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Todos los frutos del rbol de la ciencia
n En el mbito de la Medicina, parece no haber mayor pecado que el del retroce-so o la vuelta atrs y no ser yo quien ponga eso en duda. Pero no le falta razn al director de estarecin nacida Revista de Humanidades Mdicas, Jos Luis Puerta, cuando dice que el empeo con quelos mdicos de hoy en da realizan su aprendizaje y trabajo diario apenas les deja tiempo para otra cosaque no gire en torno a su especialidad, prcticamente de manera exclusiva. En la actualidad, a los facul-tativos se le vuelven invisibles incluso aquellos sucesos que, formando parte de la Medicina, no estnen la rbita de sus intereses ms cercanos.
Un ejemplo que me parece especialmente elocuente de cmo el contacto entre las distintas ramas dela Ciencia no hace sino enriquecer unas a otras fue la conferencia impartida hace dos aos por el pro-fesor Juan Luis Arsuaga, Premio Prncipe de Asturias de las Ciencias y uno de los directores del equipode investigacin de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, con motivo del acto social que laFundacin Pfizer organiza anualmente para hacer entrega de sus premios Envejecimiento y Calidad deVida. A todos los que estuvimos presentes aquel da no nos qued ninguna duda de que, por aprender,se puede aprender incluso de aquellos que nos dejaron hace millones de aos.
La Revista de Humanidades Mdicas ser a buen seguro la ventana a la que el mdico espaol podrasomarse cada seis meses sabiendo que, de vuelta a la mesa de trabajo, su perspectiva de la realidad sehabr ampliado y enriquecido. Porque, acaso es posible tener hoy una visin global de la Medicina sinroce alguno con la farmacoeconoma, la filosofa, la ecologa e incluso la informtica? Para la FundacinPfizer, es un honor contribuir de alguna manera a abrir esa ventana a los mdicos.
Una publicacin de estas caractersticas requiere de la participacin de profesionales inquietos dis-puestos a difundir sus muchos saberes. No son pocos los mdicos a quienes el ejercicio de su profesindespierta el deseo de escribir. En todos los casos, se percibe que, al margen de un obvio inters pordifundir distintos aspectos de su especialidad, abrazan una considerable curiosidad hacia las preocupa-ciones humanas. Valindome del ttulo de la novela ms conocida del escritor Po Baroja, quien por cier-to estudi la carrera de Medicina y ejerci durante un tiempo como mdico rural, concluir sealandoque del rbol de la Ciencia merece la pena ver madurar todos los frutos y no slo los que a uno le sonms prximos, una oportunidad sta que la Revista de Humanidades Mdicas pone en manos del mdi-co espaol.
Emilio MoraledaPresidente de la Fundacin Pfizer
Presentacin