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Inteligencia Emocional. Módulo V

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA FAMILIA

ii | Índice

Índice

5.1 Inteligencia Emocional en la Familia 1

Principios de la educación con IE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

5.2 Inteligencia Emocional en los Niños 4

Las capacidades de la conducta moral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Las capacidades de pensamiento del CE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

La capacidad para resolver problemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

Las capacidades sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

La automotivación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

El poder de las emociones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Bibliografía 17

1 | Inteligencia Emocional. M III-3.5

5.1La vida en familia es nuestra primera escuela para

el aprendizaje emocional, en ella aprendemos a cómo sentirnos con respecto a nosotros mismos y a los demás, a pensar sobre esos sentimientos y en qué alternativas tenemos, a expresar esperanzas y temores. Esta escuela no sólo opera a través de las cosas que los padres les dicen o les hacen directamente a los niños, sino también en la forma en que los padres enfrentan sus propios sentimientos.

Los estilos más comunes de educación emocional inadecuada son:

Ignorar los sentimientos en general. Tratan las aflicciones 1. emocionales de sus niños como algo trivial o aburrido, algo que deben esperar a que pase. No utilizan los momentos emocionales como una oportunidad para acercarse a su hijo o ayudarlo a aprender una lección emocional.

Mostrarse demasiado liberal / tolerancia exagerada. Se dan 2. cuenta de lo que siente el niño, pero afirman que sea la que sea, la forma en que el niño se enfrenta a una tormenta emocional siempre es adecuada. Estos padres rara vez intervienen, ni muestran a su hijo una respuesta emocional alternativa. Tratan de suavizar todas las perturbaciones y recurren a la negociación y a los sobornos para lograr que su hijo deje de estar triste o furioso.

Escaso respeto por las emociones del niño. Son desaprobadores, duros tanto en sus críticas como 3. en sus castigos. Pueden prohibir cualquier manifestación emocional y castigar a la menor señal de irritabilidad. Los niños no la pasan muy bien, tienden a ser infelices y reservados, tienen dificultades para confiar en los demás y en ellos mismos, presentan niveles bajos de autoestima.

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Por otro lado, hay padres que aprovechan la oportunidad de un trastorno o de un mal manejo emocional por parte del niño para actuar como el equivalente a un entrenador emocional. Se toman los sentimientos de sus hijos con la seriedad suficiente para tratar de entender exactamente lo que les preocupa y ayudarlo a encontrar formas positivas de aliviar esos sentimientos.

Estos padres logran equilibrar límites claros con un ambiente estimulante, que incluye una buena dosis de amor y respeto. Se llevan bien con sus hijos, son más afectuosos y menos tensos; ofrecen una orientación, dan explicaciones para lo que hacen, permitiendo al mismo tiempo que los niños contribuyan en la toma de decisiones importantes; valoran la independencia de sus hijos pero los comprometen con criterios elevados de responsabilidad.

Esto permite el crecimiento de niños: con confianza en sí mismos; con un mejor manejo emocional; más eficaces a la hora de serenarse; menos preocupados; con niveles reducidos de estrés; más populares, simpáticos, caen bien y disfrutan del contacto con otras personas; más hábiles socialmente, independientes y adaptables; con menos problemas de conducta como la brusquedad o la agresividad; con mayor capacidad de prestar atención; más imaginativos.

PRINCIPIOS DE LA EDUCACIÓN CON IESea consciente de sus propios sentimientos y de los de sus 1. hijos. Una vez que somos capaces de reconocer nuestros sentimientos, nuestra posibilidad de manejarlos es mucho mayor. Mi forma de ser influye en lo que hago. De igual manera ser conscientes de los sentimientos de los demás da la oportunidad de mantener una interacción positiva con ellos.

