquesmo. El trigo y la cizaa crecernjuntos y nuestra humilde mi-sin quiz seams bien proteger como pa-dres al trigo,dejando a los ngeles la siega de la cizaa.Otra tentacin es privilegiar los valores delcerebro sobre los valores del corazn. No esas. Solamente el corazn une e integra. Elentendimiento sin el sentir piadoso tiende a

  • dividir. El corazn une la idea con la realidad,el tiempo con el espacio, la vida con lamuerte y con la eternidad.La tentacin est en desubicar elentendimiento del lugar donde lo puso DiosNuestro Seor. No cre Dios elentendimiento humano para constituirse enjuez de todas las co-sas. Es una luz prestada,un reflejo. Nuestro entendimiento no es laluz del mundo; muy corto se queda cuandose encapsula y se cierra a la luz de la fe. Lopeor que le puede pasar a un ser humano esdejarse arrastrar inadecuadamente por lasluces de la razn. Se convertir en unintelectual ignorante.Otra tentacin est en avergonzarse de la fe.A la fe hay que pedirla. Dios nos guarde deno ser pedigeos con l y con sus santos.Negar que la oracin de peticin sea por na-turaleza superior a las otras oraciones es lasoberbia ms refinada. Slo cuando somos

  • pedigeos nos reconocemos creaturas.Cuando no nos arrodillamos ante la fe delhumilde y no nos dejamos ensear y cuandono sabemos pedir, entonces empezamos adecir que lo que salva es la pura fe, una fevaca, pero una fe seca de toda religin, detoda piedad. Entonces no interpretamos loreligioso, y el intelecto marcha a la deriva desus pocas luces. All es donde caemos enexplicar la verdadera fe con slogans nacidosde ideologas culturales. Lo importante espercibir dentro de estas formulacionesconcretas, donde a la fe se la reduce, se lapone en segundo orden, se la esconde, quehay all una confesin de debilidad: ladebilidad del que no cree que su fe puedemover montaas, la debilidad de laineficacia. El fuerte en la fe sabe dnde eseficaz, dnde se vence al Maligno (1 Jn 2, 14).Y otra tentacin consiste en olvidar que eltodo es superior a la parte. Procuremossentir hondamente nuestra pertenencia al

  • Cuerpo de la Santa Madre Iglesia, la Esposadel Seor, a la que debemos amar ymantener unida.En nuestra reflexin, en cuanto padres ydocentes, debemos pensar en que no basta laverdad, sino sta en caridad, edificando launidad de la Iglesia. No sea que poradherirnos a los mejores programasolvidemos al cuerpo. Una actitudinsoslayable, de justicia, es salvar a loshombres del cisma y de la atomizacin,ayudndolos a mayor comunin y unidadcon la Madre Iglesia, recordando siempreque la unidad es superior al conflicto.Quizs en estas reflexiones, buscandorecuperar la fe de nuestros padres para darlainclume y fecunda a nuestros hijos,convenga recordar la imagen catlica denuestro Dios. No es el que est ausente. Es elPadre que acompaa el crecimiento, el pande cada da que alimenta, el misericordioso

  • que acompaa en los momentos en que aestos hijos suyos los usa el enemigo. ElPadre que no le da a su hijo lo que pide, si noconviene, pero siempre lo acaricia. Esto esaceptar que nuestro Dios se expresalimitadamente . . . y consiguientemente esaceptar los limites de nuestra expresinpastoral (tan lejanos de la concepcin dequien tiene la llave del mundo, que no sabede espera ni de trabajo, que vive de traccin ahisterias e ilusiones).Jess, que proclama que Dios se expresalimitadamente en su encarnacin, quisocompartir la vida de los hombres, y esto esredencin. Lo que nos salv no fue slo lamuerte y resurreccin de Cristo, sino Cristoencarnado, nacido, ayunando, predicando,curando, muriendo y resucitando. Losmilagros, los consuelos, las palabras de Jessson salvadores. Porque quiso ensearnosque las sntesis se hacen, no vienen hechas;que servir al santo pueblo fiel de Dios es

  • acompaarlo anunciando la salvacin da ada, y no andar perdindonos mirandocspides inalcanzables para las que nifuerzas tenemos.

    Somos un pueblo conproyecto

    En fin, resumiendo, hay dos proyectos: el denuestra fe, que reconoce a Dios como Padre,y hay justicia y hay hermanos. Y otroproyecto, el que engaosamente nos pone elenemigo, que es el del Dios ausente, la leydel ms fuerte, o el del relativismo sinbrjula A cul le hago el juego? Soy capazde discernirlos? Soy capaz de discutir con elproyecto que no es de Dios?. Y si me doycuenta de que no soy capaz, entonces, tengola sagacidad suficiente de defenderme?Y por eso nuestra identidad como hombresde fe est dada por la pertenencia a un

  • cuerpo y no por la afirmacin de nuestraconciencia aislada. El bautismo significapertenecer a la Iglesia institucional. Se es enla medida que se pertenece. Y, por tanto, elcomportamiento religioso de pertenenciams que buscar la satisfaccin de unmomento individual de mi conciencia,buscar adherir a los smbolos unitivos: laVirgen, los Santos... Y aqu un paso ms,nuestra fe ser combativa con unacombatividad consciente del enemigo a finde defender a todo el cuerpo (no ya slo a mmismo).Todo esto nos da una nota de realismo: seconoce por lo que se lucha, y en la medida enque no se sabe por qu se lucha se vadirectamente a la prdida. Los primerosevangelizadores le dieron al indio en Amricael saber por qu luchar. Nuestro trabajo deformadores docentes y padres no debedescuidar este aspecto de nuestra fe:ayudarlos en la sagacidad de saber por qu

  • luchar.Junto a este sentido de lo combativo dijimosque nuestra fe tiene su dimensinhierofnica: el contacto con lo santo. Sedistingue del sacramentalismo mgico. Es laconfianza profunda en el poder de Dios quese hace historia a travs del signosacramental. Es actualizar la gracia especficade la Encarnacin: ese contacto fsico con elSeor que pasa haciendo el bien y sanando atodos.La tctica del enemigo consistir en ahogarlo combativo y ahogar lo hierofnico, a fin deque nuestra fe resulte indisciplinada eirrespetuosa. Porque disciplina y respeto sonconsecuencias directas de nuestra fe; y pordisciplina y respeto debemos ver cual es elterritorio mejor que tenemos para nuestrapropuesta evangelizadora, para nuestroservicio de la fe en y desde la educacin, paranuestra promocin de la justicia.

