AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO -...

10
1

Transcript of AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO -...

Page 1: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

1

Page 2: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO

Ana Gómez Falagán

Abrió la puerta y escapó llevándose la urna con ella. Vestida de negro y llorando salió de aquella casa. Quería dejar atrás a todas esas personas y sus protocolarias condolencias. Empezó a correr sin rumbo fijo, solo teniendo claro que necesitaba huir. Y de repente, sin saber muy bien cómo, una certeza la invadió. Y supo dónde ir. No, ya no estaba perdida, ahora sabía muy bien hacia donde se dirigía. Empezó a correr más rápido. Empezó a llorar más fuerte. Las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas y aun así, pareciera que el haber encontrado por fin dónde encaminarse había hecho que consciente o inconscientemente, se hubiera liberado de un pequeño peso. Pero eran tantos ya… uno más, uno menos, ¿Qué más daba? Aquel problema no era más que la punta del iceberg. Aun así ella giraba en cada esquina con la esperanza de que al llegar podría sentirse un poco mejor. El día se acababa y sobre ella, poco a poco, el cielo se volvía naranja y rosa. Mientras las nubes mudaban su color pálido hasta parecer prendidas en fuego ella seguía corriendo todo lo que sus piernas cansadas permitían. El río estaba cerca; podía percibir ya el olor del agua dulce y los juncos que crecían en sus orillas. Desde pequeña el Sena había significado mucho para ella, porque la ligaba directamente a su padre. Por él, por su padre, corría ahora con todas sus fuerzas. Cuántas cosas habían ocurrido desde su muerte. Estaba destrozada. Su cabeza era un hervidero de emociones. Su padre había muerto. Su padre ya no estaba. No lo encontraría, no lo vería desde aquel puente de forja sobre el río. Nunca más. Qué fuerte suena cuando hablamos de no volver a ver a alguien. Solo pensarlo hacía que se le formase un nudo en el estómago que la hacía temblar de arriba abajo, pero pese a todo ella no podía parar de correr. Estaba congelada. Lloraba todavía, manteniendo la urna pegada a su pecho. En el ambiente flotaba también un ligero olor a flores de cerezo. Ella siempre había vivido con ese olor, que durante unos instantes la llevó a su infancia. La hacía recordar su cumpleaños, pues nació en una exuberante aunque algo fresca primavera parisina. ¿Es irónico no? Solo cuatro días atrás ella estaba volviendo a París para pasar su vigésimo tercer cumpleaños en casa y con su más devoto y fiel admirador. Con la única persona que en realidad la necesitaba tanto como ella a él. Su padre. Cuatro días desde que ella volviera a casa, cuatro días desde que bajara del avión sin poder esperar nada de esto. “Increíble pero cierto”, dirían algunos. Solo cuatro días, cuatro efímeros días y ella se encontraba ahora corriendo con las cenizas de su padre entre sus brazos. Volvió al día de su cumpleaños. Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía exactamente veintitrés años y, mientras pescaba en el río, su padre recibía la noticia más maravillosa de su vida de parte de las vecinas del barrio: - ¡Ya ha nacido! ¡Es una niña!