Plantéese objetivos positivos y trace planes para alcanzarlos. 2. Todo lo que hagamos como padres debe estar orientado a alcanzar un objetivo. En nuestras ajetreadas vidas existe un peligro real: que nos perdamos las oportunidades de extraer las lecciones que nuestras propias reacciones y nuestras experiencias nos procuran. Vale la pena formularse objetivos y metas antes de reaccionar, principalmente a la hora de llamarle la atención a un hijo.

Maneje sus impulsos emocionales y de conducta. El hecho de ser capaces de esperar, se relaciona 3. con un grado determinado de mejores resultados psicológicos y de conducta. Si uno trabaja duro para conseguir algo, tiende a lograr más y cuenta además con la satisfacción de haberlo logrado.


Hay que desarrollar la habilidad de moderar la reacción emocional a una situación.

Muestre empatía y comprenda los puntos de vista de 4. los demás. La empatía es la capacidad de compartir los sentimientos de otro. Cuanto mejor conozca sus propios sentimientos mejor podrá conocer los del otro, esto forma parte de la sensibilidad ante los demás.

Utilice sus habilidades sociales para manejar sus relaciones. 5. Es importante saber tratar de forma efectiva a los demás. Implica saber comunicarse y resolver problemas. Uno no solo debe ser capaz de expresarse de un modo claro, sino de saber escuchar, llegar a un acuerdo, crear consenso, declarar las propias ideas con claridad y aportar respuestas constructivas.


5.2COMPONENTES DE LA IE EN LOS NIÑOS SEGÚN SHAPIRO

Las capacidades de la conducta moral1.

Las capacidades de pensamiento del CE2.

La capacidad para resolver problemas3.

Las capacidades sociales4.

La automotivación y las capacidades de 5. realización

El poder de las emociones6.

1. LAS CAPACIDADES DE LA CONDUCTA MORAL

El desarrollo moral satisfactorio significa tener emociones y conductas que reflejan preocupación por uno mismo y por los demás: compartir, ayudar, estimular, mostrarse altruista, tolerante, respetuoso, etc.

Para que los niños se conviertan en personas morales deben adquirir las siguientes capacidades emocionales y sociales:

Comprender lo que distingue una conducta “buena” de una “mala” y desarrollar los hábitos de conducta compatibles con lo percibido como “bueno”.

Desarrollar interés, consideración y un sentido de responsabilidad por el bienestar y los derechos de los demás, expresado a través de actos de atención, benevolencia, amabilidad y caridad.

Experimentar una reacción emocional negativa cuando violan alguna norma moral o regla.

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LOS NIÑOS


La evolución de la empatía

Se observa una empatía en los niños a lo largo de su primer año de vida, los bebés observan a otro bebé cuando llora, se llama “empatía global” debido a la incapacidad del niño para distinguir entre él mismo y su mundo, muchos se alteran ante el llanto y empiezan a llorar también. El desarrollo de la empatía depende en gran parte de la forma en que los padres consiguen sintonizar con las emociones del niño y reaccionan ante estas manifestaciones emocionales.

Entre el año y los dos años pueden ver claramente que la congoja de otra persona no es la propia, empiezan a sentir aflicción y tratan de reducir activamente la congoja del otro, aunque no saben exactamente cómo.

A partir de los dos años se empiezan a dar cuenta de que los sentimientos o el dolor de los demás es diferente al de ellos, y así se vuelven más sensibles a los indicios que revelan lo que en realidad siente la otra persona, por lo tanto, son más capaces de consolarlos.

A los seis años comienza la etapa de la “empatía cognoscitiva”: la capacidad de ver cosas desde la perspectiva de otra persona y actuar en consecuencia, esto le permite a un niño saber cuándo acercarse a un amigo que está triste y cuándo dejarlo solo.

Entre los diez y los doce años, aparece el nivel más avanzado de empatía, los niños expanden su empatía más allá de aquellos a los que conocen u observan directamente, para incluir a grupos de gente que no conocen, se denomina “empatía abstracta”, los niños expresan su preocupación por gente que tiene menos ventajas que ellos, pueden ser caritativos y altruistas.

