Bartolome de las Casas, una nueva reflexión para un nuevo Mundo.docx
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UNIVERSIDAD CATÓLICA cECILIO ACOSTA
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS: UNA NUEVA REFLEXIÓN PARA UN NUEVO MUNDO
Trabajo de unidad II de Filosofía Latinoamericana
Alfonso Maldonado
01/06/2015
Prof. Gerardo Salas
Bartolomé de las Casas es una de las figuras más notables del siglo XVI, pensador y
testigo de excepción del proceso de conquista del continente americano. En él la
experiencia, que es experiencia de la que acontece, es decir, de la historia, precede, como
crisis existencial, su pensamiento y compromiso. De ahí que en el religioso se constata una
interesante articulación entre reflexión-teoría-praxis, propia de la filosofía y teología
latinoamericana del siglo XX.
Nace en Sevilla hacia 1474 o 1484 y muere en 1566. Su familia participa de alguno de
los viajes y desde joven entra en contacto con los indígenas que estaban siendo llevados a
España. Persona formada en Salamanca, incluso antes de ser ordenado, le toco hacer de
encomendero en la Española (Santo Domingo), atendiendo negocios “del siglo”, según
expresión del momento, pero estando presente del choque de posturas entre el convento de
los dominicos, con fray Pedro de Córdoba como prior, y las autoridades insulares, en
relación con el maltrato de los indios.
Más adelante regresa a España para ser ordenado sacerdote y vuelve a las Indias, con la
posibilidad de atender a la fortuna personal al mismo tiempo que el ministerio, solo que la
experiencia de la brutalidad española en Cuba le quiebra internamente. En sucesivos viajes
interoceánicos consigue sustraer jurídicamente una porción de costas por cedula real para
probar su idea de conquista pacífica y evangelizadora, iniciativa que se estrella al verse en
el fuego cruzado de las ambiciones violentas de los españoles y la reacción de los
indígenas de las costas de Cumana, pertenecientes a pueblos beligerantes. Tal fracaso lo
sumerge en una depresión que canaliza, por insistencia de fray Pedro de Córdoba, al entrar
en la Orden de Santo Domingo, seguir estudios es Salamanca que le permitirán, junto con
fray Francisco de Vitoria, ser los grandes promotores del Derecho Internacional y, al
defender a los indios, de los Derechos Humanos.
Como punto cumbre se debe señalar la llamada Controversia de Valladolid, en las que
se enfrenta delante de Carlos V, quien es rey de España y emperador de Alemania, a Juan
Ginés de Sepúlveda, eminente sacerdote y jurista, entre 1550 y 1551. Prevalece la posición
dominica, inclusive para todo el ordenamiento legal conocido como las Leyes de las
Indias.
Posteriormente va a ser ordenado obispo y va a asumir la diócesis de Chiapas, en
México. Luego de algunos años va a entregar la diócesis y va pasar sus últimos días en el
convento de los dominicos en Atocha, Madrid, siempre defendiendo a los indígenas
americanos.
La Brevísima relación de la destrucción de las Indias es
una obra escrita en la madurez, escrita en 1542, antes la
Controversia de Valladolid y de convertirse en obispo de
Chiapas, pero publicada en 1552. En ella se revelan las
atrocidades que cometían los españoles contra los indios, lo
cual perseguía alertar a los españoles asentados en la península
pero, sobre todo, al futuro Felipe II. Si bien es cierto que
alguno lo ha acusado como exagerado, lo cierto es que
coincide con otros testimonios. Igualmente llama la atención
la influencia que tuvo la posición de Las Casas para las Leyes
que los monarcas van a establecer. Y en personajes como
santa Teresa de Jesús se palpa como llego la fuerza de la
denuncia, tanto en el segundo capítulo de Fundaciones como
en la carta de 1563 dirigida a su hermano Lorenzo de Cepeda.
Pero la valoración del escrito no puede hacerse tan solo
atendiendo la crítica textual o interna del mismo. Más bien
refleja, por supuesto, todos los desmanes pero también el
impacto del nuevo Mundo en la novísima mentalidad
Renacentista, mezclada con no pocas coloraciones medievales.
