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  • 7/28/2019 Baumann La Explosion de La Solidaridad

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    IDEAS

    21/06/13

    La explosin de la solidaridadAgudo, Zygmunt Bauman expone en este ensayo magistral las razonespor las cuales el mundo necesita del cooperativismo y de una actitud

    altruista en momentos en que tiemblan las estructuras sociales y elcapitalismo busca recomponerse. Svampa habla del ser solidario enAmrica Latina y tambin se presenta el libro nuevo del pensadorpolaco.

    PORZYGMUNT BAUMAN

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    Pasamanos. La sociedad de constructores que se form en los albores de la Era Moderna se bas en la

    confianza y en la actitud solidaria.

    Etiquetado como:

    Zygmunt Bauman

    MS INFORMACIN

    Bauman bsico

    La bsqueda del bien comn

    La liquidez del futuro joven

    Practicar la solidaridad significa fundar nuestro pensamiento y nuestras

    acciones en el principio de uno para todos y todos para uno. El respeto por

    http://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/http://www.addthis.com/bookmark.php?v=250&username=clarinhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.html?print=1http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.html#re-news-media_imghttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/tema/zygmunt_bauman.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Bauman_basico_0_942505750.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Zygmunt-Bauman-maristella-svampa_0_942505752.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/liquidez-futuro-joven_0_942505753.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Zygmunt_Bauman_CLAIMA20130621_0163_14.jpghttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/http://www.addthis.com/bookmark.php?v=250&username=clarinhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.html?print=1http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-explosion-solidaridad_0_942505751.html#re-news-media_imghttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/tema/zygmunt_bauman.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Bauman_basico_0_942505750.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/Zygmunt-Bauman-maristella-svampa_0_942505752.htmlhttp://www.revistaenie.clarin.com/rn/ideas/liquidez-futuro-joven_0_942505753.html
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    este principio de responsabilidad mutua (del grupo por el individuo, y del

    individuo por el grupo) fue definido como el tat de solidarit (estado de

    solidaridad) por la Encylopdie francesa en 1765. La palabra proviene del

    adjetivo solidario, que significa mutuamente dependiente, completo,

    entero. Solidario deriva de la palabra slido, que implica solidez,integridad, cohesin y permanencia.

    Un grupo formado por miembros que exhiben los atributos de la solidaridad se

    caracteriza por la permanencia y por la resistencia a las adversidades que

    generan los extendidos vicios humanos de los celos, la desconfianza mutua, la

    sospecha, los conflictos de intereses y la rivalidad. La actitud de solidaridad

    consigue evitar que surja oposicin entre los intereses privados y el bien comn.

    La solidaridad transforma una acumulacin poco rigurosa de individuos en una

    comunidad; complementa su coexistencia fsica con una moral, elevando as suinterdependencia al rango de una comunidad de destino y de fortuna... Al

    menos, tales eran las esperanzas implcitas y anheladas cuando la solidaridad

    comenz a ser promocionada, cultivada y atendida en el siglo XVIII, cuando el

    Ancien Rgime se disolva y naca la era de la construccin de los Estados-

    nacin.

    Surge el ser solidario

    Una de las primeras iniciativas de los organizadores de Occupy Wall Street fueinvitar a Lech Walesa, el legendario lder del Movimiento polaco Solidaridad

    para que pudiera pasar el bastn, por as decirlo, en la carrera de postas del

    poder del pueblo. Los ocupantes de Wall Street se vean como hermanos del

    movimiento social que se bautiz a s mismo como Solidaridad y que

    posteriormente encarnara todo lo que consigui unificar al pueblo polaco en

    contra del poder poltico que violaba sus derechos e ignoraba su voluntad.

    Dentro de la misma tnica, los ocupantes de Wall Street se propusieron

    trascender todos los desacuerdos de clase, tnicos, religiosos, polticos e

    ideolgicos que estaban dividiendo a los estadounidenses y volvindolos presadel egosmo, la codicia, el afn de los intereses privados y la consecuente

    indiferencia a la desgracia humana. A sus ojos, los banqueros de Wall Street

    eran la encarnacin de todas estas plagas.

    Los ocupantes se vean a s mismos como los representantes, o ms bien, la

    vanguardia del 90% de los estadounidenses. Los promotores de la ocupacin

    no habran podido ignorar el hecho de que los ocupantes llegaban a Zuccotti

    Park (Manhattan) desde rincones muy divergentes de una sociedad claramente

    enemistada y dividida; pero esperaban poder suspender las discusiones yatenuar el antagonismo durante un perodo necesario para purgar la pesadilla

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    que atormentaba en igual medida a todos, o casi todos, los estadounidenses (as

    como el rgimen comunista dictatorial atormentaba a los polacos, la tirana de

    Mubarak atormentaba a los egipcios y el terror de Kadafi atormentaba a los

    libios).

