Balnearios Aragon folletos turisticos Cariñena

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10 Rutas por Aragón Jiloca Daroca Gallocanta Español Teruel Albarracín Campo de Cariñena Goya: Fuendetodos

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10Rutas por

Aragón

Jiloca

Daroca

Gallocanta

Español

Teruel

Albarracín

Campo de Cariñena

Goya: Fuendetodos

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Botorrita. Yacimiento arqueológico celtibérico.

Tierras de pucheros y de vinoEste camino no nos dejará indiferentes. Tomando la Z-40, a unos 20 km de la capital del antiguo reino, Botorrita bien merece una primera parada.

El olvido no pudo con la huella del tiempo y de los hombres. Un yacimien-to arqueológico tiene en esta pequeña localidad nombre propio: Contrebia Belaisca.

Ubicada en lo alto del cabezo de la Mina, la población fue arrasada en el si-glo I d. C. Roma y Julio César no perdo-naron a los rebeldes. La resistencia de la localidad tuvo su castigo. En el intento romano de sumirla en el olvido tan sólo quedaron los restos de edificios de ado-be y quizás un archivo administrativo, a juzgar por las láminas de bronce encon-tradas. Una lengua perdida a orillas del Huerva.

Si avanzamos en dirección a Daro-ca quizás podamos detenernos junto a Mozota. Allí una torre-palacio y una buena gastronomía nos acogerán. Nun-ca es tarde para almorzar. Fue lugar de raptos de nobles damas, y el encanto de

convirtieron en vajillas utilizadas en días de fiesta en todo Aragón.

Muel esconde en su caserío un pa-sado antiguo. Destacamos por ello la ermita de la Virgen de la Fuente. Para-da obligada para observar los muros de

La ruta del sur.La Extremadura aragonesa

El viajero parte de Zaragoza buscando las tierras de Teruel. Es

algo más que un camino. Es introspección, tierra roja de viñas,

huellas de la historia, dulce meditación y tiempo parado. Es

fiesta, naturaleza de ribera, algarabía en forma de mudéjar y

celebración pagana en forma de Mayo o de Torico.

10Botorrita Yacimiento del Cabezo

de la Mina

Muel Taller Escuela de Cerámica 976 145 225

Museo Etnológico La Calistra

976 140 178

Cariñena Museo Parroquial

Museo del Vino 976 793 031

Bodegas visitables en Cariñena

Fiesta de la Vendimia

A destacar

lo pequeño y lo humilde se nos muestra a través de arcos y fortificaciones.

Continuando en nuestro viaje, nos reciben las tierras de Muel. Rojas por nacimiento, blancas y azules por apren-dizaje, el saber hacer de los alfareros las

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Cariñena. Fiesta de la vendimia. Muel. Ermita Virgen de la Fuente.

antiguas presas romanas y en el interior del edificio, como sacralizando el lugar cultural y religiosamente, las pechinas pintadas por Goya. Un regalo para Muel, una sorpresa para el caminante.

La escuela de cerámica de Muel, con su sala de exposiciones y sus talleres al-fareros, es una ventana a la tradición y la modernidad en forma de los antiguos pucheros o de las actuales tendencias cerámicas.

Los restos del castillo y de molinos, que algunos afirman ser árabes, y los ac-tuales talleres alfareros de la localidad, agrupados bajo la marca Cerámica de Muel, son buen complemento a una vi-sita a la localidad. No hay que dejar de ver el museo etnológico La Calistra.

Continuamos por la Z-40 hacia Cari-ñena. La tierra y el paisaje se vuelven vino. La calidad de los caldos es tal que un rebelde como Voltaire no dudó en utilizar un vocabulario religioso y afirmar tras probarlos que “la tierra prometida está cerca”. Se unió así a las alabanzas que Fernando el Católico, Enrique Cook o, tiempo después, Townsend harían de los mismos vinos.

La historia venía de antiguo. Los celtí-beros ya lo tomaban mezclado con miel, los romanos establecieron un sistema de latifundios en este territorio para su explotación, aunque fue en época mo-derna-contemporánea, con el acceso

Escuela de Cerámica de MuelTodos los vecinos son olleros. Así nos lo cuenta Enrique Cook, arquero del rey Felipe II, cuando a su paso por Muel nos da noticias en el siglo XVI de la presencia de alfareros.Nos descubre el carácter morisco de los mismos, dado que no comen cerdo, no beben vino, rompen los vasos y platos de fondos blancos y decoraciones azules que los han tocado y no van mucho a misa.Hoy en día la Escuela de Cerámica de Muel a través de sus tornos, hornos y salas de pintado, con un marcado carácter educativo, mantiene la tradición y se abre al mundo a través de su sala de exposiciones. El resultado lo encontramos en los obradores actuales de la localidad y la iniciativa individual. Atrás han quedado los señoríos de los Luna y los Camarasa.Muel es cerámica, identidad y paisaje. Es la arcilla de un territorio entre tus manos y tus labios.

a la propiedad de la tierra, cuando la población pudo comenzar a explotar la viña de manera importante.

