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4 5 6 7 El Desierto Chihuahuense y su Importancia entre las Zonas Desérticas de México Dr. Joel David Flores Rivas La rica biodiversidad del Desierto Chihuahuense contradice la idea de que los desiertos son tierras estériles y desprovistas de manifestaciones de vida. ¿Hacia la desertificación de la Huasteca? Dr. Carlos Contreras Servín Actualmente más del 14% de la superficie del planeta está ocupada por desiertos, situados principalmente en áreas vecinas a los trópicos. El desierto potosino: desertización y vaciamiento Dra. María Isabel Mora Ledesma De los 63 mil 829 km2 que comprende la superficie del estado de SLP, casi la mitad se integran de un amplio altiplano desértico Las zonas áridas y semiáridas Juan Antonio Reyes-Agüero ¿Cuáles son las causas que favorecen la existencia de las zonas áridas y las semiáridas? La respuesta no es tan simple. Año 3 / Número 28 / Junio de 2007 Órgano de difusión científica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, el Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología y el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica Zonas Desérticas Zonas Desérticas

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El Desierto Chihuahuense y su Importancia entre lasZonas Desérticas de MéxicoDr. Joel David Flores RivasLa rica biodiversidad del Desierto Chihuahuense contradice la idea de que los desiertos son tierras estériles y desprovistas de manifestaciones de vida.

¿Hacia la desertifi caciónde la Huasteca?Dr. Carlos Contreras Servín Actualmente más del 14% de la superfi cie del planeta está ocupada por desiertos, situados principalmente en áreas vecinas a los trópicos.

El desierto potosino: desertización y vaciamiento Dra. María Isabel Mora LedesmaDe los 63 mil 829 km2 que comprende la superfi cie del estado de SLP, casi la mitad se integran de un amplio altiplano desértico

Las zonas áridas y semiáridasJuan Antonio Reyes-Agüero¿Cuáles son las causas que favorecen la existencia de las zonas áridas y las semiáridas? La respuesta no es tan simple.

Año 3 / Número 28 / Junio de 2007

Órgano de difusión científi ca de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, el Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología y el Instituto Potosino de Investigación Científi ca y Tecnológica

Zonas DesérticasZonas Desérticas

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Lic. Mario García ValdezRector de la UASLPDr. María Isabel Monroy CastilloPresidenta de El Colegio de San LuisDr. David Ríos JaraDirector General del IPICYTDr. Adrián Moreno MataDirector General del COPOCYT

Dr. Hugo Navarro ContrerasSecretario de Investigación y Posgrado UASLPL.C.C. Ernesto Anguiano GarcíaJefe Dpto. Comunicación Social UASLPL.D.G. Karla Blanco EsquedaD.G. Gabriel Chinchilla EspinosaComunicación Gráfi ca de la UASLPDr. Refugio Martínez MendozaColaborador

Dra. Sergio A. Cañedo GamboaSecretario Académico de El Colegio de San LuisMtro. Alexandro Roque Jefe de Divulgación y Publicaciones de El Colegio de San Luis

Dr. Marcial Bonilla MarínSecretario Académico del IPICYTL.C.C. María Teresa Gallegos CepedaJefa del Departamento de Difusión y DivulgaciónL.D.G. Sofía González CabreraCoordinadora de Diseño Gráfi co del IPICYT

L.D.G. Jorge Yáñez MontoyaDirector de Divulgación del COPOCYTL.C.C. Fabiola Urriza HernándezResponsable de DivulgaciónL.D.G. María Margarita Castañeda IbarraComunicación Institucional del COPOCYT

[email protected] electrónico: [email protected]ón: María Teresa Gallegos, IPICYTDiseño de este número: Sofía González Cabrera, IPICYT. [email protected]: Dr. Joel David Flores RivasLas opiniones aquí presentadas no necesaria-mente refl ejan las opiniones de las instituciones responsables de la publicación.

directorio EDITORIAL

Este número de [email protected] está de-dicado al tema de Zonas Desérticas, ecosistema de fundamental importancia

para México, pues cerca de un 50% de nuestro territorio es considerado árido o semiárido. Hablar de zonas desérticas y de regiones áridas hace inevitable ha-cer referencia al fenómeno de Cambio Global o Cambio Climático que está enfrentando la tierra. El Grupo de Tra-bajo para el Impacto, Adaptación y Vul-nerabilidad del Cambio Climático de las Naciones Unidas, ha concluido re-cientemente que el cambio climático está actualmente alterando en forma comprobable, sistemática y signifi ca-tiva el gran ecosistema terráqueo. Los riegos del cambio climático predicen desde la desertifi cación y la falta de agua para miles de millones de seres humanos hasta la elevación del nivel del mar, situaciones que repercutirán en las zonas desérticas, ya sea acen-tuando la escasez de agua o modifi -cando los ecosistemas.

