Antologia Poetica - Alejandra Pizarnik

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  • ALEJANDRA PIZARNIK

    ANTOLOGA

    (ediciones alma_perro)

  • TEXTOS CONTENIDOS EN ESTA ANTOLOGA

    - A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD - LOS OJOS ABIERTOS - BALADA DE LA PIEDRA QUE LLORA - POEMA PARA EMILY DICKINSON - AMANTES - LA VERDAD DE ESTA VIEJA PARED - ANILLOS DE CENIZA - UN CUENTO MEMORABLE - DESMEMORIA - RBOL DE DIANA - INFANCIA - MEDIDAS SEVERAS - ANTES - EN TU ANIVERSARIO - UN ABANDONO - ENCUENTRO - COMUNICACIONES - MENDIGA VOZ - NOMBRES Y FIGURAS - CAMINOS DEL ESPEJO - MEMORIA - DURACIN - SOMBRA DE LOS DAS A VENIR - CANTORA NOCTURNA - EL AUSENTE - CENIZAS - LA LUZ CADA DE LA NOCHE - COLD IN HAND BLUES - DEL OTRO LADO - CAROLINE DE GUNDORODE - EL OLVIDO - DESPEDIDA - CREPSCULO - NOMBRARTE - SENTIDO DE SU AUSENCIA - EL DESPERTAR - CANTO - EL SOL, EL POEMA - DESTRUCCIONES - SOLO UN NOMBRE - EN UN EJEMPLAR DE "LES CHANTS DE MALDOROR" EXILIO - FRONTERAS INTILES - HIJA DEL VIENTO - EL CORAZN DE LO QUE EXISTE

  • - LAS GRANDES PALABRAS - SILENCIOS - INVOCACIONES - LA ENAMORADA - LA MESA VERDE - LA LTIMA INOCENCIA - LA NICA HERIDA - EN UN LUGAR PARA HUIRSE - L'OBSCURIT DES EAUX - LOS TRABAJOS Y LAS NOCHES - MADRUGADA - RELOJ - MS ALL DEL OLVIDO - MENDIGA VOZ - LA VIRGEN DE HIERRO - MORADAS - MUCHO MS ALL - NAUFRAGIO INCONCLUSO - NOCHE - PEREGRINAJE - LA JAULA MORTAL - EL INFIERNO MUSICAL - PIDO EL SILENCIO - CAER - LA PALABRA DEL DESEO - POEMA 3 - POEMA 35 - RECONOCIMIENTO - QUIN ALUMBRA - REVELACIONES - SALVACIN - SIGNOS - SOLAMENTE - FUGA EN LILA - TORTURAS CLSICAS - SOLAMENTE EN LAS NOCHES - SOMBRAS DE LOS DAS A VENIR - SOUS LA NUIT - SUEO - LA PALABRA QUE SANA - TE HABLO - EL ESPEJO DE LA MELANCOLA - FIESTA - TIEMPO - LEJANA - CUARTO SOLO - PRESENCIA

  • - LA JAULA - AZUL - POEMA - CONTINUIDAD - FORMAS - EL MIEDO - FIESTA EN EL VACO - HIJAS DEL VIENTO - LA CARENCIA - HISTORIA ANTIGUA - LA DANZA INMVIL - COMO AGUA SOBRE UNA PIEDRA - VRTIGOS O CONTEMPLACIN DE ALGO QUE TERMINA - EN LA OTRA MADRUGADA - DESFUNDACIN - POEMA PARA EL PADRE - TU VOZ - LAZO MORTAL - LA DE LOS OJOS ABIERTOS - ENDECHAS I - ENDECHAS II - ENDECHAS III - ENDECHAS IV - ORIGEN - FRAGMENTOS PARA DOMINAR EL SILENCIO - ALGO - UN SUEO DONDE EL SILENCIO ES DE ORO - LOS PASOS PERDIDOS - DONDE CIRCUNDA LO VIDO - PIEDRA FUNDAMENTAL - VERDE PARASO - EN ESTA NOCHE, EN ESTE MUNDO - BUSCAR - A TIEMPO Y NO - EL DESEO DE LA PALABRA - TANGIBLE AUSENCIA - SE PROHIBE MIRAR EL CSPED - ENTREVISTA A ALEJANDRA PIZARNIK

  • A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD

    Ese instante que no se olvida Tan vaco devuelto por las sombras Tan vaco rechazado por los relojes Ese pobre instante adoptado por mi ternura Desnudo desnudo de sangre de alas Sin ojos para recordar angustias de antao Sin labios para recoger el zumo de las

    violencias perdidas en el canto de los helados

    campanarios.

    Ampralo nia ciega de alma Ponle tus cabellos escarchados por el fuego Abrzalo pequea estatua de terror. Selale el mundo convulsionado a tus pies A tus pies donde mueren las golondrinas Tiritantes de pavor frente al futuro Dile que los suspiros del mar Humedecen las nicas palabras Por las que vale vivir.

    Pero ese instante sudoroso de nada Acurrucado en la cueva del destino Sin manos para decir nunca Sin manos para regalar mariposas A los nios muertos

  • LOS OJOS ABIERTOS

    Alguien mide sollozando la extensin del alba. Alguien apuala la almohada en busca de su imposible lugar de reposo.

  • BALADA DE LA PIEDRA QUE LLORA

    la muerte se muere de risa pero la vida se muere de llanto pero la muerte pero la vida pero nada nada nada

  • POEMA PARA EMILY DICKINSON

    Del otro lado de la noche la espera su nombre, su subrepticio anhelo de vivir, del otro lado de la noche! Algo llora en el aire, los sonidos disean el alba. Ella piensa en la eternidad.

  • AMANTES

    una flor no lejos de la noche mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del roco

  • LA VERDAD DE ESTA VIEJA PARED

    que es fro es verde que tambin se mueve llama jadea grazna es halo es hielo hilos vibran tiemblan hilos es verde estoy muriendo es muro es mero muro es mudo mira muere

  • ANILLOS DE CENIZA

    Son mis voces cantando para que no canten ellos, los amordazados grismente en el alba, los vestidos de pjaro desolado en la lluvia.

    Hay, en la espera, un rumor a lila rompindose. Y hay, cuando viene el da, una particin de sol en pequeos soles negros. Y cuando es de noche, siempre, una tribu de palabras mutiladas busca asilo en mi garganta para que no canten ellos, los funestos, los dueos del silencio.

  • UN CUENTO MEMORABLE

    -Esa de negro que sonre desde la pequea ventana del tranva se asemeja a Mme. Lamort -dijo.

    -No es posible, pues en Pars no hay tranvas. Adems, esa de negro del tranva en nada se asemeja a Mme. Lamort. Todo lo contrario: es Mme. Lamort quien se asemeja a esa de negro. Resumiendo: no solo no hay tranvas en Pars sino que nunca en mi vida he visto a Mme. Lamort, ni siquiera en retrato.

    -Usted coincide conmigo -dijo-, porque tampoco yo conozco a Mme. Lamort.

    -Quin es usted? Deberamos presentarnos.

    -Mme. Lamort -dijo-. Y usted?

    -Mme. Lamort.

    -Su nombre no deja de recordarme algo -dijo.

    -Trate de recordar antes de que llegue el tranva.

    -Pero si acaba de decir que no hay tranvas en Pars -dijo.

    -No los haba cuando lo dije, pero nunca se sabe que va a pasar.

    -Entonces espermoslo puesto que lo estamos esperando.

  • DESMEMORIA

    Aunque la voz (su olvido volcndome nufragas que son yo) oficia en un jardn petrificado

    recuerdo con todas mis vidas por qu olvido.

  • RBOL DE DIANA

    1 He dado el salto de m al alba. He dejado mi cuerpo junto a la luz y he cantado la tristeza de lo que nace.

    2 stas son las versiones que nos propone: un agujero, una pared que tiembla...

    3 slo la sed el silencio ningn encuentro

    cudate de m amor mo cudate de la silenciosa en el desierto de la viajera con el vaso vaco y de la sombra de su sombra

    4 Ahora bien: Quin dejar de hundir su mano en busca del tributo para la pequea olvidada. El fro

    pagar. Pagar el viento. La lluvia pagar. Pagar el trueno.

    5 por un minuto de vida breve nica de ojos abiertos por un minuto de ver en el cerebro flores pequeas danzando como palabras en la boca de un mudo

    6 ella se desnuda en el paraso de su memoria ella desconoce el feroz destino de sus visiones ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe

  • 7 Salta con la camisa en llamas de estrella a estrella, de sombra en sombra. Muere de muerte lejana la que ama al viento.

    8 Memoria iluminada, galera donde vaga la sombra de lo que espero. No es verdad que vendr. No es verdad que no vendr.

    9 Estos huesos brillando en la noche, estas palabras como piedras preciosas en la garganta viva de un pjaro petrificado, este verde muy amado, este lila caliente, este corazn slo misterioso.

    10 un viento dbil lleno de rostros doblados que recorto en forma de objetos que amar

    11 ahora en esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada

    12 no ms las dulces metamorfosis de una nia de seda sonmbula ahora en la cornisa de niebla

    su despertar de mano respirando de flor que se abre al viento

    13 explicar con palabras de este mundo que parti de m un barco llevndome

  • 14 El poema que no digo, el que no merezco. Miedo de ser dos camino del espejo: alguien en m dormido me come y me bebe.

    15 Extrao desacostumbrarme de la hora en que nac. Extrao no ejercer ms oficio de recin llegada.

    16 has construido tu casa has emplumado tus pjaros has golpeado al viento con tus propios huesos

    has terminado sola lo que nadie comenz

    17 Das en que una palabra lejana se apodera de m. Voy por esos das sonmbula y transparente. La hermosa autmata se canta, se

    encanta, se cuenta casos y cosas: nido de hilos rgidos donde me danzo y me lloro en mis numerosos

    funerales. (Ella es su espejo incendiado, su espera en hogueras

    fras, su elemento mstico, su fornicacin de nombres creciendo solos en la noche plida.)