En la adolescencia, esa comprensión puede reforzar convicciones morales centradas en el deseo de aliviar el dolor, la injusticia, etc.

2. LAS CAPACIDADES DE PENSAMIENTO DEL CE

Se habla a menudo de la parte pensante del cerebro –corteza- como algo distinto de la parte emocional –sistema límbico-, pero en realidad lo que define a la IE es la relación entre estas dos áreas. Los seres humanos tenemos la capacidad de manejar nuestras emociones a través del pensamiento. Gracias al desarrollo de la corteza, que le da sentido a lo que hacemos y percibimos, que controla el lenguaje y


el pensamiento lógico, podemos tener pensamientos sobre nuestros sentimientos y sentimientos sobre nuestros sentimientos y podemos llegar hasta modificarlos. También nos permite tener discernimiento (insight), analizar por qué sentimos de determinada manera y qué hacer al respecto.

El pensamiento realista

La capacidad del ser humano para autoengañarse es casi ilimitada, por eso enseñarles a los niños el pensamiento realista es tan importante. Lo opuesto al autoengaño es el pensamiento realista en el que se ve al mundo tal como es y se responde con decisiones y conductas adecuadas. Al sobreproteger a nuestros hijos de “realidades duras” estamos negando cosas que existen. En lugar de sobreprotegerlos de un problema podemos ayudarlos más, siendo veraces, por más dolorosa que pueda ser la situación. Cuando les explicamos una situación, aprenden que tenemos la fuerza emocional para examinar y enfrentar incluso la situación más penosa. Esto transmite en forma implícita que ellos pueden hacer lo mismo. Por eso se recomienda: no ocultar los sentimientos, no ocultar los errores, no temer decirles la verdad.

Más que decirle al niño lo que tiene que hacer, lo que debe lograrse es que sea capaz de pensar por sí mismo. Nuestra tarea es enseñarles cómo ser independientes a la hora de resolver sus propios problemas, cómo pensar por sí mismos y comportarse según una serie de pautas morales.

3. LA CAPACIDAD PARA RESOLVER PROBLEMAS

A menudo no reconocemos la capacidad tan grande que tienen los niños para resolver problemas, normalmente nos lanzamos a ayudarlos antes de que sea realmente necesario, o suponemos

que deberíamos decidir en su lugar. Sin embargo, cuando tienen la oportunidad, los niños son capaces de ver muchos aspectos de un tema y resolver problemas muy complejos. La capacidad de resolver problemas forma parte inherente del crecimiento. El crecimiento intelectual y emocional está impulsado por el proceso de resolución de problemas. Los niños realmente disfrutan del proceso de resolver problemas.

Aun los niños más pequeños poseen casi siempre más de una estrategia para resolver un problema. A partir de los tres años se les puede ayudar a razonar en lugar de actuar sobre sus problemas: a pedir un juguete en lugar de quitarlo; a decir que están enojados en lugar de golpear; a hablar a favor de sí mismos en lugar de retirarse y sentirse resentidos, a que en lugar de discutir o pelear, cada uno exprese su punto de vista para luego dar paso a la creación de soluciones favorables para todos, eligiendo la que más satisfacción les deje a todos y creando un plan o un acuerdo


para ponerla en práctica.

A los ocho o nueve años tienen la capacidad de ponderar los pros y los contras de alternativas diferentes y de elegir la mejor solución. Con cada experiencia positiva de resolución de problemas que le damos a nuestros hijos, construimos un depósito de hechos y experiencias al que pueden recurrir para resolver el problema siguiente. Cuando nuestros hijos nos observan analizar tranquilamente un problema, resolviendo las cosas, y ponderando soluciones alternativas, comienzan naturalmente a valorar e imitar este comportamiento.

Cómo tratar los problemas en casa o en la escuela

Pensar en varias estrategias para resolver el problema.1.