Las contribuciones de este núme-ro incluyen a la Dra. María Isabel Mora Ledesma del Programa de Estudios An-tropológicos de El Colegio de San Luis, quien aborda el tema de las zonas de-sérticas centrándose en altiplano poto-sino y tomando como estudio de caso al Valle de Arista y sus habitantes. Hace un recuento, desde un punto de vista antropológico social, de “boom” econó-

mico experimentado por este valle hace algunas décadas, debido a la interven-ción de empresas agroindustriales que convirtieron a una zona semidesértica en tierras fértiles mediante tecnología y disponibilidad de agua mediante la perforación de pozos profundos, situa-ción que operó un “milagro” temporal hasta el agotamiento del suelo. La Dra. Ledesma concluye que el abandono de las tierras está correlacionado con la sequía, la migración y el empleo, situa-ción que puede dar lugar a confl ictos sociales por los recursos.

Por su parte, el Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología, por conducto de Dr. Carlos Contreras Servín de la Co-ordinación de Ciencias Sociales y Hu-manidades de la UASLP, dirige nuestra atención hacia los bosques espinosos que se encuentran entre los climas tropicales y los climas secos. Enfatiza la vulnerabilidad de amplias zonas de estos bosques espinosos, por ser áreas susceptibles de ser utilizadas para la agricultura y la ganadería. Asimismo, llama nuestra atención a la sequía que se está presentando paulatinamen-te en la Huasteca potosina, como un efecto del cambio global, que puede evidenciar un cambio climático y un proceso de desertifi cación paulatino.

El Dr. Juan Antonio Reyes-Agüero, del Instituto de Investigación de Zonas Desérticas de la Universidad Autóno-ma de San Luis Potosí, incursiona en el

Entrega de Premios El Potosí 2006

La tarde del 15 de mayo fueron entregados los premios El Potosí 2006 que otorga el IPICYT. Esta edición estuvo presidida por el Gobernador del Estado, Marcelo de los Santos Fraga.

En esta edición de los premios El Potosí, los ganadores en la categoría Estudiantil fueron Fís. Víctor Manuel Rodríguez Zer-meño, estudiante de la maestría en Ciencias Aplicadas en la opción en Control y Sistemas Dinámicos del IPICYT y al Dr. Emilio López Rodríguez, por el proyecto: “Diseño y ensayo clínico de una prótesis humeral centromedular de pernado simple”. El Potosí Interno 2006 para el Dr. Haret Codratian Rosu Barbus, Investigador de la División de Materiales Avanzados del IPICYT. El Potosí Externo 2006 fue para el Dr. Ranulfo Romo Trujillo del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.

tema de la desertifi cación partiendo de las defi niciones de los diferentes espe-cialistas para estos territorios, conforme a sus áreas de especialidad: los clima-tólogos, los especialistas de suelos, los biólogos y los agrónomos. Asimismo enfatiza la riqueza y biodiversidad que poseen estos ecosistemas, remarcando que lejos de ser una zona desierta (de habitantes), son zonas llenas de vida y dinámicas, pues albergan numerosas especies y constituyen laboratorios na-turales para estudios evolutivos.

El Dr. Joel David Flores Rivas, Pro-fesor Investigador de la División de Ciencias Ambientales del IPICYT, nos proporciona una visión general del De-sierto Chihuahuense y su importancia respecto a otras zonas desérticas de México y del mundo, así como la fun-ción que estos sistemas ecológicos desempeñan. Hace resaltar la rica bio-diversidad y el alto número de especies vegetales y animales endémicas que posee y por las cuales se le considera una de las tres ecorregiones desérticas más importantes del mundo. Concluye que el Desierto Chihuahuense debe conservarse por la gran riqueza de va-lores biológicos, culturales, estéticos y espirituales que posee, los cuales de-ben manejarse de manera sustentable.

