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LOS FELICES AÑOS 20 PROLOGO Al partir este trabajo hay que decir que los locos años 20 fueron unos años de ganancia despues deperdidas millonarias , mas de 1 millon de muertos mas de 50mil heridos , todo lo que deja una guerra mundial , pero la gente queria olvidar por esto mismo se le llamo años felices . Mi investigacion habla de una felicidad por la parte millonaria en dinero y las ganas de olvidar una guerra pero esto duro solo 3 años y luego se empezo a careser y empezo el principio de lo que conocemos como segunda guerra mundial . Mi investigacion se baso en diarios , revistas , y conversaciones en la embajada de los EEUU en Chile por qu libros no hay muy a fondo d estos años agradesco a tos los que participaron y que se hizo esta investigacion con mucha ganas dedicacion y autonomia de una felicidad de los EEUU para mostrar que se puede salir mentalmente de un proceso engorroso a una felicidad eterna . 1

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LOS FELICES AÑOS 20

PROLOGO

Al partir este trabajo hay que decir que los locos años 20 fueron unos años de ganancia despues deperdidas millonarias , mas de 1 millon de muertos mas de 50mil heridos , todo lo que deja una guerra mundial , pero la gente queria olvidar por esto mismo se le llamo años felices . Mi investigacion habla de una felicidad por la parte millonaria en dinero y las ganas de olvidar una guerra pero esto duro solo 3 años y luego se empezo a careser y empezo el principio de lo que conocemos como segunda guerra mundial . Mi investigacion se baso en diarios , revistas , y conversaciones en la embajada de los EEUU en Chile por qu libros no hay muy a fondo d estos años agradesco a tos los que participaron y que se hizo esta investigacion con mucha ganas dedicacion y autonomia de una felicidad de los EEUU para mostrar que se puede salir mentalmente de un proceso engorroso a una felicidad eterna .

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OBJETIVOS GENERALES

1- Analizar el contexto Historico de la primera guerra mundial y analizaremos los cambios de esta sociedad .

2- Entender el proceso del cambio de una sociedad de recuperarse sicologicamente de una guerra , para llegar a una felicidad total .

3- Comprender la felicidad y la no felicidad con el proceso de crisis financiera del 29

OBJETIVOS ESPECIFICOS 1- Contar brevemente lo que fue la Primera guerra mundial 2- Analizar los años 20 relacionados en :

1.1 social1.2 económico1.3 cultural1.4 Político1.5 Religioso 3.-Mirar como esta poblacion llego a ser tan feliz , tener todo despues no tener nada .

Marco Teórico

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Tras finalizar el mayor conflicto bélico jamás visto hasta la fecha, el panorama era realmente aterrador; la nefasta herencia que había dejado la guerra sobre Europa había provocado que la mayor parte de las economías se hubiesen desmantelado y que la población observase impotente como había sido brutalmente diezmada.

A pesar de que aún seguía el acecho del fantasma de la guerra, poco a poco y con mucho esfuerzo se iba recobrando progresivamente la normalidad. La impresión que extraemos es que la lección parecía estar bien aprendida ya que el pueblo occidental se hacía acompañar de una gran ilusión que se traduciría en la aplicación de multitud de maniobras que les llevase a una floreciente recuperación, la que se vivió en la segunda década del siglo XX. Se ha documentado que fue realmente el ansia por hacer desvanecer el recuerdo de la guerra lo que sumergió en un estado de gozo y diversión continuo a una sociedad hambrienta por alejarse de todos los problemas. De esta forma no nos puede resultar tan raro que el cine, los deportes… en definitiva, los espectáculos de masas, se convirtiesen en las principales vías de escape y en verdaderas terapias sociales para dicha sociedad.La verdad es que, a pesar de haber pasado más de diez años desde el final de la Primera Guerra Mundial, el mundo parecía hallarse en el mejor de sus momentos. El crecimiento de la meca del cine no fue una de las únicas secuelas ya que hay que hablar de otras muy diversas que reflejaban los efectos más sorprendentes de la posguerra. Entre dichas consecuencias destaca la progresiva pero lenta desaparición de las diferencias sociales, el triunfo de las democracias (a pesar del auge de las dictaduras). La política y la economía social también se ven inmersas en esta ola de acontecimientos y aspectos tan determinantes para la sociedad actual como es el sufragio universal, el acceso al empleo, los avances técnicos…se convirtieron en una inquebrantable realidad.Hemos querido destacar los ejemplos más significativos a pesar de que el fenómeno se propagase por todo el planeta.

El final de la primera guerra mundial en 1919 alzó a Estados Unidos a la consideración de gran potencia ya que se había convertido en el primer acreedor mundial. Los estadounidenses denominaron a estos años de prosperidad posteriores al conflicto “los felices años veinte”; es en este periodo cuando Estados Unidos se hace republicana debido a la hábil política que llevó al país a la tan ansiada “normalidad”. Para conseguir el tan ansiado equilibrio se pusieron en marcha una serie de medidas; en política interior, destacamos varias acciones como es la introducción de importantes economías en el gasto público, la disminución de los impuestos o el favorecimiento del libre juego de la economía de mercado. Estas tres indiscutibles claves para afianzar la prosperidad del país se acompañaron de una serie de medidas restrictivas en materia de inmigración, en la prohibición de la fabricación y venta de licores…a pesar de que generara controvertidas consecuencias como es, en este último ejemplo, el favorecer el crecimiento del crimen organizado en todo el país, especialmente en Chicago cuyo principal responsable era el mítico el gánster Al Capone.Con respecto a la política exterior, la normalidad se tradujo en una menor presencia internacional y no un decidido repliegue aislacionista.

En el momento en que la inversión crecía, el empleo aumentaba y el bienestar se popularizaba, la Bolsa de Nueva York sufre una de las quiebras más importantes de su Historia sumiendo a todo el planeta en el crack del 29.A partir de octubre de 1929, el crack económico nos muestra como a pesar de la relativa normalidad alcanzada por los más conservadores en EEUU y en el resto del mundo aún

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persistía la miseria, el desempleo y la carestía de recursos básicos mostró la cara más oculta del desastre.

Los estadounidenses no fueron los únicos en padecer la dramática influencia de dicha catástrofe sino que en distintos lugares del planeta con economías tan prometedoras como es el caso de Argentina o Brasil se sufrió la calamitosa crisis para luego sumergirse en la tan ansiada recuperación. Lo peor de todo es quizás que no resultaron únicamente efectos económicos tras la crisis sino también socio-políticos ya que, como se dice popularmente, de la noche a la mañana la clase media vio como desaparecía para formar parte del proletariado. Se afianzaban las desconfianzas hacia los sistemas liberales y en muchos lugares soluciones totalitarias cobraban protagonismo debido a la capacidad de proveer de los recursos más básicos al ciudadano.Como hemos comentado alrededor de todo el mundo se aplicaron una serie de reformas con el fin de reconstruir la normalidad.

En España, tras la guerra también se intentó dar una oportunidad a la República pero, tras establecer la I República, la falta de auténticos republicanos aventuró un golpe de estado de corte militar que sumiría a los primeros años veinte en un periodo dictatorial y anticonstitucional. Primo de Rivera sería el encargado de liderar un sistema de gobierno de partido único, con un estado corporativo, con una sociedad justa a la que se llegaría debido a la armonía de la relación patrono-obrero, en un intento por lograr el bienestar de las clases obreras a través del entendimiento entre ambas partes mediante los comités paritarios; en afianzar el militarismo como fórmula de gobierno para la administración del país y, en último lugar, en el favorecimiento de las élites como clase dirigente.Los felices años veinte se traducían en el aprovechamiento de la bonanza económica que sufría el mundo en este periodo son los años de la llegada de la democracia. Antes de la caída de la dictadura de Primo de Rivera y que se adoptara la fórmula democrática denominada como ”la II República”, asuntos como el eterno tema de Marruecos, el regionalismo catalán…no impidieron que mejorasen la red de carreteras y ferroviarias, que se creasen confederaciones hidrográficas con el objetivo de realizar un mayor aprovechamiento del agua de la energía eléctrica, que surgiese el Banco de España o que triunfasen los monopolios amparados en la política proteccionista (por ejemplo Telefónica). En 1929 la política económica dirigía su mirada hacia el exterior y pronto vemos como se impulsa el turismo y se potencias el comercio exterior, en definitiva, reproduciendo las palabras de grandes historiadores, España pasó de las crisis más profundas a la euforia económica.

En Gran Bretaña, los años veinte resultaron esenciales para la democracia ya que el laborismo se constituiría definitivamente como fuerza de gobierno de, hasta entonces, la primera potencia mundial. En las islas británicas, la sociedad industrial requería cada vez más medidas que mejorasen la calidad de trabajo y vida y es a partir de esta nueva forma de gobierno donde se encontrará la solución a través de medidas tales como ampliar la cobertura del seguro de desempleo, la concesión del voto a todas las mujeres mayores de 21 años y la nacionalización de la electricidad y la radio. Además, desde este gobierno se trató de estabilizar los precios y devolver la confianza a los círculos financieros a través del retorno de la libra al patrón-oro de 1914 (medida tomada por el ministro de Hacienda, Churchill, en abril de 1925).

Lo cierto es que la democracia se estabilizó en los años veinte en muchos otros países europeos como es el ejemplo de Suecia, Noruega y Dinamarca, países que hasta la fecha

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habían estado regidos por monarquías constitucionales sólidamente institucionalizadas, las cuales habían llegado a mantener su neutralidad durante la I Guerra Mundial y que, al término de la misma, sabrían aprovechar el impulso democrático introduciendo el sufragio universal masculino y femenino.La tónica preponderante de estos felices años veinte es la del despegue y recuperación económica, política y social en distintos puntos del globo terráqueo; puntos incluso tan castigados por la guerra como Alemania. El periodo ya mencionado promovió medidas democratizadoras y una estabilización en el sistema de gobierno amparado en la República de Weimar. La característica más destacada de dicha región la encontramos en la creciente influencia del partido nazi que, aún sufriendo el fracaso del “putsch” de 1923, pareció sobrevivir y recortar distancias hasta alcanzar el poder en los años 30.

Al igual que el caso de Alemania, Francia se vio realmente afectada por la primera guerra mundial y el comportamiento de la trayectoria de política, economía y sociedad francesa se centrarían en intentar hacer frente a lo que muchos han denominado “los demonios de la III República”; con ello nos referimos a la inestabilidad ministerial, influencia de los notables locales, indisciplina de los grupos parlamentarios, inexistencia de grandes partidos nacionales, resolver la reconstrucción de Francia, la crisis monetaria. Realmente los acontecimientos más acentuados en los años veinte son bastante negativos, por un lado, el Bloque Nacional de 1920 a 1924 con su política de invasión como medida de pago de la deuda alemana tras el fin del conflicto mundial y, por otro lado, el Cartel de izquierdas (de 1924 a 1926) son prueba fidedigna de ello.

El último análisis se lo dedicamos a Rusia; en estos años 20 a los que hemos dedicados estas líneas, se produce el nacimiento de la URSS. Una nación de corte socialista en manos de comunistas que intentan obtener el equilibrio social, político y económico tras sufrir (1922) una revolución. Los políticos alardeaban de convertir a esta dinosauria región en una de las potencias más importantes y más individualistas de entonces y nos dudaron mostrar un enorme recelo a la Sociedad de Naciones. El hecho de que la URSS y sus gobernantes, convencidos del potencial del comunismo, apostaran por alejamiento de los países de occidente no era más que la consecuencia del mal recibimiento y por lo mal visto que era dicha forma de pensamiento para el resto de las potencias.Stalin se había proclamado líder de la Unión Soviética y una vez investido con dicho cargo no paró de poner en marcha una y otra medida que, ajenos de la buena racha que parecía sufrir beuna parte del resto del mundo, paliase (por ejemplo) el descenso de la productividad. Así vemos el abandono de la NEP o la Nueva Política Económica y, a principios de 1929, la adopción de un programa de colectivización acelerada en la que se hacía frente a los kulaks (campesinos propietarios) de tal forma que se accediese a sus propiedades y se pudiese iniciar el que fuera uno de los procesos más exitosos de la Historia de Rusia, el proceso de industrialización desarrollado durante la década de los 30, llegando a alzar a la tan atrasada URSS al nivel de otras grandes potencias industriales.

INTRODUCCION

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Los “locos años 20″ fueron en Estados Unidos y en muchos países europeos una década de grandes cambios en el arte, la economía y el estilo de vida. Por fin habían terminado los horrores de la Primera Guerra Mundial pero su recuerdo todavía estaba en la mente de todos. Por eso era necesario romper con el pasado, vivir el presente y divertirse a toda costa. El auge económico hizo que los automóviles, el cine y la radio estuviesen al alcance de una gran parte de la población. También la música invitaba a la fiesta y a la diversión: se popularizó el jazz, que se asociaba a todo lo moderno, sofisticado y decadente, y los bailes de salón fueron sustituidos por el charlestón y el fox-trot.

Pero, sin duda, uno de los cambios más radicales que se vivieron en este época fue la liberación de la mujer, que adquirió un gran protagonismo en la vida laboral y en el ocio. Surgió la femme fatale, una mujer agresiva que veía al hombre como su igual.

