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5 ARQUEOPALINOLOGÍA: SÍNTESIS CRÍTICA López Sáez, J.A.* 1 ; López García, P.* & Burjachs, F.** *Laboratorio de Arqueobotánica, Departamento de Prehistoria, Instituto de Historia, Duque de Medinaceli 6, 28014 Madrid. ** Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili, Plaça Imperial Tarraco, 1. 43005 Tarragona. (Manuscrito recibido el 05 de Febrero de 2003, aceptado el 7 de Febrero de 2003) RESUMEN: Los yacimientos arqueológicos son un fragmento del pasado que ha sobrevivido hasta nuestros días. Contienen no sólo material arqueológico, sino también restos orgánicos del pasado. El efecto del hombre en el desarrollo de la vegetación se ha visto como un factor importante en la interpretación de los datos polínicos. La investigación actual ha ofrecido la posibilidad de documentar los efectos que su actividad ha dejado en el medio natural. En este sentido, el objetivo del análisis polínico en un yacimiento arqueológico debe servir para expli- car problemas arqueológicos desde otra perspectiva: la mayor parte de las actividades humanas tienen efectos en el registro palinológico cambiando la vegetación natural, bien sea intencionalmente o de forma no intencional introduciendo material esporopolínico en el lugar de habitación, bien causando procesos de erosión y redeposición de materiales antiguos, etc. Algunas preguntas pueden ser contestadas con el análisis polínico mas fácilmente que con los métodos estrictamente arqueológicos. Cuando un palinólogo analiza un yacimiento arqueoló- gico está interesado en la vegetación del mismo, así como por las condiciones de la zona en la que éste se encuentra. Como consecuencia, el campo de la investigación arqueológica ha cambiado hacia los equipos multidisciplinares donde el análisis polínico y de macrorrestos vegetales juega un papel importante en la interpretación de los datos. PALABRAS CLAVE: Arqueopalinología, Paleoecología, Tafonomía, Cereal. SUMMARY: Archaeological sites are a fragment of the past wich have survived to the present day. They contain, not only artifacts but also fossil organic remains which are survivors from the past. The effect of humans on the development of vegetation was regarded as being of big importance in the interpretation of pollen-analytical data. Recent research has proved the possibility of documenting short-term effects of submodern and modern activities leading to changes in natural conditions. In this way, the objetive of pollen analysis of an archaeological site may serve to elucidate and explain archaeological problems by adding more evidence, coming from another angle: most human activity has some palynological effect, changing the natural vegetation, by intentionally or unintentionally introducing polleniferous material into the site, by causing erosion and redeposition of old material, etc. Some questions can be answered with greater precision by pollen analysis than by purely archaeological methods. Analyzing an archaeological site the pollen analyst is interested in the vegetation of the site itself as in the conditions of productivity of the area. As a consequence, archaeological field investigations have changed towards multidisciplinarty teamwork where pollen analysis, botanical macroremains, play important parts in the interpretation of data. KEY WORDS: Archaeopalynology, Palaeoecology, Taphonomy, Cereal. 1 Trabajo realizado gracias a la financiación del Proyecto de Investigación “Impacto de la ganadería y la agricultura en el Sistema Central (C.A.M.) durante la Prehistoria”, por parte de la Comunidad Autómoma de Madrid, Ref. 06/0159/2002. Revisión por invitación Polen 12:5-35(2003)

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ARQUEOPALINOLOGÍA: SÍNTESIS CRÍTICA

López Sáez, J.A.*1; López García, P.* & Burjachs, F.**

*Laboratorio de Arqueobotánica, Departamento de Prehistoria,Instituto de Historia, Duque de Medinaceli 6, 28014 Madrid.

** Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), Àrea de Prehistòria,Universitat Rovira i Virgili, Plaça Imperial Tarraco, 1. 43005 Tarragona.

(Manuscrito recibido el 05 de Febrero de 2003, aceptado el 7 de Febrero de 2003)

RESUMEN: Los yacimientos arqueológicos son un fragmento del pasado que ha sobrevividohasta nuestros días. Contienen no sólo material arqueológico, sino también restos orgánicos delpasado. El efecto del hombre en el desarrollo de la vegetación se ha visto como un factorimportante en la interpretación de los datos polínicos. La investigación actual ha ofrecido laposibilidad de documentar los efectos que su actividad ha dejado en el medio natural. En estesentido, el objetivo del análisis polínico en un yacimiento arqueológico debe servir para expli-car problemas arqueológicos desde otra perspectiva: la mayor parte de las actividades humanastienen efectos en el registro palinológico cambiando la vegetación natural, bien seaintencionalmente o de forma no intencional introduciendo material esporopolínico en el lugarde habitación, bien causando procesos de erosión y redeposición de materiales antiguos, etc.Algunas preguntas pueden ser contestadas con el análisis polínico mas fácilmente que con losmétodos estrictamente arqueológicos. Cuando un palinólogo analiza un yacimiento arqueoló-gico está interesado en la vegetación del mismo, así como por las condiciones de la zona en laque éste se encuentra. Como consecuencia, el campo de la investigación arqueológica hacambiado hacia los equipos multidisciplinares donde el análisis polínico y de macrorrestosvegetales juega un papel importante en la interpretación de los datos.PALABRAS CLAVE: Arqueopalinología, Paleoecología, Tafonomía, Cereal.

SUMMARY: Archaeological sites are a fragment of the past wich have survived to the presentday. They contain, not only artifacts but also fossil organic remains which are survivors fromthe past. The effect of humans on the development of vegetation was regarded as being of bigimportance in the interpretation of pollen-analytical data. Recent research has proved thepossibility of documenting short-term effects of submodern and modern activities leading tochanges in natural conditions. In this way, the objetive of pollen analysis of an archaeologicalsite may serve to elucidate and explain archaeological problems by adding more evidence,coming from another angle: most human activity has some palynological effect, changing thenatural vegetation, by intentionally or unintentionally introducing polleniferous material intothe site, by causing erosion and redeposition of old material, etc. Some questions can beanswered with greater precision by pollen analysis than by purely archaeological methods.Analyzing an archaeological site the pollen analyst is interested in the vegetation of the siteitself as in the conditions of productivity of the area. As a consequence, archaeological fieldinvestigations have changed towards multidisciplinarty teamwork where pollen analysis,botanical macroremains, play important parts in the interpretation of data.KEY WORDS: Archaeopalynology, Palaeoecology, Taphonomy, Cereal.

1 Trabajo realizado gracias a la financiación del Proyecto de Investigación “Impacto de la ganadería y laagricultura en el Sistema Central (C.A.M.) durante la Prehistoria”, por parte de la Comunidad Autómomade Madrid, Ref. 06/0159/2002.

Revisión por invitación Polen 12:5-35(2003)

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INTRODUCCIÓN

Un objetivo fundamental de la investi-gación arqueológica ha de ser reconstruir yexplicar, en la medida de lo posible, los me-canismos y direcciones seguidas por loscambios culturales acaecidos desde la Prehis-toria. Para cumplir esta tarea, el arqueólogo debemirar más allá de la recuperación e identifica-ción de los elementos materiales culturales(lítica, cerámica, etc.). A través del análisiscuidadoso de otras posibles fuentes de in-formación -tales como macrofósiles vegeta-les, restos zoológicos, micromorfología desuelos, química edáfica, antracología ypalinología- el arqueólogo tiene la disponi-bilidad de expresarse con mayor grado deconfianza sobre muchos aspectos de lasculturas del pasado (BRYANT & HOLLOWAY,1996; BOURQUIN-MIGNOT et al., 1999). Todavez que este conjunto de análisis ha sidocompletado, el arqueólogo tendrá la oportu-nidad de establecer hipótesis sobre elpaleoambiente, la dieta, las estrategias desubsistencia, enfermedad, y el nivel tecno-lógico y comercial (BRYANT & HOLLOWAY,1983, 1996).

Dentro de las diversas áreas de los es-tudios arqueológicos, una de las antes con-sideradas periféricas, pero que en la actuali-dad está siendo utilizada con creciente re-gularidad, es aquélla relacionada con lapaleoecología y el paleoambiente (BIRKS &BIRKS, 1980). La paleoecología tiene por ob-jeto reconstituir las condiciones ecológicasdel pasado en cuanto a clima, vegetación,fauna, etc. Para ello, necesita de una baseinterdisciplinar sustentada en diversas cien-cias auxiliares tales como la geología,geomorfología, botánica, zoología, climato-logía, meteorología, arqueología, etc. Den-tro de este conjunto de ciencias, la arqueo-logía juega un papel fundamental en cuanto

a la definición de las pautas de utilizaciónselectiva del medio ambiente por las socie-dades humanas (LÓPEZ SÁEZ & LÓPEZ GARCÍA,1992; BADAL & ROIRON, 1995).

Dentro de la arqueología, la rama direc-tamente relacionada con el aprovechamien-to de los vegetales por el hombre es laArqueobotánica, ciencia que estudia los res-tos vegetales preservados en asociación condepósitos arqueológicos; por ejemplo, de-pósitos que han tenido algún tipo de rela-ción con diversas formas de actividad hu-mana prehistórica, protohistórica o inclusohistórica (GIRARD, 1973; SÁNCHEZ GOÑI, 1993,1996; RUIZ ZAPATA et al., 1997). De acuerdo aello, podríamos considerar diversos aspec-tos, fundamentalmente los relacionados conla forma y presentación de los restosarqueobotánicos, que, en resumen, puedenaparecer de las siguientes maneras: carboni-zados, preservados en condiciones deanaerobiosis, impresiones, mineralizados,bajo el efecto de metalizaciones (en ocasio-nes bajo acciones bactericidas o fungicidas)o bien, simplemente disecados (RICHARD,1994b). Es, a partir de aquí, cuando nuestrocampo de acción se limita y es preciso elegirla rama de la arqueobotánica que nos permi-tirá adecuar un determinado contexto arqueo-lógico a su paisaje cultural.

Podríamos definir entonces la Paleopali-nología Arqueológica, o Arqueopalinología,como aquella rama de la palinología encarga-da de la identificación de los pólenes y es-poras fosilizados en sedimentos arqueoló-gicos, así como de la interpretación de losresultados derivados de dicha identificación(LEROI-GOURHAN & RENAULT-MISKOVSKY, 1977;RENAULT-MISKOVSKY & LEROI-GOURHAN, 1981;BRYANT & HOLLOWAY, 1983; LÓPEZ GARCÍA, 1982,1986; DUPRÉ, 1988; CATTANI, 1989; LÓPEZ SÁEZ

& LÓPEZ GARCÍA, 1992; SÁNCHEZ GOÑI, 1993;

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RUIZ ZAPATA et al., 1997). Al igual que otrasciencias auxiliares, la palinología arqueoló-gica aporta datos valiosos sobre la vegeta-ción de un determinado periodo climático delCuaternario, ofreciendo una panorámicaaproximada de las condiciones climáticasreinantes en el momento de estudio, de lasposibilidades de vida vegetal o animal en lazona, la forma en que el hombre supo utilizarlos recursos de los que disponía y como,irremediablemente, ha ido modificando elmedio a través de distintos fenómenos dequema, deforestación, cultivo, etc., para dis-tintos periodos culturales y cronológicos(GIRARD, 1973; BRYANT & HOLLOWAY, 1983;BIRKS et al., 1988; LÓPEZ SÁEZ et al., 2000;BARBIER et al., 2001).