Dr. Marcial Bonilla MarínSecretario Académico del IPICYT

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novedades editoriales

Memoria. Tercer Encuentro Nacional sobre Conservación del Patrimonio Industrial Mexicano Varios autoresISBN: 970-762-020-X

Esta Memoria contiene 55 de los trabajos presen-tados durante el Tercer Encuentro Nacional sobre Conservación del Patrimo-nio Industrial Mexicano, convocado por el Comité Mexicano para la Con-servación del Patrimonio Industrial, A.C., con la colaboración de diversas instituciones, entre ellas El

Colegio de San Luis. Los ensayos se reúnen en este volu-men bajo la misma temática del encuentro: 1) Historia industrial y desarrollo regional, 2) Difusión y reutiliza-ción del patrimonio industrial, 3) Reutilización de espa-cios industriales, 4) El patrimonio industrial en riesgo, 5) Archivos industriales y 6) Arqueología industrial.Coedición: CMCPI/Colsan/UP/Conaculta/AHMM/INAH/UASLP/Gobierno del Estado de San Luis Potosí

La tierra nómada Andrés Fábregas Puig, Mario Alberto Nájera Espinosa y Cándido González Pérez (eds.)ISBN: 968-5557-75-6

Entre los años 1999 y 2002 se desarrolló una expe-riencia de investigación colectiva interdisciplina-ria impulsada por un gru-po de investigadores que comenzaron laborando en el norte de Jalisco y avanzó signifi cativamen-te en el estudio de una región aún olvidada por autoridades y académi-cos. Así surgió un semina-

rio de estudios cuyo primer encuentro regional sucedió en 2003. Este libro es un informe de los trabajos que se presentaron en esa ocasión.Coedición: UdeG/ Universidad Autónoma de Aguasca-lientes/ Universidad Autónoma de Zacatecas/COLSAN/COLMICH/ El Colegio de JaliscoAño: 2005

CÓMO LOS ÁRBOLES ADMINISTRAN EL AGUA EN LOS ENTORNOS ÁRIDOS

La escasez de agua se ha convertido gradualmente en una dura realidad en áreas cada vez mayores. Estudiar cómo los árboles economizan sus recursos hídricos puede ayudarnos a adoptar mejores estrategias para ges-tionar los bosques y el vital líquido.

LAS GOTAS DE AGUA MODELAN LA TIERRA

Las gotas de lluvia son capaces de causar una gran destrucción sobre un terreno. A escala mi-croscópica, lo hacen habitual-mente. A esa escala, el impacto de las gotas de lluvia contra el suelo desnudo tiene una fuerza proporcionalmente cercana a la de un martillo golpeando un montón de tierra. Un estudio ha profundizado en el tema.

UN NUEVO VISTAZO A LOS BOSQUES DELMUNDO MUESTRA QUE MUCHOS SE ESTÁNEXPANDIENDO

Durante muchos años, la deforestación ha sido una ten-dencia global. Pero aún cuando los bosques continúan reduciéndose en muchos países, otros crecen, y nuevas investigaciones sugieren que el planeta puede estar acercándose a la transición hacia una situación de incre-mento neto de masa boscosa en vez de la tendencia a la disminución que tanto ha castigado al medio ambiente.

IDENTIFICADOS DOS GENES RESPONSABLES DE POROS MICROSCÓPICOS EN LAS PLANTAS

Varios investigadores han descubierto dos genes que guían a las plantas terrestres para que desarrollen poros microscópicos, que pueden abrirse y cerrarse como si cada uno fuese una boca. Las plantas no hubieran podido trasladarse del mar hacia la tierra 400 millones de años atrás si no hubiesen contado con el aporte evolutivo de estas estructuras, que las protegen de perder más humedad de la conveniente.

LA QUÍMICA DE LAS CENIZAS VOLCÁNICAS REVELA SECRETOS DE LAS ERUPCIONES DEL PASADO

Un equipo de científi cos ha desarrolla- do un método para determinar la in- fl uencia de pasadas erupciones volcá- nicas sobre el clima y sobre la química de la atmósfera superior, lo que va a ayudar a reducir signifi cativamente la incertidumbre de los modelos acerca del futuro del cambio climático.

