Antropología y Economía Política

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    ANTROPOLOGA n 47 | 01/11/2000

    Antropologa y economa polticaJuan Carlos Gimeno / Pilar Monreal

    DOLORS COMAS DARGEMIRAntropologa econmicaAriel, Barcelona 238 pgs. 2.100 ptas.

    Desde el mbito de la antropologa social este es un libro provocador. El contenido dellibro, sus temas, argumentos y teoras se separan de la corriente terica dominante enla antropologa espaola y de la concepcin que otras reas de conocimiento tienen de

    esta disciplina. Es tambin un texto innovador porque discute desde la actualidadteoras y debates de larga tradicin en la antropologa y en las ciencias sociales: larelacin entre sistema mundial y cultura, la perspectiva antropolgica de la economapoltica y las aportaciones de la antropologa a las perspectivas de la ecologa poltica.As, este es un libro que busca un lugar de encuentro con otras disciplinas la historia,la economa, la poltica o la ecologa para lograr una mayor capacidad de anlisis y decomprensin de la dinmica social.Antropologa econmica se divide en dos partes. Enla primera, D. Comas comenta los debates tericos ms importantes de la economapoltica antropolgica, como las teoras de la articulacin de los modos de produccin olos procesos de mercantilizacin, con especial referencia al debate sobre el trabajo

    domstico de las mujeres. Es interesante y estimulante la incorporacin crtica de unaproblemtica tan actual como el pretendido proceso de homogeneizacin cultural anivel mundial, ligado a los procesos de globalizacin econmica. Crtica con estatendencia, Comas afirma, siguiendo al antroplogo J. Friedman[1], que losmovimientos contemporneos de promocin de derechos e identidades de los pueblosindgenas se explican justamente en el contexto de la globalizacin (pg. 53). Lareaccin a los procesos de globalizacin es, a veces, la reivindicacin de una identidadamenazada o que se siente amenazada, pero tambin es fruto de la dinmica de unsistema que va incrementando la diversidad y la desigualdad sociales. Desde este puntode vista, es ms fcil explicarse el actual crecimiento y la mayor presencia de losmovimientos de reivindicacin tnica y cultural a nivel local, nacional e internacional.

    En la historia de la antropologa, marxismo y cultura han sido trminos opuestos. Peroes interesante hacer el esfuerzo de escudriar la posibilidad de una comprensinmarxista de la cultura y una lectura cultural de Marx. Por eso es tan estimulante lalectura del captulo 2 deAntropologa econmica, donde la autora recupera el conceptode cultura, siguiendo la obra de Eric Wolf (Europa y los pueblos sin historia), lacontribucin de June Nash (no tanto las etnografas de esta antroploga como suartculo de 1994 enAmerican Ethnologist), a Sidney Mintz y su etnografa sobre elazcar (Sweetness and Power) o la obra de William RoseberryAnthropologies andHistories, donde lucha por vincular cultura, historia y poltica; la obra de Friedmansobre la globalizacin cultural y las aportaciones del antroplogo francs M. Godelier

    sobre la racionalidad en la economa y la relacin entre lo material y lo ideal. Junto aestos antroplogos, Comas incorpora la aportacin del concepto de hegemona deGramsci y el de cultura dominante de R. Williams, con el objetivo de ofrecer un

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    concepto de cultura que no sea el esencialista, ahistrico, homogeneizador y unitarioheredero de la tradicin boasiana norteamericana y del funcionalismo europeo. Comootros antroplogos, D. Comas concibe la cultura ligada a los procesos histricos, comoun concepto relacional, con sus diferencias internas, como un proceso histrico

