Astarita - Una Aproximación a Hegel Desde La Lectura de El Capital

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    Una aproximacin a Hegel desdela lectura de El Capital

    Rolando Astarita

    La aproximacin a Hegel que presento aqu se realiza desde lacrtica de Marx a la economa poltica, y accesoriamente, desde miexperiencia como militante de izquierda. Estoy convencido de que

    Hegel proporciona formas de pensamiento imprescindibles para lacomprensin de la dinmica y las contradicciones del capitalismo, yde la lucha de clases. Formas que permiten superar aporas y preci-sar cuestiones tericas y polticas complejas, que no se dejan reducira las frmulas mecnicas y lineales a que nos tiene acostumbradosla economa neoclsica ad usum y el pensamiento sociolgico bur-gus.

    Sin embargo, y a pesar de su riqueza y profundidad, es indudableque el mtodo de Hegel ha sido bastante mal interpretado. Por aosen la izquierda (poltica) se present la dialctica como un mtodoque pudiera aprenderse en s, como si pudiera captarse en los pr-ticos del saber (Introduccin a la Fenomenologa del Espritu). La dia-lctica se convirti de hecho en una serie de frmulas que se repetansin que nadie supiera bien qu hacer con ellas. Eran las famosas re-glas de la dialctica, como aquellas que nos hablaban de la unidad

    y lucha de contrarios, del salto de la cantidad a la cualidad. Reglasque en s mismas no eran incorrectas, pero que no aportaban grancosa; se formulaban como esquemas por fuera de los contenidos, de

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    las problemticas que deban pensarse. En otros casos, se fijabancategoras sociales o polticas bajo las cuales luego se intentabasubsumir la realidad; a lo sumo, estos esquemas se dialectizabanestableciendo vinculaciones externas entre los diferentes casilleros(he visto este proceder cientfico repetidas veces en el movimiento

    trotskista y otros). al vez influenciados por estos ejemplos, muchosautores progresistas, e incluso marxistas, han rechazado una y otravez la importancia de Hegel en la obra de Marx. Es el caso de JoanRobinson, entre los primeros, quien se preguntaba, no sin ciertaamargura, qu tena que hacer Hegel entre ella y Ricardo. Son los ca-sos ms notorios de Althusser, quien postul por una interpretacinde Marx completamente separada de Hegel, y hasta abog por unaelaboracin completa del mtodo marxista (que debera encontrarse

    in nuce en la obra de Marx); de Colletti, quien llam a reemplazara Hegel por Kant, en cuanto inspirador del mtodo; o el de los mar-xistas llamados analticos, que pretendieron desarrollar un mtodobasado en la argumentacin matemtica y lgica, sin intervencinde las oscuridades de la dialctica. En trminos generales, se puededecir que el cargo que se hace a la dialctica de Hegel es que consisteen un mtodo idealista, que impone sus categoras de forma externaa las cuestiones a estudiar, derivando conclusiones preadas de mis-

    ticismo.Por oposicin a estos enfoques, afirmamos que la dialctica hege-

    liana surge como una mtodo vivo en cuanto conectamos sus formasde pensamiento con los contenidos a estudiar; esto es, cuando bus-camos aprehender la inteligibilidad interna de las cosas. Y que estose debe a que el propio Hegel sostuvo que el mtodo jams puede con-sistir en colocar meramente un objeto bajo un esquema dispuestoaparte, en vez de deducir las determinaciones de ese objeto partiendo

    de su concepto (Enciclopedia de las Ciencias Filosficas, # 48). Por eso, lejosde ser una forma de investigar fijada de antemano, debe desarrollarseconforme progresa el adentramiento en la cosa misma. ratar, porlo tanto, de presentar algunas de las cuestiones del mtodo dialcticoa partir de problemas concretos que se surgen de los debates y semi-narios sobre la obra de Marx, su relacin con Hegel y la comprensinde la naturaleza ntima del sistema capitalista, para resaltar cmolas figuras del pensamiento dialctico de Hegel de hecho se nos im-

    ponen a la hora de captar la dinmica contradictoria del capital.

