Bálsamo Malatz 2

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Madrid -viernes 20 de noviembrerfí18 18. [6 q.'°'l NÚM. 172. CRÓNICA CIENTÍFICA Y LITERARIA. m VETERINARIA. Conclusión de la memoria sobre el bálsamo de Don Segismundo Malatz. . 8 / experiencia. AI dia siguiente hizo el Doctor Silveira la experiencia que vamos á describir, en el laboratorio de química del jardín botánico , en presencia de Monsieur Dubois, preparador del mismo laboratorio, no habiendo yo podido asistir á ella. Pú- sose en la parte posterior del cráneo de un perro, en el origen de la sutura sagital, un clavo grueso y muy agudo, que^ á marti- llazos se hizo penetrar -hasta dos pulgadas y media en una dirección perpendicular Dos veces fue introducido el instrumento. El perro dio ahuliidos muy penetrantes, que cesaron dentro de pocos segundos, presen- tando todas Jas señales de una muerte muy '* próxima. Apücósele luego el bálsamo, in- troduciéndolo hasta el fondo de la herida; entonces empezó el animal a gemir , y poco' á poco estos gemidos se convirtieron en la- dridos tan agudos, que una señora que vive dentro del jardin, y es parienta de Mon- sieur Cuvier, estuvo próxima á desmayarse, y fue preciso echar el perro íuera. El Doc- - tor Silveira, que salió del jardin poco tiem- po después de hecha la experiencia , vino al mon:.ento á darme parte de ella, y es- taba fiímemente persuadido que de esta vez no escapaba el perro, aunque no podia ne- gar que el bálsamo: le habia retardado la muerte. A pesar de esto, no murió el perro, sino que cinco dias despuei estaba entera- mente restablecido, conservando únicamente alguna debilidad. 9.* experiencia. El 19 de Marzo hice una incisión crucial en la cabeza de un perro pequeño, y le apliqué en la parte anterior * y njas chata del coronal, encima de los se- sos, una pequeña corona ó casco de trépa- no : la operación fue larga en razón de los movimientos del perro y de la calidad del" instrumento: la hemorragia de las arterias y la de los sesos fue tan fuerte, que rece- lamos fuese ella sola suficiente para ma- tar al animal, y no queríamos suspenderla por medio del bálsamo mientras no hubié- remos hecho la punción del cerebro. Final- 7.° trimestre. metjte , levantóse el pedazo de hueso, y rnetióse el mismo instrumento que habia ser- vido en las experiencias 6.% 7.* y g.* ^ en el cerebro, y á mas de una pulgada de pro- fundidad en la dirección del occiput. La pun- ta se detuvo en la lámina interna del occi- pital. Luego que el cerebro fue herido, el animal gimió, y apenas lo soltamos cayó de lado. Aplicóse el bálsamo muchas veces á la herida, ¡ndroduciéndolo hasta el fondo de ella ; mas la hemorragia de los sesos continuaba, y no empezó á ceder sino pa- sados tres minutos, habiendo ya perdido el- animal ocho ó diez got^ de sangre. A los cinco minutos contados de\ la aplicación del bálsamo, la sangre corria mucho menos, y un cuarto de hora después se estancó ente- ramente. Diez minutos después de la punción del cerebro se hizo tragar al animal algu- nas gotas de bálsamo. El animal estaba me- dio aletargado: las extremidades entumidas, y las movia con mucho trabajo al princi- pio. La respiración era corta y oprimida, los ojos turbios, y todos estos síntomas h a - cían temer la muerte, cuando lo vimos, aun echando sangre, levantarse del sitio en que lo habíamos puesto , y dar con bastante pres- teza, cinco ó seis pasos de una parte-á; otra del cuarto: allí se echó del lado derecho, y volvió á caer amodorrado ; mas huibi endo- se acercado otro perro que quiso llegarse á él, se levantó de repente, y se, fue á otro sitio, donde permaneció sin querer comee ni beber. La experiencia se hizo á las cuatro de l a \ a r d e , y hasta la mañana del día si- guiente no comió. La llaga no se curó, y supuró muy poco. A los dos dias el ani- mal estaba completamente restablecido, co- mía bien, y hacia todas sus fun.ciones como ánteS, conservando solo alguna debilidad,, debida sin duda á la mucha sangre que per- dió. Cinco dias después sirvió para otra ex- periencia. V IQ.* experiencia. Teniendo ya muy poco bálsamo á nuestra'disposición, y no pudien- do, por apnsiguiente, variar ni multiplicar las experiencias, resolví descubrir una ar- tería, á fin de examinar cuál sería el eftcto del bálsamo en las hemorragias producidas por la picadura de estos vasos , siempre mas pejigrosa que su entera sección. Con esta in-