    Evitaron abordar temas en los que diferan a rajatabla y evitaron

    especficamente discusiones sobre cmo sera EE.UU. una vez que el 1% ms

    rico de los estadounidenses, atrincherado en los bancos de Wall Street, ya no

    pudiera captar el 93% de la riqueza nacional. Los ocupantes se jactaban ante

    los periodistas de que su movimiento era autnticamente popular, espontneo y

    que no era manipulado tal como lo demostr la ausencia de lderes que

    aspiraran a sabotear sus acciones. Y realmente no tenan un lder ni habran

    podido tenerlo. Porque un lder digno de ese nombre es por definicin alguien

    con una visin y un programa; y si en Zuccotti Park se elaboraban visiones yprogramas, los temas previamente dejados de lado y confinados cautamente al

    silencio, los conflictos de intereses flagrantes y para nada fciles de resolver,

    saldran instantneamente a la superficie. En ese caso, la carpa que la ciudad

    construy en el parque se habra convertido en un segundo en una ciudad

    fantasma como incluso ya haba ocurrido con frecuencia, por ejemplo, en la

    Plaza de la Independencia de Kiev o en la Plaza de la Liberacin de El Cairo. El

    movimiento formado por millones de personas, cuyo objetivo era unificar los

    bandos y facciones por lo dems opuestos, y todas las razones para continuar la

    alianza temporaria, se habra acabado de inmediato.

    Al igual que otros movimientos de indignados, la ocupacin de Wall Street fue,

    por decirlo de alguna manera, una explosin de solidaridad. Las explosiones,

    como bien lo sabemos, son repentinas e impactantes, pero tambin de corta

    duracin. Y estos movimientos fueron (y son) a veces carnavales de

    solidaridad. Los carnavales, enseaba el filsofo ruso Mikhail Bakhtin, son

    pausas en la monotona de lo mundano, que traen consigo un alivio

    momentneo de la rutina cotidiana todopoderosa, abrumadora y asquerosa.

    Suspenden la rutina, la declaran nula y vaca. Slo mientras duran los festejos.

    Una vez que se agota la energa y cede la exultacin potica, los juerguistas

    retornan a la prosa de lo cotidiano.

    La rutina necesita carnavales peridicos como vlvula de seguridad para aflojar

    la presin. Cada tanto, es necesario descargar las emociones peligrosas, drenar

    la mala sangre, soltar la aversin a la rutina para que su poder debilitante y

    neutralizante pueda restablecerse. En suma, las probabilidades de la solidaridad

    estn determinadas menos por las pasiones y la batahola del carnaval que por

    el silencio de la rutina desapasionada. Quiere solidaridad? Entonces, enfrente y

    acepte la rutina de lo mundano; con su lgica o su inanidad, con los poderes desus exigencias, rdenes y prohibiciones. Y mida sus fuerzas con los modelos de

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    los quehaceres cotidianos de aquellas personas que determinaron la historia

    siendo a la vez determinadas por ella.

    Devaluacin

    Para decirlo con suavidad, por lo menos en nuestra parte del mundo, el trabajo

    montono cotidiano es inhospitalario para la solidaridad. Sin embargo, no

    siempre fue as. Dentro de la sociedad de constructores, que se form en los

    albores de la era moderna, hubo una autntica fbrica de solidaridad. Se

    desarroll sobre la base del vigor y la densidad de los lazos humanos y la

    obviedad de las interdependencias humanas. Muchos aspectos de la existencia

    contempornea nos ensearon una leccin de solidaridad y nos alentaron a

    cerrar filas y marchar del brazo: los pelotones pululantes de trabajadores dentro

    de los muros de las fbricas, la uniformidad de la rutina de trabajo regulada por

    el reloj e impuesta por la lnea de produccin, la omnipresencia de la

    supervisin intrusiva y la estandarizacin de las exigencias disciplinarias pero

    tambin la conviccin a ambos lados de la divisoria de clases, es decir los

    directores y los dirigidos, de que su dependencia mutua era inevitable y no

    dejaba margen alguno para la evolucin. De modo que era sensato elaborar un

    modus covivendi permanente y una restriccin autoimpuesta, algo que este

    compromiso exiga categricamente.

