Arquitectura de la misiva amorosa.

Dentro de la anatoma tpica de la carta amorosa encontramos un exordio que suele repetirse entre adolescentes y amantes ocasionales. En sus nerviosas misivas el primer prrafo lo ocupa una suerte de disculpa que antecede al llanto, el cual en ocasiones no resulta ser sino un ejercicio de falsa modestia bastante til para los fines de la carta en cuestin. Aqu entonces el remitente expresa su ineficacia a la hora de escribirle a su amada. Abundan en esta primera parte frases que demuestran la difcil labor que supone poner por escrito algo tan abstracto: como Sabes que no soy bueno escribiendo lo que siento, Me cuesta expresarme por este medio, pero hoy lo creo necesario, etctera. De inmediato el enamorado se presenta como un ser que adems de sensible, es humilde, pudiendo incluso reconocer sus falencias. Cualidades que enamoraran a cualquier mujer del siglo XIX.