AUTOCONOCIMIENTO

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AUTOCONOCIMIENTO ¡Yo mismo (a) soy! ¿Qué es la identidad? Existen diversas definiciones acerca de lo que significa la identidad y estas se pueden aplicar en diversos contextos. Algunos autores la conciben como la vivencia que cada uno tiene sobre sí mismo, la cual posee uniformidad y continuidad en el tiempo. Otros estudiosos de este tema, como el psicólogo Erik Erikson, la entienden como el sentido subjetivo de uno mismo en el tiempo, es decir, la conciencia que uno tienen de ser una misma persona mientras transcurre el tiempo. Sin embargo, a pesar de esta diversidad, todas las concepciones hacen referencia a que la identidad es la imagen que tenemos sobre nosotros mismos, a partir de una cualidad o conjunto de cualidades con las que una persona o grupo de personas se ven íntimamente conectados y que proporciona unidad a la personalidad en el transcurso del tiempo. La identidad hace referencia básicamente a la pregunta “¿Quién soy?”, tanto en el plano individual como en el social y cultural. Construcción de la identidad ¿Cómo se va formando la identidad? Como ya hemos visto, la identidad personal se forma desde el momento mismo de nacer, a través de las maneras en que el medio y las personas con las que nos vinculamos responden y se relacionan con nosotros. Por ejemplo, muchos padres hacen diferencias entre

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¡Yo mismo (a) soy!

¿Qué es la identidad?

Existen diversas definiciones acerca de lo que significa la identidad y estas se pueden aplicar en diversos contextos. Algunos autores la conciben como la vivencia que cada uno tiene sobre sí mismo, la cual posee uniformidad y continuidad en el tiempo. Otros estudiosos de este tema, como el psicólogo Erik Erikson, la entienden como el sentido subjetivo de uno mismo en el tiempo, es decir, la conciencia que uno tienen de ser una misma persona mientras transcurre el tiempo.

Sin embargo, a pesar de esta diversidad, todas las concepciones hacen referencia a que la identidad es la imagen que tenemos sobre nosotros mismos, a partir de una cualidad o conjunto de cualidades con las que una persona o grupo de personas se ven íntimamente conectados y que proporciona unidad a la personalidad en el transcurso del tiempo.

La identidad hace referencia básicamente a la pregunta “¿Quién soy?”, tanto en el plano individual como en el social y cultural.

Construcción de la identidad

¿Cómo se va formando la identidad? Como ya hemos visto, la identidad personal se forma desde el momento mismo de nacer, a través de las maneras en que el medio y las personas con las que nos vinculamos responden y se relacionan con nosotros. Por ejemplo, muchos padres hacen diferencias entre sus hijos según el sexo, y de esta manera influyen en la construcción de los roles y la imagen de género de cada uno: a las niñas les compran ropita de bebé rosada y a los niños celeste; cuando son algo mayores, a los niños les compran juguetes de construcción o de guerra, mientras a las niñas

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les dan juguetes más relacionados con el cuidado del hogar, como muñecas o utensilios de cocina; igualmente, muchos padres matriculan a sus hijos en actividades consideradas propiamente “masculinas” como, por ejemplo, en una academia de fútbol, mientras que a sus hijas la envían a clases de manualidades o de vóley. De esta manera, los niños y las niñas van construyendo una identidad de género diferente.

Identidad en la adolescencia

Como adolescente inicias la búsqueda de ti mismo(a) porque necesitas conocer quién eres y cuál es tu papel en la sociedad. Por lo tanto, debes saber que desarrollar la propia identidad es un proceso que implica aciertos y desaciertos, los que son propios de la búsqueda que se emprende para llegar a ser uno(a) mismo(a).

Muchas de las crisis de la adolescencia están relacionadas con las dificultades que a veces los jóvenes encuentran a lo largo del proceso de formación de la identidad personal. Aunque no todos los adolescentes la experimentan, algunos de ellos pueden vivir una tensión positiva que acompaña al proceso vital de ir dejando la infancia e ir ensayando y/o asumiendo un rol más cercano al del adulto. Como muchas cosas están cambiando durante el paso de la niñez a la adultez, resultará natural que experimentes sentimientos y estados de ánimo muy diferentes, según cada caso.

Identidad social y global de los y las adolescentes: contradicciones y retos.