    18 como un poema enterado del silencio de las cosas hablas para no verme

    19 cuando vea los ojos que tengo en los mos tatuados

  • 20 dice que no sabe del miedo de la muerte del

    amor dice que tiene miedo de la muerte del amor dice que el amor es muerte es miedo dice que la muerte es miedo es amor dice que no sabe

    21 he nacido tanto y doblemente sufrido en la memoria de aqu y de all

    22 en la noche un espejo para la pequea muerta un espejo de cenizas

    23 una mirada desde la alcantarilla puede ser una visin del mundo

    la rebelin consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos

    24 (dibujo de Wols)

    estos hilos aprisionan a las sombras y las obligan a rendir cuentas del silencio estos hilos unen la mirada al sollozo

    25 (exposicin Goya)

    un agujero en la noche sbitamente invadido por un ngel

  • 26 (un dibujo de Klee)

    cuando el palacio de la noche encienda su hermosura pulsaremos los espejos hasta que nuestros rostros canten como dolos

    27 un golpe del alba en las flores me abandona ebria de nada y de luz lila ebria de inmovilidad y de certeza

    28 te alejas de los nombres que hilan el silencio de las cosas

    29 Aqu vivimos con una mano en la garganta. Que nada es posible ya lo saban los que

    inventaban lluvias y tejan palabras con el tormento de

    la ausencia. Por eso en sus plegarias haba un sonido de manos enamoradas de la niebla.

    30 en el invierno fabuloso la endecha de las alas en la lluvia en la memoria del agua dedos de niebla

    31 Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten de relojes y de

    flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos

    cerrados y un sufrimiento en verdad demasiado grande pulsamos los espejos hasta que las palabras olvidadas suenan mgicamente.

  • 32 Zona de plagas donde la dormida come lentamente su corazn de medianoche.

    33 alguna vez alguna vez tal vez me ir sin quedarme me ir como quien se va

    34 la pequea viajera mora explicando su muerte

    sabios animales nostlgicos visitaban su cuerpo caliente

    35 Vida, mi vida, djate caer, djate doler, mi

    vida, djate enlazar de fuego, de silencio ingenuo,

    de piedras verdes en la casa de la noche, djate caer y doler, mi vida.

    36 en la jaula del tiempo la dormida mira sus ojos solos

    el viento le trae la tenue respuesta de las hojas

    37 ms all de cualquier zona prohibida hay un espejo para nuestra triste

    transparencia

    38 Este canto arrepentido, viga detrs de mis poemas:

    este canto me desmiente, me amordaza.

  • INFANCIA

    Hora en que la yerba crece en la memoria del caballo. El viento pronuncia discursos ingenuos en honor de las lilas, y alguien entra en la muerte con los ojos abiertos como Alicia en el pas de lo ya visto.

  • MEDIDAS SEVERAS

    Durante seis aos la condesa asesin impunemente. En el transcurso de esos aos no haban cesado de correr los ms tristes rumores a su respecto. Pero el nombre Bthory, no slo ilustre sino activamente protegido por los Habsburgo, atemorizaba a los probables denunciadores.

    Hacia 1610 el rey tena ms siniestros informes --acompaados de pruebas-- acerca de la condesa. Despus de largas vacilaciones decidi tomar severas medidas. Encarg al poderoso palatino Thurz que indagara los luctuosos hechos de Csejthe y castigase a la culpable.

    En compaa de sus hombres armados, Thurz lleg al castillo sin anunciarse. En el subsuelo, desordenado por la sangrienta ceremonia de la noche anterior, encontr un bello cadver mutilado y dos nias en agona. No es esto todo. Aspir el olor a cadver; mir los muros ensangrentados; vio "la Virgen de hierro", la jaula, los instrumentos de tortura, las vasijas con sangre reseca, las celdas --y en una de ellas a un grupo de muchachas que aguardaban su turno para morir y que le dijeron que despus de muchos das de ayuno les haban servido una cierta carne asada que haba pertenecido a los hermosos cuerpos de sus compaeras muertas...

    La condesa, sin negar las acusaciones de Thurz, declar que todo aquello era su derecho de mujer noble y de alto rango. A lo que respondi el palatino: ...te condeno a prisin perpetua dentro de tu castillo.

    Desde su corazn, Thurz se dira que haba que decapitar a la condesa, pero un castigo tan ejemplar hubiese podido suscitar la reprobacin no solo respecto a los Bthory sino a los nobles en general. Mientras tanto, en el aposento de la condesa fue hallado un cuadernillo cubierto por su

  • letra con los nombres y las seas particulares de sus vctimas que all sumaban 610... En cuanto a los secuaces de Erzbet, se los proces, confesaron hechos increbles, y murieron en la hoguera.

    La prisin suba en torno suyo. Se muraron las puertas y las ventanas de su aposento. En una pared fue practicada una nfima ventanilla por donde poder pasarle los alimentos. Y cuando todo estuvo terminado erigieron cuatro patbulos en los ngulos del castillo para sealar que all viva una condenada a muerte.

    As vivi ms de tres aos, casi muerta de fro y de hambre. Nunca demostr arrepentimiento. Nunca comprendi por qu la condenaron. El 21 de agosto de 1614, un cronista de la poca escriba: Muri al anochecer, abandonada de todos.

    Ella no sinti miedo, no tembl nunca. Entonces, ninguna compasin ni emocin ni admiracin por ella. Slo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinacin por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocacin de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable.

    Como Sade en sus escritos, como Gilles de Rais en sus crmenes, la condesa Bthory alcanzo, ms all de todo lmite, el ltimo fondo del desenfreno. Ella es una prueba ms de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible.

  • ANTES

    bosque musical

    los pjaros dibujaban en mis ojos pequeas jaulas

  • EN TU ANIVERSARIO

    Recibe este rostro mo, mudo, mendigo. recibe este amor que te pido. Recibe lo que hay en m que eres t.

  • UN ABANDONO

    Un abandono en suspenso. Nadie es visible sobre la tierra. Slo la msica de la sangre asegura residencia en un lugar tan abierto.

  • ENCUENTRO

    alguien entra en silencio y me abandona. Ahora la soledad no est sola. T hablas como la noche. Te anuncias como la sed.

  • COMUNICACIONES

    El viento me haba comido parte de la cara y las manos. Me llamaban ngel harapiento. Yo esperaba.

  • MENDIGA VOZ

    Y an me atrevo a amar el sonido de la luz en una hora muerta, el color del tiempo en un muro abandonado.

    En mi mirada lo he perdido todo. Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no

    hay.

  • NOMBRES Y FIGURAS

    La hermosura de la infancia sombra, la tristeza imperdonable entre muecas, estatuas, cosas mudas, faborables al doble monologo entre yo y mi antro lujurioso, el tesoro de los piratas enterrado en mi primera persona del singular.

    No se espera otra cosa que msica y deja, deja que le sufrimiento que vibra en formas traidoras y demasiado bellas llegue al fondo de los fondos.

    Hemos intentado hacernos perdonar lo que no hicimos, las ofensas fantsticas las culpas fantasmas. Por bruma, por nadie, por sombras, hemos expiado.

    Lo que quiero es honorar a la poseedora de mi sombra: la que sustrae de la nada nombres y figuras.

  • CAMINOS DEL ESPEJO

    I Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no

    pasara nada, lo cual es cierto.

    II Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro

    se aleje de mi miedo como un pjaro del borde filoso de la noche.

    III Como una nia de tiza rosada en un muro muy

    viejo sbitamente borrada por la lluvia.

    IV Como cuando se abre una flor y revela el

    corazn que no tiene.

    V Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para

    hacer de m la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

    VI Cubre la memoria de tu cara con la mscara de

    la que sers y asusta a la nia que fuiste.

    VII La noche de los dos se dispers con la niebla.

    Es la estacin de los alimentos fros.

    VIII Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo,

    en el fondo, en el pozo, yo beba, recuerdo.

    IX Caer como un animal herido en el lugar que iba

    a ser de revelaciones.

  • X Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa.

    Boca cosida. Prpados cosidos. Me olvid. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento

    adentro.

    XI Al negro sol del silencio las palabras se

    doraban.

    XII Pero el silencio es cierto. Por eso escribo.

    Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aqu que tiembla.

    XIII Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a

    cosas que me suceden. Y qu deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto. Por eso hablo.

    XIV La noche tiene la forma de un grito de lobo.

    XV Delicia de perderse en la imagen presentida.

    Yo me levant de mi cadver, yo fui en busca de quien soy.

    Peregrina de m, he ido hacia la que duerme en un pas al viento.

    XVI Mi cada sin fin a mi cada sin fin en donde

    nadie me aguard pues al mirar quin me aguardaba no vi otra cosa que a m misma.

    XVII Algo caa en el silencio. Mi ltima palabra

    fue yo pero me refera al alba luminosa.

    XVIII Flores amarillas constelan un crculo de

    tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

  • XIX Deslumbramiento del da, pjaros amarillos en

    la maana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra

    la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,

    he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

  • MEMORIA

    Arpa de silencio en donde anida el miedo. Gemido lunar de las cosas significando ausencia.

    Espacio de color cerrado. alguien golpea y arma un atad para la hora, otro atad para la luz.

  • DURACIN

    De aqu parti en la negra noche y su cuerpo hubo de morar en este cuarto en donde sollozos, pasos peligrosos de quien no viene, pero hay su presencia amarrada a este lecho en donde sollozos porque un rostro llama, engarzado en lo oscuro, piedra preciosa.

  • SOMBRA DE LOS DAS A VENIR

    Maana me vestirn con cenizas el alba, me llenarn la boca de flores. Aprender a dormir en la memoria de un muro, en la respiracin de un animal que suea.

  • CANTORA NOCTURNA

    Joe, macht die Musik von damals nacht...

    La que muri de su vestido azul est cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad.

    Adentro de su cancin hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazn verde

    tatuado con los ecos de los latidos de su corazn muerto.

    Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una nia extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del fro gris en

    los ojos, su voz corroe la distancia que se abre

    entre la sed y la mano que busca el vaso.

    Ella canta.

  • EL AUSENTE

    I La sangre quiere sentarse Le han robado su razn de amor. Ausencia desnuda. Me deliro, me desplumo. Qu dira el mundo si Dios lo hubiera abandonado as?

    II Sin ti el sol cae como un muerto abandonado

    Sin ti me tomo en mis brazos y me llevo a la vida a mendigar fervor.