LAS ARAÑAS VERIFICAN LAS CONDICIONES METEOROLÓGICAS ANTES DE DESPEGAR

Una nueva investigación puede explicar por qué las arañas que vuelan unidas a una hebra de seda prefi eren los días nublados de la primavera o el otoño para sus viajes. Los resultados del estu-dio pueden también conducir a una alternativa no química a los pesticidas, en la protección de los cultivos.

Recopilado por:Dr. José Refugio Martínezestado de la ciencia

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Dr. Joel David Flores RivasProfesor Investigador de la División deCiencias Ambientales del [email protected]

De acuerdo con el INEGI, 49.1% del te-rritorio mexicano es semiárido o árido. Los climas semiári-

dos, caracterizados por una precipitación de 300 a 600 mm, afectan a 28.3% del país, mientras que el restante 20.8% tiene climas áridos (<100-300 mm de precipitación). La mayor parte de estas áreas corresponde a las dos grandes regiones desérticas de México, los desiertos Chihuahuense y So-norense, que ocupan una enorme exten-sión en el norte y centro del país. Además de éstos, en el sur del país existe una región semiárida relativamente pequeña pero muy importante por su gran riqueza bio-lógica: el complejo de Valles de Tehuacán-Cuicatlán, ubicado entre los estados de Puebla y Oaxaca. También existen otras pe-queñas áreas con climas semiáridos, como la región de Río Grande, en Oaxaca; la re-gión del Infi ernillo, en la Cuenca del Balsas, entre Michoacán y Guerrero, así como una angosta franja en el extremo norte de la Península de Yucatán.

De todos estos ecosistemas, el Desierto Chihuahuense se considera entre las 37 regiones del mundo que cuentan aún con extensiones considerables de áreas silves-tres poco perturbadas. Con una superfi cie estimada de 507,0000 km2, éste es el de-sierto más extenso de Norteamérica, pero también del que menos sabemos sobre su biodiversidad y relaciones ecológicas. Las fronteras de esta gran región ecológica

varían según los criterios con que se delimi-te; sin embargo, suele considerarse que se extiende desde los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí, hasta el suroeste de los Estados Unidos de América, en Arizona, Nuevo México y Texas. La mayor parte de la superfi cie de este desierto está cubierta por matorrales, sobretodo por matorral de gobernadora. Sin embargo, existen otros tipos de vegetación que ocupan extensio-nes considerables, como los matorrales de agave, los izotales, los mezquitales, pastiza-les y chaparrales. El Desierto Chihuahuense es una de las áreas silvestres con climas áridos de más alta diversidad biológica en el mundo. De hecho, por su rica biodivesidad y alto nú-

mero de especies vegetales y animales endémicas, se le considera una de las tres ecorregiones desérticas más importantes del mundo, sólo comparable con el desier-to de Namib (en África) y el del centro de Australia. Como consecuencia de la hete-rogeneidad de ambientes en este desier-to, su fl ora abarca 3,500 especies aproxi-madamente. Entre las familias de plantas más sobresalientes por su diversidad se encuentran las Asteraceae (familia a la que pertenecen los girasoles), Poaceae (familia a la que pertenecen los pastos), Fabaceae (familia a la que pertenecen los mezquites) y Cactaceae (familia a la que pertenecen los cactos).

En lo que se refi ere a fauna, se ha reporta-do la existencia de 176 especies de mamí-

feros, 325 de aves (con especies residentes y migratorias), 156 de reptiles y 46 de an-fi bios. Además, varias especies endémicas que viven en los ambientes acuáticos del Desierto Chihuahuense, en especial peces y reptiles, son sobrevivientes de organis-mos que en el pasado, cuando reinaba un clima más húmedo, ocupaban una distri-bución geográfi ca más alta.

Merece atención especial la riqueza de especies de cactos (318 especies) en el Desierto Chihuahuense, lo cual hace de esta región el más importante centro de diversidad en una escala global para este grupo de especies. La mayor riqueza de cactáceas se concentra hacia la por-ción sur del Desierto Chihuahuense, sien-do cuatro estados los que albergan más miembros de esta familia y San Luis Potosí es el más importante con 136 especies. Sin embargo; debido a la colecta desmedida con fi nes comerciales y a la destrucción de su hábitat, la familia Cactaceae es quizá el grupo de plantas más amenazado del país, por lo cual es por demás importante la tomar medidas necesarias para la con-servación de esta familia.