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segunda parte y conclusiones

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Madrid -viernes 20 de noviembre rfí 18 18. [6 q.'°'l NÚM. 172.

CRÓNICA CIENTÍFICA Y LITERARIA. m VETERINARIA.

Conclusión de la memoria sobre el bálsamo de Don Segismundo Malatz.

. 8 / experiencia. AI dia siguiente hizo el Doctor Silveira la experiencia que vamos á describir, en el laboratorio de química del jardín botánico , en presencia de Monsieur Dubois, preparador del mismo laboratorio, no habiendo yo podido asistir á ella. Pú­sose en la parte posterior del cráneo de un perro, en el origen de la sutura sagital, un clavo grueso y muy agudo, que^ á marti­llazos se hizo penetrar -hasta dos pulgadas y media en una dirección perpendicular Dos veces fue introducido el instrumento. El perro dio ahuliidos muy penetrantes, que cesaron dentro de pocos segundos, presen­tando todas Jas señales de una muerte muy

'* próxima. Apücósele luego el bálsamo, in­troduciéndolo hasta el fondo de la herida; entonces empezó el animal a gemir , y poco' á poco estos gemidos se convirtieron en la­dridos tan agudos, que una señora que vive dentro del jardin, y es parienta de Mon­sieur Cuvier, estuvo próxima á desmayarse, y fue preciso echar el perro íuera. El Doc-

- tor Silveira, que salió del jardin poco tiem­po después de hecha la experiencia , vino al mon:.ento á darme parte de ella, y es­taba fiímemente persuadido que de esta vez no escapaba el perro, aunque no podia ne­gar que el bálsamo: le habia retardado la muerte. A pesar de esto, no murió el perro, sino que cinco dias despuei estaba entera­mente restablecido, conservando únicamente alguna debilidad.

9.* experiencia. El 19 de Marzo hice una incisión crucial en la cabeza de un perro pequeño, y le apliqué en la parte anterior

* y njas chata del coronal, encima de los se­sos, una pequeña corona ó casco de trépa­no : la operación fue larga en razón de los movimientos del perro y de la calidad del" instrumento: la hemorragia de las arterias y la de los sesos fue tan fuerte, que rece­lamos fuese ella sola suficiente para ma­tar al animal, y no queríamos suspenderla por medio del bálsamo mientras no hubié­remos hecho la punción del cerebro. Final-

7.° trimestre.