    Los beneficios de la solidaridad se destacaron tambin con la prctica de lossindicatos, las negociaciones colectivas y las paritarias, los contratos colectivos

    de trabajo, las cooperativas de productores, consumidores o inquilinos, distintos

    tipos de fraternidades y asociaciones mutuales. La lgica de la construccin de

    Estado dentro de la soberana territorialmente definida de autoridades

    nacionales llev a la solidaridad. Y, por ltimo, la expansin lenta pero segura

    de las instituciones del Estado benefactor demostr la naturaleza comunal de la

    coexistencia humana, sobre la base del ideal y la experiencia de la solidaridad.

    Nuestra sociedad [moderna tarda, como se la suele llamar ahora sinfundamento (1)] de consumidores, profundamente individualizada, es

    exactamente lo opuesto a una fbrica de solidaridad: produce desconfianza

    mutua y competencia. Un efecto colateral muy comn del funcionamiento de

    esta fbrica es la devaluacin de la solidaridad humana: un rechazo o incluso

    una negativa de su utilidad en la persecucin de los deseos personales y el logro

    de las metas personales. La devaluacin de la solidaridad tiene sus races en el

    deterioro de la atencin al bien comn y la calidad de la sociedad en la cual se

    desarrolla la vida del individuo. Como seala Ulrich Beck, ms que una

    comunidad consensual en todo nivel, es el individuo humano separado, en sunaturaleza distintiva y su lucha solitaria por la autodeterminacin, el que

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    sobrelleva actualmente la carga de buscar y encontrar, individualmente y dentro

    de los lmites definidos por la magnitud de sus recursos individuales, soluciones

    individuales a problemas producidos socialmente (en su eficiencia y su

    insensatez equivale a construir un refugio antibombas para evitar las

    consecuencias de la guerra nuclear).

    En contraste con las sociedades donde la actitud dominante era la de custodio

    (la proteccin de la herencia comn de la creacin divina confiada al cuidado

    humano) o de jardinero (asumiendo la responsabilidad por la forma del orden

    social y su preservacin), hoy se recomienda constante e insistentemente la

    actitud de cazador; esta actitud tiene que ver principalmente o quizs hasta

    exclusivamente con el nmero y el tamao de los trofeos de caza y la capacidad

    de la mochila de caza. Ocuparse de la abundancia de animales en la zona de

    cacera, es decir, el xito de futuras caceras, sigue estando ms all de lacapacidad del cazador. En una sociedad de consumidores que tratan al mundo

    como un reservorio de potenciales objetos de consumo, la estrategia de vida

    recomendada es forjarse un nicho relativamente cmodo y seguro para uso

    exclusivamente privado dentro del espacio pblico, que es totalmente

    inhospitable para la gente, indiferente a las perturbaciones y a la desdicha

    humanas, repleto de emboscadas y trampas explosivas. En este mundo, la

    solidaridad no sirve de mucho.

    Nuevas verdades

    Es difcil evaluar aqu cul es la causa y cul el resultado pero paralelamente al

    deterioro del inters por la calidad del bien comn (y de la sociedad

    propiamente dicha), puede observarse el abandono y el desmantelamiento de

    las fbricas de solidaridad tradicionales. La desregulacin del mercado de

    trabajo y la consecuente fluidez de las comunidades de trabajo caracterizadas

    por una estabilidad cada vez menor menos y menos protegida por la ley

    desfavorece considerablemente la formacin de lazos ms firmes con colegas.

    La filosofa del management en su forma actual traslada la responsabilidad delos resultados financieros de una empresa de los superiores a los subordinados,

    lo cual deja a cada empleado en situacin de competir con todos los dems.

    Esta filosofa requiere que la utilidad de cada empleado o empleada se mida

    segn su aporte personal a la rentabilidad de la empresa: ella o l estn

    obligados a competir con el resto del equipo de trabajo. En esencia, se obliga a

    los trabajadores a luchar por su posibilidad de sobrevivir a otra ronda de

    despidos, una medida que suele disfrazarse con criptnimos tan polticamente

    correctos como subcontratacin o tercerizacin. En un juego evidente desuma cero, unirse y cerrar filas es de escasa utilidad y no ayuda mucho a

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    sobrevivir al contrario, se est volviendo peligrosamente cercano a una pulsin

    suicida. Y lo que es ms ominoso, la antigua dependencia mutua de la direccin

    y la fuerza de trabajo, con la mutualidad resultante de deberes y

    responsabilidades, ha sido revocada unilateralmente.

