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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
Facultad de Contaduría y Administración
Materia: Relaciones Internacionales
Prof. Octavio Chiquete Avilés
Euipo:Garcia Celis Armando Enrique
Hermosillo Zepeda Karla Magaly
Losoya Lopez Clemente
Sainz Lopez Dulce Gisel
Zaibeth Liliana Vega Lara
¨Antecedentes Siria¨
5to año
Aula 9
Antecedentes Siria
Para poder entender todo
lo que es y acontece hoy en día en Siria es importante
comprender un poco mejor que significa ese territorio y esa nación, no es casualidad que en
estos momentos es uno de los espacios más peleados por occidente y otras naciones. ¿Pero
porque sucederá esto? ¿Será solamente por el petroleó? ¿Es la primera vez que esta nación
tiene problemas de este tipo?
La historia de Siria se remonta a 8.000 años atrás, con la fundación de las ciudades más
antiguas del mundo continuamente habitadas, Damasco y Alepo. Mari, Ebla y Ugarit,
ciudades estados que mantenían relaciones comerciales con la antigua Mesopotamia,
atesoran yacimientos de la civilización más antigua del mundo. Y fue aquí, en Ugarit,
donde se hallaron fragmentos que según estudiosos arqueólogos, contiene el alfabeto más
antiguo del mundo.
El dominio de ese territorio fue un objetivo constante de las antiguas civilizaciones, desde
los egipcios, que lo consideraban la puerta de entrada a su país, hasta los persas, que veían
en él un puente hacia el imperio universal que proyectaban.
Entre las realizaciones de estos cananeos se cuenta la invención del alfabeto –el primer
sistema de escritura lineal o «proto-alfabeto» cananeo, data del 1600 a.C. y fue hallado en
Ugarit, en la costa mediterránea de la actual Siria, en 1928, y cuenta con 30 signos.
También construyeron embarcaciones adecuadas para mar abierto, fabricaron cerámicas y
tejidos, ampliaron y sistematizaron los conocimientos geográficos y realizaron la primera
circunnavegación de África. La difusión de esos elementos por todo el ámbito mediterráneo
es el origen de lo que luego se llamaría «civilización occidental», cuyos principales
exponentes fueron los griegos.
Tras la muerte de Alejandro Magno en el 323, el enorme imperio se dividió y Siria se
convirtió en el centro del estado seléucida (por Seleuco, general de Alejandro), que se
extendía hasta la India. En el período romano, ya perdida la parte oriental ante el avance de
los partos, la provincia de Siria fue una frontera constantemente agitada por las guerras.
La arabización del territorio fue llevada a cabo por los califas Ummaia, que hicieron de
entre los años 660 y 750, y sentaron las bases de un fuerte sentimiento nacional. Al derrotar
a los Ummaias, los Abbas trasladaron la capital a Bagdad, donde los nuevos califas
contaban con mayor apoyo. Si bien mantuvo su importancia económica y cultural, la
pérdida de peso político de Damasco fue considerable y se tradujo en el siglo XI en la casi
indiferencia con que los califas de Bagdad recibieron la invasión de los cruzados. La
defensa quedó a cargo de los emires locales; sus rivalidades internas justificaron el triunfo y
el sustento durante casi 200 años de una fuerza cristiana reducida, alejada de sus bases de
apoyo.
Los egipcios iniciaron en el siglo XIII, el proceso de expulsión de los cruzados. Eso hizo de
Siria una virtual provincia egipcia, teatro del enfrentamiento con los invasores mongoles y
tártaros. En el siglo XVI los egipcios perdieron definitivamente el dominio del país, que
quedó en poder del Imperio Otomano.
En la herencia de los cruzados se incluye el fortalecimiento de las comunidades cristianas
en la región, especialmente la de los maronitas, que servirían de pretexto para las
injerencias europeas a partir del siglo XVII. Cuando el jedive de Egipto Muhammad
(Mehemet) Alí conquistó Siria en 1831, los pesados impuestos y el servicio militar
causaron una rebelión popular en la que participaron cristianos y musulmanes. Las
potencias europeas invocaron la represión contra los cristianos como pretexto para
intervenir, detuvieron la ofensiva de Alí y delegaron a los franceses la «protección de los
cristianos sirios». El proceso culminó con la retirada egipcia en 1840, la restauración del
dominio otomano y la aceptación por los sultanes turcos de que se instalasen misiones y
colegios cristianos subvencionados por los europeos.