  • Unidos hacia la renovacin

    Ojal que el Seor nos haga entender y sentirque la evangelizacin no es algofacultativo... es algo necesario. Es nico. Queno puede ser reemplazado. Que no admiteindiferencia ni sincretismo ni acomodos.Que representa la belleza de la Revelacin, ylleva consigo una sabidura que no es de estemundo. Que es capaz de suscitar por Smismo la fe, una fe que tiene su fundamentoen la potencia de Dios. Que entendamos quemerece que nosotros, apstoles, ledediquemos todo nuestro tiempo, todasnuestras energas, y que si es necesario leconsagremos nuestra propia vida (EN 5). Lamemoria nos une a una tradicin, a unanorma, a una ley viva e inscripta en elcorazn. Aten estas palabras a sus manos . .. (Dt 11,1-32). As como Dios tiene atado ensu corazn y en todo su ser el regalo, elproyecto de salvacin. La base del ejercicio

  • de la Iglesia y de cada uno de nosotros en elrecuerdo consiste precisamente en estaseguridad: Soy recordado por el Seor; l metiene atado en su amor.Y la memoria es una gracia que debemospedir. Es tan fcil olvidar, sobre todo cuandoestamos satisfechos No te olvides deYav. Cuando hayas comido y te hayassaciado no te olvides de Yav que te sac deEgipto, donde eras esclavo (Dt 6,10-12).Pedir la gracia de la memoria para saberelegir bien entre la vida y la muerte: Miraque te he ofrecido en este da el bien y la vidapor una parte, y por la otra el mal y lamuerte.. . (Dt 30,15-20). Esa eleccincotidiana que debemos hacer entre el Seor ylos dolos. Y esa memoria tambin nos harmisericordiosos porque oiremos en nuestrocorazn esa gran verdad: Acurdate de quet tambin fuiste esclavo en la tierra deEgipto (Dt 15,15).

  • La Virgen Madre, la que guardaba todas lascosas en su corazn, nos ensear la graciade la memoria. Sepamos pedrsela conhumildad. Ella, sabr hablarnos en la lenguamaterna, en la lengua de nuestros padres, laque aprendimos a balbucear en los primerosaos. Que nunca nos falte el cario y laternura de Mara que nos susurre al odo laPalabra de Dios en ese lenguaje de familia.Muy queridos directivos, religiosos,religiosas, sacerdotes, docentes de todos losniveles: Los ani-mo a que, en medio de laspiedras que el Diablo nos pone en el caminocomo suena el decir popular, recuperen lamemoria de pertenencia al Santo pueblo fielde Dios, re-cuperen las reservas religiosasque hemos mamado desde chicos y estn enlas entraas de nuestro pueblo, para que laVida del Re-sucitado haga nuevo cadacorazn y renueve cada colegio, hacindonoscapaces de mantener lo perenne y eliminar loobsoleto.A continuar con ardor esa

  • magnfica tarea educativa de la Iglesia, enestas orillas del Ro de la Plata, que no estlejos de alcanzar los cuatro siglos depresencia y de servicio!

    Clave de lectura para trabajara solas o en grupo

    Reflexionamos Contagio a mis hermanos en la fe en Dios

  • Padre Todopoderoso, siendo consciente deque confirmo de esta manera el proyecto delDios justo y bueno? Creo en lo revolucionario de la ternura yel cario cada vez que miro a la Virgen ohablo sobre ella? Estoy convencido de que la calidez dehogar tiene sentido en nuestro proyecto deaula? Soy pedigeo frente a Dios Padre,reconocindolo como Padre, todopoderoso,amoroso en el cuidado de su pueblo fiel, delque quiero ser parte? Tengo conciencia de pertenecer a laIglesia y la expreso en mi participacin de lavida comunitaria? Tengo conciencia de mi pecado, deseoconvertirme, y vivir segn losmandamientos? O me sientoautosuficiente? Soy fiel al mandato de la Iglesia, que me

  • enva a predicar, no a m mismo o mis ideaspersonales, sino un evangelio del que no soydueo y propietario absolutos para disponerde l a mi gusto, sino ministro paratransmitirlo con suma fidelidad (cf EN 15)? Intento impregnar con la fe toda miaccin en el mbito escolar?

    Leemos

    La noticia que hemos odo de l y quenosotros les anunciamos es sta: Dios es luz,y en l no hay tinieblas. Si decimos queestamos en comunin con l y caminamosen las tinieblas, mentimos y no procedemosconforme a la verdad. Pero si caminamos enla luz, como l mismo est en la luz, estamosen comunin unos con otros y la sangre desu Hijo Jess nos purifica de todo pecado.

    1 Juan 1,5-7

    Pensamos

  • La escuela supone no solamente unaeleccin de valores culturales, sino tambinuna eleccin de valores de vida que debenestar presentes de manera operante. Por eso,ella debe realizarse como una comunidad enla cual se expresan los va-lores por medio deautnticas relaciones interpersonales entrelos diversos miembros que la componen ypor la adhesin, no solo individual, sinocomunitaria, a la visin de la realidad en lacual ella se inspira.

    La Escuela Catlica III,32

    En la sociedad actual... la Iglesia capta lanecesidad urgente de garantizar la presenciadel pensamiento cristiano, puesto que ste,en el caos de las concepciones y de loscomportamientos, constituye un criteriovlido de discernimiento: la referencia aJesucristo ensea de hecho a discernir losvalores que hacen al hombre, y loscontravalores que lo degradan.

  • La Escuela Catlica I,11Revisamos nuestra tarea

    Vivimos realmente nuestra comunidadeducativa como una pequea Iglesia?Evaluemos:Cmo son nuestros vnculos:+ competitivos?+ fraternos?+ comprometidos?+ formales? Qu lugar ocupa la oracin en nuestracomunidad educativa? Cul es nuestro grado de participacin eimplicacin en el proyecto pastoral, en laliturgia y en todos los eventos destinados afortalecer la identidad institucionalreforzando los lazos que nos unen con todoslos miembros de la comunidad? Qu estilo de conduccin tiene nuestracomunidad:

  • + autoritario?+ participativo?+ cooperativo? De qu modo resuelve los conflictosnuestra comunidad:+ a travs del dilogo?+ a travs del anlisis racional de losmismos?+ apelando al principio de autoridad?+ ejercitando una comprensin profunda delas causas para corregirlas?+ privilegiando la funcin y la imagen a laspersonas?+ ponindolos a la luz del Evangelio? Podemos decir que en nuestra comunidadel anuncio evanglico atraviesa comoobjetivo todos los dems objetivos yfunciones, y que stos se dejan transfigurarpor l?

    Hacer una lista de los temores, los

  • prejuicios, las limitaciones y lasincertidumbres que nos impiden hacer dela escuela una comunidad autnticamenteevanglica.

    Cuando hablamos de hacer memoria,cabe preguntarnos no slo si conocemos yvivimos en la fe de la historia de salvacinque ha escrito el Seor de la historia sino,adems, si conocemos y vivimos la historiade la institucin a la que hoy pertenecemos ytenemos conciencia clara de su carismaespecfico para fortalecer nuestra fidelidad al. Qu sabemos de la historia y el carismade esta comunidad educativa? Cules son las cruces que marcan elcaminar de cada uno y de esta comunidad?

    Es importante responder desde lopersonal y desde lo grupal.