    Si a los potenciales empleados les cuesta salir adelante, sus posibles

    empleadores pueden trasladarlos a ellos (o a su capital) de un lugar a otro sin

    demasiados problemas; de modo que en el matrimonio de los jefes con sus

    subordinados, a cada paso es posible un divorcio iniciado y dictado por los

    intereses de los primeros. Apenas si podemos hablar aqu de una solidaridad de

    destino cuando no puede esperarse una solidaridad de acciones; los lazos son

    demasiado flojos para eso, las responsabilidades demasiado frgiles y

    demasiado fciles de revocar. En cualquier momento pueden desaparecer los

    empleos, junto con los jefes y los dueos, dejando hasta a los empleados msleales, tiles y valorados sin trabajo y sin medios. Los esfuerzos de inventar un

    modus covivendi mutuamente atractivo y de largo plazo no tienen mucho

    sentido en estas condiciones; y la solidaridad mutua no tiene demasiada chance.

    Las nuevas verdades son vvidamente demostradas e inculcadas por los

    populares programas de la reality TV. Y estas verdades promocionadas por los

    medios anuncian que los participantes en estos programas son enemigos; que se

    sale adelante y se sobrevive a la batalla a costa del vecino. La meta primordial de

    cada uno es sobrevivir y eliminar a los otros primero; y ese debera ser tambin

    nuestro objetivo. Las coaliciones (si es que se forman) son ad hoc y temporarias,

    no duran ms que su utilidad para promover el propio inters y socavar el

    inters de los otros; aqu nadie promete fidelidad y nadie asume la carga de

    responsabilidades a largo plazo (mucho menos eternas). El rechazo,

    pronunciado cada semana en el caso de la mayora de estos programas, es una

    ley absoluta. La nica incgnita es quin ganar y designar a aqul o aqulla

    que recibir la expulsin. No hay espacio aqu para una causa comn o una

    responsabilidad por otros es cada uno para s mismo. Como si los autores y

    productores de la Reality TV conspiraran para aportar ms argumentos a favor

    de la triste conclusin de Sigmund Freud de que, de todos los mandamientos de

    Dios, la orden de amar al prjimo como a s mismo es la ms difcil de cumplir

    y la ms riesgosa en sus consecuencias.

    Malas intenciones

    La amenaza que atormenta la vida urbana contempornea y la tendencia a la

    separacin espacial y el aislamiento no son nada propicios para la solidaridad.

    Guardaespaldas armados vigilan las entradas a oficinas y barrios cerrados,donde quienes pueden permitrselo entre otros, los que marcan el tono de la

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    vida urbana buscan un refugio (enormemente caro) contra los peligros que

    supuestamente pululan en las calles. En las ciudades, vemos cada vez ms

    soluciones arquitectnicas que obstaculizan el acceso o el paso en lugar de

    facilitarlo. Cmaras de circuito cerrado nos miran desde cada rincn y cada

    entrada. En un estilo similar al de los vigas en las torres de vigilancia delPanopticon (inventado por Jeremy Bentham y considerado por Michel Foucault

    como el arquetipo de la tecnologa moderna del poder, una solucin para

    superiores que controlan a sus subordinados), nos espan para impedirnos

    entrar ms que escapar. Son instrumentos, no tanto del Panopticon como

    del Banopticon que mantienen a los indeseables a una distancia

    (tericamente) segura del patio trasero y de la mala jugada, que (por definicin)

    se espera de ellos.

    Cada extrao (y en una ciudad, sobre todo si es grande, todos somos extraospara los dems salvo excepciones) es sospechado de malas intenciones. Y

    ninguna de las formas mencionadas de evitar las amenazas reales e imaginarias

    al cuerpo y las posesiones aplaca la sensacin de peligro o elimina el miedo a los

    extraos; al contrario, son la prueba ms visible de la realidad de la amenaza y

    justifican el miedo generado al enfrentarse con el extrao. Cuanto ms

    elaborados son los cerrojos, los candados y las cadenas que instalamos de da,

    ms aterradoras son las pesadillas de intrusiones y saqueos que nos atormentan

    de noche. Cada vez nos resulta ms difcil comunicarnos con los que estn

    detrs de la puerta. La profundizacin de nuestro mutuo aislamiento fsico ymental, la prdida de un lenguaje comn y la capacidad de comunicarnos y

    entendernos unos a otros estos procesos ya no necesitan estmulos externos;

    como si ya se guiaran por el hgalo usted mismo se alimentan de s mismos, se

    desatan solos y tienen su propio impulso. Resulta tentador ver en ellos el primer

    perpetuum mobile que la humanidad ha logrado construir.