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    Las figuras del pensamiento dialctico

    Tomemos, para empezar, una aproximacin a lo dialctico, tal comolo define Hegel. Hegel nos dice que lo dialctico es el superar de deter-minaciones finitas y su pasar a sus opuestas (E#81). O sea, la dialc-tica, nos dice Hegel, supera las propiedades y cualidades que han sidoseparadas por el entendimiento clasificatorio, las determinaciones fini-tas firmes y por ende desligadas (Ciencia de la Lgica), sacndolas de suaislamiento y ponindolas en conexin.

    Esto parece, en principio, algo sencillo de captar. Qu ms senci-llo que no estar atado a esquemas rgidos, a dogmas clasificatorios?Sin embargo, los que hemos trabajado en cursos y seminarios sobreElCapitalsabemos que es mucho ms fcil enunciar este principio que

    llevarlo a la prctica cuando se est entrenado en la idea de que todadefinicin debe ser clara y distinta y que todo conocimiento debesustentarse en nociones cuidadosamente delimitadas.

    Pongo un ejemplo para ilustrar el punto. Cuando discutimos la for-ma simple del valor, casi invariablemente se presenta la pregunta de siexiste ya el valor en esa forma simple. Quien se aproxima por primeravez a la obra de Marx exige una respuesta clara y distinta. Sin embar-go, sabemos que la respuesta de Marx es ambigua: en el apartado so-

    bre la forma smple del valor pareciera decirnos que el valor est consti-tuido; pero lo considera tambin una forma contingente, expresinque alude a una forma no constituida realmente an1. Esto es, el valorde las mercancas en su forma simple parece no haberse consolidadotodava, que no se haconvertido an en la materializacin del trabajohumano en general. Por lo tanto, deberamos deducir que hasta ciertopunto el valor an no existe. Pero sin embargo Marx ya est hablan-do del valor, y desarrollando tericamente sus caractersticas esencia-

    les; de manera que hasta cierto punto s existe. Y la ambigedad cre-ce cuando llegamos al tratamiento de la forma desarrollada del valor,ya que Marx nos dice entonces que en esta forma por primera vez elcambio de las mercancas se regula por su magnitud de valor. Parecie-ra entonces que recin en este estadio Marx concibe la existencia delverdadero valor. Pero la cuestin se complica todava ms cuandovemos que recin al llegar a la forma general del valor Marx planteaque las mercancas se enlazan realmente como valores.

    1Incluso Marx aclara captulo 2 deEl Capital que en la forma contingente el artculode cambio no cobra todava una forma de valor independiente de su propio valor deuso o de la necesidad individual de las personas que intevienen en el acto de cambio.

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    A esta altura el lector atento solo atina a preguntarse en qu queda-mos? Exista o no el valor en la forma simple? Cmo se explican estossucesivos estadios de existencia y no existencia del valor? Parecieraque el valor, en su forma simple, existe hasta cierto punto, pero queen cierto respecto, todava no existe. Cmo se entiende este galima-

    tas? Acostumbrados a las definiciones tajantes, nos encontramos enun callejn sin salida. Estamos ante una figura dialctica que desespe-ra a quien la escucha por primera vez. El sentido comn parece exigir,impacientes, una definicin: existe o no el valor en la forma simple?

    Esta exigencia responde, dira Hegel, al pensamiento de las formasfinitas, inamovibles en su solidez (Ciencia de la Lgica). Es esa recadaen el pensamiento metafsico, en el aut/aut que es propio de ese enten-dimiento (E.#65). Y a pesar de que posiblemente el lector deEl Capitalha ledo las reglas de la dialctica, llegado el momento recae en elpensamiento rgido.

    Aqu es donde entra en juego entonces el mtodo, la forma de pen-samiento sobre la que debe reflexionarse, que debe asumirse.