Después de la Primera Guerra Mundial, muchas familias americanas y europeas, que habían perdido en la batalla a los varones, solucionaron sus apuros económicos permitiendo que las mujeres aceptasen empleos. La salida del hogar y la obtención de ingresos permitió a la mujer tener más influencia en la sociedad y tomar las riendas de su propia vida.

Los medios de comunicación y la moda reflejaron este cambio social y comenzó a difundirse el ideal andrógino de mujer. Se extendió la moda de llevar el cabello corto, “a lo garçonne” y algunas jóvenes se vendaron el pecho para resultar más varoniles. Desaparecieron los incómodos corsés y comenzaron a utilizarse vestidos cortos y sueltos, sombreros, bastones y trajes de corte masculino, que daban a la mujer una elegancia desprovista de adornos.

La actriz Louise Brooks era un símbolo de la liberación social y sexual de los años 20. Con su cabello “a lo garçonne“, su vida desinhibida y su abuso del alcohol representaba a la perfección este nuevo ideal de mujer fatal, liberada y moderna.

TRANSFORMACIONES SOCIALES Y ECONÓMICAS DEL PERÍODO DE ENTREGUERRAS

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Una nueva sociedad y el surgimiento de la cultura de masasPara gran parte de Europa y para Estados Unidos, el período comprendido entre las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del siglo XX significó una etapa de profundas transformaciones en la que se alteraron las estructuras de la sociedad y de la política. Siguiendo la tendencia del siglo XIX, impulsada por los procesos de industrialización y urbanización, en este período se produjo un importante crecimiento de la población, sobre todo en las ciudades, dándose origen a nuevas masas urbanas.

En las ciudades aparecen nuevos actores sociales, quienes buscaban la forma de insertarse en un espacio urbano en transformación. Para ello demandaban más y mejores servicios a la sociedad (vivienda, educación, trabajo, etc.), fortaleciendo, de ese modo, la consolidación de las clases medias. Si hasta la crisis de 1930 estas demandas pudieron ser encauzadas a través de los partidos políticos ligados al proletariado, a partir de esa fecha las reivindicaciones sociales comenzaron a buscar otros canales y movimientos políticos e ideológicos para manifestarse.

Las demandas y expectativas de las masas emergentes, asimismo, constituyeron un potencial económico para el funcionamiento de nuevos mercados de consumo, conformados a partir del desarrollo de la industria cultural (cine, radio, publicidad, prensa).

Clase media: grupo social que por su formación e ingresos ocupa un lugar intermedio entre la población de escasos recursos y los sectores más adinerados. Por lo general, incluye a profesionales universitarios, técnicos, profesores y funcionarios administrativos del mundo público y privado.demás, pese al auge ya señalado de las dictaduras y aunque las esperanzas democráticas suscitadas por la guerra mundial fueran un espejismo, los años veinte distaron de ser un desierto democrático. Hasta una de aquellas dictaduras, la dictadura del general español Primo de Rivera, caería (en 1930) y dejaría paso a una situación democrática, la II República. En Estados Unidos, las presidencias de los republicanos Warren G. Harding (1920-23) y Calvin Coolidge (1923-29) representaron el retorno de la "normalidad" tras la etapa de intenso intervencionismo internacional y presidencialismo fuerte de la presidencia de Woodrow Wilson En política exterior, la normalidad significó no un decidido repliegue aislacionista sino, en todo caso, una menor presencia internacional. En política interna, normalidad significó menos gobierno (y por ello, menos reformas), presidencias desideologizadas y discretas, mayor dinamismo de la sociedad. Harding desarrolló una política arancelaria claramente proteccionista. Adoptó medidas restrictivas en materia de inmigración y, para satisfacer a la opinión conservadora del Sur y del Oeste, impulsó la entrada en vigor de la enmienda constitucional que prohibía la fabricación y venta de licores (por más que sólo sirviera para favorecer el crecimiento del crimen organizado, con epicentro en Chicago y con el gángster Al Capone como encarnación más siniestra).

Coolidge, un tipo taciturno y honrado, de ideas simples y vida frugal y sencilla, que fue vicepresidente con Harding, presidente interino a la muerte de éste en 1923 y presidente electo tras su victoria en las elecciones de 1924, acabó con la corrupción y los escándalos que habían salpicado la presidencia de Harding, pero su política no se diferenció de la de éste. Si cabe, redujo aún más el papel del gobierno central en cuestiones económicas y sociales. Introdujo importantes economías en el gasto público, disminuyó los impuestos y favoreció decididamente el libre juego de la economía de

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mercado, como clave para la prosperidad del país. La normalidad había sido, pues, una operación conservadora. Pero los resultados fueron muy brillantes: la presidencia Coolidge coincidió con los mejores años del boom de la posguerra. En Gran Bretaña, los años veinte fueron en gran medida esenciales para la democracia. Fue en esa década cuando el laborismo emergió definitivamente como fuerza de gobierno, y cuando el partido conservador dejó de ser el partido de las clases dirigentes para ser un partido de sectores de todas las clases sociales británicas. Lloyd George , que gobernaba al frente de una coalición de liberales y conservadores desde 1916, cayó en octubre de 1922. Los conservadores, que ya habían aceptado con disgusto la solución dada al problema irlandés en 1921, le retiraron su apoyo por la actitud progriega que adoptó en la crisis greco-turca de 1922; los liberales, por oposición al aumento arancelario que Lloyd George acordó también en ese año, 1922. El hecho más significativo de las elecciones de 1922 y 1923 -convocadas por los conservadores, que gobernaron tras la caída de Lloyd George- fue el espectacular aumento de los laboristas. En las de diciembre de 1923, lograron 4.438.508 votos, esto es, el 30,5 por 100 del voto (un aumento de 8 puntos sobre 1918) y 191 escaños (63 en 1918), desplazando a los liberales como segundo partido del país (4.311.147 votos, 159 escaños). Como los conservadores no obstante haber ganado las elecciones (5.538.824 votos, 258 escaños) carecían de mayoría absoluta, el Rey encargó al líder laborista Ramsay MacDonal la formación del gobierno (22 de enero de 1924). Los laboristas, por tanto, llegaban al poder en el que todavía era el mayor imperio del mundo y la primera potencia mundial. Que aquel primer gobierno laborista durase apenas diez meses; que fuese un gobierno minoritario dependiente del apoyo parlamentario de los liberales; y que por ello no pudiera hacer política socialista (aunque aprobó una ley de viviendas populares, reconoció a la URSS y, distanciándose de la tradicional política imperial británica, participó activamente en la (Sociedad de Naciones), todo ello importaba tal vez menos que el hecho mismo de la llegada del laborismo al gobierno. Había cristalizado un nuevo sistema político en el que el partido de los sindicatos aparecía como la principal alternativa al gobierno de las elites tradicionales del país. Tan significativo, además, fue el cambio que se operó en el conservadurismo británico cuando en mayo de 1923, al morir Bonar Law (1858-1923), líder del partido y primer ministro en ejercicio desde la caída de Lloyd George, el rey Jorge V decidió encargar la formación del gobierno -lo que conllevaba la jefatura del partido- a Stanley Baldwin (1867-1947), a quien prefirió sobre lord Curzon. La elección era significativa. Baldwin pertenecía a los círculos industriales y su experiencia gubernamental, que había comenzado en 1916, había estado siempre vinculada a los ministerios económicos; Curzon era un aristócrata de impecable origen, educado en Eton y Oxford y que había sido virrey de la India entre 1899 y 1905 y ministro de Asuntos Exteriores entre 1919 y 1923. El nombramiento de Baldwin fue una sorpresa. Churchill escribió que la decisión del Rey había "desviado el curso de la historia". La Corona y sus asesores habían entendido que la sociedad industrial británica necesitaba un nuevo tipo de liderazgo político, que la situación exigía partidos y líderes con sensibilidad y capacidad para dar respuesta a las demandas y aspiraciones de las masas. Baldwin cumplió a la perfección el papel que se esperaba de él. Tras gobernar brevemente en 1923, formó nuevo gobierno tras la gran victoria de su partido en las elecciones de 1924 (48,3 por 100 de los votos y 419 escaños; laboristas: 33 por 100 y 151 escaños; liberales, 17,6 por 100 y 40 escaños) y gobernó hasta junio de 1929. Baldwin trajo un nuevo estilo de gobierno. Proyectó la imagen del hombre tranquilo y apacible, de costumbres tradicionales y sencillas (la casa en el campo, la pipa, las

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veladas en torno a la chimenea, la pesca en el río), la imagen de un político de la conciliación y del consenso que cifraba las aspiraciones del gobierno en el trabajo honrado y en el mantenimiento de la tranquilidad social. Su política exterior, que dirigió Austen Chamberlain, buscó la colaboración con Francia y Alemania, favoreció el clima internacional de distensión que inspiraron los pactos de Locarno (1925) y Kellogg-Briand (1929), e impulsó la transformación del Imperio en una confederación de Dominios autónomos. El gobierno Baldwin rebajó la edad de jubilación (de los 70 a los 65 años). Extendió la cobertura del seguro de desempleo. Concedió el voto a todas las mujeres mayores de 21 años. Nacionalizó la electricidad y la radio. Trató, además, de estabilizar los precios y de devolver la confianza a los círculos financieros a través del retorno de la libra al patrón-oro de 1914 (medida tomada por el ministro de Hacienda, Churchill, en abril de 1925). La era Baldwin coincidió -como la presidencia Coolidge en Estados Unidos- con la recuperación de la economía británica. Eso no significó ausencia de conflictos. Al contrario, Baldwin tuvo que hacer frente a la única huelga general de toda la historia de Gran Bretaña, que tuvo lugar del 4 al 12 de mayo de 1926, declarada por los sindicatos en solidaridad con los mineros que, a su vez, habían ido a la huelga en abril contra las rebajas salariales impuestas por las empresas a la vista de las enormes dificultades que atravesaban. Lo significativo, con todo, fue que la huelga general, secundada por unos 10 millones de trabajadores, fue en todo momento una huelga pacífica. La radio mantuvo al país distraído e informado. Baldwin, que veía en el movimiento sindical, en el Trade Union Congress, un elemento de estabilidad, no quiso adoptar medidas enérgicas. Pensó que la huelga se agotaría, y acertó: el TUC aceptó las bases para la negociación propuestas por sir Herbert Samuel, presidente de la Comisión Real nombrada para estudiar la crisis de la industria del carbón. Los mineros, dirigidos por su obstinado líder A. J. Cook, continuaron en huelga hasta noviembre, pero tuvieron finalmente que aceptar su derrota. El clima de distensión no se alteró en ningún momento; la sociedad británica había convivido con una huelga general sin que en modo alguno se deteriorara la convivencia ciudadana. La democracia se estabilizó igualmente en los años veinte en otros países europeos. En Suecia, Noruega y Dinamarca, países regidos por monarquías constitucionales sólidamente institucionalizadas, que habían mantenido su neutralidad durante la I Guerra Mundial y en las que para 1918 se había introducido ya el sufragio universal masculino y femenino, el hecho esencial radicó en la fuerte presencia electoral de la socialdemocracia. En efecto, los partidos socialdemócratas escandinavos fueron por lo general partidos reformistas y gradualistas, aunque en los tres países existieran importantes sectores radicales y se registraran fuertes movimientos huelguísticos. Esos partidos propiciaron la evolución escandinava hacia el modelo de moderado pluralismo que caracterizaría a la región a todo lo largo del siglo XX. En Suecia, los socialdemócratas formaron su primer gobierno homogéneo en 1920, año en que se convirtieron en el primer partido del país; luego, gobernaron desde 1932 por espacio de cuarenta años. En Dinamarca, lo hicieron, también ininterrumpidamente, entre 1924 y 1942, y en Noruega desde 1935 (tras una primera y efímera experiencia gubernamental en 1928). La excepción fue la nueva Finlandia. La independencia desembocó en 1918 en la guerra civil entre el ejército blanco del mariscal Mannerheim y los bolcheviques finlandeses. Luego, el legado de la independencia, los problemas del mundo rural y conflictos fronterizos con Suecia y Rusia, polarizaron la política. Entre 1920 y 1940, Finlandia, gobernada por gobiernos minoritarios, conoció una gran inestabilidad ministerial, una no desdeñable agitación comunista y la aparición de un relativamente