    atravesado por relaciones de poder, de dominacin y subordinacin. As, la bsquedade la relacin entre significado y accin se realiza en un contexto donde los smbolos ysignificados se han de colocar en campos sociales caracterizados por un accesodiferencial a los recursos y al poder poltico y econmico. En resumen, la autoraapuesta por un concepto de cultura mucho ms dinmico y abarcador de la diversidadhumana, pero tambin de las desigualdades, y de los procesos histricos que lasproducen y reproducen, til para analizar fenmenos clave de nuestra poca. Esteconcepto de cultura, considerado a la vez productor y producto de la historia, nospermite apreciar la contribucin que la antropologa hace a las teoras del sistemamundial, de la globalizacin o de la sociedad informacional. Se considera que losantroplogos han de enfrentarse a las poblaciones locales, estudiar sus historias, susformas de organizacin social, sus mecanismos de adaptacin y resistencia, prcticasrituales, mitos, creencias, valores..., en resumen su cultura. Pero cada cultura slotiene sentido en relacin a un sistema poltico y econmico ms amplio que, lejos deamenazar la diversidad cultural, contribuye a crearla y recrearla, permitiendo laexistencia y permanencia de la diversidad humana. Como Wolf seala y Comas recoge,los tericos del sistema mundial vieron slo la expansin del poder del centro, elmercado, las estructuras sistmicas y no contemplaron la contribucin de cada grupohumano, pueblo, regin, pas a la configuracin de ese sistema mundial. El marco delas teoras del sistema mundial no observa cmo el desarrollo del sistema capitalista noimplica la desaparicin de las diferencias, sino la creacin de nuevas diferencias (y

    desigualdades) marcadas por el lugar que se ocupa en el sistema, pero tambin por lahistoria propia, la configuracin social y cultural especfica de los pueblos perifricos.El contacto entre el sistema mundo (llmese capitalismo o globalizacin) y lascomunidades locales crea una sntesis propia y especfica entre lo nuevo y lo viejo, quedefine la heterogeneidad del sistema. Con esta perspectiva, la autora deAntropologaeconmica est introducindose e introducindonos en el corazn de la problemticade la articulacin entre lo local y lo global, que la teora antropolgica ha tratado desdeel evolucionismo del siglo XIX. Como seala William Roseberry, esta articulacin entrelo local y lo global, entre la estructura y la accin, pone fin a una de las dicotomastericas ms persistentes de la disciplina antropolgica: la establecida entre elevolucionismo y el particularismo. La afirmacin de que el sujeto antropolgico sedebera situar en la interseccin de las historias locales y globales es la afirmacin deun problema ms que de una conclusin... Debemos evitar hacer al capitalismodemasiado determinante y hay que evitar romantizar la libertad cultural de los sujetosantropolgicos. La tensin define la economa poltica antropolgica, suspreocupaciones, proyectos y promesas[2]. Buscando ese punto de tensin entre lolocal y lo global, la ltima parte del libroAntropologa econmica de D. Comas secentra en la ecologa poltica, haciendo una clara apuesta por una de sus perspectivas:el ecosocialismo. Previamente, examina la contribucin de los estudios antropolgicos ala ecologa humana, observando sus problemas y deficiencias: demasiada ecologa yadaptacin y poca consideracin de la poltica y las relaciones de poder. Siguiendo la

    lectura que de Marx hacen Godelier y Wolf, la autora trata la articulacin entreeconoma y poltica a travs del concepto de produccin. De la misma forma que, en laprimera parte del libro, Comas haba puesto su nfasis sobre la cultura como un

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    proceso de produccin material, vinculado a un desarrollo histrico mundial marcadopor profundas relaciones de desigualdad, ahora enfatiza la naturaleza como unproducto de la accin del ser humano siempre dentro de un contexto cultural, cuyacreacin se vincula tambin a un proceso histrico marcado por la desigualdad.