metjte , levantóse el pedazo de hueso, y rnetióse el mismo instrumento que habia ser­vido en las experiencias 6.% 7.* y g.* ̂ en el cerebro, y á mas de una pulgada de pro­fundidad en la dirección del occiput. La pun­ta se detuvo en la lámina interna del occi­pital. Luego que el cerebro fue herido, el animal gimió, y apenas lo soltamos cayó de lado. Aplicóse el bálsamo muchas veces á la herida, ¡ndroduciéndolo hasta el fondo de ella ; mas la hemorragia de los sesos continuaba, y no empezó á ceder sino pa­sados tres minutos, habiendo ya perdido el-animal ocho ó diez go t^ de sangre. A los cinco minutos contados de\ la aplicación del bálsamo, la sangre corria mucho menos, y un cuarto de hora después se estancó ente­ramente. Diez minutos después de la punción del cerebro se hizo tragar al animal algu­nas gotas de bálsamo. El animal estaba me­dio aletargado: las extremidades entumidas, y las movia con mucho trabajo al princi­pio. La respiración era corta y oprimida, los ojos turbios, y todos estos síntomas ha ­cían temer la muerte, cuando lo vimos, aun echando sangre, levantarse del sitio en que lo habíamos puesto , y dar con bastante pres­teza, cinco ó seis pasos de una parte-á; otra del cuarto: allí se echó del lado derecho, y volvió á caer amodorrado ; mas huibi endo­se acercado otro perro que quiso llegarse á él, se levantó de repente, y se, fue á otro sitio, donde permaneció sin querer comee ni beber. La experiencia se hizo á las cuatro de l a \ a r d e , y hasta la mañana del día si­guiente no comió. La llaga no se curó, y supuró muy poco. A los dos dias el ani­mal estaba completamente restablecido, co­mía bien, y hacia todas sus fun.ciones como ánteS, conservando solo alguna debilidad,, debida sin duda á la mucha sangre que per­dió. Cinco dias después sirvió para otra ex­periencia. V

IQ.* experiencia. Teniendo ya muy poco bálsamo á nuestra'disposición, y no pudien-do, por apnsiguiente, variar ni multiplicar las experiencias, resolví descubrir una ar ­tería, á fin de examinar cuál sería el eftcto del bálsamo en las hemorragias producidas por la picadura de estos vasos , siempre mas pejigrosa que su entera sección. Con esta in-

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tención abrí el muslo izquierdo de otro perro, y descubrí la arteria crural, que iJesemba-racé y separé del nervio, de los músculos, y del tejido celular en la extensioa de una pulgada; y metiéndole la punta de un bis­turí por abajo, hice una gran incisión lon­gitudinal , de la que salió sangre con fuerza. Apenas se aplicó el bálsamo á la herida, se estancó luego la sangre, se cerró de por sí la arteria, y el perro echó á correr, co-mió, y no volvió á sufrir la hemorragia. Cinco dias después examina/nos la llaga que no habia sido curada; la incisión estaba tan cerrada que no se pudo descubrir la menor señal de la cicatriz.

Para hacer estas experiencias mas deci­sivas, y no dejar la menor duda acerca de la gravedad de las lesiones, cuya cura pa­recía no deberse sino al efecto del balsa- { moy hice las sigujiifíntes

Experiencias, comparativai.

I!.* experiencia. Se cogió el perro que cinco dias antes habia servido para la 9.* experiencia: estaba enteramente restableci­do , comia, y andaba bien y y aun ense-i^aba los dientes á cualquiera que se acer­caba. El agujero del crátteo estaba cub^^rto de una costra que quitamos j introdúiose entonces el mismo instrumento que sirvió la primera vez, á mas de una pulgada de pro­fundidad, y en la misma dirección que an­tes; el animal cayó, tuvo grandes movimien­tos convulsivos, respiraba con dificultad, las pupilas se dilataron, y cesaron á poco tiem­po de contraerse, se le caía la baba de la boca, le enttró un espasmo permanente, las extremidades se le entumecieron, y á las tres horas murió.

12.* experiencia. Tomóse el polla que un mes antes habia sufrido la a." experiencia; estaba restablecido, sin • conservarlas res­tos que la ceguera del ojo derecho. Intro-dájose un instrumento agudo por el agu­jero practicado anteriormente en el cráneo; se atravesó toda la cabeza, y el animal na demostró haber sentido mal ni dolor algu­no ; poco antes de una hora ya no veía ni podia tenerse erv pie; el ojo izquierdo se enturbió, la pupila dejó de contraerse, y á las cuatro horas murió.