Definir claramente el problema.2.

Que todos los involucrados ofrezcan alternativas de solución.3.

Considerar los aspectos positivos y negativos de cada propuesta.4.

Mantener la calma y no culpar a otros.5.

Esforzarse para lograr que la solución resulte.6.

Reconocer los esfuerzos de los demás para llegar a la solución.7.

Hacer un plan alternativo en caso de que la solución no funcione.8.

4. LAS CAPACIDADES SOCIALES

La capacidad de conversar

La capacidad de llevarse bien con los demás contribuirá al sentido de éxito y de satisfacción en la vida de su hijo. Para desempeñarse efectivamente en un mundo social, su hijo necesita aprender a reconocer, a interpretar y a responder en forma apropiada a las situaciones sociales.

Muchos niños que tienen problemas para llevarse bien con otros, carecen de la capacidad de conversación adecuada para su edad. Tienen problemas para transmitir sus necesidades a los demás y parecen tener dificultades para comprender las necesidades y los deseos de los otros.


Los estudios indican que los niños populares se acercan a niños desconocidos en forma gradual, inician el contacto verbal con preguntas o comentarios acerca de lo que ven como: “¡parece un juego divertido!” o “¿cómo aprendiste a hacer eso?”. Los niños no tan populares se acercan diciendo: “¡yo sé jugar eso”, o “puedo hacerlo mejor que tú, déjame probar”.

Las capacidades para conversar incluyen lo siguiente:

Expresar las necesidades y los deseos propios con claridad.1.

Compartir información personal acerca de uno mismo.2.

Modular las respuestas a los indicios y palabras de los demás.3.

Hacer preguntas sobre los demás.4.

Ofrecer ayuda y sugerencias cuando esto parezca apropiado.5.

Retroalimentación positiva.6.

Mantenerse centrado en la conversación.7.

Mostrar que es bueno escuchando.8.

Mostrar que entiende los sentimientos de la otra persona.9.

Expresar interés por el otro.10.

Expresar aceptación.11.

Expresar afecto y aprobación.12.

Expresar empatía.13.

Estas capacidades se enseñan es a través de las conversaciones familiares. Las conversaciones significativas se caracterizan por una apertura realista que incluye compartir: las ideas, los sentimientos, los errores, los fracasos, los problemas, las soluciones, las metas, etc.

El humor

La serotonina es uno de los neurotransmisores que producen nuestras reacciones emocionales, juega un papel importante para enfrentar el estrés. La producción de serotonina puede depender a veces de una simple sonrisa.


Los niños ríen más de doscientas veces al día. Los adultos quince veces. ¿Qué ha pasado con las 185 risas restantes? ¡Vaya pérdida! Con la risa suceden cosas estupendas y saludables: el ritmo cardíaco se acelera, el sistema inmunológico se activa, el oxígeno asciende al cerebro, lo que ayuda a pensar con más agudeza y a ver las cosas con mayor claridad, la capacidad de tomar decisiones sensatas y resolver conflictos mejora, nos sentimos libres de mostrarnos más creativos y de ampliar nuestros puntos de vista, los músculos se relajan, el sistema digestivo funciona mejor, los niveles de estrés descienden, el ambiente se torna menos tenso, nos volvemos más capaces de abrigar sentimientos de empatía, nos tornamos menos hostiles, etc.

El arte de hacer amigos

Entre los siete y ocho años, los niños comienzan a alejarse de la influencia de sus padres y van mirando más a sus compañeros y amigos como fuente de afecto, aprobación y apoyo. El apoyo emocional en la familia se da por sentado, entre compañeros se trata de una recompensa que se gana.

La amistad entre niños imprime hábitos de por vida en la relación con los demás, así como un sentido de autoestima casi igual al que se desarrolla a través del amor y del cuidado de los padres.