La rica biodiversidad del Desierto Chi-huahuense contradice la idea de que los desiertos son tierras estériles y des-provistas de manifestaciones de vida. Este desierto debe conservarse por los innumerables recursos naturales que posee, los cuales deben manejarse de manera sustentable, además de mini-mizar en lo posible los impactos nega-tivos sobre el ecosistema. Sin embargo; además de los recursos naturales pro-bados o potenciales, el Desierto Chi-huahuense posee una gran riqueza de valores biológicos, culturales, estéticos y espirituales, lo cual es razón sufi ciente para respetarlo y conservarlo.

El Desierto Chihuahuense y suimportancia entre las zonasdesérticas de México

...por su rica biodivesidad y alto número de especies vegetales y animales endémicas, se le considera una de las tres ecorregiones desérticas más importantes del mundo, sólo comparable con el desierto de Namib (en África) y el del centro de Australia.

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¿Hacia la desertifi cación de la Huasteca?

Dr. Carlos Contreras Servín Coordinador de Ciencias Sociales y Humanidades de la UASLP [email protected]

Actualmente más del 14% de la superfi cie del plane-ta está ocupada por de-siertos, situados principal-mente en áreas vecinas

a los trópicos. En este bioma el factor limitante es el agua: las precipitaciones no llegan a los 250 mm por año, mien-tras que la temperatura media anual es de 30º C. La vegetación dominante es herbácea y de carácter xerófi lo, es decir, adaptadas a la sequedad del ambiente.

En México el bosque espinoso se encuentra en el límite de los climas tro-picales y los climas secos; este se carac-teriza porque en su mayoría está com-puesto de, “árboles espinosos” como el mezquite, Prosopis sp, Acacia cymbispi-na “quisache”, Hematoxylon campechia-num “tintal”, Ipomea arborescens “palo blanco”, Bursera confusa o el cactus, Pa-chycereus pecten-aboriginum “cardón”. En general es difícil delimitarlo porque pasa de manera paulatina a ser bosque

tropical caducifolio, matorral xerófi lo o pastizal, de tal suerte que se encuentra en “manchones” entre estos tipos de vegetación, ocupando en nuestro país aproximadamente el 5% de la superfi cie total. La temperatura en las regiones de bosque espinoso varía de 17 a 29° C con precipitaciones entre 350 a 1,200 mm, con una temporada de sequía de 5 a 9 meses. Su destrucción se ha acelerado debido, entre otras causas a que su sue-lo es propicio para la agricultura, por lo que ha sido substituido en gran parte por cultivos diversos, o en algunas áreas, como la parte de “La Huasteca” en Ta-maulipas, San Luis Potosí y Veracruz, en donde ha sido reemplazado por pasti-zales artifi ciales para el ganado.

Por otra parte, cuando se estudia la región de la Huasteca en relación con el fenómeno de la sequía, este aconteci-miento no se percibe como un problema grave; no obstante, la carta V.2.9 “Zonas susceptibles a desastres por fenómenos naturales” del Atlas Nacional de México del Instituto de Geografía de la UNAM, muestra que la región de la Huasteca Potosina presenta un porcentaje del 10 al 15% de sequía meteorológica por fre-cuencia de años muy secos y extrema-damente secos, clasifi cación que ubica a la zona como una área de sequía mo-derada. En esa misma carta también se puede apreciar que la intensidad de la sequía relativa durante la estación de lluvias es de 20 - 30% y menor a 20%, lo

que coloca a la región con respecto a este fenómeno que va de una intensi-dad moderada a baja. Sin embargo, al realizar el estudio climatológico de la Huasteca Potosina, en base a los datos del Eric II de la Comisión Nacional del Agua (CNA), se pudo establecer como años particularmente secos, los años de 1964, 1977, 1980, 1982, 1987, 1997, 1998 y una disminución de la lluvia en general de la década de 1990 del siglo pasado hasta el presente (ver cuadro); así como una tendencia de aumento de la tem-peratura. Este acontecimiento eviden-cia un cambio climático y un proceso de desertifi cación paulatino. Dentro de este contexto, el escenario futuro para la Huasteca Potosina, muestra que la re-gión presenta una escasa vulnerabilidad a la sequía.