A pesar de la importancia de los estu-dios paleoambientales dentro de la investi-gación arqueológica, la arqueología sóloempezó a beneficiarse de éstos de maneramuy lenta, especialmente de los de índolepalinológica (DIMBLEBY, 1985). Durante losaños 20 y 30, antes incluso del desarrollo delas técnicas de datación por radiocarbono,unos pocos arqueólogos europeos comen-zaron a experimentar con los análisis de po-len como una herramienta de datación, me-diante la correlación entre los espectrospolínicos derivados de distintos yacimien-tos arqueológicos respecto a secuenciasnaturales (turberas, depósitos lacustres) si-tuadas en la cercanía de éstos (BRYANT &HOLLOWAY, 1996). Aunque fueron van Postet al. (1925) los primeros en examinar el po-len fosilizado en contextos arqueológicos,no fue hasta los trabajos del geólogo danésIVERSEN (1941, 1949) cuando la palinologíaarqueológica sufre un empuje notable, es-pecialmente como herramienta auxiliar paralos arqueólogos. Iversen no sólo logró pre-cisar la fecha de introducción de la agricul-tura en el norte de Europa, sino que también

proveyó de datos concernientes a las plan-tas que fueron introducidas por los gruposhumanos prehistóricos y como éstos altera-ron el equilibrio de la vegetación naturalmediante el aclarado del bosque (BRYANT &HOLLOWAY, 1996). En España, la arqueopa-linología tuvo un primer arranque a finales delos años 70, que se consolidó durante los 80gracias, fundamentalmente, a las investigacio-nes emprendidas por LÓPEZ GARCÍA (1978, 1985,1986) y DUPRÉ (1986, 1988).

Una vez aceptado el hecho de que losespectros polínicos reflejan fielmente la ve-getación de la que proceden, se puede en-tonces afirmar que las fluctuaciones que seobservan en los diagramas polínicos debenobedecer a cambios existentes en la vegeta-ción (RUIZ ZAPATA et al., 1996). De esta mane-ra, la palinología no sólo nos permite estu-diar cuál ha sido la evolución seguida por lavegetación, por ende su dinámica, sino de-terminar las causas fundamentales de la con-figuración paisajística actual y determinar,fundamentándonos en el contexto arqueo-lógico, cuáles han sido las actividades hu-manas y de que tipo (agricultura, ganadería,deforestación, etc.) para cada periodo cultu-ral considerado (GIRARD, 1973; DUPRÉ, 1988;BERGLUND, 1991; GALOP, 1998; LÓPEZ SÁEZ etal., 2000; BARBIER et al., 2001). Muy espe-cialmente, esta ciencia es capaz de discernirel origen de determinados procesos de alte-ración del entorno, de hipotetizar su evolu-ción futura -sobre todo en referencia a la di-námica vegetal- y de establecer, llegado elcaso, pautas de evolución ambiental o cam-bio climático con vistas a la restauración delmedio (BIRKS et al., 1988; CARRIÓN, 2001).

La paleopalinología aplicada a la arqueo-logía ha permitido dilucidar pautas de cam-bio de la vegetación a escala regional, asícomo inferir hipótesis de tipo paleoclimático

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(BRYANT & HOLLOWAY, 1983; LÓPEZ GARCÍA,1986; DUPRÉ, 1988; CATTANI, 1989; SÁNCHEZ

GOÑI, 1993, 1996). Sin embargo, creemos quepara un arqueólogo el principal interés de lapalinología radica, precisamente, en cuestio-nes de tipo “local” o “extralocal”, que deli-mitan el tipo e intensidad de las actividadesantrópicas (BEHRE, 1988). Muy particularmen-te, no debemos olvidar que la palinologíaarqueológica aporta elementos de discusióna la problemática propia de cada yacimientoarqueológico (DIOT, 1984/1985). En este sen-tido, la investigación palinológica informasobre la deforestación del entorno de unyacimiento, su antropización y el enriqueci-miento de los suelos con nutrientes comofósforo y nitrógeno, la utilización selectivade alguna especie -p.e. Polypodium vulgareen lechos de cama (ARGANT, 2001)-, la exis-tencia de una cabaña ganadera, la introduc-ción de especies exóticas así como el esta-blecimiento de cultivos (fundamentalmentecereales y leguminosas), sobre el grado decontaminación de las aguas, la evolucióntemporal del trofismo, la utilización selectivadel fuego, el origen natural o antrópico delos incendios, la relación entre los periodosde sequedad y humedad, el nivel de circula-ción del agua, la variación del nivel de lacapa freática, el grado de erosión, e inclusodel mismo nivel de antropización de un yaci-miento en el sentido de poder cuantificar elgrado de ocupación y las fases de abando-no (DIOT, 1984/1985; LÓPEZ SÁEZ et al., 1991a,1998, 2000; GALOP & LÓPEZ SÁEZ, 2002). To-dos estos factores, en su conjunto, son irre-mediablemente necesarios a la hora de co-nocer la evolución natural del entorno de unyacimiento arqueológico, así como para eva-luar las posibilidades de explotación del te-rritorio (cultivos, ganado), las pautas de dis-persión de la población y, sobre todo, paradiscernir la propia evolución cultural de unadeterminada sociedad bajo unas pautas de

evolución climática y cronológica. Y ellossólo pueden ser abordados desde una pers-pectiva arqueobotánica, por lo que la cola-boración entre palinología y arqueología sehace entonces indispensable (BRYANT &HOLLOWAY, 1983; RUIZ ZAPATA et al., 1997;VICENT et al., 2000).

En conclusión, las relaciones entre lospueblos prehistóricos y su medio ambiente,del cual ellos mismos formaban parte, es,posiblemente, una de las problemáticas másinteresantes que se le plantean a la arqueo-logía actualmente (ALMQUIST-JACOBSON &SANGER, 1995), habiendo sido el foco princi-pal de varios e importantes estudiospaleoecológicos (BIRKS et al., 1988;MCANDREWS, 1988; BERGLUND, 1991; LÓPEZ

GARCÍA, 1997; VICENT et al., 2000). Investiga-ciones en este sentido han mostrado que elambiente prehistórico ha surgido una nota-ble influencia en el desarrollo cultural y ma-terial de las poblaciones humanas, que porende se han convertido, así mismo, en el prin-cipal agente de influencia sobre el entorno.

No obstante, creemos que la arqueopali-nología no debe convertirse, únicamente, enla herramienta que nos permita la reconstruc-ción del medio, sino que su objetivo ha deser también la explicación de su participa-ción como factor determinado y determinan-te en el proceso de construcción social delpaisaje (VICENT et al., 2000). El paisaje es,ante todo, el espacio de las relaciones socia-les; la relación de la comunidad con el entor-no no es distinta de las relaciones sociales,como tampoco lo es la explotación de losrecursos o la manera en que una comunidadpercibe su mundo (OREJAS et al., 2002). Nodebemos detenernos en la recreación de unpaisaje antiguo o prehistórico “real”, sinoen la síntesis histórica de las múltiples reali-dades sincrónicas y diacrónicas.

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ARQUEOLOGÍA VERSUSPALINOLOGÍA: HACIA UN INTERÉS

COMÚN

En los últimas dos décadas, fundamen-talmente a partir de 1990, dentro de la ar-queología ha renacido, con inusitado inte-rés, una corriente positiva hacia todo tipode estudios paleoambientales, y más con-cretamente a los derivados de la arqueopali-nología (BRYANT & HOLLOWAY, 1983; BRYANT

& HALL, 1993). Y aunque este nuevo espíritude colaboración, entre las disciplinas pro-pias de una arqueología más tradicional conaquéllas derivadas de la paleobotánica e in-cluso de la paleoecología, se nos antoja degran interés en el objetivo de desarrollar unainvestigación conjunta más completa yestructurada, con una base empírica mássólida respecto al contexto paleoambiental,existen aún ciertos recelos, muy sustancia-les en su configuración dialéctica, por partedel palinólogo, que no derivan sino de unaincorrecta utilización de las interpretacionespaleoecológicas realizadas por éste por par-te del arqueólogo. Y no sólo es éste el caso,sino que en muchas ocasiones es el propioarqueólogo el que crea “prototipos” de ve-getación prehistórica de acuerdo a sus pro-pias necesidades e hipótesis, cuando la in-formación que aporta el palinólogo va ensentido totalmente contrario a las teoríasestablecidas por el arqueólogo. Por supues-to, nos referiremos aquí con el término“arqueólogo” no de forma generalizada atodo el colectivo formado por estos investi-gadores, sino de forma concreta a aquellaspersonas o grupos de investigación que, demanera individualizada o colectiva, mantie-nen estados de opinión -positivos o negati-vos- al respecto de la arqueopalinología.

Hemos pasado, afortunadamente, deun estado de colaboración en el pasado, en

el que los resultados procedentes de laarqueopalinología aparecían en forma deanexos al final de las monografías respecti-vas de cada yacimiento arqueológico, a unasituación actual, creemos que más privile-giada y a todas luces más justa, en la cuallos análisis polínicos dan lugar ya a capítu-los concretos y bien estructurados en lasmencionadas monografías, y se convierten,además, en elementos fundamentales en losque sustentar las teorías que sobre lapaleoeconomía y el desarrollo cultural pue-dan derivarse de una investigación conjun-ta. No obstante, y a pesar de estos nuevosprivilegios, también es cierto que lapalinología sigue sin constituir un elementofundamental en las conclusiones derivadasde la investigación arqueológica, y el paisa-je apenas constituye un elemento de men-ción vaída, salvo raras excepciones suma-mente afortunadas (LÓPEZ GARCÍA, 1991, 1997;VICENT et al., 2000).