Etapas (superpuestas) en el arte de hacer amigos:

Egocéntrica. Entre los tres y siete años definen 1. a sus amigos como otros que tienen una actividad similar o simplemente a niños que están cerca. Suponen que los amigos piensan igual que ellos y se ofenderán e incluso rechazarán a algún compañero de juego si no es así. Buscan amigos a los que pueden “usar”: los que tienen juguetes interesantes, etc. Como padres es importante planificar actividades en las que estén en contacto con otros niños como ellos o que tengan intereses similares.

Satisfacción de necesidades. Entre los cuatro y los nueve años, los niños se sienten más motivados 2. por el interés en el proceso de las relaciones. Valoran a los amigos como personas pero la motivación es que puedan satisfacer alguna necesidad específica. La reciprocidad es importante. Quieren estar con otros niños, prefieren a alguien que no les caiga bien a estar solos. Tienen dificultades para mantener más de una amistad estrecha a la vez. Como padres es importante reforzar el valor


de los amigos, tomar en serio sus amistades. Hable con frecuencia sobre sus propios amigos, incluya a sus hijos en las actividades con sus amigos para que vean cómo se relaciona con ellos y lo mucho que sus amistades significan.

Reciprocidad. Entre los seis y doce 3. años, se caracteriza por una necesidad de reciprocidad e igualdad. Están en condiciones de considerar ambos puntos de vista de la amistad, y se interesan y preocupan por la equidad. Hacen redes del mismo sexo. Muchos padres en esta etapa se sienten relegados al papel de chofer y de banco, pero en realidad su presencia y apoyo les da una sensación de seguridad mientras exploran el aspecto de dar y recibir. No exprese sus sentimientos personales respecto a los amigos de sus hijos y evite dar consejos. Permita que experimenten paciencia, dolor, conflictos, etc.

Intimidad. Entre los nueve y los doce años, los niños están preparados para entablar verdaderas 4. amistades íntimas, se interesan más por la persona detrás de la fachada. Esta etapa es la base para toda relación íntima. El hecho de compartir en forma apasionada las emociones, los problemas y conflictos en esta etapa, forma un vínculo emocional profundo, por eso estas amistades pueden durar toda la vida. Como padres hay que servir de guía. Establezca límites adecuados para su edad, señale valores, líneas de comportamiento y aliente el crecimiento personal e interpersonal.

El funcionamiento en un grupo

A los tres o cuatro años, a los niños les gusta estar cerca de grupos de otros pequeños, aunque prefieren jugar con un niño a la vez. A los cuatro o cinco años comienzan a mostrar preferencia por grupos del mismo sexo. A los seis o siete años, los niños comienzan a apreciar de qué manera el ser miembro de un grupo les da sentido de pertenencia; un sentido de identidad grupal puede comenzar a cobrar tanta importancia social como la familia. A los siete u ocho años, comienzan a definir ellos mismos sus grupos de amigos. Al principio, la estructura del grupo es mucho más importante que su función. A los nueve o doce años, el interés de los niños por los grupos se ha tornado una preocupación. Son ahora casi exclusivamente del mismo sexo y, por supuesto, el tema más común de los debates del grupo es el sexo opuesto.


5. LA AUTOMOTIVACIÓN

La motivación es aquello que hace que las personas actúen o se comporten de la forma en que lo hacen. La motivación es un proceso complejo que desencadena, selecciona, dirige y mantiene nuestro comportamiento.

La motivación es un proceso que exige: actitud + formación. Por eso, es importante elegir bien y enseñar a elegir los “motivos” de actuación. Los motivos deben ser integrados por la propia persona porque solo con la fuerza interior se es capaz de ser constante para alcanzar los objetivos planteados.

Principios de la automotivación y realización:

Esperar y anticipar el éxito. Los niños automotivados esperan tener éxito y no tienen inconvenientes 1. en fijarse metas elevadas para sí mismos. Los niños que carecen de automotivación solo esperan un éxito limitado y fijan sus metas en el grado más bajo de realización que una persona pueda tener.