  • CENIZAS

    La noche se astill de estrellas mirndome alucinada el aire arroja odio embellecido su rostro con msica.

    Pronto nos iremos

    Arcano sueo antepasado de mi sonrisa el mundo est demacrado y hay candado pero no llaves y hay pavor pero no lgrimas.

    Qu har conmigo?

    Porque a Ti te debo lo que soy

    Pero no tengo maana

    Porque a Ti te...

    La noche sufre.

  • LA LUZ CADA DE LA NOCHE

    vierte esfinge tu llanto en mi delirio crece con flores en mi espera porque la salvacin celebra el manar de la nada

    vierte esfinge la paz de tus cabellos de piedra en mi sangre rabiosa

    yo no entiendo la msica del ultimo abismo yo no s del sermn del brazo de hiedra pero quiero ser el pjaro enamorado que arrastra a las muchachas ebrias de misterio quiero al pjaro sabio en amor el nico libre

  • COLD IN HAND BLUES

    y qu es lo que vas a decir voy a decir solamente algo y qu es lo que vas a hacer voy a ocultarme en el lenguaje y por qu tengo miedo

  • DEL OTRO LADO

    Aos y minutos hacen el amor. Mscaras verdes bajo la lluvia. Iglesia de vitrales obscenos. Huella azul en la pared.

    No conozco. No reconozco. Oscuro. Silencio.

  • CAROLINE DE GUNDORODE

    La mano de la enamorada del viento acaricia la cara del ausente. La alucinada con su maleta de piel de pjaro huye de s misma con un cuchillo en la

    memoria. La que fue devorada por el espejo entra en un cofre de cenizas y apacigua a las bestias del olvido.

  • EL OLVIDO

    en la otra orilla de la noche el amor es posible

    --llvame--

    llvame entre las dulces sustancias que mueren cada da en tu memoria

  • DESPEDIDA

    Mata su luz un fuego abandonado. Sube su canto un pjaro enamorado. Tantas criaturas vidas en mi silencio y esta pequea lluvia que me acompaa.

  • CREPSCULO

    La sombra cubre ptalos mirados El viento se lleva el ltimo gesto de una hoja El mar ajeno y doblemente mudo en el verano que apiada por sus luces

    Un deseo de aqu Una memoria de all

  • NOMBRARTE

    No el poema de tu ausencia, slo un dibujo, una grieta en un muro, algo en el viento, un sabor amargo.

  • SENTIDO DE SU AUSENCIA

    si yo me atrevo a mirar y a decir es por su sombra unida tan suave a mi nombre all lejos en la lluvia en mi memoria por su rostro que ardiendo en mi poema dispersa hermosamente un perfume a amado rostro desaparecido

  • EL DESPERTAR

    Seor La jaula se ha vuelto pjaro y se ha volado y mi corazn est loco porque alla a la muerte y sonre detrs del viento a mis delirios

    Qu har con el miedo Qu har con el miedo

    Ya no baila la luz en mi sonrisa ni las estaciones queman palomas en mis ideas Mis manos se han desnudado y se han ido donde la muerte ensea a vivir a los muertos

    Seor El aire me castiga el ser Detrs del aire hay monstruos que beben de mi sangre

    Es el desastre Es la hora del vaco no vaco Es el instante de poner cerrojo a los labios or a los condenados gritar contemplar a cada uno de mis nombres ahorcados en la nada.

    Seor Tengo veinte aos Tambin mis ojos tienen veinte aos y sin embargo no dicen nada

    Seor He consumado mi vida en un instante La ltima inocencia estall Ahora es nunca o jams o simplemente fue

  • Cmo no me suicido frente a un espejo y desaparezco para reaparecer en el mar donde un gran barco me esperara con las luces encendidas?

    Cmo no me extraigo las venas y hago con ellas una escala para huir al otro lado de la noche?

    El principio ha dado a luz el final Todo continuar igual Las sonrisas gastadas El inters interesado Las preguntas de piedra en piedra Las gesticulaciones que remedan amor Todo continuar igual

    Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo porque an no les ensearon que ya es demasiado tarde

    Seor Arroja los fretros de mi sangre

    Recuerdo mi niez cuando yo era una anciana Las flores moran en mis manos porque la danza salvaje de la alegra les destrua el corazn

    Recuerdo las negras maanas de sol cuando era nia es decir ayer es decir hace siglos

    Seor La jaula se ha vuelto pjaro y ha devorado mis esperanzas

    Seor La jaula se ha vuelto pjaro Qu har con el miedo

  • CANTO

    el tiempo tiene miedo el miedo tiene tiempo el miedo

    pasea por mi sangre arranca mis mejores frutos devasta mi lastimosa muralla

    destruccin de destrucciones slo destruccin

    y miedo mucho miedo miedo.

  • EL SOL, EL POEMA

    Barcos sobre el agua natal. Agua negra, animal de olvido. Agua lila, nica

    vigilia. El misterio soleado de las voces en el parque.

    Oh tan antiguo.

  • DESTRUCCIONES

    Del combate con las palabras ocltame y apaga el furor de mi cuerpo elemental.

  • SOLO UN NOMBRE

    alejandra alejandra debajo estoy yo alejandra

  • EN UN EJEMPLAR DE "LES CHANTS DE MALDOROR"

    Debajo de mi vestido arda un campo con flores alegres

    como los nios de la medianoche. El soplo de la luz en mis huesos cuando

    escribo la palabra tierra. Palabra o presencia seguida por

    animales perfumados; triste como s misma, hermosa como el

    suicidio; y que me sobrevuela como una dinasta de soles.

  • EXILIO

    Esta mana de saberme ngel, sin edad, sin muerte en qu vivirme, sin piedad por mi nombre ni por mis huesos que lloran vagando.

    Y quin no tiene un amor? Y quin no goza entre amapolas? Y quin no posee un fuego, una muerte, un miedo, algo horrible, aunque fuere con plumas, aunque fuere con sonrisas?

    Siniestro delirio amar a una sombra. La sombra no muere. Y mi amor slo abraza a lo que fluye como lava del infierno: una logia callada, fantasmas en dulce ereccin, sacerdotes de espuma, y sobre todo ngeles, ngeles bellos como cuchillos que se elevan en la noche y devastan la esperanza.

  • FRONTERAS INTILES

    un lugar no digo un espacio hablo de qu

    hablo de lo que no es hablo de lo que conozco

    no el tiempo slo todos los instantes no el amor no s no

    un lugar de ausencia un hilo de miserable unin.

  • HIJA DEL VIENTO

    Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencias, a llanto. Pero t alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeos perdidos en el desierto.

    Han venido a incendiar la edad del sueo. Un adis es tu vida. Pero t te abrazas como la serpiente loca de movimiento que slo se halla a s misma porque no hay nadie.

    T lloras debajo del llanto, t abres el cofre de tus deseos y eres ms rica que la noche.

    Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.

  • EL CORAZN DE LO QUE EXISTE

    no me entregues, tristsima medianoche, al impuro medioda blanco

  • LAS GRANDES PALABRAS

    an no es ahora ahora es nunca

    an no es ahora ahora y siempre es nunca

  • SILENCIOS

    La muerte siempre al lado, Escucho su decir. Slo me oigo.

  • INVOCACIONES

    Insiste en tu abrazo, redobla tu furia , crea un espacio de injurias entre yo y el espejo, crea un canto de leprosa entre yo y la que me creo.

  • LA ENAMORADA

    ante la lgubre mana de vivir esta recndita humorada de vivir te arrastra Alejandra no lo niegues.

    hoy te miraste en el espejo y te fuiste triste estabas sola y la luz ruga el aire cantaba pero tu amado no volvi

    enviars mensajes sonreirs tremolars tus manos as volver tu amado tan amado

    oyes la demente sirena que lo rob el barco con barbas de espuma donde murieron las risas recuerdas el ltimo abrazo oh nada de angustias re en el pauelo llora a carcajadas pero cierra las puertas de tu rostro para que no digan luego que aquella mujer enamorada fuiste t

    te remuerden los das te culpan las noches te duele la vida tanto tanto desesperada adnde vas? desesperada nada ms!

  • LA MESA VERDE

    El sol como un gran animal demasiado amarillo. Es una suerte que nadie me

    ayude. Nada ms peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibir ayuda.

    Pero a mi noche no la mata ningn sol.

    Tendr tiempo para hacerme una mscara cuando emerja de la sombra?

    Me pruebo en el lenguaje en que compruebo el peso de mis muertos.

    El mar esconde sus muertos. Porque lo de abajo tiene que quedar abajo.

  • LA LTIMA INOCENCIA

    Partir en cuerpo y alma partir.

    Partir deshacerse de las miradas piedras opresoras que duermen en la garganta.

    He de partir no ms inercia bajo el sol no ms sangre anonadada no ms fila para morir.

    He de partir

    Pero arremete viajera!

  • LA NICA HERIDA

    Qu bestia cada de pasmo se arrastra por mi sangre y quiere salvarse?

    He aqu lo difcil: caminar por las calles y sealar el cielo o la tierra.

  • EN UN LUGAR PARA HUIRSE

    Espacio. Gran espera. Nadie viene. Esta sombra.

    Darle lo que todos: significaciones sombras, no asombradas.

    Espacio. Silencio ardiente. Qu se dan entre s las sombras?

  • L'OBSCURIT DES EAUX

    Escucho resonar el agua que cae en mi sueo. Las palabras caen como el agua yo caigo.

    Dibujo en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis aguas, me digo mis silencios. Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme. Y pienso en el viento que viene a m, permanece en m. Toda la noche he caminado bajo la

    lluvia desconocida. A m me han dado un silencio pleno de formas y visiones (dices). Y corres

    desolada como el nico pjaro en el viento.

  • LOS TRABAJOS Y LAS NOCHES

    Para reconocer en la sed mi emblema para significar el nico sueo para no sustentarme nunca de nuevo en el amor he sido toda ofrenda un puro errar de loba en el bosque en la noche de los cuerpos para decir la palabra inocente

  • MADRUGADA

    Desnudo soado una noche solar. He yacido das animales. El viento y la lluvia me borraron como a un fuego, como a un poema escrito en un muro.