La apuesta por la modernidad y la calidad que la Denominación de Origen Cariñena impulsa, llevaría la antigua tra-dición vitivinícola hacia el siglo XX y el XXI.

Testigo de todo ese devenir por la historia fue la iglesia parroquial de la

Cariñena. Bodega.

Asunción, colegiata en época de Al-fonso I, testigo del paso de cristianos, musulmanes y judíos, que también en Cariñena tuvieron su barrio y quizás en la iglesia de Santiago su sinagoga. Toda la localidad estuvo amurallada. De ello es testigo el torreón de las Monjas.

Destaca igualmente como edifica-ción civil el ayuntamiento de la locali-dad. Típica construcción civil aragonesa del siglo XVI. La fachada se articula en la planta calle con una logia de arcos de medio punto a modo de porche sobre los que se levanta una segunda planta noble, ésta con arquillos. El alero vola-do del tejado es de gran interés. Aún se edificó una tercera planta con igual vocabulario que lo comentado.

La fuente de la Mora, construida en el siglo XIX y ubicada delante del ayun-tamiento, mana habitualmente agua, pero en la fiesta de la vendimia es vino lo que brota de ella. Tradición datada desde época de Felipe II. Recomenda-mos no perderse el arco del Cordero.

La denominación de origen y el mu-seo del vino son dos buenas razones para prolongar la visita en Cariñena. Ubicado en la Casa de la Viña y el Vino, presenta un conjunto de herramientas y útiles que nos ilustran sobre la evolu-ción y cambio en la manera de trabajar la tierra.

Muel. Cerámica.

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Fuendetodos Casa Natal de Goya,

Museo del Grabado, Sala de exposiciones Zuloaga 976 143 830

Mainar Restos íberos y musulmanes

Villa Romana, s. I y III d. C.

Cabaña-nevera

Peirones de San Andrés y la Virgen del Pilar

Romanos Fuente de época romana

Peirones de la Virgen del Pilar y de San Antonio de Padua

Daroca Exposición Daroca

Monumental

Museo de los Corporales 976 800 732

Museo Municipal Comarcal 976 800 129

Museo de la Pastelería 976 800 782

Laguna de Gallocanta Centro de Interpretación

de la Laguna de Gallocanta 978 725 004 - 978 734 029

Aguarón Casa del Gaitero 650 099 043

Museo Marín Bosqued 976 620 386

Centro de Interpretación Nevera de Used

976 809 001

A destacar

Por los caminos del arte, el mudéjar y el aguaDesde Cariñena podemos acercarnos a Fuendetodos. La patria chica de Fran-cisco de Goya. Su casa natal, todavía conservada, nos muestra un ejemplo de la humildad de las gentes de esta tierra: sillas de anea, pucheros de barro, hogar o fuego bajo, poca fachada, y en este caso, mucho futuro.

A las neveras construidas en piedra seca hay que unir el museo de Graba-do como referencias turísticas y artísti-cas. La “fuen de todos” sigue creando. Nunca ha dejado de manar. El páramo generó vida y arte. Desde Goya a nues-tros días.

Volviendo a Cariñena recomendamos la visita a la casa del Gaitero de Agua-rón. Allí un conjunto de instrumentos musicales del mundo, ubicados en la antigua casa del Cura, ejemplo por otra parte de restauración arquitectónica, están dispuestos en alcobas y salas con claro sabor tradicional.

La sala de exposiciones es una venta-na al mundo mientras el taller del luthier es el trabajo artesano hecho sonidos. La vida a golpe de ocarina, chicotén, tam-bor o gaita. Músicos de fortuna dijeron algunos. Todo es posible en este espa-cio para la ilusión y el encantamiento. No perderse sus veladas con músicos en el pequeño escenario del patio des-cubierto.

Hacia el sur, Mainar y Romanos, con sus torres mudéjares brillando al sol nos anuncian el viaje a la Edad Media que supone continuar por nuestro recorrido.

Dejamos atrás más neveras en locali-dades como Nombrevilla y penetramos en la ciudad de los Corporales, Daroca, por la Puerta Alta. Antes de llegar, la vista es espectacular. Torreones de San Jorge, de San Cristóbal, murallas, el cas-tillo moro, la torre del Jaque o la Puerta

Baja. La historia de la ciudad resumida en sus muros de bienvenida. Moros, cristianos, guerras entre Castilla y Ara-gón, guerras carlistas, huella del tiempo y sus gentes.

Los campanarios de sus iglesias, de San Juan, Santo Domingo o San Miguel, se alzan sobre el caserío anunciando su presencia. La colegial de Santa María nos recuerda aquellos milagrosos cor-porales que traídos desde Valencia que-daron para siempre unidos a esta locali-dad. Daroca es la Nueva Jerusalén.

