Antropología de las emociones

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    CULTURA Y EMOCIONES.Manifiesto por una Antropologa de las emociones[1].

    El presente texto est pendiente de publicacin en la revista cientfica Fundamentos deAntropologa.Dr. Josep M Fericgla2Societat dEtnopsicologia Aplicada i Estudis CognitiusProf. MGS de la FBG-Universitat de Barcelona[

    Es algo ya sabido que las emociones constituyen un elemento esencial, a la vezparadjico y muy complejo de nuestra existencia humana. Actualmente dedicansus recursos al estudio de las emociones ramas de la ciencia tan distantes comola biologa, la psicologa clnica y social, las ciencias de la comunicacin, laneurologa, la farmacologa y la bioqumica, la etologa, las matemticas y larobtica. Sin olvidar el arte y las religiones que han constituido el campotradicional de socializacin de las emociones (adems de la familia). En sentidocontrario, la antropologa y la sociologa, ciencias de la conducta que deberantener las emociones en su punto de mira fundacional, parecen ignorarlas, inclusomenospreciarlas, aunque no es ninguna idea absurda organizar las culturas segn

    las emociones bsicas dominantes en cada una, ms lo mucho que deriva deello. Por ejemplo, para entender una cultura cabra dirigir la atencin tanto haciasu modelo emocional ideal, como hacia el modelo emocional realque regula lasrelaciones sociales y el comportamiento. El cristianismo catlico propone comoemocin ideal el amor, la fraternidad y la plenitud del gozo de vivir, pero esentimiento real en el que encultura a las sociedades crecidas bajo sus nubes esel de la profunda culpa creada por los judos y transmitida a travs del procesoprimario de socializacin. El miedo a la culpa y al castigo subsiguiente dominanel cielo cristiano.Vayamos, pues, por partes. En el presente artculo tratar de caminar de lo mssimple a lo ms complejo, de lo ms arcaico a lo ms actual y de una concepcin

    esttica de las emociones en la cultura a otra concepcin ms abierta ysistmica. Comencemos por ajustar los conceptos Qu es una emocin? Cmohay que entenderlas desde la antropologa? Hay espacio para una Antropologade las emociones o, como afirm cierta escuela francesa contempornea, es uncampo catico que carece de inters para la antropologa?

    I.Alguna idea inicial acertada sobre la naturaleza de las emociones humanaspuede extraerse de la propia etimologa del trmino. Nuestra palabra "emocin"proviene del latn emotional, que significaba "acto de remover"; y del verboemotio, que vena a significar "alejarse" y "moverse". De ah los juegos de

    palabra ingleses actuales que parten de la raz motion, moverse y emocin a lavez. Para nuestros ancestros latinos, pues, la emocin tena algo que ver con emovimiento, con la accin.Para la biologa, las emociones suponen un complejo proceso hormonalfisiolgico e incluso muscular que sirve para establecer y asentar la vida ensociedad. Para la psicologa, simplificando, las emociones suponen el impulsobsico de la mente consciente adems de una fuente de patologas diversas shan sido mal socializadas. Para las grandes religiones - cristianismo, budismoislamismo, hinduismo- las emociones son el objeto central de su motivo deexistir, consistente en socializar ciertos impulsos emocionales - como la ira o eterror a la muerte- para reorientarlos hacia el amor y el gozo de existir. En

    http://www.etnopsico.org/textos/emociones_cultura.htm#2#2http://www.etnopsico.org/textos/emociones_cultura.htm#2#2http://www.etnopsico.org/textos/emociones_cultura.htm#1#1
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    definitiva, para favorecer la vida en sociedad. Desde la antropologa, lasemociones deben entenderse como el campo bsico sobre el cual se crea la redde conexiones y prcticas sociales que devienen en sistemas y contenidosculturales. Las emociones son la matriz sobre la que se mueve la vida social, sontipos bsicos de conductas relacionales sobre las que se da la comunicacinnecesaria para crear los diversos mundos culturales. El amor, por ejemplo y enpalabras del conocido bilogo Humberto Maturana, es el conjunto de conductasrelacionales a travs de las que el otro, la otra o uno mismo surge como legtimo

    "otro" en convivencia con uno mismo. El amor es el resultado de una forma derelacionarnos socialmente basada en el reconocimiento mutuo. En este sentidolas culturas que no alimentan el reconocimientos de los dems, de su realidadexistencial, por parte del poder y de cada sujeto en particular, no son culturasamorosas aunque lo afirmen en sus declaraciones ideales.Por otro lado, gracias el estudio de la mente y de la importancia que tiene en laconstruccin del mundo habitado por los humanos, cada da aparecen ms datosque permiten afirmar, sin lugar a dudas, la existencia de profundas relacionesentre el cncer y el sistema endocrino (donde residen principalmente lasemociones); entre el estrs, las depresiones emocionales y el sistemainmunitario (a mayor estrs, menor eficacia inmunolgica); entre las alergiasfsicas, hasta ahora atribuidas de forma genrica al polen primaveral, y las fobiaso miedos psicolgicos, y un largo etctera ms que hoy constituye el interesanteobjeto de estudio de la psicoinmunologa.Para poner otra ilustracin del peso de las emociones y de la vida mental en losprocesos biolgicos, cabe citar la importancia del factor placebo en la vidahumana. Un estudio dirigido por el Dr. B. Materson del Veteran Affairs MedicaCenterde Miami, puso de relieve que el 20% aproximado de los ancianos deFlorida (EE.UU.) regulan su hipertensin con un frmaco placebo que estimaneficaz. Por otro lado, H. Beecher, de la Harvard Universitydemostr que con euso de placebos poda erradicar la tos nerviosa y el asma a un 40% de sus

    pacientes. En estos casos, citados a modo de simple ejemplo de otros muchosque se podran mencionar, la mente desde su lado inconsciente y emocional - conun elevado condicionamiento cultural- es la que regula procesos somticosbsicos y las interrelaciones sociales que derivan de ellos.Entrando en campos propiamente antropolgicos, tambin sabemos de laincuestionable relacin que existe entre la tradicin oral de transmisin deconocimientos, ciertos patrones culturales especficos y la forma de vivir lasemociones. La memoria est muy ligada a las emociones y las personassocializadas en una tradicin oral reviven las emociones como guinmnemotcnico de los aconteceres que sucedieron en su vida. Es decir, norecuerdan los hechos del pasado en abstracto, como hara un occidental, sino que

    sus asociaciones son de carcter eminentemente emocional. Para recordar condetalle algn evento pasado, evocan su mundo interior y reviven las emocionesasociadas a ello. A travs de los cambios emocionales es como los pueblos detradicin oral pueden reconstruir los hechos en su mente. Sabemos tambin, poejemplo y para volver a un sentimiento ya citado, la gran relacin existente entreel amor y la cultura. Cada sociedad genera una determinada ideacin sobre laimportancia y naturaleza del amor y, desde luego, no se trata ni de una emocinuniversal ni de una nocin intelectual. El amor - sea lo que sea que se entiendacon este trmino- puede concebirse como algo de valor, puede ser entendidocomo una emocin religiosa, como una atraccin profana, como objeto de

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    consumo y de intereses asociados, como... En algunas sociedades se entiende eamor con lo que podramos denominar con un genrico "emocin espiritual", entanto que en otras es entendido como algo ms carnal; e incluso eenamoramiento es interpretado como enfermedad en diversas otras culturas(FERICGLA, 1997 y 2000). Los orientales, en especial la cultura japonesaafirman que los occidentales damos demasiada importancia al amor romnticoque no ocupa un lugar tan central como el que le damos en nuestras culturas. Encambio, en el mundo tradicional persa se daba tal importancia a este

    sentimiento que se deca que las personas tenemos un camino fijado desde quenacemos y que tan solo el amor o la muerte nos desvan de tal camino.Todava hay un largo etctera ms que podra incluir el amor y el desamor comojustificacin, en ciertas sociedades, de actos violentos, suicidios, desajustes ensus prcticas cotidianas, locuras pasajeras o sacrificios esplndidos y altruistasO en otras sociedades se observa simplemente la inexistencia de algncomportamiento, culturalmente consensuado, asociado a lo que en castellanoentendemos por amor. Todo ello ilustra un campo de investigacin antropolgicade primera magnitud que aun est por explorar.En este campo de estudio centrado en la consciencia y en las emociones, existeun mbito de especial y fecunda profundidad para la antropologa. Me refiero aestudio de los Estados Modificados de la Consciencia (EMC) y a su larga relacincon la cultura, el arte, la religin, las curaciones, la historia de cada sociedad ylas emociones. Y ello tanto si los EMC estn inducidos por propulsores qumicos(entegenos, estupefacientes, estimulantes emocionales) como si lo estn potcnicas biomecnicas (respiraciones especiales, deprivacin sensorial, danzasextticas, ayunos msticos). Ms adelante me referir de nuevo a los EMC y a sugran relacin con la educacin de las emociones en las culturas.

    II.Por un lado, las emociones impulsan y dan forma a nuestras reacciones frente alos estmulos que nos llegan; en especial, frente a los dems seres humanos

    Por otro lado, las emociones influyen profundamente en nuestras percepciones yprocesos cognitivos; es decir, que afectan la memoria, la capacidad de raciociniola de discriminacin. Adems, las emociones condicionan la forma en que cadaser humano establece sus relaciones con los dems y consigo mismo. De ah quepodamos afirmar que las emociones estn en la base del mundo en que cada unovive inmerso y que la desmedida emocional, sea en ms o en menos, es uno delos pocos signos universales de anomala.El principal problema terico que presentaba hasta ahora el estudio analtico delas emociones y su relacin con la cultura era el mismo interrogante del huevo ola gallina, o del bipedismo y la inteligencia. Qu sucedi primero en la historiade nuestra especie: el bipedismo necesario para usar las manos en menesteres

    ms complejos, lo cual impulsara el desarrollo del neocrtex; o vino primero edesarrollo del cerebro que anim a aquellos no tan lejanos homnidos a levantala cabeza del suelo? Con las emociones el problema es que, sabiendo que setrata de seales que alimentan y son alimentadas a su vez por la vida ensociedad qu estuvo antes, la expresin emocional como seal o la vivenciasubjetiva de cada emocin, tal vez aun inexpresada? De ah la importancia quedebe dar la antropologa al proceso de enculturacin de las emociones bsicasPodemos rer, manifestar tristeza, incluso llorar para simular una emocin sin quehaya una vivencia subjetiva previa; en sentido contrario, podemos sentir unaemocin muy profunda sin manifestar la menor seal externa de ello. Pero

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    tambin sucede que el hecho de expresar arbitrariamente una emocin moviendolos msculos que la manifiestan - rer o llorar- , acaba despertando la propiavivencia subjetiva. As pues, la forma de expresar las emociones depende en muybuena parte del proceso de socializacin recibido pero y la vivencia subjetivaemocional? Cunto de ello adquirimos con los valores sociales y cunto esconnatural en el hecho de ser humano? De nuevo nos hallamos en el lmitesistmico de la vida humana, donde la biologa y la cultura se entrelazan deforma (casi) inseparable para mantener viva la historia de la humanidad.