  • RELOJ

    Dama pequesima moradora en el corazn de un pjaro sale al alba a pronunciar una slaba NO

  • MS ALL DEL OLVIDO

    alguna vez de un costado de la luna vers caer los besos que brillan en m las sombras sonreirn altivas luciendo el secreto que gime vagando vendrn las hojas impvidas que algn da fueron lo que mis ojos vendrn las mustias fragancias que innatas descendieron del alado son vendrn las rojas alegras que burbujean intensas en el sol que redondea las armonas equidistantes en el humo danzante de la pipa de mi amor

  • MENDIGA VOZ

    Y an me atrevo a amar el sonido de la luz en una hora muerta, el color del tiempo en un muro abandonado.

    En mi mirada lo he perdido todo. Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no

    hay.

  • LA VIRGEN DE HIERRO

    Haba en Nuremberg un famoso autmata llamado "la Virgen de hierro". La condesa Bthory adquiri una replica para la sala de torturas de su castillo de Csejthe. Esta dama metlica era del tamao y del color de la criatura humana. Desnuda, maquillada, enjoyada, con rubios cabellos que llegaban al suelo, un mecanismo permita que sus labios se abrieran en una sonrisa, que los ojos se movieran.

    La condesa, sentada en su trono, contempla.

    para que la "Virgen" entre en accin es preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar. Responde inmediatamente con horribles sonidos mecnicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren en un perfecto abrazo sobre lo que est cerca de ella ---en este caso una muchacha---. La autmata la abraza y ya nadie podr desanudar le cuerpo vivo del cuerpo de hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puales que atraviesan a su viviente compaera de largos cabellos sueltos como los suyos.

    Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se cierra as como los ojos, y la asesina vuelve a ser la "Virgen" inmvil en su fretro.

  • MORADAS

    En la mano crispada de un muerto, en la memoria de un loco, en la tristeza de un nio, en la mano que busca el vaso, en el vaso inalcanzable, en la sed de siempre.

  • MUCHO MS ALL

    Y si nos vamos anticipando de sonrisa en sonrisa hasta la ltima esperanza?

    Y qu? Y qu me das a m, a m que he perdido mi nombre, el nombre que me era dulce sustancia en pocas remotas, cuando yo no era yo sino una nia engaada por su sangre?

    A qu , a qu este deshacerme, este desangrarme, este desplumarme, este desequilibrarme si mi realidad retrocede como empujada por una ametralladora y de pronto se lanza a correr, aunque igual la alcanzan, hasta que cae a mis pies como un ave muerta? Quisiera hablar de la vida . Pues esto es la vida, este aullido, este clavarse las uas en el pecho, este arrancarse la cabellera a puados , este escupirse a los propios ojos, slo por decir, slo por ver si se puede decir: "es que yo soy? verdad que s ? no es verdad que yo existo y no soy la pesadilla de una bestia?".

    Y con las manos embarradas golpeamos a las puertas del amor. Y con la conciencia cubierta de sucios y hermosos velos, pedimos por Dios. Y con las sienes restallantes de imbcil soberbia tomamos de la cintura a la vida y pateamos de soslayo a la muerte.

  • Pues esto es lo que hacemos. Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa hasta la ltima esperanza.

  • NAUFRAGIO INCONCLUSO

    Este temporal a destiempo, estas rejas en las nias

    de mis ojos, esta pequea historia de amor que se cierra como un abanico que abierto mostraba

    a la bella alucinada: la ms desnuda del bosque en

    el silencio musical de los abrazos.

  • NOCHE

    Tal vez esta noche no es noche, debe ser un sol horrendo, o lo otro, o cualquier cosa. Qu s yo! Faltan palabras, falta candor, falta poesa cuando la sangre llora y llora!

    Pudiera ser tan feliz esta noche! Si slo me fuera dado palpar las sombras, or pasos, decir "buenas noches" a cualquiera que pasease a su perro, mirara la luna, dijera su extraa lactescencia tropezara con piedras al azar, como se hace.

    Pero hay algo que rompe la piel, una ciega furia que corre por mis venas. Quiero salir! Cancerbero del alma. Deja, djame traspasar tu sonrisa! Pudiera ser tan feliz esta noche!

    An quedan ensueos rezagados. Y tantos libros! Y tantas luces Y mis pocos aos! Por qu no? La muerte est lejana. No me mira. Tanta vida, Seor! Para qu tanta vida?

  • PEREGRINAJE

    Llam, llam como la nufraga dichosa a las olas verdugas que conocen el verdadero nombre de la muerte.

    He llamado al viento, le confi mi deseo de ser.

    Pero un pjaro muerto vuela hacia la desesperanza en medio de la msica cuando brujas y flores cortan la mano de la bruma. Un pjaro muerto llamado azul.

    No es la soledad con alas, es el silencio de la prisionera, es la mudez de pjaros y viento, es el mundo enojado con mi risa o los guardianes del infierno rompiendo mis cartas.

    He llamado, he llamado. He llamado hacia nunca.

  • LA JAULA MORTAL

    Tapizada con cuchillos y adornada con filosas puntas de acero, su tamao admite un cuerpo humano; se la risa mediante una polea. La ceremonia de la jaula se despliega as:

    La sirvienta Dork arrastra por los cabellos a una joven desnuda; la encierra en la jaula; alza la jaula. Aparece la "dama de stas ruinas", la sonmbula vestida de blanco. lenta y silenciosa se sienta en un escabel situado debajo de la jaula.

    Rojo atizador en mano, Dork azuza a la prisionera quien, al retroceder ---y eh aqu la gracia de la jaula---, se clava por si misma los filosos aceros mientras su sangre mana sobre la mujer plida que la recibe impasible con los ojos puestos en ningn lado. Cuando se repone de su trance se aleja lentamente. Han habido dos metamorfosis: su vestido blanco , ahora es rojo y donde hubo una muchacha hay un cadver.

  • EL INFIERNO MUSICAL

    Golpean con soles Nada se acopla con nada aqu Y de tanto animal muerto en el cementerio de

    huesos filosos de mi memoria Y de tantas monjas como cuervos que se

    precipitan a hurgar entre mis piernas La cantidad de fragmentos me desgarra Impuro dilogo Un proyectarse desesperado de la materia

    verbal Liberada a s misma Naufragando en s misma

  • PIDO EL SILENCIO

    Canta, lastimada ma (Cervantes)

    aunque es tarde, es noche, y t no puedes.

    Canta como si no pasara nada.

    Nada pasa

  • CAER

    Nunca de nuevo la esperanza en un ir y venir de nombres, de figuras. Alguien so muy mal, alguien consumi por error las distancias olvidadas.

  • LA PALABRA DEL DESEO

    Esta espectral textura de la oscuridad, esta meloda en los huesos, este soplo de silencios diversos, este ir abajo por abajo, esta galera oscura, oscura, este hundirse sin hundirse.

    Qu estoy diciendo? Est oscuro y quiero entrar. No s qu ms decir. (Yo no quiero decir, yo quiero entrar.) El dolor en los huesos, el lenguaje roto a palabras, poco a poco reconstituir el diagrama de la irrealidad.

    Posesiones no tengo (esto es seguro; al fin algo seguro). Luego una meloda. Es una meloda plaidera, una luz lila, una inminencia sin destinatario. Veo la meloda. Presencia de una luz anaranjada. Sin tu mirada no voy a saber vivir, tambin esto es seguro. Te suscito, te resucito. Y me dijo que saliera al viento y fuera de casa en casa preguntando si estaba.

    Paso desnuda con un cirio en la mano, castillo fro, jardn de las delicias. La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinnimo de un paisaje. La soledad sera esta meloda rota de mis frases.

  • POEMA 3

    Slo la sed el silencio ningn encuentro

    cudate de m amor mo cudate de la silenciosa en el desierto de la viajera con el vaso vaco y de la sombra de su sombra

  • POEMA 35

    Vida, mi vida, djate caer, djate doler, mi vida,

    djate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de

    piedras verdes en la casa de la noche, djate caer y doler, mi vida.

  • RECONOCIMIENTO

    T haces el silencio de las lilas que aletean en mi tragedia del viento en el corazn. T hiciste de mi vida un cuento para nios en donde naufragios y muertes son pretextos de ceremonias adorables.

  • QUIN ALUMBRA

    Cuando me miras mis ojos son llaves, el muro tiene secretos, mi temor palabras, poemas. Slo t haces de mi memoria una viajera fascinada, un fuego incesante.

  • REVELACIONES

    En la noche a tu lado las palabras son claves, son llaves. el deseo es rey.

    Que tu cuerpo sea siempre un amado espacio de revelaciones.

  • SALVACIN

    Se fuga la isla. Y la muchacha vuelve a escalar el viento y a descubrir la muerte del pjaro profeta. Ahora es el fuego sometido. Ahora es la carne ..la hoja ..la piedra perdidas en la fuente del tormento como el navegante en el horror de la

    civilizacin que purifica la cada de la noche. Ahora la muchacha halla la mscara del infinito y rompe el muro de la poesa.

  • SIGNOS

    Todo hace el amor con el silencio. Me haban prometido un silencio como un fuego,

    una casa de silencio. De pronto el templo es un circo y la luz un

    tambor.

  • SOLAMENTE

    ya comprendo la verdad

    estalla en mis deseos

    y mis desdichas en mis desencuentros en mis desequilibrios en mis delirios

    ya comprendo la verdad

    ahora a buscar la vida

  • FUGA EN LILA

    Haba que escribir sin para qu, sin para quin.

    El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lmpara.

    El silencio es tentacin y promesa.

  • TORTURAS CLSICAS

    Salvo algunas interferencias barrocas --tales como la "Virgen de hierro", la muerte por agua o la jaula-- la condesa adhera a un estilo de torturar montonamente clsico que se podra resumir as:

    Se escogan varias muchachas altas, bellas y resistentes --su edad oscilaba entre los 12 y los 18 aos-- y se las arrastraba a la sala de torturas en donde esperaba, vestida de blanco en su trono, la condesa. Una vez maniatadas, las sirvientas las flagelaban hasta que la piel del cuerpo se desgarraba y las muchachas se transformaban en llagas tumefactas; les aplicaban los atizadores enrojecidos al fuego; les cortaban los dedos con tijeras o cizallas; les punzaban las llagas; les practicaban incisiones con navajas (si la condesa se fatigaba de or gritos les cosan la boca; si alguna joven se desvaneca demasiado pronto se la auxiliaba haciendo arder entre sus piernas papel embebido en aceite). La sangre manaba como un geiser y el vestido blanco de la dama nocturna se volva rojo. Y tanto, que deba ir a su aposento y cambiarlo por otro (en qu pensara durante esa breve interrupcin?). Tambin los muros y el techo se tean de rojo.