La disposición en forma de media luna de las calles, amorradas a la mon-

taña, y el castillo Mayor, el barrio de San Juan y la judería o los espacios más reticulares y cristianos son un resumen de nuestro pasado en forma de arco, de ladrillo, de piedra, de almena y ven-tanal o pintura gótica. Es Daroca mu-déjar y renacentista, ladrillo y piedra. Una sinfonía de estilos artísticos que se convierte en música antigua en el en-cuentro que todos los años se realiza intramuros. No deberíamos perdernos

Fuendetodos. Autorretrato de Goya. Fuendetodos. Balsa de los patos.

Nevera de Used.

Gallocanta. Laguna de Gallocanta.

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Fuendetodos. Nevera de Culroya

el museo dedicado a la Pastelería de Manuel Segura.

Avanzamos hacia Gallocanta. Subi-mos el puerto de Santed. Dejamos a un lado, al fondo del valle, Val de San Mar-tín. Bien merece un paseo y acercarse a su iglesia parroquial dedicada a San Blas. Levantada en estilo románico po-pular del siglo XIII se concluyó hacia el siglo XVI. Los paseos entre cerezos, las balsas y fuentes o acercarnos a la cova-cha de la Zorra pueden ser alternativas válidas para un recorrido relajado.

Continuamos ascendiendo. El castillo de Santed, con sus dos torres y la torre albarrana recibe a los viajeros desde el siglo XIV. Vigilando el abismo del valle. Controlando las tierras de la redolada. Defendiendo la frontera. No perderse las dos lagunas junto a la carretera de agua dulce y salada.

Nos acercamos a Used. Toda la lo-calidad se organiza en torno al ayunta-miento que sustituyó a la cárcel y el to-rreón. A medio camino entre lo popular y lo nobiliar las calles, como la del Cinto, nos mostrarían antiguos amurallamien-tos y cierres con portales.

Barrios como el de Berrueco o Barrio Verde terminarían de configurar su tra-ma urbana.

En ella encontramos el pa-lacio de la Obra, sorpren-dente palacio, inacaba-do, de estilo barroco

y origen incierto. La iglesia está dedica-da a San Pablo y San Pedro, aunque es San Vicente el santo de mayor predilec-ción local. La fachada, de estilo clásico, da paso a un edificio de una nave con capillas entre los contrafuertes y cubier-to con bóveda del siglo XVI. No dejar de ver el centro de interpretación y nevera de la localidad.

Lagunas como la de la Zaida, neve-ras, navajos de agua nos cuentan his-

torias de secano y de la adaptación de las gentes a su entorno.

Partimos hacia Cubel. La mú-sica tradicional parece acom-

pañar nuestro camino. La

laguna de Guialguerrero nos muestra otro paisaje de agua sacralizado por una ermita con interesantes pinturas del siglo XV. El llano nos rodea. La línea de horizonte se ve interrumpida sólo por la sierra de Santa Cruz. La localidad pre-senta restos de su antigua fortificación.

Lentamente, disfrutando del paisaje, llegamos a Gallocanta. Está situada a 1.000 metros sobre el nivel del mar, en una depresión de tipo endorreico-este-pario. Es la más espectacular de todo el sistema lacustre de estos llanos. Famosa por ser una excelente localización para observar el paso de las grullas y aves no debemos dejar aparte la localidad y su entorno.

Además de conservar restos de las culturas antiguas, destaca el edificio pa-rroquial dedicado a San Pedro, si lo que hoy vemos procede del siglo XVIII, pare-ce que se apoya sobre restos anteriores a juzgar por su patrimonio inmueble y mueble. Destacamos la ermita de la Vir-gen del Buen Acuerdo, del siglo XIII, o la de la Soledad ya del siglo XVIII a la hora de pasear y disfrutar del entorno.

Los peirones de los Santos o de San-ta Bárbara nos van introduciendo en el mundo de las creencias en el que tienen cabida los restos de la casa Gamundi, de la que quedan algunos muros, y se de-cía que llegó a poseer un embarcadero y molino. Las tradiciones de tormentas venidas desde Castilla por mandato de las brujas quedarán para las noches jun-to al hogar.

Daroca. Puerta Baja.

La mina de DarocaCuentan que en Daroca, ciudad de los Corporales y lugar de fiesta grande por el Corpus, en un tiempo indeterminado, un rulo, que algunos dicen era de los alfareros, fue movido de su lugar por una venida de aguas. La muela de piedra fue a incrustarse en la puerta de la amurallada ciudad. Comenzó a represarse el agua por el tapón que estaba formando y amenazaba con inundar el lugar. Al final, quién sabe si por milagro, las aguas consiguieron pasar por la calle mayor y la cosa no fue a más. Para evitar otras calamidades similares, en el siglo XVI, se abrió la mina, boca canalizadora que todavía puede verse a la orilla de la carretera, para evitar que las aguas embocaran la ciudad.