    A qu dolos creen que hemos sometidomuchas veces nuestra tarea educativa? (Este es un ejercicio de introspeccinpersonal que puede servir generosamente al

  • crecimiento de la comunidad.) Recuerdecada uno en su corazn algn gesto de suspadres o educadores que haya marcado sucamino en la fe. Escrbanlo y comprtanlo. Piensen en un ejemplo concreto en el quelos haya vencido el desaliento. Qu lugar ocupan los humildes ennuestro proyecto educativo? Es suficiente?Puede ampliarse? En qu circunstancias concretasprevaleci en nuestra tarea la tentacin deseparar el trigo de la cizaa? En la curricula institucional, en la de lasmaterias de enseanza, en la evaluacindocente, qu valores se privilegian? Frente al cuestionamiento de los ni-os ylos jvenes que estn a nuestro cuidado,nuestras respuestas son coherentes connuestra fe y con nuestras convicciones? Qu lugar le damos a la Iglesia en nuestroquehacer educativo:

  • + existe como una referencia crtica?+ existe como experiencia viva?+ no existe?+ existe como una referencia normativa? Definan con sus palabras cmo es y cmodebiera ser la comunidad educativa a la quepertenecen para realizar su identidad. Qu lugar ocupa lo sagrado en nuestroquehacer educativo?

    Conviene definir lo sagrado para noidentificarlo solo con el rito litrgico, lasoraciones o la clase de Catequesis yevaluar tambin su presencia en ladidctica del aula.

    Oramos

    Pueblo mo, escucha mi enseanza,presta atencin a las palabrasde mi boca:yo voy a recitar un poema,

  • a revelar enigmas del pasado.

    Lo que hemos odo y aprendido,lo que nos contaron nuestros padres,no queremos ocultarlo a nuestros hijos,lo narraremos a la prxima generacin:son las glorias del Seor y su poder,las maravillas que l realiz.

    El Seor dio una norma a Jacob,estableci una ley en Israel,y orden a nuestros padresensear estas cosas a sus hijos.As las aprendernlas generaciones futurasy los hijos que nacern despus;y podrn contarlas a sus propios hijos,para que pongan su confianza en Dios,para que no se olviden de sus proezas

  • y observen sus mandamientos.

    Salmo 78,1-7

  • 3Ser portadores de Esperanza

  • Peregrinos o errantes

    Por qu los invito a reflexionar sobre laesperanza? No habr otras cuestiones msactuales, ms inmediatas, ms relevantespara la tarea educativa que nos toca encarar?No estamos en un momento crucial paranuestra ciudad, nuestro pas y nuestra Igle-sia, un momento de proyectos y definicionesque exige ponerse a pensar cuestionesconcretas y urgentsimas? O aun evitando latentacin del inmediatismo, no deberamoscentrar nuestra mirada en las problemticasesenciales que hacen a una definicinsustantiva, no meramente formal, delhombre que queremos formar a travs denuestra tarea educativa? Muchos pensadoresconsideran al tiempo que vivimos como unautntico momento de cambio epocal.No

  • ser en este momento semejanteindagacin, una huida espiritualista, undiscurso vaco, una versin religiosa de ladinmica del avestruz?Estas prevenciones tienen su parte de razn.Con mayor frecuencia de la que quisiramos,los cristianos hemos transformado lasvirtudes teologales en un pretexto paraquedarnos cmodamente instalados en unapobre caricatura de trascendencia,desentendindonos de la dura tarea deconstruir el mundo donde vivimos y dondese juega nuestra salvacin. Es que la fe, laesperanza y la caridad constituyen, pordefinicin, actitudes fundamentales queoperan un salto, un xtasis del hombre haciaDios. Nos trascienden, en verdad. Nos hacentrascender y trascendernos. Y en sureferencia a Dios, presentan una pureza, unresplandor de verdad tal que puedeencandilarnos. Ese deslumbramiento de locontemplado, puede hacernos olvidar que

  • esas mismas virtudes se apoyan en todo unbasamento de realidades humanas, porquees humano el sujeto que as en-cuentra sucamino hacia lo divino. Encan-dilados,podemos quedar distrados sin plan niorientacin hasta golpearnos la cabeza,teniendo que reconocer nuestra realidad detierra que anda, como deca el poeta.Y all, en ese volver a ponernos en caminosin despegar los pies de la tierra para noperder el rumbo hacia el cielo, es donde laesperanza revela su verdadero sentido.Porque si bien su objeto es Dios, lo es enrelacin con el itinerario del hombre hacial. Y, por tanto, esta virtud recorre connosotros todo el camino, desde la cuna haciala tumba y la gloria, desde el pozo delsinsentido y del pecado, pasando por elencuentro gozoso en la oracin que todo lohace brillar, hasta el abrazo definitivo en laternura del que nos funda.

  • Queremos reflexionar, entonces, sobre laesperanza. Pero no sobre una esperanzalight, desvitalizada, separada del drama dela existencia humana. Interrogaremos a laesperanza a partir de los problemas ms hon-dos que nos aquejan y que constituyennuestra lucha cotidiana, en nuestra tareaeducativa, en nuestra convivencia y ennuestra mis-ma interioridad. Le pediremosque nos ayu-de a reconocer lcidamente losdesafos que se nos plantean a la hora deafrontar la responsabilidad por la educacinde las jvenes generaciones, a vivir conmayor intensidad todas las dimensiones denuestra existencia. Deseamos solicitarle queaporte sentido y sustancia a nuestroscompromisos y emprendimientos, aun aaquellos que llevamos con mayor dificultad,casi como una cruz.Porque, por otro lado, qu otra cosa que laesperanza es la sustancia misma del em-peo de todo educador? Qu sentido ten-

  • dra consagrar las propias fuerzas a algocuyos resultados no se ven inmediatamente,si todos esos esfuerzos no estuvieranenhebrados por el hilo invisible perosolidsimo de la esperanza? Ofrecer unosconocimientos, proponer unos valores,despertar unas posibilidades y compartir lapropia fe, son tareas que slo pueden tenerun motivo: la confianza en que esas semillasse desarrollarn y producirn fruto a sutiempo y a su manera. Educar es apostar yaportar al presente y al futuro. Y el futuro esregido por la esperanza.Una reflexin sobre la esperanza con talespretensiones nos lleva, sin duda, a transitarrutas difciles. Entraa encrucijadas en lascuales es necesario echar mano a la sabiduraacumulada que representan las cienciashumanas y la teologa. Y puede adquirir unadureza nada consoladora al obligarnos aenfrentar los lmites de la realidad concreta,del mundo y la nuestra propia. Por eso, lo

  • que aqu se ofrece es, ms que nada, unainvitacin a mirar esa realidad de un modocristiano, es decir, de un modo esperanzado.Si en las comunidades educativas despiertaun deseo de revisar el estilo de nuestramarcha o de profundizar nuestra forma demirar el paisaje que transitamos, habrcumplido parte de su objetivo.