13.* experiencia. Cogimos el conejo que habia servido para la cuarta experiencia. Estaba tan restablecido, que nos costó tra­bajo distinguirlo de' otro que nos habia man> dado la misma persona, y solo lo recono­cimos por U señal blanca de la cicatriz. Se

le hizo una incisión en los tegumentos, y se le descubrió el agujero que habia hecho el clavo en la parte posterior del cráneo, latrodújose un instrumento agudo, que atra­vesó la cabeza perpendícularmente como en la primera vez. El conejo cayó inmediata­mente en un estado que anunciaba una muer­te inevitable: cesaron en breve los movi­mientos voluntarios, la respiración empezó á detenerse lo mismo que la circulación, y en menos de rres horas ya estaba muy frió: sin embargo no murió hasta 26 ho­ras después de la experiencia. Conservamos el cráneo, y examinando la dirección del agujero, hallamos que correspondía al ce­rebelo.

"Estoy persuadido que estos tres anima­les hubieran muerto mucho antes , si nd se hubiera verificado la primera introduc­ción del instrumento en la cabeza, y DQL hubiese ya aquel destruido muchas fibras de la masa cerebral, debiendo por consi­guiente en la a.* introducción haber ha­llado en cierto modo el camino abierto; y deduciéndose de aquí que no hirió todas las partes esenciales de la vida.

Habiendo mandado traer de Madrid una cantidad mayor de bálsamo, tengo inten­ción de continuar estas experiencias, y de hacer otras coinp.-irarivís en animales de clases y especies diferentes para determi­nar sus efectos y modo de operación en las lesiones de todas las visceras y demás partes del cuerpo, y en las de todo el sistema cerebral y nervioso. También ex­perimentaré su eficacia en las hemorragias espontáneas y en las heridas penetrantes del tórax y del abdomen en ' el nombre, y si tuviese ocasión, procuraré examinar si es antídoto de la hidrofobia , y en la mordedura de la vívora y< de otros anima­les ponzoñosos.

R E S U Ai £ K.

I.o Las heridas del cerebro y del ce­rebelo , que por experiencias comparativas , se demostraron ser mortales, se curaron prontamente por la aplicación del bálsa­mo , y todos los animales heridos se res­tablecieron en muy poco tiempo,

2.0 El bálsamo curó pronta y radical­mente las hemorragias causadas' por la pi­cada ó corte parcial ó total de las arterias y otros vasos sanguíneos.

3.° Retardó la muerte del conejo en la 6." experiencia, cuya médula oblonga-

í da y cerebelo habían sido agujereados por

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un instruinento aguflo, introducido pingada y media ea el agLijtrtj occipital. Debe no­tarse tjne ningún animal de los que se cu­raron con el bálsamo sufrió convulsiones ni otro, síntoma mortal luego que el remedió tiiipezó ú causar etccíO.

j^P El bálsamo parece que obra directa­mente so'are el tegido de ios vasos y visce­ras, verilicándose la unión de las p;irtes par primera intención y sin inflamación. Sin em­bargo , su acción en el sisten^a nervioso pa­rece ser igualmente pronta, visto que apli­cándolo á las heridas del cerebro, y por la introducción en la boca, hace cesar en breve tiempo la tensión y parálisis de las extremidades.

En todos los casos ya referidos fueron muy leves la inflamación y supuración en las partes contiguas á las heridas á que se aplicó el bálsamo. Parece, como ya d'gi-mos , que cierra los labios de los vasos cortados, uniéndolas con singular prontitud por una operación directa y sin el socorro del coágulo. Tal vez el gran peligro de es-tasr lesiones no proceda de otra causa que de la pérdida de sangre, ó del contacto del aire incerior ó exterior, 6 de los diferentes^ líquidos estravasados que se insinúan entre los labios de las heridas, de las cuales tal .vez ninguna sea dilecta ó esenciaUnéule mortal; i -

,El efecto del ácido hldrociánico es tan rápido -y decisivo, que no es de admirar que el bálsamo no pudiese salvar á la ga­llina (envenenada por aquel terrible veneno.