Daroca. Iglesia de Santo Domingo.

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Monreal del Campo. Ojos del Jiloca.

Baguena. Casa solariega (casa Calvo).

timas consideradas mudéjares mientras el cuerpo eclesial es gótico.

No nos detenemos. Continuamos buscando el nacimiento del río. Visita-mos las tierras de Báguena y Burbágue-na. La primera famosa por la resistencia aragonesa a las tropas castellanas de Pedro I posee una torre mudéjar, estilo habitual en el territorio, con una fábrica del siglo XVI, es la iglesia de la Asun-ción. Todo se articula en torno a la calle mayor y dos plazas, la del convento de San Valentín y la propia plaza de la pa-rroquial. No perderse los restos de una torre de tapial y otra de sillería, a decir de algunos: fortaleza templaria. Merece

Las tierras del JilocaEs tierra de martinetes, lavaderos de la-nas, rutas del Cid, azafrán o fortalezas de frontera.

Nada más dejar Daroca la localidad de San Martín del Río nos ofrece un museo del vino que nos hace reencon-trarnos con los sabores tradicionales y recordar la antigua Alcoholera del Jilo-ca. Destaca la torre de su iglesia, levan-tada la primera en la segunda mitad del siglo XVI y siendo, por tanto, de las úl-

Monreal del Campo Museo Monográfico

del Azafrán

978 863 236 Palacios de los siglos XVI

y XVII, como la casa de Doña Concha, Los Beltranes y de Pedro Latorre

Restos del castillo, sobre los que se levanta el campanario exento de la iglesia. de la Natividad

Peracense Iglesia de San Pedro, 1740

Ermita de San Ginés

Castillo de Peracense

A destacar

la pena el puente del siglo XVIII sobre el Jiloca.

Burbáguena posee castillo del siglo XII y una iglesia dedicada a Nuestra Se-ñora de los Ángeles de trazas clásicas con el habitual chapitel barroco.

Seguimos río arriba. Luco de Jilo-ca, cuya toponimia hace mención al río protagonista de nuestro recorrido, posee un interesante, a decir de algu-nos, puente romano, a decir de otros, medieval.

Existen edificaciones palaciales como el palacio de Montezuma, el rectorado y la iglesia parroquial.

Es lugar que absorbió despoblados como los de Gascones y Entramba-saguas, en alusión el segundo al punto de unión entre el río de resonancias clá-sicas, Pancrudo, y el propio Jiloca. La er-mita de la Virgen del Rosario se encargó de sacralizar este punto.

Poseía, luco, martinete, molino de harina y de luz, serrería, chocolatería y una nevera, a decir de Francisco Martín y Fernando Herrero. Destaca en sus pa-seos por los alrededores por la presen-cia de chopos cabeceros. Todo es cal-ma, tranquilidad y ver discurrir la vida. Aunque a veces esa rueda nos lleva al carnaval. Es el de Luco una buena fecha para disfrutar de la fiesta de los Zarrago-nes y las madamas.

Así llegamos a Calamocha. Villa fa-mosa por su jamón. Es actualmente cabecera de comarca. Parada absoluta-mente recomendable. El Cid parece ser que ya pasó por estas tierras. Hay que dejar la carretera y pasear por la loca-lidad.

Martín del Río. Torre mudéjar de la iglesia. Calamocha. Puente romano (siglo I).

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La iglesia parroquial de Santa María, de una sola nave, posee cubierta con bóveda de crucería y capillas entre los contrafuertes. Levantada en el siglo XVI fue reformada en el siglo XVIII. Su fachada se abre a la calle en forma de gigantesco arco de triunfo. El convento de San Miguel Arcángel es otra de las referencias.

Dos capillas se encargan de delimi-tar el espacio ritual de Calamocha: la del Santo Cristo del Arrabal y la de San Roque. Es famoso en esta localidad el baile y los dichos que se realizan todos los años en honor al santo.

El urbanismo nos invita a pasear por sus calles y disfrutar de edificios pala-ciales que abarcan los siglos XVII al XIX.

Existen restos de un martinete y son muy recomendables de ver, aunque pri-vados, los restos del lavadero de lanas. También destacan el molino de adentro y el de fuera, el puente romano. Propo-nemos disfrutar del río y los chopos.

Continuamos nuestro camino. Ca-minreal fue famoso en otro tiempo por ser lugar de carreteros. Era en la Edad Media el Camino Real. Destaca el ya-cimiento arqueológico, celtíbero en cuanto a población, romano republica-no en cuanto a trazado y construcción, en el que se han localizado importantes hallazgos.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción puede poner el contrapunto, en vertical, a la visita a la localidad.

Avanzamos hacia Teruel. Las tierras de Monreal del Campo son de azafrán.