Dar oportunidades de autodominio y dominio del mundo. Podemos 2. ampliar las expectativas de los niños ofreciéndoles oportunidades de dominar su medio. Pedirle al niño que busque la respuesta en lugar de dársela, que encuentre una forma de ganar dinero para una nueva bicicleta en lugar de decirle que espere a navidad, le enviamos un mensaje de que puede aprender a confiar en su propia iniciativa y fortalece la creencia en sí mismo, aprende a que sus acciones específicas pueden producir resultados previsibles y que el camino hacia el éxito se construye sobre la base de su propia decisión y perseverancia.

Lograr que el aprendizaje cubra los intereses de los niños. En la 3. escuela los niños aprenden más rápido cuando perciben que la tarea es importante para sus vidas, para muchos niños la escuela no es motivante porque no se les enseña con los problemas de su vida cotidiana, la falta de sentido de lo que debe aprenderse constituye un factor crítico para asimilar los contenidos.

Etapas cognoscitivas entre el esfuerzo y la capacidad

Los niños hasta los seis o siete años están programados desde el punto de vista de su desarrollo a 1. tener confianza en sí mismos, y en sus capacidades, inclusive frente a desventajas insuperables y fracasos repetidos, por eso mantienen expectativas elevadas de éxito a pesar de un desempeño deficiente en intentos anteriores. Hasta esta edad, los niños no distinguen el esfuerzo de la capacidad, y mientras lo intentan, la mayoría cree que finalmente tendrá éxito. Esfuerzo es sinónimo de capacidad, creen que por el simple hecho de intentarlo con más decisión pueden tener éxito en casi todo.


Entre los seis y diez años, comienzan a percibir que el esfuerzo sólo constituye un factor de la 2. realización, siendo el otro la capacidad innata, pero, sin embargo, seguirán centrándose en el valor del esfuerzo. Ven que existe una correspondencia exacta entre el esfuerzo y el resultado. Para tener éxito deben trabajar duro. Cuando ingresan a tercer grado, la madurez cognoscitiva les permite efectuar una evaluación más realista acerca de lo que pueden o no llevar a cabo. Comienzan a darse cuenta de que algunos niños tienen más o menos capacidad que ellos. Se dan cuenta de que si quieren tener el mismo éxito que los más aptos, tendrán que realizar un esfuerzo mayor.

Entre los diez y doce años, entienden aún más la relación 3. entre el esfuerzo y la capacidad. Son conscientes de que una persona con menos capacidad puede compensar con un mayor esfuerzo y una persona con mayor capacidad necesita menos esfuerzo. A algunos niños no les gusta el hecho de que su trabajo se vuelve cada vez más duro y exige más tiempo. La comprensión de que el esfuerzo puede compensar la capacidad se vuelve un factor crítico entre los ocho y doce años, y puede ser clave para lograr la capacidad de persistir frente a las dificultades. Anticipar este cambio y recompensar los esfuerzos de los pequeños, además de sus logros, propiciará un mejor desarrollo emocional en la edad adulta.

Alrededor de los trece años, su percepción del esfuerzo 4. como partícipe del éxito cede su lugar a la creencia de que la capacidad constituye la condición necesaria para la obtención de determinados logros. La falta de capacidad se convierte en una explicación suficiente para el fracaso. Para muchos realizar esfuerzos duros y no lograr lo esperado se vuelve una razón suficiente para abandonar todo intento. Muchos adolescentes comienzan a perder interés por la escuela y simultáneamente la influencia de sus padres se debilita.

Cómo enfrentar y superar el fracaso

La máxima de Thomas Edison “El genio es 1% inspiración y 99% de transpiración” no es muy popular en una generación donde todo es instantáneo, cómodo, light, etc. Pocos niños tienen la oportunidad de percibir la relación causa-efecto entre el trabajo duro y el éxito. Los padres y educadores tienden a facilitarles demasiado la vida. Pero es evidente que nada de esto favorecerá la plena realización humana, intelectual y de valores.