    En este punto hay que comprender que la lgica hegeliana nos lle-va a reflexionar acerca de las categoras que parecen tan de sentidocomn, tan aceptadas en sus significados diarios, que las damos por

    sabidas. En el caso de nuestro ejemplo, de lo que se trata es de com-prender dialcticamente la categora del comienzo. Es que elcomienzo, nos explica Hegel, no tiene nada de simple,ya que es ens mismo una realidad compleja, contradictoria. Por un lado, el co-mienzo no es la nada pura, [la forma simple del valor, en su primeraaparicin, no es la nada pura del valor], sino una nada de la cualtiene que surgir algo [la forma del valor plena tiene que surgir] demanera que el ser est ya contenido en el comienzo [la forma equi-

    valencial desarrollada est ya contenida en la forma simple del valor,como demuestra Marx cuando se refiere a las propiedades de la formaequivalencial]. As este comienzo contiene a ambos, el ser y la nada.Aplicado al valor, en la forma simple del valor, en su forma ms con-tingente, el valor todava no existe realmente, pero va hacia el ser va-lor, y por eso, en cierto sentido, tambin ya es valor. En sntesis, (...)lo que comienza ya existe, pero simultneamente todava no existe(Ciencia de la Lgica, p.68, a igual que los pasajes anteriores).

    Obsrvese que ahora nos adentramos en este mtodo de pensa-miento a partir de la problemtica que nos ofreca la cosa misma

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    el comienzo del valor, comienzo histrico y terico. Si no estamosdispuestos a aceptar esta forma de pensamiento en proceso, que sinembargo no disuelve la categora en la nada, en el escepticismo esimposible avanzar en la comprensin de fenmenos sociales inheren-temente contradictorios. Se trata, insisto de imbuirse de una concien-

    cia metodolgica que ayude a superar problemas reales en la aprehen-sin de los fenmenos que analizamos.

    El automovimiento y el mtodo circular

    Pero no se trata slo de superar las determinaciones finitas, fijas.Despus de todo, el trabajo de la reflexin, como dira Hegel, rebasala determinidad aislada, la pone en relacin al referirla a otras de-

    terminidades, y sin embargo an no puede considerarse una formadialctica. Es que la reflexin supera la determinacin finita de unamanera tal que esa puesta en relacin deja las entidades incambiadas,en su fijeza. Por eso muchos han confundido y reducido a la dia-lctica al holismo. Sin embargo la dialctica es [el] rebasar inminenteen el cual se expone la unilateralidad y limitacin de las determina-ciones del entendimiento, lo que lleva al automovimiento, a enten-der que todo lo finito es este superarse a s mismo. En una palabra,

    lo dialctico es el nico principio que confiere conexin inmanente ynecesidad al contenido de la ciencia (E.#81).

    Esta forma de racionalidad, de automovimiento, es la que est pre-sente en Marx, y lo que lo distingue tambin radicalmente del meroenfoque sistemtico. Por eso no se puede comprender su obra si no seasume conscientemente esta figura del automovimiento, de la rela-cin que inhiere en la naturaleza interna de la cosa, porque es produc-

    to de las contradicciones de la cosa misma. Esta figura dialctica laencontramos claramente expresada en las formas del valor. Obsrveseque cada una de ellas se justifica en su necesidad, en principio, peroal mismo tiempo su desarrollo pone en evidencia sus limitaciones, suscontradicciones, lo que la impulsa a ir ms all, a superarse a s mis-mas. De esta manera la gnesis del dinero ser un proceso dotado deconexiones inmanentes y de necesidad.

    De aqu se deprende tambin la exigencia en todos los planos del

    pensamiento cientfico de universalidad y necesidad, pero no ya launiversalidad conseguida mediante la conexin exterior (mediante ellazo), sino la universalidad a partir de encontrar nexos de necesidad

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    interna entre las percepciones de los cambios sucesivos, de los objetosque nos aparecen como contiguos2. Se trata de superar la mediacinextrnseca, que descansa en las determinaciones unilaterales (E.#65),ya que el avance dialctico no puede consistir en progresar a travs deseries, de un condicionado a otro condicionado, de simplemente expli-

    car y concebir el algo como mediado por otro algo, para quedarse satis-fecho con haber establecido la relacin. Esto nos hara recaer de nuevoen la conexin mecnica (E.#62), que a su vez nos lleva a un trnsi-to infinito. La mediacin no puede ser mero trnsito extrnseco, sinopasaje inmanente, surgido de la propia contradiccin de la cosa (lamediacin es verdadera no como mediacin con y a travs de algo ex-trnseco, sino decidindose [el punto central] en s mismo E.#69).