El mundo occidental había dado un giro hacia el hombre, a partir del redescubrimiento de
la antigüedad clásica, así como la presencia de humanistas de la estatura de un Erasmo de
Rotterdam. En algunos casos se asumía lo natural de una manera que rayaba en lo laxo,
situación que se venía arrastrando desde la Peste Negra de 1345 y el escándalo del Cisma
de Occidente (1378-1417). La llamada Observancia en la vida religiosa estaba en
decadencia, en parte porque los conventos se repoblaron con gente de dudosa calidad
moral y formación. Pero el Cisma deja en entredicho diversas seguridades, situación que
quedaría al desnudo una vez que aparece sobre el escenario Martin Lutero, (en torno a
1520).
Portada de la primera edición
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Pero la España que va a protagonizar los desmanes y las hazañas en el Nuevo Mundo es
una España que proviene de la Reconquista: en enero de 1492 cae el último bastión
musulmán en suelo peninsular, Granada. Una sociedad marcada por lo militar, con una
serie de costumbres relacionadas con el trato a los “infieles”, traslada esta manera de
proceder a la novedad del nuevo Mundo, que no quieren o están interesados en percatarse.
El ideal del caballero, o del militar, hace que se considere el derecho de someter y
esclavizar, al modo de los botines de guerra. El ideal no era el de los pioneros, que
buscaron en el suelo norteamericano expandir las tierras cultivadas. La riqueza fácil
extraída de la minería era considerada como el sistema económico a implantar, tanto de
parte de los monarcas como de los avanzados.
Por otro lado, confluyen las ideas religiosas, en ocasiones milenaristas, que ven en la
extensión y exuberancia de las tierras descubiertas el encanto narrado por la Biblia en el
paraíso terrenal. A lo que se añade la primera impresión acerca de los aborígenes, que se
los veía con una inocencia cuasi que preternatural. Cuestiones más trascendentes, a lo
mejor, que la acusación de idolatría, era la crueldad de ciertas civilizaciones o pueblos
indígenas hacia sus prójimos, como por ejemplo, los sacrificios humanos. Como fuera, la
idea de inocencia retratada inclusive antes que De Las Casas, impactó tanto a Europa, que
según Arturo Uslar Pietri está a la base del pensamiento de Rousseau: el ser humano es
bueno por naturaleza (el buen salvaje) que la sociedad pervierte.
El escrito Brevísima relación de la destrucción de las Indias es también reflejo de ese
cambio de mentalidad que se va gestando, a partir de la experiencia del encuentro con
nuevas y diferentísimas tierras y gentes. Y no solo en De Las Casas. Hay toda una
generación que busca y sintetiza lo nuevo, que choca con intereses, mentalidad y visiones
convencionales. El lector se asoma hacia algo que responde, por supuesto, al interés
apologético del venerable obispo, pero en una transición del lenguaje y método filosófico.
En efecto, si bien se debe tener en cuenta las repercusiones antropológicas y ontológicas
que tiene, como también éticas y del Derecho, el texto prueba sus argumentos a través de
una descripción que raya en lo fenoménico, por lo tanto de manera inductiva, y no
deductiva. En efecto, el interés es probar un cambio de paradigma, diríamos hoy en día. Y
la argumentación explora diversas situaciones que, grosso modo, se repite. Parte del
impacto ante lo vivido, a lo acontecido, a ese sentido de historia consumada pero que se
mantiene abierta al futuro. Y tiene un interés práxico, que pretende crear conciencia e
influir en la toma de decisiones, inclusive decisiones legales. Es una reflexión militante,
muy bien razonada, que no rehúye usar argumentos académicos y teológicos, que aparecen
amalgamados en la experiencia mística y cristiana.