Y es que, si nunca ponemos a prueba sus límites, ¿cómo sabrán cuáles son? Por lo tanto es necesario hacer es esfuerzo de animar y buscar pequeños retos en los que se puedan poner a prueba. Se debe conseguir que aprendan a retarse a sí mismos. Debemos aprovechar las situaciones nuevas: educativas, emocionales o de convivencia. A muchos niños no se les enseña a tolerar las emociones negativas asociadas al fracaso.

La escuela hace que a muchos niños les resulte difícil enfrentar la posibilidad de perder. La competencia baja el éxito escolar. La lógica es simple: cuando los niños están ocupados en evitar el fracaso, no se comprometen con la tarea, dicho de otra forma: “Cuando la meta es ganar, ya no es aprender”.

Enseñarles a los niños a valorar el esfuerzo cooperativo y la realización grupal constituye una forma importante de compensar nuestra tendencia actual de percibir el mundo en términos de ganadores y perdedores. La conducta cooperativa representa una de las características más importantes de la aceptación social de los niños, los que muestran conductas más cooperativas aumentan su reconocimiento social.

La enseñanza de juegos y actividades cooperativas ha provocado en los niños un aumento en la aceptación de sus compañeros, en la participación en actividades grupales, en la aceptación de las diferencias y en las relaciones grupales más positivas. La enseñanza de juegos cooperativos los ayuda a establecer la base para enfrentar con más éxito los distintos aspectos de la realización en un mundo extremadamente competitivo, les enseñan además la importancia del esfuerzo sostenido.

6. EL PODER DE LAS EMOCIONES

Comunicación emocional

Hablar de nuestros sentimientos es la mejor forma de comprenderlos y manejarlos. La corteza nos permite tener sentimientos sobre nuestros sentimientos, expresar dichos sentimientos a los demás y aprender a partir de la forma en que los demás reaccionan ante ellos. Enseñarles a los niños a comprender y a comunicar sus emociones influirá en muchas áreas de su vida.

En las familias donde los sentimientos se expresan y examinan abiertamente, los niños desarrollan el vocabulario para identificar sus emociones y comunicarlas. Por lo tanto, una de las cosas más simples y útiles que podemos hacer para promover la educación emocional es aumentar el vocabulario emocional de los niños. Es conveniente que


los padres le den un nombre a la emoción del niño, mucho antes de éste ni siquiera sepa hablar. De esta manera, le aportamos conceptos que el niño puede relacionar con la experiencia que está sintiendo. Por ejemplo: “veo que estás cansado”.

Si ser consciente de los sentimientos constituye el primer paso, manejar la propia perturbación es el segundo, así logramos detenernos y pensar antes de actuar. Es un medio para reducir la conducta impulsiva y separar la reacción emocional de la reacción cognitiva. Los niños necesitan comprender que el cuerpo manda señales cuando estamos a punto de perder el autocontrol, únicas para cada persona, que nos avisan que nos hallamos en una situación difícil y necesitamos el autocontrol. Se puede enseñar al niño a usar la respiración para que la use en situaciones donde necesite autocontrolarse.

Ayudar a los niños a hablar acerca de sus emociones, y más allá ayudarlos a interpretar los mensajes emocionales no verbales: el significado de la postura, las expresiones faciales, el tono de voz y otro tipo de lenguaje corporal, resultará un medio mucho más efectivo para mejorar la comprensión de sus emociones y las de los demás. A diferencia de la conducta verbal que comienza y se detiene, el comportamiento no verbal es continuo. Los niños (y también los adultos) siempre se están comunicando a través del lenguaje del cuerpo y las expresiones faciales, sean o no conscientes de ello.