    Contemplando esta vinculacin entre naturaleza y poltica, podemos observar cmo losproblemas ecolgicos que amenazan actualmente a nuestro planeta (crecimientodemogrfico, desertificacin o deforestacin) tienen una dimensin poltica, estncreados por la accin del hombre en el marco de relaciones de poder y dominacin. Elcaptulo 7, dedicado a los escenarios polticos de los problemas medioambientales,merece especial atencin por su estrecha relacin entre la seleccin de los temas y losestudios de casos presentados: el problema indgena y la deforestacin en la Amazonia;los campesinos, el mercado internacional y la produccin de coca en Per; las causasde las diferentes polticas medioambientales de Costa Rica y Nicaragua, etc.; termina elcaptulo con un intento de aplicacin de la perspectiva de la ecologa poltica al mbitourbano, a las migraciones campo/ciudad, la urbanizacin dependiente de AmricaLatina, la economa informal y la pobreza en las grandes ciudades de este continente.Un libro no es slo importante por su contenido, sino tambin por lo que sugiere, por loque motiva a reflexionar al lector, por las vas y caminos a explorar que abre. El librohubiera estado ms acabado si se hubiese hecho una aplicacin de todas estas teoras afenmenos sociales y culturales diferentes a los tratados en la bibliografa, a un mbitode investigacin novedoso y propio de la autora. Por ejemplo, la aplicacin de larelacin entre historia, desigualdad, poltica y cultura a los temas de la antropologadel desarrollo nos llevara a considerar el desarrollo como un nuevo encuentrocolonial, siguiendo la aplicacin que Arturo Escobar hace del trmino acuado porTalad Asad[3]; podramos analizar el desarrollo como un conjunto de relaciones entre

    pases, culturas, grupos sociales y comunidades atravesadas por mltiples relacionesde dominacin y explotacin, de limitaciones pero tambin de posibilidades de ejercerestrategias de resistencia y adaptacin enormemente creativas por parte de los gruposy colectivos de los pases del Tercer Mundo dentro de un marco estructural limitado,tal y como en su momento sucedi con la colonizacin americana o el imperialismo.Tambin podramos aplicar las aportaciones tericas de la antropologa econmica, taly como D. Comas las seala, a la antropologa de las ciudades, siguiendo el debate quese abri en las pginas de la revista Critique of Anthropology (1996, n. o 13).Alejndonos del consabido tema de los problemas de pobreza y marginacin en lasciudades de Amrica Latina, se introduce el debate entre la teora de la sociedadinformacional de Manuel Castells y las respuestas dadas desde la antropologa urbanao, mejor dicho, ofrecidas por unas antroplogas urbanas y aqu el tema del gnero noes en absoluto casual. Podramos elaborar una economa poltica del lugar queanalizara nuestras ciudades, caracterizadas por lo que M. Castells[4] llama el cambiohacia una sociedad informacional. Podramos examinar cmo la gente contesta y resistea los procesos globales desde su experiencia y su vida cotidiana, vinculadas a unahistoria, a una identidad ligada a los lugares concretos, ejerciendo una resistenciadesde su capacidad de apropiarse y dar significado a lo global (en su artculo, ShetaLow[5] llama vernacularizacin al proceso por el que lo global es convertido en locala travs de la aplicacin de significados locales). Este debate es importante porquereplantea la vieja cuestin antropolgica de las relaciones entre la estructura y la

    accin de la gente en lo que se refiere al cambio social y a la configuracin de unahistoria y, muy especialmente, de un futuro que no est escrito en ningn sitio.Antropologa econmica difunde en nuestro pas una literatura esencial y poco

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    conocida, ayuda a abrir nuevas vas de entendimiento con otras disciplinas y ofrece labase para explorar nuevos caminos en otros mbitos de la antropologa social; y todoesto lo hace con un estilo fcil y accesible incluso para los no iniciados en el campo; loque no es una tarea fcil.

    [1] Jonathan Friedman, Cultural Identy and Global Process, Sagr Publications, Londres, 1995.

    [2] W. Roseberry, Political Economy, enAnnual Review of Anthropology, 1988, n. o 17, pgs. 173-174.

    [3] A. Escobar,Encountering Development. The Making and Unmaking of the Third World, Princeton

    University Press, Princeton, 1995; T. Asad,Anthropology and the Colonial Encounter, Ithaca Press, Londres,

    1973.

    [4] M. Castells,La era de la informacin:Economa, sociedad y cultura (3 vols.), Alianza Editorial, Madrid,

    1998.

    [5] S. Low, A Response to Castells, en Critique of Anthropology,vol. 16 (1), 1996, pgs. 57-62.

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