    No siempre la dama permaneca ociosa en tanto los dems se afanaban y trabajaban en torno a ella. A veces colaboraba, y entonces, con gran mpetu, arrancaba la carne --en los lugares ms sensibles-- mediante pequeas pinzas de plata, hunda agujas, cortaba la piel de entre los dedos, aplicaba a las plantas de los pies cucharas y planchas enrojecidas al fuego, fustigaba (en el curso de un viaje orden que mantuvieran de pie a una muchacha que acababa de morir y continu fustigndola aunque estaba muerta); tambin hizo morir a varias con agua helada (un invento de su hechicera Darvulia consista en sumergir a una muchacha en agua fra y dejarla en remojo toda la

  • noche). En fin, cuando se enfermaba las haca traer a su lecho y las morda.

    Durante sus crisis erticas, escapaban de sus labios palabras procaces destinadas a las supliciadas. Imprecaciones soeces y gritos de loba eran sus formas expresivas mientras recorra, enardecida, el tenebroso recinto. Pero nada era ms espantoso que su risa. (Resumo: el castillo medieval; la sala de torturas; las tiernas muchachas; las viejas y horrendas sirvientas; la hermosa alucinada riendo desde su maldito xtasis provocado por el sufrimiento ajeno.)

    ... sus ltimas palabras, antes de deslizarse en el desfallecimiento concluyente, eran: "Ms, todava ms, ms fuerte!"

    No siempre el da era inocente, la noche culpable. Suceda que jvenes costureras aportaban, durante las horas diurnas, vestidos para la condesa, y esto era ocasin de numerosas escenas de crueldad. Infaliblemente, Dork hallaba defectos en la confeccin de las prendas y seleccionaba a dos o tres culpables (en ese momento los ojos lbregos de la condesa se ponan a relucir). Los castigos a las costureritas --y a las jvenes sirvientas en general-- admitan variantes. Si la condesa estaba en uno de sus excepcionales das de bondad, Dork se limitaba a desnudar a las culpables que continuaban trabajando desnudas, bajo la mirada de la condesa, en los aposentos llenos de gatos negros. Las muchachas sobrellevaban con penoso asombro esta condena indolora pues nunca hubieran credo en su posibilidad real. Oscuramente, deban de sentirse terriblemente humilladas pues su desnudez las ingresaba en una suerte de tiempo animal realzado por la presencia "humana" de la condesa perfectamente vestida que las contemplaba. Esta escena me llev a pensar en la Muerte --la de las viejas alegoras; la protagonista de la Danza de la Muerte. Desnudar es propio de la Muerte. Tambin lo es la incesante contemplacin de las

  • criaturas por ella desposedas. Pero hay ms: el desfallecimiento sexual nos obliga a gestos y expresiones del morir (jadeos y estertores como de agona; lamentos y quejidos arrancados por el paroxismo). Si el acto sexual implica una suerte de muerte, Erzbet Bthory necesitaba de la muerte visible, elemental, grosera, para poder, a su vez, morir de esa muerte figurada que viene a ser el orgasmo. Pero, quin es la Muerte? Es la Dama que asola y agosta cmo y dnde quiere. S, y adems es una definicin posible de la condesa Bthory. Nunca nadie no quiso de tal modo envejecer, esto es: morir. Por eso, tal vez, representaba y encarnaba a la Muerte. Porque, cmo ha de morir la Muerte?

    Volvemos a las costureritas y a las sirvientas. Si Erzbet amaneca irascible, no se conformaba con cuadros vivos, sino que:

    A la que haba robado una moneda le pagaba con la misma moneda... enrojecida al fuego, que la nia deba apretar dentro de su mano.

    A la que haba conversado mucho en horas de trabajo, la misma condesa le cosa la boca o, contrariamente, le abra la boca y tiraba hasta que los labios se desgarraban.

    Tambin empleaba el atizador, con el que quemaba, al azar, mejillas, senos, lenguas...

    Cuando los castigos eran ejecutados en el aposento de Erzbet, se haca necesario, por la noche, esparcir grandes cantidades de ceniza en derredor del lecho para que la noble dama atravesara sin dificultad las vastas charcas de sangre.

  • SOLAMENTE EN LAS NOCHES

    escribiendo he pedido, he perdido.

    en esta noche en este mundo abrazada a vos, alegra del naufragio.

    he querido sacrificar mis das y mis semanas en las ceremonias del poema.

    he implorado tanto desde el fondo de los fondos de mi escritura.

    Coger y morir no tienen adjetivos.

  • SOMBRAS DE LOS DAS A VENIR

    Maana me vestirn con cenizas al alba, me llenarn la boca de flores. Aprender a dormir en la memoria de un muro, en la respiracin de un animal que suea.

  • SOUS LA NUIT

    Los ausentes soplan grismente y la noche es densa.

    La noche tiene el color de los prpados del muerto.

    Huyo toda la noche, encauzo la persecucin y la fuga, canto un

    canto para mis males, pjaros negros sobre mortajas negras.

    Grito mentalmente, me confino, me alejo de la mano crispada,

    no quiero saber otra cosa que este clamor, este resolar en la noche,

    esta errancia, este no hallarse.

    Toda la noche hago la noche.

    Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae

    lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca.

    Palabra por palabra yo escribo la noche.

  • SUEO

    Estallar la isla del recuerdo. La vida ser slo un acto de candor. Prisin para los das sin retorno. Maana los monstruos del buque destruirn la playa sobre el viento del misterio. Maana la carta desconocida encontrar las manos del

    alma.

  • LA PALABRA QUE SANA

    Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobar que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y adems ms y otra cosa.

  • TE HABLO

    Estoy con pavura. hame sobrevenido lo que ms tema. no estoy en dificultad: estoy en no poder ms.

    No abandon el vaco y el desierto. vivo en peligro.

    tu canto no me ayuda. cada vez ms tenazas, ms miedos, ms sombras negras.

  • EL ESPEJO DE LA MELANCOLA

    ...viva delante de su gran espejo sombro, el famoso espejo cuyo modelo haba diseado ella misma... Tan confortable era que presentaba unos salientes en donde apoyar los brazos de manera de permanecer muchas horas frente a l sin fatigarse. Podemos conjeturar que habiendo credo disear un espejo, Erzbet traz los planos de su morada. Y ahora comprendemos por qu slo la msica ms arrebatadoramente triste de su orquesta de gitanos o las riesgosas partidas de caza o el violento perfume de las hierbas mgicas en la cabaa de la hechicera o -sobre todo- los subsuelos anegados de sangre humana, pudieron alumbrar en los ojos de su perfecta cara algo a modo de mirada viviente. Porque nadie tiene ms sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fros espejos. Y a propsito de espejos: nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homosexualidad de la condesa, ignorndose si se trataba de una tendencia inconsciente o si, por lo contrario, la acept con naturalidad, como un derecho ms que le corresponda. En lo esencial, vivi sumida en su mbito exclusivamente femenino. No hubo sino mujeres en sus noches de crmenes. Luego, algunos detalles, son obviamente reveladores: por ejemplo, en la sala de torturas, en los momentos de mxima tensin, sola introducir ella misma un cirio ardiente en el sexo de la vctima. Tambin hay testimonios que dicen de una lujuria menos solitaria. Una sirvienta asegur en el proceso que una aristocrtica y misteriosa dama vestida de mancebo visitaba a la condesa. En una ocasin las descubri juntas, torturando a una muchacha. Pero se ignora si compartan otros placeres que los sdicos.

    Contino con el tema del espejo. Si bien no se trata de explicar a esta siniestra figura, es preciso detenerse en el hecho de que padeca el mal del siglo XVI: la melancola.

  • Un color invariable rige al melanclico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa all, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa inercia. ste quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si , adems de ser l mismo, hubiese sido, tambin, el Minotauro; matarlo, entonces, habra exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galera de ecos y de espejos que es el alma melanclica. Y ms an: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de msica con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habr que retornar a la inmovilidad y al silencio. La cajita de msica no es un medio de comparacin gratuito. Creo que la melancola es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De all que ese afuera contemplado desde el adentro melanclico resulte absurdo e irreal y constituya "la farsa que todos tenemos que representar". Pero por un instante -sea por una msica salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su mxima violencia-, el ritmo lentsimo del melanclico no slo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energas delirantes.

    Al melanclico el tiempo se le manifiesta como suspensin del transcurrir -en verdad, hay un transcurrir, pero su lentitud evoca el crecimiento de las uas de los muertos- que precede y contina a la violencia fatalmente efmera. Entre dos silencios o dos muertes, la prodigiosa y fugaz velocidad, revestida de variadas formas que van de la inocente ebriedad a las perversiones sexuales y aun al crimen. Y pienso en Erzbet Bthory y en

  • sus noches cuyo ritmo medan los gritos de las adolescentes. El libro que comento en estas notas lleva un retrato de la condesa: la sombra y hermosa dama se parece a la alegora de la melancola que muestran los viejos grabados. Quiero recordar, adems, que en su poca una melanclica significaba una poseda por el demonio.

  • FIESTA

    he desplegado mi orfandad sobre la mesa, como un mapa. Dibuj el itinerario hacia mi lugar al viento. Los que llegan no me encuentran. Los que espero no existen.

    Y he bebido licores furiosos para transmutar los rostros en un ngel, en vasos vacos.

  • TIEMPO

    Yo no s de la infancia ms que un miedo luminoso y una mano que me arrastra a mi otra orilla.

    Mi infancia y su perfume a pjaro acariciado.

  • LEJANA

    Mi ser henchido de barcos blancos. Mi ser reventando sentires. Toda yo bajo las reminiscencias de tus ojos. Quiero destruir la picazn de tus pestaas. Quiero rehuir la inquietud de tus labios. Porqu tu visin fantasmagrica redondea los

    clices de estas horas?