Monreal del Campo. Iglesia parroquial.

Cuentan que cuando una casa vendía tan preciado tesoro su fin estaba cerca. Era el último recurso, el fondo del saco gracias al cual muchas economías do-mésticas sobrevivieron.

Posee un interesante museo dedica-do a este producto. En él podemos ob-servar a través de la reconstrucción de la vida cotidiana cómo se separaba la farfolla de los estambres y pistilos, que era lo que propiamente tenía valor. Se denominaba esta actividad, nocturna y adecuada para contar cuentos y leyen-das, esbrine o esbrizne.

Posee la localidad unos interesantes Ojos del Jiloca. Humedales de interés natural que, combinados con los paisa-jes de chopos cabeceros, bien merecen un paseo. Igualmente, un patrimonio histórico artístico notable del que des-tacamos la casa de doña Concha o la iglesia parroquial. No hay que perderse la recreación medieval de la Fundación de Monreal por la misteriosa Orden de San Salvador.

Nos desviamos a las tierras de Pera-cense. El castillo roquero bien lo mere-ce. Encaramado en lo alto. Mirando el horizonte. Agarrado a la piedra deno-minada rodeno, denominada de San Ginés, es fortaleza de origen incierto. Se han encontrado restos celtíberos y romanos, pero lo que hoy vemos parece ser del siglo XIV. Parece ser que desde estas alturas se inició por Aragón la con-quista de la sierra de Albarracín y que su misión primordial fue defender las tierras del valle para evitar las invasio-nes castellanas. Es visita absolutamente indispensable.

Peracense. Castillo.Comarca de Calamocha. Edificio renacentista.

Aguarón. Casa del Gaitero.

La Casa del GaiteroLa Casa del Gaitero, su casa, se encuentra a 50 km de Zaragoza. Junto a la localidad de Cariñena. Los humildes instrumentos, ecológicos y artesanos, son el eje conductor de una exposición que permite viajar a través de los continentes gracias a la capacidad de transportarnos y encantarnos que tiene la música.Eugenio Arnao es el alma mater, y, sobre todo, pater, del mismo. Su espíritu renacentista, inquieto y burlón, está presente por todos lados. La Casa del Gaitero es una referencia dentro de la arquitectura popular de la zona. Desde la bodega pasando por las alcobas para rematar en los graneros. Sólo le faltaba tener un taller de luthier y un escenario. Y, encima, ¡lo tiene!Combina hábilmente la tradición y la vanguardia a través de su sala de exposiciones, Tam-tam, como si fuera una llamada de atención al visitante.

Foto: Jesús Ropero

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Un viaje a la Edad Media: Cella, Gea y AlbarracínLlegamos a Cella. El antiguo castillo creó un urbanismo anular de calles que enseguida se vio sobrepasado por el interés de las grandes casas en mostrar su poderío. Así, a lo largo de los siglos XVI y XVII, las familias de los Lanzuelas, Goyanes y Fuentes levantaron edifica-ciones con a menudo impresionantes patios y escaleras que rompieron el ur-banismo medieval.

Destaca su edificio consistorial, sím-bolo de poder civil, que responde a una tipología renacentista de tres plantas. La inferior, con arcos de medio punto a modo de porche, el piso superior o no-ble y una logia de arcos italianizantes en el superior.

La iglesia de la Inmaculada, con orí-genes del siglo XIV, sufrió diversas trans-formaciones y cambios hasta el siglo XVII-XVIII. Esta vinculada por leyendas al pozo contiguo, artesiano y construi-do en el siglo XVIII. Es el más grande de Europa a decir de algunos y el segundo del mundo. Otros afirman que éste es el nacimiento auténtico del Jiloca.

No es de extrañar que, con estos antecedentes, suene a cuento de abue-

Albarracín Pinares de Rodeno Pinturas rupestres Catedral El Salvador, s. XVI Palacio Episcopal, s. XVII Iglesia de Sta. María, s. XVI Iglesia de Santiago, s. XVIII Ermita de San Juan, s. XVII Santa Bárbara, s. XV Cristo de la Vega, s. XVII Convento de las Dominicas,

s. XVII Castillo Las Murallas, s.XIII-XIV Centro de Interperetación

de la Naturaleza de Dornaque 978 681 004 Museo del Juguete 978 710 282 Museo de Historia de la

Ciudad 978 700 411 Museo Diocesano 978 710 093

Guadalaviar Museo de la Trashumancia 978 708 255

A destacar

los, aunque en este caso es historia, la existencia en la zona del prado de una laguna que llegaba hasta Santa Eulalia. Esta fue desecada en el siglo XVIII para aumentar el espacio agrícola cultivado. Todavía pueden adivinarse restos de un monasterio cisterciense, de embar-caderos y puede visitarse un nevero. También nos contaron que, hasta la aparición de los nuevos aladros con ho-jas de fundición modernas, los arados no podían hincarse en el suelo de este territorio porque las tierras en invierno se helaban.