Aun conservaba el Doctor Silveira una onza de bálsamo, de donde deducirán uste­des cuan poco gastaríamos en las diez ex­periencias. Lo regaló á su profesor Mon-sieur Vauquelín, á fin de que este pudiese fepetif y v;K-íar las experiencias, y aun ima­ginar otras nuevas. Seria de desear en favor de la humanidad y de la medicina, que la academia de ciencias agregase ;i este sabio algunos de los que la componen para dar á las nuevas experiencias todo el carácter d« auteiiticidad posible, no dejando subsistir la menor duda acerca de las singulares pro­piedades de esta sustancia.

>• . - •

WÉTODO LANCASTERIANO. ,

Todo cuanto influye, aunque sea remota­mente, en la pública educaetón, «xcita un interés general y decidido. De aquí es que mirando por sólida base de aquella la ins­trucción de la niñez, merece serio y dete­nido examen cualquier novedad que en su

método se íntroda«ca< Tal consíáeraíftds él plaa de educación que para los «íños pobres, según los métodos combinados del Doctor Beil jM señor Lancaster, publicó eft 1816 el conde Alejandro Laborde, y ha sido adop­tado por la Inglaterrjt y Francia, y «e halla ya establecido en esta capital.

Persuadidos de que el mas acertado me­dio de dexíidir entre SHS ventajas é inconve­nientes, estriba en estudiarle y conocerle, si bien convenimos en que un estracto de la citada obra ilustraría la materia, nos parece que nada será tan oportuno á llenar nues­tros filantrópicos deseos, como trasladarse á, la esbuela en que se ha admitido y se prác­tica, pues el tacto es el regulador de todos los demás sentidos, y no hay para qué infor­marse de lo que se puede ver. AHÍ solamente podri conocerse si lá multitud de alumnos, sin perder un segundo del tiempo que consa­gran á sus tareas, trabajando simultáneamen­te , están de continuo observados de su direc­tor, que á manera de punto céntrico y fun­damental, gobiern.i los distintos círculos que describen las clases er» que su máquina ó sis­tema de enseñanza está subdividido: si enla­zándose los grados da progresión en sus co­nocimientos, se transmiteh del maestro al mas adelantado de sus discípulos, corriendo con indivisibles y mesuradas pasos hasta el niño que-JcoH balbuoieiiíe tbz probuncia por pri­mera vez los signos alfabéticos, y los descri­be imperfectos sobre la movible arena , j uz ­gar sí este artificio, que fija su atención y auxiíikJa metiioria, puede cot^tribuit á que, mas adelantado, sea menos correcta su escri­tura. En aquella pueril reunión podrá uno cerciorarse de lo que alcanzan el estímulo, lá disciplina, el atra-ctÍTb del premio y el térroc

} de la pena; y si es dable que el estudio tenga los alicientes de un entretenido juego, ocul­tando su •utilidad bajrt de un agradable deleite.

¡Ojalá pudiera verificarse que una comi­sión permanente de ilustrados obsetvadoreS asistiese á aquel gimnasio, y anóras-e fo qufe el propuesto plan pueda tener de defectuoso, para lettHlfcarlo ó rechazarlo si trajese incor­regibles perjuicios! Sí pero al contrario, se convencieaeti de su mérito y utilidad, lo pre^ conizasen y difundiesetl, á fin dé t̂ tre %s pn*-di<é̂ 'ló •'prefieran pAta la instruccloti dfe sus hijos; y el gobierno,'¿júé lo es dé to3á hi so­ciedad, lo mandase áaojfftaif én lái éstuéiás ¿)á-i ra cultf\*^ de las tiernas plantas* tjuesbtl la ésí pe^tinik de la patria ; i tüánto nisü''raéidtial y provechoso fuera tan friiticía y no/Me pt^cedep, que medíi las fuerzas de la pluma éti tlíengui de las letras y eti dttrifoetico delit'itistrucciOtt

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publica. El fin dé lais controversias debe ser el descubrir y fijar la, verdad} mas por des­gracia es en lo que menos se piensa. Lucir á costa de su antagonista,, ridiculizarlo , y no convencerle es lo que se pretende y se logra siempre. = M. {Diario de Barcelona.)