A pesar de todo, y aunque no pode-mos obviar el paso adelante dado por lapalinología arqueológica, la situación se con-vierte a veces en insostenible cuando, comoantaño, el interés del arqueólogo, respectode los análisis polínicos, se centra únicamen-te y en franca exclusividad en saber si “elpolen” demuestra o no el cultivo prehistóri-co del cereal. Muchas han sido las conver-saciones mantenidas con arqueólogos, ymuchas las lecturas -algunas consideradasen la bibliografía más relevante- hechas so-bre interpretaciones de éstos respecto deanálisis polínicos previamente publicados,en los que el arqueólogo -sin consejo algu-no del palinólogo- daba muestra de sus ha-bilidades interpretativas de los espectrospolínicos, y cultivaba cereal en la Prehisto-ria de muchas zonas de la geografía ibérica,allí donde el palinólogo, a pesar de haberencontrado polen de cereal, jamás dijo que

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éste hubiera sido cultivado. Éste es un he-cho muy grave, porque conociendo la espe-cialidad de esta disciplina, lo más fácil espensar que la capacidad interpretativa delarqueólogo deriva de connotaciones previa-mente apuntadas por el palinólogo. Y lo quees peor, dados los problemas tafonómicosque a veces albergan a los estudios arqueo-palinológicos (SÁNCHEZ GOÑI, 1993, 1994, 1996),en ocasiones los datos no son estadísti-camente fiables y, por lo tanto, no interpretablesdesde un punto de vista paleoecológico. Sinembargo, ante una base de datos de estascaracterísticas (espectros polínicos brutos)ciertos arqueólogos han sido capaces desacar sus propias conclusiones, en un ejer-cicio de singular pericia y de nulo valor cien-tífico (véanse EIROA, 1978; RUIZ GÁLVEZ, 2000).Pero no es un demérito de los arqueólogos,sino que algunos palinólogos han “jugado”el mismo papel interpretativo frente a datosinsostenibles (véanse GUILLÉN OTERINO,1988/1989; MARISCAL, 1994). SÁNCHEZ GOÑI

(1996) ha dado buena cuenta de tales he-chos y ha propuesto detalladamente cualesson las necesidades que la investigaciónarqueopalinológica debe cumplir para alber-gar una fiabilidad estadística adecuada.

Éstas, y muchas otras connotacionesde muy diversa índole, que derivan de lacolaboración, más o menos estrecha, más omenos eficaz, entre arqueólogos y palinólogos,nos ha llevado a realizar una revisión sobre elinterés de la palinología en arqueología, de susposibilidades interpretativas del medio am-biente prehistórico y, más concretamente, desus limitaciones y sus privilegios. Espera-mos que esta revisión permita al arqueólogotomar en consideración una nueva posturarespecto a lo que la arqueopalinología pue-de aportar a su propia investigación. Elpalinólogo debe ser capaz de proveer alarqueólogo unos datos estadísticamente fia-

bles y válidos para su propia investigaciónarqueológica. Pero, a su vez, el arqueólogoha de entender que la colaboración con elpalinólogo no debe ser meramente testimo-nial, con esa obligación hoy adquirida deincluir un anexo o capítulo dedicado a temaspaleoambientales, sino que debemos ir másallá, de tal manera que el paisaje y todas susderivaciones paleoeconómicas o paleoclimá-ticas sean elementos básicos de la capacidadinterpretativa conjunta de las distintas dis-ciplinas embarcadas en la investigación ar-queológica.

Un ejemplo muy evidente de colabora-ción científica entre diversas institucioneslo constituyó la fundación en 1977, en elDepartamento de Prehistoria del C.S.I.C., delLaboratorio de Palinología (hoy Laboratoriode Arqueobotánica) que dirige la Dra. PilarLópez García, pues supuso un importantehito en el desarrollo de la arqueologíamedioambiental en España (LÓPEZ GARCÍA etal., 2002), implicando no sólo la introduc-ción en nuestro país de una técnica auxiliarbásica, la palinología arqueológica, sino tam-bién un importante impulso para una corrien-te de investigación -el enfoque ecológico dela cultura- cuyo auge internacional durantelos años setenta no se había reflejado toda-vía en España (VICENT, 1993). Desde enton-ces, el Laboratorio de Arqueobotánica hallevado a cabo análisis palinológicos (tam-bién paleocarpológicos y antracológicos)para investigadores de todo el país a partirde sedimentos arqueológicos de todas lasépocas, aunque con un interés especial porel Holoceno (LÓPEZ GARCÍA, 1978, 1985, 1986;LÓPEZ GARCÍA et al., 2002).

Fruto de todas estas colaboraciones, unhecho fundamental ha venido a consolidar-se: la evidente importancia científica de lareconstrucción paleoambiental en la inves-

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tigación prehistórica, más aún cuando la ac-tividad en esta línea de investigación se vereforzada por la inusitada actualidad que lostemas medioambientales han despertado enun país como España, afectado por gravesproblemas de desertificación (VICENT, 1993;BURJACHS et al., 1997; JULIÀ et al., 2000).

LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DE LAPALINOLOGÍA ARQUEOLÓGICA

La historia de los análisis palinológicosen yacimientos arqueológicos resulta tanantigua como el propio análisis polínico(BRYANT & HOLLOWAY, 1983, 1996; DAVIS,1990), lo que da idea de la importancia deeste tipo de estudios dentro del conjunto delas investigaciones paleoambientales.

A pesar de mostrar una trayectoria tanlarga, la palinología arqueológica ha sidodesprestigiada desde muy diversos foros, apartir de críticas basadas principalmente encuatro aspectos (CARRIÓN et al., 2000): la exis-tencia supuestamente generalizada dediscontinuidades sedimentarias; la destruc-ción y conservación diferencial de lospalinomorfos; el sesgo tafonómico origina-do por las migraciones dentro del sistema,debidas a las actividades humanas o anima-les; y, los problemas suscitados por el su-puesto movimiento vertical de palinomorfos.No es cuestión ahora de pasar a analizar ta-les aspectos, ni de ensayar una defensa aultranza de la palinología arqueológica; peroes bien cierto, como con total claridad expo-nen CARRIÓN et al. (2000), que la causa direc-ta en que se fundamentan tales críticas esuna inusitada carencia experimental, y quecuando esta base empírica ha sido correcta-mente expuesta, la palinología arqueológica-sea cual fuere su contexto- se ha mostradocomo una ciencia eficaz y necesaria en la

compresión de las pautas paleoambientalesy paleoeconómicas. El arqueólogo ha decomprender la necesidad de establecer estabase experimental -que en ciertos casos seráexclusiva e intrínseca a ciertos ambientessedimentarios- y estar dispuesto a acometerinvestigaciones de tal calibre.

La palinología está basada en tres hipó-tesis fundamentales (REILLE, 1990): 1) la llu-via polínica actual representa fielmente lavegetación; 2) el depósito y la conservaciónde pólenes y esporas no modifican la ima-gen de la lluvia polínica; 3) el muestreopalinológico, la extracción química de lospalinomorfos, su conteo y determinaciónrestituyen fielmente la imagen de la lluviapolínica.

La primera hipótesis ha sido verificadapor numerosos trabajos, entre los cualesquizá el más importante sea el de HEIM (1970),aunque deben tenerse siempre en cuenta cier-tas connotaciones de tipo tafonómico si lasmuestras de lluvia polínica actual procedendel interior de cuevas o abrigos (NAVARRO,2000) e incluso de coprolitos (CARRIÓN, 2002),o de otras aportaciones polínicas de anima-les al interior de las cuevas tales como lasprocedentes de nidos de aves realizados conmusgos y herbáceas, excrementos de anima-les estabulados, murcielaguina, etc. (BURJACHS,1988). A día de hoy los datos sobre lluviapolínica son ciertamente abundantes, aunqueno en la medida de lo necesario para la Penín-sula Ibérica. Sin embargo, gracias a ellos, esta-mos en la disponibilidad de relacionarporcentualmente la representatividad polínicade muchos taxones respecto al tipo de vegeta-ción de procedencia (RICHARD, 1994b). Un he-cho muy importante de este tipo de correla-ción es que, aunque en la mayoría de los casospueda establecerse un patrón general, siemprehan de ser tenidos en cuenta factores de índo-

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le local que delimitan la sobrerrepresentacióno infrarrepresentación de ciertos palinomorfosen los espectros polínicos.

La segunda hipótesis concierne direc-tamente a las investigaciones emprendidasen contexto arqueológico, pues ciertos tra-bajos (MORZADEC-KERFOURN, 1977; COÛTEUX,1977; LOWE, 1982) han demostrado la impor-tancia de fenómenos de corrosión del mate-rial esporo-polínico en medios secos, queson los que constituyen la mayor parte delos yacimientos arqueológicos. Esto ha lle-vado a un replanteamiento sobre la fiabili-dad de los análisis palinológicos realizadosen tales contextos sedimentarios como so-porte empírico para la reconstrucción de lapaleovegetación (TURNER, 1985; TURNER &HANNON, 1988), donde, además, los peligrosde la percolación de pólenes entre los diver-sos niveles sedimentarios (COÛTEAUX, 1977)limitan igualmente la interpretación paleoe-cológica de los registros polínicos en yaci-miento arqueológico. Un hecho más, que enningún caso podemos obviar, es la posiblepolución de los niveles de ocupación deri-vada del aporte involuntario de pólenes yesporas por el hombre, hecho relativamentefrecuente que, en ocasiones, puede confun-dir los resultados y su interpretación(RICHARD, 1985, 1991, 1993, 1994b).

Ante tales circunstancias, debemos en-tender que la preservación polínica, en con-texto arqueológico, es uno de los criteriosmás importantes que se debe considerarcuando intentemos utilizar los datospolínicos con fines interpretativos (KING etal., 1975; BRYANT, 1988; BRYANT & HOLLOWAY,1996). De hecho, son muchos y complejoslos factores que intervienen y que determi-nan si un grano polínico va a permanecerconservado o no en un específico tipo dedepósito sedimentario. Estos factores son

generalmente agrupados en tres categoríasprincipales (BRYANT, 1978; BRYANT &HOLLOWAY, 1983): 1, mecánicos; 2, químicos;y 3, biológicos.

Uno de los principales agentes que des-truye los granos de polen y esporas, antesincluso y tras su deposición, es la degrada-ción mecánica. Durante las fases de trans-porte y sedimentación de los palinomorfos,algunos de ellos son más fácilmente deterio-rados que otros. Incluso, toda vez que hansedimentado, pueden ser deteriorados en elfuturo a causa de las actividades culturalesdel hombre -principalmente la agricultura ylos procesos de roturación- o por el efectode otros factores físicos tales como la tem-peratura y la humedad que pueden actuarmecánicamente hasta alterar la exina polínica(BRYANT & HOLLOWAY, 1983: 195). HOLLOWAY

(1981), en experimentos controlados en la-boratorio, demostró los tipos de daños se-veros que acontecían en la pared polínica alser sometidos los pólenes a periodosalternos de humedad y sequedad. Dichosexperimentos sugieren que en las muestraspalinológicas procedentes de yacimientosarqueológicos, muchos de los cuales sonrazonablemente inundados -por arroyos,ríos, crecidas o inundaciones- o se sitúangeográficamente en zonas con una estacio-nalidad muy marcada de las precipitaciones-como de hecho ocurre en la región medite-rránea (DAVIDSON, 1976)-, sus muestraspolínicas deben contener conjuntos depólenes que han sido severamente deterio-rados e incluso destruidos.

En muchos yacimientos arqueológicos,la degradación -e incluso destrucción- de lospalinomorfos por factores químicos puedellegar a ser ciertamente importante (BRYANT,1988). DIMBLEBY (1957), MARTIN (1963) yBRYANT (1969), entre otros, han estudiado el

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efecto del pH en la preservación de los gra-nos de polen. Los experimentos de estosautores han venido a demostrar que pH bá-sicos suelen limitar ciertamente la conserva-ción de los palinomorfos, aunque sea posi-ble extraerlos incluso en suelos alcalinossiempre que su pH se sitúe en un rango en-tre 7.1 a 8.9. No obstante, este tipo de suelosproduce un deterioro muy grande del con-tingente polínico, por lo que, aun resultan-do fértiles, no suelen contener cantidadessuficientes de polen como para ser estadísti-camente fiables.