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importante movimiento fascista (Lapua) que en 1930 y 1932 protagonizó sendos intentos de golpe de Estado. También Bélgica y Holanda, países que prosperaron notablemente durante los años veinte y que introdujeron en esa década importantes leyes sociales (jornada de 8 horas, pensiones de jubilación obligatorias, amplios sistemas de seguridad social), evolucionaron hacia sistemas políticos pluralistas y democráticos. La adopción de leyes electorales con representación proporcional favoreció el multipartidismo (tres grandes partidos en Bélgica; cinco en Holanda). Ello obligó a que en ambos países se gobernara en coalición. Entre 1919 y 1940, hubo un total de 18 gobiernos en Bélgica y 12 en Holanda. Pero la estabilidad y espíritu cívico de los electorados de ambos países, el pragmatismo y hasta falta de ideas y la voluntad conciliadora de sus dirigentes, favorecieron el equilibrio y la moderación políticas. En Bélgica, gobernaron en los años citados o gobiernos de coalición católico-liberales o ministerios católico-socialistas; en Holanda, gobiernos formados en torno a los partidos de denominación religiosa (calvinistas, cristianos históricos, católicos) y a los liberales. En Bélgica, sólo hubo un sobresalto. En las elecciones de 1936, los "rexistas", el movimiento fascista, lograron 21 escaños y el 11,49 por 100 de los votos; pero sufrieron un fuerte retroceso en las elecciones de 1939. En Holanda, el Partido nacionalsocialista de Anton Mussert sólo obtuvo, en mayo de 1937, cuatro escaños (y el partido comunista, tres). Hasta en Alemania y en Francia, los años veinte fueron años de aparente normalización democrática. En Alemania, la "prösperitat" del periodo 1925-29 permitió hasta creer que la República de Weimar pudiera estabilizarse. Ya quedó dicho que esos fueron los años en que el partido nazi, aún sobreviviendo al fracaso del "putsch" de 1923, vivió su travesía del desierto (14 diputados en 1924, 13 en 1928). Los socialistas, el SPD, ganaron las elecciones de 1924 y 1928. Pese a que la derecha nacional, el DNVP, obtuvo buenos resultados (103 y 79 escaños, respectivamente), los partidos de centro -el "Zentrum" católico, el partido popular de Gustav Stresemann y el partido demócrata- aún retenían suficientes escaños y votos como para equilibrar el juego político. Ciertamente, que un hombre del pasado asociado al prusianismo y al militarismo como Hindenburg fuera elegido Presidente (abril de 1925) era un mal presagio. Pero Hindenburg pareció en principio dispuesto a convivir con la República. Incluso dijo del socialista Hermann Müller, jefe del gobierno entre 1928 y 1930, que era su ideal de canciller. Más aún, con Stresemann en Exteriores (1923-29), Alemania, como enseguida veremos, hizo sustanciales contribuciones a la paz internacional y fue por ello admitida en la Sociedad de Naciones en 1926. En Francia, los viejos demonios de la III República -inestabilidad ministerial, influencia de los notables locales, indisciplina de los grupos parlamentarios, inexistencia de grandes partidos nacionales- reaparecieron tan pronto como se recobró la normalidad política tras la guerra mundial. Las dos grandes experiencias de gobierno de los años veinte -el Bloque Nacional de 1920 a 1924 y el Cartel de izquierdas, de 1924 a 1926- fueron así experiencias en buena medida decepcionantes. El Bloque Nacional, la gran coalición de la derecha republicana, ganó, como se recordará, las elecciones de noviembre de 1919, favorecida por el clima de exaltación patriótica generada por la victoria en la guerra y por el giro a la derecha de una parte del electorado francés ante la oleada de huelgas de 1919 y la radicalización del movimiento obrero (en parte, influencia de la revolución soviética: el Partido Comunista francés se creó en diciembre de 1920). Los gobiernos del Bloque -que presidieron Millerand su hombre fuerte, Leygues, Briand y el ex-presidente Poincaré , ya en 1922-24- fueron gobiernos nacionalistas y conservadores que vincularon la solución de los grandes problemas del país

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(reconstrucción, compensaciones a viudas y huérfanos de guerra, endeudamiento exterior, inflación, déficit presupuestario, escasez de viviendas, dificultades financieras) al mantenimiento de una política exterior de prestigio y autoridad que impusiese la estricta aplicación del tratado de Versalles garantizase la seguridad colectiva europea y obligase a Alemania a cumplir con los pagos de las reparaciones de guerra (pieza esencial para financiar los gastos de la reconstrucción de Francia). Así, para garantizar la supervivencia de Polonia y asegurar la frontera oriental de Alemania, Francia envió tropas a Varsovia durante la guerra rusopolaca de 1920; inició una política de alianzas en Europa central -con la propia Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía- para garantizar el nuevo status quo; y en enero de 1923, para asegurarse el pago de las reparaciones alemanas, el gobierno Poincaré decidió la ocupación militar del Ruhr, conjuntamente con Bélgica. Pero los resultados fueron contraproducentes. La actitud francesa provocó su aislamiento internacional y un evidente deterioro en las relaciones con Gran Bretaña y Estados Unidos. La ocupación del Ruhr no logró sus objetivos. Estados Unidos y Gran Bretaña, convencidos de que la seguridad europea requería la recuperación de Alemania, impusieron en abril de 1924 el Plan Dawes que contemplaba modificaciones en los plazos de pago de las reparaciones, un plan que Francia, agobiada por sus propias dificultades financieras, tuvo que aceptar. Más aún, para combatir la inflación, el gobierno Poincaré acordó drásticos recortes presupuestarios y una fuerte subida de impuestos. Esas circunstancias determinaron el resultado de las elecciones de mayo de 1924: el Cartel de izquierdas, que agrupaba al partido radical y a los socialistas (SFIO), logró 286 escaños (radicales, 139; SFIO, 105; republicanos socialistas, 42); el Bloque, 233; el nuevo Partido Comunista Francés, 28. Pero las grandes expectativas suscitadas por la victoria de la izquierda -que procedió a sustituir a Millerand por Gaston Doumergue en la Presidencia de la República y a la formación de un gobierno presidido por el líder radical y alcalde de Lyon, Edouard Herriot (1872-1957)- quedaron pronto defraudadas. El Cartel (gobiernos Herriot, junio 1924 a abril 1925; Painlevé, mayo-noviembre 1925; Briand, noviembre 1925 a julio 1926) puso en marcha el cambio en la política exterior francesa que, asociado a la personalidad de Aristide Briand (1862-1932), ministro de Exteriores casi sin interrupción entre abril de 1925 y enero de 1932, crearía la ilusión de que la paz internacional era posible. El Cartel puso fin a la ocupación del Ruhr (julio de 1925), aceptó el Plan Dawes, estableció relaciones diplomáticas con la URSS y aprobó la ya mencionada admisión de Alemania en la Sociedad de Naciones. Pero el Cartel no pudo sobrevivir a las diferencias políticas que separaban a los dos socios principales (partido radical, SFIO) ni resolver el que aparecía como principal obstáculo a la reconstrucción de Francia, la crisis monetaria. Primero, el partido radical vivió en una permanente ambigüedad política oscilando entre el entendimiento con la SFIO y el apoyo a fórmulas de centro-derecha. Segundo, los radicales, expresión del "francés medio", de una idea republicana, laica y tranquila de Francia, eran contrarios a la política de intervencionismo estatal en cuestiones económicas y sociales que defendían los socialistas y seguían viendo en el laicismo y la educación los grandes problemas de la República. Tercero, la SFIO, una gran federación de grupos socialistas locales más que un partido moderno, tampoco quiso llevar su colaboración con los radicales hasta sus últimas consecuencias (limitándose a apoyarles en el Parlamento) por temor a verse desbordada a su izquierda por el PCF. El gobierno Herriot no pudo contener la devaluación del franco, que entre mayo de 1924 y julio de 1926 perdió un 30 por 100 de su valor (que la izquierda atribuyó no sin fundamento a maniobras especulativas de los círculos bancarios y financieros, al "muro del dinero", como lo llamó Herriot). El Cartel se vio, además, sorprendido por el

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estallido del problema colonial primero en Marruecos -donde desde abril de 1925 a mayo de 1926, el ejército francés colaboró a gran escala con el español para acabar con la guerrilla de Abd-el-Krim- y luego en Siria, donde se produjeron insurrecciones y violencias de distinto tipo a partir de julio de 1925. Como consecuencia, los radicales decidieron liquidar la experiencia del Cartel -julio de 1926- y propiciar, mediante combinaciones parlamentarias, sin necesidad de convocar nuevas elecciones, la formación de un gobierno de centro-derecha, un gobierno de Unión Nacional (presidido por Poincaré, que retuvo a Briand en Exteriores). El nuevo gobierno procedió de forma expeditiva -y de acuerdo con las exigencias de los grandes círculos económicos- a sanear la moneda y estabilizar la situación financiera (revaluación del franco, reducción de tipos de interés, drástica reducción del déficit presupuestario), lo que consiguió en muy poco tiempo y con gran éxito. Pero la dimisión de Poincaré en julio de 1929 por problemas de salud hizo que retornasen las prácticas habituales en la política francesa: entre 1929 y 1932, se sucedieron un total de 10 gobiernos (de centro-derecha, de acuerdo con los resultados de las elecciones de 1928). Inestabilidad gubernamental, falta de partidos modernos e incoherencia de los grupos parlamentarios hacían de la III República francesa una democracia débil. Pero al menos, antes de 1932-35, la democracia francesa no estuvo amenazada por la polarización y la tensión civil. Al contrario, Francia en 1930 parecía disfrutar de una espléndida salud. El crecimiento de su economía, y desde 1928 la solidez de su moneda, eran evidentes. Los automóviles Citroën y Renault, por ejemplo, competían muy favorablemente en los mercados internacionales. Los tenistas franceses ganaban la Copa Davis (1927) y otros grandes torneos. París era, en expresión de Hemingway "una fiesta", el centro de la vida cultural e intelectual de Europa, como evidenciaban el dinamismo de sus vanguardias (el surrealismo, Picasso por ejemplo) y la difusión y calidad de la literatura francesa. Unos 16 millones de personas visitaron la Exposición de Artes Decorativas que se celebró en 1925. La Costa Azul era el centro mundial del turismo elegante y elitista. Si André Gide encarnaba ante la "intelligentsia" europea la imagen del intelectual libre e independiente, otro escritor francés, Paul Morand el autor de Lewis e Irene, Magia Negra, París-Tombouctou, Nueva York y otros libros, viajero, diplomático, rico, encarnaba el cosmopolitismo y la mundanidad que parecían corresponderse con una situación que invitaba a la confianza y al optimismo. Con Briand en Exteriores (1925-1932), la proyección internacional de Francia se reforzó extraordinariamente. Briand trabajó tenazmente por reforzar el papel de la Sociedad de Naciones, planteó en ésta la entonces audacísima tesis de la unión europea y, con el apoyo de su colega alemán Stresemann, hizo de la reconciliación franco-alemana el principio fundamental para lograr una paz duradera en Europa y en el mundoEl acercamiento entre Francia y Alemania -que tendría además el pleno respaldo británico- fue la indicación más clara de que, superados los problemas derivados de la aplicación de los tratados de París de 1919 , estaba germinando un nuevo clima internacional favorable a la cooperación multilateral y a la solución pacífica de conflictos y tensiones, a pesar de la escasa operatividad de la Sociedad de Naciones. Las pruebas eran evidentes. Estados Unidos había adoptado desde 1919 una política aislacionista respecto a Europa; ahora facilitarían su recuperación económica e insistirían (planes Dawes y Young) en posibilitar a Alemania el pago de las reparaciones. Gran Bretaña, absorbida por las cuestiones de su Imperio colonial y por la administración de los "mandatos" recibidos en 1919 en Oriente Medio, se había inhibido también de las cuestiones europeas; desde 1924 (gobierno laborista), Europa y la Sociedad de Naciones volverían al centro de la diplomacia británica. MacDonald el primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores laborista, reunió en Londres (16 de

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julio de 1924) la conferencia que aprobó el Plan Dawes, a la que asistieron Herriot y Stresemann , y fue el promotor del llamado "protocolo de Ginebra" (2 de octubre) en virtud del cual, de haber sido aprobado, los países miembros de la Sociedad de Naciones se habrían comprometido al arreglo mediante arbitraje de las disputas internacionales. Aunque el gobierno conservador de Baldwin, con Austen Chamberlain en Exteriores, volvió a distanciarse expresamente de la Sociedad de Naciones, insistió reiteradamente pese a ello en la necesidad de llegar a acuerdos especiales y limitados -en concreto, en torno a la seguridad de las fronteras entre Francia y Alemania- como garantía para la paz. Como enseguida veremos, el gobierno Baldwin suscribió todos los grandes acuerdos internacionales de la década. Por lo que hacía a Francia, el cambio era aún más perceptible y radical. Si hasta 1924 su política exterior se había limitado a lograr que se impusiera a Alemania el cumplimiento estricto del tratado de Versalles, desde la llegada al poder de la izquierda y sobre todo en la "era Briand" (1925-32), Francia aparecería como el campeón de la distensión con Alemania, de la seguridad internacional, de la unión europea y de la Sociedad de Naciones. Hasta la Italia de Mussolini firmaría los Tratados de Locarno y el pacto Kellogg-Briand, los dos acuerdos internacionales que más expresivamente vinieron a simbolizar el nuevo clima de cooperación y pacificación internacionales que, como se ha dicho, cristalizó en la segunda mitad de la década de 1920. En efecto, el Plan Dawes (abril de 1924) sentó las bases para la solución de la cuestión alemana. Solicitada por el gobierno alemán a la Comisión Aliada para las Reparaciones de Guerra una investigación sobre la economía de su país, la comisión de expertos nombrada al efecto, presidida por el banquero norteamericano Charles G. Dawes, recomendó que la cantidad anual que Alemania debía pagar se fijase en dos millones y medio de marcos-oro y que se concediese a Alemania una cuantiosa cantidad (800 millones de marcos-oro) en créditos. Patrocinado por Estados Unidos y Gran Bretaña, aceptado tras alguna reticencia por Francia, el Plan logró sus objetivos: la economía alemana inició su recuperación, Alemania pudo empezar a pagar las anualidades acordadas y Francia se sintió satisfecha y retiró sus tropas del Ruhr a partir de 1925. El 1 de diciembre de 1925 se firmaron los llamados Tratados de Locarno, auspiciados por Gran Bretaña (Austen Chamberlain), Francia (Briand) y Alemania (Stresemann). El principal de ellos, suscrito por Francia, Bélgica y Alemania y garantizado por Gran Bretaña e Italia, confirmó la inviolabilidad de las fronteras alemanas con Bélgica y Francia y la desmilitarización del Rin. El 8 de septiembre de 1926, Alemania era admitida en la Sociedad de Naciones. El 27 de agosto de 1928, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Alemania, Italia y Japón firmaron en París el llamado Pacto Briand-Kellogg, esto es, la propuesta del ministro francés de Exteriores, Briand, de quien partió la iniciativa, y del Secretario de Estado norteamericano Frank B. Kellogg, por la que los países firmantes renunciaban a la guerra como medio de resolver los conflictos. En ese clima, el Plan Dawes fue revisado y sustituido por otro mejor, el Plan Young (febrero de 1929), que tomó su nombre del financiero norteamericano Owen D. Young, presidente de la comisión encargada de la revisión: la deuda de guerra alemana fue reducida en un 75 por 100 y fijada en 121 billones de marcos, y se amplió hasta 59 el número de plazos para su pago. Lo que se dio en llamar espíritu de Locarno, el deseo de paz y cooperación, parecía, pues, triunfante. El 8 de septiembre de 1929, Briand proponía ante la Sociedad de Naciones la unión federal de los pueblos europeos y preparó, ya en mayo de 1930, un Memorandum en esa dirección que entregó para su estudio en las distintas cancillerías europeas. Incluso cuando ya empezaba a manifestarse la crisis de la economía mundial, hubo indicaciones de la voluntad conciliadora de los gobiernos occidentales. Vueltos los