Manejo de los sentimientos

Las lecciones básicas de la vida emocional se asientan en esos momentos de intimidad familiar. Los momentos clave son aquellos en donde el niño sabe que sus emociones son recibidas con empatía, aceptadas y correspondidas, en un proceso que se llama sintonía. Mediante la sintonía los padres les hacen saber a sus hijos que tienen idea de lo que sienten, proporcionando la sensación de que están emocionalmente comunicados.

A partir de las repetidas sintonías, el niño empieza a desarrollar la noción de que otras personas pueden compartir y compartirán sus sentimientos. Que los padres no tengan sintonía con el niño resulta muy perturbador.

Existe una relación directa entre lo que sienten los niños y la forma en que se comportan. Cuando los niños se sienten bien, se comportan bien. ¿Cómo podemos ayudarlos a sentirse bien? ¡Aceptando sus sentimientos! Por ejemplo: “Mami hace calor”, dice el niño y la mamá le contesta “No, hace frío déjate


puesto el suéter”; o “Mami estoy cansado” “no puedes estar cansado... lo dices sin razón”. Sería mejor decir: “Yo tengo frío, pero para ti aquí hace calor” o “Todavía estás cansado a pesar de que acabas de dormir tu siesta”.

También debemos tomar en cuenta las acciones y reacciones de los niños. Si un niño está enojado, podríamos comentarle: “veo que estás enojado, porque me parece que tienes hambre y estás muy cansado; espera un poco, que pronto llegaremos a casa y ahí podrás comer y descansar”. El niño se da cuenta de que su enojo tiene una razón y que sus papás lo están considerando.

Si negamos los sentimientos de los niños se confunden y se enojan. También les enseñamos a no saber cuáles son sus verdaderos sentimientos... a no confiar en ellos. Cuando alguien en realidad me escucha, reconoce mi dolor interno y me brinda una oportunidad para seguir hablando de lo que me molesta, entonces empiezo a sentirme menos alterado, menos confundido, más capaz de enfrentarme a mis sentimientos y a mi problema.

Nuestros hijos pueden ayudarse a sí mismos si cuentan con un oído dispuesto a escucharlos y con una respuesta empática. Pero más importante que cualquier palabra que podamos emplear es nuestra actitud. Cuando nuestras palabras están impregnadas de nuestros verdaderos sentimientos de empatía, es cuando le hablan directamente al corazón del niño. Es muy importante que le enseñemos un vocabulario para su realidad interior.

El parafraseo es clave en la escucha, consiste en formular de manera distinta, lo que alguien ha dicho y dotarlo de otra forma para

asegurarnos de que entendemos lo que la persona pretende expresar. Parafrasear resulta importante porque ayuda a la otra persona a sentirse escuchada, reconocida y comprendida.

Recomendaciones para un buen manejo emocional

A los niños, no les gusta que repitan sus palabras exactas.

Algunos niños prefieren que no se les nada cuando están alterados.


Descubre la causa real de un mal comportamiento.

Evita las etiquetas.

Habla con claridad de los temas delicados.

Diles que los quieres.

Síguelos abrazando aunque ya hayan crecido.

Discúlpate cuando sea necesario.

Ayúdales a expresar su dolor.

Apoya sus muestras de afecto.

Ayúdales a descubrir qué les apasiona.

Cuando los niños están demasiado alterados, en ocasiones un poco de actividad física o hacer un dibujo puede ayudar a mitigar parte de esos sentimientos dolorosos. Por ejemplo: dibújame qué tan enojado estás.

BIBLIOGRAFÍAElias, M., Tobias, S. y Riedlander. (2002) Educar con inteligencia emocional. México: Plaza y Janés.

Martin, D. y Boeck K. (2000). EQ Qué es la Inteligencia emocional. España: EDAF.

Shapiro, L. (1997). La inteligencia emocional de los niños. España: Punto de lectura.

Oriza, V. (2000). La inteligencia emocional en el matrimonio. México: Étoile.

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