  • CUARTO SOLO

    Si te atreves a sorprender la verdad de esta vieja pared; y sus fisuras, desgarraduras, formando rostros, esfinges, manos, clepsidras, seguramente vendr una presencia para tu sed, probablemente partir esta ausencia que te bebe.

  • PRESENCIA

    tu voz en este no poder salirse las cosas de mi mirada ellas me desposeen hacen de m un barco sobre un ro de piedras si no es tu voz lluvia sola en mi silencio de fiebres t me desatas los ojos y por favor que me hables siempre

  • LA JAULA

    Afuera hay sol. No es ms que un sol pero los hombres lo miran y despus cantan.

    Yo no s del sol. Yo s la meloda del ngel y el sermn caliente del ltimo viento. S gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra.

    Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pauelos en la noche y barcos

    sedientos de realidad bailan conmigo. Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueos enfermos.

    Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas.

  • AZUL

    mis manos crecan con msica detrs de las flores pero ahora por qu te busco, noche, por qu duermo con tus muertos

  • POEMA

    T eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio. T haces de mi vida esta ceremonia demasiado pura.

  • CONTINUIDAD

    No nombrar las cosas por sus nombres. Las cosas tienen bordes dentados, vegetacin lujuriosa. Pero quin habla en la habitacin llena de ojos. Quin dentellea con una boca de papel. Nombres que vienen, sombras con mscaras. Crame del vaco dije. (La luz se amaba en mi oscuridad. Supe que no haba cuando me encontr diciendo: soy yo.) Crame dije.

  • FORMAS

    no s si pjaro o jaula mano asesina o joven muerta jadeando en la gran garganta

    oscura o silenciosa pero tal vez oral como una fuente tal vez juglar o princesa en la torre ms alta.

  • EL MIEDO

    En el eco de mis muertes an hay miedo. Sabes tu del miedo? S del miedo cuando digo mi nombre. Es el miedo, el miedo con sombrero negro escondiendo ratas en mi sangre, o el miedo con labios muertos bebiendo mis deseos. S. En el eco de mis muertes an hay miedo.

  • FIESTA EN EL VACO

    Como el viento sin alas encerrado en mis ojos es la llamada de la muerte. Slo un ngel me enlazar al sol. Dnde el ngel, dnde su palabra.

    Oh perforar con vino la suave necesidad de ser.

  • HIJAS DEL VIENTO

    Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencia, a llanto. Pero t alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeos perdidos en el desierto.

    Han venido a incendiar la edad del sueo. Un adis es tu vida. Pero t te abrazas como la serpiente loca de movimiento que slo se halla a s misma porque no hay nadie.

    T lloras debajo de tu llanto, t abres el cofre de tus deseos y eres ms rica que la noche.

    Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.

  • LA CARENCIA

    Yo no s de pjaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debera tener alas.

  • HISTORIA ANTIGUA

    En la medianoche vienen los vigas infantiles y vienen las sombras que ya tienen nombre y vienen los perdonadores de lo que cometieron mil rostros mos en la nfima desgarradura de cada jornada.

  • LA DANZA INMVIL

    Mensajeros en la noche anunciaron lo que no omos.

    Se busc debajo del aullido de la luz. Se quiso detener el avance de las manos

    enguantadas que estrangulaban a la inocencia.

    Y si se escondieron en la casa de mi sangre, cmo no me arrastro hasta el amado que muere detrs de mi ternura? Por qu no huyo y me persigo con cuchillos y me deliro?

    De muerte se ha tejido cada instante. Yo devoro la furia como un ngel idiota invadido de malezas que le impiden recordar el color del cielo.

    Pero ellos y yo sabemos que el cielo tiene el color de la infancia

    muerta.

  • COMO AGUA SOBRE UNA PIEDRA

    a quien retorna en busca de su antiguo buscar la noche se le cierra como agua sobre una

    piedra como aire sobre un pjaro como se cierran dos cuerpos al amarse

  • VRTIGOS O CONTEMPLACIN DE ALGO QUE TERMINA

    Esta lila se deshoja. Desde s misma cae y oculta su antigua sombra. He de morir de cosas as.

  • EN LA OTRA MADRUGADA

    Veo crecer hasta mis ojos figuras de silencio y desesperadas. Escucho grises, densas voces en el antiguo lugar del corazn.

  • DESFUNDACIN

    Alguien quiso abrir alguna puerta. Duelen sus manos aferradas a su prisin de huesos de mal agero.

    Toda la noche ha forcejeado con su nueva sombra. Llovi dentro de la madrugada y martillaban con lloronas.

    La infancia implora desde mis noches de cripta.

    La msica emite colores ingenuos. Grises pjaros en el amanecer son a la ventana

    cerrada lo que a mis males mi poema.

  • POEMA PARA EL PADRE

    Y fue entonces que con la lengua muerta y fra en la boca cant la cancin que le dejaron cantar en este mundo de jardines obscenos y de

    sombras que venan a deshora a recordarle cantos de su tiempo de muchachoue le dejaron

    cantar sino a travs de sus ojos azules ausentes de su boca ausente de su voz ausente. Entonces, desde la torre ms alta de la

    ausencia su canto reson en la opacidad de lo ocultado en la extensin silenciosa llena de oquedades movedizas como las palabras

    que escribo.

  • TU VOZ

    Emboscado en mi escritura cantas en mi poema. Rehn de tu dulce voz petrificada en mi memoria. Pjaro asido a su fuga. Aire tatuado por un ausente. Reloj que late conmigo para que nunca despierte.

  • LAZO MORTAL

    Palabras emitidas por un pensamiento a modo de tabla del nufrago. Hacer el amor adentro de nuestro abrazo signific una luz negra: la oscuridad se puso a brillar. Era la luz reencontrada, doblemente apagada pero de algn modo ms viva que mil soles. El color del mausoleo infantil, el mortuorio color de los detenidos deseos se abri en la salvaje habitacin. El ritmo de los cuerpos ocultaba el vuelo de los cuervos. El ritmo de los cuerpos cavaba un espacio de luz adentro de la luz.

  • LA DE LOS OJOS ABIERTOS

    La vida juega en la plaza con el ser que nunca fui

    y aqu estoy

    baila pensamiento en la cuerda de mi sonrisa

    y todos dicen esto pas y es

    va pasando va pasando mi corazn abre la ventana

    vida aqu estoy

    mi vida mi sola y aterida sangre percute en el mundo.

    pero quiero saberme viva pero no quiero hablar de la muerte ni de sus extraas manos.

  • ENDECHAS I

    El lenguaje silencioso engendra fuego. El silencio se propaga, el silencio es fuego.

    Era preciso decir acerca del agua o simplemente apenas nombrarla, de modo de atraerse la palabra agua para que apaguen las llamas de silencio.

    Porque no cant, su sombra canta. Donde una vez sus ojos hechizaron mi infancia, el silencio al rojo rueda como un sol.

    En el corazn de la palabra lo alcanzaron; y no puedo narrar el espacio ausente y azul creado por sus ojos.

    ENDECHAS II

    Con una esponja hmeda de lluvia gris borraron el ramo de lilas dibujado en su cerebro.

    El signo de su estar es la enlutada escritura de los mensajes que se enva. Ella se prueba en su nuevo lenguaje e indaga el peso del muerto en la balanza de su corazn.

    ENDECHAS III

    Y el signo de su estar crea el corazn de la noche.

    Aprisionada: alguna vez se olvidarn las culpas, se emparentarn los vivos y los muertos. Aprisionada: no has sabido prever que su final ira a ser la gruta a donde iban los malos en los cuentos para nios.

    Aprisionada: deja que se cante como se pueda y se quiera. Hasta que en la merecida noche se cierna la brusca desocultada. A exceso de sufrimiento exceso de noche y de silencio.

  • ENDECHAS IV

    Las metforas de asfixia se despojan del sudario, el poema. El terror es nombrado con el modelo delante, a fin de no equivocarse.

  • ORIGEN

    Hay que salvar al viento Los pjaros queman el viento en los cabellos de la mujer solitaria que regresa de la naturaleza y teje tormentos Hay que salvar al viento

  • FRAGMENTOS PARA DOMINAR EL SILENCIO

    I Las fuerzas del lenguaje son las damas

    solitarias, desoladas, que cantan a travs de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una nia densa de msica ancestral. Dnde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en m con su mscara de loba. La que no pudo ms e implor llamas y ardimos.

    II Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el

    tejado y las palabras no guarecen, yo hablo. Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus

    mscaras aunque regresarn para sollozar entre flores.

    No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcsimo llanto florecer mi silencio gris.

    III La muerte ha restituido al silencio su

    prestigio hechizante. Y yo no dir mi poema y yo he de decirlo. Aun si el poema (aqu, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.

  • ALGO

    noche que te vas dame la mano

    obra de ngel bullente los das se suicidan

    por qu?

    noche que te vas buenas noches

  • UN SUEO DONDE EL SILENCIO ES DE ORO

    El perro del invierno dentellea mi sonrisa. Fue en el puente. Yo estaba desnuda y llevaba un sombrero con flores y arrastraba mi cadver tambin desnudo y con un sombrero de hojas secas.

    He tenido muchos amores -dije- pero el ms hermoso fue mi amor por los espejos.

  • LOS PASOS PERDIDOS

    Antes fue una luz en mi lenguaje nacido a pocos pasos del amor.

    Noche abierta. Noche presencia.

  • DONDE CIRCUNDA LO VIDO

    Cuando s venga mis ojos brillarn de la luz de quien yo lloro mas ahora alienta un rumor de fuga en el corazn de toda cosa.

  • PIEDRA FUNDAMENTAL

    No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

    Sus ojos eran la entrada del templo, para m, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

    Un canto que atravieso como un tnel.

    Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinan terrores insolubles.

    Una vibracin de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dnde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesin de m y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos,

    aquello que me es adverso desde m, conspira, toma posesin de mi terreno baldo,

    no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en m no se abandona a la cascada de

    cenizas que me arrasa dentro de m con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

    En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

    No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa intil de transcribir relaciones ardientes.

    A dnde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estril, a lo fragmentado.

  • Las muecas desventradas por mis antiguas manos de mueca, la desilusin al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el ro. Pero t, por qu te dejaste asesinar escuchando cuentos de lamos nevados?