    Esto nos lleva a la nocin del carcter circular del conocimiento; omejor dicho, en espiral. Forma que est contenida en la figura lgicadel silogismo que no es otra cosa que el curso circular de la mediacinde sus momentos [del concepto y de la cosa] por lo cual lo efectivo sepone como uno (E.#181). Nuevamente, la relacin con la estructuralgica deEl Capitales evidente. Es que el mismo capital es un silogismo.Esta figura del pensamiento dialctico es clave para la comprensin delas formas del capital, ya que el valor, considerado desde el punto devista del capital, no es un universal abstracto, vaco. Por el contrario,sale de s mismo, primero bajo su forma universal, luego bajo los par-ticulares los medios de produccin y el capital variable, la mercan-ca para volver finalmente a su forma universal, al dinero, medianteel cual se constata su autovalorizacin. El capital es una realidad con-creta, diferenciada en s misma, pero que mantiene como totalidadla unidad interna de sus momentos, en cuanto proceso o movimientocircular.

    Esta forma recorre toda la crtica de la economa poltica de Marx.La estructura deEl Capitalse puede seguir entonces segn este criteriohegeliano. Por eso no se trata de explicar el capital a travs de una seriede causas y efectos lo que nos remitira, insistimos en ello, a unacadena infinita de causaciones extrnsecas sino de concebirlo comototalidad automoviente, circular en el sentido que genera sus propiospresupuestos (ver al respecto la teora de la reproduccin enEl Capital,caps. 21 y 22 del libro 1). El capital genera plusvala, sta se transforma

    en capital; la fuerza de trabajo libre es un presupuesto del sistema, y2Es comn que en el plano poltico, las conexiones, los cambios, aparezcan an en losanlisis de la izquierda como meras contingencias subjetivas; por eso se las ubica en elterreno de la condena superficial, indignada.

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    ste la recrea en forma ampliada; el valor es punto de partida, y puntode llegada.

    De manera que las categoras del comienzo no se pierden en lasbrumas de los razonamientos infinitamente indefinidos (comohace el ensayismo, tan en boga por estos das), sino son retomadasen estadios superiores, conservadas y modificadas crticamente porel desarrollo de la mediacin sistemtica, dialctica. As las diferen-cias devienen oposiciones, y stas contradicciones. Por ejemplo, loque en las primeras lneas deEl Capitalse nos aparece como una meradiferencia entre valor de uso y valor, se transforma paulatinamenteen oposicin y en contradiccin, que se conserva y profundiza a tra-vs de todo el desarrollo, de manera que cuando llegamos a las crisisdel capitalismo (tendencia decreciente de la tasa de ganancia) Marxpodr decir que en ellas resurge la contradiccin entre el valor y elvalor de uso, esta vez como contradiccin entre el objetivo del capitalla valorizacin y el medio la produccin de valores de uso (cap.15 del libro 3). El mtodo circular, con su exigencia de sistematicidad,se muestra, una vez ms, derivndose de las leyes del desarrollo de lacosa misma bajo estudio.

    Las figuras de sujeto y vida en El Capital

    Pero lo anterior nos lleva tambin a la comprensin del capital comosujeto. Es que, parafraseando la Fenomenologa del Espritu, podemos afir-mar que en la comprensin del concepto del capital todo depende deque se aprehenda y se exprese al valor en proceso no slo como sus-tancia, sino tambin, y en la misma medida, como sujeto. Esto es, noslo como valor (como trabajo acumulado) sino como sustancia viva

    que es tanto ms real en cuando se despliega, en cuanto es movimien-to que se media consigo mismo. Que por eso mismo se autodetermina.En realidad, el valor se erige en sujeto, en sujeto de un proceso en elque, bajo el cambio constante de las formas de dinero y mercanca,su magnitud vara automticamente (...) el proceso en que engendraplusvala es su propio proceso (...) la valorizacin de s mismo (El Ca-pital, cap. 4 libro 1). El valor reviste entonces una relacin privada con-sigo mismo esto es, ya que como valor originario se distingue de s

    en cuanto plusvala, a la manera como el dios Padre se distingue delDios Hijo (idem). El capital es as valor en proceso mediante su nega-tividad inmanente, ya que es trabajo muerto que se vivifica mediante

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    la subsuncin de su opuesto, el trabajo vivo; quien a su vez, en tantocapital variable es tambin, y hasta cierto punto, capital.