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laboristas al poder en Gran Bretaña en junio de 1929 tras su victoria en las elecciones de mayo, el ministro de Exteriores, Arthur Henderson, logró que su país, Francia Estados Unidos . Japón e Italia firmasen el "acuerdo sobre desarme naval de Londres" (22 de abril de 1930) que, ampliando los acuerdos de una conferencia anterior celebrada en Washington a fines de 1921, limitaba la carrera de armamentos al decidir la suspensión por seis años de las grandes construcciones navales y la reducción de los efectivos existentes. La Sociedad de Naciones mantuvo una Conferencia sobre Desarme a lo largo de los años 1932-34.La "gran depresión" económica que se generalizaría a partir de 1929 destruiría "el espíritu de Locarno" y propiciaría que la inseguridad, la violencia y la tensión volvieran a caracterizar las relaciones internacionales. Lo que en 1928 era impensable, la posibilidad de una nueva guerra mundial -como mostraba que un total de 62 Estados ratificasen el pacto Briand-Kellogg-, resultaría casi inevitable en unos pocos años. La crisis económica mundial fue precipitada por la crisis de la economía norteamericana, que comenzó en 1928 con la caída de los precios agrícolas y estalló cuando el 29 de octubre de 1929 se hundió la Bolsa de Nueva York. Ese día bajaron rápidamente los índices de cotización de numerosos valores -al derrumbarse las esperanzas de los inversores, después que la producción y los precios de numerosos productos cayeran por espacio de tres meses consecutivos- y se vendieron precipitadamente unos 16 millones de acciones. Las causas últimas de la crisis norteamericana fueron, de una parte, la contracción de la demanda y del consumo personal, los excesos de producción y pérdidas consiguientes (por ejemplo, en el sector automovilístico y en la construcción) y la caída de inversiones, propiciada por la caída de precios; y de otra, la reducción en la oferta monetaria y la política de altos tipos de interés llevadas a cabo por el Banco de la Reserva Federal desde 1928 para combatir la especulación bursátil. En cualquier caso, el producto interior bruto norteamericano cayó en un 30 por 100 entre 1929 y 1933; la inversión privada, en un 90 por 100; la producción industrial, en un 50 por 100; los precios agrarios, en un 60 por 100, y la renta media en un 36 por 100. Unos 9.000 bancos -con reservas estimadas en más de 7.000 millones de dólares- cerraron en esos mismos años. El paro, que en 1929 afectaba sólo al 3,2 por 100 de la población activa, se elevó hasta alcanzar en 1933 al 25 por 100 de la masa de trabajadores, esto es, a unos 14 millones de personas. Como consecuencia, Estados Unidos redujo drásticamente las importaciones de productos primarios (sobre todo, de productos agrarios y minerales procedentes de Chile, Bolivia, Cuba, Canadá, Brasil, Argentina y la India), procedió a repatriar los préstamos de capital a corto plazo hechos a países europeos y sobre todo a Alemania, y recortó sensiblemente el nivel de nuevas inversiones y créditos. La dependencia de la economía mundial respecto de la norteamericana era ya tan sustancial (sólo en Europa los préstamos norteamericanos entre 1924 y 1929 se elevaron a 2.957 millones de dólares); y las debilidades del sistema internacional eran tan graves (países excesivamente endeudados y con fuertes déficits comerciales, grandes presiones sobre las distintas monedas muchas de ellas sobrevaloradas tras el retorno al patrón-oro, numerosas economías dependientes de la exportación de sólo uno o dos productos) que el resultado de la reacción norteamericana fue catastrófico: provocó la mayor crisis de la economía mundial hasta entonces conocida. El valor total del comercio mundial disminuyó en un solo año, 1930, en un 19 por 100. El índice de la producción industrial mundial bajó de 100 en 1929 a 69 en 1932. Aunque con las excepciones de Japón y de la URSS la crisis golpeó en mayor o menor medida a la totalidad de las economías, fue en Alemania donde sus efectos fueron particularmente negativos. La economía alemana no pudo resistir la retirada de los

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capitales norteamericanos y la falta de créditos internacionales. El comercio exterior se contrajo bruscamente. La producción manufacturera decreció entre 1929 y 1932 a una media anual del 9,7 por 100. Los precios agrarios cayeron espectacularmente. La producción de carbón descendió de 163 millones de toneladas en 1929 a 104 millones en 1932; la de acero, de unos 16 a unos 5, 5 millones de toneladas. El desempleo que en 1928 afectaba a unas 900.000 personas, se duplicó en un año y en 1930 se elevaba ya a 3 millones de trabajadores. Las medidas tomadas por el gobierno del canciller Brüning formado el 30 de marzo de 1930, tales como elevación de impuestos, reducción del gasto público y de las importaciones, recortes salariales y mantenimiento del marco -medidas pensadas para impedir una reedición de la crisis de 1919-23 y para que Alemania pudiese hacer frente al plan Young , resultaron a corto plazo muy negativas. La contracción de la demanda que provocaron hizo que el desempleo se elevara a la cifra de 4,5 millones en julio de 1931 y a 6 millones al año siguiente (aunque es posible que, con más tiempo, pudieran haber dado resultados positivos: a principios de 1933, se apreciaban ya signos de reactivación). El pánico financiero y bancario norteamericano se contagió a Europa. Los banqueros franceses -los Rothchilds, principalmente- retiraron los créditos concedidos al banco austríaco Kredit Anstalt, que quebró y arrastró a la quiebra a numerosos bancos de Austria, Hungría y Polonia. Como también se señaló al hablar de la dictadura nazi, los bancos alemanes, por temor a quiebras en cadena ante la huída masiva de capitales, cerraron entre el 13 de julio y el 5 de agosto de 1931. La libra fue sometida a fortísimas presiones de los especuladores internacionales: Gran Bretaña decidió en septiembre de 1931 abandonar el patrón-oro y devaluar la libra en un 30 por 100, decisión que obligó a su vez a otros países a reforzar las políticas deflacionistas ya adoptadas por sus gobiernos respectivos. Estos -Hoover en Estados Unidos; MacDonald en Gran Bretaña; Brüning en Alemania; Herriot en Francia- hicieron lo que la ortodoxia económica prescribía para hacer frente a situaciones de crisis: reducciones del gasto público, políticas de equilibrio presupuestario, aumentos de impuestos, reducción de costes salariales, limitación de importaciones vía elevación de aranceles y rígidos controles de los cambios. Como Keynes demostraría poco después en su Teoría general (1936) ya citada, la ortodoxia estaba equivocada, y probablemente sólo la intervención de los gobiernos estimulando la inversión y la demanda -tesis keynesiana- pudo haber generado crecimiento económico y empleo. Fue cierto, con todo, que el resultado de la aplicación de las recetas clásicas no fue totalmente negativo. Hacia 1933, algunas economías parecían ya camino de su recuperación, y para entonces lo peor de la depresión había pasado. Pero los efectos a corto plazo fueron devastadores. Primero, el desempleo alcanzó cifras jamás conocidas: 14 millones en Estados Unidos, 6 millones en Alemania, 3 millones en Gran Bretaña y cifras comparativamente parecidas en numerosísimos países. Segundo, la crisis social favoreció el extremismo político. El temor real o ficticio al avance del comunismo y de la agitación revolucionaria provocó en muchos países el auge de movimientos de la extrema derecha y en algunos, como en los Balcanes y en los Estados bálticos, la implantación de dictaduras fascistizantes. Peor aún, la crisis contribuyó decisivamente al colapso de la República de Weimar y a la llegada de Hitler al poder. Tercero, la crisis económica provocó fuertes tensiones en las relaciones comerciales internacionales al recurrir los gobiernos a medidas proteccionistas para defender las economías nacionales. Estados Unidos impuso el 17 de junio de 1930 el arancel (Hawley-Smoot) más alto de su historia. En mayo de 1931, Francia introdujo el sistema de "restricciones cuantitativas" a las importaciones, un sistema de cuotas sobre unos 3.000 productos de

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importación. Gran Bretaña impuso en 1932 un impuesto del 10 por 100 sobre todas las importaciones; en la conferencia de Ottawa (21 de julio a 20 de agosto de 1932), los países de la Commonwealth aprobaron el principio de "preferencia imperial", por el que determinados productos coloniales entrarían en Gran Bretaña sujetos a cuotas pero sin recargos arancelarios, y los productos industriales británicos gozarían de beneficios para su exportación a las colonias

Pedro Antonio Ruiz LalindeIES “Marqués de la Ensenada”Haro pag 55

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La Codicia

 I see trees of green, red roses too, I see them bloom for me and you, And I think to myself what a wonderful world…Eso decía Louis Armstrong en 1968 treinta años después del mayor cataclismo que había conocido el mundo contemporáneo, ¿Lo era, era un mundo maravilloso? Veamos… Estamos en 1919, la guerra ha terminado, la primera guerra mundial ha aupado a los Estados Unidos a la supremacía del mundo económico, relevando con ello, con la victoria de los aliados, a Gran Bretaña, el mundo escapará de una guerra para entrar en otra, en una guerra de codicia y capitalismo salvaje.

En aquellos momentos Wilson Woodrow es el presidente, el tío Sam de aquellos días que establece en la paz de París la transformación de Europa a partir del principio de las nacionalidades. El imperio austrohúngaro y el imperio otomano desaparecen y aparecen países como Austria, Hungría, Yugoslavia, Polonia, o Checoslovaquia… pero ¿cuál es el objetivo? Estados Unidos durante los años veinte intenta rehabilitar Europa, y con el principio de las nacionalidades el máximo objetivo es atomizar Europa haciendo desaparecer los diferentes imperios apareciendo pequeños territorios dependientes, el presidente americano quería una paz sin vencedores ni vencidos, en el que la culpabilidad de la guerra se disipara, pero el senado americano no fue consultado por el presidente en un error de Wilson Woodrow, senado de mayoría republicano de tendencia aislacionista, dentro de un concepto político no de un concepto económico, que no quería que la Sociedad de Naciones limitara el poder central de los EEUU, ellos eran el banco del mundo, ellos eran quien verdaderamente repartían las reglas del juego. Con esta medida de rechazar la Sociedad de Naciones Estados Unidos se desentendía de la política europea cosa que a la larga fue un error de estrategia por parte de los Estados Unidos ya que había dos peligros que temían los americanos en aquellos días, uno era las posibles rencillas surgidas de la primera guerra mundial y el eje euroasiático representado en el nacional bolchevismo como el mayor de todos los peligros.