Si bien el nuevo Mundo representó un desafío para la Teología, no lo fue menos para la
Filosofía. El exponente de este escrito es un obispo que pretende evangelizar y usa
argumentos, como la excomunión, para recordar el respeto hacia los indígenas. Pero el
encuentro con el mundo religioso implicó una relectura a partir del horizonte cultural de
los pueblos autóctonos, en los casos que se fue original en la evangelización. El hablar a
partir de sus símbolos, el escribir catecismos en las lenguas originales, el enlazar su
creencias o mitología con el cristianismo, son cuestiones que tienen que ver, por supuesto,
con la Teodicea, pero también con la Ontología (la Teo-ontología, según expresión de
Heidegger). Si bien hubo quien trajese todas las categorías escolásticas para que echaran
raíz en estas tierras, siempre el punto de partida de la reflexión era otro. Baste pensar el
proceso por el que se va aceptando que la existencia de un nuevo Mundo (expresión
cargada de filosofía del encuentro, del tú), como el ir digiriendo que la Tierra era redonda,
para no entrar en “copernicanas”.
Sin embargo, en este escrito en concreto y en la temática que domina el panorama, tanto
por lo escándalo de las denuncias como por la centralidad que adquiere el hombre en el
Renacimiento, la reflexión antropológica tiene sitial de honor. Detrás de todos los
desmanes y de si era lícito usar de derecho propio de las guerras, la pregunta que podía
hacer inclinar la balanza hacia la posición de Las Casas y el resto de los dominicos, o hacia
la de Sepúlveda y encomenderos era si el indígena tenía alma: si era persona humana. O
sea, el reconocimiento de la proximidad del indígena, si era posible considerar que era un
prójimo en el lenguaje religioso, un “tú” u “otro yo” de la filosofía personalista.
De Las Casas lo afirma taxativamente: son hijos de Dios (o sea, tan seres humanos
como los europeos). Y justifica las costumbres de esos pueblos al compararlos con el
camino de preparación del pueblo de Israel y los demás pueblos para recibir el Evangelio.
Las repercusiones en términos éticos y jurídicos son tremendas, pero también en cuanto
a la conciencia de las costumbres y culturas diversas del cristianismo europeo. No
solamente había cambiado la manera como los europeos debían mirar al indígena, sino a sí
mismos. Para el padre Pedro Trigo el paradigma de esta sociedad que se va a ir haciendo
cada vez más mestiza no va a ser la posesión forzosa de la aborigen… sino su encanto, su
aptitud para ser amada. Un escritor tan hipercrítico de esta etapa de la historia americana,
como lo es, reseña en su libro Viajeros de Indias que la mujer indígena no solo se unía al
español, sino que lo hacía voluntariamente.
Así pues, lo inédito de la historia y de la geografía latinoamericana hace que se aborde
de manera distinta cuestiones tan elementales como el sentido de la vida, cosa que la
Teología y Filosofía escolástica no lo asumen, con todas especialidades que se encuentran
en la reflexión filosófica, con campos novedosos para el tiempo. Y uno de los primeros
desafíos va a ser también las relaciones con el poder real y el tema de la libertad. Por un
lado, las Reales Cédulas no siempre son recibidas voluntariamente, y al principio no se
encuentra con un aparato represor lo suficientemente efectivo para obligar a hacerlo a los
súbditos americanos. Cuestiones como las del Tirano Aguirre, las luchas por el poder en el
Imperio Inca o la manera despótica de conducirse un Diego Colón tiene que ver con esto.
Lo cual no quita los juicios de Residencia y otros procedimientos, pero con un margen de
libertad mayor que el que se vivía en España. Por supuesto que esas relaciones serán un
tema de reflexión lo suficientemente serio como para que la posterior Independencia
americana tenga un buen número de argumentos racionales que acompañen los intereses de
casta y las emociones.
BIBLIOGRAFÍA
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, en
http://www.ciudadseva.com/textos/otros/brevisi.htm
HERRERA LUQUE, Francisco (1991), Viajeros de Indias, Pomaire, Caracas.
USLAR PIETRI, Arturo (2008), Medio milenio de Venezuela, El Nacional, Caracas.
WIKIPEDIA, Bartolomé de las Casas,en http://es.wikipedia.org/wiki/Bartolom
%C3%A9_de_las_Casas#Veneraci.C3.B3n y http://en.wikipedia.org/wiki/Bartolom
%C3%A9_de_las_Casas#Bishop_of_Chiapas