La composición química y la estructurade la pared polínica son otros dos factoresde enorme importancia, pues determinan silos granos de polen van a conservarse o noen ciertos tipos de sedimentos arqueológi-cos (BRYANT & HOLLOWAY, 1983). HAVINGA

(1964) ha puesto de manifiesto la evidenterelación entre el porcentaje de esporopo-lenina y el de celulosa en la pared polínica,que afecta notablemente la susceptibilidada una eventual destrucción del polen porprocesos oxidativos. Así, granos de polencon altos porcentajes de esporopolenina ensus paredes tienden a conservarse mejor queotros con paredes compuestas principalmen-te de celulosa. En general, podría afirmarse(BRYANT & HOLLOWAY, 1983: 196) que un bajoporcentaje de esporopolenina, en la exina oen la pared externa de un grano de polen,aumenta la susceptibilidad a su destrucciónpor oxidación.

Respecto a la estructura de la paredpolínica, es también un factor que limita poten-cialmente la preservación de los palinomorfos.Pólenes con estructuras protuberantes (comoocurre en muchas coníferas) o con espinasabundantes (caso de la mayoría de Asteraceae),tienen tendencia a romperse y erosionarse através de varios procesos degradativos, ta-

les como abrasión mecánica o por acciónquímica. En ciertos casos, incluso, la apa-riencia actual de un grano de polen está tandegradada que incluso impide su identifica-ción. De otra parte, ciertos compuestos quí-micos -sobre todo aquéllos de naturalezabásica- pueden actuar como agentesdegradativos de la pared polínica, siendo losmás reconocidos los que contenganmagnesio, potasio, sodio y carbonatos(HAVINGA, 1971).

Finalmente, ciertos agentes biológicos(hongos, bacterias, etc.) pueden por igualcausar la degradación de los granos de po-len depositados en yacimientos arqueológi-cos. Éstos son altamente destructivos, puestienen la capacidad de incluirse en el cito-plasma polínico y desde él atacar la pared.

Muy a pesar de todos estos agentesdestructores del polen, podemos afirmar queel contenido polínico de la gran mayoría deyacimientos arqueológicos que han sidoestudiados en la Península Ibérica aparecióbien conservado (DUPRÉ, 1986, 1988;BURJACHS, 1990; LÓPEZ GARCÍA, 1978, 1986;LÓPEZ GARCÍA et al., 2002).

La última hipótesis no es más que unacuestión técnica, en la cual los protocolosde muestreo y de preparación química decada muestra son elegidos en función decriterios precisos. La determinación de cadapalinomorfo es, en todo caso, competenciadirecta del palinólogo, y en su fiabilidad ra-dica gran parte del éxito interpretativo de losespectros paleopalinológicos. Es cierto que,en la gran mayoría de los casos, el materialestudiado (pólenes y esporas) no permitemás que una determinación a nivel de géne-ro o familia (RICHARD, 1994b; BARBIER et al.,2001), y en sólo contadas ocasiones puedellegarse a determinar a nivel específico

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(MOORE et al., 1991; REILLE, 1992, 1995). Sinembargo, también creemos necesario men-cionar que, siempre que sea posible, la de-terminación de cada palinomorfo ha de llevar-se hasta el mayor grado de resolución posible,pues es precisamente el rango de especie elque suele ser ecológicamente significativo.Muchos son los trabajos, de índolepaleopalinológica, emprendidos en la Penín-sula Ibérica, en los que taxones tan impor-tantes desde un punto de vista ecológicocomo Pinus o Quercus son identificados anivel genérico, cuando en prácticamente el100% de los casos la determinación puedellevarse al menos hasta el rango de tipopolínico y, en ocasiones, incluso a nivel es-pecífico (Pinus pinaster, Quercus suber).

EL MUESTREO ARQUEOPALINOLÓGICO: PROBLEMAS Y NECESIDADES

Existen un buen número de publicacio-nes que pueden sugerir a los arqueólogoscomo obtener muestras de polen en los ya-cimientos arqueológicos (GIRARD, 1975;BRYANT & HOLLOWAY, 1983; DIMBLEBY, 1985;BIRKS et al., 1988; PEARSALL, 1989; MOORE etal., 1991). Aunque la mayoría de losarqueólogos están familiarizados con losprincipios básicos de la palinología, muchosde ellos aún no tienen conciencia de la am-plitud de datos que esta ciencia puede pro-veer, y mantienen cierto estado de cautelapues desconocen en muchos casos las nue-vas técnicas de muestreo que dan lugar atales datos y, lo que es peor, parecen no en-terarse de la importancia de pedir consejo alpalinólogo en los trabajos de campo de supropia disciplina (BRYANT & HOLLOWAY, 1983:191). Por encima de todo procedimiento, unrequisito fundamental es el muestreo, ya seasuperficial o de perfiles excavados, con me-dios no contaminados y completamente li-

bres de contaminantes polínicos que pue-dan incorporarse indirectamente al sedimen-to (BRYANT & HOLLOWAY, 1983; BRYANT &HALL, 1993).

Los análisis palinológicos llevados acabo en yacimientos arqueológicos constande dos procesos diferenciados y claves,pues en el buen manejo y elección de ambosreside gran parte del éxito de este tipo deanálisis. Resulta especialmente crítico, so-bre todo, en lo concerniente a la conserva-ción del polen y su riqueza en el sedimento,así como a la correlación posible a estable-cer entre eventos paleobiológicos opaleoclimáticos globales o regionales respec-to al contexto cultural arqueológico consi-derado. Estos dos procesos son, respecti-vamente, la toma de muestras y el tratamien-to químico de éstas en el laboratorio.

El muestreo palinológico en yacimien-tos arqueológicos depende, en gran medida,de la propia progresión de las excavacionesque en ellos se estén llevando a cabo, asícomo de la disponibilidad de catas o son-deos adecuados a un estudio de este tipo(BURJACHS, 1985, 1990). Un proceso tan sim-ple como el muestreo de sedimento, para suposterior análisis palinológico, que en prin-cipio no debería suponer mayor problema alarqueólogo, resulta en cambio un momentosumamente delicado dentro del cuadro deactuaciones de la arqueopalinología. Estascircunstancias deben ser tenidas en cuentapor parte de toda aquella persona responsa-ble de una excavación arqueológica, sobretodo de aquélla que quede encargada del talmuestreo llegado el caso. No sólo se trata deuna cuestión de fiabilidad y prudencia en elmuestreo, evitando toda contaminación di-recta del sedimento, sino de obtener unaperfecta coordinación entre la resoluciónperseguida y los resultados esperados.

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Aunque es cierto que en la última déca-da la colaboración entre arqueólogos ypalinólogos es más estrecha, aún permane-cen ciertas reticencias en la utilización de lapaleopalinología. Damos por acreditada lavisión de la arqueopalinología como un útilcompletamente necesario, imprescindibledentro de cualquier investigación arqueoló-gica que se precie. En este sentido, la cola-boración se ha encauzado en una dinámicaen la cual es el propio palinólogo el responsa-ble de la toma de muestras, de una manera co-ordinada y bajo los consejos del arqueólogo.Este tipo de actuación ha conseguido evitarque el palinólogo caiga en errores fatales, ge-neralmente inadvertidos, como analizar un con-tingente apreciable de muestras palinológicasteóricamente secuenciadas en un perfilestratigráfico, cuando en realidad todas ellasproceden del relleno de un silo o fosa (véansealgunos ejemplos en LÓPEZ GARCÍA, 1997).Este caso no es raro, ni es el primero ni seráposiblemente el último, pero la colaboraciónentre arqueólogos y palinólogos, paralela ycoordinadamente, acabará con tales errores.Otra circunstancia frecuente, en ausencia delarqueólogo responsable de la excavación,radica en una inadecuada adjudicación delas muestras a los diferentes horizontesestratigráficos y unidades cronoculturalesdel depósito, lo que puede también originargraves desfases de interpretación. En direc-ción contraria, entre muchos arqueólogoscampan tópicos sobre los criterios de muestreopalinológico, como que las zonas de hogar -con abundancia de restos antracológicos- sonlas más idóneas para la conservación del po-len, cuando precisamente es lo todo lo contra-rio. Tales tópicos sólo pueden ser despejadosmediante la aportación de campo del especia-lista en arqueopalinología.

Por regla general, los muestreos se efec-túan en el primer perfil o sondeo disponible,

sea cual fuere su naturaleza y su contexto,toda vez que la propia investigación arqueo-lógica o una determinada campaña ha sidoterminada o, en muchas ocasiones, lo que sedispone es de un muestreo en una cata ya abier-ta, aún no estudiada arqueológicamente, don-de los niveles arqueológicos y su asignacióncultural no está del todo establecida o, almenos, con la suficiente credibilidad por partedel propio arqueólogo. El palinólogo, en es-tos casos, debe ser sumamente cuidadosocon ciertos elementos que puedan afectar lapropia “realidad” del análisis (RICHARD, 1993):distorsiones en la secuencia, elementosintrusivos, alta concentración de rocas, raí-ces, perforaciones de microvertebrados, etc.Por ello, la presencia in situ del palinólogo,en el momento del muestreo, se hace del todoindispensable; hecho éste que no siempreacontece, pues en la gran mayoría de loscasos es el propio arqueólogo o su equipode excavación quien pone manos a la obraen esta labor.

En muchas ocasiones se nos ha pregun-tado cuál sería el número de muestras acep-table que uno espera recoger para que la in-vestigación sea factible. Nuestra respuestaha de ser siempre la misma: lo mejor es tomarcuantas más muestras sean posibles, aun-que luego no todas ellas sean analizadas(BRYANT & HALL, 1993).

El protocolo de muestreo en palinologíaarqueológica es bien sencillo, por lo quecualquier persona podría estar inicialmentecapacitada para la toma de muestras. Sinembargo, el papel del palinólogo, en estosmomentos iniciales de la investigación, nose resume a la toma y preservación de lasmuestras palinológicas, sino que su presen-cia en el propio yacimiento debe ser consi-derada en tanto y en cuanto es el mejor mo-mento para concretar las vicisitudes aporta-

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das por una determinada estratigrafía, paradiscutir la posible existencia de problemasde índole tafonómico inherentes a este tipode contextos, para saber -de primera mano-las necesidades y las problemáticas propiasde cada yacimiento y las pautas a seguir enel tratamiento químico de las muestras y ensu posterior interpretación. Además, la pre-sencia del palinólogo, en la toma de mues-tras, justifica en la mayoría de los casos quelos resultados derivados de su investigaciónpuedan ser positivos. Muchas han sido lasmuestras palinológicas procedentes de con-textos arqueológicos que hemos estudiado,y una gran parte de ellas han resultado esté-riles (LÓPEZ GARCÍA et al., 2002). No estamosobviando el hecho consumado de que cier-tos sedimentos, por su propia naturaleza,jamás preservarán el polen (MOORE et al.,1991), pero sí es cierto, en cambio, que lapresencia in situ del palinólogo permitirá unaestrategia de muestreo más eficaz bajo estepunto de vista.