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La doctrina del nacional-bolchevismo tenía como referencia un modelo distinto, se basaba en la nación como pilar básico para combatir el individualismo a través de la comunión entre pueblo y estado junto a la relación de los habitantes de un territorio con la cultura, la idiosincrasia, la historia, los hábitos políticos propios de ese lugar. Es decir con su identidad, no con el capital. Veían la unión nacional por medio de la extensión territorial que poseía unas mismas características culturales, históricas, y de modo de ser de sus habitantes que permiten diferenciarlos de los vecinos. En su opinión, habían de realizarse dos revoluciones paralelas, la primera debiera de ser una revolución nacional, que hiciese afirmar la identidad cultural y tradicional de la comunidad frente a los valores importados del extranjero, sobre todo de Estados Unidos, y para ello los pueblos que lograsen hacer resurgir su identidad propia deberían de colaborar con otros. La segunda revolución debiera de ser social, incluyendo la nacionalización de empresas, la supresión de la propiedad privada para sustituirla como primer paso por el privatismo ligero, o directamente suprimir la propiedad privada, y el diseño de planes de producción centralizados para desarrollar rápidamente el estado. Las empresas pasarían a ser propiedad de trabajadores, que las dirigirían en modo de cooperativas. Esta fue, entre otras razones, uno de los motivos por lo que se decidió crear un cordón sanitario para impedir su expansión ya que atentaba contra los principios capitalistas del libre mercado norteamericano y su modelo jerárquico de organización de clases, que discutía su sistema económico privado basado en la propiedad productiva, todo estaba preparándose para que se implantará la supremacía capitalista norteamericana, caperucita en verdad, era el lobo feroz… ¿cómo activar la economía? Las devastaciones durante la guerra fueron innumerables muriendo ocho millones de personas haciendo que la mayoría de la población activa, hombres, desapareciera, además de muchas de las estructuras productoras, industrias, de Europa, el lobo después de tirar las casas a base de bombas quería reconstruirlas y cobrar por ello…

En 1924 Estados Unidos ya en la presidencia de John Calvin Coolidge, inyecta dinero a partir de créditos con el Plan Dawes con la intención de reactivar el intercambio y el comercio con Europa provocando que Alemania pudiera pagar sus deudas de guerra con Francia y Gran Bretaña y estos con los propios Estados Unidos, eso crea una excesiva dependencia de los EEUU que ante cualquier eventualidad económica podrían convertir un mal local en un problema global, el tren de Glasgow pasaba por Wall Street y en sus vagones no había ni un puto duro, la crisis de 1921 había demostrado definitivamente  a EEUU que no podían vivir aislados del mundo. Hasta 1929 hay varios acuerdos y pactos para pacificar Europa para que la reconstrucción fuera posible, un acuerdo, llamado el acuerdo de Locarno y el pacto de Briand-Kellog. El acuerdo de Locarno de 1925 era un tratado de mutua garantía entre Alemania, Francia, Italia, Bélgica y Gran Bretaña. Se producen convenios de arbitraje entre Alemania-Bélgica, Alemania-Francia y tratados de arbitraje entre Alemania-Polonia, Alemania y Checoslovaquia. Estos pactos y tratados significaron el reconocimiento alemán de las fronteras occidentales. El gran problema de los Tratados de Locarno fue que Stresemann y ningún gobierno alemán posterior se avino a reconocer las fronteras orientales de Alemania.

No hubo un “Locarno del este”, donde, a la larga, se formulará el origen de la segunda guerra mundial. Provocó, este acuerdo, a su vez la evacuación francesa del Rhur y el propio reconocimiento de Alemania como potencia con iguales derechos al resto. Estos dos acontecimientos tendrán consecuencias. Como resultado indirecto de estos tratados, Alemania ingresó en la Sociedad de Naciones el 8 de septiembre de 1926 y los aliados evacuaron Renania en 1930, cinco años antes del calendario previsto en el Tratado de

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Versalles. Estos Tratados fueron definitivamente rotos por Hitler con la remilitarización de Renania en 1936, el fascismo era una respuesta según Ernst Nolte a la modernidad, al miedo al bolchevismo, de la codicia del imperio norteamericano surgió el Leviatán, el monstruo que siendo cabo en la gran guerra como Führer abocó al mundo a otra guerra mundial. El pacto de Briand-Kellog abolía la guerra como forma de resolver diferencias internacionales. Buscando ligar a EE.UU. a una alianza dirigida a frenar una posible vuelta al expansionismo alemán, el ministro de asuntos exteriores francés, Arístides Briand, propuso a la potencia norteamericana un pacto bilateral de no agresión en la primavera de 1927.

Alentado por la opinión más pacifista y menos aislacionista de su país, el secretario de estado norteamericano, Frank B. Kellogg, propuso que el pacto se convirtiera en un tratado multilateral, lo cual fue aceptado por Francia. Como resultado de la propuesta de Kellogg, casi todas las naciones del mundo firmaron finalmente el Pacto Briand-Kellogg, acordando renunciar a la guerra como instrumento de política internacional y solucionar todos los conflictos internacionales de manera pacífica. Hubo múltiples matices a este compromiso, por ejemplo, la guerra en defensa propia, las obligaciones militares que surgieran del pacto de la Liga de Naciones, la doctrina Monroe o los tratados de alianza acordados tras la I Guerra Mundial.

Si unimos todas estas excepciones al hecho de que el tratado no estableció ningún método para forzar su cumplimiento, podemos entender como el Pacto resultó totalmente inútil. Arístides Briand aprovechó para elaborar un proyecto de unión europea, pero los recelos de la URSS y Gran Bretaña lo impidieron, y en este panorama había elementos que hacían peligrar un futuro pacífico, como eran el descontento en algunos países de la Europa Oriental como Hungría y Bulgaria, la política agresiva de Italia, el debilitamiento francés a la pequeña entente y el recelo soviético hacia la Sociedad de Naciones. En resumen, los movimientos políticos como el principio de nacionalidades del presidente americano Wilson y diplomáticos como el acuerdo de Locarno o el Pacto de Briand-Kellog tenían principalmente un principio económico, de encontrar cobijo a tanta producción desmesurada.

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Si el principio de las nacionalidades era una forma de diversificar la culpabilidad de la primera guerra mundial atomizando un posible adversario como podía ser la propia Europa y a la vez centralizar el poder norteamericano en los diferentes países europeos, esto se demuestra en la negativa del ministro de asuntos exteriores estadounidense Secretario de Estado norteamericano Frank B. Kellogg que llevo a cabo una política aislacionista durante el período que estuvo al frente de la diplomacia estadounidense, y dio largas a la propuesta en un primer momento pero, finalmente, ante el movimiento interno en Estados Unidos pro ilegalizar la guerra a cambio de reactivar el intercambio entre Europa y Estados Unidos aceptó firmar el Pacto Briand-Kellog en 1928, consiguiendo que se adhirieran a él 62 países, por ello fue considerado premio nobel de la paz en 1929, ¡ por el interés te quiero Andrés! es más claro aún ante el caso expuesto cuando Austria bajo la influencia de la crisis europea la cual ella es la primera en sentir los primeros síntomas, busca solucionar estos problemas mediante la unión aduanera con Alemania, los fantasmas de la unión austro-alemana planean sobre la opinión internacional, lo que provoca la retirada masiva de capitales invertidos en Austria. En la primavera de 1931 quiebra el banco más importante de Austria el Kredit Anstalt, arrastrando a otras entidades de créditos que acaban afectando a los bancos alemanes, la enfermedad se había propagado ¿cuál había sido la causa? El capitalismo del monopolio.

Estados Unidos se convierte en el gran y nuevo centro del mundo, al acabar la primera guerra mundial Estados Unidos poseía la mitad del oro del mundo, y entre 1913 y 1929 su renta nacional pasó de 33.000 a 72.000 millones de dólares al contrario de los demás países europeos, eso provoca en cambio que después de 1924 para satisfacer la renacida demanda, se mejorase el rendimiento de las fábricas, pero como contraprestación subiesen los precios de los productos fabricados Cuando había que pagar los productos adquiridos por parte de las fábricas, a su vez, el crédito era escaso por parte de los bancos, los precios en general estaban al alza.

Incapaces de hacer frente a sus deudas los diferentes gobiernos estadounidenses multiplicaron las emisiones de billetes, lo que favoreció la inflación y perjudicó a la mediana y pequeña empresa que son la red económica de todo estado, que no pararon de endeudarse, surge por culpa de ello, de esta mala maniobra en una acelerada economía

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cada vez más acusada y sin fin, el capitalismo monopolista. Los magnates de las grandes empresas aprovecharon la inflación para comprar a bajos precios fábricas enteras, debilitaron el sistema para aprovecharse del propio sistema, un modelo lo suficientemente frágil para romperse en mil pedazos ante cualquier maniobra interesada y temeraria.

La concentración de la producción en pocas manos, en monopolios, se aceleró y el trabajo en cadena con baja paga de salarios se convirtió en el gran negocio, siendo contraproducente a la larga para el propio estado y el propio sistema capitalista al resentirse el consumo más básico, el de la misma población, había un desequilibrio entre los salarios y el nivel de vida. Si la renta era minoritaria, ¿cómo crear construcciones públicas y con ellos puestos de trabajo? el sistema se estaba muriendo, la agricultura no podía sostener tal desequilibrio productivo, una agricultura que también había vivido esa especulación industrial, la culpa no era el dinero, era la codicia, la codicia de unos pocos y el Plan Dawes solo hizo que propagar la enfermedad a todos los países europeos, de mayor o menor medida, que por culpa del principios de las nacionalidades, fue presentado en múltiples formas, según el contexto social y económico de cada país, eso provocó la desconfianza de los países europeos que imitando EEUU a partir de los años 30 empezaron a cerrar puertas, el capitalismo estaba en un estado muy grave.

En 1929 se implanta el Plan Young que sustituía el Plan Dawes, en esos días Alemania ya no estaba dispuesta a pagar más, el enfrentamiento estaba servido, el crack de 1929 en la bolsa de Nueva York solo había sido el reflejo de una década de excesos, de una aceleración económica sin límites, el crack de 1929 era la semilla de una gran depresión que duraría de manera global diez años, desde 1929 hasta 1939, la innovación tecnológica había caído en picado desde 1929 a 1935, las patentes se detienen, el sistema de base se había podrido por el hambre y la frustración, el plan codicioso de

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Estados Unidos había matado el propio sistema capitalista, y había propagado la mierda a todos los confines del mundo, desde Europa hasta la misma India, un sistema que solo se recuperaría a partir de 1943, con otra gran guerra, con la segunda guerra mundial, una guerra de modelos productivos, el sueño americano había muerto, GAME

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LA ECONOMÍA DE ENTREGUERRAS: LOS FELICES 20, EL CRACK DE 1929 Y LA GRAN DEPRESIÓN..

1. LA ECONOMÍA DE LOS AÑOS 20.

1.1. La crisis económica de posguerra.

Al finalizar la I G.M. se inició un período de reajustes económicos que provocaron una gran crisis económica, sobre todo en Europa, y particularmente en Alemania. Las deudas de guerra provocaron el empobrecimiento de los deudores y la imposibilidad de hacer frente a las inversiones necesarias para la reconstrucción. Todos los países implicados en la guerra contrajeron importantes deudas: Los vencedores debían grandes cantidades a países neutrales y EE.UU.; y los perdedores, debían a neutrales y a los aliados por las indemnizaciones establecidas por los tratados de paz. Estas deudas provocan el desplazamiento del centro económico mundial hacia EE.UU, principal acreedor y beneficiario de las ventas de material a los aliados durante la guerra. Nueva York sustituye a Londres como capital financiera mundial, y la Reserva Federal de EE.UU. acumulará buena parte del oro europeo entregado a cambio de material. En Europa, esta situación de deuda, provoca un incremento de la circulación fiduciaria para hacer frente a los gastos (10 veces más billetes en circulación que en 1914), pero esto pronto provoca una enorme inflación y posterior devaluación monetaria, al emitirse moneda por encima de la garantía del oro existente.

La crisis se extendió hasta 1921, aunque algunos países, como Alemania, vieron como se alargaba bastante más en el tiempo. La I GM interrumpió el crecimiento económico del siglo XIX y agudizó los desequilibrios arrastrados por la economía capitalista decimonónica. Los principales desequilibrios económicos provocados por la guerra podemos resumirlos en los siguientes puntos:

La desintegración de algunos de los viejos bloques comerciales (Austria-Hungría, Imperio turco, Imperio alemán, Rusia), por la desintegración territorial y política de estos viejos estados y por la crisis económica, dificultando la recuperación del comercio internacional.

Durante la guerra muchos países neutrales se convierten en productores industriales para abastecer a los países en guerra, pero al finalizar la guerra sufren la crisis de la demanda, el proteccionismo adoptado por casi todos los países, y la competencia de las industrias de los países industriales ahora ya en paz, por lo que entran en crisis rápidamente.

La guerra obliga a los países beligerantes a transformar parte de su industria en industrias de guerra, abandonando la producción de manufacturas tradicionales. Al terminar la guerra, por lo tanto, fue necesario abordar una reconversión industrial, pero la falta de recursos económicos y la competencia de las industrias desarrolladas en los países neutrales, dificultaron este proceso. La guerra truncó la modernización de sectores industriales que ya estaban obsoletos en 1914 e impidió su modernización tecnológica.

La guerra provocó 9 millones de muertos e infinidad de heridos, lisiados y desplazados, lo que afectó notablemente al mercado de trabajo y como consecuencia el

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consumo. El aumento inicial de salarios (poca oferta de mano de obra) pronto fue sustituido por situaciones de paro masivo, salarios bajos, y descenso brutal de la capacidad adquisitiva de una gran masa de población, lo que frenará la producción de determinados sectores.