    La biologa ha puesto de relieve la existencia de un lenguaje bioqumicomolecular de las emociones, los pptidos - se conocen unos 60 pptidosdistintos- , pero la antropologa no ha hecho todava su parte de estudiar cmola cultura transforma estas pulsiones biolgicas en modos de cultura, en sealescomunicativas. En este sentido, parece claro que las culturas modelan y educanlas emociones por medio de los ritos y de los mitos. En especial de los ritos. Laexistencia de la vida ritual constituye la columna vertebral de las sociedades nooccidentales y, si seguimos las propuestas el algunos tericos, los ritos tambinson el centro de las actividades cotidianas ms repetidas en la vida occidentalEl verdadero rito en accin sirve de marco para realizar pactos sociales y, a lavez, como estructura para vivir profundamente las emociones y educarlas [3]. Eproceso que cada colectivo usa para educar las emociones bsicas de los recinllegados y, a la vez, ensearles a sentir y a expresar sentimientos culturalmentecodificados, es un punto nuclear para comprender los factores esenciales deorden sistmico que es cada sociedad. Repito, las emociones constituyen la redsobre la que se conforma la vida social.

    III.Emociones y culturas

    Segn E.R. Dodds, reputado lingista y especialista en el mundo clsico, losgriegos ticos del siglo V a.C. y sus predecesores jonios, se referan al "yo" conla palabra psykh, traducible por el yo emocional ms que el yo racional

    Nuestros ya lejanos ancestros griegos consideraban la psykh como sede devalor, de la pasin y la compasin, de la ansiedad y del apetito animal. Dehecho, nunca se mencion la psykh como sede de la razn con anterioridad aPlatn. As por ejemplo, y citando el texto de Dodds, Anacreonte le dice a lamujer a quien amaba: "eres la duea de mi psykh"; Simnides habla de: "hacepasar un buen rato a su psykh"; y en un epitafio en Eretria, del siglo VI a.C., epersonaje enterrado se lamentaba de que la profesin de marino: "da pocassatisfacciones a la psykh". Para los griegos clsicos, pues, no exista ningnantagonismo entre lapsykh - las emociones- y el soma - el cuerpo. Para ellosla psykh era meramente el correlato mental del soma. El intelecto eradenominado con la palabra gnome y ambas dimensiones, la emocional y la

    intelectual, se englobaban bajo un trmino medio, el phrnema (DODDS, 1999136-137).En este sentido, los griegos del siglo V a.C. imaginaban la psykh - lasemociones- habitando algn lugar de las profundidades del organismo, desdedonde hablaban a su dueo con voz propia. La emociones griegas no eranprisioneras del cuerpo, como promulg ms tarde el mundo cristiano, sino queeran entendidas justamente como la vida o el alma que anima el cuerpo. En l sesienten a gusto, como en su propia casa. Y no es una mala forma de describirloNuestra ciencia ha corroborado lo mismo a partir de los estudios de psicobiologay de neuroanatoma: las emociones habitan el cuerpo de forma global, en forma

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    de pptidos que se distribuyen por todos los rganos y tejidos. Es decir, todo ecuerpo responde al lenguaje qumico de las emociones, las vive. A pesar de ellolos modernos estudios de psicofarmacologa financiados por las grandescorporaciones farmacuticas, solo se molestan en discriminar entre apetencia yrechazo ante un estmulo, medidos por el nmero de pestaeos, de latidoscardacos y de alguna otra variable biolgica, para realizar los estudios quedeterminarn la validez o no de los psicofrmacos ansiolticos.Los griegos clsicos, como la casi totalidad de sociedades no cristianas y no

    industrializadas, no crean en el ms all ni en un determinado orden naturasino que sentan deliberadamente la vida. Las emociones primaban, eran larealidad a partir de la que se construan las relaciones con el mundo. As porejemplo, los alimentos y juegos que dejaban los griegos en las tumbas de susmuertos - ya desde tiempos neolticos- no era la respuesta a una abstractacreencia en el ms all sino que era una respuesta directa a sus impulsosemocionales inmediatos, sin que mediase ninguna teora abstracta sobre lapermanencia de las almas. Como cuando un nio da de comer tierna ycuidadosamente a su caballito de juguete: se abstiene de matar su vivenciaemocional aplicando criterios de racionalidad al objeto muerto; a pesar de ello, enio sabe perfectamente que el caballito es un juguete inerte.No obstante la gran importancia de las emociones, estamos aun muy lejos deentender en su totalidad qu son y cmo se producen. Y estamos ms lejos aunde comprender hasta dnde configuran y son modeladas a la vez por cadacultura. Solo sabemos que juegan un papel bsico en nuestra produccin culturallo mismo que los EMC. A pesar de ello, ha habido escasos intentos de clasificalas culturas partiendo del tratamiento y socializacin que dan a las emocionesMuy pocos trabajos antropolgicos se han interesado en construir una TeoraCultural de las Emociones y es en este sentido que la actual psicologa cultural-evolutiva est ocupando un territorio que hubiera debido labrar la antropologa.Algunos de los pocos casos mencionables como precursores de una antropologa

    de las emociones son la antroploga anglosajona Ruth Benedict quien, en suobra El crisantemo y el sable, propuso dividir los pueblos en Culturas devergenza y Culturas de culpabilidad. Los griegos clsicos y la mayora de lospueblos indgenas americanos son ejemplos de Culturas de vergenza. En ellastodo lo que expone a un hombre al desprecio o a la burla de los dems es vividocomo algo insoportable, llegando incluso a propiciar el suicidio. Justo lo contrariode lo que sucede hoy, por ejemplo, con la mayora de nuestros polticos quienessobreviven impermeables al desprecio y a las burlas de sus ciudadanos. Nosienten vergenza de sus actos a pesar de que puedan ser objeto de la repulsade muchos de sus conciudadanos. Esto sera la causa, siguiendo la propuesta deE.R. Dodds, de que estas sociedades de la vergenza acabaran proyectando en la

    intervencin divina tanto los casos de fracaso moral - tal podra ser la prdida dedominio sobre uno mismo, por ejemplo- como tambin todos aquellos eventosexternos que incitaban a la burla ajena - cual sera un mal negocio o una batallaperdida. Los dioses habran sido los causantes de tales actos vergonzosos y eser humano solo era un juguete en sus manos. Los avatares que jalonan losveinte aos que dura el mtico regreso de Ulises a Itaca, en la Odisea, es unejemplo ilustrativo fundamental de cmo funciona una Cultura de la vergenzaen la cuenca mediterrnea.En otras sociedades, en cambio y segn R. Benedict, el tono dominante es esentimiento de culpa, son las Culturas de la culpa. El cristianismo es el ejemplo

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    ms cercano que tenemos y no me alargar sobre ello porque lo vivimos todosdesde dentro con ms o menos intensidad. En todo caso, es ilustrativo defuncionamiento de estas sociedades de la culpabilidad uno de los ltimos edictosdel actual Papa del catolicismo, Juan Pablo II. En l, el Sumo Pontfice de loscatlicos declar que correga el estado espiritual en que se hallaban todos lospueblos no cristianos. Hasta aquel momento, las sociedades no-cristianas (queno significa ateas) no eran juzgadas por esta tremenda religin de laculpabilidad: quedaban al margen de sus dictmenes y pecados. Pero desde hace

    unos pocos aos, el Papa dispuso que no habra ms marginalidad, que la IglesiaCatlica deba extenderse a todos los humanos. Por tanto, cada ser humano obien est en gracia de Dios - del Dios cristiano, naturalmente- o es culpable deignorancia y est en pecado. Por tanto, todos los humanos no cristianos han sidounilateralmente declarados culpables de pecado: la cultura judaica de la culpalanza sus zarpas ms all de toda frontera geogrfica o cultural. No es extrao egran inters y las muchas pginas que S. Freud dedic al estudio de estesentimiento, de la culpa. Una ilustracin rpida de cmo funciona la Cultura de laculpa nos viene dada por medio del popular chiste sobre la madre juda: cadamadre juda regala a su hijo, cuando cumple la edad juvenil, una corbata roja yotra azul. Si el hijo se pone la corbata roja, la madre le har el comentario"...saba que la corbata azul que te he regalado no te gustara"; si el hijo sepone la corbata azul: "saba que la corbata roja que tu madre te regal no tegustara...". Siempre se pierde y la culpabilidad se instala.Adems de esta propuesta de dividir las sociedades en Culturas de culpabilidad yculturas de vergenza segn se orientaran los patrones de control social, RuthBenedict tambin propuso dos nuevas tipologas segn el trato que daba cadacultura al mbito emocional exttico.Esta autora recibi la influencia de la escuela de historiadores de Dilthey ySpengler, y trat de aplicar la dicotoma de F. Nietzsche entre apolneos ydionisacos al contraste existente entre los indios Zui, una etnia apolnea

    altamente formal perteneciente a los Pueblo del sudoeste de los Estados Unidosy dos grupos violentamente dionisacos vecinos de los Zui: los indios de losllanos y los Penitentes mexicanos, ambos consumidores regulares de peyote, epotente cactus visionario. A pesar de esta clasificacin de las culturas entreapolneas y dionisacas, R. Benedict no sigui literalmente la propuesta de FNietzsche, sino que las defini de la siguiente forma: "el dionisaco persigue losvalores de la existencia aniquilando las cadenas y los lmites de la existencia; ensus momentos ms valiosos, ste trata de escapar de los lmites que le imponensus cinco sentido, intenta penetrar en otro orden de la experiencia (...). Eapolneo desconfa de todo eso, y con frecuencia sabe muy poco de la naturalezade tales experiencias. Encuentra los medios de proscribirlas de su consciencia"