Nuestra época está caracterizada por profundos cambios. Uno de los más impactantes es la globalización, proceso por el cual las personas, en cualquier parte del mundo, pueden conectarse unas con otras y aprender de las costumbres y culturas de cada quién., por ejemplo, muchas empresas que ofrecen puestos de trabajo por Internet y cualquiera, desde cualquier lugar del mundo, se entera de ello y puede postular e incluso puede trabajar para una empresa extranjera desde sus propio país, pues la tecnología con la que contamos

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actualmente lo permite. En este sentido es que decimos que gracias a la globalización ya no existen barreras de tiempo ni espacio.

A través de la televisión, el internet y otros medios de comunicación, cualquier adolescente de cualquier lugar del planeta puede conocer cómo vive otro adolescente de su misma edad en – por ejemplo – los Estados Unidos, China, o Francia; puede conocer gustos, sus ocupaciones y la manera en que organiza su tiempo. Definitivamente, la globalización de las comunicaciones ha permitido que las diversas sociedades se conozcan unas a otras, lo que tienen un impacto en la formación de la propia identidad cultural y social, muchas veces, adolescentes de pocos recursos observan la vida lujosa de jóvenes de otras latitudes del planeta, lo que puede generarles frustración y rabia. Otras veces, sin embargo, los jóvenes observan a través de los medios de comunicación malas prácticas sociales y económicas que nos afectan a todos, como por ejemplo la depredación del medio ambiente, lo que puede llevarlos a desarrollar una actividad de protección, y a afiliarse a alguna causa ecológica y de cuidado del medio ambiente que será luego parte importante de su identidad como personas. Por último, los estímulos del entorno globalizado, vía la moda, la cultura y la socialización, vienen acompañados de imágenes o íconos (cantantes, actores, etc.) sobrevalorados que tienden a uniformar los gustos y las costumbres de todos los (las) jóvenes del mundo, sin reconocer particularidades regionales y descuidando la diversidad.

Es importante, entonces, que estemos conscientes de quiénes somos y del contexto cultural en el que nos desarrollamos, de manera que podamos hacerle frente, del mejor modo posible, a las consecuencias negativas de la globalización, a la vez que aprovechamos las positivas.

Ser siempre auténticos

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¿Qué es la autenticidad?

La autenticidad puede entenderse como coherencia personal. Ser auténtico (a) significa mostrarnos a los demás tal como somos, sin fingir ni inventar nada. Es hablar con sinceridad de las emociones que tenemos y de las ideas que aceptamos, mostrando a los otros nuestra manera de ver el mundo y nuestra forma de sentir y pensar.

Si uno elige falsear la realidad de su persona lo hace para engañar a los otros, pero corre el riesgo de engañarse uno mismo (a). Usualmente, las personas que nos son auténticas tienen vergüenza de sí mismas y suelen considerar inaceptable lo que son y lo que hacen. Poe ejemplo, estas personas pueden valorar cualquier idea ajena por encima de las propias, o pueden pensar que los demás son mejores que ellas. Así, el ser inauténtico estaría mostrando un rechazo a uno mismo (a), que hace que la persona intente presentarse frente a los demás de manera diferente, casi como si llevara puesta una “máscara”. Quien “actúa” para los otros y para sí mismo, no está siendo transparente con las personas con las que se relaciona.

¿Qué relación se da entre autenticidad y autoestima?

Cuando nos apreciamos a nosotros mismos y aprendemos a querernos tal como somos, con nuestras virtudes y nuestros aspectos más problemáticos, decimos que hemos construido una autoestima positiva. Es frecuente que las personas con una autoestima positiva no tenga reparos en mostrarse a los demás tal como son, porque no tienen vergüenza de sí mismas. En el balance general que hacen de su persona, cada aspecto tiene su lugar: reconocen sus debilidades, pero también sus fortalezas, por lo que la evaluación general de sí mismas es positiva y la persona no tiene necesidad de presentarse mintiendo frente a los demás. Podemos afirmar, entonces, que la relación es doble y recíproca: una autoestima positiva permite a la persona presentarse frente a los otros tal como es, es decir, le permite ser auténtica; al mismo tiempo, el ser auténtica y mostrarse como tal trae respuestas positivas de las demás personas, las que también ayudan a construir una

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autoestima positiva. Llegar a ser uno mismo (a) hace felices a las personas.

Creciendo en autonomía

Ética y moral.Antiguamente, las sociedades eran homogéneas y había muy pocos conflictos entre ellas. La gente no viajaba, las distancias eran enormes, no se disponía de los medios de comunicación que ahora existen y, por lo tanto, se tenía muy pocas oportunidades de conocer personas y sociedades diferentes. La gente estaba tranquila porque todos vivían del mismo modo. Sin embargo, en algún momento de la historia, los pueblos se encontraron y enfrentaron unos a otros.