    Yo quera que mis dedos de mueca penetraran en las teclas. Yo no quera rozar, como una araa, el teclado. Yo quera hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quera entrar en el teclado para entrar adentro de la msica para tener una patria. Pero la msica se mova, se apresuraba. Slo cuando un refrn reincida, alentaba en m la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estacin de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unin y fusin con el lugar. Pero el refrn era demasiado breve, de modo que yo no poda fundar una estacin pues no contaba ms que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandon la msica y sus traiciones porque la msica estaba ms arriba o ms abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusin y del encuentro. (T que fuiste mi nica patria en dnde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

    Una noche en el circo recobr un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueos de dicha existir un coro de ngeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazn de los cascos contra las arenas.

    (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

    (Es un hombre o una piedra o un rbol el que va a comenzar el canto...)

  • Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravi en m su musicalidad y trepida con ms disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un pas extranjero).

    Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Cre que me haba muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

    No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. Tambin este poema es posible que sea una trampa, un escenario ms.

    Cuando el barco alter su ritmo y vacil en el agua violenta, me ergu como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para m que me llamo con tu voz. En dnde estoy? Estoy en un jardn.

    Hay un jardn.

  • VERDE PARASO

    extraa que fui cuando vecina de vecinas luces atesoraba palabras muy puras para crear nuevos silencios

  • EN ESTA NOCHE, EN ESTE MUNDO

    en esta noche en este mundo las palabras del sueo de la infancia de la

    muerte nunca es eso lo que uno quiere decir la lengua natal castra la lengua es un rgano de conocimiento del fracaso de todo poema castrado por su propia lengua que es el rgano de la re-creacin del re-conocimiento pero no el de la resurreccin de algo a modo de negacin de mi horizonte de maldoror con su perro y nada es promesa entre lo decible que equivale a mentir (todo lo que se puede decir es mentira) el resto es silencio slo que el silencio no existe

    no las palabras no hacen el amor hacen la ausencia si digo agua beber? si digo pan comer? en esta noche en este mundo extraordinario silencio el de esta noche lo que pasa con el alma es que no se ve lo que pasa con la mente es que no se ve lo que pasa con el espritu es que no se ve de dnde viene esta conspiracin de

    invisibilidades? ninguna palabra es visible

    sombras recintos viscosos donde se oculta la piedra de la locura corredores negros los he recorrido todos oh qudate un poco ms entre nosotros!

  • mi persona est herida mi primera persona del singular

    escribo como quien con un cuchillo alzado en la

    oscuridad escribo como estoy diciendo la sinceridad absoluta continuara siendo lo

    imposible oh qudate un poco ms entre nosotros!

    los deterioros de las palabras deshabitando el palacio del lenguaje el conocimiento entre las piernas qu hiciste del don del sexo? oh mis muertos me los com me atragant no puedo ms de no poder ms

    palabras embozadas todo se desliza hacia la negra licuefaccin y el perro de maldoror en esta noche en este mundo donde todo es posible salvo el poema

    hablo sabiendo que no se trata de eso siempre no se trata de eso oh aydame a escribir el poema ms

    prescindible el que no sirva ni para ser inservible aydame a escribir palabras en esta noche en este mundo

  • BUSCAR

    No es un verbo sino un vrtigo. No indica accin. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene.

  • A TIEMPO Y NO

    -No he visto an a la reina loca-dijo la nia.

    -Pues acompame, y ella te contar su historia-dijo la muerte.

    Mientras se alejaban, la nia oy que la muerte deca, dirigindose a un grupo de gente que esperaba: "Hoy estn perdonados porque estoy ocupada"., cosa que la alegr, pues el saber que eran tan pocos los que iban a morir la pona algo triste.

    Al poco rato vieron, a lo lejos, a la reina loca que estaba sentada muy triste sobre una roca.

    -Qu le pasa?- pregunt la nia a la muerte.

    -Todo es imaginacin-replic la muerte-, en realidad no tiene la menor tristeza.

    -Pero sufre igual, entonces no hay ninguna diferencia-dijo la nia.

    -Vamos-dijo la muerte.

    Se acercaron, pues, a la reina loca, que las mir en silencio.

    -Esta nia desea conocer tu historia-dijo la muerte.

    -Yo tambin quisiera conocer mi historia si yo fuera ella y ella yo-dijo la reina loca. Y agreg-: Sintense las dos y no digan una sola palabra hasta que haya terminado.

    La muerte y la nia se sentaron y, durante unos minutos, nadie pronunci una sola palabra. La mueca cerr los ojos.

    -No veo cmo podr terminar si no empieza-dijo la nia.

  • Se hizo un gran silencio.

    -Una vez fui reina-empez al fin la reina loca.

    A esas palabras el silencio se volvi a unificar y se hizo denso como una caverna o cualquier otro abrigo de piedra: dentro, entre las paredes milenarias, la joven reina rodeada de unicornios sonre a su espejo mgico. La nia senta deseos de prosternarse ante la narradora en harapos y decirle: "Muchas gracias por su interesante historia, seora", pero algo le haca suponer que la historia de la reina loca an no estaba terminada y por lo tanto permaneci quieta y callada.

    La reina loca suspir profundamente. La mueca abri los ojos.

    -"Hijo mo, treme la preciosa sangre de tu hija, su cabeza y sus entraas, sus fmures y sus brazos que te dije encerraras en la olla nueva y la taparas, ensamelo, tengo deseos de mirar todo eso; hace tiempo te lo di, cuando ante m gemiste, cuando ante m estall tu llanto"-dijo la reina loca.

    -No le hagas caso-dijo la muerte-, est loca.

    -Y cmo no va a estarlo si es la reina loca?-dijo la nia.

    -Siempre divaga sobre lo que no tuvo. Lo que no tuvo la atraganta como un hueso-dijo la muerte.

    Con los ojos llenos de lgrimas prosigui la reina loca:

    -Nia, t que no has tenido un reino, no puedes saber por qu voy bajo la lluvia con mi corona de papel dorado y la protejo....

  • -Para que no se moje-dijo la nia. Y empez a contar: Una vez mi primo y yo. Pero se contuvo pues la muerte morda con impaciencia un ptalo de rosa que tena en la boca.

    -No, no puedo saber-dijo la nia.

    -Pues cuenta la historia de una vez y basta -dijo la muerte consultando su reloj que en ese momento se abri e hizo aparecer a un pequeo caballero con una pistola en la mano que dispar seis tiros al aire: eran las seis en punto de la tarde y el crepsculo no dejaba de revelarse algo siniestro, sobre todo por la fugaz aparicin del caballerito del reloj y por la presencia de la muerte, an si sta jugaba con una rosa que lama y morda. A lo lejos, cantaban acompandose de aullidos y tambores. Alguien cantaba una cancin en alabanza de las florecillas del campo, del cielito blanco y azul, del arroyuelo que mana agita pura. Pero otra voz cantaba otra cosa:

    Et en bas, come au bas de la pente amre, cruellement dsespr du coeur, s'ouvre le cercle des six croix, trs en bas comme encastr dans la terre mre, desencontr de l entreinte inmonde de la mr qui bave.

    La reina loca suspir.

    -Me he acostado con mi madre. Me he acostado con mi padre. Me he acostado con mi hijo. Me he acostado con mi caballo-dijo. Y agreg-: Y qu?

    La muerte escupi otro ptalo y bostez.

    -Qu interesante-dijo la nia con temor de que su mueca hubiese escuchado. Pero la mueca sonrea, aunque tal vez con demasiado candor.

    -Podra contarte mi historia a partir de la e de Y qu?, que fue la ltima frase que dije

  • aunque ya no es ms la ltima-dijo la reina loca-. Pero es intil contarte mi historia desde el principio de nuestra conversacin, porque yo era otra persona que no est ms.

    La muerte bostez. La mueca abri los ojos.

    -Q bida!-dijo la mueca, que an no saba hablar sin faltas de ortografa.

    Todo el mundo sonri y tom el t sobre la roca, en el funesto crepsculo, mientras aguardaban a Maldoror que haba prometido venir con su nuevo perro. Entretanto, la muerte cerr los ojos, y tuvieron que reconocer que dormida quedaba hermosa.

  • EL DESEO DE LA PALABRA

    La noche, de nuevo la noche, la magistral sapiencia de lo oscuro, el clido roce de la muerte, un instante de xtasis para m, heredera de todo jardn prohibido.

    Pasos y voces del lado sombro del jardn. Risas en el interior de las paredes. No vayas a creer que estn vivos. No vayas a creer que no estn vivos. En cualquier momento la fisura en la pared y el sbito desbandarse de las nias que fui.

    Caen nias de papel de variados colores. Hablan los colores? Hablan las imgenes de papel? Solamente hablan las doradas y de sas no hay ninguna por aqu.

    Voy entre muros que se acercan, que se juntan. Toda la noche hasta la aurora salmodiaba: Si no vino es porque no vino. Pregunto. A quin? Dice que pregunta, quiere saber a quin pregunta. T ya no hablas con nadie. Extranjera a muerte est murindose. Otro es el lenguaje de los agonizantes.

    He malgastado el don de transfigurar a los prohibidos (los siento respirar adentro de las paredes). Imposible narrar mi da, mi va. Pero contempla absolutamente sola la desnudez de estos muros. Ninguna flor crece ni crecer del milagro. A pan y agua toda la vida.

    En la cima de la alegra he declarado acerca de una msica jams oda. Y qu? Ojal pudiera, vivir solamente en xtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis das y con mis semanas, infundindole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.

  • TANGIBLE AUSENCIA

    Que me dejen con mi voz nueva, desconocida. No, no me dejen. Oscura y triste la infancia se ha ido, y la gracia, y la disipacin de los dones. Ahora las maravillas emanan del nuevo centro (desdicha en el corazn de un poema a nadie destinado). Hablo con la voz que est detrs de la voz y con los mgicos sonidos del lenguaje de la endechadora.

    A unos ojos azules que daban sentido a mis sufrimientos en las noches de verano de la infancia. A mis palabras que avanzaban erguidas como el corcel del caballero de Bemberg. A la luz de una mirada que engalanaba mi vocabulario como a un esplndido palacio de papel.