No es el único elemento hidráulico destacable. Llega a Cella, a través de la

Cella. Vista de la localidad y pozo artesiano.

Cella. Ayuntamiento.

zona de las eras, la canalización final del mítico acueducto de los moros, que, hoy sabemos, fue construido por los romanos.

Avanzamos hacia la sierra de Albarra-cín. Nos recibe Gea con su monasterio del Carmen, los restos de fundiciones de hierro por el camino hacia Teruel, restos de hornos alfareros y canalizacio-nes de sabor morisco.

El Guadalaviar nos invita a pasear por sus orillas vislumbrando masías, masa-das y corrales junto a chopos y una rica avifauna. Topónimos con la Torreta o el Torreón o la proximidad de la sierra Carbonera invitan al paseo, la charla y el descanso.

Es destacable la plaza del Obispo Eijo por su sabor tradicional. Piedra, barro, madera son los protagonistas de una arquitectura de la tierra bajo sopor-tales y presidido por fuentes públicas.

La iglesia, construida en mampostería, dedicada a San Bernardo, fue levantada en el siglo XVII. Posee edificaciones civi-les a su alrededor sobresaliendo dentro del caserío la Casa Grande de los Reyes de Aragón. Destacable y curioso, dentro de esta arquitectura urbana, son los ale-ros de madera, en especial aquel en el que aparece un gaitero. No perderse el convento de las Capuchinas, el azud de época Moderna, o el acueducto roma-no, excavado en roca, que unía las aguas del Guadalaviar con las del Jiloca.

Albarracín. Paseo.

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El acueducto romano de AlbarracínEl conocido acueducto entre Albarracín, Gea de Albarracín y Cella, en origen romano, fue atribuido a los moros, como tiempo mítico en el que se construían cosas maravillosas o inexplicables.Se cuenta que Cella no tenía agua, pero sí una princesa bella.

Por fin llegamos a Albarracín. En nuestro camino el castillo de Santa Croce, enclavado en lugar imposible, vi-gila las orillas del río y a la vez las sacra-liza. El acueducto nos va saludando con sus vanos cada cierto espacio, como ha-ciéndonos guiños para advertirnos que después de siglos, él continúa ahí.

El espectacular e impresionante con-junto amurallado de Albarracín es una joya escondida en la sierra. Estamos ante la historia, la tradición y la identi-dad con mayúsculas para la ciudad y los pueblos de la Comunidad.

Accedemos a la localidad por el an-tiguo colegio de los Escolapios. Obser-vamos la casa de la Brigadiera, famosa por haberse defendido con fiereza de los franceses invasores teniendo como contrapunto la casona de los Dolz de Espejo.

El azul de casa Navarro Arzuriaga contrasta con el conjunto rojizo de ye-sos con los que se cubren las fachadas de sabor popular. Paseamos por la plaza porticada de la localidad, sede del ayuntamiento y de la conocida como casa del balcón esquinero. As-cendemos hacia el palacio del Obispo. Aldabas con lagartos para espantar el mal de ojo marcan nuestro deambular en la casa Almagro. Estamos en tie-rra de brujas y creencias ancestrales. El palacio del Obispo nos muestra el poderío de la iglesia en los siglos XVII y XVIII. Aquí está ubicado el museo

Albarracín desde la Iglesia de Santiago.

Albarracín. Acueducto romano.

Albarracín. Arte rupestre.

episcopal, donde destaca el conjunto de tapices.

Llegamos por estrecha escalera a la iglesia de San Salvador, joya del siglo XVI, levantada en un estilo denominado gótico levantino, que en su interior pre-senta retablos de Cosme Damián Bas y probablemente Gabriel Yoli. Presenta entre sus muros restos de relieves ro-manos al igual que en los escalones de su torre.

Continuamos hacia el antiguo barrio judío, con la ermita de San Juan y el an-tiguo hospital, donde se ubican respec-

tivamente el museo de la ciudad y el del juguete. Corona todo, el castillo. Es fácil pensar en los Banu Razín o los Azagra sintiéndose dueños del mundo desde estas alturas.

Cerrando la ciudad por este lado, la torre de Doña Blanca, lugar de apari-ciones de infantas desaparecidas que bajan al río Guadalaviar en noches de luna llena. La iglesia de Santa María, levantada por Quinto Pierres Vedel, en un estilo que todavía recuerda el mudé-jar, es testigo del paso del tiempo.

Desandamos el camino. Nos dirigi-mos hacia el portal de Agua, vemos la Casa de la Comunidad, la de la Juliane-ta, el Portal de Molina con el barrio de Palacios y las imposibles murallas esca-lonadas. Nos dirigimos por la iglesia de Santiago hacia el Chorro y de nuevo al punto de partida.