    La crisis como desafo a laesperanza

    No cabe duda de que estamos viviendo untiempo de profundos cambios. Se suele decir:un tiempo de crisis. Este es casi un lugarcomn. Crisis de la educacin, crisiseconmica, crisis ecolgica, crisis moral. Pormo-mentos, las noticias resaltan algunainiciativa exitosa o exhiben novedososdiagnsticos de la situacin, pero pronto laatencin vuelve a esa especie de malestar

  • general que adquiere distintos rostros opretextos. Algunos apuntan a un nivel msfilosfico y hablan de la crisis del hombre ola crisis de la civilizacin.En qu consiste dicha crisis? Tratemos dedescribirla, paso a paso. En primer lugar, setrata de una crisis global. No estamoshablando de asuntos que competen ambitos definidos y parciales de la realidad.Si as fuera, bastaran las recetas simplistasque circulan habitualmente entre nosotros:aqu el problema es la educacin, la culpade todo la tiene la impunidad del delito, sise acaba la corrupcin, se arregla todo. Esevidente que la educacin, la seguridad y latica pblica son demandas urgentes ylegtimas de la sociedad. Pero no se trata slode eso. Si la educacin no termina dearticularse con la realidad social y econmicadel pas, si la corrupcin parece un cncerque todo lo invade, es porque la raz de lacrisis es ms amplia, ms profunda. La

  • economa no es ajena a la poltica, ni sta a latica social. La escuela es parte de un todomucho mayor, y la droga y la violencia tienenque ver con complicados procesoseconmicos, sociales y culturales. Todos losaspectos de la realidad, y la relacin entreellos son los que conforman la crisis.Decir que la crisis es global, entonces, esdirigir la mirada hacia las grandes vigenciasculturales, las creencias ms arraigadas, loscriterios a travs de los cuales la gente opinaque algo es bueno o malo, deseable odescartable. Lo que est en crisis es toda unaforma de entender la realidad y deentendernos a nosotros mismos.En segundo lugar, la crisis es histrica. No esla crisis del hombre como un ser abstractoo universal: es una particular inflexin deldevenir de la civilizacin occidental, quearrastra consigo al planeta entero. Es verdadque en toda poca hay cosas que funcionan

  • mal, cambios que realizar, decisiones quetomar. Pero aqu hablamos de algo ms.Nunca como en esta poca, en los ltimoscuatrocientos aos, se han visto tanradicalmente sacudidas las certezasfundamentales que hacen a la vida de losseres humanos. Con gran potenciadestructiva se muestran las tendenciasnegativas. Pensemos solamente en eldeterioro del medio ambiente, en losdesequilibrios sociales, en la terriblecapacidad de las armas. Tampoco han sidonunca tan poderosos los medios deinformacin, comunicacin y transporte, conlo que esto tiene de negativo (la pormomentos compulsiva uniformacincultural, de la mano de la expansin delconsumismo), pero sobre todo de positivo: laposibilidad de contar con medios poderosospara el debate, el encuentro y el dilogo,junto a la bsqueda de soluciones.Lo que cambia, entonces, no es slo la

  • economa, las comunicaciones o la relacinde fuerzas entre los factores mundiales depoder, sino el modo en que la humanidadllevaadelante su existencia en el mundo. Y estoafecta tanto a la poltica como a la vidacotidiana, a los hbitos de alimentacincomo a la religin, a las expectativascolectivas como a la familia y el sexo, a larelacin entre las diversas generacionescomo a la experiencia del espacio y el tiempo.Para ayudar a visualizar las verdaderasdimensiones del desafo ante el cual nosencontramos, haremos un rpido repaso aalgunas cuestiones que habitualmente sepresentan como marcando el paso delcambio de siglo, sealando al mismo tiemposu incidencia en nuestra tarea educativa, ysin olvidar las caracterizaciones aportadas enlos anteriores mensajes a los colegios:

    1. Los avances tecnolgicos

  • (informtica, robtica, nuevosmateriales...) han modificadoprofundamente las formas deproduccin. Hoy no se consideratan importante la mano de obracomo la inversin en tecnologa,comunicaciones y desarrollo delconocimiento (de las nuevastcnicas, de las nuevas formas detrabajo, de la relacin entreproduccin y consumo). Esto traeobviamente, importantes cambiossociales y culturales. Y entraa unim-portante desafo para loseducadores.2. La economa se ha mundializado.El capital no reconoce fronteras: seproduce por segmentos, en distintoslugares del mundo, y se vende en unmercado tambin mundializado.Todo esto tiene tambin serias

  • consecuencias en el mercadolaboral y en el imaginario social.3. Los desequilibriosinternacionales y sociales tienden aprofundizarse: los ricos son cadavez ms ricos y los pobres, cada vezms pobres; y esto de un modo cadavez ms acelerado. Continentesenteros son excluidos del mercado,y grandes sectores de la poblacin(incluso de los pases desarrollados)quedan fuera del circuito de bienesmateriales y simblicos de lasociedad.4. En todo el mundo crece eldesempleo, no ya como problemacoyuntural sino ms bienestructural. La economa actual nocontempla la posibilidad de quetodos tengan un trabajo digno.Sectores enteros de trabajadores, en

  • la misma dinmica, se proletarizan.Entre otros, los de la educacin.5. Se agrava el problema ecolgico.El medio ambiente se deteriorarpidamente, se agotan los recursosenergticos tradicionales, el actualmodelo de desarrollo se revelaincompatible con la preservacindel ecosistema.6. Caen los totalitarismos y se da entodo el mundo una ola dedemocratizacin que no parece sercoyuntural. Junto con ello,asistimos a un fuerte proceso dedesmilitarizacin, con el fin de laGuerra Fra y el desarme nuclear ycon la cada de los regmenesmilitares en distintos lugares delmundo. Pero, al mismo tiempo,resurgen los nacionalismos y laxenofobia, dando lugar a graves

  • hechos de violencia social y racial eincluso a cruentas guerras civiles eintertnicas. Y sabemos porexperiencia que los problemasescolares debidos a cuestiones dediscriminacin tnica, nacional osocial no son slo patrimonio deotras latitudes.7. Los grandes partidos polticospierden vigencia y representatividado perciben un debilitamiento de lasmismas. Se da en las sociedades unafuerte crisis de participacin (lagente se desinteresa de la poltica) yde representacin (aparecenmuchos que no se sientenrepresentados por las estructurastradicionales). Surgen, enconsecuencia, nuevos actores yformas de participacin social,ligadas a reivindicaciones ms

  • parciales: medio ambiente,problemas vecinales, cuestionestnicas o culturales, derechos hu-manos, derechos de las minoras...8. Los avances tecnolgicosproducen una verdadera revolucininformtica y multimeditica. Estotrae importantsimas consecuenciasno slo econmicas y co-merciales,sino tambin culturales. Ya no hacefalta moverse del hogar para estaren contacto con todo el mundo, entiempo real. La realidad virtualabre nuevas puertas para lacreatividad y la educacin, ytambin cuestiona las formastradicionales de comunicacin conserias implicancias antropolgicas.A los educadores se les plantea laencrucijada de tratar de estar al dacon los pobres recursos con que

  • muchas veces cuentan o aceptarresignadamente que los avances noson para todos. Muchos niospodrn aprovechar las ventajas deInternet, pero muchos otrosseguirn sin tener acceso alconocimiento (e incluso alreconocimiento como ciudadanosiguales, ms all de la formalidaddel DNI y el voto).9. Contina y se profundiza elproceso de transformacin delpapel social, familiar y laboral de lamujer. Su nuevo modo de in-sercintrae consigo grandes cambios en laestructura de la sociedad y de lavida familiar.10. La ciencia y la tcnica abren laspuertas de la revolucin bio-tecnolgica y la manipulacingentica: En poco tiempo ms se

  • podr modificar la reproduccinhumana, casi a pedido de losindividuos o de las necesidades delas sociedades, profundizando laactual prctica de modelar el cuerpoy la personalidad por mediostcnicos.11. Lejos de desaparecer, la religinadquiere nuevas fuerzas en elmundo actual. Aunque, adems,vuelven a cobrar vi-gencia prcticasmgicas que parecan superadas; sepopularizan concepciones de tipomstico antes circunscriptas aculturas tradicionales. Al mismotiempo, se radicalizan algunasposturas fundamentalistas, tanto enel Islam como en el cristianismo yel judasmo.