Muchas personas, acostumbradas a ver modos de vida diferentes al propio, reaccionaron con gran intolerancia: se pensaba que había una sola manera de vivir (la propia), y que toda manera distinta no solamente era diferente sino mala y equivocada, por lo que debía ser combatida. Un ejemplo extremo de esta manera de pensar es lo que se conoce como las guerras de religión: una serie de conflictos que se desarrollaron en Francia durante la segunda mitad del siglo XVI y que enfrentaron a católicos y protestantes calvinistas. Las sociedades empiezan a considerar la necesidad de encontrar algo que las una más allá de sus diferencias, algo en lo que puedan basar una ética universal que garantice la convivencia pacífica y justa entre los seres humanos.

Ese algo es la ética. En la Edad Media, el término “moral” significaba el conjunto de costumbres de un determinado grupo social, relacionado con los modales aceptados, la manera de vestir de los individuos, las normas de conducta familiares, o la manera de organizarse políticamente y de vivir la religión. El término “ética”, por el contrario, se usa actualmente para señalar normas de conducta que se hallan por encima de las diferencias morales de los pueblos, es decir, todo aquello que se asocia a la naturaleza humana y que puede considerarse universal (el reconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos sin excepción, su capacidad de elegir en libertad, sus derechos fundamentales, etc.

La construcción de la ética en cada personaNingún ser humano nace razonando acerca de los grandes principios éticos que rigen la vida en común. Por el contrario, es en el proceso de socialización donde los seres

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humanos vamos aprendiendo tanto las morales particulares de nuestras propias culturas como una perspectiva ética universal.

El epistemólogo y psicólogo suizo Jean Piaget, tomando palabras del filósofo alemán Inmanuel Kant, planteó dos tipos de relación entre las personas, a los que llamó heterenomía y autonomía.

La heterenomía significa estar regidos por las reglas que nos imponen otros. Una persona heterónoma vive las reglas de convivencia como algo obligatorio, es decir, algo impuesto por presión ajena y externa a uno, o porque existen sanciones que nos obligan a actuar de un modo y no de otro. En este caso, las personas no se muestran libres en su decisión y pensamiento porque no entienden el verdadero sentido las normas. Este es el caso de María, que cuando se le pregunta por qué hizo tal o cual acción, responde que así le agrada a su tía, o que si no lo hace de ese modo la pueden castigar.

La autonomía significa “gobernarse uno mismo”, es decir, generar las propias reglas de convivencia y actuar no por presión externa sino porque uno (a) está convencido de que lo que hace es la mejor manera de actuar; la más justa y correcta, la que resuelve el conflicto de mejor manera, la que beneficia a las personas o evita un daño injusto e innecesario. Esto puede verse en Rosa, quien es cooperativa y actúa sin temor al “qué dirán los otros”, se muestra responsable y asume las consecuencias de sus actos.

La adolescencia y la autonomía

Una de las tareas principales de la adolescencia consiste en alcanzar una mayor autonomía. En general, se dice que alguien es autónomo cuando sume la responsabilidad básica respecto a su propia vida: cuando aprende a confiar en su forma de pensar sobre los justo y lo injusto, y en su esfuerzo para cubrir sus necesidades y alcanzar sus metas. Esto tiene lugar cuando es la propia persona y no los demás quien representa para si misma la principal fuente de aprobación.

La autonomía tiene que ver con la autorregulación, el control y dirección de la propia vida desde dentro no desde una autoridad externa. Se expresa a través de la capacidad del

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individuo para pensar por sí mismo y juzgar también por sí mismo el mundo que lo rodea.

La autonomía no significa que una persona viva como en una isla desierta, que actúe como si no tuviera conexiones con otros seres humanos o como si no necesitara de los demás. Por el contrario, una persona autónoma tomará siempre en cuenta a los demás en sus decisiones, porque está pensando tanto en el bienestar colectivo como en el suyo propio.

El desarrollo de la autonomía te dará mayor capacidad para argumentar sobre la base de criterios cada vez más justos y maduros, así como la capacidad de comprender las raíces de los problemas y las diferentes interpretaciones que se pueden hacer de los mismos. De esta manera, puedes juzgar el mundo en el que vives de manera más compleja a como lo hacías de niño (a).