    Me embriaga la luz. No nombro ms que la luz. Quiero verla. Quiero ver en vez de nombrar.

    No s dnde detenerme y morar. El lenguaje es vacuo y ningn objeto parece haber sido tocado por manos humanas. Ellos son todos y yo soy yo. Mundo despoblado, palabras reflejas que slo solas se dicen. Ellas me estn matando. Yo muero en poemas muertos que no fluyen como yo, que son de piedra como yo, ruedan y no ruedan, un zozobrar lingstico, un inscribir a sangre y fuego lo que libremente se va y no volvera. Digo esto porque nunca mas sabr destinar a nadie mis poemas.

    Vida, mi vida, qu has hecho de mi vida?

    Hemos consentido visiones y aceptado figuras presentidas segn los temores y los deseos del momento, y me han dicho tanto sobre cmo vivir que la muerte planea sobre m en este momento que busco la salida, busco la salida.

    Volver a mi viejo dolor inacabable, sin desenlace. Tema quedarme sin un imposible. Y lo hall, claro que lo hall.

  • La aurora gris para mi dolor infuso, me llaman de la habitacin ms cercana y del otro lado de todo espejo. Llamadas apresurndome a cubrir los agujeros de la ausencia que se multiplican mientras la noche se ofrece en bloques de dispersa oscuridad.

    Luz extraa a todos nosotros, algo que no se ve sino que se oye, y no quisiera decir ms porque todo en m se dice con su sombra y cada yo y cada objeto con su doble.

  • SE PROHIBE MIRAR EL CSPED

    Maniqu desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posicin de ngel petrificado. No invento: esto que digo es una imitacin de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de m, naturalmente.

  • ENTREVISTA A ALEJANDRA PIZARNIK Por Marta Isabel Moia

    Entrevista de Martha Isabel Moia, publicada en El deseo de la palabra, Ocnos, Barcelona, 1972.

    M.I.M. - Hay, en tus poemas, trminos que considero emblemticos y que contribuyen a conformar tus poemas como dominios solitarios e ilcitos como las pasiones de la infancia, como el poema, como el amor, como la muerte. Coincids conmigo en que trminos como jardn, bosque, palabra, silencio, errancia, viento, desgarradura y noche, son, a la vez, signos y emblemas?

    A.P. - Creo que en mis poemas hay palabras que reitero sin cesar, sin tregua, sin piedad: las de la infancia, las de los miedos, las de la muerte, las de la noche de los cuerpos. 0, ms exactamente, los trminos que designas en tu pregunta seran signos y emblemas.

    M.I.M. - Empecemos por entrar, pues, en los espacios ms gratos: el jardn y el bosque.

    A.P. - Una de las frases que ms me obsesiona la dice la pequea Alice en el pas de las maravillas: - Slo vine a ver el jardn. Para Alice y para m, el jardn sera el lugar de la cita o, dicho con las palabras de Mircea Eliade, el centro del mundo. Lo cual me sugiere esta frase: El jardn es verde en el cerebro. Frase ma que me conduce a otra siguiente de Georges Bachelard, que espero recordar fielmente: El jardn del recuerdo- sueo, perdido en un ms all del pasado verdadero.

    M.I.M. - En cuanto a tu bosque, se aparece como sinnimo de silencio. Mas yo siento otros significados. Por ejemplo, tu bosque podra ser una alusin a lo prohibido, a lo oculto.

    A.P. - Por qu no? Pero tambin sugerira la infancia, el cuerpo, la noche.

  • M.I.M. - Entraste alguna vez en el jardn?

    A.P. - Proust, al analizar los deseos, dice que los deseos no quieren analizarse sino satisfacerse, esto es: no quiero hablar del jardn, quiero verlo. Claro es que lo que digo no deja de ser pueril, pues en esta vida nunca hacemos lo que queremos. Lo cual es un motivo ms para querer ver el jardn, aun si es imposible, sobre todo si es imposible.

    M.I.M. - Mientras contestabas a mi pregunta, tu voz en mi memoria me dijo desde un poema tuyo: mi oficio es conjurar y exorcizar.*

    A.P. - Entre otras cosas, escribo para que no suceda lo que temo; para que lo que me hiere no sea; para alejar al Malo (cf. Kafka). Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En este sentido, el quehacer potico implicara exorcizar, conjurar y, adems, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos.

    M.I.M. - Entre las variadas metforas con las que configuras esta herida fundamental recuerdo, por la impresin que me caus, la que en un poema temprano te hace preguntar por la bestia cada de pasmo que se arrastra por mi sangre.* Y creo, casi con certeza, que el viento es uno de los principales autores de la herida, ya que a veces se aparece en tus escritos como el gran lastimador.*

    A.P. - Tengo amor por el viento aun si, precisamente, mi imaginacin suele darle formas y colores feroces. Embestida por el viento, voy por el bosque, me alejo en busca del jardn.

    M.I.M. - En la noche?

  • A.P. - Poco s de la noche pero a ella me uno. Lo dije en un poema: Toda la noche hago la noche. Toda la noche escribo. Palabra por palabra yo escribo la noche.*

    M.I.M. - En un poema de adolescencia tambin te uns al silencio.

    A.P. - El silencio: nica tentacin y la ms alta promesa. Pero siento que el inagotable murmullo nunca cesa de manar (Que bien s yo do mana la fuente del lenguaje errante). Por eso me atrevo a decir que no s si el silencio existe.

    M.I.M. - En una suerte de contrapunto con tu yo que se une a la noche y aquel que se une al silencio, veo a la extranjera; la silenciosa en el desierto; la pequea viajera; mi emigrante de s; la que quera entrar en el teclado para entrar adentro de la msica para tener una patria. Son estas, tus otras voces, las que hablan de tu vocacin de errancia, la para m tu verdadera vocacin, dicho a tu manera.

    A.P. - Pienso en una frase de Trakl: Es el hombre un extrao en la tierra. Creo que, de todos, el poeta es el ms extranjero. Creo que la nica morada posible para el poeta es la palabra.

    M.I.M. - Hay un miedo tuyo que pone en peligro esa morada: el no saber nombrar lo que no existe.* Es entonces cuando te ocults del lenguaje.

    A.P. - Con una ambigedad que quiero aclarar: me oculto del lenguaje dentro del lenguaje. Cuando algo - incluso la nada tiene un nombre, parece menos hostil. Sin embargo, existe en m una sospecha de que lo esencial es indecible.

    M.I.M. - Es por esto que buscas figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las aluden?*

  • A.P. - Siento que los signos, las palabras, insinan, hacen alusin. Este modo complejo de sentir el lenguaje me induce a creer que el lenguaje no puede expresar la realidad; que solamente podemos hablar de lo obvio. De all mis deseos de hacer poemas terriblemente exactos a pesar de mi surrealismo innato y de trabajar con elementos de las sombras interiores. Es esto lo que ha caracterizado a mis poemas.

    M.I.M. - Sin embargo, ahora ya no buscas esa exactitud.

    A.P. - Es cierto; busco que el poema se escriba como quiera escribirse. Pero prefiero no hablar del ahora porque an est poco escrito.

    M.I.M. - A pesar de lo mucho que escribs!

    A.P. - ...

    M.I.M. - El no saber nombrar* se relaciona con la preocupacin por encontrar alguna frase enteramente tuya.* Tu libro Los trabajos y las noches es una respuesta significativa, ya que en l son tus voces las que hablan.

    A.P. - Trabaj arduamente en esos poemas y debo decir que al configurarlos me configur yo, y cambi. Tena dentro de m un ideal de poema y logr realizarlo. S que no me parezco a nadie (esto es una fatalidad). Ese libro me dio la felicidad de encontrar la libertad en la escritura. Fui libre, fui duea de hacerme una forma como yo quera.

    M.I.M. - Con estos miedos coexiste el de las palabras que regresan.* Cules son?

    A.P. - Es la memoria. Me sucede asistir al cortejo de las palabras que se precipitan, y me siento espectadora inerte e inerme.

  • M.I.M. - Vislumbro que el espejo, la otra orilla, la zona prohibida y su olvido, disponen en tu obra el miedo de ser dos,* que escapa a los lmites del dppelganger para incluir a todas las que fuiste.

    A.P. - Decs bien, es el miedo a todas las que en m contienden. Hay un poema de Michaux que dice: Je suis; je parle qui je fus et qui- je- fus me parlent. ( ... ) On n'est pas seul dans sa peau.

    M.I.M. - Se manifiesta en algn momento especial?

    A.P. - Cuando la hija de mi voz me traiciona.

    M.I.M. - Segn un poema tuyo, tu amor ms hermoso fue el amor por los espejos. A quin ves en ellos?

    A.P. - A la otra que soy. (En verdad, tengo cierto miedo de los espejos.) En algunas ocasiones nos reunimos. Casi siempre sucede cuando escribo.

    M.I.M. - Una noche en el circo recobraste un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros.* Qu es ese algo semejante a los sonidos calientes para mi corazn de los cascos contra las arenas?*

    A.P. - Es el lenguaje no encontrado y que me gustara encontrar.

    M.I.M. - Acaso lo encontraste en la pintura?

    A.P. - Me gusta pintar porque en la pintura encuentro la oportunidad de aludir en silencio a las imgenes de las sombras interiores. Adems, me atrae la falta de mitomana del lenguaje de la pintura. Trabajar con las palabras o, ms

  • especficamente, buscar mis palabras, implica una tensin que no existe al pintar.

    M.I.M. - Cul es la razn de tu preferencia por la gitana dormida de Rousseau?

    A.P. - Es el equivalente del lenguaje de los caballos en el circo. Yo quisiera llegar a escribir algo semejante a la gitana del Aduanero porque hay silencio y, a la vez, alusin a cosas graves y luminosas. Tambin me conmueve singularmente la obra de Bosch, Klee, Ernst.

    M.I.M. - Por ltimo, te pregunto si alguna vez te formulaste la pregunta que se plantea Octavio Paz en el prlogo de El arco y la lira: no sera mejor transformar la vida en poesa que hacer poesa con la vida?

    A.P. - Respondo desde uno de mis ltimos poemas: Ojal pudiera vivir solamente en xtasis haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis das y con mis semanas, infundindole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir*.