Debe ser el propio palinólogo encomen-dado del análisis polínico la persona encar-gada de la toma de muestras. Si esto no fue-ra posible, por cuestiones de diversa índole,el arqueólogo ha de seguir estrictamente elprotocolo marcado por el palinólogo y, entodo caso, enviarle a éste un detallado cro-quis de las zonas muestreadas, de los perfi-les donde fueron recogidas las muestras, desu ubicación cronoestratigráfica, de la natu-raleza del sedimento, etc., así como de todainformación de contextualización que elarqueólogo posea. El arqueólogo ha de com-prender que la presencia in situ delpalinólogo le permitirá seleccionar adecua-damente el grado de resolución e intervalodel muestreo, prever aquellas muestras quecon mayor probabilidad serán fértiles y, enúltimo término, reconocer el ambiente actual

y tomar datos varios sobre la vegetación y gra-do de antropización del entorno que permitanuna correcta interpretación de resultados.

La elección de las zonas o perfiles amuestrear ha de recaer, básicamente, en elinterés que mantenga el arqueólogo (BRYANT

& HALL, 1993), aunque éste siempre ha deseguir los consejos del palinólogo respectoa aquellos sedimentos que potencialmentesean fértiles en su contenido polínico y aqué-llos que garanticen la inexistencia de polu-ción polínica. Resulta frecuente que unpalinólogo que ha recogido personalmentelas muestras sepa de antemano si el sedi-mento a estudiar resultará positivo o negati-vo en su contenido polínico. Éste es un he-cho habitual en el caso de los sedimentos decarácter arcilloso (VUORELA, 1995). En estesentido, resulta deplorable la gran cantidadde muestras estudiadas y el tiempo perdidopor parte de muchos palinólogos, sin contarcon el correspondiente aporte económicodel arqueólogo, por un hecho tan sencillo -ytan fácilmente evitable- como un muestreoerróneo en su concepción.

Como hemos indicado, la metodología yel tipo de muestreo están relacionados conlas características del yacimiento arqueoló-gico a analizar. Evidentemente, el plantea-miento de recogida de muestras no puedeser el mismo para un depósito en cueva, quepara un monumento megalítico o un pobla-do. Por ello, es fundamental la relación delpalinólogo con el responsable de la excava-ción, porque el empleo de un muestreo inco-rrecto condiciona la información que se ob-tenga del mismo. La aplicación de la meto-dología de muestreo no difiere en gran medi-da en depósitos en cueva, abrigo o al airelibre, si bien ha de adaptarse a las característi-cas propias de cada continente sedimentario.

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EL RIGOR ESTADÍSTICO DE LAPOLLEN SUM Y LOS CRITERIOS

TAFONÓMICOS

Los análisis polínicos, en la actualidad,se llevan a cabo en contextos sedimentariossumamente variados, en los cuales no sola-mente tenemos que tener en cuenta la propianaturaleza de dicho contexto, sino tambiénlas características tafonómicas de cada de-pósito y el tipo de muestro llevado a cabo enél. Todo ello redunda en que la fiabilidadestadística de los análisis paleopalinológicosestará en directa relación con la conserva-ción polínica derivada de cada contexto, paracada uno de los cuales han de establecerseunos límites de certitud, fundamentalmenteen lo que al arqueológico respecta. Básica-mente, dos han sido los conceptos conside-rados a la hora de establecer la validez o in-validez de los análisis paleopalinológicos: ladiversidad taxonómica y la pollen sum (sumabase polínica).

La pollen sum es el número depalinomorfos contados -no todos son identifi-cados- en cada muestra. Tratar de identificaraquellos pólenes que aparecieron rotos, de-teriorados, erosionados, degradados, etc., pue-de resultar un ejercicio de enorme dificultad,de poca o nula certitud en la identidadtaxonómica de estos palinomorfos. Cuando laidentificación de este tipo de pólenes no esposible, los consideramos como “indeter-minables”. Si el porcentaje de indeterminables,en una muestra polínica, excede el 50%, la con-fianza estadística del espectro polínico debeser cuestionada, especialmente si la concen-tración polínica disminuye hasta 1000 granos/g ó 2500 granos/cm3 de sedimento (BRYANT &HALL, 1993; BRYANT & HOLLOWAY, 1996).

En general, de la pollen sum han de ex-cluirse los palinomorfos de taxones hidro-

higrófitos, pues por la dispersión extra-localde sus pólenes tienden a estar sobrerrepre-sentados en los análisis polínicos cuando apa-recen, así como las esporas de criptógamas y,en general, todos los microfósiles no polínicos(LÓPEZ SÁEZ et al., 1998, 2000). El porcentajerelativo de estos palinomorfos excluidos de lapollen sum se calcula precisamente respecto aésta. En ocasiones es aconsejable excluir de lapollen sum ciertos palinomorfos que, por di-versas circunstancias, aparecen como mayori-tarios en los espectros polínicos, y cuyasobrerrepresentación enmascara la del restode palinomorfos, impidiéndonos percibir en eldiagrama polínico la evolución de la curva tem-poral de cada uno de ellos. Éste puede ser elcaso de Alnus o Fraxinus, sobrerrepresentadosen ciertas secuencias procedentes de fondosaluviales o turberas (LÓPEZ SÁEZ et al., 1991b;GALOP, 1998), o en ciertos casos de Pinus spcuando éstas proceden de su repoblación. Ensecuencias arqueopalinológicas es recomen-dable excluir de la pollen sum a lasCichorioideae (Asteraceae tipo ligulifloras), deacuerdo a su hipotética sobrerrepresentaciónpor su carácter zoófilo (BOTTEMA, 1975;CARRIÓN, 1992) e, incluso en ciertas ocasiones,a Aster tipo (Asteraceae tipo tubulifloras p.p.)o Cardueae por las mismas circunstancias.

Para que un espectro polínico seaestadísticamente fiable, su pollen sum ha detener un valor numérico determinado, quedependerá básicamente de la naturaleza delsedimento originario (BURJACHS, 1990). Ensedimentos de marcado carácter turboso,debido a que la concentración polínica sue-le ser muy alta por la buena conservación delos palinomorfos (MOORE et al., 1991), se re-comienda que el valor de la pollen sum searelativamente alto, en general mayor de 500y en ocasiones incluso se postula la necesi-dad de superar los 1000 pólenes por mues-tra. Esto es así, pues si en sedimentos de

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esta naturaleza utilizáramos una pollen summenor de 500, ésta podría lograrse fácilmen-te con la lectura de 1-2 líneas en cada láminapalinológica, lo que no facilitaría una verda-dera visión de la diversidad taxonómica realde la muestra (GROS, 1984).

En otro tipo de sedimentos, sin embargo,el establecimiento de un valor numéricomínimamente fiable, a nivel estadístico, para lapollen sum, no es tarea fácil, más que nadaporque falta experimentación en este sentidoque lo ratifique. En estos casos, quizá lo másadecuado no sea establecer un valor mínimofijo de fiabilidad para la pollen sum sino deter-minar cuál sería éste para el sedimento que nosocupe. Para ello, lo más fácil es tomar algunasláminas palinológicas como ejemplo y, en ellas,realizar lecturas al microscopio óptico con va-lor crecientes de la pollen sum (GROS, 1984).Así, realizaríamos una primera pollen sum devalor 100 y calcularíamos los porcentajes rela-tivos de cada palinomorfo; a continuación de200 y obraríamos de la misma manera, y asísucesivamente hasta delimitar el valor de lapollen sum en el que los porcentajes relativosde los palinomorfos -al menos de los más im-portantes o mayoritarios- no experimentan unavariación sustancial. Este tipo de metodologíapodría utilizarse para todo tipo de sedimento,incluidos los turbosos, sobre todo para aqué-llos en los que la experimentación a tal efectoes nula, caso de los procedentes de zonas demarisma, sedimentos con alto contenido en sal,carbonatos o arcilla, etc. (VUORELA, 1995;CARRIÓN, 2002). Sea cual fuere el resultado, nodeberíamos extender nuestra extrapolación atodos los tipos de sedimentos o secuenciasque pretendamos estudiar, sino que ésta ha deser una práctica habitual en cada caso concre-to, que dependerá íntimamente de la problemá-tica que estemos considerando (BIRKS & BIRKS,1980; BURJACHS, 1990).

En los estudios arqueopalinológicos elnúmero de pólenes que debían ser conta-dos, la suma base polínica, ha sido tambiénun motivo frecuente de discusión (BURJACHS,1990; BRYANT & HALL, 1993). BASTIN (1964) yERDTMAN (1969) consideraban que a partirde 150-200 pólenes contados los porcenta-jes de los principales palinomorfos (aquéllossuperiores al 5%) no variaban sustancialmente.Este criterio no ha sido compartido por otrosautores, quienes han considerado tal valorde la pollen sum demasiado bajo. BARKLEY

(1934) y MARTIN (1963), por ejemplo, soste-nían que el número suficiente debía ser 200-300 granos por muestra. BURJACHS (1990), si-guiendo la lectura metodológica anterior,determinó que en contexto arqueológico unasuma base polínica de entre 150 y 300 gra-nos era estadísticamente fiable, aunque comopostula VUORELA (1992: 44), siempre que seaposible alcanzar los 500 pólenes por mues-tra debería hacerse, sobre todo si se preten-de discernir las primeras evidencias deantropización o el origen de la agricultura,pues, en el caso del polen de los cereales,éste suele encontrarse infrarrepresentado enlos análisis de polen, y una suma polínica de150 granos no podría dar una idea real de laexistencia de zonas de cultivo.

Con el objetivo de mantener un ciertocontrol estadístico sobre la validez de losdatos arqueopalinológicos, CLARY (1989) de-sarrolló una técnica donde primeramenteobtuvo un espectro polínico estándar a par-tir del conteo de 200-300 pólenes, y enton-ces tamizó una fracción grande en el residuorestante del polen a través de una filtro demalla de 40 µm. Esta técnica elimina la mayo-ría de los pólenes fósiles de tamaño peque-ño, dejando solamente los de mayor tama-ño, muchos de los cuales correspondían acultivares. Esta técnica de extracción de la

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fracción gruesa permitió a CLARY (1989) de-sarrollar un método cuantitativo para calcu-lar los valores de concentracción normalesque deberían corresponder a cultivares y aespecies silvestres.