    Cada uno de estos puntos podra ser objetode un extenso tratamiento, y seguramente

  • apareceran ms desafos para los cuales notenemos respuestas definidas y ni siquierauna somera opinin formada. No hace faltainsistir en las consecuencias que estasprofundas mutaciones tienen en losindividuos, las comunidades y lasorganizaciones. C-mo nos paramos, comocomunidad cristiana, como comunidadeducativa, ante conflictos tan enormes yespinosos como los que acabamos depuntear? Nuestra reflexin sobre laesperanza nos llevar ahora a tratar deabrirnos paso por entre medio de caminosequvocos: un discernimiento de las diversasactitudes que pueden darse entre nosotrosante estos desafos.

    Abrindonos camino hacia laesperanza

    En primer lugar, hay quienes desarrollan una

  • actitud ingenuamente optimista ante loscambios. Suponen que la humanidadsiempre avanza hacia adelante (todo lonuevo es siempre mejor), y se apoyan endiversos datos para certificar suoptimismo: las posibilidades que ofrece larevolucin informtica, las predicciones delos gures del primer mundo, las nuevasformas de organizacin empresarial, el fin delos conflictos ideolgicos...Consideran que los grandes desequilibriossociales e internacionales sernexitosamente superados profundizando elrumbo actual. La tecnologa resolver, sinduda, los problemas del hambre y laenfermedad. La crisis ecolgica sercontrolable aplicando nuevas recetastcnicas. La escuela es, as, el lugar dondetodos estos avances se ofrecen a las nuevasgeneraciones, que sin duda sabrnaprovecharlos para bien de todos. Casiestamos escuchando a los ilustrados de

  • siglos pasados.Qu decir ante esta postura? Por un lado, sucreencia bsica carece de todo fundamentoserio: nada nos garantiza que haya unprogreso ascendente en la historia humana.Puede haber, s, mejoras diversas endistintos campos. Pero, de hecho, muchosdatos, como la crisis ecolgica y laaparentemente atenuada (para siempre?)posibilidad de un holocausto nuclear, nosllenan de alarma ms que de confianza. Lasexperiencias terribles de este siglo, adems,nos aleccionan acerca de la enormecapacidad de irracionalidad yautodestruccin que posee la especiehumana. La civilizacin ha resultado serbastante brbara.Sorprende la admirable capacidad de estapostura, para cerrar los ojos a los aspectosnegativos (que no son pocos, como hemosvisto) del progreso cientfico-tecnolgico o a

  • los serios lmites que exhiben las diversasformas de organizacin poltica y social; a lavez que exhibe una confianza plena enfuerzas impersonales e indeterminadas,como el mercado, adjudicndole capacidadpara procurar el bien de todos.Se combina con la pose autosuficiente, seade un individuo, un grupo o un estado. Noespera ms que en s. Impone las reglas deljuego. Incapaz de percibir la propia llaga ypecado, no sabe cmo auxiliar la indigenciaajena. Es un desfigurar la actitud de serenaconfianza del que conoce sus talentos ylmites, estimando adecuadamente susposibilidades y las del conjunto del que esparte. Porque el hombre puede con sus obrasolvidar su finitud y mortalidad constitutivas.En el ala opuesta, estn quienes adoptan unapostura cerradamente crtica, pesimistafrente a todo proceso de cambio. Ubicndoseafuera del mismo, denuncian sus aspectos

  • ms destructivos, generalizando sus efectosperversos y condenando en bloque todo elmovimiento. Son expertos en descubrirconspiraciones, en deducir consecuenciasnefastas para la humanidad, en detectarcatstrofes. Por analoga con un movimientoespiritual y teolgico del siglo II a. C., estamentalidad suele denominarseapocalptica. Se apoya en una creenciabsica tan endeble como la de la posturaopuesta: los aspectos negativos de lasrealidades histricas son proyectadosimaginativamente hasta su ms terribleposibilidad, y esa imagen es tomada como laexpresin adecuada del proceso histrico.La fobia al cambio hace que quienes tiendena esta actitud no puedan tolerar laincertidumbre y se replieguen ante lospeligros, reales o imaginarios, que todocambio trae consigo. La escuela comobunker que protege de los errores deafuera es la expresin caricaturizada de esta

  • tendencia. Pero esa imagen refleja de unmodo estremecedor lo que experimentanmuchsimos jvenes al egresar de losestablecimientos educativos: una insalvableinadecuacin entre lo que les ensearon y elmundo en el cual les toca vivir.Por supuesto, subyace a esta mentalidad unaconcepcin pesimista de la libertad humanay, en consecuencia, de los procesoshistricos, que quedan casi en manos delmal. Y se llega a una parlisis de lainteligencia y la voluntad. Parlisis depresivay sectaria: no slo se trata de que no haynada por hacer, sino que no se puede hacernada para evitar la catstrofe, salvoabroquelarse en el cada vez ms pequeoncleo de los puros.Tambin se sienten desilusionados con Dios,a quien culpan de que las cosas vayan mal.Se muestran impacientes ante la supuestalentitud del accionar de Dios. Algunos eligen

  • refugiarse tras un muro defensivo,relamiendo su pesar y otros optan porevadirse en gratificaciones oas. Lo mismoocurre cuando se trata de fracasospersonales, que se rodean sin asumirlos nitrascenderlos, pero que van dejandoenredados.Todava podemos encontrar otra actitudigualmente estril: la de aquellos que se dancuenta de la dificultad de la toda accinconcreta y entonces se lavan las manos.Curio-samente, comparten el diagnstico delos pe-simistas en lo que hace a la realidadsocial e histrica, pero le quitan la carga deresentimiento tico: si no se puede mejorarla situacin de la humanidad en su conjunto,hagamos lo que se puede hacer. Ese lo quese puede hacer, por lo general, tiene que vercon actuar en la lnea de los acontecimientosy tendencias dominantes sin analizarlascrticamente o intentar reorientarlasticamente. Esta actitud suele caracterizarse

  • como prag-mtica, porque separa la praxisindividual o histrica de toda consideracintica y espiritual. Necesariamente, tiene queignorar los inocultables reclamos de justicia,humanidad o responsabilidad socialhistrica. Su pesimismo es tan fuerte comoel de la postura anteriormente descripta,pero no lleva a la parlisis, sino a lahipocresa o al cinismo. Tambin en nuestrarealidad educativa, en ocasiones ms atenta acuestiones de caja o a la apariencia deexcelencia que a intentar aportar algo a laconstruccin de una sociedad ms humana.