    (BENEDICT, 1934).El punto clave de R. Benedict era analizar el trato que reciba la experienciaexttica en unas y otras comunidades. En su opinin, los pueblos dionisacosconsuman psicotropos y eran buscadores de experiencias emocionales lmitedescontroladas. En cambio, las sociedades apolneas apostaban por la normafra, seguan el dictado de sus patrones altamente formalizados relegando a unospocos especialistas, a chamanes y locos, la experiencia exttica (para uncomentario ms extenso sobre este importante punto entre las relaciones de laexperiencia exttica y la cultura, sugiero leer la propuesta de Stephen Larsen queresumo en mi libro FERICGLA, 2000; o buscar el texto original, en LARSEN 1998

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    donde el autor propone cinco etapas evolutivas para entender la relacin entre eimaginario mtico o transpersonal y la cultura).Tambin se debe a uno de los padres fundadores de la moderna antropologacultural, Franz Boas, el haber realizado importantes observaciones sobre ladimensin cultural de las emociones y la dimensin emocional de las culturas(BOAS, 1992). Boas afirm que una diferencia importante entre las sociedadesorales y las industrializadas era que las primeras parecan organizar su mundo apartir de asociaciones emocionales, en tanto que los modernos pueblos con

    escritura parecen crear su mundo a partir de asociaciones lgico-racionales.As mismo, sobre la importancia del miedo al ridculo como motivacin culturacabe destacar la obra El hombre primitivo como filsofo de Paul Radin, eentraable profesor californiano de mediados del siglo XX quien fue el primeantroplogo que escribi sobre el determinante uso de entegenos en lassociedades no occidentales. l mismo fue, probablemente, uno de los primerosinvestigadores contemporneos que se sumergi en las visiones del peyote paraestudiar el peso real de este cactus psicotropo, que acta de amplificadoemocional, en las cultura y la vidas de los indios de Norteamrica.Margaret Mead y Gregory Bateson tambin constituyen dos conocidas y fecundasexcepciones al desinters antropolgico por lo emocional. M. Mead investig lahipottica universalidad de las propuestas psicoanalticas de S. Freud, cuya obraley estando ella en pleno trabajo de campo, y las discuti en sus clsicostextos sobre la sexualidad en Samoa. En especial cabe mencionar algunosartculos escritos en sus aos ya maduros, los de 1967 y 1978. Por su lado, ebilogo y antroplogo G. Bateson puso parte de las bases de lo que llegara a sela Teora General de Sistemas y la Teora de la Comunicacin, con especianfasis en los aspectos cognitivos de la cultura. Su obra sobre la educacin delos nios en Bali es un modelo aun no seguido, y sus dos libros Pasos hacia unaecologa de la mente y Una unidad sagrada son precursores de una autnticaantropologa de las emociones.

    En la actualidad hay que mencionar algunos investigadores cercanos al tema quenos ocupa tales como M. Cole, R. G. DAndrade, J. M. Ingam, C. GeertzSchweder, P. Kay, J. Bruner, R. A. Paul, W. La Barre, ms otros que no cito por noalargar la lista. No obstante, el objeto de estudio de estos y otros distinguidosautores no se centra tanto en una autntica antropologa de las emociones sinoen una antropologa cognitiva o psicolgica, o en una psicologa antropolgica.Para acabar con este pequeo repaso histrico - en absoluto exhaustivo- deprecursores y textos sobre el tema que nos ocupa, me permitir citar unainteresante novela contempornea descriptiva de los sentimientos y de su pesoen la cultura. Se trata de la ltima obra del escritor checo Milan Kundera(KUNDERA, 2000), titulada La ignorancia. Es un interesante texto sobre las

    diferencias culturales respecto y a partir de la nostalgia y la aoranza. El libro, apesar de ser una novela, empieza con un captulo dedicado al anlisisetnolingstico de los trminos equivalentes a nostalgia y aoranza en diversosidiomas, y lo que significa en y para cada pueblo el tener o carecer de categoraslingsticas para referirse a estos sentimientos. M. Kundera pone de relieve laimportancia cultural de disponer de tales conceptos en la conformacin de lasemociones y de los sentimientos tal y como son vividos subjetivamente.Otros ejemplos de igual peso que se me ocurren para ilustrar este hecho, son esentimiento de morria que dicen sufrir los gallegos cuando estn lejos de sutierra. La morria es una determinada aoranza de la lluvia, los olores y de

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    verde especial que tiene la naturaleza en Galicia, al noroeste de Espaa, a loque se aade una mezcla de tristeza, pena, angustia, desazn y otrossentimientos de difcil descripcin en castellano. La morria es intraduciblelingstica y culturalmente. Lo mismo puede afirmarse de la tuza, emocin tpicade la Colombia andina, que experimentan los denominados paisas. Sufren detuza algunos hombres al ser abandonados por su amada y es - para intentar unatraduccin libre- una mezcla de pena, rabia, frustracin, sequedad interiortristeza, abandono y temor infantil, casi me atrevo a decir que temor edpico. En

    sentido literal, la tuza es la parte central, seca y leosa, que queda de unamazorca de maz al extraerle los granos. Los colombianos saben reconocecuando alguien est entuzado porque se embriaga de aguardiente y se pone acantar una misma cancin melanclica durante horas y horas, a veces nochesenteras, evocando el ser querido sin nombrarlo aunque todo el mundo lo sabe (locual forma parte esencial de la socializacin de la tuza), y a veces llorandoAlguna mujer ha estado tambin entuzada, pero generalmente son los hombresquienes experimentan este sentimiento. Ser capaz de vivenciar subjetivamentela tuza, como toda experiencia emocional, no es solo una cuestin de modismosidiomticos sino que se trata de realidades culturales inexportables.Pongamos aun otro ejemplo de la importancia de la cultura en el aprendizaje delas emociones, en su expresin y en la determinacin que ejerce en la red socialPara muchos europeos meridionales, la expresin emocional tpicanorteamericana es percibida como algo infantil, vaco y totalmente carente detemple. Creen que la mayor parte del tiempo, los norteamericanos reprimen susemociones verdaderas y se pasan el da "con una sonrisa vaca en la boca". Deah que los sectores ms crticos contra la Nueva Era - a los que me sumo- , veanen este movimiento norteamericano de la "felicidad vaca de ser uno mismo sindolor" una tendencia narcisista, ingenua e infantil. Una tendencia emocionapropia de personas atrapadas en una adolescencia permanente, con problemasde identidad y de expresin de sus emociones, y muy en especial en referencia a

    la emocin del enojo o beligerancia. Los europeos meridionales, por su parte,valoran de forma positiva, en ciertos momentos, la expresin de la ira;consideran que un hombre viril debe tener arrestos, y ello siempre contiene unabuena dosis de rabia bien dirigida. Pero los anglosajones la reprimen en extremoimpidiendo que sus hijos expresen la ira en todo momento. La emocin feisty to be feisty- est mal considerada en el mundo anglosajn. Por ello, estassociedades fras sienten que los latinos y mediterrneos se dejan llevar enexceso por las emociones, en especial por la ira. Generalmente, enorteamericano medio no puede soportar la intensidad emocional latina, viviendola expresividad mediterrnea con desprecio y envidia a la vez. Todo ello, como esobvio, condiciona las relaciones sociales entre unos y otros. La red social se

    construye sobre las emociones y sentimientos especficos en que ha sidoenculturada cada sociedad. Lo que ms nos acerca a los dems humanos no estanto compartir un mismo idioma, un mismo estatus social o habitar un mismoterritorio, sino ser cmplices en las mismas expresiones emocionales, en lasmismas vivencias sentimentales. La cultura es una red cerrada de conversacionesque crean una realidad de coordinaciones de comportamientos y decoordinaciones de coordinaciones en lo que H. Maturana denomina "emocionear"El hecho de vivir en una cultura nos condiciona para vivir de acuerdo a emocionesdeterminadas, para emocionear de una forma concreta y no de otra. Nuestraexperiencia del mundo es cultural, y usamos la experiencia acumulada para

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    explicar las nuevas experiencias por las que atravesamos; de ah que, comoafirman las filosofas orientales, percepcin e ilusin son indiferenciables. Lasemociones estn en el impasse entre la biologa que hay en nosotros y que nosviene dada, y la cultura que nos crea y a travs de la que creamos el mundoAprovecho este punto de mi aportacin para realizar una importante aclaracinterminolgica: entender los sentimientos como emociones bsicas que hanpasado por el filtro de la consciencia y, por tanto, de la cultura. Lossentimientos son emociones secundarias o derivadas, culturalmente

    condicionadas y aprendidas, de las que el sujeto es consciente. Las emocionesson solo seis pero los sentimientos derivados pueden contarse por centenares,dependiendo de la cultura de que se trate.

    IV.Historia de una amnesia

    Las emociones son una parte esencial de los mecanismos que regulan la vidasocial. En este sentido, son una foco crucial de inters en el proceso deeducacin de todo pueblo humano y especie animal. Por ello, llegados a estepunto cabe plantearse la pregunta directa por qu la antropologa se hamantenido tan alejada del estudio de las emociones? Por qu las emociones sehan entendido, casi exclusivamente, como fenmenos psicobiolgicos y no hanformado parte de los objetos de estudio de las ciencias de la conducta y de lacultura hasta muy recientemente?A pesar de las avanzadas propuestas decimonnicas del psiclogo William James(1890) y de Charles Darwin (1872), cuyos marcos tericos sobre la naturaleza delas emociones iluminaron tanto el mundo humano como el animal, ha tenido quepasar un siglo - hasta la dcada del 1970- para que la investigacin de lasemociones iniciara su camino de una forma sistemtica (IZAR, 1978; 1-2). Hastaentonces y con alguna contada excepcin, ni la psicologa ni la biologa, y menosla antropologa o la sociologa, se haban interesado por las emociones.