POESÍA. = AL SUEÑO.

EL HIMNO BEL DESGRACIADO.

""E/ grande y el pequeño

«Iguales JO» lo que les dura el sueño.'

(Lope de Vega.)

Desciende á mí, consolador Morfeo, Único bien que imploro, Antes que muera el esplendor febeo Sobre las playas del adusto moro;

Y en tu regazo el importuno día Me encuentre aletargado,. Cuando triunfante de la niebla umbría Ascienda al trono del cénit dorado.

• Pierda cu la noche, y pierda en la mañana Tu calma silenciosa Aquel feliz que en lecho de oro y grana estrecha al seno la adorada esposa ;

Y el que lial.igado coa los dulces dones De PlutQ y de Citeres, Las que á la tarde fueron ilusiones " A la aurora verá ciertos placeres.

No halle jam-b la matutina estrella £n tus brazos rendido Al que bebió en los labios de su bella El suspiro de amor correspondido. I

¡ Ah,! déJWos que gocen. Tu présemela No turbe su contento; Que es perpetua delicia su existencia, Y un siglo de placer cada momento.

Para ellos nace el orbe colorando La sonrosada aurora, Y el ave sus amores ya cantando, Y la copa de Abril derrama Flora.

Para ellos tiende su brillante velo La noche sosegada, Y de trémula luz esmalta el cielo , Y da al amor la spmbra deseada.

Si el tiernpo del placer pata el dichoso Huye eo veloz carresra,

# i O sueño! no separes enojoso Las d¡{chas que gozó de las que espera.

Más jay! a un alma del dolor guarida Descien4e" jia propjcjp : • Cuanto mg quites de la odiosa vida, Me quitarás ,de mi iumorul suplicio.

i De qué me sirve el súbito alborozo Que á la aurora resuena, Si al despertar el ;nundo para el gozo, Solo despierto yo para la pena ?

¿De qué el ave canora, ó la verdura Del prado que florece. Si mis ojos 410 miran su hermosura, Y el universo para mí enmudece ?

£1 ámbar de la vega, el blando ruido Con que el raudal se lanza, ¿ Qué son ¡ay! para el triste que ha perdido. Ultimo bien del hombre, la esperanza ?

Girará en vano, cuando el sol se ausente, La esfera luminosa; En vano de almas tiernas confidente, Los campos bañará la luna hermosa.

Esa blanca tristeza que derrama , A un pecho enamorado,

Si su tranquila amortiguada llama Kesbala por las faldas del collado;

No es para un corazón de quien ha huida La ilusión lisongera, t Cuando pidió, del desengaño herido. Su triste antorcha á la razón severa.

Corta el hilo á mi acerba desventura, O t ú , sueno piadoso: ¡ Que aquellas horas que tu imperio dura Se iguala el infeliz con el dichoso.

Ignorada de sí yazca mi mente, Y muerto mi sent ido ,

Y empapa el ramo, para herir mi frente, En las tranquilas aguas del olvido.

De la tumba me iguale tu beleño A la ceniza yerta: Solo ¡ay de mí! que del eterno sueño. Mas felice que yo, nunca despierta.

Ni aviven mi existencia interrumpida Fantasmas voladores. Ni los sucesos de mi amarga vida Con tus pinceles lánguidos colores.

No me acuerdes, cruel, de rui tormento, La triste imagen fiera: Bástale su malicia al pensamiento, Sin darle tú el puñal para que hiera.

Ni me halagues con pérfidos placeres Que volarán contigo; Y el dolor de perderlos, cuando huyeres, De atreverme á gozar será eJ castigo.

Deslízate callado; y encadena Mi ardiente fantasía: Que asaz libre será para la pena Cuando me entregues á la luz del día.

Ven, termina la mísera querella De un pecho acongojado : ¡Imagen de la muerte! después de ella Eres el bien mayor del desgraciado. L^y A.

J Madrid. Imprenta de Repulías. 1818.