Junto a Albarracín se encuentra un importante conjunto de pinturas rupes-tres, que son Patrimonio de la Humani-dad. Los Toros del Navazo, la Cocinilla del Obispo, doña Clotilde o el Prado de las Olivanas, entre otras, nos permiten descubrir toros blancos, arqueros impo-sibles y los restos de culturas epipaleo-líticas. Además, yacimientos de la Edad de los Metales, campamentos del ma-quis, chozas de resineros, pinares y ro-quedos se encargan de crear un marco incomparable y de agradable paseo.

Albarracín. Vista de la localidad.

Enamorado de ella, el señor de Albarracín, pudo obtener su mano, una vez llevadas las aguas a Cella, merced a este canal.Así, las aguas del Guadalaviar, el río blanco, pudieron conectarse con la cuenca del Jiloca.

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De la sierra de Albarracín hacia TeruelLa sierra bien vale una visita, o más. Al-berga paisajes espectaculares de pina-res y praderas o ríos. El nacimiento del Tajo (entre Calomarde y Frías), Cabriel, río de la Fuente del Berro o Guadala-viar son algunos ejemplos vinculados al agua.

Las fuentes con leyenda, como la de la Mentirosa en Frías, Jabaloyas o la del Canto de Bronchales se entremezclan en nuestra retina con parameras y doli-nas en Villar del Cobo y los sabinares de Saldón y Valdecuenca.

La arquitectura popular de estas lo-calidades no va a la zaga. La tradición de piedra, barro en forma de adobas o tapial, el yeso y la madera abundante en todos los Montes Universales. Lu-gares como Villar del Cobo, Orihuela o Terriente son ejemplos de esa arquitec-tura vinculada al entorno. La tradición de la forja se manifiesta en ventanales y motivos de gran interés.

Pero la sierra de Albarracín es mucho más. El museo de Guadalaviar y el En-cuentro de Pastores Trashumantes tie-nen ahí su lugar. Si nos fijamos en el pai- Teruel. Detalle Casa La Madrileña.

saje, los chozos o torrucos nos cuentan historias del pasado. De construcciones en piedra seca, de vida dura pero tam-bién de encantamientos y leyendas. En Jabaloyas es posible ver la casa de la Sirena, emblema de lo diabólico. El cercano pico de Jabalón era el lugar de sus aquelarres y aún hay quien dice que hay debajo de él tesoros y poblaciones perdidas.

Los ecos y sones de rondas, las gai-tas del tío Gato de Albarracín, las jotas hurtadas y los mozos y mozas vienen a

Teruel. Viaducto.

Teruel Acueducto, s. XVI Aljibe, s. XIV Iglesia de San Pedro, s. XIV Torre de la Catedral, s. XIII Torre de San Martín, s. XIV Torre de El Salvador, s. XIV Iglesia Franciscanos, s. XIV Torreones y puertas de la

Muralla de los ss. XV-XVI Iglesia de La Merced, s. XVI Casa del Dean, s. XVI Casa Comunidad, s. XVI Palacio Episcopal, s. XVI

y XVII Palacio de los Marqueses

de Tosos, s. XVII Casino Mercantil, s. XIX Edificio de Correos, s. XX Edificios modernistas Fundación Amantes 978 618 398 www.amantesdeteruel.es Torre de El Salvador 978 602 061 Museo Provincial 978 600 150 www.dpteruel.es/museo.htm Museo diocesano 978 619 950 Dinópolis 902 44 80 00 www.dinopolis.com Aljibe Fondero 629 560 188 aljibemedieval.com

A destacar

Teruel. Iglesia de San Pedro.

despedir este recorrido. Pasado y futuro en forma de tradiciones. La vida apos-tada en una jugada de morra. Dejamos en esta tierra los mayos pingados en las plazas y la vida corriendo por las calles.

Por fin llegamos a Teruel. Es ciudad con identidad mudéjar. Las torres de San Martín, San Pedro, el Salvador o la de la catedral lo atestiguan. Lugar de judíos, de moros y cristianos. Espacio para las culturas y para la guerra.

Con murallas se levantan torreones como los de Ambeles, de San Esteban o la Bombardera. Con barro, agua, aire y fuego los mudayyan, aquellos a quienes le fue permitido quedarse y los cristianos que aprendieron sus técnicas, inventan un signo, un emblema de una ciudad. Así, la iglesia o la catedral, ade-más de ser turolenses, se convierten en Patrimonio de la Humanidad.

Construcciones islámicas y cristianas. Interculturalidad pura. Paños de ladrillo en zig-zag, en forma de tapices, de rom-bos o de paños de sebqa. Desmateriali-zación del muro, juego de luces y som-bras, arquitectura de cuento y leyenda. El medievo ante nuestros ojos.