Sin embargo, según el modelo MTC (Modelo Termodinámico del Cli-ma, Adem, 1982) aplicado a la Cuenca del río Pánuco en donde se encuentra comprendida la Huasteca, calcula que la temperatura promedio anual de la zona aumentaría de los 20º C a 23º C en promedio; en tanto que la precipitación disminuirá, particularmente en la zona de Tamuín-Ébano de los 896.9 mm en promedio de la actualidad a 654.1 mm para el periodo 2025 - 2050 (Maderey y Jiménez, 1998).

De cumplirse este escenario en el futuro inmediato, la vulnerabilidad de la Huasteca Potosina a la sequía pasaría de considerarse como una zona de sequía moderada a una región con sequía alta, lo cual comprobaría la hipótesis de que el área tiende a transformarse en una zona desértica.

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El desierto potosino: desertización y vaciamiento

Dra. María Isabel Mora LedesmaPrograma de Estudios Antropológicos, El Colegio de San [email protected]

De los 63 mil 829 km2 que comprende la superfi cie del estado de San Luis Potosí, casi la mitad (31 mil 660.13 km2) se inte-

gran de un amplio altiplano desértico que se extiende más allá de los límites occidentales del estado, se pierde en el horizonte zacatecano, y es parte del de-sierto chihuahuense.1

El Valle de Arista, ubicado en el altiplano potosino, ha sufrido severos cambios que lo han hecho, hoy en día, zona de alta densidad de migración. Por su naturaleza desértica, la ganadería me-nor, la caza, la recolección de fi bras para la producción de ixtle, el carbón y la agri-cultura de temporal eran las actividades que permitían la sobrevivencia de los ha-bitantes de esta zona.

En la década de 1960, mediante la perforación de pozos profundos, inició la agricultura de riego y con ella la instalación de empresas agroindustriales procedentes de Sinaloa para la producción de jitomate. De un desierto, a principios de la década de 1980 la región estaba transformada en un vergel, el paisaje original cubierto de go-bernadora, fi bras, cactus y matorrales había sido sustituido por campos de cultivo de ji-tomate, empaques, casetas de invernadero y modernos sistemas de riego.

La explotación agroindustrial de esta zona se sustentó en los escasos recursos

naturales del Valle: agua y tierra. Para la década de 1990 el uso intensivo de estos recursos propició su agotamiento y los agroempresarios comenzaron a abando-nar la región. Los procesos de recarga de los mantos acuíferos, de la realidad hidráu-lica local y de la historia de esta región de-sértica, no fueron tomados en considera-ción para la explotación agrícola del valle. El desarrollo de esta región se topó con las condiciones que posibilitaron su origen, las condiciones de extracción del agua, generando un proceso de desertización.

Entre las décadas de 1980 y 1990 el Valle de Arista presentaba un crecimiento poblacional de 2.47%, proporcionalmente superior al conjunto del estado, frente a una tendencia de cero en la actualidad, lo que nos indica un decrecimiento en la inmi-gración y un crecimiento en la emigración para el caso de esta zona. Estos procesos migratorios están vinculados a la reducción de la producción de jitomate asociado con atracción de mano de obra jornalera.

La emigración de los altiplanensesSi bien es un fenómeno con una

larga tradición histórica, son diversos los factores que en la última década han propiciado los desplazamientos de im-portantes segmentos de la población, sobre todo joven, para incorporarse al mercado de trabajo en las ciudades de Monterrey, Nuevo Laredo y en diversas ciudades de Estados Unidos. Entre estas causales están el descenso del salario real, la privatización de la tierra a partir de la implantación del Programa de Certifi -cación de derechos Ejidales y Titulación de Solares (Procede) y la desertización del campo, que ha disminuido las opor-tunidades laborales en esta región.

La principal fuente de trabajo para 38 de los 68 ejidos que componen el Valle de Arista estuvo asociado con la cosecha

del jitomate. En la mayoría cultivan maíz y fríjól de temporal para autoconsumo y en los 26 ejidos que tienen riego éste se con-centra en unas cuantas manos, producto de la venta que ha proliferado a partir del ingreso de 47 ejidos al Procede.

La ganadería menor se ha constituido históricamente como una actividad im-portante para 39 ejidos, sobre todo para aquellos que están fuera de la zona hor-tícola. No obstante, la venta de la tierra ha modifi cado el sistema de pastoreo exten-sivo, limitando esta actividad, por lo que se ha generado la venta de ganado por ca-recer de tierra para alimentación y fuentes de agua.