    La reflexin sobre este vaco - que ahora no me alargar en detallar- permiteobservar una de las facetas ms antropocntricas de la historia de las cienciasde la conducta. El campo epistemolgico en que se ha cultivado la lgica racionaes radical: expulsa de su dominio toda hiptesis que comprometa su discursosobre el ser humano, entendindolo en tanto que perfecto y brillante creador depensamiento lgico racional. De ah el spero contraste de estos ltimos tressiglos entre la razn y el sentimiento, entre la lgica y los instintos, entre larazn y las emociones [4].Hace pocos, muy pocos, aos que se ha empezado a aceptar seriamente quesomos animales y que como tales tenemos dos caras. Por un lado, est la carade las emociones, de los afectos y de los actos irracionales. Por otro, est la de

    la capacidad de procesamiento analtico. Y ambas dimensiones de la mentehumana se afectan mtuamente, son caras de una misma moneda. Hasta losaos 1970-80 la cultura oficial opona emocin a conocimiento, lo emocionafrente a lo proposicional (RIBA, 1989; 10 y ss.). De ah, la soporfera postura deestructuralismo francs de alejarse de las emociones por considerarlo algoirracional y catico. En un tono ms anecdtico, tambin cabe recordar que enmuchos sectores de las universidades anglosajonas y europeas, el epteto"emocional" posea - y aun posee!- connotaciones despectivas o, como mnimo,pocas veces tiene un tono positivo. En cualquier Academia de Ciencias, decirle aalguien que es demasiado emocional implica una cierta acusacin de que no sirve

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    para la ciencia, de lo cual deriva una cierta acusacin implcita de que no sabedesarrollar su parte ms elevadamente humana, la lgica racional. La mismaarbitraria oposicin entre razn productiva y clida emocin la observamosextendida hoy a categoras continentales.Desde Europa, Canad y los EE.UU. se habla "del sur" con cierto desprecio parareferirse genricamente a poblaciones poco productivas, desordenadas y desangre caliente. En definitiva, emocionales. Hay un disco de conocido cantautocataln Joan Manel Serrat titulado El sur tambin existe, en el que reivindica la

    validez de un sur emocional, rural, clido y artstico frente al norte industrialurbano, racional y fro. Este contraste del norte fro y productivo frente a un suremocional y desordenado lo observamos tanto en Europa (AlemaniaEscandinavia, Gran Bretaa frente a las desordenadas y emocionales EspaaPortugal, Italia y Grecia; y toda Europa frente a la vecina frica), como enAmrica (los productivos EE.UU. y Canad frente a los pases de sangre calientede Centro y Sudamrica).En resumidas cuentas, la escasa valoracin cultural que recibieron las emocionesy los afectos desde que Francis Bacon y Descartes declararan la guerra a losfantasmas, a fin de obtener una pretendida objetividad a toda costa, contrastacon la soberana del pensamiento analtico (RESTREPO, 1997). Y tal oposicin hasupuesto una estrategia ms - y ciertamente muy efectiva!- para apoyar emagno proyecto de las ridas y controladas sociedades urbanas estatales eindustrializadas de la civilizacin occidental frente a cualquier otra forma decultura humana. Por ahora, el Estado ha vencido a las sociedades. Para lasemociones y la naturaleza, cada persona es un ser individual, concreto ycomplejo, definido por su sentir; pero para el Estado cada persona es tan solouna cifra de la que se calculan racionalmente los impuestos que debe entregar yla intencin de su voto para perpetuar al propio Estado.Esta oposicin entre emocin y lgica racional ha sido una de las estrategiasms eficaces para consolidar, de una vez por todas, un desierto que separara e

    animal y el ser humano, la sociedad industrial y la naturaleza. De ah que laantropologa y otras ciencias de la cultura y la conducta, atrapadas por estamanifestacin de la soberbia humana, hayan prestado mayor atencin al estudiode los mecanismos de control social que a los sentimientos, a las vertientes mscodificadas y predecibles de la conducta que a los aspectos ms vivos ycambiante vinculados a las emociones.Por ello, me alegro especialmente de impartir esta conferencia en unauniversidad latinoamericana, donde las emociones y los afectos no han sufridoeste proceso demoledor de la industrializacin y post industrializacin, y dondelos arrebatos extticos o de ebriedad de todo tipo no son mal vistos sino causandao ajeno. Probablemente es aqu donde el terreno est ms abonado para que

    nazca una deseable antropologa de las emociones.

    V.Emociones humanas y de otros animales

    Siguiendo con la alienacin de la antropologa acadmica al ignorar el estudio delas emociones, hoy se observa una nueva situacin triplemente paradjica. Poun lado, el estudio de las emociones fue rechazado a la vez por la psicologahumana y por la etologa animal, debido a un doble motivo. Como he comentadohasta los aos 1970 se consideraba que los animales carecan de emocionesporque stas selectas vivencias deban ser patrimonio exclusivo del ser humano

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    Constituan el paisaje de fondo de un cosmos subjetivo que - se crea- faltacompletamente en los dems organismos superiores. Las emociones nos hacenhumanos, se deca popularmente. Pero en cambio y al mismo tiempo, lasemociones humanas no gozaban del favor de los cientficos porque desvelaban"el rostro menos humano" del Homo sapiens sapiens, el rostro que entraba enconflicto con el dominio de la lgica racional, del anlisis proposicional queimpulsaba el progreso. Y este es el escollo principal, aunque no el nico, que hadesviado cualquier intento de construir una teora unitaria de las emociones

    (ibid, 13): ni se estudiaron en los animales porque eran algo demasiado humanoni tampoco se investigaron las emociones humanas porque es nuestra partevergonzosamente animal. Como se dice en Espaa, los unos por los otros y lacasa sin barrer.En la actualidad, la situacin ha cambiado rpidamente, y es aqu donde apareceel tercer pie de la paradoja. Finalmente se acepta que las emociones son unmbito propio - aunque no exclusivo- del ser humano. Entre otros eventossignificativos en este sentido y solo para citar un ejemplo, en los aos 70 lapsicologa ve expandirse la escuela de la Gestalt donde se empuja a lospacientes a vivir y expresar sus emociones sin traumas, a identificarseabiertamente con ellas como camino teraputico, camino en el que los orientalesnos llevan un adelanto de tres mil aos a los occidentales. Al mismo tiempo queesto se acepta por una mayora acadmica, la etologa y la neurofisiologa ponende relieve que los dems mamferos tambin son movidos por emocionesTambin ellos disfrutan de un sistema neuroanatmico y bioqumico que lescapacita para tener vivencias emocionales, y se observa en los mamferos ciertasconductas expresivas cargadas de emocin en contextos eminentementesociales, al igual que entre los humanos (RIBA, 1988). Esto nos acerca ms auna los animales y a nuestra vertiente natural. En un momento u otro de la historiacontempornea tena que pasar.Finalmente, uno de los ltimos ataques a nuestra propia soberbia como especie

    ha venido, una vez ms, dado por la investigacin cientfica. Estudioscomparativos recientes sobre la composicin gentica de los chimpancs y loshumanos estn convergiendo en la conclusin de que hay un mximo de un 1%de diferencia entre los genomas de una y otra especie animal. Incluso hayespecialistas en gentica, segn los cuales este pequeo porcentaje estdistribuido de tal manera que hace inapropiado incluso hablar de genes humanosfrente a genes de chimpanc (COLE, 1999;144). En el siglo XIX, Ch. Darwinafirm que la diferencia entre humanos y homnidos es ms de cantidad que decalidad. En su poca, esta afirmacin, fue motivo de las burlas y crticasdescarnadas que todos conocemos, y lo sigue siendo: en algunas universidadesnorteamericanas actuales imperan afirmaciones metafricas de la Biblia sobre los

    10.000 aos de antigedad del ser humano como si se trata de hechosincuestionables (y lo son, pero por dogma impuesto, no por verificacinemprica!); y en los colegios de muchos estados de los EE.UU. est prohibidoexplicar la teora evolucionista por ir en contra de las afirmaciones bblicas. Encambio, nuestros humildes y laboriosos primatlogos estn observando lapresencia de cultura incluso entre los chimpancs en libertad. J. Goodall, lafamosa erudita en comportamiento de los chimpancs afirma que: "loschimpancs jvenes aprenden los patrones de uso de herramientas de lacomunidad durante la infancia, por medio de una mezcla de facilitacin social,observacin, imitacin y prctica, con una buena cantidad de ensayo y erro

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    aadida" (GOODALL, 1986; 561). Se sabe incluso que hay modas simiescas y quecada comunidad de chimpancs puede construir las mimas cosas, por ejemploelaborar herramientas destinadas a un mismo fin, pero elaborarlas de formadistinta. Esto implica, ni ms ni menos, la existencia de una cierta cultura.Obviamente, aunque se observa un uso de herramientas entre los chimpancs ensu hbitat natural, y existe una intensa vida social animal, esta utilizacin y lasnormas sociales son extremadamente rudimentarias comparndolas con lospatrones humanos. Pero discutir este problema nos alejara de nuestro recorrido

    actual, la cultura en las emociones.Partiendo de lo expuesto hasta aqu, deriva otro hecho muy importante para laantropologa. Tanto si aceptamos una definicin amplia de la emocin - poejemplo, de carcter neuroanatmico- , como si nos atendemos a una definicinms restringida - de carcter psicolgico- hay un hecho evidente en todaconducta emocional: en aquellas especies animales donde es incontestable laexistencia de expresin emocional, sta contribuye a moldear el entornocaracterstico de la especie. Una teora sistmica y unitaria de la emocin debepartir del hecho de que, en buena parte, estos motores del comportamientoesculpen el Umwelto ambiente contextual que cada especie lleva impreso dentroy trata de reproducir en su entorno. Es decir, las emociones tallan el mundo designificados y de acciones posibles en que se mueve cada animal sociaincluyendo, naturalmente, a los seres humanos.Dicho de otro modo, en la actualidad nuestra mente es interpretada, no comouna suma de pensamientos, recuerdos y decisiones, sino como una "prcticarelacional" en la que los objetos, los recuerdos y los contextos se presentanjuntos, formando parte de un nico proceso bio-socio-cultural de desarrollo. Deah que numerosos especialistas contemporneos en antropologa y sociologausen la nocin de "prctica" en los debates sobre el pensamiento humano. "Econjunto de las prcticas de una sociedad proporciona el fundamento para lacomunidad y el discurso" (COLE, 1999; 131). Hoy son las prcticas, en lugar de

    los roles, los constituyentes bsicos del sistema social. Y, en muy buena partelas prcticas estn movidas por emociones.De esta misma concepcin parte la nocin de habitus, propuesta por P. Bourdieuhace ya dos largas dcadas. El socilogo francs define el habitus en tanto que"sistema de disposiciones duraderas transponibles que, integrando experienciasanteriores, funciona en todo momento como una matriz de percepcionesapreciaciones y acciones, y hace posible el logro de tareas infinitamentediversificadas" (BOURDIEU, 1977;82-83). Pero debemos reconocer que detrs delas prcticas y debajo de los hbitos que definen y dan forma a cada sociedadhay un propulsor emocional que talla e impulsa la vida social, tanto en animalessuperiores como en la vida cultural de los seres humanos. El hecho de no habe

    reparado en ello hasta ahora se debe, probable y justamente, a que se trata dealgo totalmente esencial en la vida social compleja. El antiguo dicho castellanode "tiran ms dos tetas que dos carretas" es una de las expresiones mspopulares de este hecho, del mismo modo que el pez es el ltimo en darsecuenta que vive dentro del agua. La teora de sistemas ha puesto de relieve queningn sistema puede incluirse a s mismo, en su totalidad, en la explicacin nen la simple observacin del propio sistema. Si nuestra matriz social bsica es lade las expresiones y vivencias emocionales cmo incluirlo dentro de un marcoanaltico holstico?