    La relacin casi directa de estas formas con la figura de la vida deHegel es evidente. Comprese lo anterior con el pasaje en el que stehabla del sujeto-vida que es solamente esta igualdad que se restaurao la reflexin en el ser otro en s mismo [el capital se restaura luegodel despliegue, bajo la forma de la vuelta al dinero] y no una unidadoriginaria en cuanto tal o una unidad inmediata en cuanto tal. Es eldevenir de s mismo, el crculo que presupone y tiene por comienzo sutrmino como fin [el valor es punto de partida y fin, el movimientono puede dejar de ser circular], y que slo es real por medio de su de-sarrollo y de su fin [un capital que no se desarrolla, que no cumple consu fin, que se desvaloriza, no es real, muere] (Prlogo a Fenomenologadel Espritu, p. 16).

    Forma y contenido

    ratar ahora brevemente una de las figuras dialcticas ms im-portantes en la obra de Marx, la relacin entre forma y contenido, quetambin es deudora de la dialctica hegeliana. Volvamos para esto a la

    forma valor y su relacin con el trabajo humano.Al respecto existen dos corrientes interpretativas, polarmente opues-

    tas, en la literatura marxista. Por un lado, est la corriente que hacehincapi en la sustancia del valor; esto es, que sostiene que el valor estrabajo acumulado, y que por lo tanto es un resultado de la produccin.Esta interpretacin podra llamarse ricardiana, en la medida en que,a igual que Ricardo, minusvalora la importancia de la forma para laconstitucin del valor. Por esta razn un autor tan importante como

    Maurice Dobb lleg a pensar que la verdadera diferencia entre Marx yRicardo no estaba en la teora del valor trabajo, sino en la explicacinde la plusvala. La tesis opuesta sostiene que lo nico importante en ladeterminacin del valor es su forma; as, el valor sera un mero resulta-do del mercado, de la venta de la mercanca. Entre estas dos tesis, surgeuna tercera variante, que ha ubicado al valor como el resultado de unaarticulacin entre la produccin y el mercado. Esta interpretacin, a laque adherimos, puede ser argumentada exitosamente a partir de la dia-

    lctica entre forma y contenido que ha explicado Hegel.

    Efectivamente, la falencia fundamental de las dos primeras inter-pretaciones antes mencionadas, que podramos llamar respectiva-

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    mente sustancialista y formalista, consiste en que ambas disocianmetafsicamente contenido y forma, convirtiendo a cada uno de lospolos en categoras fijas, aisladas. La corriente ricardiana porque nocomprende que la forma es tan esencial para la esencia como sta loes para s misma (Hegel). La formalista porque pasa por alto que la

    forma debe expresar un contenido, y que ste no puede dejar de mani-festarse.

    Es que si bien es posible distinguir entre el contenido y la forma,nunca esta separacin puede ser completa, ya que la forma penetraal contenido haciendo que ste sea lo que es; y el contenido, a su vez,determina la forma. Y si bien existen formas inesenciales, exteriores,que no hacen al contenido (que un libro tenga tapas duras o blandasno hace a su contenido), existen formas que hacen y son inseparablesdel contenido (un libro mal escrito es deforme, esto es, la forma afectadecisivamente al contenido) (ver E.#133, Zusatz). Solo en la relacinentre materia y forma los dos lados son indiferentes uno del otro; peroen la relacin entre contenido y forma, ambos lados se interpenetrany determinan mutuamente.