El paisaje de varios ejidos es el va-ciamiento, algunos con 20, diez, cinco y hasta un habitante. En algunos ejidos el 30% de los ejidatarios han emigrado a Estados Unidos y a la ciudad de San Luis, lo que ha dejado a varias poblacio-nes sin autoridades locales.

En conclusión: Los habitantes hacen referencia al

abandono de su región con la sequía, la migración y el empleo, problemas que vin-culan así: la sequía con la migración (“ya no llueve, la tierra ya no da”) y la migración con el empleo (“se van a buscar la vida”). Los eji-dos más cercanos a la zona hortícola relacio-nan los cañones antigranizo con la sequía y el empleo. Esto ha sido motivo de confl ictos constantes con los empresarios agroindus-triales, quienes además de tener las mejores tierras y los pozos de buen rendimiento uti-lizan cañones antigranizo, que de acuerdo a la visión de los campesinos evitan la lluvia, afectando sobre todo a las poblaciones que tienen cultivos de temporal. Para ellos los cañones son la causante de la sequía, fac-tor que ha confrontado a los ejidatarios con los empresarios agroindustriales. Todo esto aunado con confl ictos por linderos y con la tenencia de la tierra, aludiendo al Procede, aspecto del cual señalan: “nos está llevando de nuevo a tiempos de las haciendas”. de El Colegio de San Luis.

1 El desierto chihuahuense abarca los estados de Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, Zacatecas, Tamaulipas y San Luis Potosí. Incluye también Texas, Arizona y Nuevo México, en los Estados Unidos.

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Juan Antonio Reyes-AgüeroInstituto de Investigación de Zonas Desérticas-Facultad de Ingeniería, [email protected]

¿Cuáles son las causas que favorecen la existencia de las zonas áridas y las semiá-ridas? La respuesta no es tan simple, pero para el caso

de México básicamente existen dos y tienen que ver con la disponibilidad del agua. De nuestra escuela bási-ca podemos recordar al maestro de ciencias naturales exponiendo el ciclo del agua, como un ciclo sin mayores complicaciones. Pero existen algunos fenómenos que hacen variar ese fun-cionamiento, como la presencia de barreras orográficas perpendiculares a las costas, que en parte explican las condiciones de aridez del centro-nor-te y norte de México, una zona que se conoce como Desierto Chihuahuense, que incluye un espacio desde el sur de los Estados Unidos, hasta el Altipla-no Potosino-Zacatecano, abarcando una área de 507,000 km2. El otro fe-nómeno es la presencia de corrientes marinas frías en las costas occidenta-les de los continentes, que explica la existencia de otro desierto mexicano que es el Desierto Sonorense, en la re-gión noroccidental del país, con una extensión de 260,000 km2.

Así, la existencia del Desierto Chi-huahuense se explica en parte por la barreras orográficas que generan una sombra de lluvia. Es decir, que la ma-yor parte de las veces las nubes gene-radas en los mares, no logran atravesar esa barrera y precipitar en el desierto. Por lo general, las barreas son parale-las a la línea de la costa, que para este desierto serían nuestras Sierras Madre

Las zonas áridas y

semiáridas

Occidental y Oriental, pero también es importante la Cordillera Neovolcánica que atraviesa el país de este a oeste y al estar perpendicular a la dirección de los vientos del sur, también impide la llegada de humedad al Deserto Chihuahuense.

Más paradójico es el Desierto So-norense, pues salta la pregunta ¿cómo es posible que exista un desierto a la orilla del mar? si es precisamente el mar la fuente de abastecimiento de la humedad ambiental. A las costas del noroccidente de México llega una corriente marina fría, con una tempe-ratura de 10-12 °C; el aire inmediato a la corriente tiene una temperatura de 14°C; sobre esa capa de aire, existe una capa de neblina, con una temperatura de 10 a 14 °C; a su vez, sobre esa capa, existe una masa de aire seco, a 20°C, que impide el ascenso de la humedad ambiental. Por lo anterior, no se forman nubes y se crean las condiciones para generar un desierto a la orilla del mar.