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    VI.Una cuerda de mltiple hilos

    En el caso del ser humano, debe distinguirse entre sentimientos, motivaciones yemociones. Este tro es el ncleo propulsor de las prcticas que nos definencomo animales culturales. Es tambin en este tro - sentimientos, motivaciones yemociones- donde est el hilo mltiple y complejo que entrelaza de formasistmica la cultura y la naturaleza biolgica humana en una sola cuerda.Un ejemplo. Se sabe que el propulsor qumico de diversas emociones es la

    adrenalina. Es el combustible material del miedo, la rabia, el estrs y lasexualidad. En este sentido, se han realizado diversos experimentos delaboratorio inyectando adrenalina y placebo, por el mtodo del doble ciego, avoluntarios humanos divididos en dos grupos. El grupo A est formado posujetos que reciben adrenalina - o placebo- , sin saber qu se les inyectaDurante el experimento se mantiene el grupo en un entorno emocionalmenteneutro, sin ningn estmulo externo que induzca a reaccionar. Por su lado, egrupo B tambin recibe adrenalina - o placebo- en las mismas cantidades yproporciones, pero durante el efecto del estimulante qumico se somete al grupoa ciertas situaciones experimentales, aparentemente espontneas, que lesproducen determinas emociones - agresividad, sexo o miedo. Tras eexperimento, se informa del efecto que produjo la substancia en cada uno de losgrupos. En el grupo A - sin estmulos ambientales- , las respuestas son diversasy dispersas, se constata que el efecto estimulante de la adrenalina alimenta lasexpectativas personales (un voluntario informa que con la substancia se hasentido ms agresivo, otro que sexualmente excitado aunque no haya habidoningn estmulo ertico, otros informantes simplemente se han sentidoincmodos o con dolor de cabeza). En cambio, en el grupo B sometido a cambiosmanipulados de su entorno, la respuesta es casi unnime: la substancia haproducido una misma e intensa emocin - producto de la manipulacin ambientainducida ms el propulsor qumico inyectado.

    Otros experimentos de laboratorio con actores imitando un determinado estadoemocional o con grabaciones de voz cuya emocin debe ser reconocida por untribunal, han permitido constatar que mientras la tristeza y la ira son emocionesfcilmente reconocibles, el miedo y la alegra son fcilmente confundibles(DANTZER, 1989). El miedo se confunde a menudo con la sorpresa o con laexcitacin y este hecho es consistente con que el hecho de que sea la adrenalinael propulsor qumico de ambas emociones.Un individuo colocado en una situacin dada y en un momento preciso de suexistencia reacciona a los estmulos sensoriales y qumicos a que ha sidoexpuesto de acuerdo a su experiencia anterior y a sus expectativas. Dicho enotras palabras, la emocin y en especial el sentimiento nace de lainterpretacin que cada uno hace de la situacin en que est inmerso, no de lasituacin misma. Este hecho implica la existencia de una relacin muy estrechaentre las emociones, la cognicin (en especial la memoria) y el entrenamientocultural. Se trata de algo ya aceptado pero que hay que recordar a menudo: apesar de la unidad primordial de lo material y lo simblico en los procesoscognitivos humanos, las personas vivimos un mundo doble. Vivimos en el mundofactual y en el mundo mental que interactan crendose y modelndose uno aotro. Como ya escribi hace ya aos, en 1959, el antroplogo Leslie White, unosde los padres de la antropologa cognitiva: "un hacha tiene un componentesubjetivo, no tendra significado sin un concepto y una actitud. Por otra parte, un

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    concepto o actitud no tendra significado sin la expresin abierta en la conductao en el habla (que es una forma de conducta). Todo elemento cultural, todorasgo cultural, por tanto, tiene un aspecto subjetivo y uno de objetivo" (WHITE1959; 236).Resumiendo las diversas propuestas y aportaciones realizadas hasta aqu - yotras no mencionadas- cabe afirmar que tanto en antropologa como enpsicologa y en neurociencias se acepta sin discusin que los humanos nosmovemos en situaciones concretas que podemos entender gracias a los

    esquemas internos que tenemos de ellas, esquemas que hemos adquirido pomedio del proceso de enculturacin. El contexto es algo que rodea a los humanosdesde antes de su nacimiento y, a la vez, los humanos llevan genticamenteimpreso el entorno que proyectarn sobre el contexto modificndolo. Laspersonas somos, al mismo tiempo, objetos pasivos y sujetos activos de la doblerealidad que nos rodea. Por medio de las palabras y del recuerdo grupal, eentorno arrastra inevitablemente a cada ser humano hacia un mundo designificados que lo modela y le permite entender el simple contexto. Como indicel psiclogo A.R. Luria: "La enorme ventaja es que su mundo [el de las personas]se duplica. En ausencia de palabras, los seres humanos tendran que ocuparsesolo de aquellas cosas que pueden percibir y manipular directamente. Con laayuda del lenguaje, pueden ocuparse de unas cosas que no han percibidosiquiera indirectamente y de otras que eran parte de la experiencia degeneraciones anteriores. As, la palabra aade otra dimensin al mundo de loshumanos. Los animales tienen un solo mundo, el mundo de los objetos y de lassituaciones. Los humanos tienen un mundo doble" (LURIA, 1986; pg. 35 de laed. original de 1981).En este sentido, el mundo doble es el de las emociones y los sentimientos. Lossentimientos son emociones que han pasado por la razn y la consciencia, sonemociones culturalmente codificadas y, por tanto, tienen algo de "artefacto"forman parte del mundo doble de los humanos. Las emociones, en cambio

    forman parte del mundo primero, del que se experimenta de forma inmediataLos sentimientos pueden contarse por decenas o por centenares, depende decada cultura, pero el nmero y calidad de las emociones bsicas es muy limitadoVara en relacin a la escuela de que se trate, pero partiendo de mi propiaexperiencia tras observar ms de un millar de personas que han vivido laexplosin emocional casi pura que sigue a los estados de catarsis de los Talleresde Integracin Vivencial de la Propia Muerte que dirijo, creo poder afirmar quehay seis emociones bsicas: rabia o ira, miedo, tristeza, orgasmo sexual, xtasistrascendente y alegra o gozo de vivir. Cada una de estas emociones bsicastiene, en nosotros, una expresin animal y varias formas culturales a la vezAlgunas escuelas afirman que la envidia es tambin una emocin bsica, pero es

    solo pareja de los sentimientos de inferioridad, de culpa y de vergenza(NARANJO, 1997;173).VII.Emociones culturalesSigue ahora un ejemplo de proceso contemporneo de aprendizaje culturadirigido a expresar y reconocer emociones. Hasta la primera mitad del siglo XXtodos los humanos deban - y podan- reconocer con facilidad la ira, la tristeza ola alegra de los que les rodeaban por medio de los gritos, gestos, actitudes yexclamaciones del otro. Pero la difusin del telfono como medio decomunicacin oblig de inmediato a reaprender a conocer y expresar estas

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    emociones. La gesticulacin facial y de las manos, y el resto de comunicacin noverbal del interlocutor result, de pronto, inaccesibles para organizar las propiasreacciones frente al estado emocional del otro. Hoy todos descubrimos si nuestrointerlocutor telefnico est de buen o de mal humor y, para reconocerlo, nonecesitamos parmetros visuales, pero esta informacin que antao eraimprescindible para nosotros lo sigue siendo en las sociedades no entrenadas enel uso del telfono. Sabemos reconocer la ira o la alegra del interlocutor por latonalidad de la voz, la gama de frecuencias usadas, la intensidad y el tempo con

    que habla (FRICK, 1985; 412-429). Los usuarios del telfono hemos aprendido aexpresar y reconocer estas emociones de una forma automtica e histricamentenueva, a pesar de que la mayora seguimos moviendo los brazos y gesticulandocon la cara al hablar por telfono, igual que si el interlocutor estuviera delante.La gran pregunta que queda abierta se refiere, obviamente, a la intensidad delas vivencias emocionales en s mismas. El avance de la tecnologa parececaminar a la par con la prdida de expresividad emocional. En este sentido lareduccin de la tradicional gran expresividad emocional, tal como amplios gestosde manos y brazos, sonoros lloros y risas, amenazas con los puosenrojecimiento de la cara, ereccin de los pelos, risas de carcter compulsivoacompaadas de abundante gesticulacin corporal y todo lo dems que se haperdido, ha rebajado a su vez la intensidad subjetiva de la rabia o la alegravivida por el sujeto? La prdida de la capacidad de funcin expresiva de lasemociones, tambin implica que nos estamos enculturando en una sociedad conmenos intensidad emocional (lo cual no significa ms estabilidad psicolgica nmayor temple)? En Occidente, la gente ya no muere de aoranza amorosa, de unataque de risa o mata a su maestro y consejero debido a un ataque de ira, comohizo Alejandro Magno con su mentor Aristteles.Los impulsos emocionales bsicos son pocos - miedo, ira, tristeza, gozo de vivirplacer orgsmico y trance exttico- , pero los diversos y numerosos sentimientosque brotan de estas emociones son producto del proceso de enculturacin

    seguido por cada persona. Por tanto, se trata de un campo en el que lanaturaleza y la cultura se entrelazan formando un sistema nico y bsico en todared social. Una cara de la realidad son los umbrales y formas que adquiere laexperiencia emocional - objeto de estudio de la neurofisiologa, la neuroqumicay la psicologa- , y otra cara distinta son las normas que regulan la contingenciapblica o social de las emociones y su expresin, transformndolas ensentimientos aprendidos que disfrutan de algn sentido - lo cual debera seobjeto de estudio de la antropologa.Las emociones se consolidan en el habitus o las prcticas. stas modelan econtexto en que vive cada especie animal; y el contexto a su vez - en el casohumano, contexto socio-eco-cultural- modela las emociones bsicas y socializa

    los sentimientos hasta transformarlos en los juegos de estmulo-respuesta quenos permiten y empujan a la vida social, cerrando as el sistema.A pesar de lo anterior, el estudio de las emociones sigue siendo un problemaesencial para la antropologa. Este problema se resume en cmo dar el salto delo objetivo a lo subjetivo. La antropologa es una ciencia natural y como tal slopuede fundamentar sus afirmaciones en hechos visibles y describibles, no ensubjetivismos ajenos interpretados por el antroplogo. La tarea de interpretar losubjetivo corresponde, en todo caso, al psiclogo.Los procesos emocionales, como sabemos, estn constituidos por unaexperiencia subjetiva a menudo intransmisible de forma completa, y po