    Esta concepcin hegeliana es la que encontramos en el tratamientode Marx sobre la forma del valor. Precisamente su explicacin decisiva

    de la razn de ser de la forma del valor se encuentra en el subpuntosobre el contenido del polo relativo de la forma simple del valor (cap.1, libro 1). All Marx explica que no es suficiente sealar el carcterespecfico del trabajo del cual est compuesto el valor del lienzo, yaque el trabajo humano en estado lquido crea valor, pero no es valor.Se convierte en valor en estado coagulado, en la forma objetivada.Para que el valor de la mercanca se exprese como gelatina de trabajohumano, debe expresarse como una objetividad distinta a ella mis-

    ma, esto es, debe expresarse como cosa que vale cosa (tela que valesaco). Al hacerlo, el trabajo humano cuenta en cuanto sustancia delvalor, en cuanto trabajo que ha generado valor. Se puede ver aqu queel contenido del valor (trabajo humano objetivado, coagulado) no exis-te al margen de la forma del valor; si la mercanca no encuentra suequivalente en el mercado, el trabajo invertido en su produccin noes validado en cuanto generador de valor; la mercanca no vale. Elcontenido exige una forma sta lo expresa, pero al mismo tiempo

    lo constituye siendo por lo tanto uno tan esencial como el otro parasu existencia mutua. La forma del valor penetra hasta el contenido,y ste sube, se manifiesta, en la forma. Remarquemos un punto ya

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    sealado: en el desarrollo de esta dialctica entre el contenido y la for-ma no tienen por qu perderse de vista las formas inesenciales. Comosealar Marx en el captulo del dinero, con la transformacin de lamagnitud del valor (tiempo de trabajo) en precio, surge una relacinen la cual puede expresarse, de manera contingente, ya sea ms o me-

    nos tiempo de trabajo, segn las circunstancias (cap. 3 libro 1). Estaincongruencia entre precio y magnitud del valor (o sea, entre formay contenido) a su vez, puede afectar o no al contenido. Por ejemplo,si se trata de movimientos coyunturales podemos hablar de un mo-vimiento browniano, conformado por las oscilaciones diarias de laoferta y la demanda, que hace que los precios se muevan en torno apromedios mviles estamos ante cambios formales inesenciales. Si,por el contrario, se asiste a un cambio consistente y sistemtico del

    precio por ejemplo, a su aumento persistente debido al aumento dela demanda frente una oferta rgida estamos ante una forma queafecta al contenido. En ese caso la sociedad deber destinar ms tiem-po de trabajo social a producir la mercanca en cuestin.

    Nuevamente, la dialctica de la forma y el contenido, explicada porHegel, encuentra su plena aplicacin en estas relaciones. La divisinrgida, para la cual la sustancia del valor se coloca en un plano absolu-tamente distinto que la forma, no encuentra lugar en esta concepcin.

    Nuevamente, sobre la relacin Marx Hegel

    Como se ha podido advertir, en ninguna de las anteriores figurasargumentativas nos hemos visto obligados a forzar la marcha de lascosas para imponer de alguna manera la dialctica; sta, por el con-trario, surge como una necesidad, a partir de las contradicciones y del

    movimiento que buscamos aprehender. En este respecto, nuestro pen-samiento se inscribe en la senda de los trabajos recientes de, Ali Sham-savari, ony Smith, Bertell Ollman o Stavros ombazos, entre otros3.

    Permtasenos retomar entonces la cuestin de la relacin entre ladialctica de Marx y la de Hegel, tal como la dej planteada Althus-ser. Althusser puso en discusin una cuestin decisiva, que podemossintetizar de esta manera: si Marx oper una inversin materialistaen la dialctica hegeliana, debi haber cambiado de manera sustan-

    3Shamsavari, A. 1991 Dialectics and Social Teory: Te Logic of Capital, Londres,Merlin; Smith, . 1990, Te Logic of Marxs Capital, Albany, Nueva York; Ollman, B.1993 Dialectical Investigations, Routledge, Londres; ombazos, S. 1994 Le temps danslanalyse conomique. Les categories du temps dans Le Capital, Paris.

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    cial su contenido (afirmar lo contrario sera caer en una separacinmetafsica entre forma y contenido). Marx no podra haber despoja-do al sistema de Hegel de la cscara idealista inservible, conservan-do intacto el fruto del mtodo utilizable. A partir de aqu Althussery sus partidarios procuraron extraer deEl Capital (y otros textos) la

    quintaesencia del mtodo de Marx. Por otra parte, Althusser criticde manera eficaz, en nuestra opinin, la alternativa engelsiana, quesostiene que la lgica deEl Capitalse reduce al mtodo histrico, des-pojado nicamente de su forma histrica y de las contingencias per-turbadoras (Engels en el Comentario a la Contribucin a la Crtica de laEconoma Poltica).