En 1858, los maronitas, organizados en comunidades concentradas en la región montañosa
entre Damasco y Jerusalén, rompieron con su clase dominante y abolieron el sistema feudal
de tenencia de la tierra. Sus vecinos musulmanes, en particular los drusos, decidieron
reprimir el movimiento antes de que se extendiese. El conflicto culminó con las llamadas
«masacres» de junio de 1860.
Un mes después desembarcaban en Beirut tropas francesas que obligaron al gobierno turco
a crear una provincia separada, el «Pequeño Líbano», que debía ser gobernada por un
cristiano nombrado por el sultán pero aprobado por las potencias europeas, y tener una
policía propia. En su territorio quedaban abolidos los privilegios feudales. Un conflicto
social fue transformado así en enfrentamiento de grupos confesionales, lo que colocó a los
cristianos del «Pequeño Líbano» en condiciones de preeminencia con relación a la
población musulmana local.
En 1920, Francia ocupó militarmente el país, dos meses después Siria fue dividida en cinco
estados: Gran Líbano (agregando otras regiones a la provincia del «Pequeño Líbano»),
Damasco, Alepo, Djabal Druzay Alawis (Latakia). Las cuatro últimas volvieron a unirse en
1924.
En 1941 fuerzas de Francia libre e Inglaterra ocuparon la región para desplazar a los
colaboracionistas con el nazismo. Dos años después fueron elegidos presidentes Chikri Al-
Quwatli en Siria y Bechara Al-Kuri en Líbano. Pero cuando este último propuso eliminar
de la Constitución las cláusulas relativas al mandato francés, las tropas de este país lo
tomaron prisionero junto con su gabinete. Comenzaron enfrentamientos internos en ambos
estados, sumados a presiones británicas sobre el ejército francés, que finalizaron en marzo
de 1946, cuando la ONU ordenó la retirada de las fuerzas europeas y determinó el fin del
mandato de Francia.
En 1948 fuerzas sirias lucharon contra la partición de Palestina y en 1956 se solidarizaron
con Egipto, agredido por Israel, Francia y Gran Bretaña, al nacionalizar Nasser el canal de
Suez.
En 1963 una revolución popular llevó al poder al Partido Baath Árabe Socialista, fundado
en 1947 por el militante nacionalista Michel Aflaq, de origen cristiano. En noviembre de
1970 el general Hafez al-Assad asumió el poder e introdujo reformas en las estructuras
económicas y sociales. El Quinto Congreso Regional del Partido el Baas definió a los
países árabes como «regiones» de la Nación Árabe, nombró a Assad secretario general y
propuso «acelerar las etapas hacia la transformación socialista en los diferentes campos».
Esta orientación fue institucionalizada en la nueva Constitución, aprobada en 1973.
Siria participó activamente en las Guerras Árabe-Israelíes de 1967 y 1973, durante las
cuales las fuerzas israelíes ocuparon la meseta del Golán. Integró junto con Argelia, Yemen
y la OLP, el Frente de la Firmeza, que se opuso a la política estadounidense en la región y a
los acuerdos de Camp David (ver Egipto). Sus tropas compusieron la mayor parte de la
Fuerza Árabe de Disuasión, que en 1976 intervino para evitar una partición del Líbano.
En 1980 se produjo una alianza entre Arabia Saudita, Irak y Jordania. El enfrentamiento
entre este grupo y Siria se agravó al comenzar la guerra entre Irán e Irak. El gobierno sirio
reprochó a Irak haber desencadenado el conflicto, y «desviar la atención del problema
central de la región»: la cuestión palestina. A fines de ese año, aumentaron las tensiones
entre Jordania y Siria, acusada la primera de apoyar a la Hermandad, poniendo a ambos
estados al borde de la guerra.
En 1981 estalló en el Líbano la «crisis de los misiles» cuando las tropas de la Falange
Cristiana intentaron extender su autoridad a la ciudad libanesa de Zahde. Una Fuerza Árabe
de Disuasión comandada por Siria intentó impedir este avance. Siria instaló en el Líbano
misiles soviéticos tierra-aire SAM-6, lo que provocó la reacción israelí. La crisis finalmente
fue superada, pero en 1983 Israel invadió el Líbano, y destruyó las bases de misiles sirios.