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    modificaciones qumicas y fisiolgicas objetiva que le son sincrnicas, sinsaberse aun qu es primero. La rabia, por ejemplo, en su dimensin objetivaest compuesta por una mmica facial, una contractura de los msculos de lasmandbulas, un aumento del ritmo cardaco, de la respiracin y de la presinarterial, etc. Pero en la dimensin subjetiva se experimenta la sensacin de irade una forma intransmisible ya que la expresin depende mucho de lapersonalidad de cada sujeto, y no se puede medir la intensidad de la emocinvivida por la intensidad de su expresin. Una persona extrovertida comunica

    mucho ms su rabia que una persona introvertida, pero se puede decir que estaemocin sea ms acentuada en un sujeto que en otro? Si se inducenarbitrariamente los cambios fisiolgicos resulta tambin activada la experienciasubjetiva. Qu debe centrar la atencin del antroplogo: la expresin de laemocin, la declaracin del sujeto al margen de su extroversin, la interpretacindel propio investigador? Este es uno de los grandes problemas metodolgicos aresolver.Por otro lado aun, en la vivencia y expresin de las emociones intervienenimportantsimos factores socioculturales. Cada cultura premia la expresin dedeterminadas emociones y castiga otras. Algunas emociones estn presentesdesde el nacimiento, o aun desde antes, pero otras aparecen tardamente. Eneste sentido, se puede afirmar que aprendemos a reconocer cada una de lasemociones y sentimientos a la vez en nosotros mismos y a travs de los demsPara hablar de las emociones y usarlas para crear redes de interaccin social - yaque esta es su funcin- aprendemos a designarlas con palabras y por medio de lacomunicacin no verbal, a la vez que experimentamos su dimensin subjetiva.Por ello, la frontera con que topa la observacin - no la interpretacin- de lasexperiencias emocionales de un individuo por parte de otro, es justo laimposibilidad de conectar plenamente la subjetividad del cientfico - que sesupone sometida a reglas y controles de verificacin- con la subjetividad deindividuo observado. Si nos trasladamos a las emociones observadas en otras

    especies animales podemos admitir que son distintas, pero eso es todo (lo cuano nos sirve para el anlisis antropolgico de las emociones humanas). El hechode que el animal no hable y no sea capaz de contarnos sus vivenciasemocionales, es secundario. Lo significativo, como apunt Wittgenstein, es quesi los animales hablaran de sus emociones tampoco les entenderamos. As puesya que humanos provenientes de realidades culturales distantes puedenreconocer las emociones bsicas de otro pero no siempre los sentimientos- esde suponer que la experiencia emocional probablemente sea uno de losuniversales humanos ms bsicos. Ello indicara una direccin a seguir parabuscar las leyes generales que regulan nuestra vida natural en su interrelacincon la cultura, el mundo primero y el mundo segundo, en expresin de Luria.

    Antes he apuntado que las emociones son triplemente paradjicas. Por un ladonos impulsan a vivir en sociedad. Sabemos que el no compartir ni externalizar lasemociones es fuente de aislamiento, enfermedad y tal vez pueda conducir hastala muerte. Somos emocionales porque somos seres sociales y al revs. Sentimosemociones, debemos compartirlas y a la vez ellas son el motor que nos impulsaa estar en sociedad. Pero por otro lado y al mismo tiempo, son la expresin msindividual de cada uno y de cada una de nosotros. Las emociones son ladimensin humana que nos produce ms problemas si no la hemos socializadocorrectamente. No se considera asocial quien sufre mermas cognitivas o fsicas -por ejemplo, tener mala memoria o andar cojo- , pero s es marginante el hecho

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    de que alguien est siempre rabiando, exttico o triste; el que alguien nocomparta nuestro cosmos emocional.VIII.Robots humanoides dotados de sentimientos, no de emocionesUna buena parte de los problemas que he apuntado en las lneas anteriores - yque nos debiramos haber planteado los antroplogos hace tiempo- , ahoraestn siendo tomados por otros especialistas cientficamente lejanos a nosotros

    Me refiero a los matemticos y a los expertos en robtica y en inteligenciaartificial.Los mejores expertos de todo el mundo en robtica se reunieron por primera vezel mes de septiembre del 2000 en Boston, en un gigantesco congreso, parahablar exclusivamente de robots humanoides. A inicios del siglo XXI se handesarrollado ya diversos humanoides capaces de emular funciones hasta ahoraexclusivas de los seres humanos. As por ejemplo, la empresa japonesa Hondaha fabricado el ya famoso humanoide bpedo P3. Mide 160 metros y tiene unaspecto tpicamente humano: dos piernas con pies que le sostienen y letrasladan, dos brazos multi articulados con artefactos parecidos a las manos enlos extremos... El P3 es capaz de caminar, subir y bajar escalones, reconocer eespacio y doblar esquinas [5]. Esta capacidad de bipedestacin implica uncomplejo reconocimiento del entorno y una auto evaluacin permanente de laspropias capacidades respecto del entorno: puedo subir este escaln?Mantendr el equilibrio al inclinarme para descender?Otro caso es el del humanoide Wasubo, creado por el especialista Ichiro Kato dela Universidad de Waseda, en Tokio. Este robot humanizado, ya en la lejanaExpo nipona de 1985 interpret al piano una sonata de J.S. Bach acompaado pola orquesta NHK. Por otro lado, el Instituto de Investigacin Avanzada en Cienciae Ingeniera de esta misma universidad japonesa, ha desarrollado la cabezarobtica WE-3RIII. Esta cabeza robtica es capaz de expresar tristeza, sorpresa

    enfado, miedo, felicidad y desagrado en respuesta a las acciones humanasPercibe la presin y el calor en su piel, sigue con la vista los movimientos que sedan a su alrededor, parpadea y es capaz de reconocer e identificar el origen delos sonidos que le l legan.El ingeniero A. Takanishi, uno de los creadores del humanoide WE-3RIIIafirmaba en una entrevista reciente que algo que define de forma nica a laspersonas son las emociones y los sentimientos, o al menos su expresin. De ahque haya incorporado el estudio de las emociones entre sus objetivos, y que sehaya fundado una rama de la ciencia denominada cognobitica en la quecoinciden matemticos, psiclogos e ingenieros para el estudio de las emocionesy aplicarlas a los humanoides. Entre los resultados de sus investigaciones que

    nos interesan ahora, cabe mencionar que el humanoide WE-3RIII decide suestado emocional en funcin de valores aritmticos, de ciertas variablescolocadas en un sistema de coordenadas definido por tres ejes: el eje del placer,el de la activacin y el de la certeza. Se trata de una ecuacin que trata dereproducir las acciones y reacciones emocionales de los humanos. Tal ecuacinest trazada para que, tras recibir un estmulo agradable, el humanoide sesorprenda y suba el eje del placer pero esta variable debe volver rpidamente avalor cero. La sorpresa no puede durar, lo cual plantea preguntas que hanformado parte de nuestras reflexiones filosficas desde los albores de nuestrassociedades y el placer? Tampoco debe durar? Y el sufrimiento? En qu

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    medida la sublimacin del sufrimiento constituye algo esencialmente humano -ya que no se conoce en los dems animales- o solo es una cuestin cultural quecambia? Los expertos en cognobitica plantean que, en el futuro, un problemaimportante pueda ser cmo identificar, educar y disciplinar a los humanoides. Endefinitiva, los mismos problemas que se plantea cada generacin de sereshumanos con respecto a sus hijos. Adems de ello, tambin observo otrascoincidencias importantes.Ya en 1950, Alan Turing propuso un test que, en su opinin, debera ser

    superado por los robots para ser considerados verdaderos humanoides. El testplanteaba tres preguntas: 1) Puede un ser humano distinguir si habla con unhumanoide o con otro ser de carne y hueso?; 2) Cuando un humanoide y unhumano se den un apretn de manos advertir la persona algo extrao?, y 3)Se comporta el humanoide correctamente, como un humano, incluso en ausenciade humanos?Si me permito la libertad de plantear algunas comparaciones interculturalesresulta que estas tres preguntas, aunque planteadas de distinta forma, sonaproximadamente las que se hace cualquier shuar amaznico cuando seencuentra con otra persona desconocida en medio de la selva [6]. En lugar de

    pensar en un humanoide, el shuar concibe la existencia de wacnis

    o espectrosde personas ya muertas que andan pululando por la selva. Los shuar realizan unbaile agresivo, acompaado de un interrogatorio cantado y amenazante a la vez,para distinguir la naturaleza del ser con aspecto humano que encuentran por laselva. Su sistema de creencias les ensea que las personas, al morir, vagan untiempo por la selva con aspecto humano, pero solo se trata de un peligrosoespectro sin emociones. Para ellos se hace necesario descifrar quin es quinpor razones que ahora me alejaran del tema que nos interesa. En el caso de loshumanoides parece una repeticin de patrn [7].Si el bipedismo es un problema complejo de resolver en los humanoides, epensamiento artificial y las emociones lo son mucho ms. Los ingenieros se

    preguntan cmo construir algo similar a la estructura abierta que es nuestramente? Las estrategias actuales van por dos caminos. O bien fabricar robots quenazcan sabiendo; es decir, que salgan de la fbrica listos para desenvolverse enel contexto que les tocar (por ejemplo, para cuidar ancianos se necesitarnhumanoides poco inteligentes para evitar discusiones, pero muy hbiles en susmovimientos y en el reconocimiento del entorno para evitar choques con losancianos que debern cuidar). O bien la estrategia se encamina a hacehumanoides-beb que aprendan poco a poco, a travs de la interaccin con loshumanos. Las personas usamos ambas estrategias por igual: las emocionesbsicas y los instintos responden a capacidades innatas genticamente dadasen tanto que los centenares de sentimientos y afectos que manifestamos, y quenos sirven para la vida social inteligente, son adquiridos. A mayor riqueza desentimientos, mayor inteligencia social.Aunque la etnolingstica se ha dedicado poco al estudio del vocabularioemocional en las diferentes culturas, nuestra capacidad expresiva de emocioneses extremadamente rica. Psiclogos de la Universidad de Illinois han registradocasi 600 vocablos ingleses distintos para referirse a las emociones ysentimientos (DANTZER, 1989;30). Son muchas palabras para que laantropologa no le preste mayor atencin! Pero aun estamos lejos de poder usaambas estrategias de accin en los humanoides, solo tenemos un conocimientomuy difuso de la organizacin del cerebro humano, y no se puede aplicar todo lo