2

Page 3: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

- Y es preciosa. Tiene tu barbilla y la nariz de su madre. ¡Enhorabuena!-. Le felicitaban todas. Ansioso, dejó todo lo que estaba haciendo y se encaminó a casa para verla. - Creo que es la primera vez que le veo amarrar la barca con tanta alegría. Normalmente no hay quien le saque de aquí-. Murmuraban las vecinas al verle marchar. Y es que aquel pescador amaba el río tanto como amó a su hija desde el primer momento en que la vio. Tanto él como todo el que conoció a aquella niña se quedaba prendado de ella nada más verla. Era morena, con el pelo tan liso como su madre. Siempre lo llevaba corto, a decir verdad era una niña más práctica que coqueta. Sus ojos verdes eran de los que no se olvidan, un verde especial, un verde cristalino. Puede parecer curioso, pero todo el mudo veía una gran similitud entre el color de los ojos de la niña y el color que traía el agua del río, cosa de la que el padre estaba especialmente orgulloso. Al igual que su padre, la niña aprendió a amar el río, así como a toda su fauna y flora. Se pasaba los días allí desde bien pequeñita, hiciera frío o hiciera calor. Para ella no había otro sitio. Exploraba entre los juncos, cazaba ranas, o pescaba con su padre; pero por encima de todo eso, su pasatiempo favorito era leer sentada sobre un pequeño puente de forja cercano al punto donde su padre amarraba todos los días la barca. Todas las tardes se sentaba sobre aquel pequeño puente, franqueado por dos grandes cerezos que le proporcionaban sombra y, por su cumpleaños, también su perfume. Mientras, sus piernas colgaban sobre el río. Y ella leía. ¡Cómo la gustaba leer! Devoraba libros como si no hubiera un mañana. Aquel puente era su lugar favorito, sin ninguna duda. Allí fue la niña, la adolescente y finalmente la mujer más feliz del mundo. Por eso, cuando abandonó París para perseguir un sueño supo que quizá lo que más le iba a doler después de tener que dejar a su padre iba a ser perder aquellas tardes en el puente viendo a su padre pescar. La libertad de poder acudir allí cuando tenía un mal día. ¿Malos días? Los hubo a patadas. Quizás los dos más duros fueron cuando murió su madre, siendo ella todavía una niña y cuando, ya más mayor, aquel chico se mudó de París. Se llamaba Bastian. Todavía se acuerda de la primera vez que lo vio. Casualidad o no fue justo en aquel puente. Era una tarde de verano. Una como otra cualquiera en la que ella, con un libro debajo del brazo, se encaminaba al puente. No era un puente muy concurrido, la verdad es que allí solo solía estar ella. De vez en cuando quizás alguien lo cruzaba, pero no se solían parar mucho tiempo. Por eso ella, que sin darse cuenta, se había ido acostumbrando a estar sola allí, se enfadó tanto al ver que aquel día tendría compañía. No tenía mucho carácter, pero sí las cosas muy claras y a aquel chico, fuese quien fuese, ya le había hecho la cruz y raya. Le estaba molestando con su sola presencia allí. Y todo fue a peor cuando al pobrecillo se le ocurrió intentar hablar con ella. - ¿Bonitas vistas verdad? –, dijo el rompiendo el hielo. Todo lo que consiguió de parte de ella fue un seco -sí- y una mirada inquisidora que dejaba muy claro que, o bien su presencia allí era non grata, o aquella chica tenía un mal día. Habré de aclarar que Bastian era de naturaleza habladora y abierta, por eso prefirió pensar que sería lo segundo. El continuó intentándolo: - ¿Qué estás leyendo? - Un libro. - ¡Hombre, eso ya lo veo!, pero ¿cuál? - No lo conoces. - Inténtalo, dime cuál es.

3

Page 4: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

Estoy segura de que él pensaba que estaba haciendo un favor a una chica algo solitaria a la que le costaba un poco abrirse, pero nada más lejos de la realidad. Ella estaba poniéndose de los nervios, y la cosa iba a peor. A ningún lector que se precie le gusta que le interrumpan en medio de un buen libro, y aquel libro era uno de sus favoritos. - El conde de Montecristo. ¿Contento? Ya lo leerás cuando te obliguen en el colegio o algo así-, dijo ella sarcástica. Creía que se había librado de él cuando: - Ya me lo he leído. Aquello la pilló desprevenida. La vergüenza empezaba a carcomerla por haberse pasado de lista, pero a la vez aquel comentario la impresionó mucho. De todos los chicos que conocía a ninguno le interesaban los libros, y menos los clásicos. Ese desconocido empezaba a ganar puntos, así que en parte por eso y en parte porque se sentía culpable por haberlo tratado así empezó a responderle de forma un poco más amable. Y así empezó su historia, de dos completos desconocidos en un puente a los mejores amigos durante cerca de seis años… Volvieron a verse, sí. Pero ella propuso otro sitio que no fuera su puente. Egoístamente, no quería que Bastian se acostumbrase a frecuentarlo. Lo seguía queriendo tal y como estaba. Para ella sola. Bastian, de hecho, solo volvió allí para darle la dura noticia: se mudaba. Se marchaba de París. Ella estaba de espaldas a él, apoyada en la barandilla. - Te escribiré-, dijo él. - Lo sé-. Fue todo lo que atinó a decir ella. Volvía a los monosílabos de la primera vez que se vieron. Y eso fue todo. Un abrazo y Bastian se marchó. Dolía. Aún ahora dolía. Y mientras ella corría buscando el puente sujetando la urna de su padre se prohibió pensar en él. No convenía añadir más dolor al momento. Pero por fin vio el puente a lo lejos. Por un momento volvió a verse a sí misma allí sentada. Un pequeño mareo acompañó la nostalgia. Y siguió corriendo. Por fin estaba allí. No podía más. Todo daba vueltas a su alrededor. De repente miró la urna y la abrió de golpe y sin miramientos. Usó todas sus fuerzas. Se puso de pie en la barandilla como cuando era una niña. No había perdido el equilibro. Ese puente fue su vida. No podía haberlo olvidado. Devolvió a su padre al lugar del que nunca debieron apartarle. Alzó la urna y con un solo, rápido y enérgico movimiento las cenizas volaron hasta caer en el río. No podía más, todo esto estaba matándola, estaba a punto de explotar… y explotó. Gritó, gritó a pleno pulmón. Aquel grito le quemaba la garganta desde hacía mucho. Era la única forma de expresar todo lo que no pudo decir con palabras. Gritó como nunca en su vida. Empezó a dolerle la cabeza de gritar y aun así no paró. Ese grito salió de lo más profundo de sí misma. Pero hubo un momento que tuvo que parar, se estaba ahogando y corría el peligro de caer. Por supuesto ella no pensó en nada de eso, solo reconoció el momento. Supo que todo había salido ya. Aquel grito le había devuelto la serenidad. Seguía llorando, pero pasó de aquel llanto descontrolado a que una lágrima silenciosa resbalara por su mejilla. «Ahora sí», pensó. «Ya está». Cerró los ojos y abrazó la urna vacía. «Ya está». Ya lo había hecho. Con los ojos cerrados respiró y olió el agua dulce del río una vez más. Y por fin, cayó la noche.