La crisis se manifestó ya en 1919, con una enorme caída de los precios y de los salarios, el cierre de numerosas industrias y el aumento constante del paro. Afectó a toda Europa, tanto a los países beligerantes como a los neutrales, y también a los suministradores de materias primas y alimentos de otros continentes. Alemania y Austria sufrieron las peores consecuencias, y la crisis se alargó hasta 1923, debido a los problemas políticos de posguerra y a las indemnizaciones a las que debían hacer frente. Para superar esta situación se propusieron varias soluciones: Gran Bretaña y EE.UU deseaban restablecer la situación anterior a 1914, restableciendo el patrón oro, el librecambismo y el equilibrio presupuestario; Francia y Alemania apostaban por el crecimiento fiduciario a costa de altas tasas de inflación, que le permitiesen hacer frente a sus deudas de guerra, así como imponer políticas comerciales proteccionistas y desarrollar planes de inversiones en obras públicas.

En la Conferencia de Génova (1922-23) se intentó unificar criterios contra la crisis, y se decide: Adoptar el patrón oro para las divisas con las que se abonaban los pagos internacionales, mientas que para la economía interna se renuncia al patrón oro;

se reconoce a EE.UU como el líder económico mundial; se aprueba el Plan Dawes, consistente una política de prestamos americanos para que Alemania haga frente a las reparaciones de guerra y reconstruye su economía.

El Plan Dawes, completado después con el Plan Young, contemplaba una serie de medidas que incluían una reducción de las indemnizaciones y un incremento de los plazos para pagarlas, pero sobretodo un sistema de prestamos desde EE.UU a Alemania que funcionaría de la siguiente manera: EE.UU concede por vía oficial o mediante inversores privados prestamos a corto plazo para la reconstrucción de Alemania. Los bancos alemanes reciben esos créditos a corto plazo del extranjero y los entregan a largo plazo a los empresarios alemanes que los soliciten. EE.UU reduce los tipos de interés en su mercado interno, lo que provoca que muchos ahorradores

privados depositen sus capitales en entidades europeas con tipos de interés más elevados. Esto supone una inyección de capitales para Europa, que reconstruye su economía y estabiliza sus finanzas y su política monetaria: Patrón oro para divisas, equilibrio presupuestario, control de la inflación. Esta “riada” de dinero permite recuperar la economía germana, pero el problema llega en 1929, cuando los inversores extranjeros no renuevan sus préstamos a corto plazo, pero los bancos alemanes no pueden cancelar sus créditos a empresas alemanas porque los concedieron a largo plazo, por lo que estos bancos al tener que devolver ese dinero a los prestamistas extranjeros se quedan sin liquidez, provocando su ruina. La ruina de estos bancos, a su vez provoca que las diferentes empresas alemanas no puedan seguir disfrutando de estos préstamos, por lo que también acabarán arruinándose. También muchos inversores extranjeros se arruinarán, va que los bancos alemanes no podrán devolverles su dinero al no poder ellos cobrarlo de las empresas.

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1.2. Los felices 20.

La economía de los 20, a partir de la Conferencia de Génova, desemboca en un proceso de crecimiento y de bonanza, basado en: El aumento de los niveles de consumo por parte de las clases altas y medias; la aparición de nuevos productos que favorecían el consumo (automóviles populares, electrodomésticos); la aparición del ocio y el turismo como negocio. El crecimiento genera un optimismo exagerado y la recuperación de la credibilidad en el sistema económico capitalista, a pesar de las enormes diferencias entre unas clases sociales y otras. Esta situación económica, además, irá ligada a una política internacional más estable a partir de la integración de Alemania en la SDN, y también a una visión lúdica y optimista de la vida diaria, que impulsa la aparición de nuevas formas de divertirse: nuevas corrientes musicales, el cine, etc.

Sin embargo, los felices 20 ni fueron tan felices ni resultaron tan positivos económicamente hablando. El crecimiento existió, pero sustentado en grandes desequilibrios y en un consumismo que se impuso a la austeridad decimonónica. Estos desequilibrios se resumen en:

Desequilibrios estructurales. Habrá grandes inversiones en nuevos sectores y nuevas industrias, pero se olvidan las inversiones en las viejas industrias que se habían quedado obsoletas. La agricultura tendrá que hacer frente a un problema de superproducción por la entrada en el mercado de países nuevos que hunden los precios, lo que genera un empobrecimiento en el sector agrícola en relación con las ciudades, y una brecha cada vez mayor entre países agrícolas y países industriales, con la consiguiente reducción de la capacidad adquisitiva y el nivel de vida de la población agrícola y de los países donde predominaba el sector primario.

Desequilibrios sociales. Las diferencias entre ricos y pobres se agudizan, por lo que incluso en los países ricos la bonanza económica convive con bolsas de pobreza: Las bidonville norteamericanas, por ejemplo. La inflación no fue del todo controlada y aunque la hiperinflación no rebrota, una tasa de inflación notable se mantiene un ascenso constante de los precios por encima d e los salarios, por lo que la población asalariado no se beneficia del crecimiento económico y permanece alejada del consumismo desatado. Este consumismo, centrado en las clases medias y altas, pronto muestra síntomas de flaqueza por la actuación de la Ley de consumos decrecientes.

Desequilibrios geográficos. El desarrollo afectó a unas regiones más que otras, dentro de un mismo país, pero sobre todo a nivel mundial. Aunque el librecambismo salió reforzado de la Conferencia de Génova, muchos países mantuvieron el proteccionismo comercial. Esto impidió un desarrollo comercial pleno, por lo que la producción mundial creció un 34,5%, pero el comercio sólo un 27%, provocando al final un desequilibrio oferta-demanda. Los países productores de materias primas y productos agrícolas ven como se reducen los precios constantemente, mientras los productos industriales son cada vez más caros, lo que genera un

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intercambio desigual. EE.UU, principal economía mundial ya en esta época, debía liderar la economía mundial y tirar de ella, pero se encerró en su mercado interno, invirtiendo poco en el extranjero y adoptando medidas proteccionistas en muchas ocasiones. En realidad, EE.UU absorbió más capitales de los que exportó, y su crecimiento de los años 20 estuvo demasiado ligado a la especulación, la venta a plazos, los prestamos a corto plazo, y a sectores demasiado volátiles. A todo esto hay que añadir la difícil reconversión de países como España, que durante la guerra habían asistido a un gran crecimiento económico gracias a la venta de productos a los países en guerra, pero que durante los años 20 regresan a su papel de “segundones”, incapaces de competir con la industria de los países más desarrollados.

Desequilibrios en la política de inversiones. Habrá muchos prestamos a corto plazo: Permiten ser retirados fácilmente ante la más mínima crisis y perjudican inversiones a largo plazo. El crecimiento dependía demasiado de los créditos, de las industrias modernas, como automóviles, mientras que sectores como el agrícola se arruinará progresivamente por las hipotecas contraídas con los bancos. La construcción crecerá inicialmente gracias a los prestamos-vivienda, pero a partir de 1926 se arruinará al no poder los dueños devolver los prestamos. La mayor parte del consumo se basaba en la venta a plazos, y cuando el pago a plazos falló por falta de crédito todo se hundió. La superproducción ya amenazaba desde mucho antes de 1929, ya que la mayoría de la población pobre con salarios por debajo de los precios no podía participar en el consumo, por lo que la capacidad de absorber manufacturas se ve limitada. Las empresas empiezan a acumular stocks invendibles desde 1926. Por otra parte, los beneficios empresariales no se reinvierten en la empresa, sino en la especulación inmobiliaria y bursátil, o en créditos a otras empresas. Las políticas comerciales tampoco favorecieron el crecimiento comercial: La Ley de Salvaguarda de las Industrias y la Ley de Importación de 1921 en GB., o la Ley Fordney-McCumber de 1922 en USA sobre tarifas arancelarias demuestran que en los 20 el proteccionismo existió y perjudicó el desarrollo del comercio internacional.

2. EL CRACK DE LA BOLSA Y LOS INICIOS DE LA CRISIS.

2.1. El crack.

Desde 1927 los inversores estadounidenses prefieren la inversión en Wall Street a los mercados extranjeros, provocando un aumento de los precios de las acciones estadounidenses, sobre todo cuando un número creciente de compradores sigue el ejemplo de los inversores profesionales. En 1929 nueve millones de ciudadanos había invertido en la bolsa, incluyendo a ahorradores pequeños aconsejados por asesores sin escrúpulos, incompetentes o interesados (cobro de comisiones e intereses por prestamos para invertir en bolsa) . Incluso aparecieron empresas dedicadas exclusivamente a la inversión especulativa en bolsa. Los expertos y los políticos animaban a los inversores

con sus declaraciones. El presidente Calvin Coolidge y su sucesor en 1929, Herbert Hoover, consideraban bajo el precio de las acciones y no veían ningún motivo para pensar en una crisis.

Sin embargo, desde 1926 ya existen muchos artículos de

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economistas que predicen la crisis, aunque hay muchos más que todavía auguraban un crecimiento indefinido. A partir de 1926 aparecen síntomas preocupantes, que se agudizan en 1927 y definitivamente se generalizan en 1928:

Caída de precios agrícolas y materias primas. Aumento paro industrial. Retraimiento del consumo. Crisis construcción USA desde 1927. Crisis negocio inmobiliario tras fraudes Florida desde 1926. Primera recesión bolsa en 1928 provocada por: Quiebras de algunas empresas por fraudes o inversiones especulativas . Tipos de interés muy elevados ante la demanda de créditos para especular

en bolsa, lo que retrae la solicitud de créditos para inversiones productivas.

Cuando la Reserva Federal aumentó en un 1% el tipo de interés y advirtió sobre la “burbuja” bursátil, muchos empezaron a reconsiderar sus inversiones. El 23 de octubre se vendieron seis millones de acciones y se inició el pánico vendedor, que provocó la venta de más de 12 millones de títulos en día 24 ó “jueves negro”, y en los días sucesivos la venta y caída de los precios continuó, hasta transferir más de 50 millones de acciones en 5 días, provocando una perdida del valor de los títulos de más de 14.000 millones de dólares en menos de una semana. El llamado “martes negro” La bolsa acabó de hundirse, afectando a las principales empresas: Ese día se venden 16 millones de acciones y se pierden más de 10.000 millones de dólares. El Índice Dow Jones pasa de 125,4 en 1929 a 95,64 en 1930, 55,47 en 1931 y 26,82 en 1932, lo que indica claramente que la ruina bursátil no fue una caída coyuntural, sino que continuó varios años.

Algo no funcionaba bien en la economía americana, y más teniendo en cuenta que las autoridades en vísperas de la crisis hablaban de la «buena marcha de la economía», y la mayoría de los autores consideran que existían unos desequilibrios que explican la debacle de 1929:

1. La desigual distribución de la renta. Un 5% de la población disfrutaba del 33% de la renta nacional, lo que impedía mantener el crecimiento del consumo.

2. La deficiente estructura bancaria. No existían grandes bancos, ni una legislación bancaria que protegiese a los inversores y que evitase operaciones de excesivo riesgo.

3. La balanza de pagos estadounidense era excedentaria, gracias a una política monetaria de atesoramiento de las reservas de oro, a aranceles proteccionistas y a una excesiva confianza en el mercado interno, pero esto perjudicaba al mercado internacional y acabó retrayendo la demanda y afectando a sectores norteamericanos como el agrícola.

4. Una política monetaria que restringía el incremento de la circulación monetaria, al tiempo que permitía la generalización del crédito al consumo (en vísperas del crack el 58% de los automóviles fueron vendidos a crédito) y de créditos destinados a la especulación en bolsa.

5. Las tendencias especulativas impulsaron la inversión en bolsa, pero también en el sector inmobiliario en Florida, a pesar de que los huracanes hicieron fracasar este negocio. La especulación como forma de obtener fáciles y rápidos beneficios se extendió entre la población norteamericana en los felices 20, provocando un crecimiento inusual de los créditos bancarios para invertir en estos negocios especulativos, provocando la subida de tipos de interés del 3,32 % en enero de 1925 a 9,8 % en marzo de 1929, lo que impedía que inversores industriales o agrícolas accediesen a prestamos a

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intereses tan elevados. En 1928 una buena parte de las inversiones eran especulativas, provocando que el índice bursátil pasase de 105 a 220 entre 1926 y 1929, mientras que el índice de volumen de negocios sólo creció de 105 a 120. Esto indica que el alza de las cotizaciones bursátiles se basaba en la especulación y no con el aumento de beneficios o de producción, y la especulación a su vez se basaba en la existencia de dinero barato en un principio y en una visión excesivamente lúdica y optimista de la economía.