El gobierno de Damasco mantuvo sus fuerzas estimadas en 30 mil efectivos en territorio
libanés, y condicionó su retirada a la previa evacuación de todas las tropas israelíes.
La caída del precio del petróleo agravó aún más los problemas económicos generados por
la guerra, lo cual obligó al gobierno, en 1984, a implantar una férrea política de austeridad.
En 1985, al-Assad renovó por siete años su mandato. En esas elecciones obtuvo 99,8% de
los votos (porcentajes similares a los de 1971 y 1978). A pesar de esto, en 1987 se produjo
una crisis política que obligó a renunciar al primer ministro, Abdul Rauf al-Kassem,
acusado de corrupción.
En mayo de 1990 Siria restableció sus relaciones diplomáticas con Egipto. Algunos
observadores atribuyeron esta circunstancia a la disminución del apoyo militar de la URSS
a Damasco.
Cuando Irak invadió Kuwait, Siria se alineó rápidamente con la alianza anti-iraquí y envió
tropas a Arabia Saudita. Las relaciones diplomáticas con Washington mejoraron
notoriamente. En el marco de la crisis, Siria aumentó su influencia en el Líbano y logró
fortalecer en ese país un gobierno aliado y desarmar a la mayoría de las milicias autónomas.
En mayo de 1991 Siria y Líbano firmaron un acuerdo de cooperación por el cual Siria
reconoció a Líbano como un Estado independiente y separado, por primera vez desde que
ambos países se independizaron de Francia.
El 2 de diciembre de 1991, al-Assad fue reelegido por cuarta vez con 99,98% de los votos.
Su candidatura fue la única presentada.
Siria se mantuvo alejada de las primeras etapas del proceso de paz en la región, que
permitió la instauración de la autonomía limitada para Palestina y la firma de los acuerdos
entre Israel y Jordania enjulio de 1994.
En junio de 1995, en negociaciones oficiales con Israel, la devolución de la meseta del
Golán a Siria no se concretó porque Tel Aviv pretendía mantener indefinidamente una
presencia militar limitada en la región. En octubre, una emboscada tendida por Hezbollah a
tropas israelíes en el sur de Líbano volvió a complicar las negociaciones.
En el marco de una política de estímulo al sector privado, se abrieron al capital privado
sectores estatales clave, como la energía eléctrica, la producción de cemento y la industria
farmacéutica.
Sorpresivamente, en noviembre de 1997, ante la amenaza de una nueva intervención militar
de Washington en Irak, Damasco intensificó relaciones con Bagdad, en una estrategia
contra la alianza turco-israelí en rápida consolidación. En abril de 1998, Irán se sumó a las
conversaciones sirio-iraquíes sobre asuntos de seguridad.
Al-Assad fue reelecto para su séptimo período consecutivo de cinco años en 1999. En
marzo de 2000 todos los miembros del gabinete presentaron su renuncia y Mohamed
Mustafa Miro, un veterano líder del Baath, fue designado como el nuevo primer ministro.
La repentina muerte de al-Assad el 10 de junio sumió al país en duelo por el único
gobernante que conocieran la mayoría de los sirios. Lo sucedió su hijo, Bashar al-Assad,
quien asumió en julio la presidencia.
Entre las primeras medidas del nuevo mandatario, en abril de 2001 se aprobó oficialmente
el establecimiento de la banca privada y poco después se habilitó a una estación de radio
privada para transmitir, aunque sólo música y ningún contenido político.
En mayo, el papa Juan Pablo II visitó Siria y en la ceremonia de bienvenida, al-Assad lanzó
un fuerte ataque contra Israel al comparar el sufrimiento de los árabes a la persecución de
Jesucristo. En respuesta, Juan Pablo II hizo un llamado a favor de una nueva actitud de
entendimiento y respeto entre cristianos, musulmanes y judíos.
Siria alcanzó en octubre de 2001, con apoyo unánime de Asia y África, su asiento en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pese ala oposición de Israel.
Las relaciones internacionales de Damasco fueron intensas durante 2001. Luego de grandes
presiones del gobierno libanés, desocupó Beirut y se replegó hacia otras partes del Líbano.