La diversidad taxonómica hace referen-cia al número mínimo de palinomorfos dis-tintos identificados en los espectrospolínicos. Los datos experimentales (GROS,1984) han venido a demostrar que el númerode tipos polínicos distintos identificadostiende a ir disminuyendo según transcurrela lectura usual (por líneas) al microscopioóptico de las preparaciones palinológicas;algo que no debe extrañarnos pues, a fin decuentas, la diversidad taxonómica -entendi-da como número de tipos polínicos posibles-no es infinita en una muestra dada. Sin em-bargo, la cuestión deriva, en buena lógica,en discernir cuál sería el número mínimo depalinomorfos identificados que deberíamosconsiderar bajo unas pautas de fiabilidadestadística, o, lo que es lo mismo, cuál debe-ría ser la representación cualitativa mínimade un espectro polínico.

SÁNCHEZ GOÑI (1993) propuso, muyacertadamente, un test de fiabilidad a partirde criterios de base tafonómica para la inter-pretación de análisis palinológicos en cue-va, que creemos pueden ser extrapolables aotros contextos arqueológicos. Este testconsidera que un espectro polínico es váli-do para una reconstitución ecológica cuan-do está compuesto de más de 100 pólenes,sin contar el palinomorfo dominante, y deuna diversidad de 20 taxones polínicos(MCANDREWS & KING, 1976; PONS & REILLE,1986). Además, SÁNCHEZ GOÑI (1993: 118) con-sidera que el conocimiento del tipo de sedi-mento, de la abundancia de granosindeterminables y la concentración polínicaes esencial a la hora de su valoración (HALL,

1981; BRYANT & HOLLOWAY, 1983, 1996). En se-gundo lugar, SÁNCHEZ GOÑI (1993) determina queel espectro polínico de una determinada mues-tra debe poseer un conjunto de taxones cohe-rentes desde un punto de vista ecológico, esdecir, que deban poder coexistir en la mismaformación vegetal (coherencia interna), sin queello implique que todas las asociacionespolínicas del pasado deban corresponder aanálogos actuales (HUNTLEY, 1990). La compa-ración entre los espectros fósiles derivados deyacimientos arqueológicos con los proceden-tes de secuencias naturales vecinas -cuya fia-bilidad está garantizada por la riqueza cualitati-va y cuantitativa así como por el alto grado deconservación del contingente polínico- permi-te centrar tal grado de coherencia.

En orden de establecer unos paráme-tros mínimos de fiabilidad estadística, del re-gistro arqueopalinológico, queremos proponerel seguir los criterios y sugerencias apuntadospor MCANDREWS & KING (1976), JANSSEN

(1981), BRYANT & HOLLOWAY (1983, 1996) ySÁNCHEZ GOÑI (1993), que podrían resumirse entres puntos básicos: (1) el espectro polínico decada muestra ha de ser calculado toda vez queal menos 250-300 pólenes han sido incluidosen la suma base polínica sin considerar elpalinomorfo dominante, (2) al menos 20 taxonesdiferentes deben formar parte de cada espec-tro polínico, y (3) el porcentaje de pólenesindeterminables no debe superar el 50% de lasuma base polínica.

ARQUEOPALINOLOGÍA YCEREALICULTURA. PRECISIONES

SOBRE LOS INDICADORESPOLÍNICOS DE ANTROPIZACIÓN

La antropización del medio y la existenciade procesos deforestadores han sido dos delas temáticas que con mayor raigambre se han

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discutido en el seno de los estudios paleopa-linológicos emprendidos en la Península Ibéri-ca, fundamentalmente en los derivados de con-textos naturales (DUPRÉ, 1988; CARRIÓN et al.,2000; JULIÀ et al., 2000, 2001). Más reciente-mente, ciertos trabajos se han orientado haciaun análisis específico de las etapas y modelosde la antropización (GALOP, 1998).

Si tuviéramos que sintetizar los datoshoy disponibles éstos no tendrían más quecierto valor provisional, ante la desigualdadde los conocimientos reconocidos, que que-dan aún enrevesados por numerosas lagu-nas geográficas así como por innumerablesimprecisiones cronológicas.

Mientras que la vertiente mediterráneade la Península Ibérica, así como el Vallemedio del Ebro, han sido objeto de variassíntesis sobre las diversas etapas del proce-so de antropización y los inicios de la agri-cultura (DUPRÉ, 1986, 1988; LÓPEZ GARCÍA &LÓPEZ SÁEZ, 2000), no puede decirse lo mis-mo del resto del territorio ibérico. Dos sínte-sis genéricas se conocen para Andalucía(LÓPEZ GARCÍA & LÓPEZ SÁEZ, 1994a, 1994b),que no restan sino preliminares ante la par-quedad de los datos palinológicos conoci-dos. En Madrid, LÓPEZ GARCÍA (1997) empren-dió una monografía sintética sobre los resulta-dos derivados de análisis paleopalinológicossea cual fuere su contexto (yacimiento arqueo-lógico, turbera), que representan el único in-tento de síntesis para toda la zona centro es-pañola, incluyendo aquí ambas mesetas.Ninguna síntesis reseñable, en estos términos,se conoce para las comunidades autónomasde Extremadura, Asturias, Cantabria y La Rioja.Para la zona sureste podemos citar la síntesisde LÓPEZ GARCÍA (1991), así como los trabajosde CARRIÓN et al. (1999, 2001) y CARRIÓN (2002),que han hecho de esta región una de las mejo-res conocidas a nivel peninsular. En Galicia las

síntesis son numerosas, unas centradas en cier-tos sistemas montañosos (RAMIL REGO, 1993),y otras más en la problemática relativa al pro-ceso de antropización y comienzo de la agri-cultura (AIRA RODRÍGUEZ & VÁZQUEZ VARELA,1985). Finalmente, en el País Vasco contamoscon la recopilación llevada a cabo por IRIARTE

& ZAPATA (1996).

El segundo hándicap reside en la de-ficiencia de las dataciones disponibles. Lamayor parte de las fechas radiocarbónicasconocidas han sido realizadas con el fin defijar la cronología de las grandes etapas dela historia de la vegetación, siendo muy ra-ras aquéllas que conciernen directamente alas señales de antropización e incluso a lasprimeras evidencias polínicas de actividadhumana. Debido a ello, todo intento deaproximación a los modelos y ritmicidadesde la antropización en la Península Ibéricaha de ser tomado con cautela, pues existeaún un cierto riesgo de incertidumbre.

La percepción palinológica de las pri-meras actividades antrópicas reposa en la uti-lización clásica de los llamados “indicadorespolínicos de antropización (IVERSEN, 1949;TURNER, 1964; VAN ZEIST, 1966; BERGLUND, 1969;BEHRE, 1981, 1986, 1988; JALUT, 1991; RICHARD,1994a, 1994b, 1995, 1997). A parte de estosmarcadores, deberíamos también citar lasvariaciones coincidentes de las frecuenciaspolínicas de ciertos taxones arbóreos oarbustivos, principalmente de heliófilos pio-neros como abedul o avellano (GALOP, 1998);la aparición de plantas cultivadas (cereales,ciertas leguminosas, Fagopyrum); el desa-rrollo o la aumentación de la representaciónpolínica de plantas relacionadas con prácti-cas agropastoriles (especies mesícolas,ruderales o nitrófilas) (BARBIER et al., 2001);evidencias de incendios o erosión (LÓPEZ

SÁEZ et al., 1998, 2000); la disminución de la

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cobertura arbórea y la aparición de claros,etc. A pesar de estos principios metodológicosde base, debe reconocerse que la caracteriza-ción de las primeras trazas de antropizaciónes aún delicada (RICHARD, 1994a), pues a me-nudo se apoya sobre indicadores polínicosmuy discretos o puntuales a nivel porcen-tual, que revelarían una presión antrópicadébil o actividades extensivas lejanas (GALOP,2000; GALOP & LÓPEZ SÁEZ, 2002). Por pre-caución, sólo la convergencia de varias se-ñales de antropización debe ser considera-da como significativa de una intervenciónantrópica (GALOP, 1998; BARBIER et al., 2001).

Si el desarrollo de actividadespastorales es fácilmente constatable a nivelpalinológico, gracias notablemente a la apari-ción de cortejos polínicos específicos (Cheno-podiaceae, Urtica, Rumex acetosa tipo, Rumexacetosella tipo Plantago lanceolata tipoPlantago major/media tipo etc.) (GALOP, 1998,2000), o de microfósiles no polínicos de ecologíacoprófila indicadores de tales actividades(LÓPEZ SÁEZ et al., 2000; GALOP & LÓPEZ SÁEZ,2002), la cuestión sobre la aparición de loscereales, y por tanto de las primeras mani-festaciones polínicas de agricultura, resultaaún una problemática a resolver.

Desde que el hombre comenzara a ararla tierra, los cereales han sido el grupo másimportante de plantas cultivadas, aportandouna contribución única a la nutrición humanay teniendo un papel determinante en el desa-rrollo de la agricultura. Por lo tanto, las investi-gaciones sobre los cereales se enmarcan di-rectamente en el seno de cualquier investiga-ción arqueobotánica, muy especialmente conrespecto a las evidencias fundamentadas ensu cultivo (RÖSCH et al., 1992).

Uno de los mayores problemas con quese enfrenta un palinólogo, que trabaje en

contexto arqueológico, es la interpretaciónpaleoecológica y paleoeconómica que debedarle a los porcentajes con que aparece elpolen de cereal, esté éste presente o no enlos espectros polínicos. Esta cuestión resul-ta particularmente interesante en aquellasregiones donde ciertos géneros cuentan tan-to con especies domésticas como silvestres,habiendo sido estas últimas sometidas a unproceso de domesticación progresiva por elhombre con la consiguiente seleccióngenética (DIOT, 1992).

Afortunadamente, la morfología polínicanos permite diferenciar sin problema algunoel polen de cereales o gramíneas domestica-das del de aquéllas de carácter salvaje. Eldiámetro del grano de polen en Cerealia essuperior a 45 µm y el diámetro exterior delanillo que rodea el poro debe sobrepasar 8-10 µm, mientras que en las gramíneas silves-tres ambos diámetros son inferiores (BEUG,1961; FEDOROVA, 1964; DIOT, 1992). Algunoslaboratorios especializados en investigacio-nes paleopalinológicas, fundamentalmenteen contexto higroturboso, cometen el errorde rehidratar sus muestras, lo que conllevaun elevado aumento de la talla de todos lospólenes, con el consiguiente riesgo de con-fusión entre las gramíneas silvestres respec-to de las cultivadas.

Toda vez que un grano de polen ha sidoidentificado y asignado al grupo Cerealia,puede resultar muy interesante una identifica-ción morfológica más precisa utilizando con-traste de fase, sobre todo si se cuenta paralela-mente con otros datos arqueobotánicos deíndole carpológica. El contraste de fase permi-te diferenciar los pólenes de los génerosTriticum, Hordeum y Avena (BEUG, 1961: 39).En los trigos (Triticum sp) la exina aparece or-namentada de islotes de pequeñas puntea-ciones, mientras que en la cebada (Hordeum

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sp) la ornamentación es más regular (no enislotes) de punteaciones más gruesas. En laavena (Avena sp) aparecen manchas irregu-lares, no punteaciones. El centeno (Secale)es mucho más fácil de identificar, pues sediferencia del resto de cereales por su formaoval, y porque el anillo que rodea al poro esfestoneado, con un contorno muy irregular.