Galbraith resume las causas de la crisis de la siguiente manera: Pésima distribución de la renta (el 5% población tenia 1/3 de la riqueza); estructura de las empresas deficiente y demasiado dependiente de inversiones bursátiles especulativas y de operaciones poco claras de holdings y trust; pésima estructura bancaria con más de 24.000 bancos en USA que carecían de fondos de reserva suficientes para garantizar sus inversiones; dudosa situación de la balanza de pagos que se basaba en la obtención de ingresos por intereses de prestamos en el exterior y en políticas arancelarias proteccionistas a lo largo de todos los años 20; y los escasos conocimientos de

economistas y políticos.Mecanismo desencadenamiento de la crisis económica general después del Crack: La ruina bursátil provoca la quiebra de los grandes operadores en bolsa (Brokers) que arrastran a los bancos a la ruina, ya que estos bancos eran los que prestaban dinero a los brokers y a inversores privados para invertir en bolsa. Los ahorradores privados, ante las noticias del desastre, deciden retirar sus capitales de los bancos antes de que estos se arruinen completamente; pero ello provoca que los bancos, para devolver a los ahorradores titulares de depósitos el dinero que reclamaban, tengan que recuperar todos los prestamos que habían concedido a brokers e inversores en bolsa, que al haberse arruinado no pueden devolver. Además, las entidades bancarias también intentan recuperar los préstamos al consumo y los concedidos a las empresas (primero los de corto plazo y después los de largo plazo tanto de agricultores como de industriales), lo que provocará la quiebra de millones de pequeños-medianos agricultores y de industrias, al quedarse sin créditos y al no poder colocar en el mercado sus Stocks de mercancías. Finalmente, los bancos no pueden evitar la quiebra, ni pueden devolver a los ahorradores su dinero por no poder recuperar todo lo prestado ni tener fondos de garantía suficiente, lo que provoca una caída brutal de los precios, un aumento de los stocks de mercancías, el paro se dispara y el consumo se hunde definitivamente. Lo más sorprendente es que estos efectos en cadena se producen en muy poco tiempo, lo que demuestra la inestabilidad económica arrastrada desde años anteriores, y que las medidas adoptadas no surten ningún efecto positivo.

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Medidas del presidente Hoover contra crisis (1929-1933): El gobienro estadounidense, presidido por Hoover, reacciona tarde y mal, por lo que sus medidas fueron escasas e ineficaces. En un principio pensaban que la crisis era un simple corrección bursátil y que sus repercusiones en el resto de la economía no serían excesivas, y los propios mecanismos del sistema se encargarían de solucionar. Las relaciones e intereses cruzados entre políticos y financieros impidieron tomar medidas tajantes que perjudicasen los intereses electorales de unos y económicos de otros. Además, la Constitución de EE.UU limitaba la posibilidad de adoptar medidas de control de la economía. La negativa a bajar los tipos de interés, por ejemplo, permite atraer dinero del exterior a EE.UU, al existir tipos de interés más bajos en el extranjero, pero impide que los que precisan pedir créditos puedan acceder a préstamos baratos.Cuando el gobierno y las autoridades económicas asumen la profundidad de la crisis se adopta, en líneas generales, una política errática: La Reserva Federal baja los tipos de interés del 4,5 al 2%, pero reduce la masa monetaria en circulación, por lo que anula los posibles beneficios de la primera medida. También fracasa la política de obras públicas, la Federal Farm Board de 1929 que intentaba evitar la bajada de los precios agrícolas, y las políticas propuestas por la National Business Survey Conference para mantener precios y beneficios empresariales. Lo único que se consigue es acumular stocks para impedir que el exceso de oferta provocase mayor caída precios, pero en 1932 los stocks ya son excesivos y será necesarios sacarlos de golpe al mercado, provocando la caída vertiginosa de los precios.En apenas tres años la producción desciende un 48%., la Renta Nacional cae un 28%, los precios bajan un 33%, el paro se sitúa en un 2 1 % de la población activa, y los salarios descienden un 39%. Resulta evidente que la política de Hoover no dio resultados, y al final de su mandato se opta por una estricta disciplina presupuestaria, por medidas estatales para ayudar a las grandes empresas en crisis (Créditos estatales, mediante la Reconstrucción Finance Corporation creada en 1932), pero estas medidas llegaron tarde, cuando la crisis había alcanzado una extensión sin precedentes. Hoover fue acusado de ayudar a las grandes empresas, olvidando los principios de no intervención que había aplicado a las pequeñas, y no estableció una cobertura estatal de subsidios de paro, ya que se consideró opuesta a los principios del liberalismo económico y como principio distorsionador del libre juego de oferta y demanda en el mercado de mano de obra. La asistencia a los parados quedó en manos de instituciones privadas de beneficencia. No se llegó a percibir que la extensión de la pobreza contraía más aún la capacidad de compra, con lo que se ensanchaba la crisis. 2.2. La extensión de la crisis al resto del mundo.La crisis estadounidense afectará al resto de la economía mundial por su profundidad, por la influencia de la economía norteamericana en el resto, y por las medidas anticrisis adoptadas. Aunque los primeros que notan la crisis fuera de Estados Unidos serán los bancos europeos que habían participado en el negocio bursátil y los bancos alemanes y austriacos que dependían de los préstamos del plan Dawes, muy pronto la crisis general afectará a todos los sectores económicos. En 1931 la crisis ya se había extendido definitivamente a Europa, desde el momento en que el Kredit Anstalt austriaco y quiebra y arrastra en su caída a multitud de empresas y a los bancos alemanes.Estados Unidos, debido a su ruina financiera, retira del extranjero el 50% de sus préstamos, dejando sin cobertura financiera al Plan Dawes y a bancos y empresas europeas, pro ejemplo, que dependían de estos créditos. Además, la política inicial de Hoover manteniendo tasas de interés elevadas, provoca que muchos capitales privados europeos emigren a Estados Unidos en busca de estos tipos de interés alto, agudizando la quiebra financiera europea.

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Las medidas proteccionistas estadounidenses provocarán reacciones similares en el resto del mundo, y cada uno intentará salvarse a costa del vecino. La Tarifa proteccionista Smoot-Howley de 1930 contribuye a extender la crisis, ya que reduce el comercio internacional del que EE.UU era uno de sus principales receptores. Ahora Norteamérica reduce sus compras de materias primas, alimentos, energía, lo que transmite la crisis a los países productores; pero además, con la Tarifa citada, grava la entrada de manufacturas industriales extranjeras en el país, provocando una reacción proteccionista también en el resto de países industriales.Todos adoptan inicialmente políticas deflacionistas para fortalecer sus monedas y así poder importar más barato a costa de exportar más caro y reducir salarios. Esto, las medidas proteccionistas, la caída de los salarios, provocarán en todo el mundo una recesión del mercado, la acumulación de stocks, el cierre de empresas, el aumento del paro, etc.Los efectos pueden resumirse, por países, de la siguiente manera:Gran Bretaña: Al principio intenta desentenderse de la crisis europea para que no la arrastre, pero reduce su mercado colonial y se hunden los ingresos por invisibles (Fletes, seguros, intereses), al reducirse las transaciones comerciales y financieras de las que vivía la City londinense. Se adopta una política deflacionista que provoca el descenso de salarios, el equilibrio presupuestario que impide inversiones públicas, la devaluación libra para vender más barato al extranjero, y el aumento de los tipos de interés para atraer capitales extranjeros y evitar la salida de los propios. Estas medidas no evitan, sin embargo, la crisis. Toda Europa para combatir la crisis retira sus fondos depositados en bancos londinenses, lo que provoca crisis de estos bancos, devaluación de la libra y perdida de la convertibilidad de la libra en oro. Se intenta paliar la perdida de capitales incluso prohibiendo sacar metales preciosos del país. Al igual que en EE.UU, a principios de los años treinta, estas medidas deflacionistas no consiguen frenar la crisis, y los stocks de mercancías provocan caída de precios, ruina empresas, despidos masivos de obreros y contracción definitiva del consumo.Francia: Se niega a ayudar a Alemania con préstamos si esta no renuncian a la unificación con Austria y adopta un proteccionismo a ultranza y una política deflacionista similar a las ya descritas. Intenta recuperar todos sus créditos en el extranjero, a costa de perder ingresos por intereses. Lo único que consigue es retrasar los efectos más duros de la crisis a costa de contribuir a la caída del mercado mundial por sus aranceles proteccionistas y por su enorme influencia mundial, ya que al igual que Gran Bretaña controlaba un enorme mercado colonial.Alemania y Austria serán los que primero sufran los efectos de la crisis estadounidense , debido a su dependencia de la economía norteamericana por el Plan Dawes. Austria se hunde por completo y arrastra al resto de Centroeuropa. La perdida de los créditos extranjeros provoca la ruina de bancos e industrias. La hiperinflación y el paro desmesurado (6 millones en 1932 en Alemania provocan la ruina comercial de Centroeuropa y una inestabilidad política que explica la llegada al poder del nazismo en 1933. El descenso de la producción industrial hasta el índice 69 sobre 100 en 1931, mientras en USA el índice era de 78 sobre el índice 100 en1928, da idea de la profundidad de la crisis alemana.Consecuencias para la economía mundial: De forma inmediata, en los tres años siguientes al hundimiento de la bolsa neoyorkina, todo el mundo se vio afectado directa o indirectamente por la crisis económica iniciada en EE.UU. Se produce, en general, la desintegración del orden económico internacional imperante en los años 20. Los acuerdos de la Conferencia de Génova de 1923 se convertirán en “papel mojado”, ya que cada país adoptó soluciones particulares a la crisis. Todos olvidaron la

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interdependencia económica mundial, por lo que las políticas deflacionarias (Tipos interés altos, monedas fuertes. salarios bajos, equilibrio presupuestario, aranceles proteccionistas...) provocaron el hundimiento del comercio internacional y la imposibilidad de remontar la crisis por falta de demanda y exceso de oferta.Se intentó crear una nueva estructura económica mundial adaptada a la crisis y en base a las soluciones ensayadas, pero las diferentes propuestas fracasaron en la Conferencia de Londres de 1933, que sólo sirvió para certificar el fin de librecambismo internacional, ya que la mayoría apostó por el proteccionismo y políticas más o menos autárquicas. Los bloques comerciales tradicionales (la zona de la libra integrada en la Commowealth, la zona franco integrada por Francia y sus colonias, etc.) intentaron proteger su mercado interno a costa de aranceles proteccionistas, lo que provocó la aparición de nuevas áreas comerciales también protegidas e impuestas militarmente a lo largo de los años 30 (Japón en Manchuria, Alemania en su área de influencia, ETC). El fracaso de las políticas económicas propuestas para salir de la crisis entre 1929 y 1933 ahondaron la depresión y la extendieron geográficamente. La crisis puso en jaque al liberalismo político y al librecambismo, ya que se cuestionó incluso el sistema democrático y el librecambismo, incapaces de solucionar la crisis. Las ideologías autoritarias ganarán adeptos, así como los partidarios de la intervención del estado en economía, y los que miraban al comunismo soviético que escapó de la crisis. 3. LA GRAN DEPRESIÓN DE LOS AÑOS 30 Y LAS RESPUESTAS A LA CRISIS. 3.1. La gran depresión.La caída de la bolsa y posterior desencadenamiento de la crisis económica general en EE.UU, pronto se extendió a Europa, debido a la retirada de los créditos americanos de la economía europea, a la contracción del comercio y a las respuestas inadecuadas de los diferentes gobiernos entre 1929-32. Las quiebras bancarias de Alemania y los países de la Europa central (El Kredit Anstalt de Viena, que representaba el 70% de los balances de todos los bancos austriacos, fue el primero en quebrar) no pudo frenarse con las ayudas extranjeras, arrastrando también a la quiebra empresarial a muchas sociedades industriales que dependían del crédito bancario. La crisis desencadenada en Europa Central se trasladó a Londres, ya que Inglaterra tenía importantes relaciones financieras con Alemania y Austria desde del período de la gran inflación de principios de los años 20. Sólo París parecía resistir, gracias a sus reservas de oro, que le permitieron retrasar la crisis y manejarla con cierta tranquilidad cuando estalló. La crisis financiera hizo que los capitales que se habían salvado de la quiebra tendieran al atesoramiento y evitaran el riesgo, lo que contribuyó a alargar la crisis, que en 1933 ya era una crisis global: financiera, industrial, comercial, agrícola, de materias primas, etc. En 1929 EE.UU. gastaba 7.400 millones de dólares en importaciones e inversiones en el exterior; en 1931 se educe a 5.000. La caída de precios fue generalizada en todo el mundo, y las políticas deflacionistas y el proteccionismo económico contribuyeron a restringir más el comercio internacional, lo que no hacía más que agravar la situación económica. El comercio mundial cayó un 25% entre 1929-1932, y en valor en un 60% entre el 29-35.En todo el mundo se sucedieron, en mayor o menor medida, quiebras bancarias, falta de créditos o encarecimiento de los mismos, crisis bursátil, caída de los precios, ruinas

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industriales, crisis comercial general, incremento exagerado del paro, ruina de los países dependientes de la exportación de materias primas y alimentos. El siguiente gráfico evidencia la caída de la producción industrial mundial:

Año El mundo EE.UU. Alemania Inglaterra Francia1929-32 -10,9% -19,7% -15,7% -6,4% -9,5%1932-37 12,5 14,7% 14,5% 9,1% 3,2%

Los países suministradores de materias primas, alimentos y fuentes de energía, ya habían reducido sus beneficios en los años 20, debido a la superproducción y a unos precios cada vez más bajos. Durante la Gran Depresión esta crisis se agudizó, ya que la demanda de productos procedentes de estos países cayó rápidamente, así como los precios, y los capitales invertidos por los países ricos se retiraron o dejaron de llegar. Un claro ejemplo de esta situación la sufrió América Latina, muy dependiente de los capitales estadounidenses y de la venta de sus productos a EE.UU. Las economías de estos países se vieron en la necesidad de eliminar sus excedentes para evitar estrepitosas caídas de precios o a reconvertir su producción, generalmente hacia otro monocultivo más acorde con las nuevas necesidades.