En agosto, el premier Miro visitó Irak, en el primer viaje de alto nivel a ese país desde que
las relaciones se tensaran por el apoyo sirio a Irán durante la guerra de 1980-1988.
La excarcelación en noviembre, tras una reclusión de más de dos décadas, de decenas de
presos políticos pertenecientes a la Hermandad fue saludada por Amnistía Internacional
como un «satisfactorio paso adelante hacia el respeto de los derechos humanos en Siria».
Detenidos en condiciones degradantes, casi todos los presos habían permanecido
incomunicados además de haber sufrido torturas y malos tratos.
En abril de 2002, la estación siria de radares en el Líbano fue atacada desde aviones
israelíes, que respondieron a un ataque de la guerrilla de Hezbollah, despertando el temor
de una escalada militar que sin embargo no se produjo.
En mayo, el alto funcionario estadounidense John Bolton incluyó a Siria en la lista de
países integrantes del llamado «eje del mal», acusando a Damasco de intentar obtener
armas de destrucción masiva. En abril de 2003, con la invasión de Irak ya en marcha,
Washington amenazó a Siria con sanciones económicas y diplomáticas, afirmando que el
régimen ayudaba a fugitivos iraquíes. El gobierno sirio rechazó las acusaciones.
En enero de 2004, al-Assad se convirtió en el primer gobernante sirio en visitar Turquía, en
un viaje que marcó el inicio del deshielo de las relaciones con Ankara.
El 8 de marzo el Comité para la Defensa de las Libertades Democráticas y Derechos
Humanos de Siria organizó una inédita manifestación en Damasco en demanda de
democracia y libertad para prisioneros políticos. Dos integrantes de la organización, Ahmad
Jazen y Hassan Wattfa, fueron detenidos y pasaron dos meses en prisión.
En abril, hubo una explosión en un edificio que había sido sede de la ONU en Damasco; en
el subsiguiente tiroteo murieron un civil, un policía y dos de los cuatro activistas
involucrados. El gobierno atribuyó el atentado a fundamentalistas islámicos.
Un mes más tarde, Washington impuso sanciones económicas a Siria debido a lo que
consideró su apoyo al terrorismo y su negativa a impedir el ingreso de guerrilleros a Irak
desde sus fronteras.
Tras el asesinato del ex premier libanés Rafik Hariri en Beirut, en febrero de 2005, creció la
presión de parte de Washington, Paris, la ONU y la oposición libanesa para que las tropas y
agentes de inteligencia sirios abandonasen de inmediato Líbano. Al-Assad, en cumbre con
Émile Lahoud, su similar libanés, acordó un calendario parcial estableciendo que, para las
elecciones generales de mayo en Líbano, todas las tropas sirias se habrían retirado.
A principios de febrero de 2006 manifestantes sirios incendiaron el edificio donde se
encontraban las embajadas de Dinamarca y Noruega durante una protesta por la
publicación, en un diario danés, de caricaturas satirizando al profeta Mohamed. Las
embajadas de Chile y Suecia, ubicadas en el mismo edificio, sufrieron daños menores. Una
semana más tarde, Dinamarca cerró su embajada en el país, y acusó a las autoridades sirias
de no garantizar un mínimo de seguridad a los funcionarios daneses.
En mayo de 2007, Bashar al-Assad fue reelegido para ocupar el cargo de presidente por
siete años más. Habiendo sido el único candidato, consiguió el 97,62% de los votos.
En agosto, al-Assad reafirmó el interés del país en recuperar en su totalidad la meseta del
Golán. «Nuestro deseo de paz no significa que renunciemos a nuestros derechos. No
aceptaremos sino la recuperación de todo el Golán hasta la línea del 4 de junio de 1967»
Las declaraciones se dieron como preámbulo de una posible reapertura de las negociaciones
de paz con Israel, interrumpidas desde 2000 por las diferencias relativas al Golán.
http://www.guiadelmundo.org.uy/cd/countries/syr/History.html
https://www.google.com.mx/search?
q=siria+mapa&biw=1366&bih=667&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjbzN
3M9LHJAhVNxWMKHQ0jD48Q_AUIBigB#imgrc=Uy7x9dbt_HiJTM%3A