Mis pensamientos deciden lo que soy

¿Qué son las creencias y de dónde proceden?Desde un punto de vista psicológico, y siguiendo a Pajares F. (1992), las creencias son “verdades personales e intransferibles de cada uno que derivan de la experiencia o de la fantasía y que tiene un componente afectivo y de valoración. Juegan un rol adaptativo al facilitar a las personas su definición del mundo y de sí mismos”.

Las creencias son pensamientos con fuerte carga afectiva (ya que están basadas en juicios de valoración) que son adquiridos mediante el aprendizaje y la socialización. En efecto, las creencias nacen a partir de la experiencia diaria, de la observación directa de medio ambiente y de la información que recibimos. Lo importante es reconocer que se trata de un concepto dinámico, pues las creencias no son estáticas sino que se van construyendo y transformando a lo largo del tiempo.

De manera general, podemos afirmar que desde la infancia vamos formando y consolidando nuestro sistema de creencias y nuestros pensamientos acerca de la realidad. Inicialmente observamos qué dicen y cómo actúan nuestros padres o las figuras familiares más cercanas, que son nuestros primeros modelos, e incorporamos (a veces sin darnos cuenta) sus sistemas de creencias. Ya en la adolescencia, nos vamos

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distanciando un poco de estas figuras familiares, cuestionamos lo establecido, nos dejamos influir por los medios de comunicación, y de esta manera forjamos nuestro propio sistema de creencias y damos vida a nuestros pensamientos.

Los pensamientos que uno acepta como verdaderos se convierten en nuestras creencias; la acumulación de todas nuestras creencias individuales forma nuestro sistema de creencias, ya que estas no están aisladas, sino que forman un sistema que las organiza de diversas maneras, incluso de forma poco lógica. Esta falta de lógica hace que una misma persona pueda tener, al mismo tiempo y sin que le produzca ningún conflicto, creencias contradictorias. Por ejemplo, una persona puede creer que lo más importante para ella es mantener una buena salud y, a su vez, puede creer también que fumar es un comportamiento agradable que le hace verse atractiva. Ambas creencias son contradictorias porque se sabe que al fumar las personas contribuyen precisamente a su mala salud, algo que supuestamente esta persona combate.

¿Cómo funcionan los pensamientos y las creencias?

Los pensamientos y las creencias tienen una gran fuerza porque influyen en la percepción de los objetos del mundo y en la interpretación de los comportamientos propios y de otras personas. Constituyen, entonces, el conjunto de pensamientos que una persona posee acerca de sí misma y del mundo en el que vive.Nuestras creencias funcionan como filtros de la realidad, ya que nos próxima a ella desde un particular punto de vista. Muchas de estas creencias son automáticas, lo que quiere decir que están allí sin que nos demos cuenta. Estos pensamientos automáticos suelen ser idiosincráticos, es decir, diferentes en cada ser humano, y pueden ser tanto positivos como negativos.

¡Mantener un ambiente positivo!

Es importante crear un ambiente positivo para uno mismo y para los demás mientras se exploran aquellos aspectos de las elecciones previas que a uno lo siguen impactando. Es necesario pensar que se puede aprender siempre algo de cada experiencia, y mantener la atención enfocada en los deseos y

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metas que se quieran lograr. Mientras más positivo se esté, más atraerá uno experiencias positivas.

Desarrolla también tu debilidad para rechazar aquello que te hace daño. Esto se hará cada vez más fácil al eliminar las creencias negativas que son muy limitantes. Tú eres libre para elegir lo positivo frente a algo adverso que te puede suceder. Si, por ejemplo, un (a) compañero (a) de clase dice cosas desagradables de ti frente a otros, en lugar de simplemente enfurecerte puedes elegir ser asertivo (a), buscar al compañero y decirle lo que sientes, pidiéndoles que si algo tiene que decir de ti, entonces que te lo diga a ti primero. De este modo, tú evitas tener sentimientos negativos y la otra persona aprende a ser sincera.

El diálogo interno

Una de las formas más fáciles de explorar tus creencias es hacer ejercicios de asociación de frases. Vigila tu propio lenguaje, ya que es una forma excelente de empezar a reunir datos sobre tus creencias. El diálogo con uno mismo es la conversación constante, mental y/o verbal, que te acompaña en el transcurso del día. Un aspecto del diálogo interno sería preguntar a un amigo (a) u otra persona importante que te ayude escribiendo lo que te oye decir, especialmente cuando está molesto (a).tú, analiza las creencias que ellos registraron y decide lo que quieres hacer con ellas.