Algunas gramíneas silvestres, de am-bientes húmedos, en ocasiones tienenpólenes que pueden fácilmente confundirsecon los de un cereal, pues su diámetro degrano puede ser incluso superior a las 50µm.Éste es el caso de algunas especies de losgéneros Aegilops, Agropyrum (especial-mente A. junceum), Bromus y Glyceria(REILLE, 1992, 1995) o Ampelodesma. En es-tos casos, sobre todo cuando se trabaja encontextos humedos naturales (turberas,paleolagos) en términos de dinámica de laantropización e inicio de las actividades agrí-colas (GALOP, 1998), surge la duda sobre silos pólenes asignados a cereales en los aná-lisis polínicos corresponden realmente a és-tos o a gramíneas silvestres que, por vivir enestos ambientes húmedos, tienen pólenesrelativamente grandes y fácilmente confun-dibles con los de Cerealia. Realmente, podría-mos considerar que la presencia por sí solade pólenes de cereal atribuibles al tipoCerealia no debería constituir una eviden-cia irrefutable del desarrollo de actividadesagrícolas, sino que sería la conjunción detodo un elenco de diversos factores los quepodrían atestiguar sin duda alguna tales he-chos. Muy acertadamente, VISSET et al.(2002), en referencia al desarrollo de la agri-cultura durante el Mesolítico final en el no-roeste de Francia, consideran que la presen-cia por sí sola de polen de cereal no justificael desarrollo de actividades agrícolas, sinoque éstas se confirman, a parte de por la iden-tificación de polen de Cerealia, por la consta-

tación conjunta de evidencias de defores-tación, incendio, desarrollo de landasarbustivas típicas de las etapas degradativasdel bosque y, finalmente, por una elenco depalinomorfos indicativos de la antropizacióndel medio en los términos establecidos porBEHRE (1981).

De hecho, las ocurrencias aisladas degranos de polen atribuibles al tipo Cerealiason frecuentes durante la primera mitad delHoloceno e incluso durante el Pleistocenosuperior (AUBERT, 1993; JALUT et al., 1996),sin que ningún otro indicador deantropización aparezca, en periodos en quetoda posible domesticación vegetal que im-plique cultivo debe ser rechazada en Europaoccidental. Estas ocurrencias puntuales enningún caso deben ser consideradas comola prueba de una actividad agrícola. En es-tos casos, es preferible suponer la existen-cia de granos de polen de Gramineae(Poaceae) adscribidles al tipo Cerealia, comoalgunos de los palinomorfos antes referidos.Además, algunas especies de cereales “sal-vajes” pudieron haber tenido un papel rela-tivamente importante en los cortejosestépicos del final del Tardiglaciar, e inclusoen los inicios del Holoceno (JALUT et al.,1996). Esto último, por ejemplo, podría even-tualmente sugerir la presencia de pólenes deSecale cereale type en niveles del final delTardiglaciar en la secuencia irlandesa de ToryHill (O’CONNELL et al., 1999).

Las plantas favorecidas por las activi-dades humanas pueden subdividirse en doscategorías (BEHRE, 1981; SEGERSTRÖM, 1991:68; VUORELA, 1992; WALLIN, 1996: 303-304;LÓPEZ GARCÍA et al., 1997):

a) apófitos: son las plantas indígenasque están positivamente influenciadas porel hombre y son, por tanto, indicadoras de

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prados, pastos y tierras removidas. Este gru-po incluye a Artemisia, Asteraceae p.p.,Cannabis/Humulus tipo Caryophyllaceae,Chenopodiaceae, Plantago major/mediatipo Gramineae p.p., Campanula tipoPolygonum aviculare tipo, Polygonumbistorta tipo Leguminosae p.p., Rumexacetosa tipo Rumex acetosella tipo y Urticadioica tipo entre otras.

b) antropócoras: son plantas que puedeconsiderarse que han sido introducidas porel hombre, el cual ha sido, por tanto, el vectordispersor de sus semillas. Usualmente sonindicadoras de actividades de arado. En estegrupo se incluyen, por ejemplo, Plantagolanceolata tipo por su papel de planta quecoloniza las tierras abandonadas (BEHRE,1981: 229), los cereales, las leguminosas cul-tivadas, ciertas Chenopodiaceae que tam-bién son indicadoras de terrenos arados,Portulaca oleracea, etc.

La detección palinológica de la modifi-cación humana del medio ambiente puedeincluso proporcionar evidencias de una pre-sencia humana antes de que la evidencia ar-queológica esté disponible. La precisión conla cual la influencia humana se puede detec-tar, a partir de los espectros polínicos, esfacilitada enormemente por la existencia deactividades agrícolas, las cuales alteransensiblemente el entorno (MOORE et al., 1991:9). En comunidades agrícolas es lógico es-perar la documentación de elementos que im-pliquen la destrucción de la vegetación na-tural, las diversas introducciones de las es-pecies cultivadas, la presencia de malas hier-bas asociadas a tales cultivos e incluso aactividades de arado, quema y pastoreo(BEHRE, 1981, 1986; LÓPEZ GARCÍA et al., 1997);e incluso la recuperación de la vegetaciónque sigue el abandono del sitio, que normal-mente no se recupera hasta el punto de la

cubierta original (DELCOURT, 1987). Sin em-bargo, el reconocimiento de posibles activi-dades preagrícolas, a partir de los estudiospolínicos, es más difícil de prever. Como entoda investigación que suponga la recreaciónde comunidades del pasado (paleoreconstruc-ciones), el estudio florístico y fitosociológicode las comunidades agrícolas modernas, ysu lluvia polínica, pueden asistir a entenderlos efectos de la humanidad en la vegeta-ción del pasado.

En definitiva, consideramos que la op-ción más válida, sin duda indiscutible, esafirmar el desarrollo de actividades decerealicultura cuando, además de la identifi-cación de pólenes de cereal, se constatan enlos espectros polínicos actividades indirec-tas relacionadas con los cultivos (roza, que-ma, deforestación para aclarados, erosión dela capa superficial del suelo, aparición depirófitas, antropización del medio, etc.).

Es posible que, en ocasiones, se de laconvergencia de todos los factores antescomentados pero no se identifique polen decereal. En estos casos, aun cuando pudiéra-mos afirmar el desarrollo de actividades decerealicultura de manera indirecta -la ausen-cia de evidencia no implica evidencia de au-sencia-, la prudencia es el mejor aliado encuanto no tenemos evidencias directas porla presencia de pólenes de cereal. Y aún in-cluso aunque se llegaran a identificar pólenesde cereal, tendríamos que tener en cuenta enque porcentaje. BERGLUND (1985) ha demos-trado claramente que la ausencia de cerealesen los espectros polínicos no revela la inexis-tencia de actividades agrícolas, sino posi-blemente un cierto retardo en el registropolínico de esta actividad, cuyo origen pu-diera ser imputado al efecto “filtro” causadopor la cobertura forestal o la lejanía de laszonas cultivadas. Estos elementos podrían

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explicar el décalage existente entre las pri-meras señales polínicas de antropización yla aparición de los primeros pólenes de ce-reales registrados en los espectros polínicos.Este tipo de asincronismo es relativamentefrecuente en las secuencias polínicas proce-dentes de zonas altas, mientras que son másraros en las situadas a media o baja altura(GALOP, 1998, 2000).

Los cereales pertenecientes a los géne-ros Avena, Hordeum y Triticum sonautógamos, es decir que se autopolinizan,por lo que la dispersión de su polen por elviento es obviamente mínima (HEIM, 1970).VUORELA (1973), así mismo, ha constatadoque la dispersión polínica de Avena yHordeum es muy limitada durante la flora-ción pero se incrementa considerablementedurante el proceso de cosecha y molienda.Incluso, a lo largo de la ruta de transportedel cereal recogido, se produce una elimina-ción de ciertos desperdicios, implicando unaredispersión del polen. SUBBA REDDI & REDDI

(1986: 56) han demostrado, además, quemuchos cereales tienen una producciónpolínica muy baja: Avena sterilis (32-3200granos por antera), Hordeum vulgare (2410granos/antera), Panicum millaceum (1050granos/antera), Triticum aestivum (2910 gra-nos/antera) o Zea mays (2000-3400 granos/antera). Ambos factores -nula dispersión yescasa producción polínica- limitan la evi-dencia de cultivos prehistóricos en los es-pectros polínicos derivados de yacimientosarqueológicos, incluso cuando el área decultivo estuviera cercana a la zona demuestreo. Esto último contrasta fuertemen-te con la situación observada en suelos quefueron cultivados previamente, donde gran-des cantidades de pólenes de cereal no sonen nada infrecuentes (BEHRE, 1976, 1981). Enconclusión, las diferencias observadas en laconcentración polínica en las especies

autógamas de cereal, en suelos precultivadoso basureros, e incluso en niveles habitacio-nales asociados a actividades humanas, es muyevidente en los análisis polínicos (BEHRE, 1981:227), pues conllevan porcentajes excepcional-mente altos de tales palinomorfos. RICHARD

(1994b: 309) hace también mención a la polu-ción polínica proveniente de aquellos vegeta-les consumidos o conservados in situ(Cerealia, Allium sp), cuya sobrerrepre-sentación puede enmascarar la de otrospalinomorfos y, por otro lado, dar la sensa-ción de representar un cultivo muy cercanoo extenso que no es tal. ROBINSON & HUBBARD

(1977) han resumido perfectamente tales he-chos, demostrando que porcentajes excesi-vamente altos de polen de cereal no suelenobedecer a un cultivo cercano sino al aporteindirecto de los granos de polen junto a es-pigas, espiguillas u otras estructuras flora-les, en el momento de la recolecta o durantela conservación de los granos de cereal parasu posterior manufacturación. En suma, to-dos estos inconvenientes no vienen sino aenfatizar la dificultad de reconstruir el pa-trón de cultivo del cereal en las etapas pio-neras de la agricultura.

El centeno (Secale cereale), a diferen-cia de la mayoría de cereales, es una especiealógama, con una gran productividadpolínica y una buena capacidad dispersivade su polen, siendo la presencia de éste elmejor y más real indicador de su cultivo(BEHRE, 1981: 227). Sin embargo, VUORELA

(1973), en su estudio sobre la lluvia polínicaactual alrededor de campos cultivados en Fin-landia, sugiere la poca capacidad polinizantedel centeno, la cual es debida -parcialmente- alelevado tamaño relativo de su grano de polen,el cual puede afectar sensiblemente a su trans-porte y dispersión con las corrientes de aire.Curiosamente, el centeno tiene una alta pro-ducción polínica de hasta 13200-19000 gra-

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nos por antera (SUBBA REDDI & REDDI, 1986:56), en comparación con otros cereales queantes se comentaron. Los estudios que no-sotros hemos realizado, sobre la capacidaddispersiva de este taxón en la estepa arbola-da de la zona situada al sur de los Urales(Rusia), parte de los cuales han sido ya pu-blicados (VICENT et al., 2000), están de acuer-do con las conclusiones derivadas del estu-dio de VUORELA (1973), pues en ninguna delas muestras investigadas apareció polen deSecale cereale en la lluvia polínica actual,cuando en cambio es uno de los cerealescultivados hoy en día en la región.