Para definir lo árido y lo semiári-do se requiere de varios criterios y la conjunción de diversos fenómenos en un espacio determinado. Para al-

gunos climatólogos una zona árida lo es cuando la evaporación anual excede de dos a tres veces la preci-pitación en el mismo periodo. Los especialistas en suelos definen a las zonas áridas como los lugares en los cuales la precipitación es insuficien-te para lixiviar o lavar los carbonatos solubles del suelo y estos se acumu-lan formando capas pétreas (aquí en el Altiplano Potosino lo conocemos como caliche). Los biólogos señalan que una zona es semiárida cuando en la cobertura vegetal predominan las plantas xerófilas; es decir, las plan-tas típicas de los desiertos. Para los agrónomos, las regiones en donde las cosechas de cereales son de bajo rendimiento y si en el 50 % de los años la cosecha se pierde totalmen-te, es una zona semiárida y es ári-das en los espacios en donde no ha sido posible obtener cosechas cos-teables de cereales en ningún año.

Pero lejos de ser zonas desérticas (en su acepción de despoblado), las zonas áridas y semiáridas son el hábi-tat de una gran cantidad de poblacio-nes o de especies. En el Chihuahuense

se estima que hay unas 3500 especies de plantas, de las cuales unas 1000 son endémicas; es decir, crecen exclusiva-mente en ese desierto. El Desierto So-norense incluye una riqueza vegetal de 3300 especies, de las que unas 1500 son endémicas. Además, los humanos que han vivido en estas zonas áridas y semiáridas, hacen un fino uso integral del manejo de los recursos naturales renovables, en función del tiempo y del espacio. Por ejemplo, en el sur del Desierto Chihuahuense, en relación con el tiempo, básicamente se tie-nen tres épocas: una época húmeda de junio a septiembre, otra seca-fría de octubre a febrero y una seca-cálida de marzo a mayo.

Durante la seca-fría recolectan especies que siempre están verdes, como la lechuguilla (Agave lechugui-lla) o cazan a la rata magueyera (Neo-toma albigula), durante la seca-cálida se recolectan, por ejemplo, los brotes tiernos de los nopales y hacia el final de esa época algunos frutos como los de garambullos (Myrtillocactus geo-metrizans) o de los nopales (Opuntia streptacantha) y durante la época hú-meda se dedican a la producción de cosechas. Una actividad constante en todas las épocas es el pastoreo de los animales por los tipos de vegetación natural y la recolecta de plantas como el maguey mezcalero (Agave salmia-na). En relación con el espacio, divi-den sus actividades en dependencia de la cercanía a fuentes permanentes o intermitentes de agua, de la oro-grafía que favorezca la captación y la distribución del agua de lluvia, de la cercanía a partes altas de las sierras en donde disponen de áreas secas, pero más templadas, de valles dilatados en donde sólo se aprovecha la precipita-ción que cae in situ o de cañadas con un abastecimiento aceptable de agua, que las hace parecer oasis.

Así, las zonas áridas y semiáridas, más que zonas desérticas, son áreas llenas de vida, de actividad y donde se le puede tomar el pulso a la evolución, tanto natural como a la impresa por las actividades humanas.

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Próximo número: Basurajulio/2007

El pasado lunes, 14 de mayo el Dr. Adrián Moreno Mata rindió su Informe de Actividades 2006-2007 ante el Consejo Directivo del COPOCYT, en el cual se presentaron importantes avances del periodo comprendido de abril 2006 – marzo 2007.

De manera periódica el COPOCYT realiza un ejercicio de planeación estratégica, que tiene el objeti-vo de determinar los proyectos prioritarios así como los indicadores que permiten dar seguimiento al Programa Operativo Anual. Como parte de ese proceso de planeación y evaluación, se revisaron la visión, misión e indicadores del Organismo, que servirán de base al Sistema de Gestión de la Calidad, y se conjuntó el Comité Externo de Evaluación, conformado por expertos que califi can el accionar del COPOCYT y sus programas.

Este informe fue turnado a una Comisión Externa de evaluación integrada por representantes de Instituciones de Educación Superior, del sector empresarial así como del sector público, quienes aplicaron una metodología de evaluación para califi car el informe como sobresaliente. Asimismo, los miembros del Consejo Directivo destacaron la labor realizada durante todo el año, felicitando el desempeño logrado y reiterando la disponibilidad de continuar trabajando de manera coordinada con el COPOCYT.

Informe de Actividades del COPOCYT 2006-2007

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