4

Page 5: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

5

Page 6: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

LA NIEBLA INTERNA

Ainara Domínguez

Como cada día, Seska se dirigía a la escuela desganada y con cara de pocos amigos; era una niña de once años, menuda y con una cara muy linda, nada que ver con su forma de ser y el mal humor que últimamente tenía. Tanto sus padres como profesores no sabían qué hacer con ella; a sus compañeros los tenía amargados: quitándoles lapiceros y bolis, cogiéndoles los cuadernos sin permiso para copiar los deberes, dándoles malas contestaciones… Como iba diciendo, Seska se dirigía caminando a la escuela pero a escasos metros antes de la entrada, la gente desapareció de su vista y un silencio aterrador la envolvió, a la vez que una densa niebla avanzaba hacia ella hasta cubrirla por completo. Apenas podía moverse ni respirar y aunque tan solo estuvo un par de minutos dentro de la niebla, a ella le pareció una eternidad. Después de ese tiempo, todo volvió a la normalidad. Seska sintió un poco de pánico, pero al rato se tornó de nuevo malhumorada y olvidó lo sucedido. Entró en clase y cuando llegó la hora de Educación Física quiso, como siempre, ser la primera en coger, en este caso, los patines, ya que ese día iban a aprender a patinar; incluso una vez elegidos sus patines quiso quitar a su compañera Eloísa los suyos; sin embargo algo ocurrió, porque apenas pudo moverse y la voz paulatinamente, la iba perdiendo. Se sentó como pudo y en cuanto se sintió mejor se unió a sus compañeros corriendo como una loca, dándoles empujones; esto duró poco porque volvió a sentir los mismos síntomas anteriores. Cuando regresó a su casa, enfurruñada, comentó a sus padres que no se encontraba bien y lo ocurrido en el colegio; por lo cual sus padres la llevaron al médico. Allí le hicieron varias pruebas pero no lograron dar con lo que tenía. Al día siguiente, otra vez en el camino hacia el colegio, apareció la niebla cubriéndola de nuevo; esta vez fue diferente, ya que una figura se iba haciendo visible ante sus ojos, esta era una mujer bellísima con una melena que le llegaba al ras del suelo, con un vestido hecho de cristales del mismo color de sus ojos, casi transparentes que reflejaba los distintos colores del arcoíris. Se presentó y le explicó la procedencia de su enfermedad, debido a su mala conducta y comportamiento la niebla envolvente la hechizó y castigó impidiéndole andar y hablar, cada vez que se comportara mal, y su cura sólo sería posible si cambiaba su conducta; advirtiéndole que de no ser así, se quedaría muda e inmóvil para siempre; y dicho esto la niebla se disipó. Efectivamente, cada vez que Seska intentaba hacer de las suyas, perdía la facultad de moverse y hablar. Debido a esto se volvió más observadora e incluso sonreía de vez en cuando. Se dio cuenta de que sus compañeros, profesores y familia comenzaron a comportarse mejor con ella, más amables y sonrientes.

6

Page 7: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

A medida que pasaban los días y su conducta era mejor pudo caminar con normalidad y hablar como siempre, mejor que siempre porque su voz sonaba más dulce que nunca; se podía decir que ahora su aspecto sí era acorde a su forma de ser. Jamás volvió a encontrarse con la temible niebla, sólo una noche en la que estaba medio dormida, escuchó una voz dulcísima, proveniente de una bella figura con unos ojos en los que se podía ver reflejados los distintos colores del arcoíris, que le dijo: «la bondad te hará feliz a ti y a los demás contigo, todos recogemos lo que sembramos» y, dicho esto, desapareció.

7

Page 8: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

EXPERIMENTO NÚMERO 25242.