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    que la ciencia ha ido descubriendo de forma automtica al diseo de robots. Noobstante, se puede afirmar que todo ello est configurando una nueva forma deser humano y la antropologa debe contribuir a la creacin y al estudio de estanueva forma de ser humano, de la misma manera que hasta ahora ha dedicadosus esfuerzos a la investigacin de las diversas maneras de ser humano quecada cultura ha configurado en el pasado.Cmo se socializan hoy las emociones en nuestras sociedades altamentetecnificadas, en especial en Europa, Japn y Norteamrica? La respuesta es que

    de diversas formas, aunque cada vez ms tal proceso de aprendizaje relacionasucede fuera de la familia: en el colegio, grupos callejeros, discotecas,especialmente televisin y cine, e incluso a travs de Internet. En estudiosexperimentales se ha verificado que los humanos tambin proyectamosemociones y sentimientos hacia las mquinas, y en especial hacia losordenadores, como si se tratara de personas. En nuestra mente, los dotamos deuna vida emocional. Otra situacin experimental servir de ejemplo.Las personas hablamos con ms neutralidad de otra persona estando frente aella que si nos giramos de espaldas. Cuando alguien desaparece de mi vista soyms realista en las apreciaciones y ms duro en mis juicios... Con lascomputadoras sucede lo mismo: se ha verificado que las cargamos de vidaemocional hasta el punto de llegar a formar parte de nuestras redes socialesUna persona se sita frente a un ordenador y le habla en tono conciliador, perocuando el sujeto experimental se gira de espaldas a la pantalla y sigue hablandode la computadora, se ha observado que aumenta el tono crtico dirigido aaparato, al igual que hara con otra persona.

    IX.El xtasis y la catarsisEs muy probable que el nico espacio emocional inequvocamente humano sea e

    del trance exttico, el de la catarsis; popularmente conocido como conscienciacsmica o estado holornico de consciencia (FERICGLA, 1989). Se trata de unaexperiencia emocional de primer orden en todas las culturas, buscada poprcticamente todas las religiones y chamanismos clsicos. El trance exttico ocatrtico es una implosin hacia las vivencias emocionales ms puras y limpiasprobablemente previas al proceso de enculturacin ("implosin" significa explotahacia dentro). En muchas culturas regionales la ebriedad es alimentadasocialmente como mecanismo emocional negantrpico, y alrededor de laembriaguez se da una parte importante de la produccin cultural. As poejemplo, en Iberoamrica y al norte de la cuenca mediterrnea est sancionadopositivamente el consumo de bebidas alcohlicas como medio para sacar penasdel corazn, para compartir alegras con las personas cercanas o inclusodesconocidas, para adquirir el valor necesario en eventos emocionalmentedensos - desde pedir una chica en matrimonio hasta vengar con violencia algunaafrenta- y tambin se acude a la ebriedad para dar forma y educar las emocionesen su expresin ms directa. De ah que el manejo de las emociones sea muchoms fluido y hbil entre los latinos que entre los puritanos anglosajones, dondela embriaguez es ms un estado liminal de inversin que una experienciaaceptada y consensuada. Si un anglo desea algo de otra personas es probableque recurra a los razonamientos para convencerla; si es un latino, fcilmenteentrar en el terreno de las emociones como estrategia para conseguir s

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    objetivo (seduciendo, ofuscando al otro, etc.)No hace mucho, y para citar una ilustracin etnogrfica, al caer una tarde el autorestaba paseando por la calle de un pueblo de las islas Galpagos y se top conun taxista que haba conocido das antes, durante un corto viaje en el quehabamos estado comentando la soledad del taxista que se pasa buena parte detiempo esperando a los viajeros. Cuando nos topamos aquella tarde, l estabaebrio de alcohol en una pequea calle cntrica de Puerto Ayora. Literalmente, setambaleaba buscando farolas de las que cogerse. Todo el mundo lo conoca

    como sucede en los pueblos e islas pequeas, y lo respetaba mientras andabasumergido en su embriaguez. El taxista, de mediana edad, no senta ningunavergenza de su pblica ebriedad como hubiera pasado, con toda probabilidaden cualquier ciudad anglosajona o centroeuropea. Al verme, y dado que el daantes habamos estado hablando de la soledad, me dijo que le apeteca tomauna tequila juntos, que l ganaba su dinero honradamente y le gustaba gastarloas. No robaba ni haca dao a nadie. Este taxista disfruta de buena reputacinen Puerto Ayora, nadie le rechaza como chofer por su hbito de embriagarseSimplemente, hoy est bebido y ebrio, viviendo sus penas ante la mirada de losvecinos, nada ms. Aqu los hombres hacen esto cuando lo necesitan. Lo dej yse sent en una acera, medio llorando su soledad, medio encerrado en suspropios pensamientos. Implotando. Al da siguiente estaba de nuevo afable,contento y eficaz en su taxi. En sociedades como la Europa post industrial yaltamente formalizada, una persona que mantenga esta actitud es maconsiderada e incluso puede llegar a ser despedida de su trabajo por el solohecho de buscar la ebriedad. Los recursos embriagantes y las estrategias usadasen cada sociedad para educar las emociones son definitivos para dar forma a lared social sobre la que se construye cada pueblo.En nuestras sociedades postindustrializadas la televisin y el cine son losprincipales vehculos transmisores de valores, smbolos y aprendizaje emocionalTal vez esta sea tambin la nica funcin profunda, la socializacin emocional,

    que le queda a la estructura familiar despus de haber sido el centro deproduccin econmica en el mundo agrcola, el punto central de la identidadindividual en muchas sociedades tradicionales y de haber sido tambin eprincipal espacio donde se educaba a los nios. En otras sociedades, como lamestiza latinoamericana, el uso del aguardiente o de otras potentes substanciaspsicoactivas - ayahuasca, marihuana, borrachero o brugmansias, tabaco silvestre-es central para amplificar los estados emocionales y crear sentimientos decomplicidad, solidaridad, tristeza o alegra, rabia y orgasmo, lo cual permite a laspersonas educar sus emociones por el proceso de vivirlas intensamentecompartirlas y, en definitiva, darles una forma cultural. En estas sociedadeslatinas y clidas tambin es bsica la ebriedad aguardentera para enmarcar la

    transmisin de valores de gnero.Para acabar, voy a enumerar una corta lista de epgrafes importante cuyo estudioen profundidad dara pie a una autntica antropologa de la emociones de unpueblo indgena de la alta Amazonia ya mencionado, los shuar.

    X.Apuntes etnogrfcos de los shuar y su relacin

    con las emociones y los entegenosLos shuar tienen diferentes trminos para referirse a las emociones ysentimientos que llenan su panorama, pero carecen de palabra alguna para deci"emocin" ni "emocional" en sentido abstracto, lejano a la propia experiencia

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    En ellos se observa un gran control emocional, dedicando importantesesfuerzos a este objetivo durante el proceso de enculturacin. Se puededecir, incluso, que tienen un excelente control en el descontrol de susexpresiones emocionales extremadas. As por ejemplo, cuando alguienmuere las mujeres del clan familiar l loran ruidosamente la prdida, pero a lavez que gritan fuerte y derraman lgrimas desconsoladas se espera de ellasque relaten, con voz clara, las virtudes del muerto, su vida, su genealoga ydems. Esto supone una elevada educacin emocional - ni bloqueo ndesvaro- que permite exteriorizar y comunicar la tristeza de una manera ala vez altamente codificada y emocionalmente intensa. Es un mecanismo deelaboracin del duelo que en nuestras sociedades ha desaparecido (dichosea de paso, generando continuos trastornos psicolgicos por carecer decamino de exteriorizacin y elaboracin de tal tristeza). A los hombres shuano se les permite llorar tanto como a las mujeres y deben educarse en lacontencin del duelo, no en el bloqueo ni en ignorarlo sino en la contencin

    Se espera de ellos que no sean tan expresivos de la tristeza, pero que losean ms respecto de otras emociones como la ira.