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2.2 ModaLa ropa de los años 20’s tenía el mismo espíritu que la época. Era una época de exuberancia y euforia tras la guerra, que acabó con el Crack de la Bolsa de 1929 La moda se fue haciendo una forma de vida y los artistas y escritores eran parte de una élite cosmopolita. Cualquier cosa exótica estaba de moda. Además, las mujeres se hicieron más activas y empezó a haber androginia. En los años 20 triunfó el exoticismo. El orientalismo mítico, los ballets rusos, flores chicas y japonesas adornaban los textiles. Se usaban artes orientales y formas y estampados de varias culturas. También, los inmigrantes rusos instalaron casas de moda e impusieron nuevas modas. En esta época se combinaban tela, pieles y plumas en una sola prenda.

Una nueva silueta de esta época fue el kokosovorotka, una túnica larga bordada sobre una falda todavía más larga. Al inicio de los 20’s, se evolucionó a los vestidos rectos y planos. El cuerpo se convirtió en algo más abstracto, se realzaban las caderas y la cintura desapareció. Los motivos del periodo eran bordados, aplicaciones y estampados. Muchas de las prendas más bellas estaban inspiradas en el japonés.

En los 20’s, la noche era el foco de la vida, y a pesar de que la ropa de noche cambiaba constantemente, esta era siempre exótica y lujosa, con muchos brillos, cintos y moños. El charlestón y el jazz influyeron, para usar vestidos cortos y cuadrados detenidos por tirantes delgados y abiertos a los lados, de tela brillante y aplicaciones para brillar lo más posible (el flapper dress). Además se usaban plumas, boas, capas y flecos. También habían bordados complicados y las telas exóticas que eran muy muy populares.

La ropa interior se simplifica en una camisola con piernas y el fondo. Se desechó el corsé de hueso de ballena y se hizo una stretch que cubrías las caderas, que fungía mas como una faja y servía de liguero. Las mujeres más voluptuosas se vendaban para parecer más planas. Las piernas se convirtieron en el nuevo foco visual. En esta época aparece el primer de varillas.

En el campo de la ropa deportiva empezó a combinar jerseys con las líneas de la moda de guerra.

Tenía una competencia directa con Chanel en el mercado de la moda deportiva. Todos los atuendos deportivos eran muy elegantes, pero sobre todo los del tenis. Los diseños

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de Patou para el deporte eran siempre simples, modernos y elegantes, siempre experimentando en corte y diseño.

2.3 EL CINE:

El cine americano apuesta más por el beneficio material que por la estética o la poesía

visual. Una pequeña ciudad del Oeste americano, Hollywood, se había convertido en

poco tiempo el centro industrial cinematográfico más próspero de los EE.UU. Grandes

empresas se reunieron levantando sus estudios donde, además de filmarse las películas,

se "construyen" las estrellas para interpretarlas.

Un hábil sistema de publicidad crea una atmósfera de leyenda alrededor de los ídolos

del público; los actores y las actrices se convierten en mitos. Es el caso de Lillian

Gish, Gloria Swanson, John Barrymore, Lon Chaney, John Gilbert, Douglas Fairbanks,

Mary Pickford, Mae West o Rodolfo Valentino. Se trata del Star System, sistema de

producción basado en la popularidad de los actores por medio de la cual consiguieron

más beneficios.

Durante la Guerra Europea y aprovechando el descenso de producción en Europa por el

mismo motivo, Hollywood se dedicó a dominar los mercados mundiales. La década de

los años 20 fue la época dorada del cine mudo americano: espectáculo, grandes actores,

diversidad de géneros..

Entre éstos destacó el slapstick o cine cómico: los pasteles de nata, las locas

persecuciones, los golpes, las bañistas...; invento de Mack Sennett que descubrió a

Chaplin, Lloyd, Turpin, Langdon... Quizás una reacción a la época difícil marcada por

la Guerra Europea.

Pero serán dos cómicos concretes quienes harán universal el arte de hacer reír en la

pantalla: Chaplin y Keaton. El cine cómico y la comedia se entrelazan en las películas

de estos actores-directores, situándolos en la cumbre el cine que alcanzaron no sólo por

sus propios trabajos sino, también, por el éxito popular conseguido en todo el mundo.

Charles Chaplin hizo famoso su personaje de "Charlot" gracias a la caracterización que

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se convertiría con el tiempo en uno de los iconos más recordados. Si ya fueron

importantes películas como El vagabundo (1915), El inmigrante (1917) y Armas al

hombro (1918), desarrolló sus fundamentales argumentos temáticos —sobre la base de

un tono tragicómico- en El chico (1921) y La quimera del oro (1925).

Buster Keaton se caracterizó por un rostro inexpresivo (lo que provocó que se le llamara

"cara de palo") y el tener que enfrentarse estoicamente a un mundo que se rebelaba a

cada instante ante lo que hiciese. Lo mejor de su trabajo se encuentra en La ley de la

hospitalidad (1923), La siete ocasiones (1925), El maquinista de la General (1927) , El

cameraman(1928).

Además del cine cómico, la industria estadounidense abordó otros temas, dando origen

a una serie de líneas de producción que se denominarían géneros, como por ejemplo:

Cine del Oeste (western), con singulares aportaciones de John Ford (El

caballo de hierro, 1924; Tres hombres malos, 1926)

Cine de aventuras impulsado por Allan Dwan (Robin Hood, 1922; La

máscara de hierro, 1929).

Cine bélico y social de King Vidor (El gran desfile, 1925; Y el mundo

marcha, 1928) y William A. Wellman (Alas, 1927).

Melodramas de Frank Borzage (El séptimo cielo, 1927), entre otros muchos.

Realmente fueron unos años importantes para el star-system cinematográfico.

De los grandes estudios salen grandes producciones, algunas de ellas muy

espectaculares como las que hacía el director Cecil B. de Mille, "Los diez

mandamientos" (1923) o "Rey de Reyes" (1927).

Además, el cine estadounidense se benefició a lo largo de estos años de la presencia de

numerosos directores y técnicos europeos que decidieron probar fortuna en su industria,

como Erich Von Stroheim, autor de "Avaricia" (1924

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2.4 LA Música

Es probable que el jazz fuera inicialmente interpretado por músicos sin educación musical que tocaban en bandas de marchas en Nueva Orleans. La música era una parte

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importante de la vida cotidiana de esta ciudad desde por lo menos la década de 1890, con bandas de bronces que se contrataban para tocar en desfiles, funerales, fiestas y bailes. Es plausible pensar que los músicos, que frecuentemente no leían música, no tocaban las melodías de manera continua, sino que le agregaban variaciones para mantener las actuaciones interesantes.Puesto que el cornetista Buddy Bolden, el primer músico famoso en ser considerado jazzista, formó su banda en 1895, se podría usar ésa como una fecha simbólica del nacimiento del jazz. Durante las próximas dos décadas no existe documentación del jazz, si bien se sabe que progresó a pasos lentos. Freddie Keppard sucedió a Bolden como el cornetista de más prestigio de Nueva Orleans, pero fue rápidamente superado por King Oliver. Aunque algunos músicos de Nueva Orleans viajaron al norte, el jazz se mantuvo estrictamente como una expresión musical típica de Nueva Orleans hasta la primera guerra mundial.El 30 de enero de 1917, un grupo de músicos blancos llamado, sin modestia alguna, The Original Dixieland Jass Band grabó "Darktown Strutter's Ball" e "Indiana" para el sello Columbia. La música se consideró demasiado revolucionaria para la época y no se publicó, sin embargo, dos meses después la ODJB grabó para el sello Victor "Livery Stable Blues" y "The Original Dixieland One Step", temas que tuvieron gran éxito. Otros grupos se unieron al movimiento y también comenzaron a grabar. Así el jazz se convirtió en moda, ya que los promotores vieron una oportunidad de ganar dinero fácilmente.“En la década de los '20, el jazz comenzó a influir a las orquestas de baile y hasta los conjuntos más comerciales comenzaron a tener pequeños solos y secciones rítmicas sincopadas”.Pasarían varios años antes de que se hicieran grabaciones de músicos negros. En ese tiempo comenzaron a oírse opiniones que mantenían que los blancos habían inventado el jazz. Más tarde surgió una corriente contraria, que existe hasta hoy, que apoyaba la idea de que el jazz era una música negra y que sólo los negros tenían el conocimiento, sentimiento y talento para tocarla. Se ha probado en muchas ocasiones que ambas posiciones son falsas.En 1920, Mamie Smith grabó el primer blues, "Crazy Blues", y la moda del jazz fue reemplazada por la de los blues. Sin embargo, el jazz continuó progresando y los New Orleans Rhythm Kings, uno de los primeros grupos que tocaba improvisando solos, sonaba en 1922 como si llevara una década de progreso sobre los ODJB. El año 1923 fue de gran importancia, porque durante ese año hicieron grabaciones debut la King Oliver's Creole Band (la cual incluía en corneta a Louis Armstrong y en clarinete a Johnny Dodds), la cantante de blues Bessie Smith y el compositor y pianista Jelly Roll Morton. Aunque la banda de King Oliver se consideraba dentro de las más importantes de Nueva Orleans por sus improvisaciones en conjunto, sería Louis Armstrong quien tendría la mayor influencia y eventualmente cambiaría el jazz.La movilización de los negros del sur de los Estados Unidos, buscando mejores condiciones económicas, también contribuyó a que a los músicos de jazz salieran de Nueva Orleans hacia otras ciudades del norte y oeste y, a principios de los años '20, Chicago se convirtió en el centro del jazz. Cuando Armstrong se unió a la banda de Fletcher Henderson en Nueva York en 1924, descubrió que los músicos neoyorquinos, aunque técnicamente superiores, con frecuencia tocaban en stacatto y sin la emoción de los blues. Armstrong, con sus solos dramáticos y explosivos en la banda de Henderson, tuvo una inmensa influencia al cambiar la manera de frasear solos, abriendo así nuevos caminos de improvisación. Se puede afirmar que Louis Armstrong fue el principal responsable (aunque es probable que hubiera ocurrido eventualmente) por el cambio del

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énfasis del jazz de improvisación colectiva a solos individuales, lo cual ayudó a la creación del swing.En la década de los '20, el jazz comenzó a influir a las orquestas de baile y hasta los conjuntos más comerciales comenzaron a tener pequeños solos y secciones rítmicas sincopadas. La espectacular serie de grabaciones de Louis Armstrong y sus Hot Five y Hot Seven inspiró a otros músicos a crecer y al mismo tiempo popularizó el canto en scat y una manera relajada de frasear vocalmente las canciones, lo cual influenció a Bing Crosby y a futuros cantantes. Músicos como el cornetista Bix Beiderbecke, que tenía un sonido menos cálido que el de Armstrong, el pianista Jelly Roll Morton, tanto como solista o con su grupo Red Hot Peppers, el pianista James P. Johnson, el compositor y arreglador Duke Ellington y el emergente saxo tenor Coleman Hawkins, se transformaron en importantes fuerzas en el mundo del jazz.“Una nueva generación demostró que lo que le interesaba era hacer lo que fuera para ignorar la Depresión y pasarlo bien bailando con orquestas de swing”.Durante la segunda mitad de la década, las orquestas con mayor número de músicos y con base en el jazz se hicieron populares y la improvisación colectiva que distinguía el estilo Dixieland se encontró fuera de moda y restringida a pequeños grupos. Otro de los efectos de la Depresión fue desplazar al Dixieland casi completamente por más de diez años. El público no quería acordarse de la época desenfrenada de los años '20 y por algunos años prefirió las baladas y la música de baile.

CONCLUSIÓNLos años 20 fueron una época de progreso, de avances tecnológicos y, por supuesto, de crecimiento económico y cambio social. El automóvil revolucionó la forma de vida norteamericana, y el auge económico hizo posible que apareciera el gusto por nuevas

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actividades que se hicieron habituales como ir al cine, bailar en fiestas, etc. Rasgos de esta época son el racismo, apoyado en el ku kux klan, la rebelión de la mujer, el progreso y el cambio de hábitos sociales. El gobierno republicano tuvo mucho que ver ya que se preocupó de cuidar la actividad que se desarrollaba en las empresas, y dio lugar a lo que se ha llamado laissez faire. La mujer consigue el voto en esta década y lucha contra la represión y el conservadurismo que ante todo les afectaba a ellas. Querían mayor igualdad, y aunque pareció que la conseguían, en la práctica política seguían por debajo del hombre y sin ningún peso sobre cualquier decisión. Aún así consiguieron un enorme adelanto. Se desarrolló a causa de la Ley Seca una ola de gansterismo y crimen, cuyo mejor exponente es Al Capone. Inevitablemente los ricos se hicieron más ricos y los trabajadores fueron explotados, pero de igual manera había un sentimiento generalizado de bienestar y progreso. Con la crisis bursátil de 29 acabó el sueño de la felicidad y la ruina asoló no sólo los EE.UU., sino también el resto del mundo. Pero los enormes progresos conseguidos quedaron para la posteridad como ejemplo, aunque a partir de ahora se siguiera una política más intervencionista.

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