    La cuestin entonces es cul es la especificiadad del mtodo deMarx con respecto al de Hegel? En este sentido, los marxistas que re-valorizan hoy el aporte del filsofo alemn en la dialctica de Marxapuntan a una cuestin importante, a saber: que no es cierto comoafirm Marx que Hegel negara que el momento de lo emprico esun momento esencial de la elaboracin cientfica. En particular onySmith ha insistido en este punto. Es que las afirmaciones de Hegel alrespecto son abundantes y categricas. As, en la Introduccin a laFenomenologa del Espritudestaca el momento de la verdad, el absoluto,que es el mundo, lo objetivo; en su Historia de la Filosofa, destacaclaramente el rol del empirismo. En la Introduccin a la Enciclopedia,el segundo momento del conocimiento, en el desarrollo de la filosofacontempornea, est constituido tanto por el empirismo como por lafilosofa crtica.

    Ms an, a la luz de estos planteos pienso que es necesario que losmarxistas reelaboren la problemtica del idealismo. No se trata, porsupuesto, de retroceder de las concepciones materialistas en cuan-

    to a la historia, la naturaleza, el devenir del hombre pero s de su-perar la crtica facilista. Durante muchos aos esta cuestin estuvosumergida para muchos de nosotros en una montaa de prejuicios,surgidos de lecturas demasiado apresuradas (e influidas por el diamatstalinista). Sin caer en la tesis idealista sobre la creacin del mundopor dios, o por la idea, se puede sin embargo aceptar plenamente lanocin clave en la obra de Hegel y otros filsofos que el universal(el nus) es un prius lgico, bajo un enfoque materialista. Esto es,

    sostener que existe una razn objetiva, a partir de la cual el mundo esinteligible. Hegel explica esta cuestin en varios pasajes de su obra.omo, por ejemplo, sus comentarios sobre Anaxgoras (Historia de la

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    Filosofa, tomo 1). Por eso la unidad entre ser y pensamiento puedeconcebirse de una manera idealista, en el sentido de que es la idea laque crea el mundo, la que lo genera (y, contra lo que dice Smith, hayno pocos pasajes de Hegel que dan lugar a estas interpretaciones). Perotambin puede interpretarse de una manera ms profunda, casi ma-

    terialista, si se concibe la afirmacin como una tesis que habla de laorganizacin racional y objetiva del mundo. Esto es, hablamos no delpensamiento subjetivo, sino de la razn en el universo (Hegel), delo que constituye su naturaleza inmanente, su estructura ontolgica,que es lgica tambin; de la misma manera que cuando hablamos delas leyes del movimiento de los cuerpos, estamos aludiendo a una es-tructura interna racional, lgica. O sea, hablar de razn objetiva en elsentido de Hegel es aludir a la estructura de la realidad misma (es la

    razn-que-est-siendo). Por eso Hegel dir que la filosofa debe estaren conformidad con la realidad efectiva y con la experiencia (E #6),negando as que su punto de partida pueda ser la mera especulacin.

    Es claro, insistimos en ello, que la concepcin de Hegel se combinacon formulaciones apriorsticas, con rellenos de ideologa, concep-ciones acerca de dios, o la marcha de la historia que abonan la inter-pretacin de Hegel como un idealista sin remedio, del cual poco sepodra aprovechar. Pero estos hechos ciertos no pueden llevar a desco-nocer que en su pensamiento hay algo ms que mera deduccin a prio-rstica de conocimientos. Por eso, no es casual que Marx encontrara ensu mtodo formas tan aptas para la realidad que estudiaba. As comoque encontrara en otro idealista, Spinosa, un punto de contacto pro-fundo con su concepcin materialista (como se lo reconocera Engelsa Plejanov). En una palabra, el problema planteado por Althusser sedisuelve en un no problema, ya que las formas del mtodo dialcticohegeliano tendran una correspondencia sustancial con la estructura

    racional ontolgica de la realidad.