    De modo que s, es cierto que muchas pruebas (muchas ms de las que pude

    enumerar aqu) acumuladas nos ilustran que el mundo en el que nos toca vivir y

    que recreamos a diario conscientemente o no a travs de nuestras acciones

    no es particularmente impresionante en lo que se refiere a dar cabida a la

    solidaridad. Pero tampoco escasean las pruebas de que el espritu y el ansia de

    solidaridad en el mundo frustrado con esta inhospitalidad no cedern.

    Una vez tras otra, sigilosa pero obstinadamente, este espritu puede llegar a

    retornar del exilio. Lo demuestran los sucesivos episodios de solidaridad

    explosiva y los cada vez ms frecuentes carnavales de solidaridad (pues los

    carnavales celebran lo que extraamos ms llamativa y dolorosamente en

    nuestra rutina cotidiana). Se multiplican iniciativas locales como

    emprendimientos cooperativos ad hoc aunque usualmente sean modestos y amenudo efmeros. En mltiples formas, la palabra solidaridad busca

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    pacientemente en qu encarnarse. Y no dejar de buscar ansiosa y

    apasionadamente hasta conseguirlo.

    En ese afn que tiene la palabra de encarnarse, nosotros, los habitantes del siglo

    XXI, somos tanto agentes como objetos de ese anhelo. Somos el punto departida y el destino final, pero tambin vagabundos que seguimos esa ruta y

    vamos trazndola con nuestros pasos. Con nuestros pasos, finalmente la ruta

    aparecer pero es difcil dibujar su rumbo exacto en el mapa antes de que eso

    ocurra. Pese a esta dificultad, es imposible resistirse a la tentacin de disear

    dicho mapa. Los diseos de esos mapas son innumerables. Pero de los que

    conozco, hay un diseo que me pareci esbozado con una responsabilidad

    incomparablemente mayor hacia la palabra solidaridad, porque su comprensin

    de las limitaciones para predecir el rumbo de la historia por parte de los

    humanos es mucho mejor que en el caso de la mayora de las hojas de ruta.Este diseo, segn una de las mentes ms poderosas de nuestra era, Richard

    Sennett, no es un mapa de una ruta todava no transitada sino instrucciones de

    posicionamiento respecto de la planificacin de la ruta para cuando sea

    transitada en el futuro.

    La frmula heurstica de Sennett (que l define como una forma

    contempornea de humanismo, pero que traza como un viaje hacia una

    humanidad pensando en la solidaridad) comprende tres niveles: cooperacin,

    informal, abierta. Cada una de las tres partes de esta frmula es igualmente

    importante. La informalidad nos advierte que debemos unirnos a la accin

    comn sin un programa y un cdigo de conducta predeterminados lo que le

    permite tanto emerger gradualmente como cristalizar en el transcurso de la

    cooperacin. La apertura recomienda que no supongamos que nuestra visin

    de las cosas es la correcta sino que debemos aceptar la posibilidad de descubrir

    su error; no debemos cargar la interaccin futura con el objetivo de imponer

    nuestra opinin a otros participantes o persuadirlos de que nuestra visin es

    acertada y la de ellos errnea; debemos aspirar a ensear y a aprender

    combinar el rol de maestro con el de estudiante. Y para definir la naturaleza de

    la interaccin, Sennett elige el concepto de cooperacin antes que de dilogo

    o negociacin, ya que no se trata de establecer de quin son los argumentos

    que ganan y de quin los que pierden.

    En la cooperacin informal abierta, al igual que en la humanidad fundada en

    la solidaridad, no hay ganadores y perdedores: desde la cooperacin informal

    abierta juntos, al igual que con el esfuerzo de construir vnculos de solidaridad,

    cada participante sale ms sabio, ms rico y ms habilidoso que antes. Sabe

    ms, es capaz de ms y por eso quiere y puede emprender tareas ms

    ambiciosas e importantes. Ms all de todo lo que pueda decirse sobre lacooperacin informal abierta, indudablemente no es un juego de suma cero.

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    (1) Carece de fundamento llamarla asi porque tardio es un atributo que

    podemos adjudicar a un periodo solo mirando retrospectivamente, cuando

    una era de varias etapas ya termino. Y el final de la era moderna no pareceestar a la vista.

    (c) Zygmunt Bauman Traduccion de Cristina Sardoy