A menudo se ha considerado, en referen-cia al polen de cereal, que porcentajes polínicosaltos en los espectros arqueopalinológicos res-pondían a la proximidad inmediata a la zonade estudio de campos cultivados de cereal.Sin embargo, estudios de lluvia polínica ac-tual han mostrado resultados muy dispares.Así, HEIM (1970) afirma que porcentajes delorden del 10 al 15% de polen de cereal refle-jarían una proximidad ciertamente cercana decampos de cereal; de BEAULIEU (1977), encambio, constata que los cereales no sobre-pasan el 1% de la suma base polínica másque a distancias siempre inferiores a 100metros de las zonas cultivadas, desapare-ciendo completamente a mayores distancias.

Puesto que no solamente importa la dis-tancia respecto a las áreas cultivadas, sinotambién el grado de cobertura de la vegeta-ción herbácea local, de la densidad de bos-ques, del método de cosecha y de las posi-bles vías o factores que hayan podido afec-tar a la dispersión del polen de los cereales,una ocurrencia aislada de Cerealia no debesignificar obligatoriamente la presencia deagricultura en una determinada zona(VUORELA, 1973: 12). Durante la Prehistoria,cuando tuvo que desarrollarse una agricul-

tura primitiva, los campos de cultivo variabansu posición constantemente, siguiendo losaclarados realizados en el bosque y bajo unsistema de barbecho que mantuviera la ri-queza potencial de los suelos. Por lo tanto,una ocurrencia aislada de pólenes de cerea-les debería ser interpretada en términos deuna práctica agrícola global, quizá a nivelregional, que no implicitara la existencia dezonas cultivadas exactamente en el mismopunto de muestreo. Además, otras prácticasantrópicas, como la trashumancia o trastermi-nancia ganaderas, se constituyen también coneventuales vectores de transporte de losgranos de polen de cereales (MOE & VAN DER

KNAPP, 1990), redundando en una prácticasocial que no debe encerrarse en un marcogeográfico delimitado, más cuando los por-centajes de Cerealia son realmente bajos.

RICHARD (1985), por su parte, en sus in-vestigaciones paleopalinológicas de loshábitat lacustres neolíticos del Jura (Fran-cia), ha confirmado igualmente los proble-mas de interpretación que sustentan los por-centajes de cereal en los diagramas polínicos,al afirmar que, en ocasiones, porcentajesdesproporcionados de cereal, en zonas enlas que hipotéticamente era imposible cual-quier tipo de cultivo a no menos de 300 me-tros de distancia, podían obedecer bien a unaporte humano en la recolección de cerealen su momento óptimo de floración (y poli-nización), bien al transporte no intenciona-do del polen junto a sus estructuras producto-ras (espigas o espigillas de las inflorescenciasde gramíneas) hasta la zona de estudio. Elestudio de lluvia polínica llevado a cabo porel mismo autor (RICHARD, 1983, 1985) demos-tró que los porcentajes de polen de cereal enla actualidad nunca sobrepasaron el 2% enel seno de campos de cultivo, confirmandoentonces que el análisis palinológico empren-dido en el entorno de sus yacimientos ar-

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queológicos reflejaba un cortejo polínico queno respondía a su deposición natural, sinoque venía fuertemente influenciado por lasactividades de origen antrópico contempo-ráneas a tal deposición. Además, RICHARD

(1985) demostró que la realización de un es-tudio paleopalinológico paralelo en sedimen-tos de origen natural (paleolago), que no ar-queológicos, sí reflejaba fidedignamente unalluvia polínica sin influencia antrópica en elproceso de sedimentación, en el cual el por-centaje de cereal jamás alcanzaba valoresdesproporcionados (siempre fueron inferio-res al 1%). De la misma manera, VUORELA etal. (1992) confirman porcentajes de cerealde hasta el 15-35% entre los siglos XIII yXVI A.D. en Finlandia, y llegan a la mismaconclusión: “estos porcentajes no se debena un cultivo local, sino que proceden posi-blemente del almacenamiento de cereal porel hombre para su alimentación o la del ga-nado. En conclusión, RICHARD (1985) nopudo por menos que admitir la existencia, comoen la gran mayoría de los yacimientos arqueo-lógicos, de ciertas anomalías tafonómicas dela sedimentación polínica, que son generalmen-te debidas a fenómenos de origen antrópico, yque en la mayoría de los casos dificultan, impi-den o, incluso, han dado lugar a interpretacio-nes paleoecológicas y paleoeconómicas total-mente erróneas.

Sin embargo, y aun estando fuertemen-te de acuerdo a lo apuntado por los autoresanteriores, no podemos por menos que es-pecificar que los problemas tafonómicosderivados del contexto arqueopalinológicono pueden ser extrapolables a todos los ya-cimientos, sino que cada uno de ellos tienesus propias particularidades, a partir de lascuales deben realizarse las correccionesinterpretativas pertinentes (GROENMAN-VAN

WAATERINGE, 1993; VICENT et al., 2000).

EL FUTURO DE LAARQUEOPALINOLOGÍA

Uno de los problemas que aún persistenes la falta de comunicación entre palinólogosy arqueólogos, aunque debemos reconocerque ya se ha recorrido un gran camino en estediálogo. Los arqueólogos deben adquirir losconocimientos básicos sobre lo aportado porlos datos palinológicos, y reconocer como lapalinología puede llegar a ser una parte más,ciertamente importante, de sus propiasexcavaciones e investigación.

La mayoría de los arqueopalinólogosestán familiarizados con la terminología ar-queológica y el proceso de excavación, yson capaces de concebir las mismas proble-máticas propuestas por el arqueólogo, entrelas que no pueden desdeñarse las limitacio-nes de tipo económico inherentes a su disci-plina. En base a todo ello, antes de una exca-vación, el diseño de ésta y la previsión con-junta, entre arqueólogo y palinólogo, delnúmero y localización de las muestras, es unrequisito imperativo, de la misma manera queel mantenimiento de tal cooperación toda vezque la excavación progrese.

Como afirma RICHARD (1985), no escuestión de obviar y abandonar para siem-pre las investigaciones palinológicas em-prendidas en yacimientos arqueológicos -investigaciones éstas que ciertos laborato-rios parecen haber desterrado por comple-to-, sino que, al menos, es necesario teneren cuenta el aporte polínico de ciertostaxones por medio del hombre e incluso delos animales domésticos. Estudios de lluviapolínica paralelos a la investigaciónarqueopalinológica (BUI-THI, 1974; BURJACHS,1988, 1990; VICENT et al., 2000), así como aná-lisis palinológicos en sedimentos no arqueo-

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lógicos (turberas, paleolagos) cercanos a lospropios yacimientos (RICHARD, 1993; SÁNCHEZ

GOÑI, 1993; LÓPEZ GARCÍA & LÓPEZ SÁEZ, 1994a,1994b; RUIZ ZAPATA et al., 1997; BURJACHS etal., 2000), parecen ser, entonces, las mejoresmedidas para lograr una interpretaciónpaleoecológica adecuada y correcta del re-gistro paleoambiental y palinológico, asícomo para inferir cualquier tipo de alteracióntafonómica acaecida en los yacimientos ar-queológicos durante la sedimentaciónpolínica. Estudios a alta resolución, princi-palmente en turberas, sedimentoshigroturbosos o lacustres, son el mejor ca-mino a seguir para lograr lo antes dicho(RICHARD, 1993; GALOP, 1998).

Es importante señalar que, a día dehoy, la escala de resolución es cada vez másdetallada, y en las secuencias polínicas losmuestreos acontecen a veces cada centíme-tro. Si estamos interesados en una investi-gación pormenorizada de la dinámica de laantropización o sobre el inicio de la agricul-tura, ésta es, sin duda, la mejor estrategia deestudio (GALOP, 1998).

El examen detallado de los datospalinológicos muestra la existencia de unafuerte variabilidad espacio-temporal en laaparición de los primeros indicios polínicosde antropización, lo que nos incita a conce-bir esta problemática desde una perspectivadiacrónica y espacial.

La paleopalinología no es una pana-cea: no siempre es capaz de dar respuestas atodas las cuestiones propuestas por elarqueólogo (BRYANT & HALL, 1993: 284). Sinembargo, muchas veces, esta ciencia resultala única capaz de aportar cierto tipo de infor-mación completamente necesaria a la in-vestigación arqueológica: paleopaisaje, ba-ses paleoeconómicas (agricultura y ganade-

ría), ritmos y dinámicas del proceso deantropización, incidencia del fuego, etc.(LÓPEZ SÁEZ et al., 1998, 2000; GALOP & LÓPEZ

SÁEZ, 2002).

Por regla general, la gran mayoría dearqueólogos relacionan la investigaciónpalinológica con la reconstrucción del pa-trón paleoambiental. Sin embargo, tal recons-trucción no siempre es fácil de establecerpor el palinólogo, pues la información ar-queológica suele ser ciertamente restrictiva(muestreos puntuales, niveles culturales ycronológicos concretos, etc.). En cambio, elpalinólogo sí está capacitado para separaraquellos datos polínicos que reflejen elpaleoambiente de otros que procedan deactividades culturales. En adición a la re-construcción paleoambiental de un yacimien-to arqueológico, es probable, sólo en ciertasocasiones, que el palinólogo sea capaz dedeterminar un variado rango de fenómenos,tales como dietas prehistóricas, posibles ri-tuales ceremoniales, patrones de subsisten-cia, uso de plantas nativas o cultivadas, uti-lización de cierto tipo de artefactos, proba-ble uso de ciertas estructuras arquitectóni-cas, correlación estratigráfica y cronológicaentre diversos perfiles, reconocimiento de lapotencialidad o importancia de ciertos yaci-mientos, etc. (BRYANT & HOLLOWAY, 1983: 210,1996).

En fin, como afirman BRYNAT &HOLLOWAY (1996: 916), el futuro de la arqueo-palinología es brillante. Mientras que haceunas décadas los estudios arqueopa-linológicos eran más bien raros, en la actuali-dad no sólo se cuenta con técnicas extractivasespecialmente desarrolladas para esta discipli-na, sino por igual con delimitaciones de tipotafonómico que encuadran estos estudios den-tro de parámetros de fiabilidad estadística. El

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aporte de las nuevas investigaciones arqueo-palinológicas ha permitido definir nuevas ideassobre los hábitos y formas de vida de las cul-turas del pasado, elementos tales que inclusono eran evidentes antes de los análisis de po-len. Y podríamos afirmar, sin ánimo deconfudirnos, que la arqueopalinología aún noha tocado techo. España, afortunadamente, noha perdido el tren del desarrollo científico deesta disciplina, y diversas escuelas de arqueo-palinólogos prosperan hoy en Andalucía, Ca-taluña, Galicia, Madrid, Murcia y País Vasco.

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Arqueopalinología: Síntesis crítica