    Por la senda deldiscernimiento

    Ante estas posturas, la esperanza, que nuncadescarta nada de plano, opta por elaborar uncuidadoso discernimiento que rescate elaspecto de verdad que se da en cada una de

  • estas actitudes, pero encuentre el caminohacia una va ms integral y constructiva. Yeso, por sus propios motivos, que msadelante pondremos de manifiesto.En la realidad actual, hay muchos elementosque, bien orientados, pueden mejorarenormemente la vida de los seres humanossobre la tierra. No cabe duda de que latecnologa ha puesto en nuestras manosinstrumentos poderossimos que puedenservir al hombre. No podemos negar elavance que significan el proceso deemancipacin de la mujer, lascomunicaciones, los aportes de la ciencia enlo que hace a la salud y el bienestar de laspersonas, la ampliacin de horizontes quehan trado los medios de comunicacinsocial a millones de seres humanos queanteriormente slo se movan en el mundoreducido de su comunidad local y su trabajopara subsistir.

  • Del mismo modo, no podemos ignorar in-genuamente los peligros que el actualproceso encierra: deshumanizacin, seriosconflictos sociales e internacionales,exclusin y muerte de multitudes... Elpesimismo de los apocalpticos no esgratuito: en muchos aspectos, y para muchaspersonas, el futuro revela un rostroamenazante. Es muy cierto tambin queresulta difcil que brote una actitud deautntica esperanza en alguien que no hayapadecido la desilusin de lo que deseaba.Y aun as, en algn punto, es necesariohacer de tripas corazn y seguir viviendo,aunque no quede mucho espacio para losideales. Lo mejor es enemigo de lo bueno, yas es como tambin el pragmatismoadquiere su parte de verdad.Qu concluimos de todo esto? Que la es-peranza se presenta, en un primer momento,como la capacidad de sopesar todo y

  • quedarse con lo mejor de cada cosa. Dediscernir. Pero ese discernimiento no esciego o improvisado: se realiza sobre la basede una serie de presupuestos y en orden aunas orientaciones, de carcter tico yespiritual. Implica preguntarse qu es lobueno, qu es lo que deseamos, hacia dndequeremos ir. Incluye un recurso a losvalores, que se apoyan en una cosmovisin.En definitiva, la esperanza se anudafuertemente con la fe. As la esperanza vems lejos, abre a nuevos horizontes, invita aotras honduras.La esperanza sostiene sin ser vista muchasde las esperas humanas, que son a plazo fijo.La esperanza necesita legitimarse conmediaciones eficaces que la acrediten; sonencarnaciones que ya introducen y concretan aunque no agotan los valores ms altos.Aunque tambin hay esperas vanas, que noson conducentes a una humanizacin plena,porque desconocen o atrofian su condicin

  • de ser pensante (y lo reducen al orden de lasensacin o de la materia), niegan sucondicin personal que se realiza en el amary ser amado, y cercenan su abertura alAbsoluto (desdeando su capacidad deadoracin y su ejercicio orante).Por eso, podramos enunciar aquelloscriterios que nos permitan discernir mejor,superando el divorcio entre el hacer y elcreer. A la vez que impedir dejarnos seducirpor los dolos siempre redivivos. Dmosleprioridad: al amor sobre la razn, pero nuncade espaldas a la verdad; al ser sobre el tener;a la accin humana integral sobre la praxistransformadora que privilegia slo laeficacia; a la actitud servicial sobre el hacergratificante; a la vocacin ltima sobre lasmotivaciones penltimas.

    Las races de la esperanza

  • Si la historia no es, como se crea en lostiempos de plena vigencia de los ideales de laModernidad, un progresivo y lineal avancehacia un hipottico reino de la libertad, unamarcha triunfal de la razn, sino que se nospresenta, a quienes vivimos estos difcilestiempos de desencanto, posmodernidad ycambio de siglo, como el escenario dondetranscurre el ambiguo drama humano,drama sin libreto y sin garanta de xito,cul puede ser el fundamento de laesperanza? Y no ya de una esperanzafuerte, sino incluso de la motivacin parasostener un compromiso inmediato, cara acara, pero con frutos diferidos en el tiempo.Se trata de una cuestin ya tematizada porfilsofos y telogos: la consistencia delfuturo como dimensin antropolgica y, enla perspectiva de la fe cristiana, la relacinentre escatologa e historia, entre la esperadel Rei-no y la construccin de la ciudadtemporal. Por supuesto que no entraremos

  • aqu a analizar estas cuestiones,argumentando y exponiendo losfundamentos bblicos, histricos y tericosque llevan a sostener determinadasafirmaciones que son, a esta altura,patrimonio de toda la Iglesia. Simplemente,presentaremos de un modo sencillo algunostemas de nuestra fe que justifican y vivificannuestra esperanza.Para los cristianos, la creencia quefundamenta su postura ante la realidad seapoya en el testimonio del NuevoTestamento, que nos habla de Jesucristo,Dios hecho hombre, que con su resurreccininaugura ya entre nosotros el Reino de Dios.Un Reino no puramente espiritual o interior,sino integral y escatolgico. Capaz de darsentido a toda la historia humana y a todocompromiso en esa historia. Y no desdeafuera, desde un mero imperativo tico oreligioso, sino desde adentro, porque eseReino ya est presente, transformando y

  • orientando la misma historia hacia sucumplimiento pleno en justicia, paz ycomunin de los hombres entre s y conDios, en un mundo futuro transfigurado.En tiempos recientes, existi entre muchoscristianos la sensacin de que esa presenciadel Reino poda generar, mediando elcompromiso histrico, un anticipo real,concreto, de ese mundo nuevo. Una sociedadmejor, ms justa y humana, que vena a seruna especie de primer esbozo o preludio delo que esperamos para el fin de los tiempos.Es ms, se crea que la accin de loscristianos poda verdaderamente adelantarla venida del Reino, dado que el Seor habadejado en nuestras manos la posibilidad decompletar su tarea.Pero las cosas no salieron como se esperaba.Claramente en nuestro pas, pero no soloaqu, los intentos de humanizar la economa,de construir una comunidad ms justa y

  • fraterna, de ampliar los espacios de libertad,bienestar y creatividad, fueron agotndose ydoblegndose ante la arrolladora dinmica deconcentracin del capital que caracterizaestas ltimas dcadas. Al intento deconcretar la utopa lo sigui la resignacin deaceptar los condicionamientos internos yexternos. A la afirmacin de lo deseable lasuplant la re-duccin a lo posible. Laspromesas no se cumplan. Es ms: revelabanhaber sido slo una ilusin... Pensemos si elactual desinters de las generaciones msjvenes por la poltica, o por otros proyectoscolectivos, no tiene que ver con estaexperiencia de frustracin.Pero, ser que el desencanto posmoderno,presente no slo en la poltica sino tambinen la cultura, el arte y la vida cotidiana,arrastra consigo todo atisbo de esperanzafundada en la espera del Reino? O, por elcontrario, la idea del Reino que comienzaentre nosotros, ncleo de la predicacin y