Sergio García

Día: 14 de diciembre de 2019. Hora: 16:57.Lugar: Centro Internacional de Experimentación con Humanos. Doctora encargada del experimento: Dra. Nicolle Jocelyn.

Sujeto 1: Descripción física: Sexo: Mujer. Género: Mujer. Edad: 35 años. Estatura: 1.65 metros. Complexión física: Fuerte. Su peso oscila entre 70–75 kilogramos. Observaciones: Se define a ella misma como una mujer libre, poderosa e independiente. Trabaja como ama de casa. Casada con un hombre y con dos hijos. En este preciso instante se encuentra en la sala de experimentación número 1. Mantiene una posición relajada, sentada sobre un banco con las manos apoyadas en sus rodillas, mirada al frente y disposición para acatar órdenes.

Sujeto 2: Descripción física: Sexo: Mujer. Género: Mujer. Edad: 38 años. Estatura: 1.71 metros. Complexión física: Delgada. Su peso oscila entre 45 -50 kilogramos. Observaciones: Se define a ella misma como una mujer que no ha tenido suerte en la vida. Ha sido obligada a realizar trabajos forzosos como único modo de mantener a sus dos hijos. Madre soltera. En este preciso instante se encuentra en la sala de experimentación número 2. Mantiene una posición relajada, erguida y su brazo derecho curvado para sujetar la mano sobre su cadera y el peso de su cuerpo en su pie izquierdo.

Hora: 17:16. La puerta que separa la sala de experimentación 1 y la sala de experimentación 2 se abre, ambos sujetos pueden tener contacto.

8

Page 9: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

Sujeto 1. Se mantiene inmóvil. Detecta una presencia a escasos 25 metros. Una extraña percepción recorre los mecanismos de Sujeto 1. Sujeto 2. Se mantiene inmóvil. Detecta una presencia a escasos 23 metros. Una extraña percepción recorre los mecanismos de Sujeto 2. Sujeto 1. Eleva su cuerpo del banco en el cual estaba sentado y adopta una posición erguida. Sujeto 2. Giro colateral de 90 grados. Observa a Sujeto 1. Ha detectado su presencia. Sujeto 1. Giro colateral de 90 grados. Observa a sujeto 2. Ha detectado su presencia. Sujeto 1. Efectúa 18 pasos dirección norte. Sujeto 2. Efectúa 15 pasos dirección sur. Sujeto 2 observa a Sujeto 1. Articula la palabra “Hola”. Siente vulnerabilidad. Sujeto 1. No es capaz de articular palabra. Siente vergüenza. Sujeto 1 trata de identificar a Sujeto 2. Acción fallida. Sujeto 2 se mantiene callado.

Hora: 17:19. Sujeto 1 no sabe qué hacer ni decir. Sujeto 2 no sabe qué hacer ni decir. Sujeto 1. Articula la palabra “Hola”. Sujeto 2 corresponde la acción emitiendo la oración interrogativa: “¿Qué tal?”. Sujeto 1 corresponde la acción articulando la palabra “Bien”. Sujeto 1 siente una aguda atracción por Sujeto 2. Sujeto 2 siente ansiedad ante la expresión facial de Sujeto 1. Sujeto 1. Clara predisposición a besar a Sujeto 2. Sujeto 2. Se mantiene intacto. Sujeto 1. Besa a Sujeto 2. Siente satisfacción. ¡ALERTA! Detectado complejo ante la acción.

Sujeto 2. Siente satisfacción por la acción realizada por Sujeto 1. ¡ALERTA! Detectado complejo ante el movimiento.

Sujeto 1 se separa de Sujeto 2. Sujeto 2 se separa de Sujeto 1. Sujeto 1. Giro colateral de 180 grados. Efectúa 17 pasos dirección sur. Giro colateral de 90 grados, se mantiene al frente. Sujeto 2. Giro colateral de 180 grados. Efectúa 19 pasos dirección norte. Giro colateral de 90 grados, se mantiene al frente.

Hora: 17:27. Sujeto 1 califica de notable el crecimiento de su bienestar. Sujeto 2 califica de notable el crecimiento de su bienestar. La puerta que separa a ambos sujetos se cierra y por tanto el contacto entre ellos es nulo. Ambos sujetos sienten alegría.

9

Page 10: AQUEL PUENTE SOBRE EL RÍO - jcyl.esieslassalinas.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/relatos_cortos_2020.… · Un día como aquel en el que ella regresaba a su hogar, pero hacía

Hora: 17:28. Sujeto 1 echa de menos a Sujeto 2. Siente una desgarradora soledad. Necesita volver a ver a Sujeto 2. Sujeto 2 echa de menos a Sujeto 1. Siente una desgarradora soledad. Necesita volver a ver a Sujeto 1. FIN DEL EXPERIMENTO.

10