    Respecto de la rabia se observa una expresin emocional masculina quepudiera parecer muy alocada, pero que en realidad est tambin muycodificada. Cuando un hombre se siente enojado dicen que "est cogido porla ira". Entonces, el sujeto se queda quieto y va pronunciando una solaslaba en volumen quedo (am, am, am!). La emite en tono grave, largo ysuave pero claramente audible. Es una manera de decir: "no te acerques,

    estoy muy rabioso, estoy enfadado y soy peligroso". Los hombres se enojany son conscientes de su estado, pero pueden retener la expresin explosivade su emocin todo lo que requiera la situacin social. En ello hay tambinuna elevada educacin emocional. En su am, am..!, tranquilo aviso de que"cuidado, estoy muy enojado!", hay un gran dosis de templanza. En sentidocontrario, los shuar estimulan voluntariamente la rabia cuando es necesariodisponer de un buen caudal de esta emocin. Cuando un hombre shuar debeir a pelearse o a discutir con alguien, para lo cual necesita estar "biencogido por la rabia", come abundante aj para que esta tremenda variedadde pimiento picantsimo le queme la boca y le aumente la rabia. Todos loshombres shuar acuden a tal estmulo hortcola para acrecentar su emocinde ira. Es como drogarse con adrenalina para, una vez estimulado, dirigieste impulso emocional hacia algn fin prefijado. En este sentido, pues, laexpresin emocional de los shuar es objeto de una importante y refinadaeducacin - que no es lo mismo que una desconexin emocional-consistente en no mostrar nunca sus emociones si no quieren hacerlo, ycuando expresan sus emociones lo hacen bajo una estricta inspeccin dedescontrol. La expresin emocional crea la red de relaciones y debe estabajo mano todo el tiempo. Los hombres mayores hablan mirando al suelo, a

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    un metro de distancia, y con una mano tapando ligeramente la boca paraesconder al mximo sus gestos inconscientes y su expresin emocionalCuando quieren, pueden permanecer como impenetrables y silenciosasestatuas de piedra durante mucho tiempo, incluso soportando dolor, perocuando desean soltar sus emociones las viven con una intensidad deexpresin desconocida para la mayora de occidentales.Una parte muy importante y un potente recurso para su entrenamiento

    emocional proviene del consumo de ayahuasca y de otros entegenos que,en este caso, cabe entenderlos como amplificadores y desveladoresemocionales. Los shuar consumen la mixtura visionaria de la ayahuasca,diversas variedades de brugmansia y tabaco, todos ellos potentesalucingenos. Ingieren estos entegenos en ocasiones rituales paraauscultar su mundo interior, para tomar decisiones y para hacerse adultos("atrapar el espritu del artam", para los jvenes shuar, viene a significa"atrapar la visin transformadora producida por el entegeno, que me haradulto"). El consumo de entegenos juega un papel capital en su desarrollodel control emocional. Los psicotropos desempeen un papel bsico como

    mecanismos adaptgenos inespecficos, tanto entre los shuar como entretodos los pueblos que contemplan su uso tradicional o que lo han adquiridode forma reciente, como es el caso de nuestras sociedades occidentales[8] .Cabe mencionar tambin como parte de la estrategia educativa emocional lacontencin que se obliga a tener a los nios. En la vida tradicional shuar esfrecuente que el padre obligue a sus hijos pberes a salir a caminar por laselva durante las noches de ms tormenta "para que el sufrimiento aumenteel poder del hijo". Tambin es frecuente que la idea de contencin - no defrustracin de los deseos- llene todo el panorama educativo hasta los

    mnimos detalles: se prefiere el estreimiento de las heces a la evacuacinholgada; se castiga como las pena ms grave el quitar comida a otro nio(la comida se reparte de forma jerrquica: el padre come de una granfuente, cuando est satisfecho pasa la comida a la madre, sta come y pasael recipiente a los hijos mayores y as va pasando la comida hasta los niosmenores, pero todo el mundo debe ser consciente de la cantidad de comidaque debe dejar en la fuente a la vista de los que le siguen en la jerarqua,aunque se tenga ms hambre). A veces, en plena noche, a las dos o las tresde la madrugada, el padre obliga a levantarse todos los nios y nias de lacasa - sean familiares o invitados- para contarles hechos educativos propios

    de su sistema de valores. En especial cuando han llegado noticias de algnhecho importante sucedido por los alrededores, el padre despierta a losnios para educarlos moral, emocional y socialmente sobre ello: "esto estbien, esto otro no, si sucede este hecho hay que comportarse de estaforma, no es bueno sentir esto o aquello". Durante la madrugada, el padrealecciona sobre los modelos adecuados e inadecuados de conducta y losnios deben mantenerse firmes asimilando la charla (esto me hace pensaren el mtodo de aprendizaje descubierto y formalizado por G. Lozanovciertos estados modificados de la mente de profunda relajacin y en estado

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    de somnolencia consciente, permiten aprender y memorizar mucho msmaterial que en estado de vigilia cotidiano, por ejemplo hasta quinientasnuevas palabras en un estudiante de idiomas; OSTRANDER y SCHROEDER1992).El consumo consensuado y ritualizado de entegenos, tan habitual en lassociedades no occidentales, supone una experiencia emocional de primeorden compartida por todos los individuos que participan en ello. De ah que

    la expresin de tales profundsimas emociones compartidas sea casinnecesaria: en todo caso, los mitos se encargan de esta difusin y los ritospermiten actualizarlas. Los entegenos, substancias sagradas en la mayorade las culturas tradicionales, son amplificadores emocionales, pero no de suexpresin y esta es una de las diferencias bsicas con los robotshumanoides: en ellos se busca que haya expresin, no una vida emocionasubjetiva. En este sentido, hay que admitir que la vivencia emocionaprofunda es, en su mayor parte, una realidad relacionada con EMC. En estesentido, hoy son el cine y la televisin los mayores vehiculadores de formasde expresin emocional; a travs de estos medios de comunicacin de

    masas se difunden nuevos sentimientos y nuevas formas expresivas. Y ecine induce un ligero, pero claro, EMC. El espectador - en especial si es "unabuena pelcula"- deja de vivir su contexto fsico y psicolgico inmediatospara vivir una realidad alternativa que hace suya pero que no es ms que unjuego de luces vacas proyectadas sobre una pantalla de cristal, de cuarzolquido o de tela sobre una pared. El televidente o el espectador de cinesuda, se enoja, se deprime en extremo, re, le sube la presin sangunea, ecorazn se desboca, descubre nuevos sentimientos segn el contenidoemocional que la pelcula le est estimulando y socializando. Insisto, el cine

    y la televisin hoy son nuestros principales transmisores de valores y depautas de comportamiento emocional. Algo similar sucedi con los shuarantes de su contacto habitual con los colonos, no saban golpear con lasmanos ni dar puetazos. Cuando dos hombres se queran agredir, suexpresin de la rabia extrema consista en cogerse mutuamente de lacintura y zarandearse hasta arrojarse al suelo. Los padres shuar tampocogolpeaban a los nios para castigarlos, no saban hacerlo, la penalizacinms dura consista en fregarles con una variedad de muy irritante deortigas. As, los golpes tan frecuentes hoy como expresin de rabia y deenojo, han sido aprendidos por ellos en los ltimos cuarenta aos.

    X.Comentario final

    Caminamos de forma simultanea hacia una fusin de diversas ramas de la cienciaa la vez que nos vamos especializando en espacios conceptuales cada vez msdiminutos. Para trabajar en una antropologa de las emociones es preciso hacerlopartiendo de las aportaciones de la neurologa, la fisiologa comparada, lapsicologa y actualmente tambin la robtica. Tal vez as la antropologarecupere su vocacin inicial consistente en ser una ciencia holstica ytransdisciplinaria.Si la psicologa evolutiva-cultural estudia cmo afecta la cultura en la mente, la

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    antropologa de la emociones debe estudiar como afecta la mente emocional enla cultura, qu camino de transduccin siguen las emociones hasta convertirse enla red expresiva y de vivencias subjetivas sobre la que se construye la vida sociade los pueblos humanos. Y el nico camino seguro de exploracin de quedisponemos hoy es la teora general de sistemas y sus hijos de gabinete, lateora de la comunicacin y la teora del caos.Sabemos que las emociones son procesos mentales y fsicos abiertos, muycomplejos y bsicos en nuestras vidas. Sabemos que tienen: a) una dimensin

    fisiolgica (ciertas emociones suben o bajan la presin arterial, estimulan lasglndulas sudorferas y los lagrimales, actan sobre el sistema hormonal, etc.),b) que tienen una dimensin psicolgica (la vivencia que cada uno tiene de susemociones), c) sabemos tambin que tienen formas de expresin individuaconsecuencia de la estructura de personalidad, y d) tambin sabemos que tienenuna dimensin cultural resultado y causa a la vez del proceso de enculturacinrecibido. Los bilogos admiten que las emociones tienen un papel decisivo en laorganizacin de las conductas y que estn regidas por un sistema qumicoautnomo dentro de nuestro cuerpo, sistema tan complejo como el nervioso yque se comunica por medio de las macromolculas denominadas pptidos. Pareceque cada pptido se encarga de transmitir un tipo especfico de emocin encombinacin con el entrenamiento facilitado por la cultura que estimula o inhibeciertas vivencias y formas expresivas. As pues, ya que todo nuestro cuerpo estlleno de receptores de pptidos cabe decir que las emociones, aunquepopularmente se siten en la cabeza o en el corazn, realmente actan en todoel cuerpo, estimulando ganglios, msculos, aparato perceptual y dems. Es decirlas emociones nos afectan completamente tanto a travs de la biologa como dela cultura; mejor dicho, es en ellas que la cultura y la biologa se entrelazan deforma de forma inseparable.Tambin sabemos que la funcin de las emociones es actuar de mecanismo deinterrelacin social. Gracias a estos motores de nuestras vidas nos sentimos

    atrados o refractarios a un estmulo determinado, actuamos cuando algo nosproduce ira o rabia, tratamos de mantener una situacin o una compaa cuandonos resulta grata y nos llena de alegra. Y nos jugamos la vida hasta lmitesinsospechados para tener una experiencia emocional exttica, sea por medio desubstancias entegenas o por medio de prcticas deprivatorias o de otro tipo. Deah que, a pesar de no haberse construido aun una antropologa de lasemociones cabe reconocer que regulan nuestra vida sociocultural y tambin cabereconocer que nuestra percepcin de todos los hechos est matizada por la vidaemocional, de la misma forma que lo est nuestra capacidad de reaccin ynuestra conducta.Un individuo colocado en una situacin dada, en un momento preciso de su vida

    y en un contexto determinado, no reacciona a los estmulos exteriores con lamisma carga emocional que en otro momento de su camino biogrfico o en otrocontexto. En otras palabras, la emocin - y en especial los sentimientos- nace dela interpretacin de las situaciones, no de las situaciones en s mismas y de ahtambin que la vida emocional debiera convertirse inmediatamente en objeto deestudio prioritario de la antropologa cultural.BIBLIOGRAFA CITADABATESON, Gregory, 1993, Una unidad sagrada, Gedisa, Barcelona.BENEDICT, Ruth, 1934, "Anthropology and the Abnormal", J. Gen., Psychol, 10pgs. 59-82. Citado en Bateson, 1993: 57.

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