  • accin de Jess, y experiencia ntima pero nointimista entre los creyentes luego de suresurreccin, tiene todava algo que decirnosen estos tiempos? Existe, ms all deaquellas identificaciones tal vez demasiadolineales, alguna relacin entre el mensajeteolgico del Reino y la historia concreta enla cual estamos inmersos y de la cual somosresponsables los hombres?Siempre nos ha resultado sumamenteinspiradora la parbola de la semilla quecrece por s misma (Mc 4,26-29). Pero cadavez se nos hace ms difcil (por experiencia ypor honestidad intelectual) entenderla desdela idea de desarrollo. Jess no estarahablando aqu de que la historia vayamadurando en el tiempo, por la accinoculta del Reino, hasta llegar a su plenitud.Simplemente, porque la idea de uncrecimiento orgnico le era extraa alhombre antiguo. Entre la semilla y el frutono se vea continuidad, sino contraste: un

  • hecho casi milagroso. La parbola de Jessintentaba mostrar el Reino como unarealidad oculta a los ojos humanos, pero queproducir su fruto por la accin de Dios,independientemente de lo que haga elsembrador.Significa esto aceptar una disociacin entreel esfuerzo humano y la accin divina?Justifica una postura de escepticismo opragmatismo? De algn modo, es lo que lepasa a tanta gente en la actualidad. Elindividualismo y el esteticismoposmodernos, cuando no el pragmatismo ycierto cinismo contemporneos, sonresultado de la cada de las certezashistricas, de la prdida de sentido de laaccin humana como constructora de algoobjetiva y concretamente mejor. Tambin enel caso de algunos cristianos, puedeexpresarse en un mero vivir el mo-mento(aunque sea el momento de la experienciaespiritual) esperando pasivamente que el

  • Reino caiga del cielo.Pero la esperanza cristiana no tiene nada quever con eso. En todo caso, debemosreconocer que no hay una continuidad linealentre historia y consumacin del Reino, en elsentido de un avance o ascensoininterrumpido. As como la consumacinindividual (el encuentro con Dios y definitivatransfiguracin personal en la resurreccin)pasa en la inmensa mayora de los casos porun terrible momento de discontinuidad, defracaso y de destruccin (la muerte), no hayporqu rechazar que eso mismo puedasuceder con la historia en su conjunto. Heaqu la verdad de la mentalidad apocalptica:este mundo pasa, no hay plenitud sin algunaforma, aunque no podamos predeterminarcul, de destruccin o prdida. Pero tampocosin continuidad alguna: ser yo mismo elque resucite! Ser la misma humanidad, lamisma creacin, la misma historia la queser transfigurada en la plenitud de los

  • tiempos! Continuidad y discontinuidad. Unarealidad misteriosa de presencia-ausencia,del ya cumplimiento de las promesas perotodava no de un modo pleno. Un Reinoque efectivamente est cerca, en todomomento, en todo lugar, incluso en la peorde las situaciones humanas. Y que algn dadejar de estar oculto para manifestarseplena y patentemente.

    La esperanza y la historia

    Qu certezas nos quedan, entonces? Quelementos nos ofrece la fe para fundamentarla esperanza?En primer lugar, que esta historia , y no unapretendida dimensin espiritual, es el lugarde la existencia cristiana. El lugar de larespuesta a Cristo, el lugar de la realizacinde nuestra vocacin. Es aqu donde el Seorresucitado nos sale al encuentro a travs de

  • signos que hay que reconocer en la fe yresponder en el amor. El Seor viene, estviniendo, de mltiples maneras perceptiblescon los ojos de fe: en los signossacramentales y en la vida de la comunidadcristiana, pero tambin en todamanifestacin humana donde se realiza lacomunin, se promueve la libertad, seperfecciona la creacin de Dios. Perotambin viene en el reverso de la historia: enel pobre, el enfermo, el marginado (cf Mt25,31-45; y el Documento de Puebla, 31-39).Est viniendo de todos esos modos, y elsignificado de la consumacin definitiva nopuede disociarse de todas estas venidas.Y es aqu donde adquiere sentido otradimensin de la esperanza: la vitalidad de lamemoria. La Iglesia vive de la memoria delResucitado. Es ms: apoya su caminohistrico en la certeza de que el Resucitadoes el Crucificado: el Seor que viene es elmismo que pronunci las Bienaventuranzas,

  • que parti el pan con la multitud, que cur alos enfermos, que perdon a los pecadores,que se sent a la mesa con los publicanos.Hacer memoria de Jess de Nazaret en la fedel Cristo Seor nos habilita para hacer loque l hizo, en memoria suya. Y aqu seincorpora toda la dimensin de la memoria,porque la historia de Jess se empalma conla historia de los hombres y los pueblos ensus bsquedas imperfectas de un Banquetefraterno, de un amor perdurable. Laesperanza cristiana, de ese modo, despierta ypotencia las energas quizs enterradas denuestro pasado, personal o colectivo, elrecuerdo agradecido de los momentos degozo y felicidad, la pasin quizs olvidada porla verdad y la justicia, los chispazos deplenitud que el amor ha producido ennuestro camino. Y tambin, porqu no, lamemoria de la Cruz, del fracaso, del dolor,esta vez para transfigurarla exorcizando losdemonios de la amargura y el resentimiento

  • y abriendo la posibilidad de un sentido mshondo.Pero adems, la tensin hacia esaconsumacin nos dice que esta historia tieneun sentido y un trmino. La accin de Diosque comenz con una Creacin en cuya cimaest la creatura que poda responderle comoimagen y semejanza suya, con la cual lpoda entablar una relacin de amor, y quealcanz su punto maduro con la Encarnacindel Hijo, tiene que culminar en una plenarealizacin de esa comunin de un modouniversal. Todo lo creado debe ingresar enesa co-munin definitiva con Dios, iniciadaen Cristo resucitado. Es decir: debe haber untrmino como perfeccin, como acabamientopositivo de la obra amorosa de Dios. Untrmino que no es resultado inmediato odirecto de la accin humana, sino que es unaaccin salvadora de Dios, el broche final de laobra de arte que l mismo inici y en la cualquiso asociarnos como colaboradores libres.

  • Y si esto es as, la fe en la Parusa oconsumacin escatolgica se tornafundamento de la esperanza y cimiento delcompromiso cristiano en el mundo. Lahistoria, nuestra historia, no es tiempoperdido. Todo lo que vaya en la lnea delReino, de la verdad, la libertad, la justicia y lafraternidad, ser recuperado y plenificado. Yesto cuenta no slo para el amor con que sehicieron las cosas, como si la obra noimportara. Los cristianos hemos he-cho,muchas veces, demasiado hincapi en lasbuenas intenciones o en la rectitud deintencin. La obra de nuestras manos y noslo la de nuestro corazn vale por s mis-ma; y en la medida en que se oriente en lalnea del Reino, del plan de Dios, serperdurable de un modo que no podramosimaginar. En cambio, lo que se oponga a eseReino, adems de tener los das contados,ser definitivamente descartado. No serparte de la Nueva Creacin.