La puerta de la Andaquilla, el Portal de la Traición, lugar por donde cuentan que entraron las tropas castellanas en la guerra de los Pedros, el barrio judío o la plaza del mercado nos sumergen en ese mundo de intuiciones y sensaciones que inevitablemente nos hace volver a las torres.

Los alfares tradicionales de Teruel nos dejaron un legado arqueológico en

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Los amantes de TeruelCuentan las crónicas medievales que Diego Marcilla se enamoró perdidamente de Isabel de Segura. Por aquel entonces, Teruel acababa de ser conquistado para el reino de Aragón y era ciudad de frontera.El padre de Isabel, enterado de los amores de los dos, le impide a Diego que se case con ella. Es hijo segundón y, por lo tanto, no heredará casa ni tierras. Le propone esperar cinco años y si consigue hacer fortuna en la guerra, otorgará la mano de su hija. En el mismo día que Diego regresa a Teruel su amada es casada con Pedro de Azagra. Presentándose ante ella, le pide un beso. Ella lo rechaza. Diego cae fulminado.Al día siguiente, en la iglesia de San Pedro se celebra el funeral. Una mujer enlutada se acerca al cadáver. Le da un beso y cae muerta. Es Isabel.

Albarracín Diputación, 4 978 710 251

Bronchales Carretera 978 701 038 Verano, fines de semana y puentes

Calamocha Pasaje Palafox, 1 978 730 515

Cella Avda. La Fuente s/n. 978 650 002 - 636 472 759 Sólo verano

Daroca Plaza de España, 4 976 800 129

Fuendetodos Cortes de Aragón, 7 976 143 867

Gallocanta Mayor, s/n. 976 803 069

Galve Rambla San Joaquín, 2 (Museo) 978 776 047

Monreal del Campo Plaza Mayor, 10

(Casa de la Cultura) 978 863 236 Sólo verano

Oficinas de turismo

Edita: Gobierno de Aragón. Realiza: Fototype, Comunicación Gráfica.Fotografías: Patronato Provincial de Turismo de la Diputación de Zaragoza, Diputación de Teruel, Comarca del Jiloca, Ayuntamiento de Fuendetodos y Jesús Ropero.

Moscardón San Antonio, 12, bajo

(Antiguas Escuelas) 978 705 272

Teruel Plaza Amantes, 6 978 624 105

TeruelSan Francisco, 1 978 641 461

Zaragoza Avda. César Augusto, 25 976 282 181

Eduardo Ibarra, 3 (Auditorio) 976 721 333

Glorieta Pío XII, s/n. (Torreón de la Zuda)

976 201 200

Plaza de España, 2 (El Cuarto Espacio)

976 212 032

Plaza del Pilar, s/n. 976 393 537

Torre, 28, bajo (SIPA) 976 298 438

Teléfono de información turística 902 477 000www.turismodearagon.com

Fuendetodos. Cartel de Goya.

Rutas interactivas en www.turismodearagon.comw

Teruel. Monumento a los Amantes de Teruel.

forma de vajilla de colores verde, azul, dorado que a través de una estrella de David o una hanukiyya judía, una mano de Fátima musulmana o un recordatorio cristiano nos ayudan a comprender la esencia de Teruel.

Como si fueran mensajes, transmiti-dos desde el pasado, la techumbre de la catedral se convierte en un repertorio de imágenes vegetales, geométricas de aire islamizante combinadas con pin-turas góticas de interpretación incierta pero que, indudablemente, permiten acercarnos a la vida del Teruel medie-val.

De nuevo la tradición viene a anun-ciar un segundo rasgo de la ciudad. Su vinculación a las leyendas arranca desde la búsqueda de un origen relacionado con el toro y una estrella. No queda ahí. Teruel se convierte en referencia mundial a través del romanticismo y la leyenda, o historia, de los Amantes de Teruel.

Pero Teruel tiene muchas caras. La iglesia de San Francisco, el siglo XVI y XVII, la plaza del torico o la ciudad mo-dernista son algunas de ellas. Teruel es futuro en forma de fiestas de la Vaquilla y el Ángel, de los Aman-tes o de apuesta por el turismo cultural y natural.

Para finalizar, dada la riqueza paleonto-lógica de toda la pro-vincia, es divertido vi-sitar Dinópolis, sobre todo para los peque-ños, pero también acercarse a localida-des como Galve y descubrir las huellas de tan ilustres ante-pasados biológicos. La localidad y los pa-seos por el río no les dejarán indiferentes. Como este re-corrido.

Teruel. Torre mudéjar de San Martín.

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Fotos de portada

nTeruel.Óvalo.

Arriba,deizquierdaaderecha:

nAlbarracín.Vistadelalocalidad.nOrihueladelTremedal.Puerto.

Aladerecha,dearribaaabajo:

nMuel.PechinadelaermitaVirgendelaFuente.

nTeruel.MonumentoalosAmantesdeTeruel.

nJabaloyas.

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