  • La esperanza cristiana no es, entonces, unconsuelo espiritual, una distraccin de lastareas serias que requieren nuestra atencin.Es una dinmica que nos hace libres de tododeterminismo y de todo obstculo paraconstruir un mundo de libertad, para liberara esta historia de las cadenas de egosmo,inercia e injusticia en las cuales tiende a caercon tanta facilidad.

    Invitaciones

    Quedan por decir algunas palabras finales.Este trayecto que hemos hecho, desde eldesencanto del cambio de siglo hasta la fe enla Venida del Reino y de ah a la recuperacinde la esperanza y el compromiso concreto,abre nuevas posibilidades para la tareaeducativa que se nos ha encomendado y quehemos abrazado con amor. Quisiera sealarestas invitaciones concretas que la esperanza

  • nos hace:La invitacin a cultivar los lazos personalesy sociales, revalorizando la amistad y lasolidaridad. La escuela sigue siendo el lugardonde las personas pueden ser reconocidascomo ta-les, acogidas y promovidas. Si bienno habr que descuidar una vlidadimensin de eficiencia y eficacia en latransmisin de conocimientos que permitana nuestros jvenes ha-cerse un lugar en lasociedad, es fundamental que seamosmaestros de humanidad. Y ste puede serun aporte importantsimo que la educacincatlica ofrezca a una sociedad que pormomentos parece haber renunciado a loselementos que la constituan comocomunidad: la solidaridad, el sentido dejusticia, el respeto por el otro, en particularpor el ms dbil y pequeo. La competenciadespiadada tiene un destacado lugar ennuestra sociedad. Aportemos nosotros elsentido de justicia y la misericordia.

  • La invitacin a ser audaces y creativos. Lasnuevas realidades exigen nuevas respuestas.Pero antes, exigen un espritu abierto querealice un discernimiento constructivo, queno se aferre a certezas rancias y se anime avislumbrar otras formas de plasmar losvalores, que no d la espalda a los desafosdel tiempo presente. He aqu una autnticaprueba para nuestra esperanza. Si estpuesta en Dios y su Reino, sabr liberarse delastres, miedos y reflejos esclerotizados paraatreverse a construir lo nuevo desde eldilogo y la colaboracin.La invitacin a la alegra, a la gratuidad, a lafiesta. Quizs la peor de las injusticias deltiempo presente es la tirana del utilitarismo,la dictadura de la adustez, el triunfo de laamargura. Est en la autenticidad de nuestraesperanza el saber descubrir, en la realidadcotidiana, los motivos, grandes o pequeos,para reconocer los dones de Dios, paracelebrar la vida, para salir de la cadena del

  • debe y el haber y desplegar el gozo de sersemillas de una nueva creacin. Para hacerde nuestras escuelas un lugar de trabajo yestudio, s, pero tambin y, me atrevera adecir, ante todo un lugar de celebracin,encuentro y gratuidad.Y por fin, la invitacin a la adoracin y a lagratitud. En el vertiginoso existir de cadada, es posible que nos olvidemos de atenderesa sed de comunicacin que nos habita enlo ms hondo. La escuela puede introducir,guiar y ayudar a sostener el encuentro con elViviente, enseando a disfrutar de supresencia, a rastrear sus huellas, a aceptar sues-condimiento. Imperdible tiene que serel aficionarse a tratar con l.Me animo a que tomemos estas palabras dehombres del siglo XVI, para hablarle a Diosen este siglo nuevo, en la continuidad de unmismo amor:

    Muveme, al fin, tu amor y en tal

  • manera,que aunque no hubiera cielo, yo teamara,y aunque no hubiera infierno, tetemiera.No me tienes que dar porque tequiera;pues, aunque lo que espero noesperara,lo mismo que te quiero te quisiera.(Annimo espaol)

  • Clave de lectura para trabajara solas o en grupo

    Reflexionamos Cada uno escriba lo que significa paral/ella la palabra ESPERANZA y pnganlo encomn. Pregntese cada uno: Qu clase deeducador soy?+ Esperanzado?

  • + Autosuficiente?+ Optimista?+ Pesimista?En qu lo observo? Por qu? Luego, ms a fondo, dedique un tiempopara leer entre las alternativas que siguen yresponder:+ cultivo los lazos personales y sociales enmi comunidad educativa? Cmo?+ Soy audaz y creativo o ms bien cmodo ytemeroso en mi tarea cotidiana?+ Vivo la alegra, la gratuidad y la fiesta queme regala la fe?+ Tengo actitudes de adoracin a Dios ygratitud, las comparto con mis pares y lastransmito a mis alumnos?

    Leemos

    Hay un solo Cuerpo y un solo Espritu, ascomo hay una misma esperanza, a la que

  • ustedes han sido llamados, de acuerdo a lavocacin recibida.

    Efesios 4,4

    Y la esperanza no quedar de-fraudada,porque el amor de Dios ha sido derramadoen nuestros corazones por el Espritu Santo,que nos ha sido dado.

    Romanos 5,5

    Pensamos

    Para lograr la sntesis entre fe y vida en lapersona del alumno, la Iglesia sabe que elhombre necesita ser formado en un procesode continua conversin para que llegue a seraquello que Dios quiere que sea. La EscuelaCatlica en-sea a los jvenes a dialogar conDios en las diversas situaciones de su vidapersonal. Los estimula a superar elindividualismo y a descubrir, a la luz de lafe, que estn llamados a vivir de una

  • manera responsable, una vocacin especficaen un contexto de solidaridad con los demshombres. La trama misma de la humanaexistencia los invita, en cuanto cristianos, acomprometerse en el servicio de Dios enfavor de los propios hermanos y atransformar el mundo para que venga a seruna digna morada de los hombres.

    La Escuela Catlica IV,45

    Revisamos nuestra tarea Dentro de la crisis que atravesamos y quenos involucra a todos, qu est en crisis ennuestra comunidad? Cul creemos que es lacausa? Qu acciones concretas estamos llevandoa cabo dentro y fuera del aula parasuperarla? Qu acciones podemos proyectar comogrupo, como comunidad, con el aporte detodos, quedndonos con lo mejor de cada

  • persona y de cada situacin? Cmo nos paramos, como comunidadcristiana, como comunidad educativa, antelos enormes conflictos que nos plantea elpresente?

    Oramos

    El Seor es mi luz y mi salvacin,a quin temer?El Seor es el baluarte de mi vida,ante quin temblar?Cuando se alzaron contra mlos malvadospara devorar mi carne,fueron ellos, mis adversariosy enemigos,los que tropezaron y cayeron.Aunque acampe contra m un ejrcito,mi corazn no temer;

  • aunque est